PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD: LA MURALLA ROMANA DE LUGO Patricia Hernández Palacios. 3A. Trabajo para la asignatura de patrimonio y gestión del profesor Adrián Besó. ÍNDICE: Aspectos generales …..................................... página 3 hasta la 5. (dimensiones, materiales, torres y puertas) La muralla de Lugo su degradación y conservación en distintas épocas …........................... página 6 hasta la 11. (La demolición de la muralla, transformaciones arquitectónicas: las torres o cubos, modificaciones y apertura de puertas, restauraciones y reformas de la Guerra Carlista y las restauraciones de 1973. Biblografía página 12. 1. Aspectos generales: La antigua ciudad romana de Lucus Augusti fue fundada por Paulo Fabio Máximo1 aunque se había pensado hasta hace relativamente poco que las murallas fueron construídas por el emperador Augusto. La muralla de Lugo rodea el casco histórcio de la ciudad gallega de Lugo en la provincia del mismo nombre en España. Su construcción es posterior al 270, tal vez en época de Diocleciano (284-305) con la finalidad de anexionar, definitivamente, el noroeste de la península Ibérica al Imperio Romano fue dotada de un muro de defensa que ha perdurado. La muralla, con una longitud de 2.266 metros, coronada por 85 poderosas torres, delimita el casco histórico de la urbe gallega y ha pasado de ser un obstáculo para su evolución y crecimiento a ser un monumento integrado en la estructura urbana y fuente de riqueza turística. Construída como separación y defensa se ha transformado en un elemento integrador entre la antigua Lucus y la que se ha desarrollado a su alrededor. Sus diez puertas realizan la función de unir una parte de la ciudad con la otra y su paseo de ronda, adarve, se ha tornado en una calle más que es recorrida por los viandantes autóctonos y visitantes. La muralla de Lugo fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 2000 y está hermandada desde el día 6 de octubre de 2007 con la Gran Muralla China de Qinhuangdao. Cabe destacar que la muralla de Lugo es una de las mejores conservadas de la península Ibérica y pese que ha sufrido siglos de restauraciones ha mantenido intacto su aspecto original que sigue los cánones del famoso arquitecto Vitruvio2. 1.1 Dimensiones El conjunto defensivo tiene una longitud de más de 2 km, exactamente 2.117 m, aunque hay divergencias en la medida, y abarca una extensión de 34,4 Ha. La anchura de los muros es de 4,20 m alcanzando los 7 m en algunos tramos. La muralla mantiene una serie de torres defensivas entre las cuales se levantan los lienzos de la misma. La distancia entre torres, hay constancia de que había 85 u 86, 46 de 1 Fue un magistrado romano, hijo mayor del consular Quinto Fabio Máximo y hermano del también cónsul Africano Máximo Fabio. 2 Arquitecto, escritor, ingeniero y tratadista romano del siglo I a.C. Importante serán sus escritos al largo de la Historia del Arte. ellas se conservan íntegras mientras que hay restos de las otras 39 más o menos mejor conservados, varía entre los 8,80 y 9,80 metros hasta los 15,90 y 16,40 metros con una altura entre los 8 y los 12 metros por la parte exterior. Las torres tienen unas dimensiones de 5,35 metros hasta 12,80 metros en el hueco o segmento, y de 4,80 hasta 6 metros, en la flecha. Una de las torres tiene ventanales de medio punto de 1,15 m de ancho y de 1,43 m de alto (alguno llega a los 1,53 m). 1.2 Materiales Los materiales de lo que está construída la muralla son, principalmente, el granito para los remates de las puertas y ángulos de refuerzo de las torres y las lajas de pizarra , que constituye la exterior de los muros. El interior está relleno de un mortero compuesto de tierra, piedras y guijarros cementados con agua. Todos los materiales son abundantes en la zona. 1.3 Torres y puertas La Muralla estaba coronada por 85 grandes torres semicirculares que medían entre diez y trece metros de diámetro, y estaban elevadas sobre el adarve con grandes ventanas en cada una. De estas torres actualmente sólo se conservan 71 cubos a nivel del adarve, menos un resto de A Mosqueira que está por encima de este nivel. Tenían acceso desde el interior de la ciudad por una escalera abierta a media altura en la muralla, a la que