Ni española, ni parda ni mestiza: India

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Ni española, ni parda ni mestiza: India. Categorías sociales en el Buenos Aires tardocolonial
Jacqueline Sarmiento
Ni española, ni parda ni mestiza: India. Categorías sociales en el Buenos
Aires tardocolonial.
Jacqueline Sarmiento
Universidad Nacional de La Plata, Argentina
[email protected]
Resumen
La ciudad de Buenos Aires fue fundada en los confines del Imperio Español
con el propósito explicito de defender la frontera del avance portugués. La
situación marginal de la ciudad hizo que se desarrollaran en ella formas sociales
más flexibles, que se manifestaron también en lo tocante al sistema de categorías
sociales.
Desde mediados del siglo XVIII la ciudad tiene grandes cambios económicos
y demográficos y se constituye en un centro económico y político de importancia
en la región. En consonancia con esto es que en 1776 se forma el Virreinato del
Rio de la Plata, con Buenos Aires como capital. En este periodo la ciudad recibió
una gran afluencia de migrantes, tanto ultramarinos como del interior del virreinato.
Centramos nuestra atención en el grupo de las indias, puesto que si bien toda la
región rioplatense (tanto la ciudad como la campaña) atrajeron población, ellas se
establecieron preferencialmente en la ciudad, formando parte de hogares
interétnicos como agregadas o conchabadas.
Este trabajo surge del planteamiento de la necesidad de estudiar el
funcionamiento particular de las categorías socioétnicas en el Rio de la Plata. De
esta manera nos preguntamos ¿cómo están funcionando las categorías (indio,
mestizo, blanco, pardo) en esta sociedad? ¿Qué implica la categoría en cuanto a
las prácticas y representaciones de los sujetos? Dado que los niveles de mezcla
entre personas con distintas características biológicas eran altos, no se puede
pensar sólo en rasgos físicos para ubicar a una persona en una u otra categoría.
Una forma de ver el funcionamiento de las categorías es a través del estudio de la
cultura material. La cultura material es un componente fundamental para entender
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la inclusión de una persona en una categoría social, y es utilizada activamente por
los sujetos como una estrategia para acceder a ciertas prerrogativas.
Este trabajo se circunscribe al grupo de las indias presentes en la ciudad de
Buenos Aires desde mediados del siglo XVIII hasta comienzos del siglo XIX al cual
nos aproximaremos desde los datos referidos a la cultura material. Se utilizarán
datos procedentes de los empadronamientos de la ciudad (1744 y 1778), fuentes
judiciales (Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires).
Introducción
La ciudad de Buenos Aires fue fundada en los confines del Imperio Español con el
propósito explicito de defender la frontera del avance portugués. La situación
marginal de la ciudad hizo que se desarrollaran en ella formas sociales más
flexibles. Esta flexibilidad se hizo manifiesta también en lo tocante al sistema de
categorías sociales. La gran diversidad existente en las regiones centrales (Nueva
España y Perú) se reduce en Buenos Aires a unas pocas categorías, que además,
se muestran como categorías móviles y es frecuente el tránsito entre ellas. Este
trabajo surge del planteamiento de la necesidad de estudiar el funcionamiento
particular de las categorías socioétnicas en el Rio de la Plata. De esta manera nos
preguntamos ¿cómo están funcionando las categorías (indio, mestizo, blanco,
pardo) en esta sociedad? ¿Qué implica la categoría en cuanto a las prácticas y
representaciones de los sujetos? Dado que los niveles de mezcla entre personas
con distintas características biológicas eran altos, no se puede pensar sólo en
rasgos físicos para ubicar a una persona en una u otra categoría. Una forma de
aproximarnos al funcionamiento de las categorías sociales es a través del estudio
de la cultura material. La cultura material es un componente fundamental para
entender la inclusión de una persona en una categoría, y es utilizada activamente
por los sujetos como estrategia para acceder a ciertas prerrogativas.
