Franco. Una biografía personal y política

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DE LA CULTURA Y LA CIENCIA / LIBROS
Jesús Palacios, historiador y coautor de ‘Franco. Una
biografía personal y política’
“FRANCO HIZO UN AJUSTE
DE CUENTAS BRUTAL”
Este jueves, 20 de noviembre, es el aniversario de la muerte de Franco. Uno de los
últimos libros publicados sobre él es Franco. Una biografía personal y política
(Espasa), de los historiadores Stanley G. Payne y Jesús Palacios, en el que en
ciertos puntos, el dictador sale bien parado. De hecho, algunos de los
planteamientos se acercan al revisionismo histórico. En otros, se evidencia su
frialdad. Palacios, que es periodista y colaborador honorífico de la Facultad de
Ciencias Políticas de la Complutense de Madrid, alega que ellos sólo “explican” la
razón por la que ocurre la sublevación militar, a pesar de que se pueda tener la
sensación de que lo justifican. Aunque murieron al menos unas 30.000 personas en
el Régimen, una vez terminada la Guerra Civil, tampoco le pone el adjetivo de
genocida porque este término se asocia, a su juicio, al Holocausto. Lo que sí afirma
es que Franco “hizo un ajuste de cuentas brutal en la represión”.
Q
Por Luis Marchal
día que acabó la guerra; dijo que si hubiera sabido lo que iba a ocurrir, nunca se haué fue lo que permitió a Fran- bría sumado al Alzamiento”. ¿Qué veracico mantener su dictadura du- dad da a esto de que no se habría sumado
al Alzamiento?
rante 40 años?
—Una vez que se afianza en el
—Es una frase recogida por la mujer de
poder, tras ser elegido por sus compañeros Franco, Carmen Polo, al finalizar la Guerra
generales a los pocos meses del inicio de la Civil, en la que da testimonio de que ese día
Guerra Civil y tras la victoria en la Guerra lloró y de que hizo esa declaración. Franco
Civil en la que se consolida como dictador fue el último general en sublevarse, el que
absoluto, Franco no tuvo oposición, ni des- tenía más recelos y reticencias en hacerlo.
de la izquierda ni desde ningún otro grupo Lo que le decidió fue el asesinato de Calvo
político. Tampoco tuvo oposición interna. Sotelo, como a gran parte de los militares
Franco no permitió que el Ejército llegase a que estaban con dudas. Empezó a estar más
tener un poder corporativo que pudiera dis- activo a partir de marzo de 1936, incluso
cutir su poder absoluto. Lo mismo ocurrió pensó en participar en política [aceptó ir cocon la Falange o con los democristianos a lo mo independiente en la lista conservadora
de la CEDA].
largo de las casi 40 décadas de poder.
—Pero Primo de Rivera le echó para atrás.
—Ustedes cuentan que una de las veces
—Para Primo de Rivera, el que fueran los
en las que Franco lloró fue en el funeral de
Carrero Blanco, según recuerdos de su nieto mayor.
—A partir de ciertos años, era bastante usual
que se emocionara y llorara. El declive físico
lo convirtió en un ser muy emotivo.
—En dicho funeral, su mujer expresó: “Pobre Paco, cuando era joven lo vi llorar el
“La Guerra Civil
fue una barbaridad.
Una guerra de
exterminio”
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dos juntos en una misma candidatura le resultaba complicado. La tentación política de
Franco se inició ahí, nunca antes la había tenido. Anteriormente, había rechazado nombramientos, como el de ministro, que le había ofrecido Lerroux. Franco siempre fue una
persona minuciosa en las normas, en el reglamento y en el respeto a la autoridad. Ése es
uno de los grandes conflictos en cuanto a perfilar su figura con respecto a su papel en la II
República. ¿Qué papel tuvo Franco en la II República? Fue de respeto absoluto y de acatamiento a las normas, aunque no le gustaran.
—¿Acatamiento a las normas? Franco era
capaz de hacer ejecutar a alguien porque le
había tirado la comida a un superior.
—Porque él pensaba que había que imponer una disciplina seria en unos cuerpos
nuevos que había creado con Millán Astray
para la Legión. Aquel incidente que cita sucedió con un legionario que tuvo un acto de
indisciplina con un oficial. Después de hacerle ejecutar, Franco hizo desfilar ante el
cadáver al resto de las secciones. Luego, informó a sus superiores de lo que había hecho. No recibió ninguna amonestación. Hay
varias polémicas fundamentales respecto a
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F. MORENO
Franco. Una es su papel en la II República.
