59 ¿Qué puede explicar los procesos de aglomeración en colombia? Dos enfoques alternativos* Juan Esteban Vélez Villegas** Resumen El artículo es una síntesis histórica y bibliográfica de la conformación de los centros urbanos y de mercado en Colombia, en un intento por obtener explicaciones teóricas de estos hechos relacionados. Sin embargo, no es fácil encontrar ese soporte desde la pers‑ pectiva de los modelos de geografía económica para estudiar a cabalidad la conformación de aglomeraciones en el país y a partir de ahí poder definir políticas públicas encaminadas al me‑ jor aprovechamiento de los recursos por parte de las diferentes ciudades y regiones del país. Palabras clave Centros urbanos, aglomeración, mer‑ cado, Colombia. Abstract This article provides a historical and bibliographical of the conformation of the four urban centres and markets in Colombia, trying to obtain a theorical explanation for the facts. However, it is not easy to find the fully supported study about the formation of clusters in the country and, from there, to define public policies aimed at better use of resources by the differente cities and regions and the different theories and models of Economic Geography. Key words Urban centers, agglomeration, market, Colombia. Clasificación J.E.L: R12, R30 Introducción De acuerdo con el censo del 2005 Co‑ lombia tiene un poco más de cuarenta y un millones de habitantes. Si esa cifra se divide entre 1.141.748 kilómetros cuadrados que tiene el país de ex‑ tensión terrestre, se encuentra que a cada colombiano le corresponderían unos veintisiete mil metros cuadrados de tierra –o lo que es lo mismo, casi * Este artículo fue enviado el 01-08-10 y aprobado el 28-10-10 ** Docente investigador del Grupo de Estudios Regionales de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Antioquia. Email: [email protected] Revista de Economía & Administración, Vol. 6 No. 2. Julio - Diciembre de 2009 60 Juan Esteban Vélez Villegas tres hectáreas–.1 Evidentemente, eso no es lo que se observa en la realidad. E incluso si se dejaran de lado los evidentes y graves problemas en la distribución de la tierra que existen en el país, seguiría siendo imposible acer‑ carse a esa cifra. Este sencillo ejercicio ilustra un hecho obvio: la población y, por extensión, la actividad económica no están distribuidas uniformemente en el espacio sino que tienden a con‑ centrarse en unos pocos lugares. La respuesta a por qué las personas deciden vivir, trabajar y gastar su tiempo libre junto a otras personas, como es lógico, abarca múltiples dimensiones que van desde las sico‑ lógicas – miedo a la soledad – cultu‑ rales – afinidad con las personas que viven cerca – e históricas – habitan el mismo sitio que los padres habita‑ ron – hasta otras más obvias, como las políticas y militares – el Estado o algunos grupos pueden inducir a vivir en ciertas zonas – y hasta estéticas – el lugar que se habita atrae por su belleza –. de la configuración espacial de las ciudades colombianas durante el últi‑ mo siglo y posteriormente se explican brevemente algunos de los enfoques más prometedores desarrollados por la economía durante los últimos años para dar cuenta de los procesos de aglomeración, y se señalan algunos de los problemas que han dificultado la contrastación empírica. Finalmente, se presentan las conclusiones, más como observaciones finales en las que se discuten los caminos de investigación y las posibles implicaciones de política que se derivan de estas alternativas teóricas. Colombia: De la cuadricefalia a la monocefalia urbana En particular, el propósito de este trabajo es resaltar las razones econó‑ micas que impulsan a las personas a actuar de esa manera; razones que in‑ cluso podrían estar detrás de algunas de las demás explicaciones. Los procesos de reconfiguración es‑ pacial generalmente tardan mucho tiempo. A menudo son el resultado de cambios casi imperceptibles que se van acumulando con el tiempo y que sólo se hacen visibles después de décadas e incluso siglos. El pro‑ blema para los investigadores está en encontrar información histórica lo suficientemente confiable y precisa que permita determinar cuáles han sido los patrones de localización que han seguido las personas y la activi‑ dad económica durante esos largos períodos. El documento se divide de la siguiente manera: en la primera sección se seña‑ lan algunos hechos sobre la evolución Un primer acercamiento al problema necesariamente tiene que partir de los censos de población, ya que son las 1 Si el mismo ejercicio se realiza para las familias a cada una le corresponderían unas once hectáreas de tierra. Revista de Economía & Administración, Vol. 6 No. 2. Julio - Diciembre de 2009 ¿Qué puede explicar los procesos de aglomeración en colombia? Dos enfoques alternativos series estadísticas que se remontan más atrás en el pasado y ofrecen la mejor visión panorámica del fenómeno. Dado que aquí sólo se pretende ilustrar de forma general este proceso, no se enfatizará en los cambios espaciales en el PIB, el empleo, la industria, los servicios o el valor agregado; basta decir que hay un buen número de trabajos que han mostrado cuál es la evolución espacial de estas variables durante las últimas décadas. 2 No sobra resaltar que la gran limitación de esas investigaciones radica en la información, ya que rara vez permiten dar cuenta de lo sucedido antes de los años setenta, lo cual lleva a que sigan existiendo algunos vacíos que impiden entender mejor los procesos espaciales en toda su magnitud. El análisis espacial de las diversas ramas de la actividad económica en el largo plazo sería especialmente útil para entender cómo el espacio afecta el crecimiento y desarrollo de las diver‑ sas ciudades y regiones. Este objetivo lleva implícito comprender otra serie de cuestionamientos: ¿Por qué no en todas las ciudades llegaron a producir‑ se las mismas actividades, ¿Por qué ciertas industrias se concentraron tan marcadamente en unos pocos lugares, mientras que otras se ubicaron prác‑ ticamente en todas partes? ¿Cómo se tradujo esto en que las personas 61 accedieran a diversas posibilidades de empleo, ganaran diferentes salarios, pudieran o no acceder a ciertos ser‑ vicios? Y, en última instancia, ¿cómo fue que el lugar de residencia y trabajo influyó en sus estándares de vida? La comparación de los patrones de población, más allá de las obvias di‑ ficultades técnicas y metodológicas, arroja resultados muy interesantes. Se observa cómo en dos siglos la pobla‑ ción colombiana se ha incrementado de sólo 742.759 personas en el censo de 1778 a 41.468.384 habitantes en el censo de 2005. Este notable aumento supondría un crecimiento anual de casi el 1,8%; sin embargo, la historia es mucho más compleja: una mirada más detallada muestra cómo entre 1778 y 1912 la tasa de crecimiento fue de sólo 1,44%, mientras que durante el siglo XX experimentó un crecimien‑ to explosivo que llevó a multiplicar la población por ocho en menos de cien años.3 (Figura 1). Este resultado no es particularmente extraño; es más, con algunas diferen‑ cias temporales puede considerarse una característica común a la mayor parte de los países durante los siglos que han seguido a la Revolución In‑ dustrial (Cuervo y González, 1997). De hecho, como se muestra más adelante, las necesidades propias de la industria contribuyeron a explicar 2 Entre estos trabajos se encuentran: Moncayo (2002), Lotero (2007), Cuervo y González (1997) y Jara‑ millo y Cuervo (1987). 3 Estas cifras son tomadas de las Estadísticas Históricas del DANE y del Panorama Estadístico de An‑ tioquia, siglos XIX y XX. Revista de Economía & Administración, Vol. 6 No. 2. Julio - Diciembre de 2009 62 Juan Esteban Vélez Villegas Figura 1. Población de Colombia 1778 - 2005. Millones de habitantes Fuente: Elaboración autor con base en estadísticas del DANE. buena parte de este proceso4. Pero desde un enfoque espacial es más sig‑ nificativo, si se quiere, la pronunciada urbanización que vivió el país durante el siglo XX, cuando pasó de tener un poco más del 70% de su población en áreas rurales en 1938, a tener un porcentaje muy similar –76%– en los centros urbanos en 2005. Esta rápida transición ha tenido evidentes impac‑ tos en los migrantes y en las nuevas generaciones nacidas en las ciudades, que se ven obligadas a abandonar una serie de lógicas sociales, culturales y económicas enraizadas en el mundo agrario, y forzadas a enfrentar los nue‑ vos retos y problemáticas que impone la vida en las grandes urbes.5 Muchas de las consecuencias de este fenóme‑ no apenas empiezan a entenderse, e incluso, algunas sólo comienzan a hacerse visibles. Si el crecimiento demográfico no fue un proceso uniforme en el tiempo, tampoco lo fue en el espacio. Centros urbanos importantes durante la Colo‑ nia y el inicio de la República, como Popayán, Cartagena, o Santa Fe de Antioquia, por solo mencionar algunos, durante el siglo XIX y la primera parte del siglo XX fueron eclipsados por poblaciones en ascenso como Cali, Barranquilla y Medellín, que termi‑ naron consolidándose como nuevos centros de poder regional (Cuervo y González, 1997; y Jaramillo y Cuervo, 4 Evidentemente la explicación para el crecimiento de la población tiene numerosas dimensiones, que no se agotan con el simple incremento de la productividad industrial, sino que también responden a consi‑ deraciones políticas, tecnológicas y sociales como la aparición de la medicina moderna y la extensión de los programas de higiene, entre muchas otras. 