LOS CIUDADANOS DEL MUNDO. Introducción: A partir de un artículo publicado en una revista especializada en temas relacionados con la mujer, cuyo titulo era “Los ciudadanos de Internet”, se nos ocurrió pensar si realmente era posible vincular la ciudadanía con las prácticas y relaciones sociales que los individuos llevan a cabo a través del uso de Internet. A raíz de aquella inquietud, nos sumergimos en la lectura disponible sobre ciudadanía, acercándonos a una primera conclusión: a pesar del debate y de las opiniones contrapuestas, existe consenso en entender a la ciudadanía como a una comunidad de iguales (en términos de igualdad de derechos). Entonces, los interrogantes que se plantearon fueron... ¿Podemos hablar de comunidad de iguales en Internet? .Y más aún... ¿Podemos hablar de comunidad?. Hoy en día está ampliamente difundido el uso del término “comunidad virtual” para referirse a aquellos sujetos que interaccionan a través de Internet. Sin embargo, creemos que se hace necesario llevar a cabo un ejercicio de reflexión sociológica para poder pensar si existe comunidad estrictamente hablando o si lo que se observa son nuevas formas de asociarse que no tienen que ver con lo que los teóricos de la modernidad denominaron comunidad. En una primera parte, para poder adentrarnos en la reflexión sin caer en los lugares del sentido común – de los cuáles pretendemos alejarnos , retomaremos la definición de “comunidad” propuesta por Max Weber en “Economía y sociedad” con el propósito de utilizarla únicamente como una herramienta que nos permita llevar adelante una reflexión sobre el objeto. A su vez, retomaremos la noción de ciudadanía elaborada por T.H. Marshall y el planteo que de la misma hace Marx en “La cuestión judía” con el mismo propósito. En esta segunda parte, la intención es rastrear que tipos de derechos tienen los usuarios y que forma asume la lucha por su adquisición. Vale aclarar que afirmamos que existe tal lucha basándonos en los casos de las nuevas huelgas de Internautas que se están llevando a cabo en España, Italia, Alemania, Suiza y Francia. Las nuevas formas de relación social que se dan cotidianamente en Internet han dado lugar a múltiples “opiniones” y a pocas teorizaciones. Al ser un ámbito en el cuál se rompen las reglas del juego social, en dónde no existen regulaciones, Estados o gobiernos; al ser un lugar en dónde los individuos construyen su subjetividad en un encuentro con el otro mediado por una máquina, Internet nos hace caer en la tentación de analizarla solo a través de sí misma. Sin embargo, creemos que la teoría sociológica puede ser de gran aporte para iluminar que tipo de relaciones sociales (apelando a no olvidar la presencia inevitable de sujetos que las generan) se construyen en la red y que instituciones claramente ancladas en nuestras sociedades modernas occidentales deben ser repensadas a partir de Internet. En suma, quisieramos poner bajo la lupa a las nociones de ciudadanía, derechos y comunidad, con la esperanza de hacer inteligibles los procesos de constitución de “comunidad” en un lugar dónde parecería que los ciudadanos deben emprender una lucha por conquistar nuevos derechos. 1-Comunidad virtual: Manuel Castells plantea que más allá de la interacción casual y los usos instrumentales que los usuarios le dan a Internet, se puede hablar de la formación de comunidades virtuales. Y las define retomando la explicación de Rheingold como "una red electrónica de comunicación interactiva autodefinida, organizada en torno a intereses u objetivos comunes, aunque en algunos casos la comunicación es la meta en sí misma"1. Aunque el autor sostiene que aún no está claro cuanta sociabilidad tiene lugar en esas redes electrónicas y cuáles son los efectos culturales de esta nueva forma de relacionarse, plantea que estas redes son efímeras en cuanto a la participación numérica de los usuarios. Sin embargo, aunque la participación sea escasa en comparación a la de los individuos en su comunidad real, resulta interesante analizar que tipos de comunidad conforman lo que sí pueden acceder a hacerlo y que forma asumen dentro de la red. Ahora bien, siguiendo la linea propuesta para este trabajo, consideramos esencial revisar las nociones de comunidad que se han utilizado en la tradición del pensamiento sociológico, para así poder analizar este novedoso fenómeno a partir de las ideas esenciales que se han elaborado sobre este tema. Existe cierto consenso en afirmar que el primer pensador que diferenció la comunidad de la sociedad fue F. Tönnies. Este autor construyó una tipología polar en su obra "Comunidad y Sociedad" (1887) para dar cuenta de la naturaleza de la estructura y la evolución social. Sostiene que existen dos formas de sociabilidad humana basadas en principios antitéticos: la comunidad (Gemeinschaft) y la sociedad o asociación (Gessellschaft). La primera brota de la naturaleza y es fuente de toda moralidad. Su sustancia son los lazos primordiales, clánicos, emocionales y afectivos que emanan de las relaciones que llama de voluntad natural o esencial (Wesenwille). En cambio, la sociedad, basada en la voluntad arbitraria o racional (Kürwille), se caracteriza por las relaciones racionales, instrumentales, estratégicas y de cálculo. En la comunidad se trata a las personas como fines en sí mismas, mientras que los miembros de la sociedad quedan subordinados a la obtención de objetivos. En la terminología de Tönnies, una familia, un vecindario o una nación son comunidades, mientras que una empresa, un partido político o un club de fútbol serían sociedades. Ello no significa que, por ejemplo, en una familia no pueda haber ciertos elementos racionales o que en un club de fútbol no pueden encontrarse componentes emocionales.De hecho, aunque estos