Este trabajo se circunscribe al grupo de las indias presentes en la ciudad de
Buenos Aires desde mediados del siglo XVIII hasta comienzos del siglo XIX, al
cual nos aproximaremos desde los datos referidos a la cultura material. Se
utilizarán datos procedentes de los empadronamientos para la ciudad de Buenos
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Aires de 1744 y 11781 y fuentes judiciales provenientes de las secciones Juzgado
del Crimen y Real Audiencia (Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires2).
El problema de las categorías sociales
Pensamos en las categorías socioétnicas cuando se hacen visibles en los
documentos. Éste es el caso de los padrones, que apuntan a ordenar a la gente,
en una sociedad estamental donde el criterio de ordenamiento es una
combinación que atraviesa la etnia, el género y la posición económica, entre otras
cosas. Las categorías se hacen presentes también en los juicios, y esto es
importante porque el ordenamiento jurídico establecía diferencias para cada uno
de los grupos sociales: españoles (criollos o peninsulares), negros, indios. En
otras circunstancias (y también otras fuentes) la categoría no se explicita, ahora
bien ¿podemos pensar que cuando la categoría no quedaba registrada en las
fuentes esta no se manifestaba? Partimos de la premisa de que el uso de las
categorías tiene que ver con la construcción de identidades al interior de la
sociedad porteña. Las categorías sociales se presentan entonces como límites
discretos entre la gente, aunque las interacciones sean fluidas, y teniendo en
cuenta también el tránsito de las personas por diferentes categorías a lo largo de
su vida3. Pensar de esta manera las categorías sociales cambia la forma de ver a
Buenos Aires, puesto que la ciudad “mestiza” se nos presenta ahora como un
mosaico complejo y dinámico, pero para nada homogéneo. Podemos pensar de
esta manera en grupos étnicos, entendiendo a estos como categorías de
adscripción e identificación utilizadas por los actores mismos y que tienen la
característica de organizar las interacciones entre los individuos4. Las categorías
1
Facultad de Filosofía y Letras. Documentos para la Historia Argentina, tomos X y XI, Buenos
Aires, 1913.
2
En adelante AHPBA.
3
Barth, Frederik comp, Los grupos étnicos y sus fronteras, Fondo de Cultura Económica, México,
1976. p. 10.
4
Barth, Frederik comp, Los grupos étnicos y sus fronteras, Fondo de Cultura Económica, México,
1976. p. 11.
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sociales marcan el límite étnico, que define al grupo y no al contenido cultural que
encierra, y que organiza la vida social5.
En el Rio de la Plata las categorías más frecuentemente utilizadas fueron las
de español, negro, mulato, pardo, indio y mestizo. En el padrón de 1744 hay una
categoría más que se presenta como omisión de datos, ésta es interpretada
tradicionalmente como “español” o “blanco”. En este caso tomamos la
interpretación de esta categoría como “español”, puesto que la asignación de
“blanco” es impropia para este momento histórico en el cual el pensamiento racial
no está tan desarrollado; interesan mucho más, en cambio, los datos relacionados
con el lugar de origen de las personas ajenas al Virreinato (genoveses, irlandeses,
franceses, ingleses, portugueses, etc.). Esta mención especial que expresa el
lugar de origen, si bien hay excepciones, corresponde al mismo nivel de inclusión
que las categorías de de español, indio, mestizo, etc., por lo tanto, mantenemos la
consideración de los foráneos como otra entidad étnica.
Categorías sociales y cultura material
Toda identidad construida requiere de marcadores identitarios, y ese es el
contenido cultural que interesa para definir los grupos. Estos pueden ser
comportamientos, un espacio territorial, lenguaje, vestimentas, etc. Todo lo que
incluye la cultura material se pone en juego en las relaciones humanas, y por lo
tanto también en los procesos de construcción de identidades colectivas.
Tomando una definición de Arnold Bauer, decimos cultura material significa
las formas en que hombres, mujeres y niños producen las cosas que ingieren o
con que se cubren, las moradas que habitan, las herramientas que emplean, junto
con la forma en que usan y consumen esos bienes6. Es fundamental entender que
la cultura material se relaciona con la economía, ya que los bienes tienen un
precio, ya sea que este se exprese de una u otra manera. Por otro lado, los bienes
encierran la dualidad de ser al mismo tiempo necesarios e identificantes. Tiene un
5
Barth, Frederik comp, Los grupos étnicos y sus fronteras, Fondo de Cultura Económica, México,
1976. p. 17.
