La evolución demográfica de la región aragonesa muestra con

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La evolución demográfica de la región aragonesa muestra
con bastante exactitud los rasgos más característicos
de este espacio
geográfico que tiene una extensión de
47.669 km2 —casi el 10 % de la superficie española— y que
en la actual división administrativa corresponde a las
provincias de.Huesca, Teruel y Zaragoza. Al comparar las cifras
de población con las del total del país, puede verse cómo
existe una clara tendencia descendente que hace que cada
vez sea menor el porcentaje de población española que
habita en el espacio aragonés: si a finaels del siglo XVIII
había un 6,23 %, a comienzos de este siglo se había
bajado al 4,90, para pasar en 1970 al 3,37%.
Si bien fenómenos naturales tales como las bajas tasas
de natalidad han contribuido a esta pérdida de peso
demográfico, la causa fundamental ha sido la intensidad de
unas corrientes migratorias que se han dirigido sobre todo
hacia las regiones vecinas, que al comenzar antes su
industrialización absorbieron recursos de Aragón a través
de un proceso acumulativo típico de una economía
capitalista y que ha contribuido a aumentar las diferencias
interregionales, que si no son recogidas en toda su amplitud
por indicadores como la renta per cápita —tan criticable
desde diferentes puntos de vista— ha sido debido a que las
propias corrientes migratorias, que afectan principalmente
a los estratos de población con rentas inferiores, tienden
a amortiguar las diferencias de ingresos medios existentes.
El empobrecimiento demográfico que se genera por esta
vía hace que Teruel sea en este momento la provincia
española que tiene un mayor grado de envejecimiento en
SÜ población, mientras que Huesca —en el quinto lugar—
no le va muy a la zaga, cayendo así en un circulo
vicioso de subdesarrollo-emigración-pérdida de capital
humano-subdesarrollo del que difícilmente puede salirse
si se continúan reproduciendo unas relaciones de producción
cuya pervivencia implica que las inversiones sigan
dirigiéndose hacia aquellos puntos en los que la rentabilidad
a corto plazo esté más asegurada.
La densidad de población en la región aragonesa es de
24 habitantes por km2, pero un análisis global de la
demografía regional sería incorrecto, ya que no tendría en
cuenta el proceso de concentración que se ha ido produciendo
en torno a Zaragoza capital y que puede verse en el
cuadro 1. Una ciudad que no llegaba a los cien mi!
habitantes en 1900 —cifra que superaba ligeramente el 10 %
de la región— ha llegado ya a tener la mitad de la población
aragonesa, a través de un proceso similar al que se da a
escala nacional con respecto a Aragón. Este crecimiento
urbano a costa de la región —y que se sintetiza perfectamente
en e! título del libro de Grilló y Gaviria Zaragoza contra
Aragón— ha impedido que se potenciaran otras ciudades
y así, salvo Huesca y Teruel —por su calidad de capitales
de provincia— y algún otro núcleo que se ha industrializado,
la tónica general es de regresión demográfica en casi todos
los 820 municipios de la región, 700 de los cuales estarán
biológicamente muertos en un plazo de 20 años según se
desprende del estudio de sus pirámides poblacionales.
El crecimiento de Zaragoza
Zaragoza, situada en una de las rutas mejor definidas del país
—la del Valle del Ebro—, está en el punto en que se cortan
los caminos que van de Madrid a Barcelona con los que
se dirigen del País Vasco al Catalán. Vio afianzado este
carácter de nudo de comunicaciones al llevarse a cabo
el tendido de líneas de ferrocarril en la segunda mitad
del pasado siglo: en 1862 estaba ya en funcionamiento el
primer ferrocarril que llegó a la ciudad, el que venía de
Barcelona pasando por Lérida, y en este mismo año
se enlazaba con la línea del norte a través del ramal que iba
hasta Alsasua. Meses después se terminaba la rama
Madrid-Zaragoza de la compañía MZA, y este nudo iría
ganando grosor en los años siguientes a medida que se
añadían nuevas líneas como la de los directos que pasando
por Tarragona llegarían a Barcelona.
proceso industriallzador en base sobre todo a un sector
de fundiciones y transformados metálicos que suministraba
utillaje a las azucareras que se iban instalando no sólo
en Zaragoza, sino también en diversos puntos de la región
a raíz de la sustitución de importaciones que se produjo
tras la pérdida de las colonias americanas y que llevó
al nacimiento de una importante industria azucarera.
