PONENCIA CENTRAL NEGOCIACIÓN EN PROCESOS DE PAZ

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Primer Foro Colombiano en Construcción de Paz – Marzo 10 de 2011
UNIVERSIDAD JORGE TADEO LOZANO
PONENCIA CENTRAL
NEGOCIACIÓN EN PROCESOS DE PAZ
Vicenç Fisas
Escuela de Cultura de Paz
Universidad Autónoma de Barcelona
Muchas gracias, muy buenos días, es un placer estar aquí con todos ustedes, me ha parecido una iniciativa extraordinaria el Observatorio de Construcción de Paz, he quedado muy impresionado por la
web que acabamos de ver, y desde ya les digo que como director de la Escuela de Cultura de Paz de la
Universidad Autónoma de Barcelona me ofrezco a colaborar activamente en todo lo que sea posible en
el desarrollo de esta iniciativa que hoy se presenta aquí.
Me han invitado a que les haga algunas consideraciones sobre lo que son procesos de paz y concretamente el papel que tienen las negociaciones en los procesos de paz. Quisiera empezar en una consideración sobre estas dos palabras, que constituyen este concepto de procesos de paz. Hablamos de procesos
porque estamos hablando de una secuencia de acontecimientos que se producen en el tiempo, a veces
en un período muy dilatado, en otras ocasiones hablamos de procesos express, que son muy cortos,
muy rápidos, como el caso de Indonesia y el conflicto de Suharto, que duro seis meses, convirtiéndose
en algo realmente extraordinario, escaso y raro. Los procesos normalmente duran 5, 10 o 15 años y
algunas veces incluso más. Esto es un llamado de atención para destacar los obstáculos que van de la
mano de la mayor parte de los procesos; evidentemente, surgen muchas dificultades, hay periodos de
crisis muy fuertes, hay vaivenes que producen interrupciones prolongadas en el tiempo, y por tanto se
trata de ver cómo hacemos frente a estos desafíos y podemos poner en marcha procesos de paz de una
duración más corta.
La otra palabra es paz. Aquí quiero señalar una cosa muy importante, y es que en este espectro de
tiempo tan amplio de procesos de paz, hay un momento muy señalado, que es cuando se firman los
acuerdos de paz, pero es claro que éste no es el fin del proceso de paz: la firma de un acuerdo de paz es
el principio de un proceso de paz. Tenemos un reto enorme cuando hablamos de procesos de paz, y es
¿Cómo ponemos en marcha, cómo implementamos los acuerdos firmados sobre un papel? Ahí está el
verdadero desafío. A mí me gusta señalar siempre que un proceso de paz empieza es en ese momento:
la firma, y esto va un poco a contracorriente de lo que afirmamos muchas veces en el ámbito académico, donde nos concentramos especialmente en la etapa de la negociación.
Universidad Jorge Tadeo Lozano
Observatorio de Construcción de Paz
Carrera 4 Nº 22-61 – Bogotá, Colombia - Tel: 2427030 - Extensión 1475
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Sin duda, ésta es una fase vital para que podamos llegar a un acuerdo, pero la etapa de negociación es
una etapa que puede durar unos meses o puede durar unos años, que tiene también sus momentos de
interrupción, de crisis, que tiene su estrategia, hay toda una serie de habilidades y herramientas para
que las negociaciones funcionen bien, como señalaré más adelante, en las negociaciones, en la mitad de
los casos aproximadamente, necesitamos de una mediación externa, la otra mitad de los casos, no hace
falta, los actores dialogan directamente y son negociaciones donde no interviene una mediación.
Finalmente, la palabra paz, porque estamos hablando de procesos de paz, tiene varios sinónimos. La
paz no es solamente la ausencia de violencia física, no es solamente el silencio de las armas, que es muy
importante, es vital e indispensable, pero es preciso entender que cuando firmamos un acuerdo de paz
hablamos del fin de un tipo de violencia, la violencia armada, pero justo en ese momento empieza un
periodo de construcción donde la democracia, la gobernanza, la justicia social, que son tres palabras
muy adecuadas para el contexto colombiano, se tienen que madurar y poner en funcionamiento. En la
medida que construyamos justicia social, gobernanza y democracia, estaremos construyendo paz, y por
tanto un proceso de paz, insisto mucho, repito, perdonen que sea tan insistente en ello, empieza a partir
de la firma de ese papel, que es un acuerdo.
Quisiera empezar con unas cifras, cifras que vienen de los últimos 20 años de experiencia en la tarea de
hacer acuerdos o en intentar hacer acuerdos de paz. En dicho periodo, hemos registrado 93 acuerdos
cuyo propósito es poner fin a conflictos armados, y un poco más de una tercera parte, el 35,5%, ha finalizado efectivamente con un acuerdo de paz, más o menos perfecto, con una paz más o menos imperfecta, pero con acuerdos, podrán decir que es un porcentaje reducido, pero no está mal, les puedo asegurar.
Eso quiere decir que tenemos un 57% de los conflictos que han empezado en los últimos 20 años que
todavía no están resueltos, que están, o bien en fase de negociación o en una carente de negociación.
Ahora, en los 40 conflictos armados que efectivamente han finalizado en últimos 20 años, el dato más
significativo, tremendamente significativo, es que el 82,5% de estos han logrado terminar con un acuerdo de paz. O dicho en otras palabras, solamente un 17,5% de los conflictos armados resueltos de los
últimos 20 años, han finalizado mediante la victoria derrota militar.
¿Esto qué quiere decir?, que una inmensa mayoría de los conflictos armados terminan en una mesa de
negociación. Este es un dato fundamental, porque significa que estadísticamente podemos afirmar, a
partir de la experiencia de los últimos 20 años, que ese 57% de conflictos armados que todavía no se han
resuelto, que están en una fase intermedia, de fase de negociación o sin negociación, seguramente, en
una probabilidad muy alta, van a terminar de forma exitosa en una mesa de negociación.
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Otro punto de optimismo, es ver qué ha ocurrido en las últimas décadas. Fíjense ustedes que las estadísticas sobre guerras internas, que son la mayoría en el mundo, en los años sesenta del siglo pasado
mostraban que el 80% acababan en victoria o derrota militar. En la década de los setenta solamente el
65% acababan en victoria o derrota militar; en los años ochenta se va reduciendo más la cifra, pues el
52%, ya solamente la mitad, acababan de esta manera; y en la década de los noventa ocurre un salto
increíble, pues solamente el 23% terminan con victoria o derrota militar. Y finalmente, al empezar el
nuevo siglo y la primera década, tenemos registros de que menos del 10% de los conflictos terminan con
victoria o derrota militar. Hemos pasado en cinco décadas del 80% a menos del 10%. Esto es un cambio
de paradigma, es un cambio de cultura, hemos entrado en este siglo, y en los momentos actuales, en un
paradigma de una cultura de la negociación, y esto me permite afirmar una cosa que les va a sorprender,
la guerra es una institución social absolutamente caduca. Es algo que pertenece al pasado, y nos vamos
dirigiendo de una forma clara, y se puede demostrar estadísticamente, a un escenario futuro, donde en
unas próximas décadas la guerra va a dejar de existir. No quiero decir con ello que van a desaparecer
todas las guerras, pero el conflicto armado tal como lo hemos vivido en las últimas décadas, va a desaparecer. Las estadísticas así lo están demostrando.
