“EL VIAJE EN SUEÑOS”

Anuncio
“EL VIAJE EN SUEÑOS”
Mónica gimió en sueños. La luz de la luna se coló por la ventana. La niña movía la cabeza de un
lado a otro de la almohada, inquieta. Su largo pelo moreno estaba humedecido de sudor.
- No – gritó Mónica con una voz desesperada - ¡No, no, no! – Su hermosa cara reflejaba una
situación de dolor
Se despertó, se incorporó en la cama y miró a su alrededor, confusa. Tardó unos minutos en
reconocer el lugar dónde estaba. En ese mismo momento se encendió la luz de su habitación y su
hermana Laura entró en la habitación.
- ¿Qué te pasa Mónica? – Preguntó su hermana un poco preocupada- ¿Por qué gritabas?
Laura era un año menor que su hermana. Ella tenía trece años y Mónica catorce. Bueno, casi
catorce, puesto que aún faltaban dos días para su cumpleaños. Laura era morena como Mónica y
tenía los mismos ojos verdosos que ella. A diferencia de Laura, Mónica llevaba unas grandes gafas
que le daban un cierto aire de empollona.
En ese momento Mónica no se acordaba de nada. Observó su habitación para encontrar allí la
respuesta. Era una habitación normal, con fotografías colgadas en las paredes. Junto a su armario
había dos estanterías plagadas de libros.
Era una niña bastante desordenada, aunque le gusta estudiar y aprender cada día más. Su
escritorio estaba desordenado, con libros, libretas y algún que otro diccionario. Mientras observaba
su habitación se fijó en una foto colgada en la pared. En ella se le veía montada a caballo en aquel
bosque cerca de su casa. De repente se acordó de aquel terrible sueño.
- He soñado con caballos- dijo Mónica.
- ¿Con caballos? – contestó su hermana.
- Eran unos caballos preciosos – recordó Mónica – Y había una persona junto a ellos. No puedo
recordar bien quien era. Pero estoy segura que sé quién es.
- ¿Recuerdas algo más hermanita? – preguntó Laura con intriga.
- Sí. Escuché una voz que decía algo. Era una voz de mujer, que me resultaba un tanto familiar.
“¡Busca el collar en el bosque!“
- ¿El collar? ¿Qué collar? – preguntó su hermana un poco extrañada.
- ¡Ni idea! – en ese instante Mónica se encogió de hombros – No me acuerdo de nada más. No me
viene nada a la memoria. Creo que es importante que yo encuentre ese collar. ¡Si supiera quién
demonios es esa persona y por qué tengo que encontrar ese collar!
Su hermana la miró con una cara de preocupación. Intentó calmarla.
- Da igual, Mónica – dijo - ¡Sólo ha sido un sueño!
Parecía sonar raro, pero todo aquello le parecía real. Necesitaba ayuda. Mónica estaba
atemorizada.
Al día siguiente, hacía bastante frío. La chimenea estaba encendida. Mónica se asomó a la
ventana. Le gustaba ver nevar, como caían los copos de nieve blancos y relucientes.
En ese instante llegó Mario, el padre de Mónica. Era profesor de inglés y trabajaba en el instituto
donde Laura y Mónica estudiaban. Era un hombre bastante chistoso y simpático. Pero, desde hace
cinco años, tras la muerte de su mujer, esas bromas y chistes graciosos no los hacía. Él y Blanca,
que así es como se llamaba, era un matrimonio bastante unido. A menudo iban de viaje en familia y
todos los domingos salían a comer fuera. Laura y Mónica no lo asumieron bastante bien. Para ellas,
especialmente para Mónica, su madre era como una amiga a la que le contabas todo. Montaban a
caballo juntas muy a menudo. Todos los sábados, después del desayuno iban a dar un paseo en
caballo por aquel lindo bosque cerca de casa.
- ¡ Mónica, Laura, el desayuno! – dijo su padre.
Mónica estaba pensativa. Intentaba averiguar de quien era la voz de aquella persona que escuchó
en el sueño, y por qué tenía que encontrar aquel collar.
- Mónica, ¡a desayunar! – insistió su padre.
- Papá, podríamos ir a dar un paseo al bosque, como hacíamos con mamá – sugirió Mónica. Lo que
quería era investigar en aquel bosque sobre su sueño tan extraño.
- Como con mamá… - el padre se entristeció – De acuerdo, iremos. Así podremos recordar viejos
tiempos.
Todos terminaron de desayunar. Mario les dijo a las niñas que se arreglaran para salir a pasear.
Al cabo de diez minutos, todos ya estaban listos para salir. Mónica estaba un tanto nerviosa.
Pretendía encontrar la respuesta lo antes posible. Estaba segura de que ese sueño era real.
