PERFIL PSICOLÓGICO DE DIEZ HIJOS DE MUJERES VÍCTIMAS

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PERFIL PSICOLÓGICO DE DIEZ HIJOS DE MUJERES VÍCTIMAS DEL
MALTRATO DOMÉSTICO.
Durán ,L.; Igual, R.; Quiles, I.
Departamento de Psiquiatría del Hospital Vall d'Hebron de Barcelona.
PALABRAS CLAVE: Violencia doméstica, Hijos, Tests.
RESUMEN:
Objetivos: constatar si los resultados de los tests aplicados coinciden con la bibliografía actual que
en divesos autores halla depresión (Gonzalez de Rivera 2002), TEP en la infancia y trastornos
psicosomáticos (Mary, A. 2002 ), trastornos del comportamiento y trastornos del aprendizaje y
fracaso escolar en estos hijos ( Porter 1980, Jouriles 1987 Kilpatrick 1998, Finkelstein
2001,Gonzalez de Rivera 2002).
Metodología: -muestra de 10 niños de edades comprendidas entre los 5 y los 15 años. -test
aplicados para medir : inteligencia (WISC-R),ansiedad(STAIC-STAI), depresión(CBC-CEDI),
trastornos comportamentales (CBC L- TAMAI) trastornos de atención con hiperactividad (Figura de
Rey, Toulouse Pieron, Puntos a contar y Test de las Caras, Conners, Edelbrock, CBCL).
-descripción de la historia clínica -descripción de los procesos terapéuticos que siguieron los
pacientes.
Resultados: se corroboran en nuestra muestra las aportaciones bibliográficas de anteriores
estudios, hallamos un porcentaje que su diagnóstico es de DDA+H.
Conclusión: un ambiente de maltrato observado y a veces compartido provoca psicopatología en
los hijos de mujeres maltratadas.
Introducción
Este estudio describe el perfil psicológico y los resultados terapéuticos de 11 niños con madres que
sufren maltrato doméstico y que acudieron entre el año 2001 y 2003 al departamento de psiquiatría
infanto-juvenil del Hospital del Vall d' Hebrón de Barcelona. Los motivos de consulta planteados por
sus madres fueron: trastornos de comportamiento, hiperactividad, retraimiento social y bajo
rendimiento escolar.
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Durante la exploración y las entrevistas con la familia surge de forma velada en el discurso el
maltrato físico y psicológico que reciben las madres de los padres en aquel momento y que han
sido motivo de separación. A partir de este momento, se emprende un protocolo que comprende el
tratamiento individual de algunos de los hijos de estas mujeres y, a la vez, un abordaje de las
madres según Echeburúa de1997 que comprende diagnóstico y tratamiento.
Introducción teórica
Desde el punto de vista clínico, el maltrato doméstico se refiere a las agresiones físicas, psíquicas,
sexuales o de otra índole, llevadas a cabo reiteradamente por parte de un familiar ( habitualmente
el marido),que causan daño físico y/o psíquico y vulneran la libertad de otra persona
(habitualmente la esposa)(Echeburúa 1997).(1)(2)
Muchos agresores han tenido una familia violenta donde han aprendido que la violencia funciona.
Hoy sabemos que la experiencia de exposición a la violencia en la infancia se ha identificado como
una variable relacionada con las conductas agresivas en el hogar(Alcázar y Gómez-Jarabo,
1999).(3)
Diversos autores han definido la situación circular y en escalada progresiva de la violencia como
Walker que en 1989(4) la describe así: insultos y coacciones > amenazas y crisis de violencia >
arrepentimiento del agresor y perdón de la víctima.
Maccoby en el 1990 (5) describe la otra escalada paralela, la del deterioro emocional de la víctima:
a mayor frecuencia del abuso le sucede una más temprana instauración de la depresión en la
víctima y una devaluación mayor de su autoestima siendo ésta uno de los factores mantenedores
del maltrato.
La violencia familiar constituye un fenómeno en alza. Es difícil determinar la tasa de incidencia del
maltrato doméstico debido a que la especificidad de esta problemática conlleva el ocultamiento y el
silencio. Según el Institut Català de la Dona, en el año 2001 desde enero a septiembre, en
Cataluña, hubo 3569 denuncias por violencia contra las mujeres. Y se calcula que solamente se
denuncia en el 10% de los casos.
Estudios realizados en EEUU entre un 12 y un 29% de mujeres que acuden a atención primaria
son víctimas de violencia doméstica y que más de un 10% de las mujeres embarazadas se han
peleado físicamente o ha sido golpeadas por sus parejas. Se acepta que hasta un 37% de las
mujeres tratadas en un servicio de urgencias a consecuencia de una lesión por violencia han sido
agredidas por su pareja.
