mis jornadas entre las tropas italianas

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Bn tercem planat
Jerez en estado de sitio.
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1
Año II.—Núm. 255:: Bjemplar
DIARIO
AL VOLVER DE LOS CAMPOS DE BATALLA
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INDJ^.5*ENDIENTE
Madrid, miércoles 14 de «gesto de 19 18.
INTERMEDIOS VERANIEGOS
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l «.S GRANDES VICTORIAS DE FOCH
r
EL TAXÍMETRO
MIS JORNADAS ENTRE
ES JfÁS VIEJO QUE LA CU FRANCESA EN
LAS TROPAS
ITALIANAS
-oooo-ooc*o^oI Todo vuelve! decíamos ayer, á
propósito de los cairos de asalto.
I Todo vuelvci hasta los taxímetros 1
tenemos que decir hoy, á propósito de
los automóviles que han empezado á
circular en Madrid, dotados del indispensable contador del tiem(po y la distancia.
Si el lector zumbón recuerda todavía
el articulejo que ayer se publicaba en
este mismo sitio, dirá con una sorna que
el cronista se explica fácilmente:
— ¡ Q u é ! ¿También lo» taxímetros
fueron usado» por los reyes fabulosos de
la mitología helénica)
No tantOj señor mío, no tanto; pero
sepa vuesa mercU que esta «invención
moderna» no es más que la repetición de
un invento conocido ya en la Roma de
los emperadores,
Eáos flamantes «taxis», recien surgidos en nuestros Madriles modernista» y
modernizados, tienen en realidad—¡ otro
bonito caso que añadir á Le Vieux
Neuf \—ja respetable antigüedad de niil
setedet^os garenta añfl,?.
LASSIGNV
'IslÉÍ
Cómodo. SeguD fel sabio académico
francés, lo» referidos contadores ya eran
conocidos en tiempo de Augi:sto¡ \x>t
donde —¡ oh peregrina novedad I—resulta que el taxímetro es contemporáneo
de Nuestro Señor Jesucristo.
Pero este aparato, conocido ya en lo»
días
octavianos, no se perfeccionó hasLas calles de Nervesa son caminos
ta que lo tomó por su cuenta Nerón de
blancos, removidos por el tiro continuo
A4lií'i»dría, escritor técnico que floreció
de las baterías austriacas. Parecen rutas
P A R Í S 13 (6 i.)
'
hacia el fin del siglo de Jos Antoninos.
de un osario. Desgajadas, o más bien,
—Aquel
ingeniero—^ha
dicho
Mr.
Según noticias oficiosas, el balance de las victorias de Foch en l<^
desgarradas, cuelgan y se mantienen en
Reinaclv—estaba familiarizado con los cuatro primeros días de la bat.illa del Somme, es el siguiente :
prodigios de equilibrio, los techos de las
principios á que responden nuestros moSe han hecho 38.000 prisioneros, de los cuales hay cerca de 2.300
pequeñas salas íntimas y de los comedernos taxímetros.
oficiales. H a n sido cogidos cerca de 1.000 cañones de todos lols calibief
dores, quq todavía conservan sus croDe suerte, oh amado Teótimo, que y 10.000 ametralladora».
mos con frutas y panes dorados. Alguel taxi callejero, surgido en los MaAiDesde el día 18 de julio, fecha en que comenzó la contraofensiva
nas casas, alcanzadas por proyectiles de
le» bajo el imperio municipal de Don del Marne, los prisioneros alemanes ascienden a más de 70.000
gruesa calibre, se han convertido en hoLuis Silvela, será una conquista del pro-i
Informes privados dan como inminente la entrada de la infanterÍJ^
yos inmensos donde pueden situarse, engreso y de Ja democracia; pero su francesa en la ciudad de Lassigny. Esos mismos informes aseguran qu<í '
tre piedras ensangrentadas, los destacaNervesa es uno de los lugares que se
abolengo es superior en largos siglos al las patrullas de caballería se encuentran ya dentro de la ciudad.
mentos de ametralladoras. En aquellas
han
incorporado
a
la
gloria
universal.
de
toda la aristocracia española.
plazuelas y calles se combatió con una
("Cómo la ciencia de aquellos tieminaudita ferocidad: los soldados italia- Allí ha caído un haz de juventud italia.