6
Bauer, Arnold, “La cultura material”. En: Carmagnani, Marcelo; Hernández Chavez, Alicia y
Romano, Ruggiero. Para una historia de América. I Las estructuras. El Colegio de México, México.
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significado social y la gente la utiliza para marcar afinidad o diferencia con otros
grupos. La cultura material tiene asimismo un aspecto que supera la necesidad: el
lujo. El acceso diferencial a los bienes de prestigio nos permite acercarnos a la
complejidad de una sociedad estamental, pero no clasista.
Los estudios sobre cultura material presentan dos vertientes. Una de ellas es
la proveniente de la historia, en la que estos estudios se han desarrollado desde la
perspectiva de la vida cotidiana. Si bien la historia de la vida cotidiana se vincula
con la renovación historiográfica que condujo a la historia de la vida privada y a
enfoques que privilegiaron escalas de análisis reducidas, hay una atención
especial a la cultura material. Pese a ello es frecuente que estos estudios tomen la
cultura material sólo desde la idea de necesidad7. Desde la antropología el estudio
de la cultura material ha sido una preocupación constante, desarrollándose
diversos modelos teóricos en cada una de sus orientaciones. La arqueología es la
que más desarrollos teóricos ha tenido al respecto puesto que los arqueólogos
realizan toda deducción o inferencia a través de la cultura material. Partiendo de
la premisa de que toda la cultura material está constituida de manera significativa,
la tarea de los arqueólogos llega a ser cómo interpretar los aspectos irreductibles
de la cultura (la significación) para llegar a la sociedad a través de la evidencia
material. La arqueología postprocesual se ha desarrollado en este sentido
planteando que son los contextos los que ofrecen la clave de los significados, por
lo que el arqueólogo buscará comprender contextos culturales en sí mismos,
considerándolos como un conjunto de disposiciones y prácticas culturales8. El
papel del individuo como un sujeto activo es crucial, puesto que es quien da
sentido a la cultura material, la cultura material crea la sociedad por medio de las
acciones de los individuos9. En este caso acción se refiere a la capacidad de los
sujetos para utilizar la cultura material como un recurso que permite crear y
transformar relaciones de poder dominación.
7
“la historia de los distintos modos en que se han satisfecho estas necesidades fundamentales” –
comida, cobijo y abrigo corporal- Pounds, Norman. La vida cotidiana. Historia de la cultura material.
Crítica, España, 1999, p. 13.
8
Hodder, Ian. Interpretación en Arqueología. Corrientes actuales. Crítica, Barcelona, 1988. pp. 1820.
9
Hodder, Ian. Interpretación en Arqueología. Corrientes actuales. Crítica, Barcelona, 1988. p. 20.
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En las sociedades americanas del siglo XVIII la pertenencia a un estamento
tenía que ver con la etnia, el género10, y la posición económica. Las definiciones
en uso son agrupadas comúnmente bajo los términos de “naturaleza” o “calidad”.
Se trata de las categorías en uso, apartándonos de consideraciones esencialistas,
más aún cuando estamos trabajando en una sociedad mestiza. Ser español,
criollo, pardo, mulato, indio, chino, se definía en parte por las características
fisionómicas, y en parte por la cultura material a través de la cual el sujeto se
presentaba a la sociedad, la cual resumía aspectos como la situación económica y
la posición social del sujeto11.
En este trabajo intentaremos una aproximación a las categorías sociales a
través de la cultura material, buscando armar los contextos que permitan
interpretar las relaciones interétnicas presentes en la sociedad, particularmente en
el caso de las indias. Es una propuesta inicial que apunta a generar una
perspectiva útil para profundizar el estudio de estas relaciones hacia el interior de
la sociedad porteña tardocolonial, representa por lo tanto, un punto de partida de
un trabajo en el cual queda camino por recorrer.
