Complementos Tema 10.. - Colegio HH.Maristas “La Inmaculada”

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2º Bachillerato * Colegio “La Inmaculada” * Maristas Granada * FILOSOFÍA - II
ANEXO III:
PANORAMA DE LA FILOSOFÍA DEL S. XX EN EUROPA
1. INTRODUCCIÓN
Dada la importancia de la filosofía del s. XX y que no vamos a poder profundizar en ella, trascribo casi íntegramente las páginas dedicadas al “Panorama de la filosofía del s. XX en Europa” de GARCÍA-MAURIÑO, J. Mª. y
FERNÁNDEZ REVUELTA, J.A.: o.c., pp. 6-15. Las notas a pie de página son mías; también os sugiero buscar información en las páginas web que voy citando o en el Diccionario de Filosofía de Ferrater Mora sobre los autores que os
interesen.
Previamente, ofrezco un mapa síntesis de las principales corrientes y zonas de actividad de la filosofía contemporánea (XIX y XX) y la explicación del mismo, que podéis encontrar en http://www.webdianoia.com/his_fil/contempo.htm:
“Tras la filosofía crítica de Kant el Idealismo alemán se convertirá en la corriente predominante en la Europa continental, a través de Hegel. El existencialismo de Kierkegaard, tanto como el marxismo y el vitalismo de Nietzsche
serán, en buena medida, una reacción al Idealismo hegeliano que, en cierto modo, consagra la identificación del
yo trascendental kantiano con el Dios del cristianismo. En Gran Bretaña, el desarrollo del positivismo utilitarista con
Bentham y J.S. Mill se inspira en los principios del empirismo, distinguiéndose del positivismo "idealista" del
francés A. Comte; en ambos casos, no obstante, se da una preocupación por los temas sociales y por el bienestar
de la humanidad que, aunque en una dirección distinta, compartirán con el marxismo. Por lo demás, el desarrollo
de las ciencias y sus continuos éxitos hacen tambalear los cimientos de la filosofía, que se ve sometida a fuertes
críticas por parte de los defensores del pensamiento científico, que encuentran en la ciencia el paradigma del conocimiento verdadero. Hacia finales del siglo XIX, al desarrollo del historicismo en Alemania, con Dilthey, y del
pragmatismo en los Estados Unidos, con Pierce y W. James, hemos de sumar el desarrollo de la fenomenología
con Husserl. Todas estas corrientes tienen su continuidad en el siglo XX, en el que destacarán además los repreTema 9: Ortega y Gasset
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sentantes del Filosofía Analítica, como Russell y Witgenstein, del Estructuralismo, como Lévi-Strauss y Foucault,
del Existencialismo, como Sartre, o los de la Escuela de Frankfurt, como Adorno, Horkheimer y Habermas.”
“2. CORRIENTES FILOSÓFICAS MÁS IMPORTANTES
Resulta extraordinariamente difícil considerar cuándo empieza la época actual y qué filosofías son las más modernas. Apenas podemos iniciar algún tratamiento de las principales «corrientes filosóficas». Hay un nuevo concepto de
naturaleza, propio de la física moderna; un nuevo concepto de metafísica, basado en los nuevos descubrimientos de la
física; existe una crisis de la importancia que tiene el concepto de conciencia y subjetividad; también hay una gran necesidad de aclarar un nuevo concepto de “razón”.
Vamos a empezar por ver algunas de esas corrientes, clasificadas de forma completamente arbitraria, pero, no
obstante, podemos obtener una visión panorámica de la filosofía actual.
2.2.1. FILOSOFÍA DE LA CIENCIA
Neopositivismo
La confianza en la lógica y en la experiencia; desde los años veinte, y junto con la filosofía analítica y el Marxismo,
constituye el núcleo central de la reflexión filosófica. El espíritu del positivismo iba a surgir revestido de un ropaje más
moderno y actualizado, llamándose positivismo lógico, empirismo lógico o filosofía del Círculo de Viena. El interés de los
positivistas por la lógica matemática fue motivado por su admiración hacia la labor de los lógicos, sobre todo de Ludwig
Wittgenstein. De esto ya tratamos en el cuaderno dedicado a este autor.
 Karl Popper (filósofo británico; nac. 1902) establece un principio para poder distinguir entre lo que es ciencia y
lo que no lo es: el principio de falsabilidad. Un hecho que desmiente o contradice una teoría basta para invalidarla; una teoría es «falsada» (no falseada) cuando se descubre un hecho que la desmiente, o cuando se puede deducir de la teoría un enunciado singular que no la verifica. Es contrario, por tanto, al criterio de verificabilidad empleado por los positivistas.
 Thomas S. Kuhn (físico e historiador de la ciencia; nac. 1922, en Estados Unidos) es uno de los principales
protagonistas de la nueva filosofía de la ciencia. Sostiene que el avance de la ciencia no es acumulativo: hay
cambios bruscos que revolucionan periódicamente la ciencia; esta revolución no se produce por razonamiento
lógico, y la ciencia no se dirige hacia un fin preestablecido.
 Paul Karl Feyerabend (filósofo vienés; nac. 1924) estuvo cerca del positivismo y de las doctrinas de Popper,
pero luego derivó hacia un relativismo extremo al que se conoce como anarquismo epistemológico: ningún punto de vista es intrínsecamente, y por sí, superior a sus rivales, puesto que no existen sistemas de valores universales mediante los cuales pueda establecerse comparación.
Filosofía analítica
Los positivistas lógicos practicaron el «análisis filosófico»: el objeto de la filosofía no es la realidad, sino la ciencia,
o mejor, el análisis del lenguaje científico; este análisis, más que una doctrina, es una actitud, una actividad clarificadora
sobre un único tema: el lenguaje; por tanto, es razonable identificar el análisis filosófico con el análisis lingüístico.
 Bertrand Russell (filósofo y matemático británico; 1872-1970), premio Nobel de Literatura en 1950, inicia
la filosofía del atomismo lógico, por el cual el mundo, la realidad, supone una totalidad de hechos atómicos; es decir, el mundo se compone de entidades independientes y aisladas, que pueden ser conocidas directamente en sí mismas, sin referencia al resto del Universo. La idea básica del atomismo lógico es que el
mundo posee la estructura de la lógica matemática.
Para quienes hayan visto despertarse en su interior el interés por la filosofía es muy sugerente la Historia de la Filosofía que escribió este autor, sobre todo por su forma de situar cada autor, de analizarlo críticamente,... Recientemente ha sido vuelta a editar
por RBA en su colección “Grandes Obras de la Cultura”
 Ludwig Wittgenstein (filósofo e ingeniero austriaco; 18891951) es el fundador, junto con Moore y Russell,
de este movimiento de la filosofía analítica, y su máximo representante. (...).
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2.2.2. FILOSOFÍA DE LA CONCIENCIA
La filosofía moderna se inicia con el establecimiento de la «subjetividad» (cógito cartesiano, naturaleza humana
ilustrada, conciencia o yo trascendental kantiano, la egología husserliana). Esta conciencia es el elemento fundamental
como explicación de la realidad.
No es que haya tal o cual tema de reflexión filosófica puesto en cuestión, sino que lo está el conjunto del proyecto
filosófico.
El filósofo de hoy encuentra en Freud, lo mismo que en Marx o Nietzsche, los filósofos de la «sospecha», que
arranca máscaras y frivolidades sociales. Ha nacido un problema nuevo: el de la mentira de la conciencia; este problema no puede figurar como algo particular en medio de otros, sino que es el problema central y radical del hombre en
esta época. Se llega a una teoría muy nueva y profunda del psiquismo humano en Freud, por medio de su método psicoanalítico; se pasa por la fenomenología de Husserl, que es casi una egología, y se arriba más tarde a los llamados
existencialismos. Así, iremos viendo sintéticamente el aporte de cada uno de estos movimientos a la reflexión filosófica.
Psicoanálisis
Sigmund Freud, médico vienés (1856-1939), llega, en la búsqueda de un método para curar trastornos psíquicos,
a la formulación de una teoría completa acerca del dinamismo profundo de la vida psíquica de la persona. Estudió lo
individual (el yo, el superyó y el ello) y lo social, y estableció la teoría de los instintos (la interpretación de los sueños, la
frustración y complejo de Edipo). Sus observaciones acerca del origen de la religión, la moral y la sociedad fueron reflejadas en sus obras El porvenir de la ilusión, El malestar de la cultura y Tótem y tabú.
Fenomenología
Edmund Husserl, filósofo alemán (1859-1938), es el fundador de una filosofía que él quería que fuera una ciencia
estricta. Se trata de una respuesta a la crisis de la ciencia; critica el positivismo, y llega a una introspección de la conciencia hasta puntos trascendentales, la Fenomenología (...).
Seguidores de esta tendencia, más realistas que Husserl, entre otros, son: Edith Stein, Dietrich von Hildebrand, A.
Reinach, etcétera. Los más importantes:
 Max Scheler (alemán, de Munich; 1874-1928): sus estudios fenomenológicos de la religión y la vida afectiva le llevan a profundizar en una nueva rama de la Filosofía, la Antropología filosófica (una nueva visión
del hombre, dualista, pero no al modo cartesiano o platónico, sino que sostiene que el hombre es vida y
espíritu).
 Maurice Merleau-Ponty (francés; 1908-1961) es el principal fenomenólogo moderno, pero se aleja de la
consideración del «espectador desinteresado», haciendo ver cómo todo comportamiento y toda actividad
perceptiva hunde sus raíces en el cuerpo humano, que es el punto de intersección entre el hombre y el
mundo.
Existencialismo
El esencialismo de Husserl da pie a una nueva tendencia, llamada existencialismo. Esta corriente filosófica es una
respuesta a la tremenda crisis generada por las dos guerras mundiales. Crisis de las conciencias, crisis social y cultural.
