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Carolina Illanes
2 de Septiembre - 9 de Octubre 2015
Espoz 3125, Vitacura, Santiago (Chile) (+56 2) 2953 6210 www.galeriapready.cl [email protected]
LA REJA COMO FORMA SIMBÓLICA
Claudio Guerrero U.
Buena parte del trabajo visual de Carolina
Illanes podría comprenderse como el resultado
de finas y rigurosas operaciones de análisis
y síntesis sobre el papel, material del que
componen la mayoría de sus obras. Se trata
de operaciones que nos permiten apreciar
por separado las diversas cualidades de este
noble y antiguo material, así como una serie de
inversiones, transformaciones o expansiones
de las mismas. En Grilla local (2010) y Reja de
protección dividida (2011), el papel se muestra
como un producto industrial fabricado en serie
y por tanto acumulable, de un modo que nos
remite a una experiencia cotidiana para quienes
lo consumimos por resmas. En Arquitectura
vernacular (2009), el papel emerge como un
elemento extremadamente maleable, que a partir
de operaciones de corte y pliegue puede pasar
de lo bidimensional a lo tridimensional, e incluso
hacer de este paso un momento reversible, en la
técnica conocida como pop-up. En Paisaje editado
(2007) y en Torres de papel plegado (2011), el
papel aparece como un elemento constructivo
que, a pesar de su fragilidad primaria, puede
ser trabajado hasta traducirse en estructuras
inesperadamente resistentes. En sus Dibujofiligrana y en la serie Sierra Bella (ambos trabajos
del año 2011), el papel constituye un delicado
material de orfebrería con finos y graciosos
calados y modulaciones.
“...A través de la visión de Foucault, yo veo en el cuadrado una prisión; tras las mitologías de la
sociedad contemporánea, una velada cadena de celdas y conductos.” Peter Halley
Estas operaciones no sólo develan
propiedades del material, sino que también
exploran algunos elementos del contexto urbano
que resultan centrales en el repertorio visual de
Illanes, tales como las fachadas de un barrio o las
rejas de una calle, que su trabajo casi siempre
traduce en formas puras y mínimas. La metáfora
de la traducción resulta muy apropiada, toda vez
que los elementos reales que podemos reconocer
en las obras de esta artista han sido trasladados
de un «idioma formal» a otro.
Más allá de las cualidades formales y
materiales que pueden vislumbrarse en la
trayectoria de Carolina Illanes, existe una
dimensión estética ―y, por tanto, ética― a la que
en ella se alude de diversos modos. La clave está
en la insistencia con que ha trabajado en torno
a las rejas en el paisaje urbano. Por eso es que
a continuación examinaremos la pertinencia de
este elemento respecto a nuestro contexto (en
escala global y local), pues posee una potencia
simbólica y grandes posibilidades críticas, en
la medida que nos proporciona un conjunto de
contextos y metáforas que establecen ciertas
condiciones para realizar una lectura presente,
interpretar nuestro pasado e imaginar nuestro
futuro.
Tal como en otras partes del mundo, en
Chile vivimos en una sociedad que se aglutina y
se identifica en torno al miedo. El miedo al otro, a
lo que pueda hacernos y a lo que pueda quitarnos.
Para muchos, este afán de protección siempre
ha acompañado a la humanidad y se conforman
con ello; no por nada el filósofo Thomas Hobbes
popularizó la idea de que el hombre es un
«lobo» ―un depredador― para el propio hombre
(homo homini lupus). Sin embargo, el proyecto
moderno a partir del cual nuestras sociedades
se fundamentan en el ideario de la democracia,
la libertad y la tolerancia, prometió y puso en
práctica una idea de espacio público que constituía
una manifestación urbana de este ideario. Hoy
que este proyecto se encuentra deslegitimado,
no caeremos en la tentación de idealizarlo con
nostalgia ni tampoco de idealizar sus años de
buena salud, como si se tratara de un paraíso
perdido. Sabemos que el proyecto moderno
también trajo consigo una barbarie inédita
(bombas atómicas, genocidios) y nuevos tipos
de vigilancia tan sofisticados y como opresivos.