5 La literatura especializada ha señalado diversas razones por las cuales es preferible vivir en el mun‑ do urbano (ver por ejemplo, Montenegro, 2006). En el presente articulo se hace sólo una mención tangencial. Revista de Economía & Administración, Vol. 6 No. 2. Julio - Diciembre de 2009 ¿Qué puede explicar los procesos de aglomeración en colombia? Dos enfoques alternativos 1987). En la Figura 2 se observa cómo a lo largo del último siglo Medellín ha ido ganando participación en el total de la población antioqueña. Es igual‑ mente interesante constatar cómo en los últimos años el mayor crecimiento de la participación se registra en los municipios que hacen parte del área metropolitana de la ciudad, fenómeno que ha sido estudiado por Moncayo (2008), para el caso de Bogotá y sus zonas aledañas, y que se inscribe en lo que Cuervo y González (1997) denominan como “desconcentración concentrada”. 63 El ascenso de estos centros urbanos no fue un hecho marginal; por el con‑ trario, al ganar mayor participación frente a las poblaciones y al mundo rural de los alrededores se terminó afianzando uno de los rasgos más llamativos que distingue a Colombia frente a varios países latinoamerica‑ nos, en donde el desarrollo general‑ mente se concentró en una sola gran ciudad.6 En el país el ascenso de estas ciudades confirmó la existencia de varias ciudades –junto con sus áreas de influencia– relativamente fuertes y equilibradas entre sí, cada una de Figura 2. Distribución de la población en Antioquia 1905 – 2005 Fuente: Elaboración autor con base en estadísticas del DANE. 6 Gallup, Gaviria y Lora (2003) argumentan que la existencia de procesos parecidos al colombiano, en donde no hay una gran primacía de una sola ciudad, como sucede en Bolivia, Brasil y México, se debe a la existencia en esos países de múltiples zonas ecológicas y grandes barreras geográficas. México, por ejemplo, se inscribe en esta categoría porque a pesar de que el D.F. es una de las aglomeraciones urbanas más grandes del mundo, en términos relativos, representa un poco menos del 20% de la población total del país, que es un nivel muy similar al de Bogotá (19%) y que está muy lejos de casos como el del Gran Buenos Aires, que concentra el 32% de la población argentina; de Santiago de Chile, el 36% de toda la población; o Montevideo con el 52% de la uruguaya. Revista de Economía & Administración, Vol. 6 No. 2. Julio - Diciembre de 2009 64 Juan Esteban Vélez Villegas las cuales contribuyó decisivamente al desarrollo de la actividad econó‑ mica en el país.7 Esta bien conocida característica llevó a que Colombia fuera denominada en la literatura es‑ pecializada como la “bestia de cuatro cabezas” (Cuervo y González, 1997; Goueset, 1992). Esa descripción, sin embargo, parece haber dejado de ser válida hoy en día. Los recientes trabajos8 que examinan lo sucedido durante las últimas déca‑ das están llegando a la conclusión de que la distribución espacial del país está cambiando de forma importante. Cada día se encuentran más pruebas acerca de que las ciudades muestran un importante crecimiento en términos absolutos; sin embargo, en términos relativos se observa que de forma progresiva la población y la actividad económica se están concentrando en torno a Bogotá, ciudad que junto con su área de influencia está aumentan‑ do su importancia frente a las cuatro grandes ciudades del país (Figura 3). Este ejercicio descriptivo puede re‑ petirse sin problemas con diversas variables económicas, como los sala‑ rios, la productividad, la industria y los servicios, entre otras.9 Los resultados encontrados por algunos de los auto‑ res ya referenciados no varían sustan‑ cialmente, aunque se incorporan indi‑ cadores y herramientas estadísticas más sofisticados. A grandes rasgos lo que está diciendo es que Colombia ya no puede caracterizarse de forma Figura 3. Distribución de la población cuatro ciudades principales 1928 – 2005 Fuente: Elaboración autor con base en estadísticas del DANE. 7 Y eso dejando de lado el importante papel desempeñado por las numerosas ciudades intermedias del país. 8 Entre los trabajos más importantes se pueden mencionar: Galvis y Meisel (2000), Galvis (2001), Barón (2003), Bonet y Meisel (2006), Lotero (2007) y Moncayo (2008). 9 En algunas de esas variables las conclusiones no son tan contundentes. Al respecto, para ver algunos de los debates más importantes consultar, por ejemplo, Moncayo (2008). Revista de Economía & Administración, Vol. 6 No. 2. Julio - Diciembre de 2009 ¿Qué puede explicar los procesos de aglomeración en colombia? Dos enfoques alternativos simplista como un país de regiones, de carácter departamental, sino que más bien debe verse como un país que vive una importante reconfigura‑ ción espacial que probablemente esté conduciendo, aunque con retraso, a la monocefalia urbana latinoamericana. Este esquema expuesto (Ver Lotero, 2007; Fernández, 1998) no parece haber variado radicalmente con la apertura de comienzos de los años noventa, cuando se esperaba que los puertos y las ciudades de frontera atrajeran industria y población, sino que, contrario a lo previsto, parecen haberse intensificado los procesos de concentración espacial. Galvis y Meisel (2000) encuentran que la creciente concentración coincide con los esfuerzos gubernamentales de mediados del siglo XX, cuando las principales ciudades del país se inter‑ conectaron por medio de una “extensa” red de carreteras; política que habría tenido como consecuencia la creación de un verdadero mercado nacional a comienzos de los años sesenta.10 Como se discute más adelante, po‑ siblemente haya sido esa inversión en infraestructura la que permitió una marcada disminución de los costos de transporte entre las ciudades, pero también la que, paradójicamen‑ te, habría eliminado las barreras que impedían procesos de aglomeración muy marcados. 65 Alternativas de explicación Este breve y esquemático repaso a los fenómenos de aglomeración y reconfi‑ guración espacial vividos por Colombia durante el último siglo deja en claro que el país ha sido y sigue siendo objeto de profundas transformacio‑ nes espaciales que requieren de una explicación; explicación que debería ayudar a tomar mejores decisiones de intervención con miras a impulsar el desarrollo de las diferentes regiones. La preocupación por los problemas derivados de la interacción del hom‑ bre con el espacio no es ni mucho menos reciente; se remonta por lo menos hasta Aristóteles, pero es a Montesquieu (1752) a quien se le da el crédito por haber presentado la pri‑ mera teoría sistemática que vincula el entorno geográfico con el desarrollo de las sociedades humanas. Este autor específicamente argumentó que el clima tenía un impacto directo sobre el comportamiento humano y, en con‑ secuencia, sobre el éxito económico de los pueblos. Esa línea de pensamiento, que al‑ canzó una enorme influencia durante el siglo XIX y un enorme descrédito desde mediados del siglo XX debido a las connotaciones racistas que podían derivarse de ella, ha sido retomada re‑ cientemente, desde diversos ángulos, por una amplia gama de pensadores. 