El sufrimiento del maltrato Es doloroso y lamentable comprobar día a día la cantidad de mujeres heridas, maltratadas, vejadas y muertas a manos de sus maridos o compañeros sentimentales. Cada día son más las mujeres que tienen miedo a hacer algo fuera de lo común por culpa de un marido hasta llegar a la situación de ni siquiera a hablar con su familia, amistades etc. Muchas de estas mujeres no ponen remedio a la situación a la que viven por miedo de quedarse solas y perder a sus hijos. Sus hijos son unas de las personas que mas sufren en torno a la situación que haya en cada caso, uno de los problemas que ocasiona el maltrato a la mujer es que sus hijos también la vean como una persona inútil, incapaz e incluso llegando a odiar a su propia madre. as causas por las que suceden estos maltratos hacia las mujeres es por diversos motivos: - Porque el hombre sea celoso y piense que la mujer le está engañando. Por este motivo el hombre le pega para que ella “sepa” que él es su dueño. - Otros de los agresiones por parte de los maridos son la alcoholización, drogadicción etc. En este caso los maridos llegan a su casa tardísimo borracho y con ganas de buscar bronca y aunque la mujer quiere apaciguarlo es la que se lleva la peor parte de todos. - Luego hay diversos procedimientos por el cual el hombre pega a la mujer pero los mas afectados son los hijos de la pareja ya que ven desde pequeños todo lo que sufre su madre por lo que le crea un problema sicológico que le pueden ocasionar de mayores un trastorno de diversos problemas. Entrevista con Elena Palacios La inspectora Elena Palacios está al frente de las 18 personas que forman el servicio de atención a la mujer (SAM) de la brigada de la policía judicial de Madrid. Por esta unidad pasa los casos más graves de mujeres que han sido agredidas física o psicológicamente. Palacios lleva al frente de este grupo seis años, casi tantos como estuvo al frente de la sección de menores Pregunta- ¿Cuál ha sido más dramático de su carrera? Respuesta-Han sido muchos por que cada uno ha tenido unas circunstancias especiales. Recuerdo a una mujer que vino a denunciar después de sufrir malos tratos tras 30 años de matrimonio. Las vejaciones comenzaros incluso ya de novios. Ya, cuando los hijos se habían emancipado y se entero que su marido había abusado sexualmente de ellos, lo denunció. Cuando interrogamos a los hijos, sacamos que había abusado de todos y eran tales la amenazas de maltratarlos que les obligaba a callarse. Pese a que todos eran mayor de edad, se derrumbaban y se echaban ha llorar por que nunca lo habían contado Pregunta- ¿Cuál es la función exacta del SAM Respuesta- las comisarías se encargan de los casos más simples de malos tratos. Cuando una mujer viene a nosotros, es por que el caso es más complejo y peligroso para ellas Pregunta- ¿Existe un perfil de mujer maltratada en Madrid? R. No. Tenemos mujeres de todas las edades y condiciones sociales. Eso sí, la mujer que tiene más recursos económicos suele acudir a otros recursos para romper su relación antes de llegar a la denuncia. Lo que sí hemos detectado es que, a mayor nivel económico y social, se produce menor violencia física y un aumento de los insultos y las vejaciones psíquicas. P. ¿Qué resulta peor: la violencia física o la psíquica? R. Es peor la persona humillada, vejada con una hostilidad verbal crónica. Puede llegar al suicidio y casi nunca se comprueba qué existe detrás de esa muerte. P. ¿Cómo tratan ustedes a las víctimas que acuden al SAM? R. Seguimos el protocolo de actuación de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado para la protección de las víctimas de violencia doméstica y de género. Fue sacado antes de la Ley Integral y marca cómo se debe actuar y coordinarse con la autoridad judicial. P. Lo más importante siempre será la seguridad de la víctima. R. Desde luego. La mujer siempre viene muy confusa, porque son muchos años de sufrimiento. Está acomodada a esa violencia y se adecua con cierto sentimiento de culpabilidad. Por eso, lo primero que hacemos es hablar con ella y hacerla ver que eso que sufre no tiene nada de normal y que se puede parar. P. ¿Siempre tienen que contar todo lo que les ha sucedido? R. Cuando