Surge sobre todo en Alemania, hacia 1930, y de allí se extiende al resto de Europa. Cuando los existencialistas afirman
que el hombre es un ser arrojado al mundo hay que tomar la expresión literalmente: los europeos se sienten arrojados a
un mundo inhóspito; no se sienten como en su casa, sino arrojados fuera de sus hogares, ahora destruidos por la guerra, y muy lejos de la seguridad en sus creencias, valores e ideales.
Como fuentes principales se señalan a Kierkegaard (filósofo danés; 1813-1855), Max Stirner, Nietzsche (el existencialismo es una radicalizacion de la filosofía de la vida), y escritores como Dostoievski o Kafka. En Francia fue introducido el existencialismo alemán por dos rusos emigrados, Berdiaeff y Chestov, que difundió el pensamiento de Kierkegaard; el francés Gabriel Marcel dio a conocer a Heidegger y a Jaspers.
 Jean-Paul Sartre (francés; 1905-1980) viene de la segunda posguerra, e insiste en el absurdo de la existencia y del mundo, pero también en una profunda fe en el hombre capaz de crear un mundo en libertad.
Sigue el método fenomenológico en su obra El ser y la nada (subtitulada Ensayo de ontología fenoménica), en la que implica dos tipos de conciencia: el ser-para-sí y el ser-en-sí; el ser en sí es opaco y macizo,
y el ser para sí, el hombre, es conciencia. Influyó mucho en la revolución de mayo del 68, fue ateo y
marxista. Mantiene que el existencialismo es un humanismo.
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 Martin Heidegger (alemán; 1889-1976) mantiene una actitud equívoca con el nazismo; da prioridad a la
existencia sobre la esencia del hombre, que es un ser-en-el-mundo, dasein, cuya postura esencial es cuidarse porque soporta una angustia vital, que le puede llevar a una existencia in auténtica, despersonalizada; sólo la voz de la conciencia, que no es sino el ser mismo del dasein, llama al hombre a la existencia
auténtica. El auténtico humanismo consiste en comprender que el hombre no es señor del ente, sino «pastor del ser», y que el lenguaje es la casa del ser.
 Miguel de Unamuno (español; 1864-1936): aunque le situamos en el espacio de los existencialismos, de
hecho es inclasificable. Fue como un trueno en la atonía general del país. Un universitario a contracorriente, de fuertes convicciones hipercríticas. Ajeno a la fe católica de su tiempo, pero profundo creyente en
última instancia; había que elegir entre la razón y la vida, es decir, la fe generosa y sin cálculo, que exige la
inmortalidad. Trata al hombre como un humilde átomo del universo, pero en su dimensión real, histórica,
es decir, como un ser de «carne y hueso», con sus reales «agonías», que lucha por arrancarle a su dios la
promesa de resurrección total. Escribe La agonía del cristianismo y El sentimiento trágico de la vida.
2.2.3. EL ESTRUCTURALISMO Y LA CRISIS DEL HUMANISMO
A partir de la década de los sesenta surge una nueva moda, después del existencialismo: el estructuralismoo Esta
corriente de pensamiento está integrada por un conjunto de autores cuyas investigaciones están orientadas a detectar
las estructuras subyacentes en fenómenos de naturaleza distinta (etnología, psicoanálisis, antropología social, lingüística). Se presenta más como un método para el conocimiento y la investigación científicos, como un procedimiento para
la búsqueda de las leyes que regulan la realidad, que como una doctrina; tiene como base una determinada concepción
de la realidad.
Estructura quiere decir tanto como construcción: lo estructurado se opone a lo no construido, a lo desorganizado.
Una estructura es una totalidad, es decir, un conjunto de elementos enlazados solidariamente, de tal modo que cada
uno depende de los demás, por lo que la modificación de cualquiera de ellos implica la modificación de los restantes.
 Claude Lévi-Strauss (filósofo belga; nac. 1908) es el más típico representante de esta corriente; ha llevado a cabo la aplicación del método estructural a la etnografía y a la antropología social.
 Jacques Lacan (francés; 1901-1981) se inspira en el anterior, pero difiere al dedicarse al análisis lingüístico, como estructura subyacente del inconsciente freudiano.
 Louis Althusser (argelino; 1918-1985) relee e interpreta El Capital de Marx como una teoría científica
acerca de la historia, acerca del tiempo histórico y de la infraestructura económica, como principio determinante de la explicación de la realidad. Niega que sea estructuralista.
 Michel Foucault (francés; 1926-1984) trata de la estructuración del saber, a partir de tres «positividades»:
trabajo, lengua y vida. Trata de ver la relación entre las palabras y las cosas. Ha estudiado la historia de la
locura, de la clínica, de las prisiones y de la sexualidad. Su concepto de episteme (ciencia) equivale de alguna manera al de estructura.
2.2.4. LA ESCUELA DE FRANKFURT
En esta página http://www.boulesis.com/especial/escueladefrankfurt puedes encontrar información muy completa sobre esta importantísima corriente de pensamiento de la que todavía vive alguno de sus miembros.
En 1924 se creó el Instituto para la Investigación Social, cerca de Frankfurt. Su investigación se centra en el estudio de la sociedad industrializada moderna, liberal o socialista, en toda su amplitud; en especial se aborda la crítica de
la cultura (filosofía, arte, ciencia, tecnología, etc.). El punto de vista es netamente interdisciplinar, en estrecha relación
con las aportaciones de la filosofía, la ciencia, la psicología y el psicoanálisis. Contrarios a toda metafísica, están más
cercanos al análisis sociológico que filosófico (en sentido estricto, especulativo). Los creadores de esta escuela son
alemanes de origen judío, y tienen que sufrir la persecución nazi; esto explica que en 1934 tengan que trasladar su
sede a Nueva York, aunque luego regresan a Frankfurt, en 1949. También se comprende su deseo de salvar al hombre
de la opresión y la violencia de las tiranías y de todo tipo de represión. Los principales fundadores y autores son: Max
Horkheimer (alemán; 1895-1973), Theodor Adorno (alemán; 1903-1969), Herbert Marcuse (alemán; 1898-1979), Jürgen
Habermas (alemán; naco 1929), Erich Frornrn (alemán; 1900-1985).
De entre la gran variedad de problemas abordados por esta Escuela, vamos a exponer dos de los más significativos:
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 Crítica a la razón: El punto de partida es el análisis del ideal de progreso aparecido en la Ilustración: como entonces se vio, la razón humana era la fuente de todo progreso, iba a facilitar la liberación y felicidad
del hombre. La crítica que hacen a la razón es al triunfo que supuso la razón ilustrada: en lugar de liberar
al hombre le ha conducido a la barbarie de la dominación de la naturaleza y del hombre. Horkheimer la
llama razón instrumental, Adorno la denomina razón identificante y Marcuse habla de razón unidimensional.
 Crítica a la sociedad represiva: La sociedad sacrifica al hombre, imponiéndole la aceptación del orden
establecido y la prohibición del goce de la vida. Si quiere subsistir, tiene que adaptarse a las exigencias del
sistema. Pero el hombre reacciona; no quiere quedar reducido a la sola dimensión del interés económico y
del confort, sino que aspira a una transformación de la sociedad que lo libere de las cadenas de la sociedad actual, industrial, técnica, represiva y totalitaria, y propugna una utopía que puede hacerla realidad,
por medio de una ruptura histórica. De hecho, son los pensadores que prepararon e influyeron en la revolución estudiantil de París, en mayo del 68.
2.2.5. MARXISMOS
Empleamos el plural porque no se ha dado en la historia una sola clase de marxismo; el original de Marx sufrió
muchas evoluciones durante el siglo XX. Omitimos las diferentes interpretaciones sociológicas (materialismo histórico
de Marx), económicas (recogida en El Capital) o políticas (lucha de clases, organización política de un partido de vanguardia, revolución, internacionalismo, dictadura transitoria del proletariado, etc.). Desde 1870, aproximadamente, hasta
nuestros días, es un hecho que el marxismo, en sus más variadas y múltiples interpretaciones, se ha convertido en la
doctrina inspiradora de los partidos socialistas y comunistas, y ha influido considerablemente en todo el mundo; lo mismo en Europa que en China (Mao-Tse-Tung) o en Japón; lo mismo en África que en Latinoamérica.
 Lenin (Vladimir Ilich Uliánov, ruso; 1870-1924) es el gran artífice de la Revolución de Octubre de 1917. No
fue un filósofo profesional, pero dejó una obra amplísima, plena de profundas reflexiones filosóficopolíticas. Partidario de una unión entre teoría y praxis, afirma que sin teoría revolucionaria no hay movimiento revolucionario; toda ciencia y filosofía están comprometidas en la lucha política y de clases. Tiene
muchos escritos de neto carácter filosófico sobre el conocimiento, la dialéctica, la materia, la conciencia, la
naturaleza, etcétera. El materialismo histórico de Marx, junto al materialismo dialéctico de Engels, constituyen los fundamentos de la filosofía marxista-leninista.
 Gyorgy Lukacs (húngaro de Budapest; 1885-1971), cuya obra más importante es Historia y conciencia de
clase, aboga por un análisis de la realidad como totalidad, pero no en un sentido abstracto como Hegel, sino una totalidad concreta, histórica, en la que no desaparecen las contradicciones. Sigue utilizando el
método dialéctico. También mantiene la categoría de «sujeto» como elemento fundamental de la totalidad
histórica concreta; y es aquí donde inserta la importancia de la conciencia de clase del proletariado como
motor de la historia.
 Antonio Gramsci (italiano; 1891-1937) escribe toda su obra desde la cárcel: estuvo preso desde 1926
hasta su muerte. En Cartas desde la cárcel, su tesis fundamental estriba en darle la importancia que tiene
a la unidad de la teoría y la praxis: «La identificación de la teoría y la práctica es un acto crítico, con el cual
se demuestra que la práctica es racional y necesaria, o que la teoría es realista y racional.» Destaca la importancia de la filosofía, es decir, de la teoría; sostiene que la revolución proletaria debe ir precedida por
una reforma cultural que sustituya la hegemonía de la burguesía por la hegemonía cultural del proletariado.
