Lo que aportan las Humanidades

Anuncio
www.univforum.org
Lo que aportan las Humanidades
Alejandro Llano 1
Este alegato a favor de lo nuevo parece privar definitivamente a los saberes
humanísticos del poco prestigio que les queda en una sociedad dominada por la eficacia
y rapidez de las nuevas tecnologías.
¿Para qué nos vamos a engañar? Las humanidades son, de entrada, una causa
perdida. Disciplinas que, hasta hace bien poco, constituían el núcleo de la enseñanza
universitaria han quedado prácticamente abandonadas. Las lenguas clásicas, la filosofía,
la historia, la literatura, la pedagogía, la lingüística... no pasan frecuentemente de ser un
componente ornamental de un entrenamiento que se considera unívocamente dirigido a
la capacitación profesional en cuestiones técnicas, sanitarias, jurídicas o empresariales.
En algunos países, la enseñanza secundaria apenas conserva un muñón de estos saberes
que se estudian en los libros y se adquieren a través del diálogo personal. No prenden
entonces las vocaciones humanísticas o son violentamente ahogadas por padres que
velan por la presunta prosperidad futura de sus hijos. En consecuencia, las carreras
universitarias de letras, casi ausentes de las universidades de más reciente creación,
arrastran en otras una existencia lánguida, con escasos alumnos y dotaciones
decrecientes.
El Fundador de la Universidad de Navarra solía decir que fomentar los estudios
de humanidades equivale a afirmar la primacía del espíritu sobre la materia. Lo cual, a
sensu contrario, puede significar que su abandono implica la consagración de la
primacía de la materia sobre el espíritu. Y esto, a su vez, implica que se renuncia al
hallazgo de lo nuevo, cuya fuente, como ya sabemos, no es otra que el propio espíritu
humano.
No pocos fenómenos actuales, que revelan decadencia cultural y pérdida de
sentido, encuentran su trasfondo en ese feroz pragmatismo que desprecia cuanto no
ofrezca una utilidad inmediata. Falta calado existencial para percibir los valores morales
Alejandro Llano es catedrático de Metafísica en la Universidad de Navarra, de la que ha sido
Rector. Este texto es una parte de su lección inaugural para el curso académico 2002/2003. El título
de la lección es “La Universidad y lo nuevo”, y el título original de esta sección es “¿Una causa
perdida?”.
1
1
y no pocas veces se registra una grave ceguera para los significados religiosos. La vida
humana se empobrece, la resignación campea y el conservadurismo consumista se
generaliza.
Hay, con todo, una puerta entreabierta a la esperanza, que viene dada por la
nueva línea de sutura entre la rebelión de los mundos vitales -sofocados por la
colonización estructural- y la emergencia de las nuevas tecnologías. Las predicciones
que aventuré hace unos años 2 se han cumplido en buena parte, porque ha comparecido
un nuevo territorio social que ya no se encuadra en el campo del Estado ni en el del
mercado, sino que viene a configurar lo que hoy día se denomina cultura. Sin entrar
ahora en el análisis del complejo significado actual de este vocablo, cabe subrayar que la
proliferación de canales de comunicación y entretenimiento ha puesto en primer
término la necesidad de una ingente cantidad de "contenidos" de carácter narrativo. Su
producción es tarea de escritores y guionistas, profesiones típicamente literarias y con
gran demanda hoy en día. Aunque no se trata de una necesidad coyuntural, porque la
narratividad es una condición existencial inseparable del ser humano.
Por otra parte, las humanidades se han revelado como la base de actividades
profesionales en las que el conocimiento de los caracteres de las personas presenta una
importancia esencial, cual es el caso de la gestión de recursos humanos. Y el cúmulo de
información y la finura de análisis que ofrecen las humanidades es, a mi juicio, superior
a las aportaciones de las ciencias sociales 3 , aunque el camino que es preciso seguir
actualmente exige un estrecho acercamiento entre las ciencias humanas y las disciplinas
literarias.
La formación humanística confiere hondura a las profesiones, hasta el punto de
que Pieper ha llegado a afirmar que toda actividad profesional vivida con rigor y
seriedad presenta una dimensión filosófica 4 , sin la cual pierde su capacidad creativa y se
ve abocada a la mera rutina.
