Escuela de Padres y Madres CC. Rosario Moreno Curso 2009-2010 LA COMUNICACIÓN EN LA FAMILIA La comunicación es una de las actividades más empleadas en el contexto familiar. Además de ser fundamental para la convivencia, es una herramienta educativa de primer orden, que en muchas ocasiones usamos de manera inadecuada y que, con un poco de entrenamiento y unas ideas básicas, puede ayudarnos a resolver muchos de los conflictos con nuestros hijos e hijas, especialmente en una edad tan controvertida como es la de la adolescencia. Veamos a continuación los tipos de comunicación, los errores más comunes, cómo nos portamos a veces en nuestra manera de comunicarnos padres y madres con nuestros hijos y posteriormente algunas estrategias que mejorarán nuestra comunicación con ellos. TIPOS DE COMUNICACIÓN Existen dos tipos de comunicación interpersonal: - la comunicación verbal - la comunicación no verbal La comunicación verbal la usamos para expresar ideas, dar información de algo, opiniones, actitudes, describir o expresar sentimientos… y se compone del lenguaje, de lo que decimos, de nuestro vocabulario, del contenido, de la gramática, la jerga. La comunicación no verbal acompaña a la verbal, y envía información a través de la postura de la persona, el contacto ocular, la distancia, la expresión facial, el contacto corporal, movimiento de brazos y piernas, etc. Es imposible de ocultar, al contrario de lo que ocurre con la verbal. Por ejemplo, no es lo mismo responder a la pregunta de "¿Os gusta mi trabajo?" con un "¡Sí, está muy bien!" y con gestos de sorpresa y admiración mientras mira detenidamente el trabajo, que con un "¡Sí, está muy bien!" sin mirar el trabajo y continuando la conversación que se venía manteniendo con otro interlocutor. Mª Jesús Sánchez y Jose A. Torres Escuela de Padres y Madres CC. Rosario Moreno Curso 2009-2010 LISTA DE ERRORES EN LA COMUNICACIÓN Responder a malos modos, de forma cortante, al otro al iniciar una conversación sobre un asunto que no nos gusta. Dirigir al otro una expresión ofensiva (insulto). Repetir excesivamente información ya dada o conocida. Negarse a reconocer la parte de responsabilidad que a cada uno le corresponde en un conflicto. Descripción de los problemas en términos no operativos, que no ofrecen conductas concretas a las que se pueden aplicar estrategias para cambiar. (“Tienes que hacerlo mejor”...¿qué es “mejor”?) Abusar de los: "Tú deberías", "Yo debería hacer"; en vez de los: "Qué te parece si...", "Quizás te convenga", "Yo quiero hacer", "Me conviene", "He decidido". Juzgar los mensajes que recibes: La madre, cuando el padre llega de la calle, dice: "Parece que hoy llegas más tarde". El padre replica: "¿Qué pasa?, ¿los demás días llego antes?. ¡Siempre estás pendiente de la hora a la que vengo! Generalizaciones: ("Siempre estás pegando a tu hermana","nunca obedeces"). Seguro que en algún momento hace algo distinto de pegar a su hermana. Posiblemente, alguna vez, sí ha sabido obedecer. Discutir sobre tu versión de algo que sucedió hace ya tiempo. Céntrate en el presente. Poner etiquetas, sobre todo cuando son negativas (“Ya ha llegado el vago a casa”) No utilizar suficientemente el lenguaje positivo, omitiendo alabanzas o cosas agradables del comportamiento del otro o sobre lo que el otro dice. Hablar en exceso o con una latencia muy rápida e interrumpiendo al otro en sus explicaciones. Realizar afirmaciones radicales o dogmáticas. Afirmaciones de “blanco o negro”. Negarse abiertamente a tocar ciertos temas en la conversación. Exceso de conducta emocional durante el habla. A veces, nos alteramos mientras hablamos de un tema que nos afecta muy directamente (sobre algo que ha hecho o ha dejado de hacer). No admitir ni reconocer ninguna afirmación del otro aunque sea parcialmente. Mª Jesús Sánchez y Jose A. Torres Escuela de Padres y Madres CC. Rosario Moreno Curso 2009-2010 TIPOS DE PADRES SEGÚN EL USO DE LA COMUNICACIÓN En función de las palabras que dirigimos a los niños podemos comunicar una actitud de escucha o, por el contrario, de ignorancia y desatención. Según