La Restauración de Job

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La Restauración de Job
por Ricardo Murphy, Maranatha Life
La Restauración de Job
Nuestro Dios es un Dios que restaura. Muchos de Sus planes, propósitos, y grandes obras tratan
con el proceso de restauración. ¿La restauración de qué? La restauración de Su creación, es decir,
Su Pueblo, a El. El entero propósito de la vida de Jesucristo aquí en la tierra, y especialmente Su
muerte y resurrección, era una de restauración.
Nosotros podemos ver esto en lo que hizo Jesús mientras que ministraba aquí en la tierra. Hay
numerosos ejemplos de restauración durante los tres años del ministerio de Jesús, tales como:

Levantar a Lázaro de la muerte (Jn 11:1-44). Al levantarle, Jesús no solamente restauró la
vida de Lázaro, sino también le restauró a sus hermanas.

Limpiar los leprosos (Mat 8:2-4; Mar 1:40-42; Luc 17:12-19). Debido a que no se permitían a los
leprosos vivir en la ciudad, sanarles verdaderamente les restauró a una vida normal.

Sanar a los cojos e inválidos (lisiados) (Mat 12:13; Mar 3:5; Luc 6:10) que les restauró a una vida
útil, en vez de mendigar por su sustento.

Liberar a las personas con espíritus inmundos
Satanás, y ellos fueron restaurados a la libertad.
(Mar 5:2-15)
que estaban en esclavitud a
Pero, Jesús no solamente nos restauró a una relación con Dios. Mientras que la restauración de
relación con Dios era en sí una obra enorme, Su obra de restauración era mucho más profunda
que esto, alcanzó a cada área de aquellos que han aceptado a El por Su Señor.
La palabra griega que se traduce en nuestras biblias por “salvación” es “sozo.” Significa mucho
más que únicamente ser salvos de nuestros pecados. Literalmente significa “entereza,
tal como ser sano, fuerte, seguro, sin problemas, sin culpas, y sin preocupaciones. Es una palabra
que contiene muchísima profundidad. Al mirar esta definición, nosotros podemos entender que
Jesús no solamente nos salvó de pecado, sino también de dolor, enfermedad, pobreza, opresión,
tristeza, preocupación, y nuestras propias debilidades. Fue una obra completa de salvación.
Ciertamente El llevó nuestras enfermedades, y cargó con nuestros dolores; con todo,
nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y afligido. 5 Mas El fue herido por
nuestras transgresiones, molido por nuestras iniquidades. El castigo, por nuestra paz,
cayó sobre El, y por sus heridas hemos sido sanados.
Is 53:4-5
Podemos ver esto mencionado con bastantes detailles en Isaías, capítulo 53, versos 4 a 5.
Examina las partes que subrayé en el verso. Estos tratan con casi cada aspecto negativo de la
vida que viene a nosotros.

Nosotros no necesitamos lamentar, porque El “cargó nuestros dolores.” Aún las cosas que
normalmente causan el lamento no tienen que estorbarnos, porque “Y sabemos que para
los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son
llamados conforme a su propósito” (Rom 8:28).

Nosotros no necesitamos ser tristes ni aflijidos, porque El cargó esto también. El nos ha
dado “diadema en vez de ceniza, aceite de alegría en vez de luto, manto de alabanza en
vez de espíritu abatido” (Is 61:3).

Dios no nos castigará, porque le castigó a Jesucristo por nuestro beneficio. Así declara
“Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras” (1 Cor 15:3).
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
No seremos afligidos por nada que el enemigo puede llevar en contra de nosotros.
Mediante la muerte y la resurrección de Jesús, nosotros hemos sido hechos “más que
vencedores” (Rom 8:37) y somos confiados y asegurados por la promesa que “ el Dios de
paz aplastará pronto a Satanás debajo de vuestros pies” (Rom 16:20).

