EN EL PAÍS DE LOS BUBIS ]01 Entonces, cuando tras del esfuerzo derrochado en la lucha tenaz y porfiada se ha conseguido esta vinculación al vagoroso mundo ideal se siente como una favorable ingravidez, que permite las más audaces marchas del espíritu a aquellos territorios de las ideas, de las sensaciones y de las emociones intelectuales y estéticas, tenidos por lejanos e inabordables antes de iniciar el ardiente proceso que en su penoso devenir va a tener la virtud de desembocar en un horizonte infinito abierto a la luz divina del goce estético, sensual e intelectual. Y una vez conocido el camino que conduce a la brillante escena, compuesta sólo para el que sabe gozar de los resortes de una acertada preparación espiritual, es bien seguro que el iniciado vivirá atento a reiterar el placer agudo en que culminó el camino emprendido por primera vez. ¿Qué otra explicación cabe en la conducta de cualquiera de los hombres geniales que se barajan en el archivo de la Historia de las Ideas y del Arte? ¿Es que no eran del mismo barro que nosotros? ¿ E s que en el fondo de su naturaleza no pesaban las mismas taras torpes que nos ciñen a todos? ¿ C ó m o las desataron? ¿ D e dónde sacaron fuerzas para sacudirse el grave peso que nos ata a la tierra? Tan sólo la necesidad vivamente sentida de alcanzar el plano prodigioso en que el espíritu está abierto a las grandes ideas y escucha temblando de emoción ese cántico perlado de lágrimas alegres que es en sí toda la enorme relevación de las conquistaslogradas para el Arte, las Letras o la Ciencia puede dar fuerzas para llegar a tanto. Para que el científico alcance toda su dimensión preciso es que a su afán de verdad sume la capacidad de sentir en artista y de exponer en literato. El procedimiento más eficaz para sacar a flote toda la verdad