En ese marco, fíjense ustedes qué raro, qué extraño que un país como Colombia, quede enquistado
en un conflicto interno, y que vaya a ser el último en solucionarse. Ojalá no sea así, pero el conflicto
colombiano no tiene ninguna razón de ser, bajo ningún concepto, e internacionalmente, viendo cómo
funcionan las cosas en el mundo, me permito afirmar académicamente -no estoy hablando con el corazón, estoy hablando académicamente, con cifras y con datos-, que el conflicto de Colombia tiene que
resolverse porque va en contra de la historia. Y hay que buscar maneras rápidas y efectivas para romper
con inercias que han sido del pasado y que nos han imposibilitado buscar una solución pacífica a este
conflicto. De otra forma, iremos en contra de las corrientes históricas.
¿Cómo hacemos las paces en el mundo¬?, pues fíjense bien, analizando los conflictos de estos últimos
20 años, y los procesos de paz que hemos desarrollado, yo distinguiría cinco modelos de paz de una
forma didáctica. Hay un primer modelo que es muy escaso, es muy extraño, es el modelo que quisieran
la mayoría de los Estados. Y en el discurso, por ejemplo del presidente Uribe, era su modelo preferido,
es el modelo de reinserción, es el modelo que dice a los grupos armados dejen las armas, intégrense
en un programa de desmovilización y reintegración, y se acabó la historia. Es lo que quisieran todos los
gobiernos del mundo que tienen conflictos armados y tienen grupos armados delante de si, pero normalmente los grupos armados tienen un programa, tienen ideales, tienen un historial que les dificulta
o les impide de forma clara dejar las armas así porque si, pues no han estado luchado gratuitamente
durante décadas.
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En esa medida, este modelo es normalmente impracticable, es un modelo que ha funcionado en casos
como Angola, con un grupo armado que es el FLEC en la región de Cabinda o en el Congo con los Ninjas,
pero es poco común que esta tendencia se presente.
En contraposición, hay un segundo modelo, que es más habitual, es el modelo de reparto del poder político y económico, esto es lo que ha acontecido en Burundi, en Costa de Marfil, en Liberia, en la República
Democrática del Congo, etcétera. Pero es un modelo que tiene muchas deficiencias, porque el reparto
del poder político y económico muchas veces no es más que el reparto del botín. Es decir, los grupos
armados dejan las armas, entran en la política, se les da una amnistía, no actúa para nada el vector de
verdad, justicia y reparación, se da una amnistía automática, entran a formar parte de los nuevos gobiernos, se crear gobiernos de coalición, se crean cantidad de ministerios en muchos estos países, para
repartirse el poder político entre las diferentes facciones que han estado luchando en los años precedentes, pero en el camino la democracia, la modernización del país y la justicia social, queda ausente de
estos modelos. Esta situación permite concluir que es un modelo que no nos interesa para nada, es un
modelo muy africano, lamentablemente, y muchos países africanos han firmado acuerdos de paz pero
posteriormente podemos constatar que la paz no llega. No hay un desarrollo humano, no hay un avance
en la formulación democrática de estos países, hay realmente muchas carencias, por tanto es un modelo
no deseable.
El tercer modelo es el que yo llamo de intercambio. Podemos hablar, por ejemplo, de intercambio de
paz por territorios, es lo que podemos ver que se persigue en Israel y Palestina. Podríamos hablar de paz
por desocupación, es el modelo que podría funcionar en Irak y en Afganistán, en ese caso, la retirada
de tropas extranjeras podría conducir a la creación de condiciones para el logro de la paz. Paz por reconocimiento de derechos, es el modelo que, por ejemplo, puede conducir a una paz definitiva en el País
Vasco. Y hay un intercambio, especialmente interesante para ustedes que es paz por democracia. Esto es
lo que ha permitido el logro de la paz en el Salvador, en Guatemala, en Filipinas y las zonas donde se han
logrado acuerdos de paz, fue lo que permitió lograr procesos de paz en Colombia con el M19, la Corriente de Renovación Socialista, los acuerdos en Nepal, en Sudáfrica, etcétera. Me pregunto yo si no será el
modelo de paz que persiguen las FARC y el ELN, paz por democracia, porque ya es cosa del pasado la pretensión de las FARC de conseguir un reparto del poder político, como ocurría hace más de una década.
Un cuarto modelo de procesos de paz podríamos llamarlo de creación de medidas de confianza. Este es
un modelo que se aplica al caso de India y Pakistán, y el conflicto por la región de Cachimira; allí cada país
ha ido avanzando en algunos pasos, liberación de prisioneros, creación de infraestructuras ferroviarias,
líneas aéreas, que vayan uniendo los dos países, etcétera, medidas simbólicas muchas veces, pero que
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permiten atenuar las tensiones, reducir la violencia y crear confianza para desdibujar las fronteras en
esta región de Cachimira y así intentar un proceso de diálogo continuo que pueda permitir el logro de la
paz.
Y finalmente, el último modelo de procesos de paz que quería señalar, es el que llamamos de construcción de arquitecturas políticas intermedias que vayan en la búsqueda de fórmulas de autogobierno.
Este modelo va desde autonomías muy simples a modelos ya muy amplios de co-soberania, modelos
federales, etcétera. Esto es lo que permite, o permitirá la paz en Filipinas con grupos armados como el
MILF en la región de Mindanao, es lo que permitió el proceso de paz en Indonesia, es lo que permitirá
en un futuro lograr un acuerdo de paz en el Sahara Occidental, es lo que permitió un acuerdo de paz en
sur del Sudán, es lo que se perseguía y no se consiguió en Sri Lanka, es lo que se consiguió en Irlanda del
norte y es lo que se persigue en otras zonas del planeta. Prácticamente la mitad de los procesos de paz
que se buscan en el mundo, se asocian con estas fórmulas de arquitecturas políticas intermedias, que
son difíciles, porque hay un cierto temor en el mundo en lograr fórmulas de autogobierno, hay como
una dificultad que viene históricamente por el peso que tienen los Estados nacionales que difícilmente
se avienen a construir nuevos espacios de soberanía dentro de los espacios estatales.
Para la consecución de la paz, una de las cosas realmente interesantes es que cuando erigimos un modelo de paz, estamos en construcción, estamos negociando, y muchas veces miramos a contextos externos,
a otros procesos de paz para que nos den ideas, elementos, bien sea por que los temas de fondo son
parecidos, a veces es porque el grupo armado de un país puede tener similitudes en cuanto su composición, su historia, sus ideales, o porque las metodologías que se han usado en un sitio nos parecen interesantes de repetir o de emular, etcétera, esto nos permite plantear que existen una suerte de espejos de
la paz. Fíjense, por ejemplo, en que Colombia está muy interesada en estos momentos en cómo se hace
la paz en Filipinas con un grupo armado maoísta, que está en proceso de negociación y que tiene unas
ciertas similitudes con las FARC. Y este grupo armado de Filipinas a su vez ha mostrado mucho interés
en cómo se hizo la paz en el Salvador, y lo están estudiando. En Chipre, por ejemplo, están muy interesados en cómo es la organización territorial de Suiza, modelo federal, o en Bélgica. O el País Vasco, en
España, tiene como referencia cómo se ha construido la paz en Irlanda del Norte. A su vez, los irlandeses
copiaron muchos elementos y buscaron el consejo de los sudafricanos, una experiencia por demás interesante. En el caso de Turquía, se plantea que el modelo ideal es el modelo de autonomía que tenemos
en Cataluña, y de hecho, lo están estudiando.
