Divina Voluntad Volumen 1 DIVINA VOLUNTAD VOLUMEN 1 TABLA DE CONTENIDO CUADERNO DE “MEMORIAS DE LA INFANCIA” Julio, 15-1926 6 EL REINO DEL “FIAT” EN MEDIO DE LAS CRIATURAS __________________ 24 1. Comienzo de la narración: Novena de preparación a la Navidad ____ 30 2. 1er. EXCESO DE AMOR Jesús en el Seno del Padre. El Decreto eterno de la Encarnación. __ 31 3. 2º. EXCESO DE AMOR Jesús en el seno de su Madre Santísima. El Amor lo reduce a la estrechez y a la inmovilidad. _________________________________ 33 4. Conclusión de la Novena ____________________________________ 35 5. Jesús empieza su obra en el alma: la sustrae y la aparta del mundo exterior. _________________________________________________ 37 6. Jesús prosigue su obra en el alma: La aparta de sí misma, purificando todo el interior de su corazón ________________________________ 41 7. Jesús conduce al alma a la verdad de su nada. __________________ 45 8. El alma se duele de los pecados y las faltas cometidas; pero Jesús no quiere que pierda más el tiempo pensando en su pasado._________ 48 9. Las criaturas deben desaparecer a la vista del alma, la cual debe mirar solo a Jesús y obrar solo con Jesús y por Jesús __________________ 51 10. La criatura debe morir así misma para vivir solo en Jesús: Necesidad del espíritu de mortificación y de la Caridad. ___________________ 54 1 Divina Voluntad Volumen 1 11. El alma debe, como primera cosa, hacer morir en todo y para todo la propia voluntad, mortificándola constantemente en todo. ________ 57 12. Jesús quiere que el alma se enamore del padecimiento por su Amor: Por eso la lleva a sumergirse en el mar sin límites de su Pasión. La primera visión de Jesús doliente. _____________________________ 67 13. Jesús quiere que el alma toque con la mano la propia nada y se disponga a la más profunda humildad: y por eso la priva de todo consuelo y gracia sensible, ocultándose a ella. __________________ 73 14. El alma experimenta que no es capaz de nada sin Jesús, y que todo lo debe a Él. Jesús, el verdadero Director Espiritual, la instruye sobre el modo de comportarse en el estado de oscuridad y abandono, en la oración, en la comunión y en las visitas a Jesús Sacramentado. ____ 78 15. Jesús solicita al alma, para enriquecerla y embellecerla más y unirla más íntimamente a Sí, sostener una terrible lucha contra los demonios. _______________________________________________ 90 16. Luisa supera una terrible prueba, luchando contra los demonios. ___ 99 17. Luisa ve a Jesús doliente una segunda vez y acepta el estado de Víctima _________________________________________________ 117 18. La Víctima comienza a hacer su función, tomando parte en las penas de Jesús, coronado de espinas, para reparar por los pecados, especialmente de soberbia. Comienza para Luisa el ayuno. ______ 125 19. Sufrimientos de parte de la familia. Sumo temor y repugnancia de Luisa, de que los demás puedan percatarse de sus sufrimientos y de cuanto le sucedía: pero el Señor hace que lo adviertan. __________ 129 20. La cruz de saber que los propios padecimientos son conocidos por los demás: y ésta fue también una pena de Jesús. _________________ 141 21. Luisa se ve obligada a estar en cama por períodos de tiempo; Se acentúa la posibilidad de comer. Es llamado por primera vez el Confesor, el cual la libera del estado de petrificación. ___________ 146 22. Una nueva cruz durísima para Luisa: la sujeción, como Víctima a la potestad de los Sacerdotes. Sufrimientos penosísimos que tuvo que soportar por parte de ellos. ________________________________ 151 2 Divina Voluntad Volumen 1 23. Luisa se somete, con la Gracia, a las penas y contradicciones que le vienen de los Sacerdotes. Jesús, sirviéndose de la epidemia del cólera, le pone al pie de candil, haciendo pública su condición de Víctima. 159 24. Cambio de Confesor. La primera obediencia que el nuevo Confesor le impuso fue el sujetarse como Víctima a los sufrimientos, solo con su autorización. ____________________________________________ 168 25. Jesús solicita a Luisa ofrecerse como Víctima perpetua, en continuo estado de sufrimiento, para ahorrar a los hombres nuevos merecidos castigos y en especial una guerra y para preparar así la vía a nuevas Gracias de santificación para ella. ___________________________ 176 26. Luisa, de ahora en adelante Víctima perpetua, queda definitivamente en cama, sola y solo para Jesús. _____________________________ 184 27. Jesús llama al alma a una perfecta conformidad con su Voluntad; quiere en ella un absoluto desasimiento de todo y una perfecta pobreza. ________________________________________________ 192 28. Una nueva cruz de Luisa: el devolver siempre todo el alimento y al mismo tiempo el padecimiento del hambre. El Confesor le prohíbe continuar en el estado de Víctima. ___________________________ 197 29. Resistencia de Luisa a Jesús, que la quiere en los padecimientos, porque falta el consentimiento del Confesor: pero finalmente Jesús se impone, comunicándole el estado de sufrimientos y dándole para el Confesor, como prueba de que es su Voluntad, el anuncio de la guerra entre Italia y África. _______________________________________ 203 30. Jesús comienza a preparar a Luisa al desposorio místico que le promete. _______________________________________________ 210 31. Retrato que Luisa hace de la divina belleza de la Humanidad Santísima de Jesús, como se le aparece. _______________________________ 217 32. Por primera vez el alma sale del cuerpo, atraída irresistiblemente por Jesús. Sufrimientos que en este estado comunica Jesús al alma. __ 222 33. Participación que Jesús comunica a Luisa de sus indecibles amarguras y dolores por las diversas clases de pecados con que es ofendido. __ 229 34. Participación que Jesús hace a Luisa de sus inefables dulzuras, asistiendo a escenas llenas de consuelo de los santos Misterios de la Religión. ________________________________________________ 236 3 Divina Voluntad Volumen 1 35. La Santa Misa y sus efectos; en particular la resurrección de los muertos, con sus cuerpos.__________________________________ 238 36. Últimos preparativos para el Desposorio Místico. ______________ 246 37. El Desposorio Místico. _____________________________________ 253 38. Jesús da al alma cuatro reglas de vida. _______________________ 256 39. Impresiones de Luisa después de haber contemplado la Gloria de los Ángeles y Santos en el Cielo. ________________________________ 262 40. Pena y amargura insoportables de Luisa, al tener que vivir todavía en la cárcel del cuerpo, desterrada de la Patria. ___________________ 268 41. Heroísmo de Luisa al aceptar el volver a su cuerpo en la tierra, dejando el Cielo tantas veces. ______________________________________ 271 42. Jesús prepara a Luisa a la renovación del Desposorio Místico, en el Cielo, con la sanción de la Santísima Trinidad; por eso le habla de las tres Virtudes Teologales. La Fe. _____________________________ 278 43. Prosigue sobre las tres Virtudes Teologales. La Esperanza. _______ 285 44. Prosigue sobre las tres Virtudes Teologales. La Caridad. _________ 289 45. Último preparativo al Desposorio: el anonadamiento de sí y el ansia de padecer siempre más. _____________________________________ 294 46. La renovación del Desposorio místico, en el Cielo, en presencia de la Santísima Trinidad. _______________________________________ 296 47. La inhabitación de las Divinas Personas en el alma de la que toman posesión y a la cual se dan en posesión. Entonces fue cuando hicieron a Luisa el DON DEL DIVINO QUERER. _________________________ 299 48. Tercer Desposorio: el Desposorio de la Cruz. ___________________ 306 49. Jesús da a Luisa el verdadero dolor de los pecados. _____________ 313 50. Luisa obtiene con su padecimiento que un hombre muerto no se condene, y no solo esto, sino que siga con vida. ________________ 316 51. Valor de la Cruz. Jesús le renueva a Luisa varias veces la crucifixión. _______________________________________________________ 319 52. Los valores de la Cruz. En lugar de la Cruz que ha tenido hasta ahora, Luisa recibe otra mucho más grande. _________________________ 325 4 Divina Voluntad Volumen 1 53. Nuevas participaciones de Luisa en las penas de la Pasión de Jesús. 331 54. El Juicio de la Cruz.________________________________________ 334 55. Luisa hace la confesión de sus pecados a Jesús. ________________ 339 56. Efectos de la Gracia de la confesión hecha a Jesús, renovada más veces. __________________________________________________ 347 57. Termina la narración. La nueva guerra entre Italia y África. _______ 351 58. Los diversos modos con que Jesús habla a Luisa. _______________ 357 59. Prosigue la Novena del Nacimiento, con la cual empezó el volumen.372 60. 3er. EXCESO DE AMOR El Amor devorador. ______________________________________ 374 61. 4o. EXCESO DE AMOR El Amor obrante, que le renueva a Jesús desde el primer instante de su Vida las penas de su Pasión. ______________________________ 377 62. 5o. EXCESO DE AMOR El Amor abandonado en amarga soledad. ____________________ 381 63. 6o. EXCESO DE AMOR El Amor sofocado y confinado en las tinieblas del pecado y de la ingratitud. ______________________________________________ 386 64. 7o. EXCESO DE AMOR El Amor no correspondido y herido por la ingratitud de las criaturas. _______________________________________________________ 390 65. 8o. EXCESO DE AMOR El Amor mendicante, gimiente y suplicante. __________________ 393 66. 9o. EXCESO DE AMOR El Amor agonizante que quiere ser vencedor. _________________ 398 5 Divina Voluntad Volumen 1 CUADERNO DE “MEMORIAS DE LA INFANCIA”1 J.M.J FIAT Julio, 15-1926 Mi Jesús, Amor mío, Madre mía celestial y Soberana Reina, venid en mi ayuda, tomad en vuestras manos mi pobre corazón; ¿no veis cómo sangra por la dura batalla de tener que comenzar desde el principio, la relación de mi pobre existencia, desde mi infancia?. A cualquier costo quisiera rehuir este dolorosísimo y duro sacrificio, tanto más duro por inesperado; pero una nueva obediencia sale al campo para atormentar mi pobre e insignificante existencia. Jesús y Madre mía, venid en mi ayuda, de lo contrario siento que mi voluntad Pequeña autobiografía de la infancia, que Luisa escribió por imposición de su Confesor D. Benedetto Calvi. 1 6 Divina Voluntad Volumen 1 quisiera salir al campo de nuevo, para tener vida y poder decir un “no” tajante a quien me ordena. Ah, Jesús, ¿permitirás acaso que yo tenga que vérmelas con mi querer, después de tanto tiempo que Tú con tanto celo lo tienes ligado a tus pies como don y triunfo de tu pequeña hija?. Me han obligado a orar para saber de Ti si debo o no hacerlo y Tú en vez de estar conmigo, me has dicho: - “Esto servirá para hacer conocer la tierra que debía iluminar el Sol de mi Voluntad, para formar su Reino”. ¡Ah, Jesús, qué me importa hacer conocer mi pequeña tierra! A Ti debe importarte que se conozca tu Querer, ¿no es verdad, oh Jesús? Pero Jesús ha hecho silencio y ha desaparecido y yo pronuncio con toda la intensa amargura de mi alma “¡FIAT! ¡FIAT! y comienzo. Comienzo, pues, expresando lo que me han dicho, los de mi misma familia. 7 Divina Voluntad Volumen 1 Nací en 1865, el 23 de abril, Domingo in Albis, por la mañana; la misma noche me bautizaron. Decía mi madre que yo nací al revés, pero ella no sufrió nada en el parto, tanto que yo, en los encuentros y circunstancias de mi pobre vida, acostumbraba decir: ¡Nací al revés! ¡Es justo que mi vida sea al revés de la vida de las otras criaturas!2. Así, recuerdo que en mi tierna edad de tres o cuatro años hasta cerca de los diez, era de temperamento asustadizo y era tanto el temor que no podía estar sola ni dar un paso sola; pero la causa de esto era que desde la edad de tres años, en las noches tenía casi siempre sueños de terror. Soñaba en el demonio que me causaba tal miedo que me hacía temblar; muchas veces soñaba que me quería llevar consigo y me arrastraba con fuerza y yo hacía todos los esfuerzos por huir; y en el mismo sueño yo sudaba frío, me escondía, me refugiaba en los brazos de mi mamá; luego en el día me quedaba la impresión de los sueños y un miedo tal como si de todas partes quisiera salir el demonio. Ahora creo que esto me hizo bien, porque desde esa tierna edad yo rezaba muchas “Avemarías” y “Padre nuestros” a todos los Santos 2 Luisa nació en Corato, Provincia de Bari. 8 Divina Voluntad Volumen 1 cuyos nombres conocía, para que me dieran la gracia de no hacerme soñar en el demonio; y si me daban el nombre de otro Santo que yo no conocía, inmediatamente añadía un “Pater”, si era varón; un “Ave” si era mujer, porque decía que si no los honraba a todos, me harían soñar en el demonio. Recuerdo que las siete “Avemarías” a la Madre Dolorosa las rezaba siempre desde esa edad, de modo que tenía una larga serie de “Pater” y “Ave María”; y por eso mientras las otras niñas y mis hermanitas jugaban, yo me quedaba un poco a un lado de ellas o bien junto con ellas porque tenía miedo, pero no tomaba parte en sus juegos inocentes, para rezar mis largas “Ave” y “Pater”… Recuerdo también que alguna vez soñaba en la Virgen que lanzaba de mí al demonio y una vez me dijo: - “Hija mía, llora, que ha muerto mi Hijo”. Yo quedé conmovida y Le compadecía; pero esto me hacía infeliz. Cuando llegué a una edad más capaz en que podía hacer la meditación, leer, no podía apartarme por el miedo y por lo mismo no podía hacer lo que quería. 9 Divina Voluntad Volumen 1 Pues bien, habiéndome hecho hija de María a la edad de once años, un día, mientras quería orar y meditar, me sorprendió el miedo, estaba por huir a donde mi familia, sentí en mi interior una fuerza que me detenía y oí en el fondo de mi alma una voz que me decía: - “¿Por qué temes? ¿Está cerca tu Ángel a tu lado, está Jesús en tu corazón, está la Madre Celestial que te tiene bajo su manto; entonces, por qué tienes temor? ¿Quién es más fuerte: tu Ángel Custodio, tu Jesús, tu Madre Celestial o el enemigo infernal? Por eso no huyas, sino quédate y ora y no tengas miedo”. Esto que escuché en mi interior3 me dio tanta fuerza, valor y firmeza que se alejó el miedo y cada vez que me sentía sorprender por el temor, oía repetirse la misma voz en mi interior y sentía que me llevaba como con la mano mi Ángel, la Soberana Reina y el dulce Jesús; me sentía triunfante en medio de ellos, de modo que adquirí tal valor que me alejó todo el miedo; mucho más Estas “voces” pueden considerarse probablemente como las primeras intervenciones de lo Sobrenatural en la vida de Luisa. 3 10 Divina Voluntad Volumen 1 ya que los sueños miedosos cesaron del todo. Así pude quedarme sola, caminar sola, ir sola al jardín cuando estaba en la granja4, mientras que antes, si iba allá, con solo ver moverse la rama de un árbol, ya huía, porque pensaba que encima estaba el demonio. Recuerdo que un día, evocando el miedo de mi tierna edad y los muchos sueños del enemigo que hacían infeliz mi niñez, decía a Jesús: - “¿Para qué haber pasado, Amor mío, mi edad infantil con tanto miedo, con tantos malos sueños que me hacían temblar, sudar y amargar una edad tan tierna?. Yo no entendía nada, ni creo que el enemigo tuviera ningún propósito, en una edad tan tierna”; y Jesús me dijo: - “Hija mía, el enemigo entreveía algo en ti con que Me podrías servir para algún asunto de mi grande Gloria, con lo que él debía recibir una gran derrota jamás sentida; tanto más cuanto que veía que, por mucho que se esforzaba, no podía hacer entrar en ti ningún afecto o pensamiento menos puro, porque yo le tenía cerradas las puertas y él no sabía por dónde entrar; viendo esto se enfurecía y La granja de la familia: una posesión agrícola a unos 27 Km. De Corato, llamada “Torre Desesperada”, en la región de Murgia. 4 11 Divina Voluntad Volumen 1 trataba de aterrorizarte, sin poder otra cosa, con sueños espantables y de miedo. Tanto más que al no saber la causa de mis grades designios sobre ti, que debían servir a la destrucción de su reino, se ponía muy atento para indagar esa causa, con la esperanza de poder hacerte daño en toda forma”. Nuestro Señor ha sido muy bueno conmigo, dándome padres buenos y que tenían el mayor cuidado de no hacernos oír ni siquiera una palabra de blasfemia o menos honesta5. Me amaban pero con amor digno y serio. Recuerdo que mi padre, siendo niña, nunca me tomó en brazos y que yo no le di besos ni los recibí de él; ni tampoco a mi madre recuerdo haberla besado y ya de grande ella me puso en la cama, por tener que irse a la granja y estar ausente por largos meses; al despedirse hizo ademán de querer besarme y yo, al ver eso, antes que lo hiciera le besé en la mano y ella se abstuvo de hacer ese desahogo materno. El padre de Luisa fue Vito Nicola Piccarreta y la madre Rosa Tarantini, ambos de Corato. Para su matrimonio hubo necesidad de recibir una dispensa, porque tenían cierto grado de parentesco. De su matrimonio tuvieron cuatro hijas: María, Raquel, LUISA y Angela. Esta última vivió siempre con Luisa y no se casaron. Los padres murieron con pocos días de diferencia, en 1907: la mamá el 19 de marzo y el papá como tres semanas después (Vol. VII, 13-III y 9-V-1907). 5 12 Divina Voluntad Volumen 1 Mi padre y mi madre eran ángeles de pureza y de modestia. Fueron generosos con sus dependientes: El dolo, el engaño no tenían un lugar en nuestra casa. Era tanto el cuidado que nunca nos confiaron a personas extrañas, sino siempre con ellos. Yo tengo el presentimiento que el bendito Jesús habrá premiado tanta virtud, dándoles por morada la Patria Celestial. Recuerdo también que yo era de temperamento tímido y si venían a visitarnos algunos parientes u otras personas, yo me escapaba a la parte alta, para no hacerme encontrar o bien me escondía detrás de una cama y oraba y salía cuando me llamaban y me decían que se habían ido; y cuando mi mamá iba a visitar a los parientes y quería llevarme consigo, yo lloraba porque no quería ir: Yo y otra de mis hermanitas como del mismo temperamento, nos contentábamos de quedarnos solas encerradas con llave, antes que salir. Esta timidez no me hacía tomar parte en nada, ni en fiestas, ni en diversiones, aun inocentes, que se acostumbran en las familias; era la sacrificada de la vergüenza y si los míos me obligaban estaba en cruz, porque la vergüenza me hacía extrañas todas las cosas. 13 Divina Voluntad Volumen 1 Pues recordando todo esto, que en algún modo hacía infeliz mi niñez, el dulce Jesús me dijo: - “Hija mía, también la vergüenza con que rodeé tu tierna edad fue uno de los más grandes celos de amor por ti; no quería que en ti entrase nadie, ni el mundo ni las personas; quería hacerte extraña a todos. Quería que no tomaras parte en nada y que nada te diera gusto, porque habiendo determinado desde entonces que debía formar en ti el Reino del FIAT Supremo y debiendo tú tomar parte en las fiestas y en las alegrías que hay en Él, era justo que ninguna otra fiesta te alegrara y así quedas privada de los placeres y diversiones que hay en la tierra. ¿No estás contenta?”. Pero a pesar de que era vergonzosa y tímida, era de temperamento vivaz, alegre; saltaba, corría y hasta hacía impertinencias. Después, a la edad de cerca de doce años, comenzó otro período de mi vida: Comencé a oír la voz interior de Jesús, especialmente en la Comunión. La primera la 14 Divina Voluntad Volumen 1 hice a los nueve años y el mismo día recibí el Sacramento de la Santa Confirmación6. Después no raras veces se hacía sentir en mi interior cuando recibía la Santa Comunión. A veces permanecía horas enteras arrodillada, casi sin movimiento después de la Comunión y oía la voz interior que me reprochaba si no había sido buena, atenta; y si en el curso del día había estado alguna vez distraída, oh, cómo me reprendía y acababa por decirme: - “Y sin embargo Me dices que Me amas; ¿y dónde está este tu amor?”. Yo me sentía morir al oír decir esto y prometía ser más atenta y Jesús añadía: - “Veré, veré si es verdad…; las palabras no Me bastan, sino que quiero los hechos”. La Comunión llegó a ser mi pasión predominante. En ella encontré todos mis afectos. Estaba cierta de oír hablar a Nuestro Fue el Domingo “In Albis” de 1874. Luisa se había preparado desde hacía mucho tiempo; había frecuentado la Iglesia Matriz para aprender mejor las nociones del catecismo y en los exámenes se mostró superior a las de su edad y se le asignó a ella el premio. El Arcipreste, D. Filippo Furio, dirigió a los pequeños que hacían la primera Comunión, palabras cálidas de fe y de amor hacia el Prisionero Eucarístico. La pequeña Luisa lloró de ternura y con gran devoción se acercó por primera vez a recibir a Aquel que debía hacerla su Víctima y Hostia viviente. Había venido de Trani el Arzobispo y aprovechó para impartir la Santa Confirmación, a los que se habían demostrado buenos y preparados. Entre los primeros estuvo Luisa. (De un esbozo de “Biografía” escrito por Mons. D‟Oria, Arcipreste de Corato). 6 15 Divina Voluntad Volumen 1 Señor; y cuánto me costaba estar privada de ella…, por la familia para ir junto con ellos a la granja y tenía que estar largos meses sin Misa y sin Comunión. ¡Cuántas veces rompía en llanto al ver árboles, flores, la Creación toda…! Decía entre mí: - Las obras de Jesús están a mi alrededor; sólo Jesús no está conmigo… ¡Ah, háblame tú, flor, tú, sol, tú, cielo, tú, agua cristalina que corres a nuestro pequeño lago, habladme de Jesús; sois obras de sus manos, dadme noticias de Él…! Y me parecía que todas me hablaran de Él. Toda cosa creada me hablaba de cada cualidad de Jesús y yo con lágrimas, pues no podía recibir Al que todas las cosas amaban y sabían narrar tan bien de la belleza, del amor, de la bondad de Jesús, lloraba y llegaba hasta a enfermarme. También en la meditación escuchaba la voz de Jesús, pero alguna vez me faltaba; en cambio en la Comunión, nunca. Y cuantas veces meditando me quedaba dos o tres horas sin poder apartarme; cuando leía el punto y me detenía, oía 16 Divina Voluntad Volumen 1 en mi interior la voz de Jesús, que tomando la actitud de Maestro me explicaba la meditación. Desde entonces el amable Jesús me daba en mi interior lecciones sobre la Cruz, sobre la mansedumbre, sobre la obediencia, sobre su Vida oculta… A propósito de su Vida oculta, recuerdo que me decía: - “Hija mía, tu vida debe estar entre nosotros en la casa de Nazaret. Si trabajas, si oras, si tomas alimento, si caminas, debes tener una mano en Mí, la otra en nuestra Madre y la mirada en San José, para ver si tus actos corresponden a los nuestros, de modo que puedas decir: Hago primero mi modelo sobre lo que hace Jesús, la Madre Celestial y San José y después lo sigo. Según el modelo que has hecho, quiero Yo ser repetido por ti en mi Vida oculta; quiero encontrar en ti las obras de mi Madre, las de mi amado San José y mis mimas obras”. Yo quedaba confundida y Le decía: - “Mi amado Jesús, yo no sé hacer”. 17 Divina Voluntad Volumen 1 Y Él: - “Hija mía, valor, no te abatas; si no sabes hacer pídeme que Yo te enseñe y en enseguida te enseñaré; te indicaré el modo como hacíamos, mis intenciones, el amor continuo de los tres, pues Yo como mar y ellos como riachuelos estábamos llenos, de modo que uno desbordaba en el otro, tanto que teníamos poco tiempo para hablarnos; estábamos tan absortos en el amor. ¿Ves qué rezagada estás? Tienes mucho que hacer para alcanzarnos; te conviene mucho silencio y atención y Yo no te quiero rezagada, sino en medio de Nosotros”. Así pues, cuando no sabía hacer preguntaba a Jesús y Él me enseñaba en mi interior. Trataba casi siempre, lo más que podía, de apartarme de la familia para estar sola, para mantener el silencio; tomaba mi trabajo y le pedía a mi mamá que me permitiese ir arriba y ella me lo concedía. De modo que mi mente estaba en la casa de Nazaret y miraba ya al uno, ya al otro y me confundía al verlos tan atentos en sus humildes 18 Divina Voluntad Volumen 1 labores, tan absortos en las llamas de amor, pues se elevaban tan alto que sus trabajos quedaban incendiados y transformados en amor; y yo maravillada pensaba entre mí: - Ellos aman tanto ¿y cuál es mi amor? ¿Puedo decir que mis trabajos, mis plegarias, el alimento que tomo, los pasos que doy, son llamas que se alzan al Trono de Dios y forman ríos desbordados en el mar de Jesús? Y viendo que no lo eran quedaba afligida; y Jesús en mi interior me decía: - “¿Qué haces? No te aflijas; poco a poco llegarás. Yo estaré sobre ti y tú sígueme y no temas”. Si yo quisiese referir todo lo que pasé en mi interior durante mi niñez, me alargaría demasiado; tanto más cuanto que en el Primer Volumen escrito por mí, sin precisar la época, antes o después, cuando fui pequeña o cuando fui más grande, hay una alusión al trabajo de la Gracia en el fondo de mi alma, porque se me dijo así: que no importaba que no pusiera el orden en la edad, ni lo que había sido antes ni lo había sido después, con tal que dijera lo que en mí había pasado; tanto más cuanto que después de 19 Divina Voluntad Volumen 1 tantos años me resultaba difícil guardar el orden de lo que había pasado en mi interior. Y ahora, para no caer en repeticiones, paso adelante. Recuerdo que, de chica, tenía una como obsesión de querer hacerme religiosa7 y como acudía a las religiosas para la escuela, sentía por ellas un afecto un poco exagerado y las amaba porque quería ser como una de ellas; pero en mi interior sentía una desaprobación por este afecto y al paso que prometía no amar a nadie más sino a Jesús, recaía de nuevo y Jesús volvía a hacerme amargos reproches. Es el único afecto que recuerdo haber sentido en mi vida de manera especial, ya que después no he sentido amor por nadie. ¡Qué tiranía es un afecto natural y tal vez hasta inocente, para el pobre corazón humano! Lo recuerdo con terror; los reproches interiores me ponían en cruz; me parecía que mi afecto tenía en cruz a Jesús y Jesús en cambio me ponía a mí en cruz y por eso no gozaba de la verdadera paz, porque es propio de la naturaleza humana hacer la guerra a un pobre corazón. Tener paz y amar a las personas de manera especial es algo que no existe en el mundo y si existe significa no tener conciencia, aunque fuere con un fin santo o indiferente. Luisa estaba entre los 11 o 12 años; hizo solo el primero y segundo año de la escuela primaria, con las Hermanas de la Inmaculada Concepción (llamadas “d‟Ivrea”). 7 20 Divina Voluntad Volumen 1 Pero el bendito Jesús puso fin a esto inmediatamente y he aquí cómo. Una mañana pedí a mi mamá que me mandara a hacer una visita a la Superiora y lo obtuve con dificultad y sacrificio. Al entrar pedí que hicieran salir a la Superiora y se me respondió que estaba ocupada y no podía salir; al oír esto yo quedé como herida. Fui a la iglesia a desahogar mi pena con Jesús y Él tomó de esto ocasión para hacerme poner punto final. Me habló de su amor y de la inconstancia del amor de las criaturas y como quería que acabara absolutamente con esto, me dijo que: - “Cuando un corazón no está vacío, Yo lo rechazo y no puedo comenzar la obra que he dispuesto hacer en el fondo del alma”… ¿Quién puede referir todo lo que me dijo en mi interior? Recuerdo que di el asunto por terminado y mi corazón quedó imperturbable, sin saber ya amar a nadie. Después rogaba siempre a Jesús que me permitiese llegar a ser religiosa y cuando Lo sentía en mi interior le preguntaba muchas veces 21 Divina Voluntad Volumen 1 si llegaría a realizarse mi vocación religiosa y Jesús me aseguraba diciéndome: - “Sí, te daré este gusto; verás que has de ser religiosa”. Yo quedaba muy contenta al oír lo que Jesús me aseguraba y trataba de disponer a la familia para obtener el consentimiento, la cual era contraria, especialmente la mamá; hasta llegaba a llorar y me decía que me daría gusto si quisiera hacerme religiosa de clausura, pero nunca consentiría en que fuera de las religiosas de vida activa. Yo empero, a decir verdad, quería hacerme religiosa de vida activa, porque las que conocía habían sido mis maestras8, pero sobrevino mi larga enfermedad9 y puso fin a mi vocación; muchas veces me lamentaba, con Jesús y Le decía: - “Sin embargo me decías una mentira, hacías burla de mí, prometiéndome que llegaría a hacerme religiosa”. Tuvo un nuevo desengaño de estas religiosas; después se dirigió a Trani, con el propósito de pedir la admisiónen las Clarisas del monasterio de San Juan (de clausura). No fue aceptada, porque su madre habló de su precaria salud física. Luisa tenía como 14 años. 8 Nada supieron decir nunca los médicos de lo que Luisa llama “enfermedad”…, que la tuvo por 64 años enteros en cama, hasta su muerte. 9 22 Divina Voluntad Volumen 1 Y Jesús muchas veces me aseguró que me decía la verdad, afirmándome: - “Yo no sé engañar ni me sé burlar; la llamada que Yo te hacía era más especial: ¿Quién es aquella que haciéndose monja, aun en la vida religiosa más rigurosa, no puede caminar, ni tomar aire, ni gozar de nada? Y ¿Cuántas veces en la vida religiosa, hacen que entre el pequeño mundo y se divierten magníficamente, mientras que a Mí me dejan a un lado…? Ah, hija mía, cuando Yo llamo a un cierto estado de vida, Yo sé cómo realizar mi llamada. El sitio es para Mí indiferente10, el hábito religioso para Mí no cuenta, cuando en la sustancia del alma, está lo que debería estar si hubiera entrado en la vida religiosa; y por eso te digo que eres y serás la verdadera monjita de mi Corazón”. Ya sea en Corato, ya en otra parte, se puede vivir en el Divino Querer en todas partes; pero se debe vivir como vivió Luisa. “Créeme, mujer, que es llegada la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén, adoraréis al Padre… Ya llega la hora y es ésta, cuando los verdaders adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad, pues tales son los adoradores que el Padre busca. Dios es espíritu y los que le adoran han de adorarle en Espíritu y en Verdad” (Jn 4, 21, 23-24). 10 23 Divina Voluntad Volumen 1 EL REINO DEL “FIAT” EN MEDIO DE LAS CRIATURAS – LIBRO DE CIELO – LA LLAMADA A LA CRIATURA AL ORDEN, A SU PUESTO Y A LA FINALIDAD PARA LA CUAL FUE CREADA POR DIOS VOLUMEN I J. M. J. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Por pura obediencia comienzo a escribir. Tú sabes, oh Señor, el sacrificio que me cuesta hacerlo y que me sometería a mil muertes antes que escribir una sola línea de las cosas que han pasado entre Tú y yo. 24 Divina Voluntad Volumen 1 ¡Oh mi Dios! Mi naturaleza se estremece, se siente aplastada y casi deshecha al sólo pensarlo. ¡Ah, dame la fuerza, oh Vida de mi vida, a fin de que pueda cumplir la santa obediencia! Tú, que diste la inspiración al confesor, dame la gracia de poder cumplir lo que me es mandado. ¡Oh Jesús, oh Esposo, oh fortaleza mía! A Ti me dirijo, a Ti vengo, en tus brazos me introduzco, me abandono, me reposo. ¡Ah, consuélame en mi aflicción y no me dejes sola y abandonada! Sin tu ayuda estoy cierta que no tendré fuerza de cumplir esta obediencia que tanto me cuesta, me vencerá el enemigo y temo ser repudiada justamente por Ti por mi desobediencia. ¡Ah! Mírame y vuelve a mirarme, oh Esposo santo en estos tus brazos, mira de cuántas tinieblas estoy circundada, son tan densas que no dejan entrar ni siquiera un átomo de luz en mi alma. 25 Divina Voluntad Volumen 1 ¡Oh! mi místico Sol Jesús, resplandezca esta luz en mi mente a fin de que haga huir las tinieblas y pueda libremente recordar las gracias que has hecho a mi alma. ¡Oh! Sol eterno, manda otro rayo de luz a lo íntimo de mi corazón y lo purifique del fango en el cual yace, lo incendie, lo consuma en tu Amor, a fin de que él, que más que todo ha probado las dulzuras de tu Amor, pueda claramente manifestarlas a quien está obligado. ¡Oh! mi Sol Jesús, manda otro rayo de luz aun sobre mis labios para que pueda decir la pura verdad, con la única finalidad de conocer si eres verdaderamente Tú, o bien ilusión del enemigo, pero, ¡oh! Jesús, cuán escasa de luz me veo aun en estos brazos tuyos. ¡Ah! conténtame, Tú que tanto me amas continúa mandándome luz. ¡Oh! mi Sol, mi bello, propiamente quiero entrar en el centro a fin de quedar toda. Todos los libros presentados en la obra “Libro de Cielo” han sido traducidos directamente del original manuscrito de Luisa Piccarreta. En este 26 Divina Voluntad Volumen 1 primer volumen presentamos los primeros cuatro libros escritos por Luisa. El día 28 de Febrero de 1899, ella recibe la orden de su confesor, Don Gennaro Di Gennaro de comenzar a escribir conforme Jesús le habla, y además, escribir todo lo que había pasado entre ellos hasta ese momento, así que el libro N° 1 es el único que no fue escrito conforme Nuestro Señor le hablaba. Aunque es en forma continua, se distinguen varios temas muy bien definidos, pero no queremos marcarlos para no alterar la forma como lo escribió. Al inicio de este volumen se encuentran las dos primeras meditaciones de la novena de navidad, las siete restantes se encuentran al final; por lo dicho anteriormente queremos dejar el orden que ella usó al escribir dicho volumen, por lo que aparentemente queda inconclusa, pero al final se encuentran las meditaciones que faltan. Además, esta novena se pone completa al final del volumen. Abismada en esta luz purísima. Haz, oh Sol divino, que esta luz me preceda delante, me siga junto, me circunde por doquier, se introduzca en los más íntimos escondites de mi interior, a fin de 27 Divina Voluntad Volumen 1 que consumiendo mi ser terreno, lo transformes todo en tu Ser Divino. Virgen Santísima, Madre amable, ven en mi auxilio, obtenme de tu, y mi dulce Jesús, gracia y fuerza para cumplir esta obediencia. San José, amado protector mío, asísteme en esta circunstancia. Arcángel San Miguel, defiéndeme del enemigo infernal que tantos obstáculos me pone en la mente para hacerme faltar a esta obediencia. Arcángel San Rafael y tú, mi ángel custodio, vengan a asistirme y a acompañarme, a dirigir mi mano a fin de que pueda escribir sólo la verdad. Sea todo para honor y gloria de Dios, y a mí toda la confusión. ¡Oh, Esposo santo, ven en mi ayuda! Al considerar las tantas gracias que has hecho a mi alma me siento toda espantada, toda llena de confusión y vergüenza al verme aún tan mala e incorrespondente a tus gracias. Pero mi amable y dulce Jesús, perdóname, no te retires de mí, continúa derramando en mí tu Gracia, a 28 Divina Voluntad Volumen 1 fin de que puedas hacer de mí un triunfo de tu Misericordia. Jesús, Jesús, Jesús 29 Divina Voluntad Volumen 1 1. Comienzo de la narración: Novena de preparación a la Navidad Y ahora comienzo - Novena de la Santa Navidad. A la edad de diecisiete años me preparé a la fiesta de la Santa Navidad practicando diferentes actos de virtud y mortificación, honrando especialmente los nueve meses que Jesús estuvo en el seno materno con nueve horas de meditación al día, referentes siempre al misterio de la Encarnación. María, María, María 30 Divina Voluntad Volumen 1 2. 1er. EXCESO DE AMOR Jesús en el Seno del Padre. El Decreto eterno de la Encarnación. Como por ejemplo, en una hora me ponía con el pensamiento en el paraíso y me imaginaba a la Santísima Trinidad: Al Padre que mandaba al Hijo a la tierra, al Hijo que prontamente obedecía al Querer del Padre, y al Espíritu Santo que consentía en ello. Mi mente se confundía tanto al contemplar un misterio tan grande, un amor tan recíproco, tan igual, tan fuerte entre Ellos y hacia los hombres, y en la ingratitud de estos, especialmente la mía, que en esto me habría quedado no una hora sino todo el día, pero una voz interna me decía: 31 Divina Voluntad Volumen 1 “Basta, ven y mira otros excesos más grandes de mi Amor.” Luisa, Luisa, Luisa 32 Divina Voluntad Volumen 1 3. 2º. EXCESO DE AMOR Jesús en el seno de su Madre Santísima. El Amor lo reduce a la estrechez y a la inmovilidad. Entonces mi mente se ponía en el seno materno y quedaba estupefacta al considerar a aquel Dios tan grande en el Cielo y ahora tan humillado, empequeñecido, restringido, que casi no podía moverse, ni siquiera respirar. La voz interior me decía: “¿Ves cuánto te he amado? ¡Ah! dame un lugar en tu corazón, quita todo lo que no es mío, porque así me darás más facilidad para poderme mover y respirar en tu corazón.” Mi corazón se deshacía, le pedía perdón, prometía ser toda suya, me desahogaba en llanto, sin embargo, lo digo para mi confusión, volvía a 33 Divina Voluntad Volumen 1 mis habituales defectos. ¡Oh! Jesús, cuán bueno has sido con esta miserable criatura. Jesús, Jesús, Jesús 34 Divina Voluntad Volumen 1 4. Conclusión de la Novena11 Y así pasaba la segunda hora del día, y después, poco a poco el resto, que decirlo todo sería aburrir. Y esto lo hacía a veces de rodillas y cuando era impedida a hacerlo por la familia, lo hacía aun trabajando, porque la voz interna no me daba ni tregua ni paz si no hacía lo que quería, así que el trabajo no me era impedimento para hacer lo que debía hacer. Así pasé los días de la novena; cuando llegó la víspera me sentía más que nunca encendida por un insólito fervor, estaba sola en la recámara cuando se me presenta delante el niño Jesús, todo bello, sí, pero titiritando, en actitud de quererme abrazar, yo me levanté y corrí para abrazarlo, pero en el momento en que iba a estrecharlo desapareció, esto se repitió tres veces. Quedé tan conmovida y encendida de amor, que no sé explicarlo; pero después de algún tiempo no lo tomé más en cuenta y no se lo dije a nadie; de vez en cuando caía en las Las últimas siete horas de la Novena las puso Luisa por obediencia al final de este primer volumen. 11 35 Divina Voluntad Volumen 1 acostumbradas faltas. La voz interna no me dejó nunca más, en cada cosa me reprendía, me corregía, me animaba, en una palabra, el Señor hizo conmigo como un buen padre con un hijo que tiende a desviarse, y él usa todas las diligencias, los cuidados para mantenerlo en el recto camino, de modo de formar de él su honor, su gloria, su corona. Pero, ¡oh! Señor, demasiado ingrata te he sido. María, María, María 36 Divina Voluntad Volumen 1 5. Jesús empieza su obra en el alma: la sustrae y la aparta del mundo exterior. Después el divino Maestro da principio, pone su mano para desapegar mi corazón de todas las criaturas y con voz interior me decía: “Yo soy el único que merece ser amado; mira, si tú no quitas este pequeño mundo que te rodea, esto es, pensamientos de criaturas, imaginaciones, Yo no puedo entrar libremente en tu corazón, este murmullo en tu mente sirve de impedimento para dejarte oír más clara mi voz, para derramar mis gracias y para hacerte enamorar verdaderamente de Mí. Prométeme ser toda mía y Yo mismo pondré manos a la obra; tú tienes razón en que no puedes nada, no temas, Yo haré todo, dame tu voluntad y eso me basta.” Y esto sucedía más frecuentemente en la comunión, entonces le prometía ser toda suya y le pedía perdón por que hasta aquel momento no lo había sido, le decía que verdaderamente lo quería amar y le rogaba que no me dejase nunca más sola sin Él. Y la voz continuaba: 37 Divina Voluntad Volumen 1 “No, no, vendré junto contigo a observar y dirigir todas tus acciones, movimientos y deseos de tu corazón.” 12 Todo el día lo sentía sobre de mí, me reprendía de todo, como por ejemplo si me entretenía demasiado platicando con la familia de cosas indiferentes, no necesarias, la voz interna me decía: “Estas pláticas te llenan la mente de cosas que no me pertenecen a Mí, te circundan el corazón de polvo, de modo que te hace sentir débil mi Gracia, no más viva. ¡Ah! imítame a Mí; cuando estaba en la casa de Nazaret mi mente no se ocupaba de otra cosa que de la gloria del Padre y de la salvación de las almas; mi boca no decía otra cosa que discursos santos, con mis palabras buscaba reparar las ofensas al Padre, trataba de asaetear los corazones y atraerlos a mi amor, y primariamente a mi Madre y a San José, en una palabra, todo nombraba a Dios, todo se obraba por Dios y todo a Él se refería. ¿Por qué no podrías hacer tú otro tanto?” Luisa tenía cerca de 12 años; la narración de ahora en adelante prosigue con orden. 12 38 Divina Voluntad Volumen 1 Yo quedaba muda, toda confundida, trataba por cuanto más podía de estarme sola, le confesaba mi debilidad, le pedía ayuda y gracia para poder hacer lo que Él quería, porque por mí sola no sabía hacer otra cosa que mal. Si durante el día mi mente se ocupaba en pensar en personas a las cuales yo quería, enseguida me reprendía diciéndome: “¿Esto es lo bien que me quieres? ¿Quién te ha amado como Yo? Mira, si tú no terminas con esto Yo te dejo.” A veces me sentía dar tales y tantos reproches amargos, que no hacía otra cosa que llorar. Especialmente una mañana, después de la comunión me dio una luz tan clara sobre el gran amor que Él me daba y sobre la volubilidad e inconstancia de las criaturas, que mi corazón quedó tan convencido, que de ahí en adelante ya no ha sido capaz de amar a ninguna persona. Me enseñó el modo de como amar a las personas sin separarme de Él, esto es, con mirar a las criaturas como imagen de Dios, de modo que si recibía el bien de las criaturas, debía pensar que sólo Dios era el primer autor de aquél 39 Divina Voluntad Volumen 1 bien y que se había servido de la criatura para dármelo, entonces mi corazón se unía más a Dios; si recibía mortificaciones debía mirarlas también como instrumentos en las manos de Dios para mi santificación, por esto mi corazón no quedaba resentido con mi prójimo. Entonces, por este modo sucedía que yo miraba a las criaturas todas en Dios, por cualquier falta que viera en ellas jamás les perdía la estima, si se burlaban de mí me sentía obligada con ellas pensando que me hacían hacer nuevas adquisiciones para mi alma; si me alababan, recibía con desprecio estas alabanzas diciendo: “Hoy esto, mañana pueden odiarme, pensando en su inconstancia.” En suma, mi corazón adquirió una libertad que yo misma no sé explicar. Luisa, Luisa, Luisa 40 Divina Voluntad Volumen 1 6. Jesús prosigue su obra en el alma: La aparta de sí misma, purificando todo el interior de su corazón Cuando el divino Maestro me liberó del mundo externo, entonces puso mano a purificar el interior, y con voz interna me decía: “Ahora hemos quedado solos, no hay ya quien nos disturbe, ¿no estás ahora más contenta que antes que debías contentar a tantos y tantos? Mira, es más fácil contentar a uno solo, debes hacer de cuenta que Yo y tú estamos solos en el mundo, prométeme ser fiel y Yo verteré en ti tales y tantas gracias, que tú misma quedarás maravillada.” Luego continuó diciéndome: “Sobre ti he hecho grandes designios, siempre y cuando tú me correspondas, quiero hacer de ti una perfecta imagen mía, comenzando desde que nací hasta que morí; 41 Divina Voluntad Volumen 1 Yo mismo te enseñaré un poco cada vez el modo como lo harás.” Y sucedía así: Cada mañana, después de la comunión me decía lo que debía hacer en el día. Lo diré todo brevemente, porque después de tanto tiempo es imposible poder decirlo todo. No recuerdo bien, pero me parece que la primera cosa que me decía que era necesaria para purificar el interior de mi corazón, era el aniquilamiento de mí misma, esto es, la humildad. Y continuaba diciéndome: “Mira, para hacer que Yo derrame mis gracias en tu corazón, quiero hacerte comprender que por ti nada puedes, Yo me cuido muy bien de aquellas almas que se atribuyen a ellas mismas lo que hacen, queriéndome hacer tantos hurtos de mis gracias; en cambio con aquellas que se conocen a sí mismas Yo soy generoso en verter a torrentes mis gracias, sabiendo muy bien que nada refieren a ellas mismas, me agradecen y tienen la estima que conviene, viven con continuo temor de que si no me corresponden puedo quitarles lo que les he dado, sabiendo que no es cosa de ellas; todo lo 42 Divina Voluntad Volumen 1 contrario en los corazones que apestan de soberbia, ni siquiera puedo entrar en su corazón, porque inflado de ellos mismos no hay lugar donde poderme poner, las miserables no toman en cuenta mis gracias y van de caída en caída hasta la ruina. Por eso quiero que en este día hagas continuos actos de humildad, quiero que tú estés como un niño envuelto en pañales, que no puede mover ni un pie para dar un paso, ni una mano para obrar, sino que todo lo espera de la madre, así tú te estarás junto a Mí como un niño, rogándome siempre que te asista, que te ayude, confesándome siempre tu nada, en suma, esperando todo de Mí.” Entonces buscaba hacer cuanto más podía para contentarlo, me empequeñecía, me aniquilaba y a veces llegaba a tanto, de sentir casi deshecho mi ser, de modo que no podía obrar, ni dar un paso, ni siquiera un respiro si Él no me sostenía. 43 Divina Voluntad Volumen 1 Jesús, Jesús, Jesús 44 Divina Voluntad Volumen 1 7. Jesús conduce al alma a la verdad de su nada. Además me veía tan mala que tenía vergüenza de dejarme ver por las personas, sabiendo que soy la más fea, como en realidad lo soy aún, así que por cuanto más podía las rehuía y decía entre mí: “¡Oh, si supieran cómo soy mala, y si pudieran ver las gracias que el Señor me está haciendo (porque yo no decía nada a nadie) y, que yo soy siempre la misma, oh, cómo me tendrían horror!” Después, en la mañana cuando iba de nuevo a comulgar, me parecía que al venir Jesús a mí hacía fiesta por el contento que sentía al verme tan aniquilada; me decía otras cosas sobre el aniquilamiento de mí misma, pero siempre de manera diferente a la anterior. Yo creo que no una, sino cientos de veces me ha hablado, y si me hubiera hablado miles de veces tendría siempre nuevos modos para hablar sobre la misma virtud. 