CAPÍTULO VII LA REFORMA LUTERANA FUERA DE ALEMANIA1 La influencia de Lutero llegó hasta mucho más allá de Alemania. Se sintió en Inglaterra, Francia, Escocia, Holanda, Polonia y Escandinavia. Inglaterra siguió su propio camino peculiar; Francia, Holanda y Escocia aceptaron, finalmente, la dirección de Calvino. En realidad, la reforma luterana, fuera de Alemania, quedó confinada únicamente a Escandinavia. En estos países escandinavos el despertar religioso estuvo ligado con movimientos políticos y sociales, mucho más que en cualquiera de los otros países. En realidad, la reforma de la iglesia fue iniciada por hombres que habían sido alumnos de Lutero en Witemberg o que recibieron de sus escritos el primer impulso; pero fue continuada y desarrollada, hasta que alcanzó el éxito, por los estadistas que vieron en ella el medio para librar a su pueblo de la anarquía política causada por la independencia presuntuosa y la turbulencia de los grandes señores eclesiásticos, y que, para reponer sus tesorerías exhaustas sin arruinar a los contribuyentes ya sobrecargados, se vieron casi obligados a dirigir sus miradas a las grandes posesiones de la iglesia. EN DINAMARCA Y NORUEGA Cuando Erico fue coronado rey de Dinamarca, Suecia y Noruega en el año 1397, los nobles que se habían reunido, representantes de los tres estados, aceptaron la célebre Unión de Calmar, que declaraba que los tres países se unirían bajo el gobierno de un solo soberano. El tratado era puramente dinástico; sus términos eran vagos; y nunca fue muy eficaz. Sin entrar en detalles, puede decirse que el rey estableció su residencia en Dinamarca, y gobernó para los intereses de ese país; también puede decirse que gobernó en Noruega; pero en Suecia su autoridad fue meramente nominal y, en ocasiones, ni aun eso. En la misma Dinamarca el gobierno monárquico era muy difícil. El rey de Escandinavia era electivo, y cada elección era una oportunidad para reducir los privilegios, la autoridad y la riqueza del soberano, y para aumentar la de los nobles y de los grandes eclesiásticos, que, siendo las clases privilegiadas, no estaban obligados a pagar los impuestos. En 1513 subió al trono Cristián II, sobrino del elector de Sajonia y hermano político del emperador Carlos V, y su asenso señala el comienzo de una nueva era que culminó con el triunfo de la Reforma en los tres países. Cristián era un hombre de grandes condiciones naturales, que sentía profundamente la condición miserable en que vivía el 1 Fuentes: BAAZIUS. lnventarium Eccles. Sveogothorum (1642): Pontoppidan, Annales ecclesæ Danicae, libros II, III (Copenhague, 1744, 1747). Obras posteriores: LAU, Geschichte der Reformation in Schleswig-Holstein (Hamburgo, 1867); WILSON, History of Church and State in Norway (Londres, 1903); WATSON, The Swedish Revolution under Gustavus Vasa (Cambridge, Massachusetts, 1889); WIEDLING, Schwedische Geschichte ím Zeitlater der Reformatíon (Gotha, 1882); Historia del Mundo en la Edad Moderna (Universidad de Cambridge), vol. IV, cap. VII. pueblo común dentro de sus dominios, causada por la mezquina tiranía de los nobles, eclesiásticos y seculares. Ningún príncipe reinante, exceptuando quizás a Jorge, duque de Sajonia, podía competir con él en erudición; pero era cruel; en pare por naturaleza y en parte por política. Había resuelto establecer su gobierno sobre los tres reinos en los que era rey nominal, y libertar al pueblo común de la opresión que soportaba, quebrantando el poder de los nobles y de los grandes eclesiásticos. La tarea era en extremo dificultosa, y él personalmente, no tuvo éxito; pero sus esfuerzos sentaron las bases sobre las que sus sucesores pudieron construir en seguridad. Empezó por conquistar a la rebelde Suecia, pero manchó su victoria por la masacre pérfida de los magnates suecos en Estocolmo (1520); hecho que, finalmente condujo a la separación de Suecia de Dinamarca. Después de haber consolidado, como él se imaginó, su poder de esta manera, llevó adelante sus planes de reforma. Se preocupó por estimular el comercio y la agricultura en Dinamarca; patrocinó la erudición. Escribió a su tío Federico, el elector de Sajonia en 1519 pidiéndole que le enviara predicadores instruidos por Lutero; y en respuesta a su pedido, recibió primero a Martín Reinhart y luego