ya hemos logrado tranquilizarlas, empezamos un relato cronológico. Siempre insistimos en aquellos aspectos que pueden ser agravantes o atenuantes. También nos fijamos mucho en los testigos que lo vieron para que puedan corroborar o no su descripción. P. ¿Qué salidas se le ofrecen a las víctimas tras la denuncia? R. Muchas de ellas quieren volver a casa para continuar con su rutina, porque tienen niños que llevar al colegio o una casa que atender. Lo que siempre procuramos es defender la integridad física de la mujer. Si es difícil localizar y detener al presunto agresor, es absurdo que corra riesgo. Para ello estamos en contacto con casas de acogida. En general, suelen empeñarse en marcharse, pero hay que reconocer que estamos ante una persona enferma del alma que no entiende lo que le pasa. P. ¿Alguna vez han matado a alguna mujer que denunció su caso en el SAM? R. Gracias a Dios, nunca. Para mí, habría sido lo peor. Siempre nos aseguramos de que no le va a pasar nada. Su integridad y la de su familia tiene que estar por encima de todo, ya que muchas veces no es consciente de los graves peligros que corre. P. Si hay niños por delante, el problema se complica aún más. R. Desde luego, un niño que ve cómo maltratan a su madre puede tener problemas en su desarrollo evolutivo y emocional. Todos aprendemos conductas y la violencia, desde luego, también se aprende. En el caso del niño, puede aplicarla dentro de la familia o fuera, como en la calle o en la escuela. P. ¿Qué es lo más importante para que la mujer denuncie? R. Ante todo, que se dé cuenta de su problema. El maltrato es muy complejo y algunas veces, cuando denuncia el problema se agrava. Por eso tiene que ir pidiendo ayuda a las personas que la rodean. Está el grupo familiar, el entorno laboral, vecinal y social y, por último, el tercer círculo de apoyo, los profesionales como la policía, los servicios sociales y la justicia, entre otros. P. ¿Cómo funciona el SAM? R. Siempre hay una persona de guardia preparada para recibir los casos más graves. A partir de ahí, el equipo se pone a investigar para esclarecer el caso. Por ejemplo, una de las cosas que primero comprobamos es si el denunciado tiene licencia de armas. En cuanto nos sale que sí, vamos a retirárselas de manera cautelar. Primero, intentamos que lo haga de manera voluntaria. Si se resiste, pedimos una orden judicial y entramos a su casa a por ellas. P. Otros temas que también investigan son los delitos contra la libertad sexual R. Sí, nosotros investigamos el 80% de los casos que se dan en Madrid. Van desde los tocamientos hasta las violaciones en serie o los robos con agresiones sexuales. La gente tiene ahora la conciencia muy clara y denuncia mucho más que antes. P. Pero, el violador en serie es el que crea más alarma social. R. Desde luego. Muchas veces es muy difícil llegar a ellos y requiere una investigación muy larga y exhaustiva. La víctima, además, suele salir muy tocada de este tipo de agresiones, no sólo por el ataque en sí, sino también por la humillación y por el acto de violencia que sufre. Suelen tardar mucho en recuperarse. P. ¿Algún consejo para las víctimas? R. Que acudan cuanto antes a la policía, que no se laven ni laven las ropas que llevaban puestas. Pueden tener pruebas fundamentales para detener a los autores. Cuanto antes contacten con nosotros, mucho mejor, desde luego. P. ¿Existen muchas denuncias falsas? R. Hay un porcentaje no muy alto, pero nuestro trabajo consiste en descubrirlas. Y, generalmente, lo hacemos. P. ¿No es un trabajo muy duro el suyo? R. Me metí a policía para ayudar a las personas, y eso se consigue en puestos como éste, con el trabajo del día a día. Entrevista con una de las mujeres maltratadas que han sabido reaccionar A pesar de haber sufrido las palizas de su marido y de pasar por un proceso judicial que haría palidecer a Kafka, esta catalana se considera una mujer con suerte: "Dentro de la desgracia, yo he sido privilegiada, porque tenía una independencia económica, el piso en el que vivíamos era mío, no tenía niños pequeños; pero hay muchas mujeres que sí tienen hijos y dependen económicamente del marido". Mujeres que no tienen el valor o la oportunidad de separarse, y