Después de ¡a violenta reacción'a quej de piezas de ariiUcría $ miJlara de arntÜ
pos, tan rica en promesas, se detuvo en
nos cayeron sobre las vanguardias aus- na y so ha sacrificado trágicamente una
dio
lugar a^er ¡a llegada de reservas tralladoras.
la senda de jas aplicaciones')
triacas i golpe de machete. Algunos ciudad. Pero Italia se salvó en Nervesa.
alemanas arrancadas al ejército de Flan-l Los parques alemanes dehen rcscnfis
La
revancha
italiana
contra
el
revés
xle
cuerpos especiales inumiNeron bianA l hacerse (Mr. Rcinach esa pregundeí, han mello los fraaceaes a su lahorlso faartemertte a eíl^hptm.'de,esas ^éhi' ""'
«fiendo su puiSal implacable. Giancb me Capweto alcanzó ^|'^fíÉI^|Ítrtriunfo en
ta, se la contesta él mismo, señalando
de
aiOance, pata terminar el envoltírrñen-' didas y h desorganización/^ue ello habré
jos...
ac^ercaba al Piave, un acre y siniestro Nervesa, cuandd los austríacos cruzaban
Sabido es que, á despecho de «go- tres caojsas á aquella parada del espíri- to de LassigTí)) j) Ro\)e, Pocos esfuerzos; producido en el Ejércih aíemún, no ck
Indudablemente, a medida que uno
las pasarelas tendidas sobre el Piave
,.., de fuego,
.—o-, entre- el
- olor a muerto me obligaba a contener la y los cañones tronaban sobre las pasa- thas», zambombazo3.de la «grosse Ber- tu progresivo: Ja falta de patentes de in- son necesarios para que esas dos ciudades. de las que se curan. Um rápiílumcrAc Soii
se acerca a la línea
tha)), y amenazas de las huestes germá- vención; lá esclavitud, con la consi- caigan en manos de los atacantes. Si i bre iodo si se tierte en cuenta c/ae Foch
crepitar de las ametralladoras, que no j respiración al cruzar junto a la» ruinas, relas.
nica», no han dejado de funcionar con guiente superabundancia do la mano de Foch quiere sacrijicar algunas—muypo-ino se encuentra dispuesto a dar.un so.'fll
descansan ni un minuto, se siente como El hedor era terrible. Caía a plomo un
Una vez que la guerra termine, Ita- perfecta y constante regularidad las obra, y por fin, los prejuicios estoicos cúí—compañías, puede asegurar que tan-^ minuto de reposo a ¡os enem'gor, qu^ '
un anhelo de que repentinamente la j »ol de justicia^sobre los montones de pielia debería conservar lais ruinas de Ner- cinco Academias que componen el Ins- contra el lujo, que mezclaban en la
to Ro})e como Lassign}) serán ciudades en carios empujones geniales h.ahiar> //>
guerra se muestre en toda su crudeza dras que la batalla parecía haber cal
mismareprobación los alardes inúliler de
vesa como un museo heroico y colocar tituto de Francia.
cinado
con
su
ardor.
Aquella
abrasadora
conquistadas.
gado a amenazar Amierts p Patis
y aparatcan a nuestros ojos aquellos es
al frente de la villa muerta una cruz
En la última sesión de la de Inscrip- la opulencia y Jos progresos materiales, Lasaigns está completamente desbordaYo estirrK) que en la linea Ro}fc Jj,
pectáculos dolorosos y desgarradores de llamarada de sol acentuaba la corrupfacilidad
de
la
vida
y
fomento
del
biencon una leyenda : «Aquí se alzó la Pa- ciones—que equivale á Ja muestra de la
do por el Norte \) el Sur: después de la Lasslgn\} se detendrá, (¡or la rn^nif, pro»
las batallas: desfile de muertos, pro- ción de unos cuantos montones de cuertria para siempre contra la dominación Historia—^hadadp noticia el erudito ar- estar humano.
conquista del bosque de Loges, Ro\}e vbionalmente, la retirada de !i\s ahmái*
cesiones de mutilados, piedras rojas con pos desnudos que estaban semienterrados
extranjera. Entre esas ruinas que visita- queólogo Mr. Salomón Reáiach de un Y nada más. amigo lector, sino quq se encuentra aeimismo envuelto. La ¡i. nes. Decía el afro dia que entonc^t co*^
I* sangre de los combatientes, humear entre montones de escombros.
