ALCANZANDO LA SALVACION. “Id por

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ALCANZANDO LA SALVACION. Ciertamente la salvación se alcanza mediante la fe, no por obras
humanas que nosotros hubiésemos hecho para ser merecedores de tan grande salvación, ni
siquiera por el cumplir las obras de la ley; sino que por la sola fe en el Señor Jesucristo. “Id por
todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será
salvo; mas el que no creyere, será condenado.” (Mr.16:15-16) El mensaje del evangelio, es por
tanto, el medio de salvación que Dios a manifestado; pero al mismo tiempo, el rechazar este
mensaje es señal de condenación, ya que no se ha creído en el Señor Jesucristo, quién ha pagado
el precio por la salvación de toda la humanidad. “El que en él cree, no es condenado; pero el que
no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. Y
esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la
luz, porque sus obras eran malas.” (Jn.3:18-19) Ahora, si nos preguntamos ¿de qué hemos sido
salvos? O ¿qué es la condenación?, veamos lo que está escrito acerca de la condenación eterna: “Y
la bestia fue apresada, y con ella el falso profeta que había hecho delante de ella las señales con
las cuales había engañado a los que recibieron la marca de la bestia, y habían adorado su
imagen. Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde con azufre.”
(Ap.19:20) “Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde estaban
la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos.”
(Ap.20:10) “Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y
hechiceros, los idolatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y
azufre, que es la muerte segunda.” (Ap.21:8) De esta condenación eterna nos ha librado el Señor
Jesús con su sacrificio, para perdonar todos nuestros pecados y guiarnos a una nueva vida limpia y
de santidad, agradable delante de Dios.
Esta gran salvación que Dios nos ha dado mediante la fe en su Hijo Jesucristo, debe ser bien
entendida en cuanto a su real significado. Notemos el siguiente pasaje: “Porque por gracia sois
salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que
nadie se gloríe.” (Ef.2:8-9) Al decir que la salvación es por fe, estamos diciendo que creemos en
una promesa de Dios, que la fe es tener la certeza de algo que voy a recibir, y creo que aquel que
lo prometió es verdadero y fiel para cumplir su palabra. Entonces tenemos la certeza de nuestra
salvación, pero basada en la fe en la palabra de Dios, pero esta salvación será manifestada el día
del Señor Jesucristo, en su venida y la resurrección de los que le esperan. “Porque en esperanza
fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué
esperarlo? Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos.” (Ro.8:24-25) Esto
es la salvación, una esperanza que tenemos en Cristo, basados en la fidelidad de su palabra, y
amando esa palabra que ha sido un verdadero tesoro para nuestro corazón. Notaremos que la
salvación es real cuando la palabra es recibida en el corazón y desde allí esa palabra estará
gobernando y guiando la vida del nuevo creyente. “Porque con el corazón se cree para justicia,
pero con la boca se confiesa para salvación.” (Ro.10:10)
Siempre que se trate el tema de la salvación, hemos de enfatizar como algo fundamental, la
importancia de perseverar en la fe para alcanzar esa salvación prometida. No se puede tener fe
por un momento y luego negar la fe y seguir siendo salvo, esto es un error gravísimo. El que cree
en el Señor Jesucristo, ha de creer en él desde el primer día y hasta el día de su partida de este
mundo. “Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la
verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y
hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios...” (He.10:26-31) “Mas el justo vivirá por fe;
y si retrocediere, no agradará a mi alma. Pero nosotros no somos de los que retroceden para
perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma.” (He.10:38-39) Vemos que el
tener fe implica no retroceder en el camino de salvación. Para vencer el pecado, es necesario
permanecer en Cristo, de otra manera jamás el hombre puede ser libre de tal esclavitud. “Si
vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la
verdad y la verdad os hará libres.” (Jn.8:31-32) “El esclavo no queda en la casa para siempre; el
hijo sí queda para siempre.” (Jn.8:35) Entonces, aquel que es esclavo de pecado, no puede
heredar el reino, solo los hijos son dignos de él, pero para ser hijos hay que ser libres de pecado.
“Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece
en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios. En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los
hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios.”
(1Jn.3:9-10) Por tanto, así dice el Señor: “Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace,
le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca.” (Mt.7:24) El que está
sobre la roca es salvo, edificó en el fundamento eterno, la roca sólida, la cual es Jesucristo y sus
palabras. Si alguno está sobre este fundamento es salvo, pero si alguno le oye y no le obedece,
entonces ¿cómo, pues, podría alcanzar salvación sin fe?
Notaremos cómo nos describe la palabra de Dios la salvación: “…para una herencia incorruptible,
incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros, que sois guardados por el
poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser
manifestada en el tiempo postrero.” (1P.1:4-5) y en cuanto a la fe, se nos dice que esta debe ser
probada, a fin de que sea hallada más preciosa que el oro fino: “Para que sometida a prueba
vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea
hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo, a quien amáis sin haberle
visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso;
obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas.” (1P.1:7-9) Por lo tanto, es
necesario que todo creyente sea probado, a fin de que sea manifestada su fe y purificada
mediante la prueba. “Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya
resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman.”
(Stg.1:12) Podremos apreciar que el creyente ha de soportar toda prueba y mantenerse fiel al
Señor, ya que son muchos los que se apartan de la verdad y niegan al Señor con sus hechos. Por lo
que un verdadero creyente, que da testimonio de su salvación, ha de soportar todas las pruebas
que se describen en la palabra de Dios, y aun así permanecer fiel a la fe que ha confesado:
“Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por
causa de mi nombre. Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros
se aborrecerán. Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; y por haberse
multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. Mas el que persevere hasta el fin, este
será salvo.” (Mt.24:9-13) Este pasaje describe en forma detallada, toda prueba, aflicciones,
engaños, persecuciones, en las cuales un creyente ha de perseverar en la fe hasta el fin. Esta es
evidencia de salvación.
Ahora, un creyente nacido de Dios, puede tener plena certeza de su salvación, y descansar en
aquel que comenzó en él la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo. Así lo dice el
Señor, refiriéndose a sus ovejas: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les
doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las
dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.” (Jn.10:27-29) La
salvación es una obra soberana de Dios, y solo él puede obrar en el corazón de los hombres,
porque él los conoce desde la fundación del mundo. Esto dijo el Señor Jesús acerca de sus
discípulos: “Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos
son.” (Jn.10:9) Y en cuanto a los que se apartan de la verdad, dijo así el Señor: “Pero hay algunos
de vosotros que no creen. Porque Jesús sabía desde el principio, quienes eran los que no creían, y
quien le había de entregar.” Por lo que Dios conoce a los que son suyos y en ellos se manifiesta la
obra de la fe, que es la santificación de sus vidas, dando testimonio de su salvación.
Pastor Adolfo Espinoza
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