Natalia Ruiz Zelmanovitch

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LA QUÍMICA
DEL ESPACIO
Natalia Ruiz Zelmanovitch
En Astronomía, los espacios aparentemente vacíos guardan muchos secretos. El rango de ondas de radio fue pionero en el descubrimiento de las
primeras moléculas en el medio interestelar. Más tarde, acercarnos con
una mirada infrarroja a esas zonas oscuras ha sido primordial para seguir
profundizando en algo que cada día nos sorprende más: el nacimiento de
las moléculas en el espacio, el surgimiento, aparentemente de la nada, de
conglomerados de materia. Algo ocurre en las zonas frías antes ocultas a
nuestros ojos, algo que podríamos relacionar directamente con el origen de
la vida. Y es aquí donde surge un nuevo campo de estudio: la Astroquímica
o Astrofísica molecular.
E
Natalia Ruiz Zelmanovitch
es divulgadora del Equipo
de Comunicación del
grupo Consolider-GTC
(Gran Telescopio CANARIAS), y de la Unidad
de Cultura Científica del
Centro de Astrobiología
(INTA-CSIC).
26
n los años cuarenta del siglo pasado se
detectaban las primeras moléculas en
el espacio, pero los estudios no fueron
más allá hasta los años setenta, cuando
empezó a prepararse el terreno tras confirmar su
presencia en diversas regiones del medio interestelar. En los últimos veinte años se han ido
identificando moléculas cada vez más complejas, moléculas que dejaban su particular huella
y nos hacían descubrir la riqueza de la química
interestelar, corroborando que en esos espacios
aparentemente vacíos hay mucha actividad.
Al margen de su detección, surgió el interés
por estudiar qué podían revelar esas moléculas
sobre las condiciones físicas del espacio. Deducir
que el universo denso y caliente nace del universo
tenue y frío supuso, primero, un gran esfuerzo en
el desarrollo de experimentos de laboratorio que
pudieran ir adelantando respuestas y, segundo,
la necesidad de desarrollar instrumentación que
pudiera confirmar, de manera observacional, todas
esas teorías.
La Astroquímica ha vivido, por tanto, una corta
(pero intensa) vida, basada en los experimentos
en laboratorios, los avances teóricos, los trabajos
de modelado y las observaciones. Es, obviamente, una ciencia interdisciplinar por necesidad
que requiere de una estrecha colaboración entre
astrofísicos, físicos moleculares, químicos físicos,
expertos en espectroscopia y astroquímicos.
Fruto de estudio han sido, no solo el medio
interestelar, sino también las zonas de formación
de planetas (los discos de gas y polvo que se
generan en torno a una estrella), y las diferentes
fases en el proceso de «reciclaje» de los elementos
lanzados al espacio tras la explosión y muerte de
una estrella.
Una vez en marcha la maquinaria, cuestiones
reveladoras como la existencia de iones negativos en el medio interestelar, la ausencia de las
cantidades esperadas de agua en forma gaseosa
o el hallazgo de moléculas complejas, han ido
marcando las líneas de investigación que se
siguen actualmente. Hasta el momento se han
encontrado más de ciento cincuenta especies
moleculares en el espacio, algunas de forma inesperada. Aunque no ha sido lo único inesperado
en esta búsqueda.
LA QUÍMICA DEL ESPACIO
La existencia de aniones
Recientemente se celebraba en la Real Fábrica
de Armas de Toledo el Simposio The molecular
Universe, el número 280 de la Unión Astronómica
Internacional. Centrado en la Astroquímica y celebrado cada cinco o seis años, es el encuentro más
relevante de su campo, ya que cubre todos los temas
de importancia, desde las moléculas en el universo
temprano hasta las moléculas en cometas y planetas de nuestro Sistema Solar. Esta edición reunía
a teóricos, observadores y astrofísicos de laboratorio de todo el mundo. Tal y como afirma Ewine
Van Dishoeck, astrónoma, química y profesora de
Astrofísica Molecular en el Observatorio de Leiden
(Países Bajos) y miembro del Comité Organizador
del congreso, «el crecimiento del campo se ha visto
favorecido por los nuevos grandes telescopios,
apropiados para detectar y estudiar moléculas. A
lo largo de las últimas dos décadas, el número de
participantes casi se ha cuadruplicado (de los cien
asistentes de 1991 en Brasil a los cerca de cuatrocientos cincuenta en este encuentro).»