Otra, su papel en la Guerra Civil en cuanto
a la represión y el control absoluto hasta conseguir la victoria final. Otra, el papel que tuvo en los años de máxima tentación con Hitler, de incorporar a España a la II Guerra
Mundial. Y otra, la evolución de su Régimen.
Con la República, Franco se mantuvo siempre como un ordenancista, acatando la disciplina. Nunca conspiró abiertamente, aunque conoció de los conspiradores. Su giro
se debe a la propia transformación de la República. Después de las elecciones de febrero de 1936, la República fue deteriorándose de tal manera que perdió su propia legalidad democrática o legitimidad democrática al pasar a un proceso revolucionario
cada vez más abierto. Un proceso revolucionario llevado a cabo por el Partido Socialista, por el minoritario y pequeño Partido Comunista de entonces, pero muy activo, y por las grandes formaciones anarquistas. Esa corriente revolucionaria fue a dar como contrapeso, en el otro lado, a otra corriente contrarrevolucionaria. Ante el fracaso político de la II República, de la destrucción de la democracia, se fue a dar esa con-
“No justifico el
Alzamiento. Lo explico.
Franco no era un
radical; se fue
radicalizando”
frontación y, al final, ese choque civil.
—¿Justifica entonces el llamado “Alzamiento”?
—No, no lo justifico. Yo explico. Nosotros
explicamos la razón por la que ocurre y a
qué se debe. Franco era un conservador, pero no era un radical ni un extremista de derechas. Se iría radicalizando poco a poco.
No fue fascista ni permitió que la Falange,
que sí era el movimiento fascista en España,
tuviera algún papel hegemónico, principal
o fundamental o le llegara a disputar una
parcela de poder. Franco mantuvo siempre
su anticomunismo, su posición frente a la
masonería, el ser un conservador y el no
creer en la democracia.
—Ustedes cifran los muertos a causa de la
Guerra Civil en 344.000, el 1,4% del total
de la población de entonces.
F. MORENO
—Fue una barbaridad en todos los aspectos. Fue una guerra de exterminio. Las guerras civiles en el siglo XIX se resolvían después de una derrota en el campo de batalla,
con un abrazo, con un pacto, con una amnistía y con una vuelta a la normalidad. Las
del siglo XX fueron guerras de aniquilación
del contrario. Los dos bandos se dedicaron
a aniquilarse y a matar.
—En el texto, califican la conocida como
Ley de Memoria Histórica, aprobada en diciembre de 2007, de “torticera”.
—A nosotros nos parece un error y algo que
no resuelve el hecho en sí. La Guerra Civil en
la Transición ya quedó resuelta tras la Ley de
Amnistía, que fue a petición del PSOE y del
Partido Comunista. No hay ningún historiador ni ningún investigador que no lo contemple desde un ámbito político, de utilización política de la historia, que pueda decir
que la Ley de Memoria Histórica restituye o
resuelve la violencia en la Guerra Civil. Esa
ley es un grave error político, porque un Parlamento democrático no puede legislar sobre
la historia. La Ley de Memoria Histórica es
torticera y equívoca. No tiene nada que ver
con que se desentierren los restos, con que
los familiares puedan honrar a las víctimas de
la mejor forma y con que tengan ayuda para
poder llevar a cabo eso.
—Hay quien señala que las víctimas del
bando nacional tuvieron 40 años de resarcimiento y que las víctimas del otro bando, no.
—En parte, eso es cierto, porque Franco estableció un período de vencedores y vencidos. Eso no se superó hasta 1965. Volviendo
a la Ley de Memoria Histórica, el problema
es cuando interviene la política en la historia. Eso no es hacer historia. Por eso, nosotros
nos hemos querido alejar. Hemos querido
hacer un libro para el siglo XXI. El problema
que hay con la figura de Franco no sucede
con otros dictadores. Si tú traes la historia a
la política y utilizas eso desde un ámbito político para echarlo encima de tu oponente en
la política, entonces estás manejando la historia. La Ley de Memoria Histórica formó parte de este artilugio. En el Parlamento, la apoyó la izquierda. La derecha fue reticente a
ella. Decir que la derecha “apoya” al Régimen como si fueran herederos en una manipulación en ese aspecto.
—¿La derecha española actual es heredera de Franco?
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Jesús Palacios (izda.) y Stanley G. Payne (dcha.) rompen el mito de que Franco no quiso entrar en la Guerra Mundial.