Será una nueva filosofía o filosofía de la praxis, una filosofía creadora que modificará la realidad misma.
2.2.6. PERSONALISMOS
En España tenemos un grupo de pensadores personalistas que agrupados en el Instituto Emmanuel Mounier publican trimestralmente la revista “Acontecimiento”, una revista de pensamiento personalista y comunitario. Podéis encontrar información en
http://www.mounier.org. Una buena síntesis de este pensamiento se puede encontrar en la obra de Carlos DÍAZ ¿Qué es el personalismo comunitario? publicado por el Instituto Emmanuel Mounier el año 2002. Podéis conseguirlo a través de la web citada.
Este término fue creado por el filósofo francés Charles Renouvier con su obra El personalismo (1903), pero su
fuente última de inspiración ha de buscarse en la concepción cristiana del hombre, que confiere a éste un valor absoluto, en tanto que individuo. Desarrolla toda una doctrina, en la que coloca a la persona como principio fundamental para
la explicación de la realidad.
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 Personalismo americano: Más bien idealista, tipo hegeliano. Su creador fue Borden Parker Brown (18451910), defendiendo la noción de persona como dato último de la conciencia. Su primer discípulo de importancia fue George Holmes Howison (1834-1916), que se opone al impersonalismo en sus formas idealista
y evolucionista: todo va encaminado a la constitución de un universo integrado por personas autoconscientes y libres que culmina en la suprema personalidad de Dios.
Personalismo francés: El principal representante es Emmanuel Mounier (1905-1950), creador de la Revista Esprit, órgano difusor de esta corriente. Católico de gran calidad, practicante, fue un hombre que supo superar la mentalidad entonces imperante. Plantea la postura del católico frente a los problemas que aquejan a la sociedad de su tiempo:
acusa a los cristianos de estar demasiado ligados al capitalismo: los católicos en general se han identificado con el
estado económico vigente, radicalmente injusto, que él llama «el desorden establecido». La realización personal exige
un compromiso político-social. Propone un personalismo comunitario, contrapuesto al individualismo del sistema. Le
siguen otros filósofos de categoría, como Jacques Maritain, Jean Lacroix, Maurice Nedoncelle, Paul Ricoeur
ANEXO V: ORTEGA Y SU TIEMPO
Manuel Tuñón de Lara, Julio Valdeón Baruque y Antonio Domínguez Ortiz: Historia de España, Ed. Labor, Barcelona, 1991.
Tomado de http://www.webdianoia.com/contemporanea/ortega/ortega_cur.htm
EL SIGLO XX
El mundo del siglo XX caminó entre progresos tecnológicos, concentración de capitales, apetitos imperialistas, con
su secuela armamentista, contradicciones entre los regímenes liberales parlamentarios, o que aspiraban a serlo, y la
resistencia de estructuras sociopolíticas y mentales del Antiguo Régimen. El cine da sus primeros pasos y un español,
Pablo Ruiz Picasso, instalado en París desde 1902, empieza en la línea impresionista sus períodos azul y rosa. Es
amigo de Braque y de los poetas Apollinaire y Max Jacob. Por aquellos años mueren Gauguin, Cezanne y Van Gogh.
Las grandes empresas alemanas barren el mercado mundial de colorantes sintéticos y abonos industriales; los
norteamericanos desbordan a los franceses en la nueva producción, la del automóvil. Pero Alemania quiere más colonias y el Kaiser no esconde sus ambiciones con su extemporánea visita a Tánger. (En el fondo, la concesión del protectorado marroquí a España es una imposición de Gran Bretaña para seguir controlando las llaves del Estrecho.) En las
metrópolis de los imperios crece el movimiento obrero: el Partido Socialdemócrata alemán y el Labour Party británico,
de reciente creación, obtienen fabulosos resultados electorales. Francia, tras la solución del affaire Dreyfus y después
de los períodos de gobierno de Jules Ferry, Waldeck-Rousseau y Combes, es ya un "modelo" de Estado burgués, democrático y laico (que tanta impresión hará en el joven Manuel Azaña); aunque, paradójicamente, cada día tiene más
dominios coloniales y su aliada, la Rusia zarista, consigue yugular, provisionalmente, una revolución.
Es también el mundo en que el pensamiento científico da saltos de gigante que anuncian una nueva era: la teoría
de los quanta de Max Planck (1900), la teoría de la relatividad de Einstein (1905), el descubrimiento de los rayos X por
Roentgen, el descubrimiento por Landsteiner, en Austria, de los grupos sanguíneos humanos. En Viena, otro médico,
Sigmund Freud, publica en 1901 su Psicopatología de la vida cotidiana. Todo eso sin olvidar que, casi al mismo tiempo,
Ramón y Cajal había demostrado la estructura del tejido nervioso y las neuronas.
Mundo aquel, tan atractivo como inquietante, en el que en los últimos cuarenta años las grandes potencias se
habían anexionado más de 17 millones de kilómetros cuadrados de otros continentes, con millones de pobladores.
ESPAÑA EN EL DINTEL DEL NUEVO SIGLO
España vacilaba. La ausencia de cohesión ideológica de su bloque de poder se manifestaba por los signos de crisis política e ideológica que hemos apuntado. Se vivía un tempo económico y otro ideológico y de mentalidades muy
distinto; uno es el que ya anuncia la economía y la tecnología del siglo xx (que tiene su desfase interno entre la industrialización y la pesadez agraria) y otro el de la escala de valores del Antiguo Régimen. Los equívocos que caracterizaron la entrada en la sociedad burguesa dieron lugar a un fenómeno que tendrá larga vida en el siglo xx: que junto a la
familia, el órgano fundamental de reproducción de ideas y creencias siga siendo la Iglesia y sus aparatos, en vez de
una escuela y un sistema de educación secularizado, como hay en otras sociedades burguesas. La secularización de la
enseñanza y de la vida cotidiana no pasa de ser un propósito de la izquierda burguesa y del movimiento obrero.
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Podría decirse que si en el dominio de lo objetivo, la problemática mundial se iba a imponer a España (y la guerra
mundial lo demostraría), en el terreno subjetivo, de toma de conciencia, España parecía no haber llegado a un nuevo
siglo; la modernización como hecho objetivo y la modernidad como conciencia de lo mismo, parecían todavía lejos. En
cambio, como ya hemos apuntado, empezaban a manifestarse los síntomas de una crisis de conciencia de lo que había
sido el bloque de poder durante más de cincuenta años.
Resulta bastante claro que en 1914 la modernización no había llamado todavía a las puertas de España: persitía
la mayoría aplastante de la población agraria dentro del total de población activa, que implicaba también la preponderancia de un estilo de vida en que pesaban con fuerza las elites rurales y, consiguientemente, las escalas de valores
tradicionales. La persistencia del caciquismo no deja de estar en conexión con este fenómeno. El relativo crecimiento
de la producción agraria no supuso ningún aumento de renta de los trabajadores del campo y cabe sospechar que la
mayor rentabilidad posible de algunas tierras no se reflejó en nuevas inversiones de capital (tal vez mucho más en
compras de nuevos predios y en beneficios del capital comercial que controlaba las exportaciones agrícolas).
En cambio, cierto descenso de la mortalidad y de la natalidad (mayor control de nacimientos y descenso de la
nupcialidad) indica una "modernización", que no siempre implica disminución en porcentajes de la distancia que nos
separa de los países europeos desarrollados. No todo es "modernidad", porque el descenso de la natalidad obedece
también a que se contrae matrimonio a edad más tardía y supone una supervivencia de la familia patriarcal en la que es
necesaria la aportación de los hijos mayores a la unidad económica familiar (característica del Antiguo Régimen), en
detrimento de la progresión de la familia nuclear.
En cuanto a las migraciones, la importancia de la que se dirige al extranjero y lo limitado todavía de la que se dirige a las tres zonas industriales del país, tampoco nos permite colegir un paso importante hacia la modernización.
Tampoco los progresos tecnológicos están aún en condiciones de hacer que las industrias de cabecera, con
grandes inversiones de capital, constituyan la parte decisiva de la producción; es la construcción la que, con 283 000
trabajadores en 1910, cuenta con la mayoría del sector secundario en población activa, seguida de las confecciones y
de la industria textil, lo que no significa signo alguno de modernización. Se trata de un país que exporta productos agrícolas y materias primas minerales y que importa fibras textiles para su industria y maquinaria; la aparición de grandes
empresas, la importancia creciente de las sociedades anónimas, coincide con una vasta red de miniempresas casi
artesanales.
Políticamente, la Constitución pactada entre la Corona y la representación nacional, sigue apoyándose, con dificultades crecientes, en los partidos de turno, que no son partidos políticos modernos, sino reuniones de notables construidas de arriba a abajo. La modernidad se encuentra tan sólo en dos partidos que no llegan a insuflar nueva vida al
bloque de poder; nos referimos al Reformista y a la Lliga; y, desde luego, al Partido Socialista, a pesar de su exigüidad.
En cuanto a los diecinueve gobiernos, con sus doce presidentes del Consejo y sus 86 ministros, que hubo desde la
firma del Tratado de París (diciembre 1898) hasta 1914, resulta claro que apenas podían atender a la conservación del
orden social y al mantenimiento, mejor o peor, pero forzosamente continuista, de los aparatos de Estado: burocracia
(deficiente), ejército, bases de una policía que antes del siglo apenas existía, relaciones con la Iglesia... Pero los problemas se sucedían y se agolpaban al correr de los meses y de los años: cuestión agraria, reivindicaciones obreras y
nacionalistas, atraso del proceso educativo y necesidad de su auténtica secularización, relaciones internacionales, en
las que España se había convertido en juguete a merced de las potencias. El continuismo de los citados aparatos, sus
ansias de protagonismo (en el ejército y en la Iglesia, principalmente) eran signos de anacronismo que en nada rimaban
con una eventual modernización.