10Un análisis detallado de la evolución de la infraestructura colombiana en el siglo XX se encuentra en Pachón y Ramírez (2006) y Müller (2004), entre otros. Revista de Economía & Administración, Vol. 6 No. 2. Julio - Diciembre de 2009 66 Juan Esteban Vélez Villegas Por ejemplo, el historiador económico David Landes (1998) considera la geo‑ grafía como una de las razones que explican el ascenso y la preeminencia europea de los últimos siglos. De manera similar, Jeffrey Sachs (1998, 1999, 2003), junto con una serie de colaboradores, ha mostrado que la explicación de porqué el mun‑ do se organiza de forma tan peculiar estaría dada por las particularidades físicas de cada territorio, tales como el clima, la cercanía a mares y ríos, la presencia o no de enfermedades tro‑ picales, la distancia a los principales mercados o la fertilidad de las tierras, entre otros aspectos, que harían más deseables ciertos lugares para ser habitados y para producir en ellos. Recurriendo a una serie de estudios econométricos, estos investigadores encuentran que la geografía física ex‑ plica una porción importante no sólo del desarrollo de regiones y países, sino también de los patrones espacia‑ les que se observan en el mundo.11 A pesar de su poder de explicación, esta corriente de pensamiento se que‑ da corta en dar cuenta de los fenóme‑ nos de aglomeración, ya que es común encontrar regiones con dotaciones físi‑ cas muy similares que viven procesos de desarrollo muy diversos y generan estructuras de producción muy dife‑ rentes. En ese sentido, es claro que las ciudades –que son el ejemplo de aglomeración por excelencia– pueden derivar su existencia de una ventaja física evidente –como tener un buen puerto, o por la presencia de algún mineral valioso– o incluso por ser una fuente concentrada de empleo –como ser la sede del Gobierno–. Pero la existencia de megaciudades en donde conviven varios millones de personas, de grandes distritos industriales y otras formas modernas de aglomeración no es posible comprenderla únicamente con este enfoque, sino que debe ape‑ larse a otras explicaciones de esas situaciones. Para ilustrar lo anterior se puede mencionar el caso de dos poblaciones cercanas en Colombia, Medellín y Rio‑ negro, que compartían características físicas casi idénticas y, que tenían poblaciones relativamente iguales a mediados del siglo XIX –entre 10 y 15 mil personas, según los censos de 1843 y 1851–, pero que al cabo de siglo y medio una de ellas, Medellín, se convirtió en una urbe en la cual viven hoy 2.219.861 personas, sin contar su área metropolitana, mientras que la otra, Rionegro, apenas alcanza una cifra cercana a los 100.000 habitantes. Es claro que constituirse en capital provincial y luego departamental dotó a Medellín de ciertas ventajas, pero incluso sumando otra serie de circuns‑ tancias históricas,11 una divergencia 11 En Colombia, al igual que en América Latina, desde hace algunos años han proliferado trabajos en esta línea, entre los más destacados se encuentran Sánchez y Núñez (2000), Mendoza y Rosas (2004), y Gallup, Gaviria y Lora (2003). Revista de Economía & Administración, Vol. 6 No. 2. Julio - Diciembre de 2009 ¿Qué puede explicar los procesos de aglomeración en colombia? Dos enfoques alternativos en las trayectorias tan pronunciada no puede explicarse simplemente como una consecuencia de la geografía física. En consecuencia, la explicación de los fenómenos de aglomeración no puede descansar exclusivamente en la geografía física, o como a menu‑ do se denomina, en un enfoque de “autodeterminación” o de diferencias de “primera naturaleza” (Krugman, 1998). Precisamente, Krugman de‑ sarrolla un enfoque llamado de “autoorganización”, o de diferencias de “segunda naturaleza”, en el cual no se enfatiza en las particularidades fí‑ sicas sino en la interacción económica de los agentes, con elementos tales como los retornos crecientes a esca‑ la, las externalidades y los costos de transporte, entre otros, se convierten en los determinantes que explican las aglomeraciones. A simple vista ambos enfoques po‑ drían parecer contradictorios pero, como sus autores han recalcado, son más bien complementarios (Krugman, 2004). En ese sentido, Davis y Weins‑ tein (2002), al estudiar el caso japonés -que tiene la ventaja de contar con datos de censos relativamente con‑ fiables desde hace más de mil años-, encuentran que el enfoque basado en las diferencias de “primera naturaleza” es más pertinente para explicar tanto el comportamiento de sociedades preindustriales como las distribuciones 67 iniciales de las sociedades humanas, mientras que procesos históricos re‑ cientes de causación acumulativa, que han desembocado en la aparición de grandes ciudades y de otras aglomera‑ ciones, tan propias de las sociedades industriales modernas, pueden ser ex‑ plicados mejor por aquellos enfoques que incorporan en su cuerpo teórico el papel de los rendimientos crecientes. La nueva geografía económica La preocupación por entender las aglomeraciones y por incorporar en el análisis elementos tales como los costos de transporte y los rendimientos crecientes a escala tampoco es nueva. Von Thünen, en su famoso trabajo de 1826, daría origen a lo que posterior‑ mente se denominarían las Teorías de la Localización, que serían desarrolla‑ das por geógrafos alemanes durante la segunda mitad del siglo XIX y la pri‑ mera del XX. Los trabajos de autores como Weber (1909), Christaller (1933) y Lösch (1940), que hacen parte de esa tradición, pueden considerarse como una extensión de la teoría de la maximización de las ganancias de la firma, en la cual el beneficio está en función de las distancias que se tienen que cubrir para proveerse de los insumos y abastecer los mercados y, a partir del cual puede establecerse la geometría óptima de localización en un paisaje bidimensional. 12Ver por ejemplo el trabajo de María Mercedes Botero. La ruta del oro. Una economía exportadora: Antioquia 1850-1890. Medellín: Universidad eafit, (2007). Revista de Economía & Administración, Vol. 6 No. 2. Julio - Diciembre de 2009 68 Juan Esteban Vélez Villegas Paralelamente, en Estados Unidos se desarrollaba otro enfoque para entender los procesos espaciales, basado no en modelos geométricos como lo hacía la escuela alemana, sino recurriendo a ciertas analogías que se podían establecer con la física. Entre los ejemplos paradigmáticos de esta corriente pueden encontrarse la regla del tamaño – rango de las ciu‑ dades, cuya versión más conocida es la llamada “ley de Zipf”, así como los llamados modelos “gravitacionales” del comercio y el “potencial de mercado” de Harris (1954). muy confiables y, por tanto, su utilidad como guía para la toma de decisiones de política era bastante dudosa. A pesar de incorporar ideas tan suge‑ rentes, durante los últimos cincuenta años éstas y otras tradiciones similares quedaron relegadas a los márgenes de la discusión económica. Krugman (1995), al preguntarse por qué tales teorías fallaron en entrar a la corriente principal de la economía, encontró que su gran debilidad no estaba en hacer supuestos ad hoc, o en ser, en el me‑ jor de los casos, simplemente análisis de equilibrio parcial, sino que su gran debilidad estaba en no plantear explí‑ citamente elementos fundamentales para la economía moderna, tales como las estructuras de mercado o los me‑ canismos de fijación de precios. Es precisamente la posibilidad de utilizar modelos de equilibrio general rigurosamente microfundamentados lo que permite derivar endógenamente los patrones de localización en el espa‑ cio a partir de las decisiones racionales de los agentes, aspectos incorporados por autores como Krugman, Venables, Fujita, Puga y que les permitió desa‑ rrollar la teoría de la Nueva Geografía Económica, a principios de los años noventa. Esto, sumado a que no se contaba con las herramientas matemáticas que permitieran modelar rigurosa‑ mente economías con rendimientos crecientes y competencia imperfecta, dio como resultado inevitable que esas teorías no podían hacer predicciones La situación solo cambiaría a partir de la aparición del modelo de compe‑ tencia monopolística de Dixit y Stiglitz (1977), que dotó a los economistas del instrumental matemático nece‑ sario para abordar economías con rendimientos crecientes y competencia imperfecta, y que daría nacimiento a toda una serie de nuevos enfoques económicos como las Nuevas Teorías del Comercio y la Nueva Geografía Económica. Esta nueva geografía económica plan‑ tea básicamente la tensión entre dos fuerzas: las centrípetas, que tienden a empujar la actividad económica a integrarse en aglomeraciones, y las centrífugas, que operan en la dirección opuesta y limitan el tamaño o rompen las aglomeraciones. Se considera que las principales fuerzas centrípetas son: mercados laborales densos, los encadenamientos hacia atrás y hacia delante y spillovers de conocimiento Revista de Economía & Administración, Vol. 6 No. 2. Julio - Diciembre de 2009 ¿Qué puede explicar los procesos de aglomeración en colombia? Dos enfoques alternativos y otras externalidades tecnológicas; y las centrífugas están dadas por fac‑ tores inmóviles, alquiler (rentas) del suelo y congestión, contaminación y otras externalidades. En síntesis, las fuerzas “centrípetas” corresponden a las fuentes clásicas de las economías externas consideradas por Marshall (1890, 1920): la primera de estas se refiere a la existencia de mercados laborales densos, ya que las firmas quieren estar ubicadas en sitios donde puedan contratar fácilmente trabajadores que tengan habilidades muy específicas y éstos, por su parte, también querrán estar localizados cer‑ ca de tales empresas, por lo cual, con el tiempo, unos y otros terminarán con‑ centrándose en unos pocos lugares. La siguiente fuerza “centrípeta” es el tamaño y el acceso a los mercados –que corresponde a los encadena‑ mientos hacia atrás y hacia delante de los que hablaba Hirschman–. Como es lógico, las empresas querrán localizar‑ se cerca de sus