Al margen de que tan alto número de participantes sea una clara señal de la vitalidad de la Astroquímica, al plantear cuál era la mayor sorpresa que se
habían llevado los investigadores en la última década
en los distintos campos que estudian el universo
molecular, la mayor parte (si no todos) coincidía en
una cosa: lo increíble de la existencia de aniones en
el medio interestelar.
Un anión es un ión negativo (un átomo o molécula cargado negativamente). El motivo por el cual
resulta sorprendente que existan es porque en el
espacio las moléculas están expuestas al impacto de
los rayos cósmicos. De estos impactos, el resultado
más común es la pérdida, por parte del átomo, del
electrón más superficial, dejando una carga positiva
en el átomo. Por tanto, dado que la química en las
nubes frías empieza por la formación de iones positivos, lo habitual y esperado sería encontrar grandes
cantidades de moléculas cargadas positivamente.
Sin embargo, se ha encontrado una gran abundancia de aniones en las regiones interestelares,
es decir, moléculas con un electrón extra. Esto ha
revolucionado las teorías químicas existentes hasta
el momento, que han debido adaptarse a los nuevos
datos. Los experimentos en laboratorio serán fundamentales para determinar qué debemos buscar
una vez nos llegue la información, a qué se debe la
existencia de aniones y por qué hay tantos.
El agua
El origen del agua en la Tierra es todavía una
incógnita. Una de las vías de estudio para intentar
averiguar cómo se genera y cuál es su papel es
investigar lo que ocurre durante la formación de
las estrellas y los planetas.
Hay estrellas jóvenes que, en sus primeras
etapas de formación, lanzan grandes cantidades
de gas con abundante vapor de agua a velocidades
II Época / Nº 150
Figura 1. Imagen compuesta mostrando la Vía Láctea y la estructura de una de las nubes
oscuras donde se forman nuevas estrellas. Todas las zonas menos brillantes que vemos en
la Vía Láctea corresponden a nubes moleculares donde el gas se encuentra en forma molecular y donde los granos de polvo absorben la luz de las estrellas que se encuentran detrás
de ellas. El zoom a B68 muestra cómo el número de estrellas va disminuyendo conforme
penetramos en el interior del objeto. En la zona central no se ve ninguna estrella debido a la
gran absorción producida por los granos de polvo. Solo a través de observaciones de la emisión de las moléculas que componen la nube podemos analizar su estructura y su evolución.
Estos objetos son muy fríos y tenues, la densidad media es de unos miles de moléculas por
centímetro cúbico. Sin embargo, en el curso de su evolución, estos objetos producen nuevas
estrellas de tipo solar y planetas. (ESO y cortesía de J. Cernicharo)
muy elevadas1. Al parecer puede llegar a formarse,
en unos pocos años, el equivalente a mil océanos
terrestres –cien millones de veces la cantidad de
agua del río Amazonas cada segundo–.
Lo normal sería que las moléculas de agua se
destruyeran debido a las condiciones de presión
y temperatura del entorno pero, no solo existen,
sino que, al parecer, las propias condiciones favorecen su formación, provocando que el vapor de
agua sea expulsado a velocidades superiores a los
doscientos mil kilómetros por hora.
