la autonomia de la universidad. como estallo el conflicto estudiantil

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LA AUTONOMIA DE LA UNIVERSIDAD. COMO ESTALLO EL
CONFLICTO ESTUDIANTIL. PETICIONES DE LOS ALUMNOS A
LA PRESIDENCIA. LEY DE LA AUTONOMIA UNIVERSITARIA. 1
Emilio Portes Gil
Ver 16.07.15
Palabras Claves: Autonomía, autonomia universitaria.
El conflicto estudiantil que se provocó en el mes de mayo de 1929 y que dio por
resultado el acuerdo del Ejecutivo de la Unión para otorgar a la Universidad
Nacional la autonomía, nació como consecuencia de la decisión, que tomó la
Rectoría del plantel, en el sentido de que los alumnos de las escuelas
profesionales se sometieran a pruebas de reconocimiento, que deberían
sustentar por escrito tres veces al año en lugar del examen oral acostumbrado.
Tal disposición de la rectoría dio origen a que la Sociedad de Alumnos de la
Escuela Nacional de Jurisprudencia y Ciencias Sociales declarara la huelga
general. Como consecuencia del estado de huelga, se provocaron algunos
lamentables desórdenes entre maestros y alumnos, los cuales obligaron a la
dirección de la escuela y a la rectoría, a dictar enérgicas medidas disciplinarias.
Estas, a su vez dieron resultados contraproducentes ya que muy pocos días
después la huelga fue secundada por todas las escuelas profesionales. Los
estudiantes, enardecidos por los acuerdos de represión que tomaron las
autoridades inferiores, comenzaron a cometer actos de violencia en contra del
personal docente de la institución, viéndose obligado el rector a solicitar de la
Secretaría de Educación Pública las debidas garantías para someter a los
escandalosos.
Por su parte, la Secretaría de Educación se dirigió al jefe del Departamento del
Distrito Federal, doctor José M. Puig Causaran, para que dispusiera que la fuerza
pública resguardara los edificios de las escuelas universitarias, originándose con
tal motivo choques entre los bomberos, la policía y los estudiantes, de los cuales
resultaron algunos heridos. Como el escándalo se generalizaba ya de manera
1
Portes Gil, Emilio; Autobiografía de la Revolución Mexicana, un tratado de interpretación histórica;
Instituto mexicano de Cultura.
alarmante para solucionar un conflicto que tomaba caracteres de suma gravedad
y, tras de dar las órdenes del caso para que la policía que resguardaba la
Universidad y las escuelas profesionales se retirara hice a la prensa de la capital,
el 25 de mayo de 1929, las siguientes declaraciones:
“Los sucesos ocurridos el día de ayer, con motivo de la huelga de los estudiantes
de la Facultad de Jurisprudencia, secundada por algunos otros de las Escuelas
Universitarias, han sido profundamente lamentados por mí. Estimo conveniente
que esta situación anómala termine cuanto antes. A tal efecto, la Presidencia de
la República ha dictado las medidas necesarias, que desde luego han sido
puestas en práctica y que, inicialmente, consisten en el retiro de las fuerzas de
la policía y de los bomberos que custodiaban los edificios escolares.
“En consecuencia, los estudiantes pueden, con toda libertad, volver a sus
escuelas y deliberar en ellas cuanto deseen, en la inteligencia de que no se les
molestará en sentido alguno. El orden dentro de los edificios escolares
respectivos y la guarda de los muebles y demás objetos que en ellos se
encuentran, quedan exclusivamente a su cuidado y encomendados al honor de
los mismos estudiantes.
“Como es necesario conocer a fondo cuáles son los propósitos que animan la
Actitud de los estudiantes en huelga, no permito exhortarlos para que, previas
las declaraciones que tengan, se presente ante el suscrito, ya sea
personalmente o por escrito, a la hora y momento que lo juzguen pertinente” 2
Tan pronto como los estudiantes conocieron el sentir del Ejecutivo
nombraron una comisión que me hizo entrega del pliego de peticiones que
aprobó la asamblea general que convocó el Comité de Huelga, y que
textualmente reproduzco. Dice así:
“C. Presidente de los Estados Unidos Mexicanos.
