delito de secuestro - Estudio Oré Guardia Abogados

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Eduardo Oré Sosa 
DELITO DE SECUESTRO
La descripción típica del delito de secuestro1 es tan amplia, que parece comprender una
serie de supuestos cuya subsunción en el delito mencionado se presenta más que
discutible. Más aún cuando existen figuras afines que
También parecen aplicables (delitos de extorsión y coacción). No es nuestra intención
llevar a cabo un profundo análisis del delito de secuestro, sino, tan sólo, hacer una
aproximación al tema y a los puntos que estimamos más polémicos. Con este fin,
analizaremos el delito de secuestro en función de cuatro casos hipotéticos.
Caso 1
Un grupo de manifestantes toma como rehén a José ―miembro de la Policía
Nacional― durante varias horas, hasta que es liberado gracias a la intervención de
sus compañeros de arma.

Abogado. Pontificia Universidad Católica del Perú. Doctor por la Universidad de Salamanca, España. Magíster en Derecho con
Mención en Ciencias Penales (UNMSM). Miembro del Estudio Oré Guardia. Miembro del Instituto de Ciencia Procesal Penal.
1
Artículo 152.- Será reprimido con pena privativa de libertad no menor de veinte ni mayor de treinta años el que, sin derecho, motivo
ni facultad justificada, priva a otro de su libertad personal, cualquiera sea el móvil, el propósito, la modalidad o circunstancia o tiempo
que el agraviado sufra la privación o restricción de su libertad.
La pena será no menor de treinta años cuando:
1. Se abusa, corrompe, trata con crueldad o pone en peligro la vida o salud del agraviado.
2. Se pretexta enfermedad mental inexistente en el agraviado.
3. El agraviado o el agente es funcionario o servidor público.
4. El agraviado es representante diplomático de otro país.
5. El agraviado es secuestrado por sus actividades en el sector privado.
6. El agraviado es pariente, dentro del tercer grado de consanguinidad o segundo de afinidad con las personas referidas en los
incisos 3, 4, y 5 precedentes.
7. Tiene por finalidad obligar a un funcionario o servidor público a poner en libertad a un detenido o a conceder exigencias
ilegales.
8. Se comete para obligar al agraviado a incorporarse a una agrupación criminal.
9. Se comete para obtener tejidos somáticos del agraviado.
10. Se causa lesiones leves al agraviado.
11. Es cometido por dos o más personas o se utiliza para la comisión del delito a menores de edad u otra persona inimputable.
12. El agraviado adolece de enfermedad grave.
13. La víctima se encuentra en estado de gestación.
La misma pena se aplicará al que con la finalidad de contribuir a la comisión del delito de secuestro, suministra información que haya
conocido por razón o con ocasión de sus funciones, cargo u oficio, o proporciona deliberadamente los medios para la perpetración del
delito.
La pena será de cadena perpetua cuando:
1. El agraviado es menor de edad o mayor de setenta años.
2. El agraviado sufre discapacidad y el agente se aprovecha de esta circunstancia.
3. Si se causa lesiones graves o muerte al agraviado durante el secuestro o como consecuencia de dicho acto.
a) Adecuación típica.- El núcleo del delito de secuestro gira alrededor de la privación o
restricción de la libertad personal, lo que supone una injustificada limitación de la
capacidad de desplazamiento o de la facultad de trasladarse de un lugar a otro de manera
libre y voluntaria. El tipo penal exige que se realice la conducta sin derecho, motivo ni
facultad justificada. Y es que en algunos casos dichos comportamientos pueden no ser
antijurídicos. Así por ejemplo, en el ejercicio razonable del derecho de corrección sobre
los hijos (prohibición temporal a salir de casa); el internamiento de enfermos mentales,
etc.2
Entendemos que el caso propuesto se adecua a la descripción típica del delito de
secuestro, pues ha habido una injustificada privación de la libertad personal de José. En
efecto, se le ha privado de la facultad de trasladarse libremente de un lugar a otro. El
móvil, la modalidad, las circunstancias o el tiempo que duró la privación de libertad, según
el legislador, son indistintos para la consumación del delito, es decir, no lo justifican ni
enervan. Si nos atenemos a la redacción del tipo penal, toda privación de la libertad
personal sin derecho, motivo o facultad “justificada” debe sancionarse como un delito de
secuestro.