En las nubes interestelares la cosa no pinta
igual. En un principio, los modelos químicos
elaborados basándose en nubes moleculares
«típicas» en su fase gaseosa predecían grandes
cantidades de agua. Sin embargo, tal y como
afirma el profesor Paul Goldsmith, investigador
responsable en la NASA del Observatorio Espacial
Infrarrojo europeo Herschel, «en los últimos años,
las observaciones han revelado que el agua en
fase gaseosa es mucho menos abundante en esas
zonas de lo que se había estimado, tanto como un
factor aproximadamente cien por debajo de las
predicciones.»2
Según los expertos, la mejor explicación es
que sí hay agua, pero ésta se encuentra congelada sobre los granos de polvo en forma de capa
27
LA QUÍMICA DEL ESPACIO
Figura 2. Espectros de los aniones carbonados C4H-, C6H- y C5N- detectados en la estrella evolucionada IRC+10216 (figura en color en la parte superior derecha). Cada molécula
posee una serie de líneas a frecuencias bien definidas que permiten realizar su búsqueda
en el espacio. Estos aniones fueron predichos por E. Herbst en 1980, pero su detección
ha tenido que esperar al desarrollo de las técnicas de laboratorio necesarias para producir
aniones en suficiente cantidad como para poder medir sus frecuencias de emisión. Los
datos proceden de Cernicharo y colaboradores (2008, Astronomy & Astrophysics, vol. 478,
L19 y Astrophysical Journal, vol. 688, L83) y Thaddeus y colaboradores (2008, Astrophysical
Journal, vol. 677, pág. 1.132). La imagen óptica de IRC+10216 es de Leao y colaboradores
(2006, Astronomy & Astrophysics, 455, 187).
de hielo. Estos granos de polvo interestelar, que
solo suponen un uno por ciento del medio, están
básicamente compuestos por carbono y silicio,
aunque también se han encontrado otros elementos
en menor medida.
Los granos de polvo juegan un importante
papel, ya que ejercen de catalizadores de la
química en estas zonas. A ellos se pegan las
moléculas, generando reacciones y, a partir de
estas reacciones, se forman nuevas moléculas.
Es el caso del hidrógeno molecular (H2), una de
las moléculas más abundantes y que se relaciona
directamente con la formación estelar. También se
cree que los granos de polvo hacen de «vehículo»
al moverse de unas zonas a otras, probablemente
desde las regiones más frías (donde se forman
moléculas simples) a otras más cálidas, aportando
nuevas condiciones ambientales y favoreciendo la
formación de moléculas más complejas.
Para los investigadores es necesario penetrar
en estas enormes nubes de gas opacas, determinar qué ocurre en su interior y conocer cuál es la
composición y el comportamiento de esos granos
de polvo.
Con el fin de definir cómo ocurre este proceso
se han llevado a cabo experimentos de laboratorio
en ciencia de superficie. La tecnología ha debido
recrear las condiciones del medio interestelar,
con temperaturas que pueden alcanzar unos pocos
grados por encima del cero absoluto (el cero absoluto equivale a −273,15° C), el estado en que el
movimiento de las moléculas es casi inexistente
y su energía casi nula. A esto hay que sumar las
bajas presiones necesarias para que se desencadenen las reacciones de las moléculas sobre los
granos de polvo. Al parecer, recientemente se ha
descubierto que los átomos de oxígeno3 pueden
quedar atrapados en las capas de hielo. Es posible
que este sea el principio para entender el porqué
de esa escasez de agua en forma gaseosa en el
medio interestelar.
Las moléculas orgánicas complejas
Figura 3. Detección de los compuestos carbonaceos C60 y C70 en nebulosas planetarias
jóvenes con el telescopio espacial Spitzer. Estos compuestos fueron predichos por el premio
Nobel H. Kroto y fueron detectados primero en los laboratorios terrestres. Su detección en el
espacio tuvo que esperar a la puesta en marcha del telescopio espacial Spitzer de la NASA.
La detección fue realizada por Cami y colaboradores (Science, 2010, vol. 329, pág. 1.180).
Las flechas rojas indican la posición de las bandas vibracionales de C60 y las azules las de
C70. (NASA/JPL-Caltech/J. Cami –Univ. of Western Ontario/SETI Institute–)
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Alexander Tielens, del Observatorio de Leiden,
estuvo entre los primeros en reconocer la importancia de este tipo de moléculas en el espacio. «A
lo largo de los últimos veinte años –afirma– hemos
descubierto que vivimos en un universo molecular:
un universo en el que las moléculas son abundantes
y están ampliamente extendidas; un Universo con
un rico inventario orgánico; un universo cuya evolución funciona, en muchos casos, por la presencia
de moléculas.»
