La postmodernidad en Mal de amores de ngeles Mastretta

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LA POSTMODERNIDAD EN MAL DE AMORES DE ÁNGELES MASTRETTA
A thesis presented to
the faculty of
the College of Arts and Sciences of Ohio University
In partial fulfillment
of the requirements for the degree
Master of Arts
Ana I. Zapata
August 2006
This thesis entitled
LA POSTMODERNIDAD EN MAL DE AMORES DE ÁNGELES MASTRETTA
by
ANA I. ZAPATA
has been approved for
the Department of Modern Languages
and the College of Arts and Sciences by
José A. Delgado
Associate Professor of Modern Languages
Benjamin M. Ogles
Dean, College of Arts and Sciences
Resumen
ZAPATA, ANA I., M.A., August 2006. Spanish
LA POSTMODERNIDAD EN MAL DE AMORES DE ÁNGELES MASTRETTA (129
pp.)
Director of Thesis: José A. Delgado
En este trabajo se estudia la obra Mal de amores de Ángeles Mastretta como
representante de la postmodernidad en la literatura hispanoamericana, más concretamente
en la mexicana. En el análisis se toman en cuenta elementos como la historiografía y su
enfoque en cuanto a la recreación en la historia no oficial, que da la palabra a ciertas
minorías, como son las mujeres, los militantes de izquierda y los pobres. Partiendo de ese
prisma se contextualiza la obra dentro de una narrativa escrita por mujeres sobre el tema
de la Revolución Mexicana y se hace una comparación de la situación política del pasado
con la del presente. También se analiza cómo se presenta el concepto postmoderno de la
descentralización en la novela en cuanto al feminismo, al tiempo, al espacio y a la
concepción de los personajes. El estudio acaba haciendo un análisis de la decontrucción
del sistema patriarcal y político en la novela.
Approved:
José A. Delgado
Associate Professor of Modern Languages
4
A Daniel Torres, que me enseñó a entender el verdadero significado del
feminismo y me ayudó en todo lo que estuvo en su mano para que llevara a cabo todos
mis proyectos, incluida esta investigación, en la que siempre estuvo involucrado. A Pepo
Delgado, que me propuso la novela Mal de amores con la que tanto he disfrutado y
aprendido y ha tenido la paciencia de leerme y corregirme. A Ángeles Mastretta, para
agradecerle el haber escrito la preciosa novela que es objeto de mi estudio y haberse
inventado un personaje como el de Emilia Sauri. A Arthur Hughes por haberme
introducido en la postmodernidad literaria. A Betsy Partyka porque con ella estudié la
novela de la Revolución Mexicana. También se la quiero dedicar a Amado Lascar, ya que
él me ayudó a desarrollar mi pensamiento político, el cual aplico a mi investigación.
Además de los profesores que han contribuido de alguna manera en esta tesis,
quiero agradecerles a todos los otros profesores que me han ido formando y ayudando a
lo largo de todo mi camino académico y personal, como Marla Williams, quien me
introdujo en el sistema educativo americano. Y cómo no, gracias a mi familia y a mis
amigos, vivos y muertos, especialmente a aquellos que me esperan en España cada año
incondicionalmente y aquellos que me han acompañado en Ohio. Sin olvidarme del resto
de personas que, intencionada o inintencionadamente, han modificado mi vida para que
sea tal como es hoy. Gracias a todos.
5
ÍNDICE
Página
Resumen...............................................................................................................................3
1. Introducción ....................................................................................................................7
2. La historiografía en la novela ...................................................................................... 17
2.1. El debate postmoderno........................................................................17
2.2. Contextualización temática de Mal de amores: La Revolución
Mexicana en la escritura femenina ............................................................27
2.3. La doble metáfora de la Revolución en Mal de amores ...................33
3. Descentralización ..........................................................................................................39
3.1. La ruptura de los valores universales..................................................39
3.2. La descentralización del feminismo: sus múltiples corrientes............41
3.3. La descentralización del tiempo .........................................................58
3.4. La descentralización del espacio ........................................................67
3.5. La descentralización de los personajes ..............................................77
4. La Deconstrucción ........................................................................................................83
4.1. El replanteamiento de los modelos .....................................................83
6
4.2. La deconstrucción del sistema patriarcal ............................................88
4.3. La deconstrucción política ...............................................................111
5. Conclusiones ...............................................................................................................114
6. Notas ............................................................................................................................117
7. Bibliografía ..................................................................................................................123
7
Trust in the word has practically disappeared from
culture. In this situation it may be assumed that in the
twenty-first century the main discoveries will be made
not on the basis of scientific and technical innovations
but in consequence of metamorphoses of traditional
morality.
M.N. Zolotonosov
1. Introducción
Raymond L. Williams, en su libro Postmodernidades latinoamericanas (1998), se
pregunta si se puede hablar de postmodernidad en América Latina o si al mirar los
escenarios postmodernos en que actualmente se está desenvolviendo la cultura
latinoamericana se pueden considerar más apropiadamente las “postmodernidades” en
plural (48). En su libro se analizan los espacios y la literatura de Colombia, Venezuela,
Ecuador, Perú y Bolivia. Deja constancia también, aunque menos detalladamente, de la
postmodernidad de otros países como México. Para Williams, el escenario postmoderno
mexicano abarca desde mediados de los años sesenta hasta hoy1. Como muestra de esta
postmodernidad, este critico señala autoras como Carmen Boullosa con su novela La
milagrosa de 1993 y expone que la producción cultural en México parece no tener fin.
Una prueba de ello es la variedad de configuraciones heterogéneas que se han formado en
8
el México postmoderno como es el caso de la literatura gay, espacio cultural antes
desconocido en México. Entre sus autores destacan Luis Zapata, José Rafael Calva, Luis
Arturo Ojeda y Sara Levy (50). Por otra parte, Williams señala la comercialización de la
literatura argumentando que, a partir del éxito de la chilena Isabel Allende en toda
América Latina, las mexicanas Ángeles Mastretta y Laura Esquivel han seguido sus
pasos con libros que se han convertido en best-sellers. El caso de la novela Como agua
para chocolate (1990), de Esquivel, incluso se convirtió en un producto cinematográfico
de éxito internacional. Williams no aprecia tanto a estas autoras, cuyo éxito atribuye a la
comercialización de sus obras, valorando más a escritoras como Elena Poniatowska,
Carmen Boullosa o Maria Luisa Puga (50). En este trabajo, contrario a la imagen que
proyecta Williams, se dejará claro el valor literario de obras postmodernas como Mal de
amores (1996).
Ángeles Mastretta, la novelista cuya obra será analizada en este trabajo, es una
escritora y periodista mexicana que se dio a conocer internacionalmente con su libro
Arráncame la vida (1985). En esa novela se habla sobre el fracaso de la Revolución y la
corrupción del poder, además de tocar temas feministas que afectan la situación de la
mujer mexicana de ayer y hoy. Mal de amores es un paso más en la narrativa feminista de
la autora. Si en Arráncame la vida la mujer no llega nunca a enfrentarse abiertamente al
yugo masculino, la protagonista de Mal de amores, Emilia Sauri, es una mujer que rompe
con toda norma social para llevar a cabo su propia vida sin regirse por las imposiciones
sociales. Pero no es sólo ella quien no sigue las reglas tradicionales sino que toda la
familia es marginal y progresista en cuanto a sus ideas con respecto a una sociedad
9
conservadora. Cada uno de sus integrantes es un ejemplo, por separado, de lo
excepcional. Y toda la familia junta, el reflejo de esa posible metamorfosis moral de la
que habla Zolotonosov en el epígrafe inicial.
Las protagonistas de esta novela viven al final del siglo XIX y en la primera mitad
del siglo XX. Ellas son, por ello, testigos de los años anteriores a la Revolución, de la
Revolución misma y de sus consecuencias. Pero no sólo están presentes, sino que se
afanan por formar parte del período histórico que les ha tocado vivir. Son mujeres que
van por delante de su tiempo llevando el estandarte de su lucha por la emancipación de la
mujer. Sería falso pensar que todas las mujeres de finales del siglo XIX y principios del
XX eran como ellas y que todos los padres educaban a sus hijas como lo hace Diego
Sauri para que su hija se forme y sea capaz de pensar y expresarse por sí misma,
convirtiéndose en lo que él ve como la mujer del nuevo siglo. Mastretta no muestra los
ejemplos más comunes de la mujer mexicana, sino que recrea con Emilia y Milagros los
casos más excepcionales de aquellas mexicanas precursoras de cambios que se atrevieron
a soñar su libertad y se burlaron de las normas impuestas por la sociedad patriarcal.
De forma muy elaborada, en la trama amorosa de Mal de amores se mezcla lo
político con lo personal. El título en sí se refiere a una lectura no sólo sentimental del
amor entre enamorados, sino también del amor patriótico y de los males que ese amor
genera. Ángeles Mastretta ya había escrito en Mujeres de ojos grandes (1991), la historia
de la tía Celia (115-124). En ella, una mujer tiene dos amores como Emilia Sauri, ya que
había perdido el primero al haberla este dejado por ir a luchar a la Guerra Civil Española.
10
Como en Mal de amores, el hombre paradójicamente huye a la guerra como excusa para
no enfrentarse a una relación estable con una mujer más fuerte que él, por el miedo a la
dependencia emocional. Sin embargo, años después y cuando la tía Celia ya está casada,
el hombre regresa a su vida con encuentros ocasionales hasta su muerte, creando así un
triángulo amoroso muy parecido al que aparece en Mal de amores entre Emilia Sauri, el
doctor Zavalza y Daniel Cuenca. Es más, en Ninguna eternidad como la mía (1998),
escrita posteriormente a Mal de amores, la autora repite la idea del hombre que huye de
una relación estable ante el miedo de estar con una mujer independiente más valorada
socialmente que él. En esta novela, la protagonista es una bailarina que va ganando
prestigio y cuando está en el mejor momento de su formación, su novio la abandona al no
poder aguantar tener menos valoración social que ella.
Históricamente, es notable ver cómo la narradora vincula a sus personajes dentro
de un marco espacial y temporal concreto en sus novelas para darle verosimilitud a lo
que cuenta. Sin embargo, los hechos históricos nunca son los protagonistas de la
narración, sino un elemento más que la narradora utiliza para centrarse en la intrahistoria
de los personajes que pululan en la novela. En Mal de amores, el lector vive los años
previos a la Revolución Mexicana y a la Revolución misma con la vida de la familia y
los amigos de Emilia Sauri. A pesar de este marco creíble, no se tiene la impresión
cuando se lee la novela de que se está leyendo una historia pasada que no afecta al
presente. Ejemplarmente, Mastretta maneja la historia y la intrahistoria de un período
especifico de México para hablar de los problemas de hoy en el mismo país.
11
Para presentar toda la trama y todo el contenido social y político, Mal de amores
se divide en tres partes haciendo coincidir el desarrollo de la Revolución Mexicana con
la vida de Emilia Sauri. La primera parte trata de los antecedentes de la Revolución y
del nacimiento de Emilia hasta que se hace adolescente y estalla la Revolución. En esta
parte se da información de todo el entramado político del país, se conoce a toda la
familia Sauri y se deja constancia de la participación política de la misma en los años
previos al conflicto. La segunda parte es la guerra que mantiene Emilia consigo misma y
su relación con el revolucionario Daniel, sus propios sentimientos encontrados, además
del desarrollo de sus ambiciones profesionales. Esta etapa coincide simbólicamente con
el desarrollo de la Revolución Mexicana. Así, cuando el conflicto comienza a
complicarse con cambios de poder y de ideas, la vida de la protagonista igualmente se
dificulta al conocer a otro hombre, el doctor Zavalza. Emilia fluctuará de un amor a otro
de la misma manera que Daniel apoyará o reaccionará a favor o en contra de Francisco
Madero o de sus sucesores. La tercera parte es el período de paz relativa que se alcanza
en el país después del conflicto armado. El resultado de la Revolución es ambiguo:
aparentemente parece apoyar a las dos clases sociales más marcadas, ricos y pobres a la
misma vez, lo que dará lugar a una cierta paz. De forma paralela, en esta tercera parte,
Emilia se declara bígama y resuelve su conflicto personal amando a dos hombres a la
misma vez, aunque sin que tengan contacto el uno con el otro, como pasa con las clases
sociales de México, que cada una de ellas se mantiene en su estatus inicial de clase.
12
Teniendo en cuenta esta relación, se puede decir que Mal de amores es una obra
feminista producto del espíritu de la postmodernidad latinoamericana. Este espíritu ha
sido caracterizado por Gustavo Sainz en Postmodernism in the Mexican Novel (1999),
como la expresión de una sociedad latinoamericana multicultural que reúne diferentes
discursos y manifiesta una ramificación política en base a la deconstrucción de la historia
basada en el punto de vista del “otro” (12), bien sea este otro un ser política e
históricamente reprimido, un gay, un campesino pobre, un indígena, un africano
americano, o una mujer.
Entre los críticos que han estudiado las obras de Mastretta, tales como Eva Núñez
Méndez o Carlos Mateo Coria-Sánchez, se mantiene un consenso acerca del feminismo
que caracteriza la producción literaria de la autora lo cual no se va a demostrar en este
trabajo puesto que ya ha sido estudiado. Este trabajo se vuelca en la parte postmoderna
de la escritura de Mastretta en Mal de amores, aunque también se trate el tema del
feminismo por el vínculo intrínseco que ambos conceptos mantienen. Emilia Sauri es una
mujer que logra desarrollar una profesión y vivir de ella, consigue tener el control sobre
sí misma y sus relaciones amorosas, además de disfrutar de su sexualidad, algo vedado
para la mujer tradicional de su época. Ella toma sus propias decisiones en todos los
aspectos de su vida en colaboración, no sometida, con los hombres a los que ama. Su
padre, Diego Sauri, es un hombre utópico que se presenta como el modelo del padre que
Mastretta alegóricamente clama para educar a las nuevas generaciones de hombres y
mujeres mexicanos o de cualquier cultura. Se trata de un padre cuasi perfecto que educa
13
a su hija para que piense y no dependa de nadie. Milagros, la tía de Emilia, es una mujer
fuerte y comprometida que también rompe con todas las reglas allanándole el camino a
su sobrina y enseñándole a no renunciar a nada y a luchar por lo que quiera conseguir.
Josefa es el ejemplo de una mujer tradicional, aunque tolerante, que también logra su
felicidad basada en el respeto mutuo dentro de su matrimonio y en la tranquilidad de su
hogar. Emilia es fruto de todos ellos y de todas sus enseñanzas conseguirá llegar al
balance deseado para su vida.
Emil Volek en su libro Latin America Writes Back. Postmodernity in the
Periphery (2002) apoya la idea de que esta liberación de puntos de vista es el resultado
de los medios de comunicación de masas, donde todo tiene cabida. Los medios masivos
se presentan como un factor de la disolución de las ideas y opiniones unitarias a favor de
una pluralización que permite a las minorías expresarse (50-1). Gracias a esta liberación,
la mujer toma la palabra y se hace oír. Se puede decir que el auge del feminismo en los
años setenta y ochenta es una consecuencia de esa descentralización postmoderna, por lo
que el feminismo se podría considerar como una de las realizaciones de la
postmodernidad.
Tim Woods conecta el feminismo y la postmodernidad. Este crítico ve esta
conexión como “the celebration of the confusion of gender boundaries; the erosion of the
self in the face of the rigid demarcations of the masculine Cartesian Universe; and the
reconfiguration of the patriarcal fetishisation of the female body” (39). Sin embargo, a
pesar de los puntos comunes que hay entre el feminismo y la postmodernidad, cuando se
14
habla de literatura postmoderna latinoamericana esta se asocia con textos escritos sólo
por hombres como Cortázar, García Márquez, Manuel Puig, Vargas Llosa o Alejo
Carpentier entre otros. Mientras tanto, los textos escritos por mujeres postmodernas han
sido catalogados bajo el término del feminismo. Se entiende que el feminismo
latinoamericano es una parte esencial de la postmodernidad puesto que da voz a minorías.
Expone temas que hasta ahora habían quedado en el margen o no habían podido
expresarse tales como: la diferencia, el erotismo, la sexualidad, la independencia y la
vitalidad femenina, la conciencia de ser mujer y la aportación de la misma a la sociedad
y, finalmente, la crítica y deconstrucción de la mentalidad tradicional. En contra de esta
separación de conceptos, Dina Sherzer en su artículo “Postmodernism and Feminisms”
(1991) nombra a la escritora mexicana Julieta Campos como la portadora del estandarte
de innovación en cuanto a la corriente postmoderna en Latinoamérica con su obra Muerte
por agua (1965), en la que presenta una exploración del proceso sicológico de una mujer
que analiza la monotonía de su quehacer diario en un texto fragmentario que deconstruye
el falocentrismo masculino (162).
Sin embargo, y a pesar de lo que pueda parecer, la valoración de la literatura
escrita por mujeres en la postmodernidad está creciendo. Irma López habla del “boom”
de literatura escrita por mujeres en México en los últimos treinta años. En su ensayo “El
boom de la narrativa femenina de México: su aporte social y sus rasgos literarios” (2005),
López enfatiza la contribución del nuevo discurso de escritoras mexicanas, incluyendo a
Ángeles Mastreta, que se han hecho oír a través de sus obras. López concluye que
15
hablar sobre literatura femenina de los últimos treinta años en
México es hablar de una nueva forma que toma el discurso literario
mexicano, crítico e histórico, el cual revela compromiso y
participación de la mujer, sobre todo la de clase media, en la fuerza
intelectual y social de México. Aunque esta producción novelística
ofrece un amplio y variado mosaico en su temática y en las
estrategias textuales para representarla, una de las vertientes que
toma esta producción es la indagación de la identidad, enfatizando
por partida doble la identidad del hombre y la mujer en las
relaciones de género en ambientes urbanos, y problematizando la
identidad nacional. Ambas tendencias puntualizan una línea
argumentativa que describe un auto descubrimiento que
desestabiliza ordenes que han dejado de ser efectivos para las
necesidades de una cultura con grandes disyuntivas y
contradicciones. (14)
Además de la aportación de los estudios de Irma López, es esperanzador ver que
en el X Congreso de Literatura Mexicana Contemporánea (2005), organizado por la
Universidad de Texas en El Paso, se recogieron ponencias que trataban las obras de
muchas de las escritoras mexicanas actuales2. Entre ellas se incluye a Ángeles Mastretta
de cuya obra fue presentado un estudio por Claudia Montoya que compara los personajes
16
masculinos de Arráncame la vida con los de Mal de amores en su presentación La
evolución del ser masculino en dos obras de Ángeles Mastretta.
Así pues, y sobreentendiendo que Mal de amores es una obra feminista en el
contexto de este “boom” mexicano de literatura escrita por mujeres, este trabajo irá un
poco más allá para analizar la relación entre el feminismo y la postmodernidad en la
novela. También se tratará de la aplicación de la filosofía postmoderna a los términos de
la historiográfica, la descentralización y la deconstrucción. En el marco de estos
conceptos se verá cómo afectan el tiempo, la historia, el espacio, la ficción, y la política
con los que se construye la trama a la estructura de la novela . Todo ello para demostrar
que Mal de amores es una obra postmoderna en todos sus elementos, feministas o no.
17
2. La historiografía en la novela
2.1. El debate postmoderno
La escritura de mujeres puede ser definida a partir de algunos rasgos comunes.
Liliana Trevizán en Política/Sexualidad: nudo en escritura de mujeres latinoamericanas
(1997) hace una relación de aquellos aspectos predominantes para enfrentar un texto
desde una perspectiva feminista y latinoamericana a partir de los años ochenta. Entre los
rasgos mencionados por Trevizán se pueden destacar: 1- la toma de conciencia de la
nueva postura de la mujer como sujeto, después de la existencia de movimientos de
mujeres y de haber sobrevivido a las dictaduras; 2- el nudo política-sexualidad se
convierte en el ángulo más provocativo en los textos escritos por mujeres; 3- un discurso
nuevo que ve la democracia como proyecto inclusivo y multicultural para América
Latina; y 4- una mirada crítica que cuestiona el proyecto de modernidad en
Latinoamérica en cuanto a entenderse como un proyecto excluyente incapaz de resolver
los problemas básicos de las grandes mayorías. En general, se presenta una nueva forma
de narrar que hace girar las historias en torno a la exclusión de las mujeres, a la crítica de
la institución familiar, de la pobreza y la discriminación o marginalidad de ciertas
posturas políticas o ideológicas. La noción básica es la exposición de la diferencia como
asunto central de identidad en un espacio en el cual la diferencia no es sólo elemento de
conflicto, sino también espacio de riqueza y nudo significativo (128-9). Todas estas
características se pueden apreciar en Mal de amores.
18
Con los textos escritos por mujeres latinoamericanas cambia el sujeto de la
escritura que tradicionalmente ha sido ostentado por el hombre. La mujer pasa de ser un
objeto a convertirse en el sujeto de la narración. Por otra parte, Latinoamérica toma la
voz también, frente a las potencias europeas y la estadounidense.
Trevizán señala cómo la escritura de los ochenta evidenció la organización de un
discurso nuevo surgido de la discriminación genérica de Hispanoamérica que trata de
articular la relación de la mujer con el poder en sus dos preocupaciones básicas, la
política y la sexualidad de una manera coherente y con un discurso propio (129-30). Esto
es lo que Mastretta hace en Mal de amores, combinar su discurso feminista con la política
y relacionar a la mujer con el poder político. Por otra parte, la postmodernidad rompe con
el mito de la globalización y la universalidad, de tal manera que el debate de los ochenta3
logra la especificidad sin perder la capacidad de abarcar la globalidad. Así, Mastretta,
aunque cambia de espacios numerosas veces en el transcurso de la obra, se vincula a
México y, más concretamente, a Puebla. La autora presenta problemas específicos de una
ciudad que a su vez pueden ser aplicables a muchos otros lugares del continente, como la
diferencia entre clases, la pobreza, la discriminación, la falta de oportunidades para las
mujeres pobres o no tan pobres, etc.
La escritura desde las minorías ofrece una nueva visión de la realidad. Richard
Evans en "From Historicism to Postmodernism: Historiography in the Twentieth
Century" (2002) comenta sobre las ideas del estudio de Iggers y Hanover en
Historiography in the Twentieth Century Scientific Objectivity from the Postmodern
19
Challenge (1997). Estos teóricos hablan de la crisis que la historiografía clásica sufrió en
el siglo XIX y cómo fue reemplazada por una historicidad más social y menos basada en
la historia de las políticas nacionales. Sin embargo, este nuevo planteamiento también
supuso problemas: "In different ways these new developments all emphasized the
rigorous use of quantification and social-science theory... in the search from a new degree
of objectivity...The social-science historians were quickly revealed to have prejudices and
purposes of their own" (80). Tras esto, Iggers y Hanover aluden al desafío de la
postmodernidad al crear una historiografía donde se reconocen ambos aspectos, el
histórico y el literario, en la narración de la historia, y donde la imaginación juega un
papel importante para construir tal narración. Iggers apoya la idea y la base de que, a
pesar de que el historiador use su imaginación, hay que mantener "a faith that these
accounts offered insights into a real past involving real human beings" (80). La polémica
que muestra Richard Evans se basa en que algunos teóricos como Roland Barthes niegan
que haya diferencia entre la verdad y la ficción y consideran que la historia no es más que
una forma de hacer literatura, una construcción subjetica contada por quienes poseen el
poder. Ante esta opinión se alzaron muchas voces, entre ellas las del propio Iggers (81) .
