11. Narrativa posterior a GC

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Tema 11
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LENGUA CASTELLANA Y LITERATURA, 2º BAC 37
SELECTIVIDAD
LA NOVELA ESPAÑOLA POSTERIOR A LA GUERRA CIVIL.
1. DÉCADA DE LOS 40
El ambiente de desorientación cultural tras la guerra fue muy acusado en la novela: desaparecen
las novelas sociales de preguerra y se desconoce la producción de los novelistas exiliados. Únicamente la obra de Baroja conecta con las preocupaciones de los jóvenes novelistas, por lo que será
considerado como el maestro de los narradores de la Generación del 40 (o del 36, o de la guerra).
En 1942 Cela inicia la corriente existencial de la novela española con la publicación de La familia
de Pascual Duarte. Esta tendencia recibe también el nombre de tremendismo, cuya característica
principal es el reflejo amargo de la vida cotidiana. Otros rasgos de esta corriente son: los temas son
la incertidumbre del destino humano y dificultad de comunicación personal; la acción presenta
situaciones de gran dureza; los personajes son seres marginados, violentos u oprimidos (criminales, prostitutas, etc.) que, en ocasiones, presentan taras físicas o psíquicas, y son descritos en situaciones de máxima tensión; el espacio es limitado, estrecho o cerrado (la celda de una cárcel, una
habitación de la casa, un pabellón de un hospital); los hechos están narrados normalmente en primera persona: el personaje cuenta su vida evocando el pasado; y el lenguaje es duro, reflejo de las
circunstancias y el medio degradado en el que viven los personajes.
Otras obras y autores representativos de esta década son: Nada de Carmen Laforet y La sombra
del ciprés es alargada de Miguel Delibes.
2. DÉCADA DE LOS 50
El pesimismo existencialista de los 40 se transmuta en visión crítica de la sociedad que los rodea y
da lugar al realismo social. Abre esta etapa La colmena, de Camilo José Cela, obra en la que intentó
reflejar, desde un punto de vista objetivo y con el máximo verismo, la realidad social española de
la época, en especial, el mundo de la clase media baja, gentes mediocres y en situación inestable.
El realismo social se divide en dos tendencias:
a) Novela social objetivista: Se basa en las teorías de la psicología conductista11, que considera
el comportamiento humano como una serie de respuestas a determinados estímulos externos. No interesa el hombre interior; sólo se presta atención a lo externo, a lo que es observable y medible: acciones y palabras. Los principales rasgos de esta novela son: reducción al
mínimo de la presencia del autor (sólo narra lo que ocurre, sin comentar ni opinar, adoptando el punto de vista de una cámara cinematográfica que graba lo que tiene delante); limitación del protagonismo de los personajes (no hay héroes ni antihéroes, se prefiere el personaje
colectivo); eliminación de la introspección y del análisis psicológico (al autor le interesa caracterizar externamente a los personajes, quienes se definen por lo que hacen y dicen, y lo
hace mediante el diálogo); disolución del argumento en una sucesión de anécdotas (no se
plantean grandes conflictos morales o existenciales, el significado de la novela hay que buscarlo en el conjunto de la obra); concentración temporal y espacial (los argumentos se concentran en cortos periodos de tiempo y en un marco espacial único o poco variado).
b) Novela realista crítica: Encontramos en ella la mayoría de las características citadas anteriormente. Solo habría que añadir dos: mayor explicitación de la intencionalidad crítica (el
autor selecciona los aspectos de la realidad que mejor sirven a su propósito de denuncia y,
aunque no interviene directamente, se nota más su postura); y utilización de personajes representativos de una clase social (proletariado, burguesía).
El tema básico de la novela social es la sociedad española contemporánea. Las novelas abordan
diversos aspectos parciales de la realidad social, como son: el mundo rural (en Los bravos, de Jesús
Fernández Santos), la clase obrera (en Central eléctrica, de Jesús López Pacheco) y la burguesía (en
Juegos de manos, de Juan Goytisolo).
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Llamada también behaviorista (del inglés behavior, comportamiento, conducta).