Este sector —fuente importante de acumulación de capital
en esta época— favoreció una cierta descentralización
industrial que tenia su origen en los elevados costes de
transporte de ¡a materia prima —la remolacha— que obligaba
a instalar las factorías cerca de las zonas de producción.
por lo que el cierre de azucareras que se ha producido
en los últimos años ha contribuido a acentuar la polarización
de la industria aragonesa en torno a un solo punto:
Zaragoza capital.
Industrias relacionadas asimismo con la agricultura, tales
como las harineras, jugaron también un importante papel, al
que se unirían las de la madera, material móvil y pequeñas
centrales eléctricas que posteriormente dieron lugar a través
de sucesivas absorciones a Eléctricas Reunidas, a la vez
que se ponía en explotación la riqueza minera de la región
tendiéndose un ferrocarril que unía la cuenca carbonífera
de Utrillas con Zaragoza. Con ello iba a llegar a la capital
el lignito, que facilitaría un desarrollo regional que tendía
cada vez más a centrarse en Zaragoza y a ser dirigido
por una burguesía local que tuvo sus exponentes más
representativos en figuras como Basilio Paraíso, Nicolás
de Escoriaza o Tomás Castellano, y su principal acontecimiento
en la Exposición Hispano-Francesa de 1908, en la que,
aprovechando la ocasión que brindaba la conmemoración
del centenario de los Sitios, se celebró un certamen que
contenía un intento de ampliación de las relaciones
comerciales con e¡ país vecino, con los ojos puestos en el
ferrocarril Zaragoza-Canfranc, que dio lucjar a sucesivas
campañas regionalistas que tardaron en fructificar, ya que
la línea no se inauguró hasta el año 1928, pero desde luego
sin responder en absoluto a las esperanzas que en él se
habían puesto, ya que en estos momentos ni siquiera
funcionaba el enlace con Francia y sólo en los años siguientes
a la guerra civil el ferrocarril tuvo algunos años de tráfico
abundante.
La concentración de! poder económico regional en torno
a Zaragoza, que determinó este proceso industrializador
de comienzos de siglo, se aseguró en los años siguientes
a través del desarrollo de un sistema financiero centralizado
en esta capital y que reforzó el papel que hasta entonces
había jugado el Banco de Crédito de Zaragoza como
canalizador de los ahorros regionales y que ahora iba a ser
compartido por el Banco Aragonés (1906), el Banco
Zaragozano (1910) y sobre todo por el Banco de Aragón,
nacido en esta misma fecha con capitales procedentes
de la industria azucarera y que tuvo un desarrollo vertiginoso
en los años siguientes, que se puede comprobar a través
de los aumentos de sus depósitos y en la ampliación
de la red de sucursales. El establecimiento posterior de
un gran número de bancos nacionales en la región y las
absorciones de entidades locales por éstos en ios últimos
años han alterado este esquema y han facilitado un
importante trasvase de recursos financieros fuera de la región.
En el período que se extiende hasta el año 1950 sólo dos
núcleos merecen ser tenidos en cuenta además en la región
a la hora de hacer una historia de su industrialización:
Sabiñánigo y Monzón. En ambas ciudades oscenses ha
jugado un importante papel su proximidad a la frontera
francesa —desde donde se ha recibido tecnología y materias
p r ¡ m a s — y ] a abundancia de recursos energéticos que
brindaba la proximidad a! Pirineo, así como las inversiones
extranjeras que llegaron desde Francia —caso de Aluminio
Español, con capital del grupo Pechiney— o incluso desde
Norteamérica, en la empresa Monsanto de Monzón.
Un polo de desarrollo innecesario
Si los ferrocarriles no trajeron consigo el desarrollo económico
a corto plazo, provocando incluso crisis tan graves como
la de 1866, sí que sentaron las bases para que las nuevas
industrias que se instalaran pudieran tener acceso a todo
e! mercado nacional, y, en el caso de Zaragoza, sirvieron para
reforzar su papel como centro regional y contribuir a su
crecimiento en los años siguientes.
En la provincia de Zaragoza, a comienzos de siglo había
casi un 70 % de población activa en el sector agrícola,
pero en la capital se estaba llevando a cabo un incipiente
Como ya se ha visto, la privilegiada posición geográfica
de Zaragoza, equidistante de las grandes zonas industriales
del país y en un importante nudo de comunicaciones,
habían creado las condiciones necesarias para que los
intentos industrializadores de comienzos de siglo fructificaran
con el paso del tiempo, a la vez que se polarizaba e!
crecimiento económico de toda la región en torno a una
ciudad que contaba con un sistema financiero que te iba a
permitir canalizar una buena parte del ahorro generado
en la región.
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