El espacio urbano
Buenos Aires a mediados del siglo XVIII es una ciudad con un notable crecimiento
demográfico y económico. Es muy importante en este periodo la afluencia de
extranjeros, los migrantes de ultramar, como así también la llegada de migrantes
desde otras regiones del virreinato. La ciudad cambia también su forma entre
mediados del siglo XVIII y comienzos del XIX, comienza extendiéndose en su
margen oriental (a excepción de las áreas contiguas al rio o los bajos de la
barranca por ser zonas inundables), y continúa en los años sucesivos
manifestando un rápido aumento en la densidad de población en las manzanas ya
10
Tomo la definición aportada por Joan Scott en “El género: una categoría útil para el análisis
histórico”. En: Lamas Marta comp. El género: la construcción cultural de la diferencia sexual.
PUEG, México, 1996 pp. 265-302. El género es un elemento constitutivo de las relaciones sociales
basadas en las diferencias que distinguen los sexos y el género es una forma primaria de
relaciones significantes de poder. p. 23.
11
Gonzalbo Aizpuru, Pilar, Familia y orden colonial, El Colegio de México, Centro de Estudios
Históricos, México, 1998. p. 24.
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ocupadas y un incremento lento de la ciudad hacia el sur, oeste y norte. El área
más densamente poblada estaba definida por un triángulo con base en el margen
oriental de la ciudad y con su vértice ubicado seis manzanas al oeste de la plaza
principal12.
Si bien había claras diferencias entre el centro de la ciudad y su periferia en
cuanto al tipo de vivienda en uno y otro lugar, la gente no se distribuyó en forma
segregada, diferenciando barrios de acuerdo con la procedencia de cada quien.
Emir Reitano en su estudio sobre los portugueses para el Buenos Aires
tardocolonial observa que estos se establecieron tanto en los cuarteles centrales
como en los periféricos aprovechando diversos tipos de viviendas, desde
pequeños cuartos de alquiler hasta los ranchos de adobe y techo de paja,
comunes en la periferia de la ciudad13. En el caso de los indios pasa algo similar,
no están restringidos a un sector de la ciudad, pero se observan diferencias en su
distribución.
La migración de las mujeres indias no siguió las mismas pautas que la de los
hombres. Según los datos de los empadronamientos de 1744 y 1778 es notable la
diferencia de proporciones entre hombres y mujeres que hay entre la campaña y
Buenos Aires, la cual evidencia que las mujeres se establecían preferencialmente
en la ciudad. Un dato importante es que en la ciudad es común encontrar mujeres
solas, en tanto en la campaña las mujeres indias están casi siempre casadas.
Se observa una distribución diferencial de los indios dentro de la ciudad.
Siguiendo los datos del padrón de 1778 Susana Aguirre observa que, si bien la
mayor cantidad de indios se encontraba viviendo en los suburbios, las mujeres se
establecían preferencialmente en el área céntrica14. A los indios se los encuentra
mayormente trabajando como peones en los hornos de ladrillos. En los cuarteles
del centro de la ciudad es mayor el porcentaje de mujeres y también el de niños
12
Johnson, Lyman y Socolow, Susan. “Población y espacio en el Buenos Aires del siglo XVIII”. En:
Desarrollo Económico Nº 79, vol. XX, Buenos Aires, 1980.
p. 342.
13
Reitano, Emir, La inmigración antes de la inmigración. Los portugueses de Buenos Aires en
vísperas de la Revolución de Mayo.
14
Aguirre, Susana; (2005); Cruzando fronteras. Relaciones interétnicas y mestizaje social en la
campaña y ciudad de Buenos Aires en el periodo colonial; La Plata; Instituto Cultural de la
Provincia de Buenos Aires, Publicaciones del Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires
“Dr. Ricardo Levene”.
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pequeños. La mayor representación de mujeres en los cuarteles centrales es un
punto de partida muy interesante ya que nos lleva a preguntarnos sobre sus
formas de subsistencia, participación laboral y su integración a un ámbito urbano
que tenía como base de su funcionamiento los espacios multiétnicos.
En una amplia mayoría de casos las indias están incorporadas a casas de
otros, bajo la forma de agregadas, arrimadas, conchabadas, en compañía, o en
servicio. Ellas alcanzan a un 57,3% en 1744 y 66,1% en 1778.