principios puedan coexistir en la misma unidad social o institucional, uno de ellos tiende a predominar sobre el otro. De la misma forma, en las sociedades modernas las asociaciones tienden a ocupar espacios públicos estratégicos, mientras que las comunidades suelen quedar relegadas a la esfera privada. Así, pues, se podría considerar a esta díada como una pareja de tipos ideales. Sin embargo, observando la dinámica de las relaciones que se establecen en Internet, se diluye la posibilidad de relacionar la comunidad únicamente con el espacio privado. Aunque la posibles comunidades virtuales no se relacionan con lo que históricamente se definió como espacio público tampoco pueden simplicarse de tal modo como para encasillarlas bajo el mote de relaciones sociales estrictamente ligadas al espacio privado. Nos animamos a pensar que allí encontramos cierta "publicidad" aunque con características particulares que más adelante se desarrollarán. Entonces, la dicotomía elaborada por Tónnies establece la base a partir del cuál se podrá pensar la necesidad de distinguir la idea de comunidad de la sociedad. Un planteo similar, en relación a la construcción de una tipología polar que remita a esta problema se puede encontrar, obviamente, en E. Durkheim. Es ya sabido que el autor toma a la sociedad como un organismo constituido por órganos (hechos sociales) que realizan difrentes funciones para la sociedad. Sin embargo, considera que existen dos tipos ideales de sociedad rastreables históricamente. Formula un tipo más primitivo denominado "solidaridad mecánica" y uno más moderno al que llama "solidaridad orgánica". En el 1 Manuel Castells, "La era de la comunicación", cap.5, pg. 29. Ed. Alianza, Madrid, 1996. primero, los sujetos se mantienen unificados porque la totalidad de sus miembros tiene aptitudes y conocimientos similares, a la vez que actividades y responsabilidades semejantes. En el segundo los individuos están unidos por las diferencias que tienen. Asumen distintas tareas y responsabilidades, por lo tanto, necesitan de los otros para vivir. Se produce un proceso de especialización y de mayor división del trabajo que debería generar mayores niveles de cooperación. Durkheim sostiene que existe un factor causal que impulsa la transición de un tipo de sociedad a otra al cuál denomina "densidad dinámica" y que refiere a la cantidad de personas que integran una sociedad y al grado de interacción entre ellas. El aumento de ambos factores es el que explicaría la transición de un tipo a otro o, mejor dicho, el paso de la comunidad a la sociedad. Ahora bien, el panteo de Durkeim (que está fuertemente influenciado por el de Tönnies) plantea problemas a la hora de un análisis como el aquí propuesto. Una de las crticas más fervorosas es que esta tipología polar constituye un cajón en el que se amontonan conceptos y procesos analítica y sustancialmente distintos. Ello es obvio en el caso de la comunidad en cuyo seno se pueden situar universos sociales tan dispares como las hordas de cazadores y recolectores, las tribus, las sociedades feudales y estamentales, las comunidades rurales, las naciones, las familias nucleares modernas y las comunidades virtuales que se forman en la red. En consecuencia, consideramos necesario retomar un concepto de comunidad que permita, por un lado, una operacionalización para ser aplicado en la investigación y, por el otro, que sea lo suficiente laxo como para que pueda sustentarse sobre una base territorial, sobre un cimiento puramente moral sobre una trama relacional o , en este caso, sobre una realidad virtual. Es por eso que en este trabajo se retoma la definición de M.Weber sobre la comunidad ya que la creemos apta para nuestro objetivo y coherente con las necesidades de nuestro objeto que deberían ser "captables" por el propio concepto. Max Weber definió a la comunidad como a “una relación social cuando y en la medida que la actitud en la acción social (...) se inspira en el sentimiento subjetivo de los participes de constituir un todo”2. Para el autor, la comunidad no es más que una maraña de relaciones sociales entrelazadas y esto se desprende de entender a las estructuras como carentes de racionalidad en sí mismas. La categoría de análisis más abarcativa propuesta es la de relación social, la cuál es definida como ”una conducta plural - de varios – que, por el sentido que encierra, se presenta como recíprocamente referida, orien tándose por esa reciprocidad. La relación social consiste, pues, plena y exclusivamente, en la probabilidad de que se actuará socialmente en una forma (con sentido) indicable; siendo indiferente, por ahora, aquello en que la probabilidad descansa”3. Los actores son los portadores de racionalidad y no las estructuras. Por lo tanto, hablar de comunidad es referirse a una suma de relaciones sociales y a mucho más que eso. No alcanza con que lo individuos tengan las mismas cualidades y participen de la misma situación o conducta, para hablar de comunidad. Debemos encontrar más que medios comunes de entendimiento (como por ejemplo el lenguaje). En Internet, la interacción se lleva a cabo a partir de la creación de textualidad y los sujetos le otorgan a aquella acción un sentido referido a otros. Más aún, esta no existe si las relaciones sociales que la componen no poseen un “contenido de sentido”. 