Tema I La Iglesia Comunidad de los Creyentes

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I.C.M.
Villa María Academy
Pastoral Familiar
Tema I
La Iglesia Comunidad de los Creyentes
Objetivo:
Redescubrir la pertenencia de la familia a la comunidad de la Iglesia impulsando su
participación en la vida comunitaria.
• Oración inicial.
• Nombre del tema y expectativas de cada uno.
• Compartir vivencias
¿Siento que soy parte de la Iglesia?
¿Asisto frecuentemente a Misa? ¿Sólo o en familia?
¿Me confieso y comulgo regularmente?
¿Ayudo en algo a mi parroquia?
¿Cuándo puedo dar testimonio de mi fe fuera de la Iglesia?
Presentación
La Iglesia Católica
Para la gran mayoría de los latinoamericanos, ser católico es una realidad vivencial,
un patrimonio espiritual, transmitido de generación en generación desde hace cinco siglos
como legado de Jesucristo mismo.
Jesús no ha organizado su Iglesia de la misma manera que un fundador de nación o
estado, mediante una constitución detallada. Pero sí manifestó nítidamente su intención de
que su obra continuara en el marco de una sociedad visible y jerárquica, cuyo núcleo
inicial fue el grupo de sus apóstoles encabezado por Pedro, con la triple misión de
anunciar el evangelio, de santificar y de mantener en la unidad de la fe y el amor a
cuantos creyeran en él.
-1-
La iglesia de hoy no es más que el desarrollo de lo que ya existía en sus comienzos
por voluntad de Jesucristo.
Por ser la manifestación de Cristo siempre vivo y de su Espíritu en medio de la
complejidad del mundo y de las vicisitudes de la historia, la Iglesia es una realidad
permanente y cambiante a la vez, idéntica a sí misma, pero, con formas siempre nuevas de
pensar, anunciar, celebrar y comunicar el Misterio cristiano.
Nada extraño, pues, si en un mundo tan agitado como el de hoy, la Iglesia se haya
transformado de una manera notable, provocando satisfacción o desconcierto, y hasta
graves tensiones entre católicos temerosos de que la Iglesia pierda su identidad, y otros
preocupados por que se inserte más francamente en el mundo.
Esta situación requiere ante todo humildad, espíritu de escucha y de diálogo,
sumisión y confianza a los pastores legítimos, a los que corresponde en forma especial
discernir lo que Dios quiere de su Iglesia.
Por primera vez en su historia, la Iglesia ha emprendido, en el Concilio Vaticano II,
un aggiornamento general de su pensar, vivir y actuar, inspirándose en el ideal
representado por la primera comunidad de Jerusalén y aplicándolo al mundo de hoy.
En la obra inmensa realizada en cuatro años por este Concilio, se destacan dos
conceptos claves:
•
•
la Iglesia es el pueblo de Dios peregrino en la tierra;
la Iglesia es el Sacramento de la Salvación.
Esta última expresión significa que tal como el matrimonio es el signo más corriente
y más universal del amor verdadero, asimismo la Iglesia es la señal más clara, de que
existe algo superior al mal, al pecado y a la misma muerte. La Iglesia invita a los hombres
a caminar con Cristo, el único salvador.
Durante un milenio Israel fue, en medio de la idolatría y la corrupción del mundo
pagano, el pueblo elegido y consagrado por Dios para ser testigo de su verdad, santidad y
amor, y de su promesa de una salvación universal.
La Iglesia es el nuevo pueblo de Dios, formado no por la raza y el rito de circuncisión,
sino por la fe en Jesucristo y el bautismo, y por lo tanto abierto a todos los hombres.
Estamos llamados a tener una conciencia más viva de ser un pueblo elegido y consagrado
para un papel sacerdotal: el de representar ante Dios a la humanidad entera, el de ser en el
mundo mensajero y testigo de la luz de Dios y de su amor a todos los hombres.
-2-
En medio de la inestabilidad de las cosas humanas y de las dificultades de su misión
espiritual, el pueblo de Dios experimenta, su condición de peregrino hacia la tierra de los
vivientes.