“Palacio Nacional.
“Con plena autorización de todos los estudiantes del Distrito Federal, hoy
en huelga, conforme a los deseos de usted, manifiestos en sus declaraciones
del 25 del presente y con el fin de expresar los postulados fundamentales para
2
“El Universal”, Excélsior” y “La Prensa”, 28 de mayo de 1929.
resolver el actual conflicto, postulados que sintetizan las aspiraciones y deseos
de la clase estudiantil, ante usted, con todo respeto, exponemos:
“CONSIDERANDO PRIMERO: Que el ciudadano licenciado Ezequiel Padilla,
actual secretario de Educación Pública, demostró indiferencia primero e
incapacidad después para resolver, desde un principio, en forma pacífica el
conflicto estudiantil; y, más tarde, tácitamente aprobó los sangrientos atropellos
cometidos por la Policía y Bomberos en contra de estudiantes inermes; pues
siendo el secretario de Educación Pública la máxima autoridad educativa, debió
seguir con todo interés el desarrollo de los acontecimientos, e intervenir
oportunamente a fin de evitar criminales abusos de fuerza como el realizado por
los cuerpos antes dichos el 23 de los corrientes, habiéndose abstenido hasta de
reprobar los atentados que se cometieron, por lo que ha perdido la confianza y
la estimación de nuestra clase.
“CONSIDERANDO SEGUNDO: Que el señor profesor Moisés Sáenz, actual
subsecretario de Educación Pública, siendo también una alta autoridad escolar,
y por los mismos motivos que el ciudadano licenciado Padilla, tiene una gran
responsabilidad en los sucesos a que nos hemos referido y es además el
causante de numerosas dificultades escolares por los métodos y sistemas
extranjeros e inadecuados que, a pesar de numerosas protestas, ha implantado
en las escuelas en donde la práctica demuestra su más completo fracaso,
provocando esto un general e intenso malestar entre todos los estudiantes.
“CONSIDERANDO TERCERO: Que el ciudadano licenciado Antonio Castro
Leal, rector de la Universidad Nacional, demostró una absoluta ineptitud para
resolver las dificultades existentes y una intransigencia rayana en la terquedad
para escuchar las solicitudes que se le hicieron, faltando en diversas ocasiones
a las promesas conciliatorias que hizo a los comisionados para entrevistarlo y
habiendo aprobado con su silencio los acontecimientos del 23 de mayo, pues se
limitó a hacer una protesta tibia cuando ya los hechos estaban consumados.
“CONSIDERANDO CUARTO: Que nuestro movimiento está en todo asistido
por la razón y justicia, y que, a pesar de ello, algunos directores de escuelas
expulsaron a los mantenedores del mismo y se caracterizaron por una
antidemocrática hostilidad a los representantes de la huelga, vulnerando los
derechos que la Sociedad de Alumnos había adquirido desde hace ya largo
tiempo, por lo que no son ya acreedores al puesto que desempeñan.
“CONSIDERANDO QUINTO Que los ciudadanos Vicente Quintana y Pablo
Monesca, jefe de la Policía del Departamento del Distrito Federal y jefe de la
Comisiones de Seguridad, respectivamente, abusando de la fuerza que la
sociedad les confía para fines nobles y extralimitándose en sus funciones, en
una forma arbitraria ordenaron que la gendarmería hiciera fuego sobre una
multitud de estudiantes, hiriendo a varios de gravedad, entre ellos al compañero
Loaiza, habiendo tanto la policía como los bomberos desplegado una saña y
encarnizamiento salvaje, pues varios estudiantes estando ya caídos fueron
brutalmente golpeados y heridos con hachas y rifles, hechos que testifican
numerosas personas, entre ellas algunos ciudadanos extranjeros que en
aquellos momentos se encontraban en las puertas del Hotel Regis.
“CONSIDERANDO SEXTO: Que hechos como los registrados el 23 de mayo
constituyen atentados de cultura que menguan el prestigio y manchan el buen
nombre de México y que la impresión que esos hechos causaron sólo puede ser
contrarrestada abriendo una minuciosa y tenaz investigación, que exhiba al
culpable de ellos y permita aplicar un ejemplar y enérgico castigo.
