Los intratables de la conducta* Eugenio Díaz *Artículo publicado en Freudiana nº 54, pp. 111-114, Revista de psicoanálisis de la ELP-Catalunya, RBA editores, 2008. El título, los intratables de la conducta, toma dos términos que van de la mano en el abordaje e interpretación de alumnos que plantean con sus comportamientos dificultades en las aulas. Conductas y comportamientos perturbadores que hace de ellos alguien a quien ni se puede, ni finalmente se desea tratar. Intratables: lo intratable y las salidas Intratables es como a veces se muestran a la mirada de padres, profesores y la sociedad en general, algunos adolescentes. Aunque en realidad es en cierto modo una etiqueta para todos y cada uno de ellos. Así, no es por casualidad la creciente aparición de supernanis, de escuelas de padres, de libros y revistas que dan consejos de cómo educar a los que no se dejan. Creer que todo es educable, es en cierto modo un síntoma de la época. Consejos estándares e ideales imposibles de conseguir conllevan frustraciones de efectos inquietantes. Daniel Pennac en su libro Mal de Escuela, dice no sin ironía que no hay nada peor para un alumno que cruzarse en el pasillo con un profesor descontento consigo mismo. Lo que sin duda podemos aplicarlo no sólo al campo de la educación. Dicho de otro modo, la frustración frente al ideal toma la forma de una impotencia que sólo tiene dos salidas: 1 - La dimisión, algo del orden ya no puedo más, que otros se encarguen de él o ella. Dimisión que vemos cada vez más en padres que piden al Estado que se hagan cargo de sus hijos. Pero también que es la forma actual del comienzo de una derivación mal entendida. - El sadismo, la agresividad, algo así como te vas a enterar, te atizo con las viejas formas del castigo o con las nuevas, protocolos y medicaciones. Dimisión y sadismo son salidas que convocan a la repetición. De todos modos, no saber tratarlos es también la expresión de algo inherente al conflicto entre generaciones, casi podríamos decir al conflicto entre dos sociedades. La de los adultos, que quiere el control del adolescente para hacer de ellos hombres adaptados al mundo (a su mundo) y la de los adolescentes que intenta zafarse de ese control y construir el suyo propio. Vemos entonces como en esta tensión lógica, algo de lo no tratable ya está en juego. Sabemos también, que cuando dicha tensión se sitúa exclusivamente del lado del control y la adaptación, los efectos lejos de ser civilizadores, son más bien de desresponsabilización, cuando no de empuje al acting-out o al pasaje al acto. Olvidando que el “yo no quiero” es, como señala Jacques-Alain Miller, “la razón de lo que aparece en la escena del mundo para cada sujeto”. Esta intratabilidad del adolescente, llega incluso hasta el extremo de considerar, casi sin darnos cuenta, la adolescencia como una patología. Por suerte estos últimos tiempos ha hecho fortuna, con buen criterio, el término las adolescencias, que indica que no hay una única manera de hacer la travesía que va del niño al adulto. 2 Pluralizar la adolescencia es también un modo ir a contracorriente de la deriva actual de problematizar, cuando no psicopatologizar y medicalizar no sólo la adolescencia, sino la vida humana en general. Ahora bien, la cuestión no es que haya lo no tratable, (veremos más adelante como para el psicoanálisis lo intratable es estructural) sino las respuestas que a ese intratable le damos y desde dónde las damos. Así por ejemplo, no es lo mismo decir que alguien es intratable, que hablar de que hay algo no tratable en tal o cual sujeto, o algo que eventualmente es intratable. Decir que alguien es intratable, implica un pronóstico, un final de camino. Se trata de la consideración de un problema al que sólo le queda encontrar la solución, que siempre es del orden de una salida por la vía de la segregación. Es el “adolescenteproblema que no deja de preocuparnos” el que nos encontramos en esta lógica. “El adolescente-problema que preocupa” no genera dialéctica alguna. Con él todo está ya dicho y hecho. No hace mucho en otro contexto hemos hablado de un itinerario de actualidad de