•
La Iglesia tiene una organización jerárquica:
La jerarquía de la Iglesia está formada por: el Papa, obispos, sacerdotes, diáconos.
La fuente de su vida, el fundamento de su solidez, el motor de su desarrollo, no es un
ideal humano: es Alguien, Jesucristo. La Iglesia es su Cuerpo, Él es su Cabeza, y la hace
crecer por su Espíritu.
La Iglesia es muy diversa, pero profesa la misma fe. Hay en ella una autoridad que
se ejerce en varios grados y también mucha libertad, pues es el mismo Espíritu quién
asiste a la jerarquía e inspira a todos los creyentes ideas e iniciativas fecundas para el bien
de la Iglesia. Por último, existen varias maneras de vivir la fe: en el mundo y en la vida
consagrada. En todo caso, tal como cada miembro contribuye a la salud y desarrollo de
todo el cuerpo, asimismo cada cristiano, es un aporte al crecimiento del Cuerpo de Cristo,
es una piedra en la edificación del Templo Santo que es, para gloria de Dios, la
humanidad redimida por Jesucristo
La religión que profesamos no es un producto elaborado por el hombre a partir del
sentimiento que tiene de su pequeñez y fragilidad ante la naturaleza y la divinidad como
era en la antigüedad. Nuestra fe se origina en una realidad sobrenatural que ha irrumpido
en el mundo y en nuestra historia: la Palabra de Dios, consignada en la Biblia, encarnada
en Jesucristo y vivida por la Iglesia. Esta palabra interpela al hombre le propone el amor y
la salvación de Dios. La fe es la respuesta personal y libre, del hombre a esta
interpelación. Los cristianos somos un pueblo creyente.
La fe es un don de Dios. La Iglesia la recibió en plenitud el día de Pentecostés, la
comunica a quienes engendra por el bautismo a la vida de Dios, y la hace crecer por sus
enseñanzas, sus sacramentos y la comunidad de sus fieles.
El pueblo de Dios no puede extraviarse, en su conjunto, del camino de la fe, gracias
a la asistencia del Espíritu Santo y del magisterio de la Iglesia.
Pese a sus dificultades, la fe de la iglesia aparece a muchos como la única luz capaz de dar
sentido a la vida, y la única fuerza capaz de contrarrestar todo lo que amenaza la
existencia humana
Los primeros cristianos ponían sus bienes en común, tenían un solo corazón y una
sola alma. A pesar de las diferencias entre nacionalidades, culturas y ambientes sociales.
A medida que se difundía el evangelio, se establecían vínculos morales, espirituales y
materiales entre las Iglesias
Fieles a la enseñanza y ejemplo de Jesús, los cristianos consideran la autoridad y
poder de la Iglesia como un servicio para la comunidad.
Estas dos características -comunión y espíritu de servicio- la Iglesia las debe a su
origen divino. Son las formas que ha tomado, en nuestra Tierra y en nuestra historia, el
mismo amor que arde en el seno de Dios; pues Dios es una comunidad, una Trinidad,
Dios uno y trino y cada una de las tres personas que la conforman sólo existe para las
otras.
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La oración es un aspecto esencial de la vida de la iglesia. Pero el valor ante Dios de
esta oración no depende solamente de la fe y devoción de sus miembros, sino antes que
nada de Jesucristo que vive en medio de ellos y ora con ellos.
La Liturgia es la forma pública y oficial en la que la Iglesia, como Cuerpo y Esposa
de Cristo, expresa a Dios su adoración y alabanzas, su arrepentimiento, sus necesidades y
las del mundo.
Sólo agrada a Dios y sirve para los participantes el culto público que procede del
corazón. Toda la vida del cristiano debe ser culto espiritual, y todo acto litúrgico favorecer
el desarrollo del mismo. Lo que hacemos en la liturgia lo vivimos en nuestra vida.
Los apóstoles recibieron del Señor la orden de ser testigos y mensajeros del
evangelio, y esto hasta los confines de la tierra. Jamás la Iglesia ha olvidado esta consigna.
Está presente en casi todos los rincones de la Tierra.