Aunque nosotros somos imperfectos, y pecamos, no necesitamos temer ni preocuparnos
acerca de “la paga del pecado es muerte” (Rom 6:23), porque Jesús fue “herido por
nuestras transgresiones, molido por nuestras iniquidades” Ya ha pagado el precio de
nuestro pecado para nosotros.

Nosotros podemos vivir en “la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará
vuestros corazones y vuestras mentes en Cristo Jesús” (Fil 4:7), porque “El castigo, por
nuestra paz, cayó sobre El.” Esto significa que no tenemos que preocuparnos ni ser
ansiosos de los cuidados de esta vida, porque podemos echar “toda vuestra ansiedad
sobre El, porque El tiene cuidado de vosotros” (1 Ped 5:7).

Nosotros no tenemos que ser enfermos, debido a que “por sus heridas hemos sido
sanados.” El ha “venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Ju
10:10). Porque las enfermedades y las dolencias no son partes de una vida abundante,
podemos estar asegurados de que no vienen del Señor, y por lo tanto, darle gracias por
sanarnos.
Estos dos versos contienen muchas promesas, pero cada y toda promesa es parte de la obra de
restauración que Jesús hizo por nosotros en la cruz.
Una de los mejores relatos de restauración, que sirve por un ejemplo de esperanza a nosotros es
la restauración que Dios produció en la vida de Job. Aunque Dios permitió que Satanás atacara a
Job, al sacar su salud, sus riquezas, y sus hijos, ¡Dios no permitió que Job se quedara en esta
condición! Desde el principio, Dios intentaba restaurar a Job todo que había permitido que
Satanás robara de él.
Segun el diccionario, la palabra “restaurar” significa “volver a su condición original.” Hallamos
sus sinónimos, “reintegrar, reestablecer, traer de nuevo, y regresar.” Por lo tanto, si Dios dice que
va a restaurar a algo o alguien, pienso que podemos confiadamente esperar que El siga nuestra
definición del diccionario, y le vuelva a su condición original. Examinemos el siguiente verso:
Hubo un hombre en la tierra de Uz llamado Job... 2 Y le nacieron siete hijos y tres hijas.
3
Su hacienda era de siete mil ovejas, tres mil camellos, quinientas yuntas de bueyes,
quinientas asnas y muchísima servidumbre; y era aquel hombre el más grande de todos
los hijos del oriente.
Job 1:1-3
Okay, aquí vemos a Job al inicio del libro. Escundrinemos su saldo bancario. Tiene 10 hijos,
7,000 ovejas, 3,000 camelos, 500 yugos de bueyes, y 500 asnas. A mí me parece que tenía
mucho. Evidentemente era “el más grande de todos los hijos del oriente.”
Ahora, veamos su saldo bancario al fin del relato:
El Señor bendijo los últimos días de Job más que los primeros; y tuvo catorce mil
ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil asnas. 13 Y tuvo siete hijos y tres
hijas.
Job 42:12-13
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Okay, vemos que Job recibió otros 10 hijos, además 14,000 ovejas, 6,000 camelos, 1,000 yugos
de bueyes, y 1,000 asnas. !Espera un momento! Esto no es simplemente restaurarle a su
condición (estado) original, sino es el doble. Obviamente, Dios tiene un diferente diccionario que
el nuestro. Cuando El restaura algo, El no solamente lo restaura a su condición original, sino lo
mejora.
Esto no ocurrió solamente a Job, tampoco. Nosotros podemos ver a lo largo de la biblia que el
plan de restuaración de Dios siempre incluye mejoración. Antes de que Jesús fue crucificado, El
prometió a sus discípulos:
Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, El os
enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que os he dicho.
Ju 14:26
Cuando venga el Consolador, a quien yo enviaré del Padre, es decir, el Espíritu de
verdad, que procede del Padre, El dará testimonio de mí,