“CONSIDERANDO SEPTIMO: Que todas las dificultades estudiantiles provienen
de que la voz y voto de los estudiantes, en la forma era que actualmente está
integrado el Consejo Universitario, no tiene ningún valor, pues sus
representantes son en número muy inferior al número de los representantes de
las autoridades escolares y de profesores, quienes llevan siempre una opinión
unificada e intransigente, que echa por tierra todas las proposiciones y deseos
de los estudiantes, siendo esto el origen de conflictos como el actual y deseamos
aprovechar la buena disposición de usted para que la clase estudiantil, única a
la que aún no llega en una forma eficaz la obra de la Revolución, realice una
verdadera conquista que resuelva con justicia y equidad problemas presentes y
futuros.
“CONSIDERANDO OCTAVO: Que las escuelas técnicas no tienen un órgano en
el cual los estudiantes de las mismas puedan hacerse oír, cuestión ésta que
quedaría resuelta para bien del funcionamiento de dichas escuelas, con la
creación de un Consejo Técnico integrado en la misma forma y que por las
mismas razones que en el considerando anterior se exponen para el Consejo
Universitario.
“CONSIDERANDO NOVENO: La esencial importancia que tiene la enseñanza
normal para tener una benéfica y efectiva difusión de la cultura en México, cosa
en que estriba la solución de uno de nuestros grandes problemas nacionales
hace que se tenga en cuenta que dicha enseñanza recibiría un beneficio e
impulso con la creación de un Consejo de Escuelas Normales, integrado en
forma idéntica por las mismas razones expuestas en los considerandos relativos
a los Consejos Universitarios.
“CONSIDERANDO DECIMO: Que la causa principal del bajo nivel y la falta de
unidad de la cultura que desde hace algunos años se nota en las diversas
Facultades, es el haber dividido la Escuela Nacional Preparatoria creando las
Escuelas Secundarias en donde se imparte una enseñanza elemental y débil; y
creyendo de fundamental importancia la reincorporación de dichas secundarias
a la Preparatoria, para evitar así el descenso cultural que cada día se acentúa y
que constituye una amenaza para el futuro de México.
“A usted, C. Presidente de la República, con todo el respeto que su alta
investídura nos merece, pedimos en nombre de todos los estudiantes en huelga
y con la amplia autorización que ellos nos han conferido, que, tomando en
consideración las razones expuestas en los considerandos respectivos, tenga a
bien dictar los siguientes acuerdos en beneficio de la clase estudiantil:
I.- a) Pídanseles sus renuncias a los ciudadanos licenciado Ezequiel Padilla,
Secretario de Educación Pública; profesor Moisés Sáenz, subsecretario de
Educación Pública; licenciado Antonio Castro Leal, rector de la Universidad
Nacional.
“b) A todos aquellos ciudadanos directores y empleados de Educación Pública y
de la Universidad Nacional que resulten responsables de las represalias
ejercidas en contra de los estudiantes en huelga.
“II.- Destitúyase, por indignos de los puestos que actualmente desempeñan, a
los ciudadanos Valente Quintana y Pablo Meneses.
“III.- Acéptese que, a partir de la renuncia del señor licenciado Castrar Leal, el
rector de la Universidad Nacional sea electo por el C. Presidente de la República,
de una terna que en cada caso presentará el Consejo Universitario. Intégrese, a
partir de esta fecha, en lo sucesivo dicho Consejo por un número de delegados
estudiantiles igual al número de delegados que formen los directores y
profesores de los escuelas; dándose en el mismo, derecho a voz y voto a un
delegado de la Confederación Estudiantil de la República y a un delegado de la
Federación Estudiantil del Distrito Federal; que el Rector tenga en dicho Consejo
voto de calidad para caso de empate. El espíritu de este acuerdo deberá ser el
de que nunca y por ningún motivo los delegados oficiales y docentes con voz y
voto, sean en mayor número que los delegados estudiantiles con el mismo
derecho de voz y voto.
“IV.- Créese con la misma organización y funcionamiento del Consejo
Universitario, un Consejo de Escuelas Técnicas y un Consejo de Escuelas
Normales.
