LA FILOSOFÍA DE PLATÓN

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LA FILOSOFÍA DE PLATÓN
Índice
1. Contexto biográfico e histórico de Platón
1.1.
Biografía de Platón
1.2.
Contexto histórico
2. Obras e influencias en el pensamiento platónico
2.1.
Su obra: los diálogos
2.2.
Influencias en el pensamiento platónico
3. La teoría de las ideas (ontología) de Platón (Metafísica)
3.1.
El origen de la teoría de las ideas
3.2.
La teoría de las ideas (ontología). El mito de la caverna
3.3.
La relación entre ambos mundos: mímesis y méthesis
4. Teoría del conocimiento
4.1.
La alegoría de la línea dividida. Grados del conocimiento
4.2.
Anamnesis o reminiscencia
4.3.
La dialéctica y la erótica del Bien
5. La antropología platónica
5.1.
Razón y sentidos, alma y cuerpo
5.2.
La naturaleza del alma (psicología)
6. La ética platónica
7. La política
7.1.
El origen del Estado
7.2.
Las clases sociales
7.3.
La educación
7.4.
El concepto de justicia
************************
"Mientras tengamos cuerpo y esté nuestra alma mezclada con semejante
mal, jamás alcanzaremos de manera suficiente lo que deseamos. Y decimos
que lo que deseamos es la verdad"
Platón. Fedón, 66b-67ª
1. Contexto biográfico e histórico de Platón
1.1. Biografía de Platón
La vocación política
Aristocles Kodros (apodado Platón por la anchura
de sus espaldas) nació en Atenas en el año 427 a.
C. Era hijo de Perictiona y de Aristón, ella era
hermana de Cármides y sobrina de Critias,
oligarcas que formaron el gobierno de los treinta
tiranos de Atenas, él provenía de la propia familia
real de la ciudad y de Codro, el mártir legendario
de Atenas. A la muerte de su marido, Perictiona, se
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La filosofía de Platón
casó con Pirilampo, antiguo amigo de Pericles (el sabio reformador que llevó a
la democracia ateniense a su máximo esplendor). Con esta familia no es de
extrañar la pronta vocación política del joven Platón. Esta tendencia
marcará gran parte de su obra filosófica pero también gran parte de su vida.
Platón no sólo escribe La República (su obra principal en donde nos muestra
su proyecto político) sino que intentará llevarla a la práctica.
A sus 40 años viaja al sur de Italia donde conoce al pitagórico Arquitas,
quien lo introduce en la corte de Siracusa, ciudad gobernada por el tirano
Dionisio I. Será allí donde Platón intentará llevar a cabo la construcción de su
“república ideal”, aunque su sinceridad y sus ideas no agradaron a Dionisio
que lo acabará vendiendo como esclavo. Aníceris de Cirene reconoce a Platón
en una venta de esclavos y lo compra para darle la libertad. Años más tarde
realizará dos viajes más a Siracusa para instruir a Dionisio II (heredero de su
padre) de nuevo sin éxito, ya que éste, al igual que su progenitor, distaba
mucho de ser el modelo de filósofo-rey que Platón pretendía. Después, Dión,
cuñado de Dionisio I y gran amigo de Platón, consigue el poder y de nuevo se
reaviva el sueño de la
construcción de una república
ideal.
No
obstante,
es
asesinado al poco tiempo y
las intenciones de poner en
práctica el ambicioso plan de
Platón
acaban
por
desvanecerse.
La muerte de Sócrates
A pesar de que su
maestro en la juventud fue el
heracliteano Crátilo, a los 21 años Platón entró a ser discípulo de Sócrates.
Como ya sabes, Sócrates era muy crítico con el escepticismo y el relativismo de
los sofistas y defendía que era posible llegar a unas verdades universales.
Cuando Sócrates discutía y polemizaba sobre temas éticos y políticos,
pretendía encontrar definiciones universales a conceptos como bien o justicia.