Cuando llegaron al bosque, un cuervo negro y deslumbrante observaba a Mónica con cierto
interés. Parecía como si quisiera decirle algo a ella. En ese mismo instante, Mónica se dio cuenta de
que alguien le observaba. Era inquietante. Observó al cuervo. Tenía unos ojos brillantes y
deslumbrantes. Resaltaba entre la nieve. Era negro y de un tamaño gigantesco. Resultaba bastante
inquietante. Mónica intentaba mirar hacia otro lado, pero nada podía distraerle.
Rápidamente llamó a su hermana Laura. Le contó lo que le estaba pasando y aquella horrible
situación que estaba viviendo.
- Creo que son figuraciones tuyas – dijo Laura cansada ya de escuchar el mismo tema siempre.
- Pero, ¿cómo van a ser figuraciones mías?
Intenta decirme algo.
Laura no contestó y se marchó para seguir paseando con su padre.
- ¡Pero Laura…! – insistió.
Su hermana pasaba de ella. Pensaba que Mónica se ponía bastante pesada con el tema. Eran
imaginaciones suyas.
Pero no era así. De repente Mónica escuchó una voz. “Mónica”
- ¿Quién me llama? – preguntó extrañada. Su padre y su hermana iban bastante adelantados.
- Yo – el cuervo habló en ese momento.
- ¡Aaaah! ¡Un cuervo que habla! – exclamó enloquecida.
- No te asustes. Tu madre me ha pedido una cosa – dijo el cuervo.
- ¿Mi madre? – Mónica se extrañó – Desgraciadamente mi madre murió en un accidente de tráfico –
sacudió la cabeza en ese instante. Parecía estar volviéndose loca.
- Pasado mañana es tu cumpleaños, ¿no? – preguntó.
- Sí. ¿Cómo lo sabes? – contestó sorprendida.
- Eso no importa. Pronto lo sabrás.
El cuervo echó a volar y despareció de un instante a otro tras un fondo gris. Mónica estaba
aún más nerviosa. Cada vez le surgían más dudas y más preguntas sin respuesta. No quería
contarle nada a su hermana Laura , le iba a tomar por una loca. Quería averiguarlo solo, aunque un
poco de ayuda le vendría bien. Estaba totalmente segura de que ese sueño era real y de gran
importancia para ella. Todo tenía que ver con su madre. Ahora ¡todas las piezas encajaban! Aquella
voz que pareció escuchar en aquel misterioso y confundido sueño era de su madre.
- Tengo que averiguar algo más – pensó Mónica – Tengo que encontrar ese collar como sea.
Se hizo tarde. De regreso a casa, Mónica pensaba en la manera de encontrar una solución y de
averiguar aquel sueño.
Eran las once y media de la noche, Mónica estaba algo cansada. Había sido un largo día. Al poco
rato, deshizo su cama y se acostó hasta llegar a conciliar el sueño. Se arrebujó en sus sábanas
blancas.
Pero, un sueño oscuro se acercaba. Poco a poco iba apareciendo un paisaje blanco y plagado de
árboles. ¡Era aquel bosque cerca de su casa!
Iban apareciendo pequeñas cosas, que casi no se podían apreciar. Una de esas, fue el gigantesco
cuervo. Estaba posado en un árbol plagado de nieve.
Detrás de aquel árbol parecía moverse algo. Era como una especie de sombra. Poco a poco
Mónica se iba acercando para averiguar de que se trataba. ¡Era su madre!
Mónica rompió a llorar. No podía creerlo, pero era cierto. Blanca, su madre, se acercó a ella. Le
insistió en que debía encontrar el collar. Pero Mónica no encontraba la manera de comenzar a
buscar. Intentaba hablar con su madre, pero la voz no le salía de su tembloroso cuerpo. Parecía
como si la lengua se la hubiera comido el gato.
- Sigue la luz, sigue la luz – dijo su madre.
De repente, apareció una luz, como si se tratara de un faro.
- Pe,pe… pero ¿qué debo hacer? – preguntó Mónica una voz temerosa.
Una voz dulce y cariñosa dijo:
“ ¡Qué lo consigas depende solamente de ti, Mónica. De tu voluntad y de tu confianza en ti misma!
Mañana será tu último día para poder lograrlo.”
Poco a poco la silueta de su madre iba desapareciendo, a la vez que esa misma voz cariñosa y
dulce iba diciendo:
“! Tú puedes Mónica, tú puedes conseguirlo!”
Mónica se hundía entre llantos al haber visto a su madre. En ese instante se quedó bloqueada, no
sabía como responder.
Toda la noche este mismo sueño transcurría en el mismo lugar. Mónica intentaba encontrar alguna
pista.
