EL PROFETA MUHAMMAD (saws)

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EL PROFETA MUHAMMAD (saws)
COMO PERSONA
Llegar a Conocerlo, a Amarlo
“Aquel que está con el que ama”
-Hadíz-
Yusuf Sancaktar
CONTENIDO
Prefacio
Modesto
El líder
Inteligente
Compasivo
El padre
Generoso
Tolerante
El esposo
Valiente
Leal
Bromista
El amor por los animales
Gentil
Después de Él (saws)
1
PREFACIO
Cuando mencionamos el nombre del Profeta Muhammad (saws),
generalmente lo personificamos en nuestras mentes como una
personalidad sublime que no se puede imitar rodeado por una aureola
inalcanzable de santidad y de situaciones extraordinarias y milagrosas
a lo largo de su vida. Por supuesto, este mecanismo de pensamiento es
correcto hasta cierto punto. Esto sucede porque es un ser supremo,
glorioso, recto, carismático y un ser humano que está lejos de ser una
personalidad histórica. Es el último de los profetas; seres humanos
especiales actuando como mensajeros entre los seres humanos y Allah,
aunque esta no es toda la verdad sobre él, pues fue un ser humano
también y tuvo una misión importante como tal. Ha presentado a la
humanidad una religión cómoda y pacífica, y ha enseñado una manera
de vivir libremente del clero. Su religión y prácticas han traído
“simplicidad” y “sencillez” aplicables para cada individuo a sus vidas.
Esta exposición es el fruto de un esfuerzo que intenta derramar una luz
sobre las características poco conocidas del Profeta Muhammad (saws).
Podría haber personas que duden sobre la confiabilidad del contenido
de este libro. Sin embargo, deberíamos recordar que la vida del Profeta
estuvo bajo un seguimiento muy cercano por parte de todos, amigos y
enemigos, particularmente luego del comienzo de su profecía. Incluso
los detalles menores de su vida han sido cuidadosamente observados,
memorizados e inscritos en papel, comenzando en el tiempo en que el
Profeta Muhammad (saws) aún vivía. Estos registros han sido repetida y
cuidadosamente estudiados, llegando hasta hoy libres de cualquier
información falsa. Incluso las reproducciones originales de algunos de
los registros guardados personalmente por los Compañeros del Profeta
Muhammad (saws) aún están disponibles en algunas regiones del
mundo, los cuales son totalmente complacientes con algunos otros
textos reproducidos de estos originales dentro de los siglos siguientes.
2
MODESTO
El Profeta Muhammad (saws), definido como “Mayor que los hombres,
menor que Allah” por un historiador Occidental, se ocupó de preservar
en su vida diaria la modestia de sus días de juventud como un pastor
de 15 años, incluso cuando había llegado a la cima en su destino como
Profeta. Esta modestia estaba circunscripta por una disposición
completamente natural. Nunca fue transformada, dentro de una
envestidura actual, en hipocresía focalizada en la aclamación y la
apreciación que está oculta debajo de una cortina de modestia, como lo
encontramos en algunas personalidades carismáticas.
Cuando conquistó La Meca junto a un ejército de diez mil hombres, en
un momento en el que había logrado por el propio curso de su vida la
victoria política y militar, entró a la ciudad inclinado y con la cabeza
apoyada sobre la silla de su camello.
A su muerte quiso que de sus bienes, compuesto de siete monedas de
plata, cinco sean distribuidas a las familias pobres de Medina. En esa
época, su armadura de guerra le había quedado como aval a un
mercader judío a cambio de noventa kilos de cebada.
Se sentía genuinamente incómodo al ser alabado: “No vayan demasiado
lejos al alabarme y no caigan en la misma situación que los cristianos con
Jesús.” Al decir esto agregaba: “Hablen de mí sólo como el siervo y
mensajero de Allah.”
Nunca comió pan de trigo puro y aseguró su subsistencia con la leche
de siete cabras que le fueron prestadas del tesoro estatal durante un
período de su vida como Profeta.
Un día, mientras un compañero que se había acercado a su casa estaba
buscando un paño o un almohadón para sentarse, él rápidamente se
sacó su ropa y se la entregó diciendo: “Toma esto y siéntate.” Años
después, mientras estaba acompañado por sus parientes, encontró a su
madre adoptiva que lo había amamantado cuando era un bebé y actuó
de la misma manera sin vacilar. Ponía su ropa debajo de cada uno de
ellos, a pesar de que en ese momento era un comandante y jefe de
estado.
Los compañeros que entraban a la casa del Profeta Muhammad (saws)
podían encontrarlo reparando una pared. Almohazaba él mismo Su
camello y no le ordenaba a nadie más su trabajo personal; rehuía de ser
una carga para otros. Su principio en la vida era: “Vivir como
cualquier ser humano entre los seres humanos.”
El día en que murió su hijo Ibrahim, siendo sólo un bebé, hubo un
eclipse de sol y sus amigos trataron de establecer una relación entre los
dos acontecimientos pero él no aceptó nada de eso.
-“La luna y el sol son sólo dos evidencias entre muchas otras que
prueban la existencia de Allah. No se eclipsan por el nacimiento o la
muerte de nadie.”
Un pensador Islámico comentó años después: “La verdadera medida de
la grandeza entre lo espléndido es la modestia, y el verdadero indicador
de la pequeñez de la mente entre lo insignificante es el engaño.”
3
En vista de tales criterios, el lugar que el Profeta Muhammad (saws)
ocupa en la historia de la humanidad es muy claro.
EN LAS TAREAS DE LA CASA
Luego de su muerte, la comunidad le preguntó a su esposa y madre de
todos los creyentes, Aisha (as):
-¿Cuál era la conducta del mensajero de Allah dentro de la casa?
-Le gustaba hacer su trabajo él solo. A pesar de que sus compañeros
estaban más que dispuestos para hacer todo el trabajo, él no lo
aceptaba. Mientras estaba en la casa cocía sus ropas, barría el piso,
ordeñaba las cabras, ataba a los camellos y los alimentaba. Además,
reparaba sus zapatos y los agujeros de las pieles para llevar el agua, y
ayudaba a los sirvientes a amasar la pasta. Llevaba la comida desde el
mercado, y cuando alguien decía; “¡OH mensajero de Allah! Permíteme
llevarla,” él respondía diciendo: “Todos los creyentes deberían llevar su
propia carga si pueden hacerlo.”
(1)
¿NO QUERRÍAS, OH OMAR?
Cierto día Omar (ra) entró en silencio en la habitación donde el Profeta
(saws) descansaba. Miró a su alrededor y vio un trozo seco de cuero
colgando del techo, unos pocos kilos de cebada dentro de un saco, un
puñado de hojas de árbol junto a la pared y sobre el suelo, una estera
de junco ordinario tejida con fibras de dátiles en la que el Profeta
Muhammad (saws) dormía. Comenzó a llorar delante de él y el Profeta
(saws) se despertó con sus sollozos. Al levantarse, Omar (ra) observó
que la estera de juncos había dejado marcas sobre su cuerpo y la
sangre se había juntado alrededor de estas marcas, provocando que sus
sollozos fueran mas fuertes mientras los hombros se le estremecían. El
Profeta Muhammad (saws) le preguntó con sorpresa:
-¡Oh, Hijo de Hattab! ¿Por qué estás llorando?
-¡Oh Mensajero de Allah! Mientras los Iraníes alojan a sus emperadores
en palacios, mientras los Bizantinos arrullan a sus Césares en el lujo y
la magnificencia, tú que eres el enviado de Allah... ¿no podrías permitir
que nosotros...?
El propósito estaba claro, pero el Mensajero de Allah interrumpió las
palabras de su futuro califa con una suave sonrisa y una noble acción
de su mano, mientras recitaba el verso: “Esta vida de aquí no es sino
distracción y juego, pero la Morada Postrera, ésa sí que es la
Vida. Si supieran....” [29:64] Y agregó:
-¿No querrías, Oh Omar, que este mundo fuera suyo, y el otro nuestro?
(2)
4
ABRIENDO SU PECHO
Eran las últimas horas antes de la campaña de Badr y mientras el
Profeta Muhammad (saws) inspeccionaba la hilera por última vez,
poniendo en orden a sus soldados, empujó ligeramente el pecho de
Usaid ibn Hudair, uno de sus compañeros, pidiéndole que vuelva a la
misma línea que los demás ya que se encontraba situado un poco más
adelante. Usaid tenía una personalidad humorística:
-“¡OH mensajero de Allah!”, le dijo, “me has herido, permíteme tomar
represalias.” El Profeta Muhammad (saws) inmediatamente se puso
delante de él:
-“¡Acércate, toma lo que te corresponde!”, le respondió. A esto, Useyd
replicó con un porte muy serio:
-“Pero, ¡Mensajero de Allah! Mi pecho estaba desnudo, y tú llevas
ropa.” El Profeta Muhammad (saws) se desató la camisa
inmediatamente:
-“¡Adelántate!” dijo, “¡ahora toma lo que te corresponde!”
Usaid ibn Hudair envolvió los brazos alrededor del Profeta (saws) y
comenzó a besarle el rostro, diciendo:
-“¡Oh, Mensajero de Allah! ¡Que mi madre y mi padre sean tu rescate!
quería, antes que mi vida termine, besarte en la mejilla.”
(3)
“NO ME GUSTA QUE ME SIRVAN”
Cierto día el Profeta Muhammad (saws) estaba entrando a la mezquita
con Amir ibn Rabia, uno de sus compañeros, y los cordones de una de
sus sandalias estaban desatados. Amir se arrojó al suelo para atarlo
pero el Profeta (saws) evitó que lo hiciera, atándolos él mismo. En ese
mismo momento se dirigió a Amir diciendo:
-Esto es que uno sirva a otro, y a mi no me gusta que me sirvan.
(4)
NO SON EN ABSOLUTO MÁS FUERTES
Los musulmanes se encontraban marchando hacia Badr, un importante
campo de batalla en donde el primer juicio del Islam tomaría lugar.
Había muy pocos camellos, uno cada tres personas, que montaban por
turnos. Los compañeros que compartían el mismo camello con el
Profeta Muhammad (saws) cedieron voluntariamente su derecho a
montarlo y le pidieron que cabalgue el camello durante toda la marcha.
Pero él rechazó este tratamiento de favor:
-“No son en absoluto mas fuertes que yo, también tengo la necesidad de
obtener mérito tanto como ustedes en la causa de Allah.”
(5)
UNO PARA EL HERMANO
Mientras todavía era un bebé de cuna se encontraba en las altas
llanuras de Hejaz con su madre adoptiva Halima. Compartía la leche de
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Halima con un hermano adoptivo, el propio hijo de Halima. Pero el
Profeta (saws) sólo se alimenta de un pecho. Cuando la familia se dio
cuenta de esto, en su asombro, lo pusieron a prueba. Y cada vez,
cuando lo colocaban en el pecho que le correspondía a su hermano
adoptivo, él cerraba los labios y no se alimentaba.
(6)
SIEMPRE LLORO CUANDO COMO HASTA SACIARME
En los años siguientes a la muerte del Profeta Muhammad (saws), un
pariente realizó una visita a Aisha (as) y esta preparó una comida para
el visitante. En un momento Aisha (as) no pudo contener más las
lágrimas y comenzó a llorar. Su pariente le preguntó la razón de esto y
Aisha (as) dijo:
-“Siempre lloro cuando como hasta saciarme.” Su pariente se puso aún
más curioso y preguntó:
-“¿Por qué?”
-Porque el Mensajero de Allah (saws) nunca comió hasta saciarse en
toda su vida. Siempre estaba en la calamidad y nunca comió dos veces
en un mismo día. Cuando tenía pan, no tenía dátiles, cuando tenía
dátiles, no tenía pan. Vivió así porque siempre prefirió antes a los
demás. Mientras, en nuestros días, la gente usa medicinas para digerir
lo que han comido. El Profeta Muhammad (saws) nunca vio una oveja
entera asada en toda su vida.
(7)
TODOS TIENEN UNA, ÉL TIENE DOS
Los enemigos de Meca, junto a unas pocas tribus del desierto que se
habían enlistado, se las idearon para constituir un ejército de diez mil
hombres y marcharon hacia Medina. Los musulmanes de Medina
capaces de tomar parte en la batalla ascendían sólo a trescientos por lo
que decidieron quedarse en la ciudad para hacer una guerra defensiva.
Comenzaron a cavar una enorme zanja alrededor de la ciudad y el
Profeta Muhammad (saws) trabajaba llevando afuera de las zanjas la
tierra que había sido excavada. El polvo y la tierra lo habían cubierto
totalmente.
Una de las consecuencias más difíciles de la excavación, que duró tres
días, era el hambre y la penuria vividas con toda intensidad. Sus
compañeros se habían atado una piedra en el estómago para no
desmayarse y declinar por el hambre mientras trabajaban. En cierto
momento, se alinearon frente a él (saws) y le pidieron que atestigüe el
sacrificio realizado por ellos para el otro mundo, mientras se quitaban
las camisas para mostrarle las piedras. Él sonrió y luego se quitó su
camisa... Había dos piedras atadas a su estómago.
(8)
6
TAMBIÉN REUNIRÉ LEÑA
El Profeta Muhammad (saws) y otros compañeros se encontraban de
viaje y en un breve descanso otorgado para comer, cada uno de sus
compañeros asumió una tarea. El Profeta Muhammad (saws) dijo:
-“Reuniré leña para el fuego.”
Pero sus compañeros trataron de evitar que lo hiciera.
-¡Oh, Mensajero de Allah! Descansa y nosotros cuidaremos de esa tarea.
A lo que el Profeta (saws) respondió con toda seriedad: -“Sé que en
verdad lo harán voluntariamente. Pero no me gusta estar en una posición
privilegiada en una comunidad. A Allah no le gusta ninguna de estas
cosas.” Y comenzó a reunir leña.
(9)
ACOSTADO EN SILENCIO SOBRE SU CAMA
Durante los primeros días de la Hégira los musulmanes de Medina
compartían todo con sus hermanos de La Meca quienes habían dejado
todos sus bienes allí. Cada casa recibía y cobijaba a diez invitados y el
Profeta Muhammad (saws) también compartía una de estas casas con
otros compañeros refugiados. Mikad, el hijo de Aswad, relató: “En la
casa había unas pocas cabras que eran la subsistencia de la familia.
Cuando las cabras eran ordeñadas, cada uno de nosotros bebía la leche
y nos retirábamos a dormir, pero la parte que le correspondías al
Profeta Muhammad (saws) quedaba en su cuenco. Una noche el Profeta
(saws) llegó tarde al hogar. Cada uno de nosotros había bebido su
porción de leche y nos habíamos ido a dormir. Él encontró el cuenco
vacío pero no dijo nada; sólo rezó de esta manera:
-“¡Oh Allah que me diste de comer hoy, Quieras darles de comer también
a ellos!”
Mikad se despertó y fue a matar una de las cabras para cocinarla y
satisfacer el hambre del Profeta (saws), pero él no se lo permitió. En su
lugar bebió unas gotas de leche obtenidas de una cabra ordeñada por
segunda vez y se retiró a dormir en silencio.
(10)
NO SOY UN REY
El Profeta Muhammad (saws) se encontraba de compras en el mercado
junto con Abu Hurayrah. Una vez terminada la compra, el Profeta
(saws) disertó con el vendedor sobre el precio, y dijo:
-“Ten cuidado, pesa lentamente.”
El vendedor le dijo con asombro que nunca antes había oído tal
admonición por parte de un cliente, a lo cual Abu Hurayrah le informó
al vendedor que su cliente era el Profeta (saws). El vendedor
inmediatamente se dirigió a las manos del Profeta Muhammad (saws)
para besárselas pero él no se lo permitió.
-“Los iraníes hacen esto con sus reyes. Yo no soy un rey, soy uno de
vosotros.”
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Camino de regreso, Abu Hurayrah quiso ayudarlo llevando su compra
pero tampoco se lo permitió.
-“Una persona debería llevar sus pertenencias siempre que pueda
hacerlo.”
(11)
SÓLO POR ALLAH
Cada vez que el Profeta Muhammad (saws) se reunía con sus
compañeros ellos se ponían de pie inmediatamente en señal de respeto.
Hasta que un día él (saws) les dijo:
-“Ya que los iraníes se levantan porque se ven a si mismos como
personas magníficas, no se levanten por mí. Porque yo soy un siervo que
come como cualquier otro siervo y se sienta como cualquier otro siervo.”
En otra ocasión similar, agregó lo siguiente a su advertencia:
-“Uno no debe levantarse por nadie. Sólo se debe quedar de pie por
Allah.”
A partir de eso sus compañeros se contenían, aunque con dificultad, y
cada vez que él (saws) llegaba se quedaban sentados.
(12)
TUVE HAMBRE DURANTE TRES DIAS
El Profeta Muhammad (saws) no había comido durante tres días. Fue
hacia Fátima (as) para preguntarle si tenía algo de comer en la casa:
-¡Oh, hija mía! ¿No tienes algo para comer? Tengo mucha hambre.
Fátima (as) respondió:
-“¡Que mi vida pueda ser sacrificada por ti, querido padre! Juro que no
tengo nada para darte como alimento.”
En ese momento, aparte de su Profecía, también era el jefe de estado.
En otra ocasión, su hija Fátima le trajo a su padre una porción de
comida hecha con cebada que había cocinado. El Profeta Muhammad
(saws) le dijo:
-“¡Créeme hija mía! Tu padre no ha comido nada durante tres días.”
(13)
SIN PRESUNCION
El Profeta (saws) se encontraba en la peregrinación de despedida
rodeado de cien mil creyentes y su autoridad había sido reconocida por
toda la Península Arábiga. En Su parte del botín de guerra contaba con
cien camellos sacrificados los cuales fueron distribuidos entre los
musulmanes pobres. Durante la peregrinación en la que alcanzó la
victoria, su misión como profeta y la cima de sus logros, lo cual puede
ser visto como un final para su vida, había puesto en el lomo de su
camello un simple pedazo de tela de terciopelo, no más cara que cuatro
monedas de plata, y se había sentado sobre ella. Mientras culminaba la
peregrinación de despedida, realizó la siguiente plegaria abriendo sus
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manos:
-“Oh, Allah! Acepta esto como una peregrinación en la que no existe
presunción y como una intención ante tu creación”
(14)
¿ACASO HAY UN ESCLAVO MEJOR QUE YO?
La Meca había sido conquistada y el Profeta (saws) vivía una época en la
que la lucha política y militar había terminado en victoria. Se
encontraba sentado almorzando con sus compañeros en la calle cuando
una mujer desequilibrada mentalmente pasó por su lado y al encontrar
esta situación extraña, exclamó:
-“¡Mírenlo! Se sienta en el suelo, comiendo como un esclavo.”
El Profeta Muhammad (saws) le respondió sonriendo:
-¿Acaso hay mejor esclavo que yo? Porque soy el esclavo de Allah.
En otra ocasión, su esposa Aisha (as) le dijo:
-“Por favor, come con las piernas cruzadas y siéntate más cómodo.”
El Profeta (saws) se dobló hacia adelante hasta el punto de tocar el
suelo con su frente.
-“Me alimento como un esclavo y me siento como un esclavo porque no
soy nada más que un esclavo.”
(15)
UNA VEZ MÁS
El Profeta Muhammad (saws) se encontraba en Medina montando un
burro cuando se encontró de casualidad con Abu Hurayrah, uno de sus
compañeros, y le preguntó:
-¿Abu Hurayrah, te gustaría que te llevara en el burro?
-¡Si, Mensajero de Allah!, respondió.
-“¡Entonces monta!,” dijo el Profeta (saws)
Abu Hurayrah saltó pero no tenía suficiente fuerza para montar, por lo
que se agarró de la manga del Profeta Muhammad (saws) y ambos
rodaron por el suelo. El Profeta (saws) volvió a montar al burro y le dijo
a Abu Hurayrah: “Inténtalo una vez más.”
Pero el segundo intento no fue más victorioso que el primero y
nuevamente ambos rodaron por el suelo. El Profeta (saws) montó el
burro otra vez y sin demostrar la menor señal de fastidio, le dijo a Abu
Hurayrah:
-“¡Adelante! Una vez más.”
(16)
HASTA QUE HABBAB REGRESE
Khabab, el hijo de Eret, era un esclavo liberado y uno de los primeros
musulmanes que habían emigrado de La Meca a Medina. Era
considerado, debido a su estatus como antiguo esclavo, entre los
estratos inferiores de la sociedad. En Medina le fue asignada por el
9
Profeta (saws) una tarea por la que debía marchar y ocuparse por largo
tiempo. Mientras tanto y hasta su regreso, el Profeta (saws) se ocupó de
inspeccionar y realizar personalmente las tareas diarias de la casa de
Khabab que dependían de él, como el ordeñar sus vacas y cabras.
(17)
ESTARÉ ENTRE ELLOS
Para Su tío Abbas era una fuente constante de preocupación que los
árabes nómadas convertidos recientemente al Islam, y que no conocían
las reglas básicas de cortesía y buena educación, importunaran al
Profeta (saws). Un día, el Profeta (saws) se encontraba rodeado por un
grupo de nómadas, y Su tío Abbas lo vio sentado en la tierra, rodeado
de polvo y bajo el sol ardiente. No pudiendo aguantar más esta visión
exclamó:
-¡Oh, Mensajero de Allah! ¡Si al menos pudieras dejarnos que te
construyamos una pérgola para que puedas protegerte del sol y
continuar así escuchando el padecimiento de los musulmanes!
Pero el Profeta (saws) le respondió:
-Me quedaré entre ellos hasta que Allah me lleve a Su lado. Permitiré que
estas personas caminen muy cerca de mí y no diré nada cuando tironeen
de las mangas de mi ropa.
(18)
NO; ¡TENGO HAMBRE!
Abu Hurayrah encontró al Profeta (saws) realizando sus plegarias,
sentado y le preguntó:
-¡Oh, Mensajero de Allah! ¿Estás enfermo?
Él respondió:
-No, ¡tengo hambre!
(19)
EN EL CAMINO DE ALLAH
El Profeta (saws) había nombrado a Mu'adh el hijo de Yabal gobernador
del Yemen, y mientras se despedían Mu'adh se sintió incómodo por el
hecho de que iba montando un caballo, mientras que el Profeta
Muhammad (saws) estaba a pie:
-“¡Oh, mensajero de Allah!,” dijo, “Si me permites, desmontaré y
caminaré contigo.”