Dentro de esta polémica se puede entender mejor la obra de Mastretta. Con el
realismo que consigue en sus personajes, parece que estos han existido. No importa si lo
han hecho con tales nombres y en tales circunstancias, en contra de la opinión de Iggers,
porque son ejemplos y recreaciones que pretenden mostrar cómo podría haber vivido la
gente real. En Mal de amores no se rescata la vida de un personaje histórico concreto sino
el latir de un pueblo visto desde muchos ángulos. En este caso, la literatura nos acerca a
20
la historia de los oprimidos, de los olvidados, de los marginados como lo es la manera de
vivir de la familia de los Sauri en una sociedad patriarcal y su tendencia política de
izquierdas.
Al incorporar datos históricos tomados de la historia oficial, Mastretta prepara al
lector para hacerle creer que lo que está leyendo es verídico, aunque el lector sepa que los
personajes son inventados. Pero ¿qué diferencia hay entre la invención de la intrahistoria
de los hechos reconocidos por la historia oficial que hace Mastretta y la interpretación
sociológica de los historiadores? ¿Es o no es historiografía lo presentado en una novela
que tomando un contexto histórico probado, reinterpreta la vida de la gente que lo vivió?
Y si se cree realmente que la gente existió con el sistema de valores y acciones que
Mastretta muestra, ¿no se estaría probando lo fácil que es engañar en cuanto a la
narración de hechos históricos o circunstancias sociológicas? ¿No es todo una
interpretación subjetiva? ¿No sería toda la historia contada pura ficción y los hechos que
se dan como verídicos meras interpretaciones inventadas?
En lo concerniente a los datos históricos transmitidos por la historia oficial e
incorporados a Mal de amores, no importa el orden o la manera de su incorporación en la
narración ya que la postmodernidad cuestiona también la veracidad de los mismos. La
ciencia al servicio del poder no está más libre de sospecha que cualquier escrito literario:
"accuracy or even truth of detail is irrelevant [...] postmodern fiction actually uses detail
or historical data. Historical fiction [...] usually incorporates and assimilates these data in
21
order to lend a feeling of verifiability [...] to de ficcional world. Historiographic
metafiction incorporates, but rarely assimilates such data" (Shklovsky 114).
Como Jean-François Lyotard dice en The Postmodern Condition: A Report on
Knowledge (1991) acerca de la legitimización de de los datos históricos que han sido
tomados tradicionalmente como verdaderos, "¿How do you prove the proof? [...] Who
decides the conditions of truth?" (29). Para Lyotard la postmodernidad ofrece una nueva
actitud científica con respecto a la historia. En contra de las intervenciones heroicas de
los textos decimonónicos y anteriores. El héroe de los eventos históricos ha pasado a ser
el pueblo. La legitimidad de lo que se propone se consigue a través del consenso por
deliberación del mismo pueblo, apoyándose sobre todo en las nuevas versiones ofrecidas
por los grupos minoritarios que antes no habían sido considerados como parte de la
historia:
It is therefore not at all surprising that the representatives of the
new process of legitimation by 'the people' should be at the same
time actively involved in destroying the traditional knowledge of
peoples, perceived from that point forward as minorities or
potential separatist movements destined only to spread
obscurantism. (30)
Mal de amores se puede considerar, por tanto, como una obra de metaficción
historiográfica que da la voz al “pueblo” y a las minorías con una recreación inventada
pero posible dentro de una sociedad descrita y ubicada históricamente con ciertos datos
transmitidos por el discurso oficial. Como dice Fukuyama en “The End of History”
22
(2002), se está asistiendo en la Postmodernidad al final de las grandes narrativas y serán
intrahistorias como las de Mal de amores las que nos darán una mejor comprensión de
momentos históricos como la Revolución Mexicana (5).
La novela tiene una dimensión histórica que sirve como contexto para ubicar a los
personajes principales, la familia de los Sauri, cuyas vidas han sido re-inventadas por la
narradora. Pero esta invención narrativa es fruto de toda una investigación de cómo vivía
la gente en aquellos tiempos, como escribe Mastretta en El mundo iluminado:
¿De qué vivía la gente, qué profesión elegía, quiénes no podían
elegir y quiénes no elegían porque ni eso necesitaban? ¿En dónde
estudiaban los niños de clase media, qué jabón usaban, qué
médicos veían, qué medicinas tomaban, qué diversiones los
acunaron, en qué viajaban? [...] Al parecer no se necesitaba la
especialización en héroes y convocatorias, proclamas y
manifestaciones que cruzaron la historia patria entre 1893 y 1917.
Sin embargo, no me hubiera atrevido a creerme la novela sin
tenerla. (36-7)
Los personajes históricos de los que quedan constancia en la historia oficial
aparecen de fondo, pero lo que a Mastretta le interesa es mostrar la intrahistoria de la
versión oficial y no la gran narrativa de la historia de la Revolución Mexicana. Toda la
novela es una interpretación inventada del pasado. Por ejemplo, el lector no asiste al
discurso que Madero ofrece en Puebla, sino a la preparación y trabajo propagandístico del
23
que se encarga Milagros y a las reuniones que se organizan en la casa del doctor Cuenca.
Tampoco se ve lo que históricamente se ha contado de la familia Serdán, sino cómo viven
los hechos las mujeres de la familia (Colina Trujillo 41). Por otra parte, Mastretta muestra
con la familia de Emilia cómo pudo haber sido una de las familias de izquierdas más
progresistas, marginadas por no apoyar al poder imperante. Los protagonistas de las obras
de metaficción historiográfica son siempre marginales, forman parte de la periferia. El
hecho mismo de que sea una mujer la protagonista ya es algo que rompe con los modelos
en una sociedad patriarcal. Y es a través de los viajes y salidas de Emilia que se van
viendo las vidas de otros grupos marginados como las mujeres indígenas que tienen que
prostituirse para sobrevivir o las campesinas que tienen que seguir a sus hombres en la
guerra como soldaderas. También se muestra la otra cara del poder con la tristeza de
Soledad ante el mundo materialista que le ha tocado vivir. Mastretta les da la palabra a
quienes nunca la han tenido para que se expresen a través de Emilia, receptora de estos
otros puntos de vista.
El cómo se llega a la reivindicación del papel de los grupos minoritarios en la
historia nace en los años sesenta. En aquella década aumentaron en Estados Unidos las
protestas en la literatura de grupos étnicos como el de los africanoamericanos, todo lo
cual tuvo graves consecuencias políticas y sociales que permitieron salir del anonimato a
algunas comunidades. Estas circunstancias abrieron las puertas a otros grupos como el de
las feministas para luchar por los derechos de la mujer y demostrar, frente al poder
dominante, su presencia histórica. Beatriz Sarlo habla de este perpectivismo histórico en
Scenes from Postmodern (2001):
24
we have learned the lessons of the great successful mobilizations
over the past few decades, Feminism, human rights movements,
and ethnic and cultural minorities have taught us to value
difference as a source of cultural wealth, and this lesson fits babbly
with the absolutist vocation and strong abstract tension associated
with intellectuals in the past. (146)
En México, hasta los años ochenta y a excepción de raros casos, la "mexicanidad"
y la historia oficial de México novelada había sido contada desde una perspectiva casi
homogénea masculina, como la descrita por Paz y Fuentes, entre otros, a excepción de los
textos de algunas mujeres como Rosario Castellanos, Nellie Campobello y otras
escritoras mexicanas de los años cincuenta, y de lo ya escrito por Sor Juana Inés de la
Cruz en el siglo XVII. La subversión o descentralización surge cuando nuevas voces
comienzan a usurpar el protagonismo masculino y la oficialidad de la historia se
relativiza para dejar hablar a la parte de la historia que había sido silenciada, como la
condición e intervención femenina y el estado y pasado del pueblo indígena. También
toma la palabra la comunidad lésbico-gay mexicana que con novelas como El vampiro de
la colonia Roma (1979) de Luis Zapata, o Dos mujeres (1990) de Sara Levi Calderón
busca su lugar en esa postmodernidad. La incorporación de la mujer al mercado laboral y
la modernización del sector femenino hacen que la mujer se lance a la reconstrucción de
su papel en la historia. Sobre esta reconstrucción del papel de la mujer en la historia
mexicana escribe María Sol Colina Trujillo en su tesis Nation and Narration: Feminine
Identity Reconstruction in Ángeles Mastretta, Laura Esquivel and Carmen Boullosa
25
(2003)4, donde afirma que "la novedad consiste, en parte, en la historización de la
experiencia femenina, la apropiación de espacios mediante la participación activa de la
mujer en el quehacer histórico que va más allá de la historia de las mujeres como tal"
(Colina Trujillo 10). No se pretende hacer una historia de las mujeres mexicanas o
latinoamericanas, sino ver la participación de la mujer en la historia y reconstruirla de
forma global, ofreciendo una historia donde quepan todos los puntos de vista.
En los últimos tiempos, la novela histórica decimonónica ha pasado a un segundo
plano para ser sustituida por la novela de metaficción historiográfica donde la ficción y lo
histórico se mezclan dando lugar a nuevas interpretaciones de la historia. En ellas se
pueden incorporar todas aquellas facetas ocultas anteriormente, aunque estén sujetas a la
subjetividad, bien por lo que conlleva que cada sección de la sociedad ve la realidad de
una distinta manera, o ya por una subjetividad que tiene que ver con la forma de recrear
un pasado no vivido o no atestiguado. Sobre este particular, Linda Hutcheon escribe en
“Historiographic Metafiction: The Pastime of Past Time” (1989):
Historiographic metafictions appear to privilege two modes of
narration, both of which problematize the entire notion of
subjectivity: multiple points of view [...] or an overtly controlling
narrator [...] In neither, however, do we find a subject confident of
his/her ability to know the past with any certainty. This is not
transcending of history, but a problematized inscribing of
subjectivity into history [...] Postmodern intertextuality is a formal
manifestation of both a desire to close the gap between past and
26
present of the reader and a desire to rewrite the past in a new
context. (117-8)
Con los textos escritos en base a la metaficción historiográfica postmoderna no se
aspira a establecer una verdad absoluta sino a cuestionar la versión histórica imperante
ofreciendo otros puntos de vista para ver la historia desde distintos ángulos y
desestabilizar lo contado, para proponer no una verdad sino varias verdades. "Postmodern
fiction suggests that to re-write or to re-present the past in fiction and in history is, in both
cases, to open it up to the present, to prevent it from being conclusive and teleological"
(Hutcheon 110). Mastretta parte de la narrativa escrita por hombres sobre la Revolución
Mexicana y la desestabiliza proponiendo otras realidades. Por ejemplo, se podría hacer un
estudio de cómo se presenta a la mujer en Los de abajo (1915), de Mariano Azuela,
comparado con la mujer en Mal de amores y se verían cómo la caracterización femenina
simplista, tópica y profundamente machista de Azuela nada tiene que ver con los
personajes femeninos de Ángeles Mastreta.
El pasado descrito en las novelas históricas decimonónicas tradicionales se separa
de toda relación de la historia con el presente, sin embargo, la postmodernidad hace que
la historia del pasado se entrelace con valores y circunstancias del presente para hacer
reflexionar y dejar el diálogo abierto. Así, en Mal de amores, Mastretta nos hace ver
circunstancias del pasado que aún perviven en el presente, como la injusta situación de
los indígenas y el esfuerzo de los antirreeleccionistas. Aplicable tanto al pasado
representado en la novela, como a la situación política del tiempo en que la autora
27
escribió la novela, el mundo de las apariencias y de las riquezas mostrado a través de la
familia adinerada, conservadora y profundamente patriarcal de Sol, la amiga de Emilia,
es comparable tanto al pasado como al presente, ya que la división clasista continua casi
intacta hasta el presente en el México contemporáneo. Se pretende también una reflexión
sobre los distintos tipos de mujer aplicable a todos los tiempos.
Sin embargo, según señala Aralia López González en Sin imágenes falsas, sin
falsos espejos. Narradoras mexicanas del siglo XX (1995), aunque la deconstrucción
feminista sea postmoderna, no debe olvidarse que su fundamento ha sido el
reconocimiento de la historicidad de un sujeto valioso para sí mismo, circunstancia muy
diferente a la de los fundamentos postmodernos que parten de la negación de la historia o
del sujeto, según algunos de sus pensadores (26). No hay una negación de lo histórico por
parte de las feministas, sino una reconsideración del papel de la mujer, de los grupos
étnicos minoritarios y la valoración de la diferencia como algo positivo en cuanto a su
contribución en la composición de las sociedades.
2.2. Contextualización temática de Mal de amores: La Revolución Mexicana en la
escritura femenina
Históricamente las guerras han jugado un papel muy importante dentro de la
concienciación feminista, ya que han sido precisamente las mujeres las encargadas de
sobrellevar todo el peso familiar mientras que los hombres se marchan a luchar. También
han sido las mujeres quienes han tenido que salir a trabajar tras las guerras ante la
carencia de hombres y de ellas ha dependido la reproducción para recuperar la población
28
perdida. Es decir, que toda guerra ha supuesto un movimiento de género y una
reconsideración de las capacidades de la mujer, a pesar de que esta siempre haya sido
desvalorada y tratada injustamente hasta el punto de que su aportación haya sido obviada
en la historia oficial.
Como muestra de esta concienciación y papel activo de la mujer están las dos
siguientes publicaciones en Francia, coincidiendo con la Revolución Francesa, de
Vindication of the Right of Women (1791) de Mary Wollstonecraft y La declaración de
los derechos de la mujer (1792). Otro libro importante dentro de la historia del
feminismo es El segundo sexo (1949) de la francesa Simone de Beauvoir. El libro
aparece tras la Segunda Guerra Mundial y en él se crean las bases del pensamiento
feminista contemporáneo.
Mastretta elige para su novela el tiempo prerrevolucionario y revolucionario
mexicano para mostrar, precisamente, la labor de las mujeres durante un período tan
importante en la historia nacional de México. Con ello se consigue el reconocimiento de
los esfuerzos y la lucha que habían quedado en el olvido bajo el velo masculino de los
hechos, tristemente, aún en los tiempos actuales. Por ello, algunas escritoras mexicanas
como Rosario Castellanos o Nelly Campobello rescriben la historia. Pero es difícil
romper con el consolidado canon que ha definido al ser mexicano. Todavía en los
noventa Carlos Fuentes seguía creyendo en esa identidad mexicana marcada por la
perspectiva masculina, como se ve en Nuevo tiempo mexicano (1994): "La Revolución
Mexicana, con todos sus defectos, no silenció a sus artistas [...]. Somos los que somos
29
gracias a la filosofía de José Vasconcelos, a la prosa de Alfonso Reyes, a las novelas de
Mariano Azuela, a la poesía de Ramón López Velarde, a la música de Carlos Chávez, a la
pintura de Orozco, Siqueiros, Diego Rivera y Frida Kahlo..." (64). Como puede verse,
Fuentes sólo menciona a una mujer y lo hace en último plano. Carlos Fuentes es
precisamente uno de los novelistas que ha contribuido a crear el canon de literatura
masculina y la mexicanidad así como lo que fue la Revolución Mexicana con su novela
La muerte de Artemio Cruz (1962). Otros escritores que tratan el mismo tema son el
mencionado Mariano Azuela con su obra Los de abajo (1915), Luís Martín Guzmán con
La sombra del caudillo (1929) y Agustín Yáñez con Al filo del agua (1947). Podría
decirse, sin embargo, que el ser mexicano es de la manera que es gracias a la influencia
de todas las figuras artísticas conocidas y a la lucha contra la represión que apenas ha
dejado expresarse artísticamente a la mujer. Los tiempos prerrevolucionarios y
revolucionarios son un hervidero de ejemplos del estado de esclavitud de la mujer,
muchas veces sexual, y del desamparo a los que las mujeres pobres, sobre todo las
indígenas, se veían sometidas.
Luis Arturo Castellanos había propuesto en 1968 otro canon en su obra La novela
de la Revolución Mexicana donde además de dejar constancia de los escritores
mencionados por Fuentes, incluye otros nombres como José Rubén Romero con
Memorias de un lugareño (1972), el general Urquizo con Tropa vieja (1943), Fernando
Robles con La virgen de los Cristeros (1934), y Martín Luis Guzmán con El águila y la
serpiente (1928), entre otros y, como excepción, alude a una escritora que trata el tema de
30
la Revolución, Nellie Campobello, con sus cuentos Las manos de mamá (1937) y
Cartucho (1931) (7).
Cuando se habla de la Revolución Mexicana es fácil que, debido a la historia
oficial publicada y al canon literario, se imagine una imagen casi exclusivamente
masculina, como si la mujer no hubiese formado parte de esa guerra. En obras como Los
de abajo que recrean el periodo revolucionario o La muerte de Artemio Cruz que refleja
los tiempos postrevolucionarios, los protagonistas son masculinos y la representación
femenina apenas aparece en ellas, y menos aún como parte activa del conflicto. Cuando
aparece la mujer en las obras escritas por hombres, esta es tratada en general sin ningún
respeto. Son prostitutas ruines o mujeres engañadas de las que se abusa. Castellanos
apunta otro caso de ferocidad cometido contra la mujer por la sobrevaloración del
hombre:
Otro caso de ferocidad, ya en plena ficción lo vemos en Vámonos
con Pancho Villa, de Muñoz, cuando mata a la mujer y a la hija de
Tiburcio Maya, para que éste sepa 'que ellas no van a pasar
hambre, ni van a sufrir por tu ausencia', y para que aquél pueda
seguirlo en sus nuevas andanzas de guerrilla. Tiburcio Maya, con
su hijo varón, sigue al jefe, dispuesto a dar su vida por él... (20)
Sin embargo, se sabe que fueron muchas las mujeres que participaron sin tregua
en la guerra y que incluso llegaron a asumir responsabilidades militares dentro de los
ejércitos. Para demostrar esto, existe una base de datos de veteranas, alrededor de
31
quinientas mujeres que fueron reconocidas por sus méritos civiles y que, en algunos
casos, llegaron a alcanzar el grado de "coronela" dependiendo de su actividad en la guerra
civil. Sobre la labor de estas mujeres ha escrito la historiadora Ángeles Mendieta en su
libro La mujer en la Revolución Mexicana (1961), y la investigadora de la dirección de
Estudios Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México Martha
Eva Rocha Islas, quien estudia a las mujeres veteranas que participaron en la Revolución
Mexicana, así como las actividades que realizaron en la posrevolución. Este papel
protagónico de la mujer en la Revolución ha sido eclipsado por muchos años. Sin
embargo, algunas escritoras han rescatado esa labor que llevaron a cabo esas mujeres
luchadoras. Entre ellas destacan las escritoras Nelly Campobello con Relatos de la lucha
en el Norte de México (1931); Benita Galeana con su obra autobiográfica Benita (1940),
donde narra su propia experiencia durante los años revolucionarios y su ingreso al partido
Comunista Mexicano; Elena Garro en Recuerdos del porvenir (1963), donde muestra el
tema del poder durante el tiempo revolucionario. También Elena Poniatowska con Hasta
no verte, Jesús mío (1969), quien influenciada por la biografía de Benita Galeana (López
González 22) crea una novela testimonio a partir de entrevistas que la conducen a recrear
el personaje histórico de Jesusa Palancares, una mujer huérfana que pasa de campesina a
soldadera y de soldadera a formar parte del subproletariado. Además de Rosario
Castellanos que en varias de sus obras también trata el tema de la Revolución, como en
su obra teatral El eterno femenino (1975), donde uno de los personajes aparece con el
nombre de la estereotipada soldadera Adelita con el que cuestiona la historia oficial. De
la generación más joven se destacan las escritoras Brianda Domecq, quien entre otros
32
trabajos dedica un artículo a una de las figuras más emblemáticas del principio de la
Revolución, Teresa Urrea La Santa de Cabora (1984); Laura Esquivel con Como agua
para chocolate (1989); Silvia Molina con La familia vino del norte (1987); y la misma
Mastretta con Arráncame la vida (1985), Mujeres de ojos grandes (1995) y Mal de
amores (1996).
Estas escritoras subvierten la forma de narrar la Revolución con un enfoque
distinto al de los hombres. En la literatura masculina sobre este tema, se pueden
establecer ciertas constantes, como ha hecho Luis Arturo Castellanos a lo largo de todo
su libro La novela de la Revolución Mexicana (1968), las cuales se ven alteradas por la
escritura femenina. Castellanos nombra ciertos tópicos como el fuerte sentimiento
nacionalista o emoción patriótica que lleva a la lucha; el concepto de grupo y destino
compartido, donde el protagonista es el pueblo, no el individuo; la adoración a un jefe; la
violencia y la pérdida del valor de la vida misma, a veces, la deshumanización; el
descreimiento de los fines últimos de la Revolución y la traición. Todo está enfocado más
a la crudeza del campo de batalla y a mostrar la fuerza varonil y el seguimiento de unos
ideales o de un héroe.
Al contrario, en la escritura femenina, aunque el contexto histórico es el mismo, la
forma de verlo es totalmente diferente. Todas las mujeres recreadas en estas novelas
libran sus propias batallas en el contexto familiar y cotidiano y en su relación con una
cultura patriarcal que las oprime. Son mujeres que rompen con el estereotipo genérico
fabricado por la racionalidad masculina para narrar el otro punto de vista, el femenino,
33
mostrando la parte humana del conflicto, lo que hay detrás de los discursos políticos y,
por último, las batallas. Además, estas escritoras logran cambiar el discurso ofreciendo
una nueva perspectiva sobre el orden existente y la historia oficial al situar a la mujer en
el papel protagónico de la ficción y otorgarle un papel importante en la historia mexicana,
revalorizando la intrahistoria de la misma. También, desde su perspectiva femenina,
redefinen el discurso nacionalista y el concepto de mexicanidad al demostrar que muchas
mujeres cruzaron la frontera de lo privado a lo público y dedicaron su vida a causas
políticas. En el caso de Ángeles Mastretta, esta escritora logra crear un entorno en sus
novelas donde la mujer está incluso en un plano superior al de ciertos hombres, tanto en
su actividad revolucionaria como en su altura moral5.
2.3. La doble metáfora de la Revolución en Mal de amores
Como ya se ha comentado en la introducción, una posible lectura de la novela
puede ser la comparación entre el pasado y el presente político mexicano. En El mundo
iluminado (1998) Mastretta dice:
Empecé a escribir la novela para Emilia Sauri casi un año después
de verla y ambicionarla por primera vez. Era enero de 1993. Decidí
que Emilia Sauri naciera justo cien años antes porque quise pensar
la vida en esos tiempos, entre otras cosas porque fueron años de
riesgo y sueños que parecían remotos. No imaginaba tiempo más
distinto del nuestro. No supe sino después de muchos meses de
lectura, cuánto ignoraba de lo que según yo todo mexicano sabe
34
como su nombre [...] Obtuve en cambio, del presente que se nos
fue imponiendo, materia de reflexión y anécdotas para temblar por
un pasado que a veces parece de regreso. (36-7)
La situación social y política un siglo atrás le hace reflexionar a Mastretta sobre
su propio presente y ve cómo ambos momentos se entrelazan sin poderse separar.
