Soy un pequeño gnomo que habita en un bosque

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Miguel Villa
S
oy un pequeño gnomo que habita en un bosque de fantasía. Vivo allá donde el
cielo es hermosamente azul, donde el agua parece de cristal, donde la brisa te
abraza haciéndote sentir grande y poderoso, donde nace la música. Vivo allá donde
todo es magia.

Mi jornada consiste en recolectar bayas y pequeños frutos para mi manutención y
la de mi familia. Quizá te parezca algo monótona, pero es mejor que pasarse el día contemplando las andanzas de los programas del corazón y negando luego haberlos visto.
Si fuese verdad lo que se dice cara a la galería, los documentales tendrían audiencias
millonarias. Afortunadamente en el bosque no hay ni televisión, ni audiencias, ni nada
que forme parte de la vida del humano.
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El Guardián de La Magia
M
uchos han querido quedarse en el bosque, quizá huyendo de sus problemas,
pero no todos lo consiguieron. Algunos fracasaron por su incapacidad para
dejar a un lado la envidia, el rencor, las malas formas y todas esas cosas que parecen ser
parte de la esencia del que se autodenomina “El Rey de la creación”. Pues será la más
inteligente de las criaturas, pero en ocasiones no parece más que un pobrecillo rey del
mambo.
Bueno, dejemos al humano y volvamos a lo nuestro.
Me llamo Erik, dicen que soy divertido, revoltoso y algo torpecillo. Tengo una facilidad para caerme que... Bah, son unos accidentillos de nada.
Vivo en una seta a los pies del árbol de la vida. En su copa tiene el nido un petirrojo
alegre, parlanchín y socarrón. Es uno de esos pajarillos que se da a querer, aunque a
veces, ese afilado pico.... Tengo de vecina, a unos pocos metros, a Falsete del bosque.
Definirla me llevaría tres días, así que, para no aburrir, lo resumiré diciendo que Falsete
es una folclórica metidita en carnes y venida a menos que apareció un día en el bosque
diciendo que ella quería ser la sirenita de la laguna. Se puso tan pesada, no me refiero
a gorda… bueno, también, que me vi incapaz de negarme. La verdad es que con su bañador azul y ese aire de princesa de supermercado, le da vidilla a la laguna. Nosotros,
cariñosamente, la llamamos “La Golda Entera”.
Lo realmente cierto, es que Falsete fue uno de los muchos nacidos en el bosque que
partieron en busca de mejor fortuna. “Me voy a hasé las Américas o argo”, dijo. Pero la
única América que conoció fue un bar de tres al cuarto en el que cantaba sus canciones
para cuatro buitres borrachines. Regresó con ademanes de estrella... y así la recibimos.
Algo mas allá vive Inés, la unicornio (en el bosque tenemos de todo, oiga). Regenta un estanco en el que se vende cualquier cosa menos tabaco (¿qué pensabas?). Está
casada con un ogro (sí, ya sé, ya sé, pero se trata de un bosque de fantasía). El caso es
que al pobre estanquero, por esos azares de la vida, se le ha ido variando el nombre,
pasando a ser conocido por “Mogros”. No tienen descendencia, yo también me pregunto qué saldría de semejante mezcla, pero se oyen unos relinchos cada noche... Ella
dice que los ruidos salen de la madriguera de una familia de topos, pero yo sé que esos
relinchos estremecedores, esas coces al aire y esos jadeos unicornianos, proceden de su
cuadra. ¡Qué vitalidad tienen! ¡Quién iba a pensar que un puñadito de alfalfa podría
dar tanto desenfreno!
La unicornio es elegante, distinguida, con un trotecillo que ilumina el bosque a cada
paso. Su amado Mogros, es tímido y sensible. Dicen que cuando se conmueve, se le
pone carita de pato.
Me gusta ir cada mañana hasta el estanco para verla llegar, tiene un “tocotó” fascinante.
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Miguel Villa
Corre por el bosque una leyenda que asegura que ella, Falsete y yo somos familia. Yo
no lo puedo confirmar, es una historia de difícil comprensión para mí. Es que cuando
era chiquito me caí al río y ... vamos, que no me entero.
También se rumorea, Falsete y su lengua de pana, que me operaron de algo que
tenía en la frente. Pero mamá siempre me dijo que la cicatriz fue producida por el forcejeo con un troll que quiso robarme. De esto tampoco me entero. Ya digo que soy algo
torpecillo e inocentón.
Vivir en el bosque es maravilloso. Levantarse cada mañana y ver esa fina niebla que
lo envuelve todo como si quisiera protegemos del mal, no tiene precio. Nada es comparable a la alegría que brota en cada uno de nosotros cuando el trino de los pájaros
anuncia la llegada del nuevo día. No hay perfume mas placentero que el de la hierba
refrescada por el rocío. Los más cálidos mediodías, los más dulces atardeceres, las más
hermosas lunas de media noche... todo ello está en el bosque.


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