algunos adolescentes en las aulas: intratables, expedientados, derivados, medicalizados, expulsados, segregados. Al que ahora añadimos un significante más, dictaminados. Un itinerario que reduplica la marca de exclusión que hay de entrada en la vida de algunos de estos adolescentes. Dos ejemplos El primero es un alumno, cuyo caso conozco en el ámbito de un espacio de conversación, de construcción de casos, que comparto regularmente con profesores 3 de los equipos docentes y psicopedagogos de un Instituto de Educación Secundaria (IES-El Castell en Esparraguera). El chico de 15 años, situado muy radicalmente como alguien no querido, no valorado por sus padres -y en particular por un padre que no responde nunca a sus demandas de amor-, muestra una oscilación entre la intratabilidad en el aula y una caída espectacular del deseo que es interpretada por algunos como, “es un vago”. Lógica imaginaria que no permite ni la división del sujeto -punto de partida imprescindible para una rectificación subjetiva-, con lo que consigue zafarse de su malestar, ni tampoco (permite) un lazo al Otro, que es a su vez el punto de partida del imprescindible consentimiento a los aprendizajes. Sin embargo se pudo constatar, que a partir del deseo decidido de algunos profesionales del instituto que no arrojaron la toalla y que orientaron sus acciones en no dejarse cegar por la conducta, a la vez que apuntaban a la responsabilidad del sujeto- que ciertos efectos de vivificación se iban produciendo. Finalmente y no sin dificultades después de un recorrido de tres largos años, el alumno desganado, agresivo y casi analfabeto, encontró un lugar: ha grabado un disco de rap, con letras sorprendentes para alguien que durmió durante tantos años. Disco que lleva un título significativo: Confesiones de un poeta. Los efectos se produjeron entonces a partir del paso del “alumno-problema que preocupa” al “alumno-cuestión que nos ocupa”. Es decir, el alumno que plantea una cuestión al educador y cómo esta cuestión acaba siéndolo para él. El segundo ejemplo. Se trata de es chico de 13 años que atiendo en la consulta desde el inicio de este curso, después de un cambio de instituto. Hacerse echar de muy mala manera es la modalidad de vínculo que establece con el profesorado, que en muy poco tiempo, cree que por su conducta no les queda otra 4 salida que la expulsión o una derivación en la que reciba la medicación adecuada que le tranquilice. El diagnóstico de TDAH, está al acecho. Sin embargo lo que él dice es que es un “picao”. Siempre tiene que decir la última palabra, siempre tiene que aguantar más que los otros, sean compañeros o profesores, siempre tiene que ganar. La pregunta (tengo que decir que he constatado que no se le ha hecho ninguna pregunta), por su ganancia en el hacerse echar, produce un primer efecto que habrá que seguir: queda en silencio. El psicoanálisis y lo intratable Desde el psicoanálisis sabemos que siempre hay algo intratable en cada sujeto. De hecho este algo intratable, es el resto que queda de toda elección por la vida. El resto es en este sentido su garantía misma (la de la vida). La cuestión es entonces cómo generar las condiciones -en alguien que se presenta como intratable, como no dividido, sin subjetivar su malestar- para la realización de un recorrido sobre los imposibles de cada uno (que es un modo de nombrar lo no tratable). Un recorrido que permita hacer algún producto con ese resto. Saber y hacer con el resto, es la salida que permitirá al sujeto salir de la “minoría de edad” que nos propone la época y no sólo a los adolescentes. Una época donde constatamos que la ciencia, y una educación servil a esta, ha fracasado sobre la mentalidad humana. Fracasa: - por no tomar en cuenta lo no tratable y el malestar; - por no apuntar a la responsabilidad del sujeto, y si al manido y segregador víctima o culpable; 5 - por poner en el centro la conducta, lo que lleva, como dice Lacan, hasta la necedad todo el dramatismo de la vida humana. Poner el síntoma y el goce de cada uno en el centro de la cuestión es un una salida que si está del lado de la “mayoría de edad”. 6