45 Divina Voluntad Volumen 1 ¡Oh! mi divino maestro, cuán sabio eres, si al menos te hubiera correspondido cuan ingrata he sido. Pero confieso que mi mente ha tratado siempre de captar la verdad, como la voluntad de practicarla, cuando Jesús me ha hablado pero que luego he perdido mucho, ya la una como la otra y no he podido llevar a cabo hasta el término cuanto Jesús me pedía; por esto me humillaba cada vez más, confesando mi incapacidad y prometiendo luego más atención y buena voluntad, pero con todo, si no era ayudada por Jesús no lograba hacer el bien con la perfección que él quería. Y precisamente por esto él me ha dicho muchas veces: “Si tú hubieras sido más humilde y hubieras estado más cerca de mí, no habrías hecho tan mal aquella obra, pero como a veces has pensado principiarla, proseguirla y terminarla sin mí, te da resultado, si bien con todo tu disgusto, no conforme a mi querer. Por eso invócame al comienzo de toda acción que emprendas tenme siempre presente para hacerla conmigo, y así se llevará a perfecto cumplimiento; sepas que haciendo siempre así adquirirás la más profunda 46 Divina Voluntad Volumen 1 humildad; de lo contrario volverá a entrar en ti la soberbia y esta sofocará el germen plantado en ti por la hermosa virtud de la humildad”. Con estas palabras, me dio tanta luz de gracia que me hizo comprender cuán feo es el pecado de la soberbia, que es la mayor ofensa que se le puede hacer y la más horrenda ingratitud, porque enceguece de tal manera al alma que la hace caer en la más enorme impiedad causando así su total ruina. María, María, María 47 Divina Voluntad Volumen 1 8. El alma se duele de los pecados y las faltas cometidas; pero Jesús no quiere que pierda más el tiempo pensando en su pasado. Me hizo entender como era feo el pecado, la afrenta que este miserable gusano había hecho a Jesucristo, la ingratitud horrenda, la impiedad enorme, el daño que le había venido a mi alma. Quedé tan espantada que no sabía qué hacer para reparar, hacía algunas mortificaciones, pedía otras al confesor, pero pocas me eran concedidas, así que todas me parecían sombras y no hacía otra cosa que pensar en mis pecados, pero siempre más estrechada a Él. Tenía tal temor de alejarme de Él y de actuar peor que antes, que yo misma no sé explicarlo. No hacía otra cosa cuando me encontraba con Él que decirle la pena que sentía por haberlo ofendido, le pedía siempre perdón, le agradecía porque había sido tan bueno conmigo y le decía de corazón: “Mira, ¡oh! Señor el tiempo que he perdido, mientras que habría podido amarte.” Entonces no sabía decir otra cosa que el grave mal que había 48 Divina Voluntad Volumen 1 hecho; finalmente, un día reprendiéndome me dijo: “No quiero que pienses más en el pasado, porque cuando un alma se ha humillado, convencida de haber hecho mal y ha lavado su alma en el sacramento de la confesión y está dispuesta a morir antes que ofenderme, el pensar en ello es una afrenta a mi Misericordia, es un impedimento para estrecharla a mi Amor, porque siempre busca con su mente envolverse en el fango pasado y me impide hacerle tomar el vuelo hacia el Cielo, porque siempre con aquellas ideas se encierra en sí misma, si es que busca pensar en ellas; y además, mira, Yo no recuerdo ya nada, lo he olvidado perfectamente, ¿ves tú alguna sombra de rencor de parte mía?” Y yo le decía: “No, Señor, eres tan bueno.” Pero sentía rompérseme el corazón de ternura. Y Él: “Y bien, ¿querrás mantener delante estas cosas?” Y yo: 49 Divina Voluntad Volumen 1 “No, no, no quiero.” Y Él: “Pues bien, hija mía ¿Por qué quieres volverte todavía al pasado? Cuánto mejor sería que pensáramos en amarnos recíprocamente. Por eso, trata de ahora en delante de contentarme y estarás siempre en paz”. Luisa, Luisa, Luisa 50 Divina Voluntad Volumen 1 9. Las criaturas deben desaparecer a la vista del alma, la cual debe mirar solo a Jesús y obrar solo con Jesús y por Jesús De ahí en adelante no pensé más en eso, hacía cuanto más podía por contentarlo y le pedía que Él mismo me enseñase el modo como debía hacer para reparar el tiempo pasado. Y Él me decía: “Estoy pronto a hacer lo que tú quieres. Mira, la primera cosa que te dije que quería de ti era la imitación de mi Vida, así que veamos qué cosa te falta.” Y yo: “Señor”, le decía, “me falta todo, no tengo nada.” Y Él: “Y bien”, me decía, “no temas, poco a poco haremos todo. Yo mismo conozco cuán débil eres, pero es de Mí que debes tomar fuerza.” 51 Divina Voluntad Volumen 1 (No lo recuerdo en orden, pero como pueda lo diré) Y agregaba: “Quiero que seas siempre recta en tu obrar, con un ojo me debes mirar a Mí y con el otro debes mirar lo que estás haciendo; quiero que las criaturas te desaparezcan del todo. Si te vienen dadas ordenes, no mires a las personas, no, sino debes pensar que Yo mismo quiero que tú hagas lo que te es ordenado, entonces con el ojo fijo en Mí no juzgarás a ninguno, no mirarás si la cosa te es penosa o te gusta, si puedes o no puedes hacerla; cerrando los ojos a todo esto los abrirás para mirarme sólo a Mí, me llevarás junto a ti pensando que te estoy mirando fijamente y me dirás: “Señor, sólo por Ti lo hago, sólo por Ti quiero obrar, no más esclava de las criaturas.” Así que si caminas, si obras, si hablas, en cualquier cosa que hagas, tu único fin debe ser de agradarme sólo a Mí. ¡Oh! cuántos defectos evitarás si haces así.” Otras veces me decía: “También quiero que si las personas te mortifican, te injurian, te contradicen, la 52 Divina Voluntad Volumen 1 mirada también fija en Mí, pensando que con mi misma boca te digo: “Hija, soy propiamente Yo que quiero que sufras esto, no las criaturas, aleja la mirada de ellas, sino sólo Yo y tú siempre, todas las demás destrúyelas. Mira, quiero hacerte bella por medio de estos sufrimientos, te quiero enriquecer con méritos, quiero trabajar tu alma, volverte similar a Mí. Tú me harás un regalo, me agradecerás afectuosamente, serás agradecida con aquellas personas que te dan ocasión de sufrir, recompensándolas con algún beneficio”. Haciendo así caminarás recta ante Mí, ninguna cosa te dará más inquietud y gozarás siempre paz.” Jesús, Jesús, Jesús 53 Divina Voluntad Volumen 1 10. La criatura debe morir a sí misma para vivir solo en Jesús: Necesidad del espíritu de mortificación y de la Caridad. Después de algún tiempo en que traté de ejercitarme en estas cosas, a veces haciendo y a veces cayendo (si bien veo claro que aun me falta este espíritu de rectitud y siempre quedo más confundida pensando en tanta ingratitud mía), Jesús me habló y me hizo entender la necesidad del espíritu de mortificación, (si bien me recuerdo que en todas estas cosas que me decía, me agregaba siempre que todo debía ser hecho por amor suyo, y que las virtudes más bellas, los sacrificios más grandes, se volvían insípidos si no tenían principio en el amor). La Caridad, me decía: “Es una virtud que da vida y esplendor a todas las demás, de modo que sin ella todas están muertas y mis ojos no sienten ningún atractivo y no tienen ninguna fuerza sobre mi corazón; estate pues atenta y haz que tus obras, aun las mínimas estén investidas por la Caridad, esto es, en Mí, conmigo y por Mí”. 54 Divina Voluntad Ahora vayamos mortificación. Volumen 1 directamente a la “Quiero”, me decía, “que en todas tus cosas, hasta las necesarias sean hechas con espíritu de sacrificio. Mira, tus obras no pueden ser reconocidas por Mí como mías si no tienen la marca de la mortificación, así como la moneda no es reconocida por los pueblos si no contiene en sí misma la imagen de su rey, es más, es despreciada y no tomada en cuenta, así es de tus obras, si no tienen el injerto con mi cruz no pueden tener ningún valor. Mira, ahora no se trata de destruir a las criaturas, sino a ti misma, de hacerte morir para vivir solamente en Mí y de mi misma Vida. Es verdad que te costará más que lo que has hecho, pero ten valor, no temas, no lo harás tú sino Yo que obraré en ti”. Entonces recibía otras luces aniquilación de mí misma y me decía: sobre la “Tú no eres otra cosa que una sombra, que pasa rápidamente, la cual, mientras quieres tomarla te huye. Por eso si quieres llegar a hacer en mí algo grande, estímate siempre 55 Divina Voluntad Volumen 1 nada; complaciéndome en tu verdadera humillación, derramaré en ti mi Todo” Yo me sentía tan aniquilada que habría querido esconderme en los más profundos abismos, pero me veía imposibilitada para hacerlo, sentía tal vergüenza que quedaba muda. Mientras estaba en este reconocimiento de mi nada, Él me decía: “Ponte junto a Mí, apóyate en mi brazo, Yo te sostendré con mis manos y tú recibirás fuerza. Tú estás ciega, pero mi luz te servirá de guía. Mira, me pondré delante y tú no harás otra cosa que mirarme para imitarme.” María, María, María 56 Divina Voluntad Volumen 1 11. El alma debe, como primera cosa, hacer morir en todo y para todo la propia voluntad, mortificándola constantemente en todo. Siendo Dios sumamente perfecto en Sí mismo, no puede en absoluto, saliendo fuera de Sí aspirar a que su obra no tienda siempre a la máxima perfección. Ahora bien, si todo lo que ha sido creado por Dios apunta a esto y no puede naturalmente dejar de tender a su mejoramiento, mucho más la criatura dotada de inteligencia y voluntad, no debe nunca dar poca importancia a su perfección, si ansía que Dios tenga que encontrar en ella su complacencia. Esta criatura, formada por Dios a su imagen y semejanza, puede verdaderamente alcanzar la máxima perfección requerida por Dios, si está en todo en uniformidad con la voluntad de Dios y corresponde a las gracias otorgadas por Él. Ahora bien, si el Señor está cerca de mí, si quiere que me apoye en su brazo, si con todo su atractivo me insta arrojarme en sus paternos brazos y quiere que de Él deba obtener toda la fuerza para el bien obrar, ¿No sería yo necia e 57 Divina Voluntad insensata si rehusara esta gracia correspondiera a su santo Querer?. Volumen 1 y no Por eso yo, más que toda otra criatura, me siento en el deber de seguir siempre a mi amable Jesús, que me dice: “Por ti misma, eres verdaderamente ciega, pero no temas; mi luz más que nunca será tu guía, más aún, Yo mismo estaré en ti y contigo obrando cosas maravillosas; entonces sígueme en todo y verás. Por ahora me pongo delante de ti como espejo y tú no harás más que mirarme para imitarme, pero no pierdas de vista mi Persona. La primera cosa que quiero que mortifiques es tu voluntad, aquel “yo” se debe destruir en ti, quiero que la tengas sacrificada como víctima ante Mí para hacer que de tu voluntad y de la mía se forme una sola. ¿No estás contenta con esto? Prepárate, pues, a las contradicciones que te sean dadas por Mí mismo y por las criaturas”. 58 Divina Voluntad Volumen 1 Sí Señor, pero dame la Gracia, porque veo que por mí nada puedo. Y Él continuaba diciéndome: “Sí, Yo mismo te contradiré en todo, y a veces por medio de las criaturas”. Y sucedía así, por ejemplo: Si en la mañana me despertaba y no me levantaba en seguida, la voz interna me decía: “Tú descansas, y Yo no tuve otro lecho que la cruz, pronto, pronto, no tanta satisfacción”. Si caminaba y mi vista se iba un poco lejos, pronto me reprendía: “No quiero, tu vista no la alejes de ti más allá que la distancia de un paso a otro, para hacer que no tropieces”. Si me encontraba en el campo y veía flores, árboles, me decía: “Yo todo lo he creado por amor tuyo, tú priva a tu vista de este contento por amor mío”. 59 Divina Voluntad Volumen 1 Aun en las cosas más inocentes y santas, como por ejemplo los ornamentos de los altares, las procesiones, me decía: “No debes tomar otro placer que en Mí solo”. Si mientras trabajaba estaba sentada, me decía: “Estás demasiado cómoda, ¿no te acuerdas que mi Vida fue un continuo penar? ¿Y tú? ¿Y tú?”. Enseguida, para contentarlo me sentaba en la mitad de la silla y la otra mitad la dejaba vacía, y algunas veces en broma le decía: “Mira, oh Señor, la mitad de la silla está vacía, ven a sentarte junto a mí.” Alguna vez me parecía que me contentaba, y sentía tanto gusto que yo misma no sé decirlo. Algunas veces que estaba trabajando con lentitud y desganada me decía: 60 Divina Voluntad Volumen 1 “Pronto, apúrate, que el tiempo que ganarás apurándote vendrás a pasarlo junto conmigo en la oración”. A veces Él mismo me indicaba cuánto trabajo debía hacer, y yo le pedía que viniera a ayudarme. “Sí, sí”, me respondía, “lo haremos juntos a fin de que después que hayas terminado quedemos más libres”. Y sucedía que en una hora o dos hacía lo que debía hacer en todo el día, después me iba a hacer oración y me daba tantas luces y me decía tantas cosas, que el querer decirlas sería demasiado largo. Recuerdo que mientras estaba sola trabajando, veía que no alcanzaba el hilo para completar aquel trabajo y que tendría necesidad de ir con la familia para buscarlo, entonces me dirigía a Él y le decía: “En qué aprovecha amado mío el haberme ayudado, pues ahora veo que tengo necesidad de ir a la familia, y puedo encontrar personas y me impedirán venir de nuevo, y entonces nuestra conversación terminará”. 61 Divina Voluntad Volumen 1 “Qué, qué,” me decía, “¿y tú tienes Fe?” “Sí”. “Pues no temas, te haré terminar todo”. Y así sucedía, y luego me ponía a rezar. Y a la hora de la comida, al punto me decía: “Pronto, pronto, no te hagas esperar; quiero que comas por amor a mí y mientras tomas el alimento que se une al cuerpo, me rogarás que una mi amor al tuyo, de modo que mi espíritu venga a unirse a tu alma y toda cosa tuya quedará santificada por mi Amor…”. Si llegaba la hora de la comida y comía alguna cosa agradable, súbito me reprendía internamente diciendo: “¿Tal vez te has olvidado que Yo no tuve otro gusto que sufrir por amor tuyo, y que tú no debes tener otro gusto que el mortificarte por amor mío? Déjalo y come lo que no te agrada.” Y yo en seguida lo tomaba y lo llevaba a la persona que ayudaba en el servicio, o bien decía 62 Divina Voluntad Volumen 1 que ya no quería y muchas veces me la pasaba casi en ayunas, pero cuando iba a la oración recibía tanta fuerza y sentía tal saciedad, que sentía náusea de todo lo demás. Otras veces para contradecirme, si no tenía ganas de comer me decía: “Quiero que comas por amor mío, y mientras el alimento se une al cuerpo, pídeme que mi Amor se una con tu alma y quedarán santificadas todas las cosas.” En una palabra, sin ir más lejos, aun en las cosas más mínimas trataba de hacer morir mi voluntad para hacer que viviera sólo para Él. Permitía que hasta el confesor me contradijera, como por ejemplo: Sentía un gran deseo de recibir la comunión, todo el día y la noche no hacía otra cosa que prepararme, mis ojos no se podían cerrar al sueño por los continuos latidos del corazón y le decía: “Señor, apresúrate porque no puedo estar sin Ti, acelera las horas, haz que surja pronto el sol porque yo no puedo más, mi corazón desfallece por el gran deseo de la Santa Comunión...” 63 Divina Voluntad Volumen 1 Él mismo me hacía ciertas invitaciones amorosas con las que me sentía despedazar el corazón; me decía: “Mira, Yo estoy solo y sufro sin ti; no sientas pena de que no puedes dormir, se trata de hacer compañía a tu Dios, a tu Esposo, a tu Todo que es continuamente ofendido, ¡ah! no me niegues este consuelo con tu amorosa compañía, a fin de que los latidos de tu amor, uniéndose a los míos, vengan a mermar en parte, la amargura que me causan las muchas ofensas que recibo día y noche y Yo no te dejaré sola en tus sufrimientos y aflicciones, sino que te corresponderé con mi compañía.” Mientras estaba con estas disposiciones, por la mañana iba con el confesor y sin saber por qué, la primera cosa que me decía era: “No quiero que recibas la comunión.” Digo la verdad, me resultaba tan amargo que a veces no hacía otra cosa que llorar; al confesor no me atrevía a decirle nada, porque así quería Jesús que hiciera, de otra manera me reprendía, pero yo iba con Él y le decía mi pena: 64 Divina Voluntad Volumen 1 “Ah Bien mío, ¿Para esto la vigilia que hemos hecho esta noche, que después de tanto esperar y desear debía quedar privada de Ti? Sé bien que debo obedecer, pero dime, ¿Puedo estar sin Ti? ¿Quién me dará la fuerza? Y además, ¿Cómo tendré el valor de irme de esta iglesia sin llevarte conmigo? Yo no sé qué hacer, pero Tú puedes remediar todo.” Mientras así me desahogaba sentía venir un fuego junto a mí, entrar una llama en el corazón, y lo sentía dentro de mí, y en seguida me decía: 65 Divina Voluntad Volumen 1 “Cálmate, cálmate, heme aquí, estoy ya en tu corazón, ¿de qué temes ahora? No te aflijas más, Yo mismo te quiero enjugar las lágrimas, tienes razón, tú no podías estar sin Mí, ¿no es verdad?” Yo entonces quedaba tan aniquilada en mí misma por esto, y le decía que si yo fuera buena Él no lo habría dispuesto así, y le pedía que no me dejara más, que sin Él no quería estar. Luisa, Luisa, Luisa 66 Divina Voluntad Volumen 1 12. Jesús quiere que el alma se enamore del padecimiento por su Amor: Por eso la lleva a sumergirse en el mar sin límites de su Pasión. La primera visión de Jesús doliente. Después de estas cosas, un día, después de la comunión lo sentía en mí todo amor, y que me amaba tanto, que yo misma quedaba maravillada, porque me veía tan mala e incorrespondiente, y decía dentro de mí: “Al menos fuera buena y le correspondiera, tengo temor de que me deje (este temor de que me deje lo he tenido siempre y aún lo tengo, y a veces es tanta la pena que siento, que creo que la pena de la muerte sería menor, y si Él mismo no viene a calmarme no sé darme paz) y en cambio quiere estrecharse más íntimamente a mí.” Y mientras así me lo sentía dentro de mí, con voz interna me dijo: 67 Divina Voluntad Volumen 1 “Amada mía, las cosas pasadas no han sido más que un preparativo, ahora quiero venir a los hechos, y para disponer tu corazón para hacer lo que quiero de ti, esto es, la imitación de mi Vida, quiero que te internes en el mar inmenso de mi Pasión, y cuando tú hayas comprendido bien la acerbidad de mis penas, el amor con el que las sufrí, quién soy Yo que tanto sufrí, y quién eres tú, vilísima criatura, ah, tu corazón no osará oponerse a los golpes, a la cruz que Yo, sólo por tu bien le tengo preparada, más bien al sólo pensar que Yo, tu maestro, he sufrido tanto, tus penas te parecerán sombras comparadas con las mías, el sufrir te será dulce y llegarás a no poder estar sin sufrimientos”. Mi naturaleza temblaba al solo pensar en los sufrimientos, le pedía que Él mismo me diera la fuerza, porque sin Él, me habría servido de sus mismos dones para ofender al donador. Y Jesús, toda bondad y dulzura: “Esto, mi amada, desde luego, porque sino te sintiese en cualquier cosa que se emprende, un cierto arrebato de amor, ciertamente no se la podría llevar a cabo; y quien la emprende de mala gana, aun cuando la lleve a término, no 68 Divina Voluntad Volumen 1 recibirá de mí la recompensa. Sepas que tú, para enamorarte de mi Pasión, antes de nada deberás considerar con calma y reflexión todo cuanto he padecido por ti, a fin de que puedas formarte juicio conforme al mío del verdadero Amor, que nada omite por el bien de la persona amada”. Entonces me puse toda a meditar la Pasión, y esto hizo tanto bien a mi alma, que creo que todo el bien me ha venido de esta fuente. Veía la Pasión de Jesucristo como un mar inmenso de luz, que con sus innumerables rayos me herían toda, esto es, rayos de paciencia, de humildad, de obediencia y de tantas otras virtudes; me veía toda rodeada por esta luz y quedaba aniquilada al verme tan desemejante de Él. Aquellos rayos que me inundaban eran para mí otros tantos reproches que me decían: “Un Dios paciente, ¿y tú? Un Dios humilde y sometido aun a sus mismos enemigos, ¿y tú? Un Dios que sufre tanto por amor tuyo, y tus sufrimientos por amor suyo, ¿dónde están?” A veces Él mismo me narraba las penas sufridas por Él, y quedaba tan conmovida que lloraba amargamente. Un día, mientras 69 Divina Voluntad Volumen 1 trabajaba, estaba considerando las penas acerbísimas que sufrió mi buen Jesús, mi corazón me lo sentía tan oprimido por la pena, que me faltaba la respiración; temiendo que me sucediera algo quise distraerme asomándome al balcón, vi hacia la calle, pero, ¿qué veo? Veo la calle llena de gente y en medio a mi amante Jesús con la cruz sobre la espalda – quien lo empujaba por un lado y quien por el otro, todo agitado, con el rostro chorreando sangre – que levantaba los ojos hacia mí en actitud de pedirme ayuda. ¿Quién podrá decir el dolor que sentí, la impresión que hizo sobre mi alma una escena tan lastimera? Rápidamente entré en mi habitación, yo misma no sabía dónde me encontraba, el corazón me lo sentía despedazar por el dolor, gritaba y llorando le decía: “¡Jesús mío, si al menos te pudiera ayudar, te pudiese liberar de esos lobos tan enfurecidos! ¡Ay! al menos quisiera sufrir esas penas en lugar tuyo para dar alivio a mi dolor. Ah, mi Bien, dame el sufrir, porque no es justo que Tú sufras tanto y yo, pecadora, esté sin sufrir.” 70 Divina Voluntad Volumen 1 Desde entonces, recuerdo que se encendió en mí tanto deseo de sufrir que no se ha apagado hasta ahora. Recuerdo también que después de la comunión le pedía ardientemente que me concediera el sufrir, y Él a veces, para contentarme, me parecía que tomaba las espinas de su corona y las clavaba en mi corazón; otras veces sentía que tomaba mi corazón entre sus manos y lo estrechaba tan fuerte, que por el dolor sentía que perdía los sentidos. Cuando advertía que las personas se podrían dar cuenta de algo y a Él dispuesto a darme estas penas, pronto le decía: “Señor, ¿qué haces? Te pido que me des el sufrir pero que nadie se dé cuenta.” Durante algún tiempo me contentó, pero mis pecados me hicieron indigna de sufrir ocultamente, sin que nadie se diera cuenta13. 13 Esta primera visión la tuvo a la edad de 13 años más o menos. 71 Divina Voluntad Volumen 1 Jesús, Jesús, Jesús 72 Divina Voluntad Volumen 1 13. Jesús quiere que el alma toque con la mano la propia nada y se disponga a la más profunda humildad: y por eso la priva de todo consuelo y gracia sensible, ocultándose a ella. Recuerdo que muchas veces después de la comunión me decía: “No podrás verdaderamente asemejarte a Mí sino por medio de los sufrimientos. Hasta ahora he estado junto a ti, ahora quiero dejarte sola un poco, sin hacerme sentir. Mira, hasta ahora te he llevado de la mano, enseñándote y corrigiéndote en todo, y tú no has hecho otra cosa que seguirme. Ahora quiero que hagas por ti misma, pero más atenta que antes, pensando que te estoy mirando fijamente, pero sin hacerme sentir, y que cuando vuelva a hacerme sentir vendré, o para premiarte si me has sido fiel, o para castigarte si has sido ingrata.” 73 Divina Voluntad Volumen 1 Quedaba tan espantada y abatida por esta noticia, que le decía: “Señor, mi todo y mi Vida, ¿cómo podré subsistir sin Ti, quién me dará la fuerza? Cómo, después que me has hecho dejar todo, de modo que siento como si nadie existiera para mí, ¿me quieres dejar sola y abandonada? ¿Qué, te has tal vez olvidado de cuán mala soy, y que sin Ti nada puedo?” Y por esta recriminación, tomando un aspecto más serio, agregaba: “Es que te quiero hacer comprender bien quién eres tú. Mira, lo hago por tu bien, no te entristezcas, quiero preparar tu corazón a recibir las gracias que he diseñado sobre ti. Hasta ahora te he asistido sensiblemente, ahora será menos sensible, te haré tocar con la mano tu nada, te cimentaré bien en la profunda humildad para poder edificar sobre ti muros altísimos, así que en vez de afligirte deberías alegrarte y agradecerme, pues cuanto 74 Divina Voluntad Volumen 1 más pronto te haga pasar el mar tempestuoso, tanto más pronto llegarás a puerto seguro; a cuantas más duras pruebas te sujetaré, tantas gracias más grandes te daré. Así que, ánimo, ánimo, y después pronto vendré.” Y al decirme esto me parecía que me bendecía y se fue. ¿Quién podrá decir la pena que sentía, el vacío que dejaba en mi interior, las amargas lágrimas que derramé? Sin embargo me resigné a su Santa Voluntad, parecía que de lejos le besaba la mano que me había bendecido diciéndole: “Adiós, oh Esposo santo, adiós.” Veía que todo para mí había terminado, ya que sólo lo tenía a Él, y faltándome Él no me quedaba ningún otro consuelo, sino que todo se convertía en amarguísimas penas; es más, las mismas criaturas me recrudecían la pena, de modo que todas las cosas que veía, parecía que me decían: 75 Divina Voluntad Volumen 1 “Mira, somos obras de tu amado, y Él, ¿dónde está?” Si miraba agua, fuego, flores, hasta las mismas piedras, en seguida el pensamiento me decía: “Ah, estas son obras de tu Esposo, ellas tienen el bien de verlo y tú no lo ves.” “¡Ah! obras de mi Señor, denme noticias, díganme, ¿dónde se encuentra? Me dijo que pronto volvería, pero quién sabe cuándo”. A veces llegaba a tan amarga desolación que me sentía faltar la respiración, me sentía helar toda y sentía un escalofrío por toda mi persona, a veces se daba cuenta la familia y lo atribuían a algún mal físico y querían ponerme en tratamiento, llamar a médicos; a veces insistían tanto que lo lograban, pero yo, sin embargo, hacía cuanto más podía para quedarme sola, así que pocas veces lo advertían. Recordaba también todas las gracias, las palabras, las correcciones, las reprensiones, veía claramente que todo lo obrado hasta ahí, todo, todo había sido obra de su Gracia y que de mí no 76 Divina Voluntad Volumen 1 quedaba más que la pura nada y la inclinación al mal. María, María, María 77 Divina Voluntad Volumen 1 14. El alma experimenta que no es capaz de nada sin Jesús, y que todo lo debe a Él. Jesús, el verdadero Director Espiritual, la instruye sobre el modo de comportarse en el estado de oscuridad y abandono, en la oración, en la comunión y en las visitas a Jesús Sacramentado. Sería una falsaria si no afirmara que todo lo que se ha obrado hasta aquí no ha sido sino en la plena gracia otorgada a mí en gran abundancia por el Señor pues de lo mío no hay más que pura nada y la inclinación al mal. Y en verdad, ¿Quién me sustrajo de las frivolidades del mundo sino mi amable Jesús? ¿Quién me hizo sentir aquel fuerte impulso a hacer la Novena de Navidad con nueve meditaciones diarias sobre el misterio de la encarnación de Jesús, con la cual tuve tantas luces superiores y gracias celestiales? 78 Divina Voluntad Volumen 1 ¿De quién aquella voz que interiormente comenzó a hablarme en lo íntimo del corazón, a lo largo de dicha Novena y que luego a continuado hasta hoy sin darme tregua ni paz sino hacía prontamente lo que me pedía? ¿Y el modo utilizado para hacerme enamorar de Él, haciéndose ver de mí en forma de graciosísimo niño?. Y el hacerme de maestro enseñándome, corrigiéndome, reprochándome, para inducirme a despojar el corazón de las pequeñas afecciones, infundiéndome el verdadero espíritu de mortificación, de Caridad y de oración, con lo que me abrí camino para internarme en el mar inmenso de la Pasión de Jesús, y de lo cual adquirí la dulzura en el padecer y la verdadera amargura en la falta de sufrimiento, ¿No ha sido toda gracia suya, su don, más aún obra verdadera de Jesús?. Y ahora que quiere bromear conmigo sustrayéndose de mi vista, toco con la mano que sin Él no sentía más el amor tan sensible, aquellas luces tan claras en la meditación, de modo que permanecía hasta dos o tres horas, hacía cuanto más podía por hacer lo que hacía 79 Divina Voluntad Volumen 1 cuando lo sentía, porque oía repetir aquellas palabras: “Si mi eres fiel vendré para premiarte, si ingrata para castigarte.” Así pasaba a veces dos días, a veces cuatro, más o menos como a Él le agradaba, mi único consuelo era recibirlo en el sacramento. Ah, sí, ciertamente ahí lo encontraba, no podía dudar, y recuerdo que pocas veces no se hacía oír, porque tanto le pedía y volvía a pedir y lo importunaba, que me contentaba, pero no amoroso y amable, sino severo. Después que pasaban aquellos días en aquel estado descrito arriba, especialmente si le había sido fiel, me lo sentía regresar dentro de mí, me hablaba más claramente, y como en los días pasados no había podido concebir dentro de mí ni una palabra, ni oír nada, entonces entendí que no era mi fantasía, como muchas veces lo pensaba antes, tanto que de lo dicho hasta aquí no decía nada ni al confesor ni a ninguna otra alma viviente. 80 Divina Voluntad Volumen 1 Sin embargo hacía cuanto más podía para corresponderle, porque de otra manera me hacía tanta guerra que no tenía paz. ¡Ah Señor, has sido tan bueno conmigo, y yo tan mala aún!. Siguiendo con lo que había comenzado, me lo sentía dentro de mí, lo abrazaba, me lo estrechaba, le decía: “Amado Bien, mira cuán amarga me ha resultado nuestra separación.” Y Él me decía: “Es nada lo que has pasado, prepárate a pruebas más duras; por esto he venido, para disponer tu corazón y fortificarlo. Dime, hija de mi Querer14, todo lo que has pasado, tus dudas y temores, todas tus dificultades, para poderte enseñar el modo de como comportarte en mi ausencia.” Entonces le hacía la narración de mis penas diciéndole: 14 Por primera vez Jesús le da ese nombre. 81 Divina Voluntad Volumen 1 “Señor, mira, sin Ti no he podido hacer nada bien, la meditación la he hecho toda distraída, fea, tanto que no tenía ánimo de ofrecértela. En la comunión no he podido estar las horas enteras como cuando te sentía, me veía sola, no tenía con quien entenderme, me sentía toda vacía, la pena de tu ausencia me hacía probar agonías mortales, mi naturaleza quería despacharse pronto para huir de esa pena, mucho más que me parecía que no hacía otra cosa que perder el tiempo, y el temor de que al regresar Tú me castigaras por no haber sido fiel, entonces no sabía qué hacer. Además, la pena de que Tú eres continuamente ofendido, y que yo no sabiendo cuando, como antes me enseñabas, hacer esos actos de reparación, esas visitas al santísimo sacramento por las ofensas que Tú recibes. Entonces dime, ¿cómo debo hacer?” Y Él, instruyéndome benignamente me decía: “Has hecho mal al estarte tan turbada, ¿no sabes tú que Yo soy espíritu de paz? 82 Divina Voluntad Volumen 1 Y la primera cosa que te recomiendo es no disturbar la paz del corazón; cuando en la oración no puedes recogerte, no quiero que pienses en esto o aquello, como es o como no es, haciendo así tú misma llamas a la distracción. Más bien, cuando te encuentres en ese estado, la primera cosa es que te humilles, confesándote merecedora de esas penas, poniéndote como un humilde corderillo en manos del verdugo, que mientras lo mata le lame las manos; así tú, mientras te ves golpeada, abatida, sola, te resignarás a mis santas disposiciones, me agradecerás de todo corazón, besarás la mano que te golpea, reconociéndote indigna de esas penas, después me ofrecerás aquellas amarguras, angustias y tedios, pidiéndome que los acepte como un sacrificio de alabanza, de satisfacción por tus culpas, de reparación por las ofensas que me hacen. Haciendo así tu oración subirá ante mi trono como incienso olorosísimo, herirá mi corazón y atraerá sobre ti nuevas gracias y nuevos carismas. 83 Divina Voluntad Volumen 1 El demonio viéndote humilde y resignada, toda abismada en tu nada, no tendrá fuerza de acercarse. He aquí que donde tú creías perder, harás grandes adquisiciones. Respecto a la comunión no quiero que te aflijas de que no sabes estar, haz cuanto puedas para recibirme bien, agradéceme después de haberme recibido; pídeme las gracias y ayudas que necesitas y del resto no te preocupes ya que lo que te hago sufrir en la comunión no es sino una sombra de las penas que sufrí en el Getsemaní, ¿qué será cuando te haga partícipe de los flagelos, de las espinas y de los clavos? El pensamiento de las penas mayores te hará sufrir con más ánimo las penas menores; entonces, cuando en la comunión te encuentres sola, agonizante, piensa que te quiero un poco en mi compañía en la agonía del huerto. Por tanto ponte junto a Mí y haz una comparación entre tus penas y las mías, mira, tú sola y privada de Mí, y Yo también solo, abandonado por mis más fieles amigos que están adormilados, dejado solo hasta por mi Divino Padre, y además en medio de penas 84 Divina Voluntad Volumen 1 acerbísimas, rodeado de serpientes, de víboras y de perros enfurecidos, los cuales eran los pecados de los hombres, y donde estaban también los tuyos, que hacían su parte, que me parecía que me querían devorar vivo, mi corazón sintió tanta opresión que me lo sentí como si estuviera bajo una prensa, tanto que sudé viva sangre. Dime, tú ¿cuándo has llegado a sufrir tanto?. Entonces, cuando te encuentres privada de Mí, afligida, vacía de todo consuelo, llena de tristezas, de afanes, de penas, ven junto a Mí, límpiame esa sangre, ofréceme esas penas como alivio de mi amarguísima agonía. Haciendo así encontrarás el modo de entretenerte conmigo después de la comunión; no que no sufras, porque la pena más amarga que puedo dar a mis almas queridas es el privarlas de Mí, pero tú, pensando que con tu sufrir me das consuelo, estarás contenta. En cuanto a las visitas y actos de reparación, tú debes saber que todo lo que hice en el curso de los treinta y tres años, desde que nací hasta que morí, lo continúo en el sacramento del altar. 85 Divina Voluntad Volumen 1 Quiero nacer en el corazón de todos los mortales y por eso obedezco a quien del Cielo me llama a inmolarme en el altar; me humillo esperando, llamando, amaestrando, iluminando y el que quiere puede confortarse tomándome Sacramentado; a éstos doy consuelo, a aquellos fortaleza y ruego por eso a mi Padre que los perdone; estoy ahí para enriquecer a los unos, para desposarme con los otros, velo por todos; defiendo a quien quiere ser defendido por Mí; divinizo a quien quiere ser divinizado; lloro por los incautos y por los disolutos; me hago adorante perpetuamente para reintegrar la armonía universal y para cumplir el supremo designio divino, cual es la Glorificación absoluta del padre, en el perfecto homenaje exigido por Él, pero que no se le da por parte de todas las criaturas por quienes me he sacramentado. Por eso quiero que tú, en correspondencia a este mi infinito Amor al género humano, me hagas diariamente treinta y tres visitas, para honrar con ellas los años de mi Humanidad pasados entre vosotros y por vosotros todos, hijos míos, regenerados con mi preciosísima Sangre, y que, con eso, te unas a Mí en este Sacramento, teniendo como mira el hacer 86 Divina Voluntad Volumen 1 siempre mis intenciones de expiación, de reparación, de inmolación y de adoración perpetua. Estas treinta y tres visitas las harás siempre, en todos los tiempos, en cada día y en cualquier lugar donde puedas encontrarte, pues Yo las aceptaré como si fueran hechas en mi Presencia sacramental… Esto lo harás en todos los momentos del día, el primer pensamiento de la mañana debes hacer que vuele a mí, Prisionero de Amor, para darme tu primer saludo de Amor por mí, y de ahí la primera visita confidencial en la que tú a mí y yo a ti nos preguntemos mutuamente cómo hemos pasado la noche y nos animaremos mutuamente; y así, tu último pensamiento y tu último afecto de la noche será venir nuevamente a mí a fin de darte la bendición y te haga reposar en mí, conmigo y por mí; y tú entre tanto me darás el último beso de amor, con la promesa de unión conmigo sacramentado. Las otras visitas me las harás como mejor se presente la ocasión más propicia para concentrarte toda en mi Amor”. 87 Divina Voluntad Volumen 1 Mientras Jesús me hablaba así, yo sentía bajar a mi corazón un no sé qué de Gracia, la cual trabajaba en mí de tal manera que me hacía sentir el corazón como derretido de amor y la mente poblada de tantas ideas que se perdía en una inmensa luz de amor, por lo que me atreví a suplicarle así: “Mi buen Maestro, por gracia Te suplico, ah, que estés conmigo y siempre más de cerca, a fin de que, bajo tu dirección, tome la actitud y la costumbre de hacer lo bueno, ya que conozco por experiencia que todo puedo contigo, pero sin Ti soy incapaz de hacer algo de bueno, sino solo capaz de hacer todo el mal…”. Y Jesús siempre benigno, me repuso: - “Sí, sí que te contentaré en esto, como te he satisfecho en tantas otras cosas. Yo quiero solamente tu buena voluntad y por mi parte, cualquier ayuda que quieras de Mí, te la daré de muy buena gana y copiosamente”. Ah, ¡cuán bueno ha sido conmigo el dulce Jesús, porque jamás sus promesas han dejado de cumplirse! Más aún, tengo que decir la verdad: 88 Divina Voluntad Volumen 1 El ha dado y ha hecho por mí más de cuanto me había prometido, por eso he logrado contentarlo; y lejos de mi cualquier duda o perplejidad de corazón sobre su obra si me dijeran que lo que se obra en mí no es sino fruto de la fantasía, porque en aquellos días pasados en la privación de mi Jesús no podía concebir ni siquiera un buen pensamiento ni decir una palabra informada por el espíritu de Caridad, ni sentía por alguien ningún atractivo de bien. Luisa, Luisa, Luisa 89 Divina Voluntad Volumen 1 15. Jesús solicita al alma, para enriquecerla y embellecerla más y unirla más íntimamente a Sí, sostener una terrible lucha contra los demonios. Durante el tiempo en que Jesús se ha unido cada vez más a mí, me ha hablado y se ha hecho ver, he comprendido bien que Jesús, cuando viene con modos insólitos, no tiene en mira otra cosa que disponer mi alma a nuevas y pesadas cruces; en efecto, primero la atrae a Sí con los ardides de su Gracia, con lo que el alma se siente vinculada de amor y luego le presenta el objetivo de sus atractivos, a fin de que no me atreva a oponerme en lo más mínimo. Y en verdad, un día, después de la Comunión, me sentí más íntimamente unida a Él con los lazos dorados del amor y me hizo una cantidad de amorosas preguntas y entre otras: - “¿Me amas tú verdaderamente? 90 Divina Voluntad Volumen 1 ¿Estás dispuesta y pronta a hacer lo que Yo quiero de ti? Si quisiera de ti, todavía, el sacrificio de la vida, ¿estarías dispuesta, por amor mío, a aceptarlo de buen ánimo? Sepas que, si estás pronta a hacer todo lo que Yo quiero, haré de ti y por ti lo que tú quieres de Mí”. Y yo: - “Sí que te amo, mi Amor y mi Todo: ¿Puede haber, acaso objeto más bello, más santo, más amable que Tú, mi Bien? Y luego, ¿por qué preguntarme si estoy o no pronta a hacer lo que Tú quieres, mientras desde hace mucho tiempo Te he entregado mi voluntad, Te he pedido que no me ahorres nada, aunque quisieras hacerme pedazos y estoy dispuesta, con tal que pueda darte siempre gusto? Yo me he abandonado a Ti, Esposo santo; obra por tanto en mí y sobre mí libremente como mejor te agrade, haz de mí lo que Tú quieras, 91 Divina Voluntad Volumen 1 pero dame siempre nueva Gracia, pues por mí sola nada puedo”. Y El: - “¿Pero verdaderamente estás pronta a todo lo que Yo quiero de ti…?”. A esta reiterada pregunta suya, yo me sentía oprimida, me veía confundida y anonadada; pero confiando en El, con valor le dije: - “Mi siempre amable Jesús, en mi nulidad yo estoy como vacilante y temblorosa, pero desconfiando de mí, confío animosamente en Ti, de quien siento que me viene la prontitud de ánimo que me hará afrontar y superar cualquier obstáculo y prueba”. Y Jesús a mí: - “Pues bien, quiero purificar tu alma de todo mínimo lunar que pudiera impedir mi Amor en ti; quiero probar tu fidelidad hacia Mí, para poder tenerte como toda mía; quiero comprobar que todo lo que Me has dicho es verdad… Por eso quiero ponerte bajo la prueba de una durísima batalla; pero en esta tú nada tienes que temer; pues Yo seré tu brazo y tu 92 Divina Voluntad Volumen 1 fuerza y no sufrirás ningún desastre, ya que Yo combatiré junto contigo y por ti. La batalla, pues, está pronta; los enemigos están en un tenebroso escondrijo, ideando la más áspera acción de guerra y Yo les daré libertad de asaltarte, de atormentarte, de tentarte en toda forma, a fin de que cuando tú te hayas liberado, gracias a las armas de tus virtudes, que arrojarás contra los vicios opuestos por ellos, éstos quedarán escarnecidos para siempre y tú te encontrarás en posesión de mayores virtudes y tu alma retornará como un rey, que después de haber vencido en la batalla, retorna glorioso a su reino, adornado de coronas, medallas y méritos, trayendo consigo inmensas riquezas. Así tu alma, embellecida y enriquecida de nuevos méritos, tendrá de Mí no solo nuevos dones sino que Yo mismo Me daré a ella. Ánimo, pues, que Yo, después de alcanzada la victoria de la lucha sostenida contra los demonios, inmediatamente formaré en ti mi estable y perenne morada y así estaremos siempre unidos. Es verdad que Yo te pongo en una prueba muy dolorosa y en una encarnizada y 93 Divina Voluntad Volumen 1 sangrienta lucha, ya que los demonios no te darán reposo ni tregua, ni de día ni de noche; pero tú entre tanto ten siempre en la mira cuanto Yo te propongo. En mi Nombre darás inicio a la pugna; durante el combate este Nombre será continuamente invocado por ti, pues te servirá de baluarte de seguridad: y lo pondrás como sello al cumplimiento de tu más dolorosa prueba, comenzada, sostenida y terminada victoriosamente en mi Querer, que quiere hacerte enteramente semejante a Mí; y no hay otro camino ni otro medio de alcanzar esto, si no es a través de indecibles e inmensas tribulaciones, las cuales después te serán bien recompensadas”. ¿Quién puede decir, ahora, cómo quedé consternada y asustada al oír del buen Jesús presagiarme la encarnizada guerra que debía sostener contra los demonios? Sentí que se me helaba la sangre en las venas, que se erizaban uno a uno todos los cabellos; mi imaginación se llenó toda ella de negros espectros, que me figuraba en acto de querer devorarme viva; ya me parecía que estaba rodeada por todo lado de espíritus infernales… 94 Divina Voluntad Volumen 1 En este estado de tanto dolor y angustia, me volví a mi Jesús diciéndole: - “Señor mío, ¡ten piedad de mí! Ah, no me dejes sola y tan abatida de ánimo; ¿no ves que los demonios se acercan a mí con tanta rabia, que ciertamente no dejarán de mí ni siquiera el polvo? ¿Cómo podré resistirles si Tú Te alejas de mí? Te es bien conocida mi frialdad e inconstancia en el bien; soy tan mala que no sé hacer sino el mal sin Ti, mi Bien; Dame al menos nueva Gracia y tan abundante que no pueda ofenderte más. ¿No sabes Tú cuál es la pena que más desgarra mi alma? Ah, es el solo pensar que Tú puedas dejarme sola en la diabólica prueba, por lo cual me siento atemorizar y desfallecer por el miedo… ¿Quién me dará en tal caso, ánimo para aventurarme en el anunciado combate? 95 Divina Voluntad Volumen 1 ¿A quién dirigiré mi súplica, Gracias a la cual pueda obtener la enseñanza práctica para derrotar al enemigo? Pero desde ahora bendigo tu Santo Querer y con las palabras de tu Madre Santísima y mía, dirigidas por Ella al Arcángel Gabriel, Te digo con todo el ímpetu de mi corazón: He aquí tu esclava, hágase en mí según tu palabra, que es de vida Eterna”. Ante tales palabras, Jesús volvió a decirme: - “No te aflijas tanto, sabe que jamás permitiré que ellos te tienten por encima de tus fuerzas; y sabe también que jamás Yo pongo a las almas en batalla con ellos, para hacer que perezcan; en efecto antes mido sus fuerzas, otorgo mi Gracia eficaz y luego las introduzco en la áspera batalla y si algún alma a veces cae no es nunca por falta de mi Gracia, sino porque no ha querido mantenerse unida a Mí, mediante la continua oración; sin ésta ha ido mendigando de las criaturas la sensibilidad confusa de mi Amor, sin considerar que solo Yo puedo llenar y saciar el corazón humano; o bien fundándose el alma en su propio juicio, se ha apartado no poco de la vía segura de la 96 Divina Voluntad Volumen 1 obediencia, creyendo con soberbia que su juicio era más exacto y más equilibrado que el juicio de quien es guía de almas en mi remplazo… No es de extrañarse que almas de tan duro temperamento se derrumben”. “Te recomiendo, pues, antes de todo, la constante oración, aun cuando tuvieres que sufrir penas de muerte, sin descuidar las oraciones que acostumbras hacer; más aún, cuanto más próxima te veas del precipicio, tanto más Me invocarás con la oración confiada, en la plena certeza de ser ayudada por Mí. Además quiero que de ahora en adelante abras tu corazón al Confesor, descubriéndole todo lo que se desarrolle en ti; en sus manos pondrás ciegamente la solución del problema de tu futuro, sin desaliento; y de cuanto se te diga, no dejarás nada de poner en práctica, recordando entonces lo que te digo ahora, que serás rodeada de densas tinieblas y te encontrarás como quien no tiene ojos, por lo cual necesita de una mano amiga que le guíe… Para ti el ojo será la voz del Confesor, que como luz y viento disipará las tinieblas; la mano será la obediencia, que te hará de guía y de sostén para hacerte llegar a puerto seguro. 97 Divina Voluntad Volumen 1 Por último te recomiendo valor; quiero que entres con intrepidez en batalla, porque lo que más hace temer a un ejército enemigo es el observar el valor y la fuerza con que los adversarios se aventuran a fuerza con que los adversarios se aventuran a la pelea, afrontando sin temor alguno los más siniestros ataques. Así los demonios, nada temen más que un alma adiestrada con su valor, que se basa en Mí y que apoyada en Mí va contra ellos, haciéndose invicta exterminadora de quien se le pone delante, de modo que, aterrados y asustados, quisieran precipitadamente darse a la fuga, pero no pueden, porque atados por mi Voluntad, están obligados a sufrir el más grande tormento y su más vergonzosa rendición… Ánimo, pues, ánimo, que si Me eres fiel te suministraré siempre con más abundancia mi Gracia y nueva fuerza, a fin de salir victoriosa sobre ellos”. 98 Divina Voluntad Volumen 1 Jesús, Jesús, Jesús 16. Luisa supera una terrible prueba, luchando contra los demonios. ¿Quién puede decir, ahora, el cambio que se dio entonces en mi interior? ¡Ay de mí, qué horror se apoderó de mí! El Amor a mi amable Jesús, que poco antes sentía vivamente en mí, se convirtió en odio atroz, el cual me causaba una pena indecible, pues el alma sentía destrozarse al pensar que aquel Señor, que había sido conmigo tan benévolo, ahora venía a mí como aborrecido y blasfemado, como si se hubiese convertido en el más cruel enemigo; y luego el no poder más mirarlo en sus imágenes, porque sentía ímpetu de odio, el no poder tener en la mano coronas del Santo Rosario, ni besarle, porque estaba movida a 99 Divina Voluntad Volumen 1 reducirla a pedazos, requería tal resistencia que la naturaleza temblaba de pies a cabeza… ¡Oh Dios, qué amarguísima pena! Yo creo que si en el infierno no hubiera más penas, la sola pena de no poder más amar a Dios sería la que formaría el infierno, con lo horrible que fue, que es y que será. El demonio a veces me ponía delante todas las Gracias que el Señor me había otorgado, como si hubiera sido un divertido trabajo de mi fantasía y luego me impulsaba a entregarme a la vida libre y más cómoda; otras veces me las manifestaba como verdaderas y me reprochaba diciéndome: - “¿Ves el gran bien que Jesús quería para ti? Y ahora mira la recompensa que te ha dado a cambio de tu correspondencia a sus Gracias, dejándote, como ves, en nuestras manos; ahora eres nuestra, toda nuestra; para ti todo ha terminado, habiéndote vuelto como un juguete infantil; ya no hay que esperar que Él pueda volverte a amar…”. Con estas palabras infernales de Satanás, yo me sentía como abrumada por un indecible 100 Divina Voluntad Volumen 1 enfado contra el Señor y por una extrema desesperación de salvación, tanto que teniendo a veces imágenes en las manos, la fuerza del enfado y de la desesperación me impulsaba a romperlas en pedazos; sino que en el mismo acto de hacerlo derramaba ardientes lágrimas o al mismo tiempo besaba y volvía a besar los pedazos de dichas imágenes. Si se me preguntara cómo ocurría esto, no sabría responder otra cosa, sino que me sentía obligada a hacer lo uno y lo otro; pero me convenzo ahora de que el acto de romperlas me venía del demonio con ímpetu irrefrenable, mientras que el acto de besarlas lo sentía como efecto de la Gracia que obraba en mí. Por eso recapacitando, inmediatamente después, en lo que acontecía en mí, sentía el alma destrozada de dolor; y los demonios, advirtiendo lo que hacía, creyéndose correspondidos, hacían fiesta, se echaban a reír y haciendo una bulla endiablada de gritos y ruidos ensordecedores, me decían: - “¿Ves cómo te has hecho nuestra? 