Payne: “Franco quería explotar el
fascismo, sin entenderlo totalmente”
Stanley G. Payne, catedrático emérito de Historia en la
Universidad de Wisconsin-Madison, es el otro coautor de
Franco. Una biografía personal
y política. Opina que Franco y
su larga dictadura continúan levantando encendidas pasiones
porque “no fue meramente una
dictadura sino la consecuencia
de una guerra civil espantosa”,
porque “duró hasta 1975”, porque “las izquierdas, alrededor
de 2000, tomaron la decisión
de que esto puede ser políticamente rentable en términos
coetáneos” y porque “los españoles no han superado sus
tendencias al sectarismo”.
El retrato del Caudillo que le
resulta más convincente es el
de “un militar políticamente astuto que mostraba bastante flexibilidad”. A su juicio, lo mejor
de Franco fue que “sabía mo52
derar su represión con los tiempos y que impulsaba el desarrollo del país”. ¿Su principal
pecado? “La insistencia en su
dictadura, no haber moderado
la represión antes y su orientación hacia el Tercer Reich”.
Lo que le permitió mantener su
dictadura durante 40 años fue
“una combinación de astucia,
de cálculo, de prudencia y la
disposición a adaptarse a las
circunstancias, sin hacer demasiadas concesiones”.
El dictador ni fue un fascista
ideológico ni tampoco una persona de extrema derecha, en su
opinión. “Quería explotar el fascismo, algo que logró, sin entenderlo totalmente. Antes de
1936 era de la derecha moderada. A partir de esa fecha, no era
de la extrema derecha, que eran
los carlistas, sino de la derecha
radical, de un semifascismo,
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hasta 1945”, explica Payne. ¿La
frialdad y el distanciamiento como un elemento de poder fue lo
que más marcó la manera de llevar la jefatura del Estado de
Franco? Responde que “había
mucho más: la gran flexibilidad,
una capacidad para manipular a
los sectores diversos y también,
en los primeros años, bastante
capacidad de trabajo”.
Al contrario de lo se ha dicho muchas veces, Franco sí tuvo interés, durante los años
1940 y 1941, en entrar en la
guerra europea, pero no a cualquier precio. “No sabemos
exactamente por qué no se dio
el caso, pero la gran diferencia
con Hitler era que Franco insistía, y de antemano, en la garantía de la entrega de todo
Marruecos y de otras partes del
noroeste del África francesa”,
indica Payne.
—Para nada. Ni Franco es el problema político de España. ¿Por qué hay tanto interés
en tergiversar la figura de Franco? A Franco
se le puede definir de muchas maneras. Naturalmente, la primera es como el dictador
absoluto que fue. Después, podríamos analizar muchas cosas. ¿Por qué? Porque queremos acomodar en la propaganda lo que
no pertenece a los hechos históricos.
—¿Se le puede definir como genocida [el
genocidio es el exterminio o eliminación sistemática de un grupo social por motivo de
raza, de etnia, de religión, de política o de
nacionalidad]?
—El término genocida quedó para el Holocausto y para después de la II Guerra
Mundial.
—Pero, en la represión, de acuerdo con
datos de su libro, murieron 30.000 personas durante el Régimen, ya terminada la
Guerra Civil.
—Muchas personas de esas 30.000 morirían, seguramente, injustamente y muchas
con sentencias manipuladas. [El Régimen]
pasó sobre quienes pensaban que habían cometido crímenes y habían hecho este tipo
de actos en el otro bando.
—Pero, ¿podemos llamar genocida a
Franco?
—Yo lo llamaría en este caso un ajuste de
cuentas brutal. Hizo un ajuste de cuentas
brutal en la represión.
—Por cierto, en la biografía, recalcan que
Franco llevó una vida austera y que su sueldo como jefe del Estado era de 700.000 pesetas mensuales. ¿De dónde surge entonces la enorme fortuna que tiene la Familia
Franco?
—El sueldo de 700.000 pesetas fue al final. Al principio, mucho menos. La riqueza
importante de la familia es posible cuando
consiguieron vender, en 2003, en plena democracia, un tercio de la finca de Valdefuentes, de unos 10 millones de metros cuadrados de superficie y que Franco compró
al inicio de los años 50 por 2,5 millones de
pesetas. De ahí salen muy ricos. Aparte, doña Carmen tenía su herencia y se dedicó a
invertirla en bienes e inmuebles. Lo que es
absolutamente claro es que Franco jamás tuvo tentación de meter la mano en la caja ni
de enriquecerse como hizo cualquier dictador contemporáneo de su tiempo y de su
época.l
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