Se suponía que, en condiciones tan extremas
de radiación, presión, y temperatura, las moléculas
complejas durarían poco, pues se disociarían fácilmente. Pero no es así. A lo largo de los últimos años
se han ido identificando, en el medio interestelar,
moléculas muy grandes. Es el caso de los fulerenos
o buckybolas, las moléculas C60 y C70, (compuestas
LA QUÍMICA DEL ESPACIO
por sesenta y setenta átomos de carbono, respectivamente). Estas supermoléculas se encuentran raramente en la Tierra, su descubrimiento fue realizado
en un laboratorio y mereció un premio Nobel de
Química en 1996 (concedido a los investigadores
Kroto, Curl y Smalley), pero hallarlos en el espacio,
el año 2010, fue todo un hito.
También se han encontrado moléculas orgánicas
complejas en las zonas interiores de discos alrededor de estrellas jóvenes, las zonas donde se forman
los planetas, lo que puede aportar nueva información sobre el origen de los componentes clave para
la vida. «Uno de los avances más importantes en
Yamamoto, el hallazgo de estas moléculas «atrajo
mucho la atención de los especialistas en ciencias
planetarias, ya que se cree que están relacionadas
con los materiales orgánicos pre-solares encontrados en los meteoritos. El origen y el futuro de esa
diversidad son las siguientes cuestiones que hay
que investigar en este campo.»
Pero eso no es todo. De nuevo, tras su hallazgo
en el espacio, y experimentando en laboratorios con
esas mismas condiciones extremas de temperatura,
presión y radiación, se ha podido confirmar que la
combinación de algunas moléculas puede producir
aminoácidos y otras moléculas fundamentales para
Figura 4. El oxígeno molecular es difícil de buscar en el espacio debido a la atenuación producida por la atmósfera terrestre. El Observatorio Espacial Herschel ha permitido la detección de esta molécula en la nebulosa de Orión (imagen de ESA/NASA/JPL-Caltech; la
detección es de Goldsmith y colaboradores, 2011, Astrophysical Journal, vol. 737, 96).
Astroquímica es el descubrimiento de moléculas
orgánicas complejas como metanoato de metilo y
dimetil éter en las cercanías de protoestrellas de
baja masa» afirma Satoshi Yamamoto, profesor de
Física en la Universidad de Tokio, en Japón.
Estas moléculas, entre otras cosas, ejercen
de catalizadores para reacciones posteriores. La
investigación de este equipo se centra en el proceso de evolución que transforma a las nubes de
formación estelar en discos protoplanetarios. Para
II Época / Nº 150
el desarrollo de la vida tal y como la conocemos.
Esta química interestelar, prebiótica en muchos
aspectos, es la química que precede a la formación
de estrellas y planetas, la que determina cómo
van a evolucionar sus atmósferas. Por tanto, no es
descabellado pensar en la posibilidad de una química similar a la nuestra en otros entornos ajenos
al Sistema Solar.
La nueva instrumentación permitirá seguir
descubriendo moléculas prebióticas aún mayores
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LA QUÍMICA DEL ESPACIO
Figura 5. Barrido espectral de Orión (ver figura precedente) obtenido por Tercero y colaboradores (2010, Astronomy & Astrophysics, vol. 517, pág. 96) con el radiotelescopio de 30
metros del Instituto de Radioastronomía Milimétrica. Las líneas espectrales marcadas con
U son desconocidas y proceden de nuevas especies moleculares todavía sin identificar.
Las líneas intensas provienen de moléculas orgánicas complejas como metanol (CH3OH),
formiato de metilo (CH3OCOH), cianuro de vinilo y de etilo (CH2CHCN, CH3CH2CN), o dimetil
éter (CH3OCH3), entre un total de 44 especies diferentes y más de 190 especies isotópicas.
Tercero y colaboradores han detectado cerca de 16.000 líneas espectrales en Orión.
lo que, sin duda, complicará nuestros intentos por
comprender el origen de la vida.