Sí, rodaban los ferrocarriles y también unos cuantos automóviles por polvorientas vías que más parecían caminos
de herradura que carreteras; había elecciones y parlamento, pero con "trampa"; la modernización de la prensa diaria
(los 100 000 ejemplares de El Imparcial y otros tantos de ABC, la entrada en liza del vaticanista El Debate), con nuevas
técnicas de información y difusión, hacían pensar que el inmovilismo era más aparente que real. La gran sacudida de la
guerra mundial (que entonces llamaron europea) habría de dar la respuesta a este interrogante.
LA PROCLAMACIÓN DE LA II REPÚBLICA
"Un fantasma recorre España", podría haberse dicho parafraseando la célebre expresión de Marx. Pero este fantasma que recorría España, que hacía que las viejas familias cerrasen las puertas de sus casas, que el padre corriese a
los bancos, que a la Bolsa se le parase el pulso en pleno siglo xx, desde mediados de 1930, este fantasma no era el del
comunismo (aunque éste bien pudiera manipularse por o para algunos obsesos) sino el de la república. "¡Que viene la
república!" Una república que ya habían pactado todos los republicanos en San Sebastián aquel verano, cuando ya
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antiguos políticos monárquicos como Niceto Alcalá Zamora o Miguel Maura arengaban a masas enfervorizadas adhiriéndose a un proyecto de democracia republicana que ellos veían como conservadora.
Pero también el Partido Socialista, fuerte y cohesionado, limaba diferencias internas y se integraba en el Comité
donde se gestaba la labor gubernamental de un futuro próximo. Y hasta los libertarios, más utopistas que nadie por
naturaleza, dejaban momentáneamente sus proyectos de anarquía y al tiempo que rehacían sus filas (maltrechas durante la Dictadura) prestaban su colaboración para conseguir ese primer paso inmediato, esa república que iba sirviendo de denominador común a la esperanza de millones de españoles.
Las instituciones estaban al borde del abismo cuando se creó el vacío político de la caída de Primo de Rivera, sin
que sirvieran ya para nada los viejos partidos de turno defenestrados en 1923 y olvidados por la opinión pública. Que el
propio rey echase mano del jefe de su casa militar (el general Berenguer, condenado por la catástrofe de Annual y amnis tiado por el propio rey); que en el palacio de Liria, mansión de una figura de pro de la Grandeza de España, el duque
de Alba, se reuniese el anfitrión con los más eminentes políticos del bloque dominante, y que allí se decidiese retornar a
la vida constitucional de 1923, como si no hubiera pasado nada y poner al citado general al frente de un gobierno de
hombres procedentes del conservadurismo y del mundo de los negocios; que la gobernación del Banco de España se
confiara al banquero que participaba en más consejos de administración de todo el país (el conde de Gamazo); que a
otro grande de España, presidente de las Potasas de Suria y de Marismas del Guadalquivir (el marqués de Hoyos), le
designase el rey alcalde de Madrid y miembro del Consejo de Estado, mientras se hacía venir de Marruecos al general
Emilio Mola para ocupar la Dirección General de Seguridad, y otro general "africano" José Sanjurjo, continuaba de director de la Guardia Civil; que el hombre de confianza del marqués de Comillas (vizconde de Güell) y de Acción Católica, Carlos Martín Alvarez, siguiese de gobernador civil de Madrid; y que el abogado de la Casa Real (y financiero) Leopoldo Matos y un profesor de los infantes (Tormo) fuesen también ministros daba al nuevo gobierno un aspecto que
alguien definió como de "tertulia palatina".
Personalidades políticas y financieras como Francesc Cambó y Gabriel Maura Gamazo aportaron sus consejos y
su aprobación a la formación del nuevo gobierno y hasta llegaron a proponerse la formación de un partido de "centro".
¿Qué significaba todo esto? Que en realidad la formación del gobierno Berenguer no era un cambio de Poder, sino el
relevo del equipo que ejercía cotidianamente el Poder.
Todo esto lo supo ver Ortega y Gasset varios meses después en su histórico artículo "El error Berenguer" publicado en El Sol del 14 de noviembre de 1930. "Berenguer no es el sujeto del error, sino el objeto", se dice allí. El famoso
artículo, que termina con las palabras Delenda est Monarchia, no es sino el diagnóstico de la crisis de Estado ya imparable: "La continuidad de la historia legal se ha quebrado. No existe el Estado español. ¡Españoles, reconstruid vuestro
Estado!". En realidad, lo que Ortega advierte no es la ruptura de la continuidad legal (que se había producido no sólo en
1923, sino también en 1874 y en 1868, etc., puesto que nuestra historia constitucional está hecha de esas rupturas)
sino la ineficacia y fragilidad del Estado, cuyos aparatos podían quebrarse en cualquier momento y cuya hegemonía
ideológica había descendido a cerca de cero.
Las memorias de Mola, como las del marqués de Hoyos, de Gabriel Maura o del general Berenguer son irrecusables testimonios de aquella crisis de Estado. Las memorias del general amnistiado tienen, a veces, acentos de confesión: desamparados, como estábamos, de la opinión, discutido el supremo apoyo que habría de darnos la autoridad
moral indispensable; sin ser dueños de los medios coactivos necesarios; entibiada la confianza en el Régimen, y contagiada la mayoría de sus servicios en la duda de su vitalidad... Entre huelgas, manifestaciones y protestas, el Régimen
caminaba visiblemente hacia el despeñadero.
Los partidos republicanos, reunidos en San Sebastián en el mes de agosto, deciden crear un comité revolucionario, al que se adhiere después el PSOE. A su vez, el Comité (en el que también figuran los nacionalistas catalanes)
enlaza con la CNT.
El mitin republicano en la plaza de Toros de Madrid fue un alarde de fuerza y de organización. Tal vez fue mayor
la huelga general de Madrid, del 14 al 16 de noviembre (tras la agresión de la fuerza pública a los asistentes al entierro
de los obreros muertos en un derrumbamiento de la calle de Alonso Cano), impuesta por la CNT y seguida por la UGT,
que fue total e impresionante.
El drama estaba en el aire, cuando, el 12 de diciembre de 1930, el capitán Fermín Galán y sus hombres se adelantan a la fecha fijada por el Comité revolucionario y se alzan en Jaca. Son derrotados antes de llegar a Huesca y el
día 14 Galán y otro capitán, García Hernández, son fusilados, los ánimos se exaltan; el lunes 15 la huelga es general en
toda España, pero por causas oscuras (denunciadas, no obstante, con energía por Largo Caballero en el primer Congreso del PSOE de 1932) la Casa del Pueblo de Madrid no dio la orden de huelga; los aviadores republicanos que to8
Tema 9: Ortega y Gasset
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maron el aeródromo de Cuatro Vientos tuvieron que replegarse hacia Portugal, después de sobrevolar Madrid y comprobar la falta de apoyo, mientras las columnas gubernamentales avanzaban hacia el aeródromo. Al mismo tiempo, era
detenida la mayoría del Comité revolucionario, con Alcalá Zamora, Maura, Caballero y De los Ríos a la cabeza; Prieto y
Azaña pasaron a la clandestinidad.
La victoria de Berenguer tuvo mucho de pírrica; los mismos partidos del bloque dominante, con Romanones y
Cambó en cabeza, se negaron a participar en el mecanismo preparado por Berenguer para unas elecciones legislativas. El 14 de febrero el rey sustituía al fracasado Berenguer por un gobierno presidido por el almirante Aznar y dirigido
de hecho por Romanones, que detentaba la cartera de Estado; gobierno (de "encerrona" lo calificó Gabriel Maura) que
era como un microcosmos de las oligarquías políticas y socioeconómicas que habían dominado desde finales del siglo
XIX.
A los pocos días, el Consejo supremo de Guerra y Marina ponía en la calle a los miembros del Comité revolucionario, recibidos entre aclamaciones. En Madrid, la batalla entre los estudiantes de la Facultad de San Carlos (Medicina)
y la Guardia Civil dividió a los ministros; La Cierva quería que los guardias tomasen la Facultad por asalto, pero se opusieron el ministro de Instrucción (Gascón) y el de Gobernación, presionados ambos por el claustro de profesores. Este
último ordenó a la fuerza pública que se retirase. Al día siguiente, la huelga ganaba en todas las Universidades del país
y se recrudecían las manifestaciones de masas.
El Gobierno había convocado elecciones municipales. Se formaron candidaturas de conjunción republicanosocialista y la consulta electoral tomó enseguida el significado de un referéndum en favor o en contra de la monarquía.
En la tarde del 12 de abril ya se sabía que el resultado había sido favorable a los republicanos en 41 de las 50 capitales de provincia y en todas las aglomeraciones urbanas importantes. Gobierno y aparatos del Estado se desplomaron en menos de 48 horas. Al atardecer del 14 de abril los miembros del Gobierno provisional de la República, que
difícilmente se abrían paso entre una multitud enfervorizada que los aclamaba, entraron por la puerta grande del Ministerio de la Gobernación; la Guardia Civil presentó armas en posición de firmes.
El Gobierno quedó reunido toda la noche; su primer acto consistió en autolimitar su poder por el Estatuto jurídico
del Gobierno provisional aparecido en La Gaceta del día 15 de abril. Este mismo texto establecía la obligación de convocar Cortes constituyentes lo más rápidamente posible, ante las cuales el Gobierno respondería de todo lo legislado
provisionalmente por decreto.
Al anochecer del 14 de abril y tras un acuerdo "técnico" entre Romanones y Alcalá Zamora, Alfonso XIII salía del
Palacio Real por la puerta del Campo del Moro, acompañado por el duque de Miranda. El gobierno de la República sólo
lo supo de madrugada, cuando don Alfonso había embarcado en el crucero Príncipe Alfonso que lo llevaba hacia el
destierro.”
NOTAS
1. Institución Libre de Enseñanza (ILE)
Institución española de renovación cultural y pedagógica, creada en Madrid en 1876 por un grupo de profesores
universitarios de pensamiento liberal y humanista bajo la dirección de Francisco Giner de los Ríos.
