PROMETEO Y LA POÉTICA DEL IDEALISMO EN P. B. SHELLEY Eusebio de Lorenzo Universidad Complutense de Madrid [email protected] 1. Texto .............................................................................................. 2 2. Bibliografía .................................................................................... 24 3. Debate posterior ............................................................................ 26 PROMETEO Y LA POÉTICA DEL IDEALISMO EN P. B. SHELLEY Eusebio de Lorenzo Universidad Complutense de Madrid [email protected] El 16 de agosto de 1819, una multitud de ochenta mil personas se congregó en Manchester, en los campos de Saint Peter, para escuchar un discurso político de Henry Hunt, orador y político radical, líder de un movimiento progresista, que demandaba reformas inmediatas en la estructura del Parlamento, así como la revisión de los impuestos que gravaban las importaciones de cereales. El impuesto sobre el cereal protegía la producción nacional, pero también impedía la competencia, lo que a su vez aumentaba el precio del pan de manera desorbitada. Aquella multitud se había agolpado para escuchar palabras de aliento, esperanzados por el deseo de que políticos atrevidos pudieran reconducir el Parlamento, dominado irremediablemente por los nobles y los grandes propietarios, cuyos intereses mercantiles determinaban las decisiones económicas. Entre la multitud allí reunida se encontraba Samuel Bamford, comerciante de tejidos y poeta radical, que compartía las reivindicaciones de Henry Hunt. He aquí su testimonio sobre los acontecimientos de aquel día: Media hora después de llegar, la música anunció que se aproximaba ya el Sr. Hunt y su equipo, a los que en un minuto ya alcanzamos a ver según venían de Deansgate, con una banda de música y varias banderas [...] Su llegada fue vitoreada por el grito unánime de unas ochenta mil personas [...] Mientras él se preparaba para hablar, yo sugerí a un conocido mío que, dado que el discurso no sería en exceso novedoso, nos retiráramos a tomar un refrigerio [...] Habíamos salido ya de la multitud cuando escuchamos ruidos y murmullos que venían de la iglesia [...] observé que se trataba de un grupo de soldados de caballería que venían al trote, de uniforme azul y blanco, con las espadas desenvainadas [...] La llegada de la caballería fue recibida con un grito de acogida, me pareció a mí. Los soldados a su vez gritaron, blandiendo los sables 2 hacia arriba. Luego soltaron riendas y espolearon a los caballos, avanzaron a toda velocidad y empezaron a atacar a la multitud [...] La caballería parecía estar en confusión: evidentemente, les costaba mucho esfuerzo penetrar aquella enorme masa de gente sólo con los caballos, pero empleaban sus sables en hacerse paso a través de manos levantadas y cabezas indefensas. Vi miembros amputados y gente con terribles cortes en la cabeza; gritos y gemidos se oían mezclados con el ruido espantoso de la confusión [...] Diez minutos después del inicio del desastre, el campo era un espacio abierto, casi desierto. El sol brillaba por encima de una atmósfera ya callada [...] Por el campo quedaban esparcidos gorros, sombreros, chales, zapatos y otras ropas de hombre y mujer, pisoteados, rotos, ensangrentados. La caballería ya había desmontado, y aflojaban las sillas de los caballos, reajustaban su equipo o bien limpiaban los sables. Pequeños montículos humanos yacían donde habían caído, aplastados o asfixiados. Algunos gemían; otros, con la mirada fija, trataban de respirar, y algunos otros no respirarían nunca más. Estaba todo en silencio, excepto por estos sonidos leves y los resoplidos y cascos de los caballos. Alguna gente miraba desde sus áticos o se asomaba a los tejados, pero raudos se ocultaban, por miedo quizá a ser vistos o a contemplar aquel espectáculo abominable y espantoso (Bamford II, cap. XXV)1. La masacre de Peterloo se saldó con quince muertos y unos quinientos heridos, según las informaciones de entonces. La caballería había sido enviada 1 Salvo especificación, las versiones castellanas de las citas son del autor de este artículo. In about half an hour after our arrival the sounds of music and reiterated shouts proclaimed the near approach of Mr. Hunt and his party; and in a minute or two they were seen coming from Deansgate, preceded by a band of music and several flags […] Whilst he was doing so, I proposed to an acquaintance that, as the speeches and resolutions were not likely to contain anything new to us, we should retire awhile and get some refreshment, […] we had got to nearly the outside of the crowd, when a noise and strange murmur arose towards the church […] I saw a party of cavalry in blue and white uniform come trotting, sword in hand, […] On the cavalry drawing up they were received with a shout of good-will, as I understood it. They shouted again, waving their sabres over their heads; and then, slackening rein, and striking spur into their steeds, they dashed forward and began cutting the people […] The cavalry were in confusion: they evidently could not, with all the weight of man and horse, penetrate that compact mass of human beings; and their sabres were plied to hew a way through naked heldup hands and defenceless heads; and then chopped limbs and wound-gaping skulls were seen; and groans and cries were mingled with the din of that horrid confusion […] In ten minutes from the commencement of the havoc the field was an open and almost deserted space. The sun looked down through a sultry and motionless air […] over the whole field were strewed caps, bonnets, hats, shawls, and shoes, and other parts of male and female dress, trampled, torn, and bloody. The yeomanry had dismounted–some were easing their horses’ girths, others adjusting their accoutrements, and some were wiping their sabres. Several mounds of human beings still remained where they had fallen, crushed down and smothered. Some of these still groaning, others with staring eyes, were gasping for breath, and others would never breathe more. All was silent save those low sounds, and the occasional snorting and pawing of steeds. Persons might sometimes be noticed peeping from attics and over the tall ridgings of houses, but they quickly withdrew, as if fearful of being observed, or unable to sustain the full gaze of a scene so hideous and abhorrent. 3 por los magistrados locales para dispersar aquella manifestación (Figura 1). Muchos soldados de esta caballería habían pertenecido a la clase media industrial de Manchester. La carga contra la población civil provocó repulsas de la opinión pública y también de la oposición al gobierno, que criticó duramente este ejemplo cruel e innecesario de represión estatal. Curiosamente, estas críticas no amedrentaron a las autoridades, que –para finales de ese mismo año– habían eliminado el derecho de reunión y habían apuntalado aún más la censura contra la prensa, con la excusa de que el estado corría el riesgo de caer en la anarquía (Shelley Major Works, 759) 2. Figura 1. Caricatura de George Cruikshank de la masacre de Peterloo, ca. 1819. En esos días el poeta Percy Bysshe Shelley y su esposa, Mary Shelley, se encontraban en Italia. Las noticias de esta masacre les llegaron a los pocos días, como nos recuerda Mary Shelley: Él [Shelley] era un republicano, y amaba la democracia. Veía a todos los seres humanos como herederos de los mismos derechos a poseer los más queridos privilegios de la naturaleza; [...] Sentía un odio intenso hacia cualquier forma de despotismo que considerara innecesario preguntar al pueblo. Él estaba cerca de Livorno [...] cuando nos llegó la Como señala Greg Kucich en su ensayo sobre el círculo de poetas cercanos a Leigh Hunt, el gabinete de gobierno había sido desde 1812 radicalmente conservador, y lo seguiría siendo durante buena parte del periodo romántico: “La administración trabajó sin descanso para poner fin a la cultura impresa de tono radical y a los movimientos reformistas, a través de legislación agresiva [...] y de la violencia de estado contra los que se manifestaran”. “This administration worked tirelessly to close down radical print culture and reform movements through aggressive legislation [...] and through the kind of state violence against citizen protesters” (Kucich 269). 