……………………………………………………………………………………………………………………
- ¡Buenos días Mónica! – exclamó su padre cariñosamente – ¡Es hora de levantarse para ir al
instituto!
Se incorporó en la cama y miró a su alrededor confusa. De nuevo, tardó unos minutos en reconocer
el lugar dónde estaba.
- Papá no me encuentro muy bien, debería de quedarme en casa. – Mónica intentaba disimular. Lo
que realmente quería, era ira al bosque a encontrar el dichoso collar. De lo contrario, no sabía que
podía pasar.
- Estás un poco ardorosa – dijo su padre mientras tocaba la frente a la niña.
Está bien te quedarás aquí, llamaré al colegio para decir que hoy no iré para poder quedarme aquí
para cuidarte.
- No, no papá. No hace falta, yo puedo apañármelas – insistió la niña
Mónica no quería que nada ni nadie estropeara sus planes.
- De acuerdo, pero si necesitas algo me llamas y vengo enseguida, cariño.
-Vale papá, no te preocupes por mí.
Mario le dio un beso a Mónica y se despidió. Al mismo tiempo que salieron por la puerta,
Mónica apartó bruscamente las sábanas y se vistió a la vez que corría. No quería perder ni un
minuto.
Al llegar al bosque, todo parecía estar calmado. Mónica cerró los ojos y se concentró en su
respiración. Se giró pero no había nadie. Atemorizada quiso huir, pero resistió.
Iban apareciendo unas huellas que parecían conducirle a algún lugar.
Atemorizada recordó la frase:
“¡Qué lo consigas depende solamente de ti, Mónica. De tu voluntad y de tu confianza en ti
misma!”
Comenzó a caminar en esa dirección. Cuando llegó al final encontró una pequeña cajita. Decía
“Para Mónica”, se quedó asombrada.
Era una pequeña caja. Parecía delicada, pero ella podía reconocer esa caja. La había visto antes.
De repente le vinieron imágenes. ¡ Era la caja que su abuela le había regalado a su madre
cuando cumplió catorce años!
- Pero no puede ser – exclamó – entonces dentro tiene que estar… - dijo al mismo tiempo que abría
la caja – ¡El collar!
Llena de alegría regresó a casa antes de que llegara su padre. De vuelta, pensó que ya había
encontrado el collar, pero ¿Qué pasará ahora?
- ¡Ya estamos aquí Mónica! – dijo mientras abría la puerta de su dormitorio.
Mónica tenía puesto el collar.
- Hola papá – contestó llena de alegría.
- ¿Pero de dónde has sacado eso? – Mario estaba asustado y a la vez asombrado.
- Lo he encontrado en una caja – Decía mientras intentaba disimular - ¿Cómo ha ido el día?
Mónica parecía estar muy contenta.
Mientras cenaba Laura y Mario estaban comentando la clase de inglés.
- Mañana es mi cumpleaños – dijo Mónica interrumpiendo la conversación.
- Es verdad hija mía – se acercó y le dio un besó.
Mónica fue a la cama temprano. Estaba nerviosa. Quería que llegara mañana, era su cumpleaños.
Esa noche no tuvo ningún sueño.
Al día siguiente, tocaron a las ocho y media la puerta. Mario se levantó a abrir muy extrañado. Al
abrir la puerta vio a Blanca. Se quedó impresionado al verla. Iba con dos maletas, una en cada
mano.
- Que, que, que ¿eres tú?.. _ tan emocionado estaba que le dio un inmenso abrazo.
- Sí, soy yo. He regresado. Quería darle una sorpresa a Mónica por su cumpleaños. Gracias a ella
he vuelto – le explicó - ¿ me puedes acompañar a darle la sorpresa?
- Sí sí claro – Mario no podía creérselo.
Subieron a la habitación de Mónica.
- Feliz cumpleaños Mónica – dijo su madre.
Mónica confundida se despertó. Al ver la imagen de su madre se rascó los ojos. No podía creerlo.
Tocó el collar y le sonrió.
- Mamá – dijo a la vez que se echó a llorar.
- Gracias Mónica.
Laura, que estaba en la otra habitación, entró y dijo:
- ¿Mamá? – también esta rompió a llorar.
- Sí hija, gracias a tu hermana estoy aquí.
- Mónica llevabas razón, ese sueño era real. Siento haber desconfiado de ti.
Las dos hermanas se lanzaron y se abrazaron. Esta escena perecía de una auténtica familia unida.
En ese momento empezó a nevar. Todos salieron fuera a verlo. Gruesos copos de nieve
caían sobre ellos.
Mónica pensó en su cumpleaños, en el sueño. Todo se consigue con voluntad y confianza
en ti mismo. A pesar de todo estaba segura de que todo iba a salir bien. TODO.
Descargar