b) Delito permanente.- El delito de secuestro tiene una naturaleza jurídica sui generis,
pues se le suele considerar un delito de consumación instantánea con efectos o de
ejecución permanentes. Dicho de otro modo, el delito se perfecciona desde el mismo
momento en que se priva de la libertad a otro, pero la acción típica se sigue ejecutando de
manera ininterrumpida hasta que se pone fin a la privación de libertad.
Lo anterior es de suma importancia para calificar las conductas posteriores al momento
inicial de la privación de la libertad. En efecto, toda vez que el delito de secuestro supone
un ataque permanente e ininterrumpido al bien jurídico protegido, mientras no se ponga
fin a la privación de libertad toda intervención que se produzca en ese periodo puede
imputarse, según sea el caso, a título de autoría o a título de complicidad. Como señala
Del Rosal Blasco:
Es posible, incluso, la concurrencia de formas de autoría o de participación en
aquellos sujetos que se incorporen a la ejecución (permanente) del delito mientras
esté persistiendo la situación de privación de libertad, aunque ésta haya
comenzado antes de que ellos intervengan y tuvieran conocimiento de su
existencia.3
2
PRATS CANUT, Josep Miquel. Delitos contra la libertad. En: AA. VV. Quintero Olivares (dir.). Comentarios a la Parte Especial del
Derecho Penal. Navarra, Aranzadi, 2005, 5° ed., pág. 188-191.
3
DEL ROSAL BLASCO, Bernardo. Delitos contra la libertad (I). En: Cobo del Rosal (coord.). Derecho Penal Español. Parte Especial. Madrid,
Dykinson, 2005, 2° ed., pág. 184.
De esto, el hecho de que un imputado no haya participado en el momento inicial en que
se privó de libertad al efectivo policial, no lo exime necesariamente de una condena por
delito de secuestro a título de autor o cómplice. Y así, quien traslada a la víctima —
previamente privada de su libertad— de un lugar a otro o presta la casa donde ha de ser
retenida, responderá penalmente.
Sería errado considerar que estos actos carecen de relevancia penal por ser posteriores a
la “consumación” del delito, como si el delito se consumara única y exclusivamente en el
momento en que José es privado de su libertad. Y es errado porque, como venimos
diciendo, estamos ante un delito permanente, con lo que la acción típica se realiza sin
interrupción, sin solución de continuidad. Las conductas subsiguientes, por ello, suponen
también una privación a la libertad personal y pueden ser imputadas bien a título de
autoría o complicidad.
Ahora bien, el hecho de que no se haya individualizado a todos los que participaron en el
momento inicial del secuestro o, incluso, que ellos fuesen menores de edad, no enerva la
posibilidad de que los que intervinieron posteriormente puedan ser responsabilizados
como autores o cómplices. En efecto, el secuestro es un delito permanente y, como tal, la
responsabilidad de los “posteriores autores” no depende necesariamente de la
responsabilidad de los que hubiesen actuado primero, esto es, de los que inicialmente
privaron de libertad a la víctima. Tratándose de cómplices, la participación se ve
informada por el principio de accesoriedad limitada, es decir, los cómplices responden por
su contribución en un hecho antijurídico, aun cuando se excluya la culpabilidad de los
autores (por ejemplo, si los autores son menores de edad).
c) Circunstancia agravante.- Teniendo en cuenta que la víctima del secuestro era miembro
de la Policía Nacional, es de aplicación el tipo agravado previsto en el inciso 3 del segundo
párrafo del artículo 152 CP: la pena será no menor de treinta años cuando el agraviado o
el agente es funcionario o servidor público.