Pero él no aceptó la proposición:
-“¡Oh, Mu'adh! Deseo que estos pasos sean los pasos tomados en el
camino de Allah.”
(20)
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CUANDO HABLAMOS DEL MUNDO
Zaid, el hijo de Sabit, uno de los principales escribas de los versos
Coránicos, relató:
-“Era vecino del Profeta Muhammad (saws). Cuando él recibía una
revelación, me enviaba un mensaje y yo iba a anotarla. Cuando
hablábamos del mundo en su presencia, él hablaba del mundo con
nosotros; cuando hablábamos del otro mundo, él hablaba del otro
mundo, cuando hablábamos de la carne, él hablaba de la carne. Lo que
quiero decir es que él se conformaba con nosotros y permanecía a
nuestro nivel.”
(21)
ALLAH ES GRANDE
Una delegación extranjera llegó para hacerle una visita al Profeta
Muhammad (saws) y, siguiendo las costumbres, comenzaron su
discurso exclamando:
-“¡Eres el más grande entre nosotros!”
El Profeta (saws) respondió:
-“Allah es el Grande.”
Los de la delegación dijeron:
-“Si es así, eres superior y el más fuerte entre nosotros.”
El Profeta (saws) respondió:
-“No vayan demasiado lejos. No permitan que Satanás los separe del
camino haciéndoles decir cosas que no creen.”
(22)
SOLVENTEMOS NUESTRAS DEUDAS AHORA
El Profeta Muhammad (saws) se encontraba haciendo sus abluciones
corporales. Mientras tanto uno de sus compañeros lo protegía
sosteniendo una tela para cubrirlo. Cuando terminó sus abluciones, el
Profeta (saws) dijo:
-“Vamos, solventemos nuestra deuda ahora.”
A pesar de la insistencia de su compañero para evitarlo, esta vez fue el
Profeta (saws) quien sostuvo la tela para cubrirlo. Su compañero le
preguntó:
-“¡Oh, Mensajero de Allah! ¿Por qué te tomas esta molestia?”
A esto él le respondió:
-“No es ninguna molestia.”
(23)
POR EL CAMINO QUE QUIERAS
Una mujer mentalmente incapacitada entró a la mezquita y exclamó:
-“¡Oh, Profeta Muhammad! Ven a hacer el trabajo de mi casa.”
El Profeta Muhammad (saws) sonrió y respondió con respeto:
-“Bien, vayamos por el camino que desees.”
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Siguió a la mujer y detrás de ellos los siguieron sus compañeros con
asombro y admiración...
(24)
CALMA, AMIGO MIO
Un nómada que se había convertido recientemente al Islam se presentó
frente al Profeta Muhammad (saws) por primera vez y comenzó a
temblar de exaltación.
El Profeta (saws) exclamó:
-“¡Amigo mío! ¡Cálmate! No soy un rey. Soy el hijo de una mujer de la
tribu de los Quraysh y que come carne seca como tú.”
(25)
LOS MUNDOS COMPLETOS
El Profeta Muhammad (saws) le preguntó a uno de sus compañeros,
señalando a alguien que pasaba caminando:
-“¿Qué dices sobre esta persona?”
Su compañero respondió:
-“Es una de las personalidades líderes de la comunidad. A él le sería
entregada en casamiento cualquier hija que escogiese, y recibe la ayuda
necesaria para sus negocios de cualquiera a quién le pida.”
El Profeta Muhammad (saws) se quedó en silencio. Poco después le hizo
la misma pregunta señalando a otro hombre que pasaba caminando.
Esta vez, su compañero respondió:
-“Él es un hombre muy pobre. Nadie le entregaría a su hija en
casamiento ni lo ayudarían en su negocio.”
Esta vez, el Profeta Muhammad (saws) exclamó:
-Este hombre pobre es mejor que el otro mundo entero.
(26)
DEVOLVIENDO EL POZO
Luego de una batalla, Sahr le pidió al Profeta Muhammad (saws) un
pozo de agua como botín de guerra. Tiempo después la tribu enemiga,
que eran los propietarios originales del pozo, se convirtieron al Islam
por lo que correspondía que les sean devueltas todas sus posesiones.
El Profeta Muhammad (saws) se dirigió tímidamente hacia Sahr e
inclinando la cabeza le dijo que el pozo debía ser devuelto a lo que Sahr
no puso ninguna objeción.
-¡Está bien, Oh Mensajero de Allah!, respondió.
El rostro del Profeta Muhammad estaba sonrojado por tener que
reclamar algo que había dado con su propia mano.
(27)
INCLUYEME EN TUS PLEGARIAS
Omar (ra) le pidió permiso al Mensajero de Allah (saws) para viajar a La
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Meca y realizar el ‘Umra, la peregrinación menor. Él alegremente le dio
permiso y le pedió:
-“¡Oh, hermano mío! No me olvides en tus plegarias...”
Ese día, para Omar (ra), fue el día más feliz de su vida.
(28)
EL AJUAR DE FATIMA
Para su casamiento, Fátima (as), la hija del Profeta (saws) que se le
parecía más y la única que lo sobrevivió, recibió como ajuar una tela de
terciopelo usada como manta, un tamiz, una toalla, una copa, un
molinillo de mano, la piel de una oveja, dos jarras para agua, un
almohadón de cuero relleno con fibras de dátiles, un recipiente hecho
de cuero y una piel para llevar agua. La tela de terciopelo dada como
manta era algo corta, cuando se ponía en la cabeza, los pies quedaban
al descubierto y cuando se ponía en los pies, la cabeza quedaba al
descubierto.
(29)
LO HUBIERAMOS PUESTO SOBRE EL PAN
Años posteriores a la muerte del Profeta Muhammad (saws), Aisha la
Madre de los Creyentes (as), les contaba a sus compañeros cómo ella y
el Mensajero de Allah (saws) habían cortado en pedazos unos trozos de
las patas de una oveja enviada por su padre, Abu Bakr. Uno de los
oyentes preguntó:
-¿Hicieron esto en la oscuridad?
Aisha (as) respondió con una leve sonrisa:
-Si hubiéramos tenido aceite para poner en la lámpara, lo hubiéramos
puesto sobre el pan y nos lo hubiéramos comido.
(30)
CUANDO ERA UN PASTOR
Un día, sus compañeros se acercaron a él (saws) con las frutas
espinosas de un árbol llamado Arak. El Profeta Muhammad (saws) notó
que estas frutas todavía estaban un poco descarnadas y dijo con una
voz muy natural:
-“Junten las frutas de ese árbol cuando se hayan ennegrecido y
alcanzado la madurez completa. Cuando era un pastor, solía juntar
también estas frutas para comerlas.”
En ese tiempo, era un Profeta que gobernaba la Península Arábiga y los
corazones de cientos de miles de personas.
(31)
DIGAN LA VERDAD
Algunas jóvenes musulmanas cantaban un himno que incluía versos
como estos: “Entre nosotras hay un Profeta que sabe lo que sucederá
mañana.”
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Al oír esto, el Profeta Muhammad (saws) advirtió a las muchachas:
-“Si van a decir algo, digan la verdad.”
(32)
14
EL LIDER
El libro ‘Los Cien Más Influyentes,’ publicado por el escritor e
investigador Michael Hart en 1982 que trata sobre las cien
personalidades más importantes en la historia de la humanidad,
reserva el primer lugar al Profeta Muhammad (saws). Esta declaración
es la confirmación de que, incluso alguien que no acepta su profecía,
puede verlo como el líder más influyente en la historia mundial.
Es un juicio común de todos aquellos, amigos o enemigos, que han
examinado su vida con la integridad de los valores positivos que
constituyen el carisma supremo, que fue descripto a través de términos
como “el líder, el pionero, el gran hombre, “etc., y que se han unido en
el Profeta Muhammad (saws) en los grados más apropiados.
Desde su estilo abarcativo con el que, mientras respondía una
pregunta, le daba respuestas a las variaciones que no estaban
necesariamente dentro de la pregunta, pero posiblemente estaban en la
mente de la persona que la había formulado, hasta su majestad natural
que impresionaba a los que lo encontraban por primera vez, y a pesar
de toda su modestia, el Profeta Muhammad (saws) poseía todas las
virtudes inherentes y derivadas que un líder de una comunidad debe
tener.
Si miramos algunas de esas virtudes para darnos una idea del todo,
vemos que:
Advertía a los que habían cometido actos equivocados y feos sin
divulgar su identidad en público y usando expresiones tan vagas como
‘alguno de ustedes’ para no incitarlos a que hicieran actos más serios
de la misma clase.
Advertía a algunos de sus compañeros que veían a los árabes como una
raza superior, diciendo: “El Árabe no es la madre ni el padre de nadie.
Todos los que hablan árabe son Árabes,” y tomaba precauciones para
purificar el Islam de toda clase de racismo.
Nunca abusaba de sus poderes majestuosos para fines personales.
Incluso se dice que fue el primero en haber enfocado la recaudación de
impuestos de la gente únicamente para la gente.
Para los creyentes, el Profeta Muhammad (saws) es el más grande de los
siervos y profeta de Allah, e incluso para los que no creen, fue un gran
hombre y líder.
LA MARCHA OBLIGATORIA
El ejército había comenzado las operaciones contra el clan de ibn
Mustaliq. La victoria fue conseguida con facilidad pero un
acontecimiento que ocurrió durante el viaje de regreso fue el presagio de
un enorme peligro.
En un lugar de descanso surgió una disputa por una simple razón entre
un musulmán de Medina y otro que había emigrado desde La Meca. La
15
pelea se extendió rápidamente y se comenzó a transformar en un
conflicto entre los Mecanos y los nativos de Medina. Si no se tomaba
alguna precaución, el espíritu de la unidad interior y la hermandad que
había constituido la fuente más importante del poder de los
musulmanes hasta ese momento estaba al borde de la desaparición.
El Profeta Muhammad (saws) intervino rápidamente y dio órdenes de
continuar la marcha. El ejército se puso en marcha durante las horas
más calientes del día, las que usualmente se dedicaban al descanso. La
marcha continuó con paso rápido hasta el anochecer y durante toda la
noche. Al día siguiente finalmente se dio permiso para descansar
durante las horas del mediodía. Luego de que el ejército había
marchado casi por veinticuatro horas, nadie tenía ya las fuerzas para
continuar la discusión del día anterior. Todo el ejército permanecía
dormido a causa del agotamiento. Mientras el Profeta Muhammad
(saws) había tomado las acciones necesarias para impedir el peligro
inminente; y las horas más críticas para una posible prolongación de la
disputa se habían evitado.
(33)
EL HOMBRE TIENE RAZON
Un compañero le había prestado cierta cantidad de dátiles al Mensajero
de Allah (saws). Cuando llegó el momento de devolvérselos, el Profeta
(saws) no disponía de los medios para cumplir con el pago y le pidió a
otro musulmán de Medina que reembolse la deuda en su lugar. Pero los
dátiles dados en el reembolso eran de una calidad inferior por lo que el
acreedor no los aceptó. El hombre de Medina se enojó:
-“¿Estás rechazando los dátiles enviados por el mensajero de Allah?,
dijo.
El acreedor inclinó la cabeza:
-“Si el Mensajero de Allah no se comporta de una manera justa,
¿quiénes somos nosotros para esperar justicia?” preguntó.
Cuando se le informó al Profeta Muhammad (saws) de esta situación se
entristeció y sus ojos se humedecieron:
-“El hombre tiene razón,” dijo. Y pidió que los dátiles fueran
reemplazados.
(34)
VENDETTA
Mientras se daba un sermón en la mezquita, un musulmán
recientemente converso se puso de pie y buscó una vendetta.
Interrumpió el discurso del Profeta (saws):
-“¡OH Mensajero de Allah!”, dijo señalando a un grupo sentado en la
mezquita: “Sus ancestros mataron uno a uno a nuestros familiares. Por
lo tanto, exigimos que uno de ellos sea matado como compensación.”
El Profeta Muhammad (saws) respondió de una manera tranquila pero
decidida:
-“La venganza del padre no puede ser tomada por el hijo.”
(35)
16
CUANDO SE EXTIENDE EL BASTON
Mientras se distribuía un botín de guerra entre los compañeros la
multitud reunida comenzó a apretujarse. Uno de ellos puso todo su
peso contra el Profeta Muhammad (saws) y él apartó a esta persona con
el pequeño bastón que tenía en la mano, pero accidentalmente el bastón
lastimó el borde de la boca del hombre haciéndolo sangrar un poco. Al
ver esto, el Profeta Muhammad (saws) detuvo inmediatamente la
distribución del botín y, extendiendo el bastón hacia el hombre le pidió
con actitud seria que haga lo mismo con Él, para compensar el error. El
hombre, luego de dudar un momento, apartó el bastón con su mano y
dijo:
-“¡Oh, Mensajero de Allah! Te perdono.
(36)
NUNCA DIJO UNA MENTIRA
Transcurrían los primeros y más difíciles años de la misión del Profeta
Muhammad (saws). De las cien puertas que golpeaba para trasmitir La
Revelación, quizás solamente una se abría. Un día reunió a sus
parientes más cercanos al pie de una colina cerca de La Meca. La
intención era mostrar su personalidad e integridad ante La Revelación
como pruebas de la veracidad de su aclamación de profecía por lo que
les preguntó a sus parientes:
-“Si les dijera que “Detrás de esa colina hay un ejército enemigo y que
se está preparando para una invasión,” ¿creerían sin pedir una prueba
de ello? “
-“Sí,” dijeron, “porque hasta ahora nadie atestiguó ninguna mentira de
tu parte. Juramos que eres el “Confiable.”
Durante el resto de la conversación, las mismas personas aún
rehusaron la invitación al Islam y su profecía, pero sin ser concientes lo
estaban aprobando...
(37)
EL SOL EN UNA DE MIS MANOS, Y LA LUNA EN LA OTRA
El temor se elevaba entre la gente prominente de la tribu Quraysh y a
pesar de todas las precauciones que habían tomaron, la cantidad de
gente alrededor del Profeta Muhammad (saws) aumentaba
constantemente, por lo que organizaron una reunión y acordaron
“utilizar la diplomacia.” Escogieron a uno de entre ellos que
consideraron tendría influencia con el enviado de Allah. Este emisario
comenzó diciendo frente al Profeta Muhammad (saws):
-“Oh, Muhammad (saws), has herido a nuestros dioses, plantaste
semillas de disputa y disturbio entre nosotros, molestaste nuestra
solidaridad y unidad, trajiste dolor y tristeza a todos nosotros. Si esta es
la riqueza que quieres, te haremos el más rico de nuestras tierras. Si
este es el poder, la autoridad y el liderazgo que quieres, te haremos
17
nuestro líder. Si hay una mujer hermosa que quieras, dínoslo y ella será
tuya inmediatamente. Si estás enfermo y estas aclamaciones de profecía
provienen de esa enfermedad, encontraremos a los mejores doctores
para que te curen.”
El emisario terminó su discurso confiando que ningún hombre hubiera
podido resistirse a estas proposiciones y esperó su respuesta.
Ahora era el turno del Profeta Muhammad (saws) quien respondió:
-“No quiero pertenencias. No deseo lo principesco. No tengo ojos que no
sean para Jadiyah (as). Tampoco estoy enfermo. Sólo soy un pobre siervo
de Allah. Allah me envió entre vosotros como mensajero. Si aceptan el
mensaje, vengan detrás de mí. Si no, tengan siempre en cuenta que,
aunque pongan el sol en una de mis manos y la luna en la otra, no me
alejaré de la causa de Allah.”
(38)
DESPUES DE QUINCE DIAS
Uno de sus compañeros se acercó al Profeta Muhammad (saws) y le
pidió dinero. El Profeta (saws) no estaba de acuerdo con esto pues
estaba a favor de que cada uno se pueda sustentar por si mismo y no
constituya una carga para nadie más. En lugar de darle una pequeña
limosna y despedirlo, le preguntó:
-“¿No tienes nada de valor en tu casa?”
-“Hay una tela ordinaria que uso como cama y cobertor y un cuenco en
el que bebo agua.”
-“¡Ve a traerlos”!
Las dos cosas fueron traídas a la mezquita y ofrecidas en una subasta.
Se vendieron por dos monedas de plata.
El Profeta Muhammad (saws) le entregó el dinero y le aconsejó:
-“Compra comida con una moneda de plata y un hacha con la otra,
luego tráemela.”
Su compañero hizo lo aconsejado y volvió con el hacha en la mano. El
Profeta Muhammad (saws) estaba preparando un mango para el hacha
con sus propias manos. Pegó el hacha al mango y se la entregó a su
compañero diciendo:
-“Ahora ve al bosque, corta algo de leña y véndela. Encontrémonos de
nuevo en quince días.”
A los quince días su compañero volvió con el rostro sonriente:
-“¡Oh, Mensajero de Allah! Pude ahorrar diez monedas de plata,”
exclamó mostrándole el dinero.
El Mensajero de Allah (saws) sonriendo también, dijo:
-“Compra algo de comida y ropa. Satisface tus necesidades y no olvides
que para un hombre, es más honorable satisfacer sus propias
necesidades que mendigar. Pedir sólo es para los enfermos y los
minusválidos.”
(39)
18
CUANDO PERDIÓ SU CAMINO
Un árabe nómada llegó hasta el Profeta Muhammad (saws) con la
intención de convertirse en musulmán, pero aún no se encontraba
seguro de su decisión por lo que le formuló algunas preguntas al Profeta
(saws) para aclarar su mente:
-“¿Por qué motivo llamas a la gente?”
-“Sólo para adorar a Allah. Allah es Aquel que cuando estás en
problemas Lo llamas y Él te libera. Allah es Aquel que cuando hay una
sequía, Lo llamas y Él te extiende un manto de césped en el suelo. Allah
es Aquel que, cuando pierdes tu camino en el desierto, Lo llamas y Hace
que lo encuentres.”
Todas las dudas que se encontraban en la mente de este hombre se
desvanecieron porque el Profeta Muhammad (saws) le explicaba la
religión con palabras que pudiera entender.
(40)
ALGUNAS VECES SUCEDE
Un compañero le manifestó al Profeta Muhammad (saws) una
preocupación que era incapaz de compartir con nadie más.
-¡Oh, Mensajero de Allah! Mi esposa dio a luz un niño, y su piel es
oscura, mientras que yo soy de piel blanca.
El Profeta Muhammad (saws) comprendió la cuestión y por cortesía
evitó que el compañero continuara. Interrumpiéndolo le preguntó:
-¿Tienes camellos?
-Sí.
-¿De qué color son?
-Generalmente rojizos.
-¿Hay entre ellos alguno grisáceo?
-Sí, algunas veces hay uno.
-¿De dónde viene ese color grisáceo?
-Probablemente de uno de los ancestros del camello.
-Y el niño que tu esposa dio a luz probablemente obtuvo su piel oscura
de uno de tus ancestros.
Su compañero se retiró con una conciencia satisfecha y un rostro feliz.
(41)
UNA CRIADA PARA FATIMA
Su hija Fátima (as) llevaba una vida muy atareada luego de contraer
matrimonio. En palabras de su marido Ali (ra): “No teníamos criadas en
nuestra casa y todos los quehaceres los hacía Fátima. Vivíamos en una
vivienda que consistía en una sola habitación. En esa diminuta
habitación, Fátima se tomaba grandes molestias para encender el hogar
y trataba de cocinar comida en un fuego insignificante. Con mucha
frecuencia, mientras se inclinaba para soplar el fuego se quemaba la
ropa. Por esa razón, su ropa estaba llena de agujeros. Y ese no era el
único sacrificio; molía la harina, cocinaba el pan, llevaba el agua. Sus
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manos tenían callos por hacer girar la piedra del molino y su espalda
tenía callos por llevar el agua.”
En aquellos días, los prisioneros de guerra eran llevados a Medina.
Estos prisioneros estaban ubicados entre los musulmanes necesitados
para ayudarles en sus quehaceres. Ali (ra) le dijo a su esposa:
-“Ve con tu padre y pídele a alguien para que nos ayude.”
Fátima fue a hablar con su padre pero la respuesta del Profeta (saws)
fue negativa:
-“Hija mía,” dijo, “las necesidades de mis compañeros que viven y
duermen en la mezquita y pasan su tiempo aprendiendo y educándose
tienen prioridad sobre los míos. Perdóname, pero no puedo hacer nada
por ustedes sin antes satisfacer sus necesidades.”
(42)
INCLUSO SI FUERA FATIMA, LA HIJA DEL PROFETA MUHAMMAD (saws)
La Meca había sido conquistada recientemente y la hija del jefe del clan
Ibn Mahzum estaba involucrada en un robo. El nombre de la ladrona
era Fátima. Ella fue llevada ante el Profeta Muhammad (saws) para ser
castigada, pero las uniones políticas del momento requerían que se
preservaran las buenas relaciones con el clan Ibn Mahzum. Algunos de
los compañeros que evaluaban la sensibilidad de la situación enviaron a
alguien que creían no sería rechazado como emisario por el Profeta
Muhammad (saws). Este era el hijo del hijo adoptivo Zaid del Profeta, el
joven Osama. En otras palabras, su nieto por adopción.
Osama dijo:
-“¡Oh, Mensajero de Allah! ¿No podrías perdonar a esta mujer por amor
a su padre?”
Pero se enfrentó a una dura respuesta:
-“Lo que me pides, es la razón de por qué las sociedades anteriores
cayeron en el olvido. En esas sociedades también, cuando una persona
poderosa e influyente cometía un crimen, era perdonada, y cuando algún
hombre común cometía un crimen, era castigado. Juro por Allah, que si la
persona que cometió este acto hubiera sido Fátima, mi propia hija, en
lugar de ser Fátima, la hija del jefe de Ibn Mahzum, hubiera aplicado el
mismo castigo.”
Dio las órdenes y la ladrona cumplió su castigo.
(43)
AQUEL QUE NOS ENGAÑA
El Profeta Muhammad (saws) se encontraba inspeccionando el mercado
y metió la mano en un saco de trigo que estaba en la mesa de una
tienda. Los granos de trigo de la superficie eran grandes, brillantes y de
buena calidad, pero los que extrajo del interior del saco eran granos
húmedos de baja calidad. Frunció el ceño y le preguntó al mercader la
razón de esto:
-“Si no hago esto, no puedo venderlos,” respondió el mercader. A esto el
Profeta (saws) respondió:
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-“Aquél que nos engaña no es de los nuestros.”