Sin embargo, hoy que el espacio público está
en crisis y nuestras ciudades se llenan de rejas,
quienes sentimos un compromiso con el ideario
democrático no podemos dejar de considerar
que estamos perdiendo algo importante.
Nuestras ciudades siempre tuvieron rejas,
pero hoy como nunca el espacio que alguna
vez se consideró público se encuentra rodeado
de ellas, en un proceso que se encuentra en
franca expansión. En Chile, este fenómeno es
el correlato del ascenso que hace un par de
décadas lleva el discurso en torno a la seguridad
ciudadana, que se ha erigido como uno de los
problemas sociales más relevantes en la opinión
pública y que sólo las demandas en torno a la
educación, tras las movilizaciones del 2011, le
han quitado algo de protagonismo. En cada barrio
de nuestras ciudades cada vez quedan menos
pasajes abiertos y muchos de nuestros parques
y monumentos han sido cerrados por rejas. Otros
a duras penas se mantienen abiertos, como
el tradicional Parque Forestal, y no sabemos
por cuánto tiempo. Escándalo público causó a
principios de este siglo la construcción de un
muro que separaba los ricos de los pobres en Lo
Barnechea, en el «barrio alto» de Santiago. Por
otro lado, los habitantes de la capital de Chile ya
nos hemos acostumbrado a que la plaza ubicada
al sur de La Moneda, el palacio presidencial,
permanezca cerrada por vallas «papales» desde
las manifestaciones del año 2011. Como si esto
no fuera poco, el lugar ostenta el irónico nombre
de Plaza de la Ciudadanía.
El fenómeno no afecta sólo al espacio
público de nuestras ciudades, sino que se replica
tanto en un nivel geopolítico como en un nivel
residencial. Ahí están el muro que separa Israel
de Cisjordania, el que Estados Unidos construyó
sobre una importante porción de su frontera con
México o la valla que separa el enclave español
de Melilla del resto de África. Y en los hogares de
nuestras ciudades, según el estrato económico,
encontramos
viviendas
completamente
enrejadas hacia la calle, hacia los vecinos y aún
hacia el cielo, o bien encontramos sofisticados
sistemas de alarmas, vallas eléctricas, cámaras
de seguridad y guardias privados. El espacio
público no es un concepto literal que debemos
buscar en calles, plazas y parques. Es el propio
sentido de comunidad y de tolerancia y, por
tanto, de ―democracia― el que está en crisis
junto con el espacio público. Sea la valla de Melilla,
las vallas «papales» de la Plaza de la Ciudadanía
o la protección de hierro que coloca un vecino
delante de la puerta principal de su casa, la reja
resume como ningún objeto el miedo al otro.
Una proyección de estas posibilidades
formales y metafóricas de la reja encontramos
en Bungalow, la nueva exposición de Carolina
Illanes en la Galería Patricia Ready. Ella se
compone de una serie de trabajos en papel de
pequeño formato y una instalación de grandes
proporciones. Ambos trabajos provienen de
una investigación realizada el año 2013 en la
residencia Creative Fusion Artists in Residence,
en la ciudad de Cleveland (EE.UU.), donde
también se expuso una versión de los mismos en
otra muestra, titulada Faulty Replica, en el Native
Cleveland Space.
La serie en papel se titula Bungalow
Nº 1-70, y consiste en setenta hojas blancas ―de
38 x 56 cm― que han sido sometidas a corte
láser siguiendo el diseño de las rejas de setenta
diferentes mausoleos del Cementerio General de
Santiago, la necrópolis más antigua e importante
de la capital de Chile. «El cementerio, según se
ha dicho muy fundadamente, es la ciudad de
los muertos. Ajustándonos a la metáfora, ha
de procurarse en cuanto sea posible que sea
una reproducción de la ciudad de los vivos…».
