Llegar a la adultez - Universidad del Valle

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UNIVERSIDAD DEL VALLE - INSTITUTO DE PSICOLOGÍA
GRUPO PRÁCTICAS CULTURALES Y DESARROLLO HUMANO
CEREMONIA DE GRADO DEL COLEGIO CLARET 2002
Llegar a la adultez
Para pasar a la adultez toda sociedad exige a sus jóvenes demostrar
que son capaces de asumir las responsabilidades y exigencias de la
vida adulta. Cada sociedad organiza de manera diferente cómo se hace
esa demostración.
El Ritual de paso
* El o la joven debían demostrar fuerza, valor y resistencia al dolor.
Aguante frente a difíciles pruebas. Además, conocer los misterios del
grupo de los mayores o los saberes que fundaban la sabiduría y
tradición de la comunidad.
* Quien pasaba los rituales era considerado un adulto; ya conocía lo
oficios de su grupo y podía responder económica y socialmente por sí
mismo y por otros; el joven podía tener mujer y ambos podían
procrear hijos, y asumir las responsabilidades con su familia y con su
comunidad.
* El rito mostraba visiblemente ante toda la comunidad que se era ya
adulto: una proeza o soportar un dolor en un ritual breve. Se
demostraba en un momento que ya se tenían las condiciones del
adulto.
El Grado de bachiller
* Es la culminación de una escolaridad de 12 o más años, luego de
haber cumplido con las exigencias de formación escolar inicial.
* Coincide más o menos con adquisición del estatuto de adulto civil y
político: obtener la cédula de ciudadano.
* Pero hay un desfase: legalmente ya es – o pronto va a ser un
adulto-, pero esto no significa que económicamente lo sea. Todavía no
ha logrado una auténtica independencia de los padres, porque esta
sólo se logra al conseguir un empleo que permita la autonomía
económica.
Cumplir la meta de obtener el diploma de bachiller puede hacer creer
al joven o la chica que ya llegó, que ya sabe todo, que ya está
formado. Desafortunadamente entre más compleja es una sociedad
más largo y exigente es el camino para aprender todo lo que se
requiere para un desempeño adulto. Antaño se aprendía con la familia
tanto el oficio, como las habilidades para la vida familiar y doméstica.
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Cada vez los oficios son más sofisticados y el colegio no enseña oficio
alguno: sólo da bases para aprender el desempeño de oficios que
enseñan los institutos técnicos y las universidades.
Igualmente las habilidades de la vida en familia ya no se aprenden en
la casa: los tiempos han cambiado y la manera de ser hombre y
mujer, y de vivir en pareja o de asumir la paternidad y maternidad, no
se hacen por copia de las generaciones anteriores, ni tampoco
tratando de hacer lo contrario de lo que se vio en la casa.
Para el bachiller que continúa estudiando se crea una situación
ambigua: es grande y quiere libertades de decisión y acción como “un
grande”. Pero como aún no logra sostenerse a sí mismo – ni mucho
menos a otros – está en situación de dependencia.
Por tanto, aunque el grado da cuenta de una ruptura con la posición
de menor, en sí mismo no demuestra que el graduado esté listo para
ser reconocido social, económica y moralmente como un adulto.
Apenas después de ser bachiller comienza la prueba, que le llevará a
demostrar en un tiempo largo, y en su relación con los otros, si
efectivamente es un adulto.
Voy a enunciar ahora las responsabilidades que exige - tanto la
sociedad como la familia - a un joven o una chica que han terminado
su bachillerato, para que en los años siguientes demuestren ante los
demás que efectivamente se los puede considerar como “grandes”.
* Saber cuidar de sí y cuidar de otros:
Graduarse de bachiller simboliza la transición que se ha ido
adquiriendo a lo largo del bachillerato, pero que se hace definitiva
ahora: asumir el cuidado de sí, tomar las riendas de la vida. Tener un
proyecto para sí y no dejar que la vida lo lleve sin dirección – forjar el
camino, de una manera que signifique el cultivo de las cualidades y
habilidades reconocidas y la modificación de las propias fallas.
Quién va a ser cada uno en la vida depende de saber forjar un
proyecto realista, que reconozca las posibilidades y los límites
personales. El proyecto no son los sueños: ser muy rico, tener éxitos,
conseguirse la novia o el novio más codiciados. El proyecto es
establecer qué quiero ser, con base en lo que yo soy: cómo
desarrollo las habilidades que ya tengo, cómo amplío mis intereses,
cómo transformo mi carácter. El proyecto exige conocerse, conocer los
aspectos positivos de sí mismo y los negativos, para establecer cuáles
son las opciones realistas y los cambios necesarios. Cuidar de sí es
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conocerse, para no culpar a la vida de los fracasos, y saber tener
control de sí para no correr riesgos innecesarios, ni hacérselos correr a
otros.
Pero además, una vez establecidas las posibilidades realistas es
preciso trazarse un plan y acciones que permitan lograrlo; y luego,
sostenerse con el esfuerzo diario para que el plan se cumpla. Los
límites todos los tenemos: no podemos tener todo aquello con lo que
soñamos, pero entre más claros tengamos los límites más realistas
serán nuestros planes y más cerca estaremos de cumplirlos.
Cuidar de sí es responsabilizarse de las elecciones y de las decisiones.
Las decisiones deben obedecer a este proyecto de vida y no a la
impulsividad, al desespero porque las cosas no resultan, o al alboroto
de una relación con amigos o con un novio o novia. Es hacerse cargo
de sí mismo - en relación con los otros – es también establecer el
cuidado del otro. Este no está allí para ser utilizado como un objeto o
un bien. No hay proyecto de vida que signifique excluir a los otros.
* Replantear la vida en familia a través de la negociación, no de
la imposición y la rebeldía.