se accedería a través de una escala de madera. El espesor medio de los muros era de seis metros, y el adarve, el paseo superior, que ahora está entre los ocho y los doce metros por encima del suelo exterior, entonces quedaría a una altura más regular y se supone que tendría almenas entre las torres. Además, había fosos de unos veinte metros de ancho y cinco de fondo y que dificultarían la aproximación de máquinas de asedio y la excavación de minas (única posibilidad de tomar la ciudad). Pasaron diecisiete siglos y su función militar caducó, las torres fueron cayendo (menos el resto de A Mosqueira), se abrieron puertas nuevas, la población se extendió por fuera, pero el perímetro se conserva completo y los 71 cubos conservados le dan a esta tremenda fortaleza su carácter inconfundible. Hoy, sus diez puertas (cinco antiguas y cinco nuevas) unen el casco antiguo con el ensanche de la ciudad. El adarve, que tiene una anchura de unos cuatro metros, es un paseo tradicional extraordinario, considerado una calle más de Lugo, al que se accede por escaleras adosadas al paramento interior. De día es el mejor mirador sobre el casco histórico; de noche también es un lugar idóneo por la iluminación de la zona. 1- Puerta de San Fernándo. 2- Puerta Falsa. 3- Puerta de la Estación. 4- Puerta de San Pedro. 5- Puerta del Obispo Izquierdo. 6- Puerta del Obispo Aguirre. 7- Puerta de Santiago. 8- Porta Miñá. 9- Puerta del Obispo Odoario. 10- Puerta Nueva. 2 La muralla de Lugo su degradación y conservación en distintas épocas. La ausencia de conflictos bélicos hasta el siglo XIX, será uno de los factores determinantes de que en la Edad Moderna los desperfectos y modificaciones en la muralla romana de Lugo se deban, fundamentalmente, al deterioro natural por la acción del tiempo o a la intervención incontrolada de personas que contravenían las disposiciones municipales encaminadas a la preservación e integridad del monumento. Sin embargo será en los siglos XIX y XX cuando será objeto de mayores alteraciones: se construyen edificios adosados se hacen obras de fortificación, se derriban cubos, se abren puertas... etc En la Edad Media la muralla dependía del obispo en virtud del señorío, manteniéndose en esta situación prácticamente hasta la primera mitad del siglo XVIII. Esta situación de dominio daba lugar a que la reparación de los desperfectos así como la autorización para cualquier intervención corriese a cargo del prelado. Cuando se producían derrumbamientos, el alcade y un regidor se entrevistaban con él para informarle de los desperfectos y pedirle que mandase repararlos. En el pontificado del obispo don Fernando de Velosillo (1567-1587) se habían hecho y advertido diversos desperfectos y daños en la muralla y fortaleza de la ciudad, los montes y otras cosas que afectaban al bien público. Su sucesor, don Juan Ruíz de Villarán (15871591) pidió al Real y Supremo Consejo que pagasen los gastos ocasionados en la reparación, pero no quiso pagarlos el colector general del papa. En 1626 era necesario reparar algunas partes de la muralla por tanto en la entrevista a don Diego Vela Becerril (1624-1633) manifestó a los comisionados que no quería “innovar de la costumbre que había3”. Fue en la segunda mitad del siglo XVIII cuando el Ayuntamiento se hace cargo de las restauraciones. Para atender a las reparaciones los obispos recurrían unas veces al vasallaje y otras a la contratación de las obras a maestros especialistas. Ambas alternativas se evidencian en el siglo XVI. Para compensar económicamente cobraban los derechos de portazgo4. Como señores que eran de la ciudad, podían obligar a sus vasallos a prestar determinados servicios en la repación de la muralla. Así aportaban la piedra y la arena. Bajo la dirección de Gaspar de Arce Solórzano se levantará en 1583 un tramo de la muralla, junto al castillo, que incluirá la reconstrucción de la antigua Porta Castelli, empleando sillares de granito y rematándola con almenas. En 1762 el procurador general como defensor y valedor de los intereses de la comunidad, 3 Leg. 117. Actas capitulares de 1792. AHP de L. A. 4 Derechos que se pagan por pasar por un sitio determinado de un camino. pone en conocimiento de la Ciudad el progresivo deterioro de la muralla debido a los elementos naturales citándose de un modo especial los “temporales y temblores de la tierra, y siendo su conservación tan precisa por su antigüedad, como por la del pueblo que experimentando su falta se hace inhabitable por estar en una situación en alto y por eso más combatida de los vientos5”. En esta ocasión ya se solicita ayuda del capitan general por el elevado coste de las reparaciones. Los desperfectos parece que eran muy considerables. 