clientes, o al menos en un lugar desde el que sea barato llegarles a ellos; por tanto, solo se establecerán en mercados que sean suficientemente grandes. A su vez, esa decisión favorecerá el establecimiento en tales mercados de otras actividades complementarias que puedan proveer productos y servicios de carácter es‑ pecializado. La división de trabajo que puede darse de esta manera reducirá 69 los costos de producción para el con‑ junto de las empresas. Finalmente, están las externalidades tecnológicas, tales como los spillovers de conocimientos, los cuales se derivan de la comunicación, imitación y transferencia de conocimientos tá‑ citos o explícitos entre agentes y que dan lugar a mejoras en la eficiencia productiva de cada firma. La información tiene características de bien público, ya que el uso de ésta por parte de una empresa no disminuye la cantidad disponible para las demás; por eso, en la medida que las firmas tengan más fuentes de información aumentarán los beneficios. Además, dado que la calidad de la comunicación es sensible a la distancia, las empre‑ sas tienden a agruparse para facilitar el movimiento de los flujos de infor‑ mación. Se comprenden, entonces, que diferentes tipos de externalidades son esenciales para entender la aglo‑ meración en los diferentes niveles de agregación espacial.13 Hoover (1937) distinguió entre eco‑ nomías externas de localización y de urbanización. Las primeras son exter‑ nas a la firma pero internas al sector industrial y se miden por la proporción de la población activa de una región empleada en una industria específica. Por su parte, las economías externas de urbanización son externas a la empresa pero internas a la ciudad o re‑ 13 De forma general, una externalidad se define como la influencia que tienen las acciones de un agente sobre la actividad de otros agentes con los cuales no tiene una relación comercial directa. Revista de Economía & Administración, Vol. 6 No. 2. Julio - Diciembre de 2009 70 Juan Esteban Vélez Villegas gión y se miden por el tamaño total de la población que existe en ese lugar.14 En los años cincuenta el concepto de externalidad fue precisado y ampliado por Scitovsky (1954), quien la clasificó en externalidades tecnológicas y ex‑ ternalidades pecuniarias. De las tres clases descritas por Marshall, que se relacionan con las fuerzas “centrípe‑ tas”, las dos primeras serían pecunia‑ rias y la tercera sería una externalidad tecnológica.15 Las externalidades pe‑ cuniarias se producen mediadas por el mercado, normalmente a través de los precios, y no existe desconexión entre el mercado y el producto. Así que los beneficios se derivan de la interacción económica de los agentes.16 En cam‑ bio, las externalidades tecnológicas no se transmiten a través del mercado, y por tanto no se reflejan en los precios relativos. Aunque tanto las externalidades pe‑ cuniarias como las tecnológicas son importantes, los modelos de la nueva geografía económica se han concen‑ trado especialmente en las pecuniarias debido a las evidentes dificultades que existen para la modelación de los spillovers de conocimiento y a que posiblemente esta clase de externali‑ dad sólo es pertinente para explicar aglomeraciones a pequeña escala. Lógicamente, si las fuerzas centrípetas fueran las únicas que existieran, el mundo estaría formado por una gran megaciudad en donde se concentraría literalmente toda la actividad indus‑ trial. Por ello es necesario considerar también las fuerzas centrífugas, cuyo papel es desincentivar esa aglomera‑ ción y reflejar mejor la realidad. Las fuerzas centrífugas comprenden los factores inmóviles, como la tierra y en algunos casos el trabajo, que estimulan a las firmas a moverse a lugares con menores costos en di‑ chos factores y donde la intensidad de la competencia con otras firmas sea menor. El trabajo, en algunas ver‑ siones, se trata como un factor móvil, y en otras, como un factor inmóvil, 14 Las externalidades de urbanización son los efectos externos que se dan entre actividades productivas distintas, ya que las empresas de determinada actividad también requieren de servicios avanzados que sólo pueden conseguir en un entorno diversificado; por ejemplo, cuando necesitan de servicios financieros especializados, publicidad, mantenimiento, consultores, insumos específicos, etc. 15 En un contexto dinámico, Glaeser y otros (1992) distinguen varios tipos de externalidades: las tipo MAR (Marshall, Arrow, Romer), definidas como externalidades intraindustriales en contextos oligopólicos; las tipo Jacobs, que surgen de la localización conjunta de varias industrias o procesos de industrialización en un entorno de mercados competitivos; y las tipo Porter, que son externalidades intraindustriales con mercados competitivos. Igualmente, las externalidades también pueden clasificarse según su alcance geográfico -locales o internacionales-, su ámbito -interindustrial o intraindustrial-, o su connotación -positivas o negativas-. 16Algunos ejemplos de externalidad pecuniaria son, por ejemplo, cuando una empresa incrementa las compras a un proveedor, que a su vez aumenta su producción y ello puede traducirse en menores pre‑ cios a sus clientes. Otro caso se presenta cuando una gran empresa adquiere terrenos en una ciudad elevando así los precios como consecuencia de su demanda, decisión que tiene indudables efectos sobre las personas que desean adquirir vivienda. Revista de Economía & Administración, Vol. 6 No. 2. Julio - Diciembre de 2009 ¿Qué puede explicar los procesos de aglomeración en colombia? Dos enfoques alternativos 71 porque en un contexto regional el tra‑ bajo no tiene mayores problemas para relocalizarse, y en ese caso la tierra sería el único factor inmóvil. Pero en el ámbito internacional es muy difícil que el trabajo pueda migrar, y por ello, en tal caso, tanto la tierra como el tra‑ bajo se consideran factores inmóviles. Igualmente, es importante considerar ciertas externalidades negativas, como la contaminación y la congestión, que también son un incentivo para que las personas y las empresas se ubiquen lejos de las grandes aglomeraciones. de aglomeraciones espaciales.17 El modelo considera una economía com‑ puesta por dos regiones: el norte (1) y el sur (2); En ella existen dos sectores: el agrícola A y el manufacturero, y un solo factor de producción (el trabajo). Con el sector agrícola, que vende sus productos tanto en el norte como en el sur, se quiere representar un sector que opera con rendimientos constan‑ tes a escala en competencia perfecta y produce un bien único y homogéneo que, se supone, no tiene costos de transporte.18 En último lugar, el grado de aglo‑ meración resultante dependerá del equilibrio que se alcance entre las fuerzas centrípetas y centrífugas. Cabe destacar también que usando simplemente estas fuerzas, la nueva geografía económica es capaz de dar cuenta de las aglomeraciones que se producen en diferentes niveles de agregación, desde lo que sucede en una industria específica hasta los fenómenos que se presentan en un contexto internacional. Por su parte, el sector manufacturero, que también vende sus productos en las dos regiones, está compuesto por numerosas firmas, cada una de las cuales produce un bien diferenciado, esto es, un bien único realizado con economías de escala internas, lo que le permite a cada firma tener cierto poder monopólico que utiliza para determinar el precio de su producto. En este caso, se supone la existencia de costos de transporte cuando se vende a la otra región, pero no cuando se vende en la misma región en que se produce. Para entender mejor la lógica de estas ideas, una síntesis del modelo desa‑ rrollado por Krugman (1991), conside‑ rado como el punto de partida para la nueva geografía económica, permite ilustrar cómo las interacciones entre retornos crecientes en la firma, los costos de transporte y la movilidad de los factores pueden causar la aparición Se considera la existencia de dos tipos de trabajadores, que al mismo tiempo hacen las veces de consumidores: los obreros, que trabajan en el sector manufacturero, y los campesinos, que lo hacen en el sector agrícola. Cada trabajador consume tanto bienes in‑ 17 En el Anexo 1 se muestra su derivación matemática. 