2 4 noticia de la masacre de Manchester; despertó en él fuertes emociones de compasión e indignación. La gran verdad de que muchos, resueltos y unidos, podían controlar a unos pocos [...] le hacía anhelar poder enseñar a sus vilipendiados compatriotas cómo resistir. Inspirado por estos sentimientos, escribió The Mask of Anarchy (La máscara de la Anarquía), que envió a su amigo Leigh Hunt para que la incluyera en el Examiner, revista de la que era entonces editor (Noyes 1052) 3. The Mask of Anarchy es un poema de fuerte contenido satírico, con feroces invectivas, entre otros, contra el vizconde Castlereagh –entonces secretario de exteriores y firme partidario de la guerra con Francia– y contra Lord Eldon, el Lord Chancellor, que en el juzgado había denegado a Shelley la custodia de los dos hijos que había tenido con su primera mujer, Harriet, que se había suicidado tres años antes. Siguiendo la tradición medieval, en The Mask of Anarchy Shelley emplea el formato del poema-sueño, género a menudo puesto en práctica por Chaucer y heredado de la tradición francesa. El objetivo del poema era comunicar a sus compatriotas la necesidad de levantarse contra el enemigo, el déspota y el tirano, uniendo fraternalmente sus fuerzas, y rescatando la dignidad del pueblo. La voz poética transmite la visión de una fuerza materializada en serpiente alada, que arrebata el poder a la “Anarquía”, que en este poema representa el caos tiránico de la caballería en Manchester. Mientras dormía en Italia Una voz llegó desde el mar Que me llevó con gran intensidad A caminar por las visiones de la Poesía. Por el sendero me topé con el Asesinato– Tenía una máscara con la cara de Castlereagh– Parecía muy delicado, y aún lúgubre; Siete perros lo seguían: He was a republican, and loved a democracy. He looked on all human beings as inheriting an equal right to possess the dearest privileges of our nature; […] His hatred of any despotism that looked upon the people as not to be consulted, or protected from want and ignorance, was intense. He was residing near Leghorn […] when the news of the Manchester Massacre reached us; it roused in him violent emotions of indignation and compassion. The great truth that the many, if accordant and resolute, could control the few […] made him long to teach his injured countrymen how to resist. Inspired by these feelings, he wrote the Mask of Anarchy, which he sent to his friend Leigh Hunt, to be inserted in the Examiner, of which he was then the Editor. 3 5 Todos gordos; aunque bien podían Estar en situación admirable, Porque a uno tras otro, y de dos en dos, Les lanzaba corazones humanos para comer Que se sacaba de su enorme gabán [...] Y muchas más Destrucciones aparecieron En esta horrible mascarada, Todas disfrazadas, hasta los ojos incluso, Como Obispos, abogados, diputados, o espías. La última que vino fue Anarquía: cabalgaba Sobre un caballo blanco, salpicado de sangre; Pálida hasta los labios Como la Muerte en el Apocalipsis4. La visión de la fuerza revolucionaria y el poder de la comunidad que lucha con dignidad de mártires son temas introducidos en este poema con total claridad, puesto que Shelley buscaba comunicarse esta vez con un público no elitista, sino de clases medias y bajas. De ahí que la fórmula prosódica empleada sea una estrofa breve de cuatro o cinco versos en pareados, similar a la balada popular. Shelley envió el poema a su amigo y poeta Leigh Hunt, que editaba el Examiner en Londres, y que había escrito varios editoriales severamente críticos en contra del gobierno y de su represión violenta. Pese al radicalismo de Leigh Hunt, cuyo círculo intelectual había motivado a Shelley a la escritura política, el poema no se publicó. Las medidas represoras del gobierno y el hecho de estar señalado como sujeto subversivo disuadieron a Hunt de publicar el texto. Lo haría diez años después de la muerte de Shelley, en 1832, cuando explicó que en el momento de ser creado el “poema no habría sido comprendido por el público general As I lay asleep in Italy / There came a voice from over the Sea, / And with great power it forth led me / To walk in the visions of Poesy. / / I met Murder on the way - / He had a mask like Castlereagh - / Very smooth he looked, yet grim; / Seven blood-hounds followed him: / / All were fat; and well they might / Be in admirable plight, / For one by one, and two by two, / He tossed the human hearts to chew / Which from his wide cloak he drew. / […] / And many more Destructions played / In this ghastly masquerade, / All disguised, even to the eyes, / Like Bishops, lawyers, peers, or spies. / / Last came Anarchy: he rode / On a white horse, splashed with blood; / He was pale even to the lips, / Like Death in the Apocalypse (The Mask of Anarchy, 1-13; 26-33, en Shelley’s Poetry and Prose 316-7). 4 6 como para hacerle justicia al espíritu sincero y benevolente que caminaba en este verso incendiario” (Noyes 1052) 5. En absoluto era la primera vez que la poesía de Shelley contenía críticas sociales o ataques más o menos velados contra el poder del gobierno, la tiranía o el despotismo. Una de sus primeras obras poéticas, Queen Mab (La Reina Mab), de 1812, introducía al personaje principal –cuya sabiduría sobre el espíritu revolucionario del pasado es de un valor incalculable para el presente y para el futuro– como una intermediaria entre lo divino y lo humano. Como explica David Duff en su estudio sobre forma poética y revolución política en Shelley, Queen Mab le granjeó al poeta la antipatía de un sector de la crítica, que veía en este poema razón suficiente para incluir a Shelley en la notoria escuela Satánica de poetas ingleses (Duff 55). Años después, en la década de 1840, el movimiento de trabajadores conocido como Cartismo, tomaría este poema de Shelley, Queen Mab, como texto inspirador (Shelley’s Poetry and Prose 15) 6. Cuando sucede la masacre de Peterloo, Shelley en Italia había estado trabajando en un nuevo poema que publicaría al cabo de un año, y que representa la cima de la poética de la llamada segunda generación de Románticos ingleses: Prometheus Unbound (Prometeo Liberado). Este texto, que recupera y reescribe el mito de Prometeo siguiendo un formato dramático, puede considerarse el epítome del Romanticismo visionario inglés en el siglo XIX. El poema es una exploración del eterno encuentro de contrarios que Shelley no cesó de indagar en su poesía: el poder frente a la subyugación, el “the public at large had not become sufficiently discerning to do justice to the sincerity and kindheartedness of the spirit that walked this Fleming robe of verse”. Como señalan Zachary Leader y Michael O’Neill, el motivo fundamental para no publicar el poema fue la denuncia ineludible que habría recaído sobre Hunt (759). Sobre la labor de Leigh Hunt como editor del Examiner y sobre sus posiciones abiertamente subversivas contra el sistema de gobierno, véanse el artículo de Kucich y el estupendo volumen de Jeffrey N. Cox, en especial el capítulo 2, “The Hunt Era” (Cox 38-81). 6 Algunos ensayos clásicos sobre Shelley –por ejemplo, el influyente volumen de Earl Wasserman, Shelley, A Critical Reading– se han centrado en el análisis de los poemas largos y épicos, en especial Prometheus Unbound (Prometeo liberado), prestando menos atención a poemas marcadamente políticos (Queen Mab o The Mask of Anarchy), pero quizá menos influyentes en el canon romántico inglés. En la crítica más reciente encontramos análisis detallados de la composición e influencia de estos dos poemas. Véanse David Duff (54114) y Cian Duffy (13-48) para un estudio pormenorizado de Queen Mab. De relevancia para The Mask of Anarchy es el estudio de Marc Redfield The Politics of Aesthetics: Nationalism, Gender, Romanticism, en concreto pp. 148-172. 