analiza el psicólogo K. Steede1 en su libro “Los diez errores más comunes de los padres y cómo evitarlos”, existe una tipología de padres basada en las respuestas que ofrecen a sus hijos y que derivan en las llamadas conversaciones cerradas, aquellas en las que no hay lugar para la expresión de sentimientos o, de haberla, éstos se niegan o infravaloran: Los padres autoritarios: temen perder el control de la situación y utilizan órdenes, gritos o amenazas para obligar al niño a hacer algo. Tienen muy poco en cuenta las necesidades del niño. Los padres que hacen sentir culpa: interesados (consciente o inconscientemente) en que su hijo sepa que ellos son más listos y con más experiencia, estos padres utilizan el lenguaje en negativo, infravalorando las acciones o las actitudes de sus hijos. Comentarios del tipo "no corras, que te caerás", "ves, ya te lo decía yo, que esa torre del mecano era demasiado alta y se caería" o, "eres un desordenado incorregible". Son frases aparentemente neutras que todos los padres usamos alguna vez. Los padres que quitan importancia a las cosas: es fácil caer en el hábito de restar importancia a los problemas de nuestros hijos sobre todo si realmente pensamos que sus problemas son poca cosa en comparación a los nuestros. Comentarios del tipo "¡ bah, no te preocupes, seguro que mañana volvéis a ser amigas!", pretenden tranquilizar inmediatamente a un niño o a un joven en medio de un conflicto, pero el resultado es un rechazo casi inmediato hacia el adulto que se percibe como poco o nada receptivo a escuchar. Los padres que dan conferencias: la palabra más usada por los padres en situaciones de "conferencia o de sermón" es “deberías”. Son las típicas respuestas que pretenden enseñar al hijo en base a nuestra propia experiencia, desdeñando su caminar diario y sus caídas. 1 STEEDE, KEVIN: “Los diez errores más comunes de los padres y cómo evitarlos”, Edit. EDAF, 1999 Mª Jesús Sánchez y Jose A. Torres Escuela de Padres y Madres CC. Rosario Moreno Curso 2009-2010 CONSEJOS PRÁCTICOS Observar el tipo de comunicación que llevamos a cabo con nuestro/a hijo/a. Dediquemos unos días de observación libre de juicios y culpabilidades. Cuando decidamos cambiar o mejorar hacia una comunicación más abierta, es aconsejable establecer un tiempo de prueba, como una semana o un fin de semana, terminado el cual podamos valorar si funciona o no y qué cosas debemos modificar o mejorar. Escuchar activa y reflexivamente cada una de las intervenciones de nuestros/as hijos/as. Valorar hasta qué punto merecen prioridad frente a la tarea que estemos realizando; en cualquier caso, nuestra respuesta ha de ser lo suficientemente correcta para no menospreciar su necesidad de comunicación. Captar la atención. Asegúrate de que tu hijo /a te está atendiendo antes de empezar a hablar. En los adolescentes la actitud de “pasar de todo”, quitándose de en medio o poniéndose los auriculares cuando queremos hablar con ellos, es un desafío que debemos superar siendo directos y concretos y pidiendo su colaboración. El uso de “mensajes yo”, ayuda mucho a captar esa atención: “Tu madre y yo estamos preocupados por la última conversación con tu tutora y queremos hablar de esto contigo. ¿Podemos hablar ahora?” Si no podemos prestar la atención necesaria en ese momento, razonar con él/ella un aplazamiento del acto comunicativo para más tarde. Podemos decir simplemente: "dame 10 minutos y enseguida estoy contigo". Recordemos después agradecer su paciencia y su capacidad de espera. Evitar emplear el mismo tipo de respuestas de forma sistemática para que nuestro/a hijo/a no piense que siempre somos autoritarios, o no le damos importancia. Cuando van creciendo piden y necesitan más explicaciones, y más razonamiento. Dejar las culpabilidades a un lado. Si hasta hoy no hemos sido un modelo de comunicadores, pensemos que podemos mejorar y adaptarnos a una nueva forma de comunicación que revertirá en bien de nuestra familia suavizando o incluso extinguiendo muchos de los conflictos habituales con los/las hijos/as. Mª Jesús Sánchez y Jose A. Torres