ésta modernísima «antigualla» del taxí- nea general Ro]/e-Lassign\¡ puede decir., msnz<rrá lo arduo, ¡o compliccd') J.T í#
réis, descansan cenjenares de' soldados curioso y divertido hallazgo.
de pequeñas granjas alcanzadas por. un j Junto a los pedruscos asomaba, a vcmetro te sea ligera, a*í en la integridad ss que es francesa. Una vez que su con guerra. Pero mi opinión es que. FocH
que murieron blandiendo, un puñal sobre
En
el
año
193
de
nuestra
Era
hízoProyectil incendiario, caballos muertos <=«». ""» calavera, que parecía sonreír
de tu físico como en la de tu metálico.
los pechos enemigos.»
se
en
Roma
pública
almoneda
de
los^
quista ha^a terminado, seguramente no aceptará jamás e?e género Je MuSas^
que ss pudren al soj en el borde de los | trágicamente a nuestro paso. Los dienLentamente, tristes, llenos de medita- bienes personales del emperador CómoMARIANO D E C A V I A
Humbert reanudará la marcha de su Ja planteadas un poco al fju.tío cifran.
cáminos... Vo hubiera querido perma-¡***'^'*'"'^**s, muy blancos, resistían al sol,
FÉ DE ERRATAS.—Eln el artículo ¿¡a^derecha por el valle del Oise }> vendrá' Si ve quc'los ob.itácalos .-ion imoor¡;i.<i*
néCCT todo el día en la» calles trágicas; a •» Hivia, a los millones de moscones ción, salimos de Nervesa. Los cañones do, estrangulado el año anterior en justo
ayer La resurrección de los carros ¿ahreconquisia
deNoyion, no sin grandes > tes \) suspenden la mmioha,
ktscaií
oe Nervesa. Cada una de aquellas pie- • verdosos que se amontonaban alrededor de Italia tronaban cerca de nosotros. Sil- castigo á su perversidad.
bando lúgubremente, -cruzaban encima
}) cuidadosa, porque una mar-\ la victoria en otros puntos del ¡rente. W
Elste inverosímil hijo de aquel Mar- guerra, y entre otros descuídillos do me-l^f^^'zos
dras dispersas en la carretera y en l o ' <i<: .'<>» cadáveres.
Un oficial nos decía '•
de nuestras cabezas los proyectiles. Un co Aurelio, pijesto con razón entre los ñor cuantía se fiizo salir al rey Erecteo, <^ha sobre esa ciudad i,a histórica, esta- ¡ la cn<ymtrará.
que fueron caíles de la villa me pare(i-Elstos son nuestros héroes. El día de soldado nos dijo : «Dentro de poco co- santos Je la HumaniJaé, era muy afi- de entre «las espesas tinieblas de los si- rá siempre flanqueada por los bosques
cían reliquia» sagradas y las miraba code Carlepont, en donde los alemanes han
mo se mira a un hombre que ha sido la batalla combatían con tal fe, con tal menzarán a tirar.» El capitán de Estado cion.ido á todoí» los adelantos que redun- glos nuestros».
entusiasmo, con un ímpetu y-una locura Mayor confirmó que el tiro austriaco daran en pro de su comodidad augusta.
testigo de grandes^hazañas.
«Los siglos muertos» fueron los que coTtttituido magnificos nidos de ametan admirables, que para m(, más que|j^i,¡^\.„^g„,3^ ^'^^y p^^^,^ Los mu
tralladoras.