Ju 15:26
Como parte del plan de restauración de Dios, que El cumplió por medio de Jesucristo, nosotros
ahora tenemos el Espíritu Santo que es nuestro maestro, consolador y guía. Es comúnmente
entendido que el Espíritu Santo no obraba por medio de la gente en la época del Antiguo
Testamento como El obra hoy en día. No solamente esto, pero no hay ninguna evidencia bíblica
para sugerir que Adán tenía la ayuda del Espiritu Santo antes de la caída en Génesis, capítulo
tres.
Esto es una parte de la obra de restauración de Jesús que comúnmente pasamos por alto. No
pasamos por alto el hecho de que tenemos El Espíritu Santo disponible a nosotros, sino
olvidamos que es parte de la obra restaurativa de Jesús.
Okay, ahora sabemos que la obra de restauración que Dios hizo en la vida de Job era una obra
divina. ¿Cómo lo sabemos? Porque Dios fue muy específico en declararnos.
Y el Señor restauró el bienestar de Job cuando éste oró por sus amigos; y el Señor
aumentó al doble todo lo que Job había poseído.
Job 42:10
Sin embargo, ¿tenía Job algo que hacer con este proceso de restauración? ¿Había algunas
acciones que hizo que ayudó a causar la restauración que Dios hizo en su vida? Para contestar
estas preguntas, regresemos a la oración de Job al inicio de capítulo 42.
Yo sé que tú puedes hacer todas las cosas, y que ningún propósito tuyo puede ser
estorbado. 3 "¿Quién es éste que oculta el consejo sin entendimiento?" Por tanto, he
declarado lo que no comprendía, cosas demasiado maravillosas para mí, que yo no
sabía. 4 "Escucha ahora, y hablaré; te preguntaré y tú me instruirás." 5 He sabido de ti
sólo de oídas, pero ahora mis ojos te ven. 6 Por eso me retracto, y me arrepiento en
polvo y ceniza.
Job 42:2-6
La primera cosa que descubrimos que Job hizo que preparó el camino para que Dios le restaurara
fue arrepentirse. Sabemos que el entero propósito de lo que Dios permitió pasar en el libro de
Job, era alcanzar una restauración espiritual. Pero, aunque Dios lo permitió, lo hizo por fe,
confiando que tendría un efecto positivo en Job. Al ser un participante de la obra que Dios estaba
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haciendo en él, y por haber arrepentido, Job se puso en una posición que causó que Dios
estuviera interesado en hacer unas obras a su favor.
El arrepentimiento en sí, es una obra de restauración espiritual. La única manera que podemos
ser restaurados en una relación con Dios el Padre es arrepentirse y aceptar a Jesucristo por
Nuestro Salvador. Sin arrepentirse, hemos eliminado una parte muy importante de lo que
necesitamos hacer. Porque, sin el arrepentimiento, no hay salvación.
Literalmente, arrepentirse significa “volverse y regresar a Dios.” Todos nosotros, si dejados a
sólos, nos apartaremos de Dios. Esto es la definición de un pecador. Un pecador es alguien que
ha apartado de Dios intencionalmente. El mensaje del Evangelio es un llamado de restauración a
aquellos que escogieron de volverse de su malo camino y arrepentirse y entrar en buena relación
con el Padre Dios, mediante Su Hijo, Jesucristo.
Cuando Job se arrepintió en el capítulo 42, el reestableció su relación con Dios. Por sus propias
palabras, sabemos que aunque conocía de Dios, no le conocía a Dios personalmente. Dijo, “He
sabido de ti sólo de oídas, pero ahora mis ojos te ven” (Job 42:5). Hay mucha diferencia entre oír
de Dios, y tener un encuentro personal con El. Muchísimas personas andan aquí y allí,
llamándose creyentes, porque ellos han escuchado de Dios. Esto no les hace creyentes. Aquellas
personas necesitan tener un encuentro personal con El.