Así se expresó el historiador y político liberal
chileno Miguel Luis Amunátegui durante una
sesión parlamentaria en 1883, cuando se
discutía el carácter laico que debían tener los
cementerios públicos. Es el inicio de la época
del auge económico del salitre, que es también
aquella en que el cementerio se pobló de
mausoleos dedicados a familias de la oligarquía
o de migrantes enriquecidos, a colectividades
de migrantes o ramas de las fuerzas armadas,
e incluso a reparticiones públicas, corporaciones,
gremios, cajas y sindicatos.
La arquitectura de cada uno de estos
mausoleos describe un amplio arco de estilos,
que van desde severos templos neoclásicos a
graciosos e imponentes edificios de inspiración
morisca. Se trata de una época que parte con
el apogeo de la arquitectura de revival y luego
sigue los patrones del art nouveau y art déco,
estilos caracterizados por el eclecticismo, al
utilizar elementos arquitectónicos y decorativos
provenientes de las más diversas civilizaciones.
Los mausoleos del cementerio dan prueba de ello
cuando encontramos ejemplares de inspiración
renacentista, gótica, románica, maya y egipcia,
entre otras. Las rejas que registra Illanes a través
de sus papeles cortados corresponden a estos
estilos, pero también encontramos ejemplos
muy sencillos, sea porque corresponden a una
arquitectura de carácter más severo (como la
neoclásica o la moderna) o porque se trata de
una edificación más austera. Las rejas no sólo
protegen las tumbas de los visitantes extraños,
sino que su ornamentación contiene elementos
simbólicos y formales complejos, a la vez que
reflejan el estatus social de quienes yacen en el
mausoleo correspondiente. En tal sentido, este
trabajo aísla e invierte formalmente las rejas (que
pasan de su solidez metálica al vacío del espacio
cortado en el papel), registra una artesanía cuya
práctica está casi perdida, pero también abstrae
de su contexto a un elemento que constituye una
mínima pero sugerente expresión de complejos
ideológicos y condiciones sociales.
En la misma sala de la galería nos
encontraremos con Prototipo Bungalow Nº 1, una
instalación que recrea en una escala de 1:1 los
muros perimetrales y adyacentes de una casa
de un piso de unos 60 m². Estos muros están
construidos con planchas de cartón pluma (o
foam) cortadas a mano con un diseño modular
que a su vez recrea una reja perimetral de
protección que impide al espectador ingresar a
la instalación. El cartón pluma, a diferencia del
papel, constituye un material innoble. Liviano y
rígido, se utiliza principalmente para el modelado
de maquetas y prototipos y como superficie de
impresión. Está elaborado a base de poliuretano,
un compuesto que desde mediados del siglo XX ha
revolucionado nuestra vida cotidiana (partiendo
por la aparición de la Lycra).
El diseño de la reja sintetiza de una manera
tan precisa las que habitualmente se encuentran
en los barrios de clase media de Santiago, que
es probable que cualquier habitante de la capital
pueda reconocerla. En sí misma refleja la historia
de estas protecciones y del miedo creciente de las
cuales son manifestación. En un sentido vertical
se compone de dos secciones, que también
son estratos históricos. La primera, que ocupa
casi toda su extensión hasta aproximadamente
1.8 metros de altura, representa a una reja ya
tradicional, elaborada entre los años 40 y 80 del
siglo XX por un taller especializado. La segunda
es ya una extensión, una reja elaborada en serie
por alguna industria, y que simplemente ha sido
soldada a la primera. Su evidente carácter de
«agregado» constituye un símbolo de la ciudad
avasallada por la segregación y el discurso
de la seguridad ciudadana, y de una sociedad
posmoderna en la cual los artefactos y materiales
de construcción constituyen objetos de consumo,
tanto como la tecnología y el vestuario, bajo la
lógica del «hágalo usted mismo».