Por algo se llamaba Cómodo aquel in- dijo el autor del artículo.
Igualmente, una Vez conquidado RoA las nueve y media de la mañana un motivo de pena y de dolor, es un te- chachos descansaban en la puerta de cómodo dueño'y señor de Roma.
bajábamos del MonteD» p m ir.» Ner- ma de gloria y de jábiio, verlo» ahora Sus refugio* subtan^nüo», Itin{waibw9r ios
jie, los Ingleses procederán al envolviL» ai^a^ipék «nodicha se anunció i
mecfio de carteles
miento de Bray^ \) el copo de la poskiÓn
fii>i\tA,..xecúf^ rama» y
hi^ii'-<pti»fim
-^tiU eatrl» cEostnas dé ^rbdlñ ttondosfl*.
^ < f a í J a * modertMii
de Albert, ca^a pérdida obligará a los
E n la cuneta de'la carretera descansa- este hedor q»e « usted» Jé» « * ^ k « p a , ¿ U í a í a a k a d a , o abrfim'^iS&ttí
iteoh ha encontradt»
alema-.es a un repliegue en suflcmco de- ' S é da por seguro que el Gobicmout,
ban unos fusiles. Mis acompañantes me tan desagrad^le««nte, cómo deben». í j ^ , Todo» eflos estaban alegre». Canti- extractos de ellos que se ha apresurado
recho, que es donde más resistencia ofre- en uno de los últimos Consejos de m í í ^
iban indicando, no sin ¿ierto entusias- ofrecernos todos a k patria y a nuestro ,,^„ napolitanas o coplas francesas. Y á poner en conocimiento de sus compani-stros. tomó el aojerdo de hacer píi v,
cen.
'
^, ^^^^^^ ^^
mo, los lugapes adonde habían llegado destino. 1 Quien sabe si me espera algo,^^.^^ ¿^ ^^^^^
iíeros de Acitderoia.
El botín cogido por Jos aíacowíes en blica la Notj dirigida al Gobierno di;.'
los austríacos durante la primera jorna- parecido! Y, después dp todo, no hay acongojados ante el espectáculo de la
Alguno de eso» extractos, en la enuROM.\ 23 (12 n.)
cuatro días Je gran batallB, es una con Alentania cuando nuestro embajador tá %
que dar tanta importancia a la muerte
da de su fracasada ofensiva.
meración de los - mueble» imperiales, 'Un comunicado oficial auslriaoo, pu- soladora muedra de superioridad mili Berlín acuse recibo de haberla cntri^t"
guerra.
blicado por los periMic()s de Viena,
gado.
_
t^'
Junto a la línea del ferrocarril, los cuando la guerra es tan hermosa y 'anr
Con insistencia terrible, los proyecti- menciona unos «coches provistos de ho- eleva a eien mil millones de francos la tm- para los aliados. Es el primer caso de
A ptppuesta del Consejo, quedó en<
soldados del Emperador habían cavado justa como esta que se libra en toda Eurologios y contadores de velocidad».
tan
gran
éxito
en
el
frente
occidental.
deuda del Imperio.
les seguían silbando encima de nuestras
a. toda prisa unos parapetos provisiona»- ropa !»
i Qué eran, p¡ics, aquellos coches del .Se aflmia en ta Rotóa quo la baja de Eníre las ¿os ofensivas recientes, / ^ „ ! " r g a d o el mmistro de Estado de acM
¡cabezas y cruzaban la carretera, para
, , ,
,
• . 1 I r - j , ,, I litar a la rren»a copia de la INola «
Estábamos al lado de uno de esos
les. Todo aquello indicaíba que la labor
siglo II sino Jos ascendientes en línea req- las coi'ouas i>3rniHei prever una catas, dejado a una buena parte del Ejército i de
• citar
- para ello
•• a todos
'^ . .los represen*'
'«
ir a estrellarse en la oriüa izquierda del
trofe
flnanciora.
de los atacantes no había sido tranqui- montones de cadáveres, cuarvdo un cata de los <(taxis» inventados diez y ocho
Piave.