5 7 sometido frente al tirano, el súbdito contra el déspota, el conocimiento frente a la ignorancia dogmática, la benevolencia frente a la locura; en suma, la perpetua dualidad: el bien contra el mal. El choque representado entre Prometeo y Zeus (o Júpiter en el poema de Shelley) es un recurrente leitmotiv en literatura, y un mito fundamental de la cultura occidental, dado que gira en torno al poder, o privación de éste, por parte del Titán, Prometeo, que representa al humano. Desde la obra de Esquilo, Prometeo Encadenado, en adelante, el mito de Prometeo ha sido el telón de fondo para la exploración literaria o artística del enfrentamiento entre tiranía y revolución. En la lucha entre los dioses del Olimpo y los Titanes, Zeus logra reducir a éstos y enviarlos al nebuloso Tártaro. Una vez se ha librado de las amenazas a su poder, retorna al cielo para consolidar su imperio. Prometeo, uno de los Titanes, logra robar el fuego del carro del sol, para luego entregárselo a los humanos. Prometeo es castigado por el robo y la afrenta, y Zeus ordena que sea encadenado a una montaña en el Cáucaso, donde sufrirá agonía diariamente cuando un águila venga a devorar su hígado, que, dada la inmortalidad de Prometeo, crecerá de nuevo cada noche, para tortura perpetua del Titán. Según la convención mitológica, el fuego robado representa el conocimiento, el saber, y el poder. Según Hesíodo en su Teogonía, Prometeo es el arquetipo de la especie humana, representante del dolor, del sufrimiento, la desolación, el abandono, la tortura y el estigma (Lewis 17). Es el sometido a un poder despótico. Lo interesante del relato mitológico, que dramatiza Esquilo por vez primera tras el precedente de Hesíodo en la Teogonía y Los trabajos y los días, es que es desde el principio un canto contra la tiranía: pero el déspota es, curiosamente, el dios todopoderoso, el líder del Olimpo, el gobernante, mientras que el héroe es un rebelde radical, y de un estatus social menor. Como señala Linda M. Lewis, uno de los rasgos más llamativos de la obra de Esquilo es que “el papel del tirano está representado por el dios 8 supremo del panteón griego y el papel de héroe por un radical político” (16) 7. Como el tirano de la Grecia arcaica y de la historia de Occidente, Zeus recurre a la intimidación, el castigo y la explotación despiadada de su poder. ¿Por qué recupera Shelley la figura del Titán ladrón del fuego para la creación de su más célebre poema? ¿Qué fuerzas, qué energías sociales, qué intereses intelectuales, configuran la imaginación de Shelley para dar lugar a la reescritura de un mito tan conocido, que ya antes del siglo XIX había tenido sus ecos en la figura de Fausto, o en la figura cristiana de Satán, como nos recuerda el Paraíso Perdido de Milton? Podríamos optar por una respuesta directa y sencilla, que suele recurrir a las convencionales características del movimiento romántico: la rebeldía estereotípica del Romanticismo, su rechazo al mecanicismo explotador, su comunión con las fuerzas de la naturaleza, y su bienvenida gozosa a la Revolución. Todo ello parece indicar que Prometeo está destinado a convertirse en el mito insignia de los románticos. Así, según M. H. Abrams, en Prometheus Unbound “Shelley representa el ascenso del hombre a un paraíso terrenal no (en el modo habitual del siglo XVIII) como final de una larga y paulatina progresión sino [...] como un avance inmediato [...] de la miseria a la felicidad” (300) 8. Aparte de esta simbología convencional del personaje mitológico como rebelde, ¿qué motiva a Shelley a elegir el mito? La visión apocalíptica y oscura de Shelley surge de una imaginación cautivada por el desastre y el caos. Desde principios de siglo XIX, y durante casi toda la era victoriana, Inglaterra es un país dividido en dos naciones: orden y caos. Benjamin Disraeli, Elizabeth Gaskell, o Charles Dickens, novelistas de la mitad de siglo, resaltarían la eterna oposición jerárquica entre las clases pudientes y la masa trabajadora, explotada ferozmente por los avances de la revolución industrial. Inglaterra era a un tiempo líder en Europa en maquinaria y producción, y tierra baldía para las 7 “The role of the tyrant is played by the supreme god of the Greek pantheon and the role of hero by a political radical”. 8 “[Shelley] represents man’s accession to an earthly paradise not (in the usual eighteenth-century pattern) as the terminus of a long and gradual progress but […] as a sudden […] breakthrough from misery to felicity”. 9 clases desfavorecidas. Inglaterra era a la vez la madre patria, fuente de orgullo de un imperio en expansión, y castigo industrial para los explotados. La sensibilidad de la Ilustración en los años previos había hecho del paisaje inglés su fuente del orgullo y optimismo nacionales, reflejados ambos en el paisaje ordenado de las villas y jardines neoclásicos, que no eran más que antiguas Arcadias de ecos pastoriles, promotoras –a través del artificio– de la sensación de poder de la aristocracia. Los paisajes sosegados de John Constable y del temprano Turner nos muestran una Inglaterra pastoril, idílica y nostálgica, que celebra su pasado y su arquitectura. Y no es sólo el pasado lo que el Estado inglés se detiene a contemplar con satisfacción, sino que, victorioso tras los éxitos en las campañas internacionales contra Francia, se enorgullece de un imperio en ultramar que crece ya imparable. Como señala Saree Makdisi en su ensayo sobre identidad nacional y literatura en la época romántica, “antes de 1830 un nuevo concepto de identidad nacional había ya surgido en Gran Bretaña [...] el producto de la consolidación de una cultura imperial [...] una articulación de la supuesta diferencia y superioridad de Gran Bretaña con respecto a otras culturas” (62) 9. A su vez el paisaje, como muestran algunas acuarelas y dibujos de Turner, se convierte en símbolo colectivo de poder. Según Elizabeth Helsinger: La estética del paisaje, y las acciones de ver y mostrar los lugares a través de los cuales se experimentaba [Inglaterra] creaban en aquellos que participaban en la experiencia el derecho de reclamar Inglaterra como su propiedad estética nacional (105) 10. Sin embargo, desde la conciencia política del artista romántico, el soporte sobre el cual se sustenta ese orgullo patrio es un sistema despótico y amenazante, dispuesto a despedazar a sus ciudadanos literalmente, como en la carga de Peterloo. Dicho sistema es denunciado por Shelley en The Mask of 9 “[…] by the 1830s a new understanding of national identity had emerged in Britain […] the product of the consolidation of a properly imperial culture […] an articulation of Britain’s supposed difference from and superiority to its cultural others”. 10 “The aesthetics of landscape, and the activities of viewing and displaying English places through which it [England] was experienced, created for those who could participate in it a claim on England as their national aesthetic property”. 10 Anarchy, y descrito por Turner a través de sus visiones de negrura apocalíptica en obras como The Field of Waterloo (El campo de Waterloo) (1818) o Death on a Pale Horse (Muerte sobre caballo pálido) (1825-30) (Figura 2), cuya oscuridad amenazante refleja el mundo tiránico descrito por Shelley en The Mask of Anarchy: La última que vino fue Anarquía: cabalgaba Sobre un caballo blanco, salpicado de sangre; Pálida hasta los labios Como la Muerte en el Apocalipsis Y vestía corona de rey; Y en su puño brillaba el cetro; En su frente distinguí esta marca – “¡SOY DIOS, Y EL REY, Y LA LEY!” Con raudo y señorial paso Atravesó las tierras inglesas, Reduciendo la multitud adorante A un lodo de sangre11. 