Según la Revelación divina, Dios quiere que todos los hombres se salven, y les proporciona
los medios necesarios para ello, aun cuando el evangelio no ha llegado a sus oídos. Pero la
misma Revelación nos dice también que el Evangelio debe ser anunciado a todos los
hombres, o, por lo menos, que la Iglesia debe estar presente a ellos, a su alcance, como la
señal del amor de Dios y de la salvación en Jesucristo. Todos los miembros de la Iglesia
deben cooperar a su labor misionera, de alguna forma por su oración, el testimonio de su
vida, la aceptación de sus penas y su ayuda material.
La iglesia no se contenta con celebrar el culto, anunciar el evangelio, dar los
sacramentos a sus fieles y formar comunidades cristianas que por su fe y amor den
testimonio de Jesucristo. Tiene un papel que jugar en el mundo, este papel consiste en ser
fermento de la masa, cristianizando la cultura. Esto se fundamenta en que el mundo es
tierra santa, destinada por Dios al bien del hombre y visitada por él en la persona de su
Hijo, quien la purificó con su sangre, la hizo suya para siempre y la quiere asociar a su
gloria.
La acción de la Iglesia en el mundo es un acto de culto rendido a Dios.
Debemos también obedecerla, y para ello conocer cada vez mejor lo que enseña y
manda en todos los dominios de la existencia humana. Ella puede equivocarse, y sus hijos,
criticarla, siempre que lo hagan en forma respetuosa y sin olvidar -aun en los casos más
críticos- que los responsables de la Iglesia tienen una visión más amplia de los problemas, y
gozan de una asistencia especial del Espíritu Santo.
Debemos cooperar en la edificación de la Iglesia, aunque no todos en la misma
forma y en el mismo grado; y puesto que Dios es el arquitecto, y el Espíritu Santo el
maestro de obra, orar por ella.
A ella debemos los cristianos el haber podido recibir la plenitud de la Revelación
divina de Jesucristo.
Desde sus comienzos la Iglesia ha visto en María la imagen de si misma y el modelo
de lo que debe ser.
Tal como María es la madre de Jesús, así mismo la iglesia es la madre de los
cristianos: los engendra del Agua y del Espíritu Santo a la vida divina, los alimenta, los
educa en la fe. Lo mismo que María, engendra a sus hijos en el dolor, pues toda su historia
es una camino de cruz hacia la Resurrección.
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El mismo Espíritu que preservó a María de todo pecado, purifica a la Iglesia para
que sea digna de su Esposo, sin mancha ni arruga.
Como María, en Nazaret y al pie de la cruz, la Iglesia medita sin cesar el misterio de
Cristo, especialmente cuando celebra, en la Eucaristía, el memorial de su pasión, muerte y
resurrección.
Por su participación única en la obra de nuestra redención, de donde nace la Iglesia,
María ha sido proclamada la Madre de la Iglesia.
La Iglesia postconciliar, aparece más cerca de Cristo y de los hombres a la vez; más
servidora, pobre y libre, más atenta a los valores temporales y humanos; más comprometida
a favor de los pobres y los oprimidos, y más preocupada de cuanto amenaza al hombre.
Cualesquiera sean sus adelantos y sus rasgos concretos, el mundo de mañana será, más
todavía que el de hoy, obra del hombre, y por lo tanto, necesitado del cristianismo -religión
de Dios hecho hombre- y de la Iglesia.
Reflexión grupal
Se proponen las siguientes preguntas para estimular la reflexión del grupo:
¿Qué es para nosotros la Iglesia Católica?
¿Podemos decir que somos parte de la Iglesia?
¿Cómo participo en la Iglesia?
¿Involucro a mi familia en la vida de la Iglesia?
¿Cómo puedo cristianizar la cultura de Chile?
¿Que aspectos de mi vida podría mejorar para ser más Iglesia?
Conclusión
Compartir nuestras respuestas a las preguntas:
¿Qué descubrí en la reunión?
¿Cambió en algo mi visión sobre el tema?