Y dio las órdenes para que los granos húmedos sean colocados en la
superficie del saco y vendidos como tales.
(44)
MIS PROPIAS MEDIDAS
El Islam estaba atravesando su primera prueba significativa en el
campo de batalla en la llanura de Badr. El Profeta Muhammad (saws)
había colocado a su pequeño ejército en posición de guerra mientras
esperaban al ejército enemigo que lo triplicaba en hombres. En ese
momento, uno de sus compañeros, Hubab el hijo de Al Mundhir,
entendido en asuntos de guerra, se acercó a él y le preguntó:
-“¡Oh, Mensajero de Allah! ¿Es Allah quién ordenó colocar al ejército de
esta manera?”
-“No, estas son mis propias medidas”, respondió.
-“En ese caso, ¡Oh, Mensajero de Allah! Permíteme informar que el
ejército no está bien colocado.”
Le explicó la manera correcta en términos de estrategia militar y el
Profeta Muhammad (saws) siguió su consejo sin mostrar la menor señal
de reacción o negativa. La posición del ejército fue modificada y en
pocas horas el Islam obtuvo su primera victoria.
(45)
21
INTELIGENTE
Desde que el Profeta Muhammad (saws) comenzó a recibir las
revelaciones, el término que mejor explica sus capacidades intelectuales
superiores es “astucia”. Pero en nuestro lenguaje actual hablado,
reemplazamos este término con un sinónimo, con el riesgo de corroer
un poco sus matices, y lo llamamos “inteligencia.”
Esta inteligencia, una de sus cinco cualidades principales como Profeta,
compaginada con el sentido común y la conciencia, mostraban sus
virtudes idealmente equilibradas. Como manifestó la famosa
declaración
de
Aristón:
“Cuando
educas
a
una
persona
intelectualmente, y descuidas sus valores morales, estás preparando
una calamidad para la sociedad”. Muchas personas que poseían
capacidades intelectuales superiores, causaron tormentos en sus
alrededores, en su sociedad e incluso en la humanidad en general, ya
que su intelecto no estaba balanceado con los otros valores humanos y
positivos, que llevaron a un gran número de catástrofes. Cuando se
observa este aspecto, el Profeta Muhammad (saws) se sitúa en la
mismísima cima de este equilibrio.
Su intelecto superior nunca ha sido utilizado como herramienta para
actos negativos, ganancia personal o necesidad ni una sola vez en su
vida. Por el contrario, incluso durante sus primeros años antes de la
profecía, era reconocido y llamado entre las gentes de La Meca con el
título de “el-Emin”, el Confiable.
Incluso cuando resolvía las cuestiones más difíciles de su vida, su
actitud era tranquila, cómoda y natural. Y ciertamente ha debido
decidir las cuestiones más difíciles.
Bernard Shaw, que tiene en cuenta esta particularidad suya junto con
otras cualidades superiores que lo hicieron un profeta, dice: “En
nuestra época cuando los problemas de la humanidad se acumulan
unos tras otros y llegan a un punto insoluble, necesitamos al Profeta
Muhammad (saws) más que nunca. Si estuviera entre nosotros, hubiera
resuelto todo estos problemas con la misma facilidad que si estuviera
bebiendo una taza de café.”
CON LOS MEDINENSES EN HUNEIN
Con la victoria de Hunayn, se obtuvo un botín de guerra de
proporciones inimaginables. El Profeta Muhammad (saws) distribuyó
una parte considerable entre la gente de La Meca recién convertida, y
especialmente entre los notables en cuyos corazones la religión aún no
estaba fuertemente asentada. Esto produjo el efecto esperado. Los
gobernantes de la Meca exclamaron:
-“El Profeta Muhammad es en verdad un profeta, de otra manera no se
hubiera comportado tan generosamente.”
Pero esta situación también provocó un cierto malestar entre algunos
jóvenes de Medina lo que generó ciertas habladurías:
-“El Mensajero de Allah (saws) unió a su gente y parientes y
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probablemente se quede junto a ellos a partir de ahora.”
Cuando estos chismes llegaron a sus oídos no perdió ni un minuto de
tiempo dando órdenes de que se reunieran todos los de medinenses. Se
presentó frente a la multitud mientras lo esperaban curiosos y
excitados:
-“¡Oh, Medinenses!” dijo, “Oí que algunos de ustedes dicen sobre mi que
ahora he reunido a mi gente y parientes y que probablemente los
prefiera a ellos antes que a ustedes.”
Todo los Medinenses sintieron pena al oír una acusación tan grave y
pronunciada por su boca, y comenzaron a llorar y disculparse. Pero él
(saws) continuó diciendo:
-“¿Acaso no fueron una comunidad confundida adoradores de ídolos?
Allah los ha puesto en el sendero correcto a través de mi mano.”
-“¡Sí, Mensajero de Allah! Toda nuestra gratitud a Allah y a ti.”
-“¿Acaso no eran enemigos unos de otros, derramando sangre entre
ustedes y se encontraban divididos en muchas fracciones? Allah los ha
unido a través de mi mano y los ha vuelto más fuertes.”
El remordimiento y la vergüenza aumentaba entre la multitud.
-“¡Sí, Mensajero de Allah! Toda nuestra gratitud a Allah y a ti.”
Y continuó diciendo: -“¿Acaso no eran pobres, hambrientos y
miserables? Allah los ha vuelto ricos y honorables a través de mi mano.”
-“¡Sí, Mensajero de Allah! ¡Así es!”
Hizo un silencio y luego continuó diciendo:
-“Pero si lo desean pueden reprocharme de esta manera: “Tu pueblo y
tus parientes declararon ser tus enemigos y no te permitieron vivir entre
ellos. Nosotros te abrimos los brazos y te hemos adoptado a ti y a tu
religión.””
Muchos Medinenses, bajo la carga de la vergüenza que sintieron luego
de estas palabras comenzaron a llorar con más fuerza. Le rogaron que
termine sus palabras y los perdone. Él continuó diciendo:
-“O también pueden reprocharme de esta otra manera: “Cuando todos los
negaban, nosotros los confirmamos. Cuando todos se volvieron sus
enemigos, nosotros hemos compartido nuestras vidas y nuestras
pertenencias por amor a ustedes y los protegimos.””
Los Medinenses no pudieron soportar más estas palabras e hizo un
silencio. Cuando todos se calmaron un poco, retomó sus palabras:
-“¿Qué sucede si les doy a los que se convirtieron recientemente al Islam
un poco más que a ustedes de dinero y pertenencias? Mientras aquellas
personas vuelven a su país con rebaños de ovejas y camellos, ustedes
vuelven a Medina con el Mensajero de Allah como parte del botín. ¿Acaso
no lo prefieren? Juro por Allah, que si Él no me hubiera creado como un
inmigrante, hubiera preferido ser un Medinense. Juro por Allah que si
toda la humanidad entrara en un valle, y los Medinenses en otro,
permanecería con los Medinenses.”
(46)
¿Y SI FUERA TU MADRE?
Un joven musulmán le pidió permiso al Profeta Muhammad (saws) para
23
cometer adulterio, manifestando una razón supuestamente coherente.
Como tal, las mujeres honradas serían salvaguardadas del peligro que
él representaba. El Profeta Muhammad (saws) le preguntó:
-“¿Te gustaría ver a otros haciendo con tu madre lo que tú quieres hacer?”
-“No, ¡lo juro!”
-“Y los demás no aceptarían que sus madres fueran tratadas de ese
modo.”
-“¿Te gustaría ver a otros haciendo con tu hija lo que tú quieres hacer?”
-“No, ¡lo juro!”
-“Y los demás no aceptarían que sus hijas fueran tratadas de ese
modo.”
-“¿Te gustaría ver a otros haciendo con tu hermana lo que tú quieres
hacer?”
-“No, ¡lo juro!”
-“Y los demás no aceptarían que sus hermanas fueran tratadas de ese
modo.”
Apeló al sentido común del joven y le expuso el grado de lo malo y feo
de la situación por la que le pidió permiso. Lo persuadió y luego le dijo:
-“¡Acércate!”
Colocó su mano sobre el corazón del joven y rezó por él:
-“¡Oh, Allah! Perdona sus pecados, purifica su corazón y protégelo del
pecado.”
Desde aquel día el joven vivió como un ejemplo de virtud.
(47)
¿EN CUANTOS DIOSES CREEN?
Transcurrían los primeros y más atormentados años de la profecía en
La Meca y los creyentes no superaban un puñado. Uno de estos
creyentes era Imrân cuyo padre Hussein, reconocido como una de las
personas más inteligentes de La Meca y uno de los mejores oradores, al
oír que su hijo se había convertido al Islam, decidió reivindicarlo de su
error manteniendo una discusión con el Profeta Muhammad (saws) y
poniendo fin a su acción divisiva. Hussein se acercó, bien preparado,
hasta donde se encontraba el Profeta (saws) y le preguntó:
-“Muhammad, ¿Qué es aquello que hemos oído? Se dice que estás
rechazando a nuestros dioses; mientras que tu padre, tu abuelo y
antepasados creían en estos dioses junto con todos los demás y eran
personas inteligentes y honorables.”
El Profeta Muhammad (saws) respondió:
-“Dejemos a tus antepasados y a los míos al margen de este momento”,
y continuó diciendo: “¿En cuántos dioses creen?”
-“En ocho.”
-“¿Cuántos de ellos están en la tierra, y cuántos en el cielo?”
-“Hay siete en la tierra, y uno en el cielo.”
-“Si les llega una calamidad, ¿a quién le rezan, para pedirle ayuda?”
-“Al que está en el cielo.”
-“Si su propiedad es destruida, ¿a quién le rezan?”
-“Al que está en el cielo.”
24
-“¿De quién piden su sustento?”
-“Del que está en el cielo.”
-“¿De quién esperan remedio y recuperación cuando están enfermos?”
-“Del que está en el cielo.”
-“Ya que Él es el único que acepta sus plegarias, ¿por qué atribuyen a
los otros como asociados a Él?”
-“Nunca antes he hablado con alguien como tú,” dijo Hussein.
El Profeta Muhammad (saws) agregó:
-“Imrân se hizo Musulmán para que puedan obtener la salvación.”
Hussein exclamó:
-“Pero entonces, ¿qué voy a decirle a mi clan y a mis parientes? ¿Cómo
iré y los miraré a la cara?”
-“Di: “¡OH Allah! Muéstrame el sendero más verdadero.””
Hussein se hizo Musulmán y su hijo Imrân abrazó a su padre con
alegría, mientras el Profeta Muhammad (saws) miraba la escena con
lágrimas de alegría y alabanzas a Allah.
(48)
SI LO COMES, SE CONVERTIRÁ EN TU SUSTENTO
Un judío de Medina se topó con el Profeta Muhammad (saws). Durante
el encuentro un grupo de diversas personas (musulmanes, judíos,
idólatras, e hipócritas) se amontonaron a su alrededor. El hombre judío,
que llevaba un trozo de pan en la mano, se lo mostró al Profeta (saws) y
dijo:
-“¡OH Profeta Muhammad! ¿Este pan es mi sustento?”
La trampa era clara. Si el Profeta Muhammad (saws) respondía que sí el
judío no lo comería y lo tiraría, y si respondía que no el judío lo
comería, negando así la condición de profeta y negándolo ante los ojos
de la gente.
El Profeta Muhammad respondió sin pensarlo:
-“¡Si lo comes, se convertirá en tu sustento!”
(49)
MAESTRO DE LA GENTE
El Profeta Muhammad (saws) se encontraba junto a sus compañeros en
la mezquita cuando un emisario extranjero entró apurado. Traía una
carta diplomática importante y sin conocer Medina ni a los
musulmanes, preguntó sin aliento:
-¿Quién es el amo de esta gente?
En ese momento, el Profeta (saws) estaba de pie distribuyendo ofrendas
a sus compañeros sentados. Cuando oyó la pregunta del emisario,
respondió sin pensar:
-“El maestro de la gente es aquél que sirve a la gente.”
Con esta respuesta había respondido a la pregunta del emisario y les
había dado una lección de cortesía a sus compañeros y a todos los
musulmanes. Se estableció así un principio importante de filosofía
política.
25
(50)
CONDÚCENOS
Una delegación que representaba a los Cristianos de Najran le hizo una
visita al Profeta Muhammad (saws) en Medina. Repetían sus
aclamaciones que Jesús era el Hijo de Dios y le pidieron al Profeta
Muhammad (saws) que aprobara sus aclamaciones; mientras él los
invitaba a la lógica y el sentido común:
-“¿Saben acaso que Allah nunca murió, y que Jesús fue condenado a
muerte?”
-“Sí, lo sabemos.”
-“¿Saben acaso que Allah es El Protector y El Proveedor de todo?”
-“Sí.”
-“¿Puede Jesús hacer estas cosas?”
-“No.”
-“¿Saben que ni en la tierra ni en el cielo nada podría permanecer
oculto para Allah?”
-“Sí.”
-“¿Puede Jesús saber cualquiera de estas cosas?”
-“No.”
-“¿Saben que Allah le dio forma a Jesús en el útero de su madre, y que
no comió, ni bebió, ni perdió las abluciones?”
-“Sí.”
-“¿Y que, como cualquier madre, la madre de Jesús estuvo embarazada,
y le dio a luz como cualquier otra madre, y que lo alimentó con leche
como cualquier otra madre le da leche a su hijo, y que comió y bebió y
perdió las abluciones?”
-“Sí.”
-“Entonces ¿cómo puede ser esta su aclamación?”
Los Cristianos de Najran se quedaron mirándolo fijamente. No se
hicieron musulmanes, pero le pidieron que los gobernara a partir de ese
día y el Profeta (saws) delegó a uno de sus compañeros como
gobernador de Najran.
(51)
26
COMPASIVO
En la época en que vivió el Profeta Muhammad (saws), hasta una fecha
reciente, el Imperio Romano, generalmente visto como el principal
representante de la civilización, dejaba que las bestias hicieran pedazos
a las personas en las arenas ya que sus creencias diferían de la mayoría
de la población y las imposiciones de la estructura estatal, en el que,
mientras un comandante romano victorioso conducía la marcha de la
victoria organizada en su nombre en la capital, el comandante del
ejército opuesto que había sido derrotado era estrangulado en una
ceremonia.
La sociedad en la que había nacido el Profeta Muhammad (saws),
absteniéndonos a un largo discurso sobre este tema, era una sociedad
en la cual la gente podía matar a sus propias hijas con las manos sin
que su conciencia tambaleara, repitiendo esta acción cientos de veces.
Así, en la sociedad arábiga pre-islámica, una sola persona que se
hubiera sublevado contra este salvajismo hubiera podido, a través de
sus esfuerzos personales, salvar cientos de niñas de ser asesinadas. En
palabras del famoso poeta Mehmed Akif: “El hombre ha sobrepasado a
los monstruos en salvajismo. Si un hombre no tiene dientes, es comido
por sus propios hermanos.” Estos actos salvajes fueron abolidos al
principio de su profecía.
El Profeta Muhammad (saws) revolucionó, sólo con su existencia, la
perspectiva de todos los valores positivos y superiores de la humanidad,
y nos impresionó con los incontables ejemplos de compasión que
demostró.
“Encontradme a los débiles de entre vosotros, porque vuestro sustento y
la ayuda que recibís es gracias a los débiles que hay entre vosotros.”
Cuando un compañero se quejó de que su corazón se había endurecido
recientemente, le recomendó acariciar la cabeza de un huérfano.
Cuando le pedían que maldijera a las comunidades más crueles; las
cuales desplegaban los peores actos hacia él (saws) y sus compañeros
debido a la incredulidad, él rezaba por ellos para que encontraran el
camino recto.
Pero la compasión que desplegaba en tiempos de guerra sobrepasaba
todos los otros momentos. En los campos de batalla en donde cualquier
hombre por su naturaleza es muy duro y desconsiderado, y hasta a
veces cruel, eran para el Profeta Muhammad (saws) las ocasiones en
donde actuaba con delicadeza en términos de compasión. Prohibía que
el enemigo sea atacado sin ser invitado primero al Islam. Prohibía que
aquellos que no combatían como las mujeres, los niños, los ancianos y
los enfermos sean heridos. Ordenaba el buen trato a aquellos
capturados con vida en las batallas.
Trajo al mundo una riqueza de compasión tal, en la guerra y en la paz,
en las relaciones personales y sociales, que las actitudes positivas
atestiguadas durante toda su vida nunca se repetirán en la historia de
la humanidad.
27
LADRON POBRE
Medina estaba en tiempos de sequía y un musulmán hambriento entró
a un jardín y tomó algunos dátiles de los árboles para comerlos. Pero
fue sorprendido por el dueño del jardín quién lo golpeó y confiscó sus
ropas como reembolso de los dátiles que había comido.
Sin estar conformes con esta situación el ladrón pobre y el jardinero
fueron ante el Profeta Muhammad (saws). El ladrón elevó una queja
contra el jardinero por el mal trato que le había infligido y el Profeta
Muhammad (saws) oyó a ambos cuidadosamente. Luego le dijo al
jardinero:
-“Este hombre era ignorante, debiste haberle enseñado; tenía hambre,
debiste haberle dado de comer.”
El jardinero tuvo que regresarle la ropa al ladrón y luego, como
recompensa por el mal trato que le había infligido, tuvo que darle trigo
de su propio granero.
(52)
AYUDA AL ENEMIGO
Hamame, el jefe de un clan que satisfacía todas las necesidades de
cereales de La Meca, se convirtió al Islam y con esto dejó de venderles
cereales a los mecanos. Los idólatras, que repentinamente se
enfrentaron a la hambruna se dirigieron a Hamame logrando un
resultado negativo. Como último remedio, enviaron una delegación para
dialogar con el Profeta Muhammad (saws):
-“Si no encontramos una solución de tu parte moriremos todos de
hambre”, dijeron.
En ese momento, el Profeta (saws) no tuvo en cuenta ni por un instante
que los habitantes de La Meca no le dieron ni un solo grano de trigo a él
y a los otros musulmanes en el transcurso de tres años luego de la
revelación. Ni tuvo en cuenta que les negaron el derecho a vivir en sus
países y los obligaron a emigrar porque él y sus compañeros habían
defendido que su dios era Allah. Tampoco tuvo en cuenta los intentos
de acabar con su vida en incontables ocasiones ni las muchas veces
que habían puesto ejércitos enteros para que marcharan sobre Medina.
Eligió olvidar y le pidió a Hamame que provea otra vez cereales a La
Meca.
(53)
NO DEBE TORTURARSE
Cierto día el Profeta Muhammad (saws) observó a un anciano que iba a
pie hacia la peregrinación en La Kaaba en medio de sus dos hijos que
montaban un camello cada uno. Preguntó la razón de esto y se enteró
que esta conducta se debía a un voto que el anciano había hecho. Aún
así vio que el hombre caminaba con mucha dificultad y le envió un
mensaje:
28
-“Allah no necesita la tortura de este anciano. Dile que monte un
camello.”
(54)
CUANDO LA CIUDAD DE TAIF ESTABA HAMBRIENTA
Luego de la conquista de La Meca los musulmanes habían sitiado la
ciudad de Taif. El sitio se había prolongado y las muertes comenzaron a
acontecer debido al hambre. A pesar de que el enemigo estaba a punto
de rendirse, se puso fin al asedio ya que el Profeta no estaba a favor de
tomar una ciudad que sería obtenida a causa de la muerte por hambre
de su población. Aunque esta misma ciudad, años atrás, había hecho
víctima al Profeta Muhammad (saws) de apedreadas y escupitajos
haciéndole vivir, con sus propias palabras “el día más amargo de su
vida.”
(55)
EL ASESINO DE ZAINAB
Habbar hijo de Al Aswad fue quien asesinó a Zainab, una de las hijas
del Profeta Muhammad (saws). Mientras Zainab estaba emigrando de La
Meca hacia Medina para unirse con su padre, cayó en una emboscada
de un grupo de idólatras de La Meca, entre los que se encontraba
Habbar. Al rodearla, este con su lanza hizo que Zainab cayera del
camello provocándole que pierda su embarazo y luego causándole la
muerte como consecuencia. Cuando La Meca fue conquistada, Habbar
se escondió por temor a que el Profeta Muhammad (saws) buscara la
venganza de su hija y se preparó para huir a Irán. Pero el Enviado de
Allah le envió un mensaje prometiéndole seguridad para su vida.
Cuando Habbar llegó a su presencia, el Profeta (saws) aceptó su palabra
de fidelidad y lo perdonó.
(56)
UHUD: EL PUNTO MÁS ELEVADO DE SENSIBILIDAD
Uhud fue el segundo gran campo de batalla de prueba del Islam. La
batalla de Uhud, que terminó con una derrota en cuanto a la táctica,
fue un sitio donde todos los musulmanes, incluyendo el Profeta
Muhammad (saws) padecieron sufrimiento. Perecieron martirizados
decenas de los más grandes y queridos compañeros del Profeta (saws) y
su ejército se disolvió. Al Profeta (saws) le fueron arrojados más de
setenta espadazos, sus dientes se rompieron, sus mejillas se partieron y
partes del hierro se clavaron en sus encías.
En los momentos más intensos, el Profeta (saws), levantó sus manos y
suplicó, rodeado de los paganos mecanos, mientras limpiaba la sangre
que caía de su mejilla y su boca evitando que esta cayera en la tierra:
-“Oh Allah, perdona a mi nación porque no pueden ver la verdad. Si la
hubieran visto, nunca se hubieran comportado así.”
29
Algunos de sus compañeros, extrañados por esta situación, le
preguntaron:
-“¡Oh Mensajero de Allah! ¿Por qué lidiaste tanto para que tu sangre no
cayera en la tierra?”
-“Es la ley de Allah. Si una nación lastima a un profeta enviado como
misericordia de Allah hasta el punto de que su sangre cae en la tierra, no
se les otorga ninguna oportunidad. Son completamente abolidos.”
(57)
EL NIÑO MARTIR
El día de la batalla de Uhud, al anochecer, el hijo de un musulmán
martirizado le preguntó al Profeta Muhammad (saws), que se
encontraba herido y con dolor:
-“¿Dónde está mi padre?”