Políticamente, en la novela hay una lucha por salir de la dictadura de Porfirio Díaz. De
igual forma, en el presente de Mastretta hay un partido político que ha ocupado el poder
por décadas, el PRI, como si de una dictadura se tratara, que limita las libertades y no
tiene en cuenta las peticiones de los grupos feministas, siendo reelecto convocatoria tras
convocatoria. Pero mucho más allá de la problemática entre el gobierno y las peticiones
de las feministas, a partir de los años sesenta, Latinoamérica en general sufrió constantes
golpes de estado y dictaduras militares represivas las cuales, como en tiempos
prerrevolucionarios, creaban movimientos sociales en contra de la opresión. Así, al igual
que el personaje de Milagros, Mastretta hace propaganda anti-reeleccionista con su
novela para hacer reflexionar sobre la permanencia del PRI y el estado de represión en
general. Años después de haber escrito la novela, cuando el dos de julio del año 2000
ganase las elecciones Vicente Fox acabando con más de setenta años ininterrumpidos del
gobierno del PRI, Mastretta escribe sobre la actividad política de su madre en "Escenas
de la alborada", escrito recogido en El cielo de los leones (2003):
Me alegra la fe enaltecida de mi madre y su esperanza en una vida
mejor para tantos que no la tienen. La vi, desde mi escepticismo
por su causa como remedio para todos los males de la patria y al
35
mismo tiempo desde mi pasión por su persona, trabajar en la
campaña de Vicente Fox como si tuviera los veinte años de otros.
(59)
La otra interpretación simbólica de Mal de amores tiene mucho que ver con la
anterior en cuanto a la imposibilidad de desconectarse o escaparse del pasado. Esta otra
lectura se encamina hacia la comparación de la liberación de las clases oprimidas, que se
buscaba en la Revolución Mexicana, con la guerra propia que ha llevado el movimiento
feminista no solo en México, sino en todas las sociedades, en busca de la liberación de la
mujer. Emilia puede personificar la evolución y la guerra de una mujer feminista del siglo
XX. Esta interpretación depende de tres personajes, a saber: Emilia, el doctor Zavalza y
Daniel. Este último representa al hombre tradicional que espera encontrar en la mujer a
alguien que esté a su disposición. En su adolescencia prematura, Emilia lo adora sin
replantearse nada, pero poco a poco va tomando conciencia de sí misma. En ese
momento, las diferencias con Daniel comienzan al igual que las dudas sobre el desarrollo
de su relación. Cuando conoce al doctor Zavalza a Emilia se le hace difícil tomar la
decisión de estar con uno o con otro. Es decir, de seguir los designios que el hombre
tradicional del pasado le asigna renunciando a su propio destino o buscar el cambio en el
hombre liberal del futuro. Ella los ama a los dos como si fueran dos caras de una misma
moneda; y así como tradicionalmente se justifica que un hombre mexicano pueda tener
dos mujeres, Emilia también sabe hacer el contrapunto de dos amores.
36
Los encuentros con Daniel en la juventud de Emilia están marcados por el deseo
y el rechazo hasta que ella decide dejar de seguirlo para hacer su vida con Zavalza. La
mujer feminista ha triunfado, es autosuficiente y tiene en su mano tomar las decisiones
que le importan. Sin embargo, Emilia no podrá desconectarse del pasado y seguirá
reencontrándose con Daniel durante toda su vida, dejando que los valores del pasado
tradicional persistan en su día a día de mujer emancipada. Con esta lectura se puede
interpretar la situación de las feministas de los tiempos actuales quienes, además de su
lucha activa por conseguir derechos e igualdad, tienen que luchar contra sí mismas ante la
problemática de desconectarse de todo lo aprehendido desde la infancia y no sucumbir
ante un medio lleno de prejuicios o ante su propia conciencia. Emilia, como representante
de la mujer mexicana de clase media que lucha por su emancipación, se ve a sí misma
atada a prejuicios que le impiden comportarse con la misma libertad sexual que podemos
ver en Helen Shell, su amiga neoyorquina. La diferencia entre ellas, comparándolas desde
el punto de vista del presente, es el contexto en el que han sido educadas. Esto hace que
ambas sientan su libertad sexual de distinta manera y que Emilia se cuestione
circunstancias que su amiga ni piensa. Esta interpretación coincide con la lectura que se
puede hacer del libro de Ethel Krauze Mujeres en Nueva York (1995), publicado el
mismo año que Mal de amores. Mastretta, como Krauze, no cree que esta desconexión de
mentalidades se vaya a conseguir nunca mientras se viva en una sociedad con una
estructura patriarcal. Por eso, el pasado siempre estará presente y sus huellas renacerán en
cada generación vinculándose con el futuro. Al final de la novela, las dudas de paternidad
de los hijos de Emilia perturban a Daniel que siempre cree ver algún vestigio suyo en
37
ellos, y no solamente en los hijos, sino también en los nietos. Daniel como pasado, y el
Doctor Zavalza como presente o futuro, se entremezclan en los hijos de Emilia sin
posibilidad de separarse, a pesar de que Emilia le diga a Daniel y a la sociedad que la
rodea que todos los hijos e hijas son del Dr. Zavalza, para salvaguardarse socialmente
(374).
Para corroborar esta idea, Mastretta hace en Puerto libre (1993) una comparación
entre las mujeres de hoy y las mujeres que aparecen en una foto donde las soldaderas de
la Revolución caminan cargadas de cestas junto a sus maridos arrogantes subidos a
caballo:
Las mujeres mexicanas del fin de siglo ya no quieren ni pueden
delegar su destino y sus guerras al imprevisible capricho de los
señores, ya ni siquiera gastan las horas en dilucidad sin padecen o
no una sociedad dominada por el machismo, ellas no pierden el
tiempo porque no quieren perder su guerra audaz y apresurada,
porque tienen mucho que andar, porque hace apenas poco que han
atisbado la realidad del sueño dormido en la cabeza de la mujer
que ilumina una vieja estampa con su cuerpo cargado de canastas y
balas: para tener un hombre no es necesario seguirlo a pie y sin
replicar. (104)
38
La autora establece toda una visión ideal de las mujeres del presente que,
conscientes de su nuevo papel en el mundo, no se acobardan ante su día a día. Pero
Mastretta es realista y tras este párrafo sigue diciendo:
Suena bien, ¿verdad? Sin embargo, llevar a la práctica tal sentencia
no siempre resulta fácil [...] las mujeres que se proponen asumir
esta sentencia no fueron educadas para su nuevo destino y les pesa
a veces incluso físicamente ir en su busca [...] Muchas veces [...]
deriva en repentinas depresiones a las que rige la culpa y el
desasosiego que produce la falta de asidero en quienes supieron
desde niñas que no tendrían sino asideros en la vida. (104)
No se sabe cómo vivió Emilia su madurez, pero por este comentario se puede
presentir que quizás su creadora no le imaginó una felicidad completa. El final de la
novela está abierto a múltiples interpretaciones acerca de cómo vivió Emilia, tantas
interpretaciones como opiniones pueda haber sobre el desarrollo de la democracia
mexicana. Esta multiplicidad y la doble metáfora analizada llevan además a un concepto
de descentralización que niega todo centro para dar cabida a la pluralidad.
39
3. Descentralización
3.1. La ruptura de los valores universales
Con la postmodernidad se pretende romper la idea de lo invariable, de lo
homogéneo, para dar paso a la pluralidad. Lo que se ha llamado “descentralización”
responde a la ruptura de la certeza y del centro, aniquilando la idea de progreso
teleológico de la filosofía moderna que implica la evolución universal y el avance hacia
un fin común. Linda Hutcheon escribe en su artículo "Decentering The Postmodern: The
Ex-Centric" (1989) cómo en esta nueva filosofía se cuestionan ciertos conceptos como:
"autonomy, universalization, center, continuity, teleology, closure, hierarchy,
homogeneity, uniqueness, origin" (57). Apunta Hutcheon que la crítica o el
cuestionamiento no implica su negación o destrucción, sino una revisión de los mismos.
Hay muchos aspectos en Mal de amores donde se puede ver esta descentralización como
un proceso de cuestionamiento, no de negación. Así sucede cuando Emilia habla con sus
padres sobre lo que podría haber después de la muerte y les explica toda la relación de
posibles destinos para el que muere: “Mi tía Milagros dice que uno se convierte en árbol,
Sol García dice que uno se va al cielo, la señorita Lagos dice que al infierno, en casa del
doctor Cuenca creen que los espíritus se quedan en el aire y ustedes dicen que quién
sabe” (68).
De igual manera, cuando se trata el tema lo histórico, se cuestiona la certeza de
las referencias frente a la subjetividad de quien escribe la historia. No se niega el mundo
narrado, sino que se descentraliza: "if one world exists, then all possible worlds exist:
40
historical plurality replaces atemporal eternal essence" (57). La homogeneización cultural
pierde su sentido dando voz a las minorías, entre ellas, la voz femenina. En Mal de
amores, la pérdida de importancia de esta voz universal se podría ver en la desestimación
en la que caen las enciclopedias del español Ignacio Cardenal, tradicionalmente vistas
como libros de referencia de verdades universales basadas en la razón, no encuentra a
quien vendérselas. El nuevo pensamiento postmoderno no niega la razón, que podría
verse en las enciclopedias de Cardenal, sin embargo no se limita a ella.
El pensamiento heterogéneo de Emilia puede verse en una de las cartas que esta
envía a sus padres donde les cuenta sobre su vida con Daniel y sus amistades. De todas
sus relaciones se puede inferir el pensamiento descentralizado que forma la
postmodernidad y cómo esta no se limita a lo científico y la razón que sugiere Ignacio
Cardenal sino que da también cabida a lo intuitivo y subjetivo de Refugio, un hombre
pobre que podía pronosticar el futuro:
Médicos y políticos, embajadores y cantantes, pintores y toreros,
todo lo extraordinario que esa ciudad quiso acercarles fue
amistando con ellos, aunque su intimidad solo la pernearon, en
serio, Refugio con sus premoniciones y Cardenal con su empeño
en la razón como primer y único métodos de análisis. (333)
Para dar voz a todos, el primer ejemplo de esa descentralización que se puede ver
en la novela es la figura del narrador. Este, aunque es omnisciente, no es el único que
tiene la palabra; el <yo> de la voz de los personajes hace que se produzca la
41
descentralización. La voz del narrador deja paso a la expresión de muchos de los
personajes que llenan la novela, como son las mujeres marginadas, los indígenas, los
pobres o los inconformes, entre otros. Incluso las cartas que Daniel le envía a Emilia
también descentran la voz del narrador que pasa de narrar en tercera persona como
narrador omnisciente a hacerlo en primera persona.
Otras son las descentralizaciones que se pueden ver en Mal de amores, como la
descentralización del feminismo (ya que no se registra una sola corriente feminista en la
novela) además del descentramiento del tiempo, del espacio, y de los personajes mismos,
aniquilando así la unicidad de un solo punto de vista.
3.2. La descentralización del feminismo: Las múltiples corrientes
Mal de amores no registra una sola corriente feminista, sino que es un compendio
de varias formas de entender el feminismo: el liberal, el marxista, el radical y el
postmoderno.
El feminismo liberal nace en el siglo XIX representado por Mary Wollstonecraft y
John Stuart Mill entre otros, tomando como base las ideas de libertad e igualdad de la
Revolución Francesa para la mujer, en cuanto a las oportunidades de trabajo, educación y
participación en el gobierno se refiere (Coria-Sánchez 27). Según esa postura crítica, la
mujer debe salir de casa y luchar contra las estructuras que la oprimen y la mantienen
enclaustrada en el hogar. En el siglo XX el discurso evoluciona en una lucha contra las
instituciones del matrimonio y la maternidad y las obligaciones que ambas presuponen
para la mujer frente a la sociedad patriarcal (Coria-Sánchez 27). Esta corriente liberal es
42
la que sigue el personaje de Helen Shell, la amiga americana de Emilia, totalmente
liberada de cualquier obligación asignada al sexo y disfrutando de su sexualidad sin
ninguna restricción. Tanto es así, que cada vez que aparece en la novela tiene un amor
diferente. Llama la atención que, al final de la narración, Helen aparece como la pareja de
Hogan, el cual le lleva muchos años de edad.
Helen Shell es un personaje anacrónico que responde más bien al modelo de
mujer consumista y liberal de finales del siglo XX. Su base es el individualismo y su
arma más preciada es su cuerpo, al que cuida como lo más preciado con todo tipo de
cremas que considera imprescindibles. Cuando Emilia se despide en Nueva York de ella,
Helen le compra tantos regalos que le triplican el equipaje, “entre los que se incluían un
maletín con instrumental médico, dos sombreros y varios potingues, a su entender
imprescindibles para viajar” (278). Según los regalos que Helen le hace a Emilia, se ve lo
que ella valora en una mujer, y esto es su carrera profesional y su estética.
Contrario al modelo anterior, otra corriente que aparece en la novela es el
feminismo marxista. Esta orientación sostiene que las diferencias de clase dentro de la
sociedad capitalista son las raíces de la opresión de la mujer. Dentro del sistema
capitalista, "la mujer provee futuros trabajadores, además de proporcionar ropa, comida,
una casa limpia y cómoda y apoyo emocional a los obreros del presente" (Tong 41-2).
Según Coria Sánchez, la liberación de la mujer podría lograrse únicamente con la
eliminación del sistema capitalista. Añade además que feministas como Evelyn Reed
apuntan hacia la opción del socialismo y la labor conjunta de hombres y mujeres para
43
conseguir el cambio (29). Esta corriente de colaboración mutua entre hombres y mujeres
está representada por Josefa Veytia, la madre de Emilia, en Mal de amores. En la novela,
Josefa representa a la mujer marxista quien, por voluntad propia, no rompe con el papel
tradicional de la mujer establecido por la sociedad patriarcal. Aunque nadie le impone ser
así, ella lo hace por un acuerdo con el hombre con el que vive, quien la complementa en
el trabajo y la respeta por su labor dentro del entorno familiar. Su matrimonio con Diego
Sauri funciona como una comunidad donde cada uno cumple una función diferente y
necesaria para el otro. Su padre muere cuando era una niña y su marido es totalmente
liberal y permisivo, por lo que se entiende que Josefa no ha sido expuesta a la coacción
masculina ni por su padre ni por su marido. Josefa se podría ver también como víctima de
una educación que la imposibilita para ver el mundo de otra manera, pero ante esta teoría
se contrapone la forma de vida de su hermana Milagros, quien parte de una educación
similar, y lleva una vida muy distinta. De ahí que aquí se lea la actitud de Josefa como
algo voluntario. Su marido nunca le impone un modelo patriarcal. De hecho, si la pareja
entra en conflicto suele ser por la tendencia de Josefa a educar a su hija con los modelos
patriarcales frente a la oposición de tal educación por parte de Diego, quien cree en la
igualdad de sexos y en una educación liberal. Esto se ve cuando Josefa pretende llevar a
Emilia a un colegio religioso de monjas, a lo que Diego se opone tajantemente porque,
según él, "ahí lo único que le enseñarían son rezos y de lo que se trata es de formar una
criatura que se entienda con las antinomias del mundo moderno" (Mastretta 58). Sin
embargo, Josefa acepta feliz su papel de mujer tradicional y se deja llevar por las
enseñanzas difundidas por la Iglesia. Con este pensamiento Josefa se autodiscrimina
44
voluntariamente. A diferencia de Milagros, Josefa no participa activamente en la vida
pública, quedándose al margen de las reuniones políticas a las que asisten tanto su
hermana como su marido, a pesar de que este la invitaba a participar en ellas. Así, cuando
va a presentar a su hija al grupo de contertulios en la casa del doctor Cuenca no se decide
a pasar a la sala donde están los hombres y es su hermana quien finalmente la presenta
por la falta de determinación de Josefa (Mastretta 34). También se alude a esa ausencia
de participación activa en la vida pública cuando el matrimonio Sauri habla de la falta de
acuerdo entre los noventa clubes antirreleccionistas que había en Puebla, a lo que Josefa
replica negándolo y su marido le contesta: "no me digas que no es cierto lo que
compruebo todos los días. Yo hablo con ellos, tú los lees" (Mastretta 110). Diego no le
niega su capacidad de análisis o nivel intelectual con ese comentario; lo que hace es
criticar la falsedad de la información difundida y denunciar el engaño en que se mantenía
a la población sobre el estado de la cuestión. Diego tampoco le niega la igualdad sexual a
su mujer. De hecho, participa con ella de igual a igual sin ningún tipo de tabú. En este
último punto se ve que Josefa no es absolutamente tradicional, ya que el disfrute de la
sexualidad femenina no estaba admitido socialmente en los tiempos que recoge la novela.
Josefa también se enfrenta y se enfada con Diego en algunas ocasiones, cosa que no
estaba bien visto por el modelo de mujer tradicional por excelencia, y, en muchas
ocasiones, no da su brazo a torcer hasta que no lo hace su marido. En definitiva, Josefa,
como feminista avant la lettre, decide llevar su vida como ella quiere, tomando los
modelos que más le interesan, aunque sean los tradicionales, sin permitir en ningún
45
momento que la figura del hombre la subyugue, sino que la mantenga en igualdad en una
comunidad creada por hombres y mujeres5.
Por su parte, el feminismo radical no cree que la opresión de la mujer tenga que
ver con el sistema capitalista sino con el sistema patriarcal. Se señalan el matrimonio y la
maternidad como dos maneras de opresión que convierten a la mujer en ente reproductor,
no productivo. Para las feministas radicales no basta la erradicación de las instituciones
legales y políticas para acabar con su opresión y subordinación, sino también, feministas
como Shulamite Firestone, proponen acabar con las instituciones sociales y culturales
como la familia y la iglesia, así como con el mundo académico (Coria 30). Milagros, la
tía de Emilia, es la encargada en la novela de romper con los valores institucionales
impuestos por la iglesia y la sociedad patriarcal. Este personaje representa a las
feministas más revolucionarias de aquel tiempo o a las llamadas "soldaderas"
intelectuales que se dedicaban a repartir propaganda, a trabajar como espías, a publicar
información subversiva y organizar mítines contra el poder, entre otras funciones.
Sobre el papel de las soldaderas, Shirlene Soto escribe en Emergence of the
Modern Mexican Woman (1990) que la mayoría de las mujeres que se unían a las tropas
eran o mestizas o indias que algunas veces participaban en el combate cargando a sus
propios hijos en sus espaldas. Otras soldaderas eran maestras que dejaban las clases para
unirse a las tropas o apoyarlas en lo que fuera necesario: luchaban, cocinaban, atendían a
los enfermos o cualquier otra cosa necesaria (43-5). Alicia Arrizón, en “Soldaderas and
the Staging of the Mexican Revolution” (1998), su trabajo sobre las Adelitas, que es como
46
comunmente se conocía a las soldaderas, demuestra que hubo soldaderas de todas las
clases sociales: "some upper class women fought not with guns but with words. These
aristocrats, rebelling against the ideals of their own social class, were important advocates
of an ideology of resistance and contributed to the development of revolutionary feminist
consciousness" (Arrizón 96). Dentro de este último grupo es donde se podría ubicar a
Milagros Veytia por su actividad revolucionaria y a Emilia por su labor médica en los
trenes y durante sus estancias en los pueblos de paso del campo de batalla. Emilia es el
ejemplo de la soldadera que acompañaba a su pareja al campo de batalla y que curaba a
los enfermos, aunque su labor en esta novela no sea tanto la de acompañar al hombre
como la de cumplir su propia función en el conflicto, siendo a la vez portavoz del papel
de una mujer moderna independiente.
El personaje de Milagros Veytia es muy complejo porque es con ella con quien se
participa en toda la actividad de movimientos feministas comprometidos políticamente
que hubo antes y durante la Revolución e incluso después de la misma, muchos de los
cuales eran antirreleccionistas y apoyaban a Madero. El nombre de este personaje puede
ser clarificador por lo que podría significar simbólicamente "Milagros". De hecho, todos
estos movimientos feministas lograron verdaderos "milagros" con su actividad incansable
durante esta fase de la historia mexicana. Fue tanta su participación política y
revolucionaria que, una vez acabada la Revolución, no se conformaron con volver a ser
consideradas como seres marginados de segunda clase, sino que siguieron luchando y
defendiendo su libertad conseguida y por conseguir. Según las propias palabras que
47
Mastretta pronunció en la entrevista que Bárbara Mújica y Jeffrey Crespi transcriben en
“Ángeles Mastretta: Women of Will in Love and War”:
people make revolutions to change things. Lots of times
revolutions change very little. But during a rovolutionary period,
people dare incredible things. They enjoy an enormous amount of
freedom. I can tell you that there's no way that during the forties
and fifties Mexican women had as much freedom as during the
twenties. (1)
Con la Revolución, las mujeres fueron incorporadas al mundo público
brutalmente, participando como correos, enfermeras, periodistas y transportistas, entre
otras funciones. Con esto, la Revolución presentó la oportunidad para experimentar
cambios sustanciales que llevaron, en 1917, a decretar la igualdad legal entre hombres y
mujeres, aunque todavía faltase mucho para que la teoría llevase a la praxis7.
Mal de amores recoge todo eso cuando se considera lo siguiente: en 1910
Francisco Madero incluye en su discurso el tema del valor cívico de la mujer. A partir de
ahí, diversas asociaciones feministas se unen a él e inician actividades antirreleccionistas.
Una de las asociaciones que apoyaron a Madero fue la llamada "Las Hijas de
Cuauhtémoc" presidida por Dolores Jiménez y Muro. En una ocasión, Ximénez y Muro
es hecha prisionera al descubrirse un complot de maderistas encabezado por ella (Siglo
XX… 4). Milagros, como Dolores Jiménez y Muro, organiza manifestaciones en favor de
Madero y reparte propaganda antirreleccionista activamente. En el capítulo XII de Mal de
48
amores, Emilia y Diego asisten a un mitin clandestino. No se dice dónde está Milagros,
pero al no encontrarse ni con ellos, ni con su hermana, la suponemos metida en el
engranaje del mitin que quizá ella misma habría organizado. Pocos días después Milagros
es encarcelada al igual que lo fue Jiménez y Muro (164).
Asimismo, Juana Belén Gutiérrez de Mendoza fue otra mujer activista muy
importante durante el período revolucionario. Hija de un emigrante y una madre muy
devota, compartió su infancia con una sola hermana. La muerte anticipada de su padre
dejó en la orfandad y en la miseria a la familia por lo que Juana comenzó a trabajar como
empleada doméstica (Lau Jaive 1). Esta infancia parece ser bastante similar a la de
Milagros y Josefa, y explicaría por qué Josefa es tan devota a diferencia de su hermana,
Milagros, quien rechaza la religión cristiana en defensa de los dioses de las culturas
indígenas y de la libertad que estos le ofrecen frente a las restricciones que la práctica
católica suponía para la mujer mexicana. Así, cuando nace Emilia, Josefa le pide que
haga sobre la niña el conjuro familiar basado en la creencia del Dios cristiano, pero
cuando acaba con este, Milagros bendice a la niña con su propio conjuro, donde no caben
las restricciones a la libertad: "...yo te deseo la locura, el valor, los anhelos, la
impaciencia. Te deseo la fortuna de los amores y el delirio de la soledad. Te deseo el
gusto por los cometas, por el agua y los hombres. Te deseo la inteligencia y el ingenio..."
(Mastretta 26). En el pasaje no se hace explícito el anticlericalismo de Milagros, aunque
se presupone, ya que "jamás pasaba de largo frente a la posibilidad de una batalla
ideológica acerca de Dios, las religiones, la fe, el absoluto y otros riesgos" (Mastretta 24).