101 Divina Voluntad Volumen 1 No nos queda más que llevarte al infierno en alma y cuerpo, ¡y verás que lo haremos cuanto antes!”. Pero los infelices no veían mi interior, que estaba siempre unido a mi Jesús, al cual Le amaba inmensamente y por eso besaba y volvía a besar aquellos pedazos de imágenes, llorando. Ellos que son totalmente ajenos a la oración, siempre que me veían postrada en tierra, para orar, se enfurecían tanto que me tiraban ora el vestido ora la silla en que estaba apoyada y me infundían tal temor que a veces me hacían interrumpir la oración, creyendo que así podía librarme de ellos. Y todo esto sucedía especialmente por la noche y luego me iba a la cama; y para conciliar el sueño oraba mentalmente y ellos, tal vez percatándose, me molestaban quitándome de encima cobijas, sábana y almohada y yo sin poder cerrar los ojos para dormir, me quedaba en vela, como el que sabe que tiene junto a sí a un cruel enemigo que ha jurado quitarle a cualquier costo la vida y que espera la hora propicia para lanzarle el golpe fatal de muerte. 102 Divina Voluntad Volumen 1 Me sentía, pues, obligada a tener los ojos siempre abiertos, a fin de poder percatarme de cuándo vendrían para llevarme al infierno y entonces habría opuesto a su infernal propósito la más fiera resistencia… En este estado de ánimo, mis cabellos se erizaban, como espinas sobre mi cabeza; toda mi persona era presa de un sudor frío que, helando la sangre en las venas lo sentía penetrar hasta la médula de los huesos y los nervios contraídos me hacían producir ciertos movimientos convulsivos, por el temor… Otras veces me sentía llevada a tales tentaciones de suicidio que, encontrándome junto a algún pozo, me sentía impulsada a echarme abajo; o bien, al ver un cuchillo u otra cosa mortífera, sentía deseos de matarme con ellos, para poner fin a tal estado de vida; sin embargo consciente yo del arte diabólico, huía evitando así el peligro en que me veía; pero me tocaba oír estas voces diabólicas: - “¡Es inútil tu vida después de haber cometido tantos pecados! ¡Tu Dios te ha abandonado, ya que Le has sido infiel!” y, mientras decían esto me hacían creer como si realmente hubiese cometido tantas maldades, que jamás un alma en el mundo 103 Divina Voluntad Volumen 1 habría cometido tantas y que por eso no habría ya que esperar Misericordia… Hasta en el fondo de mi alma oía repetirme: - “¿Cómo puedes tu, vivir, tan enemiga de Dios? ¿Conoces al Dios que has ultrajado tanto, blasfemado y odiado? Te has atrevido a ofender al Dios inmenso que te rodea por todas partes”. ¿Y no piensas que te has atrevido a ofenderlo bajo sus mismos ojos? Y ahora que has perdido al Dios de tu alma, ¿quién te dará ya paz, quién de nosotros, enemigos tuyos y de Él, te librará…? Al oír esto experimentaba en mí tanta pena que me sentía morir y derritiéndome toda yo en lágrimas, me esforzaba por orar lo mejor que podía, pero los demonios, para acrecentar mi terror, me molestaban con inusitados hostigamientos, golpeándome en todas las partes del cuerpo, pinchándome los miembros con no sé qué armas punzantes y aún me sofocaban el 104 Divina Voluntad Volumen 1 cuello de tal modo que me hacían creer ya próxima la muerte… Una de aquellas veces, mientras me postraba a orar al buen Jesús para que usara su Misericordia conmigo y que me sostuviera con nueva fuerza, para resistir a tan diabólica prueba, sentí que de debajo de la tierra me tiraban los pies y luego que se abría la tierra delante de mí y que salían de ella unas llamas rojizas que me cubrieron toda, pero al retirarse de mí hicieron violencia para hundirme en la tierra; mas a la invocación de Jesús me dejaron incólume y libre. Después de haber sufrido todo lo que he narrado y otras cosas todavía peores, tales que me creía como muerta, vino mi siempre piadosísimo Jesús a hacerme recobrar y a darme nuevo vigor de vida y luego me reanimó, haciéndome comprender bien que en todo aquel caso no había habido ninguna ofensa, puesto que mi voluntad había tenido tanta repugnancia al mal que me hacía experimentar una pena amarguísima al solo pensamiento de la sombra del pecado; me exhortó luego a no dar jamás oídos al demonio, que es espíritu malvado y por eso mentiroso y después de haberme dicho: 105 Divina Voluntad Volumen 1 “Ten paciencia todavía para sufrir otras molestias, que luego se te dará completa paz”, se me desapareció dejándome sola, pero toda recreada con nuevo espíritu. Este acercamiento de Jesús con sus consoladoras y alentadoras palabras, ocurría de cuando en cuando y especialmente cuando me veía casi al fin de la vida, o bien cuando me debía exponer a más ásperos y nuevos tormentos diabólicos y entonces más que nunca se hacía ver dodo festivo e irradiando centellas de luz suprema que a quien es investido de ella le es imposible no tener toda la capacidad de aprender la Verdad. Después me encontré de nuevo expuesta a la prueba de nuevas luchas y llena de dudas, por lo cual caía en un estado, el más triste y angustioso. ¿Y qué decir del demonio adverso a la Comunión? Basta decir que utilizaba todo arte para que no la recibiera, intentando convencerme de que después de tantos pecados de odio contra Dios era una descarada osadía acercarme a recibir al Dios Sacramentado y que si me atrevía a comulgar, Jesús no vendría a mí, sino el más 106 Divina Voluntad Volumen 1 nefando demonio, que después de crueles tormentos, me causaría la muerte eterna. Pero es verdad, asimismo, que después de la Comunión sufría penas indecibles y mortales, de modo que a duras penas podía recobrarme, ya que me reducía a un estado de inmovilidad, aunque en seguida me rehacía, no bien invocado el nombre de Jesús, o bien si me llamaba la obediencia dada de no permaneceré en ese estado15; así pues triunfaba en mí ya sea la obediencia ya la invocación de Jesús, que me hacían experimentar alivio y gran consuelo en medio de tan acerbas penas. No obstante también rogaba al Confesor que me hiciese abstener de la Comunión, para no experimentar aquellas angustias de muerte, pero él se imponía y me ordenaba, en precepto de santa obediencia, que necesariamente debía hacerla; pero no pocas veces me abstuve, previendo la guerra que me harían los demonios y a veces la hacía sin preparación y casi sin acción de gracias para no sufrir tanto… Luego por la noche, mientras trataba de orar o meditar, los demonios primero me apagaban la Son las primeras veces que Luisa se ve reducida a este estado de inmovilidad o petrificación, del que, durante toda su vida, cada día deberá ser liberada con la obediencia. 15 107 Divina Voluntad Volumen 1 lámpara y luego emitían rugidos tan desgarradores, o bien voces tan lastimeras como si vinieran de moribundos, que me hacían asustar y omitir la oración. Es imposible decir lo que hacían estos perros infernales contra mí, no solo para infundirme terror, sino además, para hacerme dejar de lado cualquier bien espiritual, en el transcurso de cerca de tres años en los que sufrí esta dura lucha16 excepto alguna semana de tregua, tregua por lo demás que no cesaba del todo, sino que solo se mitigaba en parte. Quien no ha sido sometido por el Señor a tan diabólicos combates, ciertamente con dificultad creerá en dichas pruebas lamentablemente soportadas por mí; a quien me preste fe y quiera saber cómo llegaron a cesar esas pruebas, le diré cómo el Señor, mi Jesús, en una Comunión que hice me enseñó el modo que se ha de emplear para alejar a estos espíritus infernales y he aquí cómo: reducirlos a su extremo envilecimiento, no solo despreciándolos y no haciéndoles ningún caso, como si fueran menos que las mismas hormigas, sino también concentrándome totalmente en Dios por medio de la oración y la contemplación, introduciéndome especialmente 16 Desde los 13 o 14 años hasta los 16, en que aceptó el estado de víctima. 108 Divina Voluntad Volumen 1 en las sacratísimas llagas de Jesús, conformando mi espíritu al de Jesús doliente en su Humanidad para reintegrarle al hombre no solamente la Gracia perdida, sino también para elevarlo a la Vida sobrenatural y al espíritu de Jesús triunfante, que en su Humanidad venció al mundo, a la carne y al demonio haciéndose Víctima de Amor, de expiación, de reparación, de satisfacción y de propiciación ante su Eterno Padre, al cual ofrece su Corazón, en el que palpitan de amor todos sus hijos, redimidos con su preciosísima Sangre y restituidos a nueva Vida de Gracia. Y en verdad, no bien comencé a hacer cuanto Jesús me había enseñado, sentí infundírseme tanta fuerza y valor que se atenuó en pocos días todo temor. Por lo tanto, cuando los demonios hacían estrépitos y alborotos, les decía con desprecio: - “Bien se ve que vosotros, infelices, no tenéis otro oficio que éste y para pasar el tiempo os ejercitáis en tonterías y disparates; proseguid no más, que cuando estéis bien cansados tomaréis reposo… Yo, mis despreciables, tengo que hacer algo muy distinto, porque por medio de la oración quiero abrirme camino para introducirme en las 109 Divina Voluntad Volumen 1 llagas sacratísimas de Jesús, a fin de obtener más amor al sufrimiento”. Y ellos, más furiosos, hacían alborotos más fuertes, se acercaban y, afectando ostentación de fútil violencia, fingían acercarse a mí para llevarme consigo, mientras sus bocas de infierno vomitaban un hedor horrible y un tufo tan sofocante, que infestando toda mi persona me causaba internamente un escalofrío que trataba de reprimir dándome ánimos y con fuerza les decía: - “¡Sí que sois embusteros! Fingís tener poder sobre mí para llevarme con vosotros, pero si eso fuese verdad, lo habríais hecho desde el primer día; pero como todo esto es falso, porque lo que os da el Altísimo Dios es todo para mi mayor bien, por eso cantáis siempre el mismo estribillo, hasta que no reventéis de rabia y de enojo… Yo entre tanto me valgo de todos vuestros tormentos para obtener el mayor número de conversiones de pecadores, ya que para este efecto he aceptado del buen Jesús el padecer, solo a condición de poder aplicar mis 110 Divina Voluntad Volumen 1 sufrimientos en provecho de las almas, por medio de mi voluntad identificada con La de Dios”. Ante estas palabras, se ponían ellos a aullar y a gruñir como perros atados a la cadena, que la quisieran despedazar para abalanzarse en seguida contra el ladrón que se avecina. Y yo con más calma que antes, les decía: - “Y qué, ¿no tenéis más que hacer? Habéis errado vuestras cuentas ciertamente, ya que no dais con vuestros cálculos, pues se os ha arrebatado un alma que, arrepintiéndose, ha vuelto a los brazos de Jesús, mi Bien; por eso tenéis razón de lamentaros”. Y si lanzaban silbidos de lamentos, yo como si los compadeciera, burlándome de ellos les decía: - “Los pobres desgraciados no se sienten bien…; por eso quiero procuraros un verdadero alivio a vuestro mal tan grande”; y de inmediato me postraba a orar con fervor por la conversión de más obstinados pecadores, haciendo por ellos muchos actos de amor a mi Misericordiosísimo Jesús, pidiéndole en correspondencia las almas 111 Divina Voluntad Volumen 1 más perversas; pero los demonios, al advertirlo, buscaban todos los medios para apartarme de la oración; pero yo, aplicando este padecimiento en reparación de tantos ultrajes que continuamente se hacen al buen Dios, les decía con sonrisa de burla: - “Raza de lo más vil, ¿no os avergonzáis de descender a estas bajezas para infundirme temor y distraerme, que no son más que pura nada? ¿Por eso no os hacéis tomar por seres viles de burla y de bufonadas?”. Y ellos mordiéndose los labios, blasfemaban y descargaban sus invectivas contra mí, tratando de inducirme a blasfemar y odiar al buen Dios. Y yo, que sentía penas indecibles, oyendo que injuriaban el Nombre santo de Dios, me ponía a considerar la Bondad del Señor, que merece todo el amor de los seres dotados de razón y la pena amarguísima que me habían causado luego la transformaba en alabanzas, ofreciéndolas a Dios en reparación de las blasfemias que se le hacen por parte de quien se acuerda de Él solo para blasfemarlo y decía con fervor: 112 Divina Voluntad Volumen 1 - “Aceptad estos mis actos de amor y reconocimiento, en satisfacción por el desamor e ingratitud que como afrenta os hacen los pecadores…”. Pero ellos no se detenían todavía, a tal punto que utilizaban todo posible arte para moverme a desesperación; y yo les decía: - “No me preocupo ni de Paraíso ni de infierno; me urge solo amar y hacer amar también de otros a mi buen Dios. El tiempo presente se me ha concedido no para pensar en el futuro, sino solo para corresponder a Quien me ha prevenido en bondad y amor, para hacérmelo siempre más propicio. El Paraíso y el infierno los dejo en sus manos y Él, que es tan bueno, me dará lo que más me conviene para poder glorificarlo siempre más… Y luego –les decía- sabed que esta es doctrina enseñada por mi buen Maestro Jesucristo, el cual me ha hecho conocer que el medio más eficaz para obtener el Paraíso es el declarar continuamente no querer jamás tener la voluntad de ofender a Dios, aun a costa de la propia vida, así como despreciando la vana aprensión de haber hecho mal pero cuando en esto falta la 113 Divina Voluntad Volumen 1 voluntad, lo que es harina de vuestro costal, oh desgraciados que queréis venderla a los necios para poner en su ánimo dudas y temores y esto no para que amen más a Dios sino para inducirlos a la total desesperación… Pero sabed que yo no pretendo perder el tiempo considerando si he hecho el mal o no, sino que me basta la intención no retractada de querer amarlo siempre más; ante cualquier ofensa a Dios me es suficiente la declaración hecha en contrario, lo que me da la verdadera calma y la paz y me libera de todo temor y mi alama se siente más libre para recorrer los cielos en busca del único y sumo Bien mío”. ¿Quién puede decir la rabia de que fueron presa los demonios, viendo que todas sus artes y astucias resultaban en su daño y confusión y donde creían ganar salían perdiendo? Mi alma, en cambio, de las mismas tentaciones y astucias diabólicas, sentía que en vez de perder adquiría más fuerte amor hacia Dios y el prójimo, ya que siguiendo la enseñanza recibida de Jesucristo, cuando ellos me golpeaban, me humillaba agradeciendo a mi Dios y aceptando todo lo que sufría en penitencia de mis pecados, ofreciéndole como actos de amor, de 114 Divina Voluntad Volumen 1 reparación y de expiación por las muchas ofensas que de continuo se cometen en el mundo…; y muchas veces cuando los demonios me tentaban de suicidio, les decía: - “Ni a vosotros, ni a mí, es dado destruir la propia vida; a vosotros solo os es dado atormentarme, para hacerme ganar más, pero no se os da la facultad de poder quitarme la existencia, que yo, para vuestro despecho, quiero vivir siempre en Dios para poder amarle más, para ser siempre útil en socorrer espiritualmente a mi prójimo, al cual aplico cuanto me es dado sufrir de vosotros”. Finalmente comprendieron que no había para ellos esperanza de obtener nada y más bien advirtieron que hacían grandes pérdidas de almas y por eso comenzaron a hacer largas treguas, a fin de reemprender el áspero combate cuando yo menos lo esperara. 115 Divina Voluntad Volumen 1 María, María, María 116 Divina Voluntad Volumen 1 17. Luisa ve a Jesús doliente una segunda vez y acepta el estado de Víctima Entre tanto comenzó para mí una nueva vida de sufrimientos que intentaré referir del mejor modo. La familia, viéndome muy deteriorada, quiso llevarme al campo para hacerme recobrar la salud; pero Dios ahí me llamaba para someterme a un nuevo estado de vida. Encontrándome, pues, en el campo, los demonios, un día quisieron hacer la última tentativa, que me resultó tan penosa que me hizo perder las fuerzas y desmayarme, tanto que hacia la tarde perdí totalmente los sentidos17 quedándome reducida casi a un estado de muerte y en esto se me hizo ver Jesús rodeado de innumerables enemigos, entre los cuales había unos que Lo golpeaban ásperamente, otros le daban de bofetadas y entre otros uno que Le clavaba las espinas en la cabeza, otro que Le rompía las piernas y los brazos y Lo maltrataron de tal modo que Lo 17 En esta visión de Jesús, Luisa perdió los sentidos la primera vez. 117 Divina Voluntad Volumen 1 redujeron casi a pedazos; y después, todo molido, Lo pusieron en brazos de la Virgen Santísima. Y como esto ocurrió no muy lejos de mí, la Virgen Madre, después de tomarlo en sus brazos, toda Ella dolorida y desatada en un mar de lágrimas, me invitó a acercarme diciéndome: “¿Ves, hija mía, reducido a mi Hijo…? a qué me Lo han Considera un poco cómo tratan los hombres a su Señor, Creador y sumo Benefactor: no Le dan tregua ni reposo y ahora me Lo dan todo deshecho. Considera las enormes ofensas que cometen tratándole de este modo y los terribles castigos que Dios, su Padre, lanzará sobre ellos…”. Entre tanto traté de reconocerlo en ese penoso estado y Lo miré todo sangre, todo llagas y su cuerpo todo herido y reducido a estado de muerte, por lo cual experimenté en mí tal pena que, si me hubiese sido dado, habría querido mil veces morir, sufriendo en mí la misma Pasión acerbísima de Jesús, con tal de no ver ya sufrir tanto, tanto a mi amado y amante Jesús; a la vista de esto tuve vergüenza de mis levísimos sufrimientos que me causaron los demonios, en 118 Divina Voluntad Volumen 1 comparación de los de mi Jesús infligidos por los hombres. La Santísima Virgen mientras tanto, viéndome tan conmovida, me añadió todavía llorando: - “Acércate a besar las llagas de mi dulcísimo y sumo Bien; y en tanto, dime, ¿quisieras hacerte Víctima por su Amor? ¿Quisieras sufrir en vez de Él, que tanto sufre por ti, las ofensas que Le hacen los hombres perversos y malvados? Ofreciéndote tú como Víctima Le darás alivio y consuelo en su tanto dolor; ¿no estás tú dispuesta a este sacrificio por Amor de Él, que tanto te ama? Al ver esto experimenté en mí tal anonadamiento que no se puede creer… me veía, en efecto, tan mala o indigna, que no me atrevía a pronunciar palabra de asentimientos; y después sentí que temblaba toda yo y una debilidad tan extrema, que apenas sentía un hilo de vida, tanto más cuanto que a lo lejos veía a los demonios que reunidos en consejo se alistaban y alborotaban, decididos a que, si yo aceptaba el hacerme 119 Divina Voluntad Volumen 1 Víctima para aliviar a Jesús, ellos me harían la carnicería cruel que los hombres ya habían hecho con mi Señor. Este anuncio me causó tan indecibles dolores y contorsión de nervios, que creí morir; pero ya un tanto recobrada, me acerqué a besar a todas las llagas de mi Jesús, las cuales, conforme las besaba se cicatrizaban y sanaban; y mi Señor, que poco antes me parecía casi muerto, recobró nueva vida; y al mismo tiempo yo recibí tales luces acerca de las ofensas que se hacen a Jesús y tal atractivo de amor hacia mi sumo Bien, que en mi corazón me decidía a hacerme Víctima, aunque tuviera que sufrir mil atroces muertes, pues un Señor tan bueno merecía todo de mí en correspondencia a su Amor tan grande. Todo esto ocurrió mientras silenciosamente besaba sus llagas, ya que siguiendo mis miradas las miradas moribundas de Jesús, notaba al contemplar sus ojos, cómo sus miradas adquirían vivacidad y me lanzaban tales flechas y dardos encendidos de amor, que penetrando al fondo de mi corazón no podían menos de esperar de mí la correspondencia a las tantas invitaciones que internamente me hacía percibir mi Jesús. Añádase además a esto que la Santísima Virgen 120 Divina Voluntad Volumen 1 me daba tales estímulos de simpatía hacia Jesús que no me es posible expresar… Me hacía comprender cómo había que llegar a ser una sola cosa con Jesús; pero no sabría decir de ninguna manera cómo esto tomaba desarrollo en mi ánimo. Pero es cierto que una mirada más penetrante de Jesús con un rayo de vívida luz, reanimó de tal manera mi espíritu que sentí adquirir nueva vida; y luego Jesús vino a decirme: “¿Has observado tú las enormes ofensas que me hacen la mayor parte de los hombres? Todos, quien más, quien menos, transitan por los caminos de la iniquidad, por lo cual, sin advertirlo, muchísimos de ellos propendiendo siempre al mal, caerán de abismo en abismo en el caos infernal. Ven conmigo a ofrecerte, también tú, ante la Divina Justicia ultrajada, como Víctima de reparación por las muchas ofensas que siempre se cometen, a fin de que mi Padre Celestial quiera hacerse propicio otorgándonos la conversión de los pecadores, que a ojo cerrado beben de la fuente envenenada del pecado… Pero sabe que tienes delante un 121 Divina Voluntad Volumen 1 doble campo, el uno de sufrimientos más o menos atroces y el otro de singularísimas Gracias. Si rechazas el primero, no podrás ciertamente participar de las Gracias que se prometen a quien haya combatido valerosamente; pero si aceptas, sabes que Yo no te dejaré sola, sino que vendré a ti a sufrir todo lo que de ultraje se Me hace de parte de los hombres, lo cual es ciertamente una Gracia singularísima que se ha otorgado a pocos, ya que no están dispuestos a entrar en el centro del campo de los sufrimientos. En segundo lugar es Gracia también singularísima, pues te prometo sublimarte a tanta gloria cuantos sufrimientos te sean comunicados por Mí. En tercer lugar te daré por ayuda y como guía y consuelo, a mi Santísima Madre, a quien le es dado concederte cualquier Gracia, más aún, el tesoro de las Gracias, a medida de tu correspondencia. ¿Te parece poco, tal vez, este inmenso Bien mío? 122 Divina Voluntad Volumen 1 Pues bien, haz la prueba y te encontrarás elevada por sobre todos los mortales”. Con estas palabras, me pareció que me confiaba a su Santísima Madre, la cual de buen ánimo y con rostro alegre, me aceptaba y yo también con gratitud, me ofrecí a Jesús y a la Santísima Virgen, pronta a sujetarme a todo lo que se deseaba de mí. Recuperada luego, de este primer acto respetuoso de conformidad de mi voluntad con la de Jesús, me encontré por primera vez inmersa en tales penas de anonadamiento de mí misma, como jamás había experimentado hasta ese momento. Me veía menos que un mísero gusanillo, que no sabe hacer más que arrastrarse a duras penas en la tierra y por eso me volví al Señor diciéndole: - “Ayúdame Tú, oh mi buen Jesús, pues tu Omnipotencia en mí y fuera de mí, me hace tanto peso que me aterra… Veo bien que si Tú no me alientas, mi nada acabará por disolverse. Dame, pues, el padecer, que lo acepto, pero te ruego que me des mayor fuerza, ya que en este estado más que nunca me siento morir”. 123 Divina Voluntad Volumen 1 Desde aquel día tuve una mayor Gracia y ayudas de lo alto; las visitas del Señor se alternaban con las de la Virgen Santísima, con un casi continuo movimiento de va y viene, según que me presentaban batalla los demonios, los cuales, cuanto más dispuesta me veían a padecer, tanto más furiosos se manifestaban…18. Es inútil decir que si los sufrimientos padecidos hasta aquí de parte de los demonios han sido indecibles, ahora parecen casi una sombra en comparación con las más leves penas aceptadas de manos de Jesús con ánimo dispuesto a expiar y reparar las muchísimas y gravísimas ofensas que hace el hombre a Dios; pero yo que confío en Dios, que aterra y motiva, que aflige y consuela, estoy dispuesta a sufrirlas por su mayor Gloria y por el bien de mi prójimo, como lo quiere el Señor. Luisa, Luisa, Luisa En un cuaderno intitulado “Peripecias de un alma que tiende a la perfección” hablando en tercera persona dice: “que había sido llamada por Dios a abrazar el estado de Víctima desde la edad de 16 años”. 18 “Desde 1882, en que le había elegido como Víctima…”. (Volumen V, 14-4-1904) 124 Divina Voluntad Volumen 1 18. La Víctima comienza a hacer su función, tomando parte en las penas de Jesús, coronado de espinas, para reparar por los pecados, especialmente de soberbia. Comienza para Luisa el ayuno. No habían pasado sino pocos días desde que me había sometido al estado de Víctima, después de tantas invitaciones reiteradas de mi Jesús y de la Virgen madre, cuando sentí por segunda vez que perdía los sentidos, mientras el Señor se me hizo ver con la corona de espinas en la cabeza y todo bañado en sangre y acercándose a mí me dijo benignamente: “Hija mía, mira qué me hacen sufrir los hombres por completo desamorados de Mí. Es tan grande su soberbia en estos tristes tiempos que hasta el aire que respiramos me lo han infestado; más aún es tal el hedor de este aire que no solo se ha esparcido por todas partes, sino que ha llegado hasta el Trono de mi Padre, allá en los Cielos… 125 Divina Voluntad Volumen 1 Como puedes considerar, el estado de estos miserables tiende a hacer cerrar para ellos las puertas del Cielo; ellos ya no tienen ojos para conocer la Verdad, porque del pecado de soberbia ha venido el ofuscamiento total de sus mentes y la depravación del corazón, por lo cual se han dejado llevar a toda intemperancia y torpeza; y Yo en vista de su perdición, sufro acerbas penas e indecibles aflicciones y dolores. Ah, dame tú un alivio y una reparación por tantas injurias que se Me hacen continuamente… ¿No quisieras tú al menos mitigar los dolores que me causa esta corona de punzantes espinas?”. Ante esta visión y estas palabras experimenté en mí tal anonadamiento y vergüenza de mí misma, que en seguida le respondí: - “Mi dulcísimo Jesús, al verte así bañado en sangre y al oírte hablar con tanto dolor, estoy tan confundida y he experimentado tal espanto, que no he pensado en absoluto en pedirte esta corona para poder aliviarte en tantas penas; pero ahora que suavemente me es ofrecida por Ti, Te la 126 Divina Voluntad Volumen 1 agradezco y al mismo tiempo Te ruego me des nueva gracia para poder padecer como conviene”. Entonces Jesús se quitó la corona y después de haberla clavado en mi cabeza, animándome a sufrir bien, se me desapareció. Ahora, ¿quién puede expresar los acerbos dolores que experimenté al volver en mí? A cada movimiento de la cabeza, los dolores se hacían cada vez más agudos y sentía que los pinchazos me penetraban en los ojos, en las orejas, detrás de la nuca y hasta en la boca, que se cerró de tal modo que me impedía poder tomar cualquier alimento. En este estado de sufrimientos estuve de dos a tres días y por tanto sin alimento por no sentir más acerbos dolores; y cuando estos se mitigaron y tomaba alguna cosa para reanimarme, en seguida mi Jesús me apretaba sensiblemente la cabeza con su mano y las penas se renovaban con más intensidad de sufrimientos y dolores, de modo que a veces llegaba a perder totalmente los sentidos. Al principio este estado de Víctima fue para mí doblemente angustioso, ya sea por lo que sufría para complacer a mi buen Jesús, ya también por las continuas inquietudes que se me 127 Divina Voluntad Volumen 1 presentaban de parte de la familia, pues ésta, al verme sufrir tanto y sin poder lograr inducirme a tomar algo de alimento, persistía en creer que yo me había procurado este mal por no querer ya permanecer en el campo y, naturalmente, atribuían todo rechazo de alimento a un mero capricho mío y para hacer que volviéramos en seguida a la ciudad. Por este doble motivo de sufrimientos mi naturaleza quería resentirse, ya que no era verdad lo que me atribuía la misma familia; y luego el Señor, justamente me reprendía, pues no quería en mí este resentimiento y si no, me amenazaba con que me retiraría su Gracia. Jesús, Jesús, Jesús 128 Divina Voluntad Volumen 1 19. Sufrimientos de parte de la familia. Sumo temor y repugnancia de Luisa, de que los demás puedan percatarse de sus sufrimientos y de cuanto le sucedía: pero el Señor hace que lo adviertan. Una noche, más que en otra época, mientras estábamos en la mesa y yo en tal estado de sufrimientos que no podía abrir la boca para tomar ningún alimento, la familia, primero de a buenas y después con enojo, me instaban a obedecer, pero yo, como no podía contentarla, me puse a llorar y para no ser vista me dirigí a otra habitación y allí seguí llorando y suplicando a mi Jesús y a la Virgen Santísima que me concedieran ayuda y fuerza para soportar esta prueba; pero mientras hacía esto perdí los sentidos, exclamando de corazón: - “Oh mi buen Dios, ¡qué dura pena es el tener que soportar a la familia, irritada conmigo por tan injusta causa! 129 Divina Voluntad Volumen 1 Ah, no permitas que tengan que verme más en este estado de sufrimientos, porque siento tal vergüenza de ser vista en este estado, que preferiría más bien la muerte que hacer conocer lo que pasa entre yo y Tú, mi Dios. Y esto lo siento tan vivamente en mí, sin saber decir el por qué, que no puedo menos de ir a esconderme en sitios donde no pueda ser vista de nadie. Cuando luego me veo sorprendida de improviso y tanto que no tengo tiempo de ocultar mis penas y mis dulces y amargas lágrimas, me siento como aniquilar y disolverse mi ser como nieve al fuego y en este estado, toda yo siento en mí un no sé qué de calor no natural, que primero me hace derramar copioso sudor y luego me hace helar y temblar de frío. Ah, mi buen Jesús, Tú solo puedes remediar este estado mío, haciéndome permanecer siempre oculta a las miradas de los demás y haciendo creer a mi familia que yo me aparto de ellos solo para orar y no por otro motivo; y que este anhelo sea conocido solo por Ti, mi Dios”. Mientras así me desahogaba en lágrimas y en oraciones y votos, Jesús se hizo ver en medio de innumerables enemigos, que Le dirigían toda clase de insultos y entre ellos había quienes Lo 130 Divina Voluntad Volumen 1 pisaban bajo sus pies, quien Le tiraba de los cabellos y otros que blasfemaban de Él con vituperables y diabólicos sarcasmos… Me parecía que mi amable Jesús quería escapar de debajo de esos fetidísimos pies, mirando a su alrededor como en busca de alguna persona que con mano amiga Lo liberase, pero veía que no encontraba a nadie que se prestara para ese efecto. Luego yo, considerando la gran ofensa que se hacía a Jesús, lloraba amargamente y habría querido meterme entre aquellos lobos rapaces, para liberar a mi Jesús, pero no me atrevía, conociéndome incapaz y por eso de lejos hacía fervorosas instancias ante Jesús para que me hiciera digna de sufrir en vez de El aquellas penas o que al menos me hiciera participar de ellas, exclamando: - “Ah, oh Jesús, si pudiera yo tomar sobre mí estas penas para aliviarte y liberarte de estos enemigos…!”. Pero mientras decía esto, esos furibundos enemigos, como si hubieran entendido mi oración, se lanzaron con ímpetu contra mí, como perros rabiosos, golpeándome, arrancándome los cabellos y pisoteándome bajo sus pies; yo entre tanto, aunque sufriendo, sentía dentro de mí un 131 Divina Voluntad Volumen 1 contento, al ver que así podía procurar a Jesús un poco de tregua; pero esos enemigos, viéndome tal vez tan contenta, desaparecieron, mientras Jesús se me acercó para compadecerme y yo para compadecerle a Él, si bien no me atrevía a proferir palabra. En tanto Jesús, rompiendo nuestro silencio, me dijo: Él primero “Hija mía, todo lo que has visto hacer de Mí, es nada y una pura nada en comparación de todas las ofensas que continuamente se Me hacen por la mayor parte del género humano, ya que su ceguera los tiene engolfados en las cosas terrenas y en forma tal que los hace llegar a ser despiadados y crueles no solo conmigo sino también con ellos mismos; han repudiado toda verdad sobrenatural, dándose con todas sus fuerzas en busca de oro, pero esto los ha arrojado al fango de toda suciedad y han caído en el total desprecio de su eterno destino. ¿Quién, oh hija, pondrá dique a la inundación de tan monstruosa ingratitud, que se ensancha cada vez más en el mundo de los falsos regalones? 132 Divina Voluntad Volumen 1 ¿Quién tendrá compasión de tanta gente que Me cuesta Sangre y vive como sepultada en la hediondez de las cosas terrenas? Ah, tú ven conmigo a orar, a llorar y a reparar las ofensas que hacen a mi Padre tantos ciegos que son todo ojos para todo lo que sabe a tierra, mientras no tienen mente y corazón sino para despreciar y pisotear mis numerosas Gracias, poniendo todo lo que ha sido obrado por Mí para su provecho, bajo sus inmundos pies, como si fuese vil fango… Ah, levántate al menos tú sobre todo lo que sabe a tierra; aborrece y desprecia todo lo que no Me pertenece; enamórate cada vez más de las cosas que saben a Cielo y así no te hagan más impresión los insultos que te vienen de la familia, ahora que Me has visto sufrir a Mí insultos mucho más abominables; solo toma en cuenta mi honor y el repararme por tantas ofensas que se Me hacen continuamente y luego considera la pérdida de tantas almas. ¡Ah, no Me dejes solo en medio de tantas penas que Me desgarran el Corazón…! 133 Divina Voluntad Volumen 1 Pero sabe que todo lo que sufres ahora es nada en comparación con todas las penas que sufrirás después; ¿No te he dicho acaso y repetido muchas veces, que quiero de ti la imitación de mi Vida? Mira cuán diferente de Mí eres todavía. Por eso cobra ánimo y nada temas, que así podrás llegar en cierto modo a ayudarme”. Después de estas palabras de Jesús, volviendo en mí, advertí que estaba rodeada de personas de la familia que lloraban y se conturbaban, temiendo que me encontrase al final de la vida; por eso se apresuraron a llevarme a la ciudad, a fin de hacerme examinar por los médicos. Ahora no sé decir la pena que sentí, al pensar que la familia estaba consciente del mal físico que se había apoderado de mí y por el cual tenía que sujetarme a la visita del médico. Me derretí, pues, en lágrimas lamentándome con mi Jesús, Le dije: y - “¿Cuántas veces, oh mi buen Jesús, no Te he dicho que quiero padecer contigo, pero siempre ocultamente? 134 Divina Voluntad Volumen 1 Este es mi único contento y Tú ahora, ¿por qué me privas también de esto? Ah, dime, ¿cómo haré para hacer que mi familia vuelva a la paz? Tú solo, oh mi buen Jesús, puedes sugerirme el modo de proceder… Ah, alíviame un poco a fin de que ellos no tengan que afligirse tanto por mi causa; ¿no ves cuán tristes se han vuelto? ¿No oyes lo que dicen y pretenden hacer? Hay quien piensa de un modo, quien de otro; quien quiere que use un remedio, quien otro. Son todo ojos y siempre atentos a mi persona, de modo que no me dejan ya sola, impidiéndome así recobrar la paz perdida… ¡Ah, ayúdame en tantas penas, una más amarga que otra, de tal modo que me hacen sentir que me falta la vida!”. A estas palabras, mi buen Jesús, con toda dulzura me dijo: - “Hija mía, no te aflijas tanto por esto, sino trata más bien de abandonarte como muerta en mis brazos; mientras tú tengas los 135 Divina Voluntad Volumen 1 ojos abiertos para observar lo que hacen y dicen las criaturas respecto de ti, sabe que no puedo actuar libremente en ti. ¿Quieres, pues, fiarte de Mí? ¿Acaso no has experimentado cuánto te quiero? Pues bien, sabe que todo lo que permito que te suceda, sea por medio de los demonios o de parte de las criaturas, está dirigido por Mí para tu mayor bien, que no tiende a otra cosa sino a conducir tu alma al estado último para el que te he elegido. Por eso quiero que estés tranquilamente en mis brazos y a ojos cerrados, sin mirar ni investigar cuanto acontece a tu alrededor, pues de lo contrario perderías el tiempo y no podrás llegar al estado de vida al que estás llamada. Y en cuanto a las personas que te rodean, no te preocupes; usa con ellas un profundo silencio, sé benévola y sometida en todo; haz que tu vida, tu pensamiento, tu palpitación y tus respiraciones y afectos, sean continuos actos de reparación, que aplacan a la Divina 136 Divina Voluntad Volumen 1 Justicia, ofreciendo con ellos las molestias que te causen las criaturas”. Después de haberme así amaestrado, Jesús desapareció. Entonces me concentré en mí misma e hice cuanto más pude por resignarme a la Divina Voluntad, aun cuando a veces llorara amargamente, ya que fui puesta por la familia en tales apreturas que fui obligada a someterme a la visita del médico quien juzgó que mi enfermedad no era otra cosa que un hecho totalmente nervioso y por tanto se me ordenaron medicinas, paseos, baños fríos y continuas distracciones y entre tanto recomendó a todos que se cuidaran bien de no moverme en lo más mínimo durante el período de adormecimiento, pues en caso contrario más bien me destruirían en vez de aliviarme, si quisieran ponerme en otra posición distinta de aquella en que me encontraba19. Entonces, se suscitó de parte de la familia en este tiempo, una tácita y disimulada guerra, pues había quien me impedía ir a la iglesia, quien me quitaba la libertad con su continua compañía De aquí en adelante cuando Luisa era arrebatada a la contemplación de Jesús, caía en un estado de petrificación física; su cuerpo quedaba privado de toda función vital y como “congelado”; años después escribe – a esto se añadió que su alma, atraída por Jesús en su visión, lo que ocurría casi todas las noches, salía del cuerpo y volvía a la vida solo cuando al otro día, le daba la obediencia un Sacerdote, la mayoría de las veces el Confesor. De todos modos las diversas visitas médicas no dieron resultado: En Luisa no había ninguna enfermedad; y permaneció en cama ante todo por el hecho de que era sorprendida por el adormecimiento y luego por el estado continuo de sufrimientos como Víctima. 19 137 Divina Voluntad Volumen 1 incluso en casa; quien me presionaba para hacerme tomar las medicinas y todos los demás expedientes ordinarios del médico y quien, finalmente, quería hacerme la guardia hasta en la noche. Después de lo cual les fue fácil a ellos percatarse de todo lo que me sucedía muy a menudo. Después de un largo período, sin poder más me animé a lamentarme así con mi Señor: - “¡Oh, cuán penoso me es, mi amado Jesús, el modo como se porta conmigo mi familia, porque ha llegado a privarme aun de las cosas para mí más queridas; en efecto estoy privada de todo y hasta de tus mismos Sacramentos! ¿Quién jamás habría pensado que yo tuviera que llegar a este estado de vida, sin poder más acercarme a Ti en el Sacramento, ya sea para visitarte ya para recibirte sacramentalmente? ¡Quién sabe dónde irá a acabar este estado de vida! Ah, dame Tú, ¡oh Jesús, nueva ayuda y fuerza, de lo contrario la naturaleza me vendrá a menos…!”. 138 Divina Voluntad Volumen 1 Y Jesús haciéndose ver, inmediatamente me decía: - “Valor, hija mía, estoy Yo en tu ayuda; ¿qué temes? Piensa que también Yo he sufrido de parte de todo grupo de personas y de éstas, hubo quien pensaba de un modo y quien de otro y a tal punto que las cosas más santas que Yo hacía eran juzgadas por ellas aviesamente como defectuosas y aun malas y hasta llegaron a decirme que Yo estaba endemoniado, tanto que Me hacían mirar por los otros con ojos torvos y me tenían entre ellos de mala gana, maquinando la manera y el medio de quitarme lo más pronto la vida, porque mi presencia se había hecho para muchos intolerable, porque servía de reprensión para los malvados, mientras que de mucho consuelo para los buenos. Entonces, ¿no quieres tú hacerte semejante a Mí, que te quiero hacer partícipe de los sufrimientos que padecía de parte de las criaturas?”. Y yo a Él: 139 Divina Voluntad Volumen 1 - “Todo lo abrazo por amor tuyo…”. María, María, María 140 Divina Voluntad Volumen 1 20. La cruz de saber que los propios padecimientos son conocidos por los demás: y ésta fue también una pena de Jesús. Pasé así bastantes años, sufriendo siempre ya de parte de los demonios20, ya de parte de las criaturas, ya de parte de Jesús, que me ponía a participar de sus penas; y en este estado llegué a veces a sufrir de tal modo que me avergonzaba de mí misma y sobre todo, experimentaba en mí gran bochorno de hacerme ver de cualquier persona. Verdaderamente para mí ha sido siempre un gran sacrificio el aparecer en una conversación aun familiar, incluso cuando me encontraba en estado de perfecta salud; pero ahora, más que nunca, encontrándome en estado de sufrimiento, experimento tal vergüenza y tal turbación de espíritu que me hace entontecer. “En el transcurso de cerca de tres años…”, ha dicho antes: desde los 13 o 14 años hasta los 16 en que acabó esta prueba poco a poco. 20 141 Divina Voluntad Volumen 1 Entre tanto la familia viendo que a nada conducían los remedios ordenados por el primer médico, procuró hacerme visitar todavía por otros, que no lograron mejorar mi salud; y yo, derramando siempre amarguísimas lágrimas, Le decía a mi amable Jesús: - “Señor, ¿no ves cómo mis sufrimientos se hacen cada vez más patentes a todos? No solo la familia, sino también los extraños saben mis cosas y yo, que me veo por esto totalmente confundida… me parece que todos los que me ven me señalan con el dedo, como si hubiese cometido alguna maldad o bien como si mis sufrimientos fuesen los más contagiosos, lo que me hace experimentar penas indecibles; yo no sé decirte en verdad qué ha sucedido en mí, pues muchísimas veces vuelven a agitarme estas malas aprensiones, que, al fin, si se va al fondo, son falsas. Ah, Tú solo, oh Jesús puedes liberarme de esta notoriedad y de esta aprensión mía; en Ti está el hacerme padecer a ocultas; ¡Te ruego, Te conjuro, por tu Bondad, escúchame favorablemente!”. 142 Divina Voluntad Volumen 1 Primero Nuestro Señor fingió no escucharme, por lo cual se aumentaron en mí las penas, pero después, compadeciéndose, me dijo con toda Bondad: - “Hija mía, ven a Mí, que te quiero consolar; tienes razón de quejarte así, porque sufres, pero es necesario que recuerdes cuánto más he sufrido Yo por tu amor. También mis sufrimientos fueron hasta cierto punto del todo ocultos; pero cuando, después, la Voluntad de mi Padre quiso hacerme padecer públicamente, pronto fui al encuentro de todo desprecio, oprobio y confusión, hasta ser despojado de los vestidos y desnudo aparecí en medio de un numerosísimo pueblo. ¿Podrías tú ahora confusión que ésta? imaginar mayor Sin embargo mi naturaleza sentía en sí viva esta especie de confusión, pero mi mirada estaba fija en la Voluntad de mi Padre y ofrecía la pena y los sufrimientos en reparación de las muchas ofensas que hacen los hombres, cometiendo las más nefandas acciones en presencia del Cielo y de la tierra sin ninguna vergüenza y más bien las cometen a ojos vista y con aires de ostentación, como 143 Divina Voluntad Volumen 1 si hubiesen llevado a cabo alguna obra grandiosa… y Yo, a pesar de todo esto, decía a mi Padre: “Padre Santo, acepta mi confusión y mis oprobios en reparación de las muchas culpas que cometen tantos que descaradamente y sin freno Te ofenden públicamente, con grave escándalo de los niños pequeños; perdónales, pues y dales supremas luces, para que vean la fealdad del pecado y, convirtiéndose vuelvan al sendero de la virtud…”. Ahora, si tú quieres imitarme, ¿no debes participar en esta especie de sufrimientos tolerados todavía por Mí, por el mayor bien de todos? ¿No sabes que los más hermosos regalos que puedo dar a las almas que se Me han hecho más queridas, son las cruces y las penas que Me tocaron tan de cerca? Tú eres todavía niña en la vía de la Cruz y por eso te sientes demasiado débil, pero cuando te hayas hecho más grandecita y hayas conocido bien cuán precioso es el desnudo padecer, entonces se hará más vivo en ti el deseo de sufrir; apóyate, pues en Mí y 144 Divina Voluntad Volumen 1 descansa, que así adquirirás fuerza y amor al padecer”. Luisa, Luisa, Luisa 145 Divina Voluntad Volumen 1 21. Luisa se ve obligada a estar en cama por períodos de tiempo21; Se acentúa la posibilidad de comer. Es llamado por primera vez el Confesor, el cual la libera del estado de petrificación. Después de haber pasado alrededor de seis o siete meses en este estado de sufrimientos, se acrecentaron todavía más, tanto que me vi obligada a estar en cama, ya que muy frecuentemente perdía los sentidos y la boca se me estrechaba tanto que me impedía totalmente tomar algún alimento y apenas si lograba ingerir alguna gota de bebida, que era devuelta en seguida por los continuos conatos de vómito, que por lo demás siempre se presenta en los mayores sufrimientos. Entre tanto como no se conseguía nada con medicamentos en el curso de dieciocho y más días de curación, se pensó en llamar al Confesor Por la cronología de la vida de Luisa, estos hechos se dan a la edad de 17 años, probablemente después de la Novena del Nacimiento. 21 Estamos en el año de 1883 y Luisa comienza su vida en la cama. De manera definitiva Luisa quedará en cama a los 22 años de edad (desde principios de 1888). 146 Divina Voluntad Volumen 1 con el único fin de confesarme. Habiendo venido éste y al encontrarme en estado de casi petrificación, me dio la obediencia de abandonar el estado de adormecimiento mortal y, haciéndome la señal de la Cruz, me ayudó a salir del entorpecimiento nervioso; y cuando me recobré del todo me preguntó: - “Dime, ¿qué es lo que tienes?”