-“Tu padre fue martirizado.”
El hijo del mártir comenzó a llorar y el Profeta Muhammad (saws)
acariciando su cabeza lo tomó en su regazo y le dijo:
-“Déjame ser tu padre y Aisha tu madre.”
(58)
¿LOS HAN CONVOCADO AL ISLAM?
El Profeta Muhammad (saws) al ver a los prisioneros de guerra que
habían sido traídos a Medina, les preguntó a sus compañeros:
-“¿Los han convocado al Islam?”
Al obtener como respuesta un “No”, les preguntó a los prisioneros:
-“¿Los han convocado al Islam?”
Al escuchar también como respuesta un “No”, ordenó que los
prisioneros sean liberados y devueltos a sus países.
(59)
NO PUEDES DARLE A LOS POBRES LO QUE TÚ MISMO NO COMES
Uno de sus compañeros le entregó al Profeta Muhammad (saws) un
reptil como regalo para que él comiera. Sin embargo no lo comió ya que
no acostumbraba a hacerlo. Hz. Aisha (as), sabiendo esto, le pidió
permiso para entregarle el reptil a un pobre que se encontraba en ese
momento pidiendo algo para comer. Él (saws) no se lo permitió diciendo:
-“No puedes darle a la gente pobre lo que tú misma no comes.”
(60)
MI QUERIDO PADRE, MI QUERIDO PADRE
Entre los árabes pre-Islámicos, matar hijas era una tradición común.
Luego de algunos años, uno de sus compañeros relató enfrente al
Profeta Muhammad (saws) cómo había aplicado esta tradición, la cual
fue severamente prohibida en el Islam.
-“¡OH Profeta de Allah! He enterrado a mis hijas con mis propias manos.
30
En una de estas ocasiones tomé la mano de mi hija que estaba en la
edad de florecimiento y la llevé hasta donde pude en el desierto.
Llegamos frente a un pozo ciego, me incliné y comencé a mirar dentro
como si buscara algo.”
En ese momento el Profeta Muhammad (saws) comenzó a llorar.
El hombre continuó:
-“Repentinamente la empujé. Mientras caía al pozo de espaldas gritaba
por mi ayuda: “Mi querido padre, mi querido padre.””
Ahora el corazón del Profeta (saws) estaba llorando. Sus compañeros
que llegaron en ese momento, cerraron su boca y lo llevaron afuera.
(61)
PARA QUE NO SE VUELVA UNA OBLIGACION
Hz. Aisha (as) dijo:
-“Una noche, el Profeta de Allah, realizó una plegaria voluntaria en la
pequeña mezquita y unas pocas personas lo siguieron. A la noche
siguiente la realizó de nuevo pero esta vez la comunidad religiosa había
aumentado. En la tercera noche la comunidad religiosa congregada en
la mezquita había aumentado considerablemente, pero el Mensajero de
Allah no se presentó. Al día siguiente explicó la razón de su ausencia.
-“Vi la congregación y lo que evitó que me uniera fue mi temor a que esta
plegaria se convierta en una obligación para ustedes.”
(62)
UN CORDERO LACTANTE
El hijo del Profeta Muhammad (saws), Abraham, contaba con tan sólo
dieciocho meses cuando se encontraba agonizando en su regazo. El
Mensajero de Allah (saws) estaba extremadamente sensible. Lavó a
Abraham con lágrimas, lo besó y lo olió por última vez.
-“Era un cordero lactante cuando murió mamando. Pero qué se puede
hacer contra la voluntad de Allah.”
(63)
MÁS POBRE QUE YO
Un amigo del Profeta Muhammad (saws) cometió un pecado durante el
mes de Ramadán cuando estaba ayunando. Luego se acercó al
Mensajero de Allah (saws) y le preguntó cómo podría ser perdonado. El
Profeta (saws) preguntó:
-“¿Podrías liberar un esclavo?”
-“No, no tengo dinero.”
-“¿Podrías ayunar durante setenta días sin ningún intervalo?”
-“Oh Profeta de Allah, esta situación me sucedió cuando estaba
ayunando.”
-“¿Podrías darle comida a setenta personas?”
-“No puedo proporcionarla.”
-“Entonces espera conmigo hasta que Allah otorgue alguna facilidad...”
31
Su amigo se sentó y comenzó a esperar en la pequeña mezquita. Al cabo
de un rato, llegó una cesta de dátil como regalo de una persona de
Medina. El Profeta Muhammad (saws) extendió la cesta a su compañero
que esperaba:
-“Toma esto y distribúyelo entre los pobres para que haya expiación de
tu pecado.”
-“¡Oh, Profeta de Allah! No conozco a ninguna familia más pobre que la
mía.”
Una sonrisa apareció en el rostro del Profeta Muhammad (saws):
-“Entonces tómala, llévala a tu familia y come.”
(64)
LAS MONEDAS DE PLATA
El Profeta Muhammad (saws) tenía diez monedas de plata en su bolsillo.
Con cuatro monedas compró una camisa en el mercado de Medina, pero
en la puerta un pobre le pidió la camisa. Volvió a comprar otra camisa
quedándole dos monedas de plata. Un rato más tarde vio a una
muchacha llorando en el camino. Se le acercó y le preguntó por qué
estaba llorando. La muchachita era una criada:
-“Mi propietario me ha dado dos monedas de plata para comprar
harina, pero las he perdido.”
El Profeta (saws) le dio las últimas dos monedas de su bolsillo y dijo:
-“No llores, puedes comprar la harina.”
La criada aún estaba ansiosa y le respondió:
-“Tengo miedo de que me regañe por llegar tarde a la casa.”
El Profeta Muhammad (saws) le tomó la mano y juntos compraron la
harina. Luego fueron a la casa en la que ella servía y los propietarios
los recibieron sorprendidos y felices.
El Profeta (saws) dijo señalando a la pequeña:
-“Tenía miedo de que la castiguen por llegar tarde. Nunca la golpeen.”
El propietario respondió sorprendido:
-“¡Oh, Profeta de Allah! Ya que ella hizo que tú honraras nuestra casa,
sé testigo de que la voy a liberar, de ahora en más, es libre.”
El Profeta Muhammad (saws) abrió sus manos y alabó a Allah:
-¡Oh, Allah, qué abundante fueron estas diez monedas de plata! ¡Con
ellas pusiste una camisa a un pobre y otra a mí, e hiciste feliz a una
muchachita y le otorgaste la libertad!
(65)
EL PODER DE ALLAH ES MAYOR QUE EL TUYO
Un hombre estaba golpeando a un esclavo con un látigo. El Profeta
Muhammad (saws) se acercó silenciosamente por detrás y dijo a la
persona que golpeaba:
-“Deberías saber que el poder de Allah sobre ti es más grande que el tuyo
sobre este pobre esclavo.”
El dueño, lleno de temor, temblaba de la cabeza a los pies y el látigo
cayó de sus manos. Se dirigió al Profeta Muhammad (saws):
32
-“¡Oh, Profeta de Allah! Sé testigo, voy a liberar a este esclavo.”
El Profeta Muhammad (saws) le respondió:
-“Si no te hubieras comportado así, habrías ardido en el infierno.”
(66)
CIENTO VEINTE OVEJAS
Abu Zur’a, uno de los compañeros que acompañaba al Profeta
Muhammad (saws) durante algunos de sus viajes, relató:
-“Durante un viaje el Profeta de Allah me había llevado en la grupa de
su camello. Cada tanto el látigo que utilizaba para mover el camello
tocaba mi pierna y me lastimaba. Al poco tiempo se dio cuenta de la
situación y preguntó:
-“Oh, Abu Zur’a, ¿mi látigo también te tocó a ti?”
Yo respondí tímidamente:
-“Sí, ¡Oh, Profeta de Allah!”
No dijo ni una palabra. Un rato después llegamos a un lugar en donde
se encontraban algunos botines de guerra que le pertenecían. Me
concedió ciento veinte ovejas como regalo y dijo:
-“Oh, Abu Zur’a, estas ovejas son el equivalente a la herida que te he
causado sin querer.”
(67)
EL AMADO DEL AMANTE
Su hijo adoptivo Zaid fue martirizado en la guerra de Mute. El día en el
que llegaron las noticias a Medina, la casa y los hijos del hijo adoptivo
fueron visitados por el Profeta Muhammad (saws). La hija más joven de
Zaid, sintiendo dolor por su padre, se abrazó a su camisa y comenzó a
llorar. El Profeta Muhammad (saws) abrazó a los huérfanos y lloró con
sollozos. Uno de los compañeros que lo acompañaban no puedo dejar
de preguntarle:
-“¡Oh, Profeta de Allah! ¿Qué significa esto?”
-“Es el anhelo del amante por el amado.”
(68)
LA CONQUISTA DE LA MECA
El Profeta Muhammad (saws) estaba viviendo el apogeo de su misión
profética que le había sido prohibida con su propia vida. La Meca, su
tierra natal, el hogar paterno en donde no se le permitió hablar de su
religión, la ciudad capital y los cuarteles del odio del Islam, ahora
estaban conquistados desde cinco direcciones por un ejército de tal
magnitud, nunca visto en la península arábiga de la época, que
consistía en miles de hombres musulmanes armados.
El ejército había sitiado La Meca y había acampado. Era de noche... las
montañas de La Meca centelleaban con los fuegos del campo. A cada
soldado se le había ordenado encender un fuego y la oscura Meca había
sido rodeada con diez mil luces. Abu Sufyân, el líder enemigo, había
33
dejado la ciudad y se presentó frente al Mensajero de Allah (saws) con
su pequeño muchacho tomado de la mano. Conociendo la naturaleza
compasiva del Profeta (saws) dijo:
-“Juro por Dios que si no me perdonas cometeré suicidio con este niño.”
Abu Sufyân, quién fue su enemigo durante años, ahora estaba pidiendo
perdón utilizando a su hijo como medio. Fue perdonado...
Al día siguiente, luego de la plegaria matutina, el ejército entró en
acción. La gente de La Meca se había paralizado por la magnificencia de
lo que estaba viendo. Abu Sufyân se encontraba sobre una colina junto
a Hz. Abbas, el tío del Profeta Muhammad (saws), observando al ejército
musulmán mientras entraba en La Meca como una marea. Le preguntó
a Hz. Abbas por quiénes estaba compuesta cada tropa o tribu, y con
cada respuesta su asombro se hizo mayor hasta convertirse en
admiración. Luego, impaciente, comenzó a preguntar:
-¿El Profeta Muhammad aún no ha pasado?
Finalmente, el Profeta Muhammad (saws), sobre su camello Qaswa,
apareció llevando las armaduras de guerra. Para mostrar que a una
ciudad declarada sagrada por Allah sólo se puede entrar con modestia
se inclinó sobre su camello hasta que su cabeza tocó el lomo, en
postura de alabanza a Allah.
Mientras tanto, Sad, el hijo de Ubâdah, uno de los comandantes que
venía desde Medina, se dirigió a Abu Sufyân diciendo:
-“Hoy es un día de algarabía. Hoy es el día de vengarse por lo de Uhud.
Hoy es el día de desacreditar el honor de la tribu Quraysh. Hoy es el día
de la destrucción.”
El Profeta Muhammad (saws) detuvo a Sad haciéndole un gesto con la
mano y dijo:
-“Hoy es el día de la misericordia y la piedad. Hoy es el día de elevar el
honor de los Quraysh. Hoy es el día en el que el respeto por La Kaaba y
La Meca llegarán a la cima.”
Luego ordenó que se le quitara a Sad el cargo de comandante y en su
lugar nombró al hijo de este.
La Meca fue reconquistada y el calor de la tarde había llegado. Sus
compañeros (saws) le preguntaron:
-“¡Oh, Profeta de Allah! ¿Adónde te gustaría descansar?”
Una sonrisa triste apareció en su rostro. Recordó su hogar, su casa
paterna. Sin embargo, esa casa había sido destruida por su primo Akil
con el sólo propósito de que el Profeta (saws) se sintiera lastimado y
triste cuando se enterase.
-“Akil,” dijo el Profeta (saws), “¿Has dejado una casa para que
descansemos?”
Sin embargo, nadie piensa en tocar ni un pelo de Akil. Akil es también
una de las garantías dadas a toda la gente pagana de La Meca. Tiene
inmunidad.
La gente de La Meca no podía creer que toda la tiranía, opresión,
tortura y hostilidad que habían generado durante años haya quedado
sin equivalencia y venganza. Para asegurarse de que no serían tocados
y vengados, se reunieron con el Profeta Muhammad (saws) en la puerta
de La Kaaba donde se habían limpiado los ídolos.
34
Se encontraban tímidos, vacilantes y temerosos. El Profeta Muhammad
(saws) entendió bien lo que significaban sus cabezas inclinadas y su
silencio:
-“Nuestra situación” dijo, “es como la situación de Hz. Yusuf y sus
hermanos. Al igual que les dijo a sus hermanos: “Hoy no existe disputa
con vosotros. Que Allah pueda perdonaros porque Él es el Más
Misericordioso de los Misericordiosos.” Yo les digo lo mismo a vosotros.
Iros, sois libres.”” Durante el día y hasta el anochecer, toda La Meca se
convirtió al Islam. Y al día siguiente, el ejército de miles de hombres se
marchó de La Meca ya que no había necesidad de que permaneciera
allí.
Sin embargo, cuando se supo que La Meca iba a ser conquistada,
algunos huyeron lejos de la ciudad. Estas fueron las personas que no
conocieron al Profeta Muhammad (saws), y que creyeron que ninguna
misericordia ni poder indulgente era suficiente para que sean
perdonados.
Uno de ellos era Wahshi, el asesino del tío del Profeta Muhammad
(saws). Le fue enviado un emisario pidiéndole que regrese y se convierta
al Islam, pero Wahshi temía.
En su carta dijo:
-“¡Oh, Muhammad! Dices “el que mata a un hombre, comete un acto a
la vista de Allah igual al adulterio, será castigado y su tormento
aumentará el día del juicio y quedará inmortal en el tormento mientras
es insultado e indigno.” Yo he hecho todas estas cosas, ¿aún así podría
de alguna manera ser salvado?
Debido a esto, descendió el versículo 70 de la Sura Al-Furqân (El
criterio) del Sagrado Corán. El Profeta Muhammad (saws) envió a
Wahshi la aleya 70 anotada: “No así quien se arrepienta, crea y haga
buenas obras. A éstos Allah les cambiará sus malas obras en buenas.
Allah es indulgente, misericordioso.” (25:70)
Pero Wahshi no estuvo satisfecho con esto.
-“¡OH Muhammad! “arrepentirse, creer y las buenas acciones” es una
condición de peso, posiblemente no sea tan capaz.”
La respuesta a esto vino de la aleya 48 del Sura An Nisâa (Las Mujeres):
“Allah no perdona que se Le asocie. Pero perdona lo menos grave a quien
Él quiere. Quien asocia a Allah comete un gravísimo pecado...” (4:48)
Wahshi continuó dudando y escribió una nueva carta:
-“¡OH Muhammad! ¿Esto significa que “si Allah lo desea, Hará Su
voluntad.?” No sé si Allah desea tal cosa para mí.
Sobre esto la aleya 53 del sura Az zumar fue entregada:
“Di: “¡Siervos que habéis prevaricado en detrimento propio! ¡No
desesperéis de la misericordia de Allah! Allah perdona todos los pecados.
Él es el Indulgente, el Misericordioso.” (39:53)
Wahshi regresó a La Meca y se hizo musulmán.
La gente preguntó:
-“¡Oh, Mensajero de Allah! ¿Todos estos milagros son sólo para Wahshi
o para todos nosotros?
Él (saws) respondió:
-“Para todos.”
35
Safwan el hijo de Umayyah, del pueblo de los Koraichitas, quien envió
asesinos a Medina para matar al Profeta Muhammad (saws) años
anteriores en venganza de sus parientes asesinados en Badr, fue otro de
los que escapó. Para convencerlo de que regresara, Wahb, el hijo de
Umayr, uno de los enviados para matar al Profeta Muhammad, fue
enviado como emisario. Con él llevó su turbante que el Profeta (saws) le
dio como un documento de promesa de “inmunidad.” Safwan confió en
esto y regresó. Pero aún no estaba preparado para el Islam y situado
frente al Profeta Muhammad (saws) dijo:
“-Otórgame dos meses de permiso. Déjame pensar si adopto tu religión
o no.”
El Profeta (saws) respondió:
-“Si lo deseas puede tomarte cuatro…”
Antes de que se cumplan los cuatro meses, Safwan se hizo musulmán.
El tercer ejemplo de los que huyeron fue Ikrima, el hijo de Abû Yahl
quién provocó la hostilidad hacia el Islam y hacia Profeta Muhammad
(saws) hasta que fue muerto en Badr y quien definió despectivamente al
Profeta (saws) como: “El faraón de la comunidad.” Ikrima también había
hecho muchas cosas pero el Profeta Muhammad (saws) dijo sobre él:
“No he sufrido tanto por él como por su padre.”
La tarea de convencer a Ikrima y facilitar su regreso fue asignada a su
mujer. Lo encontró a bordo de una embarcación en la costa del Yemen,
a punto de emigrar a África. Tan pronto se informó que Ikrima estaba
por entrar en La Meca, el Profeta Muhammad (saws) les advirtió a sus
compañeros:
-“No hablen en contra de su padre ni lo hieran.”
Ikrima entró y el Profeta Muhammad (saws) lo recibió y abrazó:
-“Bienvenido, el capitán emigrante”, exclamó. E hizo que se sentara
cerca de él.
Ikrima, asombrado por lo que había visto, oído y experimentado realizó
una promesa:
-“¡Oh, Profeta de Allah! Sé testigo que gastaré al menos dos veces más el
dinero y mis esfuerzos de lo que he gastado para impedir que tu religión
sirva en hacer que esta prospere.”
Ikrima mantuvo su promesa y luego de años al servicio del Islam,
durante la era del califato de Hz. Omar (ra), en la batalla de Yermuk que
llevó a que Medio Oriente se hiciera musulmán, fue uno de los tres
guerreros por la fe del Islam que fue martirizado sin beber una sola gota
de agua. En su cuerpo, se encontraron setenta marcas de heridas de
espada.
(69)
36
EL PADRE
El Profeta Muhammad (saws) sentía un profundo interés por los niños.
Los tomaba en serio y los respetaba al igual que un adulto. Cuando
cometían errores o una travesura pensaba que sólo eran niños. La
conciencia de que los futuros hombres crecieran con todo tipo de
valores positivos nos permite observar fácilmente sus actitudes más
detalladas.
Una noche, se quedó como invitado en la casa de su hija Fátima (as), y
su nieto Hasan se despertó y pidió agua. El Profeta Muhammad (saws)
fue más rápido que su hija y le alcanzó el vaso. Casi al mismo tiempo
su otro nieto Husayn también se despertó y pidió agua. Pero el Profeta
Muhammad (saws) le dio primero a Hasan. Hz. Fátima (as), poniendo
cuidado en sus palabras, preguntó: “¿Querido padre, te gusta más
Hasan?”
-“No,” dijo, “pero ha pedido primero.”
En la época en que comenzó el deber de la Profecía, el Profeta (saws)
vivía en una sociedad, que por tradición, acostumbraba a enterrar vivas
a las niñas pequeñas. Pero aquellas que lograban salvarse de esta
costumbre y que pudieran "considerarse afortunadas", continuaban
viviendo tratadas como si fueran criaturas, entre humana y animal,
como si fueran mercancía que se pudiera comprar y vender...
Pero la comunidad aprendió un nuevo comportamiento al observar el
trato del Profeta Muhammad (saws) hacia todas las mujeres y niñas,
especialmente hacia las más cercanas. Esta costumbre fue de las
primeras en ser abolida. “En cuanto a los obsequios, las buenas
actitudes y gestos de aprobación” decía, “manténganse equitativos con
vuestros hijos”, y agregó “si antepusiera un hijo a otro, le daría
preferencia a las niñas.”
Cuando limpiaba el rostro de su nieto adoptivo Usâmah, lo acariciaba
diciendo “Si mi Usâmah fuera una niña, lo adornaría con aros y joyas.”
Y cuando una de las niñas de Medina le tomaba la mano, él paseaba
con ella hasta que la niña lo soltaba.
Su nieta Umama, muchas veces se abrazaba alrededor de su cuello
cuando el Profeta Muhammad (saws) realizaba la plegaria quedando
colgada por detrás. Umama se colocaba con cuidado en el suelo al
momento de arrodillarse en el rezo y volvía a abrazarse a su cuello al
momento de pararse…
Luego de que sus hijas se casaron, cada vez que se encontraban las
besaba en la frente, cuando lloraban secaba sus lágrimas con sus
manos y con confianza y comodidad le contaban todos sus problemas a
su padre... Un día una de ellas le dijo que el marido de su hermana era
mejor, y comenzó a llorar... El Profeta (saws) la escuchó con interés y
ternura...
Educó a la comunidad en cuanto al trato hacia las niñas, no sólo dando
ejemplo a través su conducta sino que también la reforzó con sus
palabras... “Si alguien tiene una hija y no la lastima, ni la trata con
37
desprecio ni prefiere más a sus niños que a ella, Allah lo destinará al
Paraíso.”
Niñas o niños, los aceptaba a todos como lo más valioso y amado de la
humanidad. En sus costumbres, cuando le daban un regalo, se lo
entregaba al más joven de los que lo acompañaban. Y sobre el aroma de
un niño decía: “el aroma del cielo.” Durante la plegaria, para no caerse y
lastimar a su nieto que subía por su espalda durante la prosternación,
no se levantaba, esperaba a que el niño se bajase por propia voluntad.
Al no realizarse la prosternación, los compañeros alineados detrás de él
pensaban: “¡Oh, Profeta de Allah! Suponemos que te ha sucedido algo o
te ha llegado alguna revelación.”
Cuando veía que los niños corrían carreras, se unía a ellos y competía.
Llevaba al ganador en su camello y paseaban por las calles de Medina.
En su corazón lleno de ternura por todas las criaturas vivas, el lugar de
los niños era muy especial. No podía ni siquiera soportar su llanto.
Decía: “Quienquiera satisfaga y trate bien a un niño que llora hasta que
pare, Allah le dará bendiciones suficientes para estar complacido en el
cielo.”