2 3 Max Weber, "Economía y Sociedad", pg. 33 . Ed. Fondo de Cultura Económica, México, 1996. Ibídem. Pg.21. Cuando Weber habla de contenido de sentido refiere a aquél componente de las acciones de los individuos que las hacen ser poseedoras de una direccionalidad subjetivamente pensada y no puramente reactivas. Este tipo de acciones son las únicas que tienen relevancia para el estudio sociológico, ya que permiten hacer una reconstrucción de cual fue el sentido de la acción para, de esta manera, poder interpretarla y explicarla. La única forma de hacer inteligible al científico social la conducta de los sujetos que pretende explicar es reconstruyendo el sentido de su accionar. Esto se logra invirtiendo el esquema medios-fines del actuar, o sea, entendiendo a la causa como el fin de la acción y reconstruyendo asi el sentido de la misma. Entonces, para Weber solo hay comunidad cuando sobre la base de ese sentimiento, la acción está recíprocamente referida y en la medida en que esta referencia traduce el sentimiento de formar un todo. En base a la definición de Weber, pensar la constitución de comunidad en la red, parece no traer mayores dificultades. Los usuarios que participan de los chats, MUDs, grupos de noticias, listas de discusión, etc., no solo comparten un medio común de comunicación. No hay solo facilitación del intercambio social, sino más bien verdaderas relaciones sociales. Los individuos encuentran, como mínimo, bilateralidad en la acción. Aunque el contenido de la acción sea diferente y los actores no tengan las mismas expectativas, todos se orientan por la existencia de otros actores, aunque pueden tener objetivos divergentes. Los usuarios de la red parecen tener el sentimiento de constituir un todo, aunque por momentos crean usarla solo como herramienta de comunicación. Indirectamente, entran en relaciones con otros actores, que a su vez, están relacionados con terceros y así sucesivamente. Hablar de comunidad en sentido amplio en Internet es, entonces, referirse a una nueva forma de relacionarse que sin embargo y, a pesar de su “novedad”, implica formas de relación social que tienen la característica peculiar de desarrollarse en un espacio virtual y de generarse a partir de la creación de textualidad4. En un sentido más estricto, podemos pensar en la existencia de grupos de interés que reproducen ciertas reglas de comportamiento (limitadas por la tecnología y producidas y reproducidas por los sujetos) y que implican, en consecuencia, a la noción de comunidad. 2-Ciudadanía: La noción de ciudadanía moderna se circunscribe históricamente a la constitución de los Estados nacionales de Occidente y al establecimiento del régimen capitalista de producción. Alude a la constitución de las democracias modernas y a la preocupación por homogeneizar los conflictos existentes en las diferentes sociedades hasta ese momento. La ciudadanía ha sido pensada desde las diversas disciplinas teóricas como un status legal otorgado por parte del Estado, con fuerte anclaje territorial. Aunque, existe un debate en torno a cuáles serían los componentes centrales de la ciudadanía, no hay duda que es una institución esencialmente moderna. 4 Vale aclarar que la relación social se constituye en torno al intercambio de textualidad y bienes simbólicos, pero que en ella también se intercambian bienes materiales (formas digitalizadas de la cultura: fotos, videos, música, etc.). Así, para algunas vertientes del pensamiento, los individuos han ido adquiriendo distintos derechos y, para otras, les han sido otorgados. Lo importante es que, hoy en día, no hay duda respecto a que los individuos deberían gozan de derechos – sean estos civiles, políticos o sociales. Sin embargo los derechos del hombre han sido pensados y elaborados por distintos pensadores antes del planteo de T.H. Marshall. Ya desde los griegos, pasando por el contractualismo, el liberalismo, etc. , el tema ha suscitado gran interés en la historia del pensamiento. En este trabajo se tomará, en consecuencia, lo que planteó Marx acerca de la ciudadanía y los derechos de los hombres, ya que, por un lado, ofrece una visión radicalmente opuesta a la de Marshall e ilustra, en gran medida, la relación entre derechos y libertad alejándose de aquella que los asimila a la igualdad y; por el otro, nos permite otra vez retomar a uno de los pensadores clásicos y centrales en la formación de teoría sociológica para intentar hacer inteligible estos procesos en Internet. Y quién mejor que Marx para ayudarnos a pensar sobre la libertad. Empecemos, entonces, por revisar la definición que plantearon sobre la ciudadanía referentes tan disímiles como lo fueron T. H Marshall y Karl Marx. a) Marshall: Por un lado, pensar el concepto de ciudadanía moderna implica remitirse a la teorización que hizo de ella T.H. Marshall en el año 1949, ya que la preocupación por definir el concepto y su debate posterior entre diferentes corrientes de pensamiento, se difundió a raíz del aporte del mismo autor. Marshall5 pensó a la ciudadanía como un status concedido a todos aquellos que eran miembros de una comunidad y planteó que todos aquellos que tenían el status eran iguales respecto a los derechos y a los deberes que lo acompañaban En el planteo de Marshall, la noción moderna del status de ciudadanía, se contrapone - a diferencia del status en la sociedad feudal- al principio de desigualdad de clases y es por definición de carácter nacional. Los procesos de diferenciación institucional implicados en el desenvolvimiento de la modernidad llevarían a distinguir, analítica e históricamente, los diferentes aspectos englobados en la idea de ciudadanía. Así, la ciudadanía es conceptualizada por Marshall en función de su desenvolvimiento en la historia, lo cuál supone su comprensión en tanto proceso histórico. De esta manera es posible dividirla en tres partes o elementos, los cuáles tuvieron su momento de formación en épocas diferentes (los derechos civiles en el siglo XVIII; los políticos durante el siglo XIX; y los sociales a partir del siglo XX.). Esto es así, al menos, en el caso inglés, del cuál Marshall hace su objeto de estudio. Ahora bien, el concepto de ciudadanía está íntimamente ligado por un