En Verona, con Romeo y Julieta

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~^ juncia,
ño el cuerpo aleve de Julieta.
' Y , en realidad, ¿qué importa?
; Carta de ciudadanía, tan sóio
- en la excelsa mente de Shakespeare o, por añadidura, en
la Verona de mil seiscientos,
1% ¿qué más da? Es la prime'Á ra la que cuenta. Porque
Sj» por muy grácil y bella que
raj* Julieta fuera, no le sería
fácil superar la estampa
jjjaa viva de esta muchacha
É K
que avanza hacia mí ahora
ra que estoy tan lejos
H
de toda poesía* en la
contemplación del muro en que se; fusiló a
t Ciano, ni fácil taml
poco la de esas* maK drileñitas que adorK
nan la Gran Via
mL madrileña cua n d o
cae la tarde. Pero
¿sm lo que a unas d i i \
$¡ttk t i n g u e de las
H t otras no es su va•t
so corporal, siwfc ' no el poeta que
*£t les c a b e en
RPP
suerte. Estas
'00t.
se llevan tras
sí miradas y
piropos, so^ _ netos de es- f ^ . tud ¡ a n t e .
que ha- ,-.
ya exis
tido realmente tu
, ventana.
i Yo casi no
I quiero, Julieta, q u e
hayas existido tú. Los
Capuletos y a Y.
sé que existie- \ \
ron un día y, si '-\
lo hubiera igno¡ j | A qué 11 a
rado u olvidado,
Wk disparó en
esta lápida, bellísu honor,
sima, en el país
.
como una
de las más inspii genial
radas lápidas del
I rueda
mundo, me lo haría *|!
tt de artirecordar: Queste
B ficio, la
furono le case dei ™
Wk i n f l a '
Captileti, a" onde usci
Wk mada
la Guüietta per ctd
retój tanto piansero i cuori
rica
qentili e i poeti cantadel
roño. Sí, aquí vivieron,
coal menos los Capuletos,
pero yo me resisto al 1 1
bautizo postal de un en- W
sueño poético y creo que 1
rompo muchas aladas ilu- 1
siones simplemente c o n
proclamar, prfrpqf^rfrtí; que
Julieta Capuleto habitaba
l a casa número 17 de la Vía
Capelo, de Verona. Una heroína de Shakespeare no es^ l a
una estrella cinematográfica ni M
f precisar su domicilio, con ese
rigor de cartería, ayuda en j
I nada a su divinización. Por una
I causa análoga, si bien de menor
rango, se me hace antipático es<L«to*
medianI tar ahora, con la cabeza derriba•»«**** *
te de Stradford.
da en la nuca, frente por frente
Y fija quedó, desde ende agüella ventana que la luna
0 *e *
<&****
tonces, ofrecida a los siglos,
nimb© de luz una noche inmortal,
* «*0'**^
como un símbolo de amor juvenil,
comprobando si la escala de Romeo
"V*
cuyo
contorno
delinearán para siempre todos
pudo unirla y cómo, a los guijos del
también* * 0s cor azones estremecidos del mundo,
patio. El patio tiene al fondo un pepero, d e s d é
Salgo inquieto de visitar el patio de la Vía
queño arbusto abrazado a una colum
1
luego, si alguien en la Capelo, en el. que, como un tributo a la menata, una puerta bajo un arco y un
vida no se ha planteado ja- moria que guarda, prestan incansable guarterraza que da acceso al palacio, y todo
nías esa cuestión con un rigorhistó- nición las palomas y el panteón verdadero
I él está hoy, en la hora justa de mi vísio es, como puede suponerse, el guía que, 0 amañado de Julieta, cuyo pórtico enverI ta, conmovido. ¿ Por qué, diréis ?, por el
rico
g u e s de habernos hecho un gráfico exph- d e c e u n m a r c o d e l i a n a S / tic-tac de una máquina de escribir qu'e desj
itivo de la entrevista de Romeo y Julieta,
. . _.„ -. • „, „ , .
, „ r»„„„i«*^.
L¡ despacha la correspondencia de ía Aso- cat:
ciación ítalo-Británica. AlH, donde la no- no
,08 lleva nada menos que a su tumba, allí ~V " ^ ~ n o s d , c e e l g u , a ~ ' .1,<?s C a P u l e t o s
driza juraba por catorce de sus dientes de
ionde ella d e s p e r t a r a nueva y fugitiva vida,
T Mónteseos no se reconciliaron nunca,
los catorée años de Julieta, se expiden los al cesar los efectos del filtro de fray Lorenza, L e m » r o s"1 palabras. Me parece como
recibos de los afiliados, y en lugar de las yy donde, irremediablemente ya, .se sumi*gp, s> en el sobreviviera, todavía, un háliaéreas músicas sobre las que navegaron los 1por voluntad propia, en las sombras detmi- to rencoroso, vestigio del odio, que se^
suspiros de los dos inmortales amantes, el tivas al ver exangüe a su amoroso dueño. \T¿
paró a las dos familias. Y como sí
timbre del teléfono barrena, con su mohocor- qjigfcuio sólo la ventana, sino la tumba HCBal- «os wieitera a que nosotros no fuérade sonido, este mediodía otoñal de Verona. nfentefcHav un esquema de capilla primero m J ( ligeramente, a dar el pleito por
Los eruditos podrán albergar sus dudas so- y en seguida el sepulcro, abierto "y vacio, eso •érminado
bre si Julieta existió en realidad o no existió5 sí, en el que todos los años que precisó para ( ¡^y, y*,^Y**nj
nunca, los yeroneses corrientes y molientes,
s, reducirse a polvo^ durmió su último siteJOAQUÍN C A L V O - S O T E L O
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