EPS 77 ‘Envoi’: a Carlos Fuentes. E cogen los aspectos más superficiales de una cultura degradándola con una estética de supermercado. El islam de los peterpanes y las majorettes. Eso sí: entrañable como un sueño de infancia y evanescente como la primera menstruación de las cuatro hermanitas March. Recordad un título de 1949: Bagdad. La suprema pelirroja Maureen O’Hara y el elegante villano Vincent Price observan, desde el desierto, las murallas de la ciudad (es decir, un precioso forillo con cúpulas, palmeras y minaretes por doquier). Ella es la princesa Marjane, hija de un jeque árabe, pero educada en la Inglaterra victoriana. Regresa al hogar suntuosamente vestida a la europea, muy rroja se ponían líricos decían cosas como “tú, gran señor de los creyentes”, o bien, “tú, favorita del profeta”; si se ponían violentos, “tú, hijo de una hiena”, o “tú, bastardo de un camello”. Se trata de tópicos a costa de la retórica árabe, o la idea que de ella podía tener un guionista de Hollywood. Mejor aún: un dialoguista de cómics o un redactor de frases para portadas de pulp magazines. Máximas, adagios, preceptos expresados con gran pomposidad por árabes de Wisconsin o Nebraska. Califas, sultanes o tuaregs que ofrecían la seductora apariencia de Jon –sin hache– Hall, un adonis que había hecho de polinesio (!) en Huracán sobre la isla, junto a Dorothy Lamour, la chica del sarong. Al poco, le convirtieron en pareja oficial de Maria Montez. Les secundaron Turhan Bey y Sabú, que por lo menos podían presumir de exóticos ciertos. El primero era turco; el segundo, hindú. Y en Ali Baba y los cuarenta ladrones, el jefe de los cacos era el mallorquín Fortunio Bonanova, que fue el primer Don Juan Tenorio del cine español, allá en tiempos del mudo. ra el año 2001. Mientras en los áridos solares de Afganistán el cruzado Bush y sus hordas jugaban al gato y al ratón con el islam, la casi extraviada memoria del cinéfilo celebraba el 50º aniversario de la muerte de la sultana Maria Montez en una bañera de París. Su nombre no dirá nada a los devotos de Nicole Kidman, pero en los años de la II Guerra Mundial fue la indiscutida reina del tecnicolor y una de las soberanas de la pintoresca ola de exotismo que sacudió Hollywood. Más adelante, finalizados los años sesenta, con la moda de la nostalgia y el retro camp se convirtió en un icono ‘Stravaganza’ gay importante (la citaba, con Durante la II Guerra Mundial, cariño, uno de los maricuelas la necesidad de escapismo en de The boys in the band, obra la retaguardia explica que las rompedora de tabúes que preplateas vibrasen lo mismo con sentaba una fiesta gay con tolos boogies de las hermanas das sus quisicosas). Andrews y las sambas de CarOtra espectacular empemen Miranda que con títulos ratriz del tecnicolor, Yvonne como Sudán o La esclava del de Carlo –el nombre lo dice desierto. Al mismo tiempo, la todo–, hizo más veces de LUCHA. “El inmortal Sabú surcó los cielos de las mil maravillas en ‘El explotación del tecnicolor de mora que Maria, pero fue ladrón de Bagdad’. Aquí lucha por Maria Montez, como solía”. Natalie Kalmus, con su alocaésta la que quedó mitificada da exacerbación cromática, desde su aparición en un títuexigió la elección de ambientes exóticos, l’éclat parisien. Es entonces cuando prolo legendario para una entera generapintorescos y, desde luego, sobrecargados. nuncia su frase inmortal: “Don’t forget ción de párvulos: Las mil y una noches Nunca fue acatada con tanto rigor la máxithat my people are desert people”. (Arabian Nights, 1942). Interpretaba a ma “dar al espectador más por su dinero”. ¡Mandan cojones, Maureen! una danzarina llamada Scherazade –sin Esto en las escenas de interior, donde nada que ver con el original literario–, y Cualquiera que sea su idea de la nunca se escatimó un atrezzo propio de bala publicidad yanqui la anunciaba volupgente del