Efectivamente, José era miembro de la Policía Nacional del Perú y estaba en acto de
servicio, tratando de restablecer el orden. Concurre el subtipo agravado, toda vez que el
numeral 5 del artículo 425 del Código Penal determina la condición de funcionario o
servidor público de los miembros de las
Fuerzas Armadas y Policía Nacional. Justamente casos como estos fundamentan el mayor
grado de reproche de la conducta, lo que amerita el incremento de la pena recurriendo a
la aplicación de un subtipo agravado. A este respecto, Bramont-Arias y García Cantizano
sostienen:
…esta agravante se configura en razón de la calidad del agraviado, quien es una
persona al servicio de los intereses públicos. En tal caso, además de afectarse su
libertad ambulatoria personal, indirectamente se está también perturbando el
funcionamiento normal del Estado. Para precisar quien es funcionario o servidor
público hay que recurrir a lo dispuesto en el artículo 425 CP.4
No obstante, la magnitud de la pena prevista por el legislador (no menor de treinta años)
se muestra excesiva para casos como el que aquí se plantea: toma de rehén en actos de
agitación social o política. Francamente excesiva si se la compara con las penas del
homicidio calificado (no menor de quince años) y del delito de terrorismo (no menor de
veinte años). Consecuentemente, y a la espera de alguna reforma que devuelva cierta
racionalidad a esta norma, tendremos que recurrir a la eximente incompleta prevista por
el artículo 21 del Código Penal para reducir la pena por debajo del límite legal.
d) Tiempo que la víctima sufre la privación o restricción de su libertad.- A la consumación
del tipo penal le es indistinto el tiempo que la víctima se haya visto privada de su libertad.
Ni siquiera es tomada como circunstancia agravante, como ocurre en el “secuestro
extorsivo” cuando dura más de veinticuatro horas. Con lo cual, más allá de la modulación
de la pena dentro de los márgenes previstos por el legislador para el delito de secuestro,
se valora con el mismo rasero tanto la privación de libertad por pocas horas, como por
varios días o semanas.
Caso 2
Juan, Pedro y José secuestran a Luis. Posteriormente, se comunican con la familia de Luis
para pedir un rescate de medio millón de dólares.
Este es quizás el ejemplo que más tenemos en mente cuando oímos la palabra secuestro.
Y es que, en verdad, estamos ante una clara afectación de la libertad ambulatoria. No
obstante, es paradójico que el secuestro de una persona con el objeto de pedir una
ventaja económica ―léase rescate― viene sancionado en nuestro ordenamiento jurídico
no bajo la figura del secuestro, sino de la extorsión, esto es, un delito ubicado
sistemáticamente dentro del Título V, dedicado a los Delitos contra el Patrimonio.
En efecto, el artículo 200 CP reprime con pena privativa de libertad no menor de veinte ni
mayor de treinta años al agente que con el objeto de obtener una ventaja económica
indebida o de cualquier otra índole, mantiene en rehén a una persona. Cuando el delito es
4
BRAMONT-ARIAS TORRES, Luis y GARCÍA CANTIZANO, María del Carmen. Manual de Derecho Penal. Parte Especial. Lima, Editorial San
Marcos, 1998, 4° ed., pág. 189
cometido por dos o más personas, como en el caso propuesto, la pena prevista es no
menor de treinta años.5
Estamos pues ante un concurso aparente de leyes, donde el denominado “secuestro
extorsivo” desplaza al delito previsto en el artículo 152 CP. Resulta curioso que prevalezca
un delito contra el patrimonio (artículo 200 CP) sobre una figura penal que tiene por bien
jurídico uno de tamaña importancia como es la libertad personal (artículo 152 CP). Pero
así lo quiso el legislador, al tomar como agravante de la extorsión la privación de libertad,
cuando quizás lo más apropiado habría sido tomar como circunstancia agravante del
secuestro el perseguir una ventaja económica.