que terminan engrosando esa lista de víctimas mortales, cada vez más larga. O que se pierden durante años en la estadística callada de violencia doméstica y sistemática, sin que la ley las proteja en condiciones. A modo de terapia personal, y como testimonio para quien quiera oírla, Rosa contó su experiencia en "He sido una mujer maltratada". Lo peor es que es una de tantas. Lo mejor, que esta vez tiene final feliz. -¿Cómo conociste a tu marido? -Veintitrés años después de separarme de mi primer matrimonio, mi hija ya había terminado la carrera y se iba a emancipar, mi madre era mayor y estaba muy enferma. Pensé: me voy a quedar sola, es hora de rehacer mi vida con una pareja. Y escogí la pareja equivocada. Hice un viaje a Cuba, conocí a una persona y ahí empezó todo. Yo me ilusioné y él vio en mí un pasaporte. Estuvimos cuatro años carteándonos, volví otra vez a Cuba de vacaciones... al final nos casamos por poderes y lo traje a España. Evidentemente, era un desconocido. Por carta y por teléfono la persona es un encanto, no conoces los defectos. Y tenía muchos: bebía, era irascible, tenía mucha agresividad y la sacaba cuando le llevabas la contraria. Cuando se le plantearon unas normas a la hora de coger un trabajo, no lo quiso. -¿Era el trabajo el motivo de las discusiones? -Allí trabajan, pero de una forma muy elástica. Los que se dedican al turismo trabajan solamente en las temporadas altas y luego nada. Para él era terrible tener aquí un horario de 7 u 8 horas. El trabajo era de camarero en un club de tenis elitista, con un horario relativamente corto y un buen sueldo. Pero yo creo que se había hecho la idea de que se casaba con una funcionaria, para él una persona que viajaba tenía un estatus, y pensó que le mantendría. La primera vez que discutimos le dije: "Te has equivocado de persona y de lugar. En España se vive bien, pero trabajando". Al llevarle la contraria me dio una paliza enorme. -¿Por qué no lo denunciaste la primera vez? -Porque había apostado mucho por esa relación. Mi familia, el 90% de mi entorno me había dicho que me estaba equivocando, y me costaba reconocer que tenían razón. La primera vez que me pegó pensé: quizás está nervioso, quizás le he descolocado yo. Las personas agresivas dicen que es una cosa puntual, que han perdido los papeles porque tú les has provocado. -Pero volvió a repetirse. -Y esta vez salí corriendo de casa y fui a denunciarlo. Pero la policía, por lo general, admite la denuncia y te dice que vuelvas a casa, que esto sigue su curso en el juzgado. Y te sientes completamente desprotegida, porque cuando vuelves a casa es cuando el agresor te está esperando para matarte. Él me estaba esperando con un cuchillo. Cuando lo vi pensé que me mataba, alargué la mano y lo primero que encontré fue otro cuchillo -la mesa estaba puesta para comer-. Luchamos y ambos nos herimos. Yo grité pidiendo socorro, vinieron los vecinos, llamaron a la policía y fuimos al juzgado de guardia. Y ahí nos hicieron una serie de preguntas a los dos; te machacan a preguntas, en vez de protegerte te hacen sentir culpable. Yo estaba herida, después se vio que tenía traumatismo craneal, estaba nerviosa, no era coherente en mis respuestas. Él estaba mucho más tranquilo, decía que yo le había agredido por un ataque de celos. Y el juez le hizo caso, dijo que tenía que averiguar las causas y que de momento estaba detenida en la prisión de mujeres de Barcelona. Imagínate, una persona que nunca ha tenido problemas con la ley y de repente verte así. -¿Cómo fue la experiencia en la cárcel? -Estuve allí diez días, y con todo lo que había pasado fue como un remanso de paz. Como estaba herida me mandaron a la enfermería y allí encontré mujeres que me ayudaron mucho. Casi todas estaban allí por problemas de drogas, y a mí me veían diferente, cuando les expliqué por qué estaba allí me mimaron mucho. En el libro dedico un capítulo a cada una de las compañeras de celda. Cuando presenté el libro todas habían salido ya, excepto una, "la viuda negra", que había cometido cuatro asesinatos. Era una mujer contradictoria, pero con muy buen fondo, cuando veía a alguien desvalido intentaba proteger y ayudar. -¿Volviste a ver a tu marido al salir? -Me