La descendencia sufre las consecuencias de la violencia de un modo muy directo y crece en un
ambiente tóxico
La posición de los hijos ante el maltrato de la madre:
El hijo puede compartir el maltrato con la madre por violencia indiscriminada. Es frecuente en los
casos en que existe un alcoholismo en el maltratador (Linares 2002).(5)
El hijo, incluido en el conflicto matrimonial de los padres, puede sustituir en el maltrato a la madre y
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sufrir directamente esta situación de triangularización. (Linares 2002),(5) ofreciéndose como
víctima propiciatoria en lo se ha denominado Síndrome de Ifigenia (Boublil 2001)(6) Puede vivir la
agresión que sufre la madre como una situación "ejemplarizante" y desarrollar una fuerte inhibición
relacional con el maltratador y no implicarse en las situaciones violentas. Ser testigo sistemático del
abuso materno es un predictor de sufrir trastorno por estrés postraumático en la misma infancia
(Marr, N. 2001)(7) y predictor de trastornos psicosomáticos, trastornos de personalidad borderline y
depresión en la edad adulta. También será causa de absentismo escolar y de trastornos en el
aprendizaje del lenguaje(Costa Pau, M ,2003 )(8) Puede experimentar la situación como
incoherente al ver que la madre víctima no es acorde en sus respuestas de acatamiento y de
apego al maltratador, creando en el niño un conflicto de lealtades. El niño al crecer rechazará el
papel humillante de la madre y se negará a defenderla, habiéndose roto la identificación con ella(
Martín Serrano 2002)(9). Gardner en el 1992(10) describe las consecuencias emocionales en el
hijo de la alienación parental o proceso de maltrato entre los padres a través del hijo:
- ausencia de oportunidades de contraste imparcial. - necesidad de contentar o aplacar al
progenitor más próximo a él o con más poder directo sobre él. - rencor hacia el otro progenitor del
que se siente abandonado o desprotegido.
El ambiente tóxico familiar crea hostilidad y depresión en los hijos, originándose una situación de
anomia familiar que se expresa en forma de falta de normas e ideales, falta de proyectos y en un
comportamiento alterado en que pueden darse las fugas, las toxicomanías y el coqueteo con
sectas (González de Rivera 2002).(9) Jouriles en el 1987 ya describen que el ser testigo directo de
la violencia doméstica se asocia a trastornos comportamentales y de que esta experiencia será
predictora de futuros malos tratos en sus relaciones de pareja futuras.
Objetivos
El propósito de este estudio es:
1. Valorar si el perfil obtenido en los tests cumplimentados por el niño, correlaciona con la
descripción realizada por los padres y profesores.
2. Comparar la percepción que tienen del niño los padres y profesores.
3. Comparar los resultados psicométricos de los tres grupos (niño, padre y profesor) con el material
obtenido de la terapia.
Método
Muestra
El grupo esta constituido por once niños de los cuales ocho son varones y tres mujeres. Todos
ellos con edades comprendidas entre los 5 y 11 años de edad.
Material
Como instrumento para la toma de datos, se ha empleado diferentes tests psicológicos. La elección
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de las pruebas pertinentes se ha realizado a efecto de este estudio considerando las siguientes
variables:
- Capacidad intelectual evaluada mediante la escala de inteligencia de Weschler: Wisch-R.
- Ansiedad, empleándose para ello el Cuestionario de ansiedad STAIC.
- Depresión, evaluada a través del cuestionario de depresión infantil CEDI-I y CEDI- II.
- Trastorno de la actividad y la atención con o sin hiperactividad. Para ello se utilizó los siguientes
test y cuestionarios: Toulousse Pieron, Test de percepción de la diferencia (caras), Puntos a contar
de rey, Conners y Edelbrock, estos últimos cumplimentados por padres y profesores.
- Retraimiento social, incomunicación, sintomatología de tipo depresiva, quejas somáticas,
obsesión y compulsión, hiperactividad y problemas sexuales evaluados mediante el cuestionario
CBCL de Achenbach, cumplimentados por padres y profesores.
El origen de la CBCL se halla en la checklist de problemas de conducta de Achenbach (1966) (11)
diseñada para ser contestada por el evaluador a partir de los datos de las historias clínicas.
Posteriormente, se adecua para que sea contestada por los padres simplificando el vocabulario,
añadiendo nuevos ítems y aumentando las alternativas de respuesta. La CBCL es un cuestionario
estandarizado cuyo objetivo es evaluar los trastornos de conducta de los niños y niñas de 4 a 16
años y se administra a los padres. Consta de dos partes: la primera parte hace referencia a la
competencia social y está compuesta de 20 ítems; la segunda parte se refiere a los problemas
conductuales con 113 ítems.