2.1 La demolición de la muralla Fue a finales del siglo XIX cuando se inció un movimiento en contra de la muralla que siempre fue contestado, hasta conseguir la declaración ccomo Monumento Nacional en 1921. Los argumentos de los antimuralistas decían que un concepto del progreso mal entendidos, impedía su crecimiento urbano, demandando el derribo de la muralla. Sin embargo, había una parte de lucenses que tenían gran afecto por la muralla, el interés arqueológico e histórico era el discurso de los murallistas, que defendían su conservación, rindiendo así el merecido respeto a los monumentos de la antigüedad. La falta de datos ciertos sobre su construcción lo suplían recurriendo a la tradición. En 1895 se vuelve a plantear la cuestión del derribo, se declaraban fuera de alineación todas las casas que estuviesen a menos de 3 mestros de la muralla, y que en lo sucesivo se considerase como calle pública el espacio comprendido en 5 metros desde la muralla, tanto por el interior como por el exterior. La Junta emitió un informe sobre la necesidad de conservar la muralla, dicho informe tenía como base tres puntos6: a) El interés arqueológico. Por el respeto que merecen los objetos de la antigüedad, el buen sentido aconsejaba la conservación de lo principal de la muralla, mientras no trajese males que no pudiesen tolerarse. b) La importancia estratégica. Aunque con los medios modernos de combate la muralla tenía poco significado, sin embargo por sus características podía prestar importantes servicios. Por ello se debía conservar la mayor parte de la muralla para que la ciudad pudiese ser sitio de concentración y defensa. c) La cuestión higiénica. El trazado urbano no obedecía a un plan, las calles eran estrechas y laberínticas, haciéndose preciso la variación del trazado. El nuevo debería tener en cuenta el respeto a las construcciones existentes que pudisesen ser 5 Leg. 87. Actas Capitulares de 1762. Consistorio 7-08. AHP de L. A. 6 Estos tres puntos sacados del artículo de Adolfo de Abel Vilela (citado en la biblografía) pág. 1244. conservadas, incluyendo la muralla. Las condiciones climatológicas, de la población, su tipografía y de las inmediaciones, las carreteras que confundían y los principios de la higiene pública. Pero a pesar de las reiteradas recomendaciones de conservar la muralla se continuó atentando contra el monumento desde el Ayuntamiento. Los defensores de la muralla intentaban conseguir la protección legal que impidiese su destrucción. El 6 de junio de 1912 se da el primer paso al aceptarse en el Congreso de los Diputados una proposición de ley para que fuese declarada Monumento Nacional. Aunque esta iniciativa dio lugar a que en 1913 se dictaran algunas disposiciones, que expresamente prohibía la construcción de edificios adosados a la muralla, la declaración efectiva no se produjo hasta el año 192 como consecuencia de la enajenación y derribo de dos cubos para construir unos garajes. La nueva situación jurídica del monumento propició su abandono en los aspectos de adecentamiento y limpieza por parte del Ayuntamiento. La Comisión de Monumentos Históricos y Artísticos de la Provincia se dirigió al ministerio para manifestar que las murallas tenían carácter de paseo público desde tiempo inmemorial y que hasta el momento de su declaración como Monumento Nacional, el municipio lucense había atendido su conservación, servicio que había abandonado por entender que ya no le correspondía. 