“V.- Reincorpórense todas las Escuelas Secundarias existentes a la Escuela
Nacional Preparatoria, sin perjuicio de que, de no ser posible reunirlas en el
mismo edificio, ocupen diversos locales, teniendo cada una la denominación de
Escuela Nacional Preparatoria.
“VI.- Abrase una. Minuciosa y tenaz investigación a fin de determinar quiénes
fueron los responsables de la agresión en que resultaron victimas los estudiantes
y aplíquese a los culpables un enérgico castigo.
“Esperamos todos los estudiantes, señor Presidente, de los antecedentes de
justicia y de los méritos revolucionarios que en usted se reúnen, tenga a bien
acceder a estas peticiones que constituyen un viejo e insatisfecho anhelo nuestro
y compendian las más altas y ardientes aspiraciones de la clase estudiantil. Ellas
serán, si usted se digna resolverlas favorablemente, la máxima conquista
revolucionaria de nuestra clase, que como la obrera y campesina y como todas
las clases sociales de la República, desea que llegue hasta ella la obra avanzada
y reivindicadora de la Revolución Mexicana. - México, D. F., a 27 de mayo de
1929.- Por el Comité General de Huelga, el Secretario, Ricardo García Villalobos.
- Rúbrica.”
Después de meditar serenamente los puntos que los estudiantes en huelga
sometieron a la consideración de la presidencia de la República, llegué a la
conclusión de que lo que ellos pedían no resolvería fundamentalmente ninguno
de los graves problemas planteados y sí implicaba un quebrantamiento de la
autoridad gubernamental; pues acudir a la destitución de funcionarios o a la
aceptación de renuncias, que ninguno había presentado —no existiendo motivo
alguno para presentarlas— era tanto como relajar el principio de autoridad. En
mi opinión, los escándalos callejeros que habían dado margen a la represión que
la policía y los bomberos se habían visto obligados a ejecutar, se debían
exclusivamente a la torpeza y falta de previsión con que procedieron las
autoridades universitarias, únicas responsables de aquellos lamentables
acontecimientos.
Como, por otra parte, los estudiantes eran azuzados constantemente por líderes
políticos interesados en provocar situaciones ventajosas, consideré necesario
ahondar, tanto como fuera posible, en la serie de problemas universitarios que
desde hacía mucho tiempo se venían presentando al gobierno y a los que,
anteriormente, no se había procurado dar una solución adecuada, bien por falta
de confianza, bien porque no se había tenido la decisión de afrontarlos con
entereza. Así fue como, al contestar el memorial que presentaron a mi
consideración los estudiantes, les manifesté: que el Ejecutivo iba desde luego a
someter al Congreso de la Unión un proyecto de Ley que otorgara a la
Universidad Nacional la autonomía a que tenía pleno derecho.
Mucho se comentó en aquellos días la resolución del Ejecutivo y hasta alguno
de mis colaboradores, que no procedió con la debida lealtad (el Dr. Puig
Causaran), se llegó a vanagloriar de ser él el autor de aquella medida salvadora
para la Universidad. A mí no me interesó hacer aclaraciones de ninguna especie,
convencido de que la idea de la autonomía universitaria venía siendo auspiciada
desde la época del ilustre licenciado don Justo Sierra. Pensé que, cualesquiera
que fueran los comentarios que se hicieran por mis amigos o por mis enemigos,
yo cumplía lisa y llanamente con un deber patriótico y me satisvacía plenamente
el hecho de que me correspondiera el honor de haber realizado tal proyecto, que
antes no se había tenido el valor de llevar a la práctica, no obstante que algunos
de los secretarios de Educación que habían figurado en períodos anteriores (el
mismo Dr. Puig Causaran) habían halagado a la juventud universitaria con vanas
promesas de autonomía que, como digo antes, no se atrevieron a satisfacer.
Al memorial que los estudiantes sometieron a la consideración del Ejecutivo, di
la siguiente contestación:
“Palacio Nacional, 28 de mayo de 1929.
“Secretario del Comité General de Huelga de la
“Facultad de Derecho y Ciencias Sociales.
“Presente.