La distinción entre el delito de secuestro (artículo 152) y el secuestro extorsivo (artículo
200) ha sido precisada por la Corte Suprema en sentencia de 28 de abril de 2004:
“que de la propia acusación se desprende que los que secuestraron y mantuvieron
en rehén al agraviado León Huaco pusieron en contacto telefónico con su hermano
a quienes le exigieron quinientos mil dólares americanos para liberarlo; que,
empero, habiéndose tipificado el hecho como un delito de secuestro ―más allá de
que, en rigor, y vista la finalidad perseguida por el agente activo, el tipo penal
sería el de secuestro extorsivo, previsto y sancionado por el artículo doscientos
del Código Penal―, figura penal que se limita o circunscribe a una privación de
5
Artículo 200.- El que mediante violencia o amenaza obliga a una persona o a una institución pública o privada a otorgar al agente o a
un tercero una ventaja económica indebida u otra ventaja de cualquier otra índole, será reprimido con pena privativa de libertad no
menor de diez ni mayor de quince años.
La misma pena se aplicará al que, con la finalidad de contribuir a la comisión del delito de extorsión, suministra información que haya
conocido por razón o con ocasión de sus funciones, cargo u oficio o proporciona deliberadamente los medios para la perpetración del
delito.
El que mediante violencia o amenaza, toma locales, obstaculiza vías de comunicación o impide el libre tránsito de la ciudadanía o
perturba el normal funcionamiento de los servicios públicos o la ejecución de obras legalmente autorizadas, con el objeto de obtener de
las autoridades cualquier beneficio o ventaja económica indebida u otra ventaja de cualquier otra índole, será sancionado con pena
privativa de libertad no menor de cinco ni mayor de diez años.
El funcionario público con poder de decisión o el que desempeña cargo de confianza o de dirección que, contraviniendo lo establecido en
el artículo 42° de la Constitución Política del Perú, participe en una huelga con el objeto de obtener para sí o para terceros cualquier
beneficio o ventaja económica indebida u otra ventaja de cualquier otra índole, será sancionado con inhabilitación conforme a los
incisos 1) y 2) del artículo 36 del Código Penal.
La pena será no menor de quince ni mayor de veinticinco años si la violencia o amenaza es cometida:
a) A mano armada;
b) Participando dos o más personas; o,
c) Valiéndose de menores de edad.
Si el agente con la finalidad de obtener una ventaja económica indebida o de cualquier otra índole, mantiene en rehén a una
persona, la pena será no menor de veinte ni mayor de treinta años.
La pena será privativa de libertad no menor de treinta años, cuando en el supuesto previsto en el párrafo anterior:
a) Dura más de veinticuatro horas.
b) Se emplea crueldad contra el rehén.
c) El agraviado ejerce función pública o privada o es representante diplomático.
d) El rehén adolece de enfermedad grave.
e) Es cometido por dos o más personas
f)
Se causa lesiones leves a la víctima.
La pena será de cadena perpetua cuando:
a) El rehén es menor de edad o mayor de setenta años.
b) El rehén es persona con discapacidad y el agente se aprovecha de esta circunstancia.
c) Si la víctima resulta con lesiones graves o muere durante o como consecuencia de dicho acto.
liberta personal del sujeto pasivo” [subrayado nuestro].6
La Sala rechazó que la exigencia del pago de un rescate para la liberación de la víctima
constituyese la circunstancia agravante del antiguo inciso 8 del artículo 152 CP7 pues,
como se acaba de señalar, la exigencia de un rescate es uno de los elementos definidores
del delito de extorsión o, con más precisión, del secuestro extorsivo.
El delito de extorsión, ciertamente, reconoce otras modalidades típicas, algunas de las
cuales no parecen tener una adecuada ubicación sistemática dentro de los delitos contra
el patrimonio. Más allá de los cuestionamientos de índole dogmático y político-criminal
que se pudieren hacer, tarea que escapa al propósito del presente trabajo. 8
Caso 3
Juan mantiene cautiva a María durante varios días con el objeto de practicar con
ella el acto sexual. María es rescatada por miembros de la Policía Nacional.