A veces un modelo de procesos de paz que está en construcción puede tomar elementos de otros y desarrollar nuevas ideas. De cómo se han hecho las paces en el mundo, podemos sacar lecciones, podemos
aprender numerosas de cosas.
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Por ejemplo, voy a poner algunos casos. La participación de la sociedad civil: esto ocurre en muy pocos
casos y es muy triste, porque uno pensaría de que la sociedad civil siempre tiene mucho que decir y
que la sociedad en su conjunto ha de ser protagonista participe en la construcción de procesos de paz.
Sin embargo, esto lo hemos visto en Guatemala, en Sudáfrica y en pocos casos más. Cuando haga mención a estas lecciones aprendidas, yo les invito a que piensen como colombianos y como colombianas,
qué cosas se podrían hacer en Colombia, buscando estas lecciones aprendidas, y la primera es cómo
la sociedad civil puede participar en un futuro proceso de paz. En Guatemala, por ejemplo, hubo una
experiencia muy interesante donde hubo consultas de la guerrilla con la sociedad, antes de que ésta
negociara con el gobierno hubo un proceso, lo que se llamó proceso de Oslo, en el cual la guerrilla salió
al extranjero, visitó varios países y tuvo consultas con sectores sociales, con gremios, con los sindicatos,
con los empresarios, con los sindicalistas, con maestros, etcétera. Ellos lograron sostener un diálogo muy
interesante que permitió mejorar una agenda que tenía inicialmente la guerrilla y que luego se llevó a
la mesa de negociación con el gobierno. Es interesante este modelo en el que la guerrilla tiene una comunicación previa con la sociedad civil. Esta experiencia podría ser algo parecido, por ejemplo, a la idea
que tiene el ELN en su convención nacional.
En otras oportunidades, una lección que podemos aprender es la de las metodologías que se han seguido en algunos países. Yo señalaría, por ejemplo, lo realmente apasionante que ha sido el modelo
irlandés con su idea del consenso suficiente, es decir, buscar siempre consensos muy amplios para tomar decisiones. La idea de lo que ellos llamaban “el consentimiento paralelo”, es decir, que para tomar
decisiones de calado tenían que ser aprobadas no solamente en Irlanda del Norte, sino en la República
de Irlanda, en las dos comunidades, era sin duda una metodología interesante. O la adopción de los principios Mitchell, en que para negociar se tenían que silenciar todas las armas y se tenía que acabar con
cualquier tipo de coacción. Esto facilitó muchísimo el proceso de paz. O también en Tayikistán, donde
se hacían rondas permanentes de consultas de negociación, cada mes había una ronda de negociación
y así durante dos años y medio, sin parar, “negociar sin parar”. En Colombia hemos tenido, por ejemplo,
experiencias de rondas de negociación en varias etapas, donde se han hecho cada mes, cada dos meses,
una ronda de negociación, recuerden ustedes las rondas de los elenos, que luego se interrumpieron durante unos meses largos, luego se vuelve a hacer unas rondas, pero posteriormente se pasa a un silencio
de varios años. Con las FARC, estas interrupciones han sido mucho más espaciadas en el tiempo y eso
complica mucho las cosas. En cambio, cuando se adoptan metodologías donde no hay interrupción, que
es lo que se hizo también en Indonesia, el resultado es mucho más avanzado y los resultados se logran
mucho antes.
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Otras lecciones aprendidas y decisivas son, por ejemplo, cuando un presidente del país se encuentra
cara a cara con un líder guerrillero, esto rompe realmente los esquemas y se generan unas confianzas
que permiten avanzar mucho más rápidamente en un proceso de paz. O los acuerdos multipartidistas, es
decir, que un grupo armado entre en contacto con los partidos políticos y lleguen a una serie de acuerdos
en cuanto a la democratización del país; esto se hizo en el Nepal, y fue muy interesante. El de Sudáfrica
era un modelo un poco parecido, pues el Congreso Nacional Africano entró en comunicación, en contacto, con los partidos políticos de Sudáfrica para construir el proceso de paz. A veces es importante el
diálogo regional, la presión regional, el acompañamiento regional. Recuerden ustedes lo fundamental
que fue en Centro América ese elemento, en Guatemala, en el Salvador, también en Tayikistán.
Otro elemento importante son los buenos oficios que puede realizar una persona, es el caso de alguien
tan carismático como Nelson Mandela. El proceso de paz de Sudáfrica hubiera sido muy diferente sin la
presencia de una persona con el carisma, con la bondad, con la sabiduría de Mandela. Pero en otros países ha habido otras personas claves, el factor humano es muy importante en la mayoría de los procesos.
En algunos contextos excepcionalmente Naciones Unidas ha tenido un papel importante en el proceso
de facilitación, como en el caso de El Salvador. En otras ocasiones se ha logrado un acuerdo parcial en
medio de un conflicto, en el caso de El Salvador recuerden ustedes que en medio del conflicto se logró un
acuerdo sobre derechos humanos, lo cual fue una experiencia realmente interesante. En otros casos, los
presos han tenido un papel importante, en Irlanda del Norte, por ejemplo, no hace falta decir que cuando en un grupo armado tienen presos de alto nivel, es mucho más fácil entrar en negociación porque los
diálogos de paz se pueden hacer con personas que están cercanas, porque están presas.
En cambio en Colombia, en estos momentos, una de las dificultades que surgen a la hora de plantear futuras negociaciones, es esa dificultad de entrar en comunicación con los líderes de los grupos armados.
¿Qué condiciones podríamos señalar para entrar en un posible proceso de paz?, yo señalaría 10 puntos
básicos: el primero remite a la necesidad de una opinión pública favorable, una opinión pública dormida, pasiva, ausente, es una gran dificultad. Necesitamos opiniones públicas muy activas, responsables
que aprieten, que se manifiesten. Invito también a que piensen en Colombia de las 10 condiciones que
voy a señalar, cuántas están activas y cuantas no lo están, para ver lo que hay que impulsar. La segunda
condición es el cansancio de los sectores armados, que va muy ligado al tercer punto que es el de la percepción de las desventajas de continuar con la guerra. Este es un momento mágico, increíble, cuando
un grupo armado, o los líderes de un grupo armado se dan cuenta de que la guerra ha perdido sentido,
de que no vamos a ganar nada continuando con esta barbaridad.
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Que no le estamos aportando nada al país más que sufrimiento, más muerte, más gasto militar, que
va en contra. Como estaba recordando el rector Isaza hace unos instantes, imagínense que Colombia
gasta el 6% de su PIB en gastos militares, en paz, este gastos sería del 2%, lo cual quiere decir que con
el logro de la paz, liberaríamos el 4% del PIB que se podría dirigir directamente a necesidades sociales
a construcción de democracia, a salud, vivienda, educación, transportes, servicios básicos, y el 4% es
muchísimo para combatir la pobreza, para dirigirnos a un país con justicia social, ahí habrían recursos
ingentes, impresionantes. Cuando los líderes de los grupos armados entienden que el cese de las armas
podría facilitar ese camino, podemos decir que estamos en un momento especial, muy mágico y tiene
que llegar ese instante en el que las personas se dan cuenta de que tienen que entrar en una negociación
que conduzca a un proceso de paz exitoso.