De la nada: muerte y nacimiento
La lista de moléculas halladas en el espacio va
aumentando. Si en 1937 se descubría la primera
molécula (el radical metino) y en los años setenta la
radioastronomía comenzaba a dar cada vez más datos,
en nuestros días, gracias a la irrupción en escena
del infrarrojo lejano, el número supera las ciento
cincuenta especies moleculares. Entre las últimas (al
margen del oxígeno, del que ya hemos hablado como
componente de la esquiva agua en fase gaseosa), el
peróxido de hidrógeno5, fundamental por su reactividad en la química del agua y el ozono de nuestra
atmósfera y, posiblemente, el grafeno6.
Pero, ¿cómo es posible que de un espacio en el
que, de media, puede haber un átomo por centímetro
cúbico, nazca una estrella?
Según palabras del profesor John Black, del
Departamento de Ciencias de la Tierra y el Espacio de
la Universidad Chalmers de Tecnología (Observatorio
Espacial de Onsala, Suecia), «durante los últimos
cuarenta años, los astrónomos solo han podido constatar el hecho de que las estrellas jóvenes se forman
a partir de nubes moleculares frías (en comparación
con el caliente gas ionizado o atómico). Los detalles
sobre qué moléculas están presentes son críticos para
determinar cómo ese gas se enfría a sí mismo para
permitir que se formen nuevas estrellas.»
Aunque el medio interestelar también se alimenta de otras fuentes. En los últimos estadios de
30
la vida de una estrella hay mucha materia que se
eyecta al medio interestelar, y esta materia es rica
en moléculas. Para José Cernicharo, investigador del
Centro de Astrobiología (INTA-CSIC), en Madrid,
y miembro del Comité Organizador del congreso,
«es importante estudiar la composición química del
gas eyectado por estos objetos ya que dará lugar al
reinicio del ciclo de la vida de las estrellas, creando
nuevos sistemas planetarios. Es necesario hacer
un seguimiento de cómo cambian con el tiempo la
química y la metalicidad del gas. En nuestro equipo
buscamos nuevas especies moleculares. De los datos
derivamos los tipos de moléculas, sus abundancias,
su ubicación en las envolturas de estrellas evolucionadas, y deducimos cómo evoluciona la complejidad
química en las galaxias a las que pertenecen estos
objetos.»
El equipo de Cernicharo ha participado en el
descubrimiento del veinticinco por ciento de todas las
especies moleculares halladas hasta el momento en el
espacio. Y es que España tiene una larga trayectoria
en este campo, con un papel relevante en el análisis
e interpretación de los datos obtenidos con diversos
instrumentos. Para apoyar el fortalecimiento de la
Astroquímica en nuestro país, se ha creado recientemente la red nacional ASTROMOL, financiada por el
programa Consolider-Ingenio 2010, del Ministerio de
Ciencia e Innovación (MICINN). Su objetivo es que
la Astroquímica española saque el máximo partido
del Observatorio Espacial Infrarrojo Herschel y de
las antenas ALMA, los instrumentos que probablemente despejen el mayor número de incógnitas en
esta década.
Instrumentación
El hecho de contar con instrumentación científica
ha sido fundamental. El telescopio espacial Spitzer, de
la NASA; los radiotelescopios IRAM (ambos de 30
metros, uno ubicado en Granada y el otro en Plateau
de Bure, en Francia); el Observatorio Espacial Infrarrojo ISO (Infrared Space Observatory, lanzado hace
quince años); sondeos de la Cassini-Huygens para
explorar Saturno, sus anillos y sus satélites; la misión
espacial SWAS (Satélite Astronómico de Ondas
Submilimétricas, Submillimeter Wave Astronomy
Satellite); el KAO (Kuiper Airborne Observatory,
un avión con un telescopio infrarrojo de 0,9 m, cuyo
sutituto, el Observatorio Estratosférico de Astronomía
Infrarroja –SOFIA, Stratospheric Observatory for
Infrared Astronomy–, es un avión 747 con un telescopio casi tan grande como el del Observatorio Espacial
Herschel); todos ellos han sido fundamentales para
empezar a obtener datos y entrenar a un excelente
grupo de estudiantes y post doctorandos.