Es indudable que se produce una privación de libertad de manera injustificada. No
obstante, sería bueno detenerse en dos circunstancias que tienen por virtud excluir, en
algunos casos, la concurrencia del delito de secuestro. Nos referimos al tiempo y al
propósito perseguido por el autor del delito de violación sexual. Cabe mencionar que esto
también se puede predicar con relación a otras figuras delictivas, como por ejemplo el
delito de robo.
6
Para una lectura completa de la sentencia, vid. SAN MARTÍN CASTRO, César. Jurisprudencia y Precedente Penal
Vinculante. Lima, Palestra, 2006, pág. 406-409.
7
Esta circunstancia consistía en obligar a una tercera persona a que preste al agente del delito ayuda económica; circunstancia
agravante que fue eliminada por el Decreto Legislativo N° 982.
8
En cualquier caso, nos permitimos un par de consideraciones en cuanto a esta figura penal, modificada por el Decreto Legislativo N°
982.
a) La modificación que ha generado más polémica en la opinión pública ha sido la inclusión de una fórmula críptica en cuya virtud se
sanciona con inhabilitación al funcionario público con poder de decisión, o que desempeñe cargo de confianza o dirección que
contraviniendo lo establecido en el artículo 42 de la Constitución, participa en una huelga con el fin de obtener para sí o para otros
cualquier beneficio o ventaja económica indebida, u otra ventaja de cualquier otra índole.
Desde luego, cuando el legislador habla de participación en una huelga, no se refiere a la categoría dogmática de la participación, esto
es, la inducción y la complicidad, pues la instigación y la colaboración en un hecho no delictivo —como la huelga— evidentemente es
irrelevante desde el punto de vista penal. Cuando el legislador dice participar, entonces, se refiere a intervenir, a tomar parte.
Ahora bien, el ejercicio del derecho de huelga, o la simple paralización de labores con fines reivindicativos aun en los casos en que ésta
haya sido declarada ilegal no puede asimilarse al delito de extorsión, pues este delito exige la concurrencia de violencia o amenaza. Con
lo cual, en buena cuenta, lo que ha hecho el Ejecutivo ha sido meter de contrabando una disposición que, como bien ha señalado la
Defensoría del Pueblo, no forma parte de la materia delegada en virtud de la Ley 29009. El contexto en el que semejante norma vio la
luz, así como la pena de inhabilitación que se ha previsto para estas conductas, hace pensar —es sólo una hipótesis
— que el Ejecutivo quería contar con un mecanismo para quitar de en medio a autoridades locales o regionales especialmente
contrarias a las políticas del Gobierno Central.
b) En la misma línea parece estar la incorporación de una nueva modalidad de extorsión que guarda semejanzas con el delito de
entorpecimiento al funcionamiento de los servicios públicos del artículo 283 CP. Se reprime la toma de locales, la obstaculización de
vías de comunicación, impedir el normal funcionamiento de los servicios públicos o la ejecución de obras legalmente autorizadas y
otros comportamientos, cuando se emplee violencia o amenaza. Estas conductas deben tener por finalidad obtener de las autoridades
cualquier beneficio o ventaja económica indebida, u otra ventaja “de cualquier otra índole”.
Esta fórmula abierta, que no se condice con el principio de certeza que debería informar la labor legislativa en materia penal, ni siquiera
exige que esa ventaja de cualquier otra índole sea “indebida”, con lo cual, uno podría preguntarse si esto constituye una forma velada
de acallar o reprimir protestas sociales. En cualquier caso, resulta extraña la consideración de estas conductas como modalidades del
delito de “extorsión” y, por tanto, su clasificación como delitos contra el patrimonio.