lado, a la idea de derechos individuales y, por el otro, a la noción de vínculo con una comunidad en particular. En opinión de Marshall, consiste esencialmente en asegurar que cada cuál sea tratado como miembro de una comunidad de iguales. La característica distintiva de la ciudadanía moderna es su tendencia hacia la igualdad de derechos y, a medida que se desarrollan sus instituciones, va apareciendo una imagen de la ciudadanía ideal. Esta ciudadanía ideal funciona como parámetro para medir los logros políticos reales y como un objetivo de las crecientes expectativas sociales. Sin embargo, a pesar de su tendencia hacia la igualdad, los derechos de ciudadanía no pueden separarse del surgimiento y desarrollo del capitalismo, y el capitalismo no es un sistema de igualdad sino de desigualdad6. En el caso de Internet la propuesta es, en una primera instancia, y a partir de la concepción de Marshall, observar y analizar si existe una “comunidad de iguales” para, en base a eso, pensar que nuevas formas de ciudadanía podrían existir. En el apartado anterior, se llegó a la conclusión de que era posible hablar de comunidad en la red. Existen comunidades virtuales en la cuáles los usuarios se sienten iguales por hacer uso de la misma tecnología. Sin embargo, no se puede hablar de otorgamiento de derechos, ante todo, porque no existe un Estado - u otra institución que monopolice el poder - que los otorgue. 5 Conferencias A, Marshall, Cambridge, 1949. Tomado de: Revista española de Investigaciones Sociológicas, N° 79, Julio-Septiembre 1997. p297-344 6 Para ahondar en el debate, ver “La ciudadanía en una época postcomunista”, de Danilo Zolo, publicado en Revista Agora N°7. Teniendo en cuenta esta situación, es prudente alejarse de la concepción marshalliana de constitución de ciudadanía ya que es entendida como un proceso evolutivo de desarrollo de los derechos. Marshall fue un pensador de ideología marcadamente liberal que pretendía encontrar en el Estado de Bienestar la solución a los problemas de la constitución de ciudadanía. Fue fuertemente criticado desde la izquierda por su concepción “pasiva” de la ciudadanía, ya que la concibió sin incorporar la lucha que los sujetos llevaron a cabo por su adquisición. Sin embargo, en el marco de este trabajo su planteo es útil para entender que la ciudadanía implica, como condición mínima, una comunidad de individuos que tienen al menos una característica común: el derecho a tener derechos. Por lo tanto, si la ciudadanía está ligada a una situación histórica concreta y si los derechos que de ella se desprenden son adquiridos por los sujetos a la vez que otorgados por el Estado, la pregunta que cabe hacerse es si es posible, siquiera, pensar la constitución de ciudadanía en Internet. Contestar este interrogante excede las pretensiones y posibilidades de este trabajo, pero, a modo de acercamiento intuitivo, podría decirse que se hace difícil hacerlo, al menos en su acepción marshalliana. En Internet no hay regulaciones jurídicas, ni algo parecido a un Estado o gobierno de cualquier tipo. A lo sumo, existen regulaciones externas que dependen de tratados internacionales pero que no parecen - al menos por ahora - ejercer fuertes influencias. Los intentos de regular los contenidos de la red (sobre todo en EEUU) existen efectivamente pero la defensa que llevan a cabo los usuarios -en nombre del interés general- hace que , hasta el día de la fecha, no hayan tenido impacto real. El problema que se plantea tiene que ver con la heterogeneidad de las relaciones sociales que se dan en Internet y en el constante cambio de las mismas. ¿Quién iba imaginar la cantidad de formas posibles de relacionarse a las que iba a dar lugar (y con esto me refiero a chats, MUDs, listas de discusión, etc.)? Y ante estas formas novedosas... ¿Cómo ejercer y prever formas de controlar lo aún no conocido?. La rapidez de los cambios en las relaciones sociales de los usuarios de Internet y su potencial capacidad de generar diferentes maneras de interactuar aún desconocidas, escapan a los controles tradicionales de nuestras sociedades. Las ilegalidades que en ella encontramos, a los sumo, sientan precedentes para futuras regulaciones. Paralelamente, cabe preguntarse como regular más allá de lo territorial, en un ámbito sin fronteras, sin apelar a acuerdos internacionales entre gobiernos. Y ante esta posibilidad, no es ilógico pensar que se producirían serias reivindicaciones por parte de los usuarios para garantizar que eso no suceda. M. Castells sostiene que "la arquitectura de la red es y seguirá siendo tecnológicamente abierta, permitiendo un amplio acceso público y limitando seriamente las restricciones gubernamentales o empresarias a este acceso (...)"7. La única manera de controlar la red es no estando en ella, y "este precio se vuelve muy alto para cualquier institución u organización una vez que la red se difunde y canaliza todo tipo de información alrededor del mundo". 