Por su parte, el nuevo Observatorio Infrarrojo
Espacial Herschel ha abierto una de las últimas fronteras del espectro electromagnético a las observaciones
en longitudes de onda del infrarrojo lejano. Tal y como
afirma Yamamoto, «recientes resultados de Herschel
han confirmado que la molécula diatómica hidruro
LA QUÍMICA DEL ESPACIO
de flúor (HF) contiene la mayor parte del flúor de las
nubes interestelares, y estas especies pueden ser un
buen trazador para estudiar cuánto material hay en el
medio difuso interestelar.»
Para Goldsmith, «Herschel también está dando
a los astrónomos la primera oportunidad de trazar
con precisión la distribución de una especie clave,
el carbón ionizado, que se encuentra en cantidades importantes en las capas externas de las nubes
moleculares, en regiones que han sido ignoradas por
la dificultad que entraña su observación por otros
medios, y que pueden tener un efecto significativo
en la estructura de las nubes moleculares.»
Por otro lado, la comunidad astronómica está
expectante ante la puesta en marcha de nueva instrumentación, como el interferómetro milimétrico y
submilimétrico ALMA, en Chile, que sin duda proporcionará nuevos datos sobre la química de las nubes
interestelares. Se espera que proporcione una visión
extremadamente detallada de los alrededores de las
nuevas estrellas, de los discos de gas y polvo que a
menudo las rodean, y posiblemente de los planetas en
formación junto con los jóvenes objetos estelares, desvelando así la gran variedad de la evolución química
que se da cuando un núcleo protoestelar evoluciona
a disco protoplanetario. Con esta información se
podrá dilucidar si nuestro Sistema Solar es único en
el espacio desde un punto de vista químico.
II Época / Nº 150
También está previsto (si los recortes presupuestarios no lo impiden) que la NASA lance el James
Webb Space Telescope (JWST) hacia 2018-2020.
Con este telescopio de 6,5 m de diámetro se podrían
medir las características de estas grandes moléculas
en el interior de regiones de formación planetaria con
una precisión sin precedentes.
El futuro de la astroquímica
Tal y como afirma Erick Herbst, profesor de
Física, Astronomía y Química del Departamento de
Física de la Universidad Estatal de Ohio (Columbia,
Estados Unidos), cuando se habla de futuro en este
campo, «hay que distinguir entre ‘cosas que sabemos
que desconocemos’ y ‘cosas que no sabemos que
desconocemos’. Es fácil extrapolar hacia el futuro
basándonos en lo que creemos que no sabemos
actualmente, pero la historia de la ciencia demuestra
que los avances se dan en áreas totalmente inesperadas. Sin embargo, si nos centramos en las ‘cosas
que sabemos que desconocemos’, creo que en las
próximas décadas podríamos conocer mejor el papel
de las moléculas en el universo temprano (justo tras
el Big Bang); estudiar en detalle nubes interestelares
en otras galaxias más allá de la Vía Láctea; conocer
la química que tiene lugar en planetas como la Tierra;
y encontrar y estudiar planetas alrededor de otras
estrellas capaces de albergar vida.»
31
LA QUÍMICA DEL ESPACIO
Figura 6. Lista de las moléculas halladas en el medio interestelar y en envolturas circunestelares hasta agosto de 2011.
2 átomos
3 átomos
4 átomos
5 átomos
6 átomos
7 átomos
8 átomos
9 átomos
10 átomos
11 átomos
12 átomos
>12 átomos
H2
C3
c-C3H
C5
C5H
C6H
CH3C3N
CH3C4H
CH3C5N
HC9N
C6H6
HC11N
AIF
C2H
I-C3H
C4H
I-H2C4
CH2CHCN
HC(O)OHC3
CH3CH2CN
(CH3)2CO
CH3C6H
C2H5OCH3 (?)