desierto, parece una reflexión carzar turístico; para los exteriores, no podían tuosamente reclinada sobre almohadotesiana comparada con las que pronuncia faltar las persecuciones sobre las dunas del nes de raso, mientras decía: “Just call me Price, convertido en siniestro pachá turco: desierto y las puestas de sol en los oasis, Shera”. “¡Bagdad! Tal vez la ciudad más antigua con efectos coloristas de gran mérito si teCincuenta y nueve años después, ese de la Tierra, la fabulosa ciudad de Scheranemos en cuenta que no existía el Adobe diminutivo nos parece sospechoso. Como zade y Las mil y una noches… ¡Bagdad! Photoshop. En efecto: los cielos cibernésea que otro anuncio de la misma película Para los árabes quiere decir paz, pero duticos de la última versión de La momia pregonaba a unas odaliscas de inconfunrante siete siglos no ha habido paz. ¡Oh, (2000) ya casi se conseguían en la Univerdible lozanía Malibú Beach con la frase sí!, cinco veces por día los fieles se arrodisal por el simple conjuro del delirio. ¡Y con “un vistazo íntimo al interior de un hallan y discuten la paz con Alá, pero desqué encanto! ¡Con qué ingenua ternura! rén”, la sospecha se cumple inexorablegraciadamente Alá no se digna responder Lo que más distingue a la orientalia es mente: estamos en los umbrales del kitsch a sus plegarias”. su sentido de la stravaganza, el espíritu puro y duro. Hete aquí una descripción típica de la carnavalesco que lleva a compendiar los La parcela del exotismo conocida como orientalia en su tendencia a la metáfora aspectos más dispersos del kitsch del siorientalia está plagada de frases que son trivializada. Cuando los personajes de El glo XX, bebiendo todavía en las fuentes del obras maestras del humor involuntario. Y halcón del desierto o Los hermanos Barbaanterior. Pudiera ser una representación son kitsch de alto voltaje en tanto que re78 EPS REINA MONTEZ. “A Maria Montez no le dio la real gana de mostrarse actriz. Le bastó con ser egregia. Ella misma lo dijo: ‘Cuando me miro al espejo, me veo tan guapa que siento ganas de gritar”. EPS 79 DELIRIO EN ROSA. “El autor de esta foto de Sal Mineo debía de ser un pirado que veía ‘la vie en rose’. En cuanto al divino efebo, actuaba –y cantaba– en ‘Aladdin’, el único musical de Cole Porter para televisión. Debra Paget y Jeffrey Hunter llegaron tarde al filón, pero nadie se lo reprochó cuando se exhibieron así de hermosos en ‘Princess of the Nile”. 80 EPS “Lo que más distingue a la ‘orientalia’ es su sentido de la ‘stravaganza” EPS 81 parroquial de El rapto del serrallo, pero los personajes del ciclo literario conolas razas manipuladas, los árabes fuetambién una caja de bombones con lecido como Las mil y una noches, deforron los menos perjudicados (desde luetras doradas, un calendario de la Panamado conforme a los nuevos intereses go, nunca como los japoneses bajo los merican, un anuncio de jabón Palmolinarrativos que, de repente, se parecían rasgos del siniestro Fu-Man-Chú, los ve o, en fin, un espectáculo arrevistado a los del género western. Pasaron por la pieles rojas en la obra de John Ford o que mezcla el gusto del Lido de París pantalla Simbad el Marino (Douglas los negros según Griffith y múltiples con fogonazos visuales de Las Vegas y Fairbanks Jr.), Aladino (Cornel Wilde), sucesores). En los productos de los Barbary Coast. Ali Baba y Harum al Raschid (Jon Hall) años cuarenta y cincuenta, no parece En algunas ocasiones, la stravagany, naturalmente, Ahmed, ladronzuelo que la productora especializada en el za se volvió sideral. Había que ver a la de Bagdad (Douglas Fairbanks, Sabú y, género –la Universal– tuviese nada esteutona Marlene Dietrich en su intento en los años sesenta, Steve Reeves). Sin pecífico contra el islam; antes bien, se de glorificar a la mujer islámica con un contar otros personajes inventados bajo diría que sus personajes le caían