7 Manuel Castells, ibídem, pg. 23. El autor nos dice que una de las reglas más importantes dentro de la red era y es el rechazo a la intrusión en los BBS (Bulletin Board Systems) de intereses comerciales no declarados. "Mientras que se considera legitimo crear BBS comerciales o redes orientadas a los negocios, no lo es invadir ciberespacios creados para otros fines. La sanción contra los intrusos es devastadora: miles de mensajes hostiles "incendian" al mal ciudadano electrónico". Esta cultura electrónica marcó para siempre la evolución y uso de la red, que apoyada en su capacidad tecnológica, dio lugar a procesos de relación en buena medida espontáneos, desorganizados y diversificados en cuánto a propósitos y origen. De todos modos, parece ser posible observar en Internet una lucha por la adquisición de derechos. Y llegado a este punto quisiera hacer una salvedad: históricamente la lucha por los derechos fue pensada en el marco de un diálogo con el poder. En la red no hay poder político con quién dialogar y a quien exigir, pero si hay derechos que defender. La red parece ser un ámbito de real libertad, en dónde el hombre se relaciona con el hombre sin mediación del Estado o de la sociedad civil. Los controles tradicionales de nuestra sociedad no intervienen en las relaciones de comunidad que allí se constituyen. Castells explica esta libertad en las relaciones dentro de la red a partir del surgimiento - en la década del '70 - de una amplia contracultura en EEUU que dejó como legado los rasgos tecnológicos y los códigos sociales que se desarrollaron con el uso libre de Internet y que aún hoy persisten. Paralelamente a los esfuerzos del Pentágono y de las autoridades científicas por establecer una red universal de computadoras de acceso público con ciertas normas de uso, se generó este acercamiento que el autor denomina como "contracultural" a la tecnología. Sin embargo, como veremos más adelante, sí existen - hoy día - motivos que desencadenan huelgas de "Internautas" y conformación de acciones colectivas virtuales. Pero, por ahora, veamos que aporta Marx a este planteo que deja de lado el análisis de la libertad respecto a las condiciones necesarias para que el hombre sea realmente libre. b) Marx: Se hace también posible rastrear, paralelamente, la noción de ciudadanía a partir de lo escrito por Marx en “La cuestión judía”. La elección tiene que ver con el interés último de rastrear en la red posibles ámbitos de libertad. Para el autor, lo propio de la modernidad es la división entre sociedad política y sociedad civil. Los derechos del hombre son diferentes a los del ciudadano. El hombre es un ser escindido entre su ser genérico y una particularidad. Está escindido de su esencia. La libertad individual está asociada a "liberación" y a "reproducción". Liberación respecto de la iglesia y de la propiedad privada en lo que refiere al hombre genérico, y reproducción de esos mismos elementos en la sociedad civil. Sin embargo, remarca Marx, es el hombre de la sociedad civil el que es visto como "natural", lo cual implicaría que el sustento del Estado político es el hombre burgués y egoísta, y no el individuo libre. La libertad política también es una ilusión de la modernidad. La emancipación política sacó a la religión como fundamento del Estado pero reprodujo la alienación imponiendo el mismo sustento del cristianismo: el hombre reconociéndose a sí mismo a través de un intermediario, que en este caso es el Estado. Para Marx lo político implica un encubrimiento de las relaciones reales. Esta esfera ideal de la ciudadanía no expresa lo falso del hombre sino que es lo propio del hombre separado de él. Mientras que el hombre siga escindido tanto en lo civil como en lo político no podrá ser libre. No hay libertad en las sociedades modernas porque existe alienación en estos dos sentidos: respecto a las diferencias que existen en la sociedad civil que hacen que los hombres no se reconozcan como hombres sino como burgueses, judíos o cristianos y en relación a la creencia de que es posible una libertad política. Las libertades políticas son necesarias como paso previo a la verdadera libertad humana, pero el concepto de libertad política tiene raíz de clase y, por ende, es falso. La política es el ámbito en el cual la burguesía confunde diciendo que declara derechos humanos universales cuando en realidad consagra la desigualdad. Marx somete a critica los derechos humanos y muestra su raíz de clase. La aplicación práctica de la libertad es, para la burguesía, la propiedad privada, y los derechos humanos la consagran. El derecho a la libertad pone el límite en lo que separa a los hombres, no en lo que los une. En la sociedad moderna el hombre no es libre porque está alienado como hombre y como ciudadano. La forma política por excelencia del Estado democrático reside en su capacidad de producir una escisión entre el hombre genérico definido por la ley y el hombre real que está alienado en la sociedad burguesa. Desde el punto de vista de la ley crea un universalismo que parte de la abolición de la propiedad privada para definir la ciudadanía. Pero esta abolición es ficticia ya que lo que se hace en la democracia es una anulación política de aquello que escinde al hombre, pero no se lo elimina sino que se lo recluye en la vida de la sociedad. La esfera en que el hombre actúa como ser genérico es colocada por debajo de la esfera en la cual actúa como parte y se considera al hombre burgués como al hombre verdadero. Es importante resaltar que Marx no está en contra de las libertades políticas, sino que cree que son el paso necesario hacia la verdadera libertad del hombre. Aquella deberá encontrar en los otros hombres su realización y no su limite. Lo social debe reabsorber lo político, lo que fue su creación, lo que está separado. Debe recuperar su esencia escindida. Habrá libertad cuando el hombre no necesite reconocerse a sí mismo a través de alguna instancia externa. 