LENGUA CASTELLANA Y LITERATURA, 2º BAC 38
SELECTIVIDAD
Las obras más representativas de esta década son: La colmena (de Cela, donde se reflejan claramente las características de la primera tendencia) y El Jarama (de Rafael Sánchez Ferlosio), ejemplo
claro de la estética objetivista, pues la obra se construye a través de diálogos insulsos y triviales,
descripciones frías y realistas y ausencia de argumento, salvo al final de la trama. El tema se centra
en la superficialidad y la vaciedad de las vidas de un grupo de jóvenes, la verdadera protagonista
de la novela.
3. LA RENOVACIÓN DE LOS AÑOS 60. SUPERACIÓN DEL REALISMO
La principal novedad de la narrativa española consiste en la creación de novelas que coincide con
lo que Humberto Eco ha llamado “obra abierta”, obra en la que el lector no tiene que asimilar pasivamente el mensaje literario elaborado por el autor, sino que debe asumir un papel activo, realizando su propia interpretación.
Este tipo de novelas se caracterizan por: puntos de vista múltiples (narrador omnisciente); limitación de la importancia del argumento (interesa la forma en cómo se narra la historia); los argumentos variados y heterogéneos; estructura compleja (desaparece la linealidad temporal y son frecuentes el desorden cronológico, los saltos temporales, la técnica del flash-back); monólogos interiores (los personajes expresan libre y desordenadamente sus pensamientos); libertad en el estilo y el
lenguaje (frases extensas, ausencia de puntuación, mezcla con fragmentos no literarios -informes,
textos periodísticos-, mezcla de registros cultos y vulgares, etc.).
La obra más representativa de este periodo es Tiempo de silencio, de Luis Martín-Santos. Otras
obras y autores a destacar son: La saga/fuga de J. B., de Torrente Ballester; Volverás a Región, de Juan
Benet y Últimas tardes con Teresa, de Juan Marsé.
4. LA DÉCADA DE LOS SETENTA Y LA NARRATIVA ACTUAL
La novela del último cuarto del siglo XX retoma los patrones narrativos clásicos: interés por el argumento, desarrollo lineal de la historia y voz única del narrador. Predominan los temas urbanos,
los personajes antiheroicos, estilo muy cuidado, etc.
Aunque no resulta fácil discernir en la nueva narrativa unas corrientes o escuelas definidas, sí
es posible identificar ciertas tendencias temáticas. Las más relevantes son:
• Novela policíaca y de intriga. Destacan Manuel Vázquez Montalbán, con su personaje de
Pepe Carvalho, Arturo Pérez-Reverte, con La tabla de Flandes, y Eduardo Mendoza, quien
publicó en 1975 La verdad sobre el caso Savolta, título que puede considerarse el punto de partida de la narrativa actual. Sin renunciar al empleo de técnicas experimentales, el autor
ofrece en esta novela de corte policíaco un argumento que atrapa la atención del lector. En
esta tendencia no podemos olvidar a Antonio Muñoz Molina, quien, con su obra Plenilunio,
hizo un acertado intento de remozar el género policíaco.
• Novela histórica: El oro de los sueños, de José María Merino; El hereje, de Miguel Delibes, la
saga protagonizada por El capitán Alatriste, de Pérez-Reverte, ambientada en el Siglo de
Oro. En los últimos años son frecuentes las novelas históricas contextualizadas en épocas
cercanas, especialmente en la Guerra Civil, como Soldados de Salamina, de Javier Cercas, o El
nombre de los nuestros, de Lorenzo Silva, sobre las guerras de África de los años veinte.
• Novela de la reflexión íntima. Este tipo de narrativa se centra en la búsqueda personal y la
reflexión sobre la propia existencia. Obras representativas: Mortal y rosa, de Francisco Umbral, La lluvia amarilla, de Julio Llamazares, donde narra el abandono de los pueblos a
través de un largo y emocionado monólogo; y Negra espalda del tiempo, de Javier Marías.
• Novela de la memoria y del testimonio. La memoria de una generación y el compromiso
son los temas básicos que tratan: Rosa Montero, con Te trataré como a una reina (defensa de
la condición femenina), Luis Mateo Díez, con La fuente de la edad (crítica lírica y humorística
de la vida provinciana) y José Ángel Mañas, con Historias del Kronen (reflejo de cierta juventud de los años noventa).
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