Otra condición es que nos demos cuenta de las ventanas de oportunidad, estos momentos también
mágicos, de oportunidades, y si pierdes ese tren a lo mejor tienes que esperar 10 o 15 años para que
pase otro tren. Yo diría que en Colombia en estos momentos o está pasando un tren o se está acercando,
estamos en una estación donde podemos divisar ya que en la lejanía se está acercando un tren de la paz,
o lo cogemos o pasa de largo, por tanto, estemos muy atentos a las situaciones que se puedan dar en los
próximos meses, no digo los próximos años, estoy hablando de meses, vamos a ver gestos por parte del
gobierno, gestos por parte de la insurgencia que nos permitirán ver probablemente que está pasando
una oportunidad, no la perdamos.
La quinta condición es la disposición a hacer gestos o concesiones, en este caso, en Colombia es fundamental un gesto que la sociedad está reclamando con mucha viveza, el poner fin al secuestro, la liberación de personas privadas de libertad es un paso importante, pero resta una decisión de calado todavía,
que es la decisión por parte de las guerrillas de acabar con los secuestros, de comprometerse a no secuestrar más. Este va a ser un gesto importantísimo para que el presidente de la República coja la llave
de la paz y abra la puerta de una futura negociación, el reconocimiento político de los interlocutores, la
seguridad para los negociadores es importantísimo, pues un negociador no va a entrar en un proceso
de negociación si va con inseguridad, si teme por su vida. Tiene que haber un acuerdo mínimo sobre el
metaconflicto, es decir, sobre la discusión de los elementos, sobre la esencia del conflicto, en qué va el
conflicto, cuáles son sus elementos determinantes. La convicción de que habrá que ceder en algunas cosas, y finalmente, el planeamiento win-win, es decir, que todos ganan o que en un proceso de paz todos
tienen que ganar mucho, y nadie va a perder todo, este planteamiento es el que debe imponerse.
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Para lograr todo esto debemos hacer frente a una serie de riesgos que son muy habituales en los procesos de paz y que quiero señalar. El primero es la fase de convicción de los actores, evidentemente si las
FARC o el ELN no tienen una convicción clara y firme de entrar a negociar para lograr un acuerdo de paz,
el diálogo no va a servir para nada. Tiene que haber una convicción firme. Decidir cuándo un gobierno y
cuándo un grupo armado tienen esa convicción es muy importante, pero hay que tener la certeza.
Otro riesgo es la existencia de una mediación forzada o de una mala mediación, una de las cosas que
hemos aprendido y tenemos muchas lecciones aprendidas sobre eso, es que hay muchas crisis en los
procesos de paz que vienen derivados precisamente de una mala mediación, una mediación sobre la
persona que está llevando a cabo la facilitación o de la institución encargada de llevar a cabo la mediación.
Otro riesgo, es el exceso de expectativas, es decir, la falta de realismo, esto no es bueno, hay que ser muy
realistas, podemos soñar, evidentemente, podemos ser muy idealistas, pero un proceso de paz funciona
mediante el realismo. Un riesgo adicional viene del surgimiento de spoilers, de reventadores, de disidencias que se producen cuando se empieza un proceso de paz. Es muy frecuente que cuando comienza
una negociación, un grupo armado tenga sectores internos reacios a entrar en diálogo, es factible que
se produzcan divisiones en estos grupos. En Sudán, por ejemplo, cuando se empezó la negociación hace
unos años había dos grupos armados, al cabo de un año había 16 grupos, que no eran nuevos, eran divisiones de aquellos dos primeros grupos iniciales. Esto se puede llegar a convertir en algo inmanejable y
tiene que haber unas personas que se dediquen a reagrupar a estos grupos que se han dividido para que
vuelvan a fusionarse y pueda haber otra vez una agenda única o, al menos, máximo dos o tres que es lo
deseable para que se puedan negociar. Y finalmente, otro riesgo habitual que tenemos que sortear son
los intereses económicos vinculados a la continuación del conflicto, intereses que vienen no solamente
de las fuerzas armadas, sino intereses que tienen los propios grupos armados, las guerrillas por ejemplo,
por su habito en la conducción de la guerra, por las vinculaciones que puedan tener con el narcotráfico,
etcétera.
Cuando hablamos de negociación, lo ideal es que se adopten unas condiciones, unas características que
quiero señalar rápidamente y que quiero distinguir en tres orientaciones: las personas, el problema y el
proceso. Lo ideal en una negociación es que las personas que intervienen en ellas sean flexibles, sean
contenidas, sean empáticas, sean coherentes, reconozcan sus errores, sean didácticas y vayan con una
actitud de escucha. En cuanto al problema, lo ideal es pasar de la idea de pensar en mi problema y pensar en cambio en nuestro problema, en un problema compartido de los actores y que podamos hablar
por tanto de nuestras razones.
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En cuanto al proceso, es definitivo que éste sea flexible, innovador, productivo con la idea de que todos
vamos a ganar mucho y sobre todo tenga una mirada puesta en el futuro. De hecho, los objetivos básicos de una negociación son, en primer lugar, un cambio en las actitudes y las posiciones sobre lo que se
quiere. En un proceso de negociación, siempre y cuando el proceso sea adecuado, las personas cambian
a medida que se va conversando, se va generando confianza y hay un cambio en las posiciones iniciales,
y eso es lo que permite un acercamiento de las partes, entender, insisto sobre ello, que nadie ganará
todo pero que nadie va a perderlo todo, cambiar las relaciones personales, mantener una comunicación
fluida y respetuosa que impida en los procesos una escalada verbal y las amenazas. Aquí en Colombia,
yo recuerdo hace muchos años se acuño el término de desarme, esto es muy importante. Crear ideas,
opciones nuevas, hacer recomendaciones, lograr algunos resultados parciales pero que nos permitan
generar confianza en el proceso, y en este sentido siempre es interesante hacer propuestas conjuntas o
diagnósticos compartidos.
He hablado de la negociación pero me había olvidado de señalar la importancia impresionante que tiene
una etapa previa, es lo que llamamos pre negociación. Un proceso de paz, entendido como esa secuencia lineal de actuaciones que nos puede llevar muchos años, debe partir de una etapa de exploración,
explorar las condiciones, explorar la buena fe de las partes. Esto lo tienen que hacer personas a veces en
silencio, de forma secreta, a veces, o normalmente, no son los gobiernos, son personas especializadas,
centros que llevan muchos años dedicado a eso, pueden ser las Iglesias, pueden ser incluso personas
vinculadas a movimientos sociales, etcétera, que exploran las posibilidades de una negociación. Es una
etapa que puede ser larga, que implica formar pequeños núcleos de confianza donde hay que detectar
si un grupo armado está realmente preparado para empezar una negociación. Estas personas que hacen
estos primeros contactos buscan posteriormente sugerir quiénes podrían ser los negociadores, buscan
o intercambian información entre las partes para intervenir en un posible proceso de paz. En Colombia,
por ejemplo, estamos en un momento de este tipo, no hay abierto un proceso de negociación con las
guerrillas pero es de esperar que exista y si no existe tendría que existir un proceso exploratorio donde
de forma muy discreta se busque a las partes y se vea si existen condiciones para empezar una negociación formal.