Todos sabríamos poner ejemplos de acciones buenas o justas pero la cosa se
complica si queremos definir aquello que todas las acciones buenas o
justas tienen en común, es decir, si pretendemos definir el concepto de bien
o de justicia. Sócrates no quería poner ejemplos de bondad, quería saber lo
que es lo bueno en sí mismo, la idea de bien. Platón seguirá esta misma
línea intentando, mediante la razón, llegar a definiciones objetivas y
universales de esos conceptos. Así, también pretenderá superar el
escepticismo y relativismo sofistas.
Sócrates fue condenado a muerte por un tribunal democrático en el 399
a. C. Se cree que Platón estuvo en el proceso pero es posible que no estuviera
en la ejecución. Este hecho marcó sensiblemente el pensamiento de Platón.
Como veremos luego, no tendrá demasiado aprecio por el régimen democrático,
ya que éste parecía más apto para la filosofía sofista y las decisiones tomadas
2
La filosofía de Platón
en el ágora no tenían por qué ser siempre las mejores (condenar a muerte a
Sócrates, el hombre más sabio de Atenas, no parece una decisión demasiado
justa). Si Platón pensaba que existía una verdad universal, se entiende que
un régimen democrático, en el que la verdad se elige por consenso, no le
pareciera el más adecuado. Una verdad lo es por sí misma, sin necesidad de
que tengamos que ponernos de acuerdo.
Platón va a escribir todas sus obras en forma de diálogo entre
varios personajes en el que Sócrates será siempre el protagonista. Una de las
dificultades para interpretar el pensamiento platónico es que Platón va a
expresar sus ideas siempre por boca de Sócrates (Platón nunca aparece en sus
diálogos) por lo que muchas veces no sabemos diferenciar si lo que nos cuenta
son ideas propias de Platón o si explica la filosofía de su maestro.
Del mismo modo Platón va a pensar en la dialéctica socrática o método
socrático como un buen método para llegar a la verdad (si bien, lo modifica y lo
refina como luego estudiaremos).
La Academia
En el 361 a. C., tras recobrar su libertad, Platón compró una finca (un
olivar sagrado) en las afueras de Atenas, donde fundó un centro especializado
en la actividad filosófica y cultural, al cual llamó La Academia. El nombre
procede del legendario héroe mítico Academo y funcionó ininterrumpidamente
hasta el 86 a. C., año en que fue devastada por los romanos. Posteriormente
fue idealmente refundada, pero será clausura por Justiniano I en el 529 d.C.,
pues veía en ella una amenaza para la propagación del cristianismo. La
Academia no era un lugar cerrado, como las sociedades secretas de los
pitagóricos, sino que era un lugar abierto a todo el que quisiera instruirse.
Platón, asqueado del pragmatismo de las enseñanzas de los sofistas,
predicaba la pureza del saber, el saber por el mero deseo de conocer la
verdad. En la Academia se estudiaba armonía, astronomía y matemáticas
como estudios preliminares, para luego llegar a la filosofía como saber
supremo. No obstante, tampoco podemos ocultar que con estas enseñanzas
Platón también perseguía una utilidad práctica: la de formar buenos
políticos y gobernantes. Pero, el político formado en la Academia sería el
hombre que ha alcanzado la verdad de forma desinteresada y por mero amor
al saber. El hombre sabio es plenamente virtuoso y su actitud frente a la
política será siempre virtuosa, justa y desinteresada. Platón quiere formar
hombres justos para la política, no demagogos.
Platón muere en el 347 a. C. y su sobrino, Espeusipo, le sucede en la
dirección de la Academia.