11Last came Anarchy: he rode / On a white horse, splashed with blood; / He was pale even to the lips, / Like Death in the Apocalypse. / / And he wore a kingly crown; / And in his grasp a sceptre shone; / On his brow this mark I saw - / ‘I AM GOD, AND KING, AND LAW!’ / / With a pace stately and fast, / Over English land he passed, / Trampling to a mire of blood / The adoring multitude (The Mask of Anarchy, 30-41, en Shelley’s Poetry and Prose 317). Énfasis añadido. 11 Figura 2. J. M. W. Turner, Death on a Pale Horse (1825-30). Tate Gallery, Londres. Sin embargo, quizá como alternativa a sus visiones de oscuridad, Turner compone una escena que parece profetizar un destino inevitable: el declive al que se dirige el poder despótico de la nación inglesa. En su obra The Fighting Temeraire Tugged to its Last Berth to Be Broken Up (El Luchador Temerario remolcado por última vez hacia puerto para ser desmontado) (1839) (Figura 3), Turner nos muestra el declinar del sol a punto de ocultarse tras un mar en calma, sobre el que una pequeña nave remolcadora arrastra, como si de un buque fantasma se tratara, los restos de un barco de guerra –el Temeraire– antaño triunfante en Trafalgar. La dignidad de un pasado heroico se encamina a la destrucción, guiada por una pequeña embarcación de vapor, icono de la nueva industria, que –negra sobre el dorado azulón del agua– escupe fuego al tiempo que agita el mar. Pero la otra Inglaterra, la cara opuesta del orgullo, la nación de la pobreza y del caos, la Inglaterra de la revolución y de la oscuridad, de la fragilidad humana y de la tiranía, la Inglaterra del sueño-poema de Shelley, cobraría fuerza según avanzaron en las primeras décadas del siglo XIX, y con ellas la injusticia social y la represión. La Inglaterra de las visiones de Shelley es 12 la Inglaterra de las víctimas de los jinetes de Turner (Death on a Pale Horse), del Turner sucio y goyesco, la Inglaterra de la sangre, del caos, de la falta de redención. Figura 3. J. M. W. Turner, The Fighting Temeraire Tugged to Its Last Berth to Be Broken Up (1839), National Gallery, Londres. No sólo las consecuencias del espíritu imperial y de la industria habían convertido la Inglaterra de Shelley en una época tumultuosa. Por otro lado, el espíritu intelectual de la Revolución Francesa, que tanto había inspirado a la primera generación de autores románticos –Wordsworth y Coleridge– se había disipado primero con la etapa del Terror y posteriormente con el ascenso de Napoleón. Inglaterra se hallaba inmersa en una guerra cruenta contra Francia. En temas domésticos la situación no era tampoco esperanzadora; la dinastía Hannover, que reinaba en el país, ofrecía síntomas de un declive vertiginoso. El rey Jorge III, enloquecido e incapaz de gobernar, nombró al príncipe de Gales como regente, que rápidamente se convirtió en figura de burlas y críticas por parte de intelectuales y ensayistas. Shelley había nacido en 1792, año en el que Thomas Paine, líder intelectual de la revolución de las colonias americanas, publicó un nuevo título The Rights of Man (Los 13 derechos del hombre), como respuesta a las opiniones antirrevolucionarias y reaccionarias vertidas por Edmund Burke en su ensayo Reflections on the Revolution in France (Reflexiones sobre la Revolución Francesa) (1790). Inglaterra permanecería firme contra las presiones revolucionarias exteriores, aunque el entorno doméstico distaba de ser sosegado. Así, en la década de los noventa se fundó la Radical Corresponding Society de Londres, una plataforma de reformismo radical (Holmes 7). Ideas revolucionarias de Francia seguían llegando en traducciones baratas. En las ciudades del norte, igualmente, activistas políticos del ámbito laboral industrial, hacían tomar conciencia a sus iguales de la necesidad de reformas. En estos años, el movimiento de población hacia las ciudades fue continuo, provocando al abandono y la desolación de las zonas rurales. El siglo XVIII, el siglo de la preocupación pública y literaria por el sentimiento, la razón, la compostura, el orden y el buen gusto daba paso al interés por la política laboral, el reformismo parlamentario, el cuestionamiento radical de la monarquía y el valor incondicional de la Revolución. El sueño de la razón, vertiginoso, producía monstruos. Como si el Fighting Temeraire de Turner hubiera llegado a un puerto desolado por los jinetes de la muerte de su Death on a Pale Horse12. El gobierno inglés, invadido por la paranoia antirrevolucionaria, aumentó las medidas represoras y policiales: se incrementó la vigilancia de actividades potencialmente subversivas. Se impuso un férreo control a la prensa y al derecho de asociación. El Primer Ministro William Pitt y su sucesor Lord Liverpool ejercieron con mano de hierro la censura y la restricción a través de las leyes contra la sedición y la calumnia. No es de extrañar que Leigh Hunt, autor de múltiples textos en contra del príncipe regente, decidiera no publicar la fantasía bizarra de Shelley The Mask of Anarchy. La libertad estaba en juego. Para una perspectiva histórica detallada y concisa del contexto político inglés a principios del siglo XIX, y el posicionamiento de Shelley, véanse la biografía de Holmes (en especial el capítulo primero, “A Fire Raiser”) y el ensayo de Keach. 12 14 William Godwin, padre de Mary Shelley y segundo esposo de Mary Wollstonecraft, sentenciaba someramente el espíritu de la época en el prefacio de su más conocida novela, Caleb Williams: “el Terror era el orden del día; y se temía que incluso se demostrara que el más humilde novelista pudiera acabar siendo un traidor” (4) 13. Es precisamente William Godwin quien actuaría, como es conocido, de mentor, inspirador y fuente intelectual para Shelley. En su famoso ensayo de 1793 Enquiry Concerning Political Justice (Investigación acerca de la justicia política), Godwin presentaba uno de los tratados más perspicaces y la vez más extravagantes del siglo XVIII sobre la construcción de una sociedad utópica. William Godwin era un convencido de lo pernicioso de la existencia de los gobiernos, creía que el orden social se podía garantizar a través de la benevolencia universal. Si el sujeto no es benévolo por naturaleza, según Godwin, ello es debido a que su comportamiento y mente han sido corrompidos por la continua exposición a las instituciones del pasado y del presente. Si se lograra eliminar del sujeto la exposición a estas perniciosas percepciones de las acciones corruptas de un Estado, el sujeto sólo tendería al bien, porque no tendría la necesidad de hacer el mal. Los gobiernos son perniciosos en tanto en cuanto hacen que el sujeto sospeche que sus líderes actúan no en beneficio común, sino sólo en el suyo propio. Las estructuras jerárquicas en la sociedad son negativas, puesto que crean desigualdad e hipocresía. En la sociedad ideal, no puede haber gobierno, ni jerarquía ni pérdida de la identidad individual. Godwin promulgaba el cambio absoluto de la estructura del Estado para que éste dejara de ser lo que es y se transformara 13 “Terror was the order of the day; and it was feared that even the humble novelist might be shown to be constructively a traitor”. Cuando la revolución en Francia dio lugar al estado policial del Terror jacobino, los intelectuales ingleses inspirados por el espíritu inicial de la rebelión, comenzaron a abandonar sus premisas iniciales. Mary Wollstonecraft, líder del progresismo político y predecesora del feminismo moderno, llegó a temer por su vida en el París de los años noventa, de donde logró salir indemne por la ayuda de un comerciante americano, Gilbert Imlay, padre de su primera hija (Tomalin 225). Thomas Paine, defensor recalcitrante de la Revolución, se salvó de la guillotina por un accidente del destino. William Wordsworth volvió a Inglaterra cuando la violencia revolucionaria suplantó los ideales de igualdad y libertad, para llegar a formar parte, años después, del estamento de los funcionarios gobernantes, para crispación de Shelley, que consideraría a Wordsworth como un “traidor” (Holmes 274). Los ingleses se convirtieron en los enemigos del pueblo francés: Inglaterra estaba en guerra con Francia. 