2.2 Transformaciones arquitectónicas: las torres o cubos. Los cubos o torres han sido uno de los elementos arquitectónicos de las murallas más vulnerables al deterioro tanto por la acción del tiempo como por la mano del hombre, la parte superior que estuvo dedicadas a viviendas fue siempre la mas frágil. El período que estamos analizando son muchos los cubos que se restauraron y otros desaparecieron. La mayor parte perdieron sus pisos, conservándose sólo como ejemplo el de la Mosquera. Por ello podemos afirmar que ha desaparecido un tercio de la muralla. Los cubos que se han arruinado son aquellos que fueron reconstruídos sin seguir la edicilia romana. Los distintos tipos de torres evidencian estas reconstrucciones. Por razones de economía alguno se hizo de sección rectangular y en talud, como el que se conserva entre las puertas de San Pedro y de la Estación. Esta tipología la perfecciona en 1872 el arquitecto provincial Nemesio Cobreros y Cuevillas en un cubo inmediato a la puerta Falsa, desaparecido en la restauración de 1975. También en forma de talud, se hizo en mampostería de pizarra, pero cuidando más su aspecto al dotarlo de una moldura de granito o media caña, como imposta, a la altura del adarve. La construcción de edificios adosados a los paramentos y cubos no tenía sólo una finalidad recaudatoria sino de protección del monumento, pero muchos de los foreros van a incumplir alguna de las cláusulas, extralimitándose al hacer excavaciones en la muralla para ampliar el predio, lo que dio lugar a que las autoridades tomasen medidas para evitar la mutilación, práctica que fue bastante habitual. En otras ocasiones se derribaron cubos para ampliar el paseo de los Canónigos (1881-1883), entre las puertas de Santiago y Miñá, o para abrir o ampliar puertas, como en las de la Estación (1874 y 1918), Cárcel (1887), Obispo Aguirre (1894), Obispo Odaorio (1921) y Nova (1900). Pero quizás lo que más resulta llamativo sea su derribo para localizar tesoros. En el contrato que se formalizó para ésto se dijo: “...abrir una torre y un cubo que está en la cerca de esta ciudad, junto a la puerta Miñá, … se tenía entendido que en dicho cubo y torre había un tesoro7”. Se acepta este contrato con una serie de condiciones como la de dejarla tal y como estaba después. Entre las almenas reconstruídas está la Almena del Rey, situado en la Muralla del Rey que se corresponde con el lado oeste entre las puertas Miñá y del Obispo Odoario. Esta almena era, como las demás de este tramo, de planta rectangular, y una de ellas ostentaba en su paramento dos escudos. Cabe destacar que en esta zona se derribaron cubos entre 1762 y 1777. Una de las agresiones más duras al monumento fue el derribo de los cubos existentes entre las puertas Miñá y Santiago entre 1881 y 1883. El contratista Manuel Arrieta propuso la demolición de tres cubos al Ayuntamiento con la finalidad de ampliar el paseo de invierno conocido como Paseo de los Canónigos. Se comprometía a derribarlos a su cuenta y revestir el paramento ocupado, quedándose con la piedra sobrante teniendo el ayuntamiento que retirar los escombros. 2.3 Modificaciones y apertura de puertas. Entre las alteraciones sufridas por la muralla están las derivadas de modificaciones y apertura de nuevas puertas. La puerta Falsa permaneció cerrada varios siglos y se abrio en 1622 al instalarse en sus inmediaciones el hospital de San Bartolomé. La puerta llamada Do Pexigo, se transforma en la puerta de Santiago en 1759 por deseo del prelado fray Francisco Izquierdo que le dio la configuración actual. 7 Leg. 10-3. Protocolos de Juan Sanjurjo de Aguiar. Año 1575. Fol. 112. AHP de I. La puerta de San Pedro se reconstruyó en 1781, pero esta obra corre ya a cargo de la Ciudad. La puerta principal estaba adintelada con unas vigas sobre las que se apoyaban las lajas de pizarra que tapiaban el arco que estaba en mal estado. El cuerpo de guardia de esta puerta estaba ruinoso en 1839. La escalera y la tienda que había debajo de ella, se derribaron en 1846, los arcos de bóveda interior desaparecieron en 1860. La puerta Miñá se modificó en 1867 y también se pretendió su derribo y construcción. El cuerpo de guardia, que fue capilla, y a partir de 1806 habitación de una casa inmediata, cambió de aspecto al tapiar el arco interior y suprimir el balcón y escalera de acceso. La primera de las cinco puertas nuevas fue la llamada del Príncipe en honor al futuro Alfonso XII. Conocida también como puerta de San Fernando se abrió en 1854. La puerta del Obispo Aguirre se abre en 1894 para comunicar el seminario, el cementerio general y lo que pretendía