Alemania, por su parte, no se cn- alemán sin el material suficiente para tantes de periódicos y agencias telegrá*
siglos después?
la. tLa organización de puestos da tiro pitán me invitó a que me separara de
cuonti'a en condiciones do ayudar a contestar a las agredones aliadas. Han ficas de Madwd para un mismo día y 4
MANUEL A Z N A R
« a incompleta, deficiente. Sin duda, aquel lugar, que Italia deberá conwgrar
perdido los germanos cantidades enormes k misma hora.
Mr. Rcinach »e remonta más allá de sus aliados financloramente. (Fabra.)
los contraataques hostigadores de la
infantería italiana no consentían demoras excesivas y el tiro de los cañones
del ejército que s« replegaba al sur del
Montello era como una lluvia de fuego
que exterminaba las filas de comba^
tienh;». Junto a los parapetos habían
dejado los austríacos sus machetes, sus
tusiles. casco», botas de campaña, gotros cuarteleros, mochilas, cartuchería,
cargadores intactos. De vez en cuando
La dirección de EL SOL ha resuel
sentíamos crujir bajo nuestros zapatos
los huesos de algún cadáver que había to enviarme, con Bagaría, a recorrer
el norte de España.
I '"W
quedado a flor de tierra a^ consecuencia
—Madrid está muerto—nos dijede íin cañonazo reciente. No hay en el ron—. No hay Cortes. No hay teafrente sensación más terrible que la de tros. No hay vida de sociedad. No
ver surgir de la tierra el cadáver de un hay nada...
Madrid, que se queda
soldado, cuando cae sobre su sepultura en¡ Envidiable
esas condiciones! Un Madrid sin
un proyectil que alza restos de comba- políticos y sin cómicos. Un Madrid
tiente» entre las columnas de tierra en- sin cupletistas. Un Madrid sin sesangrentada. Vuelan en una zarabanda ñoritos. Un Madrid sin esucnos y
duelos y sin discursos y sin "foxSiniestra ia» culatas de los fusiles, los sin
trots"... Yo lo he dejadb con cierta
" l " * ^ ' !f» Kuerwras envueltas en ba- melancolía, porque creo que es en
« V ^ ' l • ' " P^^«» ^ ametrallado- estos meses,cuando Madrid resulta
más habitable. Y heme aguí dispuesto a tomar baños de mar, de aire, de
{k,m«,
y"^*
yamino de Nervesa sol y de barro; a beber aguas ferruíbamos contemplando el paisaje cerca- ginosas, líticaS, bepzoadas y bicarbono recortado por lo, altos árboles que na,tadas, y a curarme, alternativapudieron quedar libres de las granadas mente, el estómago, el hígado, el bazo y el riñon.
enemigas^ Nervesa es una viUa con caHemos comenzado nuestro viaje
te^orfa de pequeña ciudad. Casi «e por Asturias, que es un país verdi^ulta al p , . mijmo del MonleBo. La negro. El verde representa la poesía, y el negro, la industria. Las
f í ' t f e r ' ^ ' ^ ' « * « !«>. confi- minas de_ carbón están ensuciando tone» d e Italia E B tkttpp de p ¿ era un
do el paisaje asturiano, y hay sitios
ríos parecen de tinta. ¡Qué
se reflejaban en las agua» « y p ¡ | , ^ aondejps
«e hi
en España con tanto carY eran unas casas humildes, c«w retra- bón?
Y" tengo la sensación de que Estos de viejas familia», con decoraciones
— , _.. . . _ j —
..„„, __.. »..,..waviuucB paña es
-»-"i><»viuu uc vjuc Ü S
Hemos vuelto por la gran carretera
do Treviso. El conductor del automóvil, es un muchacho de veinte años, nos
lleva a través de estos huertos y estos'
bosques, como si huyésemos siempre de
un bombardeo enemigo. El «Fiat» devora kilómetros con una voracidad inCTeíble y «va bebiendo los obstáculos»,
com.» suele decirse en Francia. Juraría
qi^e me alejo del frente con una nostal.