En efecto, con relación a este último delito se viene entendiendo que la momentánea
privación de libertad de la víctima no conlleva la consumación del delito de secuestro,
pues esa breve afectación a la libertad ambulatoria ―que se produce mientras dure el
acto de apoderamiento― ya estaría desvalorada por el legislador penal al sancionar el
delito de robo. Con lo cual, nos encontramos ante un concurso aparente. Como refiere la
Sala de lo Penal del Tribunal Supremo español, nos encontramos ante un concurso
aparente de leyes “únicamente en aquellos supuestos de mínima duración temporal”, en
los que la privación de libertad tiene lugar durante el acto de apoderamiento, por
entender que en este supuesto la privación de libertad queda absorbida por el robo: todo
robo con violencia o intimidación afecta, aun cuando sea de modo instantáneo, la libertad
ambulatoria de la víctima.9
Igualmente, la Sala Penal de nuestra Corte Suprema ha tenido oportunidad de
pronunciarse sobre el propósito perseguido por el agente al privar de libertad a su víctima.
Se trataba de un caso en que el acusado había trasladado a la víctima a una cabaña con el
fin de practicar con ella el acto sexual en contra de su voluntad; llevándola de regreso a su
domicilio una vez consumado el hecho.10La Sala consideró que “el propósito de la
conducta criminal estaba en función al delito de violación sexual y no así al de secuestro,
por lo que no concurren los elementos configurativos de este tipo penal”.
En estos casos vemos que la privación de libertad es un medio necesario para consumar
ya sea un delito de robo o un delito contra la libertad sexual. Sin embargo, cuando el
tiempo en que se priva de libertad a la víctima resulta excesivo o es muy superior al
necesario para la consumación del delito de robo o de violación sexual, se considera que
el delito de secuestro cobra plena autonomía y, por tanto, el acusado debe ser condenado
tanto por el delito de robo o violación sexual, como por el delito de secuestro.
Teniendo en cuenta que Juan mantuvo en cautiverio a María por una semana, se puede
apreciar una grave afectación a la libertad ambulatoria, siendo la lesión de este bien
jurídico de una intensidad tal, que no puede entenderse absorbido por el delito contra la
libertad sexual. Podría haberse tratado de un concurso real entre los delitos de secuestro
y violación sexual, más teniendo en cuenta que el delito de secuestro incluye como
circunstancia agravante el hecho de abusar del agraviado, Juan será condenado como
9
Sentencias reseñadas por Del Rosal, vid. DEL ROSAL BLASCO, Bernardo. Delitos contra… ob. cit., pág. 184.
Recurso de Nulidad N° 2567-98. Lambayeque. En: ROJAS VARGAS, Fidel. Jurisprudencia Penal. Tomo I. Lima, Gaceta Jurídica, 1999,
pág. 347.
10
autor del delito de secuestro en su forma agravada a una pena no menor de treinta
años.11
Caso 4
Juan, dado de alta a los pocos días de haber sido sometido a una operación
quirúrgica, es impedido de abandonar la clínica mientras no cumpla con pagar el
íntegro de la factura por los servicios médicos. Juan acaba de cumplir los 80 años.
Una interpretación literal de la norma podría llevar a condenar al director de la clínica a
una pena no menor de veinte ni mayor de treinta años. Y hasta cadena perpetua, si se
quiere aplicar la agravante del inciso 1 del último párrafo del artículo 152 CP (que el
agraviado sea menor de edad o mayor de setenta años). Y es que hay una restricción a la
libertad personal de Juan que no parece estar justificada, al menos en nuestro
ordenamiento jurídico, como ya lo ha señalado en múltiples ocasiones el Tribunal
Constitucional.12 No obstante ello, no parece que el caso planteado deba ser reconducido
a la figura del secuestro. Mucho menos cuando se echa una mirada a la magnitud de las
penas fijadas por el legislador.