18 En algunas extensiones del modelo se ha levantado este supuesto, sin hallar diferencias significativas en el resultado final. Ver, por ejemplo, Puga (1999). Revista de Economía & Administración, Vol. 6 No. 2. Julio - Diciembre de 2009 72 Juan Esteban Vélez Villegas dustriales como agrícolas, y lo hace sin interesarle si son producidos en el nor‑ te o en el sur. Como no existen costos de transporte en el sector agrícola, el precio del bien debe igualarse en am‑ bas regiones, lo que se traduce en sa‑ larios iguales para los campesinos de los dos lugares. Aunque importar pro‑ ductos manufacturados puede parecer costoso –dada la existencia de costos de transporte-, como tales bienes son diferenciados y los consumidores son amantes de la variedad, siempre habrá algún grado de consumo de todas las variedades industriales producidas en ambas regiones. Finalmente, se permite la movilidad de obreros industriales, los cuales pueden migrar de norte a sur o vice‑ versa, mientras que los campesinos permanecen ligados a su región.19 De este modo la distribución espacial de equilibrio de los trabajadores – consu‑ midores quedará determinada por los salarios y los precios de los bienes en cada región. Lo que este modelo muestra es que si los costos de transporte son lo su‑ ficientemente altos, cada fabricante abrirá una planta en todos los posibles mercados. Pero a medida que descien‑ den los costos de transporte –hasta un punto B en la Figura 4–, las empresas, con el fin de aprovechar las economías de escala, concentrarán su producción en un único lugar, y para minimizar los costos de transporte elegirán una ubicación que les permita contar con una demanda local grande. Pero la demanda local grande será grande precisamente allí, donde la mayoría de los fabricantes elijan ubicarse. Es un proceso de retrolimentación o de causación acumulativa, que tiende a mantener la existencia de las aglo‑ meraciones una vez han sido creadas. Este proceso da como resultado que dos regiones inicialmente iguales evo‑ lucionan hacia un esquema de centro – periferia o norte – sur, en donde la producción industrial, vía la migración de obreros, queda concentrada en una región -el centro- con productividad y rentas altas, mientras que en la otra región -la periférica-, se presentan productividad y rentas bajas. Para entender las fuerzas que actúan en este caso se puede pensar en una firma que esté considerando mover su producción de una región a otra y la forma como ese movimiento afectará su rentabilidad. Entonces, cuando la empresa se desplace su presencia en un nuevo lugar aumentará la compe‑ tencia allí, lo que hará que bajen los precios y, por tanto, su rentabilidad seguramente se verá afectada. De esta forma, si no existiera la posibilidad de migración de las personas, la decisión óptima de la empresa sería regresar a su mercado de origen y las regiones mantendrían la distribución industrial con la que empezaron. 19Este supuesto también se relaja en algunas extensiones del modelo, como por ejemplo en el trabajo de Puga (1999). Revista de Economía & Administración, Vol. 6 No. 2. Julio - Diciembre de 2009 ¿Qué puede explicar los procesos de aglomeración en colombia? Dos enfoques alternativos 73 Figura 4. Bifurcación centro – periferia, o Tomahawk20 Fuente: Fujita, Krugman y Venables (2000). Pero en los supuestos del modelo, dado que está aumentando el número de variedades locales, así como la demanda de trabajadores por parte de la empresa que traslada sus operacio‑ nes, se produce un incremento en los salarios y los obreros encuentran un incentivo muy poderoso para migrar hacia esa zona, lo que al final termi‑ na creando un mercado mucho más grande, a su tamaño, que se volverá atractivo para otras firmas, debido a los beneficios que pueden lograr con los encadenamientos hacia atrás y hacia delante creados a través de esta ubicación.21 Lo que puede concluirse de este tipo de modelos es que pequeñas dife‑ rencias iniciales se magnifican con el tiempo debido a un fenómeno de retroalimentación.22 Además, una vez que se desencadena dicho proceso se hace persistente en el tiempo y se cierra; esto es, difícilmente ciudades o regiones que no se beneficiaron inicial‑ mente podrán desarrollarlo y unirse a los exitosos. De ahí que generalmente se consideren bastante pesimistas las conclusiones de la Nueva Geografía Económica. Los costos de transporte, o en general los costos de transacción asociados 20Recibe el nombre de Tomahawk por el parecido que tiene con el hacha de ese nombre que usaban algunas tribus indígenas norteamericanas. 21 Krugman (1995) extiende este sencillo modelo de dos regiones a uno con múltiples ubicaciones. 22Una de las grandes debilidades de la Nueva Geografía Económica es que no indica cuáles son esas diferencias iniciales fundamentales; se limita a decir que se deben a accidentes históricos, profecías autocumplidas, elementos institucionales u otros factores imponderables. Revista de Economía & Administración, Vol. 6 No. 2. Julio - Diciembre de 2009 74 Juan Esteban Vélez Villegas a la distancia, juegan un papel muy importante en este marco teórico. Los altos costos se traducen en una com‑ pleta dispersión de las empresas en el espacio, mientras que su reducción lleva a que la actividad económica se concentre en unos pocos lugares desde los cuales se atiende el resto de mercados. Sin embargo, el proceso de aglomera‑ ción no es definitivo. Krugman y Vena‑ bles (1995) muestran que se llega a un punto tal en que el precio de los fac‑ tores locales -como los salarios y los alquileres- crecen tanto en las grandes aglomeraciones que se hacen más im‑ portantes que las economías de escala y las externalidades positivas, lo cual lleva a las firmas a buscar otros sitios donde ubicarse, reanudando así un proceso de dispersión. En ese sentido, Henderson y otros (2000) afirman que “si el transporte y las comunicaciones no tuvieran costo, encontraríamos el fin de la geografía”.23 Así, el resultado es un proceso con forma de U invertida o campana (Figura 5). A pesar de su creciente popularidad, esta corriente de investigación no ha estado exenta de críticas.24 Especial‑ mente se le ha reprochado su excesiva concentración en la discusión teórica Figura 5. Aglomeración y costos de transporte Fuente: Brakman, Garretsen y otros (2005). 23Henderson, Vernon; Shalizi, Zmarak y Venables, Geography and Development. Centre for Economic Performance. London School of Economics, 2000. 24 Ver por ejemplo los trabajos de Neary (2001) y Martin (1999). Revista de Economía & Administración, Vol. 6 No. 2. Julio - Diciembre de 2009 ¿Qué puede explicar los procesos de aglomeración en colombia? Dos enfoques alternativos de los modelos y el poco trabajo empí‑ rico que se ha realizado, tanto así que el propio Krugman reconoce que “el trabajo empírico ha fallado en ofrecer pruebas directas que permitan validar la teoría”.25 Específicamente, el mayor problema para contrastar estos modelos, como lo señalan Hanson y Xyang (2002), Head y Mayer (2003) y Brakman y otros (2005), es que predicen equilibrios múltiples, esto es, son compatibles tanto con escenarios de dispersión como con escenarios de aglomeración de la actividad económica. La dificultad no radica en medir el grado de aglo‑ meración que se presenta en algún lugar –de hecho, realizar ese tipo de trabajo es relativamente común–26 sino que los patrones y regularidades que se encuentran en esos trabajos no se pueden vincular única y exclusivamen‑ te con la Nueva Geografía Económica, dado que pueden ser explicados por varias teorías alternativas. Para sortear este inconveniente, Head y Mayer (2003) trataron de identificar algunos caminos indirectos que per‑ mitieran contrastar la Nueva Geogra‑ fía Económica y de alguna manera determinar su relevancia.27 La más exitosa de tales estrategias ha sido la constatación de una “estructura 75 espacial de salarios”, que exhiba una relación negativa entre los salarios de los sectores transables de una región y la distancia de ella a los grandes mercados.28 Para determinar la existencia de una “estructura espacial de salarios” inicial‑ mente se pensó en utilizar el modelo básico de Krugman (1991) como punto de partida; pero, como han mostrado varios trabajos (Brakman y otros, 2005; Mion, 2002; Behrens y Thisse, 2006), ese enfoque no es el más apropiado, en primer lugar, porque en el largo plazo produce un equilibrio “monocéntrico”, es decir, una única aglomeración en que la totalidad de la industria se concentra exclusivamente en una región o, en el mejor de los casos, en unos pocos lugares, lo cual evidentemente no es lo que se observa en el mundo real, en donde coexisten muchísimas aglomeraciones de muy diversos tamaños. En segundo lugar, porque ese modelo adolece de una característica que es empíricamente relevante: los precios de los bienes locales –no transables– tienden a ser mayores en los espacios de aglome‑ ración. Por tal motivo, Hanson (1998, 1999), basándose en el trabajo de Helpman (1998), reemplazó en el modelo de 25 Krugman, Paul. “Space: the final frontier”. Journal of Economic perspectives, 1998. 26 Para el caso colombiano cabe destacar los trabajos de Galvis (2001) sobre Topografía Económica, el de Galvis y Meisel (2000) y el de Bonet y Meisel (1999); en los cuales pueden encontrarse diversos indicadores del grado de concentración de la actividad económica y la población en el país. 27 En ese texto se discuten cinco posibilidades. 