Según nuestros datos no podemos pensar a los agregados desde un vínculo
exclusivamente laboral ni parental. Lo que planteamos es la consideración de la
formación de grupos domésticos complejos que integran tanto parientes (los
consanguíneos y afines) como no parientes. Dentro de estos grupos domésticos
entendemos que se dieron diversas interacciones, y para pensarlas hay que poner
el foco en la convivencia doméstica. Debemos pensar en la relación entre familia y
grupos domésticos y en las interacciones que se generan cuando en el grupo
doméstico se integran personas ajenas a la familia o incluso otras familias.
La vivienda
En los cuarteles centrales de Buenos Aires las viviendas fueron casas “de alto”,
con calles empedradas y obras de alumbrado público. Las casas podían incluir
uno o varios cuartos de alquiler. Solían tener una estructura de crecimiento por
adición que agregaba cuartos. Esto es lo que Daniel Schavelzon nombra como
unidad básica de vivienda. Tenía una variante que integraba a la unidad
arquitectónica un local para negocio en la esquina (la unidad básica ampliada)15.
Gran parte de las familias vivía en pequeñas casas que alquilaba y en
condiciones de hacinamiento. Hay casos de indias viudas como jefas de familia
con sus hijos y casos también de mujeres viviendo solas. La primera situación es
común para esta época en mujeres de todos los grupos sociales. El casamiento se
realizaba frecuentemente habiendo una amplia diferencia de edad entre el hombre
15
Schavelzon, Daniel. “La casa colonial porteña: notas preliminares sobre tipología y uso de la
vivienda”. Publicado originalmente en: Medio ambiente y urbanización, número 46, pp. 68-83,
Buenos Aires, 1994. http://www.danielschavelzon.com.ar/?p=33
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y la mujer y la viudez era moneda corriente. La segunda situación, una mujer
viviendo sola, es mucho más inusual. En el empadronamientos de 1744 no se
presentan casos de indias viviendo solas, sí aparece en el de 1778 casos
aislados, como el de María Carabajal de 38 años, casada, viviendo sola, y el de
Bartholina Rodriguez, de 26 años y soltera. Hay también indias como jefas de
familia, viudas o solteras, y casos de indias a cargo de la casa con agregados,
como el de Mónica Carrancio de 30 años, soltera, con dos agregados mestizos;
Petrona Suárez, de 60 años con una india agregada, y María San Martín, viuda de
106 años, que tiene agregada a Petrona Irrasabal, también viuda y de 100 años.
El caso de la india Teodora, asesinada en su propia casa, es uno de estos
casos poco representados en el padrón de indias viviendo solas. Esto sucedió en
1781, en el cuarto que alquilaba Teodora, minado de ratas y prácticamente sin
muebles16.
Los casos de hacinamiento se ven también con los cuartos de alquiler, como
ejemplo de esto podemos citar la situación que vivían Rita Corvera con su marido
quienes alquilaban un “cuarto zapatería” junto con otra pareja17. En este ambiente
reducido y de poca intimidad es que luego de una discusión Rita Corvera casi
mata a su marido.
Lo reducido de las viviendas (hasta llegar al cuarto) hace pensar en que la
vida cotidiana se desarrolla en gran medida fuera de estas, en los patios o fondos,
y los cuartos quedaban principalmente para dormir.
Los padrones para la ciudad de Buenos Aires de 1744 y 1778 utilizan
básicamente tres categorías de vivienda: casa, cuarto y rancho. Las indias viven
mayormente como agregadas en casas (34% en 1744 y en 1778), aunque también
es frecuente el alquiler de cuartos o ranchos.
Esto en combinación con la ubicación más bien céntrica de las mujeres nos
lleva a pensar en una estrategia que no es ni exclusivamente étnica, ni
exclusivamente de género. Las indias utilizaron la estrategia de asentarse en las
16
AHPBA, Real Audiencia, Teodora, Autos criminales para la averiguación de la muerte de esa
india, 5-5-69-2, 1791.