1.2. Contexto histórico
Los siglos V y IV a.C. corresponden al apogeo de las grandes ciudades
estado independientes de Grecia entre las que cabe destacar Atenas y
Esparta. Tras derrotar a los persas en las Guerras Médicas, Atenas se
convirtió en la potencia hegemónica. En el 431 a.C., se produjo el
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La filosofía de Platón
enfrentamiento entre Atenas y Esparta. La guerra del Peloponeso, sostenida
entre las dos grandes confederaciones, duró hasta el 404 a.C. y concluyó con
el establecimiento de la hegemonía espartana sobre Grecia (tras vencer en la
batalla de Egos Potamos). Al final de la guerra, Esparta promovió la oligarquía
llamada de los Treinta Tiranos para gobernar Atenas. En el 403 a.C., los
atenienses, bajo Trasíbulo, se sublevaron y expulsaron a la guarnición
espartana restaurando la democracia y la independencia.
El conflicto que siguió, las Guerras Corintias, continuó en medio de
pequeñas contiendas y escaramuzas hasta el 387 a.C., cuando Esparta,
aliada de Persia, impuso la Paz de Antalcidas sobre sus discrepantes estados
súbditos. Según las condiciones del asentamiento persa-espartano, se cedía
toda la costa oeste de Asia Menor a Persia y se otorgaba la autonomía a las
ciudades-estado de Grecia. A pesar del acuerdo, Esparta invadió Tebas en el
382 a.C. y tomó la ciudad de Olinto, al norte. El general de Tebas, Pelópidas,
respaldado por Atenas, dirigió tres años después un levantamiento que
expulsó a las fuerzas de ocupación espartanas. La guerra entre Esparta y
Atenas, aliada con Tebas, continuó y llegó a su fin con la batalla de Leuctra,
en el 371 a.C., en la que los tebanos, al mando de Epaminondas, derrotaron
por completo a sus enemigos y pusieron fin definitivamente a la dominación
espartana. Tebas, en virtud de su victoria, se convirtió en el primer estado de
Grecia. Atenas se negó a someterse a la supremacía de Tebas y, en el 369
a.C., se alió con Esparta. Para mayor inseguridad, la hegemonía de Tebas
dependía principalmente de la brillante regencia de Epaminondas y cuando
éste murió, en la batalla de Mantinea (362 a.C.), Tebas se vio privada de su
breve supremacía.
Durante este periodo de luchas por la hegemonía en Grecia, Macedonia,
comenzaba su política de expansión. Filipo II, rey de Macedonia en el 359 a.C.,
gran admirador de la civilización ateniense, era consciente de su gran
debilidad y la falta de unidad política griega. Inmediatamente después de
subir al trono, Filipo anexionó las colonias del sur de Grecia, en la costa de
Macedonia y Tracia, y se propuso convertirse en el dueño de la península. Su
astucia en las artes políticas y militares contribuyó al logro de sus ambiciones.
Tras la muerte de Filipo II comenzó el reinado de Alejandro Magno.
2. Obras e influencias en el pensamiento platónico
2.1. Su obra: los diálogos
De Platón no se conserva ningún tratado ni ningunos apuntes de sus
lecciones en la Academia, quizá porque él mismo renunció a ello. Sin
embargo, sí conservamos un conjunto de unas 30 obras de divulgación
escritas en forma de diálogos. Entre los historiadores existe la dificultad de
determinar el orden cronológico de éstos y también sobre su “autoría” (saber
si realmente los escribió Platón u otro filósofo). La clasificación más aceptada
es la que sigue:
1. Diálogos de juventud (Periodo socrático): Apología de Sócrates,
Critón, Eutifrón, Laques, Protágoras, Cármides, Lisis y Libro I de La
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La filosofía de Platón
República. En estos diálogos se observa la gran influencia de Sócrates en
Platón.
2. Diálogos de transición: Górgias, Menón, Eutidemo, Hipias I y II,
Crátilo y Menexeno. Platón continúa su crítica a la sofística pero apunta
ideas originales como su teoría del lenguaje y se observan múltiples
influencias pitagóricas.
3. Diálogos de madurez: Banquete, Fedón, los libros II a X de La
República y Fedro. Son los más importantes y están considerados como
obras maestras de la literatura universal.
4. Diálogos de vejez: Teeteto, Parménides, Sofista, Político, Filebo,
Timeo, Critias, Leyes, Epímonis y Cartas. Platón va a someter aquí a revisión
su obra y criticará muchos de sus postulados anteriores.