28 Este resultado si bien está microfundamentado, en el fondo no es más que una versión ampliada de la teoría del potencial de mercado, enunciada por Harris (1954). Revista de Economía & Administración, Vol. 6 No. 2. Julio - Diciembre de 2009 76 Juan Esteban Vélez Villegas Krugman (1991) el sector agrícola por el sector de los servicios de vivienda, o en general, por un sector que refleja‑ ra los bienes no transables.29 Con esta modificación se logran resultados muy parecidos a los del modelo básico y se corrigen los dos inconvenientes enunciados.30 La lógica de esta ex‑ tensión del modelo es que para atraer trabajadores las firmas no solo deben ofrecer mayores salarios nominales, sino mayores salarios reales, luego de descontar el costo de los bienes no transables, que en buena medida se reflejan en el gasto en los servicios de vivienda. Siguiendo este camino, si muchos trabajadores llegan a una región aumenta la demanda por los servicios de vivienda y hace que se encarezca el precio del suelo. Por tanto, habrá un momento en que para un trabajador la promesa de un salario nominal más alto no será atractiva para que se relocalice, dados los precios de los no transables que tendría que pagar. Así, el precio de los servicios de vivienda se convierte en la fuerza centrífuga que evita las aglomeraciones totales. En el modelo esta modificación se traduce en la aparición de aglomeraciones par‑ ciales –en donde todas las regiones tienen al menos una industria manu‑ facturera–. Esta situación de trade off a la que se enfrenta el trabajador es precisamente lo que se observa en grandes ciudades como New York o Tokio, en donde el alto costo de la vivienda muchas veces contrarresta los mayores salarios y las amplias oportunidades laborales. Otra ventaja del modelo modificado es que se ha encontrado que los bienes no transables parecen ser una fuerza centrífuga más poderosa que la agricultura, en vista de que el sector agrícola ha ido perdiendo peso en la economía de la mayoría de paí‑ ses.31 Excepto por la inclusión de los servicios de vivienda, en reemplazo del sector agrícola, la microfunda‑ mentación para el comportamiento de los consumidores y los producto‑ res es igual a la del modelo básico. Siguiendo un procedimiento similar, el modelo Helpman – Hanson (1998) llega a las siguientes ecuaciones de equilibrio:32 (1) 29 Otras alternativas para corregir este problema se pueden encontrar en Combes y Lafourcade (2001). 30 Un análisis en profundidad de las diferencias entre los modelos de Krugman (1991) y Helpman – Han‑ son (1998) puede encontrarse en Helpman (1998) y Puga (1999, 2001), en donde se muestra que el modelo Helpman – Hanson produce resultados idénticos al modelo de Krugman y Venables (1995), en donde no hay movilidad del trabajo. Algunas de estas diferencias se refieren al papel de los costos de transporte y a la imposición de la condición de no agujero negro. 31Suedekum (2004) construye un modelo con tres sectores (A, H, M) y encuentra resultados iguales a los de Krugman (1991). 32 Para llegar a estas ecuaciones de equilibrio deben hacerse algunas normalizaciones. Información sobre ese procedimiento puede encontrarse en el capítulo 3 de Fujita, Krugman y Venables (2000). Revista de Economía & Administración, Vol. 6 No. 2. Julio - Diciembre de 2009 77 ¿Qué puede explicar los procesos de aglomeración en colombia? Dos enfoques alternativos (2) (3) (4) De la ecuación (3) puede verse que en una región los salarios son mayores cuando la demanda que la rodea (Y) es mayor, cuando el acceso a esos mercados es mejor –menores costos de transporte T –y cuando hay menos competencia para las variedades que venden las empresas de la región -me‑ dido por el índice de precios I, dado que cuando este es bajo los precios de las variedades son bajos, lo que ocurre cuando en las regiones cercanas se producen muchas variedades, y por ende, evidencia una alta intensidad en la competencia. Aun así, esa ecuación sigue siendo difícil de estimar porque generalmente no hay series de índices de precios locales para las manufacturas, y de existir tampoco serían convenientes porque presentarían problemas de endogeneidad. Para solucionar esto, Hanson (1998) reescribió I por medio de variables exógenas, de las cuales podría obtenerse información defi‑ niendo: (5) Donde Pr es el precio de los servicios de vivienda en la región r y Hr es el stock fijo de viviendas en la región r. En esta ecuación el valor de mercado de los servicios de vivienda ofrecidos es igual a la participación del ingreso gastado en servicios de vivienda. Además, supone que los salarios rea‑ les entre regiones se igualan a largo plazo -obviamente no a corto, porque de ser así los trabajadores no tendrían incentivos para migrar-. De ahí que33 (6) La importancia de este supuesto está en que cualquier región que tenga mayores ingresos también tendrá mayores salarios, pero, a la vez, una mayor presión para que suba el precio de la vivienda, dado el stock existente y la creciente demanda proveniente de los trabajadores que van llegando a la región. Reemplazando (5) y (6) en (3) y to‑ mando logaritmos se obtiene (7), que es la ecuación: 33 Buscando un modelo más realista, Brakman y otros (2004) muestran varias alternativas que permiten levantar este supuesto. Revista de Economía & Administración, Vol. 6 No. 2. Julio - Diciembre de 2009 78 Juan Esteban Vélez Villegas (7) Esta estrategia ha sido replicada con éxito en numerosos casos, por ejem‑ plo, Brakman y otros (2005) la aplican para Alemania; Mion (2002) lo hace para Italia; De Bruyne (2002), en Bél‑ gica; Kiso (2005), en Japón, y Vélez (2008), en Colombia. El aporte de la economía urbana En teoría, la constatación de la existen‑ cia de una “estructura espacial de sala‑ rios” confirmaría la relevancia empírica de la nueva geografía económica. Sin embargo, esta conclusión ha comen‑ zado a recibir fuertes críticas porque existen otras alternativas de explica‑ ción a los fenómenos de aglomeración que pueden tener un mayor poder ex‑ plicativo y que también podrían derivar una “estructura espacial de salarios”. Específicamente, la economía urbana, haciendo uso de las herramientas del modelo de Dixit – Stiglitz (1977), ha cuestionado seriamente la pretensión del modelo de Helpman – Hanson (1998) de ser la prueba que confirme la relevancia teórica de la nueva geo‑ grafía económica. Partiendo del trabajo pionero de Hen‑ derson (1974) y de los trabajos de Fujita (2003), que a su vez sigue a Rivera – Batiz (1988), Abdel Rahman y Fujita (1990), y Ciccone y Hall (1996), Fingleton (2003) propone un modelo que, considerando los rendimientos crecientes, es capaz de derivar una “estructura espacial de salarios” de una forma alternativa a como lo hace el modelo de Helpman – Hanson (1998), prescindiendo incluso de los costos de transporte, lo cual cuestiona seria‑ mente uno de los pilares de la nueva geografía económica. Al igual que en los modelos de la Nueva Geografía Económica, se parte de considerar la economía dividida en dos sectores: M, que opera con rendimientos internos crecientes a escala y competencia monopolística, y C, que lo hace con rendimientos constantes y competencia perfecta. Fingleton formula, adicionalmente, un supuesto fuerte y es que equipara el sector M, con el mercado de servicios, mientras considera que el resto de sectores de la economía son del tipo C, en tanto que hasta ahora lo común es presumir que M representaba el sector industrial. Hace esto porque considera que el mercado de servicios amplio es un mercado en el que participan nu‑ merosas firmas pequeñas, que a su vez producen servicios diferenciados originados en economías de escala internas debido, tal vez, a los costos asociados al inicio del negocio y al pequeño tamaño de equilibrio de tales firmas. Así, parece razonable Revista de Economía & Administración, Vol. 6 No. 2. Julio - Diciembre de 2009 ¿Qué puede explicar los procesos de aglomeración en colombia? Dos enfoques alternativos escoger un sector tipificado por firmas pequeñas que usan el trabajo como su insumo preponderante. Las firmas libremente entran y salen del mercado con la presión competitiva, lo que lleva a cero los beneficios en el equilibrio.34 En este caso, el sector M provee insu‑ mos para la producción en C, lo cual tiene el efecto de que las economías internas de escala de M se trasladen como economías externas a C que, como es lógico, se incrementan a medida que aumenta la densidad de la actividad económica. De esta manera, a mayor densidad económica habrá mayores economías externas en el sector C. Este modelo tiene el mérito de incor‑ porar las externalidades tecnológicas, las cuales no han tenido un papel protagónico hasta el momento teórico expuesto, con la excepción de la inclu‑ sión de los efectos de congestión en casos muy específicos (Van Marrevijk, 2004). Hay una creciente evidencia de que otros factores sin precio afectarán la productividad y las