Diálogo interreligioso con los Judíos Algunos desafíos de (diálogo judeo-cristiano para el mundo de hoy Sr Marta Bauchwitz, NDS Introducción El 28 de octubre de 1965 el Concilio Vaticano II aceptaba una Declaración referente a las relaciones de la Iglesia Católica con las otras religiones. El documento, conocido con un título que retorna las primeras palabras de su frase inicial, Nostra aetate (en nuestro tiempo) contiene un párrafo especial, el cuarto, dedicado a las relaciones judeo-católicas. Desde ese momento hasta nuestros días, las relaciones con los judíos fueron marcadas por muchos eventos que, ciertamente, la mayoría de ustedes ya conocen, y por otros tantos documentos emanados de la Santa Sede especialmente de la Comisión para las Relaciones Religiosas con el Judaísmo o de diferentes comisiones episcopales sobre todo la de Francia y de los Estados Unidos. Tanto el Consejo Mundial de Iglesias como el Comité Judío Internacional para las Consultas Interreligiosas produjeron también algunos documentos sobre el tema. En las últimas décadas, el diálogo se fue desarrollando en muchos niveles, nacionales e internacionales, populares y académicos, educativos y políticos. El propio Papa Juan Pablo II, que estuvo en la vanguardia del diálogo con los judíos y el judaísmo, ha sido un ejemplo del desarrollo de la relación reconciliadora de la Iglesia Católica con la comunidad judía. Ya en Mainz, en 1980, se refería a los judíos como "el pueblo de Dios, de la Antigua Alianza, que nunca fue revocada". No hablaremos ahora de los documentos ni de las etapas del diálogo sino que trataremos de reflexionar sobre algunos de los desafíos que se nos presentan hoy frente al mundo y cómo el diálogo nos puede ayudar a continuar esa reflexión, juntos, cristianos y judíos.' El Papa Juan PabloII, en su Mensaje a los Judíos de Polonia, con ocasión del quincuagésimo aniversario de la insurrección del Gheto de Varsovia, expresaba este pensamiento: Nosotros cristianos y judíos, siguiendo el ejemplo de fe de Abraliam, estamos llamados a ser una bendición para el mundo (cf. Gn 12, 2ss). Tal es la tarea común que nos espera. Y por tanto, es necesario para nosotros, cristianos y judíos, ser sobre todo una bendición el uno para el otro. El diálogo: interrelacionamiento El verdadero diálogo implica la comprensión, el esfuerzo de comprender al otro en sus propios térmiinos más que en los nuestros. Nos lleva no a un cambio de nuestra fe sino a un cambio de nuestra actitud. Nos lleva a cambiar nuestra manera de pensar y de creer, a cambiar la mirada sobre los demás. Y no sólo eso. Con su filosofía del diálogo, Martin Buber nos enseña un existencialismo centrado en una relación directa, recíproca con el otro. El "Yo-Tú", en que cada persona confirma a la otra en su valor único. El Yo se realiza en relación con el Tú. La vida es en sí misma un encuentro. Interrelacionarse es poseer la herramienta necesaria y útil para nuestro recorrido a través de la vida. Existe una responsabilidad entre Yo y Tú. El Yo es responsable por el Tú en una reciprocidad, en la que el Yo será Tú y el Tú será Yo. Existe también una interrelación ética: cada uno tiene la posibilidad y la responsabilidad de confrontar la trasgresión del otro y de perdonarlo. 1 Sin la perspectiva del otro, no podemos considerar la ética ni reflexionar sobre ella. Jesús lo dice en su Sermón de la Montaña: "Si pues al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas que un hermano tuyo tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelve y presenta tu ofrenda" (Mt 5, 23-24). En ese sentido, el diálogo es un proceso que puede compararse con dos dimensiones capitales de la fe judía y la fe cristiana, la teshuvá y la metanoia. Conversión o regreso a Dios que se traduce interiormente en una renovación de la fe y el compron-fiso con Dios. Exteriormente se manifiesta en actos concretos que anuncian la renovación interior, la confesión de la culpa, el ayuno, los signos de paz. Un cambio total del ser más allá del solo arrepentimiento. Judíos y cristianos compartimos la mayor parte de la Biblia pero la leemos con cristales diferentes. Los judíos leen la Biblia hebrea a través de la tradición del Talmud. Los cristianos leemos el Antiguo Testamento a la luz del Nuevo. Pero una dimensión particular de la ética de toda la Biblia, común a judíos y cristianos, es el perdón. Arendt sostiene que hay dos remedios para la irreversible e impredecible acción humana: perdonar y hacer promesas. Los ve como posibilidades humanas que surgen de la necesidad de vivir juntos. Sin el perdón, los actos del pasado seguirían pendiendo sobre las cabezas de las nuevas generaciones como la espada de Damocles, y seguiríamos siendo víctimas del pasado. Sin hacer promesas, no seríamos capaz de iniciar relaciones duraderas con otros. Esto nos lleva a una mutua dependencia. Debemos conocernos y reconocemos como seres en nuestro compromiso espiritual que incluye 2000 años de vida paralela. Paralelismo que nos lleva o nos debería llevar a examinar dos milenios de prejuicios y