3-Internet: ciudadanía y derechos. Siguiendo el planteo de Marx, se puede argüir que el hecho de que no exista ninguna instancia reguladora y que no haya ciudadanía en términos clásicos abre la puerta para pensar a Internet como a un ámbito de libertad para los individuos. En la red los hombres no se reconocen a sí mismos a través de una instancia externa. No están escindidos en hombre político y hombre civil, sino que existen -en el sentido de presencia- gracias a la creación de textualidad y por ende, en base a la no limitación de su propia libertad. Si lo que existe es comunidad, en el sentido anteriormente analizado, pero hay ausencia de separación entre Estado y sociedad civil, se puede pensar que el hombre no está escindido ya que no es el hombre definido por la ley el que entra en relación con los otros hombres. Los usuarios de Internet se despojan de sus condicionamientos cívicos ya que el derecho a la libertad (en términos liberales) no pone el límite en lo que separa a los hombres. No son ciudadanos los que se relacionan, sino que son sujetos libres. Obviamente, existe un condicionamiento de clase en la posibilidad de acceder a una computadora, y es evidente que personas analfabetas no pueden participar de una comunidad que se basa en la escritura. Pero, aunque existe un acceso diferencial al uso de las computadoras, las relaciones que se dan al interior de la red borran las barreras que imponen las regulaciones cívicas y estatales. Se puede pensar que en Internet los hombres se liberan de los componentes “alienantes” de la ciudadanía y recuperan aquellos que tienen que ver con la existencia de comunidad y de libertad, así como el derecho a tener derechos. Ahora bien, evidentemente existe un derecho que es vivido como natural por todos los usuarios de la red: el derecho a no ser regulado. Sin embargo, esta percepción de lo que es natural para los individuos dista de lo que tradicionalmente fue concebido como los derechos del hombre. En el siglo XVII se desarrolló una nueva forma de pensar el orden político legítimo, anclado en el derecho natural, que tenía como centro al individuo. Ya Hobbes8 - y junto a él toda la tradición contractualista (aunque con diferentes matices)- había concebido a los hombres como portadores de derechos naturales. Sin embargo, en sus escritos los hombres decidían transferir sus derechos naturales, y por ende su libertad, a otra persona (el soberano o Leviatán) o a una asamblea. Los hombres pactaban la transferencia de sus derechos naturales a un tercero que se constituía, por esos derechos que recibía, en el Leviatán. Y los hombres lo hacían porque buscaban un orden. En Hobbes, la libertad es asimilada a los derechos naturales y se la entiende como ausencia de impedimentos externos que reduzcan el poder de los hombres de hacer lo que deseen para conservar su propia vida. Sin embargo, cuando los hombres pactan transfieren al soberano todos sus derechos y, por ende, su libertad. La idea que subyace a la necesidad de un contrato social es que el estado de naturaleza (entendido como distinción lógica y no como momento histórico previo al pacto) genera relaciones de conflicto entre los individuos. En Internet parece haber una lucha en un sentido contrario: los sujetos no buscan regulación ni pretenden que se establezca un orden. El orden se establece, en todo caso, a partir de las relaciones que se entablan entre los participantes de las distintas comunidades virtuales. Los derechos a los cuáles los usuarios de Internet quieren acceder no tienen su fundamento en la garantía estatal de su cumplimiento. Al no haber una instancia de poder político dentro de la red hacia quién dirigir las demandas y con la cuál entablar un diálogo o negociación, los derechos se sitúan directamente del lado de los sujetos. No son derechos que puedan ser otorgados, sino que más bien deben ser adquiridos. La red puede ser entendida como un ámbito de plena libertad en dónde los derechos que se buscan adquirir no tienen que ver con la garantía estatal de igualdad, justicia, condiciones básicas de existencia, etc. No implican el derecho de hacer valer los derechos civiles, políticos y sociales de los individuos en términos de igualdad con los otros y mediante los procedimientos legales. Más bien, aluden a la lucha por el mantenimiento del derecho a la libertad - tanto de la libertad de expresión, de pensamiento o de religión como de la libertad de no ser regulado, ordenado o prepautado. 8 Ver: Hobbes, "Leviathan", México, Fondo de cultura económica, cap. 13,14,15,16,17 y 18. 4-Internautas en huelga: A modo de ejemplo de lo anteriormente analizado es interesante observar las "huelgas" llevadas a cabo por los usuarios de Internet en España, Alemania, Italia, Suiza y Francia. Los "internautas"9 se organizaron para protestar contra las tarifas telefónicas de las comunicaciones locales en los diferentes países. Hace poco tiempo10, un llamado telefónico en Europa no costaba casi nada, sin embargo las comunicaciones locales ilimitadas (como en el caso de EEUU) fueron desapareciendo (en el caso de Francia se anularon en 1985). Como resultado de esta situación, la comunicación de los usuarios que se conectan a Internet a través del módem, se hizo muy cara. Después de largo tiempo de silencio, los usuarios se empezaron a sentir lo suficientemente numerosos, fuertes y solidarios como para reaccionar. La rebelión empezó en España. Allí, tradicionalmente, los llamados locales eran muy baratos, pero todo cambio a partir de julio de 1998 con la reforma de tarifas que implementó Telefónica. En consecuencia, la asociación de usuarios de Internet (AUI) lanzó una campaña de protestas inaugurando un modo de actuar: lanzaron el eslogan de "huelga en Internet" para el día 3 de septiembre. Se invitó a los usuarios españoles a cerrar sus "sites" durante todo el día, a no conectarse a la red y a adherir a una página que explicaba las razones del movimiento. Según el diario Le Monde, el movimiento fue un éxito. Millones de "sites" se cerraron y las conexiones bajaron entre un 30% y un 60%, pero la AUI sigue reclamando la creación de una cuota mensual que permita una conexión ilimitada. Entre tanto, los internautas italianos se lanzaron a una aventura similar. Su acción, conformada por un grupo heterogéneo que involucra a varias asociaciones de defensa de los consumidores, tiene un objetivo doble: por un lado, impedir