Lazarillo de Tormes Tercer Tratado Tercer Tratado • • • • • Lázaro llega a la ciudad de Toledo buscando ayuda para poder sobrevivir. Allí las buenas gentes le alimentaron y dieron limosna al verlo tan golpeado y maltratado. Cuando sanó, se dio cuenta que ya las personas no le daban limosna . Al contrario, era insultado y despreciado por ser un limosnero. Su fortuna quiso que se topara con un escudero que tenía buena apariencia : razonablemente vestido y bien peinado. El hombre le ofreció al muchacho recibirlo como criado. Lázaro pensó que esta vez había dado con un amo de mejor condición económica que los anteriores. Dispuesto se marchó con él por toda la ciudad. El camino se hacía largo para Lázaro, que ya tenía demasiada hambre y no veía en el hombre intención de parar en algún lugar a comer. Pero esto no hacía que el muchacho perdiera las esperanzas de comer algun bocado cuando llegara a la casa de su nuevo amo. Tercer Tratado • • • • Al llegar a la casa del escudero, Lázaro enseguida percibe que el hombre tenía por única posesión una vieja cama. Tal parecía que la desgracia lo andaba persiguiendo a cada rincón que él fuera. Habían pasado ya varias horas en las que el escudero preguntó a Lázaro algunas cosas sobre su procedencia; preguntas que el muchacho contestaba lo mejor que podía obviando los detalles que no le convenían. Cuando el escudero le preguntó a Lázaro si había comido, el muchacho le indicó que no. Esto hizo que Lázaro sintiera la esperanza de dormir alimentado. Sin embargo, el escudero inventó excusas de que debía esperar a la noche para poder cenar algo. Llegó la noche y Lázaro seguía esperando cenar, cuando el escudero le avisa que ya era demasiado tarde y que no era conveniente andar por la ciudad a esas horas ya que podían ser asaltados. Tercer Tratado • • • • Habiendo perdido la esperanza de cenar aquella noche, Lázaro saca de su pecho algunos pedazos de pan que había guardado para esos casos de necesidad. El escudero viendo que el muchacho tenía pan, se animó en la charla y consiguió que Lázaro se moviera a la misericordia y lo compartiera con el hombre. Aquella noche, Lázaro durmió a los pies del camastro del escudero. Al día siguiente, el escudero se levantó temprano y se arregló con extremada limpieza y buena apariencia. Le encomendó a Lázaro que debía cuidar la casa hasta que el regresara. Viendo Lázaro que el hombre no regresaba y que el hambre volvía a devorarlo, decide irse a la calle a mendigar un poco de pan. Tuvo tan buena suerte que logró reunir suficiente pan como para alimentarse a plenitud y guardar un poco para luego. Tercer Tratado • • • Al llegar a la casa, el escudero andaba esperando a Lázaro. Una vez más Lázaro comparte el pan con aquel amo que siempre parecía tener tanta hambre como su criado. El escudero pide a Lázaro que nunca diga que es su criado. Es entonces cuando Lázaro cae en cuenta de la condición real de su amo. En realidad este escudero era un hombre de buena apariencia, buenos modales pero mucha pobreza. « ¡Oh Señor, y cuántos de estos debes Tú tener en el mundo derramados, que padecen, por la negra honra, lo que por Ti no sufrirían ». • Volvió Lázaro a compartir con su amo, el pan y algunas tripas que había mendigado ese día. El hombre volvió a fingir disimulado interés por la ganancia del muchacho aquel día. Pero ya Lázaro había empezado a sentir tanta lástima por aquel desdichado hombre que no le costaba mucho esfuerzo compartir su alimento con este. Tercer Tratado • • • El escudero conversa con Lázaro sobre su desdicha. Atribuye a su lóbrega casa la mala suerte que le acompañaba en aquellos días. Estaba convencido de que algunas casas tenían la facultad de traer la mala suerte a los habitantes que hubieran en ellas. Así pasaban los días y Lázaro seguía mendigando alimento para poder alimentar a ambos. Pensaba con frecuencia en aquella desdicha de tener que ahora mantener con vida al que se suponía debía mantenerlo. Eso le producía más lástima que enemistad a Lázaro. Cierto día, Lázaro aprovechó para ver dentro del bolso del hombre para ver si al menos tenía alguna moneda. Notó que aquel bolso estaba viejo y con señales de que hacía mucho tiempo no guardaba moneda alguna. Tercer Tratado « Este es pobre, y nadie da de lo que no tiene; mas el avariento ciego y el malaventurado mezquino clérigo, que con darselo Dios a ambos, al uno de mano besada y al otro de lengua suelta, me mataban de hambre, aquellos es justo desamar y éste es de haber mancilla (es para sentir compasión) ». • • • La única falla que veía Lázaro en el escudero era esa falsa presunción y la facilidad con la que éste vivía su fantasía de ser un hombre de condición pudiente. Para aquellos días el ayuntamiento había ordenado que todos los extranjeros que en la ciudad estuviera, debían de inmediato se fuesen de la ciudad y que en adelante cualquiera que fuera visto por sus calles fuera apresado y castigado con azotes. Esta noticia preocupó mucho a Lázaro, quien no se atrevía a salir a mendigar como diario hacía. Suerte tuvo de que sus vecinas, unas hilanderas de algodón, le dieran cada día su bocado de pan para que sobreviviera. Tercer Tratado • • • En cambio el escudero continuaba saliendo a diario buscando su buena suerte. Nunca supo