C60
AICI
C2O
C3N
C4Si
C2H4
CH3C2H
CH3COOH
(CH3)2O
(CH2OH)2
C2H5OCHO
n-C3H7CN
C70
C2
C2S
C3O
I-C3H2
CH3CN
HC5N
C7H
CH3CH2OH
CH3CH2CHO
CH
CH2
C3S
c-C3H2
CH3NC
CH3CHO
H2C6
HC7N
CH+
HCN
C2H2
H2CCN
CH3OH
CH3NH2
CH2OHCHO
C8H
CN
HCO
NH3
CH4
CH3SH
c-C2H4O
I-HC6H*
CH3C(O)NH2
CO
HCO+
HCCN
HC3N
HC3NH+
H2CCHOH
CH2CHCHO (?)
C8H-
CO
+
HCS
HCNH
HC2NC
NCCCHO
C6H
CH2CCHCN
C3H6
CP
HOC
HNCO
HCOOH
NH2CHO
SIC
H2O
HNCS
H2CNH
C5N
HCI
H2S
HOCO+
H2CCO
I-HC4H
KCI
HNC
H2CO
H2NCN
I-HC4N
NH
HNO
H2CN
HNC3
c-H2C3O
NO
MgCN
H2CS
SiH4
H2CCNH (?)
NS
MgNC
H3O+
H2OCOH+
C5N-
NaCI
N2H+
c-sic3
c4H-
OH
N2O
CH3
HC(O)CN
PN
NaCN
C3N-
SO
OCS
PH3?
SO+
SO2
HCNO
SiN
c-SIC2
HOCN
SiO
CO2
HSCN
SiS
NH2
H2O2
CS
H3+
HF
H2D+ , HD2+
HD
FeO (?)
O2
CF+
SiH ?
PO
SiNC
AINC
SiNC
HCP
CCP
AIOH
AIO
H2O+
+
OH
H2CI+
CN+
SH+
KCN
FeCN
+
+
+
-
H2NCH2CN
Buscamos en los laboratorios, hacemos modelos y teorías e investigamos
en los confines del Universo. Los astrónomos quieren saber cómo se originan
las nubes moleculares, qué química se esconde en ellas, cómo se pueden formar
objetos tan calientes y densos como las estrellas a partir de un gas tan frío y
tan tenue. Para obtener respuestas seguimos indagando con nuestros instru-
mentos, intentamos reproducir esas condiciones para
saber qué ocurrió en las fases iniciales de evolución de
la Tierra, cuando la química, de una manera todavía
sin comprender, pero de forma inexorable, preparó el
camino para la vida.
NOTAS:
• (1) «Algunas estrellas disparan balas de agua»: www.agenciasinc.es/esl/Noticias/Algunas-estrellas-disparan-balas-de-agua
• (2) Varias han sido las misiones que han proporcionado información sobre el agua en las nubes interestelares, entre ellas misiones como
SWAS (Satélite para Astronomía de Ondas Submilimétricas de la NASA), ISO (Observatorio Espacial Infrarrojo de la Agencia Espacial Europea,
ESA) y Odin (un satélite de la Agencia Nacional del Espacio de Suecia y las agencias espaciales de Canadá, Finlandia y Francia).
• (3) «Herschel Telescope Detects Oxygen Molecules in Space»: www.nasa.gov/mission_pages/herschel/news/herschel20110801.html
• (4) «Descubren los hidrocarburos más complejos que se han detectado en el espacio interestelar»: www.iac.es/divulgacion.php?op1=16&id=631
• (5) «Astrónomos descubren peróxido de hidrógeno en el espacio»: cordis.europa.eu/fetch?CALLER=ES_NEWS&ACTION=D&SESSION=&RCN=33659
• (6) «Investigadores del IAC hallan la primera prueba de la posible existencia de grafeno en el espacio»: www.iac.es/divulgacion.php?op1=16&id=686
MÁS INFORMACIÓN:
• Canal Youtube con entrevistas del IAU 280 Symposium, The molecular Universe: www.youtube.com/user/IAUsymposium280
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