El CBCL está compuesto por dos subescalas: la escala Internalizante y la escala externalizante.
Estas subescalas se dividen en 8 factores que se estructuran teniendo en cuenta la edad y el sexo
del niño. Para las edades de 4 y 5 años los factores evaluados en las niñas son: quejas somáticas,
depresión, esquizoide-ansioso, retraimiento social, obsesión, agresividad, problemas sexuales e
hiperactividad.
En el caso de los varones se evalúa: retraimiento social, depresión, inmadurez, quejas somáticas,
problemas sexuales, esquizoide, agresividad y delincuencia. El CBCL es un instrumento de
evaluación ampliamente utilizado en muchos países pertenecientes a zonas de influencia cultural
distintas (Australia, Alemania, China, Francia, Grecia, Japón, Kenia, Puerto Rico, Tailandia,...)
hallándose similitudes en la población normativa y diferencias significativas en la suma total de los
problemas conductuales de la CBCL (Verhulst y Achenbach, 1995) y por consiguiente los trabajos
realizados en estos países apoyan el argumento de la necesidad de introducir diferentes puntos de
corte para las distintas poblaciones (Verhulst, 1995).
Procedimiento
Una vez seleccionada la muestra total, se procedió a la evaluación diagnóstica. En primer lugar, se
procedió a la evaluación de las citadas variables mediante la pasación de pruebas que fueron
cumplimentas por los propios sujetos y por los padres de los mismos en algunas de ellas. Se trata
de un proceso de evaluación, que se inició en el año 2002 y con una duración aproximada de un
año. El lugar de ubicación de este proceso de evaluación, fue el hospital Vall d'Hebrón. Finalmente,
se procedió a un abordaje terapéutico con algunos de estos niños.
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Resultados
Acorde al propósito de obtener un perfil psicológico de los hijos de madres maltratadas, tras la
pasación de las diferentes pruebas, se procedió a realizar una comparación entre las puntuaciones
obtenidas en los diferentes tests cumplimentados por el propio sujeto con la información aportada
por ambos progenitores y profesor en el CBCL, obteniéndose los siguientes resultados:
Los resultados en la capacidad intelectual son generalmente medios (CI= 100) y contrastan con las
conclusiones obtenidas a partir del contenido terapéutico. Los profesores de estos niños nos
refieren que estos tienden a rendir por debajo de sus posibilidades, con lo cual nos hace pesar en
la presencia de una inhibición intelectual.
Por otro lado, se aprecia niveles de ansiedad elevados en estos niños. Las puntuaciones obtenidas
en ambos cuestionarios STAIC y CBCL (padres), son coincidentes en destacar este aspecto como
significativo. Obteniéndose, de este modo, en el primer cuestionario STAIC: seis niños que
presentan ansiedad, cuatro de ellos con una ansiedad bastante elevada y dos de ellos con una
ansiedad moderada. Mientras que los resultados obtenidos en cuestionario CBCL (padres)reflejan
la presencia de quejas somáticas en seis niños, dos de ellos obtienen una puntuación significativa
en el área esquizoide-ansioso y cinco de ellos en el área obsesivo compulsivo.
Por lo que se refiere a la sintomatología de tipo depresiva, se aprecia que cuatro de los once niños,
manifiestan una depresión moderada. Estos resultados obtenidos a partir del cuestionario CEDI
son coincidentes con la información aportada por la madre mediante el cuestionario CBCL
Paradójicamente, la hiperactividad, que en muchos de estos niños se presenta como motivo de
consulta, las puntuaciones obtenidas, no confirman la presencia de un trastorno de la actividad y de
la atención, pues únicamente dos de las madres destacan este factor como significativo en sus
hijos y, tan sólo, uno de ellos, es diagnósticado con este tipo de trastorno.
Por otro lado, en el área de la incomunicación y retraimiento del CBCL se obtiene puntuaciones
elevadas en incomunicación en dos niños y en retraimiento en uno de ellos; dificultades de
contacto y de expresión que confirmamos también en la observación terapéutica.
Otro aspecto paradoxal a destacar es que la inhibición afectiva observada dentro de casa,
contrasta con un afán de búsqueda de afecto y relaciones sociales.
De todo ello, podríamos concluir que existe un perfil psicológico en nuestra muestra, caracterizado
por una constelación concreta de síntomas: quejas somáticas, obsesión-compulsión, ansiedad
elevada y depresión moderada.