15 en una especie de anarquía organizada (valga la paradoja). Ese cambio defendido por Godwin ha de ser radical, pero no violento. Para que los cambios sean eficaces, no vale con imponerlos por la fuerza, sino que todos los sujetos deben concluir que el cambio es positivo y necesario. Godwin apelaba a la necesidad de enseñar a las masas, de eliminar la ignorancia para poder llegar a comprender la necesidad de hacer el bien: la educación y la investigación intelectual son el camino, antes que la entrega de cuchillos y machetes para hacer la Revolución. Las masas violentas sólo pueden acabar en desastre. La coronación de Napoleón diez años más tarde demostraba que no se confundía (Brailsford 78-112) 14. Shelley conoció la obra de Godwin mucho antes de tener ninguna relación con la hija de éste. La radicalidad utópica de Godwin casaba perfectamente con el joven Shelley, cuya imaginación le había llevado en sus años de estudiante por dos caminos: la fascinación con la experimentación científica, y la negación de Dios. En su infancia, Shelley aterrorizaba a sus hermanas pequeñas con historias góticas y con experimentos explosivos que en alguna ocasión dieron como resultado el fuego en la casa familiar (Holmes 11-36). Sus compañeros de Eton recuerdan que era común ver manchas de pequeñas explosiones en el suelo de la habitación de Shelley, o incluso grandes marcas negras donde había ardido algún compuesto preparado por él (Holmes 24). Por otro lado, el ateísmo de Shelley no sólo le provocó un alejamiento paulatino de su familia, sino que dio lugar a que fuera expulsado de Oxford por escribir y distribuir entre las autoridades académicas uno de sus primeros ensayos: “The Necessity of Atheism” (“La necesidad del ateísmo”). Como se puede deducir por estas actitudes, cuando Shelley leyó el ensayo sobre justicia política de Godwin, su mente ya llevaba tiempo girando en torno a la necesidad de reforma social y política, y a la necesidad de rebeldía. Ésta última 14 El estudio de Henry N. Brailsford, Shelley, Godwin y su círculo es uno de los clásicos ensayos sobre Godwin. Ilustra y analiza con precisión la filosofía de Godwin y su influencia sobre Shelley. Portador de valiosas perspectivas sobre el entorno familiar de Godwin (Mary Wollstonecraft y Mary Shelley) y de la relación con P. B. Shelley, es el reciente estudio de Julie A. Carlson, England’s First Family of Writers. Véase en especial el epílogo “On Percy’s Case”, pp. 257-77. 16 fue puesta en práctica con éxito frente a las autoridades académicas de Oxford así como a su propio padre, Timothy Shelley, con quien el poeta tuvo una relación siempre tensa a causa de la falta de conformidad con las pautas sociales que el joven Shelley siempre mantuvo. Interés en el fuego, desafío a la autoridad, deseo desesperado de cambio social. ¿No es su Prometeo acaso el eco del poeta mismo? El poema de Shelley Prometheus Unbound está dividido en cuatro actos. En el primero Prometeo está encadenado a la roca helada, sometido a la voluntad de Júpiter, y amenazado por las furias, representantes de la tiranía, que pretenden acosarle con torturas, dolor, odio y caos. La tierra aparece para recordarnos el desastre de la civilización: Soy la tierra, tu madre, Por cuyas pétreas venas, hasta la última fibra Del árbol más altivo cuyas hojas delgadas Temblaron bajo el aire congelado, corría El gozo como sangre dentro de un cuerpo vivo, Cuando tú de su seno, cual nube esplendorosa, Surgiste, ¡oh Espíritu de ferviente alegría! [...] Mira, pues, tantos mundos que fulguran y giran a nuestro alrededor; vieron sus habitantes mi esfera luminosa perder luz en el cielo. Una extraña tormenta encrespó el mar, y un fuego, desde montes nevados que un terremoto hendiera, agitó su gran cresta bajo el cielo irritado. La Inundación y el Rayo desolaron la tierra [...] Peste y Hambre cayeron sobre hombres y animales. (Prom. Unbound I, 152-8; 163-9; 172; en Shelley Prometeo Liberado 35, 37)15. El segundo acto está centrado en el personaje de Asia, o Venus, una de las oceánides. Acompañada de sus hermanas, Panthea e Ione, llega a una arcadia sosegada, y –ayudada por espíritus– consigue encontrar a Demogorgon, prodigio informe, espíritu de lo vivo, una mera esencia, una I am the Earth, / Thy mother; she within whose stony veins, / To the last fibre of the loftiest tree / Whose thin leaves trembled in the frozen air, / Joy ran, as blood within a living frame, / When thou didst from her bosom, like a cloud / Of glory, arise, a spirit of keen joy! […] / Then, see those million worlds which burn and roll / Around us: their inhabitants beheld / My spherèd light wane in wide Heaven; the sea / Was lifted by strange tempest, and new fire / From earthquake-rifted mountains of bright snow / Shook its portentous hair beneath Heaven’s frown; / Lightning and Inundation vexed the plains; […] / When Plague had fallen on man, and beast. 15 17 idea, que supera y derrota a Júpiter en el tercer acto, causa la liberación de Prometeo y provoca el canto triunfante del espíritu de las Horas. En el acto cuarto, añadido por Shelley algún tiempo después, asistimos a la celebración victoriosa de la armonía prometeica, que ha superado a la tiranía de Júpiter: es un espacio nuevo, en el que vence la sacrificada bondad del mártir Prometeo, que –como si buen discípulo de Godwin se tratara– sólo siente la obligación y la necesidad de hacer el bien. En el acto cuarto ha llegado la revolución utópica: Este es el día, bajo la maldición terrestre, En que se abre el abismo para la tiranía Del Cielo, y la Conquista cae cautiva al vacío. Y el Amor, desde el trono augusto levantado En la gran esperanza del sabio corazón [...] Surge y envuelve al mundo con alas protectoras [...] Esto, como tu gloria, Titán, es ser benévolo, Grande, feliz, hermoso y libre; es sólo esto la Vida, la Alegría, el Imperio y el Triunfo. (Prom. Unbound 554-8, 561, 576-8; en Séller Prometeo Liberado 211, 213)16. El poema de Shelley no es solamente el mejor ejemplo de la liberación utópica de la tiranía. No es sólo la versión elevada y mitológica de la visión de The Mask of Anarchy. Prometheus Unbound es también el texto poético de Shelley en el que postula su filosofía de creación. El poema y su prefacio manifiestan un nuevo encuentro de contrarios: el idealismo frente al materialismo, polos en los que Shelley se movió a lo largo de su carrera poética17. En el prefacio que escribe para el Prometeo, Shelley nos habla del contexto sublime que – según la agenda Romántica más predecible– le ha ayudado a componer las imágenes de Prometheus Unbound. “Este poema fue escrito en las inmensas ruinas de los baños de Caracalla, entre claros llenos de flores y arboledas frondosas y fragantes”. Según esta cita, las imágenes del poema tienen un 16 “This is the day, which down the void abysm / At the Earth-born’s spell yawns for Heaven’s despotism, / And Conquest is dragged captive through the deep: / Love, from its awful throne of patient power / In the wise heart […] / And folds over the world its healing wings […] / This, like thy glory, Titan, is to be / Good, great and joyous, beautiful and free; / This is alone Life, Joy, Empire, and Victory”. 17 Sobre este encuentro de contrarios, véase Keach 123-9. 