“Estimado amigo:
“Quiero contestar su comunicado de ayer con una carta, para establecer así el
tono de serena cordialidad con que deseo referirme a sus peticiones, y a la
conducta que en los últimos días han venido ustedes observando. Espero de
este modo encontrar en ustedes una colaboración tan generosa como la deseo,
llegando hasta usted y hasta sus compañeros no como un funcionario público
ocasionalmente revestido con la máxima autoridad, sino como un hombre de
extracción universitaria, que está bastante cerca todavía de la vida estudiantil,
con sus anhelos, con sus preocupaciones y hasta con sus apasionamientos,
criticables tal vez si se juzgan con un criterio puritano y extremista; pero
alentadores si se piensa que son testimonio de virilidad y dinamismo.
“Mis primeras palabras deberán ser, naturalmente, para lamentar que los
excesos de una represión que soy el primero en desautorizar, hayan hecho que
un conflicto escolar, que debió resolverse dentro de los muros de la Facultad de
Derecho, en un ambiente de libre discusión y de razonamiento técnico y
pedagógico, haya salido del recinto de la Escuela, dando ocasión o pretexto a
violencias y a excesos cuyos resultados afortunadamente no degeneraron en
tragedia pero que son, de todas maneras, sensibles y bochornosos.
“Seguros así de que, por mi parte, sólo encontrarán simpatía para actitudes
generosas, espero que, a su vez aceptarán con sinceridad la responsabilidad
que les corresponde en su categoría de estudiantes, de hombres que, por estar
ya en posesión de una cultura, tienen el deber de juzgar de acuerdo con los
dictados de la razón y del interés social y no en obediencia a los impulsos de un
arrebato, lógico como resistencia a una represión violenta, pero injustificado y
reprobable si se le quiere elevar hasta la categoría de norma general de
conducta.
“En este espíritu, será fácil a ustedes comprender las razones que me obligan a
no referirme concretamente a algunas de las peticiones contenidas en su
memorial. Ni me sería posible aceptarlas, ni en su aceptación o rechazo estriba
el problema que ha dado origen a los últimos acontecimientos. No podríamos
aceptarlas por injustificadas y porque la responsabilidad de la integración de mi
Gobierno y de sus resultados me corresponde íntegramente, y dejaría de
afrontarla plegándome a las exigencias transitorias de la masa estudiantil de la
capital, apasionada por las circunstancias del momento, en capítulo tan
importante como la designación de mis colaboradores, ya que ello equivaldría a
relajar mi responsabilidad y a diluir así, junto con esa responsabilidad, el principio
de autoridad que sólo en ella se basa y que no por vanidad personal, sino por
conveniencia del país, debo hacer respetar. Además, repito, algunas de sus
peticiones son fruto del acaloramiento consiguiente a la violencia, y ello les resta
la fuerza que tendrían si hubieran sido formuladas serenamente, como resultado
del convencimiento íntimo y fundado de todas las clases estudiantiles del país y
como expresión, así, de un verdadero sentimiento general que el Presidente de
la República debería oír para no autorizar la ejecución de resoluciones que el
país repudiara.
“Por otra parte, el problema real que en el fondo agita a ustedes y cuyo estudio
y resolución ha motivado en el caso la actuación de las autoridades
universitarias, no es un problema de funcionarios, ni puedo admitir que desde el
punto de vista de ustedes y por su propio decoro se plantee como un problema
nacido del deseo de ahorrar esfuerzos o trabajo para elevar la calidad de los
estudios universitarios.
“Aunque no explícitamente formulado, el deseo de ustedes es el de ver su
Universidad libre de la amenaza constante que para ella implica la ejecución,
posiblemente arbitraria en muchas ocasiones, de acuerdos, sistemas y
procedimientos que no han sufrido previamente la prueba de un análisis técnico
y cuidadoso, hecho sin otra mira que el mejor servicio posible para los intereses
culturales de la República. Para evitar ese mal, sólo hay un camino eficaz: el de
establecer y mantener la autonomía universitaria.