simatuendo de drag queen anticipada a su el mismo patrón. Como Tony Curtis en páticos, ya por simplones, ya por hetiempo. ¡Ay, Lola, Lola de la morería! Su alteza el ladrón, Rock Hudson en La roicos. La lucha contra tiranos o usurEn Kismet (El príncipe mendigo) se hizo espada de Damasco, Jeff Chandler en padores era una causa que siempre famosa su danza con las piernas pintaLos hermanos Barbarroja o John Derek tuvo las de ganar entre todos los coradas de oro; pero en el Guinness de la exen Amazonas negras. (Esta película zones del mundo. Pero, además, los pertravagancia no hay que olvidar el imcontiene, por cierto, la pareja más hersonajes árabes no molestaban desde un presionante artilugio punto de vista étnico, capilar que diseñó porque gracias a los para ella el manitas de actores que los interplata de la Metro, Sidpretaban eran los misney Guilaroff. Como mos rostros que el peinado, fue las Torres americano wasp poGemelas de la alta posdía encontrar en su ticería. vecindario. Y como las En los años cingrandes estrellas del cuenta, el encargo de cine egipcio eran desuna nueva versión de conocidas en OccidenKismet constituyó un te, a nadie se le ocuregalo para un director rrió plantearse si Maesteta como Vincente diha Youzri, Fatem Minnelli. Sin embargo, Hamama o Samia Gale llegaba reconvertido mal estarían mejor en musical de Broadhaciendo de odalisca way, adaptado a su vez que Yvonne de Carlo. de la ópera El príncipe Sacados de su conIgor, de Borodin. El texto, los modernos punto culminante de la aladinos de Hollywood reconversión lo represe limitaron a seguir sentaba un cantable el estereotipo del héPAREJA DE CINE. “Cuando John Ford no vigilaba, la gran Maureen O’Hara destinado a la gloria: roe convencional. Tese vestía de odalisca. Y Jeff Chandler, judío, pasaba por guerrero del islam”. Extraño en el paraíso; nían que luchar conpero la culminación de tra visires perversos mosa de la orientalia: el propio Derek y lo espectacular eran las escenas corales, que habían usurpado el trono del caliElaine Stewart). que se inspiraban en las miniaturas fa, o a favor de princesas que querían persas para estilizar los escenarios típirecuperar su propio trono, también Los intérpretes citados bastan para cos de cualquier título de orientalia: el usurpado. En temas repetidos hasta la insistir sobre la característica princiharén, los jardines de palacio y los gransaciedad, el héroe representaba el pal de los sueños vía orientalia: su faldes mercados. Para mayor refocilo, la triunfo de la justicia, y esto, en época de sedad étnica. Si la arquitectura del isimpar Dolores Gray, enteramente vesguerra, tenía un efecto propagandístico lam era adaptada a una estética de tida de oro, entonaba el himno a Bagindiscutible. drugstore, ¿por qué no sus personajes? dad entendida como capital mundial de Lo curioso es que tanto el tema de Después de todo, era lo que el cine de la diversión: “Bagdad, Bagdad, that la usurpación como el de la restauraHollywood venía haciendo desde sus irresistable town!”. La comparaba con ción continuaron imponiéndose al terprincipios: disfrazar a las estrellas con Babilonia y Nínive, pero cualquier minar la contienda. Otra cosa no melos atributos de otras razas en vez de ir americano podía entender que se le esnos curiosa es la elasticidad del mendirectamente a la fuente original. Y taba ofreciendo un viaje del género Pasaje. Consideradas películas de lujo por francamente, desde que a la pobre Karis-la-nuit. su ostentosidad más aparente que real, tharine Hepburn la habían disfrazado La orientalia tenía su estilo y su fueron una bendición para la Europa de patriota china en La estirpe del geografía. ¿Encontraría, además, quieliberada, pues fueron llegando después dragón, cualquier falta de verosimilines la poblasen? de 1945. Y así fue como Maria Montez e tud estaba disculpada. Yvonne de Carlo se convirtieron en Jinetes del desierto En el cine yanqui, la falsificación suntuosa carnaza que Hollywood manLos argumentos no plantearon grandes nunca fue inocente; como mucho, ingedaba para alegrar a países que se estaproblemas: la fuente principal fueron nua. Sin embargo, cabe decir que, entre ban muriendo de hambre. 