Motivos para entrar a negociar hay muchos, he mencionado el cansancio de los actores, podemos entrar
en un contexto donde hay un empate mutuo, es lo que ocurrió en El Salvador o en Camboya, puede ser
por presión interior, por presión exterior, por debilidad, por falta de apoyos, por pérdida de alianzas, por
la aparición de nuevos incentivos, es muy importante que existan incentivos para que los actores armados entren a negociar, porque aparecen, como he dicho antes, ventanas de oportunidad, porque surgen
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nuevos acontecimientos, porque hay un nuevo presidente, porque hay un nuevo secretario general de
Naciones Unidas, porque hay un nuevo contexto regional. Fíjense la cantidad de elementos que podríamos señalar que son oportunidades y motivos para entrar a negociar.
Quiero finalizar señalando los siete pecados capitales de la mediación y he dicho que la mediación interviene solamente en la mitad de las ocasiones, pero aquí hay siete riesgos: uno es la ignorancia, ponerse a
mediar desconociendo un contexto, esto es un grave error. Otro es la arrogancia, pensar que uno lo sabe
todo y no dar espacio para que las partes enfrentadas tomen sus decisiones. La parcialidad de los mediadores y no estar en cambio neutral. La impotencia, es decir, no tener la imaginación y la paciencia que es
otra de las características que se necesitan, porque un error capital en la mediación son las prisas; una
cosa es que queramos que un proceso sea rápido y otra cosa es hacerlo con prisas. Otro pecado capital
es la inflexibilidad, hay que tener mucha flexibilidad en el proceso de mediación, y como he dicho antes,
las falsas promesas es también un error capital.
Para ir acabando, quería mencionar la importancia de la diplomacia de la segunda vía, la diplomacia
ciudadana, muchas veces las diplomacias oficiales, la de los Estados, la de los diplomáticos, no tienen
capacidad suficiente para incentivar una serie de dinámicas, entonces necesitamos aquí que centros
académicos, iglesias, empresarios, movimientos sociales, intervengan y pongan en marcha un tipo de
diplomacia muy activa en aquellos primeros momentos que antes mencionaba de las fases exploratorias. Estas diplomacias tienen que ponerse en marcha para la mediación, y entiéndalo ustedes que la
mediación es un proceso también, es un proceso complejo en el que pueden actuar diferentes entidades
simultánea y consecutivamente y no como una tarea a realizar por una sola persona. Estamos muy acostumbrados a ver una figura mediadora que es la que sale en los medios de comunicación, esta persona
es la que normalmente llamamos facilitadora, es la cara visible, pero antes se han tenido que poner de
acuerdo dentro de este proceso de mediación otros actores, otras personas que tienen que cumplir papeles fundamentales, uno de ellos que he mencionado son los exploradores. Pero al mismo tiempo tiene
que haber también una instancia, una persona que convoque a las partes, puede ser una iglesia, puede
ser un organismo regional, un organismo internacional. Tiene que haber también una figura unificadora
cuando se producen esas disidencias entre los grupos armados. Igualmente, tiene que actuar también
un preparador, una persona que se dedica a entrenar a una de las partes porque no está bien preparada
para entrar en una mesa de negociación. Mucha gente no sabe que la guerrilla salvadoreña tuvo que ir
a España a hacer unos cursos de preparación, esto se hace en secreto con la colaboración de los países
amigos. La guerrilla de Mozambique fue a Italia para prepararse para entrar en una negociación y así
muchas veces se tiene que hacer para compensar desequilibrios y asimetrías que se puedan dar.
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Vicenç Fisas
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Adicionalmente tienen que haber centros o terceras instancias, aquí entra de pleno la academia que
tiene que generar ideas en momentos de crisis donde se interrumpen las negociaciones, que den nuevas perspectivas, que generen nuevos paradigmas, y esto es muy importante, la figura del garante, del
facilitador oficial, los incentivadores, la Unión Europea, por ejemplo, es un incentivador económico muy
importante.
En definitiva, un proceso de paz es una secuencia de acontecimientos que se producen a lo largo del
tiempo en el que intervienen muchos actores. La negociación es una parte solamente de este proceso
y la paz verdaderamente se construye al finalizar esa etapa de negociación. Sin embargo, para entrar a
negociar necesitamos unas condiciones que se tienen que dar y si no se dan se tienen que buscar, se tienen que crear y ahí tiene que haber una participación de la sociedad para ayudar a crear las condiciones
que permitan empezar un diálogo que nos conduzca a una negociación y que, a su vez, esta negociación
culmine con un proceso de paz exitoso.
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PANEL DE PREGUNTAS
Primera Sesión de preguntas
•
En un país como Colombia donde las generaciones actuales no han conocido un concepto de paz,
¿cómo lo podríamos entender?
•
Colombia tiene un conflicto con diferentes actores: gobierno, guerrillas, paramilitarismo y narco
tráfico. ¿Conocen ustedes una experiencia exitosa con tantos elementos en juego?
•
¿En qué plazos podríamos pensar para que podamos lograr un proceso de paz exitoso en Colom
bia?
•
Se hablaba de los peligros en un proceso de paz y de los disidentes o spoilers en los grupos arma
dos y en la sociedad. ¿Cómo controlar a los disidentes del proceso de paz que están en el mismo
gobierno y en el seno de las mismas organizaciones armadas?
•
¿Cuál debería ser el papel de la cooperación internacional y de la ayuda para el desarrollo en un
proceso de paz?
Vicenç Fisas:
Sobre los conflictos complejos. Yo diría que todos los conflictos son complejos por naturaleza. Cuando
uno vive o tiene su conflicto propio, tiene la tendencia a pensar de que la complejidad está solamente en
su propio conflicto; en ese sentido la gente en Colombia suele pensar que su conflicto es el peor de todos, el más largo -que eso es cierto- y el más complejo. Pero yo los invito a que estudien otros conflictos
y observen que puede haber niveles de complejidad similar o superior, porque hay actores con el mismo
nivel o con un nivel superior de perversidad; con un número mayor de actores, con sociedades que, por
ejemplo, no tienen un potencial social tan grande como el que tiene Colombia; puede ser un país en
conflicto donde la pobreza es extrema, en niveles muy superiores a los de Colombia, etc.…,
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Piensen ustedes en un conflicto como el del sur de Sudán que finalizó. Es un conflicto que produjo un
millón y medio de muertos y produjo millones de personas desplazadas; el conflicto de Colombia es
muy violento, pero no es el más violento del mundo. En el siglo XX, hemos vivido varios conflictos con
millones de muertos y decenas de conflictos con centenares de miles de víctimas mucho más que en
Colombia; entonces, la invitación es a no mirarse el ombligo y a tener más presente que, a pesar de todas
las dificultades que pueda tener el conflicto colombiano, si en otros países han sido capaces de salir y de
construir un proceso de paz exitoso, en Colombia también ha de ser posible.
Respecto a los plazos, puedo decir que, evidentemente, lo deseable es que los plazos sean lo más breves
posible. No es conveniente que un proceso de paz se alargue y dure muchos años porque esto produce
muchas interferencias; no es viable tampoco, los procesos express que se resuelven en pocos meses.