“Al dar un paso tan trascendental, la dirección de la Universidad quedará libre y
definitivamente en manos de sus miembros, maestros y alumnos; pero, junto con
la libertad alumnos y maestros deberán asumir cabalmente, el peso de todas las
responsabilidades
que
la
gestión
universitaria
trae
consigo,
y
esa
responsabilidad deberá extenderse no sólo a los maestros y alumnos actuales,
sino a todos los hombres de extracción universitaria que existen en la República,
que deban al país su cultura y los cuales es mi deseo que sean los responsables,
ante el mismo país, de la conservación, incremento y debida difusión de esa
cultura.
“Profundamente convencido de lo que antes digo, hoy mismo he formulado un
proyecto de Decreto convocando al Congreso de la Unión a sesiones
extraordinarias, para el estudio de la ley mediante la cual quedará resuelto el
establecimiento de la Universidad Nacional Autónoma, sobre las bases
generales siguientes:
“La Universidad libremente resolverá sus programas de estudios, sobre sus
métodos de enseñanza y sobre la aplicación de sus fondos y recursos.
“En el Gobierno de la Universidad participarán los maestros, los alumnos y los
ex-alumnos ya salidos de las aulas por haber concluido sus estudios.
“Los nombramientos de Rector y de Directores de las distintas Facultades o
Escuelas y dependencias universitarias, serán hechos como lo indique la ley
reglamentaria respectiva, por el Presidente de la República a propuesta “en
terna” del Consejo Universitario.
“Formarán parte de la Universidad Autónoma todas las Facultades y
dependencias que ahora la constituyen, a reserva de que se les incorporen más
tarde otras escuelas o dependencias ya establecidas por el Estado o que la
Universidad funde nuevas Facultades o establezca nuevos institutos.
“El Estado pasará a la Universidad un subsidio global cada año, en los términos
que apruebe el presupuesto dentro de los límites mínimos que la ley orgánica de
la Universidad deberá señalar.
“Espero que todos los miembros de la Universidad recibirán este proyecto con
profundo júbilo; pero, a la vez, con un claro sentido de la responsabilidad que
van a contraer y con un firme e inquebrantable propósito de aplicar todo su
esfuerzo para no defraudar a la Nación, que pone bajo su cuidado y vigilancia
sus más altos intereses educacionales. Espero también, por lo tanto, que
inmediatamente recobrará la Universidad su vida normal, mientras se cubren los
trámites necesarios para que este proyecto alcance debida realización.
“Y ahora, como en lo sucesivo, deseo que todos los problemas universitarios
sean tratados siempre dentro de la Universidad, por medios y razones técnicos
hasta resolverlos racionalmente, con provecho para los intereses del país.
Cuando - después de un ilustrado estudio, sin otra mira que el bien común - sin
la menor transigencia con la pereza o con el deseo de eludir el cumplimiento de
sus deberes escolares, los miembros de la Universidad libremente apoyen el
establecimiento de planes y métodos de estudio, con los cuales no estén todos
de acuerdo, podrán los inconformes recurrir al docetismo privado o la creación
de otras universidades libres en donde puedan adquirir, de acuerdo con su sentir
particular, los conocimientos que en la Universidad Nacional Autónoma se
impartan en forma que ellos juzguen inconveniente para sus intereses.
“Fundamentalmente confío en que todos los universitarios de la República,
alumnos o maestros actuales o antiguos miembros de la Universidad,
demostrarán, como lo han hecho en un momento de arrebato las clases
estudiantiles de la capital, su firme voluntad de unificarse para perseguir siempre
los fines culturales que más convengan a la Nación. Cuento, además, con su
virilidad para defender el tesoro que pronto quedará en sus manos, lo mismo
contra las bajas pasiones que pretendas disminuir la seriedad y la eficacia de las
labores universitarias que contra los actos arbitrarios de las autoridades. Así lo
exigen las circunstancias de nuestro país, en que tan necesario es que todos los
mexicanos se esfuercen para lograr los más altos propósitos y aprendan a cuidar
de que la autoridad nunca se exceda.
“Los saludo con afecto y me ofrezco de ustedes atento amigo y servidor. E.
Portes Gil."
Así terminó el grave conflicto que culminara con la huelga general de las
escuelas profesionales y que dio cima a la autonomía de la Universidad Nacional,
la cual venía siendo, desde el año de 1910, una legítima aspiración del
conglomerado universitario.
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