. Y yo, callando lo medular, le dije solo: - “Padre, esta debe ser cosa del demonio…”. Y el Confesor, sin otra pregunta y sin ninguna vacilación, me dijo: - “No temas, que no es el demonio y si lo fuera, el Sacerdote en nombre de Dios lo expulsaría de ti”. Entonces logró darme el usual movimiento de los brazos, a hacerme abrir libremente la boca y hacerme tomar algún alivio. Habiéndose luego retirado el Confesor, me puse a considerar que todo lo que se había obrado en mí había que atribuirse a la santidad de este santo Sacerdote y lo tuve casi por un 147 Divina Voluntad Volumen 1 milagro, tanto que entre mí y con enorme contento, decía: - “Mira, que si hubiese durado un poco más de tiempo en aquel estado, ciertamente habría puesto fin a mi vida, mientras que ahora me siento renacida a nueva vida…”. Doy siempre gracias y las daré a Dios por haberme devuelto la salud gracias a la santidad de este su ministro. Pero no puedo ocultar que en aquel estado de muerte estaba del todo resignada y que ahora, aun viéndome libre, no experimento un cierto pesar de no estar ya muerta; pero el Señor no lo permitió, ya que tenía que cumplir sus designios sobre mí y por eso en el día dio señales de que me quería por Víctima perenne haciéndome sorprender de cuando en cuando por aquel estado de antes, pero me recobraba por mí misma. Después se restableció mi salud y durante otro período pude ir a la iglesia, para cumplir mis deberes religiosos22. Su parroquia, Santa María Greca; fue entonces cuando se hizo Terciaria Dominicana con el nombre de MAGDALENA. Tenía 18 años. 22 148 Divina Voluntad Volumen 1 En este intervalo, al comulgar y recibir a Jesús en el Sacramento, me decía cuando debía ser puesta a participar de sus penas y sufrimientos y muchas veces me determinaba la hora en que debía venir Él a participármelas; anunciadas las penas y luego participadas por Jesús y sufridas por mí, no pensaba yo decírselo al Confesor, pues creía que al solo pensamiento de querer manifestarlo al Confesor, me volvería el alma más soberbia de este mundo, aunque consciente de la santidad de mi Padre espiritual y esto por un lapso de tiempo, ya que del estado de sufrimientos participados por Jesús me recobraba sin ninguna ayuda humana, pues todo lo hacía Jesús. Después ocurrió que, al comunicarme Jesús sus penas y dolores, ya no pude como antes recobrarme por mí misma, tanto que la familia tuvo un día que mandar a buscar de nuevo al Confesor, el cual después de haberme hecho recobrar los sentidos, me dijo: - “De ahora en adelante, cuando vayas a la iglesia o antes de comulgar o cuando hayas terminado la acción de gracias, ven al confesionario, a fin de darte la bendición de 149 Divina Voluntad Volumen 1 gracia, para hacer que siempre te recobres del estado de sufrimiento, sin que yo vaya a tu casa”. Jesús, Jesús, Jesús 150 Divina Voluntad Volumen 1 22. Una nueva cruz durísima para Luisa: la sujeción, como Víctima a la potestad de los Sacerdotes. Sufrimientos penosísimos que tuvo que soportar por parte de ellos. Una mañana, entre otras, el Señor, después que recibí la Santa Comunión, me dio a entender que en el día sería sorprendida por el estado de adormecimiento total, ya que me invitaba a hacerle compañía participando de las penas que sufría por las ofensas de los hombres malvados. Y yo, sabiendo que el Confesor no estaba en la ciudad, le dije en seguida: - “Mi buen Jesús, si quieres comunicarme tus penas, Tú mismo deberás tener la bondad de hacerme recobrar, pues en caso contrario la familia no podrá enviar por el Confesor, porque este se encuentra en el campo”. El Señor, todo bondad, me dijo: 151 Divina Voluntad Volumen 1 - “Hija mía, tu confianza debe estar puesta toda en Mí; está tranquila y enteramente confiada y resignada, porque la una y la otra, puestas en Mí, vuelven el alma luminosa, haciendo que las otras pasiones estén en su puesto, de modo que, atraído Yo por aquellos rayos de luz, comunicados por Mí mismo, tomo posesión del alma y la plasmo toda en Mí, para hacerla vivir de mi misma Vida”. No pude oponer mis palabras a las suyas y por eso tuve que resignarme a su Santa Voluntad y ofrecí la Comunión ya hecha como la última de mi vida; dando, pues, el último adiós a Jesús en el Sacramento, salí de la iglesia y si bien resignada, sentía no obstante cierto desconsuelo en mí, pensando en lo que estaba por sucederme; por eso todo ese día no hice otra cosa que llorar y pedir al Señor que me comunicara nueva Gracia para hacerme recobrar en caso de que estuviese por perder los sentidos. Y de hecho, ese mismo día fui sorprendida por aquel estado mortal, que me resultó demasiado amargo, porque con una cruz nueva y pesadísima me encontré reducida a ese estado; cruz que yo misma juzgo y estimo como la más grave y pesada de cuantas he debido sufrir hasta este momento. 152 Divina Voluntad Volumen 1 Mientras entré a ese estado de mortal sufrimiento, me resigné del todo a hacer la Voluntad de Dios y a disponerme a bien morir. La familia entre tanto, viéndome en ese estado y que sufría tanto, trató de enviar por otro Sacerdote, que tal vez podría tener la caridad de hacerme recobrar; pero quien por una razón, quien por otra, casi todos a quienes se les pidió cooperar, rehusaron venir a casa y así tuve que pasar la friolera de diez días en esa continua petrificación de vida mortal, pero sin morir. Finalmente al undécimo día, se prestó el Confesor con quien me había ido a confesar para la primera Comunión cuando yo era todavía pequeña23. Este vino y me hizo recobrar, como la otra vez me había hecho volver en mí, mi propio Confesor. En esta recuperación comprendí dos cosas: la una que no era la santidad sola del Sacerdote la que me hacía recobrar los sentidos, sino sobre todo la potestad dada por Dios al Sacerdote, como su ministro; y la segunda cosa que aprendí fue el advertir los designios de Dios sobre mí, que era para involucrarme en la red subjetiva de sus ministros. 23 El Canónigo D. Michele De Benedictis. 153 Divina Voluntad Volumen 1 Desde aquí tuve una larga guerra de parte de los Sacerdotes24; y hubo en efecto quien dijo que todo mi estado era una ficción y esto para hacerme tener por santa; quien decía que yo era merecedora de palos y así no tendría ya que caer en ese estado de verdadero fingimiento; quien me creía endemoniada y quien decía muchas otras cosas más, no hablar de las cuales es siempre bueno; y por eso yo no sabía cómo proceder, ya que si la familia, para no hacerme padecer tanto en ese estado, consideraba su deber ir en busca de algún Sacerdote para hacerlo venir, Dios sabe a cuántos extraños rechazos se vio sometida, al punto que ya no podía más, en especial mi pobre madre que por mí ha derramado un río de amarguísimas lágrimas… En cuanto a mí, callo; solo digo que el Señor perdone a todos los que me han dado motivo de mayor sufrimiento y recompense centuplicadamente a los que han sufrido conmigo, especialmente a mi madre. Imagínese, pues, cuán amarga me ha resultado esa sujeción: que para recobrarme deba tener absoluta necesidad del Sacerdote. Esta guerra contra Luisa, cada vez más franca, iniciada desde entonces, se prolongó por toda su vida, hasta hacerla condenar en sus escritos, en 1938. 24 154 Divina Voluntad Volumen 1 ¡Sabe Dios cuántas veces Le he rogado, derramando amarguísimas lágrimas, que me liberara de tan dolorosa sujeción a su Ministro! ¿Y cuántas veces Le he resistido cuando estaba por pedirme el estado de Víctima, deseando que aceptara sobre mí sus acerbísimas penas? Entonces, más que nunca me hacía violencia a mí misma para resistir, diciéndole a mi buen Jesús: - “Señor, aceptaré el estado de Víctima al que Tú me llamas, cuando me hayas prometido que Tú mismo me harás recobrar sin la venida del Sacerdote; de lo contrario no quiero someterme a un juego tan pesado”. Y resistí así, cuanto pude hasta el tercer día; ¿pero quién puede resistir a Dios, si El lo quiere incondicionalmente? En los tres días de resistencia opuesta hacia mi Dios, muchas veces salía con estas expresiones contra sus promesas, diciéndole con cálidas y amargas lágrimas: 155 Divina Voluntad Volumen 1 - “Señor, Tú ya no cumples tu palabra dada… Cómo, decías que todo se desarrollaría entre Tú y yo sola y ahora quieres hacer intervenir a un tercero para hacerme recobrar, con lo cual estaré obligada a hacer conocer lo que pasa entre Tú y yo. Y decir que esto no es susceptible de suceder cuando Tú me pones en condición de no poder recobrarme… ¿No has notado los tantos rechazos extraños y las humillaciones que la familia ha tenido que sufrir, injustamente, de los Sacerdotes que no nos creen nada? Se puede ciertamente, prescindir de ellos y así estaremos contentos; es decir, contenta yo al aceptar tus sufrimientos sobre mí, cuantas veces lo quieras y al mismo tiempo más contento Tú, que me harás recobrar cuando quieras y así no podrás estar descontento de mí, porque estarás contento de mi condescendencia en hacer tu Querer…”. Pero por más que yo decía, Jesús callaba y fingiendo escucharme, parecía querer acceder en todo lo que, según yo, era justo y santo; pero en cambio, vino a decirme: 156 Divina Voluntad Volumen 1 - “Hija mía, no temas; Yo soy El que da las tinieblas y El que da la luz; ahora ha sido el tiempo de las tinieblas, pero el tiempo de la luz vendrá pronto. Sabe además, que mi costumbre es manifestar mis obras por medio de los Sacerdotes; a ellos les he dado el poder conocer bien, juzgar y animar al alma a proseguir sin perplejidades, si todo está según el criterio de la Revelación o bien hacer suspender y dejar todo lo que se juzgue no estar conforme al criterio de esas revelaciones…”. Es inútil decir que ante las palabras de Jesús debí callarme y, sumisamente sujetarme sin más a su expreso Querer; ¿pero puedo callar ahora a quien estoy obligada a manifestar todo en precepto de obediencia, cuántas extrañezas y contradicciones he debido soportar en el curso de alrededor de cuatro años?25. Y esto sea dicho porque así se me ordena y no para reprobación de los Sacerdotes que en este período me sujetaron a pruebas durísimas: basta decir que se llegó a hacerme estar en el estado de sufrimientos, de inhabilidad, de inmovilidad y de petrificación hasta dieciocho días continuos y 25 Hasta la edad de 20 o 21 años. 157 Divina Voluntad Volumen 1 algo así, lo que fue para mí verdaderamente estado de muerte sin morir, ya que inhabilitada para cualquier movimiento, no podía tomar ni una gota de agua, ni satisfacer las necesidades naturales; en una palabra, fue darme, todavía viva en manos de los Sacerdotes, que a su voluntad y a mi despecho me hacían estar viva en estado de verdadera muerte. Dios solo sabe lo que pasé en aquellos cuatro años de verdadero martirio. Y cuando algún Sacerdote tenía a bien llamarme a la vida, no usaba conmigo la caridad de decirme: “Ten paciencia, haz la Voluntad de Dios…”, sino más bien represiones y reprimendas, como las que se hacen a veces a los caprichosos y a los desobedientes, que actuando a su propio talante luego se han encontrado en la vía del mal. María, María, María 158 Divina Voluntad Volumen 1 23. Luisa se somete, con la Gracia, a las penas y contradicciones que le vienen de los Sacerdotes. Jesús, sirviéndose de la epidemia del cólera, le pone al pie de candil, haciendo pública su condición de Víctima. ¡Oh, cuán mala he sido y lo soy todavía porque me quejo de nuevo vivamente cuando se me tacha, si bien sin razón, de alma caprichosa y desobediente! Si yo quisiese investigar la razón por la cual, aun sin querer resentirme, tengo siempre vivo este sentimiento en mí, debería encontrarla en la causa eficiente de ser muy desemejante todavía, en mi pensar y obrar, del de mi siempre amable Jesús. Él, que en toda su Vida ha sido verdaderamente el blanco de toda especie de contradicciones, no ha guardado nunca en sí el más pequeño resentimiento, sino siempre imperturbado ha debido con plena calma soportar en paz insultos sobre insultos, afrentas sobre 159 Divina Voluntad Volumen 1 afrentas y éstas innumerables y por todo el curso de su Vida; y yo, en cambio – tengo también vergüenza de decirlo – he derramado quién sabe cuántas veces amarguísimas lágrimas y me he lamentado con mi dulcísimo Jesús, hasta resentirme con Él y hacerle cuanto más podía, resistencia, para conseguir que no me sujetase a sus ásperas penas y sufrimientos, para no ser golpeada al vivo con la tacha de caprichosa y desobediente. Pero cuán bueno ha sido el Señor conmigo, miserable y mala, pues a pesar de mi resistencia, fingiendo primero que no se preocupaba de mí y sin decirme nada, se alejaba un poco y muy luego de improviso venía a sorprenderme en mi desolación causada por su alejamiento y mientras con sus dulces mimos y caricias me inducía a cumplir su santo Querer, haciéndome caer de nuevo en brazos del mortal sufrimiento comunicado directamente por mi amable Jesús; y cuando venía el Confesor26 a hacerme volver en mí, este con tono severo me decía: - “No quiero que recaigas más en este estado”. Y yo, de ningún modo resentida, le decía: El Padre Cosma Loiodice, Agustino. Poco después de estos hechos, este su Confesor debió dejarla y se sujetó a los cuidados de D. Michele De Benedictis. 26 160 Divina Voluntad Volumen 1 - “Padre mío, no está en mi poder caer o no caer en este estado de adormecimiento mortal. Es verdad que soy caprichosa, desobediente y buena para nada, pero digo la verdad, que la pena más desgarradora para mí es no poder obedecer; y con razón, Padre mío, siento esta pena, porque me veo privada de la virtud que ha sido la joya más fúlgida y preciosa de mi Jesús, sin la cual jamás seré grata a Él. ¡Oh, cuánto me disgusta y qué pena experimento al verme tan desemejante a Él! ¿Qué bien puede hacer, qué bien obrar un alma desobediente?”. Ante estas humillantes palabras, que me salían del fondo del corazón en el que sentía palpitante de amor a mi amado Jesús, el Confesor con alguna expresión de aliento, me dejaba más contenta que en las otras ocasiones que había venido. Pero a pesar de este aliento obtenido poco antes, de mala gana opinaba que si el Señor no me hubiese asegurado que Él mismo me liberaría del susodicho estado sin la intervención del 161 Divina Voluntad Volumen 1 Confesor, aun aceptando en mí sus penas y sufrimientos en reparación de los muchos pecados que continuamente comete la mayor parte de los hombres, estaba dispuesta a oponerle toda resistencia, a fin de obtener cuanto yo me proponía. Pero la criatura propone de un modo y Dios, en su inescrutable Sabiduría, hace que la misma criatura ejecute todo lo que ha dispuesto para ella. Y así, Dios en este período hizo que el cólera comenzase a hacer de día en día cada vez más estragos, tanto que se llenaron de temor los habitantes de nuestros buenos pueblos27; y un día yo, más que nunca me puse a suplicar con fervor al Señor que hiciera cesar este flagelo de la justa e inexorable ira de Dios, enojado a causa de las innumerables afrentas cometidas por los hombres malvados. Pues mientras así imploraba, se hizo ver mi amable Jesús y me dijo: “Bien, Yo estoy por contentarte, con tal que quieras ofrecerte como Víctima de reparación, sufriendo de buena gana cuanto de grave y doloroso se transmita a tu alma y a tu cuerpo”. 27 Fue el año de 1887. 162 Divina Voluntad Volumen 1 Yo entonces a Él: - “Señor, si el mal pasara entre Tú y yo, estaría prontísima a aceptar todo lo que Tú quieras hacer conmigo; por el contrario, no puedo, pues Tú bien sabes cómo piensan y se comportan los Sacerdotes conmigo”. Y Jesús con mucha benignidad me respondió: - “Hija mía, Si hubiese querido opinar sobre lo que los hombres estaban por hacer con mi Humanidad, ciertamente no habría obrado la Redención del género humano, pero en cambio yo no tuve otro propósito que su eterna salvación. Fuel el grande Amor que Me devoraba, el que Me hizo hacer el sacrificio de todo y de todos; y las mismas penas y sufrimientos, los mismos dolores y disgustos que las criaturas Me daban injustamente con su modo de pensar y actuar contra Mí, los ofrecía Yo a mi Eterno Padre por la salvación eterna de ellas. ¿Te has olvidado que Yo quiero de ti la imitación de mi Vida? 163 Divina Voluntad Volumen 1 Sepas que para imitarme en todo lo que hice en el curso de 33 años, no solo debes someterte a mis trabajos, a las contradicciones, penas, dolores y sufrimientos de muerte, sino que también debes sufrirlos del modo como fueron soportados por Mí. Con esta condición se pide de ti la imitación de mi Vida, si lo quieres; Por el contrario, con imitarme a tu modo, no es ni será nunca de mi agrado todo lo que puedas hacer. El acto más bello y más grato a Mí es el que hace incondicionalmente el alma, en cuanto que se sujeta de tal modo que ya no tiene su voluntad en el obrar, sino que en todo y para todo depende de mi Voluntad; procura, pues, hacer este acto heroico de morir a tu voluntad y de vivir siempre en la Mía, a fin de que puedas encontrar en ti las más gratas complacencias28. Por ahora quiero que te hagas Víctima de amor, de reparación y de expiación por los mismos seres que no solo te son contrarios, Es la primera vez que Jesús le habla explícitamente del vivir EN SU Divina Voluntad, que será la misión a la cual la destina, siendo Luisa la primera. 28 164 Divina Voluntad Volumen 1 sino también de gran molestia, considerando que ellos son hijos míos, redimidos con mi propia Sangre y si tú verdaderamente sintieras amor; deberías también sujetarte a darlo todo por su salvación”. A estas justas palabras de Jesús, ¿podía yo oponerle resistencia? Por eso acepté el estado de Víctima que quería de mí… Y en efecto, hasta la noche fui sorprendida por el estado de sufrimiento, comunicado por Él y en el que permanecí por tres días sin recobrarme en absoluto. Después ya recobrada no se oyó hablar más del cólera, excepto a pocos alocados, que tuvieron que pagar su tributo a la muerte. Pero la mayor parte de los ciudadanos fueron sacudidos por este flagelo de Dios, al punto que el Confesor, cuando vino a hacerme recobrar, se me puso a decir bromeando: “En estos días pasados, ha estado entre nosotros un gran misionero, el cual ha hecho mucho bien en su ministerio de predicador; se han visto efectivamente postrarse a nuestros pies, 165 Divina Voluntad Volumen 1 ciertas caras; que tal vez en su vida no se había dignado jamás ni siquiera pasar por delante de una iglesia, por haber sido siempre reacias a todo sentimiento religioso, mientras que a la llamada de este excelente predicador se han rendido a la Gracia, de la que se han producido frutos de vida eterna…”. Le pregunté misionero; y él: que dónde predicaba este - “No solo en todas las iglesias, sino también fuera de ellas, es decir en la plaza, en los corrillos, en las tiendas, en casa: en una palabra en todos los lugares ha llegado su poderosa palabra y con tal unción de Gracia que muchos se han reducido a penitencia”. Y yo: - “¿Cómo se llama este misionero?”. El me repuso: 166 Divina Voluntad Volumen 1 - “Lleva un hermoso nombre; de todos se hace llamar D. Coletto, flagelo de Dios”, con que quería indicar el cólera. Luisa, Luisa, Luisa 167 Divina Voluntad Volumen 1 24. Cambio de Confesor. La primera obediencia que el nuevo Confesor le impuso fue el sujetarse como Víctima a los sufrimientos, solo con su autorización. Entre tanto me estaba preparando el Señor otra mortificación, la cual vino a golpearme después del susodicho cólera y fue la de tener que sujetarme al rápido cambio del Confesor, que como era religioso fue llamado por sus superiores a la vida más cerrada del convento; y yo, que estaba contenta con él, ya que hasta aquí ha sido el único que no me ha dado que sufrir, porque toda aquella alharaca a que me he referido antes fue hecha por los otros Sacerdotes mientras éste se hallaba en el campo, especialmente en el tiempo en que circulaba el cólera, a decir verdad sufrí mucho con el anuncio de su partida; no que tuviese el más pequeño afecto, sino solo porque me encontraba en gran necesidad de recurrir a él y como más fácil de prestarse a la caridad de hacerme recobrar. 168 Divina Voluntad Volumen 1 Muy dolorida, entonces recurrí al Señor manifestándole mi amarga pena. Y Jesús como de costumbre, todo dulzura, me dijo: “Hija mía, no te aflijas por esto; siendo Yo el dueño de los corazones, puedo volverlos y revolverlos como Me place. Si él como Confesor, te ha hecho bien, no ha sido otra cosa que un mensajero mío que recibía todo de Mí y te lo daba a ti como Yo disponía; y así lo haré con los otros: es decir los dispondré para que vayan a ti y les daré todas las Gracias que sirvan para el efecto. ¿Entonces, de qué tienes temor? Hija mía, ¿cuántas veces tengo que repetirte que mientras tú tengas ojos para mirar ahora la izquierda, ahora a la derecha y pongas ya en una ya en otra cosa tu mirada, no podrás caminar bien y expeditamente en la vía del Cielo? Si no fijas tus ojos solo en Mí, andarás siempre cojeando; el influjo de mi Gracia no podrá hacerse realidad en ti: por eso quiero que estés con santa indiferencia respecto de 169 Divina Voluntad Volumen 1 las cosas que te rodean, pero siempre atenta a complacerme, ejecutando todo lo que quiero de ti; de lo contrario, no podrás tener sobre los otros la preferencia en el estado de Víctima”. Reflexionando bien en las palabras escuchadas de los labios de Jesús, mi corazón adquirió tal fuerza que ya no hice caso del alejamiento del Confesor, aunque había hecho tanto bien a mi alma. Pues Dios me inspiró sujetarme a la dirección del que me confesaba cuando yo era todavía niña29, de esta elección no me he arrepentido nunca y, más bien con mucha frecuencia, he clamado a Dios: “Seas siempre bendito, oh Señor, que me has confundido, ya que Te has servido de lo que a mí me parecía contrario y casi perjudicial a mi alma, mientras considerado todo, ha resultado un hecho maravilloso para tu mayor Gloria y para el bien de mi alma. Siempre así, mi Dios!”. Y en verdad resultó que a este Ministro de Dios, propuesto por Él y llamado por mí, comencé a abrirle mi corazón, que había estado siempre 29 D. Michele De Benedictis. 170 Divina Voluntad Volumen 1 cerrado a todos los otros Confesores, a los cuales, por más esfuerzos e insistencias que me hacían y por más que yo misma me esforzaba por abrirles mi corazón, no sé decir que restricción del corazón sentía, por la cual difería cada vez abrirme, hasta este punto, porque al solo pensamiento de tener que decir a los otros cosas que pasaban entre mí y Jesús, experimentaba tal rubor y resistencia que era igual que si quisiera declarar los más sucios pecados, que por Gracia de Dios no conozco, ni jamás he sentido ni siquiera su tufo30. A este Confesor en cambio, muchas veces me abrí de modo que le hice conocer todo detalladamente, aunque sin orden. Si se me preguntase la razón por la cual había sentido tanta resistencia a abrirme antes, por toda respuesta diría: no sé decirlo… Si por parte del Confesor, creo que no, porque él era tan bueno, tan de confiar y tan paciente en oírme, que habría tomado con todo esmero el cuidado de mi alma, en caso de que hubiera estado dispuesta a abrirme con él acerca de las cosas que pasaban entre mí y Jesús; él era todo ojos sobre mí, a fin de que caminara por la recta vía de la virtud. Por mi parte tampoco lo creo, porque sentía en mi Esta cruz de tener que decir o escribir todo cuanto pasaba entre ella y Jesús, fue por toda su vida particularmente sufrida por Luisa. “Lo sustancial – atestigua el P. Annibale M. Di Francia – es que esta alma está en una lucha tremenda entre un prepotente amor al ocultamiento y el inexorable imperio de la obediencia, al que debe absolutamente ceder. Y la obediencia la venció siempre…”. 30 171 Divina Voluntad Volumen 1 alma tan grave opresión que experimentaba toda la necesidad de liberarme y también el ansia de saber cómo él pensaba al respecto; pero esto, lo repito, me fue imposible hacer. Por eso, estimo que la razón por la cual no haya podido abrirme antes de ahora ha sido por la sola permisión y Voluntad de Dios, para obligarme a referir todo el curso de mi vida al actual Confesor del que ahora estoy hablando. Empero este tenía una aptitud enteramente especial para saber penetrar no solo en mi interior, sino también plena voluntad y paciencia en oírme, por lo cual, al encontrar en él esta buena disposición, poco a poco me animé a abrirle todo mi interior, haciéndole leer como en un libro, hoja por hoja, más aún, palabra por palabra, todas las Gracias que el Señor me había comunicado, tanto más cuanto que mi buen Jesús muchas veces me obligaba a manifestar todo lo que me decía y sucedía en mí; y cuando a veces sentía gran resistencia en manifestar algo, en seguida me reprendía vivamente, hasta amenazarme con que se retiraría; y pues el decirme esto era lo mismo que hacerme sentir la pena más atroz, por el temor de que me abandonara, superé toda dificultad, haciéndome de verdad mucha violencia a mí misma. 172 Divina Voluntad Volumen 1 Lo mismo digo de parte del Confesor, que estaba siempre atento a preguntarme ya una cosa ya otra. En efecto, a veces me preguntaba de dónde provenía ese mi adormecimiento, cuál era su causa, cuáles los efectos; y a veces, viéndome reacia, me ordenaba en precepto de obediencia, poniéndome delante el temor de que pudiera vivir en la más diabólica ilusión, mientras que declarando todo – añadía – “estaremos ambos más seguros y tranquilos, ya que el Señor no permite nunca que un Ministro suyo, que quiera actuar rectamente en la búsqueda de la verdad, se pueda engañar, cuando el alma es obediente”. Luego otras veces me parecía respecto de esto, que Jesús y el Confesor se hubiesen entendido entre sí, antes que Jesús me sujetara a algún sufrimiento, puesto que advertía que el Confesor, al preguntarme, estaba ya al tanto de la verdad, por lo cual me decía entre mí: - “Es mejor decir esto, antes que callarlo, tanto más cuanto que él ya lo conoce y enteramente cómo ha ocurrido en mí; pero si lo callare, quién sabe si se movería a cambiar su método de dirección…”. 173 Divina Voluntad Volumen 1 Todo esto, no sucedía en cambio con el Confesor de los años pasados, el cual no solo no me hacía ninguna pregunta sino que tampoco trataba de indagar la verdad respecto del estado de petrificación que tenía lugar en mí, ni si esto ocurría por obra de Dios o del demonio o bien si era un hecho enteramente natural, causado por una enfermedad corporal. En una palabra no me preguntaba nada, ni yo le decía nada; pero con acuciosidad cuidaba incansablemente de averiguar si estaba o no resignada a la Voluntad de Dios en soportar la cruz que el Señor me había enviado y sufría mucho cuando no me encontraba del todo paciente en soportarla. Mientras que el segundo Confesor que tomó mi dirección, como supo que el Señor al hacerse ver, me preguntaba si quería sujetarme al estado de Víctima, antes que nada me ordenó que debía decir a Jesús, antes de aceptar el estado de sufrimiento: - “Señor, no puedo ni debo aceptar el padecimiento al que quieres sujetarme, si antes no tengo licencia del Confesor. Si quieres, anda 174 Divina Voluntad Volumen 1 primero a él y pídele su consentimiento, a fin de que no tenga que resentirse conmigo”. Jesús, Jesús, Jesús 175 Divina Voluntad Volumen 1 25. Jesús solicita a Luisa ofrecerse como Víctima perpetua, en continuo estado de sufrimiento, para ahorrar a los hombres nuevos merecidos castigos y en especial una guerra y para preparar así la vía a nuevas Gracias de santificación para ella. Entonces, una mañana después Comunión me dijo mi amable Jesús: de la “Hija mía, las iniquidades que comenten los hombres son tales y tantas, que la balanza de mi Justicia ha perdido en forma excesiva su equilibrio. La preponderancia del mal me hace salir fuera con la equivalencia de los flagelos que lanzaré sobre ellos, especialmente una guerra tremendamente feroz, en la cual y por lo cual haré de la carne humana una inaudita carnicería… ¡Ah, sí – proseguía, llorando -, les he dado cuerpos para que fueran otros tantos santuarios en los que pudiera deleitarme muchísimas veces y en vez de ello, los han 176 Divina Voluntad Volumen 1 transformado en cloacas de podredumbre, cuya pestilencia es tan grande que me han obligado a alejarme totalmente de ellos! ¡He ahí, hija mía, la recompensa a tanto Amor mío y a tantas penas sufridas por ellos! ¿Quién jamás en el mundo ha sido tan generoso en ayudarlos y ahora en dilatar tanto la justa venganza? ¡Ah, nadie ha sido semejante a Mí! Entre tanto, ¿cuál es la causa de su perversión tan grande? No otra, hija mía, que el demasiado bien que siempre he nutrido por ellos; pero ahora intentaré reducirlos a su deber con los más despiadados castigos”. Ante estas dolorosas palabras de Jesús, sentí que mi corazón desbordaba de amargura y se destrozaba de dolor al considerar que un Dios tan bueno tenga que ser tan vilipendiado por los ingratos y malvados hombres, con lo que Le obligaban, para eludirlos, a esconderse en mi corazón como lugar de refugio. 177 Divina Voluntad Volumen 1 Sin embargo, ¿quién puede expresar ahora toda la pena y amargura que sentía en mí al pensar que los hombres estaban por ser castigados con el flagelo de la guerra y que me parecía como si yo misma tuviese que sufrir…? Y además sentía una gran ansia de soportar yo esos castigos en vez de ver sufrir a los otros, penas, dolores y muerte de guerra. Traté, por eso, de aplacarlo con toda clase de excusas, en cuanto podía y luego Le añadí: “Oh Esposo santo, ahórrales los flagelos que tu Justicia tiene preparados y si la multiplicidad de sus iniquidades es tan grande, como Tú dices, todavía está el mar inmenso de tu Sangre, en el cual puedes hacerlos sumergir; así ellos saldrán purificados y tu Justicia quedará satisfecha. - Por ahora y por siempre, si no tienes lugar donde deleitarte, ven siempre a mí, que Te ofrezco todo mi corazón, a fin de que encuentres en él reposo y delicia, si bien tengo que añadir por desgracia, que también mi corazón es como un depósito de vicios; pero estoy dispuesta en virtud de tu eficacísima Gracia, a purificarlo y hacerlo ser como Tú quieres. 178 Divina Voluntad Volumen 1 Ah, mi Bien, aplácate, que si fuere necesario y útil, incluso el sacrificio de mi vida, oh, cuán de buena gana lo haría con tal que puedas ver a tus imágenes sin tu atroz castigo!”. Jesús entonces, cortándome la palabra, volvió a decirme: - “Hija amada de mi Corazón, si de buena gana te ofreces a sufrir, no ya como en el pasado, es decir a intervalos de tiempo, sino de continuo, ciertamente Yo perdonaré a los hombres: ¿Pero sabes cómo? Te pondré en medio, entre mi Justicia y las iniquidades de los hombres y cuando eche mano de mi Justicia enviándoles rayos de flagelos para castigar su iniquidad, encontrándote tú en medio, serás golpeada por ellos y quedarán los hombres inmunes de los golpes de mi Justicia. Si quieres acceder a tanto, estoy pronto a perdonar a los hombres; si no, no podrás verme aplacado, ni podré ya abstenerme por mucho tiempo”. 179 Divina Voluntad Volumen 1 Quedé consternada y toda confundida, tanto que la naturaleza se estremecía y temblaba, pero viendo que Jesús esperaba de mí una respuesta afirmativa, Le dije, casi obligada a hablar: - “Oh, mi divinísimo Esposo, de mi parte estaría dispuesta a cualquier sacrificio, ¿pero cómo se remediará de parte del Confesor, si me ordena que no debo sujetarme al padecer sin un previo consentimiento suyo? ¿Será ahora posible que el padecer venga todos los días, si me sujetase sin su obediencia? Si, de todos modos, quieres que me someta a cumplir este sacrificio sin su obediencia, estoy pronta, con tal que mi recuperación dependa no de él sino solo de Ti, mi Sumo Bien”. Entonces Jesús, verdadero Esposo de perfectísima obediencia y que todo ha sacrificado por el máximo decoro de esta virtud, me dijo: - “Nunca suceda, hija mía, que se actúe contra esta mi esposa de sangre; más bien acércate al Confesor y pídele su obediencia. 180 Divina Voluntad Volumen 1 Si él quiere oírte, le dirás punto por punto lo que te he dicho y además añadirás que todo esto no será solo para el bien de las criaturas que viven actualmente en pecado, sino también para el bien de las que están por venir al mundo31 y sobre todo para tu mayor bien, a saber que te sujetes a estos ininterrumpidos sufrimientos, casi mortales, ya que en este futuro estado al cual estás por someterte, gracias a la obediencia, te purificaré de tal modo que tu alma será hecha digna de elevarse a formar conmigo el místico Desposorio y después de todo esto haré tu última transformación en Mí, para llegar a ser los dos juntos como dos cirios derretidos al mismo fuego, que transfundidos el uno en el otro, vendrán a ser un solo cuerpo y así unidos por el único pensamiento, por el único amor y por la misma obra de reparación, nos trasformaremos Yo en ti y tú en Mí, de tal modo que quedes tú crucificada en Mí, conmigo y por Mí… ¿No estarías tú contenta si pudieras decir: Jesús, mi Esposo, está crucificado en mí y yo, su esposa, crucificada en Él? Piénsese en estas primeras alusiones que Jesús hace a Luisa sobre la misión única a la cual la destina, como depositaria y dispensadora, fundadora de una estirpe y modelo del Reino del “FIAT” Divino en medio de las criaturas. 31 181 Divina Voluntad Volumen 1 Entonces sí que podrás decir que no hay cosa que te haga distinta de Jesús”. Persuadida entonces, de la razón que me expuso Jesús, cuando vino el Confesor le manifesté todo lo que había oído de Jesús y también eso de querer hacerme sufrir sin límite de tiempo, lo cual si por un lado yo lo tuve por verdadero, por otro me convencí de que dichos sufrimientos tendrían la duración de unos cuarenta días y no más. Pero, a mi pesar, desde ese día hasta el momento en que escribo ha pasado doce años que continúo en este estado de sufrimiento, ¡y quién sabe cuánto duraré todavía!32. ¡Pero sea siempre bendito el Señor y sean siempre adorados sus inescrutables juicios! A mí me queda por decir que si hubiese comprendido que tendría que pasar continuamente en cama, tal vez no me habría Preciosa indicación para la cronología de la vida de Luisa: Este primer volumen lo escribió en 1899: por eso QUEDO DEFINITIVAMENTE EN CAMA en 1887. Los “40 días” y la indicación que más adelante hace de un primer día del año apenas después, nos llevan a precisar que Luisa se hizo Víctima perpetua en cama, hacia la mitad de noviembre de 1887; tenía 22 años. Hay todavía otra confirmación: al comienzo (Pág. 1) dice: “Cuanto ha pasado en el transcurso de 16 y más años…”: es el comienzo de 1883: estamos en la Navidad de 1882 (Novena del Nacimiento: TODAVÍA en la edad de 17 años) (“Y más años”: desde que empezó a oír la voz de Jesús). Esto confirma la fecha del comienzo del Volumen. (Cfr. Vol. VIII, 8 abril, 1908) (Cfr. Vol. IX, 14 oct. 1909) 32 182 Divina Voluntad Volumen 1 sujetado tan fácilmente al estado de Víctima perpetua, ya que mi naturaleza se habría asustado a tal punto que difícilmente hubiera tenido el valor de someterme a tan grande sacrificio; y otro tanto puedo decir, sin duda, del Confesor, el cual, si hubiese conocido el sacrificio que le tocaba hacer todas las mañanas para hacerme recobrar, ciertamente no habría condescendido en hacerme estar hasta el tiempo que Dios hubiese querido. Puedo también afirmar que siempre he sido amante de este mi dulce padecer y siempre más resignada, cuando he estado en continuas penas, dolores y sufrimientos, que cuando estaba privada de ellos. Sin embargo, cuando comencé a vivir en el estado de Víctima perenne no conocía todavía la preciosidad de la Cruz, porque ésta me fue dada a conocer por el Señor a lo largo de estos doce años. María, María, María 183 Divina Voluntad Volumen 1 26. Luisa, de ahora en adelante Víctima perpetua, queda definitivamente en cama, sola y solo para Jesús. Volviendo ahora al Confesor, a quien le había manifestado todo lo que el amabilísimo Jesús quería de mí, él me dijo: - “Si todo lo que me has dicho es verdaderamente Voluntad de Dios, séate concedida la santa obediencia, pues en realidad por mi parte se puede hacer el sacrificio de hacerte recobrar cada mañana; y si hay algún impedimento, lo encuentro en mi respeto humano, que con la Gracia del Señor será vencido por mí”. Entonces mi alma se alegró mucho, pensando que las criaturas estaban por ahorrarse el terrible flagelo de la guerra, si bien la naturaleza comenzaba a temblar y tanto, que me hizo pasar algún día en la más grande tristeza. Por eso a la mañana siguiente me dirigí a la iglesia y habiendo recibido a Jesús en mi corazón, Le dije: 184 Divina Voluntad Volumen 1 “Dulcísimo Jesús, mira en qué mar tempestuoso está inmersa mi alma; en vez de estar en tranquila paz para agradecerte las luces dadas al Confesor, por las cuales ha tenido a bien concederme la obediencia de llevar a cabo cuanto Tú quieres de mí, sin embargo estoy conturbada y muy confundida, primero, por el estado de sufrimiento al que estoy por someterme y luego – y esto es más alarmante para mí -, porque tendré tal vez que estar en ese estado sin recibirte ya a Ti, que eres mi Vida… ¿Quién podrá, mi Bien, resistir sin Ti? ¿Me dará acaso, otro la fuerza para resistir, si no me es dada por Ti, que eres toda la fuerza, para poder encontrar un consuelo a mis penas y sufrimientos, si no me es dado acercarme a Ti en el Sacramento?”. Mientras así me desfogaba con Jesús en mi corazón, por la pena de sus futuras privaciones, me derretí en un mar de llanto; Jesús, entonces, compadeciéndose de mí, me dijo afablemente: - “Hija mía, no temas; Yo ya conozco tu debilidad y he preparado nuevas y especiales Gracias que sostendrán tu fragilidad. 185 Divina Voluntad Volumen 1 ¿No soy acaso Yo Omnipotente en todo, de manera que puedo suplir muy de otro modo la privación de recibirme en el Sacramento? Resígnate entonces y poniéndote como muerta en mis brazos paternos, ofrécete como Víctima voluntaria para reparar las muchas ofensas que Yo recibo continuamente del género humano; así podrás hacer que Yo ahorre a los hombres los merecidos flagelos, pues si voluntariamente haces el sacrificio completo de ti misma, dándote como Víctima de amor, de expiación y de reparación en mis brazos por la salvación eterna de todos, te prometo que ni un solo día siquiera te haré estar sin venir a visitarte… Si hasta ahora has sido tú la que has venido a Mí, de ahora en adelante, te aseguro, seré Yo quien infaltablemente vendré cada día a ti a visitarte; estas visitas podrán ser breves; pero serán siempre saludables y de gran consuelo para tu alma. ¿Estás contenta? Y ya que me es conocida tu adhesión a mi Voluntad, sabe que desde este momento eres ya Víctima perenne en estado de menores o 186 Divina Voluntad Volumen 1 mayores sufrimientos, según que Yo lo quiera y lo requiera la reparación debida a las culpas que se cometen por las criaturas”. Ahora, ¿quién puede decir las Gracias que el Señor comenzó a hacerme? Querer narrar todo lo que mi amante Jesús ha hecho conmigo hasta ahora, desde que acepté el perenne estado de Víctima, me es realmente imposible, especialmente si se quisiese conocer clara y detalladamente dichas Gracias. Solo indicaré por ahora en resumen, las que han hecho mayor mella en mi corazón; y luego sucesivamente, según que lo recuerde, contentaré a la santa obediencia, que sin piedad me ha obligado a narrar las más íntimas Gracias, que por mi gran vergüenza demoro tanto en revelar. Y antes que ninguna otra cosa hablaré acerca de la antedicha promesa que me hizo Jesús, que ella ha sido siempre irreprochable, porque desde el principio hasta este momento no ha fallado y creo que lo será sin duda hasta el fin. Recuerdo bien que desde el primer día en que me clavé en el lecho, me decía amorosamente: 187 Divina Voluntad Volumen 1 “Amada de mi Corazón, Yo te he querido poner en este estado para poder venir más libremente a conversar contigo. En efecto, primeramente te liberé del mundo exterior y luego de toda ocasión de tratar con las criaturas; después purifiqué tu interior de modo que no quedó en ti ni un pensamiento ni un afecto más de tierra y en lugar de ellos puse en ti pensamientos y afectos enteramente celestiales, desbordantes de amor hacia Mí; y ahora que todo te ha llegado a ser extraño y Yo contigo enteramente familiar; quiero identificarte conmigo, de modo que no solo el alma sino también el cuerpo puedan estar a mi disposición y hacer del uno y de la otra perpetuo holocausto delante de Mí. Si no te hubiese confinado a esta camilla, no habrías podido tener el bien de ser visitada con tanta frecuencia por Mí, ya que habrías debido antes desempeñar los deberes de familia, con gran sacrificio tuyo y luego retirarte al oratorio de tu corazón y esperar una fugaz visita mía. Ahora, ya no; hemos quedado solos y no hay quien pueda obstaculizar nuestra conversación y también las mutuas 188 Divina Voluntad Volumen 1 comunicaciones de nuestros dolores y nuestras penas y a mi semejanza podrás participar en cuanta alegría y contento Me vienen de los pocos buenos y en cuanta amargura, dolores y trabajos Me vienen de los malvados. De ahora en adelante mis consuelos serán tuyos y los tuyos serán míos; asimismo mis aflicciones y las tuyas se comunicarán recíprocamente y puestas en común de tal manera que se haga desaparecer el “tuyo” y el “mío”, sino que el “tuyo” y el “mío” será llamado “nuestro”. En una palabra, tú tomarás interés en mis cosas como si fueran verdaderamente tuyas y Yo igualmente en las tuyas, que, por cierto, son también mías, excepto tus imperfecciones… “¿Sabes tú cómo he hecho Yo y cómo me comportaré contigo? Al igual que un rey que se haya desposado recientemente con una noble reina, el cual, 189 Divina Voluntad Volumen 1 ansiando estar siempre cerca de ella, si por poco tiempo se ve obligado a alejarse de ella, su mente y su corazón están en continuo movimiento para ella, por lo cual trata de despachar lo más pronto posible todo negocio, para volver pronto a ella; una vez vuelto, es todo ojos a ella, para descubrir si alguna sombra de amargura hubiere en ella; y si quiere hablarle, hace que se aparte de las personas que la rodean, la toma consigo, la lleva a su habitación, cierra las puertas y pone fuera a una persona de su mayor confianza para hacerles la guardia, a fin de que nadie se atreva a interrumpir su conversación o bien escuchar sus coloquios secretos. Estando así solos, se comunican todo entre sí y si alguien imprudentemente quisiere quitarles la paz y causarles algún estorbo, sería inmediatamente alejado del rey como perturbador de su alegría y luego severamente castigado. Así he procedido contigo, poniéndote en este estado; por eso, ¡ay!, del que quisiese apartarte del mismo, pues no solo me causaría disgusto, sino que sería también castigado por Mí. 190 Divina Voluntad Volumen 1 ¿Y tú estás contenta con esto?”. Luisa, Luisa, Luisa 191 Divina Voluntad Volumen 1 27. Jesús llama al alma a una perfecta conformidad con su Voluntad; quiere en ella un absoluto desasimiento de todo y una perfecta pobreza. Si a tantas gracias que mi amado Jesús me ha otorgado hasta ahora no quisiese corresponderle con el más reconocido amor, merecería ser llamada con el nombre más abyecto de toda casta humana; y por el Cielo y por la tierra sería señalada con el dedo a las futuras generaciones como el alma más ingrata que haya existido hasta ahora y como la más vil entre todos los réprobos, si no secundara en todo y para todo su Santísimo Querer. Y de verdad, ¿qué no se diría de un pobre andrajoso que rehusara que un riquísimo señor ponga en bloque común sus inmensos bienes con los pocos y sucios andrajos de aquel, con el único fin de quererlo hacer dueño al igual que él, respetando la simple condición de poner el cuidado conveniente e interesarse de todo como de cosa suya propia? 192 Divina Voluntad Volumen 1 Vendría a ser así la fábula de la ciudad digna de ser transmitida a las futuras gentes, las cuales incluso al referirla no la creerían verdadera… Así ni más ni menos, ha hecho conmigo Jesús: Ha puesto en bloque común todos sus infinitos bienes con mis imperfecciones y me ha hecho dueña de lo suyo y Él dueño de mi nada, pero a condición de que tome cuidado de los suyo, que otorga gratuitamente, mientras Él a costa de inmensos sacrificios ha comprado de mí… ¿Qué cosa? Tengo vergüenza de decirlo: No solo mi nada, sino las mismas imperfecciones, que quiere reducirlas a perfección. ¡Oh, cuánto no estoy obligada con Él! El que no se ha cansado jamás, ni se cansa, ni se cansará de repetirme siempre que me encuentra diferente de Él: 193 Divina Voluntad Volumen 1 - “Yo quiero de ti perfecta conformidad con mi Voluntad, de modo que tu voluntad venga a disolverse totalmente en la Mía”. Y más, cuantas veces notaba en mí aun el más pequeño apego a cosas indiferentes, me presionaba dulcemente a apartarme diciéndome: - “Hija mía, de ti ansío un absoluto desasimiento de toda cosa que no sea mía, o sea todo lo que sabe a tierra quiero que lo tengas como estiércol y podredumbre, que te dé horror aun el mirarlo, porque las cosas terrenas, mientras no sean de absoluta necesidad, el solo tenerlas en torno y mirarlas con complacencia congelan el corazón y obscureciendo las cosas del Cielo impiden que se realice el místico Desposorio que desde hace un tiempo he prometido que quiero hacer contigo. Sepas que Yo nada aprecié de las cosas de acá abajo, excepto las puramente necesarias; por eso Me sujeté a la desnuda pobreza, que también quiero que tú la practiques, despreciando todo lo que no te sea necesario… 194 Divina Voluntad Volumen 1 En esta camilla, imitándome en la pobreza, debes considerarte más que una verdadera mendiga y solo así podrás decirte efectivamente pobre; jamás entre en ti el ansia de adquirir, porque quiero que en ti esté la verdadera pobreza afectiva, con la cual nada ansíes, nada tomes si no te fuere absolutamente necesario y de esto, incluso agradéceme primero a Mí y luego a tus donantes. Por eso quiero que de ahora en adelante, estés a lo que se te da, sin pedir otra cosa, porque podría ser estorbo a tu mente deseando lo que no te fuere dado; pero con santa indiferencia abandónate a la voluntad ajena sin pensar si te viene bien o mal”. Y esto, en la práctica, a decir verdad, me costó desde el principio el más grande sacrificio, pero en seguida noté que sin pensar en esto o aquello y sin pedir nada, se me daba cuando tenía verdadera necesidad de ello. 195 Divina Voluntad Volumen 1 Jesús, Jesús, Jesús 196 Divina Voluntad Volumen 1 28. Una nueva cruz de Luisa: El devolver siempre todo el alimento y al mismo tiempo el padecimiento del hambre. El Confesor le prohíbe continuar en el estado de Víctima. Entre tanto, superada esta dificultad, el Señor quiso someterme a otra prueba más penosa, que es la siguiente: Por los continuos padecimientos que directamente me comunicaba Jesús, tuve que sufrir continuos conatos de vómito, cada vez que tomaba alimento; en este estado, mientras la familia me daba algo de alimento, que yo inmediatamente rechazaba, sentía debilitárseme el estómago tanto que no se puede explicar; pero recordando lo que Jesús me había dicho: - “Confórmate con lo que se te da”, no me atrevía a pedir otra cosa y sentía en mí tal vergüenza como si la familia debiera reprocharme diciéndome: 197 Divina Voluntad Volumen 1 - “¿Cómo, acabas de vomitar y ya quieres comer de nuevo?”. Por esto decía entre mí: “No pediré nada si no me lo traen ellos mismos; caso contrario el Señor nos cuidará”. Y así pasaba, contenta de poder sufrir algo por amor de Jesús, ofreciendo todo en reparación de todas las ofensas que se cometen con la gula. Después el Confesor, no sé por qué, advirtiendo que era víctima de conatos de vómito, me ordenó tomar todos los días quinina, la que me excitaba más el apetito, pero por no poder tomar ningún alimento sin que se me diera, sentía que se me destrozaba el estómago de tal modo que me sentía en estado de muerte sin nunca morir; y todo esto me duró por cerca de cuatro meses, hasta que mi amado Jesús me ordenó: - “Dirás al Confesor que no te haga tomar ni alimento ni quinina cada vez que vomitas, pues él, iluminado por luz superior, estará de acuerdo en que no tomes ni lo uno ni lo otro”. 