La religión en el Lazarillo de Tormes (Tratado Primero

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La religión en el Lazarillo de Tormes (Tratado Primero al
Cuarto)
Achacaron a mi padre ciertas sangrías mal hechas [...] y
confesó y no negó, y padeció persecución por justicia. Espero
en Dios que está en la Gloria, pues el evangelio los llama
bienaventurados1.
Desde el Primer Tratado, Lázaro hace una parodia del
evangelio de San Juan y luego del evangelio de San Mateo. La
religiosidad en el Lazarillo «obliga, pues, a cuestionar
radicalmente las fáciles etiquetaciones de erasmismo o
iluminismo»2. Lázaro sabe la corrupción y falsedad de aquellos
que sirven a Dios y por ello los critica. En el Tratado Primero
afirma que «no nos maravillemos de un clérigo ni fraile porque el
uno hurta de los pobres y el otro de casa, para sus devotas y
para ayuda de otro tanto». En esta frase no sólo denuncia la
corrupción de éstos, sino que, Francisco Rico3 señala que «para
sus devotas» se puede referir a las amantes voluntarias y las de
mercenarias.
En el Tratado Segundo es más clara la crítica hacia la
clerecía, a lo cual Lázaro expresa: «no digo más sino que toda la
lacería del mundo estaba encerrada en éste (no sé si de su
cosecha era o lo había anejado con el hábito de clerecía)», con
esta frase generaliza a los clérigos como mezquinos. Antonio
Hazas señala que esta crítica puede ser de tipo erasmista, ya
que sin caridad no se puede ser cristiano, y para Lázaro la
caridad no es una característica ni del clérigo de Maqueda, su
amo, ni de los otros. El clérigo «comía como lobo y bebía más
que un saludador» mientras que Lázaro se tenía que conformar
1
Antonio Rey Hazas (ed.), La vida de Lazarillo de Tormes, Madrid, Castalia,
1989. Tratado Primero p. 65
2
Víctor García de la Concha, Nueva lectura del Lazarillo, Madrid, Castalia,
1981 p. 181
3
apud. Antonio Rey Hazas, op. cit., p. 67
con los huesos roídos y cínicamente éste le decía: «toma, come,
triunfa que para ti es el mundo. Mejor vida tienes que el Papa».
Después cuando el clérigo sospecha que le faltan panes en su
arca y decide tener bien la cuenta de cuántos son, Lázaro
escribe: «yo por consolarme abro el arca y, como vi el pan,
comencelo de adorar, no osando recebillo»; la crítica ha
calificado esta frase como burlesca: Lázaro ve los panes como si
fueran ostias consagradas en el momento de comulgar. Otro
aspecto de crítica que destaca en este Tratado se da con
respecto a la frase «cómete eso, que el ratón cosa limpia es»,
Covarrubias4 señala que se está atacando irónicamente la
caridad cristiana, ya que el ratón no sólo no es «cosa limpia»,
sino que es un animal sucio engendrado por la corrupción. Para
finalizar con el Tratado Segundo, Lázaro termina escribiendo
cómo su amo lo echó a la calle: «santiguándose de mí, como si
yo estuviera endemoniado...», «santiguándose» como si en
realidad el clérigo fuera digno de hacerlo; «estuviera
endemoniado» siendo que el endemoniado es el clérigo.
La honra y la religión son elementos que se conjuntan en
el Tratado Tercero cuando Lázaro comenta: «¡Oh, Señor, y
cuántos de aquestos Debéis Vos tener por el mundo
derramados, que padecen por la negra que llaman honra lo que
por Vos no sufrirán!», penar por la honra lo que por Dios no
penarían «bien puede deberse a una intencionalidad crítica de
carácter erasmista [...] puesto que esos nobles consideran la
honra como un verdadero ídolo religioso al que ofrecen más
sacrificios que a Dios mismo»5. Lázaro descubre que su tercer
amo (el escudero) es pobre porque «...nadie da lo que no tiene
mas el avariento ciego y el malaventurado mezquino clérigo,
que, con dárselo Dios a ambos al uno de mano besada y al otro
de lengua suelta», la crítica que hace en esta frase es hacia el
4
5
Ibíd. apud. p. 91
Ibíd. p. 106
ciego, pues vivía de las oraciones que enseñaba, y el clérigo de
las ofrendas que la gente hacía.
En el Tratado Cuarto los elementos que se van a analizar
son: primero, el fraile de la Meced; segundo, la razón de llamarle
pariente las mujercillas y, por último, las «otras cosillas que no
digo». La orden de la Merced fue censurada por otras órdenes
misioneras en América por su falta de espíritu evangélico, pues
era común que en esta época los que van a buscar lugar en los
monasterios no lo hacen para tener una mejor vida espiritual,
sino para poder tener una mejor vida material6. La razón por la
que las mujercillas llaman al fraile pariente es: a) porque tenían
relaciones ilícitas, ya que era usual hacer parecer que tenían
relaciones de parentesco falsas para poder ocultar las primeras,
y b) pariente se podría usar como sinónimo de padre, entonces
el fraile sería un alcahuete y las mujercillas sus rameras7. En
cuanto a las «otras cosillas que no digo», Bataillon8 piensa que
son situaciones de lo peor, razones suficientes para que Lázaro
abandone a este amo; el no digo está relacionado con el pecado
de sodomía o nefando.
9
Víctor García de la Concha señala que en el Lazarillo la
intervención divina se convierte en un Dios ad usum Lazari, «Él
aparece [...] como un cooperador [...] a favor de Lázaro»10. Por
ejemplo: en el Tratado Primero Lázaro dice «porque Dios le
cegó aquella hora el entendimiento», en el Tratado Segundo
dice «en mi secreta oración y devociones y plegarias, decía:
“¡Sant Juan y ciégale!”».
6
Marcelin Defourneaux, La vida cotidiana en España en el Siglo de Oro,
Horacio A. Maniglia (tr.), Buenos Aires, Librería Hachette, 1964 p. 128
7
Antonio Rey Hazas (ed.), op. cit., p. 122
8
ibíd. apud. p. 123
9
Víctor García de la Concha, op. cit., p. 155-167
10
Ibíd.
Lázaro critica la religión, pero no pone en duda la
existencia de Dios, lo que hace es cuestionar la «caridad» de
aquellos cristianos y pone en evidencia la mezquindad de
aquellos clérigos que deben servir a Dios.
Bibliografía:
Alborg, Juan Luis, Historia de la Literatura española. 1. Edad Media y
Renacimiento, Madrid, Gredos, 1970
Armiño, Mauro, Qué es verdaderamente el SIGLO DE ORO, Madrid,
Doncel, 1973
Defourneaux, Marcelin, La vida cotidiana en España en el Siglo de
Oro, Horacio A. Maniglia (tr.), Buenos Aires, Librería Hachette, 1964
García de la Concha, Víctor, Nueva lectura del Lazarillo, Madrid,
Castalia, 1981
Medina-Bocos, Amparo (ed.), Lazarillo de Tormes, Madrid, Cátedra,
2006
Rey Hazas, Antonio (ed.), La vida de Lazarillo de Tormes, Castalia,
Madrid, 1989
Sánchez Trincado, José Luis, La novela picaresca española, Valencia,
Cuadernos de Cultura, 1933
Souller, Didier, La novela picaresca, México, Fondo de Cultura
Económica, 1980
Vevia Romero, Fernando Carlos, Dos problemas textuales: Ética y
contexto en la novela picaresca española. El concepto de “estructura”
en Noam Chomsky, Guadalajara, Jalisco, Universidad de Guadalajara,
1997
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