Despedida de Carlos Otero Rivera a la XLIII promoción de la Escuela de Ingeniería Técnica Naval de Ferrol. Queridos alumnos y alumnas de la XLIII Promoción de esta Escuela de Ingeniería Técnica Naval e Industrial de Ferrol, compañeros de la mesa, profesores, alumnos, señoras y señores: Nos reunimos hoy aquí para celebrar la culminación de los estudios universitarios de la citada XLIII promoción de los Ingenieros Técnicos Navales. Una vez alcanzada esta cima, abandonáis esta Escuela para incorporaros unos al mundo laboral, otros iréis a proseguir estudios en otros centros o bien os dedicareis a otras tareas. Cerráis una etapa y comenzareis otra. La etapa que superáis debe llenaros de satisfacción y orgullo, ya que lo hacéis con el logro del trabajo bien hecho y después de dedicar muchas horas al estudio, a la asistencia a clases y prácticas, a la realización de trabajos, y a superar muchos exámenes parciales y finales,.... En breve vais a iniciar esa nueva fase de vuestra vida, en la que encontrareis otro tipo de dificultades. En ella, además de los conocimientos adquiridos, precisareis de toda la fuerza de vuestra juventud, alegría e ilusión. Todos los titulados de las promociones que os precedieron (esos que os contemplan desde las orlas colocadas en los pasillos) sufrieron también las predicciones de los “gurús del futuro” de cada momento, que en cualquier época siempre anunciaron tiempos revueltos y muchas dificultades. Y acertaran o no, esos titulados salieron adelante viviendo las condiciones de su tiempo, independientemente de que éstas fuesen buenas, malas o regulares. En la prensa de hoy, se anuncia que el Fondo Monetario Internacional nos vienen con el cuento de que se va a producir una “generación perdida”. No les hagáis caso, los que están perdidos son ellos. Solo se pierde una generación cuando se produce una guerra. Y si no hay guerra (¡Dios no lo quiera!), pero las cosas fuesen mal... !pues habrá que repartir el trabajo!. O se creen que vosotros sois de cartón piedra!. Vosotros tampoco vais a ser menos que los demás, y como todos, os enfrentareis a las incertidumbres de la vida, y para entendernos usando nuestro lenguaje usual, éstas condiciones son las que forman parte del “enunciado del problema”, es decir, aquello que estamos obligados a aceptar, ...pero tan sólo y mientras ...!no se puedan cambiar! . Y es aquí, donde quiero introducir mi primera sugerencia: Que jamás perdáis la ilusión y la alegría que hoy os acompañan. No permitáis que nadie os las arrebate. Y como la vida no suele ser un camino de rosas, si alguna vez “aflojáis”, tratad de recuperarlas lo antes posible, ya que esa fuerza que os da alegría e ilusión, será el combustible que os propulsará hacia la meta. Por otro lado, es un hecho, que haber llegado hasta aquí ya demuestra que sois capaces e inteligentes. Afirmación que me lleva a la segunda de mis sugerencias sobre vuestro futuro: A la inteligencia y capacidad probada, debéis añadir además: el esfuerzo y la flexibilidad. El esfuerzo,... ¡siempre el esfuerzo adecuado!, ... resulta imprescindible para alcanzar cualquier meta que se precie. Y en cuanto a la flexibilidad, me refiero a la flexibilidad ante los cambios (lo opuesto a la rigidez), es lo que os permitirá adaptaros a las muy variables e imprevisibles condiciones de los tramos del camino y de los caminantes que os toquen en cada tramo. En el camino os encontrareis lodo, arena, piedras, muros, rampas,...acompañados de codazos, zancadillas, trampas... Recuerdo una frase de la que fue premio Nobel de Literatura, la escritora estadounidense Pearl S. Buck, en su novela Viento del Este, Viento del Oeste, en donde describe brevemente y muy bien ese concepto de flexibilidad ante la vida, y decía algo así... “cuando sople el viento huracanado sed como el junco que se adapta plegándose ante la fuerza del viento. Cuando el viento cesa, se recupera y vuelve a ser junco como antes. No seáis como el roble, que orgulloso y fuerte pretende resistir la acción del viento y al final se parte, y después ya no es roble, sólo es madera”. También quiero recordaros, que no olvidéis que la vida es una carrera de fondo y no de velocidad, y como dice la canción del arriero ...”no hay que llegar el primero, pero hay que saber llegar”. Algunos de los que creen llegar dando mal camino a los demás, con frecuencia ignoran que están descalificados... ¡Hay que saber llegar!. Completadas las sugerencias y algún que otro recordatorio, no pretendo prolongarme más, y remato mis palabras manifestando este deseo íntimo: Que tengáis una buena, larga y noble carrera. Que la suerte os acompañe siempre. Ruego a Dios para que Él nunca os pierda de vista y os proteja. He dicho. Carlos Otero Rivera Ferrol a 13 de mayo de 2011