198 Divina Voluntad Volumen 1 Y así fue, porque el Confesor me concedió no tomar más nada; pero después, para no hacer que parezca rara, me dijo: - “De ahora en adelante quiero que tomes la comida una sola vez al día”. Haciendo así, quedé más tranquila; me pasó el hambre, pero no el vómito, pues siempre, cada vez que tomo la comida, todavía me veo obligada a vomitarla después de un corto tiempo33. Pero muchas veces mi amado Jesús me ha dicho reiteradamente: - “Di al confesor que te dé la obediencia de no comer más”; pero por más que lo haya dicho, siempre me ha rehusado, diciéndome: - “Haz cuenta que se te da de comer con el fin de poder hacer uno o más actos de mortificación al día, siempre en reparación de las muchas ofensas que el Señor recibe por la gula de los hombres”. En los primeros tiempos esto ocurría por períodos de tres o cuatro días, pero de ahora en delante de modo continuo y definitivo; después de pocos minutos de haber comido, vomitaba siempre todo, intacto y bello de aspecto, sin que resultara nada repugnante y viviendo así en total AYUNO hasta la muerte, salvo alguna breve excepción. (Véase Vol. XI, 29 -septiembre1912). De este modo Jesús repite en Luisa: “Yo tengo una comida que vosotros no sabéis… Mi alimento es hacer la Voluntad del que me envió y acabar su Obra” (Jn 4, 32-34); y si quiere que Luisa coma es para justificar – por causa de ella - que continúe dando las cosas necesarias a las gentes, caso contrario haría “morir de hambre” a los pueblos (Vol. XII, 12 agosto-1918). 33 199 Divina Voluntad Volumen 1 Mas no pasaron sino pocos días, cuando el Señor volvió a repetirme: - “Quiero que presentes de nuevo al Confesor la petición de que te abstengas de tomar cualquier alimento, pero hazlo con santa indiferencia, es decir dispuesta a hacer lo que la santa obediencia quiera o no concederte”. Obediente a la voz de mi Jesús, en cuanto vino el Confesor le manifesté todo, pero, no sé por qué, no solo me fue negado esto, sino que también me impuso la prohibición de tener que estar en tales sufrimientos, como si esto dependiera de mí. Pero, si no me equivoco, creo que el Confesor, recordando que yo le había dicho que el Señor me llamaba al estado de Víctima por un tiempo indeterminado, que yo creí alrededor de cuarenta días, la repetida petición de abstenerme de comer debió hacer que juzgase no ser verdad ni mi estado de sufrimientos en que el Señor me puso, ni la última propuesta de no tener que comer más, como quería mi amante Jesús; o bien el Confesor, por razones desconocidas para mí, vino a esta resolución, que yo no debo estar más en 200 Divina Voluntad Volumen 1 este estado de Víctima, añadiendo que, si volviere a caer en el estado de sufrimientos, no vendría más para hacerme recobrar. A decir verdad, yo, ante estas palabras del Confesor, me sentía muy dispuesta a cumplir la santa obediencia, tanto más cuanto que la naturaleza reclamaba el derecho de ser aligerada del peso de tantos dolores y sufrimientos mortales, en que caía con frecuencia y que naturalmente no se puede desear ni soportar sin una especial ayuda divina. Y luego, el tener que sujetarme a todo y hasta para las cosas más repugnantes pero sin embargo necesarias a la naturaleza, es un verdadero sacrificio34 que si no se hiciese por Voluntad de Dios – a Él debo el poder darle la correspondencia del amor inmenso que ha prodigado en gran abundancia –, ciertamente que hasta los más grandes Santos habrían resistido. De mi parte, pues, experimenté un gran consuelo y me disponía a hacer en todo la santa obediencia, pero estaba también pronta y dispuesta a estar confinada en mi camilla, en ¡Piénsese qué significa estar por 64 años en una cama (sin ni siquiera una laceración de decúbito), sin estar enferma de enfermedad natural! ¡Dependiendo esto de voluntaria obediencia! Esto es lo que ella llama “su estado habitual”. (Cfr. Vol. 8º., 8 – V – 1908) 34 201 Divina Voluntad Volumen 1 caso que el Señor quisiera tenerme en este estado de Víctima, ya que experimentaba la bondad de su Querer, que me procuraba la verdadera resignación y uniformidad con su Santa Voluntad, que sabe hacer cambiar la naturaleza a las cosas y hasta lo amargo que lo convierte en dulce. María, María, María 202 Divina Voluntad Volumen 1 29. Resistencia de Luisa a Jesús, que la quiere en los padecimientos, porque falta el consentimiento del Confesor: pero finalmente Jesús se impone, comunicándole el estado de sufrimientos y dándole para el Confesor, como prueba de que es su Voluntad, el anuncio de la guerra entre Italia y África. Aceptada, pues, de buen ánimo la obediencia de no querer más estar en cama en estado de Víctima, empecé a hacer resistencia a mi siempre amable Jesús, cuando se hizo ver para comunicarme sus penas, diciéndole: - “Amado Bien mío, mi negativa a padecer no debes llevarla a mal: ¿Qué quieres de mí? La obediencia me lo prohíbe y así, no puedo ya sujetarme; pero si Tú quieres que haga tu Voluntad, ilumina al Confesor para que se disponga a concederme lo que Tú quieres; caso 203 Divina Voluntad Volumen 1 contrario haré su expresa voluntad, oponiéndome con hostil obstinación a tu Voluntad; más aún creeré que no eres el amable Jesús”. Pues bien, el Señor quiso ponerme en la más cruda prueba, ya que me hizo pasar toda una noche en contraste con Él, porque fue un continuo ir y venir con el fin de sorprenderme de improviso, pero me mantuve en mis trece toda la noche y cuando Él venía, en seguida Le decía: - “Amor mío, ten paciencia: Se requiere la obediencia del Confesor para que Tú puedas comunicarme tus sufrimientos y por lo mismo no me obligues a que adhiera mi voluntad a la Tuya; podrás reducirme al aniquilamiento de mí misma, comunicarme tus penas, todos los dolores y sufrimientos que quieras, pero nunca con el consentimiento de mi voluntad, ya que ésta no se someterá a la Tuya sin la obediencia”. Y así en esta oposición permanecí hasta la mañana, en que me sentía perfectamente libre de todo sufrimiento, creyendo que el Señor había ya dado por vencida la prueba; pero no fue así, ya que en un instante, mientras estaba inmune de todo sufrimiento, mi amado Jesús me atrajo a Sí 204 Divina Voluntad Volumen 1 de tal manera que, perdiendo los sentidos, ya no pude hacerle más resistencia, porque me encontré tan ligada a Él que, por más oposición que hubiese podido hacerle, no habría podido ni siquiera separarme en lo más mínimo de Él, siendo yo la nada y por tanto habría resultado vana toda lucha y resistencia Al que es el Fuerte de los fuertes y el Omnipotente. Estando así en estrecha unión con Jesús, sentía en mí tal vergüenza por las muchas negativas que le había dado, que me sentía totalmente aniquilada y por eso con vergüenza le dije: - “Perdóname, Esposo Santo, si Te he hecho tanta resistencia, que no habría habido si la obediencia no me la hubiese ordenado”. Y Jesús, muy afablemente, me dijo: - “Hija amada de mi Amor; no temas que Yo me dé por ofendido, ni Me ofendo por lo que hace al Confesor que te ha dado esta obediencia, pues quien con delicadeza de conciencia ejerce su ministerio debe hacer uso de todo arte y prueba para ponerse al seguro de la responsabilidad moral que se requiere de los buenos y aun de los malos. Vuelve por lo 205 Divina Voluntad Volumen 1 tanto en calma y vive siempre abandonada en Mí. Ven conmigo; hoy es primero de año; ven, que quiero darte los aguinaldos”. (Era en verdad primero de año)35. Entonces Él se aproximó tanto a mí que me juntó a Sí y acercando sus labios a los míos derramó un líquido, dulcísimo más que leche y besándome y volviéndome a besar afectuosamente, sacó de su Corazón un anillo diciéndome: - “Admira bien y contempla este anillo que te he preparado para cuando haga contigo mis nupcias, porque te desposaré en mi Fe… Por ahora te ordeno que continúes viviendo en el estado de Víctima y quiero que digas al Confesor que es mi Voluntad que continúes viviendo en este estado de sufrimientos; y como señal evidente de que soy Yo el que te habla, sabe que la guerra interrumpida entre Italia y África continuará todavía, hasta que él no te dé la obediencia de mantenerte en el estado de Víctima, por el cual no solo no la haré continuar, sino que también cuanto antes vendrá la pacificación de ambas partes”. 35 Primer día del año 1888. 206 Divina Voluntad Volumen 1 Después que Jesús habló así, desapareció dejándome como revestida de un ropaje de sufrimientos, los cuales me penetraban hasta la médula de los huesos, tanto que no pude ya recobrarme de aquel estado casi mortal sin la intervención del Confesor; por lo cual la familia, viéndome en ese estado, pensó en enviar por él, mientras yo, así dolorida, pensaba en lo que diría el Confesor al encontrarme contra su prohibición en estado de mayores sufrimientos; ¿pero qué hacer? Cierto que no estaba en mi poder el recobrarme, ya que el licor lácteo derramado por Jesús me procuraba tal amor hacia Él, que me sentía languidecer de amor y de dolor juntamente y además sentía tanta saciedad y dulzura, que después que el Confesor me hizo recobrar, me obligó a tomar un poco de alimento ofrecido por la familia, el cual no podía en absoluto bajar al estómago y se requirió por eso la imposición de la santa obediencia para hacérmelo deglutir; pero luego en seguida fui obligada a vomitar, mezclado todavía al dulcísimo licor que derramó en mí Jesús. Pero en este acto sentí en mi interior a Jesús, que casi bromeando me decía: 207 Divina Voluntad Volumen 1 - “¿Tal vez no te ha bastado lo que he derramado en ti, no estás satisfecha con ello?”. Y yo, toda llena de rubor y vergüenza, Le dije: - “¿Qué quieres de mí, oh mi buen Jesús, si ha sido la obediencia la que me ha obligado a alimentarme, lo que me ha hecho luego derramar también tu alimento que era tan dulce y delicioso?”. Después el Confesor, sin hacerme ninguna pregunta sobre lo ocurrido, se alejó de mí diciéndome: - “Vendré en cuanto tenga un poco de tiempo libre”. Y yo, que no solo he estado indiferente sino también muy reacia a la injerencia del Sacerdote en los hechos que pasan entre mi Dios y yo, me puse en seguida a dar gracias a mi siempre amable Jesús, que había permitido no hacerme pedir nada sin saber lo que me estaba preparado el día siguiente, en que volviendo el Confesor con ceño insólito y sin primero interrogarme, comenzó de inmediato a impacientarse conmigo y a llamarme “alma desobediente” y añadió: 208 Divina Voluntad Volumen 1 - “El hecho tuyo de caer en mortal desmayo, hay que juzgarlo, como lo es, pura enfermedad y no fenómeno sobrenatural, si fuese cosa de Dios, ciertamente no te habría hecho faltar a la obediencia, ya que Él es tan apegado a esta bella virtud, que nada quiere que se haga sin la obediencia. Y ahora, en vez del Confesor, llamarás a los médicos, los cuales se preocuparán, por medio de su ciencia, de liberarte de este estado nervioso”. Cuando él hubo terminado su reprimenda, yo me puse a narrarle a propósito todo lo acaecido y lo que el Señor me había ordenado decirle. A esto el Confesor mudó de opinión y me aseguró que no había que poner en duda cuanto le había dicho en nombre de Jesús, ya que la guerra interrumpida entre Italia y África era más que cierta; por eso añadió: - “En cuanto a la aludida pacificación: si como tú dices, haciéndote Víctima, será en breve…, si es de Dios no puedo ponerlo en duda, pero si fuere de otros… lo veremos”. 209 Divina Voluntad Volumen 1 Diciendo esto, me concedió la obediencia de sujetarme al expreso Querer de mi buen Jesús, repitiéndome: - “Veremos ahora si no seguirá adelante esta guerra y si en seguida hacen las paces entre sí”. Después de cuatro meses el Confesor tomó de los periódicos noticias precisas acerca de la mencionada pacificación, anunciada antes por Jesús y viniendo a mí me dijo: - “Sin daño alguno de ambas partes, se ha terminado la guerra pendiente entre Italia y África, pacificándose del todo las dos”. Este hecho, anunciado antes y verificado después, hizo que el Confesor quedase convencido de la intervención de lo Alto y me dejó en mi paz, que no se puede tener cuando se pone resistencia al Querer de Dios. Luisa, Luisa, Luisa 210 Divina Voluntad Volumen 1 30. Jesús comienza a preparar a Luisa al desposorio místico que le promete. Mi buen Jesús entre tanto, desde entonces no hizo otra cosa que predisponerse al místico Desposorio que ya me había prometido, visitándome con más frecuencia y cuando tres, cuando cuatro y más veces al día, conforme era de su agrado36; y más aún, a veces realizaba un continuo ir y venir. Me parecía que actuaba como un enamorado que no puede estar sin pensar en su esposa, sin amarla y visitarla muy a menudo, tanto que llegaba a abrirse conmigo diciéndome: - “Mira, te amo tanto que no sé estar sin venir a ti; me siento casi inquieto sin verte y hablarte de cerca y abiertamente, pensando que tú estás sola sufriendo tanto por mi Amor; por eso he venido a ver si tienes necesidad de alguna cosa”. Y diciendo así me levantaba Él mismo la cabeza, me acomodaba la almohada, me rodeaba el cuello con su brazo y abrazándome me besaba Así Jesús mantuvo la palabra dada, como la misma Luisa atestigua quince años después de estos hechos (Vol. Ivo. 16 – XI – 1902) 36 211 Divina Voluntad Volumen 1 y volvía a besar muchas veces; y como entonces estábamos en verano, para mitigarme el demasiado calor, emanaba de su suavísima boca un hálito que me aliviaba por entero o bien agitaba alguna cosa que tuviera en la mano y alguna vez también un borde de la sábana que me cubría, para que me refrescase y luego inmediatamente me preguntaba: - “¿Cómo te sientes ahora? Ciertamente que te sentirás mejor, ¿no es verdad?”. Y en respuesta Le decía: - “Tú lo sabes, mi amado Jesús, que de cualquier modo que estés conmigo, estoy siempre bien”. Y cuando al venir me encontraba débil de fuerzas por los continuos sufrimientos, en especial cuando el Confesor venía hacia la noche, se me acercaba y de su boca derramaba en la mía un licor lácteo o bien me hacía apegarme a su sacratísimo Costado, del cual me hacía tomar torrentes de dulzura y de fuerza, los cuales luego me hacían probar delicias de Paraíso. 212 Divina Voluntad Volumen 1 Y viéndome en este estado de suma delicia, me decía con toda su inefable Bondad: - “Quiero ser precisamente Yo tu Todo, haciéndome saludable alimento no solo de tu alma sino también de tu cuerpo”. ¿Quién puede expresar con verdad todo lo que yo experimenté de celestial Amor después de tantas insólitas Gracias de Paraíso? Si yo tuviera que decir todo, como el dulcísimo Jesús me las había comunicado, no solo me haría pesada, sino que me alargaría demasiado, con lo que no tendría tiempo de poderlas referir, ni el Confesor de poder oírlas todas… me limito por eso a decir en resumen, lo que sea suficiente para hacer conocer superficialmente el estado de un alma que está en plena posesión de Dios37, abriéndose camino a la Voluntad de su amado Jesús, Esposo deliciosísimo del Alma. Así pues, espontáneamente me ocurre exclamar con toda la vehemencia del corazón y decir a mi Jesús: Téngase presente que estos escritos son queridos por Jesús para hacerla describir a ella misma (le dirá un día), y la perfección a la que ha hecho llegar su alma; por eso Luisa no puede dejar de aparecer. (Cf. Vol IIo., 22 de septiembre 1899) 37 213 Divina Voluntad Volumen 1 ¡Oh, cuán gratas y suavemente deliciosas me han sido las comunicaciones de espíritu de Jesús! Mientras otras veces con dolor, he exclamado asimismo: ¡Oh, cuán amargas son y angustiosas las penas, dolores y sufrimientos de que me ha colmado mi doliente y amargado Jesús! Pero si éstas (las unas y las otras) no fueran coherentes entre sí, el alma, hecha verdaderamente Víctima de amor, de expiación y de reparación, no podría durar por tanto tiempo en vida, sino que deshaciéndose su cuerpo, el espíritu iría muy pronto a reunirse con el de su Dios. Por eso, después de haber experimentado tantas dulzuras y amarguras juntas, las seguía mi justo y lastimero lamento, cuando parecía que se alejaba de mí; y cuando a veces se me escondía por alguna hora y yo me encontraba en sufrimientos mortales, me parecía como si no Lo hubiese visto al menos desde hace cien años y por eso me quejaba diciéndole: 214 Divina Voluntad Volumen 1 - ¡Ah, oh Esposo santo, ¿cómo así Te haces esperar tanto de mí? ¿No ves que yo no puedo resistir sin Ti? ¡Ah, ven a reanimarme al menos con tu presencia, que es para mí luz, es fuerza y es todo!”. Otras veces sentía tanta pena por la privación de pocas horas de mi Jesús, que me parecía como si desde hace años y años no se hubiera hecho ver y por eso en mi pena me derretía en amarguísimas lágrimas. Y Él, entonces, se hacía ver, me compadecía, me enjugaba las lágrimas, me abrazaba y besaba, diciéndome: - “No quiero que llores. Mira, ahora estoy contigo, dime, ¿qué quieres?”. Y yo a Él: - “No ansío otra cosa que a Ti; y dejaré de llorar cuando me hayas prometido que no Te harás esperar tanto y tanto de mí. Tú lo sabes, oh mi buen Jesús, cuán penosa es mi espera, cuando yo Te llamo y Tú no vienes pronto a 215 Divina Voluntad Volumen 1 aliviarme, a fortificarme, a animarme con tu dulce presencia”. Y Jesús: - “Sí, sí, desapareció. te contentaré”; y al punto Otro día, mientras yo había vuelto a lamentarme y a rogarle que no se hiciera esperar tanto, viendo que no dejaba de llorar, me dijo: - “Ahora quiero en verdad, contentarte en todo: Me siento tan atraído hacia ti, que no puedo menos de secundar tu deseo… Si hasta ahora te he quitado la vida exterior y Me he manifestado a ti, ahora quiero conducir hacia Mí tu alma y así podrás seguirme más de cerca, gozarme y estrecharte más íntimamente a Mí y podré manifestarte todo lo que no se ha hecho contigo en el tiempo pasado”. Jesús, Jesús, Jesús 216 Divina Voluntad Volumen 1 31. Retrato que Luisa hace de la divina belleza de la Humanidad Santísima de Jesús, como se le aparece. Una mañana, no recuerdo muy bien, creo que habían pasado cerca de tres meses desde que empecé a estar continuamente en la cama, mientras estaba en mi acostumbrado estado vino mi dulce Jesús con un aspecto todo amable, como un joven como de dieciocho años, ¡oh cómo era bello! Con su cabellera dorada y toda rizada, parecía que encadenaba los pensamientos, los afectos, el corazón. Su frente serena y amplia, donde se miraba como dentro de un cristal el interior de su mente y se descubría su infinita sabiduría, su paz imperturbable. ¡Oh cómo me sentía tranquilizar mi mente, mi corazón, es más, mis mismas pasiones ante Jesús caían por tierra y no se atrevían a darme la mínima molestia... Ah, sí, si solo ver a Jesús tan bello y la infusión tan grande de paz que se comunica al alma ¿qué será ver y poseer su divinidad?. 217 Divina Voluntad Volumen 1 Creo que no se puede ver a Jesús así de bello si el alma no está en la más perfecta calma, en la más profunda humildad y en el más ardiente amor de Él, tanto que al más pequeño hálito de turbación Jesús se retira del alma. En cambio cuando el alma en su interior experimenta una paz y calma imperturbable, a pesar de que en torno tiene toda clase de desastres y la guerra más cruel, Jesús tan bello no solamente está a la vista de ella, para hacerla continuar siempre imperturbada, sino que busca en ella también su reposo que no le dan otros ya perturbados. Entonces yo lo contemplaba y volvía a contemplar en aquel aspecto y no me saciaba de contemplarle y de exclamar: ¡Oh, cuán bellos son sus ojos purísimos, centelleantes de luz todavía más pura, pero no como la de nuestro sol, que si se lo quisiera mirar fijamente heriría nuestra vista! la de mi Jesús, no; mientras es más que luz del sol, se puede fijar muy bien la mirada en Él sin que se debiliten las pupilas de nuestros ojos al mirar aquel esplendor, sino más bien se sienten más fortificadas. Si se fija la mirada y con sólo mirar el interior de su pupila, de un color celeste oscuro, no se 218 Divina Voluntad Volumen 1 puede ya dejar de mirar un prodigio tan misterioso de belleza, oh, cuántas cosas me decía. Es tanta la belleza de sus ojos que una sola mirada suya basta para hacerme salir fuera de mí misma y hacerme correr tras Él por caminos y por montes, por la tierra y por el cielo, basta una sola mirada para transformarme en Él y sentir descender en mí algo de divino, que tantas veces me ha hecho exclamar: Oh, mi bellísimo Jesús, oh mi todo, si solo en los pocos minutos en los que te haces ver así de mí comunicas a mi alma tanta paz, por lo cual se pueden sufrir tormentos y mares de penas, de dolores, de martirios y sufrimientos los más humillantes, con la más perfecta tranquilidad de espíritu, que está siempre en una mezcla de paz y de dolores, ¿qué será en el paraíso gozar de tu visión beatífica, sin mezcla de dolores?. ¿Quién puede decir además la belleza de su rostro adorable? Su piel blanca, parecida a la nieve teñida de un color de rosas de las más bellas; en sus mejillas sonrosadas se descubre la grandeza de su persona, con un aspecto majestuosísimo y todo divino, que infunde temor y reverencia y al 219 Divina Voluntad Volumen 1 mismo tiempo da tanta confianza, que en cuanto a mí, jamás he encontrado persona alguna que me dé al menos una sombra de la confianza que da mi amado Jesús, ni en mis papás, ni en los confesores, ni en mis hermanas. Ah sí, ese rostro santo, mientras es tan majestuoso, al mismo tiempo es tan amable y esa amabilidad atrae tanto que el alma no tiene la mínima duda de ser acogida por Jesús, por cuán fea y pecadora se vea. Bella es también su nariz afilada, proporcionada a su sacratísimo rostro. Graciosa es su boca, pequeña, pero extremadamente bella, sus labios finísimos de un color escarlata, mientras habla contiene tanta gracia que es imposible poderlo describir. Es dulce la voz de mi Jesús, es suave, es armoniosa, mientras habla sale de su boca un perfume tal que parece que no se encuentra sobre la tierra, es penetrante, en modo que penetra todo, se siente descender por el oído al corazón, y oh, cuántos afectos produce, ¿pero quién puede decirlo todo? Además es tan agradable que creo que no se pueden encontrar otros placeres como los que se 220 Divina Voluntad Volumen 1 pueden encontrar en una sola palabra de Jesús. La voz de mi Jesús es potentísima, es obrante y en el mismo acto que habla obra lo que dice. Ah sí, es bella su boca, pero muestra más su hermosa gracia en el acto de hablar, entonces se ven sus dientes tan nítidos y bien alineados y exhala su aliento de amor que incendia, saetea, consuma el corazón. Bellas son sus manos, suaves, blancas, delicadísimas, con sus dedos proporcionados y que mueve con una maestría tal, que es un encanto. ¡Oh, cómo eres bello, todo bello, oh mi dulce Jesús! Lo que he dicho de tu belleza es nada, es más, me parece que he dicho muchos desatinos, ¿pero qué quieres de mí? Perdóname, es la obediencia que así lo quiere, por mí no me hubiera atrevido a decir ni una palabra, conociendo mi incapacidad. 221 Divina Voluntad Volumen 1 María, María, María 32. Por primera vez el alma sale del cuerpo, atraída irresistiblemente por Jesús. Sufrimientos que en este estado comunica Jesús al alma. Si no hubiese habido un severo precepto de obediencia, digo francamente que jamás me hubiera movido a continuar la actual humillación de poner por escrito las extrañas escenas de mi vida, las cuales de día en día se hacen cada vez más insólitas y, como les parece a otros, casi del todo extravagantes. No obstante, sin poder proceder de otro modo, me apresto a decir que mi amado Jesús, después que se hizo ver y en cierto modo contemplar con aquel aspecto poco antes descrito tan malamente por mí, emanó de su boca un hálito suavísimo y 222 Divina Voluntad Volumen 1 de olorosa fragancia de Paraíso, que me invistió toda, así el alma como el cuerpo y en virtud de aquel hálito me llevó en pos de Sí y en menos de lo que se dice, hizo salir mi alma de cada parte del cuerpo, dándome un cuerpo simplicísimo, todo resplandeciente de purísima luz y junto con Él, alzó su rapidísimo vuelo, recorriendo la gran vastedad de los Cielos. Ahora bien, como era la primera vez que me sucedía este maravilloso fenómeno, mientras el alma salía del cuerpo, comencé a exclamar: - “¡Ahora sí que ha venido el Señor a llevarme, por lo cual, ciertamente, ahora muero!”. Cuando me vi fuera del cuerpo, mi alma experimentaba la misma sensación que cuando estaba todavía en el cuerpo: Con esta diferencia, que el cuerpo unido al alma percibe toda sensación por medio de los sentidos y el tacto remite sus percepciones a la capacidad de las potencias del alma, mientras que en este caso el alma capta por sí toda sensación y comprende al instante todo lo que atraviesa y penetra, aunque fuere la más abstrusa e imperceptible cosa y esto ya sea que 223 Divina Voluntad Volumen 1 esté lejos o cerca, pero siempre que lo quiera Dios. Lo primero que sintió mi alma al salir del cuerpo, fue cierto temor y temblor al seguir el vuelo de mi amado Jesús, que continuaba llevándome detrás de aquel su hálito de Paraíso mientras me decía: - “Si has experimentado tanta pena estado alguna hora privada de mi presencia visible, ahora vuela y ven conmigo que quiero consolarte siempre y embriagarte de mi Amor”. ¡Oh cuán hermoso fue que el alma se acoplara al modo de Jesús a lo largo de la bóveda de los Cielos! Me parecía como si se apoyase en Jesús y que Jesús me sostuviese a fin de no hacerme caer y para tenerme siempre detrás de Él, que si bien me precedía, sin embargo estaba muy unido a mí, de modo que yo Lo seguía apoyada en Él y Él en mí, mientras con su dulce hálito me sostenía y me llevaba detrás de Sí. En una palabra digo que en mí tengo toda la representación visible de lo acaecido, pero no tengo la expresión para manifestarlo. 224 Divina Voluntad Volumen 1 Después de haber recorrido la inmensidad de los Cielos, mi amado Jesús, que encuentra sus delicias en la compañía de los hombres, hizo que me encontrara en su compañía en ciertos lugares donde la iniquidad de los hombres estaba más inundada de maldades. ¡Oh, cuánto se cambió entonces el aspecto dulcísimo de mi amado Jesús! ¡Oh, cuánta pena no entró venenosamente a amargar su sensibilísimo Corazón! Entonces Lo vi con más claridad que otras veces padecer indecibles sufrimientos; vi su adorable Corazón jadear como el de un moribundo que muere de pavor y luego casi desvanecido; y al verlo reducido a ese lamentable estado Le dije: - “¡Mi adorable Jesús, cuánto has cambiado! Me presentas la figura de un moribundo; apóyate en mí, hazme partícipe de tus acerbísimas penas; no resiste más mi corazón verte solo y en medio de tanto sufrimiento”. Entonces Jesús, respiración me dijo: como recobrando la 225 Divina Voluntad Volumen 1 - “Ah, sí, amada mía, te toca ayudarme, pues no puedo más”. Y diciendo esto me atrajo más íntimamente hacia Sí y de sus labios derramó en mi boca una amargura tal que me causó penas del todo mortales, al punto de sentirme como si muchos cuchillos, punzadas de lanza, flechas, dardos y saetas penetraran de parte a parte mi alma… En este estado de sufrimiento, que es el más atroz de los suplicios, mi amado Jesús hizo entrar de nuevo mi alma al cuerpo y se me desapareció. ¿Quién puede expresar las penas desgarradoras que sintió mi cuerpo al contacto del alma que reingresaba en él? Solo lo puede decir Jesús, que tantas y tantas veces me las ha comunicado y luego mitigado, pues otros en el mundo no solo no pueden aliviar, pero ni imaginar tampoco a fondo lo que se sufre. Por este punto de la historia de mi alma, que seguidamente quién sabe cuántas veces saliendo de mi cuerpo ha seguido a mi Amado, se puede conjeturar cómo la muerte tantas otras veces se ha burlado de mí, miserable, que soy tan indigna 226 Divina Voluntad Volumen 1 todavía de morir, pero vendrá, vendrá pronto…, vendrá el tiempo en que ya no se burlará de mí, sino que seré yo quien se burlará de ella diciéndole: Una vez he jugueteado contigo, pero te he castigado y te he triturado tan bien que te he pagado en la misma moneda mil y cien veces más aún he tenido completa victoria… Y con razón digo esto, porque si no hubiese sido por Jesús – el cual a veces, después de haber comunicado directamente sus desgarradoras penas a mi alma, me ha hecho recobrar ya sea con el acercamiento a su Corazón que es vida para mí o tomándome en sus brazos que para mí son fortaleza o bien derramándome un dulcísimo licor de su boca -, ciertamente estaría ya muerta, puesto que las penas comunicadas directamente al alma son tal vez mucho más desgarradoras que las comunicadas al cuerpo. 227 Divina Voluntad Volumen 1 Luisa, Luisa, Luisa 228 Divina Voluntad Volumen 1 33. Participación que Jesús comunica a Luisa de sus indecibles amarguras y dolores por las diversas clases de pecados con que es ofendido. Así pues, Jesús cuando veía que naturalmente no podía ya permanecer más en vida, porque llegaba a los últimos extremos de ella, me ayudaba Él mismo para no dejarme sucumbir, pues me habría hecho exhalar el alma con el último aliento. A veces, Jesús actuaba directamente o por obra del Confesor a quien sugería venir más presto a hacerme recobrar38. Pero digo la verdad y es que aquellas penas, gracias a la obediencia se mitigaban en cierto modo, pero no como cuando Jesús obraba sobre mí y en mí. Recuerdo muy bien que las más de las veces, cuando Jesús quería comunicarme las más dolorosas penas, hacía salir al alma del cuerpo y llevándola consigo, me hacía reparar los muchos pecados que cometían los hombres, ya En el Vol. IX (1 de octubre 1909), dice que en los años pasados Jesús quiso 4 o 5 veces llevarla definitivamente, pero se interpuso el Confesor, para que dejara a la Víctima en la tierra. 38 229 Divina Voluntad Volumen 1 sea de blasfemia o contra la Caridad y de cualquier otro género y me comunicaba parte de aquel amargo veneno que Él ya sentía en su totalidad en Sí como efecto causado por tantos pecados. A mi modo de pensar, puedo decir, sin duda de errar, por el efecto producido en mí, que el pecado de impureza es el que más ofende y amarga al Corazón de Jesús. Al derramar Él en mí una pequeña parte de aquella su amargura, sentía que entraba en mí una materia tan nauseabunda, pútrida, maloliente e insípida, a tal punto que sentía mi cuerpo exhalar tal fetidez que impresionaba de tal manera el estómago que si no tomaba en seguida alguna cosa para vaciar esa podredumbre mezclada con el alimento, desfallecía… Y no es preciso creer que todo esto acontecía solo cuando Jesús, en general, me hacía observar las maldades que cometen solamente los que son tenidos por grandes y públicos pecadores, sino también y de manera particular cuando me llevaba en pos de Sí a las iglesias, en las que también es ofendido mi amable Jesús… Oh, cómo conmovían tan malamente su Corazón las obras en sí tan santas, pero ejecutadas con tanto 230 Divina Voluntad Volumen 1 descuido; las oraciones vacías de espíritu interior; la piedad fingida, aparentemente devota, la hipocresía, parecían inferir más insultos que honor a mi Jesús. Ah, si, las obras tan malamente realizadas, causaban náuseas a aquel Corazón tan santo, puro y recto. Oh, cuántas veces no ha prorrumpido en quejas conmigo, diciéndome: - “¡Hija mía, mira, hasta de parte de quien se dice devoto, cuántas ofensas y cuántos insultos se Me hacen, hasta en los lugares santos e incluso al recibir los mismos sacramentos! Por eso, en vez de recibir Gracias y de salir de la iglesia purificadas, estas almas salen más manchadas de culpas y, por tanto, sin mi bendición…”. Y al mismo tiempo me hizo observar a ciertas personas que comulgaban sacrílegamente; fuera de esto, Sacerdotes que celebraban el Santo Sacrificio de la Misa por costumbre, por espíritu de interés y en pecado mortal, lo que causa horror decirlo… ¡Oh, cuántas veces más Jesús me ha hecho ver escenas tan dolorosas a su Corazón que lo hacían casi agonizar! 231 Divina Voluntad Volumen 1 A veces, mientras el Sacerdote celebraba tan sacrosanto Misterio de Amor y consumía la Víctima, Hostia de propiciación, Jesús era obligado a salir lo más pronto de su corazón, enfangado en miserias espirituales… Otras veces, llamado a bajar de lo alto de los Cielos a encarnarse en la Hostia por medio de las palabras potenciales del Sacerdote, tenía náuseas de la hostia todavía no consagrada y sostenida por las manos impuras y sacrílegas de quien, con autoridad de Él mismo, Lo intimaba a descender con indecisión; y Jesús, por no faltar a su palabra, se encarnaba en aquella hostia que destilaba podredumbre primero de impureza y luego sangre de deicidio… ¡Oh, cuán lamentable me parecía entonces el estado Sacramental de Jesús! Me parecía como si quisiese escapar de aquellas manos inmundas, pero sin embargo estaba forzado por su misma promesa a estar ahí, mientras las especies del pan y del vino no se hubieran consumido bien en el estómago más nauseabundo todavía que las manos que tan indignamente Lo habían tocado muchas veces… Pero al consumirse las sagradas especies venía a mí y se abría conmigo quejándose así: 232 Divina Voluntad Volumen 1 - “Ah, sí, hija mía, hazme derramar en ti una porción de mi amargura, pues ya no puedo contenerla solo en Mí; ten compasión de mi estado, que ha llegado a ser demasiado doloroso. Ten entonces paciencia; suframos un poco juntos”. Y yo: - “Señor, estoy pronta a sufrir contigo, más aún, si se me diese la capacidad de tomar yo todas tus amarguras, oh, cuán de buena gana lo haría por no verte sufrir más”. Jesús entonces, mientras yo le decía esto, derramaba de su boca en la mía la parte de amargura que podía contener en mí y añadía: - “Hija mía, es nada lo que he derramado en ti de mis amarguras, como tú eres capaz de recibir; ¡pero cuántas y cuantas otras almas quisiera que estuvieran dispuestas al mismo sacrificio que tú has hecho por amor mío! No porque Yo pudiera derramar en ellas toda la amargura que ha sufrido mi Corazón, sino al menos para tener la satisfacción de ser correspondido con amor y benevolencia toda filial”. 233 Divina Voluntad Volumen 1 Con todo no se puede expresar en palabras cuán amargo era aquel copioso derramamiento de Jesús, cuán venenoso y repugnante, por la podredumbre tan fétida y nauseabunda, que a veces, por más esfuerzos que hacía mi estómago se resistía a sostenerlo y mientras trataba de echarlo abajo, un fuerte amago me lo empujaba arriba, hasta la garganta; pero el amor que sentía por Jesús no me lo hacía derramar siempre porque me ayudaba y sostenía su Gracia. Y ahora, ¿quién puede decir los sufrimientos que me producían esta efusiones de Jesús? Eran tales y tantas que, si no me hubiese sostenido, fortificado y robustecido, ciertamente habría sido ya víctima de la muerte. Sin embargo repito que Jesús no derramaba en mí sino una mínima parte de la amargura absorbida por Él, ya que la criatura no puede contener ni amargura ni dulzura juntas cuantas puede contener mi amabilísimo Bien. Por eso Él solo admite y tolera la plena amargura que Le causa el pecado. Así pues, con dolor he exclamado siempre ante esta consideración: ¡Oh, cuán repugnante y mortífero es el pecado! 234 Divina Voluntad Volumen 1 ¡Ah, si todos con pleno conocimiento de él experimentaran también en su esencia su efecto venenoso y lleno de amargura, a fin de que habiéndolo conocido bien lo evitaran como horrible monstruo que sale del infierno…!. Jesús, Jesús, Jesús 235 Divina Voluntad Volumen 1 34. Participación que Jesús hace a Luisa de sus inefables dulzuras, asistiendo a escenas llenas de consuelo de los santos Misterios de la Religión. Si la obediencia me ha inducido a hablar en resumen acerca de las escenas dolorosas que mi siempre amable Jesús me ha hecho observar, para hacerme partícipe de sus amarguísimas penas, no puedo pasar en silencio aquellas escenas muy consoladoras que arrebataban mi corazón, cuando me ponía aparte de las inefables e inauditas dulzuras espirituales, haciéndome ver a los buenos y santos Sacerdotes que con fervor y con espíritu de verdadera humildad se dirigían a la celebración de los Misterios Sacrosantos de nuestra religión. Viéndoles celebrar con profunda consideración de cuanto de precioso se desarrolla en el breve espacio de una media hora, me movía muchísimas veces a exclamar en el colmo de mi afecto hacia mi amado Jesús: 236 Divina Voluntad Volumen 1 “¡Oh, cuán alto, grande, excelente y sublime es el ministerio sacerdotal, al que le es dado tan excelsa dignidad, no solo de tratar contigo, mi Jesús, tan de cerca, sino también de inmolarte a tu Eterno Padre como Víctima propiciatoria de amor y de paz!”. Oh, cuán consolador se me hacía el contemplar y volver a contemplar juntos a un santo Sacerdote celebrando la Santa Misa y a Jesús en él; estaba transformado de tal modo que se veía a una sola persona, más aún, parecía que no era el Sacerdote, sino el mismo Jesús el que celebraba el divino Sacrificio y a tal punto que a veces la Persona de Jesús hacía que se ocultara totalmente en Sí el Sacerdote, tanto que yo veía solo a Jesús celebrando la Santa Misa mientras yo Lo escuchaba… Entonces sí que era muy conmovedor oír a Jesús recitar con aquella unción de Gracia las oraciones, moverse con digna compostura y realizar las santas ceremonias, tan puntual y exactamente que suscitaba en mí el más sublime asombro de tan alto y tan santo ministerio. ¿Quién puede explicar cuántas Gracias recibía yo, cuánto bien me hacía ver celebrar las Misas con devoción y atención toda divina y 237 Divina Voluntad Volumen 1 cuántas luces y carismas divinos comprendía yo entonces y que ahora quisiera pasar en silencio? Pero no puedo menos de referir en resumen alguna cosa, ya que la obediencia me lo impone y más que todo el mismo Jesús, que mientras estoy escribiendo, moviéndose en mi interior se ha puesto a reprocharme el que por falta de voluntad habría querido omitir todo. Y ahora, con la mayor confianza en Él para que me sugiera cuanto estoy por escribir, he exclamado: “¡Oh, cuánta paciencia se requiere contigo, oh mi buen Jesús! Pues bien, Te contentaré, mi dulce Amor, pero lo haré ayudada de tu Gracia, ya que me siento no solo indignada de hablar sobre un Misterio tan profundo y tan sublime, sino también incapaz de decir algo de cuanto concierne a tan alto Misterio”. María, María, María 238 Divina Voluntad Volumen 1 35. La Santa Misa y sus efectos; en particular la resurrección de los muertos, con sus cuerpos. Digo, pues, que mientras escuchaba el divino Sacrificio, Jesús me hacía comprender que en la Misa, considerada bien hasta el fondo del Misterio que se desarrolla, está encerrado todo el Misterio de nuestra sacrosanta Religión… Ah, sí, la Misa nos hace advertir todo y nos habla tácitamente al corazón de todo el infinito Amor de Dios con expansión inaudita, dispensado para provecho de los hombres. Ella nos recuerda siempre nuestra Redención cumplida; nos hace recordar parte por parte las penas que Jesús padeció por nosotros, ingratos a su Amor; nos hace comprender que Él, aun estando contento de haber muerto una sola vez en la Cruz por nosotros, quiere difundirse todo Él siempre más en el Amor inmenso, gracias a la institución de este perenne Sacrificio para continuar todavía su estado de Víctima, en la Santa Eucaristía. 239 Divina Voluntad Volumen 1 Jesús me ha hecho comprender que la Misa y la Santa Eucaristía son perenne memoria de su Muerte y de su Resurrección y que comunica no solo a nuestra alma, sino también a nuestro cuerpo el remedio de una vida inmortal. La Misa, por consiguiente y la Eucaristía nos dicen que nuestros cuerpos deshechos e incinerados mediante la muerte resucitarán en el día final a Vida inmortal, que para los buenos será gloriosa y para los perversos colmada de tormentos, ya que éstos no habiendo vivido con Cristo no resucitarán en Él, mientras que los buenos, habiendo estado en vida en la intimidad con Cristo, resucitarán casi a la par con el mismo Jesús. Después me hizo comprender bien que lo más consolador que se encierra en el Sacrificio de la Misa – el más excelente de todos los otros misterios de nuestra santa religión –, es Jesús en el Sacramento y su Resurrección; está en concomitancia con la Pasión y Muerte del mismo Jesús, místicamente se renueva en nuestros altares, tantas veces cuantas se celebra el sacrosanto Sacrificio de la Misa; y Jesús en el Sacramento, oculto bajo los ázimos sacramentales, se da realmente a los comulgantes para ser su compañero y Vida, a lo largo del peregrinaje de esta vida mortal y gloria y 240 Divina Voluntad Volumen 1 Vida sempiterna por medio de su Gracia en el seno de la Santísima Trinidad, de la que participarán nuestras almas unidas a nuestros cuerpos. Estos Misterios son tan profundos, que solamente en la Vida inmortal nos será dado comprenderlos plenamente. Ahora, Jesús en el Sacramento nos da una parte pequeña de aquella comprensión que nos será dada allá en los Cielos y lo hace de muchas maneras para que sea accequible a nosotros. En primero lugar la Misa nos pone en la consideración de la Vida, Pasión y Muerte de Jesús, a la que sigue su gloriosa Resurrección, pero con la diferencia de que esto fue realizado por la Humanidad de Cristo en el curso de 33 años, realmente transcurridos en las diversas vicisitudes de la vida, mientras que en la Misa, místicamente y en un breve espacio de tiempo se renueva todo eso, en estado de verdadero anonadamiento, en que las especies sacramentales contienen a Jesús vivo y verdadero, mientras no se hayan extinguido; luego de lo cual ya no existe la real Presencia de Él Sacramentado en nuestros corazones, sino que vuelve al seno de su Divino Padre, como cuando resucitó de la muerte. 241 Divina Voluntad Volumen 1 Y luego, consagradas de nuevo en la Misa otras especies, baja de nuevo a tomar el estado de Víctima de paz y de amor propiciatorio, por el cual se renueva su estado Sacramental para provecho de nosotros los viadores y para satisfacción y Gloria de su Eterno Padre. Así, en el Sacramento, nos recuerda la resurrección de nuestros cuerpos a la Gloria, ya que, como Él, al cesar el estado sacramental pasa a residir en el seno de Dios Padre, así las almas humanas, al cesar el estado de la vida presente, pasarán a hacer eterna morada en el Cielo en el seno de Dios, mientras nuestros cuerpos quedarán extinguidos al par de las especies sacramentales, como si ya no tuvieran existencia; pero después con el prodigio de la Omnipotencia de Dios, en el día de la Resurrección Universal adquirirán la vida y, unidos a la propia alma irán juntos a gozar, si son buenos, de la eterna beatitud de Dios; en caso contrario irán lejos de Dios, a sufrir los más atroces y eternos tormentos. Si todo lo que se ha dicho es efecto maravilloso que emana como de fuente limpidísima del Sacrificio de la Misa, ¿cómo los 242 Divina Voluntad Volumen 1 cristianos no se acostumbran a sacar provecho de él? ¿Se puede tener algo más consolador y saludable de parte de nuestro buen Dios, para un corazón que ama pues no solo alimenta al alma para hacerla digna del Cielo, sino que comunica al cuerpo la prerrogativa por la cual podrá a su tiempo deleitarse con los gozos eternos de su Dios? Me parece que en el gran día ocurrirá el fenómeno natural que se presenta a la vista de quien está contemplando el cielo, que está todo estrellado, mientras se avecina la hora de la aparición del sol… ¿Qué sucede? El sol al aparecer en deslumbrante luz absorbe en sí la luz de todas las estrellas y mientras éstas desaparecen a la vista del observador, queda cada una con su luz propia y en su propio puesto, tanto que, al ponerse el sol, como si recibieran nueva vida empiezan de nuevo a resplandecer en el firmamento… Así las almas: investidas como estrellas, de la luz comunicada por el mencionado Sacrificio y Sacramento de Amor, cuando se encuentren en el Juicio Universal en el valle de Josafat, antes que 243 Divina Voluntad Volumen 1 llegue Jesús, Sol eterno de Justicia, cada una de ellas será espectadora de todas las otras almas y en cada una se observará la luz adquirida y comunicada de tan santo Sacrificio y de tan sacrosanto Sacramento de Amor, pero al aparecer Jesús, Juez y Sol Eterno de Justicia, en su inmensa luz absorberá en Sí a todas las almas bienaventuradas que resplandecen como estrellas y las hará existir siempre en Él, haciéndoles nadar en el mar inmenso de todas las perfecciones de Dios. ¿Y qué será de las almas privadas de esta divinísima luz? Me alargaría demasiado si quisiera responder a esta pregunta, pero si el Señor lo quiere, lo haré en otra ocasión, así como me reservo el decir alguna otra cosa que Jesús me ha hecho conocer acerca del susodicho objeto de Amor. Ahora digo solamente que Jesús me ha hecho comprender que los cuerpos unidos a las almas que tienen luz resplandeciente, estarán eternamente unidos con Dios; en cambio los que estén unidos a las almas oscurísimas y tenebrosas, por falta de luz no adquirida por la participación debida y querida de este Sacrificio y Sacramento de Amor, serán arrojados y 244 Divina Voluntad Volumen 1 sumergidos, privados de la luz de la Gracia, en las más densas tinieblas, de conformidad con su ingratitud cometida conscientemente contra tan grande Donador; allí, bajo la esclavitud del príncipe de las tinieblas, Lucifer, serán atormentados eternamente por el remordimiento más terrible y desgarrador. Luisa, Luisa, Luisa 245 Divina Voluntad Volumen 1 36. Últimos preparativos para el Desposorio Místico. Ahora, volviendo a lo de antes, digo que en estas salidas que hacía mi alma del cuerpo, si bien Jesús me ponía parte de sus acerbísimas penas que sufría por la mala correspondencia al Sacrificio y Sacramento de Amor de parte de tantos ingratos, no obstante, en virtud de la luz de Gracia que siempre infundía Jesús en mí, yo estaba enormemente encendida en santos deseos de querer unirme cada vez más a Él. Jesús, también por su parte me renovaba con frecuencia las dulces promesas ya dichas acerca de las místicas Nupcias que cuanto antes quería celebrar conmigo, por lo cual me sentía animada muchas veces a solicitarle diciéndole: - “Ah, oh Esposo dulcísimo, hazlo pronto; no se demore por más tiempo mi íntima unión contigo. Mira que no puedo más; mis ansias son tan ardientes que me siento devorar totalmente… Ah, estrechémonos con más fuertes vínculos de 246 Divina Voluntad Volumen 1 amor, de modo que nadie nos pueda separar ni por un solo instante”. Pero Jesús, que si bien me infundía el ardiente anhelo de efectuar este místico Desposorio, me repetía: - “Todo lo que es terreno debe eliminarse, todo, todo, no solo de tu corazón sino también de tu cuerpo. Tú no puedes entender cuán nociva es al alma la más pequeña sombra terrena y cuánto impide mi Amor”. Con estas palabras de Jesús, me puse decidida y Le dije en seguida: - “Señor, a lo que parece, tengo todavía algo que eliminar para agradarte perfectamente, ¿pero por qué no me la dices? Tú lo sabes si no estoy pronta a hacer todo lo que quieres”. Pero mientras decía esto, tuve un rayo de luz de Jesús, por el cual advertí que Jesús quería hablar de un anillo de oro que tenía en el dedo y en el cual estaba su imagen de crucificado; y yo inmediatamente Le dije: - “Oh, Esposo santo, estoy más que nunca dispuesta a quitármelo del dedo si tú lo quieres”. 