El diseño de la casa que acá se reproduce es
el que explica el título de la muestra y las piezas
que la componen. Bungalow fue un término
que en su origen designó una construcción
tradicional y sencilla en Bengala, India, durante la
colonización británica. Luego se popularizó para
referir a una vivienda aislada de un piso, no muy
grande, y habitualmente ubicada en los suburbios
de una ciudad como parte de un proyecto urbano
construido por privados dirigido a una clase media
que aspiraba a subir de estatus. En Santiago,
durante la década de 1960, se construyen varias
urbanizaciones de este tipo, con gran éxito, en
comunas como Providencia y Las Condes, que
desde la primera mitad del siglo XX se asentaron
como el barrio acomodado de la capital. Se trata
de un fenómeno similar al que hoy observamos
en urbanizaciones como las que proliferan en el
sector de Chicureo, con la diferencia de que éstas
últimas se pensaron desde un principio como
barrios privados, con portones, guardias, plazas
interiores y cámaras de seguridad. Si el bungalow
de los 60 corresponde a la sección baja de la reja,
la casa en Chicureo corresponde a la sección alta.
Si el primero era un sueño individualista en la crisis
del proyecto moderno, el segundo corresponde a
un momento de disolución del mismo.
En definitiva, el traslape o desplazamiento
material y simbólico entre el plano de la vivienda,
la reja y el cartón espuma resulta un emblema de
las contradicciones inherentes a nuestras actuales
condiciones de habitabilidad en la ciudad en crisis
(social, ambiental y política) y a las aspiraciones
que nuestra industria cultural sanciona como
posibles y esperables para quien posea la
capacidad de crédito suficiente para cumplir el
sueño de la casa propia. Una casa propia y llena,
a su vez, de objetos propios, y por tanto nunca
suficientemente protegida del otro, en quien
se proyecta el propio miedo, invertido como la
amenaza de quien sólo espera una oportunidad
para desposeerte de tus bienes. He aquí el meollo
del asunto. La ciudad que pensó y desarrolló el
proyecto moderno está en crisis, tanto como
la democracia, si no logramos construir una
imagen del otro que trascienda nuestras propias
ansiedades y las de nuestra homogénea industria
cultural. Una imagen del otro con la cual podamos,
en algún punto, dialogar.
Serie Bungalow nº 10. Corte láser en papel de algodón. 38 x 56 cm. 2015
Serie Bungalow nº 33. Corte láser en papel de algodón. 38 x 56 cm. 2015
Serie Bungalow (compuesta por 70 piezas). Corte láser en papel de algodón. 2015
Serie Bungalow nº 5. Corte láser en papel de algodón. 38 x 56 cm. 2015
Serie Bungalow nº 12. Corte láser en papel de algodón. 38 x 56 cm. 2015
Maqueta 3D Prototipo Bungalow Nº 1. Foam. Medidas variables. 2015
Diseño y Dirección de Arte:
Andrés Durán
Carolina Illanes
Registro Fotográfico:
Andrés Durán
Carolina Illanes
Texto:
Claudio Guerrero
Agradecimientos:
Andrés Durán
Rosa Manriquez
Jaime Illanes
Natalia Ramirez
Claudio Guerrero
Luciano Rubio
Sara Granados
Carolina Costa
a Patricia Ready y su equipo de
trabajo.
Impresión:
Ograma
Carolina Illanes
(1981, vive y trabaja en Santiago de Chile)
El 2005 Obtiene la Licenciatura en Bella Artes con mención en Pintura en la Universidad Arcis, y el 2007 egresa del Magister en Artes
Visuales de la Universidad de Chile. El 2009 obtiene el grado de Master 2 Arts Plastiques en la Université Rennes 2, Haute-Bretagne,
Francia. Ha participado en diferentes exposiciones entre las que destacan: Faulty Replica (2013), Native Cleveland Space, Cleveland
Ohio, Sierra Bella (2011) Galería Patricia Ready, Minimalismo Made in Chile (2013), Centro Cultural Matucana 100, Imagen Local (
2011) Museo de Arte Contemporáneo de Santiago de Chile, Feria Ch.ACO (2010, 2011, 2102 y 2014), Zona Maco. México Arte Contemporáneo (2013). Ha obtenido premios y becas de las que destacan: Cleveland Foundation Creative Artists in Residence (2013); Primer
lugar concurso Entre Ch.ACO y Finlandia (2010); Beca AMA (2011); Residencia URRA (2011). Actualemente dicta talleres independientes de Ingeniería en Papel en museos, galerías, centros culturales, entre otros.
www.carolinaillanes.cl
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