18 referente externo, son percepciones del paisaje escarpado visto en el norte de Italia y en las ruinas, percepciones reelaboradas, traducidas a su mente. Según Shelley, “la imaginería que he utilizado se ha extraído, en muchos casos, de las operaciones de la mente humana o de las acciones externas con que se expresan” (Shelley Prometeo Liberado 18).18 El poema, que ha dado muy pocas indicaciones geográficas en sus acotaciones, parece habitar un paisaje mental, como Shelley sugiere en el prefacio: es el paisaje rocoso, velado, indefinido, desértico de la mente romántica. El poema ha sido primero estimulado por la materialidad del paisaje, por objetos externos (ruinas de Caracalla, paisaje italiano, lo sublime), y ha sido posteriormente materializado por la mente fabricadora, moldeadora del poeta. La idea emana de la percepción, que a su vez genera ulteriores ideas. Fiel a este principio que define el lenguaje poético simultáneamente como materia-objeto e idea-sujeto, Prometheus Unbound reitera a lo largo de sus cuatro actos los términos “mente (mind)”, “pensamiento (thought)”, “voz (voice)” y “palabra (word)”, aludiendo a la dualidad significante-significado, la eterna dicotomía entre materia e idea que es la esencia del lenguaje. Cuando en su Investigación sobre la justicia política, Godwin hablaba de evitarle al sujeto las ideas perniciosas, en realidad estaba hablando de las percepciones negativas que puede recoger el sujeto: los ejemplos históricos de corrupción. El ideal del buen ciudadano de Godwin depende de la tradición empírico-escéptica de Locke, Hume y Berkeley sobre la imposibilidad de que obtengamos conocimiento más allá de nuestra experiencia de la realidad. Estamos sujetos a la materialidad de la percepción. Shelley corrobora esta idea en su breve ensayo On Life: Confieso que soy incapaz de negar mi asentimiento a las conclusiones de estos filósofos que afirman que no existe nada sino al 18 “This poem was chiefly written upon the mountainous ruins of the Baths of Caracalla, among the flowery glades, and thickets of odoriferous blossoming trees”. “The imagery which I have employed will be found in many instances to have been drawn from the operations of the human mind, or from those external actions by which they are expressed”. La edición bilingüe del poema no contiene la versión en inglés del prefacio; la cita original está tomada de Shelley’s Poetry and Prose (207). Énfasis añadido. 19 ser percibido [...] Las tremendas absurdeces de la conocida filosofía de la mente y la materia, con sus nefastas consecuencias en lo moral, con su dogmatismo violento respecto al origen de las todas las cosas, me condujo al principio al materialismo. Este materialismo es un sistema seductor para las mentes jóvenes y superficiales. Pero yo estaba insatisfecho con la visión de las cosas que daba (Shelley Major Works 634) 19 . Este breve ensayo de Shelley habla de cómo la percepción moldea la mente creadora, que a su vez elaborará nuevas ideas que podrán conectar con otras percepciones para fabricar ulteriores ideas, en una especie de cadena interminable de conexión entre el objeto externo y la mente. Dicha conexión tiende necesariamente al idealismo de la unidad, y tiene la totalidad como un fin: Nada existe sino al ser percibido. La diferencia entre esas dos clases de pensamiento vulgarmente conocidas con los nombres de ideas y objetos es meramente nominal. Siguiendo este mismo razonamiento, la existencia de mentes individuales diferenciadas y similares a aquélla que se cuestiona su propia naturaleza, es igualmente una ilusión. Las palabras “yo”, “tú”, “ellos” no son signos de una diferencia real entre las ideas que expresan, sino que son meras marcas usadas para denotar las diferentes versiones de una sola mente [...] Las palabras “yo”, y “tú” y “ellos” son meros artefactos gramaticales creados con un fin organizativo, y están totalmente vacías del sentido intenso y exclusivo que se les suele adjudicar [...] Estamos en ese límite en el que las palabras nos abandonan (Shelley Major Works 635-6) 20. Según señala Shelley, en esta interacción entre objeto y sujeto, idea y materia, el lenguaje es un instrumento decisivo, y esto es una noción clave para entender su poesía romántica visionaria. Como hemos visto, no sólo en Prometheus Unbound Shelley anticipa una teoría sobre el lenguaje como pensamiento, el lenguaje como objeto externo e interno a la vez, como idea y I confess that I am one of those who am unable to refuse my assent to the conclusions of those philosophers who assert that nothing exists but as it is perceived […] The shocking absurdities of the popular philosophy of mind and matter, its fatal consequences in morals, and their violent dogmatism concerning the source of all things, had early conducted me to materialism. This materialism is a seducing system to young and superficial minds. It allows its disciples to talk, and dispenses them from thinking. But I was discontented with such a view of things as it afforded. 20 Énfasis añadido. Nothing exists but as it is perceived. The difference is merely nominal between those two classes of thought, which are vulgarly distinguished by the names of ideas and of external objects. Pursuing the same thread of reasoning, the existence of distinct individual minds, similar to that which is employed in now questioning its own nature, is likewise found to be a delusion. The words I, you, they, are not signs of any actual difference subsisting between the assemblage of thoughts thus indicated, but are merely marks employed to denote the different modifications of the one mind […] The words I, and you, and they are grammatical devices invented simply for arrangement, and totally devoid of the intense and exclusive sense usually attached to them […] We are on that verge where words abandon us. 19 20 materia, como objeto y sujeto. La palabra es material (escrita o hablada), pero es también idea. Mi propio yo está hecho de palabras. El lenguaje es la idea y es el objeto al mismo tiempo. Es material e ideal. En el acto segundo de Prometheus Unbound –en el que Asia, la oceánide, pregunta a Demogorgon sobre la naturaleza de las cosas– el poema resuena cargado de referencias al lenguaje, al discurso, al acto de hablar, como acciones simultáneamente tangibles e intangibles, objetos e ideas a la vez: “Hablas, pero tus palabras / son como aire; no las siento” (Prometheus Unbound II.i.108-9); “Mientras hablas, tus palabras / llenan de formas, silencio tras silencio, mi olvidado sueño” (Prometheus Unbound II.i.141-3); “En el mundo no conocido, duerme una voz no pronunciada” (Prometheus Unbound II.i.190-1); “la voz que contagia al mundo” (Prometheus Unbound II.iii.10) (Shelley’s Poetry and Prose 237, 239, 240, 243) 21. Las reflexiones del ensayo y las alusiones del poema al lenguaje como materia que compone el pensamiento tienen, a mi juicio, importancia capital para entender sus conceptos de creación, o la relación entre autor, texto y contexto. En su conocido ensayo “El orden del discurso” Michel Foucault se hace la siguiente pregunta: “¿Qué hay de peligroso en el hecho de que las gentes hablen y de que sus discursos proliferen indefinidamente”. Para empezar a dar respuesta a su propia pregunta Foucault se refiere primero, como es habitual en sus escritos, a la relación entre lenguaje y poder: En toda sociedad la producción del discurso está a la vez controlada, seleccionada y redistribuida por un cierto número de procedimientos que tienen por función conjurar los poderes y peligros, dominar el acontecimiento aleatorio y esquivar su pesada y temible materialidad (Foucault 11). En los párrafos que siguen, Foucault, alude a tres tipos de procedimientos para dominar ese discurso: las prohibiciones o restricciones, la imposición de la razón, y la decisión por parte del sistema de qué es o no es “Thou speakest, but thy words / Are as the air, I feel them not…”; “As you speak, your words / Fill, pause by pause, my own forgotten sleep / With Shapes”; “In the world unknown / Sleeps a voice unspoken”; “The voice which is contagion to the world”. 