49
Juana Belén Gutiérrez, por su parte, se declaró anticlerical y siempre estuvo en
contra del voto femenino ante el miedo a que las mujeres votaran influidas en su mayoría
por la iglesia católica (Lau Jaive 2). Hubo muchos intentos de conseguir el voto femenino
por parte de muchas organizaciones femeninas, pero este derecho no se conseguiría hasta
1953. Uno de estos intentos fue cuando en 1911 varios centenares de mujeres le
solicitaron al presidente interino Francisco León de la Barra su derecho a votar. Como
consecuencia, la organizadora Guadalupe Rojo, viuda de Alvarado, fue encarcelada
(Boletín 11). En ese hecho histórico se podría encontrar la explicación de que Josefa y
Milagros tuvieran expectativas de aparecer en las listas de los votantes: "Desde antes de
las elecciones ya estaba claro que serían un fraude. Ni Diego, ni Josefa, ni Milagros,
aparecieron en las listas que por ley se publicaban en los periódicos ocho días antes de las
votaciones primarias. Como ellos, muchos otros nunca recibieron las tarjetas que los
autorizarían a votar" (Mastretta 193).
Al mismo tiempo, Gutiérrez de Mendoza publicó el periódico revolucionario
Vésper, que fue clausurado una y otra vez sin que ella se cansara de conseguir fondos
para volverlo a publicar (Soto, Emergence... 23) Como ella, Milagros también escribe un
periódico clandestino en colaboración con Rivadeneira, su compañero sentimental:
"Josefa intuía que también trabajaban como mediadores entre los grupos revolucionarios
y los atrevidos que les vendían armas y monturas" (Mastretta 207). En este hecho
Milagros también puede estar recreando a Elisa Acuña Rossetti quien fundó el periódico
50
La Guillotina con la finalidad de activar la práctica revolucionaria, ya que los discursos
no parecían suficientes para evitar la reelección de Porfirio Díaz (Boletín 10).
Por otra parte, y en su lucha por la libertad y el amor libre, Juana Belén Gutiérrez
de Mendoza favoreció la unión sin enlace religioso entre Santiago Orozco, su hijo
adoptivo, y Laura Mendoza, su hija legítima (Lau Jaive 5). De la misma forma, Milagros
ayuda y apoya los amores de su sobrina y de su ahijado casados fuera de toda norma.
Otra de las mujeres de peso histórico con quien se podría asociar algunos de los
rasgos de Milagros es Elvia Carrillo Puerto, la primera mexicana que llegó a ser electa
diputada en Yucatán en 1923. A partir de 1909 trabajó activamente para la causa
antireleccionista yucateca. Conoce perfectamente el idioma maya y, como maestra,
conoce a fondo la sicología de los campesinos y sabe darse a querer. Por todo ello, fue
contratada para ser propagandista y mensajera y apoyó a Madero porque prometió la
repartición de las tierras a los campesinos indios (Lemaître 13). En la novela, no se dice
en qué trabaja Milagros, pero sí aparecen en el texto referencias a su conocimiento de la
cultura maya y a su contacto con los niños pobres de Puebla de los que se vale para
repartir propaganda (Mastretta 129).
En cuanto a la actividad política se refiere, puede que Mastretta haya
homenajeado también a Rosario Castellanos en su creación de Milagros, ya que se sabe
que, como el personaje hace en la novela, Rosario Castellanos utilizaba algunos
espectáculos y obras teatrales para difundir sus ideas, como medio de concienciación, en
torno a los problemas de las mujeres indígenas (Negrín 39). El personaje de Milagros
51
tiene un amplio conocimiento del mundo y cultura de los indígenas. Incluso, la vemos
vestida con el traje típico de la mujer indígena para dignificarla y mostrar su apoyo por la
causa.
Estas y muchas otras mujeres pueden fácilmente haber sido los modelos que
Ángeles Mastretta utilizó para crear un personaje tan complejo como el de la tía
Milagros. Unidas en ella, la novela encarna el espíritu de lucha y se da lugar al "milagro"
de la valoración de la mujer en el ámbito público. Pero el reconocimiento de los derechos
de la mujer en el maderismo fue sólo el principio. Habría que recorrer aún un largo
camino hasta conseguir la igualdad legal de sexos. Para el credo feminista que el
maderismo difundía, la mujer podía aspirar a la instrucción pero sin ambicionar
posiciones igualitarias frente al hombre, sin olvidar aquellas funciones para las que
estaban predeterminadas "por naturaleza" (Rivera Villegas 44). Esto explica el porqué del
constante enfado de Daniel quien, a pesar de que no le pone trabas a Emilia porque sabe
que Emilia no las aceptaría, no comprende que ella se dedique a sus enfermos o a su vida
profesional cuando él la requiere sólo para sí. Por eso, cuando una mañana Daniel se
despierta y Emilia no está a su lado, no entiende lo que está pasando y se enfada. Ante
este hecho, "la señora Consuelo le dijo que Emilia se había ido hacía dos horas a visitar
el hospital de la Cruz Roja. Daniel oyó esa información como un insulto y maldijo el
momento en que a ella le había dado por la medicina" (Mastretta 322). Frente a la actitud
de Daniel que no termina de aceptar a la mujer como igual a él, el doctor Zavalza será el
compañero comprensivo y colaborador del futuro, con quien Emilia compartirá sus
inquietudes profesionales y sentimentales.
52
Por otra parte, el feminismo postmoderno o francés, al cual se inscriben
feministas como Héléne Cixous, Luce Irigaray y Julia Kristeva, es una corriente cuyas
raíces se pueden encontrar en El segundo sexo (1949) de Simone De Beauvoir con su
idea de "lo otro", la cual describe a la mujer como marginal. "Con influencia directa de
sus compatriotas franceses Jacques Lacan y Jacques Derrida y sus métodos de
deconstrucción del último, Cixous, Irigaray y Kisteva, problematizan y deconstruyen el
lenguaje en un deseo por desmantelar los parámetros masculinos bajo los que ha sido
creado" (Coria-Sánchez 31). En Historical Dictionary of Feminism (1949), cuya segunda
edición ha sido llevada a cabo en 2004 por Janet K. Boles y Diane Long Hoeveler, se
recoge la definición de la postmodernidad aplicada al feminismo:
A contemporay intellectual movement [...] which rejects traditional
assumptions about truth and reality and emphasizes instead the
plurality, diversity, and multiplicity of women as distinct from
men, who are thought to be unitary and rational [...] One faction of
feminists is committed to the notion of poststructural analyses,
including deconstructionism. The purpose of the movement is to
unveil the layers of meaning society has attached to certain
misogynist beliefs in an effort to reveal the inner core of meanings
and make evident their inconsistencies. (262-3)
Este movimiento, en el cual se inscribe la novela Mal de amores, problematiza el
mundo simbólico de la mujer y del hombre y de las convenciones creadas en la sociedad
53
en general. Mastretta toma todos estos elementos y los deconstruye mediante el lenguaje
creando nuevos parámetros para liberar a la mujer del lenguaje falocéntrico que la
oprime.
Como modelo de mujer postmoderna, Mastretta crea a Emilia con sus múltiples
facetas, además de su intelectualidad y la descentralización de su vida amorosa repartida
entre Daniel y el doctor Zavalza. El personaje de Emilia enlaza en la novela los años de la
Revolución con los tiempos posteriores. Durante la Revolución, algo menos involucrada
políticamente que su tía, Emilia acompaña durante un tiempo a Daniel en la lucha como
soldadera. Con ella, el lector sale de Puebla para adentrarse en la realidad de los campos
de batalla y en la realidad de sus mujeres. Las soldaderas que trabajaban de sol a sol,
como Dolores Cienfuegos, dan constancia de su penoso trabajo y de su pobreza a través
de los ojos de Emilia. El trato machista que reciben las hace víctimas del abandono
cíclico de sus hombres. Pero Emilia no siente que ella pueda conformarse con cumplir la
misma función de estas mujeres. Además, ella no soporta que Daniel la abandone cada
vez que se encuentran. Emilia, a diferencia de las soldaderas que vivían al servicio de los
revolucinarios, quiere luchar por el rumbo de su propia vida, no el de Daniel, "no podía
convertirse en soldadera, ella también tenía quehaceres y destino, había hecho bien en ir a
buscarlos" (Mastretta 323). Emilia colabora con la Revolución ofreciendo sus
conocimientos de medicina pero, en realidad, a nivel personal, el tiempo que pasa con
Daniel entre los revolucionarios no lo dedica a estar al servicio de los deseos de él. En
vez de eso, Emilia pone en práctica sus conocimientos médicos y la complementación de
estos con la medicina alternativa que le enseña Teodora en el tren de los revolucionarios.
54
Teodora es una mujer indígena que alivia el dolor con sus manos sin utilizar ningún otro
recurso. Esta mujer es lo que hasta hoy se llama en México “huesera”, que es una práctica
como la de los quiroprácticos modernos y es parte de una medicina popular.
Durante todo el libro asistimos a las distintas fases de la educación de Emilia,
cuyo nombre ya la había determinado para ser una mujer educada al ponérselo su padre
en honor a la novela de educación Emilio (1962) de Jean Jacques Rousseau. Ella, a
diferencia de Daniel que va a colegios y universidades para obtener estudios formales,
aprende de aquellos amigos que la rodean y de su propio padre hasta alcanzar una
educación envidiable. De su padre aprende el arte de las hierbas medicinales y el inglés;
del doctor Cuenca, del doctor Zavalza y de Hogan en EEUU aprende la medicina
científica, de Teodora aprende la acupuntura y el poder del tacto y de don Refugio la
importancia de la dimensión sicológica de los enfermos. Hasta que, por fin, Emilia va a la
Universidad y oficializa su educación. Así, cuando vuelve a Puebla después de haber
dejado que Daniel se marchara a España huyendo de sus enemigos, Emilia retoma su vida
y sus estudios: “Dócil y generosa, la vida se dispuso a ofrecerse como un riesgo menos
drástico pero más audaz. Emilia fue a la universidad y pidió exámenes en busca de una
constancia formal. Volvió a trabajar con Zavalza en el hospital nacido en los tiempos de
calma y promesas anteriores a su última partida” (344-5).
Este dato es importante porque gracias a la lucha de los distintos grupos
feministas se había conseguido que Madero organizase en 1910 la Universidad Nacional
con catorce mujeres por cada cien graduados (Boletín... 10). No se especifica si Emilia va
55
a la universidad a regularizar sus estudios en México o en los Estados Unidos, pero por el
contexto se puede entender que es en México. De manera que Emilia, históricamente
hablando, hace honor al grupo de las primeras universitarias mexicanas.
En cuanto a la actitud ante la vida fuera de lo profesional, Emilia aprende de su
madre el gusto por la estabilidad y la familia y, de su tía, la búsqueda de la libertad.
Como un compendio de las dos actitudes, Emilia encuentra el punto medio y el
equilibrio, en contacto con sus dos amigas, Sol y Helen Shell quienes, como apunta Eva
Núñez-Méndez, constituyen los extremos de la libertad, convertida en libertinaje, y la
falta de ella (120).
Si Josefa representa al feminismo comunista y Milagros al radical, de una mezcla
de las dos y en contacto con el feminismo liberal de Helen surgirá una nueva mujer con
una filosofía mixta. Esa variante feminista, personificada en Emilia, ha sido llamada
'feminismo socialista' 8.
Así, a diferencia de Helen Shell y su feminismo liberal que se corresponde con el
individualismo que se deriva del capitalismo y que tiene por objetivo su propio disfrute;
Emilia se identifica más con el feminismo socialista llevando una vida con objetivos
propios, no del todo comunitarios, pero sirviendo a la comunidad. Emilia tiene contacto
con el feminismo liberal en Nueva York pero no llega a identificarse con él o con la
forma de vida de su amiga americana Helen Shell y vuelve a México ante la llamada de
su tía, la voz del feminismo radical, quien le pide que vaya en busca de Daniel, el
representante del comunismo. De tal manera que Emilia deja la compañía y la comodidad
56
del mundo de su amiga para enfrentarse a la búsqueda del otro, dejando a un lado su
individualidad, aún sin renunciar a ella y en búsqueda de otros ideales. De nuevo, Emilia
sigue el destino de Daniel, pero cuando lo encuentra, retoma el suyo propio.
Emilia sería el sueño de las feministas de la Revolución. Ella encarna la mujer
emancipada, trabajadora y libre de los sueños de las mujeres que luchaban por sus
derechos durante aquel período histórico, y que aún hoy tienen que seguir luchando. En la
entrevista que Bárbara Mújica le hace a Ángeles Mastretta se reproduce esta misma idea,
donde la autora declara que, a diferencia de otros personajes inspirados en la realidad,
Emilia constituye una fantasía para ella: "sometimes people say to me, 'I think that Emilia
is too perfect,' and I say, 'Yes, she is too perfect because she's a dream'" (Mujica 3).
Emilia es una mujer que ha superado a la mujer tradicional que se sentía portadora
de un deber social y moral inalterable en su relación de servidumbre hacia el hombre, y
que ha aprendido de la mujer luchadora que le abrió el camino hacia la libertad, la
búsqueda de independencia y autonomía. Como consecuencia, Emilia tiene la suerte de
poder decidir por sí misma tanto su camino en la vida como sus circunstancias. Este
personaje constituye el ejemplo de la superación de obstáculos y el prototipo de la mujer
ideal que disfruta de las mismas oportunidades que el hombre para realizarse
laboralmente y para disfrutar de su libertad sexual. A diferencia de las primeras
feministas radicales representadas en su tía Milagros, que no se casa por no depender de
un hombre y que tiene que luchar por todas esas libertades que no pudo disfrutar, Emilia
tiene su futuro por delante y no necesita luchar con ideas extremistas. Ella puede elegir
57
casarse o no, o incluso ser bígama, lo que aún hoy se supondría difícil de aceptar. Emilia
tiene la oportunidad de formarse profesionalmente, puede viajar sola al extranjero sin
estar custodiada por ningún hombre, es dueña de decidir si quiere tener relaciones
sexuales o no sin necesidad de casarse formalmente, elige cuándo quiere tener sus hijos y
con quién, y todo lo demás está al alcance de su mano. Mastretta, como su personaje
Diego Sauri, "encontraba a Emilia tan perfecta y adorable como el futuro que tanto le
gustaba predecir" (Mastretta 90). A pesar de todo, todavía queda un largo camino por
recorrer hasta llegar a lograr estas libertades para todas las mujeres mexicanas.
Como se ha visto, hay una feminización en el discurso de Mal de amores. En ella
se presentan distintos puntos de vista según la vida de mujeres con formas de pensar y de
vida muy diferentes. Asimismo, destaca que la mayoría de los hombres que conviven con
estas mujeres no ejercen ninguna autoridad sobre ellas. En Mal de amores hombres y
mujeres comparten su vida al mismo nivel y se ayudan mutuamente, descentralizando el
discurso de la sociedad patriarcal. Con ello, Ángeles Mastretta problematiza y
descentraliza el discurso masculino con que tradicionalmente se ha escrito sobre la
Revolución Mexicana y sobre la cultura patriarcal y la deconstruye para crear otro mundo
donde las tres mujeres más importantes de la novela, Josefa, Milagros y Emilia, viven en
armonía entre ellas y con los hombres con quienes comparten la vida. Estos personajes
femeninos tienen la opción libre de ser como son y de optar por diferentes filosofías de
vida, sean tradicionales o revolucionarias, sin sentirse discriminadas ni por su género ni
por sus ideas.
58
3.3. La descentralización del tiempo
Como ya se ha visto en la interpretación simbólica de la Revolución Mexicana en
el apartado 2.3, en el mundo creado por Mastretta, el pasado y el presente se entrelazan
como una sola realidad. Desde el punto de vista político, tanto el momento histórico
narrado como el tiempo en el que se escribió Mal de amores, se aboga por la
antirreelección del poder imperante. Desde el punto de vista del feminismo, Emilia
conoce durante los años de la guerra tanto a soldaderas campesinas sin ningún tipo de
derechos como a su amiga neoyorquina, Helen Shell, cuya emancipación y libertad
sexual sorprende aún hoy en día. Ambos casos extremos se siguen encontrando en la
sociedad actual. Mastretta alza su voz de protesta contra situaciones injustas que aún
persisten y que continuarán en el futuro si no se hace nada para cambiarlas. Así, además
de dejar constancia de la actividad bélica y la aportación social femenina en los tiempos
pasados, la narradora hace una reflexión de la situación en la que sufren intemporalmente
muchas mujeres sometidas al poder patriarcal. En algunas ocasiones ese discurso puede
ser una denuncia del sometimiento que en los contextos rurales no ha cambiado mucho
desde los tiempos narrados hasta el presente, bien en contra de la pobreza y la
desprotección de las mujeres indígenas, o de la presunción del hombre de que la mujer
tiene que estar a su servicio no importa la clase a la pertenezca. Así lo cree el personaje
de Daniel, que vive su vida sin contar con la opinión de Emilia y espera que ella esté
siempre a su disposición.
59
Al reflexionar sobre la sexualidad, la mujer no parece tener ni voz ni voto ni
siquiera sobre su propio cuerpo. En Mal de amores se apuesta por la libertad de elección
y experimentación sexual de la mujer, tema sobre el que se escribió mucho en el
movimiento feminista de los años setenta y ochenta. Véanse como ejemplo las obras
donde se habla de la homosexualidad, como las de la escritora Sara Levy Calderón, en su
novela Dos mujeres (1990), o Ethel Krauze, en Mujeres en Nueva York (1993). Mastretta
también atisba esta libertad sexual de los últimos tiempos cuando en la novela se ve a
Josefa creyendo que su hija se está besando con otra mujer que no era sino Daniel
disfrazado:
—Están besándose— dijo la voz de Josefa descompuesta.
—Lógico— dijo Diego.
—¿Eso también será normal en el siglo XX?—. Me voy a tener
que morir, yo no tengo sitio en este siglo. (125)
En los años noventa, las revistas Debate feminista y Fem9 presentan el diálogo
sobre la heterogeneidad de las tendencias sexuales y la apertura a la expresión de la
sexualidad femenina. No hay que olvidar, de todos modos, que ya había habido escritoras
anteriormente como la chilena María Luisa Bombal con su novela La última niebla
(1935), establece un hito en lo que se refiere a la expresión de una faceta sexual de la
mujer.
Por otra parte, el presente y el pasado están conectados en Mal de amores y al
mezclarlos se puede ver cómo la mujer del presente es fruto y consecuencia de estar
60
ligada a ese pasado que la ha precedido. Todo se interrelaciona y a veces parece que el
pasado vuelve de una manera cíclica. Igualmente lo concibe Mastretta en El mundo
iluminado cuando habla de sus investigaciones para escribir Mal de amores y cómo le
hicieron reflexionar sobre el tiempo actual: "Obtuve [...] del presente que se nos fue
imponiendo, materia de reflexión y anécdotas para temblar por un pasado que a veces
parece de regreso" (37).
Pero Mastretta no solamente habla del pasado y del presente. La reflexión de los
tiempos actuales lleva a una visualización del futuro, de tal manera que pasado, presente
y futuro se entrelazan. Sobre esto Beatriz Sarlo, en Scenes from Postmodern Life (2001),
interconecta los tres tiempos y ve el futuro como fruto del pasado y del presente, y el
presente como responsable de las tareas inconclusas del pasado que esperan ser resueltas:
"[n]obody is free of responsibility, and responsibility is not simply a matter of future
actions. We are as responsible for the past as we are for the future because, as Walter
Benjamin pointed out, the past is the site of unfinished tasks and injustices that still need
compensation" (159). Constantemente, pasado, presente y futuro se entrelazan
cíclicamente.
Este desarrollo cíclico del tiempo está también expresado a través de la estructura
temporal de Mal de amores. La novela está marcada por los conceptos de la circularidad
y de la dualidad de forma consciente para romper la linealidad y el centro del relato. Para
ejemplificar esta idea se pueden tomar los primeros capítulos de la novela. En el primero
ya se ve la referencia al tiempo al ubicar a los personajes en un momento histórico
61
concreto en el que se muestran las relaciones entre España y México. La dualidad
consiste en ver la historia oficial en la cual España estaba totalmente desligada de México
y pendiente de sus propios avatares políticos después de la Guerra de la Independencia, y
la intrahistoria, en la que se muestran los vínculos familiares que unían a los dos países.
La circularidad se muestra a través de dos vías: la narración del contenido
histórico referente a la alternancia de los monárquicos y republicanos en el poder10 y la
intrahistoria de los personajes, donde la salida de Diego Sauri de México al principio del
capítulo hacia tierras europeas y su vuelta y establecimiento años después en México
cierra la circularidad paralela en los dos niveles.
No por coincidencia, el primer capítulo acaba cronológicamente en 1874, año en
que Josefa y Diego se casan y los españoles proclamaron rey a Alfonso XII. Mastretta
pone al mismo nivel de importancia los eventos de la historia cotidiana con los de la
historia oficial, descentralizando así la importancia de los eventos y el punto de vista.
También en ese año estaba ya en el poder Porfirio Díaz en México desde la muerte de
Juárez dos años antes.
Esta descentralización no acaba con la linealidad temporal que siempre se respeta
aunque sea interrumpida por el método del flash back. De hecho, el segundo capítulo
comienza al principio del matrimonio de la pareja, continuando con la linealidad del
primer capítulo. Después de un tiempo corto, que podría ser de unos dos años, por lo que
se podría situar la acción en 1876, la pareja comienza a cuestionarse la falta de hijos. La
dualidad del segundo capítulo tiene que ver de nuevo con el contraste entre la historia
62
oficial, que aunque no se cuenta, se da por sabida, y la historia de la pareja. En 1876
Porfirio Díaz fue proclamado presidente de la República mediante votación. Una vez en
el poder hizo cambios constitucionales a su favor y se consolidó la dictadura, del
Porfiriato, que duró hasta 1911. La alusión al ámbito internacional del primer capítulo
desaparece en el segundo, muestra del encerramiento dictatorial.
Por otra parte, la búsqueda y esperanza del hijo de la pareja, que coincide con el
principio de la dictadura de Porfirio Díaz, se sitúa a la par con la esperanza de cambios y
mejoras que el pueblo necesitaba y esperaba del régimen. Durante el porfiriato las
circunstancias fueron desastrosas para los más necesitados y sólo mejoró la situación de
los privilegiados y latifundistas, empobreciéndose cada vez más el país. De la misma
manera, el matrimonio de Josefa y Diego es simbólicamente estéril hasta casi veinte años
después de estar casados, en 1892. Sin embargo, cuando Emilia es engendrada, surge en
México el espíritu revolucionario que hace concebir a una nueva generación representada
por esta niña. Ante el desencanto y la precaria situación de los más pobres en México,
junto a la falta de libertad política y la represión de los intelectuales, surge el germen de
una nueva esperanza de libertad. Josefa y Diego conversan sobre la represión sufrida y el
surgimiento del inconformismo y cómo Diego va inculcando en su hija, la nueva
generación, el espíritu inconformista por las injusticias de la dictadura:
— [...] Cuando cerraron El Demócrata, le repetiste durante una
semana los nombres de los redactores encarcelados.
— Sirvió que se lo contara −dijo Diego Sauri. Y luego
dirigiéndose a la niña:
63
—Por fin se le grabó a tu madre una arbitrariedad del gobierno.
—Las sé todas. Pero no te fomento la ira porque no quiero que te
encierren también a ti.
—¿A mí por qué? —preguntó Diego.
—¿Quieres que te lo diga?
—No—. El señor Sauri se pasó el dedo sobre el bigote rojizo que
se había dejado crecer para celebrar la llegada de su hija.
Ambos sabían, aunque lo hablaban poco, que Josefa tenía razón.
Hacía más de tres años que en la botica habían empezado a
reunirse todos aquellos que por motivos justificados, viejos
anhelos democráticos o pura vocación conspirativa, tenían algo en
contra del gobierno. (27)
La circularidad en este capítulo está en los dos planos, en el personal y en el
político y va de la euforia del principio del Porfiriato y del "escandalo de la vida" (11) del
que fueron presos Josefa y Diego, al desencanto por la falta de mejoras o la falta de hijos
de la pareja, para acabar con la nueva euforia producida por el nacimiento de la hija y del
nuevo espíritu revolucionario.