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Oración final:
Oración por la Iglesia
Oh Dios, que quieres
que todos los hombres se salven
y lleguen al conocimiento
de la verdad,
mira tu gran rebaño
y envía muchos misioneros a tu Iglesia
para que el Evangelio se predique
a toda criatura
y tu pueblo, congregado por la palabra de vida
y sostenido por la virtud
de los sacramentos,
camine por la senda de la salvación
y de la caridad.
Por Cristo nuestro Señor. Amen.
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Anexo:
La Iglesia ( Documento complementario)
“La Iglesia no vive para sí misma, no lucha por su grandeza ni por sus éxitos. La Iglesia
vive para servir al hombre y para servir al mundo”.
P. Miguel Ortega
Con la llegada del Espíritu Santo en el día de Pentecostés, nacen las primeras comunidades
cristianas. En ellas se realiza la “comunión” del hombre con Dios.
Los cristianos de todos los tiempos han profesado su fe en la Iglesia con la misma fórmula
“creo en la Iglesia”. Sin embargo, nos cuesta “creer en la Iglesia” y sobretodo lo que
implica “ser Iglesia”.
- La Iglesia es casa de Dios, cuya base es Cristo (1Cor. 3,11).
“Pues nadie puede cambiar la base; ya está puesta, y es Cristo Jesús. Sobre este cimiento
se puede construir con oro, plata, piedras preciosas, madera, caña o paja. Un día se verá
el trabajo de cada uno. Se hará público en el día del juicio, cuando todo sea probado por
el fuego. El fuego, pues, probará la obra de cada uno. Si lo que has construido resiste al
fuego, serás premiado. Pero si la obra se convierte en cenizas, el obrero tendrá que
pagar”
- Es viña escogida (Mt. 21,33), en la que Cristo es la Vid y los fieles los sarmientos (Jn
15, 1-5)
“Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. Todo sarmiento que en mi no da fruto,
lo corta y todo el que da fruto, lo limpia, para que de más fruto.
Ustedes están ya limpios gracias a la Palabra que les he anunciado.
Permanezcan en mi, como yo en ustedes.
Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por si mismo, si no permanece en la vid; así
tampoco ustedes si no permanecen en mi.
Yo soy la vid; ustedes los sarmientos.
El que permanece en mi y Yo en él, ese da mucho fruto; porque separados de mi no pueden
hacer nada”
Jn. 15, 1-5
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- Es cuerpo místico.
1Cor. 12, 12-13
“Pues del mismo modo que el cuerpo es uno, aunque tiene muchos miembros, y
todos los miembros del cuerpo no obstante su pluralidad, no forman más que un solo
cuerpo, así también Cristo. Porque en un sólo espíritu hemos sido todos bautizados, para
no formar más que un cuerpo, judíos y griegos, esclavos y libres. Y todos hemos bebido de
un solo espíritu”
- Es templo del Espíritu Santo (Ef. 2,19)
“ Así, pues, ya no son extranjeros ni huéspedes, sino ciudadanos de la ciudad de los
santos; ustedes son de la casa de Dios. Están cimentados en el edificio cuyas bases son los
apóstoles y profetas, y cuya piedra angular es Cristo Jesús.”
La Iglesia, pueblo de Dios, Cuerpo de Cristo y templo del Espíritu Santo
“Como pueblo de Dios, Cristo quiso santificar a los hombres y salvarlos no
individualmente y aislados entre sí, sino, hacer de ellos un pueblo para que le conociera de
verdad y los sirviera con una vida santa” (LG, 9)
Un pueblo sacerdotal, profético, real. Cristo tiene estas tres funciones, nosotros como
familia participamos junto a todo el pueblo de Dios de las tres funciones.
Como familia nuestra Función Sacerdotal, es ofrecernos diariamente al sacrificio de
educar, cuidar, cultivar, acoger a cada miembro de la familia.
Función Profética: Dar testimonio con nuestra vida de nuestra unión con Cristo en medio
del mundo.
Función Regia: El Rey se hizo servidor de todos, así nosotros debemos ser servidores con
Cristo entre nuestra familia, trabajo, lugares que frecuentamos y especialmente con los más
necesitados.
Bibliografía Anexa:
Documento “Lumen Gentium”
Constitución sobre la Iglesia del concilio Vaticano II
-8-
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