a Andrés Bodenstein de Carlstadt. Estos extranjeros, que sólo podían dirigirse al pueblo por medio de intérpretes, no causaron mucha impresión; pero el rey siguió propulsando la reforma. Publicó bajo su propia responsabilidad dos series de leyes que afectaban a los nobles y a la iglesia, sujetando a ambos bajo la férula del soberano. Ordenó que todos los conventos debían colocarse bajo la inspección episcopal. El clero no residente e ignorante fue abolido legalmente. Se estableció en Copenhague una especie de corte consistorial real que fue declarada la suprema judicatura eclesiástica del país; y se prohibió el apelar a Roma. No puede decirse que estas leyes se hayan puesto en vigencia. La rebelión de los jutlandeses fue el punto de partida del desafecto que produjeron las reformas propuestas. Cristián tuvo que huir de Dinamarca en 1523 y pasó el resto de su vida en el exilio o en la prisión. Sus libros jurídicos fueron quemados. Los jutlandeses llamaron a Federico de Schleswig-Holstein, tío de Cristián, para que ocupara el trono, y en 1523 fue reconocido rey de Dinamarca y de Noruega. Su acceso al trono fue resultado de la reacción en contra de las reformas de su sobrino, pero en el fondo de su corazón él sabía que tales reformas eran necesarias. Prometió proteger los intereses de los nobles y defender a la Iglesia contra el avance de las opiniones luteranas; pero muy pronto encontró los medios para evadir sus promesas cuando azuzó a los nobles en contra del alto clero y anunció que él nunca había prometido apoyar los errores de la Iglesia de Roma. En la Asamblea Nacional de Odensee (Herredag) pudo conseguir que se permitiera el matrimonio de los sacerdotes y decretar que en el futuro los obispos debían pedir al rey su palio y no al Papa. La Reforma ya tenía predicadores nativos que la apoyaban, especialmente Juan Tausen, a quien se llamaba el Lutero danés, quienes se sentían estimulados por el rey. En el Herredag de Copenhague del año 1530 se citó a veintiuno de estos predicadores luteranos por instigación de los obispos y se les acusó formalmente de predicar herejías. Tausen y sus compañeros formularon una confesión de fe compuesta de cuarenta y tres artículos y se ofrecieron a defenderlos. Se propuso una controversia pública que no tuvo lugar porque el partido romanista se negó a defenderse en idioma danés. Esta negativa fue interpretada por el pueblo como indicación de que temían discutir en un idioma que todo el mundo comprendía. El luteranismo progresó rápidamente entre todas las clases sociales de la población. 308 A la muerte de Federico, la sucesión fue tan disputada que resultó en guerra civil. Finalmente, subió al trono el hijo de Federico con el nombre de Cristián III, rey de Dinamarca y Noruega, en 1536. El rey, que había asistido a la Dieta de Worms y que allí cobró gran estima por Lutero, era luterano acérrimo y resolvió terminar con la autoridad de los obispos romanistas. Propuso a su concilio que los obispos no tuvieran ya ninguna participación en el gobierno y que sus posesiones fueran confiscadas para la corona. Esto recibió la aprobación no sólo del concilio sino también de la Asamblea Nacional que se reunió en Copenhague el 30 de octubre de 1536, donde además se declaró que el pueblo deseaba que se predicara el evangelio y que se barriera con toda la autoridad episcopal. El rey solicitó de Lutero el envío de alguien que pudiera guiar a su pueblo en los asuntos eclesiásticos. Fue enviado Bugenhagen, quien llegó a Copenhague en 1537 y desempeñó el papel eclesiástico principal en la coronación del rey. Se nombraron y consagraron siete superintendentes que más tarde adoptaron el título de obispo. La Reforma se desarrolló en las líneas conservadoras del luteranismo y se utilizó la mayor parte del antiguo ritual. La Confesión de Augsburgo y el Catecismo Menor de Lutero desplazaron a la Confesión de Tausen, y la reforma luterana quedó sólida y legalmente establecida. La Reforma también llegó a ser hecho consumado en Noruega e Islandia, pero su introducción a estos países fue más bien un acto de autoridad real. EN SUECIA Después de la masacre de los magnates suecos en Estocolmo en noviembre de 1520, el joven Gustavo Ericsson, conocido generalmente como Gustavo Vasa, por el haz o gavilla que ostentaba