En el tercer capítulo se comienza presentando al doctor Cuenca ubicándolo en
1893, aunque se retrocede al pasado en numerosas ocasiones y acaba el capítulo
volviendo al punto temporal inicial corroborando la circularidad antes mencionada. Las
escenas que aparecen diseminadas, aunque están conectadas, parecen haber sido
64
fotografiadas por una cámara en distintos momentos e insertadas en el capítulo para
explicar la vida del doctor Cuenca. A través de ellas se ven dos situaciones: su relación
con la familia de Emilia y su contribución a la inminente Revolución. Además, estas
escenas sirven para presentar al personaje de Daniel y ver en acción a Milagros. El doctor
Cuenca, valga aclarar, es el padre de Daniel y Salvador y tratará a Emilia como a la hija
que nunca tuvo. En este capítulo se ve el surgimiento de la nueva generación de niños
que años después llevarán la Revolución a la práctica al haber sido educados en las ideas
revolucionarias contra el Porfiriato compartidas en las reuniones de la casa del doctor
Cuenca. Este tercer capítulo es rico también en retórica, ya que Mastretta nos repite
constantemente la referencia al número dos en su contenido o en la expresión de dualidad
mediante dilogías en la doble adjetivación o complementación de los textos descriptivos.
Tómese como ejemplo el siguiente párrafo:
Jacobo Esparza, su compañero de estudios, fue también su
compañero de armas. La primera vez que Octavio Cuenca lo
acompañó a su casa, descubrió los labios brillantes y la implacable
lengua de su hermana menor. María Esparza tenía entonces dos
años y se había dado una de las muchas libertades domésticas que
se dio en la vida: estaba en mitad del corredor, entre los helechos y
los geranios, chupando una paleta roja, sentada en una bacinica.
Casi dos décadas después, tras muchos estudios y varias guerras,
creyendo que sabía todo del amor y sus trasiegos, Octavio Cuenca
65
volvió a encontrarse con ella entre las plantas de la sala inmutable.
(31)
La dualidad es constante en la novela y es parte de la descentralización
postmoderna que la narradora persigue. En esta cita se habla de dos amigos, compañeros
de estudios, de las dos primeras veces en las que el doctor Cuenca vio a la que sería su
esposa y de las dos décadas que las distancian, desde que María Esparza tiene dos años
hasta que ella tiene aproximadamente veintidós.
Por otra parte, en este capítulo se establece un paralelismo entre el doctor Cuenca
y su hijo. Del padre de Daniel se nos cuenta cómo fue uno de los médicos del ejército
juarista. En 1871 Porfirio Díaz se levantó en armas contra el presidente Benito Juárez, de
lo que se deduce que el doctor Cuenca participa en tal levantamiento en contra de Porfirio
Díaz. También, en este capítulo se narra cómo conoce a su mujer, lo cual es importante
en cuanto al paralelismo que se establece con su hijo menor: Daniel será el responsable
de luchar para acabar con el poder de Díaz, al igual que había hecho el padre. También se
ve a Daniel, como antes se había visto a su padre cuando conoció a la que sería su mujer,
comenzando su relación con la que será el amor de su vida, Emilia.
Tras estos paralelismos entre el doctor Cuenca y su hijo, se describirán los
encuentros y desencuentros amorosos de Josefa y Diego; encuentros y desencuentros que
se reproducirán con mayor profundidad a lo largo de toda la novela en la pareja de Daniel
y Emilia y que tendrán una lectura simbólica comparada a la disociación política del
movimiento revolucionario. Ante el fracaso del comunismo revolucionario, se opta por
66
una política liberal más individualista. Así, Emilia se desliga, aunque no del todo, de los
ideales comunitarios revolucionarios para optar por una nueva visión más individualista
pero no por ello menos comprometida. Emilia se situará entre dos hombres, entre el que
representa el liberalismo del futuro mexicano y el que encarna al comunismo del pasado
para engendrar nuevas generaciones de rasgos mixtos, ante las cuales se repetirán las
mismas preguntas sin respuesta.
Todas estas repeticiones que se dan de generación a generación muestra la falta de
progreso del que tanto hablaban los modernos. Mal de amores recuerda que en la
postmodernidad no hay un fin teleológico, sino una reproducción cíclica de situaciones
muy parecidas que quedan abiertas y sin resolver.
67
3.4. La descentralización del espacio
La descentralización de los espacios se percibe en Mal de amores en varios
niveles, internacional y nacionalmente. En el ámbito internacional se muestra un paralelo
entre las relaciones de México con España y Estados Unidos. México ya no depende de
España como en el pasado, sino que está más ligado con Estados Unidos. Esto se muestra
cuando Emilia decide ir a estudiar a Nueva York11. Este contacto con el exterior no es
arbitrario. Mastretta simbólicamente representa cómo Estados Unidos se fueron metiendo
económica e institucionalmente en la vida de los mexicanos. De hecho, no es sólo Emilia
la que va a los Estados Unidos, sino que Daniel, Sol y su marido, y el poeta Rivadeneira
también se desplazan hasta allí en alguna ocasión. Sin embargo, nadie piensa en ir a
España, aunque al principio de la novela resultaba una presencia constante por los viajes
de Diego y el tío de Josefa. Además, y Diego se pasa horas soñando con sus viajes del
pasado e intentando crear en Emilia el deseo de viajar a los mismos lugares donde él
estuvo. Esto puede mostrar el cambio de relaciones históricas y políticas entre España y
Estados Unidos con México.
En este punto se podría nombrar de nuevo la presencia de Ignacio Cardenal. Este
personaje que ha venido de España se siente totalmente ignorado en México (328). Con
él, resulta evidente que los vínculos con España dejan de tener importancia para centrarse
más en las relaciones que muchos de los personajes desarrollan con los Estados Unidos.
Incluso Diego, aunque nunca llega a ir a Estados Unidos y en su juventud vive en Europa,
68
el único amigo en el extranjero con el que mantiene contacto epistolar es el americano
Hogan.
A nivel nacional, el tren es el medio de transporte en movimiento que constituye
otro espacio muy importante a considerar en la novela de Mastretta, bien por lo que
representa en cuanto a la relación con Estados Unidos u otras grandes potencias, o bien
en cuanto a cómo cambió la vida de los mexicanos con su rápida instalación.
La construcción del engranaje ferroviario a lo largo y ancho de México estuvo
financiada por el gobierno de Inglaterra y el de los Estados Unidos. De hecho, los
intereses de ambas potencias influyeron mucho en el desarrollo de lo que fue la
Revolución Mexicana. John Skirius escribe sobre el apoyo económico de estas dos
potencias y de su competencia por el dominio de las redes ferroviarias mexicanas:
Rivalry between European and US interests in Mexico, as well as
internal discord in the US business community there, was a
considerable factor in the political instability of revolutionary
Mexico during 1911-1914. If the percentage of total US
investments in Mexico in oil was initially small, it played and
inordinate role in the political and military disputes, because the
players were aware of the much higher stakes in the future with
vastly increased oil production in the explored lands of
northeastern Mexico. (Skirius 51)
69
Estas potencias construyeron el tren mirando al futuro alrededor del negocio de la
compra y venta del petróleo, pero también pensaban en la guerra como fuente de
ingresos. Si en un principio la aportación económica de Estados Unidos para construir el
ferrocarril no fue muy cuantiosa, poco a poco sus inversiones fueron acrecentándose
hasta llegar a tener mucho poder político en México: "There is evidence of limited
logistical support by the US government in May 1911 for the Madero revolution, and of
financial support by US railroad and oil magnate Henry Clay Rierce" (Skirius 25).
A partir del comienzo de la Revolución, la búsqueda de alianzas de Estados
Unidos con los líderes de los gobiernos provisionales fue una constante para negociar
sobre asuntos de materia militar, el suministro de armas y el avituallamiento en general.
El control de las vías del tren fue crucial en el desarrollo de la Revolución. La
guerra se convirtió en un juego de intereses foráneos que en nada ayudaban a los
mexicanos revolucionarios. Debido a estos negocios, la lucha se alargó sin sentido para
mantener productivas las inversiones extranjeras hasta que México quedó totalmente
devastado y arruinado
Pero ¿qué significa tomar el tren? El hecho de subirse al tren, es decir, de asumir
las políticas de Estados Unidos, conlleva un cambio en la esencia del pueblo mexicano
por la influencia del individualismo de las políticas liberales de los Estados Unidos. Los
personajes se sitúan en un espacio lleno de gente sin ninguna comodidad. Jean Chevalier,
en A Dictionary of Symbols (1994) escribe que "difficulties in boarding a crowded train
show the dreamer's difficulties in becoming part of social living because he or she is too
70
individualistic" (Chevalier 1024). El doloroso e incómodo individualismo impera y
olvidándose del origen comunitario de la Revolución, cada uno busca aprovechar las
oportunidades posibles para hacerse de un lugar en la sociedad. Así, Emilia comienza a
tomar conciencia de sí misma en su relación con Daniel tras haber subido al tren
revolucionario hasta el punto que lo deja ir para poder ella seguir su propio camino. El
cambio de mentalidad, sin embargo, no está visto de forma negativa en la novela de
Mastretta. El ideal revolucionario comunista mantenía a la mujer al servicio del hombre y
el nuevo individualismo le permite realizarse y seguir ayudando a su comunidad sin
necesidad de servir al hombre. Con esta mentalidad, Emilia recorre el tren intentando
ayudar en lo posible a todos los enfermos y necesitados. Daniel, mientras tanto, no
participa activamente en el tren, se deja llevar esperando a Emilia sin poder hacer nada.
Este tren es un espacio lleno de una miseria extrema que aventuraba el fin de la
Revolución y de su ideología. El polvo, entendido como muerte y destrucción, según se
menciona en el diccionario de símbolos de Chevalier (321) podría leerse en Mal de
amores como el fracaso de la Revolución.
Quién sabe qué era peor, si los días plagados de imágenes o las
noches en movimiento oscuro, las noches de presagio,
amontonados como bultos rodando entre bultos al paso que
marcaba el cansancio del tren desvencijado y polvoriento en que
viajaban. (298)
71
Daniel, como representante del ideal revolucionario, se deja llevar por el tren de
los acontecimientos y se convierte con el tiempo en un ser egoísta e individualista. Los
cambios en el conflicto hacen que se vea acorralado por la traición, al igual que le pasó a
Pancho Villa o a Emiliano Zapata, hasta el punto de tener que huir a Europa. La huida de
Daniel como la pérdida de los ideales revolucionarios es otro símbolo del fracaso
definitivo de la Revolución caracterizada históricamente por la traición. ¿Cuáles son
entonces los nuevos ideales o la nueva forma de entender la vida? Las relaciones que se
perciben en el interior del tren podrían representar los nuevos valores de la filosofía
postmoderna que comienza con los tiempos posrevolucionarios. La globalización o la
mezcla de culturas se ve en el encuentro de mexicanos de todos los puntos del país. Hasta
antes de la venida del tren, el sur y el norte de México tenían muchas diferencias
culturales entre sí. Con la instalación del tren, el país se unificó al desplazarse y
mezclarse su gente, el tren se convirtió en una importantísima vía de comunicación. El
hacinamiento del tren podría verse como la nueva forma de vivir en las ciudades
contemporáneas postmodernas donde el espacio está sucio, es muy limitado e impera el
individualismo y la falta de compromiso con los demás.
Había quienes prendían lumbre para echar tortillas dentro del
vagón, utilizando los restos de terciopelo roto que aun quedaba en
alguno de los escasos asientos, quienes orinaban en las esquinas o
desde las ventanas, quienes dormían medio encuerados, maldecían
a sus parejas o se les iban encima sin interesarse en lo más mínimo
por la opinión de los otros viajeros. (299)
72
La urgencia de vivir el presente como si el futuro no existiera, con el miedo a
morir en cualquier instante, también responde a la filosofía postmoderna. La vida de
Emilia en el tren se adapta a esta filosofía inevitablemente:
Al principio, Emilia se había empeñado en mantener en alto las
dotes civilizatorias que con tanto cuidado habían puesto en ella sus
padres, pero con el tiempo aprendió a guiarse como los otros
pasajeros, según sus necesidades se lo pedían. Incluso se hizo al
animo de esperar a la oscuridad de la media noche para levantar su
falda y cobijar a Daniel bajo ella, en un juego que sobre la certeza
de la muerte, revaluaba la vida en la trabazón de sus cuerpos. (299)
Esta filosofía de aprovechar el presente porque el futuro pueda no existir y que
tanto recuerda al carpe diem renacentista, la aplica Emilia durante el resto de su vida a
partir de esta experiencia del tren y de vértigo hacia la muerte. Esta desesperación por
disfrutar del presente se ve tiempo después en uno de los encuentros que Emilia tiene con
Daniel en los Estados Unidos: Ella había ido a los Estados Unidos para asistir a unas
conferencias, pero en vez de eso, se va con Daniel. El doctor Hogan, el profesor que
Emilia había tenido en Estados Unidos, amigo, a su vez, de Diego Sauri, le recrimina que
se esté perdiendo una colección de descubrimientos. El diálogo se desarrolla como sigue:
—¿Te hace promesas? —preguntó Hogan deslumbrado con la luz
de su cara.
—Es una promesa —contesto Emilia.
73
—¿De qué? —pregunto Hogan.
—De presente —dijo Emilia al besarlo para despedirse. (366)
Por otra parte, una vez acabada la guerra mantenida políticamente por los
revolucionarios y simbólicamente por Emilia y Daniel, tanto el país como el personaje
central entran en un proceso de paz personalizado en la relación que esta mantiene con el
doctor Zavalza. Los atisbos revolucionarios producidos por las idas y venidas de Daniel y
su posible herencia en las nuevas generaciones podrían desestabilizar esa paz
esporádicamente, pero eso es muy difícil de saber, porque no se dice en la novela. La
narradora no se detiene a desarrollar cómo es la relación de la pareja dentro del
matrimonio con Zavalza, como tampoco la sociedad ve la relación que Emilia tiene con
Daniel. De la misma manera, tampoco se ven históricamente las intervenciones de los
revolucionarios que se mantienen en secreto. Quizá algunos de los hijos de Emilia sean
de Daniel, como él intuye, cuyo espíritu revolucionario puede haber apadrinado
simbólicamente rebeliones como las de Chiapas en tiempos posteriores a los narrados.
Pasando del concepto de lo nacional mexicano a una ciudad particular como es
Puebla, uno se puede preguntar el porqué la autora eligió una ciudad como esta, que se
caracteriza por un extremo conservadurismo, para crear el contexto de una mujer
emancipada como lo es el personaje de Emilia. Claramente Mastretta se guía por mostrar
aquello que conoce, puesto que ella misma es poblana, sin embargo quizás Europa o
Estados Unidos con ciudades como París o Nueva York hubiesen sido, aparentemente y
por el desarrollo histórico de los derechos de la mujer, escenarios más ejemplificadores
74
del desarrollo de los derechos de la mujer. Sin embargo, Mastretta elige un país y un
tiempo marginal en cuanto a estos derechos: escoge una ciudad tradicional e histórica del
interior de México y un tiempo caracterizado culturalmente por un fuerte machismo, los
años de la Revolución Mexicana. La propia familia de Emilia, como liberal, es marginal
en su tierra y no se puede considerar como la representante de la opinión general. Entre
otras cosas, políticamente, los Sauri participan de forma activa contra el gobierno
apoyando una política de izquierdas perseguida y castigada durante el régimen de Porfirio
Díaz. Además, en lo referente al comportamiento social de esta familia, los padres de
Emilia también son considerados diferentes en su medio por la educación que le ofrecen a
su hija:
—Tienen razón mis amigas— dijo Josefa—. La estamos haciendo
una niña rara.
—Pobre criatura si la dejamos ser como las demás — dijo Diego.
—Soy como las demás. Solo que ustedes son más raros que otros
padres. (69)
Precisamente, esa marginalidad de la familia Sauri es una prueba de que Puebla
no es una ciudad homogénea, no hay en la narración una versión central de lo que
significa ser poblano, sino la imagen descentralizada de diferentes círculos sociales de
una misma comunidad. Así, cuando el hermano de Daniel, Salvador Cuenca, le pregunta
a Sol que dónde vive extrañado de no haberla visto nunca, ella le contesta que ella vive
en otra Puebla (94).
75
La misma ciudad está visto desde distintos puntos de vista y, como dice Beatriz
Sarlo, en la postmodernidad la realidad se percibe desde distintos ángulos como si
estuviera grabada por cámaras colocadas en diferentes lugares (78). Así, tenemos el
mundo de la clase alta, representado por la familia de Sol, el mundo de la clase media en
cuyo entorno se mueve la familia Sauri y la pobreza de la clase baja contra la que
Milagros lucha y con la que Emilia se entremezclará en ciertas ocasiones por motivos
profesionales y personales. Los escenarios son múltiples, no hay unicidad ni centro.
Pudiera decirse que la Puebla de hoy sigue conservando la misma estructura clasista, lo
que hace fácil conectar lo que cuenta la narradora con la realidad actual. La ciudad sigue
dividida en barrios asociados a unas clases sociales y económicas determinadas. Como
dice Beatriz Sarlo, "people today belong more to urban neighborhoods" (9). Estos
vecindarios urbanos mantienen los límites entre la riqueza y la pobreza y aíslan
totalmente a los que no tienen una capacidad económica soluble:
It is said that identities have been exploded. In their place we see
not a vacuum, but the market. The social sciences find that
citizenship is also exercised in the market, and that those who
cannot carry out their transactions there are left, so to speak, off the
edge of the world. Fragments of subjectivity are picked up in this
planetary scene of circulation from which the poorest are excluded.
(Sarlo 20)
76
Este mercado consumista se ve claramente en toda la parafernalia que supone la
boda de Sol: los preparativos, los regalos y el interés de los invitados en aparentar y
ostentar con los mejores y más caros obsequios. La boda es todo un espectáculo del que
nadie quiere ser excluido y al que incluso Milagros asiste a pesar de ser totalmente
contraria a la ideología de la familia tradicional y haber sido vilipendiada por el padre de
Sol. Además, aunque no colabore con ningún regalo, Milagros hace creer mediante el
cambio de una tarjeta que ha llevado un regalo muy costoso.
El materialismo llega a tal punto que la madre de Sol vende a su hija al mejor
postor y esta se somete a su voluntad porque no entiende su vida sin esos lujos que para
ella prevee su madre. Sobre la importancia de lo material en la postmodernidad afirma
Sarlo: "Yet material objects keep on escaping us. They have become so valuable for the
construction of identity, so central to the discourse of fantasy, and they stigmatize so
terribly those who do not have them, that they seem to be made of the same resistant and
intangible material as dreams" (24). A veces los objetos llegan a ser sueños, realizados o
sin realizar, más importantes que los seres queridos. Esta preferencia la deja ver Mastretta
al final de la boda de Sol cuando el recién casado está más pendiente de su coche que de
su esposa (174).
Y mientras todo esto ocurre, la otra Puebla, la pobre, apenas tiene para comer.
Emilia tiene un primer contacto con el estado de la gente pobre cuando va a repartir
propaganda con su tía por primera vez y se queda sorprendida (129). Hoy como ayer,
continúa Sarlo, "The poor live in suburbs from which the State has retreated, and where
77
poverty prevents the market from taking the State's place. They bear the brunt of the
crisis of local neighborhoods, the deterioration of community solidarities, and violence's
anecdotal everydayness" (15). El hambre y la necesidad de la gente de estos barrios así
como a las vejaciones humanas a las que están expuestas las mujeres pobres que se ven
en la novela están ejemplificadas en la mujer que tiene que prostituirse viviendo con
hombres que no la aman para poder subsistir y mantener a su hijo. Este personaje termina
matándose al intentar abortar por su propia cuenta una nueva criatura a la que no podía
mantener.
Igualmente, la miseria de los indígenas, de los campesinos y de los soldados y
soldaderas resulta estremecedora y justifica el porqué de la Revolución Mexicana. Mal de
amores presenta anacrónicamente esa disparidad como un problema actual con la misma
división social por barrios y los mismos problemas aún sin solucionar que podrían llevar
a una nueva revolución, repitiendo, cíclicamente, el pasado.
3.5. La descentralización de los personajes
Emilia, así como muchos de los otros personajes de la novela, como se verá en
este apartado, están marcados por la dualidad, divididos y descentralizados. Esta
descentralización no solo se puede apreciar en el caso de los protagonistas, sino que la
mayoría de los personajes mantienen relaciones bilaterales entre sí.
Emilia, como personaje principal de la novela, es el ejemplo más claro de esta
dualidad. Al nacer, recibe dos bendiciones procedentes de dos ritos culturales diferentes,
el indígena y el occidental, fruto de su mestizaje cultural y racial, los cuales marcarán
78
toda su vida. También amará a dos hombres como seguirá dos ideologías diferentes, la
comunista y la liberal. En su búsqueda de sí misma, Emilia no dispondrá de una identidad
fija, sino de una provisionalidad del yo que mantendrá a lo largo de su vida representada
por su amor simultáneo a Zavalza y a Daniel. Su dualidad se reafirma al verse cómo es
educada por dos hombres, su padre y el doctor Cuenca, y por dos mujeres, su madre y su
tía Milagros. Son también dos amigas las que se le reconocen en la novela, Sol y Helen
Shell, ambas totalmente opuestas ya que Sol es sumisa al patriarcado y a su papel dentro
de él y Helen rompe con toda norma y vive de acuerdo a su propia ética. En definitiva,
todas las personas cercanas a la protagonista, le aportan algo distinto a su personalidad y
la complementan, creando una Emilia heterogénea mezcla de todas ellas. Esta Emilia
plurifacética rompe con las generalizaciones y estereotipos de la mujer mexicana.
Con Emila no se presenta solamente la faceta amorosa de su vida, sino que a
través de ella se muestra la pluralidad de aspectos que cubre una sola mujer. Es decir, la
multiplicación del <yo>. Así, en la novela hay muchas Emilias: la percibida por Daniel es
diferente a la amada por Zavalza; se ve también a la Emilia amiga, a la hija, a la
profesional, a la soldadera, etc12.
¿Cuántas Emilias?", se pregunta Daniel: "La Emilia que todos los
días despertaba en la misma cama junto a un hombre más
entendido que él, la que se hundía en los terrores de un hospital
como quien bebe un vaso de leche, la que desde temprano se
79
perdía en elucubraciones sobre el cerebro y sus enigmáticas
respuestas, la Emilia que iluminaba la rutina de otros. (374)
Este espíritu plurifacético ha sido caracterizado por Gustavo Sainz en
Postmodernism in the Mexican Novel (1999), como la expresión de una sociedad
latinoamericana multicultural que reúne diferentes discursos y manifiesta una
ramificación política en base a la deconstrucción de la historia basada en el punto de vista
del “otro” (12), bien sea este otro un ser política e históricamente reprimido, un gay, un
campesino pobre, un indígena, un africano americano, o una mujer.
