28th Ord(C)

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28º DOMINGO en TIEMPO ORD. (C-3)
(7:30 & 11:00) Quiero influir.
Un gran autor, Leo Buscaglia, en su libro: Living, Loving, and
Learning, dijo: “El propósito de ser humano es valer, hacer una diferencia
por haber vivido.” Me encanta esta idea y la uso mucho. Cuando mi director
espiritual me preguntó hace 20 años: “¿Qué te gustaría que diga tu tumba?”
Le contesté, “Este influyó en las vidas de los demás.”
¿Saben que esto es lo que todos deseamos: que gente note y que
sean respetuosos por ser humanos, y no ser tratarnos como cosas que
merecen ser temidos o evitados. El ejemplar de exclusión es el leproso
en el día de Jesús, y, hoy día, el que tiene CIDA o SARS.
No se necesita mucho para hacernos sentir que hemos perdido
nuestra dignidad. Nuestros padres o maestros a veces dicen o hacen
cosas que destruye nuestro auto-estima. A veces son amigos o
compadres que nos dañan profundamente, aun sin saberlo. Nuestros
mejores amigos o “compas” a dicen cosas que nos dañan. A veces curas o
religiosos nos maltratan o demuestran falta de compasión. Y hoy, en los
EEUU, gobiernos e iglesias discriminan contra emigrantes, gays, los sin
hogar, y Musulmanes, como no merecedores de respeto. Y por eso
estamos aquí, para sentirnos en casa, acogidos, aceptados y valorados.
Los leprosos vivían en comunidad por compartir la misma
enfermedad. Aunque los judíos y samaritanos se odiaban, formaron una
comunidad por la lepra. Sin embargo querían sentirse enteros, y lo
recibieron al pedirle a Jesús por su misericordia. Jesús escuchó sus
súplicas, y los trata con compasión, y los manda a sus sacerdotes para
que comprueben que han sido sanados. A estos, hambriento de contacto,
de afecto, y de pertenecer, Jesús les regresa su dignidad. Pueden ya
regresar a sus hogares, a sus iglesias, y a sus pueblos. Pueden ir sin el
miedo de ser excluidos o burlados. El samaritano fue sanado de todo por
ser gracioso y por hacerse discípulo de Jesús.
1
¿Hay partes de nuestras vidas en que sentimos exclusión o burla?
¿Somos gente que excluye y se burla de otros? Si sí, entonces hay que
pedirle a Jesús por su misericordia y perdón ahora mismo. Ya lo hicimos
en el Rito Penitencial, pero ahora que hemos identificado mejor nuestra
necesidad de ser sanados, tal vez pudiéramos pedirle a Jesús por su
misericordia y compasión.
¿En que pudiéramos ser perdonados? Tal vez del cargo del yugo de
no perdonar algún daño. Quizás no nos gusta nuestro cuerpo, mente o
alma. Tal vez hemos efectuado un aborto. Tal vez hemos mentido o
hemos sido infieles con nuestra pareja. Quizás estamos adictos al alcohol
o la droga, o pornografía, o el juego. Tal vez somos trabajocólicos. Tal
vez somos homofóbicos o tememos al emigrante. Dios prometió estar
con nosotros siempre, aun en medio del pecado o de lo que nos quita la
dignidad. ¿Pudiéramos confiar en la promesa de Dios y pedir su perdón?
Jesús nos enviará, como los leprosos, a ser sanados “en El Camino.”
“Eucaristía” significa tener gratitud. ¿Pudiéramos agradecerle a Dios por
lo que ha hecho, está haciendo, y que va a hacer por nosotros?
Un cura estaba viajando en tren. 2 hombres compartían su carro.
Uno se cayó con ataque de epilepsia. El otro lo abrazó y esperó hasta que
le pasara. Mientras esperaba, le contó al cura que habían estado los dos
en la guerra. Su amigo había arriesgado su vida para salvarle. Cuando se
enteró que le había venido la epilepsia, dejó su trabajo para cuidarlo.
“No fue nada,” le dijo al cura. “Después de lo que hizo por mí, no hay
nada que no hiciera por él.” (Adaptado de: “The Grateful Samaritan,” Dynamic Preaching, Vo. XVI, No. 4, pg. 14)
¡Qué gratitud por alguien que causó una diferencia! ¿Pudiéramos
identificar lo que Dios ha hecho, está haciendo y va a hacer por nosotros, y
luego responder con lo pedido? Empecemos con la eucaristía. “Eucaristía”
significa “Dar Gracias.” Demos gracias con una vida apostólica.
Jesús elevó al agradecido samaritano por su gratitud. Que lo haga Jesús
por nuestra gratitud y porque hemos influido en las vidas de los demás.
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