Miércoles 24.02.10 LA RIOJA 32 CULTURAS Y SOCIEDAD «Se puede ser lector sin ser escritor pero no escritor sin ser lector» José María Merino. Escritor y miembro de la Real Academia Española El narrador leonés habló sobre ‘La experiencia literaria’ en la conferencia inaugural de las quintas jornadas de ‘El Camino de la Lengua en La Rioja’ :: DIEGO MARÍN A. LOGROÑO. El escritor José María Merino, miembro de la Real Academia Española, inauguró ayer las V Jornadas Científicas ‘San Millán de la Cogolla: El Camino de la Lengua en La Rioja’, organizadas por la Universidad de La Rioja y las fundaciones San Millán y Camino de la Lengua Castellana. Su conferencia trató sobre La experiencia literaria. En la suya ha sigo galardonado con los premios de la Crítica y el Nacional de Literatura Infantil y Juvenil. – ¿Su incorporación a la Real Academia Española le ha hecho extremar de manera especial la atención por el lenguaje? – Siempre he sido muy cuidadoso con el lenguaje, pero desde que estoy en la RAE, efectivamente, me siento con una responsabilidad añadida. Como ya procuraba ese cuidado, no ha supuesto un esfuerzo para mí. El académico da testimonio y uso de la palabra, por lo que ahora sí que extremo mi atención por el lenguaje. – Las jornadas que ha inaugurado van especialmente dirigidas a estudiantes. ¿Podría explicar cuál es la labor de la RAE, que siempre puede parecer algo abstracta, aunque se intuye una labor ardua y complicada? – Ahora que ha aparecido la Nueva Gramática se da una de las muestras del trabajo exigente y cuidadoso que aflora de la RAE. La Academia se dedica a las palabras, no tiene otro mundo. Ahora bien, no las inventamos, intentamos estar al tanto de sus usos para que se conserven lo mejor posible. Me gusta comparar esta labor con la de ICONA porque las dos instituciones somos conservacionistas: si llega una nueva palabra, observamos cómo se aclimata y, junto a lexicógrafos, filólogos y lingüistas, estamos al tanto de cómo evolucionan, los significados que adoptan... El uso de las palabras le van dando distintos matices y hay que estar pendiente para dar cuenta de los mismos. – En ocasiones, ese trabajo puede parecer un desperdicio cuando la RAE acepta el uso coloquial de términos como ‘almóndiga’ o ‘élite’, que no debe llevar tilde, ¿no? – No sucede en tantos casos. Ha habido largas discusiones, para nada baladíes, sobre si la hispanización de ‘elite’ debe ser así. En el caso de ‘almóndiga’ es porque tiene un uso local. En este caso, se respeta porque se ha acuñado la palabra. Pero no es que se acepten errores. Se ha criticado a la Nueva Gramática porque, se dice, es poco normativa, pero ésta continuamente afirma que no se aconseja un determinado uso. Cuando una lengua la hablan más de 500 millones de personas hay que abrirse a ciertos usos. Por ejemplo, llama mucho la atención el argentinismo ‘Qué bueno que viniste’ frente a la expresión castellana ‘Qué bien que hayas llegado’ y las dos son correctas. La Academia tiene un cuidado exquisito con estos casos. Ahora, vamos a ver dónde terminan los límites. – Por tanto, ¿la RAE también tiene que hacer un trabajo ‘de calle’? – Sí, pero hay que darse cuenta de que la palabra de la calle, hasta que no se materializa en texto (periodístico, literario, etc), realmente no existe. Porque también hay palabras efímeras, de un solo uso; cuando yo era muchacho usábamos idiotismos y palabras caprichosas que no perduraron en el tiempo. Un ejemplo: una palabra que no me gusta, ‘móvil’ para designar el teléfono personal; pero ‘móvil’ es todo objeto que se mueva. Sin embargo, esta palabra ya ha pasado al flujo conversacional. Otros lo llaman ‘celular’. – Pero eso es una metonimia, recurso muy usual en el lenguaje, como cuando se dice: «Tengo un [coche] deportivo», ¿no es así? –Sí. Otro ejemplo, actualmente estamos trabajando en la palabra que se usa para caracterizar un coche, ‘tunear’. La estamos estudiando porque ya está en uso. Si se le habla a un muchacho sobre ‘tunear’, sabe perfectamente de lo que se trata, así que, antes o después, ese verbo tendrá que entrar en el diccionario. Del mismo modo, hay otras palabras que pierden vigencia y salen porque caen en desuso, aunque éstas permanecen en el diccionario histórico. El escritor José María Merino ofreció ayer una conferencia en el Centro Cultural Ibercaja de Logroño, invitado por la Universidad de La Rioja. :: J. HERREROS «Soy un firme defensor del lenguaje vivo porque lo otro conduce a la estupidez» – En uno de sus últimos libros, Cuentos de los días raros, reúne algunos relatos publicados anteriormente en Internet. ¿Cree que la tecnología no debe pasar por encima del lenguaje, a pesar de la inmediatez de la comunicación? – La taquigrafía también fue una tecnología que abreviaba, y que se use ese lenguaje para ser más rápi- do en la comunicación puede ser aceptable. No obstante, es peligroso que se use como norma el lenguaje sincopado, más bien es un suicidio. Yo soy un firme defensor del lenguaje vivo porque lo otro conduce a la destrucción y eso a la estupidez. Hay que ser implacable y no tolerar la incorrección. Cuando ese uso sincopado del lenguaje tras- pasa el medio se está poniendo dinamita en la sangre del espíritu. Como decía Unamuno, cuando un edificio se derrumba tiene un porvenir atroz. El lenguaje es igual, por eso hay que mantenerlo vivo, y vivo es completo, no amputado. – Para escribir, ¿es necesario controlar el lenguaje? – El lenguaje es fundamental para la escritura, es el que compone y da forma a la expresión literaria. La precisión y la valoración de cada concepto, su juego, depende de él. No puede haber escritura sin lenguaje, eso es evidente. – Actualmente, y sobre todo en la autoedición, muchos autores se lanzan a publicar sin ese conocimiento previo. – El que se lanza a escribir debe hacerlo desde la lectura. Se puede ser lector sin ser escritor, pero no escritor sin ser lector. Mucha gente se lanza a escribir y consigue cierto balbuceo, pero la escritura es un elemento de desciframiento de la realidad y, si no hay un buen dominio de la escritura, se consigue algo vago. Esas tentativas, a veces, son penosas, y no es sólo algo estético, es que generalmente cuentan algo poco interesante. – Entonces, ¿se puede aprender tanto o incluso más leyendo que estudiando? – Lo más interesante que yo aprendí cuando fui estudiante fue en las novelas, aprendí más en ellas que en los libros de texto. El mundo de la ficción literaria está cargado de información y datos, contiene el comportamiento humano, el funcionamiento del mundo.