Los integrantes de este grupo, entre los que se encontraban Eugenio Montero Ríos, Nicolás Salmerón, Gumersindo de Azcárate, Segismundo Moret y otros, fueron retirados de sus cátedras por mostrarse disconformes con las medidas contrarias a la libertad de cátedra adoptadas por Manuel Orovio, ministro de Fomento, animados por la filosofía del
krausismo que había sido introducida en España por Julián Sanz del Río.
La Institución llevó a cabo una importante tarea de renovación cultural y pedagógica sin precedentes en los siglos
XIX y XX en España. En sus estatutos se declaraba ajena a todo interés religioso, ideología o partido político, proclamando el derecho a la libertad de cátedra, la inviolabilidad de la ciencia y el respeto a la conciencia individual.
Giner de los Ríos y, a su muerte en 1915, Manuel Bartolomé Cossío, orientaron la Institución Libre de Enseñanza
hacia la forja de un hombre nuevo e íntegro, abierto a todos los ámbitos del saber, mediante una educación moderna
encargada de formar minorías, intelectualmente despiertas, capaces de elevar el nivel sociocultural del país.
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En su ideario pedagógico, […] apostó por una escuela neutra, tolerante y abierta a la realidad exterior. Un centro
sin separación entre primaria y secundaria, con enseñanza cíclica y en régimen de coeducación, donde la actividad
personal y la experiencia creativa del alumno, utilizando diversas fuentes de aprendizaje, constituía el eje del trabajo
[…].
Los ideales y metas de su afirmación pedagógica cristalizaron en otras instituciones que la Institución fomentó: el
Museo Pedagógico Nacional (1882), la Junta para la Ampliación de Estudios (1907), la Escuela Superior de Magisterio
(1909), la Residencia de Estudiantes (1910), el Centro de Estudios Históricos (1910), la Fundación Giner de los Ríos
(1915), el Instituto-Escuela (1918) y las Misiones Pedagógicas (1931). El Boletín de la Institución Libre de Enseñanza,
que hoy se sigue editando en su segunda época, comenzó a publicarse en 1877.
La Institución inspiró el programa educativo de la II República española y, pese a la incomprensión social y política
posterior, su estilo ha permanecido en el quehacer de otros centros e instituciones sociales y educativas […] en España
y en América Latina. En estos países, a lo largo de más de un siglo, la obra y la influencia de los hombres y mujeres
formados en la Institución Libre de Enseñanza y demás centros creados por ella, ha sido muy notable. […]. El exilio
republicano español llevó a los países de América a miles de intelectuales, científicos, poetas y pedagogos, miembros y
discípulos de esta Institución.
En 1916, tras la muerte de Francisco Giner de los Ríos, se creó la Fundación que lleva su nombre con el objetivo
de proteger el patrimonio de la Institución Libre de Enseñanza y avanzar en su labor. En 1940, los bienes de la Institución fueron incautados y hasta 1978 la Fundación Francisco Giner de los Ríos no los recuperó. Desde entonces, ha
reanudado sus actividades en el mismo edificio que fuera sede de la Institución. En diciembre de 2002 se firmó un
acuerdo entre la citada Fundación, el Ministerio de Cultura español, la Comunidad de Madrid y varias instituciones privadas para la rehabilitación del patrimonio histórico la Institución.” (Microsoft ® Encarta ® 2006. © 1993-2005 Microsoft Corporation). Podéis encontrar más información en http://www.fundacionginer.org/
2. LA RESIDENCIA DE ESTUDIANTES
En la sección de historia de la página oficial de la Residencia de Estudiantes (
http://www.residencia.csic.es/pres/tunel.htm ) puede leerse: “La Residencia de Estudiantes, desde su fundación en 1910
por la Junta para Ampliación de Estudios hasta 1936, fue el primer centro cultural de España y una de las experiencias
más vivas y fructíferas de creación e intercambio científico y artístico de la Europa de entreguerras. En 1915 se traslada
a su sede definitiva en la madrileña Colina de los Chopos. Durante toda esta primera etapa su director fue Alberto Jiménez Fraud, que hizo de ella una casa abierta a la creación, el pensamiento y el diálogo interdisciplinar. Tanto la Junta
como la Residencia eran producto de las ideas renovadoras de la Institución Libre de Enseñanza, fundada en 1876 por
Francisco Giner de los Ríos.
La Residencia se proponía complementar la enseñanza universitaria mediante la creación de un ambiente intelectual y de convivencia adecuado para los estudiantes. Características distintivas de la Residencia fueron propiciar un
diálogo permanente entre ciencias y artes y actuar como centro de recepción de las vanguardias internacionales. Ello
hizo de la Residencia un foco de difusión de la modernidad en España, y de entre los residentes surgieron muchas de
las figuras más destacadas de la cultura española del siglo XX, como el poeta Federico García Lorca, el pintor Salvador
Dalí, el cineasta Luis Buñuel y el científico Severo Ochoa. A ella acudían como visitantes asiduos o como residentes
durante sus estancias en Madrid Miguel de Unamuno, Alfonso Reyes, Manuel de Falla, Juan Ramón Jiménez, José
Ortega y Gasset, Pedro Salinas, Blas Cabrera, Eugenio d'Ors o Rafael Alberti, entre muchos otros.
La Residencia fue además foro de debate y difusión de la vida intelectual de la Europa de entreguerras, presentada directamente por sus protagonistas. Entre las personalidades que acudieron a sus salones figuran Albert Einstein,
Paul Valéry, Marie Curie, Igor Stravinsky, John M. Keynes, Alexander Calder, Walter Gropius, Henri Bergson y Le Corbusier, entre muchos otros. A menudo, estas personalidades fueron invitadas por dos asociaciones privadas que colaboraron activamente con la Residencia […]: la Sociedad de Cursos y Conferencias y el Comité Hispano-Inglés.“
3. LA REVISTA DE OCCIDENTE
Sobre la Revista de Occidente podemos decir que es una “revista cultural española de aparición mensual, cuyo
primer número vio la luz en Madrid en julio de 1923. Su fundador y primer director fue el eminente pensador José Ortega y Gasset, y con el mismo nombre creció paralela una editorial imbuida del mismo gusto por el pensamiento alemán
del momento y la literatura vanguardista. Innovadora, cosmopolita, europeísta y elitista, en junio de 1936, poco antes
del comienzo de la Guerra Civil española, suspendió su cita con sus lectores, que no se reanudaría hasta abril de 1963,
en un contexto histórico muy distinto. Si su primera etapa (1923-1936) tuvo lugar en los últimos años del reinado de
Alfonso XIII y durante el periodo de la II República, cuando volvió a aparecer en la década de 1960 el régimen imperan10
Tema 9: Ortega y Gasset
2º Bachillerato * Colegio “La Inmaculada” * Maristas Granada * FILOSOFÍA - II
te era el protagonizado por el general Francisco Franco. Desde 1963 hasta 1977 el director de la revista fue José Ortega Spottorno, hijo de su fundador. Su publicación se vio nuevamente interrumpida ese último año, y en 1980, ya durante
la transición a la democracia, reapareció nuevamente, esta vez con Soledad Ortega Spottorno como directora”. (Microsoft ® Encarta ® 2006. © 1993-2005 Microsoft Corporation).
En AAVV.: o.c., p. 123 puede leerse: “En España, la obra de Ortega se sitúa en un momento de grandes cambios
culturales. Hay que citar, por su gran importancia como movimiento educativo, el krausismo de Julián Sanz del Río, el
cual tuvo en Francisco Giner de los Ríos al mejor de sus discípulos y el que creó la Institución Libre de Enseñanza, que
impartía una enseñanza creativa, de calidad y en libertad. En los principios de esa institución se educaron españoles
tan ilustres como Buñuel, García Lorca o Dalí”. En la misma página se define así el krausismo: “Además de ser el movimiento filosófico que desarrollar las ideas del filósofo idealista Kart Krause, en España, el krausismo se convirtió en un
movimiento de renovación cultural que tuvo una gran importancia en la vida intelectual española de finales del siglo XIX.
Los krausistas tuvieron un destacado papel en la fundación de la Institución Libre de Enseñanza[…]”.
4. LA ESCUELA DE MADRID Y SUS AUTORES
“Escuela de Madrid (filosofía), denominación acuñada por el filósofo Julián Marías para designar al conjunto de
pensadores españoles que, bajo el influjo de José Ortega y Gasset, y desde la Facultad de Filosofía y Letras de la antigua Universidad Central de Madrid, ejerció una notable influencia en la historia de las ideas de su país durante el primer
tercio del siglo XX.
El núcleo inicial de la llamada Escuela de Madrid estuvo constituido por tres pensadores relevantes: Ortega y
Gasset, Manuel García Morente y Xavier Zubiri. Fueron especialmente el segundo de los citados, catedrático de Ética
desde 1912 en la antedicha facultad y su decano desde 1931, y Ortega, catedrático de Metafísica en la misma desde
1910 hasta 1936 y referente intelectual de la Escuela, los que emprendieron con decisión la atractiva tarea de intentar la
renovación filosófica del pensamiento español. A ellos deben ser añadidos otros autores, como María Zambrano, José
Gaos y el propio Julián Marías, influidos igualmente por las enseñanzas orteguianas. No es fácil encontrar rasgos comunes en los miembros de la Escuela de Madrid, ya que no formaron una tradición de pensamiento determinada. Sin
embargo, es necesario destacar el ascendiente que sobre todos ellos tuvo la obra de Ortega publicada con anterioridad
a 1936. Entre sus grandes aportaciones deben citarse: la introducción en España de las ideas de los pensadores británicos, franceses y alemanes más significativos del momento; el cultivo de un modo peculiar de expresión filosófica y el
gusto por el ensayo; la atención a las circunstancias prácticas y éticas de la filosofía (por clara derivación del raciovitalismo de Ortega); y la decidida vocación de influir en la vida social y política de su país.