VISITA A ABRAHAM
Su criado Enes se refería a él (saws) con estas palabras: “Nunca he visto
una persona que tratara a los miembros de su familia tan
misericordiosamente como él...” Mientras presidía el estado que
gobernaba toda la península Arábiga, con frecuencia visitaba a su hijo
Abraham nacido en la casa de su madre adoptiva... La casa estaba
ubicada en los barrios bajos de Medina y el marido de su madre
adoptiva era herrero. El interior de la casa estaba generalmente llena de
humo que proveía de la forja. En cada visita, ponía sobre su falda a
Abraham y lo besaba oliéndolo muchas veces.
(70)
LA VOZ DE UN NIÑO QUE LLORA
Un día conducía la plegaria matutina en la apequeña mezquita. Lo
usual era realizar una plegaria larga leyendo lentamente cien aleyas en
dos posternaciones obligatorias, pero esa mañana completó la plegaria
en corto tiempo y realizó el saludo final. Sus compañeros le
preguntaron:
-¡Oh, Profeta de Allah! ¿Por qué hoy has conducido la plegaria tan
rápido?
-“Oí la voz de un niño llorando. Me preocupaba que los padres se
inquietaran por él.”
(71)
NO ATESTIGUARÉ
Un padre deseaba hacer una concesión pero solamente para uno de sus
hijos. Fue hasta el Profeta Muhammad (saws) pidiéndole que atestigüe
38
este evento, pero el Profeta (saws) le preguntó si también había
realizado concesiones para los otros hijos. Cuando el hombre respondió
que no le preguntó: “¿te gustaría que los demás sean equitativos
contigo?” El hombre respondió: “Por supuesto que sí.” El Profeta
Muhammad (saws) dijo:
-“Entonces no atestiguaré. Sé justo con todos tus hijos.”
(72)
TAMBIÉN LAS AMO
El viaje de inmigración llegó a su fin y entraron en Medina. Las
muchachas musulmanas de Medina lo recibieron cantando esta
canción: “La Luna Llena se levantó sobre nosotros desde las colinas del
Adiós”.
El Profeta Muhammad (saws) les preguntó al pasar junto a ellas:
-“Pequeñas, ¿me aman?”
Las niñas dijeron: “¡Sí!”, y él les respondió con una sonrisa de felicidad:
-“Yo también las amo.”
(73)
TEN MISERICORDIA DE ÉL
Un compañero del Profeta Muhammad (saws) fue hacia él con su hijo en
su regazo. Constantemente lo abrazaba, lo besaba y lo olía. Ante esta
visión, el Profeta Muhammad (saws) le preguntó sonrientemente:
-“¿Tienes misericordia de él?”
Cuando su compañero respondió “Sí”, dijo:
-“Según cuánta misericordia le tengas, Allah tendrá más misericordia
para ti.”
(74)
DEBE HABERSE MERECIDO EL CIELO
Una madre hambrienta con sus dos hijitas en su regazo le pidió algo
para comer a Hz. Aisha (as). En la casa del Profeta Muhammad (saws),
tan sólo había tres dátiles. La madre le da una a cada una de sus hijas,
y cuando está por comerse la tercera, las niñas aún con hambre
estiraron sus manos; y la madre se las dio. Al anochecer, Hz. Aisha (as)
todavía se encontraba bajo la influencia de este evento y se lo contó al
Profeta Muhammad (saws) ni bien llegó a su casa. El Profeta (saws) dijo:
-“Esa madre merece el Paraíso por su comportamiento misericordioso.”
(75)
BIENVENIDA HIJA MIA
Fátima (as), la única de los siete hijos del Profeta (saws) que lo
sobrevivió y que partió al Más Allá seis meses después de su muerte,
tenía un lugar especial en el corazón del Profeta Muhammad (saws).
Cada vez que ella entraba él siempre la recibía de pie.
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-“Bienvenida hija mía” decía y la besaba, le sostenía las manos y la
hacía sentarse a su lado. Fátima (as) trataba a su padre de la misma
manera.
Así expresaba su amor por su hija:
-“Fátima es una parte de mi, quién la mortifique me está mortificando a
mí.”
Una sociedad compuesta de personas que mataban a sus hijas con sus
propias manos, cinco o diez años antes, los observaba comprendiendo
cuan digno es una hija en realidad.
(76)
LAS NIÑAS Y LOS NIÑOS FUERON DIFERENCIADOS
Su criado Enes relató:
-“Un hombre estaba sentado cerca del Profeta Muhammad (saws).
Mientras tanto, llegó su hijo. El hombre lo hizo sentarse en sus rodillas
y comenzó a besarlo y a acariciarlo. Un rato después, su hija llegó
también. El hombre la hizo sentarse cerca pero nunca mostró interés.
El rostro del Profeta de Allah (saws) cambió y preguntó de una manera
seria:
-¿Por qué no los has tratado igual?”
(77)
CORRAN HACIA MÍ
Un día el Profeta Muhammad (saws) sorprendió a su primo Yafer y a los
hijos de su tío Abbas frente a él y les dijo:
-“Corran hacia mi. Al que llegue primero le daré un regalo”.
Los niños corrieron hacia el Profeta Muhammad (saws) y se abrazaron a
su pecho. El Profeta (saws) los besaba, los levantaba, jugaba con ellos...
Solía hacer esto con mucha frecuencia a lo largo de su vida.
(78)
SON MIS DESCENDIENTES
Su amigo iraní Selman relató:
“Comenzaba la tarde y estábamos sentados en la pequeña mezquita.
Nos llegó la noticia de que Hasan y Huseyn estaban perdidos. Todos
juntos con el Profeta Muhammad (saws) nos dispersamos por Medina y
los alrededores, y comenzamos a buscar a los niños. Finalmente, los
encontré en la ladera de una montaña. Estaban abrazados con miedo y
mirando una víbora enfrente de ellos. La víbora estiró la cabeza, sacó la
lengua y siseó... Llamé al Profeta de Allah (saws) que llegó
inmediatamente. Tan pronto como vio la situación, corrió hasta la
serpiente y esta escapó. Luego volvió con sus nietos y mientras los
consolaba dijo:
-“Ustedes son mis descendientes, cuan dignos son en el estado de Allah.”
Cuando el temor de los niños se calmó, subió a cada uno a sus
hombros y comenzó a caminar lentamente hacia Medina.”
40
(79)
¿ESTÁ EL HOMBRECITO?
Un día iba hacia la casa de su hija Fátima (as) con su leal amigo Abu
Hurayrah. Quería ver y acariciar a sus nietos. Tan pronto como
entraron, buscó a Hasan:
-¿Está el hombrecito? ¿Está el hombrecito?, preguntó.
Mientras abrazaba a su nieto que venía contoneándose, por otra parte
estaba rogando:
-“¡Oh, Allah! Lo amo, deseo que Tú lo ames y que lo amen.”
(80)
LES TENGO MISERICORDIA
En una rodilla el Profeta Muhammad (saws) tenía sentado a Usâmah, el
hijo de su hijo adoptivo Zaid, y en la otra a su nieto Hasan. Luego juntó
sus cabezas una con la otra, apoyó la suya con la de ellos y se dirigió a
Allah:
-“¡Oh Allah! Deseo que les tengas misericordia porque yo se las tengo.”
(81)
MIS FLORES
Una noche, un compañero del Profeta Muhammad (saws) lo visitó y se
sorprendió al ver que dentro de la ropa del Profeta (saws) había algo que
se movía. Cuando la tela se abrió el secreto se reveló. Hz. Hasan y Hz.
Huseyn, a quienes él amaba llamándolos “Mis flores” aparecieron en su
regazo. El Profeta (saws) rezó:
-“¡Estos son mis hijos, los hijos de mi hija! ¡Oh Allah!, los amo y deseo
que Tú los ames y que los amen.”
(82)
QUÉ BELLOS JINETES
Su hija Fátima (as) le dio al Profeta Muhammad (saws) dos nietos,
Hasan y Huseyn. Un día sus nietos le pidieron al Profeta (saws) que les
compre un camello y al no disponer en ese momento de ningún dinero
para complacerlos, se puso en cuatro patas y bromeando dijo:
-“Vamos, súbanse, ¿hay algún camello mejor que este?”
Otro día, mientras estaba jugando a “cabalgar” con Hasan y Huseyn
sobre su espalda, se encontraron con Hz. Omar (ra). El amante del
Profeta (saws) les dijo a los niños:
-“Tienen un bello caballo.”
El Profeta (saws) respondió:
-“Ellos son bellos jinetes.”
(83)
41
CAMINANTES CON DIFICULTAD
Un día se habían congregado miles de fieles en la pequeña mezquita y
escuchaban al Profeta (saws) con gran atención. En la entrada había
dos bebés con sus camisas rojas tratando de caminar con dificultad.
Las cabezas se les iban hacia un costado, sin embargo nadie se atrevió
a interrumpir el discurso del Profeta de Allah (saws) y a tomar a los
niños.
Pero el Profeta Muhammad (saws) interrumpió el discurso, bajó del
púlpito y los agarró. Luego volvió al púlpito y continuó desde donde
había quedado. Mientras tanto, no descuidó el disculparse con los que
lo estaban escuchando.
-“Observaba a estos dos niños que caminaban con dificultad y no pude
dejar de interrumpir mi discurso para levantarlos.”
(84)
AISHA TU MADRE Y YO TU PADRE
Una mañana el Profeta Muhammad (saws) regresaba a su hogar de una
fiesta religiosa. En la calle vio a niños jugando vestidos con la ropa de la
fiesta, pero uno especialmente llamó su atención. Estaba sentado a un
lado con la ropa sucia y vieja y mirando a los demás. El Profeta
Muhammad (saws) se le acercó:
-“Hijo mío, ¿por qué no te unes a tus amigos?”
El niño respondió con tristeza:
-“Profeta de Allah, soy huérfano...”
Tomó al niño de la mano y lo llevó a su casa. Allí lo lavaron, lo vistieron
con ropa nueva, lo alimentaron, le dieron afecto…
Luego, el Profeta Muhammad (saws) tomó su rostro entre las manos:
-“¿Te gustaría que yo fuera tu padre, Aisha tu madre y Hasan y Huseyn
tus hermanos?”
-“¡Sí, Oh, Profeta de Allah, sí!”
El niño feliz saltaba de alegría entre los demás. Sus amigos le
preguntaron admirados:
-“¿Qué te ha sucedido...?”
El huérfano respondió:
-“El Profeta de Allah se ha vuelto mi padre, Aisha mi madre y Hasan y
Huseyn mis hermanos.”
(85)
¿QUE DEBIO HACER ENES?
Enes era un niño medinense de diez años, inteligente y travieso, que
realizaba trabajos diarios para Profeta Muhammad (saws). Lo sirvió
hasta su muerte durante un período de diez años...Enes el hijo de
Malik...
Este período de diez años estuvo lleno de travesuras. Según su propio
relato: “El Profeta Muhammad (saws) solía enviarme a comprar al
mercado. Cuando veía jugar a los niños en la calle, comenzaba a jugar
con ellos y olvidaba comprar. Luego acostumbraba a ir ante él en
silencio. Cuando me veía con timidez y miedo, solía decir: “¿qué debió
42
hacer Enes que no tiene nada en la mano? Allah ha hecho que se olvide
de realizar sus tareas” y solía complacerme.
Un día Enes se dijo así mismo en relación a la tarea que le fue
asignada: “Juro por Allah que no iré.” Luego se arrepintió y se puso en
marcha; pero al encontrarse a los niños jugando en la calle, se olvidó
capturado por el juego. Poco tiempo después, una mano lo tomó por
detrás.
Al volverse, vio al Profeta Muhammad (saws) de pie frente él, sonriente.
-“Mi querido Enes,” dijo. “¿Has ido al lugar que te envié?”
Enes respondió: “Ahora mismo estaba por ir allí...” El Profeta
Muhammad (saws) continuó sonriendo sin decirle nada.
En sus años de adulto, al hacer una valoración del tiempo que estuvo
junto al Profeta (saws), Enes, el hijo de Malik, dijo:
-Me uní a él en mis primeros años de juventud y estuve a su servicio
diez años completos. Nunca se enojó conmigo ni siquiera una vez;
nunca me golpeó, nunca me culpó por un error que cometí o un deber
que descuidé diciéndome: “¿por qué no hiciste esto o por qué no hiciste
aquello?” Nunca me dedicó un mal gesto.”
(86)
LEE AQUI UN ADHAN
Un niño llamado Abu Majdhurah se encontraba imitando al muecín y se
burlaba del adhan. El Profeta Muhammad (saws) lo llamó a un lado y
como si no se diera cuenta de que se estaba burlando del adhan, le dijo
de una manera seria y suave:
-“Ven y lee aquí un adhan.”
Abu Majdhurah lleno de timidez, puso esta vez especial intención y leyó
un adhan con sumo cuidado.
El Profeta Muhammad (saws), mientras corregía sus errores le puso en
su bolsillo un poco de dinero y le acarició la espalda con su mano:
-“Que esto sea bendecido”, dijo.
Abu Majdhurah estaba sorprendido por esta apreciación y por ser
perdonado. Le pidió permiso para ser muecín en La Meca; deber que
realizó durante años.
(87)
NUNCA ENGAÑES A LOS NIÑOS
Una madre de Medina le dijo a su niño: “Ven aquí y mira lo que te
daré”, para conseguir de esta manera que su hijo entre en la casa.
Al atestiguar el evento, el Profeta Muhammad (saws) preguntó:
-“¿Qué le darás al niño?”
Cuando la madre respondió que le daría un poco de dátil le hizo una
advertencia:
-“¡Ten cuidado! Si viene a ti y no le das nada, el pecado de mentir se
anotará para ti.”
(88)
43
GENEROSO
Sus compañeros hablaban sobre su generosidad comparándola con “las
olas del océano.” Ellos se hicieron musulmanes convencidos de su
profecía sólo por esta virtud. No se conoce ninguna circunstancia en
que haya vacilado ni siquiera un instante prefiriéndose a él antes que a
los necesitados.
Yabir, el hijo de Abdullah, dijo sobre su carácter: “Nunca se ha
advertido que le hayan preguntado algo y haya dicho “’No.’”
Él Profeta (saws) dijo: “Si la Montaña Uhud fuera mía y de oro, no la
guardaría en mi mano más que tres días y lo distribuiría todo.” No
obstante, toda su vida está llena de hechos que prueban la fidelidad de
sus palabras.
Luego de repartir el oro llegado de las afueras de Medina, no pudo
dormir aquella noche debido a las seis monedas de oro que le
quedaban. Luego de repartirlas a la mañana siguiente, Dijo: “Ahora me
siento cómodo.”
Un día, después de dirigir la plegaria de la tarde, se marchó velozmente
a su casa. Cuando regresó les respondió a los compañeros que
preguntaron por su prisa:
-“Recordé que había una cantidad de oro y lo distribuí para
desentenderme de él.”
En sus últimos momentos, mientras giraba en su mano las siete
monedas de plata que eran todo su efectivo, dijo:
-“Si Muhammad llega a Allah con estas monedas…”
Dio indicaciones y cinco de ellas debían ser distribuidas a los pobres,
las otras dos a sus esposas. También dijo: “Los profetas no dejamos
ninguna herencia.” Luego de su muerte, la poca cantidad de sus
pertenencias fue incluida en el tesoro del estado.
Al finalizar de la guerra de Huneyn, su parte del botín fueron cuarenta
mil ovejas, veinticuatro mil camellos, seis mil esclavos y doce mil kilos
de plata. Todo lo distribuyó entre los necesitados. El resto de su vida lo
pasó realizando ayunos ya que generalmente no había nada para comer
en la casa.
Un día, le llegaron de ofrecimiento mil monedas de plata. Hasta ese
momento no había tenido tanto dinero. Lo esparció sobre una estera y
no se marchó hasta que hubo distribuido todo el dinero.
Uno de sus compañeros le dio tres kilos de dátiles y unos pepinos como
regalos. Él le entregó un puñado de joyas hechas de oro, plata y perlas.
Un nuevo musulmán que no podía creer con sus ojos y oídos estas
experiencias, definió la generosidad del Profeta Muhammad (saws) de
esta manera:
-“Realmente no hay duda de que él es el Profeta de Allah. Porque un
hombre que no está apoyado en la espada del poder eterno de Allah no
podría ser tan generoso, no podría dar sin contar.”
44
LIBERAME DE LAS DOS
Bilâl-al Habasi relató:
-“Solía encargarme de las cuentas del Profeta de Allah (saws). Él
acostumbraba indicarme que si un pobre le pedía ayuda y no teníamos
dinero, nos pusiéramos en deuda con alguien y así satisfacer la
necesidad de ese pobre. Un pagano rico conocedor de esta situación y
con la intención de simpatizar con el Profeta Muhammad (saws) un día
me dijo:
-“Si necesitas algo de dinero, no vayas a ninguna otra parte, déjame
proveértelo a mí.” Confiamos en su promesa y buena voluntad y así lo
hicimos, aumentando nuestra deuda tranquilamente.
Pero al cabo de un tiempo el pagano rico demostró su verdadera
intención. Nos encontramos en el mercado y me gritó:
-“¡Eh, negro!”
-“¿Qué sucede?” dije.
-“¿No sabes cuántos días faltan para que empiece el nuevo mes?”
-“Pocos”, respondí.
-“Verás, al principio del nuevo mes amortizaré mi préstamo y te
convertiré otra vez en esclavo.”
Este mal trato fue demasiado para mí e inmediatamente fui ante el
Profeta Muhammad (saws) y le conté la situación. Él también se molestó
pero confió en Allah y comenzó a buscar una solución.
Me fui a casa, pero aquella noche no pude conciliar el sueño debido a
mi tristeza. En el momento de la plegaria matutina, me avisaron que el
Profeta (saws) me llamaba. Inmediatamente fui allí y pude ver su rostro
sonriente. Señalando los cuatro camellos que estaban en la puerta
cargados de mercancías, dijo:
-“¡Buenas noticias Bilâl! Estas cosas han venido recientemente del
imperio Fadak. Vendámoslas y paguemos nuestras deudas.”
Inmediatamente cumplí su orden. Al terminar de pagar las deudas,
especialmente con el pagano, fui a verle y le informé. El Profeta (saws),
que se encontraba sentado en la pequeña mezquita, me preguntó:
-“¿Ha quedado algo?”
-“¡Sí, Profeta de Allah! ¡Quedan dos monedas de oro!” dije.
-“Libérame de ellas, no iré a casa a menos que le sean entregadas a los
necesitados.”
Busqué por toda Medina hasta el anochecer del día siguiente, pero no
pude encontrar a ningún necesitado para poder entregárselas.
Finalmente, yendo al mercado me crucé con dos peregrinos pobres que
recientemente habían llegado a Medina y se las di.
Al llegar a la pequeña mezquita le informé al Profeta (saws), y luego de
alabar a Allah, después de esperar dos días, regresó a su casa.
(89)
45
UNA BELLA CHAQUETA
Un día una mujer musulmana trajo una chaqueta que había sido tejida
por ella misma para entregársela al Profeta Muhammad (saws) como
regalo. Con la nueva chaqueta en sus espaldas, se sentó entre sus
compañeros en la pequeña mezquita. A uno de ellos le gustó tanto la
chaqueta que, alentado por la generosidad conocida del Profeta
Muhammad, dijo:
-¡Oh, Profeta de Allah! ¡Es una hermosa chaqueta! ¿Me la darías como
regalo?
El Profeta (saws) se la quitó y sencillamente se la dio.
(90)
COMIDA DE BODAS
Uno de los compañeros del Profeta (saws) pronto contraería matrimonio
pero no había nada para ofrecer en la comida de bodas tradicional. El
Profeta Muhammad (saws) al ser informado de esta situación entregó
como presente toda la harina que tenían, quedándose sin nada para
comer en su propio hogar.
(91)
TODA PARA EL INVITADO
Un invitado llegó desde muy lejos y pasó la noche en la casa del Profeta
Muhammad (saws). Para cenar sólo había un poco de leche de cabra
que fue obsequiada al invitado, el cual se la bebió toda. La familia del
Profeta (saws) pasó la noche con hambre sin lamentarse por ello.
(92)
ME HA SIDO ORDENADO
Un día un pobre nómada árabe llegó ante el Profeta Muhammad (saws)
y le pidió que le diera algo. Pero ese día el Profeta (saws) no tenía nada,
ni mercancías ni dinero.
-“Ahora no tengo nada para darte, pero lo que necesites cómpralo en mi
nombre. Luego pagaré la deuda.”
El hombre se puso feliz y se marchó. Pero los compañeros que estaban
cerca de él se incomodaron por su apresuramiento. Uno de ellos se
puso de pie y dijo:
-“¡Oh, Profeta de Allah! Esta persona vino dos o tres veces con
anterioridad, te pidió algo y tú también se lo diste. Ahora no tienes nada
para darle y posiblemente Allah no te cargue una responsabilidad que
no puedas asumir.”
Luego otro compañero se puso de pie y dijo:
-“¡Oh, Profeta de Allah! ¡Da cuanto desees! ¡No temas porque Allah,
poseedor del Noveno Cielo, me haga pobre!”
Con una sonrisa en su rostro, exclamó:
-“Me ha sido ordenado.”
46
(93)
TODA ES NUESTRA
Hz. Aisha (as) cuenta:
-“Un día cortamos una oveja y distribuimos toda la carne menos una
pierna.”
El Profeta de Allah (saws) preguntó:
-“¿Qué has hecho con la oveja?”
Le dije que la habíamos distribuido toda, menos una pata.
-“Oh, Aisha” dijo, “es como si nos hubiéramos quedado con todo.””
(94)
EL BANQUETE DEL CAMELLO
Nuayman, el hijo de Amir, era uno de los compañeros más bromistas.
Sin embargo, sus bromas no eran del tipo de las que todos se reían. Un
día, cortó el camello de un árabe nómada que se encontraba en la
pequeña mezquita realizando la plegaria. El árabe al ver que su camello
había sido cortado comenzó a gritar y llorar. La gente se agrupó a su
alrededor y dijeron al Profeta Muhammad (saws):
-“¡Oh, Profeta de Allah! La única persona que hace este tipo de cosas es
Nuayman.”
