Los 65 años de Comprimido Por Óscar Domínguez G. Tal vez sea cuestión de magia, pero el único colombiano de 87 años cumplidos que puede decir que en 1951 fue amigo y linotipista de García Márquez y sigue vivito, coleando y trabajando, es Guillermo “El Mago” Dávila. El caballero de la luenga barba se presenta como un híbrido de linotipista enrazado en periodista. Con Gabriel, como le dice al Nobel sin que se le oiga mal, hicieron hace 65 años el periódico más pequeño del mundo, Comprimido, que fue eterno mientras duró, como el amor: seis números, de 22 cms. de alto por 14 cms. de ancho, sin márgenes. Este bumangués siempre risueño, antípoda de la tristeza y de la pereza, optimista de profesión, esposo de doña Lydda Forero, quien se “fue a la morada celestial”, es padre de cinco hijos y abuelo de trece nietos, incluida Sofía, quien le pidió permiso para adoptarlo como abuelo. El Mago, amigo personal del azar como que promueve juegos de esta naturaleza, es mormón en sus ratos de ocio y en los demás, y ha sobrevivido a dos accidentes de aviación, uno de ferrocarril, caídas por las escaleras, atracos, la diverticulitis, “a mujeres bravas y maridos incomprensivos”. El Salmo 91, su mantra, tiene todo que ver en sus múltiples supervivencias. Vive debajo de un sombrero. Como por arte de birlibirloque ha sido también comentarista hípico, vendedor de loterías y de chance; ha leído la buenaventura en manos de bellas y feos durmientes; ha sido jefe de relaciones públicas y asesor de ministros, brujos e indios amazónicos, gran cronista, editor de revistas, como la de El Congreso, en servicio activo. Dávila se niega a pasar de la edad de la pasión a la de la pensión. En los tiempos en que el hipódromo era su hábitat, fue galardonado con la orden de Caballero del turf. Si los caballos no existieran el Mago los habría sacado de la manga. Los equinos han sido su “modus vivendi y comiendi”. Si se lo propusiera, como buen mago que es, podría reencarnar en caballo, ahora que está vivo. Pero entre todos sus destinos ama el de linotipista. De su oficio recuerda que “la linotipia convertía las ideas en plomo”. Siempre en noviembre, en el Cementerio Central, se echa el mismo discurso para recordar a sus colegas “linotiplistas”. Luego posan para la foto los sobrevivientes del gremio. Cierran la jornada con almuerzo de compañeros, en su sede del sur. El Mago habló cualquier sobre su famoso cadapuedario: ¿Por qué un periódico? Gabriel García Márquez llega a trabajar en El Universal de Cartagena como periodista, comentarista y editorialista en el periódico de Domingo López Escauriaza. Guilermo Dávila, “El Mago”, llega por esa época, 1951, como linotipista. Ahí nos conocemos. Dice García Márquez en “Vivir para contarla”: “En uno de aquellos amaneceres en las bóvedas, Dávila me contó su idea de hacer un periódico de veinticuatro por veinticuatro –media cuartilla- que circulara gratis en las tardes en la hora atropellada del cierre del comercio. Sería el periódico más pequeño del mundo, para leer en diez minutos. Así fue. Se llamaba Comprimido, lo escribía yo en una hora a las once de la mañana, lo armaba y lo imprimía Dávila en dos horas y lo repartía un papelero temerario que no tenía respiro ni para vocearlo más de una vez”. ¿Por qué Comprimido? Se trataba de exponer ideas en pocas palabras. Economizar también tinta y papel. El propósito era darle a Cartagena un diario vespertino que sustituyera a “El Fígaro“ que dejó de circular. ¿Por qué en Cartagena? Coincidimos GABRIEL y yo en llegar a La Heroica, a El Universal para “escampar” cada quien de las preocupaciones que tenían en las ciudades donde estaban trabajando. Gabriel en Barranquilla y yo en Bogotá. ¿Por qué metafísico? Las dimensiones físicas de Comprimido, media carta, le hacen escribir a Gabriel en el editorial de nuestro sexto número, “La última piedra”: “Comprimido seguirá circulando en su formato ideal, que ciertamente merecen para sí muchos periódicos. Desde éste mismo instante, este empieza a ser –para honra y pres de nuestros ciudadanos” el primer periódico metafísico del mundo”. ¿Por qué con “Gabriel”? García Márquez me veía como “mago” y lo dijo: “Para mí, compartir con una mago la rutina diaria fue como descubrir por fin la realidad”. Yo veía en García Márquez a un compañero superior por su manera de escribir y el convencimiento que tenía de que debía llegarle un premio por “La Hojarasca” procedente de Argentina. A esto hay que sumarle que ni Gabriel ni yo, en ningún momento, pensamos en cómo sería retribuido económicamente el tiempo que invertiríamos en hacerlo. ¿Por qué nació un 18 de septiembre? Porque fue la fecha en que la gobernación de Cartagena, que estaba a cargo en ese momento de Fulgencio Lequerica Vélez, nos hizo saber que nuestro diario había sido registrado en el libro de publicaciones de esa gobernación. ¿Cómo ejerció la dirección el Gabo? De manera extraordinaria, se mandaba a sí mismo. Ejemplo, la narración de una corrida de toros se limitaba a decir buena o mala. Un discurso de Alfonso López Pumarejo, que le merecía dos o tres páginas de El Tiempo en Comprimido simplemente se registraba: “López dijo que los Conservadores…” ¿En qué consistió la gerencia de “El Mago” Dávila? En levantar los originales como linotipista. Dirigir la armada de las cuatro páginas. Sacar $28.oo de su cuenta de ahorros para pagar cada edición. Visitar a los turcos de Cartagena pidiéndoles un aviso de un peso o cincuenta centavos, que nunca se lo dieron. ¿Cuál fué el aporte a la causa del Gobernardor Lequerica? Que a diferencia de los actuales mandatarios, tomaba en cuenta los memoriales que se le dirigían. ¿Cuántas ediciones circularon? Seis ¿Qué noticias dieron en Comprimido? “Yo acabo con tiburones”, dijo Tito Bechara; “Veinte mil pesos aporta el municipio a Cartagena”, “Hagamos del turismo una industria y de Cartagena la meca del turismo”. ¿Cómo nació la amistad con el Nobel? De una parte el ser linotipista de Garcia Márquez, me daba la oportunidad no sólo de compartir las inquietudes del momento, sino también en los momentos de descanso cuando salíamos al atrio de la iglesia de San Pedro Claver, hablábamos de su espera de noticias procedentes de Argentina en relación con su novela “La Hojarasca”; también, de la presencia en el periódico de aquellos censores que velaban porque no se dijese nada contra el gobierno nacional, a lo cual él siempre le “mamó gallo”. Teníamos también nuestras conversaciones sobre los culebreros que enviaban la abarca para detener la muerte de los pacientes mientras ellos llegaban, los muertos felices, La Princesita y las Leyendas de las Sabanas de Bolívar, los gaiteros y las cumbias y disfrutábamos en algunas noches las exquisitas comidas de la cueva en donde siniguales maricones en suecos, servían frutos del mar y guartinaja con arroz con coco. ¿Por qué dejó de circular? Porque se acabaron los ciento veintiocho pesos que se habían economizado y en la Caja Colombiana de Ahorros no dejaban sacar un peso más.