Si Max Weber pudiera levantarse de su tumba muniquesa y darse un paseo por
nuestras universidades, pronto le vendría a la memoria su célebre expresión
"rutinización del carisma". ¿Qué es lo que distingue a un funcionario de la docencia de
un maestro? ¿Qué es lo que convierte a un estudiante gregario en un inquieto buscador
del saber? Lo que establece la diferencia es la creatividad, el afán del conocimiento
nuevo, el ejercicio de la inteligencia como capacidad de salirse de los supuestos, de
cuestionar el punto de partida en los planteamientos convencionales. Necesitamos
reactivar la habilidad de diseñar de antemano las diversas formas como se puede
objetivar el espíritu, es decir, como se puede humanizar el mundo y la sociedad. ¿Qué
pasaría si las cosas fueran de otro modo o las hiciéramos de distinta manera?
La creatividad es una especie de efervescencia que no se logra con algo así como
un "realismo en estado sólido" 5 , por utilizar una expresión de Millán-Puelles. Para saltar
un obstáculo, hay que "tomar carrerilla": apartarse físicamente de la barrera con objeto
de ganar la aceleración precisa para superarla. Aparentemente, las humanidades nos
apartan de la realidad inmediata. Pero lo que efectivamente nos facilitan es
2
Cfr. LLANO, Alejandro: La nueva sensibilidad. Madrid, Espasa Calpe, 1988.
3
Cfr. GIRARD, René: Literatura, mímesis y antropología. Barcelona, Gedisa, 1984.
4
PIEPER, Josef: El ocio y la vida intelectual. Madrid, Rialp, 7ª edic., 1998.
5
Cfr. MILLÁN-PUELLES, Antonio: Teoría del objeto puro. Madrid, Rialp, 1990.
2
autotrascendernos. Una obra de arte, un gran libro, la comprensión sintética de un
período de la historia, el planteamiento inédito de un problema metafísico, todas estas
creaciones nos abren un mundo. Permiten que veamos otra faz de la realidad, a la luz
quizá de la idealidad. La libertad civil sólo se convierte en una atmósfera social cuando
proliferan los focos de innovación, de creatividad, de inconformismo. Si los sociólogos
nos dicen que nos acercamos a una coyuntura histórica en la que nuestra vida estará
afectada por riesgos menos previsibles, como el atentado contra las Torres Gemelas ha
venido a confirmar, la mejor respuesta será un modo de pensar más libre, menos
prendido a las objetividades ya sabidas, y pensar así es una destreza que no se puede
aprender si se prescinde del sentido de la cultura y de la ciencia, con el que se ha de
familiarizar a los niños ya los jóvenes a través de la lectura.
En último término, cabría preguntarse: ¿qué se consigue con una educación
humanística? y contestar con Fernando Inciarte:
No mucho, pero algo. Lo dijo de manera clásica un Vicecanciller de la
Universidad de Oxford a principios de siglo, la belle époque, en su discurso de
recepción de los nuevos estudiantes, los freshmen. Aquel Vicecanciller se llamaba, por
más señas, Smith. Prevenía a sus alumnos diciéndoles: "Miren ustedes"... no creo que el
Vicecanciller Smith les hablara así. Se ceñiría más bien a los hechos escuetos. Los
hechos escuetos eran que durante sus estudios -eso era lo que les decía- aquellos
estudiantes no iban a aprender gran cosa, y desde luego nada que fuera a tener
aplicación para su futura vida profesional. Hacía una excepción. Era generoso. La
excepción se refería a aquellos que fueran a quedarse enseñando en la Universidad o en
colegios humanísticos: aprenderían algo que les iba a servir. Éstos sí. Pero ¿los otros?
¿Qué iban a aprender para la vida? Nada. Apenas nada. "Apenas", porque en el fondo
lo único que iban a aprender, les decía, era sólo esto: que cuando los demás, la gente -en
cualquier circunstancia de la vida (política o como fuera)- se pusieran a hablar, ellos
habrían aprendido por lo menos a discernir si aquellas personas tenían algo que decir o
no tenían nada que decir, y concluía modestamente: después de todo, es lo más
importante que se puede aprender en la vida, o para la vida 6 .
INCIARTE, Fernando: “Revolución investigadora, revolución política". Liberalismo y republicanismo. Ensayos de filosofía
política. Pamplona, Eunsa, 1991, p. 139.
6
3
Descargar