que Telecom Italia aumente aún más sus tarifas y, por el otro, lograr eliminar a la TUT (tarifa urbana al tiempo excedido). Se bautizaron a sí mismos "No TUT" y el 22 de octubre organizaron un bloqueo simbólico del sitio web de Telecom Italia, llamando a todos los usuarios a conectarse en masa. La eficacia técnica no les importaba, lo que buscaban era atraer la atención de los medios y abrir el debate. Algunos días más tarde, fue el turno de Alemania. Su primer "huelga de Internet" Contra Deutsche Telekom, directamente inspirada en los ejemplos anteriores, tuvo lugar el 1 de noviembre. Más de seis mil "sites" y alrededor de dos millones de Internautas habrían participado de la jornada de boicot. El movimiento fue lanzado por Dark Breed - una asociación de jóvenes internautas rebeldes, dirigida por Thomas von Treichels de 21 años. Su lema fue "Usuarios contra usureros" y sus reivindicaciones se basaron, también, en el aumento de las tarifas telefónicas. Ellos decidieron hacer "huelga" todos los domingos y entraron en contacto con los usuarios suizos y franceses, que también se sumaron al reclamo. En cada país, la constitución y organización del movimiento se discutió y se discute a través de listas de discusión específicas. En ellas, los usuarios que deciden adherir se informan y proponen posibles "planes de lucha". 9 Ver: artículo en Le Monde, lunes 9 de noviembre. [http://www.lemonde.fr/mutimedia/sem4698/1034.htm] La primer huelga se hizo en España el 3 de noviembre de 1998. 10 Las direcciones de los distintos países son: en España www.aui.es; en Italia www.notut.ml.org/netstrike; en Alemania: www.gamespy.de/internetstreik; en Francia: www.mygale.org/01/greve y la lista de difusión es: mailto.grevistes@egroups . En el marco de este trabajo solo se ha analizado el contenido de la lista de discusión francesa, la cuál posee la peculiar característica de estar aún en conformación. En base esto, se hizo posible observar cuales eran los puntos principales de conflicto entre los internautas que buscan conformar un grupo de reivindicación sólido y organizado. En la lista [email protected] , se busca seguir el ejemplo de los alemanes llamando a una huelga para el 13 de diciembre de 1998. Con la idea de conservar una "Internet para todos" financieramente accesible, se propone un boicot a las empresas de telecomunicaciones locales (en este caso France Telecom). Los participantes de la lista tienen intenciones de formar un movimiento más amplio que incluya a todos aquellos países que ya iniciaron la lucha y que motive a los que aún no lo hicieron a participar del mismo. Sin embargo los participantes no logran ponerse de acuerdo sobre la política a seguir y se generan discusiones bizantinas en torno a cuestiones que no hacen al objetivo de la lista (por ejemplo, respecto a sí la huelga se debería hacer un sábado o un domingo). Esta situación provocó gran malestar entre los participantes, quiénes se agredieron en forma continua. Como consecuencia, se produjo una avalancha de "mails" pidiendo desinscribirse ya que les resultaba intolerable tamaña desorganización. Ante la evidencia de semejante deserción, los participantes más activos comenzaron a cuestionarse que medidas tomar para resolver la situación. La propuesta consistió en elegir a un líder que actúe como moderador de la lista y como transmisor de las conclusiones del debate. Por supuesto, esto generó fuertes opiniones encontradas y se dejó de lado la idea. Paralelamente, se propuso buscar un nombre para la agrupación para facilitar la identificación del grupo dentro del movimiento. Se iniciaron las "elecciones" con la propuesta que duraran una semana (del sábado 14 al 21 de noviembre) y se propusieron diez nombres posibles. Los integrantes eran invitados a votar mandando un "mail" a la dirección [email protected] y poniendo en el subject el voto al nombre elegido. Hasta el día en que se termino este trabajo 11, el nombre elegido fue IMC ("Internet moins cher", es decir, Internet menos cara), sacando el 69, 7% de los votos. Lo interesante de la lista es que demuestra cuales pueden ser los inconvenientes de la conformación y difusión instantánea de un movimiento social. El hecho de que no exista un tiempo de "decantamiento" de las discusiones y que estas puedan ser reavivadas a todo momento, no permite tomar una decisión efectiva respecto a las políticas a seguir. Sin embargo, es notable como poco a poco algunos participantes más activos y más antiguos van asumiendo la posición de líderes del grupo. Poco a poco, las interpelaciones se van dirigiendo hacia las mismas personas, a la vez, que se las hace depositarias de la confianza en la persecución del objetivo. Ahora bien, aunque este "movimiento" puede, en el futuro, pasar a ser meramente anecdótico, ilustra la hipótesis propuesta en este trabajo. Alude al análisis del usuario de Internet que reivindica su derecho a no ser regulado y demuestra lo difícil de regular que es la red. Obviamente a las 11 Semana del 16 de noviembre de 1998. empresas telefónicas no les conviene que la gente no se conecte y, sin embargo, no pueden (o no quieren por sus altos costos) incidir ni reprimir este tipo de acción. A su vez, ayuda a pensar la red como a un ámbito de libertad ya que es notable la rapidez de difusión hacia otros países que tuvo esta modalidad de lucha. Pensar la posibilidad de tales niveles de conectividad entre los sujetos en cualquier otro caso de acción colectiva en la historia, hubiese sido directamente imposible. La red abre grandes posibilidades a los usuarios de generar este tipo de protestas sociales, ya que la difusión es instantánea y no mediada.12 Los internautas reclaman por la rebaja de las tarifas telefónicas locales en base al sentimiento subjetivo de constituir