Con todo, Emilia no es el único personaje que aparece descentralizado, muchos de
los demás también lo están. Por ejemplo, Milagros aparece dividida con sus dos culturas,
la maya y la europea. Por otra parte, a pesar de que parece una feminista radical que no
quiere casarse o tener hijos, ella mantiene al mismo compañero sentimental la mayoría de
su vida con quien se va a vivir cuando ve que podría perderlo y cuida como madre
incondicionalmente a sus dos ahijados, Daniel y Emilia. Josefa también sufre esta
descentralización al educar a su hija, ya que se ve en el dilema entre educarla de una
manera tradicional o liberal. A Diego se le ve añorando su mar caribeño cuando está entre
los volcanes de Puebla y viceversa cuando al final va a visitar su mar y su mujer le
propone quedarse y morir en el Caribe. Sol no sabe distinguir lo que ella quiere de lo que
sus padres quieren de ella. A Daniel lo vemos amar con la misma pasión tanto a Emilia
como a la Revolución. Zavalza, por su parte, comparte su vida entre la ciencia y su amor
80
por Emilia. Esta última equiparación se ve cuando se menciona que Zavalza emplea el
dinero que iba a destinar para su viaje de bodas a construir un hospital.
La descentralización se percibe también en el juego de contrarios u oposiciones
binarias que la autora crea para contar la historia. Casi todos los personajes que aparecen
a lo largo de toda la novela se relacionan por oposición con otros personajes. Para
ejemplificar este aspecto se pueden hacer múltiples menciones como la tolerancia del
padre de Emilia frente al autoritarismo del padre de Sol; la permisividad de Milagros con
Daniel frente a la disciplina que el doctor Cuenca le inculca; la estabilidad y serenidad de
Josefa en oposición a la locura y riesgo de Milagros; el pragmatismo de Emilia en
contraste con el idealismo de Daniel; la estabilidad emocional de Zavalza frente a la
inestabilidad de Daniel; el disfrute sexual de la madre de Emilia frente a la frustración de
la madre de Sol; la libertad y experimentación de Helen Shell ante la opresión e
inexperiencia de Sol; la generosidad del poeta Rivadeneira al desprenderse de gran parte
de sus propiedades para salvar a Milagros frente a la avaricia del alcalde que acepta el
soborno ofrecido por Rivadeneira; la pobreza de la mujer que muere al intentar abortar al
no recibir ni dinero ni ayuda de nadie, ni siquiera del hombre con quien se prostituye,
para cubrir los gastos más básicos, frente a la riqueza recibida por Sol de un hombre al
que tampoco quiere; el comunismo del hermano de Daniel, en quien Sol puso sus ojos, y
el capitalismo del hombre con quien esta se casó. En definitiva, todos los personajes están
descentrados o se oponen unos con otros en el contexto de las relaciones que mantienen
con el resto.
81
Además de la dualidad, otra técnica de descentralización que Mastretta usa en su
novela es a través de relaciones triangulares. Se puede ver cómo la autora ha estructurado
la novela en torno a relaciones triangulares con oposiciones binarias entre ellos,
oponiéndolos y relacionándolos sin que haya uno que se asemeje a otro o que no
complemente algún aspecto de otro, sino que cada uno de ellos cumple con una función
diferente en la novela y ninguno está de más. Dentro de los triángulos tenemos al
formado por Emilia, Daniel y Zavalza. Los dos hombres no se tratan, pero están
íntimamente relacionados por su relación con Emilia. Ambos representan valores
diferentes, como son la estabilidad y la inestabilidad. Otro triángulo es el de Milagros,
Josefa y Diego. Milagros y Diego se quieren profundamente, su amistad es muy sólida y
está basada fundamentalmente en sus afinidades políticas y sus espíritus inconformistas.
Por otra parte, el amor de Diego por su esposa nunca disminuye y su amistad con
Milagros no interfiere para nada en el desarrollo de la pareja, sino que los tres se
complementan muy bien. Para Diego, Josefa llena su vida en torno a lo sentimental, y
Milagros lo hace en lo ideológico. Otro triángulo sería el de Emilia con el doctor Cuenca
y con su padre, Diego Sauri. Los dos hombres la tratan como a una hija y ambos la
complementan sin entrar en conflictos; los dos le dan amor, pero uno le enseña la
medicina científica y el otro parte de la medicina alternativa. Igual pasa en el triángulo
entre Emilia, Milagros y Josefa. Ambas la tratan con amor de madre, pero una le enseña
la estabilidad emocional y la prudencia y la otra la locura, el riesgo y el compromiso
social. En torno a la amistad también se pueden encontrar al menos otros dos triángulos,
por ejemplo, el de Emilia con Sol García y Helen Shell, cuyas amigas representan los
82
polos opuestos de inocencia y experimentación sexual o libertad y falta de ella. El
triángulo de Emilia con Sol y la mujer pobre sin nombre de veinte años, también muestra
las dos caras en torno a la riqueza y a la pobreza en cuya situación Emilia se sitúa en un
punto medio. Estos triángulos y oposiciones no se reducen a las personas, sino que
incluyen ideas. Por ejemplo, el triángulo formado entre Daniel, Emilia y la Revolución
muestra el amor dividido de Daniel. Paralelamente, está la relación entre Emilia, Daniel y
la medicina, es lo que hace a Emilia distanciarse de Daniel. Otras muchas relaciones van
conformando todo el entramado de una novela aparentemente sencilla pero llena de
entresijos y metáforas.
En conclusión, no hay ningún personaje que luche por una sola causa, o que crea
en una sola cosa o que se aferre a una sola persona. La pluralidad relativiza todo y crea
una vida llena de dudas para aquellos que no tienen un solo centro en el que apoyarse. De
acuerdo con la filosofía postmoderna, En Mal de amores no hay ni se buscan verdades
universales.
83
4. La deconstrucción
4.1. El replanteamiento de los modelos
El concepto de mujer inspiró a Jacques Derrida para llevar a cabo su profunda
critica de la estructura falogocéntrica europea, que perfectamente puede aplicarse a la
latinoamericana. Como él mismo concedida a la revista subjects/object en 1984: “we
need to find some ways to progress strategically. Starting with deconstruction of
phallogocentrism, and using the feminine force, so to speak, in this move and then to give
up the opposition between men and women” (Curti 140). Deconstruir esa división binaria
es precisamente lo que Mastretta hace con el personaje de Emilia Saury mediante una
transformación de la moral tradicional y es lo que se verá en el desarrollo de este
capítulo. Ella metamorfosis es la idea postmoderna que encabeza este trabajo mediante el
epígrafe inicial de Zolotonosov. Emilia deconstruye la moral establecida al no restringirse
a lo asignado genéricamente por las normas impuestas por el falogocentrismo.
Pero la deconstrucción es una corriente filosófica que no se restringe a un solo
campo, sino que se amplía a diferentes vertientes filosóficas como son el sicoanálisis, la
lingüística, la fenomenología, y la ética, entre otras. Inicialmente, la teoría del
sicoanálisis analiza la perspectiva del hombre que era quien le daba voz al discurso
tradicional, ignorando la perspectiva de la mujer. Con el auge del feminismo, en
asociación con las huelgas y revueltas de 1968, surgen en Francia voces de mujeres
sicoanalistas que hacen ver la ausencia de voz de la mujer en este campo y con ellas
emerge una nueva perspectiva que subjetiviza todo y hace reconsiderar y deconstruir los
84
modelos del sicoanálisis. La relectura que Lacan hace de las teorías de Freud saca a la luz
las consideraciones de la mujer como un ser inferior al hombre e incluso propone nuevas
perspectivas para desechar las nociones tradicionales con respecto a las diferencias
sexuales. Van Buren, en su artículo “Postmodernism – Feminist and the Deconstruction
of the Feminine: Kristeva and Irigaray” (1995), habla de cómo Irigaray, en su obra
Speculum of the Other Woman (1985), refuta la idea sustentada por la filosofía tradicional
y la religión de que el cuerpo y la mente de la mujer son simétricos a los del hombre
siendo considerada inferior o imperfecta por las diferencias que pueda tener con el
hombre y, sobre todo, por carecer de pene:
While we can see Irigaray as immerse in the potstructuralist
condition, her main interest is in the deconstruction of
phallologocentrism through the affirmation of another symbolic
system based on female mind. Irigaray believes that deconstruction
constitutes the most critical and most explicitly feminist stage in
rereading the history of Western philolophy. (Buren 236)
Por otra parte, Van Buren escribe sobre la contribución al feminismo
postmoderno de Julia Kristeva. Según palabras de este “the crucial aspect of Kristeva’s
contributions to postmodernist and feminist thought, and to the problems of deciphering
mental experience in relation to the development of the self and to the origins of culture,
is the abandonment of binary opposition, or the master/slave paradigm of Hegel (238).
Estas ideas aquí expuestas son las que Mastretta quiere mostrar en su novela. Ni
Milagros, ni Josefa ni Emilia son consideradas por los hombres que las rodean como
85
seres imperfectos. Aún cuando Daniel Cuenca quiere considerar a Emilia como “el otro”
para que siga sus pasos sin cuestionárselos, este tiene que ceder a la evidencia de que
Emilia es, en muchas ocasiones, más fuerte, más valorada y con más poder de decisión
que él. Además, por no estar “castrada”, Emilia disfruta de su sexualidad e, incluso,
somete a Daniel a través de ella.
La lingüística, las teorías de Chomsky, el estructuralismo antropológico de LeviStrauss, y la perspectiva política de Marx teorizan sobre los procesos mentales del ser
humano, la adquisición del lenguaje, la acción cultural y la organización social dirigida
por el uso del poder y del lenguaje. Excepto las estructuras lingüísticas innatas de
Chonsky, los estudios de estas corrientes mencionadas muestran cómo el lenguaje es un
constructo humano que puede ser manipulado social e ideológicamente. Según Linda
Hutcheon, “the relations between language and fiction, language and history, language
and critticism were once accepted as relatively unproblematic ones. Postmodernism
attempts to change that” (Hutcheon, A poetics... 187). En Mal de amores la
deconstruccion del lenguaje se puede percibir en ejemplos como cuando el Doctor
Cuenca le dice a su amigo Diego Sauri que él no tuvo sangre para dar mujeres (184).
Culturalmente, se valora más tener varones que hembras. Por eso resulta contradictorio
oír de un padre que tiene dos hijos que envidie a su amigo por tener una niña y se sienta
inferior por no haber sido capaz de engendrar a una. Esta idea de valoración de sexos es
totalmente un constructo social que ha llevado a generar mitos o expresiones lingüísticas
tales como “tener sangre para dar hombres” que Mastretta deconstruye cambiando la
esencia de esta expresión convertida en dicho popular.
86
Por otra parte, la fenomenología ha ayudado a la deconstrucción filosófica. Esta
ciencia estudia la verdad y sus limitaciones evidenciando el otro lado posible de las
proposiciones tomadas como verdaderas, y dando luz a aquellos aspectos que han
permanecido ocultos o ignorados. Esto es lo Mastretta presenta en su novela con respecto
a Puebla: no solamente se ve esa Puebla elitista de familias de la alta clase social y los
eventos que aparecen en la historia oficial; sino que también se muestra la pobreza debajo
de toda esa riqueza, la infelicidad bajo las apariencias, la violencia, la inestabilidad y
opresión política o la corrupción, entre otras realidades. La fenomenología se centra en la
experiencia subjetiva del ser humano en su relación con el mundo, y cómo se reacciona
emocional y corporalmente a ese mundo. Una metáfora fenomenológica se percibe en
cómo reacciona Emilia corporal y emocionalmente ante la presencia de Daniel. Este
fenómeno se ve en toda la novela, pero para ejemplificar con un momento concreto, se
puede nombrar la noche cuando, ya establecida Emilia en su relación con Zavalza, viaja a
Estados Unidos para asistir a unas conferencias e inesperadamente encuentra en el hotel
a Daniel. Aunque huye al principio e intenta con todas sus fuerzas no sucumbir a sus
deseos de ir tras él, en cuanto Daniel llama a su puerta ella cede a sus instintos:
Emilia fue con él. Segura de que hubiera necesitado mucho menos
que un reto para seguirlo, iba en camisón, con la melena suelta y
los pies descalzos, caminando por el pasillo del hotel con un
temblor de ladrón inexperto, a robarle a la vida otro pedazo de
87
aquel hombre cuya suerte había jurado no volver a seguir, segura
como nunca de que todos sus juramentos eran falsos. (365)
Tradicionalmente se ha dicho que la mujer no siente los mismos deseos sexuales
que el hombre, sin embargo, Emilia lucha contra ella misma y no logra dominarlos,
rebatiendo la idea que se había tomado como una verdad en cuanto a la falta de
sexualidad de la mujer y a la castración en la que tradicionalmente se la ha sumido. Esta
idea de la sexualidad nos lleva a constructos simbólicos y morales vinculados con la
ética.
La religión y la idea de un Dios único como modelo de verdad y razón, y el
hombre al haber sido creado “a su imagen y semejanza” según la tradición judeocristiana, hace creer que el ser humano es capaz de postular soluciones morales
universales e imponer ciertos valores como incuestionables. La filosofía ética
deconstructivista denuncia toda proposición de valores éticos expresada a través de
imperativos, y la hipocresía de ciertos valores creados por las ideologías dominantes que
se oponen a la evolución de las culturas. Lo que se propone es la eliminación de la
universalidad para evitar la alienación y dar cabida a la libertad. En palabras de Horus
Vital-Brazil sobre la filosofía ética deconstruccionista “it embraces the fields of
singularity and contingency, and elicits from its practice an ethics that differs from the
morals in each individual history” (152). Esta oposición a la homogenización de valores
que deben ser interpretados y relativizados en cada historia personal es lo que Mastretta
presenta con la bigamia de Emilia Sauri. La bigamia ha sido considerada como algo
88
negativo en los códigos éticos tradicionales, sin embargo, cuando se lee la historia
individual de Emilia, el lector puede juzgar su bigamia como justificable. Tampoco se
juzga negativamente a la nieta de Don Refugio cuando va a robar con otras mujeres una
panadería para no morirse de hambre, aunque el acto de robar es considerado como uno
de los mayores pecados según los Mandamientos de la ley de Dios. Tampoco se ve mal
que Emilia tenga amistad con varios hombres en la novela o que salga al espacio público
y luche por su independencia. Mastretta deconstruye esta ética en su novela, los valores
evolucionan y cambian, no son inalterables ni se pueden imponer, cada caso puede ser
diferente, no hay universalidad.
En general, la deconstrucción replantea todo y arrasa con cualquier concepto que
pretenda ser considerado como universal. Hay siempre varias posibilidades que rompen
con la uniformidad. Teniendo este principio en cuenta y las teorías que los sustentan, en
los dos apartados siguientes se presentan casos concretos que Ángeles Mastretta ha
llevado a cabo en Mal de amores. Estos puntos son la deconstrucción del sistema
patriarcal, donde la narradora presenta, activando lo expuesto en la anterior cita de
Derrida, otro mundo posible donde ni los hombres ni las mujeres se rigen por el
falogocentrismo; y la deconstrucción política que permite desmontar los principios
políticos de unos y otros para crear otros modelos.
4.2. La deconstrucción del sistema patriarcal
A finales del siglo XX emergen nuevos términos postmodernos frente a la unidad
y a la homogeneidad que se promulgaba en la época moderna. Según Linda Hutcheon,
89
"The adjectives may vary: hybrid, hererogeneous, discontinuous, antitotalizing, uncertain.
So may the metaphors: the image of the labyrinth without center or periphery might
replace the conventionally ordered notion we usually have of a library (Eco's The Name
of the Rose)" (59).
En Mal de amores, como se ha repetido en multitud de ocasiones, se rompe con el
sistema patriarcal, con el centro, dándole un lugar propio a la mujer y librando al hombre
del papel de opresor tradicional. Esto no ocurre en otras obras de Mastretta como
Arráncame la vida, en la cual, no se llega a producir ningún cambio estructural ante la
opresión que sufren. Como señala Aralia López González sobre Arráncame la vida
[A] pesar de la escandalosa pero sólo aparente ruptura con el papel
tradicional femenino en el contexto social mexicano −total en
Ausencia, parcial en Catalina que permanece como esposa y
madre− la estructura de dominación patriarcal no sólo no se
quiebra sino que se refuerza. Se trata de mujeres que sin mundo
propio, intentan expresar una subjetividad con base en el ejercicio
libre de su sexualidad y en el dominio sexual del hombre, que es,
en definitiva, horizonte y límite del mundo. ("Justificación..." 24)
Más que la lucha entre hombres y mujeres, Mal de Amores es la expresión de la
relación de los distintos tipos de mujeres, feministas o no, y el ejemplo de la evolución en
sus libertades gracias a su lucha. Los hombres no son los enemigos en esta historia donde
Emilia recibe el amor y la colaboración de todos aquellos que forman parte de su vida,
90
ayudándola a ser la mujer independiente que llega a ser. Así lo hacen su padre, el doctor
Cuenca, Hogan, el doctor Zavalza e incluso Daniel, quien aunque a veces no esté de
acuerdo con las decisiones de Emilia, se adapta a sus designios.
Solo en un caso se ve un enfrentamiento frontal contra un hombre al ejercer este
el dominio patriarcal sobre las mujeres de su familia e incluso sobre las de la familia
Sauri. Este hombre es el padre de Sol, la amiga de Emilia. En el seno de la familia rica y
conservadora de la que Sol forma parte, la mujer no tiene derecho más que a lo que
imponga el hombre de la casa. En la novela, este se siente incluso con derecho a acusar a
las Sauri de inmorales por haber cruzado el espacio privado y moverse en el espacio
publico, llevando a su hija con ellas (99-101).
Excluyendo este caso, los protagonistas de Mal de amores, sin importar su
género, no se enfrentan a ningún hombre en concreto, sino al sistema y al poder patriarcal
en general. Su forma de hacerlo es vivir su vida de acuerdo a su voluntad, sin seguir
ningún orden impuesto en el que la mujer tenga menos derechos que el hombre. Pero
antes de llegar a esa independencia ha sido necesaria la desestabilización del todo un
sistema de valores, la deconstrucción del sistema patriarcal.
Mal de amores es una novela que, basada en una sociedad muy conservadora
como es la de Puebla, presenta a unos personajes protagonistas que refutan esta manera
tradicional de entender la vida, la política, la medicina, la sexualidad o el género, entre
otros conceptos, ofreciendo un punto de vista diferente o marginal con respecto a cómo
fueron y son las cosas. En la novela, la sociedad más conservadora está representada con
91
personajes como la familia del doctor Zavalza, por su vinculación con la Iglesia, además
de la familia de Sol y su entorno social. Asimismo, se presenta un contraste muy marcado
entre las distintas clases y la consiguiente segregación en las ciudades, que aun hoy se
puede apreciar en las zonas urbanas mexicanas. De tal manera, la originalidad de esta
obra radica en dar voz a esa marginalidad que se sale de las voces habituales que siempre
han tenido la palabra y ofrecer una multiplicidad de los puntos de vista donde tienen
cabida los pobres, las ideas políticas desprestigiadas, aquellos que ejercen la medicina
alternativa y, sobre todo, la voz de la mujer en todos los niveles de opresión de cada una
de las clases sociales.
Ante la opresión, Mastretta opta por enfrentarse al sistema patriarcal mediante la
deconstruccion. Se denuncia la creación y separación de géneros que encorsetan tanto a
hombres como a mujeres en una forma de ser predeterminada. Mastretta crea un mundo y
a unos personajes casi perfectos e ideales que tratan de mostrar otra forma posible de
vida, otra manera de entender las relaciones humanas que se salen totalmente de los
modelos del patriarcado. La familia Sauri será la que, en el tema de la creación de
géneros, lleve el estandarte de la formación de esa nueva mujer y ese nuevo hombre, de
esa naciente Emilia, Diego Saury o Antonio Zavalza que todos podrían ser.
Las teorías para la creación de una nueva forma de entender el establecimiento y
la evolución de los géneros entre hombres y mujeres, han sido tomadas por Mastretta
posiblemente de pensadores tales como: Helène Cixous y la dicotomía del lenguaje que
expresa en sus obras de ficción y sus ensayos “La Jeune Neé” (1975) y “Le Rire de la
92
Médusa” (1975); Luce Irigaray con su ideas sobre la ruptura de la matrilinealidad que
expone, entre otras obras, en Speculum of the Other Woman (1974); Michel Foucault, en
“The Subject and Power” (1982), en cuanto a las relaciones de poder; o Simon de
Beauvoir con El segúndo sexo (1949) al tratar de la división de esferas entre lo público y
lo privado.
Al centrarse en la identidad y construcción de géneros, Angeles Mastretta crea un
marco social compuesto de personajes como los que componen la familia de Sol, donde
se ve cómo se educa a la que será una mujer tradicional. Por otra parte, con la familia del
doctor Cuenca se aprecia la educación de los niños, siguiendo las estructuras
falocéntricas en cuanto a lo genérico se refiere. Estas formas de educar a niños y niñas
servirán de base a la autora para presentar otra manera de ser hombre o mujer. Para
apreciar estas diferencias en la educación se puede ver cómo Daniel se cría en sus
primeros años sin la presencia de la figura materna, al haber muerto esta al dar a luz, ni la
presencia paterna, al haber sido Daniel cuidado en sus primeros tres años de vida por
Milagros y después enviado a un colegio interno. Nadie le enseña a Daniel lo que
significa ser hombre, él solo lo tiene que ir descubriendo a través de su relación con gente
extraña a su familia con la que nunca puede expresar su sentimentalidad o debilidad.
Incluso, Daniel nunca llega a tener una relación cercana con su padre hasta que este esta a
punto de morir, por eso le duele tanto la relación que su el doctor Cuenca entabla con
Emilia, porque siente que esta le ha robado lo que a él le pertenecía, la relación afectiva
con su padre. El niño va creciendo sin recibir el amor paternal y rodeado en el colegio
interno de un ambiente de competitividad, agresividad y control. Su educación hará de él
93
el hombre que se espera en una sociedad patriarcal donde los hombres deben ser fuertes e
independientes, contrario a la sentimentalidad en la que las mujeres se deben formar y la
que deben expresar. Por su parte, la vida de Sol se circunscribe al ambiente opresivo de
su casa y a algún colegio de monjas, donde toda libertad se entiende como impensable e
intolerable para su género.
Lo original de la novela es la creación de otra familia, los Sauri y sus allegados,
cuyos integrantes refutan la diferenciación de géneros que tanto la familia de Sol como
la de Daniel siguen como algo natural. En esta familia alternativa se presentan a unos
padres “raros” que rompen con los estereotipos al educar a su hija Emilia de una manera
diferente tanto fuera como dentro de su casa, otorgándoles su derecho a la libertad de
pensamiento y acción y sin someterla a los rigores sociales que se imponen al individuo
al nacer con un sexo determinado. Así, Emilia irá creando su propia vida a partir de sus
propias decisiones. Se rige por su sexo, pero no por un género atribuido.
Helène Cixous ha analizado el ámbito de lo genérico y ha visto cómo el lenguaje
corrobora y consolida la articulación del mundo en dicotomías, donde lo masculino se
presenta como lo mejor frente a la inferioridad de todo lo referido a lo que se asocia con
el género femenino. Frente a la agresividad, valentía, libertad, independencia, actividad y
ambiciones de Daniel, se presenta la pasividad, cobardía, enclaustramiento, dependencia,
inmovilidad y la falta de ambiciones y decisión de Sol. Mastretta como Cixous propone
como solución la destrucción de las oposiciones binarias a través de la reapropiación del
lenguaje y la reasignación de valores a lo femenino y a lo masculino. El personaje de
94
Emilia será fuerte y débil al mismo tiempo, independiente y dependiente o activo y
pasivo en ciertas circunstancias. A ella no se podrán asignar cualidades fijas porque su
carácter está formado por la influencia de dos mujeres muy diferentes, la “tradicional”
Josefa y la subversiva Milagros. También se proponen otras formas de ser hombre con
los ejemplos de Diego Sauri y Antonio Zavalza o de los hombres estadounidenses que
aparecen en la novela, como Howard Gardner que llega a llorar junto con Emilia por la
posible muerte de Daniel (280). A diferencia de Gardner, Daniel nunca deja translucir sus
sentimientos, miedos o debilidades frente de Emilia, por la castración que sufre el
hombre tradicional mexicano en cuanto a mostrar su lado sensible.