La Guerra Civil (1936-1939) supuso el final de la Escuela de Madrid y el inicio de una época de oscuridad en las
ideas españolas. Muchos de sus representantes debieron exiliarse en otros países (Zambrano, Gaos y Manuel Granell,
entre otros) o quedar sometidos a un doloroso exilio interior (fue el caso de Zubiri). Filósofos posteriores, como José
Luis López Aranguren o Pedro Laín Entralgo, pueden ser considerados, en algún sentido, herederos de esta serie de
autores […].” (Microsoft ® Encarta ® 2006)
“Manuel García Morente (1888-1942), filósofo español. Su actividad docente, su pensamiento y su obra tendieron
de forma notable a intentar la renovación del pensamiento español durante las primeras décadas del siglo XX.
Nacido en Arjonilla (Jaén), cursó estudios en la Universidad de Burdeos (Francia), centro por el que se licenció en
Letras. Poco después inició su actividad docente en la Residencia de Estudiantes […]. Becado para ampliar su formación, viajó a Alemania, donde se impregnó del neokantismo de la Escuela de Marburgo tras estudiar en la universidad
de dicha ciudad. En 1912 defendió su tesis doctoral (La estética de Kant) y ganó la cátedra de Ética de la Facultad de
Filosofía y Letras de la Universidad Central de Madrid. Nombrado rector de esta institución en 1931, […] fue colega de
enseñanza de José Ortega y Gasset […]. A ambos se debe principalmente (aunque otros autores colaboraron en su
formación) el nacimiento de una corriente de pensamiento que Julián Marías denominaría Escuela de Madrid, caracterizada por intentar que el panorama intelectual de su país ingresara en la contemporaneidad. De hecho, sus cursos de
filosofía, así como su conocimiento y difusión de la tradición alemana, ejercieron una notable influencia en la España de
la II República.
En 1937, cuando residía en París (Francia), vivió una profunda transformación espiritual que condujo a su conversión al catolicismo. Un año después se trasladó a Argentina, donde llegó a ocupar la cátedra de Gnoseología y Metafísica de la Universidad Nacional de Tucumán. Regresó a España y, después de haber ingresado en 1939 en el seminario de Madrid, fue ordenado sacerdote en 1940. Manuel García Morente falleció el 7 de diciembre de 1942 en Madrid.
Sus primeros trabajos estuvieron centrados en la figura de Immanuel Kant, sobre el cual versaron su ya citada tesis doctoral y su estudio La filosofía de Kant (1917), y del que realizó traducciones al español de dos de sus principales
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tratados, Crítica del juicio (1914) y Crítica de la razón práctica (1918). También analizó el pensamiento de Henri Bergson en otro de sus libros más notables, La filosofía de Bergson (1917). De esta forma, coadyuvó de forma decisiva a
que la comunidad filosófica española conociera algunas de las más importantes corrientes europeas de pensamiento.
En su obra de carácter más original, García Morente se planteó la diferencia entre las ideas de proceso y de progreso.
Pretendió, además, superar las diferencias entre realismo e idealismo, proponiendo una nueva síntesis de amplio alcance metafísico.
Además de las citadas, otras importantes obras suyas fueron: Ensayos sobre el progreso (1932), Lecciones preliminares de filosofía (1937), Idea de la hispanidad (1941) e Ideas para una filosofía de la historia de España (1958).”
(Microsoft ® Encarta ® 2006) Podéis leer sus conferencias sobre la “Idea de la Hispanidad” (Junio 1938) en
http://www.filosofia.org/his/h1938a1.htm
“Xavier Zubiri (1898-1983), filósofo español. Nacido en San Sebastián (Guipúzcoa), estudió Filosofía en las universidades de Madrid, Lovaina, Friburgo, Berlín, Munich y París. Posteriormente fue profesor de Historia de la Filosofía
en las de Madrid (1926-1936) y Barcelona (1940-1941). En 1941 se retiró de la enseñanza oficial y llevó una vida alejada y dedicada al estudio, que sólo abandonó de forma esporádica para impartir cursos privados.
Con una notable incidencia de la tradición escolástica, así como un detallado conocimiento de las aportaciones de
la lógica y de la filosofía de las ciencias contemporáneas, Zubiri desarrolló una amplia obra filosófica, en la que destacan sus investigaciones ontológicas. En sus primeras obras trató temas históricos, analizó ciertos aspectos de la física
contemporánea y planteó algunos rasgos de la que sería su filosofía de madurez, centrada en el estudio de la esencia.
A este periodo corresponderían Naturaleza, Historia, Dios (1944) y Sobre la esencia (1962). Según Zubiri, es posible
distinguir entre una „filosofía primera‟, que se ocupa de la realidad, de lo que „es de suyo‟, anterior a toda forma de ser.
La realidad es, pues, fundamental: es el primer inteligible y se da como „realidad sentida‟. Tras analizar el carácter de la
realidad, Zubiri se embarcó en el estudio de temas y en ámbitos tales como la antropología, la libertad y la voluntad. El
ser humano puede definirse como „animal de realidades‟ que posee una „inteligencia sentiente‟: su función primera
estriba en enfrentarse de un modo sentiente con la realidad de las cosas. Para Zubiri será, pues, necesario abordar el
análisis de la intelección humana, que es uno de los modos más eficaces que el hombre tiene de afrontar el mundo. A
este análisis dedicó los tres volúmenes de su gran trilogía Inteligencia sentiente: Inteligencia y realidad (1980), Inteligencia y logos (1982) e Inteligencia y razón (1983). La inteligencia permite que el ser humano realice la aprehensión
primera de las cosas como reales. Esta aprehensión se expresa mediante el logos, que sólo supone una manifestación
lógica de las cosas reales, pero no equivale a su conocimiento. El nivel de la razón es el nivel más importante de apertura a la realidad: permite superar el mero entendimiento racional y llegar al conocimiento. Mediante la razón se conoce
de verdad lo que es la realidad y se alcanza el sentido de la existencia humana como religada y abierta a la trascendencia.
Su pensamiento ha influido en algunos ámbitos de la filosofía española contemporánea, gracias especialmente a
las actividades realizadas por la Fundación Xavier Zubiri […].” (Microsoft ® Encarta ® 2006). Podéis encontrar más
información en la página de la Fundación Xavier Zubiri: http://www.zubiri.net/portada2/.
“José Gaos (1900-1969), filósofo español, nacionalizado mexicano. Preocupado por la que denominó „filosofía de
la filosofía‟, sus tesis ejercieron una notable influencia en el conjunto de la filosofía española e hispanoamericana durante buena parte del siglo XX.
José Gaos y González Pola nació en Ablaña (Asturias). Cursó estudios superiores de Filosofía en las universidades de Valencia y Central de Madrid, centro este último por el que se licenció en 1923 y se doctoró en 1928 (con una
tesis titulada La crítica del psicologismo en Huserl). Fue catedrático de Filosofía en la Universidad Central de Madrid
desde 1932 y rector de la misma desde 1936 hasta 1938, es decir, durante casi todo el periodo de duración de la Guerra Civil española. Afiliado al Partido Socialista Obrero Español (PSOE) desde 1933, el devenir del citado conflicto determinó que en 1938 se exiliara en México. Participó en la consolidación de la Casa de España en México, institución
que en 1940 se convirtió en El Colegio de México y cuyo motivo fundacional fue acoger a los intelectuales españoles
exiliados, para los cuales Gaos, uno de ellos, acuñó el término de transterrados. Nacionalizado mexicano en 1941, fue
catedrático en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) desde 1939 (emérito desde 1960) y en esta institución realizó una importante labor pedagógica que irradió una notable influencia sobre posteriores generaciones de
filósofos mexicanos. También impartió clases en distintos centros de estudio y universidades de México, Guatemala (en
1945 fundó la Facultad de Humanidades de la Universidad de San Carlos), Cuba y Venezuela. José Gaos falleció en
1969 en la ciudad de México.
Discípulo de José Ortega y Gasset, la preocupación esencial de Gaos estribó en el análisis de la filosofía como
actividad, considerándola una verdadera vocación dotada de un carácter personal. Ahora bien, esta vocación tiene un
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Tema 9: Ortega y Gasset
2º Bachillerato * Colegio “La Inmaculada” * Maristas Granada * FILOSOFÍA - II
carácter especial, ya que siempre es vocación hacia un fracaso, pues la filosofía no puede completarse nunca. De ahí
que desempeñar la actividad filosófica supone asumir su carácter de necesario fracaso, que termina casi siempre con el
tono de una confesión personal que resulta difícil comunicar de modo objetivo y universalmente válido. De este hecho
deriva el talante personal de muchos de sus escritos originales, así como el interés que mantuvo siempre por mostrar
las condiciones subjetivas del pensamiento de los grandes filósofos. Para Gaos era necesario, sin embargo, que la
filosofía se atuviera a los fenómenos, defendiendo una particular postura fenomenológica que dejaba sentir la influencia
de Edmund Husserl, especialmente en Introducción a la fenomenología (1960) y De la filosofía (1962). Influido por el
existencialismo (fue el traductor al español de la obra de los grandes filósofos alemanes de esta tendencia), diseñó
también una teoría del sujeto humano en Del hombre (1970), en la que destaca la relevancia de la expresión humana.
Desempeñó también una importante labor como historiador de las ideas, traductor y antólogo. En el primero de los
citados aspectos merecen especial mención, por su originalidad, sus escritos titulados Filosofía de la filosofía e historia
de la filosofía (1947) e Historia de nuestra idea del mundo (1973), así como sus diversos estudios de la historia del
pensamiento latinoamericano y mexicano (El pensamiento hispanoamericano, 1944; Pensamiento de lengua española,
1945; En torno a la filosofía mexicana, 2 vols., 1952-1953; Filosofía mexicana de nuestros días, 1954; y Sobre Ortega y
Gasset y otros trabajos de historia de las ideas en España y la América española, 1957). Su actividad como traductor
original alcanzó una de sus máximas cotas en 1951, año en que introdujo en español El ser y el tiempo, obra de Martin
Heidegger. Otras obras […] fueron: Dos ideas de la filosofía (1940), La filosofía de Maimónides (1940), Dos exclusivas
del hombre: la mano y el tiempo (1945), Confesiones profesionales (1958), Orígenes de la filosofía y de su historia
(1960) y Las „Críticas‟ de Kant (1962).