Aunque Job se consideraba ser creyente antes de las experiencias que están escritos en el libro de
Job, no era en relación con Dios. Si, creyó en Dios, pero ero una creencia distante. Cuando se
arrepintió, formó una buena relación con Dios.
Permítame clarificar algo aquí. Dios habita fuera de nuestro concepto de tiempo. El tiempo,
como lo entendemos, se regula por la rotación de la tierra, la luna y el órbito que toma la tierra
alrededor del sol. Dios no habita aquí en la tierra, habita en el cielo. Por lo tanto, el tiempo no le
afecta.
Debido a que el tiempo no afecta a Dios, no importa tampoco en cual momento de la historia del
mundo que alguien recibe a Jesucristo por su Señor y Salvador. Los judíos del Antiguo
Testamento eran salvos de la misma manera que somos salvos hoy en día, es decir por su fe en
Jesús. La única diferencia es que ellos no conocían Su nombre. Nada más, sabían que había un
Dios, y que El proveyó un Salvador. Sabemos que Job conocía de este Salvador, a pesar de que
no conocía Su nombre, porque lo dijo.
Yo sé que mi Redentor vive, y al final se levantará sobre el polvo.
Job 19:25
Abraham fue salvo de la misma manera. “Y Abram creyó en el Señor, y El se lo reconoció por
justicia” (Gen 15:6). Si Abraham pudiera ser salvo de este manera, y en Dios no hay acepción de
personas (Rom 2:11); entonces ciertamente podemos decir que este misma fe se aplicó a Job, y por
lo tanto fue salvado.
Pero, esto verdaderamente no es mi punto mayor, el punto clave es que Job, por un sincero acto
de su voluntad, y una confesión de su boca, se arrepintió ante el Señor por su falta de fe y su
orgullo. Esto es precisamente lo que permitió su restauración espiritual.
Aunque el arrepentimiento de Job llevó su restauración espiritual, yo no veo nada en la biblia
que indica que esto causó o debería haber causado su restauración física. Job era restaurado a una
buena relación con Dios por medio de su arrepentimiento, pero todavía era pobre, enfermo, y se
sentaba en sus cenizas. Tenía que hacer algo más.
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Okay, por lo tanto, su arrepentimiento llevó la restauración espiritual de Job, pero no llevó su
restauración física y material. Pues, ¿qué era lo que llevó su completa restauración? Para
encontrar la respuesta, veamos un poco más adelante en capítulo 42.
Y sucedió que después que el Señor habló estas palabras a Job, el Señor dijo a Elifaz
temanita: Se ha encendido mi ira contra ti y contra tus dos amigos, porque no habéis
hablado de mí lo que es recto, como mi siervo Job. 8 Ahora pues, tomad siete novillos y
siete carneros, id a mi siervo Job y ofreced holocausto por vosotros, y mi siervo Job
orará por vosotros. Porque ciertamente a él atenderé para no hacer con vosotros
conforme a vuestra insensatez, porque no habéis hablado de mí lo que es recto, como
mi siervo Job. 9 Y Elifaz temanita y Bildad suhita y Zofar naamatita fueron e hicieron
tal como el Señor les había dicho; y el Señor aceptó a Job. 10 Y el Señor restauró el
bienestar de Job cuando éste oró por sus amigos; y el Señor aumentó al doble todo lo
que Job había poseído.
Job 42:7-10
Extrañamente, la primera cosa que Dios hizo después que Job se arrepintió no fue tratar con Job,
sino tratar con sus tres amigos. Dios se enojó de ellos, porque no habían hablado de El de manera
correcta y verdadera. De hecho, ellos no mencionaron nada de El, solamente acerca de Job. Al
otro lado, como ya hemos visto, de los amigos de Job, solamente Eliú habló de Dios y le
glorificó.
Para prevenir que Dios tratara con su necedad, El les mandó llevar siete bueyes y siete carneros a
Job, no por regalos, sino para que Job les usara por una ofrenda a Dios. Job oró por sus amigos, a