Lázaro como hacía el hombre para alimentarse en aquellos días de tanta necesidad para ambos. A toda esta situación el escudero continuaba acusando a la casa de su total desdicha: « Malo está de ver, que la desdicha de esta vivienda lo hace. Como ves, es lóbrega, triste, oscura. Mientras aquí estemos, hemos de padecer. Ya deseo se acabe este mes para salir de ella ». Estando en tal desdicha, cierto día el escudero consiguió por misericordia que llegara a sus manos un real (moneda). La llevó a la casa y pidió a Lázaro que fuera en busca de alimento para ambos. También le avisó al muchacho que pronto cambiarían de casa, pues la buena ventura les había llegado. Tercer Tratado • Sale Lázaro con rapidez en busca de los alimentos con los que comerían esa noche como « condes ». En el camino encontró la procesión de un velorio y a la viuda que llorando decía: « Marido y señor mío, ¿ A dónde me llevan? ¡A la casa triste y desdichada, a la casa lóbrega y oscura, a la casa donde nunca comen ni beben ». • • Fue tal el susto de Lázaro al escuchar estas palabras que enseguida regresó a casa de su amo para avisarle que llevaban un muerto para su casa. El escudero le preguntó el porque de sus palabras y el niño explicó las palabras de la viuda. El hombre sólo pudo estallar en risas por la increíble ocurrencia del muchacho al pensar que la « casa lóbrega y oscura » era la de ellos y no el panteón al que la viuda en realida hacía referencia. Tercer Tratado • • • • • Lázaro aprovecho la buena convivencia con el escudero para averiguar la verdadera intención del escudero al estar en aquella ciudad que no era la suya. El escudero revela una verdad increíble : La verdadera razón para encontrarse allí, se debía a su honra herida. Cuenta el escudero que tenía un vecino al cual saludaba a diario con la cortesía de un gran caballero. Pero pasado el tiempo, el escudero notaba que el hombre nunca iniciaba el saludo, sino que lo contestaba al escudero. Esto hizo que el escudero se sintiera ofendido de que ni una sola ocasión el vecino se tomara la iniciativa de saludarle con cortesía primero. Cosa que denotaba poco respeto y consideración al escudero. Para el escudero la mayor posesión de los hombres de bien era su honra. Tercer Tratado • • • • También cuenta el escudero que cierto día un artesano le saludó con la expresión: « Mantenga Dios a vuestra merced ». Dicha expresión es una forma coloquial de expresión de la clase baja. Era considerada por el escudero como una ofensa y forma poco apropiada de dirigirle la palabra a un hombre de su clase. Es en esta conversación que el escudero cuenta a Lázaro que no era un hombre tan pobre como aparentaba. Que tenía en tierras de Castilla La Vieja algunos terrenos y un palomar con el que podía sacar buena ganancia. Pero a pesar de tener todas aquellas posesiones, había llegado a aquella ciudad buscando hacer negocios productivos. Sin embargo, no había podido conseguir suerte debido a que se encontraba mayormente canónigos y señores de la iglesía que eran muy avaros y difíciles de sacar de su modo de vida. Tercer Tratado • • • • Lázaro escucha pacientemente como su amo también se resiste a la irritante labor de servir a caballeros. El escudero utiliza diversos argumentos para justificar su falta de interés en trabajar para algún caballero, aunque asegura tener suficientes dotes para llenar las necesidad de cualquier noble que lo admitiese como caballero de confianza. Estando el escudero y Lázaro en esta charla, fueron visitados por un hombre y una anciana. Estos reclamaron el pago del alquiler de la casa y de la cama que estaba utilizando. El escudero sin espantarse, pidió a ambos le esperaran en la casa en lo que conseguía el cambio de una moneda de dos, para poder pagar. Así aceptaron los cobradores y el escudero marchó hacia la calle. Llegada la noche, los cobradores llegaron pero el escudero no había regresado aún. Lázaro decide ir a casa de las vecinas para dormir allí. Tercer Tratado • • • • La mañana siguiente los cobradores llegaron acompañados de un alguacil y un escribano (especie de notario). Abren la casa e intentan interrogar a Lázaro sobre el paradero de su amo y las posesiones que tenía. El muchacho solo logra decir que su amo era un hombre que tenía algunas tierras en Castilla La Vieja y que desconocía si tenía algún bien material en aquella casa tan vacía. Al principio, los señores pensaron que el muchacho ocultaba información y que la casa había sido vaciada el día anterior a la visita de los cobradores…pero una charla con las hilanderas los hizo caer en cuentas de que Lázaro era sólo un niño inocente que llevaba pocos días viviendo con aquel hombre. Así fue como la casa fue tomada de vuelta y la deuda no pudo ser cobrada al escudero. El hombre jamás regresó en busca de su criado. Tercer Tratado • Esto fue suficiente razón para que Lázaro se convenciera de tan mala suerte que le había acompañado en sus intentos de conseguir un amo al que pudiera servir. • « Así como he contado, me dejó mi pobre tercer amo, donde acabé de conocer mi ruin dicha, pues, señalandose todo lo que podía contra mí, hacía mis negocios tan al revés, que los amos, que suelen ser dejados de los mozos, en mí no fuese así, mas que mi amo me dejase y huyese de mí ».