tasas de salario, especialmente, los efectos de spillover, relacionados con el conocimiento y su tasa de generación y transmisión. La idea esencial, en este caso, es que las firmas que invierten en producción de conocimiento no serán capaces de capturar completamente los beneficios 79 de su inversión, ya que se difundirán como una economía externa para otras firmas, que reutilizarían esos conoci‑ mientos. La ecuación reducida que se obtiene muestra los salarios como una función de la densidad de la actividad económica en el área.35 (8) Algo importante con esta hipótesis es que considera que la localización de la actividad económica no depende de los costos de transporte –y tam‑ poco de la posición de una región en relación con otras regiones–, sino de las condiciones internas que puede desarrollar cada región. Ya que los spillovers están primordialmente confinados a los mercados laborales locales, la migración entre trabajos es mucho más fácil que la migración entre viviendas, tanto por razones económicas como culturales. Fingleton (2005) muestra que la com‑ paración directa entre este modelo y el de Helpman – Hanson (1998) es factible. Ambos modelos actúan como hipótesis alternativas para explicar la variación de los salarios regionales.36 Esta característica abre la posibilidad de compararlas y determinar cuál 34 Un supuesto similar propuesto por Fingleton se encuentra, por ejemplo, en Rivera y Batiz (1988) y en Fujita y Abdel Rahman (1990). 35 La derivación de esta ecuación se incluye en el Anexo 2. 36De todas formas la comparación tiene algunas dificultades técnicas, por ejemplo, la interpretación de algunos de los parámetros en las ecuaciones. Revista de Economía & Administración, Vol. 6 No. 2. Julio - Diciembre de 2009 80 Juan Esteban Vélez Villegas tiene mayor poder explicativo y, en consecuencia, mayor relevancia. Conclusiones La Nueva Geografía Económica, la Economía Urbana y otros enfoques similares tienen algo en común: pro‑ meten explicar los grandes procesos de aglomeración que actualmente se observan como el resultado de la inte‑ racción de los rendimientos crecientes a escala, los costos de transporte, la distancia a los mercados y el tamaño de las demandas. Este marco concep‑ tual, discutido previamente, no es un producto terminado, y menos en sus aplicaciones empíricas, sobre las cua‑ les se presentan grandes discusiones como derrotero tanto en el presente como hacia el futuro. Colombia, como escenario de profun‑ das reconfiguraciones espaciales a lo largo de su historia, se convierte en un país inmejorable para contrastar la validez de las diferentes hipótesis que se derivan de los planteamientos teóricos. De manera esquemática se observa que a principios del siglo XX, con unos costos de transporte prohibitivos, tal y como lo prevé la nueva geografía económica, primaron las fuerzas centrifugas y, en conse‑ cuencia, la actividad económica se desarrolló en numerosas poblaciones –especialmente en las cuatro grandes ciudades, aunque en menor medida en las ciudades intermedias–, en donde las empresas sacrificaban las ganancias que podían derivarse de las economías de escala, a cambio de los ahorros más importantes que podían obtener vía la minimización de sus costos de transporte. En ese contexto, el cambio de las últi‑ mas décadas se debería a la reducción sostenida de los costos de transporte –que encaja muy bien con la idea de Galvis y Meisel (2000), según la cual las inversiones en infraestructura ha‑ bría llevado a la creación de un mer‑ cado nacional–. Es posible que este nuevo escenario haya motivado a las empresas a concentrarse en un solo lugar –casi siempre Bogotá– y desde allí proveer los demás mercados. Un elemento importante que se debe es‑ tudiar con mayor detalle es por qué, a pesar de existir un mercado relativa‑ mente fragmentado, en las regiones aparecieron ciertos fenómenos de es‑ pecialización y concentración sectorial. La política de infraestructura del mode‑ lo proteccionista, que se implementó con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial, privilegió la interconexión de los principales mercados internos, he‑ cho que como se señaló previamente intensificó los incentivos que tenían las empresas para ubicarse en los centros urbanos más populosos, de los cuales Bogotá se convirtió en el gran ganador absoluto, y las regiones periféricas quedaron relativamente al margen del dinamismo económico. La construcción de infraestructura, que parece un camino propicio para reducir las diferencias de desarrollo entre las regiones, en realidad, como parece inferirse de este enfoque, podría estar Revista de Economía & Administración, Vol. 6 No. 2. Julio - Diciembre de 2009 ¿Qué puede explicar los procesos de aglomeración en colombia? Dos enfoques alternativos llevando a resultados paradójicos que muestren que tales brechas se siguen ampliando. Según la Nueva Geografía Económica, este proceso debería intensificarse por algún tiempo hasta que finalmente el costo de la tierra y las externalidades negativas se conviertan en la fuerza dominante que comience a expulsar gente y empresas hacia las zonas periféricas. Un primer esbozo de este proceso, como ya se indicó, puede hallarse en la desconcentración de la actividad desde el centro de las ciudades hacia sus áreas cercanas (Moncayo, 2008). Lo que no parece tan obvio es un alejamiento definitivo a esos grandes mercados en aras de establecerse masivamente en las zo‑ nas con mejor acceso a los mercados internacionales –si bien para ciertas industrias y sectores específicos sí puede ser el caso. Sin embargo, las posibilidades de investigación han sido poco explo‑ radas. El trabajo más reconocido es el de Fernández (1998), que utili‑ zando una versión del modelo que Krugman y Elizondo realizaron para México, pretende entender algunos efectos espaciales originados por la apertura económica aplicada a cabo en Colombia a principios de los años noventa.37 El otro trabajo que clara‑ mente se inscribe en esta área es el de Vélez (2008), que utiliza el modelo Helpman – Hanson para determinar la 81 existencia de una “estructura espacial de salarios” en Colombia. La importancia de estas teorías es que no se limitan a los procesos de reconfi‑ guración espacial, sino que es posible adecuarlas a situaciones encaminadas a un mejor aprovechamiento de las economías de escala aglomeración en las regiones. Un papel importante para ello es la construcción de políticas públicas orientadas hacia el desarrollo regional. No es tan obvio que de la comprensión de los fenómenos pueda pasarse inmediatamente a su modifi‑ cación; de hecho, en buena medida el carácter pesimista de estas teorías se debe a que parecen sugerir que las fuerzas económicas que mantienen estos patrones en funcionamiento son tan poderosas que difícilmente pueden ser modificadas con unas cuantas decisiones. Si finalmente se encuentra la manera de modificar esos patrones, se po‑ dría determinar si es deseable que la población se concentre en unos pocos lugares o si es preferible que se distribuya por todo el territorio. El asunto es más complicado de lo que parece porque, por un lado, la evidencia muestra que los estándares de vida, el ingreso y otras variables son más altos en las grandes aglomeraciones, lo cual es un resultado deseable, pero, por otro lado, también es cierto que la dispersión tiene ventajas importantes, como por ejemplo las que sostiene Montenegro 37El otro trabajo que claramente se inscribe en esta área es el de Vélez (2008), que utiliza el modelo Helpman – Hanso para determinar la existencia de una “estructura espacial de salarios” en Colombia. Revista de Economía & Administración, Vol. 6 No. 2. Julio - Diciembre de 2009 82 Juan Esteban Vélez Villegas (2005), quien argumenta que en Colom‑ bia las dictaduras no fueron un asunto generalizado como sí lo fueron en otras partes del continente, ello gracias a las barreras geográficas y, además, a que ha existido fuerza en las regiones, que han impedido una concentración exagerada de poder. Bibliografía Barón, J. (2002). 