un todo -o sea, de conformar comunidad-, y a partir de un derecho que viven como natural: el de tener derechos. En este caso específico, el reclamo se apoya en el pedido de no regulación tarifaria por parte de las empresas telefónicas, ya que incidiría directamente sobre la libertad de navegación de los internautas. Conclusión: Este trabajo tiene como intención abrir el debate sobre las formas de relación social que establecen los usuarios de Internet a través de las distintas comunidades virtuales de las que participan. Se planteó la posibilidad de pensar la formación de "comunidad" entre los sujetos en el sentido que le otorgó Max Weber, siempre y cuando se la tome como un modo de aproximación al objeto y no como un intento de extrapolar categorías teóricas. En un sentido amplio, esta definición permite una primera aproximación al objeto. Un próximo paso sería, tal vez, analizar desde la corriente teórica del "Interaccionismo simbólico"13 cuales son las consecuencias y características de estas formas específicas de relación social. Esta escuela hace hincapié en la "microsociología" entendiéndola como a aquella rama que se ocupa del estudio de las relaciones cara a cara y hace hincapié en el lenguaje corporal de los individuos. Sería interesante observar que sucede, a partir de esta mirada, con las relaciones que se dan en Internet, ya que implican a sujetos que actúan respecto a otros a los que no ven ni perciben en sus "expresiones corporales". Una vez analizado este aspecto, el paso siguiente implicaría analizar la existencia de símbolos (caritas que expresan bronca, tristeza, etc.) en la red que reemplazan y aluden a diferentes emociones de los sujetos y que se utilizan en la interacción que estos llevan a cabo. Este tema no ha sido abarcado en el presente trabajo, pero su análisis futuro queda como una deuda pendiente que podría enriquecer el objetivo inicial del mismo; es decir, la aproximación al estudio de Internet desde diferentes perspectivas de la teoría sociológica. Sin embargo, y en base al análisis que se llevó a cabo en este trabajo, la propuesta es pensar que tipo de ciudadanía puede existir en la red en relación a dos componentes que se observaron dentro de la misma. Por un lado, la lucha por la adquisición de nuevos derechos que tienen su raíz en el respeto por la libertad más que en la búsqueda de igualdad y, por el otro, la existencia de comunidad en sentido amplio, o sea, la sensación subjetiva de pertenencia de los sujetos. 12 Obviamente, sí lo es en un sentido técnico pero no está mediada por el Estado o por la sociedad civil. Al referirme a esta escuela teórica, piensamos en el planteo de Shutz sobre el "mundo de vida", el de Garfinkel sobre la "etnometodología" y el de Goffman sobre el "lenguaje corporal". Estos conceptos se pueden encontrar en: A.Giddens, "Sociología", Alianza Universidad, Madrid, 1991. 13 Se hace difícil (sino imposible) pensar la ciudadanía en su acepción clásica, ya que la red rompe con sus principios constituyentes. No existe anclaje territorial ni poder estatal que la otorgue como status legal. Lo único que "sobrevive" de la definición clásica es la sensación de igualdad que genera en los usuarios la utilización de una tecnología común. Sin embargo, los derechos por los que se pelea poseen dos características peculiares: la de constituirse en base al derecho a la no regulación y la de aparecer en escena como consecuencia de la defensa de la libertad de navegación y comunicación. Tal vez resulte muy osado pensar en la red como un verdadero ámbito de libertad si se tiene en cuanta el acceso diferencial de individuos, países e incluso regiones a esta tecnología. Sin embargo, cabe aclarar que si se acota el análisis a los que sí participan para observar que formas de relación establecen y que reclamos realizan, a la vez que se toma como dato relevante lo difícil que resulta la regulación externa de Internet y las protestas que suscita en los usuarios cada nuevo intento, parece posible intentarlo. Existen relaciones de fuerza entre los participantes de las distintas comunidades virtuales que le dan contenido a una dinámica de relaciones que se reproduce constantemente pero no en forma igual a sí misma. Múltiples maneras de relacionarse han surgido de la interacción conjunta de los sujetos en la red y muchas otras, aún no imaginables, pueden hacer aparición. En suma, si los participantes de la red forman comunidades de intereses que se basan en la igualdad técnica pero se constituyen como tales en un marco de libertad, parecería necesario repensar la ciudadanía de una manera más acorde a esta situación. Ahora bien, si se entiende la ciudadanía como basada en la homogeneización y en la supresión de las diferencias en base a la garantía estatal de derechos, estamos muy lejos de poder hacerlo; pero si se intenta pensar a "los ciudadanos del mundo" como sujetos que llevan adelante una reivindicación por el mantenimiento de ciertos derechos novedosos -respecto a la tradición política que los conceptualizó -, tal vez se haga posible pensarlos en sus nuevas formas reales de "ciudadanización". Bibliografía: Castells, M.(1996) "La era de la comunicación", Ed. Alianza, Madrid. Durkheim, E (1991) " Las formas elementales de la vida religiosa". Ed.Colofón, México. Giddens, A. (1991) "Sociología", Alianza Universidad, Madrid. Marshall, T.H. (1949). "Conferencias" en Revista española de Investigaciones Sociológicas, N° 79, Julio-Septiembre 1997. p297-344 Marx, K (1991) ¨"La cuestión judía", Porrúa, México. Weber, M. (1996) "Economía y Sociedad", pg. 33 . Ed. Fondo de Cultura Económica, México. Hobbes,T. (1993) "Leviathan", Fondo de cultura económica, México. Zolo, D. (1995) “La ciudadanía en una época postcomunista”en Revista Agora N°7.