247 Divina Voluntad Volumen 1 Y Él: - “Sepas que teniendo Yo que darte un anillo más precioso y más bello, en el que estará impresa más al vivo mi imagen, de modo que cada vez que lo mires, tu corazón recibirá nuevas flechas de Amor, tu anillo ya no te es necesario”. Yo entonces, más que contenta, ya que no sentía en mí ninguna pasión, rápidamente me lo quité diciéndole: - “He aquí, Esposo santo, que Te he contentado; dime si hay otra cosa que sea de impedimento a nuestra indisoluble y eterna unión que quieres hacer conmigo”. Después de una larga espera y una diligentísima preparación, con mezcla de suavísimas consolaciones y de no poco padecer, llegó finalmente el suspirado día de la mística unión con Jesús, amado Esposo de mi alma. Como bien lo recuerdo, faltaban pocos días para que se cumpliera el año en que Jesús me tuvo continuamente en cama. 248 Divina Voluntad Volumen 1 Era el día de la Pureza de María Santísima39. La noche precedente, mi amante Jesús se me hizo ver con insólito afecto y todo festivo y hablándome con mayor intimidad, tomó en sus manos mi corazón, lo miró y volvió a mirar muchas veces y después de haberlo examinado bien y como desempolvado lo puso de nuevo en su puesto; luego tomó una vestidura de extrema belleza, que parecía como si tuviera un fondo todo de oro finísimo, mezclado con varios colores y me vistió con ella; tomó además dos preciosas joyas, como si fueran aretes y enjoyó mis orejas; me adornó el cuello y los brazos con collares de oro y de joyas preciosas y luego me ciñó la cabeza con una bellísima corona de inmenso valor, enriquecida de joyas las más preciosas, resplandecientes de vivísima e insólita luz. Me parecía a mí que aquellas luces producían entre ellas un sonido tan armonioso que con claras notas hacían comprender que hablaban de la belleza, del poder, de la bondad, de la caridad y majestad de Dios y de todas las virtudes de la Humanidad de mi Esposo Jesús… En los antiguos misales, esta fiesta se encuentra el 16 de octubre como la fiesta de la Purísima. Era el año de 1888 y Luisa tenía 23 años. 39 249 Divina Voluntad Volumen 1 ¿Quién puede referir lo que yo comprendí mientras mi alma nadaba en un mar inmenso de consolación? Sería del todo imposible de expresarse. Paso por eso a declarar lo que me decía Jesús, mientras me ceñía la frente: - “Dulcísima esposa, esta corona con que te ciño la frente te es dada por Mí a fin de que nada te falte para hacerte digna de ser mi esposa; pero Me la cederás después de cumplido nuestro Desposorio, para devolvértela en el Cielo en el momento de tu muerte”. Finalmente Jesús tomó un velo, con el que me cubrió desde la cabeza a los pies y así me dejó en la consideración más profunda de mí misma, en la de tan precioso ropaje y adornos puestos por el mismo Jesús a mi mísera persona y por último, en la consideración de los diversos significados concernientes a cada ornato con que Jesús quiso ataviarme la noche que precedió a nuestro místico Desposorio. En cuanto a mi persona, digo que no ha habido jamás un hecho y requerimiento de mi vida que me haya hecho encontrar en un episodio 250 Divina Voluntad Volumen 1 tan irregular, que me hizo sentir el grave peso que un Dios pueda dar a una criatura que se diga amante de su Dios… ¡Oh, qué efecto verdaderamente extraño no tuvo que sufrir entonces mi espíritu! En excelso ocurrió tocar la efecto, en vez de sentirse sublimado al acto de Jesús, cumplido en mi persona, todo lo contrario, de modo que me hizo nulidad de mí misma. El aniquilamiento que sentía de mí fue tal, que me creí fuera de mi propio ser, de tal modo que me vino a la mente que esto era verdaderamente el morir; y en este anonadamiento recurrí a mi amado Jesús, rogándole que usara conmigo su nueva Misericordia, ya que en mi gran confusión no pensaba que era un Dios Él que adornaba con tan preciosas prendas y joyas a la última de sus predilectas esclavas, a las que no solo que no cuadra un adorno así y todavía y sobre todo que un Dios haga de sirviente nupcial, el Dios a cuya señal obedecen todas las criaturas; y por tanto Le supliqué que usara benignidad conmigo en su Misericordia. En cuanto al significado que se encerraba en tantos adornos, tomados cada uno por separado, 251 Divina Voluntad Volumen 1 los paso en silencio, ya que poco recuerdo después de tanto tiempo. Solo digo que el velo con el que me cubrió Jesús desde la cabeza a los pies fue de pánico para los demonios, los cuales mientras observaba cuanto Jesús hacía en mi persona, no bien me vieron cubierta con el velo, se quedaron asustados y aterrados a tal punto que no se atrevieron no solo a acercarse a mí, sino que se dieron a la fuga llenos de espanto, para no molestarme más, habiendo perdido toda su audacia y temeridad. Jesús, Jesús, Jesús 252 Divina Voluntad Volumen 1 37. El Desposorio Místico. Vuelvo siempre a las andadas y con el mismo estribillo, para decir que por más difícil que encuentre poner por escrito todo cuanto ha pasado entre Jesús y yo, sin embargo en mi deseo de estar a lo ordenado por obediencia, me conviene vencer toda resistencia. Vuelvo, pues, a tomar el hilo de la narración del atavío de mi pobre persona, hecho en la víspera de la Fiesta de la Pureza de María Santísima por mi amante Jesús, atavío que fue de gran pánico y terror para los demonios, los cuales llenos de espanto se dieron a la fuga, mientras los Ángeles de Dios, al mismo tiempo bajo la impresión de insólita veneración a mí y de tal modo que yo quedé confundida y llena de vergüenza como si hubiese cometido alguna gran irregularidad, se acercaron a mí y me hicieron compañía y guardia hasta el retorno de mi amante Jesús. Entonces, a la mañana siguiente, lleno de majestad vino a mí con más insólita afabilidad y 253 Divina Voluntad Volumen 1 dulzura, junto con María Santísima y Santa Catalina40 e hizo señas a los Ángeles para que cantaran un dulcísimo himno, todo celestial; y mientras ellos cantaban, Santa Catalina se acercó a mí para asistirme en la celebración de mis nupcias místicas con Jesús, mientras mi dulce Madre María Santísima reanimándome dulcemente, me tomó la mano para hacer que Jesús me pusiera en el dedo el preciosísimo anillo nupcial. Cumplido este acto, Jesús con su más inefable bondad, me abrazó y me besó muchas veces e hizo que hiciera lo mismo también su Madre y Madre mía Santísima. Me mantuvo después en un celestial coloquio de Amor, en el que me manifestó todas las finezas y atractivos de Amor que Él siente hacia mí; y yo, sumida en la más grande confusión, considerando la nulidad de mi amor, le dije: - “Jesús, Te amo; Tú sabes cuánto Te amo yo”. En seguida la Santísima Virgen me hizo considerar y luego comprender bien la extraordinaria Gracia que Jesús me había hecho, uniéndome indisolublemente a Él y me exhortó a 40 ¿Por qué Santa Catalina? Tal vez porque es Terciaria Dominicana y Doctora de la Iglesia… 254 Divina Voluntad Volumen 1 la más tierna correspondencia de amor que debía tener para con mi siempre amable Esposo Jesús. María, María, María 255 Divina Voluntad Volumen 1 38. Jesús da al alma cuatro reglas de vida. Finalmente, mi Esposo Jesús se puso a darme nuevas reglas de vida, para hacerme vivir más íntimamente unida a Él, siguiéndome con mayor perfección de lo que he hecho en el tiempo pasado. Estas reglas que me fueron dadas por Jesús no me es fácil exponerlas bien en términos técnicos, sino solo en resumen y de acuerdo con la aplicación y el ejercicio práctico que diariamente, con la Gracia de Dios, no he omitido. 1) Digo, pues, que Jesús ante todo me impuso un desasimiento total de todo lo creado y hasta de mí misma, como si tuviese que vivir en perfecto olvido de todas las cosas, para hacer que mi interior se dispusiese a tener siempre fijo el dulce recuerdo de Él y un afecto vivo y palpitante de amor hacia Él, a fin de que, complaciéndose en todos los actos, forme en mi corazón estable morada. Fuera de Él – me dijo – no debía conocer a nadie más, ni amigos, ni siquiera a mí misma; solo en Él debía despertarse el recuerdo de todo y de todos, ya que en Él no puede dejar de 256 Divina Voluntad Volumen 1 encontrarse la criatura; y para llegar a esto, añadió que debía obrar siempre con santa indiferencia y descuido de cuanto pudiera acontecer en torno a mí, es decir, obrar siempre rectamente y con la mayor sencillez, sin tener en cuenta el pro y el contra que pudiese venirme de las criaturas. Luego en la práctica, si a veces no hacía todo esto, mi dulce Jesús, reprendiéndome severamente, me decía: - “Si no llegas al desapego efectivo y no solo efectivo, sino también afectivo, no podrás ser totalmente investida de mi Luz; pero si en cambio te despojas de todo afecto terreno, llegarás a ser como un tersísimo cristal, que a través de sí hace pasar la plenitud de la luz; así mi Divinidad, que es Luz, entrará en ti”. 2) En segundo lugar me dijo que yo no debía vivir más en mí misma, sino sola y toda en Él, es decir, viviendo despegada de mí misma; debía tener siempre cuidado de investirme del verdadero espíritu de fe, merced al cual debía procurar conocerme cada vez más a mí misma, para desconfiar de mi propia capacidad, que no es buena para hacer nada por mí misma y 257 Divina Voluntad Volumen 1 conocer cada vez más a mi Jesús, para poder confiar cada vez más en Él. “Y después que te hayas conocido a ti misma y Quién soy Yo – me dijo – la consecuencia será que con mucha frecuencia salgas de ti misma, para sumergirte en el mar inmenso de mi Providencia. Y así tú, como una pequeña esposa cuyo Esposo es tan celoso que no quiere permitirle tomar el más pequeño placer con otros, te mantendrás siempre unida a Mí; y así como ella está siempre con el rostro vuelto a su Esposo, para hacer que no pueda dudar de ella, así tú Me darás absoluto dominio sobre ti, tanto si quisiera acariciarte, colmarte de carismas, de besos, de Amor, como también si quisiera golpearte, afligirte y aplicarte cualquier pena. Deberás sujetarte a todo por mi Amor, siempre en tu plena libertad, porque tendremos en común penas y alegrías; y más aún, estaremos en competencia sobre quién de nosotros dos sabrá tomar más penas sobre sí sin ningún otro fin sino el de complacernos y darnos gusto recíprocamente”. 3) En tercer lugar, no debe darse en ti tu voluntad, sino solo la Mía, que deberá estar y 258 Divina Voluntad Volumen 1 dominar como un Rey en su palacio real; de lo contrario pronto se harán sentir los desacuerdos de un amor inepto, del cual surgirán densas sombras que pondrán en ti las faltas de armonía y de semejanza en el obrar, que no quiere la común nobleza que debe reinar absolutamente entre Yo y tú, mi esposa; y esta nobleza reinará en ti si de cuando en cuando tratas de entrar en tu nada, es decir, si llegas a tener perfecto conocimiento de ti, no para detenerte en eso, sino que, conocida tu nulidad, deberás hacer de todo y cuanto antes, por entrar en el infinito poder de mi Voluntad, de la cual obtendrás todas las Gracias que necesites para elevarte en Mí, para hacer todo conmigo, sin tenerte en cuenta a ti, que del todo quiero que desaparezcas en Mí. 4) En cuarto lugar, de ahora en adelante quiero que entre tú y Yo, no haya ese “tú” y “Yo”; por consiguiente, ya no se dirá “harás tú”, “haré Yo”, sino “haremos nosotros”. El “tuyo” y “mío” debe también desaparecer y de todo se dirá “nuestro”, ya que tú como mi fiel esposa, tomarás parte común y guiarás las suertes del mundo. Todos los redimidos de mi Sangre han llegado a ser hijos y hermanos míos y como son míos, serán también hijos y 259 Divina Voluntad Volumen 1 hermanos tuyos y como hijos serán amados por ti, como por una verdadera madre. Es verdad que estos hermanos e hijos nos costarán muchas penas, porque la mayor parte se han hecho muy díscolos, muy extraviados y muchos también licenciosos; pero tú tomarás como yo sus merecidas penas sobre ti y a costa de los más dolorosos sacrificios, tratarás de ponerlos a salvo, haciendo de tal modo que les conduzcas a mi Corazón, cubiertos con los méritos de las penas que tú has sufrido y bañados todos con tu sangre y mi Sangre; en vista de lo cual, mi Padre Celestial no solo usará con ellos de Misericordia y perdón, sino que también, si están perfectamente contritos, muchos como el buen ladrón tomarán muy pronto eterna posesión del Paraíso. Finalmente, en la medida en que te desprendas de todo lo que no es puramente mío, te encontrarás siempre más inmersa en mi absoluta Voluntad, en la cual adquirirás la plenitud de mi Amor, gracias al conocimiento de mi Esencia, que de día en día se hará siempre más viva en ti; y entonces más que nunca, como al reverberante reflejo de la luz se ven en un espejo las imágenes, así en Mí encontrarás realmente ordenadas todas las 260 Divina Voluntad Volumen 1 criaturas que tienen espíritu de inteligencia y de amor de tal modo que a un solo golpe de vista las verás a todas y conocerás el estado de conciencia de cada una de ellas, con lo cual tú luego, como madre más que amorosa, en el verdadero espíritu de Misericordia que es espíritu mío y de mi Madre, harás el máximo sacrificio, inmolándote por ellas; y este sacrificio será como un manto que te cubra por entero, como a mi verdadera imitadora y fiel esposa. Luisa, Luisa, Luisa 261 Divina Voluntad Volumen 1 39. Impresiones de Luisa después de haber contemplado la Gloria de los Ángeles y Santos en el Cielo. ¿Quién puede, ahora, referir las finezas de Amor que mi amable Jesús me ha hecho pródigamente, más aún, con exceso, desde el día en que contrajo conmigo el Desposorio místico y me dio las nuevas reglas de vida? ¡Oh, cuántas y cuántas veces, trasportando mi alma consigo, me ha hecho entrar al Paraíso, para luego oír los cánticos de los Espíritus bienaventurados, que incesantemente alzan himnos de gloria y de agradecimiento a la Divina Majestad! Y yo he contemplado en Dios a los diversos coros de los Ángeles y a las diversas órdenes de Santos, todos los cuales están inmersos en la Divinidad de Dios, el cual en su Inmensidad casi los ha absorbido y los ha identificado a todos en Él. 262 Divina Voluntad Volumen 1 Mirando luego en torno al Trono de Dios, me parecía ver muchas luces brillantísimas, infinitamente más resplandecientes que el sol, que hacían ver admirablemente y comprender todos los atributos y virtudes de Dios, inherentes a su infinita Esencia, común a las Tres Divinas Personas. Comprendí además que los espíritus bienaventurados, aun mirándose en todas aquellas luces, ora en su conjunto, ora pasando sucesivamente de una a otra, quedan arrebatados en aquella y por aquella Luz, pero no llegan jamás a comprender perfectamente a Dios, porque es tan grande la Majestad, la Inmensidad y la Santidad de Dios, que la mente creada por todos los interminables siglos de la Eternidad, no llegará a comprender a Dios que es por excelencia el Ser increado e incomprensible. Ahora bien, de cuanto vi y comprendí digo que los espíritus angélicos y los Bienaventurados comprensores, mirándose en aquella Luz, venían a participar de las virtudes de aquellas. Como nosotros, expuestos al sol en pleno medio día no solo somos impregnados de los rayos del mismo sino también calentados, así los Ángeles y Santos del Paraíso, en presencia del Eterno Sol, Dios, son impregnados de la Luz 263 Divina Voluntad Volumen 1 Eterna, de tal modo que se asemejan a Dios, pero con esta diferencia: Que todo lo que Dios contiene en Sí es esencialmente suyo por naturaleza y esencialmente infinito, mientras que los Espíritus angélicos y los Bienaventurados comprensores41 tienen por participación todo lo que contienen y en cantidad limitada y en la medida de su propia capacidad. De modo que Dios es el infinito, el increado y eterno Sol que se da todo Él sin perder nada de Sí, mientras las criaturas son hechas partícipes de todo, por lo cual se asemejan al eterno Sol, hecho en ellas sol de pequeñísima magnitud o grandeza… En cuanto a lo que yo he referido, me parece haber dicho muchos desatinos, ya que lo que se pueda aprender en aquella feliz morada, no se puede en absoluto repetir en nuestro limitado lenguaje y por eso se tiene solo el concepto, la idea, pero faltan los vocablos y expresiones para exponer realmente el tema tal como se lo ha aprendido. N.T. Comprensores, se refiere a los Santos que ya están en el Cielo, gozando de las Bienaventuranzas Eternas. 41 264 Divina Voluntad Volumen 1 De ahí que al alma, si salida del cuerpo a poco es transportada a aquel Reino feliz, al volver luego a su propia cárcel del cuerpo, le es imposible decir todo lo que ahí ha visto y comprendido; sin embargo en la mente tiene toda la impresión de lo que ha percibido. Me parece que al alma que haya tenido en sí la impronta de lo que Dios quiera hacerle comprender al llevarla a la Patria Celestial, por poco que haga, le queda la impresión que puede tener un niño que apenas sabe balbucir, después de haber asistido a un gran espectáculo teatral…; quisiera decir muchas cosas acerca de lo que más le ha impresionado, pero sin lograr decir ni una, al fin, avergonzado, queda totalmente sin palabra. Así yo debería, más bien quedarme en silencio, porque no sé decir más que desatinos sobre desatinos, si no fuese por la obediencia que se me impone. Por eso sigo diciendo que a veces me encontraba en aquella dichosa Patria paseando junto con Jesús, mi Esposo amado, en medio de los coros de los Ángeles y de los Santos y como era nueva esposa todos unidos nos formaban corona, nos acompañaban y al mismo tiempo participaban de las alegrías de nuestro Desposorio celebrado. Me parecía entonces como 265 Divina Voluntad Volumen 1 que dieran al olvido sus gozos para ocuparse de los nuestros; y Jesús, mostrándome a los Santos les decía: - “Esta alma ha llegado a ser un triunfo y un portento de mi Amor en virtud de su correspondencia a mi Gracia”; y enseñándome luego a los Ángeles les decía: - “Ved que todo ha superado mi Amor por ella”; luego me hacía poner en el asiento de Gloria, del que Jesús me había hecho digna y me decía: - “He aquí tu puesto de Gloria; nadie te lo podrá quitar”. Entonces yo creía que no estaba para volver más a la tierra; pero, ay, mientras estaba casi convencida de eso, he aquí que a una señal de Jesús, me volvía a encontrar, en menos de lo que se dice, encerrada en el muro de este cuerpo. 266 Divina Voluntad Volumen 1 Jesús, Jesús, Jesús 267 Divina Voluntad Volumen 1 40. Pena y amargura insoportables de Luisa, al tener que vivir todavía en la cárcel del cuerpo, desterrada de la Patria. ¿Quién puede decir cuán penoso era a mi espíritu el tener que permanecer en el cuerpo, pues todas las cosas terrenas, puestas en comparación con las del Cielo parecían, más aún, me daban la sensación, de una verdadera podredumbre? Y hasta las cosas que son el deleite de los sentidos de los demás, me eran muy fastidiosas y llenas de amargura; a tal punto que las personas más queridas y más respetables, a quienes quién sabe cuánta cortesía y amabilidad habría mostrado los otros para darles entretenimiento con su conversación, para mí eran no solo indiferentes sino aburridas. Solo el mirarlas como imágenes de Dios me las hacía soportables, aunque el alma no hubiera experimentado la más mínima sombra de satisfacción y de contento. Y precisamente por esto mi corazón se había vuelto tan inquieto y 268 Divina Voluntad Volumen 1 agitado que no hacía más que lamentarse con mi Jesús entre las continuas ansias y deseos del Cielo; y en mi interior experimentaba tal pena, tal amargura y tal aburrimiento de las cosas de acá abajo, que todo me corroía el alma, de tal modo que creía imposible poder continuar viviendo acá abajo. Pero la obediencia, que estaba al día de todas mis cosas, me contuvo y refrenó muy bien, con la orden de no desear en absoluto el morir, sino de estar en obediencia por cuanto lo hubiese querido Dios. Y así lo hice y por más que estaba en mi poder, traté de alejar de mi mente aun el pensamiento de la muerte, a pesar de que en mi interior se había fijado una continua jaculatoria de ansias y deseos ardientes de la Patria Celestial; y por eso mi corazón, vencido en gran parte por la obediencia, se aquietó, pero no del todo, pues de cuando en cuando hacía sus escapatorias; y en esto, confieso la verdad, tuve no pocas faltas; ¿Pero qué podía hacer, si me resultaba casi imposible contenerme del todo? Y por eso fue para mí casi un verdadero martirio ese continuo luchar, para utilizar todo medio, a fin de frenar mis ansias, pero eso – repito – me resultaba casi imposible. 269 Divina Voluntad Volumen 1 Mi amado Jesús, de nuevo, me decía: - “Esposa mía, cálmate; ¿qué es lo que tanto te hace desear el Cielo?”. Y yo: - “Quiero estar siempre contigo; no tengo ánimos para estar más separada de Ti, no solo por un día, pero ni siquiera por un solo instante; por eso a cualquier costo quiero ir contigo”. “Pues bien – me decía Jesús – si es por esto, te contentaré con estar siempre contigo”. Y yo a Él: - “Si así fuere, sí que me contentaría, pero aquí Tú te pierdes de vista y así es lo mismo que si me dejases, mientras que en el Cielo no es así, porque allí no podrás nunca eclipsarte de mí, porque la experiencia me es una prueba cierta de cuanto digo”. 270 Divina Voluntad Volumen 1 María, María, María 41. Heroísmo de Luisa al aceptar el volver a su cuerpo en la tierra, dejando el Cielo tantas veces. Para quien no lo sepa, diré que Jesús sabe bromear mucho con las criaturas, como tantas veces ha bromeado conmigo; y he aquí cómo: Mientras me encontraba en estas benditas ansias, Jesús venía a mí, todo apresurado y me decía: - “¿Quieres ahora venir conmigo?”. Y yo: - “¿A dónde?”. 271 Divina Voluntad Volumen 1 Y Él: - “Al Cielo”. Y yo: - “¿Me lo dices de verdad?”. “Pues sí; hazlo pronto – me decía -, no demores más”. “Pues bien, si es así, ya vamos – respondía yo -, aunque temo que Tú tengas deseos de bromear conmigo”. Y Jesús entonces: - “Pues no, pues no; te lo digo de verdad: vamos, que quiero llevarte conmigo”. Diciendo así atraía al alma hacia Sí, de modo que yo sentía que salía del cuerpo, en un santiamén y siguiendo a Jesús alzaba el vuelo al Cielo… Oh, cuán contenta estaba entonces mi alma; creía que debía dejar para siempre la tierra, mientras me parecía un sueño la vida transcurrida en el padecer tolerado por amor de Jesús; y mientras se llegaba a lo más alto de los Cielos y se oía el delicioso canto de los 272 Divina Voluntad Volumen 1 Bienaventurados compresores y pedía a Jesús que me introdujera pronto en la feliz morada, Él disminuía lentamente la carrera para alargar el tiempo… En vista de esto, en mi interior entraba la sospecha de que no debía ser verdad la entrada que tenía que hacer con Él a la Patria Celestial y decía entre mí: - “Esto me parece que es una broma de Jesús…”; y para asegurarme le decía de cuando en cuando: - “Jesús querido, hazlo pronto; ¿por qué has moderado la carrera?”. Y Él: “¿Ves, ves allá un pecador que está por perderse? Bajemos otra vez a la tierra; vamos a intentar reducir esa alma a penitencia; quién sabe si se convierte. Roguemos, pues, juntos, a mi Eterno Padre que use de Misericordia con ella; ¿no estás pronta a sufrir cualquier pena por la salvación de un alma que me cuesta tanta Sangre?”. Y yo, a estas palabras de Jesús me olvidaba de mí misma, olvidaba la carrera hecha hacia el 273 Divina Voluntad Volumen 1 Cielo, el canto escuchado de los celestiales Comprensores y respondía a Jesús: - “Sí, sí, cualquier cosa que quieras estoy pronta a sufrir con tal que se salve esa alma”. Entonces Jesús, en un abrir y cerrar de ojos, me hacía encontrarme con Él junto al pecador y buscando todas las formas de convertirlo, le presentaba a la mente las más poderosas razones para su salvación y para hacer que se rindiese a la Gracia, pero lamentablemente resultaron vanas nuestras esperanzas. Entonces Jesús, muy afligido, me decía: - “Esposa mía, ¿quieres tú tomar sobre ti las penas debidas a él? Si tú entras otra vez al cuerpo para sufrir, la Divina Justicia podrá aplacarse y así podré usar con él Misericordia. Como ya has visto, nuestras palabras no le han movido en lo más mínimo; ni tampoco las razones; no nos queda hacer otra cosa que sufrir las penas debidas a él, las cuales son los medios más poderosos para satisfacer a la Divina Justicia ofendida y para hacer que el pecador se rinda a la Gracia de su conversión”. 274 Divina Voluntad Volumen 1 Así dijo Jesús y al consentir yo a sus palabras, me encontraba de nuevo en el cuerpo… Me es imposible decir qué sufrimientos sentí cuando me encontré en contacto con mi cuerpo: Basta decir que, como si no pudiese ya contener a mi espíritu, sentía que mi cuerpo se expandía y se dilataba todo, mientras al mismo tiempo el espíritu se sentía como comprimido, deprimido y privado de vida y como en acto de exhalar el alma; pero no lo podía. Solo Jesús era testigo de todo lo que yo sufría entonces y podría decir cuán desgarradoras y atroces penas toleraba mi alma y mi cuerpo. Pero vive Dios, que después de algunos días de sufrimientos, Jesús me hacía ver a ese pecador convertido, a esa alma ya salvada y me decía: - “¿Estás contenta como lo estoy Yo?”. Y yo: - “Sí, sí…”. ¿Mas quién puede indicar cuántas veces Jesús ha repetido conmigo estas bromas? 275 Divina Voluntad Volumen 1 A veces me hacía entrar al Paraíso y después de poco me decía: - “Esposa mía, tú no te has acordado de hacerte dar la obediencia por el Confesor, para venirte conmigo; ahora es necesario que retornes al cuerpo para tomar esta obediencia”. Y yo: - “Estaba ciertamente obligada a obedecer al Confesor mientras el alma se encontraba en su cuerpo y estaba bajo su dirección, pero ahora que estoy contigo siento el deber de obedecerte solamente a Ti, mi Esposo, que eres verdaderamente el primero entre todos los Confesores”. Y Jesús, plácidamente: - “No, no, esposa mía; quiero que tú obedezcas al Confesor”… Y así, ora por un pretexto, ora por otro, me ha hecho tantas y tantas veces volver de nuevo a mi cuerpo. 276 Divina Voluntad Volumen 1 Pero estas bromas de Jesús, me resultaban de una amargura tal, que hacían de mí presa de uno como resentimiento y arrogancia, por lo cual ya no me los renovó con tanta frecuencia. Y en este estado de continuo padecer en la cama y entre las alternativas, ya de ansia de querer ir con Jesús al Paraíso, ya de ardentísimo deseo de querer tenerlo siempre conmigo en la tierra, ya por el retorno que hacía mi alma al juntarse con mi pobre cuerpo, mi martirio fue continuo. Luisa, Luisa, Luisa 277 Divina Voluntad Volumen 1 42. Jesús prepara a Luisa a la renovación del Desposorio Místico, en el Cielo, con la sanción de la Santísima Trinidad; por eso le habla de las tres Virtudes Teologales. La Fe. Finalmente una mañana, después del lapso de estos tres años42, Jesús me hizo benignamente entender que el Desposorio hecho conmigo en la tierra, quería ratificarlo con la Confirmación del Padre y del Espíritu Santo, en presencia de toda la Corte Celestial y me intimó que yo misma tenía que prepararme bien a tan señalada Gracia; y por mi parte hice cuanto estaba en posibilidad para disponerme bien. Pero en verdad, siendo yo tan miserable e inepta para hacer ni aun la sombra de bien, con instancias continuas supliqué al Altísimo Artífice, que Él mismo pusiese mano a la obra de la más santa purificación de mi alma; de lo contrario nunca habría logrado hacerlo como se me pedía. No se puede saber a qué se refiere: no por cierto al tiempo transcurrido en el lecho, porque casi un año después de haber permanecido en él, recibió el Desposorio y once meses después el Matrimonio. 42 278 Divina Voluntad Volumen 1 Y esta Gracia me fue otorgada la víspera de la Natividad de María Santísima43; he aquí de qué manera: Aquella mañana, mi siempre amable Jesús todo Él apresurado, para disponerme Él mismo a lo que había exigido; y no sé por qué comenzó a alejarse continuamente de mí; en efecto venía apresuradamente, me hablaba de la FE y en seguida me dejaba sola… Y mientras me hablaba sentía infundirme en mí tal vida de Fe, que mi alma, tan burda como era antes que me hablara Jesús, se sentía tan llena de nitidez que podía penetrar hasta Dios. Y así, consideraba ora el Poder, ora la Santidad, ora la Bondad, ora otro de los atributos divinos… Dispuesta así mi alma, en un mar de estupor decía: - “Omnipotente Dios, ¿qué delante de Ti no queda vencida? omnipotencia Santidad Excelsa de Dios, ¿qué otra santidad, por más sublime que sea, se atreverá a mostrarse en tu presencia?”. 43 El 7 de septiembre de 1889; Luisa tenía 24 años. 279 Divina Voluntad Volumen 1 Bajando luego a considerar mi miseria y tocando mi nada y la nulidad de las cosas terrenas, que delante de Dios desaparecen como sombra de niebla al golpe del viento, me veía apenas como un pequeñísimo microbio, envuelto en ligerísimo polvo, que para ser destruido y deshecho bastaría la más pequeña acción de cualquier otro gusanillo… Viéndome así, ya no me atrevía a estar en presencia de la tremenda Majestad de Dios, pero su infinita Bondad, me atraía a Sí como imán y en su infinita Bondad exclamaba mi alma: - “¡Oh, cuánta Santidad, cuánto Poder y cuánta Misericordia se encierran en Dios, el cual nos atrae a Sí con su equivalente Bondad!”. Y digo esto, porque mientras me parecía que la Santidad Lo rodeaba todo, que el Poder lo sostenía todo, que la Misericordia Lo conmovía todo y que la Bondad Lo animaba todo, por dentro, Lo rodeaba por fuera, al considerar individualmente cada uno de los Atributos, los encontraba todos del mismo valor, pero del todo incomprensibles, inmensurables etc. a la mente humana. 280 Divina Voluntad Volumen 1 Mientras me encontraba embebida en tan alta consideración, volvía de nuevo mi Jesús y se ponía a hablarme de la ESPERANZA cristiana, diciéndome primeramente: “Para obtener la FE, hace falta creer. Sin creencia no puede darse Fe. Como en lo alto del hombre está la cabeza, que lo debe dirigir en todas sus operaciones, así en el culmen de toda otra virtud se necesita de la Fe que ordena todo; pero como la cabeza sin el sentido de la vista no podría evadir las tinieblas y toda otra confusión, de modo que si quisiera dirigir cualquier operación del hombre en estado de total ceguera lo empujaría a donde no lo habría empujado si hubiese tenido la vista, así el alma sin la Fe no podría hacer otra cosa que ir de precipicio en precipicio. Ahora bien, como la vista le sirve al hombre de guía en todas sus operaciones, así la Fe es para el alma Luz que ilumina, sin la cual no se puede recorrer el camino que lleva a la vida Eterna. Pues bien, para tener Fe, el hombre necesita tener primero tres cosas: el germen de la Fe, 281 Divina Voluntad Volumen 1 bondad del mismo germen y desarrollo del mismo. El germen se deposita en nosotros merced al conocimiento que se tiene acerca del objeto de la Fe, ya que ciertamente no se puede pensar en una cosa si no se ha tenido primero, al menos algún conocimiento de la misma. La bondad del germen de la Fe debe retenerse en quien deposita en nosotros este mismo germen, ya que podrá ser verdadero germen de Fe si es digna de Fe la persona que lo da; falso germen, si fuese falsificado por cualquier fin en la raíz. Y si surgiere en nosotros alguna incertidumbre respecto del objeto del que se nos da noticia o bien acerca de la noticia no exacta, debe tenerse como objeto dudoso de Fe. Asegurado entonces el germen de la Fe y la bondad del mismo, es necesario que sea cultivado para hacerlo crecer y desarrollarse bien hasta su madurez, ya que cesa de ser objeto de fe cuando se tiene la íntima persuasión de la verdad. Poniendo en la bondad del germen de la Fe toda su garantía y todo nuestro empeño para que el germen crezca y se desarrolle cada vez más 282 Divina Voluntad Volumen 1 hasta la madurez, viene a producirse en nosotros la virtud hermana de la Fe, cual es la santa Esperanza de ver alcanzado el término de la Fe y de la misma Esperanza, en el objeto de Fe ya conquistado. De modo que yo puedo decir que la noticia de Dios pone en mí el germen de la Fe; de esta semilla, bien cultivada, nace, crece y se desarrolla cada vez más la Luz que se reproduce por el germen de la Fe. La Luz de la Fe me da todas las particularidades de este Dios, Sumo Bien mío; me revela su Bondad, el atrayente Amor con que me llama a Sí, para gozar de Él y me hace ver en exhibición también todos los beneficios que me puede hacer. De manera que la noticia de su existencia para mí hace el germen de la Fe; la Fe que crece en mí me acerca cada vez más a este Ente Supremo, haciéndome conocer en parte la excelencia sin medida de todo Atributo suyo, Quién es Él en Sí y fuera de Sí y además todo lo que Él me puede dar, lo cual pone en mí la semilla de la santa Esperanza; y de esta semilla, bien cultivada, vendrá la posesión, porque quien cree firmemente, espera y actúa, ya posee. La Fe y la Esperanza operante ponen el germen del amor hacia el Ente sumamente benéfico y este Ente, en correspondencia, hace nacer en nosotros el germen de la Caridad cristiana, merced a la 283 Divina Voluntad Volumen 1 cual, se vuelve operante, semejante al Hombre Dios”. Jesús, Jesús, Jesús 284 Divina Voluntad Volumen 1 43. Prosigue sobre las tres Virtudes Teologales. La Esperanza. Ahora, reiterándome desde el comienzo, digo que Jesús, hablándome de la santa Esperanza me hacía comprender que esta virtud suministra al alma una vestidura diamantina, por la cual se hace invulnerable no solo a los dardos lanzados por sus enemigos, sino también imperturbable ante cualquier acontecimiento, ya que todo lo que pueda sucederle lo recibirá con tranquilidad de ánimo, sabiendo bien que todo ha sido dispuesto por Dios, nuestro Sumo Bien. Oh, cuán bello es ver a esta alma investida de la bella virtud de la Esperanza, porque al desconfiar ella de sí misma, se la ve toda confiada y apoyada en su Amado, por lo cual, desafiando a los más fieros enemigos, con la mayor simplicidad y prudencia, se hace reina de sus pasiones, pues ha ordenado todo bien en su interior y con tal maestría que el mismo Jesús queda encantado; y entonces, puesto que la ve obrar con firme esperanza en Él y con ello siempre más valerosa e inviolablemente invicta y fuerte en superar todo 285 Divina Voluntad Volumen 1 obstáculo y toda prueba, le comunica nuevas Gracias, ayudas y socorros. Ahora digo que mientras Jesús me daba lecciones sobre la Esperanza, comunicaba también a mi inteligencia una luz clarísima, pero en seguida se apartaba, mientras yo me encontraba toda sumida en esta luz y ocupada en considerar cuanto se refería a esta bella virtud… ¿Más quién puede comprendía de ella? expresar lo que yo Diré solo que todas las virtudes sirven para embellecer el alma; pero no tienen en sí aquel germen que nacido y crecido se estrecha siempre más a Dios y por el cual la Esperanza dice al alma: - Acércate a tu Dios y serás iluminada por Él; acércate a Él y serás purificada, etc.; y así la Fe viene a aumentarse cada vez más, la pureza a conquistar el candor todo celestial; sin el cual (aquel germen) será vacilante en la Fe e inconstante en las otras virtudes, mientras que siguiendo a la Esperanza en sus ascensiones espirituales, toda virtud se hace siempre firme y estable, como los altos montes que no pueden moverse de su sitio. 286 Divina Voluntad Volumen 1 Me parece que el alma investida de la santa Esperanza se hace inmóvil como los más altos montes, a los cuales no causa daño ni la intemperie del aire, ni los ardores del sol, ni los vientos más impetuosos, ni los desbordamientos de los lagos, mares y ríos, producidos por los impetuosos aluviones al disolverse grandes masas de nieve; y además a esta alma investida de esperanza no le hace daño ni la tribulación, ni la tentación, ni la pobreza, ni la enfermedad ni otros incidentes de la vida pueden llegar a asustarla ni siquiera por un solo instante. Y se dice a sí misma: - Puedo tolerar todo, sufrir todo y obrar confiada y con la Esperanza en Dios. La santa Esperanza, pues, hace al alma casi omnipotente e inmóvil, invencible y casi inmutable, ya que el siempre amable Jesús, en vista de ella, le otorga la perseverancia final, hasta que no haya tomado posesión del eterno Reino de los Cielos; y entonces el alma abandonando toda Fe y toda Esperanza se 287 Divina Voluntad Volumen 1 sumerge enteramente en el inmenso océano de su Sumo y Eterno Bien. María, María, María 288 Divina Voluntad Volumen 1 44. Prosigue sobre las tres Virtudes Teologales. La Caridad. Mientras me perdía y me ahogaba en el mar inmenso de las divinas esperanzas, mi amado Jesús, haciéndose ver de nuevo por mí, me hablaba de la Caridad, que es la más excelente de todas y que con las otras dos virtudes debe hermanarse y de tal modo que se hagan como una sola virtud, mientras son tres virtudes distintas entre sí…: “Y en efecto, por poco que mires y consideres bien el fuego, tendrás en seguida una pálida idea de estas tres virtudes unidas entre sí, porque tan pronto como llega a encenderse el fuego, lo primero que se presenta a nuestra vista es la luz, que inunda de vívido fulgor todo el contorno, el cual es símbolo de la Fe que Yo he infundido en el alma cristiana por medio del Santo Bautismo. En segundo lugar, sientes que se difunde en todo el entorno, juntamente con la luz, además el calor; pero luego a medida que ésta 289 Divina Voluntad Volumen 1 viene a languidecer, hasta casi extinguirse, sientes que el calor que emana este fuego adquiere mayor vigor, a tal punto que no se consume del todo. Así es con las tres virtudes teologales: LA FE se enciende en el alma a la primera noticia que ella tiene acerca del Ente Supremo; después crece y se desarrolla, gracias a la ascensión perenne que hace el alma hacia Dios, su Sumo Bien, con lo que viene a adquirir la luz intelectual que se difunde expansivamente de todo Atributo divino a su criatura. Esta criatura, iluminada por este esplendor de viva Fe, ambiciona lo alcanzable del objeto, el cual le da confianza de poder procurarse un Bien tan grande como es Dios; luego trata de investigar el camino más idóneo para la facilidad de una adquisición tan grande y toda llena de ESPERANZA, va pasando de la mañana a la noche de un monte a otro monte, atravesando valles y extensísimas llanuras, vadea lagos y ríos, navega por los más altos e inmensos mares, por el espacio de meses y años, con el único fin de adquirir no solo la benevolencia sino también la posesión de su 290 Divina Voluntad Volumen 1 Dios; y este deseo operante de llegar a la posesión de Dios se llama AMOR, unido a las dos hermanas, la FE y la ESPERANZA. Así, oh mi amada esposa, en las tres virtudes teologales, Fe, Esperanza y Caridad, te he delineado la Trinidad de las Divinas Personas, de las que tú pronto y sin duda harás perenne adquisición, procurándote estable y perpetua morada en ti”. Después de un intervalo de pocos minutos, mi siempre amable Jesús se hizo ver de nuevo y continuó diciéndome: “Esposa mía, si la FE es luz y sirve de vista al alma, la ESPERANZA es el alimento de la Fe y suministra al alma la energía y deseo ardiente de conquistar los bienes que hay en la visión de la Fe y además da al alma el valor para afrontar arduas empresas, pero siempre con tranquilidad de espíritu y con perfecta paz se hace perseverante en explorar todo camino y medio adecuado que le pueda dar buen éxito. Y en cuanto a la CARIDAD, es la sustancia de la que emerge la luz y el alimento de la Fe, sin la cual no se podría tener ni Fe ni Esperanza, como igualmente, sin el fuego no se podría tener ni la luz ni el calor. 291 Divina Voluntad Volumen 1 Y ella, como ungüento lenitivo se expande y penetra por todas partes, llevando a efecto de madurez las ansias de la Esperanza y las miras de la Fe, ya que en las dulzuras de su amor hace balsámico y dulce el padecer y a tal punto que hace que el alma llegue a la avidez de este padecer. Por tanto, el alma que posee la verdadera Caridad, al obrar ella en el amor y por el Amor de Dios, difunde en torno a sí el olor celestial que ha obtenido del mismo Dios, de modo que, si todas las virtudes vuelven al alma como solitaria y rústica, la Caridad por ser sustancia que emana luz, calor y olor suavísimo, no solo infunde en todos como ungüento balsámico, los efectos más que aromáticos, sino que une, más aún, funde los corazones gracias al inmenso amor que ella tiene hacia Dios. Esto es lo que hace sufrir con alegría los más agudos tormentos, tanto que el alma que se transforma toda en el Amor llega a no poder ya vivir sin el desnudo padecer y de ahí a exclamar, cuando está privada de él: - “Oh mi Esposo Jesús, sostenme con flores, apriétame con la dureza de los puños, es decir del 292 Divina Voluntad Volumen 1 padecer ya que mi alma languidece más por Ti y no puede satisfacerlo sino en tu dulce padecer… ¡Ah, dame, Jesús, más tu áspero padecer, ya que mi corazón ya no sufre verte padecer tanto por la vehemencia del amor, que sostiene tu Corazón por nuestro amor!”. Y Jesús a mí: - “La Caridad mía es fuego que abrasa y que consume y cuando echa raíces en algún alma Ella hace todo; no da importancia a las mismas virtudes y las estrecha íntimamente a Sí, de modo que se hace reina de todas las virtudes, reinando y enseñorándose sobre todas y ya no se decide a ceder a otras la supremacía”. Luisa, Luisa, Luisa 293 Divina Voluntad Volumen 1 45. Último preparativo al Desposorio: el anonadamiento de sí y el ansia de padecer siempre más. ¿Quién puede decir lo que hubo detrás de aquellas dulces y atractivas palabras de Jesús? Solo puedo decir que en mí se encendió tal ansia de padecer que se hizo, diría, casi natural el codiciar cualquier pena y sufrimiento, tanto que desde entonces he juzgado como la más grande desventura el estar privada de sufrimiento. Después de haber hecho las acostumbradas reflexiones sobre cuanto me fue dicho por Jesús, Él se hizo nuevamente ver y oír de mí, diciéndome: “Esposa mía, ahora es necesario que tengas la predisposición y superioridad de ánimo, que te haga llegar más y aceptar más el anonadamiento de ti misma; esto debe preceder al grande e incentivo deseo que tienes de querer padecer siempre más. 294 Divina Voluntad Volumen 1 Sabe que el anonadamiento de ti misma te hace merecer no solo la gracia del padecer sino que te dispone el alma a saber padecer bien todo, en todo lo que pueda tocarla muy de cerca. Además de esto, el deseo de padecer suple el verdadero y real padecer y, a falta de éste, el anonadamiento de ti misma te servirá de penoso manto que suplirá cualquier padecimiento más alto y más áspero”. Jesús, Jesús, Jesús 295 Divina Voluntad Volumen 1 46. La renovación del Desposorio místico, en el Cielo, en presencia de la Santísima Trinidad. Finalmente, mientras estaba considerando el razonamiento del dulce Jesús, que infunde en el alma mucho más que la verdad que manifiesta de palabra y me incitaba con un ardiente deseo de recibir la gracia de poder hacerme suya, toda suya, conforme a su Voluntad, Él retornó y en un santiamén me sacó fuera de mí y mi alma siguiendo los atractivos deliciosos de su Amor, superaba junto a Él, toda dificultad que se encuentra al atravesar los Cielos; y casi sin advertir el trayecto efectuado desde la tierra, se encontró en el Paraíso, en presencia de la Santísima Trinidad y de toda la Corte Celestial, para en seguida proceder a la renovación del Místico Desposorio realizado ya en la tierra entre Jesús y mi alma el día de la Fiesta de la Pureza de la Virgen María, su Madre, la cual, unida a Santa Catalina, asistió a la primera ceremonia. 296 Divina Voluntad Volumen 1 En cambio ahora, fiesta de la Natividad de la misma Santísima Virgen, once meses después44, Jesús quiere que se tenga la confirmación de las Tres Divinas Personas y por eso sacó un anillo adornado con tres preciosísimas piedras, la primera blanca, la segunda roja, la tercera verde; después lo entregó al Padre, el cual lo bendijo y luego lo devolvió a su Hijo Unigénito y mientras el Espíritu Santo me sostenía la mano derecha, Jesús puso en mi dedo anular el mencionado anillo y luego de inmediato fui admitida al beso de las Tres Divinas Personas, las cuales, una después de otra, me impartieron una especial bendición. ¿Quién podría expresar la confusión que experimenté, ya sea cuando me encontré en presencia de la Santísima Trinidad, ya durante la realización de dicha ceremonia? Digo únicamente que el encontrarme en presencia de la Santísima Trinidad y el caer de bruces en tierra fue un solo acto y habría quedado así postrada quién sabe cuánto, si mi Jesús, Esposo de mi alma, no me hubiese reanimado y levantado para ponerme enhiesta en Su Presencia; lo cual producía de una parte el El 8 de septiembre de 1889; Luisa tenía 24 años. Es importante esta fecha (como se verá en la siguiente nota) porque fue el momento en el que le fue concedido EL DON DEL QUERER DIVINO. 44 297 Divina Voluntad Volumen 1 máximo júbilo y contento a mi corazón, de otra, me sentía como abrumada y aniquilada delante de tanta Majestad, la cual me infundía temor reverencial y alegría inefable e inexpresable en la eterna Luz que emana la Esencia y Santidad de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. De las otras cosas me conviene guardar silencio, para no decir otros despropósitos, más de cuantos he dicho hasta ahora, ya que nuestro lenguaje humano no tiene vocablos capaces de hacer comprender, ya sea de palabra, ya por escrito, todas las impresiones divinas que tocaron mi alma. María, María, María 298 Divina Voluntad Volumen 1 47. La inhabitación de las Divinas Personas en el alma de la que toman posesión y a la cual se dan en posesión. Entonces fue cuando hicieron a Luisa el DON DEL DIVINO QUERER. Paso, pues, a narrar lo que siguió al regreso de mi alma al cuerpo, el cual me tuvo casi del todo en el atractivo virtual de cuanto había sucedido en mí y como muerta sentía tantos dolores y penas que me hacían casi presagiar mi próxima muerte. Sino que Jesús, después de pocos días, me hizo rehacer del todo y recuerdo que al recibir la Comunión, haciéndome perder los sentidos del cuerpo con las potencias del alma, advertí que estaba delante de mí la Santísima Trinidad, como la vi en el Cielo y en seguida las potencias del alma se postraron a adorarla, haciéndome confesar mi propia nada, ya que entonces me sentí tan hundida en mí misma, que no me atrevía a balbucir ni siquiera una palabra, 299 Divina Voluntad Volumen 1 cuando una voz de en medio de Ellos se puso a decirme: “Cobra ánimo; no temas. Estamos para confirmarte como nuestra y tomar total posesión de tu corazón”. Mientras oía esta voz, vi a la Santísima Trinidad que entraba en mí y se posesionaba de mi corazón, diciéndome: “He aquí que en tu corazón formamos nuestra estable y perenne morada”. Cuál fue el cambio que se produjo en mí, no sabría explicarlo, porque me sentía como divinizada, sin vivir ya en mí, sino que Ellos vivían en mí y yo en Ellos, a tal punto que me parecía como si mi cuerpo llegaba entonces a ser habitación del Dios viviente en mí y por tanto sentía la Real presencia de las Tres Divinas Personas, que sensiblemente actuaban en mi interior45; oía Su voz que saliendo fuera de mí golpeaba clara y sonora en mi oído. 45 Nuestro Señor le explica 32 años después (Vol. XIII., 5-XII-1921): “Es justo y necesario que Yo hable de ti. Estaría bien que un ESPOSO, EL CUAL DEBE CELEBRAR DESPOSORIO CON SU ESPOSA, deba tratar con los demás y no con ella, siendo necesario que se confíen sus secretos, que uno sepa lo que tiene el otro, para que los padres doten a esos esposos y que por anticipado el uno se acostumbre a las maneras del otro?”