fin de que Dios les perdonaría de su pecado.
De la perspectiva de la vida de Job, hay tres elementos importantes que explican lo que sucedió.
Primero, hay el aspecto de adoración, segundo hay una necesidad por una semilla, en la forma de
una ofrenda que Dios podía multiplicar a Job por su cosecha, y el tercero es la oración. Todos los
tres tenían una parte en la restauración de la parte natural en la vida de Job.
Como creyentes del Nuevo Testamento, nosotros naturalmente tenemos poco entendimiento del
acto de ofrecer un sacrificio en el altar a Dios. No tenemos ninguna necesidad de holocaustos,
porque Jesús cumplió esta parte de la ley para nosotros. El es nuestro único sacrificio por el
pecado, y para tener compañerismo con Dios el Padre. Nuestras ofrendas, en vez de ser de
animales, son ofrendas financieras, ofrendas de tiempo por el servicio del Señor y ofrendas de
adoración.
El acto de sacrificar un animal en el Antiguo Testamento no era un acto pasivo, carente de
emoción. Eran actos de adoración. Cuando Rey David llevó el Arca del Pacto a Jerusalén, lo hizo
junto con muchas ofrendas sacrificatorias a Dios. Sin embargo, a la misma vez, la Palabra de
Dios nos dice que él danzaba y adoraba mientra que llevaba el Arca.
Y sucedió que cuando los portadores del arca del Señor habían andado seis pasos, él
sacrificó un buey y un carnero cebado. 14 David danzaba con toda su fuerza delante del
Señor, y estaba vestido con un efod de lino.
2 Sam 6:13-14
Aunque nosotros sabemos que Rey David era un adorador, y naturalmente podemos esperar que
él tomara esta oportunidad para adorar a Dios, esto no significa que las otras ofrendas que dio a
Dios no fueron actos de adoración. No, nos muestra que fueron actos de adoración.
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Todos nosotros sabemos que “Dios ama al dador alegre” (2 Cor 9:7). Nosotros siempre usamos
este verso cuando hablamos acerca de levantar una ofrenda en un servicio. Pues, ¿de dónde
aprendió Pablo, que escribió este verso, acerca de ser un dador alegre? ¿Lo aprendió de la Iglesia
del Nuevo Testamento? ¡No! Lo aprendió de la Iglesia del Antiguo Testamento. El acto de
ofrendar un sacrificio a Dios era un acto de adoración, acompañada por música, cantos y danza.
Después de llevar el Arca a Jerusalén, y situarlo en el lugar que le había preparado, David mandó
a los levitas y sacerdotes que hicieran todas las ofrendas requeridas del torá (la Ley). Pero,
también les mandó asignar a los levitas, por sus divisiones adorar a Dios veinte cuatro horas por
día, siete días por semana.
Estoy completamente seguro que cuando Job ofreció aquellos siete bueyes al Señor, para sus
amigos, también lo hizo por un acto de adoración. Nosotros sabemos del primero capítulo, que
Job era un adorador; aunque no era salvo, contínuamente hacía ofrendas a Dios.
El acto de adoración de Job, parecido a nuestros actos de adoración, abrió la puerta a entrar en la
presencia del Señor. Todos conocemos el verso que declara, “Entrad por sus puertas con acción
de gracias, y a sus atrios con alabanza. Dadle gracias, bendecid su nombre” (Sal 100:4), pero
aunque lo conocemos, no todos adoramos. Dice muy claramente que el clave para entrar en la
presencia de Dios, donde hay todas Sus bendiciones y provisión, es por la alabanza y la
adoración.
Job tenía que entrar en la presencia de Dios a fin de que Dios podía restaurar las cosas que
Satanás le había robado. Dios usó los amigos de Job, para proveer lo que le necesitaba para
entrar en la presencia de Dios.
Regresemos a nuestros tres elementos que fueron necesarios por la restauración del bienestar de
Job. Fueron:

La adoración

Una semilla

La oración
Ya que hemos platicado de como la adoración era una parte de su restauración, ahora veamos a
la parte de la semilla que era también parte de su restauración.
Y el que suministra semilla al sembrador y pan para su alimento, suplirá y multiplicará
vuestra sementera y aumentará la siega de vuestra justicia;
2 Cor 9:10
Uno de los leyes espirituales más básicos que existe es la ley de la semilla. Hay muchas
parábolas en las cuales Jesús enseñaba acerca de la semilla, la necesitad de sembrarla, y la
cosecha que lleva la buena semilla. Esto es porque, según Jesús, todo el Reino de Dios fonciona
por medio del acto de sembrar y cosechar.
Si queremos una cosecha en nuestras vidas, nosotros necesitamos plantar una semilla. Esto aplica
a todas las áreas de nuestras vidas, no solamente al dinero. Cualquier cosa puede ser una semilla.
Si necesitamos tiempo, al sembrar tiempo al ministerio del Señor, El multiplicará nuestro tiempo.
Si necesitamos sabiduría, al compartir la sabiduría que tenemos con alguien otro, nosotros
abrimos la puerta para que Dios nos dé más sabiduría. Si necesitamos la revelación y el
endendimiento de la Palabra de Dios, la mejor manera recibirlo es dar a otros la sabiduría y
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revelación que tenemos. Si necesitamos el consuelo, podemos recibirlo por consolar a alguien
otro cuando están tristes o están lamentando.
Dios siempre multiplicará cualquier semilla que le damos a El en fe. En cambio, si nunca
sembramos, no podemos recibir. Cuando la viuda vino a Eliseo, porque un acreedor quería
tomar su dos hijos, le preguntó, “Dime qué tienes en casa” (2 Re 4:2). Eliseo no esperaba que tenía
suficiente en su hogar para pagar la deuda, sino buscaba una semilla. El sabía que si Dios iba a
obrar un milagro de provisión por esta viuda, ellos necesitaban hallar una semilla.
Y una mujer de las mujeres de los hijos de los profetas clamó a Eliseo, diciendo: Tu
siervo, mi marido, ha muerto... 2 Y Eliseo le dijo... Dime qué tienes en casa. Y ella
respondió: Tu sierva no tiene en casa más que una vasija de aceite... 4 Luego entra y
cierra la puerta detrás de ti y de tus hijos y echas el aceite en todas estas vasijas... 5 Y
ella se fue de su lado, y cerró la puerta tras sí y de sus hijos; y ellos traían las vasijas y
ella echaba el aceite. 6 Y sucedió que cuando las vasijas estuvieron llenas, dijo ella a un
hijo suyo: Tráeme otra vasija. Y él le dijo: No hay más vasijas. Y cesó el aceite.
2 Re 4:1-6
¿O qué del tiempo cuando Jesús multiplicó a los panes y peces?
Al atardecer se le acercaron los discípulos, diciendo... despide, pues, a las multitudes
para que vayan a las aldeas y se compren alimentos. 16 Pero Jesús les dijo: No hay
necesidad de que se vayan; dadles vosotros de comer. 17 Entonces ellos le dijeron: No
tenemos aquí más que cinco panes y dos peces. 18 El les dijo: Traédmelos acá. 19 El...
tomó los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, bendijo los
alimentos, y partiendo los panes, se los dio a los discípulos y los discípulos a la
multitud. 20 Y comieron todos y se saciaron...
Mt 14:15-20
Una vez más, nosotros vemos a Jesús usando algo por una semilla, y multiplicándola. Si no
hubiera habido los cinco panes y dos peces, estoy seguro que El hubiera dicho a Sus discípulos ir
a la multitud y buscar a alguien que tuviera algo por una semilla, semejante la manera que vemos
este cuento enseñado en la escuela dominical.
Debido a que todas las posesiones de Job habían sido destruídos al inicio del libro de Job (Job 1:1417) no tenía nada con que podía hacer una ofrenda a Dios. Yo no sé si él tenía un entendimiento
de su necesitad de hacer una ofrenda, para que Dios pudiera multiplicarla, pero obviamente Dios