82 EPS La llamada de la carne tintas encarnaciones morunas. Y en Conviene destacar que una cosa era El atuendo que los expertos en erotisSimbad el Marino, todos los vestidos de la princesa amada y que sabe corresmo llaman harem dress o harem outfit la sarracena Maureen O’Hara tienen ponder con un amor de ley, y otra muy puede definirse como una casquivana las hombreras anchas que correspondistinta la que paga un amor deshonesmezcla de braguitas, sostenes y velos den a la moda de los años cuarenta. Pato con purito desdén. Esto ocurría cada transparentes, con todas las variantes recía Zoraida con un toque Balenciaga vez que una princesa se veía asaltada que pueden verse en las tiendas donde o Jacques Faith. por un villano, que era casi siempre. se surten las artistas de music-hall. Se Las escenas de harén eran, pues, Requeridas, secuestradas, violentadas, le añadía a veces algún plumero, acaso imprescindibles, y, por lo menos en una prisioneras cual palomas del paraíso, un turbante de lamé dorado y, por suocasión (el biopic Omar Khayam, 1956), sabían escaparse a tiempo, disfrazadas puesto, mucho joyerío. la Paramount se permitió el lujo de de muchacho o escondidas entre las Con semejante atuendo se abrieron mercancías de una caravana. La huida, traer una estrella invitada para entrepaso hacia la fama las principales teny el inevitable encuentro con un descotener a la princesa y sus damas. Nada tadoras de la orientalia. En una avennocido que resultaba ser el héroe, era menos que la peruana Yma Sumac tura de Jeff Chandler titulada Yankee otro de los temas recurrentes de la cantándole a Debra Paget una de sus Pasha (1953), la suntuosa pelirroja orientalia. Con resultados que, vistos canciones alucinógenas y presumibleRhonda Fleming caía en manos de los hoy, sorprenden por su modernidad. mente incas. piratas marroquíes, que la vendían Así, en Amazonas negras, de Don ¿No habría sido más lógico contracomo esclava. Su paso por un harén Weiss, la huida de la divina Elaine Stetar a Om Kalsoum o la Feyruz? justificaba que Rhonda hiwart por los desiertos ciese la exhibición carnal convierte al filme en un requerida, y toda la publiclaro precedente de los cidad se montó en torno a road-movies. su casi desnudez en esta Cualesquiera que fueescena. sen las peripecias del arPor supuesto, era imgumento, las princesas pensable que sus comsiempre acababan tomanpañeras de cautiverio no do un baño. Eran adictas fuesen igualmente glaa las bañeras espectaculamourosas. En el reparto res, tipo piscina interior; aparecen agrupadas bajo pero en numerosas ocael genérico “the harem siones se bañaron en las beauties”, y la publicidad aguas de un oasis, mose apresuraba a pregonar mento ideal para que las que todas habían ganado descubriese el héroe o las algún concurso de belleza atacasen los villanos. Rointernacional (entre ellas, deadas de lotos y nenúla mexicana Christiane fares, la piel de las prinMartel). Sólo la segunda cesas tenía un lustre esdama del harén no era pecial, mérito que no EL HARÉN. “La célebre ‘stravaganza’ en todo su esplendor en el ‘Kisuna miss, sino una actriz sabríamos si atribuir a la met’ de Minnelli. Chicas del harén al más puro estilo años cincuenta”. (es un decir). Se trata de la magia del tecnicolor o a incomparable Mamie van algún tinte especial de la Las princesas Doren, la Marilyn de los decidamente Max Factor. (Esther Williams, que pasó eran muy limpias pirados. Su aportación a la tipología de su carrera en remojo sin desmaquillarLas princesas eran la pieza básica de la la orientalia