Depender en unos aspectos de la familia y ser adulto en otros lleva
con frecuencia a enfrentamientos. Ya no se es el escolar cuyo tiempo
estaba programado y controlado por la rutina del colegio; ahora los
tiempos dependen de las actividades que cada uno asuma - y estos no
son solamente ir a clases sino aprovechar oportunidades culturales o
deportivas, tener actividades con compañeros, ir de rumba. ¿Cómo
lograr que se de una negociación? Si
el o la joven muestran
responsabilidad en su manejo del tiempo, ¿por qué deberán seguir
siendo controlados como menores? Si no hay comunicación y los hijos
disfrazan su uso del tiempo, ¿cómo pretender que los padres tengan
confianza y concedan una mayor libertad?
Volverse mayor no significa “Conmigo no se metan, yo ya me mando”.
Volverse mayor exige aceptar que la dependencia económica implica
aceptación de las normas familiares, y negociación de las mismas
mediante el diálogo. Por otra parte, volverse mayor significa que si
bien no se está en capacidad de dar ayuda económica, sí se puede
compartir con los padres nuevos puntos de vista, discutir otras
posiciones, pero también dar de sí ayudando a la crianza de los
menores, acompañándolos en su escolaridad, dándoles ejemplo de
responsabilidad.
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*Asumir la responsabilidad social y moral de sus actos
Volverse adulto es un sueño adolescente de ser libre para finalmente
hacer lo que se quiere, sin tener que rendirle cuentas a nadie. Este
sueño es opuesto a lo que ser adulto quiere decir.
Ser adulto implica ser responsable de sus actos, asumir las
consecuencias de lo que se hace, no sólo consigo mismo sino con los
otros. Se trata mucho más de asumir deberes que derechos. En
nuestra sociedad los menores tienen muchos derechos y mínimas
responsabilidades, y el sueño de muchos es que estas pequeñas
responsabilidades también desaparezcan.
Volverse grande significa acceder a una nueva condición respecto a la
comunidad. Si un joven adulto comete una infracción es él quien
responde ante la sociedad, no sus padres. Responder implica por
ejemplo asumir la responsabilidad de un choque, o enfrentar el
embarazo de la novia, si no se planificó.
* Establecer relaciones de equidad
Los y las jóvenes consideran que la juventud es para disfrutar
relaciones de pareja más libres, con menos trabas. Critican a sus
padres por anticuados y buscan modelos nuevos en las películas y en
los medios. Los tempranos noviazgos apasionados y atormentados –
con escenas de celos, intentos de dominar al otro -, la precocidad en
las relaciones sexuales, no son indicio de una masculinidad y una
feminidad más lograda y moderna.
Lo que la modernidad pregona no es el “destape” sino la equidad:
aprender a respetarse en la relación de pareja, sin forzar al otro ni
coaccionarlo, sin imponer bajo nuevos ropajes el viejo modelo
machista de dominación. Equidad quiere decir que las mujeres
tenemos tantas oportunidades como los hombres para tener un
destino que no se reduzca a la vida doméstica. La maternidad y la
paternidad son experiencias maravillosas que deben ser compartidas,
al igual que lo son, cada vez más, las responsabilidades económicas
en la pareja. Hace muchas décadas que se demostró que no existe
ningún tipo de inferioridad en las mujeres, y la tecnología ha logrado
que las tareas por sexo - antes opuestas- ya estén al alcance de todos.
La cocina y el cuidado de los hijos ya no son el ámbito cerrado de las
mujeres, así como el trabajo por fuera de la casa y una moral sexual
más abierta ya no son privilegio exclusivo de los hombres.
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No obstante, al educarse en un colegio de hombres se corren más
riesgos de continuar con patrones que ven a las mujeres, no como
compañeras para la vida, sino como cuerpos para seducir.
Como generación es necesario que ustedes renueven las posturas
entre los géneros.
El futuro
Respecto al horizonte que se abre para ustedes, es necesario precisar
que ninguna generación ha llegado a la adultez encontrando un mundo
ya hecho y estable en el que sólo hay que instalarse y adaptarse. Cada
generación recibe un legado a la vez dulce y amargo.
Ninguna generación antes de la de ustedes había tenido las
posibilidades tecnológicas que hoy en día tenemos, con las ventajas en
calidad de vida que estas permiten; tener posibilidad de una orquesta
en casa, cine en casa, comunicarse por computador con cualquier
parte en el mundo. Pero igualmente altísimas tasas de desempleo, una
economía en recesión y un país en situación de enfrentamiento
violento. ¿Significa esto que sólo hay lugar para la desesperanza y la
depresión? No.
Compromiso de vida
La Colombia en que he vivido – y ustedes también - siempre ha estado
en luchas, pero quizá por eso mismo he tenido como profesional que
volverme recursiva, aprender a pensar problemas que no están en
ningún libro, pero que son nuestros problemas y que requieren quién
los piense y les empiece a dar solución. Esa convicción de que mi
trabajo puede ser útil para otros, me sostiene. Mientras yo trabaje
teniendo como objetivo buscar soluciones a problemas de mi gente,
tendré más satisfacción que si acumulara dinero o éxitos.
Es necesario darle sentido a la vida, sólo así, a largo plazo, lo que uno
haga con su propia vida le resultará satisfactorio. En una época de
dificultades, más que nunca hay que pensar que la vida feliz no se
funda en los logros materiales ni en las riquezas, sino en ser útil, en
no ser una carga para nadie y sí alguien solidario y responsable.
Ante ustedes está el reto de demostrar en los próximos años a quienes
los han formado - sus familias y el colegio - que sí han sabido asumir
las responsabilidades para las que ellos los prepararon, y que este país
cuenta con ustedes.
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