Es precisamente la trasgresión de los roles genéricos lo que define a la autora de
esta novela como feminista. Por lo general, los relatos presentan a mujeres bellas,
frágiles, sumisas e inocentes que viven bajo la tiranía de algún miembro de su familia y
que deben ser rescatadas por la aparición de un hombre que se casa con la protagonista.
Esta es precisamente la historia de Sol, pero al contrario de lo que en estos relatos sucede,
Sol no se libera de nada, sino que pasa a ser víctima de la tiranía de sus padres a la de
otro hombre, que solo la valora en cuanto al interés o prestigio social que le supone su
matrimonio. La narradora da pinceladas de la vida de Sol después de su boda y no se la
ve feliz, sino triste y cargada de hijos. Emilia, al contrario, dirige y elige su vida amorosa
y sexual y tiene hijos cuando ella decide tenerlos.
A diferencia de Emilia, Sol ha sido educada para llevar consigo el rol que
construye la feminidad y que establece la maternidad como base del género femenino y la
95
dedicación exclusiva a su familia, en detrimento de otros intereses profesionales o en
cuanto a su vida social y personal. Esta dedicación exclusiva de la mujer a la maternidad
y al mantenimiento de la familia en cuanto a lo afectivo hace que esto influya en cómo se
entiende la socialización de un hombre y de una mujer de forma diferente. Para los
hombres, la relación con su pareja sirve para complementar otras facetas de su vida como
la relación con sus amigos y el desarrollo de sus ambiciones e individualidad. Sin
embargo, las mujeres han asimilado que la relación con su pareja será el origen de la
felicidad y dará sentido a su vida, lo que le llevará a una dependencia de la aprobación
masculina que determinará que su autoestima dependa más de la opinión ajena que de si
misma (Criado 23). Esto hace que las mujeres cuando están dentro de una relación suelan
olvidarse de la atención a sus amigas y amigos para dedicarse exclusivamente a su pareja
e incluso lleguen a cambiar su personalidad y su aspecto físico para amoldarse a lo que
piensa que le gustará a su pareja. El hombre, por el contrario, no solo no renuncia a sus
amistades sino que las cultiva e incrementa.
En Mal de amores tanto la madre de Sol como ella misma se distancian de sus
amigas Josefa y Emilia respectivamente cuando se casan con sus maridos. Se produce
entre ellas y sus amigas un silenciamiento de los problemas que cada una pueda tener
para salvaguardar su éxito de pareja o las apariencias de tal éxito ya que el valor de la
mujer tradicional radica en sí es capaz de mantener feliz a su pareja. Intuimos que la
madre de Sol no es feliz en su matrimonio por la opresión de un hombre violento como lo
es su marido, pero ella nunca expresa su infelicidad sino que oculta todos los problemas
incluso a las que habían sido sus mejores amigas, como fue el caso de Josefa. Se crea
96
entonces una relación llena de silencios, apariencias y comparaciones que terminan en
una hostilidad horizontal entre ellas, según se intuye. Pero si Josefa y la madre de Sol
nunca llegan a retomar la amistad que las había unido en el pasado, Sol logra recuperar su
relación con Emilia al morirse su marido y comenzar a tener su propia vida independiente
en la afirmación del ámbito femenino como otra manera de ser junto con Emilia y
Zavalza.
Emilia, como siempre, será la encargada de proponer otra manera de entender las
relaciones interpersonales de amistad y amor. Durante toda la novela la vemos establecer
amistades con muchos hombres y mujeres indistintamente, como su padre había hecho,
sin que sus relaciones con Daniel o Zavalza coarten su vida social. Todo esto a pesar de
que Daniel no comprenda por qué Emilia no se dedica exclusivamente a él como una
mujer tradicional lo haría. Al contrario, Emilia tiene relaciones amistosas con hombres
tales como el español Ignacio Cardenal, con el médico Hogan o con Don Refugio, entre
otros, ante la incomprensión, celos y desaprobación de Daniel, que entiende como
infidelidad incluso la relación de Emilia con su padre, el doctor Cuenca.
Por otra parte y como ya se ha dicho, La maternidad se presenta en la sociedad
patriarcal como la base de la feminidad. Si se piensa en el imaginario de una madre, en
seguida surge la imagen de una mujer dulce y abnegada dispuesta a vivir única y
exclusivamente para sus vástagos. Por lo general, se idealiza el papel de madre y, por lo
mismo, se espera de cualquier madre que cumpla con esas características estereotípicas a
partir de las cuales se la juzgará. Ángeles Mastretta trae a colación a otras madres que no
97
cumplen con ese papel en la novela, como esa madre pobre y sin nombre de veinte años
que después de cinco partos, pobreza y malos tratos, y sin tener con que mantener a sus
hijos se provoca un aborto que le quita la vida (221). Esta mujer, ya había regalado a una
de sus hijas y otras madres también lo hacen en la novela, como acto de generosidad y
amor para estos hijos que no tienen ni para comer viviendo en el entorno familiar, incluso
a Emilia le ofrecen una niña como agradecimiento a un favor que le hizo a la madre.
Luce Irigaray desmitifica el rol de madre tradicional al considerarlo como una
forma más de someter y controlar a la mujer no solamente por sus hombres, sino también
por sus hijos, desvalorada y desmitificada cuando estos crecen, lo que produce la
ruptura de la matrilinealidad que se da normalmente en la adolescencia. La madre de Sol
se comporta como una madre controladora y dedicada a su hija Sol, hasta el punto de
quitarle toda su libertad, sin darle la opción ni para elegir al hombre con quien se casará.
Su madre le dirige hasta los sentimientos. La matrofobia parece producirse en la relación
de Sol con su madre cuando muere su esposo y esta decide llevar su propia vida
trabajando con Emilia ante el escándalo de toda aquella gente con la que su familia se
relacionaba. Sol, finalmente, es capaz de liberarse del yugo de su esposo, del de su padre
y del de su madre. En el caso de la madre de Daniel, Mastretta hace que esta muera al
traerlo a él al mundo. Parece que simbólicamente La autora ha querido representar esta
muerte o ruptura antes incluso de que se hubiera producido si hubiese existido la
posibilidad. Con una personalidad como la de Daniel, no es de extrañar que esta
matrofobia se hubiese producido al cumplir Daniel con el prototipo del machismo
patriarcal. Esto, sin embargo, no pasa en la relación entre Emilia y su madre porque su
98
esta no ha llevado todo el peso de su educación y cuidado. Emilia ha sido educada por
muchas personas además de por Josefa; Milagros y Diego han contribuido de igual
manera en su educación, además del doctor Cuenca y su profesora de primaria, la que
recuerda a través de los años. Mastretta como Irigaray muestra la solución para evitar la
ruptura de la matrilinealidad al no cargar a la madre con todo el peso de la educación y el
cuidado de los hijos.
Todas estas circunstancias adversas para la mujer son causadas por lo general por las
relaciones de poder que la sociedad considera como naturales y que muchas mujeres no
tienen más remedio que aceptar. Dichas relaciones de poder provocan muchos tipos de
violencia que sumen a la mujer en un estado de indefensión contra el que es muy difícil
luchar. Miryam Criado y José Manuel Reyes diferencian en Mujeres de hoy (2005) la
física, la institucional, la simbólica y la económica (117-8). Mal de amores está regado de
ejemplos de todos estos tipos de violencia. De la física se ven los maltratos que sufren la
mujer joven y pobre de veinte años y su hijo que no tienen más remedio que aceptar por
no tener un techo donde vivir. Así, cuando Emilia llega a casa de esta mujer para
socorrerla en su parto, guiada por el hijo de esta, “el único hombre de la casa se le fue a
golpes al niño reclamando su tardanza” (222). Esta violencia se da en todas las clases
sociales, también se localiza otro ejemplo dentro de la clase alta personalizado en el
padre de Sol. Este, cuando Sol se retrasa un día al volver de las reuniones de los
domingos de casa del doctor Cuenca, siente el derecho de ponerse violento contra todas
las mujeres que lo rodean en esa escena: su mujer, su hija, las hermanas Veytia y Emilia.
99
En cuanto las tuvo cerca pero aun con el coche andando, el señor
García empezó a gritar. Sin que mediara mayor trámite calificó de
inmorales a las Veytia y a la gente con que ellas se reunían los
domingos y le reprochó a su hija lo que el consideraba un acto de
libertinaje que manchaba la honra de su apellido y ponía en riesgo
su condición de mujer decente... tenía a su mujer paralizada de
terror... (99).
También esta violencia física se podría haber llevado a cabo por parte de Daniel si
Emilia hubiera sido una mujer tradicional y se hubiera dejado. Pero Daniel sabía que
tendría las de perder, por eso no tuvo más remedio que aceptar la relación de Emilia con
Zavalza sin expresar lo que realmente sentía: “no hablaron de Zavalza. Daniel sabía que
si daba permiso a su lengua de correr por ese tema, terminaría gritando insultos" (239).
Por otra parte, la violencia institucional también se da en todos los niveles
sociales. La Iglesia domina a la mujer para que se someta a unas normas que le quitan
toda su libertad. De tal manera, las soldaderas y las mujeres pobres de la ciudad aguantan
su sometimiento amparadas por la dignificación de la pobreza y el conformismo por parte
de la Iglesia que la revaloriza como si fuera un designio divino. Cualquier desgracia es
por una razón suprema y hay que admitirla sin ningún replanteamiento. En una ocasión,
cuando Emilia le pregunta a la mujer pobre que muere el motivo de la muerte de tres de
sus hijos, esta responde con una contestación dada desde arriba: “pues de qué había de
ser, no quiso Dios que se lograran, decía sin enturbiarse” (221). En la clase alta también
100
se sufre esta violencia institucional a través del concepto de virginidad difundido por la
Iglesia, que hace cargar a la mujer con todo el honor de la familia y considerar el acto
sexual como algo sucio que llega incluso hasta el acto de procreación, del cual hay que
limpiar a los niños en su bautizo por el pecado con que fue concedido. De esta manera,
tanto el padre, el hermano, el marido o cualquier familiar se siente obligado a controlar a
las mujeres de su familia para que no puedan ni hablar con otros hombres ante el peligro
de un contacto sexual que arruine su honor. Esto es lo que hace que el padre de Sol se
muestre violento cuando su hija llega tarde, ante el miedo de cualquier deshonor y por su
imposibilidad de controlarla ante mujeres tan liberales como Milagros Veytia.
La violencia simbólica, que marca unos modelos de ser mujer a partir de los
cuales esta va a ser juzgada, también está presente en Mal de amores. De nuevo Sol sirve
para mostrar la renuncia de sí misma como ser individual y como mujer, para cumplir con
los papeles preestablecidos de hija, esposa y madre, y solo logra ser ella misma cuando
muere su esposo y se rebela contra toda la subordinación a la que había estado expuesta,
para pasar a trabajar con Emilia. Sol es también víctima de esa otra forma de violencia
simbólica que impone unos modelos de belleza para la mujer, de tal manera la vemos
sufrir con todos los preparativos de la boda y con el traje de novia. Este personaje vive
totalmente encorsetado en una sociedad que no le deja ni un atisbo de libertad.
La violencia económica también está presente en la novela. El poder se manifiesta
claramente asociado con el dinero. Rivadeneira ofrece toda una fortuna para rescatar a
Milagros de la cárcel y quizás de la muerte. En contraste con este poder económico de
101
Rivadeneira, hay gente que no tiene ni qué comer, como es la nieta de Don Refugio que
muere de anemia, y mucha otra gente pobre que aparece en toda la novela que tiene que
aguantar otros tipos de violencia por su carencia económica.
A pesar de todo, y teniendo en cuenta las ideas sobre el poder del historiador y
filosofo francés Michel Foucault, las relaciones de poder provocan resistencia allí donde
se ejercen y se dan a todos los niveles, además de estar sujetas a cambios continuos. En la
novela se perciben muchos cambios con respecto a la sumisión de la mujer. Hay ejemplos
donde es la mujer la que tiene el poder que ejerce sobre el hombre; de tal manera,
Milagros domina con su poder a Rivadeneira, quien tiene que renunciar a tener una
familia, y dedica su vida y su fortuna a una mujer a la que sigue en su causa política y
social y en su estilo de vida. Por su parte, Emilia no esta dispuesta a ser dominada, como
ella misma afirma: “a mi no me llevan ni me traen” (242). Es ella la que dirige su vida y
ejerce su poder sobre los demás, incluso se ve a Emilia golpeando físicamente e
insultando a Daniel por la rabia que le había dado al no haber sido defendida por este ante
el asalto de otro hombre que se le había echado encima en una cantina (243). Emilia es
también la que con ciertas estrategias logra sacar de la cárcel a Daniel engañando a la
autoridad compuesta por hombres (142) y librar de la muerte al hijo de la lavandera de la
familia (193-4). Este personaje femenino tiene más poder que Daniel en cuanto a su
influencia en la gente que los rodea; ella sabe curar y es mucho más respetada que
Daniel, que es el que produce las heridas. Emilia parece ser más útil y fuerte que él y este
se siente impotente ante su inutilidad, frente al poder y dominio que ella muestra. En una
102
ocasión Daniel ayuda a Emilia en un hospital improvisado y es ahí donde se percibe su
sentimiento de inferioridad:
Daniel, dueño de una humildad que ella no le conocía, estuvo
dispuesto a ser su ayudante desde ese momento, y mientras iba tras
ella no le conocía... se maldecía por la impotencia que le impidió
ser médico... varias veces, durante la mañana, quiso salir corriendo
del ostentoso horror al que Emilia se enfrentaba, natural y
comprensiva. (287)
Este personaje femenino ejerce su poder finalmente en el campo sentimental sobre
Daniel y Zavalza con su bigamia. Emilia toma conciencia de sí misma y de sus
capacidades al compartir el espacio público con los hombres desde el comienzo de su
vida. Así se la ve lo mismo en el espacio público como en el privado, de Josefa aprendió
a amar lo privado y de Milagros lo público. De hecho, en su madre y su tía se oponen las
dos posturas con respecto a los espacios y a las distintas opiniones sobre las “labores del
hogar” típicamente asociadas a la mujer que en el espacio privado se realizan: mientras
que Josefa disfruta realizándolas, Milagros no las soporta (70). La tía parece ver estas
tareas como “la maldición de Sísifo” al igual que Simon de Beauvoir en El segundo sexo
(1949), reproduciéndose estos trabajos como una repetición infinita de la misma actividad
sin ningún tipo de reconocimiento. Ejemplos de estas labores se ven en las vidas de las
soldaderas, quienes no hacen sino servir y esperar repetidamente a sus hombres, y en la
103
mujer pobre que muere al provocarse un aborto, ya que su vida no ha sido más que un
embarazo detrás de otro.
Emilia sale a la calle llevada por Milagros a otros barrios y desde entonces vive
dividida entre dos espacios. El camino no es fácil cuando sale, como cuando le lleva el
niño de la mano para que le ayude a su madre en las complicaciones del parto, aún así,
ella lo hace, sale al espacio exterior a pesar de ser consciente del esfuerzo que implica. Se
mete en la Revolución, viaja a Estados Unidos, trabaja y gana dinero por su cuenta.
Rompe, en definitiva, “la maldición de Sísifo”. Pero a pesar de esta salida, parece que la
mujer siguiera reproduciendo los esquemas que mantiene dentro de la casa: de la misma
manera que la mujer ordena el caos del marido en la casa, así, Emilia pone orden con su
labor médica a los destrozos que hace Daniel con su Revolución. Esto podría ser debido a
la visión periférica de la que está dotada la mujer que le permite atender a las
circunstancias que la rodean y, por extensión, a Emilia controlar el espacio y las
circunstancias inmediatas. Al contrario, los hombres tienen una visión de túnel (Criado
1), lo que facilita a Daniel ver a grandes distancias como hace con la Revolución, sin
valorar los destrozos inmediatos que se causan a su alrededor. Sobre esta capacidad
periférica de la mujer, Emilia es preguntada por Hogan, sorprendido por su capacidad de
escuchar varias conversaciones al mismo tiempo, a lo que ella contesta que “tal práctica
estaba en la condición genética de todas las mujeres de su familia. Y que algunas, como
su tía Milagros, eran capaces de captar hasta cuatro” (272).
104
Esta misma idea de que el hombre esta asociado a lo bélico y la mujer a la
armonía en una novela postmoderna feminista, la encontramos en las obras de la francesa
Chantal Chawaf, tales como Retable, la Reverie (1974) y Le Soleis et la Terre (1977). La
descripción del papel de ambos géneros en la novela podría aplicarse casi en su totalidad
a Mal de amores:
With a sensual, verbal exuberance, she writes about the body of
woman as a subject for love, eroticism, maternity and for bringing
life and joy in harmony with nature, while the world of culture
associated with men, warriors and destroyers, is synonymous with
war, killing and pollution. She is best characterized by the terms
postmodern, feminist, ecologist and pacifist. (Dina Sherzer 160)
Tras la deconstrucción, se produce la desaparición de las diferencias de género.
Diego Sauri, como un hombre ideal de esta sociedad deconstruida, no sólo les da libertad
a las mujeres que le rodean para que actúen según su albedrío, sino que las incita a
pensar, a verbalizar sus ideas, a intervenir en política y en el mundo. En cuanto a la
sexualidad se refiere, Diego no sólo acompaña a su mujer en el disfrute de la misma, sino
que tampoco coarta en ningún momento a su hija, proporcionándole una rica educación
en todos los aspectos para que ella misma dirija su propia vida. Esta figura protectora
paternal de Diego Sauri se ve como una liberación y en ningún momento como una
opresión. El silencio y la frustración a las que se ven sometidas personajes como Sol en
Mal de amores o Catalina en Arráncame la vida por la infantilización o la cosificación de
105
la mujer dentro del sistema falogocentrista, en nada tiene que ver con la imagen de una
Emilia que estudia, que experimenta su sexualidad con dos hombres diferentes con el
consentimiento de su familia, que viaja sola por México y Estados Unidos, que se mezcla
con la gente de los barrios más peligrosos y que, en definitiva, decide por sí misma lo que
quiere hacer.
Por su parte, el poeta Rivadeneira, no sólo ayuda a Milagros en su actividad
propagandística, sino que termina deshaciéndose de sus propiedades para sacarla de la
cárcel. Además, se resigna a ser amado cuando ella se lo pide sin exigir nada a cambio e
incluso apoya la causa feminista, como se muestra en su adoración por Sor Juana Inés de
la Cruz.
Asimismo, El doctor Zavalza es un hombre permisivo con el que se reinvierten
los papeles en cuanto a la bigamia tradicional de la pareja donde el hombre ha contado
socialmente con la aceptación de tal bigamia, mientras que la mujer ha sido infamada por
ella. En su pareja, el doctor Zavalza está dispuesto a compartir el amor de Emilia sin
menospreciarla y respetando su opción. Para entender lo revolucionario de esta idea sólo
hay que leer los textos de sociología donde se muestra cómo eran tratadas las mujeres
durante la época histórica en que se ubica la novela.. Pensando en que Emilia nace
cuando la dictadura de Porfirio Díaz entra en crisis, la moral imperante con respecto a la
mujer era la que se había establecido en el Porfiriato. A las señoritas de familias
porfiristas, como lo es la familia de Sol, la amiga de Emilia, se las guardaba en casa y se
les exigía sumisión, abnegación, desinterés por el mundo de la política, de las cuestiones
106
sociales, aislamiento absoluto de todo lo que vaya más allá del ámbito doméstico y,
además, se les salvaguardaba la virginidad hasta el momento del matrimonio.
La mujer porfiriana, sobre todo la burguesa, estaba presionada por
un doble corsé, el físico, que afinaba su talle hasta hacerle perder la
espontaneidad y la libertad de movimiento, y el más opresivo corsé
de una moralidad rígida que la conducía al rol de guardián de la
conducta propia y ajena. (Ramos Escaldón, “Señoritas
porfirianas...” 153)
Por otra parte, a pesar de que la represión sexual para las mujeres era muy fuerte
en todas las capas sociales, los casos más sorprendentes y brutales los encontramos en la
sociedad campesina. Soledad González y Pilar Iracheta, en un estudio sobre la violencia
en la vida de las mujeres campesinas en el distrito de Tenango durante los años 1880 a
1910, muestran cómo, en lo que toca a la sexualidad, existía una doble moral que
reprimía a las mujeres y premiaba a los hombres polígamos. Como contrapartida, a las
mujeres se les imponía la fidelidad y a la menor sospecha a una falta de ella, los hombres
recurrían a la agresión física.
La forma de violencia más impresionante ejercida contra las
mujeres, el empalamiento, se destinaba a quienes engañaban a
varios hombres. Nuestro conocimiento sobre esto deriva de
entrevistas a ancianas que recuerdan que 'antes la costumbre era
matar a la mujer que engañaba a muchos hombres. Ellos se ponían
107
de acuerdo, la mataban, la atravesaban con un palo y la dejaban
junto al camino, para que todos la vieran. (131)
Se podría pensar que esta violencia pertenece al pasado y que hoy en día la mujer
es mucho más respetada, sin embargo, y desgraciadamente, los crímenes continúan.
Como ejemplos actuales se pueden nombrar las violaciones y crímenes continuos en
Ciudad Juárez sobre lo que escribe la mexicana María Isabel Velásquez, coautora de El
silencio que la voz de todas quiebra: mujeres y víctimas de Ciudad Juárez (1990), o
como muestra Iracheta con respecto a ciertos pueblos pequeños:
En tiempos recientes detectamos en por lo menos uno de los
pueblos, violaciones colectivas como represalia contra mujeres
'que se burlaban de los hombres porque andaban con varios novios'
y es posible imaginar que esta sea la forma de violencia extrema
que desplazó al más tradicional y anticuado empalamiento. (131)
Vistos estos casos, es notable ver la deconstrucción del hombre que ofrece
Mastretta en su novela y cómo, aun así, persiste el miedo de Emilia a desvelar la
paternidad de sus hijos, salvaguardándose de posibles represalias.
En el ámbito legal, desde la aprobación del Código Civil del Imperio de
Maximiliano (1866), la mujer sufría desigualdad en lo que se refiere al adulterio y a las
causas de divorcio. El adulterio femenino era siempre causa de divorcio, mientras que el
masculino lo era sólo en contadas situaciones. Esto se explicaba por la posibilidad de la
mujer de concebir un hijo fuera del matrimonio, lo cual no sucede en el caso de los
108
varones dentro del matrimonio (Ramos Escaldón 132-3). Puede que algún hijo de Emilia
haya sido concebido fuera de su unión con Zavalza. Sin embargo, Emilia no se divorcia
de él o Zavalza no se divorcia de ella porque es “otro” tipo de hombre que reafirma la
idea de la paternidad por relación y afecto y no por ley biológica: todos los hijos son del
doctor Zavalza puesto que se han criado con él.
El personaje de Zavalza no se pone en ningún momento por encima del de Emilia,
como tampoco lo hacen Diego o el poeta Rivadeneira con respecto a sus parejas. Sin
embargo, otra era la realidad política en la que estas mujeres se ubican históricamente.