21 21 verdad, y qué discursos quedan marginados, al no ajustarse a esa verdad. Con estas premisas de Foucault sobre los modos de dominar y contener el discurso como telón de fondo, hemos de volver atrás y ver a Shelley como un autor – como explicábamos al principio– en un Estado policial e inseguro, donde los discursos no aprobados por el Estado (el ateísmo o la igualdad social) pueden hacer de uno un traidor, como decía Godwin en el prólogo a su novela. La Inglaterra de Shelley es el caos, es el jinete de la muerte de la Anarquía o del lienzo de Turner. ¿Existe alguna posibilidad de evitar ese caos o escapar de él? Es a través del lenguaje poético mismo como Shelley crea un espacio de huida. Shelley parece muy consciente en su ensayo On Life de la materialidad del lenguaje y de la capacidad de éste para crear al sujeto. Los propios personajes de Prometeo reflexionan sobre la necesidad de las palabras, sobre el decir o no decir, el nombrar o no nombrar. Si Shelley entiende que el lenguaje es materia primero e idea después, si sabe que estamos en ese “límite donde”, según él, “las palabras nos abandonan”, ¿está Shelley a través de su lenguaje creando un paisaje ideal, un paisaje de esencias? Shelley, platónico convencido, ve en el lenguaje poético la forma de penetrar en el mundo idóneo de la esencia, el mundo que tiende a la unidad idílica. Desde esta posición idealista, Shelley crea en Prometheus Unbound un espacio individual, un discurso de huida y escape del caos político de Inglaterra. Shelley se apropia del mito de Prometeo para forjar un discurso propio, privado y mental, que no pueda ser modelado, modificado, controlado por esa esfera pública de la que habla Foucault, empeñada en limitar, censurar, o incluso matar, como en el caso de la masacre de Peterloo. Pero, ¿en qué medida la rebelión de Prometeo/Shelley construye un espacio de subversión? La crítica neohistoricista argumentaría que no puede tratarse de un espacio de escape, porque no es un espacio individual. Prometheus Unbound es un texto que –como cualquier otro– no puede escapar al poder de la restricción, al poder de lo público. Sí, puede parecer subversivo, atrevido, 22 rebelde, revolucionario. Ahora bien, no olvidemos que ese discurso rebelde está sin más contenido dentro de las normas del discurso dominante, sea el de la monarquía, el absolutismo, el bipartidismo, o la miseria del caos industrial. En otras palabras: el rebelde romántico no está fuera del sistema, sino dentro de él. El sistema lo legitima y le da razón de ser. Su discurso, por muy subversivo que parezca, está aprobado y permitido por el sistema de poder. Para que Prometeo exista, tiene que existir Júpiter, que legitima y da sentido a su rebelión. 23 Bibliografía Abrams, M. H. Natural Supernaturalism: Tradition and Revolution in Romantic Literature. 1ª ed. New York: Norton, 1971. Bamford, Samuel. Bamford’s Passages in the Life of a Radical, and Early Days ... Edited with an Introduction by H. Dunckley. Ed. Henry Dunckley. 2 vol. T. Fisher Unwin: London, 1893. http://domain1041943.sites.fasthosts.com/bamford/b_radical_indez.htm Brailsford, Henry Noel. Shelley, Godwin y su círculo. 2ª ed. México: FCE, 1986. 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Keach, William. “The Political Poet” en The Cambridge Companion to Shelley. Ed. Timothy Morton and Theresa Kelley. Cambridge, England: Cambridge UP, 2006. 123-142. 24 Kucich, Greg. “Keats, Shelley, Byron, and the Hunt Circle”, en The Cambridge Companion to English Literature 1740-1830. Ed. Thomas Keymer and Jon Mee. Cambridge, England: Cambridge University Press, 2004. 263-279. Lewis, Linda M. Promethean Politics of Milton, Blake and Shelley. St. Louis: University of Missouri Press, 1992. Makdisi, Saree. “Literature, National Identity, and Empire”, en The Cambridge Companion to English Literature 1740-1830. Ed. Thomas Keymer and Jon Mee. Cambridge, England: Cambridge University Press, 2004. 61-79. Noyes, Russell, ed. English Romantic Poetry and Prose. Selected and Edited, with Essays and Notes. New York: Oxford University Press, 1956. Redfield, Marc. The Politics of Aesthetics: Nationalism, Gender, Romanticism. Stanford: Stanford University Press, 2003. Shelley, Percy Bysshe. 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Eusebio de Lorenzo: Benevolencia en el sentido de necesidad de hacer el bien. Y locura en el sentido de caos, que deshace la fragilidad humana y las diferencias de poder, entre masa subyugada y sujeto tiránico. Pero si te sirve, cuando escribí “benevolencia / locura”, pensé que era problemático. Pilar Andrade: También quería preguntar sobre este ensayo, On Life. Decías que está hablando de los empiristas... Eusebio de Lorenzo: De Hume, en concreto. Pilar Andrade: Pero esa frase es de Berkeley (“Nothing exists but as it is perceived”, “Esse est percipi”). Eusebio de Lorenzo: Shelley no conocía a Berkeley, y fue Godwin quien lo introdujo a su obra. Pero los autores de esta edición dicen en una nota que Hume cuestiona la suposición de que haya un universo externo que no depende de nuestra percepción. Significaría entonces que Shelley estaría de acuerdo con Berkeley y no con Hume. Shelley, más abajo, dice que no puede discutirles nada a los empiristas. José Carlos Seabra: Quisiera hacer un comentario, sobre la importancia de la figura de Demogorgon, que está en uno de los poemas esotéricos más importantes de Fernando Pessoa. Es curiosa la tensión entre utopía social, humanitaria, y una línea de fuga. Los primeros románticos. bien son contrarrevolucionarios, bien progresistas. Shelley resiste a eso, y esta tensión sigue adelante en todo el XIX en Inglaterra, cuando los prerrafaelistas descubren a Turner, a Ruskin, con su utopía, y a William Morris. Entonces, por contestar a los neohistoricistas, diré que el discurso literario no cambia todo en el mundo, pero sigue creando nuevas aspiraciones y 26 transformaciones. Es interesante ver que el mito de Prometeo ha obsesionado el imaginario literario de los portugueses en el siglo XX. Uno de los poetas de más larga difusión, Guerra Junqueiro, se ha alimentado en torno a un gran poema de Prometeo liberado. Al final de su vida le han quedado sólo algunos fragmentos de un Prometeu libertado, donde, por causa del cambio del propio poeta, Prometeo se va a reencontrar con Cristo. Hay una anticipación de la idea de un Cristo cósmico. Prometeo más Cristo dan toda la redención, no sólo social, la benevolencia, el imperio del amor, de la armonía y de la justicia, sino de todo el universo y todo el cosmos, en esa línea de prometeísmo. Eusebio de Lorenzo: Es muy interesante la relación, o los ecos, entre Prometeo y Cristo. Yo creo que Shelley claramente lo explota en el poema. Hay algunas líneas en las que se alude a la corona con espinas que atravesará la cabeza de Prometeo, las llagas en los pies de las cadenas... Esto, junto con la doctrina cristiana basada en la benevolencia, en el martirio si es necesario por la defensa de la fe, hacen de Prometeo la imagen perfecta de Cristo. Respecto a los neohistoricistas, el texto se entrega al discurso público y pone en marcha una serie de actuaciones sobre él, crea, renueva unas actitudes. Yo me refería a ese dogma inicial de los neohistoricistas norteamericanos de que todo texto subversivo no es subversivo realmente, nunca sale del sistema. En el fondo, la subversión no es eficaz, y si llega a ser eficaz, el sistema elimina al sujeto. Este tema surgió, si no recuerdo mal, cuando Luis Martínez habló del Dionisos de Oscar Wilde y discutimos si Wilde suponía de verdad una subversión o no, y cómo la Inglaterra victoriana lo eliminó. Reconozco que me obsesiona cómo se crea, cómo se configura un texto, qué actantes intervienen en este proceso, y qué resultados da ese texto, cómo perdura, y el efecto que tiene, y si los textos que nacen con la intención de ser subversivos, como sucede con los románticos, lo son de verdad. Denis Canellas: Quizá es necesaria una referencia a William Blake, por los más jóvenes... Eusebio de Lorenzo: Tenía unas imágenes de Blake, pero entonces se me iba de tiempo la exposición. Blake y Shelley son los poetas visionarios del