entendió. El había provisto esta semilla, por medio de mandar a los amigos de Job que le den
siete buyes y siete carneros. Dios provee la semilla, y también la causa que sea multiplicada.
Por fin, el tercero elemento de la restauración de Job era la oración. No una oración por sí
mismo, ni oración por sus necesidades, ni oración por su lista de sueños; sino oración por otros.
Nuestro Dios no quiere que seamos enfocados en nosotros, quiere que seamos enfocados en
otros. Dijo a Abraham, “te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición” (Gen 12:2).
Cuando nuestro entero tiempo de oración se pasa en pedir a Dios por cosas para nosotros, esto
significa que estamos preocupados en nuestras propias vidas y necesidades. En vez de dar estas
cosas a Dios, para que El pueda obrar en nuestras vidas, las tenemos firmemente en nuestras
propias manos. Por esta razón, Dios no puede obrar a nuestro favor.
Si queremos que Dios mueva en nuestro favor, debemos soltar todas las cosas que tenemos en
nuestras manos, y darles al Señor. Debemos ser dispuestos tomar el paso de dejarlas en las
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manos de Dios, en vez de decir a Dios como tratar con ellas. Y debemos confiar que es Su
voluntad bendecirnos.
No hay ningún lugar mencionado en este capítulo final del libro de Job en el cual Job oraba por
sí mismo y por sus necesidades. Sin embargo, él oraba por sus tres amigos. Esta oración, junto
con la adoración y la semilla que ofreció, fue el clave final para abrir la puerta a la bendición de
Dios.
Ya hemos leído, en verso nueve, que Dios aceptó a Job cuando oró por sus amigos. Pero,
examinemos una mirada de más cerca el verso diez.
Y el Señor restauró el bienestar de Job cuando éste oró por sus amigos; y el Señor
aumentó al doble todo lo que Job había poseído.
Job 42:10
Esto fue el punto clave de cambio por Job, cuando oró por sus amigos. Aunque Dios usó su
adoración y su semilla para alcanzar la multiplicación de bendición, fue a este punto, el punto de
oración, que Dios verdaderamente movió y, “restauró el bienestar de Job.”
Es mucho más probable que Dios mueva en favor de alguien que está haciendo Su voluntad y Su
trabajo que en alguien que simplemente está sentado en la iglesia, calentado su banca. Lo he
dicho antes, y voy a repetirlo: las bendiciones de Dios han estado preparados para nosotros antes
de las fondaciones del mundo. El les ha puesto en el camino que preparó por cada uno de
nosotros. Si queremos recibir esas bendiciones, necesitamos llegar a donde están, y no esperar
que ellas vengan a nosotros.
Entonces todos sus hermanos y todas sus hermanas y todos los que le habían conocido
antes, vinieron a él y comieron pan con él en su casa; se condolieron de él y lo
consolaron por todo el mal que el Señor había traído sobre él. Cada uno le dio una
moneda de plata, y cada uno un anillo de oro.
Job 42:11
Aquí vemos el inicio de la restauración de las finanzas de Job. Una vez que Job oró por sus
amigos, y Dios “restauró el bienestar,” Dios mandó que todos sus amigos, familiares y
conocidos le visitara, llevando con ellos, plata y oro. ¿Por qué no vinieron antes? Porque Dios
necesitaba tratar con el corazón de Job y llevarle a la cruz, antes de que Dios pudiera permitir
que Sus bendiciones le alcanzaron.
Nuestro Dios es un Dios de restauración. Si algo ha estado tomado de ti, pregúntate “¿Por qué?”
¿Qué está Dios tratando de cumplir en tu vida, que ha necesitado de que algo sea quitado de ti?
Una vez que hallas la respuesta a aquella pregunta, puedes empezar de ser un participante activo
en el proceso de restauración que Dios quiere alcanzar en tu vida. Pero, si continúas a caminar
con los ojos cerrados, puede ser que nunca estarás restaurado a la plenitud que Dios quiere
alcanzar en tu vida.
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