En torno al magisterio y a las tesis filosóficas de José Gaos se formaron algunos de los más destacados filósofos
mexicanos de los años centrales del siglo XX, entre ellos José Sánchez Villaseñor […], Juan Manuel Terán Mata, Emilio
Uranga, Fernando Salmerón […], Leopoldo Zea y Luis Villoro. Realmente, más que un grupo de discípulos, lo que los
planteamientos gaosianos terminaron por constituir fue una auténtica escuela o corriente de pensamiento centrada en lo
original y autóctono mexicano (tendencia en la que también fueron decisivas las aportaciones de Samuel Ramos y Alfonso Reyes), que cristalizó en la formación del denominado Grupo Hiperión.” (Microsoft ® Encarta ® 2006)
“Julián Marías (1914-2005), filósofo español. Nacido en Valladolid, se trasladó con su familia a Madrid en 1919.
Estudió Filosofía y Letras en la Universidad de Madrid. Participó en la Guerra Civil en el bando republicano y, tras la
contienda, fue vetado por el régimen franquista. Publicó su primera obra Historia de la filosofía, en 1941. Miembro de la
llamada „Escuela de Madrid‟, fue discípulo de Xavier Zubiri, Manuel García Morente y, ante todo, de José Ortega y Gasset, con quien fundó en 1948 el Instituto de Humanidades de Madrid. En 1951 obtuvo el doctorado y ese mismo año
trabajó como profesor en el Wellesley College de Estados Unidos. Ha impartido conferencias en universidades e instituciones de toda Europa y América, y ha colaborado en diversas publicaciones, como en el diario ABC. En 1965 ingresó
en la Real Academia Española. Fue senador por designación real entre 1977 y 1979. Entre los muchos galardones que
ha recibido se encuentran el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades (1996) y el Premio Menéndez Pelayo (2002).
Su obra filosófica está presidida por el concepto de „razón vital‟, en la tradición de Ortega. La filosofía es siempre
una tarea humana, está unida a las circunstancias de la vida real y debe tener siempre un carácter radical. Esta radicalidad le obliga a no encontrar más certezas que las presentes en la propia actividad filosófica y debe ofrecer razones
para entender la realidad. La filosofía además debe tener un carácter sistemático y considerar siempre las circunstancias de la vida. Es necesario destacar las aportaciones de Marías a la antropología filosófica, en especial a lo que denomina „estructura de la vida humana‟. Esta estructura de carácter empírico hace referencia a dos elementos que se
entrelazan: las experiencias concretas de la vida cotidiana se unen al carácter circunstancial en el que ésta se desarrolla. Es esta estructura la que Marías identifica con la metafísica misma, que siempre debe tener un carácter vital y circunstancial. El método aplicado es el método orteguiano de la razón vital. La metafísica es por ello una „ciencia de la
radicación‟ que se encuentra abierta al problema de la trascendencia.
La amplia obra de Julián Marías ha ejercido cierta influencia en la vida cultural y pública española de los últimos
40 años. Entre sus muchos títulos cabe destacar: Miguel de Unamuno (1943), Introducción a la filosofía (1947), El
método histórico de las generaciones (1949), Ensayos de convivencia (1955), El intelectual y su mundo (1956), El oficio
del pensamiento (1958), El tiempo que ni vuelve ni tropieza (1964), Antropología metafísica (1970), La mujer del siglo
XX (1980), Breve tratado de la ilusión (1984), España inteligible (1985), La mujer y su sombra (1986), Una vida presente. Memorias (1988-1989), Cervantes, clave española (1990), La educación sentimental (1992), Mapa del mundo personal (1993) y España ante la historia y ante sí misma (1996).” (Microsoft ® Encarta ® 2006) Más información en
http://www.filosofia.org/ave/001/a064.htm
Tema 9: Ortega y Gasset
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6. MÁS SOBRE “YO SOY YO Y MI CIRCUNSTANCIA”
Tomado de http://www.webdianoia.com/contemporanea/ortega/ortega_fil_intro.htm
“ „Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo. Benefac loco illi quo natus est, leemos en la
Biblia. Y en la escuela platónica se nos da como empresa de toda cultura, ésta: „salvar las apariencias‟, los fenómenos.
Es decir, buscar el sentido de lo que nos rodea.‟
¿Qué nos quiere decir Ortega con esta frase? Todos los comentadores de su obra suelen referirse a ella como el
núcleo de su pensamiento, una frase en la que Ortega nos ofrece el descubrimiento de que la vida del hombre está
inmersa en un conjunto de elementos que constituyen su "circunstancia". La misma cita de la Biblia y la referencia a la
escuela platónica han sido tomadas como las dos circunstancias históricas y culturales en las que se halla inmerso el
hombre occidental: la tradición judeo-cristiana y la filosofía griega. Pero el circunstancialismo de Ortega no se limita a
ese conjunto de elementos que, desde perspectivas históricas, culturales y sociales, nos constituyen, sino que incluye
también en nuestra „circunstancia‟ cualquier otro elemento de la vida cotidiana, particular y propio del sujeto al que le
afecta y que, con tanto derecho como los anteriores, le constituye en su individualidad radical y originaria. La consecuencia será que no hay ningún dato de la realidad, por particular que se pueda considerar, que pueda quedar fuera de
la reflexión filosófica. En clara oposición, pues, a su objetivismo inicial, Ortega coincidirá con otras corrientes filosóficas
del siglo XX, como el vitalismo, el existencialismo o la fenomenología, en la consideración de la vida cotidiana como
material esencialmente filosófico, hasta el punto de intentar convertir dicha reflexión en su método filosófico. Habrá que
partir de las cosas que nos son próximas, de las cosas que nos rodean, para poder retomar en su plena significación las
reflexiones filosóficas „tradicionales‟.
"El ser definitivo del mundo no es materia ni es alma, no es cosa alguna determinada, sino una perspectiva",
"...donde está mi pupila no hay ninguna otra." "...somos insustituibles".
El circunstancialismo de Ortega no se limita a subrayar el hecho de que además del yo hay que contar con las circunstancias en las que éste se halla inmerso (particulares, históricas, sociales...), sino que supone también la acción del
sujeto para dar "sentido" a esas circunstancias. Esa búsqueda del sentido de lo que nos rodea le lleva a señalar la tradición judeo-cristiana y la filosofía griega como los dos elementos o circunstancias modeladoras del hombre occidental,
a las que deben añadirse las circunstancias particulares del yo, aparentemente de menor entidad, o casi sin entidad,
pero cercanas al yo, que confieren sentido a la realidad que le rodea con tanto rigor como las anteriormente señaladas.
Ello llevará a Ortega a reflexionar sobre temas aparentemente ajenos a la filosofía, como la esencia de la caza, la meditación sobre un marco, o el Guadarrama, es decir, sobre "un hombre, un libro, un cuadro, un paisaje, un error, un dolor"
(Obras completas, I, pág. 311). De hecho, ese va a ser el método filosófico de Ortega: partir de las cosas más próximas,
que nos rodean, para alcanzar las más lejanas, que encontramos tratadas bajo la forma de los problemas filosóficos
tradicionales. Eso supondrá el reconocimiento de una jerarquización de las circunstancias (de por sí cambiantes e innumerables) en función de su "cercanía": la reflexión filosófica ha de empezar por lo más próximo, lo más cercano al yo.
¿Qué ocurre entonces con la verdad? Ortega se opone a las pretensiones del racionalismo acerca de la existencia
de una verdad absoluta, ajena a lo temporal, a lo circunstancial, y afirmará justamente lo contrario: la verdad se da
siempre desde las circunstancias en las que el yo se ve inmerso, desde su propia vida. La realidad es siempre captada
desde las circunstancias del yo, y la verdad consistirá en saber dar cuenta de esa realidad desde esas circunstancias
(que son circunstancias vitales) en las que se halla inmerso el yo. El ejemplo de la sierra del Guadarrama le sirve para
ilustrar su posición de un modo muy gráfico: mirada la sierra desde Madrid no es lo mismo que mirada desde Segovia.
¿Cuál es la mirada verdadera, la visión verdadera? No tiene sentido esta pregunta, como si se pretendiera tener una
visión "única" de las dos vertientes que no es posible bajo ninguna consideración. Quien mira la sierra desde Madrid
tiene una visión tan verdadera de ella como quien la ve desde Segovia, por lo que las dos perspectivas de la sierra son
verdaderas. Sin embargo, dice Ortega, las dos miradas, las dos perspectivas, se complementan, siendo cada una de
ellas distinta e insustituible. Es precisamente esa complementariedad de las perspectivas lo que aleja la posición perspectivista de Ortega del relativismo y el escepticismo.
El racionalismo pretendía obtener el conocimiento de una verdad atemporal, al margen de toda consideración
concreta, (histórica, social o personal), una verdad eterna e inmutable que nos ofreciera la esencia de la realidad, proponiendo un claro alejamiento de lo concreto, de lo personal, de lo vital. El escepticismo, por su parte, según lo caracteriza Ortega, se instala en la fugacidad de lo concreto, de lo inmediato y, apoyándose en esa fugacidad, niega la posibilidad de conocer la verdad, dado que la experiencia humana sobre el tema pone de manifiesto la aparición de posturas
opuestas, contrarias, y la permanente disputa entre las distintas explicaciones de lo real, lo que se toma por una prueba
de que la verdad es inalcanzable. El racionalismo conduce, pues, a la elaboración de una teoría abstracta, despojada
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de toda referencia a lo concreto, a la vida del hombre. El escepticismo, por el contrario, renuncia simplemente a la posibilidad de elaborar una teoría.