en su escudo de armas, enarboló el estandarte de la rebelión en contra de Dinamarca. Gradualmente pudo reunir en torno suyo a todo el pueblo y así expulsó del reino a los daneses. En 1521 Gustavo fue nombrado regente de Suecia, y en 1523 la voz del pueblo lo elevó al trono. Se encontró rodeado de dificultades casi insalvables. Durante casi un siglo prácticamente no había habido gobierno establecido en Suecia y, virtualmente, todos los grandes terratenientes eran soberanos independientes. El país estaba empobrecido como consecuencia de las guerras prolongadas. Las dos terceras partes de la tierra pertenecían a la Iglesia y la otra tercera parte estaba casi por completo en manos de los nobles seglares. Tanto la Iglesia como los nobles pretendían la exoneración de impuestos. El comercio del país estaba en manos de los extranjeros - de los daneses o de las ciudades Hanseáticas. Gustavo tuvo que pedir dinero prestado a la ciudad de Lübeck para realizar su obra de liberación. Esta ciudad lo acosaba para que devolviera el dinero, y los comisionados perseguían y mortificaban al monarca dondequiera él fuera. No había ni que pensar en conseguir dinero aumentando los impuestos de los campesinos ya empobrecidos y deprimidos. En estas circunstancias el rey se dirigió a la Iglesia. Obligó a los obispos a que le entregaran más de un subsidio (1522, 1523); pero esto no era suficiente para sus necesidades. La propiedad eclesiástica era enorme, y el rey se propuso derribar la aristocracia eclesiástica empleando la reforma luterana. El luteranismo ya había progresado en Suecia. Olao y Lorenzo de Pedro, dos hermanos hijos de un herrero de Orebro, habían sido enviados por su padre a estudiar en Alemania. Su intención era asistir a la Universidad de Leipzig pero, atraídos por la 309 creciente popularidad de Lutero, fueron a Witemberg y se convirtieron en discípulos entusiastas del eformador. Cuando regresaron a Suecia en 1519 ya habían predicado la doctrina luterana y convertido a muchos; entre otros, a Lorenzo de Andrés, arcediano de Strengnäs. A pesar de las protestas de los obispos, estos tres recibieron la protección del rey. Olao de Pedro se mostró especialmente diligente e hizo largas giras de predicación, declarando que él enseñaba el evangelio puro que "Ansgar, el apóstol del norte, había predicado en Suecia setecientos años antes". Gustavo llevó a Olao a Estocolmo en 1524, y lo nombró clérigo de la ciudad; su hermano Lorenzo fue nombrado profesor de teología en Upsala; Lorenzo de Andrés fue nombrado arcediano de Upsala y canciller de Suecia. Cuando los obispos exigieron que se silenciara a los reformadores, Olao los desafió a una controversia pública. El desafío fue rechazado; pero en 1524 se concertó una discusión en el palacio real de Estocolmo entre Olao y el doctor Galle, que apoyaba a la antigua religión. La conferencia, que incluía la discusión de las doctrinas de la justificación por la fe, de las indulgencias, de la misa, del purgatorio y del poder temporal del Papa, dio por resultado el afianzamiento de la causa de la Reforma. En 1525 Olao desafió las leyes de la iglesia medieval casándose públicamente. El mismo año el rey pidió que se hiciera una traducción de las Escrituras al idioma sueco y Lorenzo de Pedro publicó su Nuevo Testamento en 1526. El mismo erudito editó una traducción de la Biblia entera y la publicó en 1540-1541. Estas versiones, especialmente la del Nuevo Testamento, llegaron a ser muy populares; y el pueblo teniendo las Escrituras en la mano pudo verificar cuál de las enseñanzas: si la de los predicadores o la de los obispos, estaba más de acuerdo con las Sagradas Escrituras. No existe razón alguna por la cual no creer que el rey se inclinó hacia el lado de la reforma luterana por convicción genuina. El ya había conocido a los hermanos de Pedro, antes de asumir el trono para ser el libertador de su patria. Pero no cabe duda que sus dificultades financieras aguzaron su celo en favor de la reforma de la iglesia de Suecia. Los asuntos se encaminaban hacia la crisis que se produjo en 1527. En la Dieta de ese año, el canciller, en nombre del rey, explicó la necesidad de que se aumentaran las entradas y presentó la sugestión de que las propiedades eclesiásticas eran la única fuente de donde podrían