Lo habitual y esperable en el caso de Colombia es que se abra un proceso que pueda durar entre uno y
dos años. Esto lo veo viable y, por tanto, convendría estructurar un proceso con estos plazos, a mi me
parecería bastante razonable.
Frente al tema de cómo controlar a los reventadores, los spoilers, quiero decir, en primera instancia, que
lo que se persigue normalmente es que sean los miembros del propio grupo que se ha dividido los que
hagan el primer esfuerzo para reunificar a los miembros que se han despegado. Luego, puede haber la
colaboración -como he explicado- de una tercera parte unificadora que tiene habilidades y tiene todas
unas estrategias para conseguir que estas partes que se han dividido puedan volver a recomponerse.
En cuanto al papel de la cooperación en un proceso de paz, puedo decir que ésta tiene un papel muy
importante en todas sus fases, principalmente en apoyar a la fase de exploración que se hace por actores
no gubernamentales que necesitan recursos económicos e infraestructuras que la cooperación les puede dar en una forma discreta. Es muy importante el apoyo que pueda dar la cooperación internacional
en apoyar las iniciativas ciudadanas en construcción de paz, durante todo el proceso de paz, para crear
un ambiente propicio.
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Monseñor Luis Augusto Castro:
Yo diría frente al tema de plazos para lograr un proceso de paz, que es muy difícil de ponerle plazos a
un proceso de paz. Creo que en nuestro país hay algo que tenemos que lograr lo más pronto posible,
y es educar al bien común, porque todos los que están en guerra tienen su proyecto personal o grupal
pero el bien común lo consideran muy poco. Pero no sólo los que están en guerra; vean por ejemplo en
el Congreso tantas personas que van con su proyecto personal o grupal de enriquecimiento, o de otras
cosas, pero les falta una visión clara del bien común. Tenemos que educarnos. Todos esos fenómenos
tan lamentables, como la captura del Estado por parte de los legales, o el querer reconfigurar el Estado
por parte de los ilegales para que no haya posibilidades de que sean acusados, de que sean penalizados,
todo eso, es un gran esfuerzo que se hace pero para defenderse a sí mismos. Ahí el bien común no entra
por ninguna parte. Yo creo que ese es un aspecto que hay que acentuar.
En cuanto a la cooperación internacional, yo diría que tiene mucho para ayudarnos en la medida en que
se le dé espacio. Muchas veces, se le han cerrado las puertas a la cooperación internacional. Yo he sido
paño de lágrimas de muchísimos embajadores que han querido hacer algo y los han apachurrado y los
han callado y se han quedado ahí. Hay que darles el espacio necesario, pero sobre todo, hay que entrar
también en el concepto de que es necesario aceptar de que ya estamos en una fase de post-conflicto, y
el post-conflicto requiere muchísimo la ayuda internacional no para ponerse en el lugar de los nacionales; es un acompañamiento muy importante. Y diría que para el post-conflicto es muy importante eso
que yo dije de la reconciliación porque, por ejemplo, un signo de post-conflicto, fue cuando muchísimos
paramilitares dejaron las armas y dijeron: nos integramos a la sociedad. Pero la sociedad qué tenía y qué
tiene: un odio enorme a los paramilitares y a la guerrilla. Si una de esas personas iba a una empresa, decía: ¿usted me puede dar trabajo? Yo me desmovilicé. Le contestaban: ¿usted es paramilitar? No mijito,
váyase de aquí.
Tenemos que llegar a abrir puertas para generar futuro a aquellos que de otra manera no harían otra
cosa, para que no ocúrralo que de hecho está sucediendo, y es devolverse otra vez a hacer lo único que
saben que es la guerra, que es pelear. Por eso es importante que profundicemos en el post-conflicto. Lo
están haciendo algunas organizaciones que están aquí presentes también. La Universidad de los Andes
hizo grandes estudios sobre el post conflicto, pero todos tenemos que entrar en tónica de post-conflicto
y saber que en un momento dado, tenemos que volver a vivir juntos y eso requiere de cada uno también,
esa disponibilidad a abrir puertas.
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Finalmente, dos elementos que señalo, la información y la comunicación. Cómo avanzamos en que estas
organizaciones sean al mismo tiempo generadoras de información, diseño y formulación de estrategias
para establecer sus objetivos, construir sus planes y programas y la organización como trabajo colectivo con principios éticos y democráticos; no puede hacérsele una exigencia al mundo de la política y al
mundo de los políticos de un comportamiento democrático y ético y no hacer lo propio en otro tipo de
organizaciones de la sociedad; he definido para ello unas habilidades de carácter técnico vinculadas a la
gestión: la administración, la planeación como simple ejercicio que arranca por ordenar, por priorizar; lo
organizacional, medido por la evolución y adaptación de la estructura. Aquí vuelvo sobre un aspecto; la
gestión de recursos; la reflexión y aprendizaje como mecanismo de control y mejoramiento, y la rendición de cuentas en las organizaciones como la responsabilidad por las acciones y el uso de los recursos.
Y aquí detengo esta carrera para llegar a cuatro puntos que me parecen fundamentales en este ejercicio
sobre la construcción de paz. Nosotros en general hablamos de un conflicto, pero la realidad en lo local
es que hay muchos conflictos; conflictos de linderos, conflictos por el uso del suelo, conflictos por la
provisión y el acceso al agua, conflictos culturales. Esos conflictos se mezclan con la matriz del conflicto
nacional y se produce una serie de eventos tanto de violencia como de impacto sobre las comunidades
que invitan a hacer una reflexión no solamente sobre la matriz y el conflicto nacional sino sobre los conflictos, la conflictividad social, el tipo de conflictos sociales, ambientales y culturales que rodean a las
comunidades locales y que al mezclarse con el conflicto tienen unas consecuencias que todos ustedes
conocen.
Luego el territorio es una dinámica, no es algo dado, no es algo muerto, es algo construido, y ese mismo
carácter lo tienen el conocimiento del territorio, la dinámica histórica, el poblamiento, la organización
social, la organización política del municipio, las familias políticas, cómo están organizadas y cómo inciden en diferentes eventos.
Un tercer elemento es la comunidad. Hablamos a veces de una comunidad imaginaria, pero la comunidad en primer lugar, además de los conflictos tiene intereses, ha tenido que resistir en unos casos,
sobrevivir en otros y acomodar sus intereses y sus discursos a las diferentes dinámicas que la rodean.
Otro elemento es el Estado. Uno se mueve entre los discursos de la ausencia del Estado, de la precariedad del Estado en lo local, o de la presencia diferencial, lo cierto es que el Estado no es inmune al conflicto; estamos viendo a lo largo de estas dos décadas toda la discusión alrededor de la cooptación del
Estado por parte de los actores armados y de los vínculos de esos actores armados con las élites locales
que a su vez tienen vínculos unos y otros con las élites nacionales y configuran formas particulares de
Estado que es necesario mirar, pero que todos tenemos la tarea de construir y reconstruir.
