EL DEBATE Proyecto de trabajo para el tercer semestre del bachillerato en el Colegio de Ciencias y Humanidades, UNAM. Ysabel Gracida Si bien la lectura y la escritura deben ser actividades guiadas para conseguir aprendizajes de manera gradual, las labores de búsqueda de información, selección de lo central de la misma, apropiación de conceptos y exclusión de otros, anotaciones, resúmenes, elaboración de esquemas y demás elementos de preescritura, son la parte previa al trabajo con el género debate en clase. En el género debate, además de que las y los estudiantes leen y escriben, todo lo que paulatinamente construyen tiene como objetivo apropiarse de cierta información y organizarla para poder argumentar frente al grupo de manera oral. La producción oral, a menudo tan descuidada en los aprendizajes cotidianos en el salón de clase, requiere de un trabajo sistemático y organizado para poder dar cuenta de una determinada situación. Pero si la labor relacionada con la expresión oral es para defender ideas, para argumentar a favor de una determinada postura, para convencer al otro o a los otros respecto a una situación, e incluso simplemente para persuadirlos, el trabajo de “seducción” que el hablante debe tener para que sus argumentos adquieran valor, es fundamental. En este sentido, una de las actividades que da mayores espacios para la autonomía es precisamente la del debate. Los estudiantes tienen que preparar a fondo sus argumentos con la lectura de distintos textos, pero también con la apropiación de información para relacionar lo que ya saben con lo nuevo y poder tomar decisiones respecto a un tema o asunto polémico. A continuación, se establecerán algunas actividades relacionadas con la preparación de un debate para poder advertir el proceso por el cual transitan quienes tienen que preparar un trabajo que además de la prácticas de lectura y escritura, pone énfasis en la comprensión oral (escuchar) y, sobre todo, en la producción oral (hablar). El trabajo previo al día del debate tiene que pasar forzosamente por tres momentos que implican actividades y conocimientos diferenciados y específicos: En un primer momento se verbalizan las posibilidades de discusión académica; es un espacio de interlocución en el que el alumnado vierte al conjunto del colectivo una serie de inquietudes de distinto carácter. La autonomía está presente ya en la estructuración de sus apreciaciones, en los límites del tiempo, en sus actitudes de interés o apatía. Un segundo momento, en este caso el que mayor autonomía necesita, es el de la elección del tema. Los estudiantes del bachillerato tienen múltiples inquietudes, múltiples preguntas sin resolver del todo y, generalmente, proponen como temas a debatir no siempre los que más conocen, sino al contrario, de los que quieren saber. Esto quiere decir, que la búsqueda de información es central. Es responsabilidad de la profesora o del profesor del grupo, ayudarles en la delimitación de su tema (no en la elección) pues es allí en donde pueden llegar a tener problemas ante la cantidad de información con la que se pueden encontrar, sobre todo en la Red. El docente hará hincapié en que si bien las fuentes de Internet son válidas, de acuerdo con ciertos criterios de selección, también deberá haber como acervo, fuentes documentales como libros, revistas, videos, películas, programas de televisión, documentales, visitas a museos y demás, siempre de acuerdo con el tema elegido. Un tercer elemento en la preparación, no menos relevante, es el que se refiere al espacio en el que se dará la interlocución. Que sepan en dónde debatirán, con quienes, sobre qué, en qué condiciones y contexto, es central para el éxito de la tarea. Si a lo anterior añadimos que estamos ante una práctica discursiva que es pública (aunque sea con su grupo) y formal, estamos ante nuevos retos de trabajo con los estudiantes que todavía, a los 15 o 16 años están poco acostumbrados a tomar decisiones de carácter académico. Así pues, se debe trabajar en el hecho de que los estudiantes se enfrentarán a una práctica discursiva que es localizable e identificable entre las varias prácticas verbales que ellos conocen y producen. Hasta aquí, qué han hecho de manera autónoma las y los estudiantes: Han verbalizado conjuntamente tanto sobre el trabajo que realizarán como sobre las posibles alternativas para elegir un tema. Han elegido un tema después de una discusión de carácter académico en la que ellos solos han propuesto no sólo el asunto a tratar con base en sus intereses, sino las formas de proveerse de información de acuerdo al conocimiento que tienen de distintas fuentes. Han considerado a sus interlocutores, el tiempo asignado para el debate, el lugar físico donde se realizará y, el carácter evaluativo del mismo para advertir progresos o no en ciertas actividades previamente realizadas. De los tres aspectos previos, el más significativo por los esfuerzos de decisión que implica y por la autonomía con que se decide, es la elección del tema. El tema es un universo referencial al que los estudiantes, con la ayuda del profesor, deberán acotar en una unidad de contenido significativa. Siempre se parte de una opinión, de un punto de vista, de una posición de los enunciadores sobre un tema determinado. Las opiniones, los puntos de vista tienen que ir más allá hasta convertirse en una organización discursiva con lineamientos muy precisos y con una jerarquización evidente que les servirá para organizar la discusión, para agrupar los argumentos y contraargumentos, para defender su tesis y para rematar el debate con una conclusión que recoja todo lo que previamente se ha argumentado de una manera sintética. Es decir, la tarea propia del debate es de naturaleza argumentativa y, en este sentido, quienes debaten se deben hacer cargo de sus propias maneras de advertir un problema y de defenderlo ante los demás. En términos generales, en la formación escolar, un instrumento de apropiación del conocimiento y de difusión del mismo lo constituye la negociación. Aquí el estudiante debe tener claras algunas estrategias para negociar significados que le lleven a argumentar con claridad y fuerza: la contradicción, la demostración, la refutación, la anticipación, la concesión (que no debe entenderse como una manera de decir si o no), son algunos recursos para argumentar. Un instrumento en el que también se pueden evidenciar las actividades autónomas, es en el marco de la evaluación, de la autoevaluación en este caso. Los estudiantes que participan en un debate deben ser capaces de preguntarse respecto a su propio desempeño para más tarde, poder evaluar el desempeño de los demás. Una propuesta de autoevaluación puede ser: Te ha costado poco o mucho organizar la información para defender, académicamente, tu punto de vista? Qué aspectos te resultaron más difíciles a la hora de organizar la información para el debate y cuáles fueron más fáciles. ¿Te resultó sencillo decidir qué tesis defender? ¿Cómo lo decidiste? ¿Hiciste una planificación de tu debate o sólo anotaste ideas sueltas y esperaste a tener “suerte” en la tarea? ¿Qué pasos seguiste para escribir tu guiones, punteos o esquema? ¿Qué crees que te pudo haber ayudado a elaborar mejor los esquemas? ¿Qué aspectos cambiarías si tuvieras que empezar de nuevo a preparar tu debate? En síntesis, aquí se plantean sólo algunas sugerencias de trabajo autónomo con los estudiantes del bachillerato. El espacio del que se dispone en esta ocasión es limitado como para poder abordar más aspectos. Ciudad de México, 6 de febrero, 2006.