fue extremada. Fue la mese jamás, tendría la respuesta). orientalia. Sin ellas, ¿por quién habrían jor mora rubio platino de todos los sePese al encanto de los baños natuluchado los héroes? rrallos del islam, desde Al Andalus rales, los niños cripto-gay de los años Para mantener intacto el misterio hasta Samarkanda. Una gesta que sólo cincuenta preferíamos el baño palaciede estas señoritas era necesario que su podía emprender la fantasía de los go, por permitir mayores adornos y recontemplación estuviese prohibida al años cincuenta y el delicioso gremio de finamientos; léase arabescos de marfil, bajo pueblo. Cuando salían de palacio, las petardas. esponjas gigantes, tarros de opalina, allo hacían en palanquín dorado y cortimohadones de mil colores, cortinajes Teniendo en cuenta que el mito del nas que impedían toda visibilidad, pero de satén, plumas de pavo real, mesitas harén ya estaba muy presente en el el héroe conseguía vislumbrarlas entre de marroquinería, etcétera. Por regla orientalismo pictórico del XIX, su prelos visillos y amarlas en lo eterno. O general, las escenas de baño se desasencia en el islam de Hollywood tenía “hasta el fin del tiempo”, como decía el rrollaban en un contexto plácido, moque estar potenciado y al mismo tiempríncipe Hamed a su amada en un jarmento que la princesa aprovechaba po servir a la belleza femenina desde dín de ensueño. Sólo con semejante dispara compartir confidencias con sus varios frentes: no sólo en el exhibiciocurso, la bellísima trigueña June Dudamas. Éstas solían ser muy camaranismo, sino en la imitación de la moda prez se vio con fuerzas para luchar condas, muy próximas, incluso alcahuetas occidental. En este aspecto, una revitra todos los maleficios a que la sometía cuando ayudaban a su señora a celesión de aquellas fantasías permite aluel genial mago Conrad Veidt. (Fue en la brar encuentros furtivos con aquel cinar. Maria Montez e Yvonne de Carlo maravilla de las maravillas: la versión mercader, aquel jardinero, aquel lallegaron a calzar zapatos topolino y lusonora de El ladrón de Bagdad, debida dronzuelo que la atisbó cuando ella descir peinado arriba España en sus disa Michael Powell y otros dos). filaba ante el pueblo. 84 EPS Ahora bien, a la esclava que salía borde no la ganaba nadie; así, en Ali Baba..., la fugaz pero apasionante Ramsay Ames parecía muy coleguilla de su dueña (Maria Montez), pero los espectadores sabíamos que estaba vendiendo sus secretos al perverso Gran Mongol. En este caso, como en otros parecidos, un criado fiel (Turhan Bey) descubría que Ramsay estaba espiando detrás de las cortinas y le arrojaba una daga con sabia celeridad. Por cerda. Una tercera obligación de cualquier belleza de la orientalia era la danza. Ante tan esperada atracción no existían diferencias de clase: bailaba la princesa, bailaba la esclava; danzaba la buena, danzaba la tentadora. Hubo un extremo en que la danza incluso se convirtió en un deporte de la realeza. Así, en Princess of the Nile (1953), Debra Paget era la princesa Shalimar, que se fingía la danzarina Tahura y se escapaba de noche para mover el vientre en los tugurios de El Cairo medieval. Con un atuendo tan escueto que bien pudiera ser el minimalismo de la orientalia, Debra anunciaba su famosa danza sagrada, que incluía contorsiones de pubis ante una cobra real erecta, en la obra maestra de Fritz Lang La tumba india. (Hoy, Debra tiene un culto, según delatan las páginas de Internet. Sus créditos son muy altos y merecidos. En realidad, ella fue la última flor de una cadena que arrancaba de los hechizos del cine mudo). ante sus poderes crean una imagen sadomasoquista que se ve potenciada paralelamente en una serie de novelas románticas, casi todas escritas por mujeres. En ellas, los enigmas de Oriente actúan como afrodisiaco fatal sobre damas de irreprochable moralidad victoriana. Fue