Nuayman fue encontrado y confesó su pecado. Cuando le pidieron
explicaciones se dirigió al Profeta (saws) y dijo con una tímida sonrisa:
-“¡Oh, Profeta de Allah!, creí que pagarías el precio del camello y así
podíamos tener un banquete.”
(95)
TU DEUDA DOS VECES
El Profeta (saws) pidió prestado ciento veinte kilos de grano a alguien.
Cuando aquel que se lo prestó necesitaba dinero, el Profeta (saws) le
devolvió el equivalente de la deuda de los ciento veinte kilos de grano y
luego le entregó ciento veinte kilos más como regalo por ayudarlo
cuando lo necesitaba.
(96)
47
TOLERANTE
El Profeta Muhammad (saws) perdonó al asesino de una de sus hijas,
perdonó al asesino de su tío, y también perdonó a Taif quién lo esperó
con una piedra y le proliferó una lluvia de insultos, a pesar de que
había ido a pedirle ayuda.
Se colocó en un punto separado de la humanidad para evitar
tomar represalias a pesar de todas las oportunidades que pudo
tener, por su indulgencia y tolerancia.
Debido a su naturaleza, su religión y la comunidad musulmana han
funcionado como el símbolo de la tolerancia en todo el mundo durante
siglos. A pesar del hecho de que el ser humano moderno ha asesinado a
millones de personas inocentes por pertenecer a otras religiones y razas
a partir de la mitad del siglo XX, la religión islámica y su comunidad
han sido la última isla en la que los oprimidos y los despreciados por
sus identidades étnicas o morales en todo el mundo han sido protegidos
durante siglos.
La dinámica principal que contribuye a la cultura de la comunidad
musulmana y este carácter de la historia del Islam es “la tolerancia” que
se enseña y es impuesta por las palabras y conductas del Profeta
Muhammad (saws).
ES UN SER HUMANO
El Profeta Muhammad (saws) se encontraba sentado en una plaza de
Medina junto a algunos de sus Compañeros y frente a ellos comenzó a
pasar un cortejo fúnebre de un hombre perteneciente a la religión judía.
El Profeta Muhammad (saws) se puso de pie en señal de respeto hasta
que el cortejo hubiera pasado. Sus compañeros quedaron sorprendidos
y le advirtieron con la idea de que “quizás no entendiera la situación”:
-¡Oh, Profeta de Allah! Este hombre era Judío. (Es decir que, al no ser
musulmán, no era necesario permanecer de pie)
Pero el Profeta Muhammad (saws), respondió:
-Era un ser humano.
(97)
NO SE METAN CON ABDULLAH
Algunos de sus compañeros se quejaron al Profeta (saws) de Abdullah,
el hijo de Huzzafa:
-“Hace muchas bromas y no se ocupa de nada”, dijeron.
-No se metan con Abdullah, porque en verdad es un amante de Allah y de
Su enviado (saws).
(98)
MALDICIENDO AL EBRIO
Cierta vez un hombre musulmán fue llevado ante el Profeta Muhammad
48
(saws) al ser encontrado ebrio en reiteradas ocasiones. Uno de los
hombres que lo acompañaba no pudo soportarlo, y dijo:
-“Que Allah pueda maldecirte.”
El Profeta (saws), frunciendo el ceño se dirigió al hombre que maldijo:
-“No lo maldigas. Por Allah que desde que lo conozco ama a Allah y a Su
enviado (saws).”
(99)
UNA BUENA SÚPLICA PARA TAIF
Bajo la orden de ser entregada luego de suspender el asedio, los
compañeros del Profeta (saws) le pidieron que maldiga a la ciudad de
Taif. Taif lo había esperado años atrás con una piedra y una lluvia de
insultos cuando se dirigía allí en busca de ayuda para esparcir Su
religión. Elevó sus manos y suplicó:
-“Oh Allah, Bendice al pueblo de Taif con la riqueza del Islam y envíalo a
Medina con el alma amistosa.”
Su rezo fue aceptado inmediatamente.
(100)
LO QUE SEA MEJOR PARA CADA UNO
Durante un viaje, el Profeta Muhammad (saws) y sus compañeros
realizaron un descanso a media tarde. El Profeta (saws) se acostó bajo
la sombra de un árbol alejado del resto del grupo y al cabo de un rato
pasó por allí Gavres, el líder de una tribu infiel y hostil, el cual al verlo
tumbado lo reconoció. El corazón de Gavres se llenó de felicidad y
entusiasmo pues aprovecharía la inconciencia del Profeta (saws) para
matarlo y conseguir una fama sin igual entre todos los árabes.
Entusiasmado, se le acercó sigilosamente y tomó la espada del Profeta
(saws) que se encontraba apoyada en una de las ramas del árbol y se la
puso en la garganta. El Profeta Muhammad (saws), al sentir el contacto
del frío acero, abrió los ojos y observó a Gavres sonriendo
orgullosamente sobre su cabeza. Gavres se sentía seguro de su victoria
y quiso disfrutar del momento. De manera caprichosa preguntó:
-“Muhammad, ¿quién te librará ahora de mi mano?”
El Profeta Muhammad (saws), sin indicios de sentir temor ni exaltación,
respondió:
-“¡Allah!”
En ese momento, con el estupor de escuchar el nombre “¡Allah!”,
Gavres rodó por los suelos y la espada se escapó de su mano. El Profeta
(saws) se levantó rápidamente, tomó la espada y la apoyó en la garganta
de Gavres que estaba en el suelo. La situación se había revertido. El
profeta (saws) le preguntó sonriente y con tranquilidad:
-“¡Oh, Gavres! ¿Ahora quién te librará de mi mano?”
Desafortunadamente Gavres no tenía la oportunidad de gritar “Allah” ya
que era un incrédulo. Pero demostrando inteligencia, respondió:
-¡Oh, Muhammad! Cada uno debe hacer lo que mejor considere.
Ante esta respuesta, el Profeta (saws) retiró su espada y le dijo: “Vete,
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eres libre.”
(101)
MAGO
Un mago de Medina llamado Labid realizó un hechizo contra el Profeta
Muhammad (saws) que le hacía permanecer confuso y mareado. Pero
Allah, Exaltado Sea, lo salvó de esta magia indicándole donde se
encontraba enterrado el hechizo para que sea desecho y revelándole el
nombre del mago. Sin embargo, pese al agravio, nadie fue a molestarlo,
ni a decirle ni a hacerle nada. Labid fue perdonado en silencio.
(102)
SI YO NO FUERA JUSTO…
El Profeta Muhammad (saws) se encontraba repartiendo un botín entre
los compañeros, cuando un nuevo musulmán disconforme gritó:
-“¡Esta repartición no es justa!”
Y el hombre se marchó enojado.
El Profeta Muhammad (saws), susurrando exclamó:
-“Me compadezco de ti. Si yo no fuera justo, ¿quién lo sería?”
Y dirigiéndose a sus compañeros, dijo:
-“Tráiganlo de vuelta con tranquilidad, sin reprenderle.”
(103)
INEXPERTO EN LA PLEGARIA
Muawiya, el hijo de Abu Sufyân, había abrazado el Islam recientemente
por lo que desconocía que no es correcto hablar durante la plegaria.
Cierto día, mientras la comunidad realizaba la plegaria dirigida por el
Profeta (saws), le dijo a un hombre que había estornudado:
-“Que Allah te bendiga.”
El resto de compañeros, apresurados para que la plegaria no se
rompiera, comenzaron a advertirle con gestos y miradas. Muawiya, sin
comprender lo que pasaba, continuó hablando:
-“¿Qué sucede, por qué están mirándome?”
Los compañeros callaron a Muawiya dándole pequeñas palmadas en las
piernas. Al finalizar la plegaria Muawiya se encontraba alterado por el
desconcierto y la culpa.
El Profeta (saws) se acercó a él y le dijo:
-“Al realizar la plegaria abandonamos el mundo. La plegaria está
compuesta por los nombres de Allah, por la afirmación de que Allah es
Grande, por la recitación del Sagrado Corán.”
Años más tarde, Muawiya relató sobre ese día: “Nunca he visto a nadie
enseñar mejor que él (saws). Ni me riñó ni me criticó.”
(104)
50
MALDAD POR MALDAD
Un nómada árabe, para pedirle al Mensajero (saws) algunas mercancías
y dinero se colgó de su ropa con todas sus fuerzas hiriéndole. El Profeta
Muhammad (saws) se tambaleó y su ropa se rasgó.
Le pidió que se calmara y le dijo:
-“Ahora dime, ¿tendría que haber alguna represalia contra tu mala
conducta?”
El nómada árabe respondió con seguridad:
-“No.”
-“¿Por qué?”
-“Porque no tratarás el mal con maldad, por eso.”
El Profeta Muhammad (saws) sonrió ante la respuesta y pidió que los
camellos del nómada fueran cargados con mercancías.
(105)
LOS QUE COMEN CARNE DE CAMELLO
Cierto día un grupo de compañeros se encontraba sentado en la
mezquita. Recientemente, todos habían comido carne de camello y a
uno de ellos se le escapó una flatulencia sin querer. Todos se miraron
con incertidumbre y timidez. Al poco rato se realizaría la plegaria y se
entendería que el que saliera a realizar la ablución sería “aquel”.
Evaluando la cortesía de la situación, el Profeta Muhammad (saws) dijo:
-“Que todos los que hayan comido carne de camello realicen la
ablución.”
Los compañeros se alinearon en fila para realizar la ablución y el
culpable fue protegido.
(106)
MALDICE A LOS DEVS
Algunos compañeros le pidieron al Profeta (saws):
-“¡OH Profeta de Allah! Nuestra fuerza no es suficiente para los daños y
la ferocidad de la tribu de los Daws. Maldícelos y que se enmienden.”
El Profeta Muhammad (saws) se dirigió a la Kiblah y abrió sus manos.
Todos estaban esperando que la maldición saliera de sus labios y
susurraban entre ellos:
-“¡La tribu de los Daws se ha destruido!”
Sin embargo, el Profeta Muhammad (saws) suplicó:
-¡Oh Allah!, otorga a la tribu de los Daws el camino recto y provéelos para
que puedan ver la verdad.”
Repitió la súplica tres veces.
(107)
FRENTE A SU ASESINO
Cierto día, un hombre que quería matar al Profeta Muhammad (saws)
fue llevado ante él. El hombre sin saber qué sucedería estaba
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temblando de miedo. El Profeta (saws) le sonrió y tratando de calmarlo
le dijo:
-“No temas, incluso si lo hubieras intentado, no hubieras tenido éxito.”
Luego dio la orden y fue liberado.
(108)
52
EL ESPOSO
El Profeta Muhammad (saws) se casó por primera vez cuando contaba
con veinticinco años. Su esposa Jadiyah (as), tenía cuarenta años, era
viuda y madre de dos hijos. Estaban unidos con un amor ejemplar y
compartían sus ideales de forma notable.
Tuvieron seis hijos, cuatro mujeres y dos varones, y estuvieron juntos
durante veinticinco años hasta la muerte de Jadiyah (as) Sus virtudes y
méritos quedaron siempre alojados en el corazón del Profeta
Muhammad (saws) quién la recordaba constantemente en diferentes
ocasiones.
Unos años mas tarde de la muerte de Jadiyah, contrajo varios
matrimonios influenciados por razones humanitarias y sociales.
En este segundo período, su esposa más querida fue Hz. Aisha (as),
quien hasta su muerte, firmaría como “Aisha, la hija de Abu Bakr, la
amante del amado de Allah.”
La mujer, en la sociedad musulmana, experimentó un cambio de
estatus social motivado por el ejemplo de la conducta y las palabras del
Profeta Muhammad (saws) hacia sus esposas.
NUESTRA INTENCION NO ERA ESTA
El Profeta Muhammad (saws) y Aisha (as) mantuvieron una pequeña
discusión. Finalmente decidieron llevar el asunto a un arbitraje. El
Profeta (saws) sugirió a Abu Bakr (ra), el padre de Aisha (as) como
mediador. Aisha aceptó y tan pronto como el Profeta (saws) comenzó a
relatar el tema a Abu Bakr, Aisha interrumpió su discurso y le advirtió:
-“Sé justo en tus palabras.”
Abu Bakr (ra) consideró esta advertencia como una insolencia contra el
Profeta Muhammad (saws) y abofeteó a su hija. El Profeta (saws) se
quedó atónito y mientras consolaba a Aisha (as), reprendió severamente
a Abu Bakr (ra):
-“¡Oh Abu Bakr! No era esta nuestra intención al hacerte mediador.”
(109)
¡AY MI ESPOSA!
Durante un viaje, el camello que llevaba a Aisha (as) comenzó
repentinamente a correr. El Profeta Muhammad (saws) exclamó:
-“¡Ay mi esposa!”
Y no se tranquilizó hasta que el camello fue atrapado y el peligro acabó.
(110)
NO PUEDES HACER QUE TU HIJA SE CASE POR LA FUERZA
Uno de los compañeros del Profeta Muhammad (saws) estaba a punto
de casar a su hija con un hombre al que ella no quería. La muchacha se
dirigió al Profeta (saws) para remediar su situación:
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-“¡Oh Profeta de Allah! Mi padre me va a casar por la fuerza con el hijo
de mi tío, a pesar de que yo no quiero.”
El Profeta Muhammad (saws) llamó al padre y le dijo:
-“No tienes derecho de hacer que tu hija se case con alguien que no
quiere.”
El padre se arrepintió y la boda se canceló.
(111)
MI PADRE, EL PROFETA HARUN
Algunas personas solían llamar a Safiya, una de las esposas del Profeta
Muhammad (saws), “muchacha judía”, para molestarla. Safiya con
tristeza se dirigió al Profeta (saws) para contarle la situación y él (saws)
le aconsejó:
-“Cuando alguien nuevamente te llame así, respóndele: “Mi esposo es el
Profeta Muhammad, mi Padre es el Profeta Harun y mi tío es el Profeta
Moisés. En esto, ¡estoy en mejor situación que tú!””
(112)
AHORA ESTAMOS PAREJOS
Luego de un tiempo de matrimonio con Hz. Aisha (as) realizaron una
carrera y Hz. Aisha ganó. Al cabo de unos años realizaron otra carrera,
y esta vez el Profeta Muhammad (saws) ganó. Sonriendo le dijo:
-“Ahora estamos parejos.”
(113)
¿PODRIA MI ESPOSA TAMBIEN VENIR?
Cierto día, un iraní vecino del Profeta Muhammad (saws) en Medina, lo
invitó a compartir una sopa especial que había preparado para la cena.
El Profeta (saws), refiriéndose a Aisha (as), preguntó:
-“¿Puede mi esposa también venir?”
El iraní no quería por lo que el Profeta (saws) no aceptó la invitación.
Al cabo de un rato, el hombre regresó y repitió la invitación. El Profeta
(saws), volvió a preguntar:
-“¿Junto con mi esposa?”
Pero el hombre levantó las cejas nuevamente en señal de
desaprobación.
El tiempo pasaba; y por tercera vez el hombre repitió su invitación, pero
el Profeta (saws) continuó en el mismo punto:
-“¿Mi esposa también…?”
El hombre iraní esta vez aceptó y compartieron la sopa junto con Aisha
(as).
(114)
CONSOLACION DE SAFIYA
Safiya, una de las esposas del Profeta Muhammad (saws), provenía de
54
la tribu judía de Khaybar. Su padre y su anterior marido fueron
muertos por los musulmanes en una batalla.
Refiriéndose a la primera noche, Safiya relató:
-“El Profeta de Allah (saws) pasó todo el tiempo hasta la mañana
siguiente intentando consolarme y me dijo: ‘¿Que puedo hacer?, tu
padre siempre nos ha maltratado e intentó enfrentar a todos los árabes
con nosotros.’ A pesar de que tenía razón, se disculpó conmigo muchas
veces por esto.”
(115)
EL SIRVIENTE Y LA CONCUBINA
Hz. Ali (ra) y Hz. Fátima (as) se acababan de casar y el Profeta
Muhammad (saws) poniendo a ambos frente a él, dijo:
-“OH, Ali, te estoy dando a mi hija como esposa, pero nunca olvides que
tú eres el sirviente de ella.”
(116)
¿ESTAS SATISFECHA?
En un lugar cercano a la pequeña mezquita, unos hombres de Etiopía
se encontraban jugando a un juego local. El Profeta Muhammad (saws)
pensó que esto le gustaría mucho a Aisha (as) y fue a su casa diciendo:
-“¡Aisha, ven aquí, mira!”
Aisha (as) refiriéndose a ese momento, relató:
-“Comencé a mirar el juego hasta que mi mejilla se fue inclinando en el
hombro del Mensajero de Allah (saws).
El juego duraba demasiado, y el Profeta (saws) ya cansado, cada tanto
me preguntaba:
-¿Estás satisfecha?
Aisha, en sus propias palabras “para probar su amor por mí”,
respondía:
-¡No!
A pesar de estar cansado, el Profeta Muhammad (saws) no dijo una
palabra y continuó parado cambiando la postura de la pierna.”
(117)
DEL MISMO LUGAR
El Profeta Muhammad (saws) ponía especial atención cuando comía con
Aisha (as). Bebía del mismo lugar que Aisha había bebido; si estaban
comiendo carne, el Profeta (saws) tomaba la carne que Aisha había
mordido y comía del mismo lugar; he incluso a veces daba de comer
cariñosamente a Aisha con sus propias manos.
(118)
A LA QUE MAS, AISHA
Cierto día se encontraba un grupo reducido de compañeros y uno de
55
ellos preguntó:
-“Oh Profeta de Allah (saws), ¿A quién amas mas?”
Sin vacilar en la respuesta, dijo: “A Aisha”
La misma pregunta fue realizada por Aisha (as) al principio de su
matrimonio:
-“¿Cuánto me amas, Oh Mensajero de Allah?”
-“Con fuerza.”
Aisha (as) estaba tan complacida por la respuesta que solía repetir la
pregunta con frecuencia a lo largo de los años.
-“Oh Mensajero de Allah, ¿con cuanta fuerza?”
-“Igual que el primer día.”
(119)
56
VALIENTE
Era valiente…. Hz. Ali (ra) dijo: “Cuando una batalla era muy violenta, y
los ojos estaban rojos por la ira, solíamos protegernos detrás de él.”
Otros relataron que “el más valiente de entre nosotros en la batalla era
aquel que se encontraba en la misma línea con el Profeta Muhammad
(saws)”
Cuando los voluntarios comenzaron a ir a las batallas para ser escritas,
existía una costumbre que nunca cambiaría: Su nombre (saws) aparecía
en primer lugar.
Pero su bravura nunca se convirtió en crueldad hacia los tiranos…Si
batía a un enemigo, lo perdonaba… También perdonó a aquellos que lo
maltrataron durante años. Pero el ejemplo mas destacable lo
encontramos en las palabras dirigidas al asesino de su tío: “No dejes
que te vea demasiado… porque cada vez que te veo, recuerdo a Hamza
en el desierto de Uhud, tirado como los ojos de aquellos que fueron
cincelados, como la nariz, los oídos y los labios de aquellos a los que les
fueron cortados; como el corazón y los pulmones de aquellos a quiénes
les fueron quitados. Y cada vez que te veo siento ese dolor una vez más”
Termina siendo el más valiente por ser el más tolerante...
AQUELLAS DOS PERSONAS
La Emigración, que es el comienzo del calendario Islámico, había
comenzado. Uno a uno, a medio metro de la cueva, en la ladera de una
montaña cerca de La Meca en la que el Profeta Muhammad (saws) y Hz.
Abu Bakr (ra) se habían ocultado; doscientos enemigos armados desde
arriba hasta abajo movieron hasta la última piedra. Lo que les evitó
extender sus cabezas un poquito más y ver al Profeta Muhammad
(saws) y a su compañero (ra) fue la tela de araña y el nido de pájaro en
la puerta de la cueva.
En aquellos peligrosos momentos que la vida de ambos dependía de
una espada, el Profeta Muhammad (saws) con fe y paz interior, calmó la
ansiedad de su amigo:
-“Hermano mío, "No te apenes, ni te aflijas, que Allah está con nosotros.
¿Acaso no piensas que entre dos compañeros el tercero es Allah?".”
(120)
EMBOSCADA NOCTURNA EN MEDINA
Una noche se escuchó un gran ruido en Medina y se temió que el
enemigo hubiera puesto una emboscada en la ciudad. Se tomaron
inmediatamente las medidas necesarias y se establecieron las
posiciones de defensa; pero en ese momento montado en un caballo sin
montura y con una espada alrededor de su cuello el Profeta Muhammad
(saws) salió de la oscuridad. Venía de las afueras de la ciudad diciendo:
“¡No teman, no hay peligro!”, y el pueblo se calmó. Más tarde se dieron
57
cuenta que el Profeta (saws) había tomado su espada tan pronto se
sintió el ruido y había saltado al caballo más cercano para comprobar
uno por uno los puntos que presentaban un peligro potencial; sin
pretender que ningún otro lo hiciera en su lugar.
(121)
NO HAY MENTIRA EN ESTO
Después de la conquista de La Meca, para someter la rebelión de
Hawazin, el ejército del Islam marchó hacia Hunayn. Con la adición de
dos mil nuevos soldados que se habían convertido recientemente al
Islam, el ejército alcanzó un número de doce mil hombres, que era de
un tamaño extraordinario para las condiciones de la península árabe de
aquel tiempo. Algunos musulmanes comenzaron a exclamar que
semejante ejército era imposible de abatir debido a su gran número.
Pero, una vez hubieran entrado al valle de Hunayn, fueron sorprendidos
en una emboscada por un enemigo mucho más pequeño en número. El
pánico se acrecentó entre las filas y todos comenzaron a esparcirse. La
situación rápidamente se convirtió en casi una derrota. En esos
momentos de extrema tensión, solamente una persona continuó, a
diferencia del resto del ejército y de la tentativa de los ataques del
enemigo que se cerraba en ondas sucesivas: Muhammad (saws).
A pesar de ser el representante de Allah en la tierra, vivió uno de los
momentos de más disgusto de su vida. Al ver que su ejército estaba
dispersándose, a horcajadas en su caballo blanco, gritó con toda su voz:
"¡Soy el mensajero de Allah; no hay mentira en esto! ¡Soy el hijo de Abdul
Muttalib, la clase de hombre que nunca huye del enemigo; no hay mentira
en esto!”, y comenzó a atacar con todas sus fuerzas a las tribus de
Hawazin que estaban arrojando flechas con violencia sobre los
musulmanes. Mientras tanto, sus dos compañeros más cercanos
sostenían su caballo con dificultad. Finalmente la batalla fue ganada
por el ejército del Islam.