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Julio - Diciembre de 2009 86 Juan Esteban Vélez Villegas Anexo 1 Nueva Geografía Económica: el modelo de Krugman (1991) Demanda La economía comprende dos sectores: un sector inmóvil, que se toma como numerario –a menudo llamado sector agrícola-, y un sector móvil –denomi‑ nado manufacturero-. Se supone que todos los consumidores tienen las mismas preferencias del tipo Cobb – Douglas: (1) Donde M es el compuesto del consu‑ mo de bienes industriales, A represen‑ ta el consumo del bien agrícola y δ es el porcentaje del ingreso que se gasta en bienes manufacturados. Para determinar cómo se reparte el gasto entre las diferentes variedades se usa una función CES (Elasticidad de Sustitución Constante) para cons‑ truir el consumo agregado de M: representa la intensidad de la preferen‑ cia por los productos manufacturados, o lo que es lo mismo, el amor por la variedad. Maximizando respecto a la restricción presupuestaria se obtiene la demanda para cada variedad j: (3) La demanda por la variedad j depende del ingreso destinado a productos ma‑ nufacturados δY; de pj, que es el precio del bien j; de e, que es la elasticidad de sustitución entre dos variedades de M38 donde y del índice de precios de los productos manufacturados I –donde (2) Con el mismo procedimiento pueden obtenerse las demandas de las otras variedades. Donde ci es el nivel de consumo de cada variedad i, y para simplificar los cálculos se presume que ci=c, es decir, que todas las variedades se consumen en cantidades iguales. ρ, por su parte, Oferta Como se supone que el trabajo es el único factor de producción, se necesita una cierta cantidad de trabajo l para producir una cantidad qi de la variedad i, así: 38Para una discusión sobre otras interpretaciones que puede tener el parámetro (2002). e puede verse Mion Revista de Economía & Administración, Vol. 6 No. 2. Julio - Diciembre de 2009 ¿Qué puede explicar los procesos de aglomeración en colombia? Dos enfoques alternativos (4) En donde a es el requerimiento fijo de trabajo, que indica que a medida que la producción aumenta, menos trabajo se necesita para producir una unidad de i, lo que garantiza la existencia de economías de escala internas. b es el requerimiento marginal de trabajo, y la fuerza laboral total es L. Los beneficios de una empresa manu‑ facturera serán: (5) Donde W es la tasa de salarios indus‑ triales, y q representa las cantidades producidas al reescribir la ecuación (10) utilizando la elasticidad de precios constante e y, tomando condiciones de primer orden, se obtiene que: (6) Esto quiere decir que el costo de pro‑ ducir una unidad extra de producto es bW A pesar de ser monopolios, al existir competencia entre las empresas (competencia monopolística), y con lo cual al entrar nuevas firmas al merca‑ do con productos que son sustitutos, el precio debe caer. Las empresas 87 seguirán entrando al mercado hasta el punto en que por la caída de los precios los beneficios se hagan cero. Así, se obtiene que: (7) Por consiguiente, en equilibrio, la can‑ tidad producida por una firma es fija, sin interesar en qué región se localice. Esto implica que el sector M sólo pue‑ de expandirse o contraerse al producir más o menos variedades, y no por la variación de las cantidades fabricadas por cada empresa. Equilibrio con costos de transporte Solamente si es costoso mover pro‑ ductos y personas de un lugar a otro, se puede introducir el papel de la geografía en el modelo. Para tal fin se consideran costos de transporte tipo iceberg,39 supuesto ampliamente utili‑ zado en muchas teorías de comercio y que no considera únicamente los cos‑ tos de embarque del producto, sino todos aquellos involucrados al hacer negocios entre diferentes mercados. Suponiendo, para propósitos ilus‑ trativos, que sólo hay dos regiones, los costos de transporte son de la siguiente forma:40 39 Se les llama iceberg porque de cada unidad de mercancía que se envía sólo llega una fracción al destino final, es decir, los costos de transporte quedan reflejados en la cantidad del bien que se “derrite” en el camino. 40En realidad no hay consenso sobre cuál debe ser la forma de tomar los costos de transporte. La que se presenta aquí es la utilizada por Hanson (1998) y por Brakman y otros (2004); sin embargo, pueden encontrarse especificaciones alternativas en Mion (2002) y Brakman y otros (2005). Revista de Economía & Administración, Vol. 6 No. 2. Julio - Diciembre de 2009 88 Juan Esteban Vélez Villegas (8) En esta ecuación T12 es el número de bienes que hay que embarcar en el lugar 1 para asegurar que una unidad de ese bien manufacturado llegue a su destino en la región 2. Por tanto, debe cumplirse que T12> 1 . En cuanto a D12, representa la distancia entre las regiones 1 y 2. Dado que sólo hay dos regiones, la demanda total para un producto de la región 1, viene dada por la demanda proveniente de ambas regiones, pero los consumidores en la región 2 ten‑ drán que pagar costos de transporte por sus importaciones. De ahí es po‑ sible obtener el índice de precios I, como una ponderación entre el precio de los bienes producidos localmente y los precios de los bienes importados de la otra región: (9) Entonces, la demanda total de una variedad particular depende del ingreso de ambas regiones, de los costos de transporte y del precio -que es proporcional a la tasa de salarios-: (10) Igualando (15) a la demanda total y resolviendo para W1 se tiene que finalmente: (11) Esta ecuación señala que los salarios en 1 pueden ser más altos si esa región se localiza cerca de grandes mercados –que tengan Y grandes y T pequeños– y si es más baja la intensi‑ dad de la competencia, medida por I. Así, se obtienen las ecuaciones de equilibrio de corto plazo para la región 1. Para obtener las ecuaciones de la localidad 2 se realiza el mismo proce‑ dimiento. Tomando el caso especial de solo dos regiones, y suponiendo que Revista de Economía & Administración, Vol. 6 No. 2. Julio - Diciembre de 2009 89 ¿Qué puede explicar los procesos de aglomeración en colombia? Dos enfoques alternativos la agricultura está dividida por igual entre las dos, la simulación arroja el caso del centro – periferia mostrado en la Figura 4. Generalizando el caso anterior para múltiples localizaciones –con R re‑ giones– se obtienen las siguientes ecuaciones de equilibrio: (12) − − ( − ( − ( − − − ( − (13) (14) (15) Revista de Economía & Administración, Vol. 6 No. 2. Julio - Diciembre de 2009 90 Juan Esteban Vélez Villegas Anexo 2 Economía urbana: El modelo de Fingleton (2003) Partiendo del mismo marco conceptual que en el caso anterior, se presume que la economía comprende dos sec‑ tores: M, que opera con rendimientos internos crecientes a escala y com‑ petencia monopolística –que en este caso son los servicios avanzados–, y C, que lo hace con rendimientos constantes y competencia perfecta – que agrupa el resto de sectores de la economía–. Si se adoptan una función de producción Cobb – Douglas para C se tiene que: (1) En donde L es la tierra, E(C) es el nivel de empleo en el sector C, y por tanto, E=E(C)+E(M) es el empleo total. Adi‑ cionalmente, I es el nivel de servicios compuesto derivado del sector M, que se determina por una subfunción de producción CES con competencia monopolística. Este modelo captura los rendimientos crecientes de la densidad de la activi‑ dad económica dada por E, esto es, a medida que E aumenta, se incrementa la eficiencia por unidad de tierra. E re‑ fleja el incremento de la variedad en el sector M –servicios siempre y cuando se cumpla que γ > 1. La producción se toma por unidad de tierra, lo que lleva a que L=1, y desde ahí, siguiendo a Fujita y Thisse (2002), es posible demostrar que el nivel de producción C está dado por el total de trabajo E en ambos sectores. Así: La ecuación muestra que la apari‑ ción o no de rendimientos crecientes depende de la importancia de los servicios en la producción final, la cual está dada por β (β < 1). Para un β pequeño será más importante I en la función, y en consecuencia primarán los rendimientos crecientes. Y también depende de las economías de escala internas a la producción de servicios M (μ > 1). También dependen de los efectos de congestión (1 –a < 1), que deben ser lo suficientemente peque‑ ños para que no neutralicen los otros dos factores (Ciccone y Hall, 1996). (2) Donde f es una función de otras cons‑ tantes y γ es la elasticidad: (3) Revista de Economía & Administración, Vol. 6 No. 2. Julio - Diciembre de 2009 ¿Qué puede explicar los procesos de aglomeración en colombia? Dos enfoques alternativos Para que este modelo pueda ser com‑ parado frente a los de la nueva geo‑ grafía económica, debe poder ofrecer una explicación alternativa para los salarios nominales. En ese sentido, la tasa de salario es el resultado de asumir una asignación de los factores de producción en equilibrio, en donde el coeficiente a es igual al porcentaje de la producción Q que va a E (en lugar de el otro factor L). De esta manera se obtiene que: (4) Que al sustituirse en la ecuación (2) permite llegar a la ecuación que finalmente permite la comparación 91 directa frente a los modelos de nueva geografía económica: (5) Como se puede ver, este modelo no hace referencia al potencial de mer‑ cado, que depende de los costos de transporte, los cuales están mediados por las variaciones del índice de pre‑ cios y el ingreso entre las diferentes regiones. La posición de una región en relación con otras regiones no tiene importan‑ cia, y son más bien las condiciones in‑ ternas de cada región las importantes para explicar el grado de aglomeración. Revista de Economía & Administración, Vol. 6 No. 2. Julio - Diciembre de 2009