recuerdos dolorosos. Prejuicios y recuerdos que necesitan elaboración por medio de la educación y de la relación directa. Educación a todos los niveles, en las escuelas, universidades, seminarios, noviciados, en la catequesis de niños, jóvenes y adultos. Debemos también tomar conciencia del otro como ser de Dios, sujeto de fe y no sólo objeto de la misma y reconocer nuestra misión de testimonio y compromiso para la humanidad, nuestra misión de servicio hacia todos. Desafíos El diálogo nos pone frente a varios desafíos. Uno de ellos es hacia nosotros mismos. Entrar en diálogo significa que dejemos de lado nuestros propios estereotipos y que tratemos de ver al mundo con los ojos del otro o, dicho de otra manera, en sus propios términos. Al principio sólo podremos hacerlo en los términos de nuestra propia tradición pero, a medida que profundicemos en la fe del otro, aprenderemos a ver "como" el otro. Sin lugar a dudas, nuestra comprensión estará siempre infórmada por nuestra propia perspectiva cristiana. Pero hay un pequeño problema: comprender significa estar convencido a medias. El espíritu y el corazón han visto el mundo con los ojos del otro. Es una situación peligrosa y vulnerable que nos da irtiedo y no siempre nos gusta. El judío cuenta su historia y, por momentos, vemos la vida así. El cristiano cuenta su historia y al judío le pasa lo n-úsmo. Pisamos un terreno peligroso porque si estamos persuadidos a medias, también podríamos estarlo del todo. El diálogo implica vivir en la frontera. Y estar en la frontera es un riesgo porque significa estar en una posición expuesta y sentir las incursiones de los dos lados. Por eso muchas veces preferimos guardar la distancia. Pero, ¿no valdrá la pena correr ese riesgo? El mundo de hoy también nos desafía. Para vivir en comunidad y para el bienestar de esa comunidad, necesitamos una regla moral de conducta, conjunto de principios o valores morales, en otras palabras, una ética. Cuestiones éticas ¿Cuál es nuestra responsabilidad como judíos y cristianos a la luz de las apremiantes cuestiones éticas personales y sociales de hoy? En el encuentro entre judíos y cristianos en Montevideo en julio de 2001, citando el texto de Dabru Emet, el Cardenal Kasper comentaba: "Judíos y cristianos deben trabajar juntos en pro de la justicia y la paz. Judíos y cristianos, cada uno a su manera, reconocen el estado de no-redención en que se encuentra el mundo, y que se refleja en la continuidad de las persecuciones, la pobreza y la degradación y miseria humanas... Debemos traba ar para traer justicia y paz a nuestro mundo. En j esta labor, estamos guiados por la visión de los profetas de Israel." A este punto, podemos preguntarnos si existe una ética judeo-cristiana. Después de 40 años de diálogo judeo-cristiano, ¿somos capaces de definir la ética judeo-cristiana? Hans Ucko 1 comenta: La ética judía y cristiana es una ética inalienablemente religiosa. Por lo tanto, la reflexión sobre temas éticos está siempre determinada por convicciones y comprotrúsos religiosos. La ética judía y cristiana es una ética bíblica, vinculada a una alianza, y no está exclusivamente basada en los preceptos de la ley o las reglas de la experiencia. Hay ley en la ética y ética en la ley, pero la ley no la agota. La ética está ligada a una alianza en el sentido que la ética judía y cristiana se refiere a un acontecimiento particular o a una autocomprensión, Los judíos se refieren a los acontecimientos del Éxodo y del Sinaí: "Seréis para mí un reino de sacerdotes y una nación santa. Estas son las palabras que has de decir a los hijos de Israel" (Ex 19, 6); y la autocomprensión de los cristianos como agentes morales está deternúnada por su incorporación a Cristo: "Con Cristo estoy crucificado: y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí" (Gal 2, 20). Evidentemente "el reino de sacerdotes" y "el Cristo viviendo en mí" deben interpretarse cuidadosamente, no como privilegios sino como obligaciones adicionales, como servicio que debe estar dirigido a todo un mundo de pluralidad religiosa y cultural. También deberíamos preguntarnos si el mundo nos escucha más cuando monologamos o cuando dialogamos, cuando nos mostramos autosuficientes o aceptamos la ayuda del otro para autodefinirnos y enriquecernos. Estamos inmersos, judíos y cristianos en un mundo que está cambiando de forma vertiginosa en todos los campos de la vida. Vivimos en un mundo a menudo desorientado, un mundo en donde algunos valores se perdieron o cambiaron. Frente a este mundo, tal vez algunos asuntos requieran un compromiso ético judeo-cristiano común. Ecología En Génesis 1 leemos: Y dijo Dios: "Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra; y manden en los peces del mar y en las aves de los cielos, y en las bestias y en todas las alimañas terrestres, y en todas las sierpes que serpean por la tierra." Creó pues Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios lo creó, macho y hembra los creó. Y bendíJolos Dios, y díjoles Dios: "Sed fecundos y multiplicaos y henchid la tierra y sometedla; mandad