llamaba por teléfono. Al principio quería volver, y al ver que yo no estaba dispuesta me decía que perdería el juicio y volvería a la cárcel. Y yo le contestaba: "Bueno, ya la conozco y no me asusta". Me chantajeaba, me decía que si le daba una cierta cantidad de dinero no se presentaría al juicio. Fue una buena temporada sin verle, pero me llamaba muchas veces. Y luego me dieron la nulidad del matrimonio, así que cuando llegó el juicio él estaba aquí ilegal. Tenía un permiso por matrimonio; sin matrimonio, no había permiso. -¿Cómo es tu vida ahora? -Es una vida tranquila, mucho mejor de lo que era. Ahora saboreo mucho más las cosas y les doy mucho más valor. Siempre digo que un hombre no hace a un colectivo ni a un país, y Cuba es un país precioso, que me encanta, sólo que con muchas limitaciones, y la gente recurre a la picaresca precisamente por eso. -¿Qué sientes al ver las noticias sobre violencia doméstica? -Me veo reflejada en ellas, es dolorosísimo. En Galicia lloré dando una charla, vino una chica con una niña de unos cinco años y le dice: "Esta señora ha escrito un libro sobre papás que pegan". Y la niña dijo: "Como a ti, mamá". Una chica joven, guapa, con cultura. Yo pienso que no hay motivo para aguantar, lo mío duró dos meses porque pensé que no me habían educado para que me pegaran, sino para que me respetaran. -¿Cuál crees que es el origen del maltrato a las mujeres? -No se puede decir que sea por una falta de cultura, porque el maltrato existe en todos los niveles sociales. Yo creo que es por machismo. Aunque hay muchos factores, y no se entiende por qué la agresividad va a más. Hay más víctimas de violencia familiar que del terrorismo, y por mucho que se rasguen las vestiduras las instituciones, por muchas manifestaciones que se hagan, no sirve de nada si no se reforman las leyes. Cuando veo una manifestación me parece perfecto, pero ¿qué están haciendo en ese pueblo para que no continúen matando a las mujeres? -¿Crees que hacen falta más leyes para proteger a las víctimas? -Las leyes no se aplican bien. Se penaliza más a una persona que rompe la luna de un escaparate que a un agresor que atenta contra la vida de una persona. Deberían darse cursos de valoración hacia la mujer, y también poner penas más fuertes. Sobre todo que la mujer no tenga que abandonar el edificio conyugal, que esto yo lo encuentro fortísimo. ¿Por qué tiene que ir a una casa de acogida? Es denigrante. Ya es bastante traumático admitir que la persona en quien has confiado, la persona que quieres, te está haciendo daño, para que luego tengas que abandonar tu entorno. Es como si se estuviera castigando a la mujer por denunciar. -Hay una frase en tu libro: "Siempre creí que los seres humanos éramos libres, nacemos libres y debemos tener siempre libertad de expresión, de pensamiento, de criterios, de obras; siempre tuve una idea equivocada de la palabra libertad, hasta que me vi privada de ella". ¿En qué cambió ese concepto? -Yo siempre había sido libre, así que no sabía muy bien lo que quería decir la palabra libertad. Siempre había tomado mis decisiones: había decidido tener un hijo, había decidido separarme. Pero cuando me vi en la cárcel empecé realmente a saborear las pequeñas cosas. Por ejemplo, no sabía lo bonito que es pasear, antes iba siempre corriendo. No saboreaba un café con un amigo, pero ahora quedo con ellos y siento la necesidad de hablar tranquilamente. Creo que la libertad es saborear las pequeñas cosas y tener la capacidad de, por ejemplo, poder ir un día a trabajar en autobús y otro paseando. Levantarte cada día y tomar tus decisiones de manera diferente. Mi opinión Yo pienso que todas las mujeres que son maltratadas deben rebelarse y tomar cartas en su asunto por que todo el mundo es libre. Yo puedo dar mi opinión desde un punto de vista distinto al de una mujer maltratada ya que yo no he sufrido como ellas. Yo os pido que tengáis coraje y plantéis cara a vuestro problema por que ustedes sois libres y no tenéis que estar amenazadas por nadie. Desde aquí quiero dar fuerzas a todas esas personas; espero que este articulo hecho con toda mi atención, os sirva de algo por que me haría mucha ilusión. Un abrazo a todas esas personas.