Terapéutica
El método terapéutico llevado a cabo con estos niños, ha sido básicamente de apoyo y de tipo
dinámico, empleándose para ello la terapia de juego. Este tipo de terapia es en particular útil en los
niños de padres maltratadores, pues la mayoría de estos niños, expresan sus sentimientos y
fantasías más profundas a través de la acción y facilita la verbalización de sus experiencias
traumáticas.
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El objetivo de este proceso terapéutico, ha consistido, principalmente, en ayudar a los niños a
dominar múltiples tensiones de maltrato y de negligencia familiar; y corregir o prevenir desviaciones
en el desarrollo psicosocial en un futuro. A fin de facilitar su comprensión, se ha decidido describir
los componentes terapeúticos que se muestran a continuación teniendo en cuenta la fase inicial,
media y final de la terapia:
- La actitud del niño frente al terapeuta.
- El contenido y/o material de la terapia.
- La relación madre e hijo respecto al proceso de la terapia.
- Relación madre-terapeuta.
La actitud del niño frente al terapeuta
En la primera etapa de la terapia se aprecia cierta inhibición en el niño, tiende a mostrarse retraído
y con una actitud precavida y algo desconfiada; en el juego no hay iniciativa. Posteriormente, esta
conducta de evitación que adopta el niño al inicio de la terapia va disminuyendo y ésta es sustituida
por una mayor verbalización. Los acontecimientos se explican manifestando cierta agresividad;
apreciándose una relación directamente proporcional entre verbalización y agresividad: a mayor
verbalización, mayor agresividad.
No es hasta más adelante, en un segundo período de la terapia, cuando se produce un contacto
positivo con el terapeuta. En este momento, fluye la expresión espontanea de las emociones y de
los sucesos vivencias secundarias a los sucesos traumáticos que le preocupan, pero no la misma
situación traumática, detectando el terapeuta vergüenza y bochorno. Ante estas dificultades,
adopta una actitud astuta y precavida, en la que no hay confianza total para expresar las
disfunciones familiares.
En definitiva la evolución terapéutica podría resumirse en tres fases:
1ª Fase
Al inicio del proceso terapéutico del niño, su comportamiento sustituye el malestar, mostrándose
más agresivo y tenso, con verbalizaciones de lta intensidad.
2ª Fase
A corto o medio plazo, en cambio, es capaz de expresar que las cosas aparentemente le van bien,
haciendo referencia esencialmente a los acontecimientos importantes, pero nunca a los esenciales
y traumáticos.
3ª Fase
Finalmente, en la última fase de la terapia, explica los hechos esperando la crítica del terapeuta y
produciéndose una mayor emotividad al relatar los hechos.
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Contenido o material de la terapia
Por lo que se refiere al contenido o material de la terapia, es frecuente encontrar temas expresados
sobre enfrentamientos con compañeros empleando un lenguaje agresivo y jactancioso. Sin
embargo, la agresividad del padre hacia la madre, en el discurso se tiende a eludir, limitándose a
explicar los acontecimientos graves en el que el niño ha podido estar implicado (enfrentamientos
verbales, sanciones irracionales, etc,..).
Generalmente, el niño se muestra ambivalente: justifica al progenitor agresor o en algunos casos,
el niño expresa las situaciones agresivas, haciéndolo responsable. En este momento, se produce
una mayor conciencia de la situación. El adolescente, en cambio, con su mayor madurez, comienza
a realizar unas críticas más claras de los hechos importantes. La mayor capacidad de expresar
este malestar dependerá de la presencia de terceras personas, como puede ser los abuelos. En el
caso de que no estén presentes estas personas, el niño comenzará a hacer protestas más airadas
y reivindicativas dirigidas a la madre.
En una segunda fase de la terapia, el niño expresa frustración que tiende a manifestarse a través
de cambios bruscos de humor y cierta violencia. No es hasta más adelante, en una última fase de
la terapia, cuando el niño empieza a mostrarse más tranquilo, buscando a valoración del terapeuta
de los hechos frustrantes, superando la vergüenza al contarlo.
Relación madre-hijo respecto al proceso de la terapia
En la relación entre madre e hijo se percibe grandes conflictos. El niño en la relación con los
progenitores tiende a cambiar de aliados. De este modo, puede estar bastante enfrentado con el
padre y, posteriormente, con la madre.
A lo largo de la terapia, el niño puede entrar en una conducta de verbalización o no del problema
que tiene con la madre, es lo que denominamos etapa de concienciación. Si durante este período
se produce una resolución por parte de la madre, la situación que se generará con ella será de
diálogo y, por lo tanto, se expresará en la terapia. Sin embargo, si la madre no es capaz de resolver
el problema, el niño experimentará una actitud hostil hacia ella como la que ve en el padre, quizás
identificándose con el agresor.