(122)
58
LEAL
Con su fidelidad, el Profeta Muhammad (saws) transformó el amor de
aquellos que lo amaron en admiración, y el odio de sus enemigos, a
través de la fuerza de las circunstancias, en aprecio. Como todos los
rasgos de su carácter, su fidelidad no era artificial, sino sincera y
profunda. Estos rasgos encontraron su fuente en su creencia en Allah y
en su respeto por la misión profética.
En la noche de la emigración a Medina, su preocupación más grande no
era su propia vida. Por el contrario, lo preocupaba poder devolver a los
legítimos dueños de La Meca las valiosas mercancías que le habían sido
confiadas en su carácter de "Amin" (el confiable). Debido a esto, Hz. Ali
(ra), pasó la noche en los aposentos del Profeta (saws) para despistar a
aquellos que intentaron acabar con su vida. Al día siguiente el Profeta
Muhammad (saws) devolvió todas las propiedades a sus dueños.
Cuando se dirigían a una batalla, el Profeta Muhammad (saws) solía
decir a sus compañeros: "si hay entre vosotros alguno que haya
perturbado a sus vecinos, no deberían venir a la guerra con nosotros.”
A sus compañeros más pobres, en términos de estatus sociales, les
hacía sentir de manera constante su plena fidelidad.
"Que la alabanza y la gloria sean con Allah. Quién no ha tomado mi vida
antes de ordenarme que soporte junto a vosotros", solía decir y
continuaba: “Sepan que, mientras viva, viviré entre vosotros, y cuando
muera, moriré entre vosotros."
Cuando escuchaba a alguien maldecir a sus compañeros, fruncía el
ceño e invitaba a esta persona a retirarse, y a partir de ese momento su
testimonio no era admitido.
Se consideraba a sí mismo en deuda de por vida con Suwaybah, quién
fue su nodriza durante los primeros meses después de su nacimiento.
Se preocupaba regularmente por su salud, y por enviarle alimentos y
ropas. Luego de la muerte de Suwaybah, se ocupó de saber si ella había
dejado algún pariente cercano.
Con el fin de destacar los derechos de la madre sobre los hijos,
respondió, a uno de sus compañeros quién había preguntado sobre
“aquellos a los que se le debía hacer el bien”, tres veces consecutivas “a
tu madre.”
También agregó: “Una de las cosas que una persona compasiva a de
hacer es visitar a los amigos de su difunto padre.”
DEUDA DE UNA MADRE
Cierto día, un compañero fue a quejarse ante el Profeta Muhammad
(saws) de su madre:
-“Su carácter y su moral son malos”, dijo.
El Profeta (saws) le replicó:
-“Ella no tenía mal carácter cuando te llevó en su vientre durante nueve
meses.”
59
-“¡Oh Mensajero de Allah!, ¡ella en verdad posee un mal carácter!”
-“Ella no tenía mal carácter cuando te amamantó durante tus primeros
dos años de vida”, respondió.
El hombre insistió:
-“Pero ella no tiene mal carácter cuando se queda en vela debido a ti, y
además ya he pagado la deuda debido a su sacrificio hacia mí.”
-“¿Qué has hecho?”, le preguntó el Mensajero (saws)
-“Le he pagado el peregrinaje.”
Una amarga sonrisa se trazó en los labios del Profeta (saws):
-“No has pagado la deuda con el esfuerzo de un simple trabajo.”
(123)
ABU BAKR ME CONFIRMÓ
Abu Bakr (ra) y Omar (ra) tuvieron una disputa. Cuando el Profeta
Muhammad (saws) vio que Abu Bakr (ra) se lamentaba, intervino
reuniendo a sus compañeros frente a él:
-“Allah me ha enviado a vosotros como un profeta. Cuando me llamaron
mentiroso, Abu Bakr me confirmó. Cuando se hicieron mis enemigos, él
me protegió con su vida y con sus posesiones. Por amor a esos días, que
nadie mas moleste a mi compañero.”
A partir de ese día todos tuvieron un cuidado particular por no herir los
sentimientos de Abu Bakr.
(124)
PRIMERO LO SUYO AL DUEÑO
Al comenzar la guerra con los judíos en Khaybar un hombre que
trabajaba como pastor en la región, decidió convertirse al Islam, por lo
que se acercó al Profeta Muhammad (saws) y le expresó su deseo. Pero
el profeta Muhammad (saws) no lo aceptó inmediatamente:
-"Primero", le dijo, "debes devolver la manada a su legítimo dueño. Si
deseas hacerte musulmán y participar en la guerra junto a nosotros, no
rompas el compromiso de las mercancías que te han sido confiadas."
El pastor así lo hizo. Devolvió por completo la manada a su legítimo
dueño y luego partió para unirse a su nueva religión y compromiso.
(125)
LA AMIGA DE JADIYAH
Jadiyah (as) fue su primera esposa, su primer amor, con la cual el
Profeta Muhammad (saws) compartió veinticinco años de matrimonio y
la cual fue madre de seis de sus siete hijos.
Después de la muerte de Jadiyah (as) y hasta su propia muerte, él
recordaba el amor que sentía por ella en cada ocasión.
Cierto día, cuando ya se encontraba casado con Hz. Aisha (as), una
anciana mujer visitó su casa. El Profeta (saws) la reconoció, pero aún
así le preguntó su nombre. La mujer respondió:
60
-“Djessame” (la fea)
Pero el Profeta (saws) la corrigió:
-“¡No!, tu no eres Djessame, ¡eres Hassana! (la hermosa)
Los elogios que dedicó a la anciana mujer atrajeron la atención de Hz.
Aisha; y cuando la mujer se marchó no pudo evitar preguntar:
-“¡Oh Mensajero de Allah! ¿Por qué halagaste tanto a esta mujer?”
El Profeta Muhammad (saws) con la mirada inmersa en sus
pensamientos, respondió:
-“Esta mujer era amiga de Jadiyah, solía visitarnos a menudo cuando
nos casamos.”
(126)
EL REGALO DE LA AMIGA DE JADIYAH
Jadiyah (as) había partido al Más Allá hacía tiempo, y su cuerpo yacía
en los territorios de La Meca, mientras que el Profeta Muhammad (saws)
había tenido que emigrar hacia Medina.
Una de las amigas de Jadiyah también se encontraba entre los
emigrados, y según relató Enes el hijo de Malik, cuando se le entregaba
un regalo al Profeta (saws) solía enviárselo a esta mujer diciendo:
“Puesto que ella era muy amiga de Jadiyah y la quería mucho.”
(127)
LA HERMANA DE JADIYAH
La hermana de Jadiyah (as) se llamaba Hale y tenía lo voz
increíblemente parecida a ella.
Cierto día, Hale le pidió permiso para entrar a su casa y hablar con él
(saws). El Profeta Muhammad (saws) al escuchar la voz comenzó a
temblar por el sobresalto y exclamó:
-“¡OH, Quiera Allah que la persona que pide permiso sea Hale!”
Y, en efecto, era ella.
(128)
EL COLLAR DE JADIYAH
Uno de los presos capturados al final de la campaña de Badr fue Abul
As, su yerno, el marido de su hija Zainab.
Zainab envió como rescate para Abul As el collar de oro que su madre
Jadiyah (as) le entregó para su matrimonio.
El Profeta Muhammad (saws), al ver entre el rescate enviado de La Meca
el collar de Jadiyah (as), que había muerto hacía unos años, con los
ojos llenos de lágrimas dijo a sus compañeros:
-“Si aceptáis, devolveré este collar a Zainab y liberaremos a Abul As sin
rescate.”
Sus compañeros, al ver su sensibilidad, respondieron:
-“¡Muy bien, Oh Mensajero de Allah! Lo haremos como tu dices.” Y el
collar de Jadiyah (as) fue devuelto a Zainab.
(129)
61
MEJOR QUE JADIYAH
Aisha (as) un día no pudo aguantar más el hecho de que el nombre de
Jadiyah (as) no dejaba de estar en la boca del Profeta Muhammad
(saws), y dijo:
-“¡OH Mensajero de Allah!” (saws) ¿Acaso Allah no te ha dado esposas
más jóvenes, mejores y más hermosas? Por supuesto ella se refería a
ella misma.
El Profeta (saws) respondió siendo consciente de la posibilidad de
lastimar el corazón de su esposa pero siendo fiel a lo que sentía hacia su
primer amor Jadiyah (as).
-“Juro que Allah no me dio mejor esposa que ella (as). Cuando todos
negaban mi profecía, ella me aprobó. Cuando todos me acusaban de ser
un mentiroso, ella me confirmó. Cuando todos me negaban todo, ella
me confió sus mercancías y su bondad. Ella me dio seis hijos.”
Aisha (as) dejó pasar sus propias palabras y guardó silencio.
(130)
SEIS AÑOS MÁS TARDE
Luego de seis años el Profeta Muhammad (saws) se enteró que como
resultado de la campaña de Hunayn, su hermano adoptivo y sus
parientes habían sido capturados. Los mandó llamar, se informó sobre
su bienestar, les dio obsequios y los liberó. Sus compañeros, al
enterarse, se sintieron molestos por el hecho de que ellos también
tenían parientes como prisioneros. Por lo tanto, todos los prisioneros
fueron liberados, sin pedir rescate.
(131)
A MIS COMPAÑEROS
Una delegación de enviados había llegado a La Meca desde Abyssinia.
El Profeta Muhammad (saws) realizó todos los servicios, abasteció todas
sus necesidades con sus propias manos y acomodó a sus compañeros.
-“¡Oh, Mensajero de Allah! Permite que realicemos nosotros mismos el
servicio”, dijeron.
Pero el Profeta (saws) no aceptó el ofrecimiento y les dijo:
- “Han demostrado honor a mis compañeros que emigraron a Abyssinia y
los adoptaron. Ahora, a través del placer que siento, quisiera devolver un
poco de eso honor.”
(132)
TU SANGRE ES MI SANGRE
Puesto que los Mecanos no estaban preparados para escuchar al
Profeta Muhammad (saws) sin ningún prejuicio; el Profeta (saws) dirigió
sus esfuerzos hacia las tribus vecinas.
Estos eran los años más difíciles para él y para los musulmanes en
general. Durante mucho tiempo, trató que su voz fuera escuchada, pero
62
no recibió respuestas positivas de casi nadie; hasta que se encontró con
los Medinenses. Tiempo después, fijaron un encuentro en un lugar
llamado Aqaba cerca de La Meca y unos sesenta musulmanes de
Medina convertidos recientemente juraron protegerlo al igual que
protegían a sus esposas e hijos, incluso si tuvieran que enfrentarse al
mundo entero.
Uno de ellos preguntó con curiosidad:
-“¡Oh, mensajero de Allah! Si tienes éxito en el futuro ¿regresarás junto
a tus parientes y a tu ciudad?
Él (saws) respondió confidencialmente:
-“Tu sangre es mi sangre. Tu necrópolis es mi necrópolis. Estoy en ti y tú
estás en mí.”
Y eso es exactamente lo que cumplió. Un día, la península Arábica
entera, incluida La Meca, lo aceptó. Pero él, justo como había
prometido, regresaba a Medina luego de cada campaña.
Medina se convirtió en su hogar y en su ciudad natal hasta su muerte.
Murió allí, fue enterrado allí, y todavía sigue allí en Medina.
(133)
LEAL AL TRATADO
El tratado de Hudaybiyyah había sido recientemente firmado. Uno de
los musulmanes secretos residentes de La Meca, Abu Yandal, tuvo la
oportunidad y se escapó de allí para unirse y refugiarse con los demás
musulmanes. Una de las cláusulas del tratado decía que los que sean
recibidos entre los musulmanes que huyeran de La Meca serían
devueltos a la ciudad; por lo que el Profeta Muhammad (saws) le dijo a
Abu Yandal:
-“¡Oh, Abu Yandal! ¡Sé paciente! No podemos retroceder sobre las
palabras, pero Allah pronto abrirá tu camino.”
Y Abu Yandal regresó a La Meca.
(134)
FIEL A SU PALABRA
Dos musulmanes fueron capturados por los mecanos mientras
intentaban emigrar a Medina y encontrarse con el Profeta Muhammad
(saws).
Los mecanos les hicieron jurar que no usarían armas contra ellos, luego
los dejaron libres y pudieron completar la emigración.
Llegaron a Medina y encontraron a los musulmanes justo en la víspera
de la campaña de Badr. Al encontrarse con el Profeta (saws) le contaron
el juramento que habían tenido que tomar.
El ejército enemigo superaba tres veces el número de hombres del
ejército musulmán. A pesar de esto, el Profeta Muhammad (saws) no
aceptó que el juramento tomado sea infringido por lo que les indicó la
ciudad de Medina ubicada detrás de los compañeros que ya estaban en
formación y agregó:
-“Debéis regresar, nosotros mantendremos vuestro juramento bajo
63
cualquier circunstancia.”
Sólo necesitamos a Allah y Allah es el único que puede ayudarnos.
(135)
DOS VECES EMIGRACION
Asma el hijo de ‘Umais, era uno de los musulmanes que emigraron a
Abisinia y posteriormente a Medina. Cierto día mantuvo una disputa
con otro musulmán que también había emigrado a Medina.
Ambos aclamaban que sus emigraciones pesaban más ante los ojos de
Allah. Finalmente el Profeta Muhammad (saws) exclamó:
-“Aquellos que han emigrado a Abisinia primero y luego a Medina, se
considera que han emigrado dos veces mientras que los que emigraron a
Medina han emigrado sólo una vez.”
(136)
LEAL INCLUSO AL ENEMIGO
Abu Rafi, quien fue enviado como emisario desde La Meca al Profeta
Muhammad (saws), se convirtió en musulmán a los pocos días, bajo la
influencia de lo que había visto y experimentado en Medina. Con la
nueva fe que había adoptado, expresó el deseo de permanecer en
Medina y entregó su dimisión como embajador. Pero el Profeta (saws) no
la aceptó.
-“No puedo infringir el tratado y no puedo ampararte como embajador.
Después de tu regreso a La Meca, si todavía piensas de la misma
manera, entonces puedes regresar y te saludaremos y aceptaremos como
nuestro hermano.”
Abu Rafi regresó a La Meca; luego emigró y se instaló en Medina como
musulmán.
(137)
EN EL MISMO SEPULCRO
El Profeta Muhammad (saws) y sus compañeros se encontraban
enterrando a los setenta y dos hombres caídos en la batalla de Uhud
cuando el Profeta (saws) se detuvo frente a las tumbas de Amr, hijo de
Al-Jamuh, y Abdullah el hijo de Amr. Sus ojos se llenaron de nostalgia:
-“Colóquenlos en la misma tumba ya que se quisieron mucho durante sus
vidas.”
(138)
LEALTAD PARA CON LOS MEDINENSES
Unos días antes de su partida al Más Allá, el Profeta Muhammad (saws)
se subió al púlpito con dificultad y se dirigió a los Medinenses
64
emigrantes que doblaban a la población de la ciudad varias veces.
-“Traten bien a los nativos de Medina porque los hombres se
multiplicarán, pero el número de verdaderos Medinenses no aumentará.
Me han dado refugio. Devuelvan sus buenos actos con buenos actos, y
perdonen sus malas acciones.”
(139)
ELLA FUE UNA MADRE PARA MI DESPUES DE MI MADRE
Cuando el Profeta Muhammad (saws) tenía ocho años su abuelo murió
y su tío Abu Talîb asumió la tutela, y junto con su esposa Fátima, la
hija de Asad, hicieron todo lo posible para atenuar los sufrimientos de
la orfandad. En los años siguientes durante la profecía, murió su tío y
al poco tiempo su tía, provocándole una tristeza particular: “Mi querida
madre ha muerto hoy”, dijo. Entregó su camisa como mortaja,
pronunció setenta veces “Allahu akbar” y dirigió las oraciones del
entierro. Se dirigió a la tumba y antes de que depositaran el féretro se
quedó junto a él tumbado durante un rato. Sus compañeros luego le
preguntaron por este trato especial tan extraordinario.
-“Ella era una madre para mí después de mi madre”, respondió.
(140)
LA SIERVA DE LA MEZQUITA
Una anciana era la encargada de realizar los trabajos en la mezquita de
Medina. Era una musulmana pobre y silenciosa. Durante tres días el
Profeta Muhammad (saws) no la vio y sintió curiosidad por saber donde
estaba. Sus compañeros le informaron de que había fallecido y que
había sido enterrada.
El Profeta (saws) ofendido y con sorpresa les dijo:
-“¿No debieron haberme informado?”
Fue hasta la sepultura y dirigió las plegarias del entierro, recitando
varias veces las oraciones.
(141)
SI ME LLAMAN IRÍA
En los días de juventud del Profeta Muhammad (saws) en La Meca y en
toda Arabia existían socialmente normas y prácticas crueles
desmesuradas. Un grupo de hombres de conciencia, incluyendo al
Profeta Muhammad (saws), que conservaban su sensibilidad humana
viva, se reunieron en una casa de La Meca y realizaron un acuerdo
llamado Hilf-al Fudul. A partir de este acuerdo no sería permitido para
cualquier mecano o extranjero ser sometido a prácticas desleales tan
sólo por ser más débil o esté solo.
Cuarenta años más tarde, cuando el Profeta Muhammad (saws) cursaba
su profecía y era jefe de estado, recordó el acuerdo que habían realizado
y dijo:
-“Tomé parte de ese acuerdo en la casa de Abdullah el hijo de Yudan, y
65
no lo cambiaría por ninguno de los bienes más preciados entre los
árabes. Incluso hoy, si fuera llamado como un requisito de dicho acuerdo,
iría.”
(142)
ALCANZA EL MARTIRIO EN SU REGAZO
Said el hijo de Mu’adh, uno de los primeros musulmanes de Medina y
que estuvo al lado del Profeta Muhammad (saws) en los momentos de
angustia, fue mortalmente herido en una batalla librada contra los
judíos. Después de sufrir agonía durante días, el momento de la muerte
finalmente llegó… El Profeta Muhammad (saws) se encontraba a su
lado. La herida se abrió de repente y la sangre comenzó a brotar. Ambos
se abrazaron y la cara del Profeta (saws), su barba y su ropa se
mancharon de sangre. Los demás compañeros intentaron separarlos
pero ellos continuaron abrazados y llorando. Said dio su último aliento
en el regazo del Profeta Muhammad (saws).
(143)
ZAID ES MI HIJASTRO
El día anterior a que comenzara la profecía, el padre y el tío del esclavo
del Profeta (saws), Zaid, el hijo de Harisa, llegaron a La Meca después
de haberlo buscado durante años, y le pidieron al Profeta Muhammad
(saws) que se los vendiera para poder recuperarlo.
El Profeta (saws) respondió con una sonrisa: “Pregúntenle a él. Si Zaid
desea ir, puede marcharse, es libre y ningún pago será necesario.”
Pero Zaid decidió quedarse. Todo el mundo se sorprendió, incluyendo
sus parientes. A raíz de esta actitud de Zaid, el Profeta Muhammad
(saws) lo tomó de la mano y lo llevó a la plaza principal de La Meca,
frente a la Kaaba, y anunció en voz alta para todos los mecanos: “Este
es mi esclavo Zaid, el hijo de Harisa. Ahora es libre y será mi hijastro.”
A partir de ese momento fue llamado Zaid el hijo de Muhammad.
(144)
66
BROMISTA
Para cualquier líder es difícil combinar una posición respetable ante los
ojos de la comunidad con una personalidad humorística, y mantener
ambos aspectos equilibrados y en armonía. Si, además, esta persona no
es cualquier líder, sino un Profeta, la situación se vuelve aún más
complicada.
El Profeta Muhammad (saws) poseía una personalidad seria y
respetable incomparable, pero al mismo tiempo se protegió a sí mismo
de no caer en una actitud fría y distante, un riesgo fácil para alguien en
su condición. Y llegó a ser conocido como el encantador, el cálido, el
profeta del humor.
Sus compañeros fácilmente podían gastarle una broma. Y él (saws) a
ellos. Pero esto no dio lugar al menor abuso; aparte de la calidez del
humor, los límites de la seriedad y el respeto se mantenían
cuidadosamente.
Existen dos riesgos potenciales negativos en todas las bromas en los
que es fácil caer. El peligro de ir más allá de las normas básicas de
cortesía y civismo, y la mentira y la exageración.
Las bromas del Profeta Muhammad (saws) mantenían un equilibrio
ideal sobre estos riesgos potenciales, y nunca incluía elementos que
traspasaran estas normas básicas.
Cierto día, un compañero le preguntó: “Oh, Mensajero de Allah ¿estás
bromeando con nosotros?”, y él (saws) respondió: “Si, pero nunca os diré
una mentira.” Nunca hizo una excepción, incluyendo sus bromas, en su
virtud de no mentir jamás ni una sola vez en su vida.
Durante sus veintitrés años de profecía, el Profeta Muhammad (saws)
no sólo trajo nuevos conceptos y orden para la humanidad, sino que era
un hombre completo, incluyendo el humor.
LA CRÍA DE LA CAMELLA
Cierto día un compañero del Profeta Muhammad (saws) le pidió un
camello.
-“Esta bien, te pondremos sobre la cría de una camella.”, le respondió.
Su compañero asombrado le objetó:
-Pero, Mensajero de Allah, ¿qué haré con la cría de una camella? No me
servirá.
-¿Acaso no son todos los camellos crías de una camella?
(145)
NO TIENES PRECIO
Zahir era uno de los musulmanes que vivían en el desierto. Él solía
llevar los mensajes del Profeta Muhammad (saws) al desierto y ayudaba
al Mensajero (saws) a realizar sus compras en la ciudad. Hablando
sobre estos aspectos de su relación, el Profeta (saws) una vez dijo:
“Zahir es nuestro desierto y nosotros somos su ciudad.”
67
Sin embargo, Zahir tenía un problema grave. A causa de un defecto
físico de nacimiento no fue muy querido entre las personas, y cuando se
encontraba mezclado entre una gran muchedumbre por obligación se
sentía acomplejado porque todo el mundo lo miraba; y este sentimiento
se fue agravando con el tiempo.