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Vicenç Fisas
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Quiero llegar al tema del desarrollo y quiero pasar de una vez a plantear algunas consideraciones. El desarrollo desde hace por lo menos sesenta años está planteado como la fórmula que permitiría superar
la Segunda Guerra Mundial con el Plan Marshall y todo lo que significó en materia de la división entre
primero, segundo y tercer mundo; a todos nosotros se nos ha vendido el desarrollo como la receta que
nos va a permitir encausarnos por un mar o un rio de miel y leche, pero lo que habría que preguntarnos
es hasta qué punto el desarrollo no sólo no supera la pobreza, sino que en ocasiones tampoco ayuda a
prevenir los conflictos: generalmente no promueve la cohesión social y genera una serie de tensiones, de
exclusiones y de pugnacidades por el acceso a los recursos. Me planteo entonces una pregunta: ¿Cómo
manejar en esta tensión, que genera el desarrollo, la relación o el equilibrio, si puede existir, entre lo
técnico y lo político? y me planteo también la pregunta ¿A quién empoderamos en los procesos de desarrollo? ¿A los técnicos envestidos en las diferentes profesiones, o a las comunidades? y una tercera
pregunta es ¿cómo evitar despolitizar los problemas del desarrollo y los problemas sociales? En síntesis,
estoy planteando algo que es completamente sabido por todos nosotros: que el desarrollo no es un instrumento neutral, que tiene unas consecuencias, y parafraseando a Francisco de Roux digo que del tipo
de desarrollo que hagamos depende la paz que alcancemos. Dejo la frase que sigue en el sentido en que
la técnica puede ocultar cualquier tipo de realidades.
Siguiendo con esta reflexión, el planteamiento es en general para los temas de desarrollo con las comunidades. Procedemos por la vía de la oferta, ofertamos el desarrollo bien sea desde la dimensión
nacional o departamental, ofreciendo a las comunidades la posibilidad de presentar proyectos, pero
¿es una opción válida?; estaba esta semana en Valledupar y la queja de las personas que estaban en un
taller es que llevan veinte años sembrando maíz, ñame y yuca, con resultados muy mitigados; y sin embargo, cuando vamos nosotros, la oferta es de proyectos de maíz, yuca y ñame. Si algo no funciona, ¿No
es el momento de plantearnos una solución distinta? Y eso pasa por lo menos desde mi experiencia, en
plantearnos el problema de cuál es el aprestamiento que queremos y que debemos dar a todos los procesos comunitarios (creo que otras dimensiones que lo llaman coaching); cómo convencernos de que es
necesario hacer gastos de pre-inversión, formación de la organización, capacitación de la organización,
intercambio de experiencias, estudios de suelos, cosas que en general los proyectos por oferta no contemplan. A veces ni siquiera contemplan el funcionamiento de las asociaciones, entonces la asociación
tiene que presentar el proyecto, gastar los viajes, las copias, certificados, y esperar una respuesta que
esperemos sea importante. Para cerrar esta parte, los dejo con esa reflexión de lederach acerca del que
el desarrollo es un tema que no es neutro y el lenguaje oculta en ocasiones muchas cosas.
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Vicenç Fisas
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Segunda sesión de preguntas
•
•
•
•
En el proceso exploratorio previo al proceso de paz, ¿cómo se lograría poner a la opinión pública
a favor del proceso y no en contra?
¿Cómo es posible que los diálogos y liberaciones se refieran nada mas a los personajes políticos y
no a los demás ciudadanos secuestrados?
¿Cómo logramos convencer al gobierno que la paz es un derecho y un deber de obligatorio cum
limiento y lograr una solución política al conflicto interno?
¿Qué perspectiva de paz hay en el caso de la administración del Presidente Santos?
Vicenç Fisas:
Es la opinión pública la que tiene que tener voz; no se trata de que haya una instancia que busque la
opinión pública, sino que se trata de que la opinión pública sea activa y protagónica, que la gente sea
responsable, que vea las oportunidades y que actúe en definitiva; esto, en la medida en que sea de organizaciones masivas, será una voz que llegará al oído de los armados y al oído del Estado, para que haya
más premura en buscar diálogos y acercamientos.
¿Cómo convencer al gobierno de que la paz es un derecho? Yo creo que el Gobierno entiende perfectamente que la paz es un derecho; tengo la impresión de que en este periodo presidencial, vamos a tener
la oportunidad de ver iniciativas por parte del Gobierno, quizás no a muy corto plazo pero sí a mediano
plazo. Yo tengo la esperanza que esto puede ocurrir. Es decir, si me preguntan qué opino sobre la paz
de Colombia, yo creo que en estos próximos años puede ser una realidad, definitivamente, espero no
equivocarme.
Monseñor Luis Augusto Castro:
Mi opinión es a favor de la paz y no en contra. Yo creo que hay un aspecto que hay que considerar y es
que los diálogos del Caguán llenaron a todo el país de pesimismo, tal como ocurre este momento. De tal
manera, yo creo que lo primero por hacer es que volvamos todos a poner en alto el diálogo y la paz; los
dos están actualmente de capa caída.
Yo hace unos días hablaba con un grupo acerca del diálogo, y les decía: vengo a hablarles cosas que para
ustedes parecen del antiguo testamento, ya muy pasadas de moda o muy viejas pero que son necesarias: el diálogo. Hay que volver otra vez a posicionarlo en el país. Después de todo ese pesimismo que
se engendró por culpa de todos los que participaron en el mismo y por el accionar de la guerrilla, etc.…
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Vicenç Fisas
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entonces, ¡qué bonito este encuentro! Ojalá tenga repercusiones enormes, porque se trata de poner en
alto el diálogo y la necesidad de seguir teniendo como prioridad el objetivo de la paz. ¿Por qué no se
dice nada de los secuestrados por extorsión? Sí, yo no me refería a ellos, y la verdad es que cada vez que
hablo de los secuestrados políticos me refiero también a los otros, esta vez tal vez porque el ejemplo
estaba ahí, chiquito, pero siempre hay que tener cuidado con los secuestrados por extorsión porque ese
es un drama terrible para ellos y para sus familiares; es un drama que no se sabe cuando termine porque
son secuestrados para sacar dinero.
Respecto a los frentes. Cada frente tiene autorización para secuestrar a los que quiera y que necesite para
sostenerse económicamente; lo hacen con el secuestro, entonces, muy bueno que hayan preguntado
porque efectivamente tenemos que seguir insistiendo también en este campo. Sucede sin embargo que
muchísimas familias se callan; no quieren que se sepa nada sobre su familiar secuestrado por el peligro
que puede haber, sea en el proceso de irlo a liberar, sea porque a la misma familia le dicen: si usted habla, lo matamos. Y se dejan por estas cosas; no obstante, efectivamente hay que tenerlos muy presentes
porque aún cuando se ha disminuido mucho el número de los secuestros por extorsión -según nos dicen
las cifras del gobierno- sigue cometiéndose este delito porque la guerrilla se sostiene de secuestrados.
En cuanto al presidente Santos, es fácil responder a eso pero ustedes se van a reír. De todas maneras la
cuestión es esta: un proceso -lo decía Vicenç también- un proceso de paz serio no se lleva a los medios
de comunicación. Los medios de comunicación acaban con cualquier proceso de paz y la experiencia
la hemos vivido muchas veces. Un proceso de paz tiene pasos decisivos que hay que sacar adelante en
mucho secreto. Hace unos días, hablando con el presidente Santos, le decía: ¡Presidente! ¿cómo van las
cosas? Él entendió que yo me refería a la paz, así que me dijo: van bien, pero no podemos decir nada.