. Yo añadí: - “Dime, Vida mía, ¿quién es mi familia? ¿Cuál es mi dote y tu dote?”. 300 Divina Voluntad Volumen 1 Y todo esto sucedía precisamente como cuando hay personas en una habitación contigua a otra, desde la cual se oye claramente todo lo que dicen entre ellas, sea por la proximidad del lugar, sea por las voces que, sonoras, se hacen oír afuera de la propia habitación… Fue entonces cuando mi amado Jesús vino a decirme que yo debía buscarle siempre a Él en toda necesidad, no en otra parte ni fuera de mí sino siempre dentro de mí, más aun en lo íntimo de mi corazón; y efectivamente desde entonces Lo he buscado siempre en mi corazón y Lo he encontrado; otras veces, habiendo salido fuera de mí, al llamarlo me ha respondido con prontitud y me ha hablado abiertamente, como pueden hablar entre sí dos personas. Y Sonriendo respondió: - “Tu familia es la Trinidad; ¿no te acuerdas que en los primeros años de cama, te conduje al Cielo y delante de la Trinidad Sacrosanta hicimos nuestra unión? Y ella te DOTO DE TALES DONES QUE TU MISMA NO LOS HAS CONOCIDO TODAVÍA; Y LO QUE TE HABLO DE MI QUERER DE SUS EFECTOS Y VALOR, SON DESCUBRIMIENTOS DE LOS DONES CON QUE DESDE ENTONCES FUISTE DOTADA. De mi dote no te hablo, porque lo que es tuyo es mío. Y luego, después de pocos días bajamos del Cielo las Tres Divinas Personas, tomamos posesión de tu corazón y formamos en él nuestra perpetua morada; tomamos las riendas de tu inteligencia, de tu corazón y de ti misma y todo lo que tú hacías era un desahogo DE NUESTRA VOLUNTAD CREADORA EN TI, eran CONFIRMACIONES DE QUE TU QUERER ESTABA ANIMADO DE UN QUERER ETERNO. El trabajo está ya hecho; no queda sino hacerlo conocer, para hacer que no solo tú sino también los demás puedan tomar parte en estos grandes bienes; esto lo estoy haciendo, llamando ora a un ministro mío, ora a otro y también a ministros de partes lejanas…”. 301 Divina Voluntad Volumen 1 Pero debo confesar que a veces Él se ha ocultado de tal manera que no se hacía sentir más y entonces después de haberlo invocado y buscado por algún tiempo sin sentirlo en mí ni moverse ni pronunciar palabra, me he atrevido a recorrer Cielos, tierra y mar para ir en busca de Él; pero a veces, mientras me encontraba en el fervor del recorrido y otras en el ardor de las lágrimas por la intensidad del deseo y en las penas más inenarrables por haberlo perdido, Jesús me ha hecho oír su Voz en mi interior: “Yo estoy aquí contigo, no Me busques en otra parte; estoy en ti reposando, pero velo por ti”. Y yo, entre el asombro y el contento de sentirlo dentro de mí, Le decía: - “Jesús, mi Bien, ¿cómo así esta mañana me has hecho recorrer una y otra vez Cielos, tierra y mar a fin de encontrarte, mientras tú estabas dentro de mí? ¿Por qué no me has dicho al menos „estoy aquí‟ y yo no me hubiera fatigado tanto buscándote donde no estabas? 302 Divina Voluntad Volumen 1 Mira, dulce Bien mío, amada Vida mía, mira qué cansada estoy, ya no tengo fuerza, me siento desfallecer…; ¡ah, sostenme entre tus brazos, que me siento morir!”. Jesús entonces, todo Caridad, me levantaba tomándome en sus brazos, para hacerme alguna vez reposar, pero de todos modos me restituía las fuerzas perdidas. Otras veces, mientras Jesús estaba oculto en mí y yo necesitada de Él Lo buscaba, se hacía ver dentro de mí y luego salía del interior de mi corazón; pero en el momento de salir, veía yo claramente no ya a Jesús sino a todas las Tres Divinas Personas, ya en forma de tres hermosísimos Niños, ya como un solo cuerpo con tres cabezas distintas, pero de una misma belleza única y del todo atractiva… ¿Quién puede expresar mi contento, especialmente cuando estos tres Niños se hacían estrechar entre mis brazos? Yo le daba besos ora al Uno, ora al Otro y Ellos me correspondían con sus besos; y luego, Uno se apoyaba en mi hombro derecho, el Otro en el izquierdo y el tercero se me ponía delante… 303 Divina Voluntad Volumen 1 Mientras así yo gozaba de Ellos, en medio de la más grande admiración y asombro que pueda darse a la criatura de parte de su Dios, crecía mi admiración comprobando que mientras miraba al Uno, miraba en este Uno a los Tres y viceversa: mirando a todos Tres, se formaba de ellos Uno. Otra maravilla era que cuando tenía a Uno de ellos en mis brazos o a todos los Tres juntos, sentía siempre el mismo peso, pues sentía tanto peso al tener al Uno cuanto teniéndolos a los Tres juntos; es más sentía tanto amor por Cada uno de Ellos, cuanto por los Tres y tanto me atraía a Sí Cada uno separadamente, cuanto todos los Tres juntos. Era uno el modo de atracción, porque como era el del Uno así era el del Otro… Y ahora las cosas que por cierto habría debido pasar en silencio, ya que he mencionado muchas y por extenso, no puedo dejar de obedecer a quien tomó la dirección de mi alma y prosigo. 304 Divina Voluntad Volumen 1 Luisa, Luisa, Luisa 305 Divina Voluntad Volumen 1 48. Tercer Desposorio: el Desposorio de la Cruz. Ahora, volviendo de nuevo, diré que mientras Jesús se dignaba hablarme muchas veces de su Pasión, trataba de predisponer mi alma a la imitación de su Vida, diciéndome: “Esposa mía, además del desposorio ya cumplido nos queda ahora por hacer otro, llamado Desposorio de la Cruz. Sepas que las virtudes se vuelven dulces y amables cuando son animadas y fortalecidas en el injerto de la Cruz. Antes de mi venida a la tierra, las penas, los oprobios, los dolores, la pobreza, la enfermedad y todo género de cruces entraban en la categoría de una verdadera confusión e infamia, pero desde que fueron sufridas por Mí. Todas llegaron a ser santificadas y divinizadas por mi contacto, de modo que cambiaron de aspecto, en cuanto que se hicieron dulces y gratas y el alma que tiene la ventaja de poseer alguna de ellas, se estima 306 Divina Voluntad Volumen 1 más que honrada y esto porque ha recibido mi divisa haciéndose así hija de Dios. En cambio experimentaba lo contrario quien mira y se detiene en la corteza de la Cruz, pues encontrándola muy amarga, toma disgusto de ella y se lamenta, ya que la recibe como si le fuese dada sin razón: pero quien ha penetrado adentro, encontrándola muy gustosa y saludable, forma en ella su felicidad. Esposa mía, no ansío otra cosa que crucificarte cuanto antes, ya sea en el alma, ya en el cuerpo”. Mientras Jesús se expresaba así, sentía yo que se me infundían tales ansias de ser crucificada con Él, que muy a menudo repetía: - “Jesús mío, Amor mío, crucifícame pronto contigo”. Y cuando Él regresaba, la primera pregunta que Le hacía y que juzgaba más importante era acerca de las penas y los dolores de mis pecados y la gracia de ser crucificada con Él; y me parecía que si obtenía esto, podría estimarme lo más satisfecha, porque creía que con esto lo obtendría todo. 307 Divina Voluntad Volumen 1 Una mañana, finalmente mi amantísimo Jesús se presentó delante de mí, en forma de Crucifijo y me dijo que quería verdaderamente crucificarme con Él; y mientras decía esto, vi que de sus sacratísimas llagas salían rayos de luz en los que se descubrían los clavos que se dirigían hacia mí…; entonces era tan grande el deseo de que Jesús me crucificase, que me sentía consumir toda por el amor de padecer, pero en ese momento fui sorprendida por un gran temor que me hizo temblar de pies a cabeza y comenzar luego a sentir tal anonadamiento de mí misma, que me creí del todo indigna de recibir tan rara Gracia, por lo cual ya no me atrevía a decir: “Señor, crucifícame contigo”… Jesús, entre tanto, parecía esperar mi consentimiento para comunicarme tan señalada Gracia y permanecí un rato en este conflicto; pero mientras en lo íntimo de mi alma sentía un deseo tan grande y ardiente de pedir esta Gracia, por otra parte sentía toda mi indignidad y la naturaleza que temblaba con temor y espanto se abstenía de pedir a Jesús el ser crucificada. Y en este estado de ánimo, mi amado Jesús me incitaba intelectualmente a aceptar esta 308 Divina Voluntad Volumen 1 Gracia, al punto que conociendo entonces su Querer, me animé a decirle: “Esposo Santo y Crucificado Amor mío, ah, Te ruego que me concedas al fin la Gracia de ser también yo crucificada contigo; y al mismo tiempo Te pido que no hagas aparecer exteriormente ninguna señal de la Gracia que me haces… Sí, dame pronto todo tu sufrimiento y dolor, dame tus llagas, pero que todo lo que pueda sobrevenirme quede oculto a los demás y que solo lo conozcamos Tú y yo”. Y así me fue otorgada la Gracia solicitada; y al momento aquellos rayos de luz, junto con los clavos, se desprendieron de Jesús crucificado y vinieron a herirme manos y pies, mientras otro rayo de luz más resplandeciente, junto con una lanza, vino a traspasarme el corazón. ¿Quién podría explicar mi gran contento y al mismo tiempo mi dolor, sobre todo otro dolor, que experimenté en aquel feliz momento? Al igual que el gran temor y temblor que poco antes había invadido mi alma, fue grande la paz, el contento y el dolor que experimenté; y este último fue tan agudo y lo sentía en las manos, en los pies y en el corazón, que me hacía presentir 309 Divina Voluntad Volumen 1 ya próxima la muerte… Sentía que los huesos de las manos y los pies se rompían en pequeñísimos pedazos, porque experimentaba la acción del clavo dentro de cada herida; pero no puedo menos de afirmar también que esas llagas me procuraban tan dulce contento que no sé expresarlo con palabras y mi asombro se hizo vivísimo al sentir que se me comunicaba tal energía y fuerza que, mientras por el dolor me sentía morir, al mismo tiempo era sostenida y fortificada por el mismo dolor de modo que no me hacía morir. Es más, mientras exteriormente no aparecía nada, en mi cuerpo sentía los más angustiosos dolores; y cuando vino el Confesor para llamarme a la obediencia y tuvo que aflojarme los brazos, que por la contracción de los nervios estaban petrificados, experimenté dolores mortales en los puntos donde los rayos de luz junto con los clavos y la lanza me habían tocado. Y el Confesor mandó por obediencia que estos dolores cesaran en seguida; y en efecto, siendo tan agudos que me hacía perder totalmente los sentidos, al instante se mitigaron en gran manera… 310 Divina Voluntad Volumen 1 ¡Oh prodigio de la santa obediencia, tú has sido todo para mí! Oh, cuántas veces me he encontrado en conflicto de oposición con nuestra hermana la muerte y la obediencia, haciéndome calmar la atrocidad de toda angustia y dolor de muerte, me restituía pronto la vida; y digo francamente que si estos dolores, ante la obediencia del Confesor no se hubieran mitigado en algo, difícilmente me habría sometido a la autoridad de él. Pero sea siempre bendito el Señor, que ha concedido tal poder a sus ministros, que sustraen incluso a la muerte su presa. Por eso mi aspiración es que todo haya sido de su mayor Gloria y para salvación de las almas. Debo hacer notar también que, cuando salía de mi mortal sopor, no se veía ninguna de dichas señales en mi cuerpo, mientras que volviendo a adormecerme veía claramente impresas las llagas de mi Jesús y así me parecía como si esas llagas de Jesús crucificado se hubiesen engastado en mis manos, pies y corazón, de tal modo que me hacían ver como si fueran las mismas de mi Jesús. De cuanto he dicho hasta aquí, todo se refiere solo al Desposorio de la Cruz y de las penas que 311 Divina Voluntad Volumen 1 sufrí en la primera crucifixión, porque las otras que sufrí en el curso de los años siguientes son tales y tantas, que me sería imposible enumerarlas todas; pero puesto que se desea que ponga algo por escrito, referiré lo mejor que pueda las más importantes y que más de cerca me afectaron, respecto de las ya mencionadas crucifixiones soportadas hasta 1899. Jesús, Jesús, Jesús 312 Divina Voluntad Volumen 1 49. Jesús da a Luisa el verdadero dolor de los pecados. Pero ante todo, hay que observar que, siempre que Jesús retornaba después de haberme hecho sufrir la crucifixión, reiteradamente Le decía: - “Mi amado Jesús, ah, dame el verdadero dolor de mis pecados, a fin de que, consumidos por el dolor y arrepentimiento de haberte ofendido, puedan ser borrados de mi alma y también de tu memoria. Sí, mi Bien, dame tanto dolor cuanto ha sido mi atrevimiento en ofenderte; más aún, haz que el dolor supere el afecto dedicado al pecado, para que eliminado y destruido este afecto por el dolor, pueda yo estrecharme más íntimamente a Ti”. Y Jesús, mientras una vez le pedía esta Gracia, me dijo benignamente: - “Ya que tanto te disgusta el haberme ofendido, quiero Yo mismo disponerte al dolor. Así podrás comprender la fealdad del pecado y 313 Divina Voluntad Volumen 1 lo amargo del dolor que causa a mi Corazón. Por eso di conmigo estas palabras: SI YO TRASPASO EL MAR, EN EL MAR ESTAS SIEMPRE TU, SI BIEN NO TE VEO; PISO LA TIERRA Y TU ESTAS BAJO MIS PIES; PEQUÉ…”. Y Jesús, en voz baja, como llorando, añadió: - “Sin embargo te amé y al mismo tiempo te conservé…”. Mientras Jesús me sugería estas palabras, llegaba a comprender tantas cosas que me es imposible repetirlo todo… Digo solamente que, antes que nada comprendí la inmensidad, la grandeza y la presencia de Dios en toda cosa y que en virtud de este tributo suyo no se le escapa ni aun la sombra de nuestro pensamiento y más todavía, mi nada puesta en comparación con una Majestad tan grande y tan santa, se reduce a menos que sombra. En la palabra “PEQUÉ” comprendí la fealdad del pecado y mi maldad y temeridad, por la enorme ofensa hecha a Él, al posponerlo a la satisfacción de un momento; luego fui herida de tan vehemente dolor al oír las palabras: 314 Divina Voluntad Volumen 1 “SIN EMBARGO TE AMÉ Y CONSERVÉ”, que me sentí morir, porque Él me hizo comprender el inmenso Amor que me tenía, incluso en el mismo acto en que Lo ponía por debajo de un leve placer, con el que Lo ofendía y casi le daba la muerte… ¡Ah, Señor, en la medida en que has sido bueno conmigo, yo he sido ingrata y mala contigo! ¡Ah, muévete a piedad de mí, haciéndome sentir siempre tanto dolor de mis pecados, cuánto ha sido y será siempre tu Amor hacia mí!. María, María, María 315 Divina Voluntad Volumen 1 50. Luisa obtiene con su padecimiento que un hombre muerto no se condene, y no solo esto, sino que siga con vida. Desde el momento en que mi amabilísimo Jesús me hizo comprender cuánta maldad hay en quien comete el pecado y cuánta maldad y atrevimiento encierra en sí quien osa estimar a Dios menos que un vilísimo placer, no solo me guardaba de caer en cualquier mínimo defecto, sino que tenía horror aun de la sombra del pecado que involuntariamente hubiese podido presentarse a mi pensamiento. Y en cuanto a los cometidos en el pasado, sentía tal horror y vergüenza, que me hacía creer la más pérfida de todos, de modo que desde entonces, cuando se me aparecía mi Jesús, no hacía otra cosa que pedirle siempre más dolor de mis pecados y la realización de la crucifixión prometida. Y una mañana, mientras se hacía sentir cada vez más viva en mí el ansia de padecer siempre más, vino el amabilísimo Jesús y poniéndome fuera de mí, transportó mi alma a que viera un hombre que era asesinado a golpes de revólver y 316 Divina Voluntad Volumen 1 ya estaba para exhalar su alma y para convertirse en presa del infierno. Entonces Jesús, en su más profunda tristeza, me hizo compenetrar de tal modo consigo, hasta hacerme comprender la amarguísima aflicción de su Corazón por la pérdida de aquella alma. ¡Oh, si el mundo conociera cuánto sufre Jesús por la perdición eterna de las almas, estoy segura de que los hombres, por ahorrar al menos a Jesús un dolor tan desgarrador, emplearían todos los medios posibles para no perderse para siempre! Pues bien, mientras me encontraba con Jesús en medio de aquella explosión de balas, Él me estrechó más contra Sí y me susurró al oído: - “Esposa mía, ¿no quieres ofrecerte como víctima por la salvación de esta alma y tomar sobre ti las penas que merece por sus gravísimos pecados?”. Y yo: - “De muy buena gana, mi Jesús, tomo sobre mí todo lo que él ha merecido, pero a condición de que Tú lo salves y le restituyas la vida”. 317 Divina Voluntad Volumen 1 Sí, dijo Jesús y me hizo volver al cuerpo y me sentí sumida en tales y tantos sufrimientos, que yo misma no sé cómo pude seguir sobreviviendo. Me encontraba más de una hora en este estado de sufrimiento, cuando Jesús permitió que viniera mi Confesor a llamarme a la obediencia y hacerme reaccionar, pero estaba tan dolorida que con dificultad pudo lograr que le obedeciera; me preguntó la causa de tantos sufrimientos y yo le conté todo lo que poco antes había visto, indicándole además el sitio de la región en que había ocurrido el homicidio; y éste a su vez confirmó el homicidio acaecido precisamente en el lugar indicado por mí y añadió que todos lo daban por muerto. Pero yo le dije que no podía tenerse por muerto, desde el momento en que Jesús “me había prometido no solo salvar su alma, sino que lo mantendría en vida; y tan cierto que para obtener esto, tuve que trabajar mucho con la Gracia del Señor, para que no saliera su espíritu del cuerpo…”. En efecto, se vino después a saber que, por más que todos lo tenían por muerto, comenzó luego a reanimarse y poco a poco recobró la 318 Divina Voluntad Volumen 1 salud, al punto de que todavía sigue con vida. Sea siempre bendito el Señor. Luisa, Luisa, Luisa 319 Divina Voluntad Volumen 1 51. Valor de la Cruz. Jesús le renueva a Luisa varias veces la crucifixión. Volviendo ahora a los ardientes deseos que sentía de ser crucificada con Jesús y esto por amor a mi Sumo bien y para expiación y reparación de mi pasado, Jesús vino a mí haciéndome de nuevo como otras veces salir de mí: transportó mi alma hasta los santos lugares donde Él padeció su dolorísima Pasión y al recorrer aquellos santos lugares se nos presentaron a la vista muchas cruces y mi amado Jesús me dijo: “Esposa mía, si todos supieran qué inapreciable bien contiene en sí la Cruz y cómo hace preciosa al alma, todos la ambicionarían necesariamente, porque quien tiene la gracia de poseerla, adquiere con ella una joya de inestimable valor. Basta solamente decirte que Yo, al venir del Cielo a la tierra, no escogí las riquezas y los placeres de la vida, sino que tuve como más preciadas y más íntimas hermanas la Cruz, la pobreza, las ignominias y el más cruel padecer, tanto que a 320 Divina Voluntad Volumen 1 su vista deseé siempre ardientemente que se acercara pronto el tiempo de mi Pasión y muerte de Cruz, ya que en ésta puse la salvación de las almas”. Mientras Jesús me habla así, me hacía experimentar todo el gusto y alegría juntos que Él hubo de participar en su padecer y de tal modo que sus palabras inflamaron mi corazón en ardentísimo deseo de padecer y al mismo tiempo de un arrobamiento y ansia de que me hiciese lo más pronto semejante a Él crucificado; por lo cual traté con toda la fuerza y la voz que tenía en mí, de suplicarle así: - “Ah, Esposo Santo, dame el padecer, dame tu Cruz, para que pueda conocer mejor cuánto me amas, pues si no, estaré siempre viviendo en la incertidumbre de si tu Amor es todo para mí, que he renunciado a todo por Ti”. Entonces Jesús, complaciéndose más que nunca en mis súplicas permitió que me extendiese sobre una de aquellas cruces ya vistas y cuando estuve bien extendida Le supliqué que viniese a crucificarme; y Él amablemente tomó un clavo y comenzó a traspasar con él mi mano y de cuando en cuando me preguntaba: 321 Divina Voluntad Volumen 1 - “Qué, ¿te duele mucho? ¿Quieres que no continúe?”. “No, no Amadísimo, continúa: aunque me duela, pero estoy contenta de que Tú me crucifiques”. Pero en ese mismo instante tuve casi el presentimiento de que Jesús no continuaría, por lo cual Le dije: - “¡Jesús, Jesús, hazlo pronto, hazlo pronto, no lo dilates tanto!”. Y así aconteció, ya que cuando Él comenzó a clavarme la otra mano, los brazos de la Cruz se acortaron, mientras que antes eran proporcionados a la necesidad; y así Jesús me desclavó la otra mano y me dijo: “Esposa mía, es preciso encontrar otra Cruz; por eso, levántate y toma fuerzas por ahora”. ¿Cómo describir experimenté en mí? la mortificación que Fue tanta que en mi más grande confusión exclamé: 322 Divina Voluntad “¡Ah, sí, No soy todavía padecimiento tan grande…!”. Volumen 1 digna de un Y decir que estos juegos se repitieron por varias ocasiones, de modo que si alguna vez los brazos de la Cruz eran adecuados, no lo era la largura de la Cruz, mientras que otras veces hacía que faltase alguna cosa necesaria para el cumplimiento de mi crucifixión… En una palabra, para no crucificarme Jesús encontraba siempre algún pretexto, para postergarla para otro tiempo. Oh, cuánta amargura no ha experimentado mi alma en estos repetidos contrastes con mi Jesús y cuántas veces no me he lamentado justamente con Él, porque me negaba todo su verdadero padecer; por lo cual con frecuencia con mi ánimo como nunca amargado, le decía: - “¡Amado mío, a lo que parece, ¡todo termina en broma! En efecto, me has dicho que me llevarías una vez para siempre al Cielo y tantas veces me has hecho volver a la tierra para habitar este cuerpo. Me has dicho también que deseabas crucificarme, para hacerme asemejar a Ti y sin embargo nunca me haces llegar a la completa crucifixión…!”. 323 Divina Voluntad Volumen 1 Y Jesús: “Se hará, se hará pronto; no dudes de Mí, pues se hará”. Jesús, Jesús, Jesús 324 Divina Voluntad Volumen 1 52. Los valores de la Cruz. En lugar de la Cruz que ha tenido hasta ahora, Luisa recibe otra mucho más grande. Finalmente una mañana, el día de la Exaltación de la Cruz46 vino Jesús y todo Él festivo me transportó de nuevo a los santos lugares de Jerusalén y después de haberme hecho considerar muchas cosas concernientes al misterio y las virtudes de la Cruz, comenzó afablemente a decirme: “¿Quieres, tú, amada mía, ser toda bella? Contempla la Cruz, pues ella te dará los lineamientos más bellos que pueden encontrarse en el Cielo y en la tierra, tanto que hacen enamorar de Dios, que contiene en Sí todas las infinitas bellezas. Quieres Ser colmada de inmensas riquezas y no por breve tiempo, ¿sino por toda la eternidad? 46 Es el 14 de septiembre; posiblemente el año 1890. 325 Divina Voluntad Volumen 1 Pues en ti ha entrado el ansia de poseer el Cielo con todas sus riquezas: enamórate cada vez más de la Cruz, que ella te suministrará todas las riquezas, comenzando por los más mínimos centésimos, cuales son los más pequeños sufrimientos y de cualquier especie, hasta las más incalculables sumas como las que procuran las cruces más pesadas… Entre tanto los hombres, por haberse hecho tan ávidos de procurarse la más pequeña ganancia de una mera paga temporal, que pronto tendrán que abandonar, no se preocupan en absoluto de adquirir un centésimo de bien eterno; y cuando Yo, compadeciéndome de ellos por el descuido que tienen de todo lo que se refiere al bien eterno, benignamente les ofrezco la ocasión de aprovechar de él, ellos en vez de serme agradecidos, Me menosprecian y Me ofenden con su obstinación. ¿Ves, hija mía, cuánta ceguera en la pobre humanidad? En la Cruz en cambio están incluidos todos los triunfos y las más grandes adquisiciones y victorias. Tú, en tanto, no tengas otra mira que la Cruz, porque Ésta bastará y suplirá todo. 326 Divina Voluntad Volumen 1 Por eso hoy día quiero contentarte, crucificándote completamente sobre la Cruz que hasta ahora no bastaba para hacerte extender bien. Sepas que esta Cruz es la que ha atraído sobre ti los dulces hechizos de mi Amor y la que Me induce a crucificarte completamente en ella. Por eso, la cruz que has tolerado hasta ahora, Me la llevaré al Cielo, para tenerla como prenda de tu amor y mostrarla a toda la Corte Celestial como testimonio de tu amor por Mí; y Yo, en lugar de ésta, haré bajar del Cielo sobre ti otra más pesada y dolorosa, a fin de satisfacer tus ardientes ansias de padecer y para hacer que vengan pronto a completarse mis eternos designios sobre ti”. Después que Jesús dijo esto, se me presentó delante la Cruz ya vista otras veces por mí y yo, llena de gran contento, me acerqué en seguida a ella, la tomé para depositarla en tierra y luego me extendí sobre ella; y mientras me disponía así para ser crucificada, se abrió el Cielo y al punto descendió el Evangelista San Juan, trayendo la Cruz de la cual Jesús me había ya hablado; luego llegó la Reina Madre, con muchísimos Ángeles que le formaban corona y cuando se me acercaron, me quitaron de encima de la cruz y me 327 Divina Voluntad Volumen 1 acostaron sobre la otra traída por San Juan, que era más grande. Un Hielo de muerte se apoderó de toda mi persona, aunque en el corazón sentía una nueva llama de amor, que me hacía codiciar mucho el padecer de la Cruz… Entre tanto un Ángel, a una señal de Jesús tomó rápidamente la primera cruz y se la llevó al Cielo, mientras Jesús, comenzó a crucificarme con su propia mano; y mientras la Reina Madre me asistía, los Ángeles y San Juan se acercaron para presentar los clavos y lo demás que se necesitaba para el efecto de mi crucifixión. En el acto de crucificarme, el benignísimo Jesús me mostraba tal contento y alegría, que habría querido sufrir no una sino mil crucifixiones y además otras penas, para acrecentarle cada vez más aquel dulce contento; y al mismo tiempo me parecía ver el Cielo todo como preparado a una nueva fiesta de gloria para mí y esto por haber procurado a Jesús aquel contento y a las almas del Purgatorio liberación y copiosa ayuda y a los pecadores arrepentimiento de sus malas obras, además de la conversión de muchos otros, ya que mi amado Esposo Jesús hizo a todos partícipes del bien que se operaba gracias a mi buena disposición para todos los sufrimientos inherentes a la crucifixión. 328 Divina Voluntad Volumen 1 Luego que todo estuvo concluido, me sentí como si nadara en un mar de contentos, mezclado con un mar de penas y dolores inauditos. La Reina Madre, volviéndose a Jesús Le dijo: - “Hijo mío, hoy es día de gloria; por eso quiero que le participéis todas vuestras penas y que, como complemento de cuanto se ha hecho, su corazón sea traspasado por la lanza y se renueve a su cabeza la coronación de espinas”. Y Jesús, obedeciendo a su Madre, tomó una lanza y con ella me traspasó el corazón de parte a parte, mientras los Ángeles, tomando una corona de espinas, Le presentaron a la Virgen Santísima, la cual, con el mayor contento suyo y mi gran satisfacción, me la clavó benignamente en la cabeza. ¡Qué memorable día fue aquel para mí! Puede decirse verdaderamente día de sumo gozo y de sumo dolor, ¡día de indecibles penas y de inefables alegrías! 329 Divina Voluntad Volumen 1 En cuanto a mi contento, basta decir que Jesús durante toda la jornada no se movió de mi lado por sostener mi natural fragilidad, la cual sin su Gracia, habría desfallecido por lo acerbo de las penas y sufrimientos; y para mayor contento mío, Jesús permitió que las muchas almas del Purgatorio, que gracias a la aplicación de mis penas habían sido enviadas al Paraíso, descendieran del Cielo en compañía de los Ángeles, para que, rodeando mi lecho, me recrearan con sus cánticos celestiales, particularmente con el llamado “el cántico de alegría”, que se entona en rendimiento de gracias a Dios allá en el Cielo, llamado también “himno de acción de gracias”. María, María, María 330 Divina Voluntad Volumen 1 53. Nuevas participaciones de Luisa en las penas de la Pasión de Jesús. Después de cinco o seis días de intensísimas penas, con gran pesar mío advertí que de día en día comenzaron a decrecer y habrían cesado del todo, si no hubiese hecho ardorosa insistencia ante mi Esposo Jesús para que al menos contemporizara, con lo que sentí en mí tan excesivo amor al dulce padecer que comencé a manifestarlo a mi buen Jesús y al mismo tiempo a suplicarle que me renovase la crucifixión ya sufrida; y Jesús por su parte, complaciéndose en mí, de cuando en cuando me contentaba transportando de nuevo mi alma a los lugares santos de Jerusalén y ya más, ya menos, me participaba las penas sufridas por Él durante los días de su Pasión y muerte de Cruz. Me hacía, pues, sufrir, ora su flagelación, ora la coronación de espinas, ora me hacía experimentar los padecimientos que Él tuvo que sufrir al llevar el pesado madero de la Cruz al Calvario y a veces también la crucifixión… Complaciéndose Jesús en hacerme sufrir ora 331 Divina Voluntad Volumen 1 uno, ora otro de estos misterios y a veces en un solo día toda su Pasión, me procuraba el acrecentamiento de mi sumo contento y de mi extremo dolor. En cambio resultaba más que nunca penoso y desgarrador a mi corazón cuando me tocaba ver sufrir a Jesús y yo sin ese dolor, sino solo como espectadora de su grande padecimiento, por lo cual deliraba en ansias de poder tomar al menos una parte de sus dolores… ¡Oh, cuántas y cuántas veces me encontré con la Reina Madre viendo sufrir a Jesús penas acerbísimas, a causa de las ofensas que se cometen por parte de hombres malvados y más malvados que los mismos Judíos que Lo apresaron y le dieron la muerte! ¡Ah, sí, entonces fue cuando más que nunca me convencí de que es verdad que para quien ama, resulta más fácil sufrir que ver sufrir a la persona amada!. 332 Divina Voluntad Volumen 1 Luisa, Luisa, Luisa 333 Divina Voluntad Volumen 1 54. El Juicio de la Cruz. Y precisamente por esto yo me sentía movida por el amor a mi amado Jesús, a suplicarle que me renovase muchísimas veces estas crucifixiones y esto para aligerarle al menos en parte sus penas; y Jesús me decía: “Amada mía, la Cruz bien soportada y ardientemente deseada, hace distinguir bien a los predestinados de los réprobos, los cuales son tan recalcitrantes a todo padecimiento. Sepas que en el día del Juicio Universal, los amantes de la cruz, al verla aparecer, oh cuánto se alegrarán, mientras que los réprobos serán heridos y asaltados por un horrible espanto. Desde ahora, amada mía, se puede sin duda aseverar si alguien deberá ser uno de los salvados o eternamente perdido, pues si al presentarse la cruz, la abraza y Me sigue con resignación y paciencia y de cuando en cuando la besa, dando gracias Al que se la ha enviado, es señal evidente y más que segura 334 Divina Voluntad Volumen 1 de estar en el número de los salvados; pero si por el contrario, al presentarse la Cruz, la persona se irrita, la desprecia y quisiera a toda costa sustraerse a ella, Cruz ya merecida a causa de sus perversidades, puede tenerse como señal cierta de que camina por la vía del infierno. Y así, los réprobos, si a vista de la Cruz me ofenden en vida, en el día del Juicio más que nunca blasfemarán de mí al ver aparecer la Cruz, que les infundirá eterno terror. La Cruz además, hija mía, es el distintivo del verdadero cristiano. Ella lo dice todo porque como un libro abierto hace distinguir con claridad y sin ningún tipo de engaño, al santo del pecador, al perfecto del imperfecto, al fervoroso del tibio. La Cruz, además comunica a quien está bien dispuesto, una luz tal, que desde ahora no solo hace distinguir al bueno del culpable y hace conocer también quién deberá ser más o menos glorioso en el Cielo y quién deberá ocupar en él un puesto más o menos eminente. 335 Divina Voluntad Volumen 1 Fuera de esto, todas las virtudes ante la excelencia de la Cruz, se vuelven sumisamente humildes y reverentes; ¿y sabes cuándo adquieren mayor lustre y esplendor?, cuando están bien acopladas con ella”. ¿Cómo poder expresar con palabras las muchas llamas de amor a la Cruz, que Jesús al hablar infundió en mi corazón? Basta decir que experimenté tales ansias de padecer, que si Jesús no hubiese apaciguado mi corazón renovándome muy a menudo la crucifixión, ciertamente me hubiera martirizado entre los más atroces tormentos del amor. Debo añadir que, a veces, después de haberme renovado Jesús estas crucifixiones, me decía: “Amada de mi Corazón, ya que anhelas tan ardientemente la fragancia que emanan los dolores de mi Cruz, Yo no solo te doy satisfacción crucificándote el alma, comunicándote todo dolor, sino que deseo marcar también tu cuerpo con el sello evidente de mis llagas sangrientas; si no fuese así, renuncia a poder manifestar a todos cuánto Me amas. A este fin, quiero enseñarte la siguiente oración, que tú harás para obtener esta Gracia: 336 Divina Voluntad Volumen 1 Yo me presento al Trono de la Santísima Trinidad y como bañada en la Sangre de Jesucristo, me atrevo a postrarme en señal de profunda adoración y suplicarte que por los méritos de las preclarísimas virtudes de Jesús y de su Divinidad, se digne concederme la Gracia de ser siempre crucificada”. Ahora, como siempre he tenido aversión a todo lo que pudiera aparecer externamente, como todavía persiste, así en el momento en que Jesús me infundía mayor ansia de ser crucificada a su placer, no me atrevía a oponerme a que me crucificara en el alma y en el cuerpo; pero reconociendo en seguida cuanto aceptaba descuidadamente en el entusiasmo, con ánimo resuelto Le decía a Jesús: “Esposo santo, no aparezcan nunca señales externas en mí; y si a veces sin reflexión alguna pude haber aceptado algo que se deje ver, nunca he tenido el ánimo de consentir en ello, porque Tú sabes cuánto he deseado siempre la vida oculta. Por eso te ruego que, cuando quieras renovarme la crucifixión, esos dolores sean permanentes y sin ningún alivio. Solo esto ansío, esto me basta y no señales externas, las cuales me harían agotar de vergüenza”. 337 Divina Voluntad Volumen 1 Si me atormentaba mucho el pensamiento de que ciertas señales pudieran manifestarse externamente, tanto más cuanto que sin consideración había consentido implícitamente en la voluntad de Jesús, no menos me atormentaba el pensamiento de los pecados pasados; por esto volvía con mucha frecuencia a pedir a Jesús el dolor y la Gracia de su perdón y así, volvía a decirle que me quedaría tranquila y contenta cuando Él me haya dicho con sus propios labios: “Te son perdonados todos tus pecados”. Jesús, Jesús, Jesús 338 Divina Voluntad Volumen 1 55. Luisa hace la confesión de sus pecados a Jesús. Y Jesús bendito, que nada sabe negar cuando lo que se pide redunda en nuestro provecho espiritual, una mañana mostrándose más condescendiente de lo acostumbrado, me dijo: “Esta mañana quiero hacer Yo mismo la función de Confesor. Tú me confesarás todas tus culpas y al hacer esto, te haré comprender una por una todas las ofensas que Me has hecho y todos los dolores que Me has causado con tus pecados. Se pretende que comprenderás, en cuanto es accesible a la inteligencia y voluntad humana, qué es en sí el pecado, a fin de que tomes la resolución de morir antes que volver a ofenderme. Por lo tanto entra en tu nada; considera que el nada se ha enfrentado al Todo y que el Todo habría podido hacer desaparecer de la faz de la tierra al nada, que se ha hecho tan infame que se ha enfrentado con su Creador; no obstante este nada no solo ha sido tolerado 339 Divina Voluntad Volumen 1 por el Todo, sino incluso amado… Sal ahora fuera de tu nada y con arrebato de amor hacia tu amante Señor, recita el “yo pecador”. Yo, habiendo entrado a la nada de mí misma, llegué a descubrir toda mi miseria y todas las culpas cometidas y encontrándome ante la real presencia de Cristo Juez comencé a temblar de pies a cabeza hasta faltarme la fuerza para poder pronunciar las palabras del “yo pecador”; y habría quedado sumida en la más grande confusión, sin decir una palabra, si mi Señor Jesucristo no me hubiese infundido nueva fuerza y valor diciéndome: “Hija de mi Amor, no temas, que si ahora soy tu Juez, soy también tu Padre. Valor pues y vamos adelante”. Con esto, toda llena de confusión y de humillación, recité el “yo pecador”; y como me veía toda cubierta de culpas, dando un vistazo a todo el pasado, descubrí en él como más grave la ofensa inferida a mi Señor por haber alimentado en mí algún acto de mera soberbia y entonces Le dije: - “Señor, me acuso ante tu Majestad, de haber pecado de soberbia”. 340 Divina Voluntad Volumen 1 Jesús entonces me dijo: “Acércate a mi amoroso Corazón, aplica el oído y escucharás el desgarro cruel que has causado con este pecado a mi generoso Corazón”; y yo, toda temblorosa, apliqué el oído a su Corazón… ¿Quién puede expresar lo comprendí en pocos instantes? que sentí y Mi corazón temblando de amor comenzó a palpitar tan fuertemente, que me parecía que habría querido romperse el pecho; y efectivamente me pareció luego como si se hiciera pedazos por el dolor y rompiéndose en pedazos quedara casi destruido. Y después de haber experimentado todo esto, exclamé varias veces: - “¡Ay, cuán cruel es la soberbia humana, que si pudiera, llegaría a destruir al mismo Ser Divino!”. La soberbia humana se me figuraba entonces como un mísero gusano que, teniendo comodidad para estar al pie de un gran Rey, se alzara y se 341 Divina Voluntad Volumen 1 hinchara de tal modo que llegara a creerse algo grande y que movido de suma audacia comenzara poco a poco a trepar, subiendo a rastras por los vestidos del Rey, hasta llegar a su cabeza, viéndola ceñida con corona de oro, se la quisiera quitar de la cabeza para ceñirse la suya y luego despojarlo de sus vestiduras reales, destronarlo y finalmente utilizar todo medio para quitarle la vida.. Este gusano que no conoce ni su propio ser, tanto que en su soberbia no llega ni siquiera a pensar que para ser aniquilado bastaría solo que el Rey se percatara de su audaz proyecto, para pisotearlo bajo uno de sus pies, hundiendo así en un solo instante todos sus sueños dorados, que por ser ilusión de su cabeza calenturienta por la soberbia, movería a desdén y compasión a un tiempo a quien fuera menos orgulloso que él; el cual sería tenido no solo por el más malvado e ingrato, sino también por el más temerario y presuntuoso… Era precisamente yo, que me veía, ese mísero gusano a los pies del Rey Divino, por lo cual sentía llenárseme el alma de tal confusión y de tal disgusto de la ofensa que le había irrogado, que experimentaba en mi corazón el atroz desgarro sufrido por Jesús a causa de mi soberbia… 342 Divina Voluntad Volumen 1 Después de esto Jesús me dejó sola y yo continué considerando la fealdad del pecado de soberbia que me causó tales penas y tan al vivo, que me es imposible expresarlo con palabras. Cuando hube considerado bien cuanto me había sido dicho por Jesús, Él retornó y me hizo proseguir la confesión y yo, temblando más que antes, hice la acusación de mis pensamientos, de mis palabras practicados no según su expresa voluntad, además de los pecados de omisión; me acusé de todo con tal pena y amargura de ánimo, que me sentí como aterrada en la pequeñez de mi ser, por la osadía y audacia tenida al ofender a aquel Dios tan bueno, el cual en el momento mismo en que Le infería ofensas, me asistía, me conservaba y me alimentaba; y si hubiese podido notar en Él algún enojo contra mí, no se reducía sino al odio sumo que Él tiene del pecado. En cambio, su bondad conmigo, pecadora, ha sido siempre inmensa y a tal punto que llegó a excusarme delante de la Divina Justicia, poniendo a la vista mi incapacidad y fragilidad, con lo cual me hacía obtener en cambio nuevas Gracias y fuerza para obrar mejor, lo que era como quitar el muro de división que había surgido a causa del pecado, entre mi alma y Dios. 343 Divina Voluntad Volumen 1 Oh, si todos conocieran la bondad de Dios y la fealdad del pecado, todos los hombres lo desterrarían sin más de la faz de la tierra; y ellos movidos de intenso remordimiento y dolor, o moriría o bien conociendo la infinita bondad de Dios, se arrojarían en ella como en un mar inmenso de Gracias, las más selectas, destinadas a su bien y santificación. Cuando Jesús vio que por la gran pena y amargura del pecado ya no podía continuar, se retiró de mí, dejándome sumida en la consideración del mal hecho con el pecado y en aquella manifestación más profunda de su bondad, al excusarme ante la Justicia de su Padre, haciéndome obtener nuevas Gracias. Después de un largo rato, Jesús volvió de nuevo para hacerme continuar la acusación, la cual, interrumpida de cuando en cuando, llegó a su fin después de más o menos siete horas. Cuando el amabilísimo Jesús puso término a mi acusación, dejó el aspecto de Juez y recobró el de Padre amorosísimo; y como me había reducido al extremo agotamiento de fuerzas y de vida por el dolor experimentado por la ofensa hecha a mi Dios y más todavía por la comprensión de que mi dolor, por más grande que haya sido, no era 344 Divina Voluntad Volumen 1 suficiente para hacerme doler como convenía, Jesús para reanimarme me dijo: “Quiero Yo suplir por ti, aplicando a tu alma el mérito de mi dolor, sufrido allá, en el huerto de Getsemaní; solo esto puede bastar para satisfacer a la Divina Justicia ofendida por ti”. Entonces me pareció que estaba más dispuesta para recibir de Jesús la absolución de mis pecados y por eso llena de humildad y confusión a sus pies, Le dije: - “Sumo Dios, si es inmenso el mal que he hecho contra Ti cometiendo el pecado, igualmente infinita juzgo que es tu Misericordia que me perdona… Pero desearía que fuese infinitamente grande el número de mis potencias y sentidos y que como otras tantas lenguas cantaran alabanzas y un “Hosanna” perenne a tu infinita Misericordia. ¡Ah, Padre Santo, perdóname la gran injusticia cometida contra Ti pecando y perdóname en tu paterna Gracia!”. Y Jesús: 345 Divina Voluntad Volumen 1 - “Prométeme no pecar más alejando de ti toda sombra de mal, que pudiera de nuevo ofenderme”. “Ah, sí, prometo mil y mil veces morir antes que ofenderte nunca a ti, mi Creador, mi Redentor y mi Salvador, nunca más, nunca más…”. Entonces Jesús alzó su bendita diestra y pronunció las palabras de la absolución, haciendo derramarse sobre mi alma un río de su preciosísima Sangre. María, María, María 346 Divina Voluntad Volumen 1 56. Efectos de la Gracia de la confesión hecha a Jesús, renovada más veces. Después que Jesús hubo lavado mi alma en su preciosísima Sangre en virtud de las palabras de la absolución, me sentí como renacida a nueva vida y más que nunca inundada de la plenitud de su Gracia, que me dejó luego tal impresión, que no la podré olvidar jamás. Basta decir que siempre que lo recuerdo, siento primeramente como si surgiera en mi alma una insólita alegría y recorrerme un escalofrío en toda yo, al reflejo de la Gracia otorgada por mi Señor, la cual en todas las más pequeñas vicisitudes se me presenta de continuo a la mente, como si ahora mismo se me hubiese otorgado. Con esto, el pleno recuerdo del pasado, con todos sus más pequeños detalles, me hace entrar en un profundo recogimiento y vivas ansias de poder corresponder, lo más posible, a las muchas y tan singulares Gracias que el Señor me ha hecho y continúa haciéndome todavía, así para fortalecerme en el estado de víctima, como para disponerme bien a vivir en su Divina Voluntad, 347 Divina Voluntad Volumen 1 para lo cual se requiere altísima Gracia divina y enorme actividad de mi parte, que siendo nada, debo tomar el Todo de Dios y luego sudar y trabajar para transfundirlo en los demás47 a la manera de un médico que se empeñase en inyectar la sangre de un individuo sano en las venas de un enfermo para devolverle la salud corporal. Así como este debe también tomar de Dios su Gracia y aplicarla a los espíritus enfermos, para hacer que luego todo vuelva a Dios. Y para hacer que esto se realizara en mí, mi amabilísimo Jesús primeramente me condujo a Sí, haciendo antes que me alejara de todo lo que de algún modo me distrajese de Él; luego me redujo al estado de Víctima perenne, siempre dispuesta, cada vez que lo quisiese, a tomar sobre mí una parte de las penas, dolores y sufrimientos de que está continuamente sobrecargado el pacientísimo Jesús, sea para satisfacer a la Divina Justicia, ya tan ofendida por el continuo prevaricar del género humano, sea para impedir que pueda poner mano a los más despiadados flagelos. 47 Son las primeras alusiones a la explicación de lo que es vivir en la Divina Voluntad. 348 Divina Voluntad Volumen 1 Conmigo, para hacerme recobrar las fuerzas perdidas, usa de las Gracias más singulares, como, entre otras, la de la mencionada absolución, la cual me ha sido impartida por Jesús muchas veces y en la cual ha tomado ora el aspecto de un Sacerdote que, como tal, primero me confesaba, haciéndome sentir en mi alma diferentes efectos y después, terminada la confesión, se hacía reconocer tal como era Él; ora tomaba el aspecto del Confesor, tanto que, creyendo que hablaba con él, le abría mi corazón para hacerle conocer el estado de mi alma, con sus temores, dudas, penas, angustias y necesidades, pero después, por las respuestas que me daba y por la suavidad de su Voz, pero intercalada entre la del Confesor y la suya, por el trato afable y por los efectos internos que yo experimentaba de un modo diferente a los ordinarios, venía a descubrir que Aquellos no eran otro que Jesús. Luego otras veces, se me manifestaba desde el principio de un modo enteramente inefable y me ordenaba hacer la Confesión, ya sea ordinaria, ya extraordinaria y finalmente me absolvía… 349 Divina Voluntad Volumen 1 Si tuviese que decir todo cuanto ha pasado entre Jesús y yo, no solo me alargaría demasiado, sino que se lo tomaría como fábula; por eso paso a referir otras cosas, que sean más notorias. Luisa, Luisa, Luisa 350 Divina Voluntad Volumen 1 57. Termina la narración. La nueva guerra entre Italia y África. Recuerdo que, después de todo lo que he dicho, Jesús me tuvo enterada de la segunda guerra que debía darse entre Italia y África, nueve meses antes que se trabaran entre sí en combate; y he aquí cómo: El bendito Jesús, haciéndome salir fuera de mí, me trasportó en pos de Sí, haciéndome recorrer un larguísimo camino, sembrado todo él de cadáveres humanos, inmersos en su propia sangre, que a manera de río inundaban el camino, cadáveres que, como Jesús me hizo ver con enorme horror mío, estaban abandonados y expuestos a pleno cielo descubierto y a la rapacidad de los animales carnívoros, ya que no había quien se ocupara de darles sepultura… Y yo entonces, llena de espanto, me di a preguntar a mi Jesús: “Esposo santo, ¿qué quiere decir todo lo que ahora me haces ver?”