obtenerse. Los obispos, encabezados por el obispo de Linkoeping, Juan Brask, respondieron que tenían órdenes del Papa de defender la propiedad de la Iglesia. Los nobles los apoyaron; y luego Gustavo presentó su ultimátum. Dijo llanamente a la Dieta que debía someterse a las propuestas del canciller, o de lo contrario aceptar su renuncia; pagarle el precio de sus propiedades; devolverle el dinero que él había empleado en defensa del reino y permitirle salir del país para nunca más regresar. La Dieta empleó tres días discutiendo a su sabor, y luego se sometió a los deseos del rey. La totalidad de las propiedades eclesiásticas: episcopales, capitulares y monásticas, que no eran absolutamente necesarias para la manutención de la Iglesia, debían colocarse en manos del rey. Mientras tanto, los predicadores debían predicar el evangelio puro hasta que se celebrara una conferencia ante la Dieta que capacitara a la asamblea para tomar una resolución en los asuntos concernientes a la religión. La Dieta, sin esperar la conferencia, formuló los veinticuatro artículos que componen la famosa Ordenanza" de Vesteräs e incorporan la reforma legal. Contenían provisiones para la secularización de las propiedades eclesiásticas de acuerdo a la decisión previa de la Dieta; declaraban que el rey tenía derecho de vetar las 310 decisiones del alto clero; que el nombramiento del clero parroquial quedaba en manos de los obispos pero que el rey podía removerlos cuando resultaran ineficaces; que el evangelio puro debería enseñarse en todas las escuelas; y que la confesión auricular dejaba de ser obligatoria. Aunque las Ordenanzas despojaban a la iglesia sueca de la mayor parte de sus propiedades y la subordinaban al, rey, no destruían su organización episcopal ni tampoco la empobrecían por completo. La mayor parte de los monasterios estaban desiertos cuando las propiedades les fueron confiscadas. El rey sabía que los campesinos casi no entendían las doctrinas de la Reforma y tampoco quería imponerlas por la fuerza a su pueblo. Por la misma razón se permitió continuar con las antiguas ceremonias y costumbres que no contradecían flagrantemente las nuevas doctrinas, y a las que se dio un significado evangélico. El primer himnario evangélico fue publicado en 1530 y la "misa" sueca en el año 1531. Ambos fueron trazados según el modelo luterano. Lorenzo de Andrés fue nombrado Arzobispo de Upsala en 1527 y se celebró un sínodo nacional bajo su presidencia en Orebro en el año 1528, que guió a la Reforma según los ideales luteranos estrictamente conservado res. Así antes de la muerte de Gustavo Vasa, Suecia se había unido al círculo de las iglesias luteranas y el pueblo gradualmente iba entendiendo los principios de la Reforma. Esta reforma tuvo un carácter muy pacífico. Nadie tuvo que morir corno consecuencia de sus opiniones religiosas. La suerte de la iglesia sueca fue algo variada bajo la dirección de los sucesores inmediatos de Gustavo. Su desventurado hijo demostró preferir el calvinismo y quiso suprimir algunas de las festividades eclesiásticas y de los antiguos ritos que se habían conservado; pero estas tentativas terminaron con su reinado. Su hermano y sucesor, Juan III, se fue al extremo opuesto y coqueteó largo tiempo con Roma y con propuestas de reunión, propuestas que no dieron ningún resultado serio. Cuando Juan murió en 1592, su hijo y sucesor, que había sido electo rey de Polonia y se había convertido al catolicismo romano, despertó la desconfianza de sus súbditos suecos de que él pudiera ir mucho más allá que su propio padre. El pueblo resolvió asegurarse bien de su protestantismo antes de que el nuevo soberano llegara al país. Se convocó un sínodo en el que estuvieron presentes tanto los representantes laicos corno los eclesiásticos. Sus componentes comenzaron estableciendo la regla general de que las Sagradas Escrituras eran su modelo doctrinario supremo, y luego eligieron la Confesión de Augsburgo corno confesión de la iglesia sueca. El Catecismo Menor de Lutero, que había sido retirado de las escuelas por el rey Juan III, se volvió a reponer. Esta asamblea de Upsala estableció la política eclesiástica de Suecia para el futuro. El país demostró su adhesión al luteranismo más estricto adoptando la Fórmula de Concordia en el año 1664. 311