en los peces del mar y en las aves de los cielos y en todo animal que serpea sobre la tierra". Vio dios cuanto había hecho, y todo estaba muy bien. (Gn, 26-28,31) ¿Habremos leído adecuadamente el texto biffilico? ¿Habremos administrado adecuadamente esta tierra que Dios nos dio? Aparentemente, el don-tinio se transformó en explotación y violación de la creación. Tal vez no hayamos entendido bien el significado de la creación o nuestro papel como administradores o co-creadores de la misma. ¿Cuál es nuestra común responsabilidad para preservarel medio ambiente, devolverle el equilibrio natural, la armonía? ¿Podemos, judíos y cristianos reexaminar, profundizar y mejorar una teología de la creación? Distribución de la riqueza Judíos y cristianos también deberíamos formular un compromiso ético contra la distribución desigual de la riqueza. El mayor desafío de la riqueza es entender que hay algo que se llama 'bastante'. Sin la capacidad de diferenciar entre los deseos y las necesidades, o de aceptar que deben existir lí"tes para el desarrollo econón-iico, tanto en el nivel microeconómico como en el macroeconón-úco, no puede haber ninguna defensa moral, espiritual ni legal contra la codicia, la opresión y la injusticia que trae aparejada la búsqueda de la riqueza. 2 Más que nunca la comunidad humana se enfrenta hoy con las consecuencias de una pobreza creciente, con unas diferencias cada vez mayores entre ricos y pobres. Dios nos vuelve a recordar nuestra opción: 'Tongo hoy por testigos contra vosotros al cielo y a la tierra: te pongo delante vida o muerte, bendición o maldición. Escoge la vida, para que vivas, tú y tu descendencia..." (Dt 30, 19. Frente a la pobreza de hoy, estas palabras del Deuteronomio adquieren una fuerza nueva, un significado especial, tanto para judíos como para cristianos. En nuestras dos tradiciones, el concepto de caridad existe. Pero "la limosna para los pobres" no puede seguir siendo nuestra única manera de entender la caridad. Maimónides afirmaba, con justa razón, que los pobres necesitan algo más que un regalo o dinero. Un comproniÍso ético judeo-cristiano deberá tender a desarrollar un análisis teológico de la globalización económica que ayudará a encontrar nuevas alternativas. Discriminación En otro campo podemos afirmar que todas las formas de discriminación y difamación son contrarias al respeto por la dignidad humana. El Papa Juan Pablo U en su mensaje para la celebración del Día Mundial de la Paz 1999, decía: Cuando la promoción de la dignidad de la persona es el principio guía y cuando la búsqueda de los bienes comunes es el compromiso predominante, se asientan, entonces, bases sólidas y duraderas para construir la paz. La historia de nuestro tiempo mostró -de manera trágica- el peligro que corremos cuando olvidamos la verdad acerca de la persona humana. Ante nuestros ojos tenemos ideologías como el Marxismo, el Nazismo y el Fascismo, y también mitos como la superioridad racial, nacionalismo y exclusividad ¿tnica... debemos volver a decir que no podemos ignorar afronta alguna a la dignidad humana, no importa su fuente, no importa cuán actual sea su fuente ni donde ocurra. ( ... ) Una de las trágicas formas de discrinúnación es negarle a grupos étnicos y minorías nacionales el derecho fundamental de existir como tal... Y, continuando con el tema, el Cardenal Kasper comenta: El respeto por la dignidad y derecho humano es fundamental para todas las relaciones humanas y para la paz en todo el mundo. Pero, para la relación entre judíos y cristianos, existe otro argumento que debería ser analizado para oponerse y rechazar la discriminación y la difamación. La condena del Concilio a todas las formas de antiseirútismo, está inspirada por la revelación de Dios y está presente en la niÍsma Biblia. Según el testimonio bíblico, Abraham es nuestro padre común en la fe. Ambos, 3 judíos y cristianos, somos hijos de Abraham. 3 Cardenal Walter Kasper, "Compromiso Espiritual y Ético en el Diálogo Judeo-Cristiano", Roma, 2001. 4 Judíos y cristianos, testigos de la Escritura Con el Concilio Vaticano 11 podemos decir que incluso la revelación bíblica tiene una estructura de diálogo, cuando Dios se dirige a los hombres como sus amigos (Constitución Dogmática, De¡ Verbum, 2): "Plugo a Dios revelarse a Si imismo y manifestar el misterio de su voluntad hablando a los hombres como amigo." Nuestro esfuerzo conjunto, intensificando el diálogo, descubriendo su profundidad religiosa y existencial, debe llevamos a enfrentar juntos los urgentes problemas que tenemos en común y ser testigos de la santidad del nombre de Dios para preservar la santidad de la vida humana. ¿No tenemos, acaso, la responsabilidad de preservar nuestro patrimonio espiritual y ético común y transmitirlo a las generaciones venideras para construir un mundo de justicia y de paz para que se cumplan las palabras de la Escritura? "Reposará en la estepa la equidad, y la justicia morará en el vergel; el producto de la justicia será la paz, el fruto de la equidad, una seguridad perpetua" (Is 32, 16-17).