ser el parque Moltó. Se derribaron dos cubos apareciendo en uno de ellos dos aras romanas. La Porta Nova fue la única que se abrió en donde ya había otra, pero para ampliarla se seccionó un cubo. Fue derribada por ruinosa en 1899 y se reconstruyó en 1900. En 1921 se derribó un tramo de muralla en el que se construiría en 1928 la puerta del Obispo Odoario. Ésto dio a lugar a un pleito que llegó al Tribunal Supremo que falló contra el Ayuntamiento obligándole a volver las cosas a su ser y estado, lo cual no era posible. También se declaró la muralla como Monumento Nacional para evitar cosas así. 2.4 Restauraciones y reformas de la Guerra Carlista Sólo decir que la guerra civil de 1834 va a tener consecuencias positivas y negativas para la muralla. Se hicieron obras de consolidación y restauración general, algunas con carácter temporal, como los fortines para proteger las puertas, y otros permanentes como el llamado Reducto de Cristina, construído frente al tramo de muralla en donde se había levantado el castillo, y después de su derribo hacia 1757, varios edificios destinados a la cárcel eclesiástica y viviendas que interrumpían el adarve. En 1837 el comandante general militar de la provincia considera necesaria completar la fortificación con tres obras indispensables: los reductos o tambores defensivos de las puertas de San Pedro y del Póstigo y la comunicación de la muralla en el lugar que estaba interrumpido el adarve por la cárcel de la Corona al que se llamaría Reducto de Cristina en honor a la regente. 2.5 Las restauraciones de 1973. A lo largo del siglo XIX e incluso de los primeros años del actual, se siguió construyendo edificios. Su desaparición fue una aspiración a partir de 1953 tanto del Ayuntamiento como de la dirección general de Bellas Artes que se van a ocupar de los derribos y restauraciones. Se elabora un plan de erradicación para ejecutar en ocho etapas afectando a ciento treinta edificios. Pero será en 1971 cuando esta iniciativa recibe un impulso considerable con el decreto que los declaraba de utilidad pública para facilitar su expropiación. Derribados edificios se procedio a la consolidación y restauración del monumento. Se reconstruyeron catorce cubos, se consolidaron y restauraron otros así como 7.500 metros cuadrados de paramentos que estaban ocultos por las casas. Esta actuación no ha estado, y sigue estando, exenta de polémica no sólo en cuanto a la desaparición de edificios sino también a los criterios y cuestiones técnicas seguidas en la restauración. En los últimos años las restauraciones e intervenciones en la muralla hacen conciliando los aspectos arqueológicos e históricos con los técnicos. Se pretende recuperar todos aquellos elementos que revaloricen el monumento, y sobre todo, que reflejen sus diferentes etapas y evolución a lo largo de su historia. Biblografía: – Alcorta Irastoza, Enrique. Breve discripición de los resultados arqueológicos de las obras de restauración del cubo LXXXI de la muralla de Lugo. Nº 11, 1, 2003-2004 pg. 15-32. Boletín do Museo Provincial de Lugo. – Congreso Internacional de la Muralla de Lugo (1r : 2005 : Lugo) Murallas de ciudades romanas en el occidente del Imperio : Lucus Augusti como paradigma : actas del Congreso Internacional celebrado en Lugo (2629.XI.2005) en el V aniversario de la declaración de la Unesco, de la Muralla de Lugo como Patrimonio de la Humanidad / [Antonio Rodríguez Colmenero ; Isabel Rodá de Llanza , editores] Lugo : Diputación Provincial de Lugo, 1994 De Abel Vilela, Alfonso. La muralla romana de Lugo en la época moderna, su degradación y conservación. Lugo 15-18 de mayo 1996 / coord. por Antonio Rodríguez Colmero. Vol. 2, 1999. – José Ignacio López de Rego y Uriarte, La Muralla de Lugo. Boletín do Museo Provincial de Lugo, nº 12, 1, 2005, págs. 71-108. – Rafael Vilaseca, La Edad Media y las medidas de la muralla de Lugo, Lucus: Boletín informativo de la Excelentísima Diputación Provincial de Lugo, nº 39, 1989, págs 14-15. – Ramón López de Lucio. Lugo, su muralla y las "operaciones de limpieza" pasadas y por venirun caso de restauración a la española. Ciudad y territorio: Revista de ciencia urbana, nº 2, 1978, págs. 49-60. – http://www.lugoturismo.com/quevisitar/cultural/?idioma=c&pag=muralla