El perspectivismo pretende resolver el conflicto, admitiendo el carácter múltiple y cambiante de la realidad de la
que es posible tener, pues, múltiples perspectivas, pero considerando también que esa multiplicidad puede ser "unificada" mediante algún principio rector, al que se refiere Ortega al hablar de la complementariedad de las perspectivas. La
verdad será, pues, el resultado progresivo de la unificación de las perspectivas.
Por lo demás, si todas las perspectivas tienen validez, en cuanto tales, eso nos lleva a reconocer el papel de otros
seres humanos en la construcción de la verdad, dado que su perspectiva, aunque aparentemente opuesta a la mía, es
necesaria para alcanzar el conocimiento de esa verdad "objetiva". A diferencia de lo que ocurría en la primera fase de
su pensamiento, el individualismo no es ya un obstáculo para la consecución de la objetividad, sino un elemento necesario para ello. Si aplicamos el perspectivismo al campo de lo moral y lo social, se pone de manifiesto la necesaria tolerancia como valor fundamental para el ser humano, en la medida en que cada cual ha de ser capaz de reconocer el
carácter "complementario" de las perspectivas ajenas, de la diferencia y la individualidad de los demás, como factor
esencial de convivencia social, subrayando así el carácter parcial y complementario de toda perspectiva.
7. EXISTENCIALISMO (tomado Microsoft ® Encarta ® 2006. © 1993-2005 Microsoft Corporation)
“1. INTRODUCCIÓN
Existencialismo, movimiento filosófico que resalta el papel crucial de la existencia, de la libertad y de la elección
individual, y que gozó de gran influencia en distintos pensadores y escritores de los siglos XIX y XX.
2. TEMAS PRINCIPALES
Debido a la diversidad de posiciones que se asocian al existencialismo, el término no puede ser definido con precisión. Se pueden identificar, sin embargo, algunos temas comunes en todos los autores existencialistas. El término en
sí mismo sugiere uno principal: el énfasis puesto en la existencia individual concreta y, en consecuencia, en la subjetividad, la libertad individual y los conflictos de la elección.
2. INDIVIDUALISMO MORAL
La mayoría de los filósofos desde Platón ha mantenido que el bien ético más elevado es el mismo para todos: en
la medida en que uno se acerca a la perfección moral, se parece a los demás individuos perfectos en el plano moral. El
filósofo danés del siglo XIX Søren Kierkegaard, el primer escritor que se calificó de existencialista, reaccionó contra esta
tradición al insistir en que el bien más elevado para el individuo es encontrar su propia y única vocación. Como escribió
en su diario: “Tengo que encontrar una verdad que sea verdadera para mí... la idea por la que pueda vivir o morir”.
Otros escritores existencialistas se han hecho eco de la creencia de Kierkegaard de que el individuo ha de elegir el
camino propio sin la ayuda de modelos universales y objetivos. En contra de la idea tradicional de que la elección moral
implica un juicio objetivo sobre el bien y el mal, los existencialistas han afirmado que no se puede encontrar ninguna
base objetiva, racional, para defender las decisiones morales. También durante el siglo XIX, el filósofo alemán Friedrich
Nietzsche sostuvo que el individuo tiene que decidir qué situaciones deben ser consideradas como morales.
3. SUBJETIVIDAD
Todos los existencialistas han seguido a Kierkegaard al resaltar la importancia de la acción individual apasionada
al decidir sobre la moral y la verdad. Han insistido, por tanto, en que la experiencia personal y la actuación según las
propias convicciones constituyen los factores esenciales para llegar a la verdad. Así, la comprensión de una situación
por parte de alguien que está comprometido en esa situación es más elevada que la del observador indiferente, objetivo. Este énfasis puesto en la perspectiva del agente individual ha hecho que los existencialistas sean suspicaces respecto al razonamiento sistemático. Kierkegaard, Nietzsche y otros fueron, de un modo intencionado, no sistemáticos en
la exposición de sus filosofías y prefirieron expresarse mediante aforismos, diálogos, parábolas y otras formas literarias.
A pesar de su posición antirracionalista de partida, no se puede decir que los existencialistas fueran irracionales en el
sentido de negar toda validez al pensamiento racional. Han mantenido que la claridad racional es deseable allí donde
sea posible, pero que las materias más importantes de la vida no son accesibles a la razón o a la ciencia. Además, han
sostenido que incluso la ciencia no es tan racional como se supone. Nietzsche, por ejemplo, afirmó que la visión científica de un Universo ordenado es para la mayoría una ficción práctica, una entelequia.
4.ELECCIÓN Y COMPROMISO
Tal vez el tema más destacado en la filosofía existencialista es el de la elección. La primera característica del ser
humano, según la mayoría de los existencialistas, es la libertad para elegir. Mantienen que los seres humanos no tienen
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una naturaleza inmutable, o esencia, como tienen otros animales o plantas; cada ser humano hace elecciones que
conforman su propia naturaleza. Según la formulación del filósofo francés Jean-Paul Sartre, la existencia precede a la
esencia. La elección es, por lo tanto, fundamental en la existencia humana y es ineludible; incluso la negativa a elegir
implica ya una elección. La libertad de elección conlleva compromiso y responsabilidad. Los existencialistas han expuesto que, como los individuos son libres de escoger su propio camino, tienen que aceptar el riesgo y la responsabilidad de seguir su compromiso dondequiera que éste les lleve.
5. TEMOR Y ANGUSTIA
Kierkegaard mantenía que es crucial para el espíritu reconocer que uno tiene miedo no sólo de objetos específicos sino también un sentimiento de aprehensión general, que llamó “temor”. Lo interpretó como la forma que tenía Dios
de pedir a cada individuo un compromiso para adoptar un tipo de vida personal válido. El concepto de angustia posee
un papel decisivo y similar en las obras del filósofo alemán Martin Heidegger; la angustia lleva a la confrontación del
individuo con la nada y con la imposibilidad de encontrar una justificación última para la elección que la persona tiene
que hacer. En la filosofía de Sartre, la palabra “náusea” se utiliza para el reconocimiento que realiza el individuo de la
contingencia del Universo, y el término “angustia” para el reconocimiento de la libertad total de elección a la que hace
frente el hombre en cada momento.
6. HISTORIA
El existencialismo es un movimiento filosófico y literario propio de los siglos XIX y XX, pero se pueden encontrar
elementos existencialistas en el pensamiento (y vida) de Sócrates, en la Biblia y en la obra de muchos filósofos y escritores anteriores a la edad contemporánea: Blaise Pascal […], Søren Kierkegaard […],Friedrich Nietzsche […], Martin
Heidegger […], Jean-Paul Sartre […].
6. EXISTENCIALISMO Y TEOLOGÍA
A pesar de que el pensamiento existencialista engloba el ateísmo absoluto de Nietzsche y Sartre y el agnosticismo de Heidegger, su origen en las meditaciones religiosas de Pascal y Kierkegaard hizo presagiar su gran influencia en
la teología del siglo XX. El filósofo alemán Karl Jaspers, aunque rechazó las doctrinas religiosas ortodoxas, influyó en la
teología moderna con su preocupación por la trascendencia y los límites de la experiencia humana. Los teólogos protestantes alemanes Paul Johannes Tillich y Rudolf Bultmann, el teólogo católico francés Gabriel Marcel, el filósofo ruso
Nikolái Alexándrovich Berdiáiev y el filósofo judío Martin Buber heredaron muchas de las inquietudes de Kierkegaard, en
particular respecto a la creencia de que un sentido personal de la autenticidad y del compromiso resulta esencial para la
fe religiosa.
7. EXISTENCIALISMO Y LITERATURA
Algunos filósofos existencialistas hallaron en la literatura el camino idóneo para transmitir su pensamiento. Así, el
existencialismo ha sido un movimiento tan vital y amplio en literatura como en filosofía. El novelista ruso del siglo XIX
Fiódor Dostoievski es quizá el mayor representante de la literatura existencialista. En Memorias del subsuelo (1864), el
enajenado antihéroe está enfadado ante las pretensiones optimistas del humanismo racionalista. La idea de la naturaleza humana que surge en esta y en otras novelas de Dostoievski consiste en que es imprevisible, perversa y autodestructiva; sólo el amor cristiano puede salvar a la humanidad de sí misma, pero ese amor no puede ser entendido desde
la sensibilidad filosófica. Como dice el personaje de Aliosha en Los hermanos Karamazov (1879-1880): “tenemos que
amar la vida más que el significado de la misma”.
En el siglo XX, las novelas del escritor checo Franz Kafka, como El proceso (1925), El castillo (1926) y América
(1927), presentan hombres aislados y enfrentados a burocracias inmensas, laberínticas y genocidas; los temas de Kafka de la angustia, la culpa y la soledad reflejan la influencia de Kierkegaard, Dostoievski y Nietzsche. También se puede
apreciar la influencia de Nietzsche en las novelas del escritor francés André Malraux y en las obras de teatro de Sartre.
Los escritos de Albert Camus están asociados a este movimiento debido a la importancia que en ellos tienen temas
como el absurdo y la futilidad de la existencia, la indiferencia del Universo y la necesidad del compromiso en una causa
justa. También se reflejan conflictos existencialistas en el teatro del absurdo, sobre todo en las obras de Samuel Beckett
y Eugène Ionesco. En Estados Unidos, la influencia del existencialismo en la literatura ha sido más indirecta y difusa,
pero se pueden encontrar trazas del pensamiento de Kierkegaard en las novelas de Walker Percy y John Updike, y
temas existencialistas en las obra de escritores como Norman Mailer, John Barth y Arthur Miller.
En el ámbito español y latinoamericano el existencialismo ha ejercido una gran influencia y, bajo la inspiración de
Heidegger y Sartre, ha planteado propuestas originales. Especialmente en América Latina, donde la filosofía existencial
se unió a la búsqueda de una filosofía propiamente latinoamericana.”
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