17
AHPBA, Juzgado del Crimen, Autos criminales contra Rita Corvera por las heridas inferidas a su
marido, Valentín Arroyo. 34-1-11, 1781.
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áreas centrales de la ciudad incorporándose como agregadas o conchabadas a
hogares
que
alcanzaron
una
complejidad
importante,
entre
los
cuales
predominaron las familias extensas. Trabajando en ellos en el servicio doméstico,
en muchas ocasiones en condiciones de explotación o total indefensión.
Los bienes y la vestimenta
Los estudios de bienes y patrimonio suelen realizarse aprovechando la
información brindada por testamentos y sucesiones. En el caso de las indias esto
es muy dificultoso, ya que son escasos los testamentos de indias que podemos
encontrar aquí. Pese a ello hay referencias ocasionales en otras fuentes (como los
expedientes judiciales) y es interesante reparar en esos datos dispersos.
En los dos empadronamientos consultados para este trabajo se registran
indias propietarias de inmuebles. En el primero sólo sabemos de Magdalena,
propietaria de un rancho que alquila. Hacia 1778 los casos son más, y esto es
comprensible puesto que los años que median entre uno y otro censo
corresponden a un periodo de intenso crecimiento demográfico para la región.
Para esta fecha tenemos 14 casos de mujeres indias propietarias del inmueble
que habitan, sólo una de ellas vive sola, 7 son viudas (6 con sus hijos), Brigida
Guevara es soltera con 4 hijos, y las demás son casadas y vivían con su marido,
hijos y agregados en muchos casos, pero son nombradas como las dueñas del
lugar. Susana Aguirre comenta dos casos de indias propietarias de inmuebles, uno
por un testamento que Juana María Gutiérrez, india, deja a favor de su hija el que
le cede un sitio en el barrio de San Juan de 17 y media varas de frente por treinta
y cinco de fondo edificado a dos aguas; el segundo es un caso ocurrido en 1780
en que la india recibe los bienes de su ama18.
Las referencias a los bienes muebles son más escasas. Ellos aparecen
enunciados por ejemplo en los reclamos de hijos y bienes que hicieron algunas
indias, o en otros casos judiciales. En el caso de Juana Ledesma estos incluían:
18
Aguirre, Susana. Cruzando fronteras. Relaciones interétnicas y mestizaje social en la campaña y
ciudad de Buenos Aires en el periodo colonial. Colección dirigida por Claudio Panella –1ª. Ed.- La
Plata: Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires, 2005. p. 73.
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Razón de los bienes de la india Juana Ledesma:
Cinco bueyes mansos
Doce lecheras con sus crías
Dieciséis caballos
Una tropilla de yeguas
Veinte cerdos capones
Las chanchas no se sabe el número
El rancho con cocina
Un detalle de bienes materiales se encuentra también en los Autos seguidos
contra los tapes Andrés Alabe y su esposa María Polonia Vera por haber robado a
Saturnino Planes:
Razón de muebles y bienes que se han hallado en el cuarto donde
habitaban Andrés Alabe y su mujer quienes fueron presos y enviados a
la cárcel pública:
Una daga de cuarto y media a lo largo
Dos hijares de hueso de caballo
Una chaqueta y un calzoncillo viejo
Un cojinillo negro viejo
Un freno, una vincha, un estribo, un palo, un maniador, todo viejo
Una bata, una botija
Un par de zapatos usados y un sombrero viejo
Una botella, un camiso que seria de cama
Una vasilla de barro
Una taza de loza y dos ccucharas
También:
Un hacha y una pala, una cafetera y una olla, un plato grande y cuatro
chicos todos de loza, cinco cucharas de metal y dos cuchillos, cinco
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tenedores de lo
mismo y una almohada todo lo cual dicho alcalde
entregó al hombre que dijo que eran suyos, pero la declarante ignoraba
si eran robados porque su marido andaba todo el día en la calle.
Si bien es una información fragmentaria que no nos permite por el momento
formular conclusiones representa un acercamiento a la vida material hacia el
interior del hogar. Será necesario incrementar el bagaje documental para poder
arribar a una interpretación válida de estas situaciones.