prerromanticismo y del romanticismo. José Manuel Losada: En primer lugar, estoy totalmente de acuerdo con lo que ha señalado el profesor Seabra sobre Demogorgon, que yo 27 identificaría con la necesidad, con la fuerza de las cosas, y aunque aquí he de reconocer que me faltan datos, quizá sea uno de los personajes complementarios de Prometeo, de su hermano, Epimeteo. La naturaleza es imprudente, es lo que quiere decir todo esto, y al final tiene que haber una interacción entre la razón y la imprudencia. Prometeo adora a Minerva, a la razón, pero es también la imprudencia. Los padres de la Iglesia son los primeros que dicen que Prometeo es Cristo, aunque luego se considerará de otra manera. Yo quería señalar, al hilo de lo que preguntaba Pilar, que si Shelley ha leído a Berkeley, y lo ha leído tarde, quizá no lo ha procesado. Berkeley, con esse est percipi, dice que no podemos conocer la esencia de las cosas. Por eso, lo que queda de Hume es la asociación, y para Hume no existen las cosas en sí, no existe el yo, no existe la causa, y dice que sólo existe la asociación de ideas, y has hecho muy bien en llamar la atención sobre la asociación entre el yo y el objeto que hace Hume, que es la misma que él hace. Eusebio de Lorenzo: Shelley se mueve entre esos dos mundos, lo material y lo ideal, y en On Life dice que no quiere entrar en esa disquisición, de si los fenómenos y la experiencia vienen dados por la materia o por la idea. Tal y como yo lo veo, Shelley dice que vive en los dos mundos, aunque se haya hablado de Shelley como platónico. Y en Prometeo están los dos: las imágenes son mi paisaje mental, pero está determinado por algo exterior a mí. El origen da un poco igual, lo importante es qué se hace con el lenguaje construido, con ese discurso, por eso he traído a Foucault a colación. En ese medio tan agresivo, tan aberrante de la Inglaterra de la época, ¿cómo funciona tu discurso creado que te configura como un sujeto? Ya sea en un poema tan panfletario como La máscara de la anarquía, o en el mito de Prometeo. Por eso acababa la presentación con esa pregunta. Sea idealista o materialista –parece que está a caballo, o no se quiere definir–, independientemente de eso, ¿qué efecto tiene su discurso?, ¿cómo se escapa Shelley?, ¿cómo está localizado en ese espacio de esa Inglaterra caótica y agresiva? Eso es lo que me interesa indagar. José Manuel Losada: Una parte de idealismo sí que hay. La hija de Godwin se casa con el hijo de Rousseau, vamos. De todas formas, lo que hace es un Prometeo desencadenado, en respuesta al Prometeo encadenado de Esquilo. Pero si no me equivoco se conservan fragmentos, porque todo es una trilogía... 28 Ana Jiménez: Sí, se conservan fragmentos. Aunque se discute la autoría del Prometeo encadenado... José Manuel Losada: Sea como fuere, después de Hesíodo viene Prometeo encadenado, Prometeo desencadenado y Prometeo, portador de fuego, igual que hay tres Edipos, porque así procedían los poetas trágicos griegos. Pero, precisamente, es como si hubiese querido hacer un Prometeo desencadenado, porque al final dice: “se acabó la conquista”. Lo que está haciendo Shelley es escribir un Prometeo desencadenado, pero que en cierto modo va buscando la armonía al final, y la armonía es el eje fundamental del primer Esquilo, que escribe un Prometeo encadenado. Esquilo es el poeta de la armonía frente a la hibris, los excesos. Seguro que Ana puede confirmarlo... Ana Jiménez: Sí, completamente de acuerdo. También respecto a lo que has dicho de Prometeo y su hermano Epimeteo. La etimología del nombre así lo indica: prometis y epimetis. Yo quería hacer una pregunta sobre este Demogorgon. Has dicho que Demogorgon libera a Prometeo, me ha parecido entender. Eusebio de Lorenzo: En el texto de Shelley, sí. De hecho, en el acto III tiene un diálogo con Júpiter en el que Júpiter, dice: “Mercy!, mercy!”, cuando habla con Demogorgon. Ana Jiménez: ¿Y nadie ha intentado ver una relación o posible identificación con Heracles, que es quien libera a Prometeo en el mito? Eusebio de Lorenzo: Imagino que sí... En el Prefacio, Shelley dice algo que tiene que ver con Esquilo. Pero quería leer otra cosa. En el acto III Júpiter se encuentra con Demogorgon, y dice: “¿Tú quién eres? ¿Tú que eres, figura horrenda? ¡Habla!”. Y dice Demogorgon: “La eternidad. No pidas un nombre más terrible. Desciende conmigo al fondo del abismo. Soy tu hijo, igual que tú lo fuiste de Saturno, y tengo más poder que tú. Juntos debemos habitar desde ahora las tinieblas. No saques tus rayos. Nadie puede conservar el dominio del cielo ni ejercerlo sucediéndote a ti. Mas si tú lo deseas, igual que los gusanos pisados se retuercen hasta que mueren, debes deponer tu dominio”. Y dice Júpiter: “¡Prodigio detestable! Te he hundido con mis pies más allá de las celdas de los Titanes. Pero, ¿aún te enseñas? ¡Piedad! ¡Piedad! Ni compasión, ni alivio, ni tregua”. Y ésta es la primera vez que sale Júpiter, y la última. Después, acaba el acto con Prometeo en un discurso hablando de la 29 liberación, con la madre Tierra. Termina con una cita muy famosa, que es el discurso del Espíritu de las Horas: “Ha caído la máscara funesta, queda el hombre. Sin cetro, liberado, sin límites, pero hombre. Sin clase, ni nación, ni tribu. Igual a todos, sin culto, ni temor, ni jerarquía, rey de sí mismo, benévolo, justo, sabio, pero hombre. ¿Sin pasión? No, aunque libre del dolor y la culpa que su propio deseo creado padeciera. Ni exento, aunque rigiéndolos como meros esclavos del azar y la muerte y el cambio, los obstáculos sin los que algo podría remontarse más alto que la estrella cimera de un cielo no elevado erigida en la sombra de un intenso vacío”. Lo que Shelley dice sobre Esquilo es, para que no se le entienda mal, que no está reescribiendo a Esquilo, ni la obra perdida de Esquilo: “Si yo hubiera elaborado mi historia según este modelo, el resultado no hubiera sido sino un intento de recuperar el drama perdido de Esquilo, ambición que, de haber elegido esa forma de trazar el asunto, podría haberse visto menguada si tal intento se comparara con el de Esquilo. Pero, verdaderamente, yo era contrario a un desenlace tan poco convincente, como el de la reconciliación del Defensor con el Opresor de la humanidad. El interés moral de la fábula, que con tanta fuerza se sostiene en el sufrimiento y resistencia de Prometeo, quedaría destruido si concibiéramos a éste desdiciéndose de su noble lenguaje, y acobardándose ante su pérfido adversario ahora triunfante”. Y comienza a comparar ahora a Prometeo con Satán: “El único ser imaginario que se puede asemejar de algún modo a Prometeo es Satán”. Está pensando en Milton todo el tiempo. Después habla de lo que ya os he leído, de la imaginería que procede del espacio mental, y llega al final a una conclusión interesante: “Mi intención no es hacer poesía didáctica. Aborrezco la poesía didáctica. Nada puede ser bien expresado en prosa que no sea a la vez tedioso y excesivo en verso. Mi intención ha sido hasta ahora simplemente la de familiarizar a la exquisita imaginación de las clases más selectas de lectores de poesía con bellos ideales de grandeza moral, consciente de que hasta que el espíritu no aprenda a amar, admirar, confiar, tener esperanza y resistir el dolor, los principios razonados de conducta moral son semillas lanzadas sobre la carretera de la vida, que el viajero pisoteará”. José Manuel Losada: ¿De qué año es eso? Eusebio de Lorenzo: 1819. Es un prólogo de tres páginas. 30 José Manuel Losada: Hay un poema de un romántico francés, Prométhée, en el que Prometeo somete a Satanás y lo encadena, es el sometimiento del mal al bien, por esos mismos años, 1826. Eusebio de Lorenzo: ¿No tiene Gide un Prometeo? José Manuel Losada: Sí, un Prometeo mal encadenado. ¿Alguna pregunta más? Pues muchísimas gracias. Con esta sesión damos por concluida esta primera tanda postestival y quedamos citados para enero. 31