Legalmente la mujer era considerada inferior al hombre, no era tenida en cuenta a nivel
de ciudadanas y, por tanto, tampoco tenían derecho a votar. Las feministas tenían la
esperanza que podrían votar en las primeras elecciones antirreeleccionistas. A pesar de la
decepción, las feministas demostraron todo su apoyo a Madero en las elecciones de 1911.
De hecho, algunas de ellas no estaban de acuerdo con el hecho de que las mujeres votaran
por el miedo a ser controladas por el poder de la Iglesia. Años después y tras muchas
reivindicaciones, la constitución de 1917 no modificó el artículo 34 en lo concerniente a
los que eran considerados ciudadanos, quedando de nuevo excluida la mujer del derecho
a la ciudadanía y los beneficios que ello aportaba, como en la Constitución anterior de
1857. Enriqueta Tuñón hace un estudio de lo concerniente a la adquisición de los poderes
políticos de la mujer y aprecia la aportación de los gobernantes socialistas Salvador
Alvarado (1915-1918), bajo cuyo gobierno se celebraron en Yucatán los dos primeros
Congresos Feministas en 1916, y Felipe Carrillo Puerto (1922-1924). Este último
presidente llegó a otorgar cargos políticos a mujeres dentro del partido y mantuvo a su
109
hermana como íntima colaboradora con el gobierno y el partido en los temas
concernientes a la mujer.
Del Primer Congreso Feminista (1916) destaca la anécdota del discurso escrito
por Hermila Galindo titulado "La mujer en el porvenir", en el cual Galindo defendía la
igualdad de sexos con relación a lo intelectual y a nivel sexual. Esto último fomentó todo
tipo de controversias entre las asistentes a dicho congreso (Soto, Emergence... 75) Este
incidente es pertinente a Mal de amores ya que Diego Sauri está empeñado en educar a
Emilia como una "mujer del porvenir" en igualdad de derechos y preparada para
enfrentarse al futuro que se avecinaba. Como en la propuesta de Hermila Galindo, Diego
Sauri educa a su hija para que desarrolle sus capacidades intelectuales y en ningún
momento coarta su libertad sexual.
El derecho al voto para la mujer se consiguió en México en 1953, el mismo año
en que Rosario Castellanos saca a la luz su tesis Sobre la cultura femenina. Esta obra
constituye un hito en cuanto al ejercicio literario y a la poética femenina que empieza a
florecer a partir de aquella década. En su tesis, Castellanos muestra el discurso de lo
femenino desde la perspectiva del hombre y desde la perspectiva de la mujer, todavía con
una posición vacilante entre los hábitos de pensamiento patriarcal y de lo que empezaría a
ser la reflexión feminista a partir de los últimos años de los sesenta.
Castellanos precisa [...] que la tradición desconoce el fondo de la
experiencia de las mujeres y que los 'conceptos usuales no la
revelan'. Alude [...] a la necesidad de nuevos conceptos [...] para
representar y explicar la feminidad como fenómeno social e
110
individual [...]. Lo importante del texto-síntoma de Castellanos [...]
es que plantea la necesidad de un quehacer literario comprometido
con el ser mujer para expresar la feminidad como un fin en sí
mismo, como un fenómeno de identidad social y existencial
diferente al de la virilidad. (López González 33)
111
4.3. La deconstrucción política
La deconstrucción de la vida amorosa de Emilia en la que termina amando a dos
hombres constituye un símbolo con una posible interpretación política. Tras la guerra
que ella mantiene consigo misma para poder decidirse por uno de los dos hombres a
quienes ama, el comunista Daniel y el liberal Zavalza, surge una paz democrática de
tendencia socialista de cuyo seno nacen unas nuevas generaciones que toman a la misma
vez principios del comunismo y del liberalismo. Así, los hijos de Emilia tendrán rasgos
tanto de Daniel como del doctor Zavalza, mezclándose en ellos el pasado en el que se
sitúa Daniel, el presente que representa Zavalza y el futuro que llevan consigo y se espera
de ellos. Derrida escribe lo que para él significa la deconstrucción del
marxismo:"learning to live with ghosts and spectrality in general [...]. Spectrality in its
many guises serves to disjoint time, by making the very category of the 'present' or 'now'
or contemporaneity slippery (e.g. 'living in the past' or 'living in the future' or both) and
by reminding us of our obligations to past and future generations" (Townshend 129).
Jules Townshend muestra en su artículo "Derrida's deconstruction of Marx(ism)”
(2004) cómo la deconstrucción, aunque se separa del marxismo, tiene en común la crítica
al capitalismo liberal democrático; pero en vez de tener las premisas fijas del marxismo
que empiezan y acaban con Marx, la deconstrucción trabaja en niveles diferentes como la
fenomenología, el psicoanálisis, la ética y la lingüística. Como afirma Townshend "there
could be few compromises concerning his deconstructionist stance, which worked at
different levels in order to destabilize meaning, create doubt and uncertainty" (138). Esto
112
es precisamente lo que hace Emilia al no declarar quién es el padre biológico de sus hijos,
sembrar la duda y la incertidumbre. "On the other side the Marxists were unwilling to
enter into the deconstructionist game"(138), escribe Townshend, lo que podría
corresponderse con la negativa de Daniel a entender la filosofía de vida de Emilia.
Por otra parte, el capitalismo que representa en un primer momento Zavalza, al
pertenecer a una familia adinerada, se va desdibujando a la vez que este personaje va
tomando conciencia de su papel en la sociedad, desligándose de la clase alta.
Simbólicamente, Emilia no se casa con él hasta que éste no ha donado todo su capital a la
construcción del hospital para una causa social. Es importante notar que el dinero que
utiliza en la construcción iba a ser destinado para el viaje de bodas y que Emilia deja a
Zavalza antes de que este dinero fuese empleado en un asunto tan personal e idividual
como ese. Sin embargo, Emilia vuelve con Zavalza cuando éste ha utilizado su capital
para fines comunitarios y sociales. Y aunque tanto Emilia como Zavalza ejercen sus
profesiones de forma liberal, sus trabajos son entendidos como medio de vida, no como
fuente de riqueza o enriquecimiento por opresión.
La familia de Emilia y del doctor Zavalza representa el fruto de los cambios
sociales tras el período revolucionario que podrían resumirse con la formación de la clase
media trabajadora. El doctor Zavalza pertenece a una familia adinerada, él no tiene por
qué haber trabajado, pero lo hace y se mezcla con gente de todas las clases hasta
convertirse en clase media y vivir por su cuenta sin depender del capital de su familia.
Emilia también pertenece a la clase media gracias a su trabajo. Ambos forman una pareja
113
ejemplo de lo que la autora pretende mostrar como ideal de la sociedad socialista: mezcla
de intereses individuales y colectivos. El hospital les proporciona ingresos personales,
pero su servicio es para el bien social y siempre, tanto Emilia como el doctor Zavalza,
acogen a todos los necesitados que les piden ayuda. Su hospital puede verse como un
servicio de seguridad social que acoge a huérfanos, como así hacen con el hijo de la
mujer que muere al intentar abortar por su cuenta. Esta institución también ofrece asilo a
las personas mayores, como hacen con Don Refugio, cuyo nombre resulta simbólico ya
que es precisamente refugio lo que va a pedir a casa de Emilia. En general, el hospital
presta todo tipo de servicios sociales y sanitarios a quienes los necesitan.
Por su parte, Daniel no se adapta a los cambios. Al final de la novela, sigue sin
entender a Emilia, estancado en el mismo punto en el que Emilia decidió dejar de
seguirlo años atrás.
114
5. Conclusiones
Ángeles Mastretta presenta en su novela Mal de amores un mundo muy complejo
que pretende dar cuenta del pasado revolucionario mexicano, de los cambios que ha
habido y de los aspectos sociales que aún quedan por solucionar, además del papel de la
mujer en todo ese proceso. Sin embargo, a primera vista, el título de la novela, dicho
popular empleado para referirse a los malestares producidos por cuestiones amorosas,
puede confundir a un lector común que no sepa que tanto Mal de amores como
Arráncame la vida han sido consideradas como novelas fundacionales de una nueva
nación no patriarcal por muchas críticas feministas. Quizás este lector no versado en
temas de la mujer cree que se encontrara con una simple historia de amor como fábula de
la novela. Sin embargo, esas nociones quedan muy lejos de las intenciones de la autora.
Son muchas las interpretaciones o lecturas posibles que pueden ser extraídas de esta obra
y muchos los marcos teóricos que las sustentarían. El feminismo, la política, la historia, la
sociología, la filosofía postmoderna, la retórica o las técnicas narrativas son algunas de
las posturas que en este trabajo se han adoptado para analizar aspectos parciales de la
novela, los cuales unidos todos ellos, han mostrado un mosaico heterogéneo de posibles
interpretaciones, sin caer en el error de ofrecer una sola lectura, de acuerdo con la
filosofía postmoderna que aboga por la descentralización. El feminismo, la política, la
historia, la sociología o incluso la teoría postmoderna, pueden verse desde muchos puntos
de vista gracias a técnicas narrativas descentralizadas.
115
Los personajes de Ángeles Mastretta hacen que el pasado histórico mexicano se
mezcle con el presente adueñándose de un discurso muy actual y hagan intuir un futuro
como repetición cíclica de lo ya vivido, aunque nada quede claro ni cerrado, ni en el
presente, ni en el pasado, ni en el futuro. Los ciclos se reproducen casi como en un juego
de espejos, pero siempre surgen enigmas que se mantienen irresolubles: ¿quién es el
padre de cada uno de los hijos de Emilia? Es decir, ¿cuáles son las fuentes aplicadas en la
política liberal democrática? O visto simbólicamente, ¿cómo es la vida de Emilia en sus
años de madurez? Premisa que equivale a preguntarse, ¿cómo funciona la democracia
tras su establecimiento? En la novela postmoderna las preguntas permanecen hasta el
final de la obra y las posibles claves no llevan a una solución clara. El lector tendrá
entonces un papel fundamental en el proceso comunicativo ya que al no recibir respuestas
totalmente definidas, tendrá que conjeturar y pensar en todas las posibilidades que
encuentre para resolver los enigmas propuestos, de tal manera que los narradores ceden al
lector parte de la actividad creadora.
El final de Mal de amores queda abierto y no tiene por qué tener ni una respuesta
ni una interpretación única, ya que la realidad puede quedarse estancada sin evolucionar,
refutando la idea de progreso de la modernidad, como así sucede con la relación de
Emilia y Daniel que no progresa sino que resulta repetitiva en sus encuentros y
desencuentros, con los mismos deseos, el mismo lugar de encuentro y las mismas
preguntas y reproches de siempre.
116
Mastretta aprovecha las oportunidades que le ofrece la literatura en cuanto a la
creación del género femenino se refiere. Toma los parámetros sociales patriarcales y los
deconstruye creando un mundo donde la mujer ocupa un lugar importante en su medio y
en su sociedad y coexiste a un mismo nivel que el hombre. La literatura se convierte en
un locus de liberación, en un ejemplo de lo que podría ser, de lo que algunas mujeres
heroinas han llegado a conseguir. Emilia Sauri y los personajes femeninos que luchan con
ella en el espacio de la novela se mueven activamente por conseguir su lugar en el
mundo, se alzan como una utopía que quiere ser verdad, donde hombres y mujeres
interactúan con respeto mutuo y al mismo nivel en la jerarquía social. Estos personajes se
presentan como un enfrentamiento crítico al falogocentrismo, a la construcción de
género, de clase y de raza. En definitiva, Mastretta concede la palabra a los marginados y
los revalora al mismo tiempo que ataca con una visión crítica de los que siempre alzan su
voz en detrimento del resto.
Mal de amores es una novela que mezcla la realidad y la utopía, lo real y lo
ficticio, lo femenino y lo masculino, la justicia y la injusticia social, la historia y la
intrahistoria y muchas otras dicotomías que amenizan la lectura de un libro cuyas ideas y
realidades mantienen un diálogo abierto aplicable al ayer, al hoy y al mañana.
117
6. Notas
1
Como ejemplo de ciudad postmoderna Williams equipara la ciudad de México D.F. con
Los Ángeles. Para él, ambas ciudades son comparables por su crecimiento urbano, su
contaminación, la multiplicidad de centros (uno para cada colonia o barrio), y la
renovación constante de las dos ciudades. Williams dice que “el D.F. sufre una
reinvención diaria, desde hace siglos. Sin ninguna solución obvia a sus múltiples crisis
urbanas, el D.F. ha llegado a un punto de agotamiento económico y social” (48).
2
Entre estas escritoras destacan Carmen Boullosa en su reinvención del mundo a través
de la metaficción en Cielos de la tierra (1997); Cristina Rivera Garza, quien cuestiona la
hererosexualidad de dos amigas en Nadie me verá llorar (1999); de varias de las novelas
de Luisa Josefina Hernández e Inés Arredondo se estudia la construcción de los
personajes femeninos; de la escritora Brianda Domecq se analiza Once días… y algo más
(1979), como una autobiografía postmoderna; también se trabaja con la novela Novia que
te vea (1992), de Rosa Nissán donde la protagonista se encuentra descentrada por las dos
culturas a las que pertenece, la judía y la mexicana; se hace un reconocimiento a las
mujeres que escriben desde las montañas toluqueñas como Blanca Aurora Mondragón o
Verónica Holguín; se trata el tema de la locura en la novela de Patricia Laurent Kullick,
El camino de Santiago (2000); y entre muchos otros estudios, se contrastan los espacios
interiores y exteriones en la novela Pánico o peligro de María Luisa Puga (1983).
3
A principios de los años setenta hubo un resurgimiento del movimiento feminista en
México que se articuló en varias etapas. Según Marta Lamas en su artículo “Algunas
características del movimiento feminista en ciudad de México” (1994), la primera década
del movimiento (1970-79) está dividida en dos grandes momentos, la formación y
consolidación del movimiento en la primera mitad de la década y la presentación pública
a partir de 1976 con la formación de La Cualición de mujeres feministas. En su segunda
década (1980-1989) el movimiento feminista pasa por tres momentos: el final del período
118
más dinámico (1980-2), un tiempo más relajado hasta el terremoto en 1985 y una nueva
activación del movimiento desde 1986 hasta el VI Encuentro Nacional en Chapingo
(1989), dentro de cuyo período se celebró también el IV Encuentro Feminista
Latinoamericano en Taxco (1987). En este último lustro se da un crecimiento del
movimiento popular de mujeres derivado de la movilización ciudadana generada por el
terremoto y por el proceso electoral de 1988. Al inicio de la tercera década (1990-3) el
movimiento se abre a la alianza con otros grupos de mujeres y se logra iniciar un modelo
de incidencia donde la mujer tenga la posibilidad de ocupar puestos políticos en los
partidos y en el gobierno, aunque la posibilidad de establecer una infraestructura
organizativa no fue posible por la falta de coordinación o práctica democrática de los
distintos grupos feministas (Lamas 144)
Según expone Marta Lamas en su artículo “Algunas características del
movimiento feminista en ciudad de México” (1994), las tres demandas básicas alrededor
de las cuales se articuló el movimiento fueron: la maternidad voluntaria (que incluía el
derecho al aborto), la no violencia hacia las mujeres y la libertad a elegir una opción
sexual libre. Todo ello partiendo del cuerpo femenino como un lugar donde se viven
variadas formas de poder cultural y social (el aborto, la violencia y la sexualidad) (143).
Sin embargo, aunque las feministas formaron todo un discurso crítico y demandas
sociales, el feminismo mexicano ni llegó a tener la fuerza del europeo o del
norteamericano ni consiguió incidir en las políticas gubernamentales del Estado. Marta
Lamas señala varias razones para ello: "poca tradición de movilización, participación y
debate de los ciudadanos, gran influencia de la Iglesia católica, machismo cultural y
político, escasas organizaciones sociales independientes, pocos sindicatos no controlados
por el gobierno" (144). El gobierno de López Portillo (1976-82) trajo consigo el
desmantelamiento de las oficinas del Programa de México para la mujer al principio y
una mejora económica por la petrolización que movilizó de nuevo a las feministas.
Comienzan entonces a surgir organizaciones en defensa de los derechos de la mujer, se
ofrecen servicios de apoyo a mujeres violadas y leyes que mejoran la legislación en
beneficio de la mujer, además, aparecen las primeras publicaciones feministas como
119
Cihuat (1975), Fem (1976) y La Revuelta (1976), mediante las cuales se divulgan las
ideas feministas y se sigue avanzando en la creación de alianzas con organizaciones de
gays y lesbianas, u otros grupos políticos de izquierdas. Los comunistas fueron los
portadores del proyecto feminista que en 1980 trabajaron sobre la ley del aborto
(Maternidad Voluntaria), pero la ley fue rechazada con una campaña violenta por parte de
la derecha que hicieron víctimas a las feministas de feroces ataques que, unido a las
dificultades internas, debilitaron a las feministas a finales de 1982 (Lamas 146-9)
Además, la crisis económica que acompañó la intervención económica llevada a cabo por
el PRI en los años ochenta supuso un deterioro en las condiciones de vida y de trabajo. El
desempleo masculino se vio sustituido por el empleo de mujeres mal pagadas que
aumentó el fenómeno de las mujeres "cabeza de familia" lo que generó graves problemas
sociales y familiares. La militancia femenina se restringió lo cual, unido a la incapacidad
de los grupos feministas para articularse en organizaciones políticas, fue determinante
para el retiro de la actividad pública que se dio entre 1983 y 1985 (Lamas 150-1).
En el campo de la literatura se crearon muchos talleres literarios que ayudaron a
proliferar la literatura escrita por mujeres. Además de Mastretta, entre las escritoras que
escribieron en este período destaca también Ethel Krauze quien escribe tres novelas:
Donde las cosas vuelan (1985), Infinita (1991) y Mujeres en Nueva York (1995). Esta
última novela trata de cuatro mujeres mexicanas amigas, profesionales e independientes
que van de vacaciones a Nueva York, donde asomarán sus frustraciones y la carencia de
la supuesta solidaridad que las unía. Otro ejemplo es Silvia Molina quien comenzó a
escribir a raíz de asistir en 1976 al taller literario organizado por Elena Poniatowska y
Hugo Hiriarte. Las novelas que ha publicado son La mañana debe seguir gris (1977),
Ascensión Tun (1981) y La familia que vino del norte (1987). Otras escritoras mexicanas
de este periodo son Cristina Pacheco, María Luisa Puga, Bárbara Jacobs, Laura Esquivel,
Carmen Boullosa, Sabina Berman y Sara Sefchovich.
4
Esta tesis esta escrita en español, aunque el título este en inglés.
120
5
Estableciendo un diálogo entre la literatura escrita por mujeres y por hombres en la
postmodernidad hispanoamericana, se presentan autores como Gustavo Sainz. Este autor
trata, en su novela Gazapo (1965), la clase media mexicana. En ella, el protagonista
abandona el orden social paternalista al dejar a su familia. Según su mismo autor dice,
esta salida puede ser interpretada como un signo de crisis política en el partido dominante
de su tiempo, el PRI (Partido Revolucionario Institucional): “The appearance of other
political forces and parties, from the Right and from the Left challenging the PRI in local,
state and nacional elections questions the value of the Mexican political machine as well
as the social and political ideals of the Mexican Revolution” (Sainz 15). Otra novela con
la que podría establecerse un diálogo desde el discurso de Mal de Amores es Por debajo
del agua (2002), de Fernando Zamora. Esta novela vuelve sobre el tema de la Revolución
Mexicana pero, como hace Mastretta, desde una transformación de los discursos
enfocados en la experiencia vital revolucionaria y con un elemento homoerótico
explícito.
6
En la narrativa de Marcela Serrano, escritora chilena radicada en México, en obras como
su novela El albergue de las mujeres tristes (1997), las mujeres contemporáneas también
optan por un rol más tradicional pero no porque la sociedad se lo imponga, sino porque
ellas así lo quieren, de la misma manera que hace el personaje Josefa Veytia.
7
El personaje de Milagros es una compilación de varias mujeres que se destacaron por su
liderazgo y su actividad durante aquellos años. Mujeres como Dolores Jiménez y Muro,
Elvia Carrillo o Juana Belén Gutiérrez de Mendoza pudieron ser los modelos que
inspiraron a la autora para crear este personaje. Además de otras feministas teóricas o
mujeres luchadoras más cercanas en el tiempo a la autora que le dieron a Mastretta el
discurso que Milagros tiene en la novela.
121
8
Esta denominación aparece definida en el ya mencionado Historical Dictionary of
Feminism como:
A tradition of feminist political theory that seeks to synthesize
radical feminism and Marxism in response to the dominance of
liberal feminism. Both sexism and classism are used to explain
women's oppression; feminist insights into male dominance and
the Marxist critique of capitalism are incorporated by
contemporary socialist feminists. In contrast to the liberal
emphasis on individual rights, there is attention to social relations
and the larger community within this tradition. (Boles 301)
9
Sobre el contexto en el cual nace la revista Fem en 1976 véase la nota número tres.
Sobre la participación en esta revista de Mastretta, Carlos Mateo Coria-Sánchez ha
escrito un artículo que titula “Ángeles Mastretta y Fem, dialogo feminista” (2001). Por
otra parte, la revista Debate feminista fue fundada en 1990 por Marta Lamas y responde a
la expresión de las feministas mexicanas de la que Martas Lamas considera como tercera
fase del feminismo mexicano del siglo XX en su artículo “Algunas características del
movimiento feminista en ciudad de México” (1994).
10
Ciclo que se ha ido repitiendo constantemente en la historia española y que en el texto
se puntualiza con la caída de la monarquía de Amadeo de Saboya y la vuelta de la misma
con Alfonso XII.
11
Merece la pena detenerse a pensar en por qué Mastretta hace que Emilia cambie de
espacio tan frecuentemente viajando de un lado para otro. Quizás para contestar a esta
pregunta, aunque sobre esto se podría escribir otra tesis, se podría comparar Mal de
amores con las novelas de la escritora mexicana Sara Sefchovich: Demasiado amor
(1959), La señora de los sueños (1993) y Vivir la vida (2001). En estas novelas se expone
la vida de tres mujeres cuyas vivencias son un recorrido y un peregrinar por el mundo y
122
por el camino de la experiencia para encontrarse a sí mismas. En la vida de estas mujeres,
el viaje es imprescindible para salir del espacio del hogar que limita su libertad. De igual
manera, Emilia Sauri viaja y experimenta para volver al mismo punto de partida sabiendo
quién es, cuál es el destino que quiere para ella.
12
La pluralidad del <yo> es presentada por la autora también en sus ensayos. En
"Enemigas entrañables" de Puerto libre, la autora se desdobla en distintos personajes que
son aspectos de sí misma de tal manera que se ponen a conversar la Ángeles gastrítica, la
práctica y la escritora frustrada. Y ante la pregunta: "¿Usted es la escritora?" que le hace
un transeúnte en otro de los ensayos de El mundo iluminado, la Mastretta personaje
reflexiona: “−A veces soy la escritora− le contesto. El hombre vuelve a sonreír. Nos
hicimos amigos de caminata durante el último año que trabajé en mi novela Mal de
amores. No le gustaba el título. Le parecía que mi novela era más complicada que eso
(106). En este fragmento se puede ver cómo Mastretta no se ve únicamente como
escritora, así como tampoco a Emilia se la puede caracterizar solamente por su dilema
producido debido a su "mal de amores". De la misma manera, la novela en sí tampoco
puede ser leída exclusivamente en torno al triángulo amoroso que forman Emilia, Daniel
y Zavalza. Emilia tiene varias facetas que pueden ser analizadas así como la novela tiene
varias interpretaciones o lecturas, por su naturaleza postmoderna.
123
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