Relación Madre- Terapeuta
En una primera etapa la actitud de la madre es de colaboración. Sin embargo, a medio plazo, en la
relación madre- terapeuta se percibe una actitud por parte de ella de no permitir que el niño
explique lo acontecido, creándose lo que se podría denominar como "un pacto de silencio". A
medida que se va produciendo una mayor verbalización del niño, la madre podría entrar en
rivalidad con el terapeuta con una conducta instigadora que obstaculiza el proceso terapéutico.
En el transcurso de la terapia, se aprecia un gran vínculo entre la madre e hijo, y un cierto
entorpecimiento de la buena dinámica dea las sesiones semanales de terapia. Hemos observado
en diferentes casos, una interrupción arbitraria de las sesiones terapéuticas que pueden abortar el
tratamiento.
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Discusión
Considerando los resultados obtenidos en las pruebas administradas a los diferentes grupos
(padres, niños y profesores) y teniendo en cuenta los propósitos iniciales, se puede apreciar que el
perfil psicológico obtenido en los tests en los cuestionarios CBCL. sintomatología de tipo ansioso y
depresivo.
Parece ser que en la mayoría de los casos, la expresión de la ansiedad, suele producirse mediante
quejas somáticas y compulsivas, más que por aspectos relacionados con la cognición. En este
sentido, tal y como señala Vallejo Ruiloba, J. ( 1997) (12) que nos describe la psicogénesis de las
obsesiones, basadas en un estilo educativo coercitivo como el que poseen las familias con
maltrato.
Por otro lado, a pesar de ser la hiperactividad uno de los motivos de consulta más habituales en
estos niños, al destacar las madres en ellos inquietud y dificultades para sostener la atención, esto
no aparece en los resultados obtenidos en las pruebas administradas a los niños y los
cuestionarios de los profesores.
En definitiva, el perfil psicológico que hacen los padres y el niño, no parece coincidir con la
descripción que realizan los profesores, pues estos últimos los describen como niños normales sin
patología alguna y que tienden a presentar cierta inhibición intelectual. Considerando estos
resultados, se podrían generar dos hipótesis: Por un lado, que los profesores se han mostrado
excesivamente discretos en sus respuestas, probablemente debido a que desconocen la situación
de violencia. Por otro lado, que en la escuela el niño presenta un comportamiento adecuado,
quizás algo inhibido pero no patológico.
De todo ello, podemos concluir que e perfil de estos niños se corresponde a niños sanos con una
manifestación patológica reactiva a una situación de estrés crónico familiar. Finalmente, la
conducta del niño durante el proceso terapéutico coincide con la aportación descriptiva del
profesor: Generalmente, tiende a presentar una falta de iniciativa en sus acciones, muestra
actitudes evitativas ante las tareas y silenciamiento del problema que le embarga.
Bibliografía
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psicopatológicas de la violencia doméstica". Revista de Psicopatología y Psicología Clínica, 2 , pp
1- 19.
2 Echeburúa, E y Corral, P."Manual de violencia familiar"Siglo XXI Editores. Madrid 1998.
3 Alcázar, M.A. Gómez Jarabo,G."Aspectos psicológicos de la violencia de género.Una propuesta
de intervención".Psicopatología Clínica , Legal y Forense, Vol. 1 N° 2 ,2001 pp 33-49.
4 Walker,L: "The battered woman". Harper & Row.New York 1979
5 Linares, J.L. Curso sobre violencia doméstica. Psiquiatría Hospital Vall d'Hebron de Barcelona ,
noviembre 2002
5º Congreso Virtual de Psiquiatría. Interpsiquis Febrero 2004. Psiquiatria.com
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6 Boubil "Syndrome d'Ifigenia" Neuropsychiatrie de l'Enfance et l'Adolescence.Juin, 2001.
7 Marr,N."The epidemy of violence".Michigan Medicine 93 (5) 34-49 ,2001
8 Costa Pau,M. "De tal palo tal paliza".Diario El País .Barcelona,12 enero 2003.
9 González de Rivera ,J.L. "El maltrato psicológico"Espasa Calpe .Madrid 2002
10 Gardner,H. "Estructuras de la mente" F.C.E. México,1987
11 Achenbach, TM & Edelbrock, C.S. " Manual for the Child Behavior Checklist and revised Child
Behaviour Profile. University of Vermont, 1983.
12 Vallejo Ruiloba "Estados obsesivos". Paidós. Barcelona, 1997.
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