[email protected] En 1959, cuando Jean Harper estaba en tercer grado, su profesora le dio de tarea escribir una composición sobre qué quería ser cuando fuese mayor. El padre de Jean era piloto de fumigación en la pequeña comunidad agraria del norte de California, y Jean vivía fascinada con los aviones y con volar. Volcó su corazón en la composición e incluyó todos sus sueños; deseaba ser un piloto de fumigación, paracaidista, fertilizar las nubes y ser piloto comercial. Obtuvo la nota más baja. Su profesora le dijo que todo era un cuento de hadas. Jean se sintió muy abatida y humillada. Con el correr del tiempo, a Jean le afectó la negatividad cuando hablaba acerca de su carrera: “las mujeres no pueden ser pilotos comerciales”, hasta que finalmente renunció. En el último año de la escuela secundaria, su profesora de literatura se llamaba Dorothy Slaton. La señora Slaton era muy exigente en cuanto al rendimiento. Al principio Jean le temía, pero llegó a respetar su firmeza y equidad. Un día, la señora Slaton dio como tarea una composición sobre el siguiente tema: “¿Qué crees que estarás haciendo dentro de diez años?”. Jean pensó: ¿piloto?, imposible; ¿azafata?, no soy lo suficientemente bella; ¿esposa?, ¿quién querría casarse conmigo?; ¿camarera?, parecía que eso sí lo podría hacer, así que lo escribió. La señora Slaton recibió los trabajos. Dos semanas más tarde, la profesora colocó los trabajos en cada pupitre, boca abajo, y preguntó: -Si tuvieran recursos ilimitados, acceso ilimitado a las mejores universidades, talento y habilidades ilimitados, ¿qué harían? Escríbanlo de ese lado de la hoja. Jean experimentó una oleada de su antiguo entusiasmo y escribió todos sus sueños de antaño. Cuando terminaron de escribir, la profesora preguntó: -¿Cuántos de ustedes escribieron lo mismo en ambos lados de la hoja? Nadie levantó la mano. Lo que dijo luego, cambió el curso de la vida de Jean: -Les voy a decir un secreto a todos. Tienen talento y habilidades sin límite. Tienen acceso a las mejores universidades y pueden arreglárselas para conseguir recursos ilimitados si lo desean. ¡Es así! Cuando salgan de la escuela, si no tratan de concretar sus sueños, nadie lo hará por ustedes. Pueden tener lo que quieran si lo desean intensamente. Esto cambió a Jean por completo, llevándola a decidirse firmemente por sus sueños. Y Jean lo hizo. No sucedió de un día para otro. Le llevó diez años de duro trabajo y de fuerte oposición y escepticismo. Se convirtió en piloto privado. Consiguió hacer vuelos de fumigación, saltos en paracaídas e incluso fertilización de nubes como piloto participante en el programa de modificación del clima. En 1978 se convirtió en una de las tres primeras mujeres pilotos aceptadas para su capacitación en la aerolínea United Airlines y en una de las [email protected] cincuenta mujeres pilotos de Estados Unidos en aquella época. Hoy es comandante de un Boeing 737 de United. El poder de una palabra positiva y oportuna, una chispa de aliento de parte de una mujer a la que Jean respetaba, fue lo que le dio a aquella joven insegura la fuerza y la fe necesarias para perseguir su sueño. “Opté por creerle”, dice Jean. Carol Kline con Jean Harper A cuántos de nosotros nos hace falta una palabra de ánimo, un empujoncito. En este mundo sobran las palabras negativas, de crítica, de limitaciones. Es muy fácil encontrar quién nos diga que no se puede, que es imposible, que todo está mal, que las cosas han empeorado, que hay pocas oportunidades para nuestros sueños, nuestras metas. Es por eso importante que entendamos que todo depende de nosotros, de lo que decidamos creer. Somos felices solo porque decidimos serlo, no porque las circunstancias nos favorezcan. Asimismo ocurre con lo que nos proponemos hacer de nuestras vidas. Hay un Buen Dios en los cielos que siempre nos dice:”Tú sí puedes”, “Adelante”, “No te rindas”. De nosotros depende lo que nos pase, pues podemos quedarnos con los brazos cruzados viendo pasar nuestras oportunidades y escuchando los malos presagios o podemos levantarnos y caminar hacia adelante, hacia nuestra meta, victoriosos. No nos demos por vencidos y actuemos. Luchemos por lo que anhelamos y todo saldrá bien, pues seguramente contaremos con la bendición del Padre Celestial. Convirtámonos, asimismo, en voceros de las buenas noticias y ayudemos a otros, con nuestro ejemplo y nuestras palabras, a salir adelante. En este nuevo día no desmayemos, cobremos ánimo y aliento y caminemos hacia nuestra meta con alegría y fuerzas renovadas. ¡Que Dios te dé un Feliz Día!