El Profeta Muhammad (saws) era conciente de lo que le pasaba a Zahir
y un día encontró una oportunidad para ayudarlo.
Zahir se encontraba haciendo las compras en el mercado de Medina a la
hora más concurrida. El Profeta (saws) se acercó sigilosamente por
detrás, le tapó los ojos con sus manos y lo atrajo hacia él. Zahir
reconoció el perfume y, entusiasmado por la alegría, se inclinó con todo
el peso de su cuerpo sobre el Profeta Muhammad (saws).
Los musulmanes que se encontraban allí nunca había visto al Profeta
(saws) en una actitud de tanta confianza con alguien, y asombrados se
reunieron alrededor de ellos. El Profeta (saws) llamó a todos con una
sonrisa:
-“Tengo un esclavo y quiero venderlo. ¿Quién quiere comprármelo?”
Zahir, con un gesto de amargura por un lado y consternado por ser el
centro de atención por el otro, respondió tímidamente con otra broma:
-“Oh, Mensajero de Allah, te juro que el esclavo que estás vendiendo no
vale un centavo.”
Esta era la oportunidad que el Profeta Muhammad (saws) estaba
esperando. Enseñar un tratamiento especial hacia Zahir, para que a
partir de ese día pueda vivir sin el complejo de que todos lo miran,
tranquilo y sin la menor duda sobre él mismo.
El Profeta Muhammad (saws) con el rostro serio interrumpió a Zahir y
dirigiéndose a la multitud que los había rodeado dijo:
-“¡No, tú no tienes precio en el nivel de Allah ni en el nivel del Mensajero
de Allah!
Ese fue el día de mayor alegría para Zahir.
(146)
NO TENGO DINERO
Uno de los compañeros más bromistas y pobre del Profeta Muhammad
(saws) quería comprarle un presente. Los presentes solían ser
mantequilla, aceite o miel. Pero cuando el vendedor se dirigió a
reclamar el pago, el compañero le dijo al Profeta (saws):
-“Oh, Mensajero de Allah” (saws), ¡el vendedor viene a reclamar su
dinero!”
El Profeta Muhammad (saws) quiso gastarle una broma, y dijo con
actitud seria:
-“Pero ¿No habías traído esto como un regalo?”
Y su humorista compañero respondió:
-“No tengo dinero. ¿Cómo voy a pagar los regalos que te he traído?”
El Profeta (saws) se rió y pagó la deuda con el vendedor.
(147)
68
EL QUE TIENE EL BLANCO DE LOS OJOS
Una musulmana se encontraba relatando un deseo que tenía. En cierto
momento, el Profeta Muhammad (saws) la interrumpió y le preguntó:
-“Eres la mujer de aquel que tiene blanco los ojos, ¿no?”
La mujer se asombró y exclamó:
-¡Oh, Mensajero de Allah! Mi marido no tiene blancos los ojos.”
-“Todos lo tenemos”, respondió.
(148)
QUE NO SE TE ROMPAN LOS VIDRIOS
Durante un viaje, uno de sus compañeros de nombre Endjeshe,
cantaba delante de los camellos para marcarles el ritmo para que
fueran más de prisa. La canción se fue acelerando, el ritmo fue
subiendo y los camellos avanzaban cada vez más rápido. El Profeta
Muhammad (saws), comenzó a preocuparse por las mujeres que iban en
los camellos, y le gritó:
-¡Endjeshe, ten cuidado! ¡Que no se te rompan los vidrios!
(149)
PEPITAS DE ACEITUNA
El profeta Muhammad (saws) se encontraba desayunado con Hz. Ali
(ra). Con una sonrisa traviesa en la cara, fue acumulando delante de
Hz. Ali (ra) las pepitas de las aceitunas que se había comido sin que él
se diera cuenta.
-“¡Ali! ¡Te has comido un montón de aceitunas!, le dijo.
Hz. Ali, con una expresión muy seria replicó:
-“¡Si, Mensajero de Allah! Pero tú te has comido hasta las pepitas ¡Mira,
no hay ninguna delante de ti!
(150)
PUEDE QUE ENTRES TODO
El ejército se encontraba en la campaña de Tabuk. Uno de sus más
antiguos compañeros, Awf el hijo de Malik, fue hasta la entrada de la
tienda del Profeta (saws) mientras estaba sentado en el interior durante
un descanso.
Lo saludó y le pidió permiso. Cuando escuchó desde el interior la
respuesta “¡Entra!”, Awf preguntó:
-“¿Todo, Oh Mensajero de Allah?
El Profeta (saws), respondió:
-“¡Sí, todo!”
(151)
69
UNA JOVEN EN EL PARAISO
Una anciana llegó a la mezquita, se acercó al Profeta (saws) y dijo:
-“¡Oh, Mensajero de Allah!, reza por mi, para que Allah me acepte en Su
Paraíso.”
-“Las ancianas no entran al paraíso”, respondió.
La mujer se entristeció y comenzó a llorar. Una dulce sonrisa apareció
en el rostro del Profeta Muhammad (saws):
-“¡No te lamentes!”, dijo. “Quise decir que tú no entrarás al Paraíso como
anciana sino como joven.”
(152)
70
EL AMOR POR LOS ANIMALES
El Profeta Muhammad (saws) sentía una compasión especial por todos
los seres vivos. Esto era un requerimiento de su fe.
Cuando comenzó su misión profética, conceptos como el que los
animales también tenían sus derechos y que necesitaban compasión,
era muy exóticos para la sociedad árabe de aquella época.
Las reflexiones de la ignorancia que había en general sobre el mundo de
los animales se encontraban en tales dimensiones que romperían
cualquier corazón.
Por ejemplo: Solían colocarse anillos de dolor alrededor del cuello de los
camellos; y especialmente en los viajes más largos solían cortarles
algunas venas a los animales de monta para beber su sangre. También
cortaban parte de sus carnes para comer mientras estaban vivos, y se
ocupaban de curarles las heridas después de haber comido.
Estas prácticas fueron eliminadas en la época del Profeta Muhammad
(saws). Incluso se prohibió cortarles el pelo de la cola: “La cola es como
un cepillo y un ventilador y su cabello es como una manta para los
animales.”
Se prohibió que fueran sometidos a excesivo trabajo. Y las ceremonias
de retórica y poesía que duraban horas con los participantes montados
cara a cara sobre los animales, una tradición que llevaba siglos,
también fueron prohibidas.
A los propietarios de los animales se les permitió montarlos únicamente
por el tiempo que sea necesario. A los poetas y oradores se les dijo
especialmente: “El lomo de vuestros animales no son sillas. Allah les
otorga un control inmediato sobre ellos con la condición de que los utilicen
para ir con facilidad a lugares que no hubieran sido capaces de ir por
vosotros mismos sin haber pasado por una dificultad extrema. Allah
también creó la tierra. Satisfaced vuestras otras necesidades con ella.”
Se prohibió estrictamente el ejercicio de tiro al blanco mediante el uso
de animales vivos.
Un día, mientras el Profeta (saws) caminaba por los alrededores vio a un
burro con la cara marcada y dijo: “Que la maldición de Allah sea sobre
aquel que haya marcado a este animal.” Se permite marcarlos
solamente si es necesario indicar el propietario, en dimensiones muy
pequeñas y en aquellas partes del cuerpo del animal donde se le haga
menos daño.
El Profeta Muhammad (saws) se encontraba enseñando a sus
compañeros en congregación sobre el Día del Juicio. Explicó que un
hombre que había tenido piedad por un perro que estaba sediento un
día de mucho calor, y que a pesar del problema que esto le causó, bajó
a un pozo para traerle un poco de agua al perro. Por este acto, entró al
Paraíso. Y también agregó que una mujer fue al infierno porque había
puesto en una jaula a un gato y le causó la muerte.
Al ver que su esposa Aisha (as) era bastante dura con el trato hacia su
camello, le advirtió diciendo: “Aquél o aquella que esté privado de
piedad, está privado de cualquier bien.”
71
Durante un viaje que estaba realizando con sus compañeros dijo con
dureza a algunos de ellos que habían tomado a dos pájaros bebés de un
nido mientras la madre volaba en pánico sobre sus cabezas: “¿Quién
causa dolor a estos animales tomando a sus crías? ¡Devolvedles a sus
bebés!
EL CENTINELA
El Profeta Muhammad (saws) se encontraba frente a un ejército de más
de diez mil hombres en dirección a La Meca hacia la mayor victoria de
su vida. En toda Arabia se había reconocido su soberanía.
Mientras marchaba a la cabeza del ejército observó que en su camino
una perra había dado a luz a sus cachorros. Llamó a Ju’ayl el hijo de
Suraqah, y le ordenó que se parara en guardia frente a la madre y sus
cachorros hasta que todo el ejército hubiera pasado para protegerlos de
un atropello seguro.
La perra y sus cachorros no fueron perturbados, aunque el ejército de
diez mil hombres tuvo que cambiar de dirección.
(153)
ESTE ANIMAL QUE NO HABLA
Un día, el Profeta Muhammad (saws) se encontraba caminando y vio a
un camello cuyo vientre estaba pegado a su lomo por hambre. Su rostro
se nubló y se dirigió al dueño del camello:
-“¡Teme a Allah mientras cuidas a este camello que no puede hablar!”
(154)
DELANTE DE LOS OJOS DE LA OVEJA
Su primo Abdullah el hijo de Abbas, relató:
-“Un día, estábamos yendo a un sitio con el Mensajero de Allah y en el
camino vimos a alguien que había atado a un carnero para matarlo, y
estaba afilando el cuchillo adelante del animal. El Profeta Muhammad
(saws) le gritó:
-“¿Quieres matar a este animal una y otra vez?”
(155)
NADIE MÁS PUEDE TOCARTE
El Profeta Muhammad (saws) se encontraba sentado con sus
compañeros. De repente un camello se acerca a toda velocidad y se
detiene a su lado. Su actitud era la de alguien que buscaba refugio. Un
poco más tarde, llegaron los propietarios que lo estaban persiguiendo.
-“¡Oh, Mensajero de Allah!”, dijeron. “Este es nuestro camello, lo
estamos buscando desde hace tres días y finalmente lo encontramos a
tu lado.”
El camello estaba parado detrás del Profeta (saws), y el Mensajero de
72
Allah (saws) se dirigió a los propietarios sin soltar la soga del cuello del
camello:
-“Sin embargo, su camello tiene quejas acerca de ustedes.”
Los propietarios, asombrados, preguntaron:
-“¡Oh, Mensajero de Allah! ¿Qué estás diciendo?”
-“Creció a su lado, ha llevado miles de cargas en su espalda para
ustedes, es más, les ha dado un montón de crías, y en el final, ustedes
deciden matarlo y comer su carne.”
-“Si, Mensajero de Allah, así es exactamente.”
El Profeta (saws) sacó cien monedas de plata de su bolsillo y compró el
camello. Volviéndose al animal, le dijo:
-“¡Oh, camello, vete! Por la causa de Allah eres libre y nadie puede volver
a tocarte.”
(156)
73
GENTIL
Su dulzura y delicadeza no dependían del entorno y las condiciones.
Eran el resultado de su propia naturaleza. A través de su bondad y
temperamento, primero se ganó a las personas más duras, vulgares e
ignorantes del desierto, y luego los convirtió en instructores de la
civilización y líderes para el mundo. Esto lo hizo en un breve período de
tiempo, en una generación. Muhammad (saws) fue el propio corazón de
esta educación de civismo-civilización que no tiene otro ejemplo en la
historia de la humanidad. Incluso se ganó el aprecio de sus enemigos.
Solía escuchar a quien le hablaba con total atención. Se volcaba hacia
la persona completamente; y al terminar la conversación y darse la
mano, nunca la retiraba antes que el otro, ni se marchaba antes que su
interlocutor. Gracias a su total preocupación y elegancia para
relacionarse, sus compañeros pensaban que cada uno era el que él más
apreciaba. En las reuniones donde estaba presente nunca permitió que
nadie mostrara malos modales ni se hiera a nadie. Incluso cuando
alguien estaba en estado de embriaguez y era reprochado, el Profeta
Muhammad (saws) había llegado a fruncir el seño como muestra de
desaprobación.
Cuando veía malos modales, usaba expresiones generales evitando
divulgar los nombres de los responsables de estos actos, dando así un
claro mensaje y ejemplo a la sociedad en su conjunto.
Cuando alguien le llevaba alimento como presente, nunca comía hasta
que aquel que se lo llevaba comiera primero.
Nunca extendía la planta de los pies a alguien que estuviera sentado, y
se ocupó siempre de visitar a los enfermos brindándoles su atención y
reforzándoles la moral, incluso si los enfermos se encontraban en los
lugares más recónditos de Medina.
Muchas veces ponía sus propias prendas de vestir para que los
visitantes puedan sentarse. Y cuando veía que alguien se acercaba para
pedirle algo mientras estaba realizando la plegaria, interrumpía sus
oraciones para satisfacer las necesidades de esta persona, y luego
continuaba sus oraciones.
A parte de los raros momentos en que estaba enojado o preocupado,
siempre llevaba una sonrisa melancólica en su rostro. Cuando más
tarde, sus compañeros hablaban de estas particularidades añadirían
que en toda su vida nunca habían visto a alguien que estuviera siempre
listo para una sonrisa.
En los momentos de mayor enojo, las palabras más duras que podían
salir de su boca eran: “Que un poco de tierra se le pegue en su frente.
¿Porqué lo habrá hecho de esa manera?”
La influencia que dejó a sus compañeros con su cortesía y elegancia fue
tan profunda que cuando se le preguntó a uno de ellos si el rostro del
Mensajero de Allah (saws) era tan brillante como una espada,
respondió: “¡No, no! ¡Era tan brillante como la luna llena!”
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CON LOS DIENTES LIMPIOS
El Profeta Muhammad (saws) había apoyado su cabeza en el regazo de
Aisha (as), eran sus últimos momentos, sus últimos alientos antes de
entregar su alma a Allah. Y uno de sus últimos actos antes de partir de
este mundo fue limpiarse los dientes con un cepillo con la ayuda de
Aisha (as), para regresar a Allah con un aspecto limpio y cuidadoso.
(157)
COMO EL DIABLO
Uno de sus compañeros entró en la mezquita totalmente despeinado y
con la barba desordenada. La expresión del rostro del Profeta
Muhammad (saws) cambió y su descontento era evidente. El
compañero, que había comprendido al Profeta (saws), salió
rápidamente, se afeitó y limpió.
A su regreso, se sentó frente al Profeta (saws) con la cara sonriendo
tímidamente. El Profeta (saws) también sonreía.
-“¿Acaso no estás mejor ahora, que cuando estabas con el pelo y la barba
desordenados como el diablo?”
(158)
HASTA QUE NO TE LAVES LAS MANOS
La Meca fue conquistada y aquellos que en su momento no pudieron
liberarse de su obstinación entraron en fila por propia voluntad frente
al Profeta Muhammad (saws) y le juraron fidelidad. Una de estas
personas era Hind, la mujer del gobernante de La Meca, Abu Sufyân, y
el asesino de su tío Hamzah. Cuando ella estaba por declarar su
adhesión al Islam, el Profeta Muhammad (saws) miró las manos de
Hind, e interrumpiendo su juramento de fidelidad le dijo:
-“Mientras no te laves las manos ni te cortes las uñas, no aceptaré tu
adhesión.”
(159)
TRES VECES SÍ SEÑOR
Alguien gritó tres veces diciendo: “Oh, Mensajero de Allah (saws)”
Cada vez, el Profeta (saws) se dirigió al que gritaba respondiendo:
-“¡Sí señor!”
(160)
NO LO HAGAS OTRA VEZ
El Profeta Muhammad (saws) entró en la mezquita y observó a un árabe
nómade recientemente convertido que desconocía las reglas de
conducta, ya que tiró el trapo con el que acababa de limpiarse la nariz.
El Profeta (saws) tomó el trapo sucio del suelo, y dirigiéndose a su
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dueño dijo con una voz suave:
-“No hagas eso otra vez.”
(161)
REZO EN CASA DE AMAN
Uno de sus compañeros tenía problemas de visión y estaba
prácticamente ciego. Al no poder ir hasta la mezquita y para poder rezar
en su casa con paz interior, le pidió al Profeta Muhammad (saws):
-“Oh, Mensajero de Allah ¿Podrías venir a mi casa y rezar dos veces?”
Al día siguiente, el Profeta Muhammad (saws) junto a Abu Bakr, rezaron
en casa de su compañero ciego.
(162)
SI ESTÁS OBLIGADO
El Profeta Muhammad (saws) se sentó en la mezquita en dirección a La
Meca, y de repente se le ensombreció el rostro. Frente a él (saws), en la
pared de la Kiblah, había una enorme masa de mucosidad. Era evidente
que este acto era obra de un árabe nómada que no conocía las reglas de
conducta del Islam.
El Profeta Muhammad (saws) se puso de pie en silencio, limpió la pared
y regresó a su sitio frente a los ojos de la multitud expectante que
guardaba silencio.
-“Ninguno debe escupir en dirección a La Meca. Pero si alguno se siente
obligado, que lo haga en el suelo, a la izquierda de sus pies.”
(163)
ÉL LO COMPRÓ PRIMERO
Uno de los compañeros más pobres del Profeta Muhammad (saws) se
había casado y se encontraba en el momento más delicado de su
pobreza. El Profeta (saws), que deseaba liberar a su compañero de este
momento de angustia pero sin causarle ningún perjuicio en su orgullo,
le preguntó a Yabir cuales eran sus posesiones. Pero Yabir no poseía
otra cosa que un débil camello.
El Profeta Muhammad (saws) le ofreció un trato y acordó pagar el precio
del camello luego de su regreso de un viaje. Al volver a Medina pagó su
deuda y cuando la transacción hubo terminado, el Profeta (saws) le dio
el camello a Yabir como un regalo.
Un incrédulo que había escuchado lo sucedido le preguntó con
insistencia:
-“¿Porqué primero comprarle el camello y luego dárselo como regalo?
Más tarde, esa noche, el Profeta Muhammad (saws) rezó largo tiempo
por la felicidad de Yabir en este mundo y en el otro.
(164)
76
DESPUES DE ÉL (saws)
Ningún hombre fue más querido que él (saws); por su personalidad y
sus cualidades.
Ningún ser temporal al morir encendió tanto los corazones de aquellos
que se quedaron, excepto él. Ningún ser creado pudo estar tan vivo y
ser tan amado luego de transcurrir tanto tiempo desde su muerte.
Incluso en nuestro siglo XXI el nombre masculino más común es el
suyo, según lo registrado por el Libro Guinnes de los Récords.
Y especialmente para aquellos que han podido convivir con él y
saborearlo, el dolor y la pena han caído en el curso de sus vidas
después de que él haya tomado proporciones legendarias.
Su esposa Umma Salamah relató:
-“El día de su muerte llegamos juntos y todos llorábamos. Lloramos
toda la noche hasta la mañana siguiente y encontramos una cierta
consolación al tener su cuerpo entre nosotros. De madrugada
repentinamente escuchamos los sonidos de excavación y nuestros
llantos se intensificaron. Sus compañeros, que se habían congregado en
la mezquita, también lloraban y todo Medina se había convertido en un
sólo sollozo. Entonces Bilâl recitó el llamado del rezo de la mañana.
Cuando mencionó la palabra “Muhammad” durante el llamado el
sufrimiento había llegado a un punto insoportable.”
Su hija Fátima llamó a rendir cuentas a aquellos que se encontraban
enterrando su cuerpo:
-“¿Cómo podéis comprometeros a enterrarlo y regresar a vuestros
hogares así? ¿Cómo os atrevéis a hacer esto con su cuerpo de rosas?”
Cada musulmán miró en una dirección. Todas las cabezas se
inclinaron. Cada hombro y cada cuerpo se sacudieron. Todos guardaron
silencio.
El dolor que quedó detrás de él no se limitó a los pocos días después de
su muerte. Algunos de sus compañeros comprendieron que no tendrían
suficientes fuerzas para continuar viviendo en la misma ciudad
rodeados de sus recuerdos, por lo que emigraron de Medina. Uno de
ellos fue Bilâl el abisinio. Se fue a Damasco y desde ese día no pudo
volver a recitar el llamado a la oración porque el nombre Muhammad
era mencionado. Pero cierto día, Bilâl vio al Profeta (saws) en un sueño:
-“¡Oh, Bilâl!”, le dijo. “Me has ofendido, has abandonado mi ciudad, no
me has visitado.”
Inmediatamente Bilâl se levantó y marchó camino a Medina. Una vez en
Medina comenzaron a pedirle e insistirle que recitara el llamado a la
oración, y él no pudo negarse. Se subió al mismo sitio que solía utilizar
en los días del Profeta Muhammad (saws). Ya era el mediodía, puso su
mano en la oreja y al recitar “Allahu akbar”, el pueblo de Medina, que
conocía muy bien los motivos de su silencio pero que al mismo tiempo
habían anhelado la voz de Bilâl durante años, abarrotó las calles
dejando una imagen que parecía el Apocalipsis y creyendo que el
Profeta Muhammad (saws) había vuelto a vivir.
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Una vez que el llamado a la oración hubo terminado, Bilâl dijo:
-“¡Amigos míos, buenas noticias! Aquellos ojos que derramen lágrimas
por él, no irán al infierno.”
Uno de sus compañeros tenía lastimado uno de los nervios del pié. La
siguiente persona que le hizo una recomendación le dijo:
-“Di el nombre de aquel a quién tú más amas, y te pondrás bien.”
-“Muhammad”, respondió.
Abdullah el hijo de Omar (ra) lloraba cada vez que mencionaba su
nombre desde la muerte del Profeta (saws) y hasta la suya propia.
Aquel niño travieso que había estado al servicio del Profeta (saws)
durante diez años, Enes, había cumplido cien años, y decía a los nietos
que estaban a su alrededor: “Hace ya ochenta años que estoy separado
de mi amado y no he pasado ni una noche en la que no lo haya visto en
sueños.”
No se pueden decir más palabras sobre Él, sólo citaremos las palabras
de un historiador francés:
“Mayor que los hombres, menor que Allah, Él es Muhammad (saws)”
29 de Diciembre de 2004, Estambul
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