En cuanto a la vestimenta se puede observar que, siendo los objetos que se
usan directamente sobre el cuerpo constituye la forma más inmediata de
presentación ante los demás. Cubre una necesidad, pero también significa; nos
vestimos con los significados. Hacia el siglo XVIII la ropa constituía en la ciudad de
Buenos Aires un bien preciado. La gente de los sectores pobres no solía contar
más que con una muda de ropa, que usaba continuamente hasta que se gastaba.
Una persona común podría haber poseído un par de zapatos usados, un
sombrero, un poncho, un par de medias de lana, un gorro de tela, un par de calzas
y un chaleco19. Era común que estas personas compraran los lienzos y
confeccionaran ellos mismos su ropa. Entre la gente acomodada la ropa era de
mayor calidad y confeccionada por sastres.
Según un viajero que llegó al Río de la Plata hacia 1763, las mujeres vestían
con un corset sin ajuste y una falda, de género más menos rico y bordado con un
galón de plata, oro o seda. Para el peinado sólo unas cintas atando el cabello que
caía por las espaldas, el cual era motivo de orgullo para las mujeres. Y para
cubrirse la cabeza al salir a la calle utilizaban la mantilla, rebozo o iquella, que
menciona que era de género fino, blanco y de lana y adornado con plata, oro o
seda. Con ella se cubrían la cabeza y el rostro casi por completo20. Por supuesto
que la vestimenta descripta era usada sólo por las personas más prestigiosas. Si
consideramos a las indias llegadas a Buenos Aires podemos pensar que ellas
tendieron a adoptar modos de vida y costumbres rioplatenses, sobre todo cuando
19
Reitano, Emir. La inmigración antes de la inmigración. Los portugueses de Buenos Aires en
vísperas de la Revolución de Mayo. Eudem, Mar del Plata, 2010. p. 196.
20
Fragmentos de Antonio José Pernety citados en Busaniche, José Luis. Estampas del pasado.
Lecturas de historia argentina, tomo I, Hyspamérica, Buenos Aires, 1986. pp. 200-201.
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eran traídas de pequeñas y se integraban como criadas a una casa. Sin embargo
la información sobre vestimenta es escasa y no hay registros visuales que
permitan otra estrategia de aproximación. El caso de la india Teodora, ya citado,
ilustra una situación de integración a la vida urbana en un contexto de pobreza:
ante la pregunta de su pretendiente acerca de cuántas polleras tenías, responde
que sólo tenía una.
Consideraciones finales
Este es un trabajo inicial que apunta a reunir la evidencia que permita una
aproximación a las indias desde la cultura material. Queda mucho por hacer aún
pero intentamos presentar un planteo que apunte a superar una descripción del
tipo de una etnografía clásica en la que se detallan ítem por ítem todos los
aspectos de la vida un pueblo. De esta manera el estudio de la cultura material
cobra sentido por su vinculación con las relaciones interétnicas.
Es común escuchar hablar de los sectores bajos de Buenos Aires como de
una población mestiza sin diferencias hacia su interior y cuando aparecen
categorías para referirse a ellos se suele decir que estas categorías son arbitrarias
y puestas por el censista de turno. En este trabajo cuestionamos esta idea de
arbitrariedad inclinándonos por entender estas categorías como construcciones
identitarias, construcciones que se habrían manifestado en múltiples niveles,
incluyendo la cultura material.
No se trata sólo de ser mujer, no se trata sólo de ser pobre. La cultura
material, en su conjunto, nos ayuda a definir qué era ser india en Buenos Aires
hacia las postrimerías del periodo colonial.
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Bibliografía
Aguirre, Susana. Cruzando fronteras. Relaciones interétnicas y mestizaje social en
la campaña y ciudad de Buenos Aires en el periodo colonial. Colección dirigida por
Claudio Panella –1ª. Ed.- La Plata: Instituto Cultural de la Provincia de Buenos
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Appadurai, Arjun ed. La vida social de las cosas. Perspectiva cultural de las
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siglo XVIII”. En: Desarrollo Económico Nº 79, vol. XX, Buenos Aires, 1980.
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