una imagen que influiría poderosamente en los jóvenes de la era del jazz. En el lenguaje cotidiano, la palabra sheik se convirtió en sinónimo de amante dominador o simplemente fogoso. Scott Fitzgerald la utilizó en ambos sentidos y la introdujo en el léxico de sus personajes, coetáneos de Gatsby y Amory Blaine (This side of paradise). Ese jeque, Jamil Abdullah Hazam, podía ser la contrafigura del director Rex Ingram, uno de los talentos más originales del cine mudo y, además, un converso al islam. Este creador exquisito, actualmente olvidado, tiñó sus sueños orientales con un tamiz de misticismo que aún hoy hace insólitas sus propuestas. Así, en El jardín de Alá –primera versión– fomentó la idea del desierto como región espiritual donde las almas se encuentran con el Absoluto. Una segunda versión del tema es más útil para señalar los límites de la orientalia, pues cuenta con el tecnicolor en estado salvaje –éste fue uno de los primeros filmes rodados en este sistema– y sobre todo con una Marlene Dietrich desatada. Ella es la millonaria que, cansada de las vanidades de la Costa Azul, sigue los consejos del apóstol Pablo y se va al desierto para encontrarse a sí misma. El conflicto se amplía con sus amores con un monje réprobo (Charles Boyer), pero el estilo lo marca la grandilocuencia del color y, por encima de todo, el suntuoso vestuario que la penitente Marlene se lleva para meditar por las dunas. El islam y el Vogue se encuentran, y su alianza será próspera hasta mediados de los años cincuenta, cuando los héroes están fatigados y es necesario buscarles vástagos. Nacen así el hijo de Ali Baba (Tony Curtis) o el hijo de Simbad (Dale Robertson), La fiebre Valentino pero sus aventuras carecen Sería erróneo pensar que las del tono romántico que caracodaliscas de los años cuarenta teriza a los títulos favoritos REINONA. Antonio Martínez Sarrión dijo: “Yvonne de Carlo y cincuenta salieron de la de la orientalia. En Veils of baila en ‘Scherazade’ no sé si la danza del vientre o un tango”. nada. Ya en los años veinte se Bagdad (1954) se llegó al colhabía producido una fiebre mo del absurdo convirtiendo orientalista de gran envergadura a paren árabe a Victor Mature, que era Sin movernos del cine mudo, hallatir del personaje de jeque o caid, potencomo convertir a Marilyn en fallera vamos otro ejemplo del islam como porciado por el atractivo físico de su intérlenciana. Se van incorporando bellezas tador de valores eróticos en El árabe, prete, el latin lover Rodolfo Valentino. insólitas y un poco trasto, como Mary pensada para lucimiento de Ramón NoSin desmerecer a otro tipo de gran esBlanchard, Katleen Hughes y la reina varro, que había sido Ben-Hur, Scapectáculo –como El ladrón de Bagdad, del strip tease Lyly Saint Cyr. Los haramouche, Ruperto de Henzau en El con Douglas Fairbanks–, fue aquélla la renes se han convertido en réplicas de prisionero de Zenda (1922) y otros hévisión de lo árabe que convulsionó la liun teatro de burlesque. Y entonces ocuroes de gran fama. El personaje que bido femenina de la época con mensajes rre lo más insólito: la orientalia muere contribuyó a su arabización no le preturbios o, como mínimo, retorcidos. asfixiada por el monstruo que ella missentaba como un héroe épico, sino El tema es el de la mujer blanca que ma ha creado. No es Delacroix. No es el como el jeque que ha consagrado su se siente atraída sexualmente por un islam ni es Hollywood. Es el triunfo del vida a salvar a unos niños desvalidos. semental de raza inferior y pene suplástico. ● Era inevitable que la mujer blanca se puestamente magno. Tanto la actitud enamorase de él, tanto por su apostura www.terencimoix.com. dominadora de Valentino como la sucuanto por la elevada calidad espiritual Las fotografías pertenecen a la misión de Vilma Banky o Agnes Ayres de su entrega al prójimo. colección de Terenci Moix. 86 EPS *