Pues bien, en la doctrina y jurisprudencia española, el delito de coacciones es entendido
como un tipo residual y genérico con relación, entre otros, al delito de detenciones
ilegales [léase secuestro]. Por ello, no es casualidad que en nuestra legislación el delito de
coacción esté regulado al lado del delito de secuestro, y bajo un epígrafe común:
“Violación de la libertad personal”. En efecto, el artículo 151 CP reprime con pena
privativa de libertad no mayor de dos años al que, mediante amenaza o violencia, obliga a
otro a hacer lo que la ley no manda o le impide hacer lo que ella no prohíbe. En mi
opinión, el caso propuesto se subsume en esta figura típica. Veamos.
Si en nuestro ordenamiento jurídico no existe disposición alguna que prohíba a un
paciente abandonar un centro hospitalario en tanto no cumpla con pagar la factura por los
servicios recibidos ―no existe, para este caso, una norma semejante al derecho de
retención previsto en el artículo 1123 del Código Civil―, se tiene que la restricción de la
libertad de movimiento, manifestada en impedir la salida del paciente, es del todo
11
Estamos, en este sentido, ante un concurso aparente de leyes donde prevalece el delito de secuestro en la forma agravada prevista
en el primer inciso del segundo párrafo del artículo 152 CP: la pena será no menor de treinta años cuando: “Se abusa, corrompe, trata
con crueldad o pone en peligro la vida o salud del agraviado” [subrayado nuestro]. Sobre el alcance, en este contexto, del término
abusar, vid. VILLA STEIN, Javier. Derecho Penal. Parte Especial. I-B. Delitos contra el honor, la familia y la libertad. Lima, San Marcos,
1998, p. 115; SALINAS SICCHA, Ramiro. Derecho Penal. Parte Especial. Lima, Grijley, 2008, 3° ed., p. 445.
12
En efecto, nuestro Tribunal Constitucional ha determinado la ilegalidad de estas prácticas, considerando que por falta de pago de
gastos de hospitalización no se puede impedir que los pacientes dados de alta hagan uso de su libertad de salida de los centros
hospitalarios o asistenciales, mucho menos condicionarlo a trámite administrativo alguno, salvo acto voluntario del paciente (vid. inter
alias, expedientes n° 836-96-HC/TC y 1411-2001-HC/TC).
antijurídica. Por lo demás, como ya se indicó, el Tribunal Constitucional ha determinado la
ilegalidad de este tipo de prácticas.
En cuanto al requisito de la violencia, tendremos que aceptar que dicho elemento no se
reduce a la violencia física ejercida sobre la persona de la víctima, sino que debe ser
entendida bajo una concepción espiritualista en donde lo importante es que exista una
restricción a la libertad de obrar.13
La solución del caso parece oscilar entre la atipicidad del hecho y la consumación de un
delito de coacción. Entiendo que sí ha habido una afectación a la libertad individual, con lo
cual, atendiendo a los criterios de merecimiento y necesidad de pena, y al principio de
proporcionalidad considero que el hecho se subsume dentro del delito de coacción.
Por su importancia desde el punto de vista procesal, vale la pena citar a Morán
Mora14cuando señala: “cabe hacer especial hincapié en el carácter homogéneo de estos
delitos, lo que permite que pueda condenarse de oficio por un delito de coacciones a
pesar de que las partes aleguen otro delito más específico, como por ejemplo la detención
ilegal [léase secuestro]. Para el Tribunal Supremo ello no supone vulneración alguna del
principio acusatorio que debe regir todo proceso, puesto que se cumplen las
características exigidas para la aplicación de dicha homogeneidad (identidad del bien
jurídico protegido y ubicación en el mismo Título del Código Penal)”.
13
Vid. MORAN MORA, Carolina. De las coacciones. En: AA.VV. Comentarios a la Parte Especial del Derecho Penal. Quintero Olivares
(Dir.) y Morales Prats (coord.). Navarra, Aranzadi, 2005, 5° ed., pág. 249-250
14
MORÁN MORA, Carolina. De las coacciones… ob. cit. pag. 256.
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