. 351 Divina Voluntad Volumen 1 Jesús me respondió: - “Sabe que el próximo año habrá guerra. Los hombres se han entregado a todo vicio abandonados a las pasiones más carnales para ofenderme y Yo quiero tomar mis justas venganzas sobre sus mismas carnes que apestan todas a pecado”. Yo no tuve duda ninguna de cuanto me afirmaba Jesús; no obstante esperaba que en el transcurso de los nueve meses, los hombres carnales pondrían freno a sus pasiones y que Jesús en vista de su arrepentimiento suspendería la preanunciada guerra. ¿Pero qué decir de tantos y tantos que, enfangados en sus pasiones, en vez de arrepentirse se vuelven cada vez peores? Tanto que, pasado el período de prueba concedido por el buen Jesús, primero se comenzó a oír hablar de guerra e inmediatamente después, en realidad se combatía fuertemente entre Italia y África con evidente daño de ambas partes. Entonces yo, más que nunca, me ofrecí al buen Jesús, a fin de que evitara tantas víctimas; 352 Divina Voluntad Volumen 1 pero por más que le rogaba y le suplicaba insistentemente que tuviera piedad de tantas almas que, muriendo en la guerra se encontrarían en la presencia de Dios sin estar en su Gracia y por eso se precipitarían en el infierno… Jesús no me dio oídos en anda; sino que haciéndome salir fuera de mí, mi alma mientras Lo seguía se encontró en un instante en Roma, donde escuché la voz de tantos y tantos presuntuosos, que decían estar enteramente convencidos de que Italia alcanzaría victoria sobre África… Entre tanto Jesús, después de haber atravesado las calles de Roma y escuchado cuanto acabo de decir, me hizo entrar en unión con Él, a la sala del Parlamento donde los diputados mantenían calurosas discusiones sobre el modo que debían tener para llevar adelante la guerra y asegurarse con ello la ansiada victoria; y se proseguía la discusión con tanta ampulosidad de palabras, fanatismo y soberbia que daba compasión el oírlos… Pero lo que me hizo más impresión fue el oír que todos estos eran sectarios y que actuaban bajo la presión del demonio, al que habían vendido sus almas, a fin de adueñarse del éxito feliz de la guerra. 353 Divina Voluntad Volumen 1 Entre tanto, al conocer todo esto, me sentí horrorizada y con mucho dolor exclamé: “¡Qué tristes y malvados hombres, en tiempos más tristes que ellos!”. Me parecía que entre ellos regía el reino de Satanás, ya que toda su confianza en vez de ponerla en Dios y en su propia actitud requerida para lo necesario, la ponían toda en el demonio, del que se esperaban segura victoria. Ahora refiero que, mientras ellos estaban inmersos en las más vivas y calurosas discusiones, para conciliar las varias divergencias, pues una tendía a alejarse cada vez más de la otra a medida que se discutía, el bendito Jesús que, sin ser visto, estaba entre ellos, al oír sus nada felices propuestas, derramó amarguísimas lágrimas sobre su mísero estado. Y ellos, después de haber logrado la decisión menos mala, pero sin Dios, sobre el modo práctico de proceder en la guerra, como si la victoria fuese ya de Italia, presuntuosos más que nunca se jactaban de la seguridad de la victoria… 354 Divina Voluntad Volumen 1 Entonces Jesús, como si ellos estuvieran atentos para escucharle, les dijo en tono de amenaza: - “Vosotros todos os fiáis de vosotros mismos y Yo por eso os humillaré, para que podáis comprobar cuán grande es el daño que se obtiene actuando sin invocar la ayuda y la intervención de Dios, que es el Autor de todo bien. Esta vez por lo mismo, la victoria no será de Italia, sino que le tocará ser completamente derrotada”. ¿Quién puede decir, ahora, cuánto sufrió mi corazón con estas palabras de Jesús y los medios utilizados ante Él para que se aplacase o al menos la guerra no pasara adelante? Como siempre me ofrecí cual víctima de expiación, a fin de que derramase sobre mí las más acerbas penas y los dolores más pungentes a condición de que ahorrase a Italia tan grave castigo. Pero Jesús me dijo: - “Seré siempre duro, de modo que el África obtenga la victoria sobre Italia. Solo te concedo que el África vencedora no se vuelque sobre la tierra italiana para continuar la lucha, como justo castigo merecido por Italia, sea por 355 Divina Voluntad Volumen 1 la vida muy licenciosa que vive, sea por la Fe ya perdida, por lo cual no espera en Dios, sino en el diablo”. Todo lo hasta aquí referido, con otras circunstancias, presenté a la obediencia del Confesor, quien replicó: - “No me parece cierto que Italia haya de ser derrotada por África, porque ella en su civilización posee toda clase de armas ofensivas y defensivas, por lo cual la victoria debe ser nuestra y no del África atrasada, que está absolutamente privada de armas aptas para la guerra”. Pero cuando, lamentablemente, el resultado de la guerra vino a confirmar cuanto Jesús me había asegurado, Él añadió a lo dicho anteriormente: - “Hija mía, no hay dictamen, no hay prudencia ni fuerza que valga, si no es obtenida de Dios”. 356 Divina Voluntad Volumen 1 Jesús, Jesús, Jesús 357 Divina Voluntad Volumen 1 58. Los diversos modos con que Jesús habla a Luisa. Podría ahora terminar la narración de las cosas más relevantes, que me han sucedido desde la edad de cerca de dieciséis años hasta hoy, si el Confesor no me hubiese obligado a poner por escrito el modo que Jesús ha tenido de hablarme. Primeramente digo que son varios estos modos, pero yo los reduzco apenas a cuatro, que son los siguientes: EL PRIMER MODO que tiene Jesús cuando hace aprender al alma lo que Él quiere, tiene lugar cuando hace salir al alma de su cuerpo, lo que puede ocurrir de manera instantánea o bien insensible. EN EL PRIMER CASO el alma sale de su cuerpo en un relámpago y es tan repentino que el cuerpo se levanta como para seguir al alma, pero después permanece como muerto, mientras el alma sigue a Jesús, recorriendo todo el universo, 358 Divina Voluntad Volumen 1 tierra, mares, montes, cielo y hasta las regiones del Purgatorio y la Mansión eterna de Dios, pero siguiendo siempre la dirección que toma Jesús. EN EL SEGUNDO CASO, en que el alma sale del cuerpo, es más tranquilo; efectivamente, parece que el cuerpo insensiblemente queda como adormecido en presencia de Jesús y el alma en el momento que Jesús parte, Lo sigue a donde quiera que va. Así en el primero como en el segundo modo el cuerpo queda petrificado y ya no siente nada de las cosas externas, aunque se convulsionase todo el mundo, le punzaran sus miembros, los quemaran y hasta los hicieran pedazos. Y en estos dos casos puedo asegurar que me he encontrado fuera del cuerpo y tan lejos que del lugar donde me había transportado Jesús, veía al Confesor que acudía a casa para hacerme recobrar; y yo desde los últimos confines de la tierra, del Purgatorio y hasta del Paraíso, al mandato de Jesús (que quería de mí perfecta obediencia al Confesor) en un abrir y cerrar de ojos me volvía a encontrar en el cuerpo. Empero las primeras veces, temiendo no hacerlo a tiempo, me angustiaba, me afligía y me afanaba toda para volver al cuerpo, en el 359 Divina Voluntad Volumen 1 momento que el Confesor me hiciera recobrar, por medio de la obediencia. Pero confieso que nunca estuve en el caso de no retornar al cuerpo cuando el Confesor se ha dirigido a mi cama y que si Jesús no hubiese urgido a mi alma que tornara al cuerpo, hubiera estado renuente a la voz del Confesor, porque se trataba, nada menos, que de dejar a Jesús, mi Sumo Bien, para acudir a la voz de la obediencia. Por eso al despedirme de Él, Le decía: - “Voy al Confesor, que me llama a la obediencia; pero Tú, mi Amado, vuelve pronto apenas él se retire; Te ruego, no me hagas esperar mucho”. Ahora añado que mi alma, en estos dos casos, no tiene necesidad de que Jesús le hable, para hacerse entender, porque por medio de una luz que comunica a mi inteligencia me hace sin más comprender todo lo que quiere imprimir en ella… ¡Oh, qué bien nos entendemos, cuando nos encontramos los dos juntos! Este modo intelectual de Jesús para hacerse entender por el alma es rapidísimo. Basta decir que en un instante se aprenden muchas y sublimes cosas, más que leyendo libros enteros por toda la vida; y luego es tan alto y tan sublime, 360 Divina Voluntad Volumen 1 que resultaría imposible a cualquier inteligencia humana expresar en palabras todas las impresiones de cuanto ha aprendido el alma en un solo instante. Oh, qué sumamente sabio e ingenioso Maestro es Jesús, que en un abrir y cerrar de ojos hace aprender tantas cosas cuantas otros no llegarían a hacerlas aprender ni después de años y años de lecciones, ya que un maestro de la tierra no tiene el poder no solo de explicar todas sus ciencias pero ni siquiera el de atraer toda la atención del discípulo, ni el de infundir en la mente de los demás algo sin esfuerzo y fatiga. Jesús en cambio, tiene tanta dulzura, tanta afabilidad de trato y tanta suavidad en sus palabras, que apenas lo descubre el alma, se siente tan atraída a Él, que no puede menos de correr detrás con la mayor voluntad, por lo cual, sin advertirlo, se encuentra transformada en Él, de modo que no distingue su ser del Ser Divino. ¿Quién podría expresar lo que el alma aprende en este instante de transformación? Se requeriría el mismo Jesús o al menos un alma que haya experimentado estas transformaciones mientras estaba en vida y que ahora se encuentre en estado de perfecta gloria, 361 Divina Voluntad Volumen 1 porque quien está rodeado por el muro de este cuerpo, aunque haya poseído la Luz divina por la cual se hubiera sentido todo abismado en Dios, sin embargo, poseyéndola, al sentirse en el acto de entrar de nuevo en el cuerpo como envuelto en las más densas tinieblas, si quisiera intentar decir algo, le resultaría imposible referirlo tal como le ha sido comunicado, sino muy tosca e imperfectamente… Para dar una idea me imagino un ciego de nacimiento, que un buen día recibiese la vista por pocos instantes y que en cortísimo tiempo recorriera todo el universo, en el cual rápidamente viera las cosas más sorprendentes, tanto de minerales como de vegetales y animales, además de la inmensa extensión del cielo, todo poblado de innumerables astros, pero que luego, a los pocos instantes volviera a la misma ceguedad de antes. Pues, digo: ¿Podría él referir a los demás lo que ha visto y con lenguaje del todo adecuado? ¿A cuántas burlas no estaría sujeto, si en vez de trazar un esbozo quisiera describir más detalladamente todo lo que vio apenas y solo en pocos instantes?. 362 Divina Voluntad Volumen 1 Justamente así le sucede al alma cuando, después de haber recorrido cielo y tierra, al volver a entrar al cuerpo y sin ver ya nada como aquel pobre ciego, desearía encerrarse en el silencio en vez de hablar, ya sea por la vista perdida ya por el temor de disparatar. Así el alma, cuando vuelve al cuerpo, vive gimiendo y desconsolada por el estado de violencia al que debe someterse, porque mientras se siente compelida a abalanzarse a su Sumo Bien, por la atracción que Jesús ejerce en el alma, la cual no ansía otra cosa sino estar unida con Dios antes que hablar en forma desordenada de cosas que exceden su capacidad y su estado actual, que es más infeliz que aquel que hubiera perdido la vista corporal. Pero, por obediencia, digo, tal vez hablando descabelladamente, que estando así las cosas, paso ahora a explicar lo mejor que puedo EL SEGUNDO MODO que tiene Jesús de hablar al alma. Y es como sigue: estando el alma en el cuerpo, ve fuera de él la persona de Jesús, ya Niño, ya Joven y ya Crucificado etc., y Jesús, como nosotros emite de su boca palabras que el alma siente sensiblemente que llegan a sus oídos y ella a su vez responde a Jesús, de modo que a veces se da una conversación tal como se la puede hacer entre dos personas… Pero la palabra de Jesús es muy mesurada, tanto que apenas 363 Divina Voluntad Volumen 1 pronuncia cuatro o cinco palabras y otras veces incluso una sola y rarísima vez por largo tiempo; pero en aquellas palabras tan breves, ¡cuánta luz no infunde en el alma!. A mí me ha parecido ver un pequeñísimo riachuelo que se ha desplegado en un vastísimo mar. De modo que una palabra de Jesús ha producido en mí tanta inmensidad de luz que hace que el alma quede como absorbida por aquella luz de verdad, al punto de hacerla como suya. Si a todos los sabios del mundo se les concediera escuchar tan solo una palabra de Jesús, estoy segura de que todos quedarían estupefactos, confundidos y sin palabra e incapaces de saber qué responder. Afirmo ahora que con este modo de hablar, Jesús manifiesta al alma más fácilmente sus verdades, porque habiendo usado un lenguaje apropiado a la inteligencia de ella, el alma no tiene necesidad de andar buscando vocablos para comunicarla a los demás, ya que puede usar bien los mismos vocablos usados por Jesús. En cambio cuando el alma aprende estas verdades por comunicación enteramente intelectual, se encuentra con mucha dificultad para 364 Divina Voluntad Volumen 1 manifestarlas a los demás, porque le resulta imposible expresarse con palabras. Por este motivo Jesús, para adaptarse a la naturaleza humana, lo más hace uso de la palabra, porque de otro modo la criatura, repito, no se abriría con los demás, por estar con duda de caer en el error; y habla según la capacidad y el lenguaje de cada alma. En una palabra, Jesús procede como un Maestro doctísimo y sapientísimo, el cual posee en grado superlativo todas las ciencias y si quiere impartir lecciones a otros, hablará ciertamente la lengua conocida y hablada por el alumno, pues si no, la verdad científica jamás sería aprendida por él o al menos sería necesario que antes le hiciese aprender aquella lengua y así renovarse desde el principio y luego enseñar la ciencia que se había propuesto hacer aprender. Oh, qué bueno es Jesús, que aun siendo sapientísimo se adapta a la capacidad de todos y tanto que no se desdeña de abajarse a enseñar a los ignorantes que desearían aprender de Él las verdades necesarias para la consecución de la salvación eterna; y mucho menos soberbio si tuviera que comunicar sus verdades a personas muy doctas y en forma superior, ya que Él no 365 Divina Voluntad Volumen 1 tiene otra mira sino la de hacer conocer, apreciar y poner por obra sus verdades y no quiere que nadie quede privado de ellas. EL TERCER MODO que emplea Jesús para hacer aprender a las almas sus verdades consiste en participarles su misma sustancia. Me parece que acontece como cuando Dios creó el mundo de la nada, que a una sola palabra suya todas las cosas salieron a la existencia, mientras a otra palabra suya omnipotente toda la creación fue puesta en orden, tal cual “desde la eternidad” había sido prefijado por Él. Así ocurre con el alma a quien Jesús le habla palabras de Vida eterna: crea, en el acto mismo que comunica sus verdades, porque en su deseo de que el alma se enamore de su belleza, Jesús le dice: “¿Quieres tú saber todo lo bello que soy? Por más que tu mirada pudiese registrar todas las bellezas esparcidas en toda la tierra y en los mismos Cielos, jamás encontrarías belleza semejante a mi belleza…”. Con estas palabras de Jesús, el alma siente como si entrase en ella algo de divino, al que se siente adherirse, porque es atraída por Jesús 366 Divina Voluntad Volumen 1 como belleza sobre toda otra belleza y al mismo tiempo siente que pierde todo atractivo por todas las cosas bellas de acá abajo, pues por más bellas y preciosas que fueran, puestas en comparación con la belleza de Jesús, descubre en ella la infinita diferencia y por tanto se entrega a ella, en ella se transforma, en ella piensa siempre, quisiera hablar siempre de ella, ya que se siente toda investida de ella, enamorada y más aún transfundida en ella…; y digo más, que si el Señor no obrase un milagro, el alma dejaría de vivir, estallando su corazón de puro amor a la vista de la belleza de Jesús, para volar lo más presto a Él, en el Cielo y deleitarse en su belleza. Pero yo misma que he experimentado todas estas emociones, con todos los atractivos de la belleza de Jesús, no sé qué mismo digo: si estimo lo que he dicho como otros tantos despropósitos; no puedo sin embargo dejar de sostener que no haya quedado en mí una impresión sobrenatural y de tal modo que me hace deducir esta verdad: toda belleza terrena, ante la vista de la de mi amabilísimo Jesús, llega a eclipsarse, como las estrellas al aparecer el sol; y por tanto Jesús me hace juzgar la belleza de las cosas creadas como una bagatela y cosa de pasatiempo. 367 Divina Voluntad Volumen 1 De cuanto he dicho de la belleza de Jesús, otro tanto y más todavía podría decir de la Pureza, de la Caridad, de la Bondad, de la Sencillez y de todas las otras virtudes de Jesús como también de todos los Atributos de Dios, ya que al hablar al alma, hace entrar en ella, además de la parte comunicativa de sus virtudes, los infinitos atributos de su Divinidad. Un día, entre los otros, Jesús me dijo: - “¿Ves cuán puro soy Yo? También en ti quiero esta pureza”. A estas palabras de Jesús, acompañadas del esplendor candidísimo de su Pereza, toda divina, sentí entrar en mí tal pureza, como si la Pureza de Jesús se hubiese totalmente transfundido en mí, de modo que desde entonces comencé a vivir como si ya no tuviese cuerpo, porque me sentía toda embriagada de su fragancia, me adormecía con su perfume balsámico, corría mi espíritu detrás de su aroma de Paraíso, me renovaba con la frescura de su aire saturado de perfumes… Mi cuerpo, hecho partícipe de la pureza vital del alma junto con sus potencias, se volvió muy sencillo por la corrección de sus sentidos, porque la náusea de la impureza se posesionó tanto de 368 Divina Voluntad Volumen 1 mí, que si de entonces en adelante hubiese podido solo de lejos percibir cualquier sensación menos pura, involuntariamente el estómago se me hubiese excitado, mostrando fuertes conatos de vómito. En una palabra, el alma, a la que Dios haya hablado de su Pureza, viene a transformarse en ella y tanto que siente que no puede ya vivir en sí, sino que vive y actúa en Jesús, pues Él ha tomado morada estable en ella. Pero no puedo menos de decir que cuanto he afirmado de la Belleza y Pureza de Jesús transfundidas en mí, son meros despropósitos, puesto que la inteligencia y la capacidad humana son impotentes para expresar con lenguaje humano lo que no lo podría hacer ni siquiera el lenguaje angélico; tanto es su sublimidad. Con esto, si no logro expresarme bien de la impresión sentida al admirar la Belleza, Pureza y todas las otras virtudes, lo mismo hay que decir de los Atributos divinos que mi buen Jesús de cuando en cuando ha querido comunicar a mi alma. Oh, cuán deseable es la participación de las virtudes y Atributos de Dios que Jesús otorga al alma, de modo enteramente creativo, gracias a la cual el alma se encuentra en posesión de cuanto 369 Divina Voluntad Volumen 1 le es dado aprender, aun cuando sea en un abrir y cerrar de ojos. En cuanto a mí, daría todo lo que hay en el Universo, si fuera dueña de él, por tener una sola de tan selectas comunicaciones, por las cuales el alma se acerca cada vez más a Él, que la sublima a la comprensión intuitiva de los Bienaventurados y Ángeles del Paraíso. EL CUARTO MODO que tiene Jesús de hablar al alma consiste todo él en la comunicación de corazones, gracias al ejercicio continuo y jamás interrumpido de sus más heroicas virtudes, al estar entonces el alma siempre atenta a procurar la mayor complacencia de Dios, hecho huésped de su corazón. Internamente Jesús, estando en reposo, pero siempre vigilante en el íntimo escondite de su corazón, la llama a veces a su deber sin articular palabra, ya que estando el Uno y la otra como fundidos e identificados, Le basta un solo movimiento interior para hacerse comprender; pero otras veces Jesús hace uso también de la palabra, que hace llegar a los oídos del cuerpo, dándole a comprender todo lo que Él quiere. 370 Divina Voluntad Volumen 1 Y este modo de hablar que tiene Jesús con el alma que Lo ha hecho Dueño absoluto de su corazón, acaece muchísimas veces, una vez que Él ha tomado enteramente para Sí la dirección de esta alma, por lo cual la despierta si la ve soñolienta durante el cumplimiento de sus deberes, la incita dulcemente a retomar de buena gana lo que hubiere podido descuidar por desagrado y pronto la hace oír su palabra de amonestación si la ve distraída, afligida, desconsolada o bien perdiendo el tiempo, faltando a la Caridad, etc. Etc. Y esta su palabra basta para hacerla volver en seguida en sí misma, para reencontrarse más en Dios y hacer su Santa Voluntad. María, María, María 371 Divina Voluntad Volumen 1 59. Prosigue la Novena del Nacimiento, con la cual empezó el volumen. Y así habría podido poner fin a todas las Gracias que mi amabilísimo Jesús ha querido otorgarme en abundancia a mí, última de sus esclavas, en el transcurso de cerca de dieciséis años, desde el momento en que hice el propósito de hacer la Novena del Santo Nacimiento con nueve meditaciones al día, concernientes a los grandes misterios de su Encarnación. Sino que mi Confesor al considerar el inicio de este manuscrito y precisamente en el punto donde dije: “…Así he pasado la segunda hora de meditación y luego una a una la tercera hasta la novena, que omito para no hacerme pesada…” ahora me ha ordenado escribirlas por extenso, para que - como él me dice – se llene aquella laguna que ya se hizo contra su querer. Y pues me conviene obedecer siempre, aun contra mi razón, que es la de no poder hacer este trabajo a causa de mi incapacidad y de la 372 Divina Voluntad Volumen 1 distancia de tiempo, que me ha hecho casi olvidar cuanto Jesús me hacía practicar, sin más confiando en Él, tomo la pluma y expongo: Luisa, Luisa, Luisa 373 Divina Voluntad Volumen 1 60. 3er. EXCESO DE AMOR El Amor devorador. En este tercer exceso siento que la voz interna de Jesús continúa diciéndome: “Hija mía, apoya tu cabeza sobre el seno de mi Madre Santísima y en él considera mi pequeña Humanidad. Aquí mi Amor a la criatura casi Me devora; son los incendios, los océanos, los inmensos mares del amor de mi Divinidad que Me reducen a cenizas, Me inundan y que excesivamente superan todo límite, tanto que se elevan por todas parte y envuelven todas las generaciones, desde la primera hasta la última de las criaturas… Y mi pequeña Humanidad, aunque devorada por tantas llamas de Amor, se vuelve también Ella devoradora en el mismo Amor”. “¿Pero sabes tú qué es lo que mi eterno Amor Me quiere hacer devorar? 374 Divina Voluntad Volumen 1 Ah, sí, si me eres fiel, bien que lo sabrás, porque lo probarás: ¡las almas todas! Y entonces, hija mía, estará contento mi Amor, cuando en Él las devorará a todas, pues siendo Dios debo obrar como Dios, abrazando en todo y por todo a cada alma que pueda venir a la existencia, pues mi Amor no Me daría paz si excluyera alguna”. “Sí, hija mía, mira con atención en el seno de mi Mamá; fija tu mirada en mi Humanidad ya concebida y allí encontrarás tu alma ya concebida conmigo y las llamas de mi Amor que te han incendiado toda en Amor por mí y que sólo se detendrán cuanto te hayan consumado en Mí. ¡Oh, cuánto te he amado, te amo y te amaré eternamente!”. Oyendo a Jesús que me habla de este modo, yo me siento perdida en medio de tanto Amor y no sé cómo corresponderle; pero entonces la voz interna vuelve a sacudirme diciéndome: “Hija mía, esto aún es nada en comparación con lo que hace mi Amor… Así pues, estréchate a Mí, dale tus manos a mi querida Madre, para que te tenga aún más 375 Divina Voluntad Volumen 1 estrechada a su seno materno y entre tanto da otra mirada a mi pequeña Humanidad, concebida en el tiempo para concebir a las almas para la Eternidad. Esto hará que puedas considerar el cuarto exceso de mi Amor que se hace Operativo”. Jesús, Jesús, Jesús 376 Divina Voluntad Volumen 1 61. 4o. EXCESO DE AMOR El Amor obrante, que le renueva a Jesús desde el primer instante de su Vida las penas de su Pasión. “Hija mía, si tú quieres pasar de mi Amor tan devorador a mi Amor obrante, Me verás sumergido en un abismo sin fondo de sufrimientos… Considera que cada alma concebida en Mí, Me trajo el fardo de sus pecados, de sus debilidades y de sus pasiones y mi Amor Me impuso que tomara el fardo de cada una, por lo cual, después de haber concebido en Mí sus almas, concebí también sus penas y las satisfacciones que cada una de ellas debía dar a mi Padre Celestial; por eso no debe asombrarte que mi Pasión haya sido concebida junto conmigo… ¡Mira con atención en el seno de mi Mamá y verás cuánto y cómo siento a lo vivo la crueldad de tantas penas!”. “Mira trenzado mi cabecita, rodeada de espinas, las por un cuales, 377 Divina Voluntad Volumen 1 traspasándome cruelmente, Me hacen derramar de mis ojos ríos de ardientísimas y amarguísimas lágrimas… ¡Ah, muévete tú a compasión de Mí, secándome los ojos de tantas lágrimas, tú que tienes los brazos libres para poder hacérmelo! Y estas espinas, hija mía, no son sino el trenzado cruel que Me forman las criaturas con los pensamientos malos que se aglomeran en sus mentes. ¡Oh, con cuánta crueldad Me hieren! ¡Oh, qué larga coronación de nueve meses!”. “Y como si eso no bastante, Me crucifican manos y pies, ya que Me hacen satisfacer a la Divina Justicia por ellos que, recorriendo toda senda perversa y cometiendo toda clase de injusticias en el tráfico transitorio de esta vida, la pasan en toda clase de ganancias ilícitas; y en este estado no Me es posible poder mover ni una mano, ni un dedo, ni un pie y estoy siempre inmóvil, sea por la perenne crucifixión que sufro, sea por el espacio demasiado angosto en el que vivo ¡y esta larga crucifixión la sufrí por nueve largos meses!”. 378 Divina Voluntad Volumen 1 “¿Sabes tú, hija mía, por qué la coronación de espinas, al igual que la crucifixión, se Me renuevan en cada momento? Porque el género humano no deja de maquinar proyectos malvados y de realizar malas acciones, las cuales, tomando la forma de espinas y clavos, con aquéllas Me traspasan las sienes y con éstos una y otra vez las manos y los pies”. Y de este modo, Jesús, en el afán y el dolor, sigue narrándome lo que sufrió en su pequeña Humanidad cuando estuvo en el seno de su Madre Santísima, de penas, dolores y martirios; pero continúo, pues mi corazón no soporta el seguir pensando en todo lo que Jesús sufrió por nosotros en esos nueve meses por nuestro Amor. Y aunque llorando amargamente viéndolo así, su voz me sacude de nuevo y como un lamento en mi corazón me dice: “Hijos míos, ¡cuánto quisiera abrazarlos para corresponderles por el amor penante que sienten por Mí…! Pero aún no puedo hacerlo, pues como ven, estoy encerrado en este espacio que Me obliga a la inmovilidad; quisiera acercarme a 379 Divina Voluntad Volumen 1 ustedes, pero no Me es concedido, pues por ahora no puedo caminar… Hijos de mi primer Amor penante, vengan ustedes muy a menudo a Mí y abrácenme, que después, cuando salga del seno materno, iré Yo a ustedes y entonces los abrazaré y estaré con cada uno”. Pero mientras con la fantasía me imagino estar con Él en el seno de su Mamá y Me Lo abrazo y Me Lo estrecho fuerte, fuerte a mi corazón, todo dolorido, escucho de nuevo su voz en mi interior que me dice: “Basta así por ahora, hija mía; pasa más bien a considerar el quinto exceso de mi Amor, que aunque sea vilipendiado por todos y hecho vano, no retrocede jamás, ni se detiene, sino que supera todo y sigue siempre adelante”. María, María, María 380 Divina Voluntad Volumen 1 62. 5o. EXCESO DE AMOR El Amor abandonado en amarga soledad. Jesús me llama a considerar el quinto exceso de su Amor y yo apresto el oído del corazón para escuchar su voz, doliente pero creadora que internamente me dice: “Hija mía, no te separes de Mí, no Me dejes solo; mi Amor desea ardientemente estar en compañía: y haz de saber que éste es otro exceso de mi Amor, pues así como mi Divinidad forma esencialmente la unión más íntima que se puede dar, así también mi Humanidad unida Hipostáticamente al Verbo mío Eterno, no puede en su naturaleza no ser llevada a deleitarse con la compañía de las criaturas”. “Has notado que tan pronto fui concebido en el seno de mi Mamá, al mismo tiempo engendré a la Gracia a todas las criaturas humanas, a fin de que concebidas en Mí, 381 Divina Voluntad Volumen 1 creciesen a la par conmigo en Sabiduría y Verdad. Es por eso que amo su compañía y quiero estar en continua correspondencia de Amor con ellas y comunicarles muy a menudo el más palpitante testimonio de mi Amor. Quiero estar continuamente en suave coloquio de Amor con ellas, para tenerlas al corriente de mis alegrías y de mis dolores. También deseo darles a conocer que he venido del Cielo a la tierra, no para otra cosa que para hacerlas plenamente felices y porque deseo por tanto estar como un hermanito entre ellas, para obtener de ellas benevolencia y amor y para dar de nuevo a cada una todos mis bienes, mi propio Reino, a costa de los más duros sacrificios, incluido el de mi muerte para darles Vida; deseo en fin entretenerme con ellas, colmándolas de besos y de las más tiernas caricias de Amor”. “Pero, ay, sabe que en cambio de mi Amor no recibo más que continuos dolores y penas; y en efecto, hay quien escucha de mala gana mi Palabra de Vida Eterna, quien rehúye mi compañía, hay quien se desvincula de mi Amor, quien Me huye, quien se hace el sordo, por lo que Me reduce al silencio; pero hay más: 382 Divina Voluntad Volumen 1 hay quien directamente Me desprecia y Me ultraja”. “Los primeros no se preocupan de mis bienes y de mi Reino y pagan mis besos y mis caricias con la despreocupación y el olvido de Mí y así, el entretenimiento amoroso que debería tener con ellos, se reduce a silencio y abandono… Pero los segundos, que son los más, convierten mi Amor por ellos en amarguísimo llanto, que naturalmente es desahogo de mi Corazón, porque no sólo se ve apagado, sino vilipendiado, despreciado y ultrajado. ¡Y añadir además que estoy entre las criaturas siempre y sin embargo estoy siempre solo! ¡Oh, cuánto Me pesa la soledad forzada que ellas Me procuran con su abandono, con hacerse sordas aún a la más breve palabra mía y con impedirme todo desahogo de Amor! Estoy siempre solitario, triste y taciturno, porque si hablo, no hay nadie que Me escuche para nada”. “¡Ah, hija mía, suple tú a mi Amor defraudado no dejándome nunca solo, en esta soledad mía! 383 Divina Voluntad Volumen 1 Dame el bien de hacerme hablar y ser escuchado, dando oído a mis enseñanzas. Haz de saber que Yo soy el Maestro de los maestros y si tú Me escuchas, oh, cuántas cosas no aprenderás de Mí; y al mismo tiempo Me harás cesar de llorar, haciendo que Me deleite en Amor contigo… Dime, ¿no quieres tú deleitarte en Amor conmigo?”. “Jesús, sí, quiero serte siempre fiel, Te lo prometo; por eso me abandono en Ti y Te compadezco y Te amo, porque a pesar de ser tan magnánimo que quieres hacer feliz contigo mismo a la criatura, ésta Te ha dejado solo, sin ningún alivio y en la más terrible soledad”. Pero nuevamente escucho la voz de mi Jesús en mi corazón: “Basta por ahora y pasa a considerar el sexto exceso de mi Amor”. 384 Divina Voluntad Volumen 1 Luisa, Luisa, Luisa 385 Divina Voluntad Volumen 1 63. 6o. EXCESO DE AMOR El Amor sofocado y confinado en las tinieblas del pecado y de la ingratitud. “Hija mía, mi intimidad sea contigo; acércate cada vez más a Mí y pídele a mi querida Madre que te haga un poco de sitio en su seno materno, para que tú misma puedas comprobar el doloroso estado en que Me encuentro”. Con el pensamiento, por tanto, me imagino que mi Madre Reina, queriéndome demostrar su más grande y maternal afecto hacia mí, me tiene unida en su seno a su dulce y afable Jesús, en Ella encarnado y me parece encontrarme ya en su seno, inseparablemente unida a Jesús… Pero es tanta la oscuridad que reina allí, que desde luego me resulta imposible ver sus facciones…; sólo siento su suspiro encendido de Amor, mientras que en mi interior me sigue diciendo: 386 Divina Voluntad Volumen 1 “Hija mía, considera otro exceso de mi Amor: Yo soy la Luz Eterna y fuera de Mí no hay otra luz más resplandeciente. Considera un poco el sol, cuando se halla en su total resplandor y sin embargo no es más que una sombra de mi Luz Eterna. Pues bien, esta mi Luz Eterna, por Amor a la criatura, se eclipsa completamente en Mí, por causa de mi Humanidad asumida. ¿Ves en qué oscura prisión Me ha reducido el Amor?”. “Sí, es por Amor a la criatura que así Me he confinado, esperando que se vea un rayo de luz; pero he tenido que aguardar pacientemente durante nueve largos meses en tan densa noche; pero noche sin estrellas, noche sin reposo, siempre despierto en espera de la luz del sol que no Me llega todavía… ¡Qué pena siento! La estrechez de la prisión no Me da espacio para poder moverme lo más mínimo y esto Me causa indecible fatiga… La falta de luz que ninguna cosa Me deja ver, Me da tanta pena que hasta Me quita también el respiro, el cual lo recibo lánguidamente por medio del respiro de mi Mamá”. 387 Divina Voluntad Volumen 1 “¿Pero sabes tú quién Me ha traído a esta prisión? ¿Quién Me ha quitado la luz y quién Me hace languidecer cada vez más en mi respiro? Ha sido el Amor que siento por la criatura; son las tinieblas de las culpas de las criaturas, pues cada culpa es una noche más para Mí; es la dureza del corazón humano, en el que no entra ningún arrepentimiento; es la negra ingratitud, que como monstruo infernal, Me sofoca la respiración; y uniéndose todos juntos Me forman un abismo sin fondo, de oscuridad, de sofocación, de dolores inauditos… ¡Qué pena!”. “¡Oh, exceso correspondido! de mi Amor no Tú Me has hecho pasar de una inmensidad de Luz Eterna a una profundidad de densas tinieblas y a una estrechura tal que Me priva de libertad para poder respirar…”. Mientras Jesús me dice todo esto siento que gime, pero con gemidos sofocados por la estrechez del espacio y yo quisiera deshacerme en 388 Divina Voluntad Volumen 1 lágrimas por la compasión y darle un poco de luz con mi amor, como Él lo pide… ¿Pero quién pudiera decir lo que Jesús y nuestra Madre Santísima sufrieron juntos por Amor a las criaturas? Mas en tanto dolor y pena, mi siempre amable Jesús me hace escuchar en el interior de mi corazón su dulce palabra: “Así basta por ahora; pasa más bien al séptimo exceso de mi Amor”. Jesús, Jesús, Jesús 389 Divina Voluntad Volumen 1 64. 7o. EXCESO DE AMOR El Amor no correspondido y herido por la ingratitud de las criaturas. “Hija mía, no quieras dejarme solo en tanta soledad y en tanta oscuridad; no quieras salir del seno de mi Mamá para que consideres bien el séptimo exceso de mi Amor”. “Escúchame: en el Seno de mi Padre Celestial Yo era plenamente feliz; no había bien que Yo no poseyera: alegría, felicidad, todo estaba a mi disposición… Los Ángeles reverentes Me rendían culto de suma adoración y todos estaban pendientes de mis gestos. Pero el exceso de mi Amor por el género humano se podría decir que Me hizo cambiar de fortuna: Me despojé de todas mis alegrías y felicidades, Me desprendí de todos mis bienes 390 Divina Voluntad Volumen 1 y de toda celestial comodidad, para revestirme con todos los males de las criaturas, a fin de proporcionarles mi felicidad eterna, mis alegrías y mis gozos eternos”. “Sin embargo, este cambio hubiera sido bien ligero para Mí si no hubiera encontrado en ellos la más monstruosa ingratitud y obstinada perfidia. ¡Oh, cómo mi Amor quedó sorprendido ante tanta ingratitud! ¡Oh, cuánta pena Me da la obstinación y la perfidia humana, las cuales son para Mí más que espinas, las más hirientes a mi Corazón, el cual tuvo que sufrir, desde mi Concepción, inenarrables heridas que seguiré sufriendo hasta el último momento de mi Vida! Mira, fíjate bien: mi Corazoncito ¡en cuántas espinas se encuentra! ¡Observa las heridas que Le hacen y la Sangre que de Él mana a torrentes! ¡Ah, qué pena, cuántos dolores siento!”. “Hija mía, tú no Me seas también ingrata, puesto que la ingratitud es la pena más dura y más cruel para tu Jesús; la ingratitud es más 391 Divina Voluntad Volumen 1 que cerrarme en la cara la puerta del corazón para dejarme afuera, todo congelado de frío, sin amor…”. “Y, sin embargo, mi Amor, ante tanta perversidad del corazón humano, no se ha detenido; por el contrario, se dispone a otro Amor más elevado, que Me hace ser mendicante, gimiente y suplicante; y esto, hija mía, es el octavo exceso de mi más profundo Amor”. María, María, María 392 Divina Voluntad Volumen 1 65. 8o. EXCESO DE AMOR El Amor mendicante, gimiente y suplicante. “Hija mía, no Me dejes solo; sigue apoyando tu cabeza sobre el seno de mi Mamá, que también desde fuera sentirás mis gemidos y mis súplicas; pero verás que ni mis gemidos ni mis súplicas moverán a compasión por mi Amor a la ingrata criatura; y Me verás entonces, pequeñito todavía, extender mi mano como el más pobre de los mendigos, pidiéndoles por piedad sus almas, al menos como limosna. De esta forma espero atraer a Mí sus afectos y sus corazones congelados por el egoísmo. Mi Amor, hija mía, quiere vencer a cualquier precio el corazón del hombre; y por eso, viendo que éste, después de haber usado el séptimo exceso de mi Amor, era todavía reacio, haciéndose el sordo y sin preocuparse ni de Mí ni de mis bienes, Me he decidido a ir más allá”. 393 Divina Voluntad Volumen 1 “Mi Amor hubiera debido detenerse ante tanta ingratitud, pero no; quiso desbordarse hasta más allá de sus límites y ya desde el seno materno hago llegar mi voz suplicante a cada corazón; uso los modos más insinuantes, las palabras más dulces y penetrantes y las plegarias más conmovedoras para tocar las fibras del corazón humano…, y para obtener, ¿sabes tú qué cosa?, el corazón de la criatura, a la cual digo: „Hija mía, dame tu corazón, que es mío y Yo te daré todo lo que quieras, hasta Mí mismo, con tal de que Me des a cambio tu corazón, aunque esté frío de amor; Yo lo calentaré al contacto de mi Corazón y lo convertiré en llamas, en llamas que destruyen en ti todo afecto que no sea de Cielo. Si he bajado del Cielo para encarnarme en el seno materno, sabe que lo he hecho precisamente para hacerte entrar en el seno de Mi Padre Celestial… ¡Ah, no Me lo niegues, no hagas vanas mis esperanzas, que serán para ti certezas de bienes infinitos…!´. 394 Divina Voluntad Volumen 1 Pero a pesar de esto, viendo a la criatura todavía reacia a mi Amor y que incluso Me ha vuelto la espalda y se ha alejado de Mí, he tratado de detenerla y con los gemidos más tiernos y suplicantes y uniendo mis manitas, he buscado disuadirla, diciéndole con una voz sofocada por los sollozas: „Ah, ¿ves, alma mía, que Yo no soy sino el pequeño mendigo, que no pido otra cosa de limosna sino sólo tu corazón? ¿Pero, será posible, hija mía, que no quieras tú comprender que este modo de obrar mío no es sino el exceso más grande de mi Amor no correspondido? ¿Qué el Creador, para atraer a la criatura a su Amor, tome aspecto de pequeño niñito para no atemorizarla y que llegue a pedirle de limosna su deforme corazón y que viéndola recalcitrante y reacia y que no se lo quiere dar, le ruegue, le suplique, gima y llore…, esto no te mueve a compasión? ¿No ablanda tu corazón?´. “Y, sin embargo, hija mía, la criatura racional parece que ha perdido del todo el uso 395 Divina Voluntad Volumen 1 de razón, pues mientras debería quedar ahogada en las llamas de mi Amor Divino, trata por el contrario de deshacerse de él, para ir en busca de los más bestiales amores, por los que tendrá que precipitarse en el caos infernal, en el que mucho más amargamente llorará por la eternidad”. Escuchando esto que Jesús me dice, ¿cómo es posible que no me sienta llena de ternura y al mismo tiempo me sienta horrorizada y estremecida, pensando en la ingratitud humana y en sus tristísimas consecuencias, irreparables y eternas? Pero mientras me hallo sumergida en esta consideración tan amarga, vuelvo a escuchar en mi interior la voz de mi Jesús que me dice: “Y tú, hija mía, ¿no querrías darme tu corazón? ¿Querrías tú acaso que también por ti llore y rompa en gemidos y súplicas, para lograr la posesión de tu corazón?”. Y mientras Jesús me dice todo esto sollozando, mi corazón colmado de una ternura indecible por 396 Divina Voluntad Volumen 1 su Amor incorrespondido, Le responde con todo el amor de que es capaz: “¡Mi amado Jesús, ya no llores más! Sí, sí que te doy no sólo el corazón, sino toda mí misma; no vacilo en dártelo, sino que para hacerte un don más agradable quisiera primero quitar de mi frío corazón todo lo que no es tuyo. Dame por tanto Gracia eficaz para hacerlo semejante al Tuyo, para que puedas tomar en él estable y perenne morada”. “Está bien, hija mía; ahora ya es tiempo de que pases más adelante… Entra a considerar el noveno exceso de mi Amor”. Luisa, Luisa, Luisa 397 Divina Voluntad Volumen 1 66. 9o. EXCESO DE AMOR El Amor agonizante que quiere ser vencedor. “Mi estado actual, hija mía, se hace cada vez más doloroso. Si Me amas, procura que tu mirada esté siempre fija en Mí, para que puedas aprender bien todo lo que te he enseñado, con el fin de procurar a tu Jesús algún alivio en tantas penas que sufre; aunque fuese una sola palabra tuya de amor, una caricia o un beso afectuoso, a fin de que mi Corazón tenga el dulce contento de sentirse correspondido con amor, el cual dará tregua a mi amarguísimo llanto y a las duras aflicciones que sufro”. “Escucha, hija mía: Después de haber dado al hombre tantas pruebas de Amor, habría debido plegarse al contacto con mi verdadero y sublime Amor; pero en vez de eso Me paga tan mal que Me hace así pasar a otro excesivo Amor, que para 398 Divina Voluntad Mí será el más correspondido”. Volumen 1 doloroso si no fuere “Hasta ahora el hombre no se ha dado por vencido y por eso al octavo exceso de mi Amor hago seguir el noveno, que consiste en las ansias más amorosas, en los suspiros más encendidos de Amor por él y en los deseos más ardientes de quererme desaprisionar del seno materno para correr tras él y después de haberlo detenido en el borde del mal, anhelo abrazar y estrechar a este hombre ingrato de mi Amor, para hacer que se enamore de mi Belleza, de mi Verdad y de mis Bienes eternos, de los cuales quiero a toda costa hacerlo eterno poseedor”. “Este inestimable designio mío reduce a mi pequeña Humanidad, aún no nacida, a una agonía tal que Me hace llegar al último suspiro de mi Vida, que si no hubiera sido sostenida y socorrida por mi Divinidad, que es inseparable de Ella por la Unión Hipostática, ya a estas horas hubiera exhalado el último respiro. La Divinidad, comunicándole continuamente la Vida, la sostuvo en esta agonía de nueve meses, que habrían de decirse más de muerte que de Vida”. 399 Divina Voluntad Volumen 1 “Este, hija mía, es el noveno exceso de mi Amor, que no fue sino un continuo agonizar desde el primer instante en que mi Divinidad entró en el seno materno, para tomar los despojos humanos y esconder en ellos la esencia misma de mi Divinidad; pues si no, en vez de amor, infundiría temor a la criatura, que mi Amor desea desposar”. “Pero, ¡ay, qué larga agonía no fue acaso para Mí, la de esperar durante nueve largos meses a esta criatura! ¡Oh, cómo mi Amor Me sofoca y Me reduce a un continuo morir!”. “Te repito, hija mía, que si mi Humanidad no hubiese recibido de la Divinidad ayuda y fuerza para sostener el Amor inmenso que enteramente Me devora, se hubiese desdichadamente reducido a cenizas y consumido por el Amor Operante, que Me ha hecho cargar con el fardo enorme de las penas debidas por cada criatura, juntamente con las satisfacciones exigidas por la Divina Justicia y con el Amor mendicante, gimiente y suplicante… Y, ¿qué cosa? El corazón frío e insensible de las criaturas”. 400 Divina Voluntad Volumen 1 “Por esta razón mi Vida en el seno de mi Madre Santísima se ha hecho tan dolorosa, que ya no soy capaz de estar lejos de la criatura… Anhelo acercarla, a toda costa, a mi pecho, para hacerle sentir mis latidos encendidos de Amor, para abrazarla con mi más tierno y entrañable afecto, para hacerla dueña de mis bienes eternos… Y sabe que si no fuese por ti en este momento confortado, antes aun de que pudiese salir a la luz del día Me quedaría de hecho consumido por el exceso de este nuevo Amor mío”. “Mírame fijamente en el seno materno y mira cómo Me he vuelto tan pálido; escucha mi voz que se vuelve como la de un agonizante, cada vez más débil; siente el palpitar de mi Corazón, que tan acelerado en sus latidos está ahora casi sin pulsaciones… Guárdate de separar la mirada de Mí, pues obsérvame bien, Yo siento que ahora en este momento Me estoy muriendo… ¡Sí, Me muero y Me muero de puro Amor!”. “Jesús, Amor mío, inseparable de Ti, ¡yo también siento que me estoy muriendo de amor por Ti! 401 Divina Voluntad Volumen 1 ¡Después de tus palabras se escucha el silencio, un silencio sepulcral…! ¡Jesús mío, Amor mío, Vida mía, Todo mío, no Te mueras, que yo siempre Te amaré; nunca, nunca más te dejaré, a costa de cualquier sacrificio! ¡Pero dame siempre las llamas de tu Amor, para poder amarte siempre más y consumirme cuanto antes toda tuya en amor por Ti, mi sumo y eterno Bien!”. Esta agonía de nueve meses ha llevado a Jesús al punto de sentirse morir cuando estaba por nacer; de hecho, Él ha nacido a esta vida nuestra de muerte para hacernos primero sujetar a la muerte de nuestra voluntad y después hacernos nacer a la verdadera Vida de su Divina Voluntad, la Vida Eterna. Y Jesús, en el momento solemnísimo de su Nacimiento, se dirige a todos nosotros, hijos y hermanos suyos, de este modo: “Hijos míos, renacidos para mi Amor, ánimo, levántense y vivan a la Vida de mi Divina Voluntad y de mi Amor; correspóndanme en todo y así como Me han hecho compañía a lo largo de los nueve meses en honor de mi Nacimiento con las nueve consideraciones de los Excesos de mi Amor, 402 Divina Voluntad Volumen 1 continúen así a hacerme compañía siempre durante las 24 Horas de mi Pasión, hasta mi muerte sobre la Cruz; en ellas comprenderán ustedes otros excesos más sublimes de mi Amor, aprenderán a amarme y a darme reparación y a vivir mi Vida y Me serán un continuo consuelo en las dolorosísimas penas que recibo de parte de las criaturas ingratas. Y en este mundo serán ustedes los verdaderos amantes de mi sepultura y en la muerte tendrán la mejor parte de mi Gloria.” Jesús, Jesús, Jesús Nihil obstat Canonico Annibale M. Di Francia Eccl. Imprimatur Arzobispo Giuseppe M. Leo Octubre de 1926 403