Entonces, son palabras que indican que él quiere hacer algo y que está en sus comienzos, que está moviéndose. Pero claro, uno no puede hablar de todo eso, precisamente porque hay momentos en que las
cosas tienen que estar en secreto; cuando empiezan a ser tema de discusión pública, se desbaratan con
una facilidad enorme. Por eso, a veces no se puede decir nada, pero sí esperamos que haya realidades
muy concretas en términos de acercamiento y de diálogo, que vayan abriéndonos la puerta y que no
dejen que se nos pase el tren y nosotros ahí, esperando.
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Vicenç Fisas
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Tercera sesión de preguntas
•
•
•
•
¿Cómo negociarían ustedes con unos actores armados cuya principal fuente de financiación es el
narcotráfico?
¿Qué papel puede jugar de hoy en adelante la iglesia en el apoyo a la solución negociada de un
conflicto armado?
¿Cuál es la opinión de ustedes en relación con el servicio militar obligatorio?
¿Qué opinan acerca de la siguiente afirmación: no puede darse la reconciliación y la paz sin justi
cia social?
Vicenç Fisas:
Hay que negociar. No hay que buscarle bondades a los actores; cuando se trata de buscar la paz, los actores armados han utilizado la violencia, han sobrevivido mediante el secuestro, la extorsión, vinculaciones
con el narcotráfico, etc... Pero este listado de cosas no ha de impedir que no se hayan de buscar acercamientos con dichos actores. Precisamente, porque lo que se busca finalmente es el fin de su forma de
actuar; es decir, no pretendamos buscar una negociación con actores modélicos porque entonces nunca
iniciaríamos una negociación.
El servicio militar obligatorio debería desaparecer, los ejércitos -si tienen que existir- tendrían que ser
profesionales. Esa es mi opinión. En todo caso, mientras exista servicio militar obligatorio, debería existir
-y está reconocida- la objeción de conciencia y no tener cortapisas, es decir, una objeción de conciencia
contra las de la ley.
Y respecto al tema de si es posible una reconciliación sin justicia social, evidentemente considero que
no. Es una “pata” fundamental de la reconciliación, porque la reconciliación tiene que ver con unos
principios de paz que son sinónimos con la justicia social y, por tanto, para mí es sinónimo. En definitiva
diría que la reconciliación siempre tiene que pasar por procesos que conduzcan a la instalación de una
justicia social.
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Vicenç Fisas
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Monseñor Luis Augusto Castro:
Respecto a la primera pregunta que habla acerca del proceso de paz con gente metida en el narcotráfico,
ya lo dijo Vicenç. El diálogo se hace con los enemigos y con los antipáticos, con los que han hecho daño,
no con los amigos. Pero entonces ahí hay que favorecer el diálogo. Por ejemplo, nosotros nos metemos
en unos líos tremendos cuando declaramos que la guerrilla es terrorista. Cuando a mi me preguntan,
¿la guerrilla es terrorista? Yo digo siempre que sí, el apellido de la guerrilla es terrorista, pero el nombre
es guerrilla. Esto lo digo porque el terrorista, así como el delincuente común, no tienen un proyecto político, tienen como proyecto el provecho propio de un grupo; la guerrilla, en cambio, tiene un proyecto
político y al tener un proyecto político hay que tenerlo en cuanta. Entonces, hay que abrirle la puerta al
diálogo y a la guerrilla. La guerrilla es un actor político, no es un simple delincuente, es un actor político
que puso el dedo en una llaga de la sociedad. Es necesario que recupere ese nombre de guerrilla pero
para favorecer que se haga el diálogo. Ustedes saben que a nivel internacional hay una frase que todos
la aplican y es: con el terrorismo no se dialoga. Pero aquí no hay sólo terrorismo, hay guerrilla con un
proyecto político; por esta razón, hay que escucharla, esa es la puerta que tiene que quedar abierta para
poder dialogar con ellos.
En relación al papel de la Iglesia, quiero decir que la Iglesia está en muchos frentes. Yo resaltaría uno no
más: la presencia en situaciones de conflicto. Les cuento que una vez me fui a visitar un pueblito, por
allá del sur de Colombia, y me encontré con una terrible situación. Allá pasé la noche no más. Al otro
día, llegaron todos contentos diciendo: ¡cómo dormimos de bien anoche! Y entonces pregunté que por
qué decían eso, y me contestaron: porque usted estaba aquí. Sabían que no iban a tocarlos si yo estaba
ahí; que sea real o que no sea real es otro asunto, pero la presencia de la Iglesia es importantísima, y
considero que donde haya conflictos ahí hay que estar presentes. Muchas veces la Iglesia ha tenido ese
problema, nos quedamos o nos vamos, lo hubo en Mozambique, muchos decidieron irse, otros decidieron quedarse, pero yo creo que la presencia en esos momentos difíciles es fundamental.
Fuera de la presencia, podría hablar de muchas otras cosas, de la Comisión de Conciliación Nacional,
de la Comisión de Paz del Episcopado, de la acción de Pastoral Social -que nos la mostraron aquí en el
video- y tantas otras cosas. La Iglesia está metida en todo lo que es paz, porque la paz es expresión del
amor, la paz hace parte de la categoría del amor. La justica hace parte de la categoría de lo que quitan los
impedimentos para la paz; si no hay justicia, es muy difícil llegar a la paz. Pero la paz significa una vida de
hermanos, un respeto a la vida. Por eso, considero entonces que esto es importante.
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Vicenç Fisas
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Tal vez hubo alguna confusión en la última pregunta acerca de reconciliación y justicia. Cuando yo hablé
acerca de eso, lo hice de aposta. Primero está la reconciliación, luego la justicia. Hace unos días dicté
una conferencia en una universidad sobre este tema en dónde expresaba Cinco puntos para hacerles ver
por qué primero está la reconciliación y luego la justicia. Porque si ponemos primero la justicia, generalmente la justicia hace tantas exigencias que no se llega a la reconciliación. Tiene que existir el clima de
reconciliación para que la justicia pueda realmente mantenerse dentro de los estrictos márgenes que
le corresponde; si el clima es de venganza, la justicia va a saber de venganza, como en Núremberg. Entonces, el clima de reconciliación debe estar ante todo; eso favorece que yo no me vuelva tan exigente
pidiendo que al otro lo desbaraten -tratando de recuperar la dimensión humana del otro- así como trato
también de comprender mis propios errores; si soy tolerante conmigo, lo puedo ser también con el otro.
En la ley judía, está la Ley del Talión: ojo por ojo y diente por diente. En esa ley, parecía que ya con eso
todo quedaba arreglado. Pero no quedaba arreglado nada. Porque si a mí me dañaron el ojo, pido que
saquen el ojo del otro. Pero, un momento. Es que me dañaron el ojo y, con esto también, ofendieron mi
honor. Tienen que pisotear el honor del otro. Pero, un momento. También mi familia fue afectada con
todo esto, entonces tienen que afectar también la familia del otro. Es una cadena que no tiene fin. Tiene
que existir un poco de voluntad para la reconciliación, antes de pasar a toda esta cadena de exigencias.
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