gia que cae sobre el alma como una gran
pesadumbre, j Me encontraba tan a mi»
ancháis en aquellos caminos umbríos y
apacibles de Nervesa ! Por más que
yo no sé ^i era la gracia del paisaje
y el buen humor de los soldados lo
que me atraía con tant^ fuerza, o M
sentía deseo impuro de permai^ecer hasta que llegase el 'bombardeo austriaco
sobre las trincheras italianas, para que
ello diese motivo a que ante mi vista
desfilaran unas camillas conduciendo
heridos, que dejarían en el camino polvoriento la queja amarga y la evocación
desgatradora de bi madre, de la e^so-
tan p a » íiempre como representación
de ia crueldad de esta guerra y como
evocación de un odio perpetuo hacia
los que la provocaron y han convertido
el mundo en una "hoguera que consume
los tesoros de vida y de arte que costaron siglos de civilización.
como uno de los campos gloriosos de la
patria.
—¿Qué ocurre?—pregunté
—Está usted enfilado por d tiro do las
ametralladoras austriacas.
Sin juramento roo podrás creer, lector
amigo, que me separé de allí como si
un tigre furioso y hambriento me persiguiese.
A unos treinta metro» de nosotros corría el Piave. La» aguas de ese río, que
se ha hecho <;éld>re para la Historia, corrían tranquilas y sin estruendo, Delante
del puesto que ocupábamos se veían las
zanjas de la primera línea italiana. En
Ja otra orilla estaban lo» centinelas austríaco» guardando los parapetos, y detrás
de ellos asomaba la boca estrecha, presuntuosa, de las ametraDadoras.
BALANCE* DE LA VICTORIA: ,
38.000 PRISIONEROS, LOOO CAÑONEá
Y 10.000 AMETRALLADORAS
(Del coíresponsal especial de EL SOL.)
LA NOTA .
A ALEMANIA?
La deuda d^ AustriaHungría se eleva a cien
mil millones de francos
EL V E R A N E O
DE JULIO C A M B A Y DE
ASTURIAS,
PAÍS
VERDINEGRO
del renacimiento italiano, con terrazas • d o n a a hrT^/^^^A* / " ^ í " ' " * ^«e funllenas deplores. Albergaban labradores' bo a Inglaterra ^ b cTrb6°n"?ampoco
y pequeños comerciantes, gentes que no J"?
P"^°°carbón
"P^^'^af ^ España consumiendo
conocían otro anhelo que el de arrancar "¡Tor de la vid"a h X r - c Z * ^ h ° « K ' '
a laa tierra,
tipiTí bajo
k , U el
.1 terrible
»™;i,l sol? italiano,
u.i;-».. escrito
-.„.-... alguna
„i
^vez
'"S'csa—creo haben
es nn producto
una coíEcha abundante. I Cuan lejos de del carbón, y lo mismo el calo
dustrial
que
el
calor
.sentimental."
la trigedia y del misterio de muerte
"Cuando la chimenea de uu inglés
que ahora flota sobre las que fueron „e.a ue ce.iai
deja de echar humo — me parece
apacibles _moradas de labriegos I Yo, también haber
escrito—, si nos asoque he asistido a la muerte de Ypres; mainos a ella, veremos que el inglés
vo, t¡m me he llenado de emoción ante "^^^^ muerto." La civilización inglesa
lis ruinas de Arras y que en Verdim ^* ""'^ civilización industrial que,
• sentido deseos de llorar todo el d ^ S í f " ' ^ " ' f " = " ^ ' necesita millones y
^•^ ^' "'"- : millones de toneladas de combustiviendo
,, desde lo altp
,. de la. cmdadela ble; pero la vida españo'a e.ítá planaqueüa ciudad medioeVal convertida en '''"<'« en otro.s tcimirtos. Y a uno le
'ip gran cementerio de recuerdos y'¿^ ¡j^f^a.^ieque, para continuar así, a Eslo'dados, puedo asegurar que Nervesa viruti*.e bastaría con un puñado de I
k> n uaa de las ciudades que permanece»íüLio C A M B A
C
E N T E
C O rsí O-C
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BAGARÍA
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