el comienzo del siglo xxi marca el paso de los padres autoritarios a

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EL COMIENZO DEL SIGLO XXI MARCA EL
PASO DE LOS PADRES AUTORITARIOS A LOS
SUMISOS
Domingo, 07 de Agosto de 2005
Cada vez son más los que no imponen normas y límites a sus hijos por temor a que ellos
los sientan alejados, debido al poco tiempo que les dedican.
También temen ser tildados de retrógrados por no seguir las nuevas teorías sobre crianza y
pedagogía.
Lo mismo crecen en número los papás que no orientan y guían, que omiten de su
vocabulario la palabra "no" cuando deben decirla e incluso que no castigan. Son, según
algunos psicólogos, la generación de los padres sumisos.
"Débiles", los llama la directora del programa de psicología de la Universidad del
Rosario, María Isabel González, porque cree que esos padres están convencidos de que "el
amor de los hijos está cifrado en darles la razón y permitirles todo, cuando lo que se espera de
ellos es que los orienten, que sean una autoridad en la familia".
"Atortolados", les dice el profesor de psiquiatría de la Universidad Nacional Rafael
Vásquez, porque no tienen claro cómo actuar. "Su felicidad queda en manos de un niño que
tiene una capacidad infantil de resolver la vida. Es como dejar a un borracho manejar un
carro".
Llámeseles como se les llame, lo cierto es que la escuela se está viendo afectada por la
formación de estos niños. Los padres esperan que los profesores los eduquen en los aspectos
que ellos no pudieron. Pero, en últimas, los más perjudicados son los mismos pequeños.
"Eso hace daño a su desarrollo porque terminan asumiendo responsabilidades que no les toca
y para las que no están capacitados", señala González.
La teoría de los psicólogos es que la sumisión es la cara de una moneda, "del otro lado
está el autoritarismo", explica la coordinada de Educación de Territorio Adolescente, Liliana
Osorio Tamayo. Eso significa que si los padres no asumen su papel de autoridad, los niños y
los adolescentes sí lo hacen, pero mal y por eso terminan siendo tiranos.
¿Por qué sucede?
Llevar al extremo las recomendaciones de los psicólogos y pedagogos es una de las
razones que explican este comportamiento, dice el psicólogo Hugo Mastrodoménico.
"Les hemos dicho que hay que educar con amor, refuerzo positivo y sin castigo físico
porque a veces hay maltrato #explica#. Pero ahora la creencia popular es que no hay que
castigarlos porque se traumatizan, cuando en algunos momentos una palmada puede ser
necesaria".
También la forma en la que los padres fueron criados hace efecto en ellos. "No quieren
parecer autoritarios como lo fueron sus papás #sostiene Osorio- o poco interesados en la
suerte de sus hijos".
Sea una cosa o la otra, lo cierto es que para tener en cuenta la opinión de los niños y
permitirles ser libres, autónomos y dependientes no hay que ceder en el papel de padres. "No
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se confundan. #Señala la psicóloga María Helena López#. Hay que ser amigo de ellos, pero
ante todo hay que ser autoridad, esa que guía, orienta y ordena".
ÁNGELA CONSTANZA JEREZ
Subeditora de Vida de Hoy
Para no caer en ello
Imponga normas y límites y haga que se cumplan. Unas son negociables (la hora de
llegada de la fiesta, el horario para ver televisión) y otras no. Si no se incumplen, castigue y
después no consienta.
No hay forma de tener certeza en que cada decisión que se toma con respecto a la
crianza es la adecuada. No hay padres que no se equivoquen. Atrévase a equivocarse y tenga
el valor de reconocerlo.
Recuerde que los padres permisivos tienden a aceptar el comportamiento de los niños
sin importarles si es bueno o malo, y no hacen ningún comentario sobre si les beneficia o no.
Quizás se sienten incapaces de cambiar el mal comportamiento u optan por no involucrarse.
Si tiene mucho miedo de negarle algo a su hijo, hable con su pareja que entre los dos se
fortalecen.
Más información en: www.educacioninicial.com
#La escuela no es para vigilar#
Gustavo Iaies, investigador del Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación
(IIPE) de la Unesco, se ha dedicado a estudiar esta situación.
¿Por qué los padres dejaron de comportarse como tales?
Estamos ante una generación que vivió peleándose con sus padres autoritarios y que a la
hora de ejercer la autoridad sobre sus propios hijos se pasó al otro lado: se volvió no padres.
Son padres que se sienten culposos porque trabajan muchas horas, se separaron o no tienen
plata para comprar todo lo que los hijos les piden. Entonces, tienen muchas dificultades para
establecer un límite y reclaman que lo imponga la escuela.
¿Cómo ayudarlos?
Hay que aceptar que la familia, la escuela y la sociedad ya no son las de entonces. Es
necesario volver a pactar. Aunque parezca una perogrullada, al empezar el año lectivo hay
que reunir a los padres para saber de qué cosas se van a ocupar y de cuáles los docentes.
La escuela no está para ordenar, castigar y vigilar, sino para transmitir conocimientos
socialmente válidos. Los padres tienen que garantizar que el chico llegue a clase abrigado y
con la noción de que debe respetar un espacio donde va a recibir unas directivas que tendrá
que escuchar y obedecer. El desafío es construir unos padres que no sean autoritarios como
fueron los suyos, pero que tengan la capacidad de contener y educar sin culpa.
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