2.2. Influencias en el pensamiento platónico.1.- De Sócrates, la aceptación de la noción socrática del concepto (una
definición universalmente válida ha de ser por fuerza la definición de una
realidad permanente e independiente de cualquier ejemplar de la cosa
definida). Su preocupación por la educación y la mejora de los ciudadanos.
El diálogo como método.
2.- De Parménides, la concepción del Ser, de lo Uno, ya que es una
realidad abstracta y deducida del pensamiento y no de la observación de la
realidad.
3.- De Pitágoras, su concepción matemática, ya que los objetos reales
no son los objetos sobre los que trabaja la matemática. La creencia en la
inmortalidad del alma y la reencarnación. El dualismo.
4.- De Anaxágoras, la concepción del Nous (Mente), que introduce la
posibilidad de ordenar la realidad de acuerdo con una serie de Ideas.
5.- En general, de todos los filósofos anteriores: la necesidad de
encontrar algo que no cambie, algo que permanezca fijo y regular como base
imprescindible para que se dé un saber objetivo, una auténtica ciencia. La
ciencia se basa en leyes, en regularidades que observamos. Si todo cambia
de modo caótico, sin orden ni concierto, no podríamos observar ninguna
regularidad, por lo que no podríamos hacer ciencia y el conocimiento sería
imposible (Recuerda cómo los presocráticos buscaban el arjé como algo fijo
mediante lo que explicar la physis). “A contrario” tendría influencias, por
tanto de Heráclito y los Sofistas.
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La filosofía de Platón
3. La teoría de las ideas (la ontología) de Platón (Metafísica)
3.1. El origen de la teoría de las ideas
Los sofistas pensaban que las opiniones se formaban a partir de las
percepciones subjetivas de cada cual y que el lenguaje, al referirse a esas
percepciones, ni expresaba la realidad ni servía como elemento para una
verdadera comunicación. Piensa, por ejemplo, en el concepto o la palabra
“amor”. Cada uno tendremos una percepción del amor dependiendo de cómo
nos haya ido. Si a mí me ha ido muy bien tendré una idea de “amor” muy
diferente a la que tiene otro al que le ha ido mal. Por lo tanto, cuando
hablemos sobre el “amor” no nos podremos entender, ya que cada uno lo
comprende a su manera. Será un diálogo de sordos.
Para Sócrates la verdad es objetiva y la podemos alcanzar al observar
cada cosa concreta y elevarnos a su concepto universal. Los conceptos
universales tienen una existencia independiente, en nuestro interior. No
existe la “humanidad”, tan sólo existen los individuos concretos en los que se
encarna ese concepto universal. Existen, pues, los seres humanos
individuales, pero en todos ellos se da realmente esa “cosa” universal que
llamamos humanidad, por tanto, la humanidad no se da en sí misma en
ningún lugar, sino que es un concepto de nuestra mente.
Para Platón esto no es suficiente de cara a la superación definitiva del
relativismo sofista. La solución propuesta por Platón es postular la existencia
de una realidad objetiva, independiente de los objetos concretos, que
percibimos a través de la razón, aunque también son independientes de
ella.
3.2. La teoría de las ideas (ontología de Platón). El mito de la caverna
En el Libro VII de La República Platón expone su ontología (teoría del
ser) sirviéndose de una narración alegórica, el famoso mito de la caverna.
Platón describió en su alegoría de la caverna un espacio cavernoso, en
el cual se encuentran un grupo de hombres, prisioneros desde su nacimiento
por cadenas que les sujetan el cuello y las piernas de forma que únicamente
pueden mirar hacia la pared del fondo de la caverna sin poder nunca girar la
cabeza. Justo detrás de ellos, se encuentra un muro con un pasillo y,
seguidamente y por orden de cercanía respecto de los hombres, una hoguera
y la entrada de la cueva que da al exterior. Por el pasillo del muro circulan
hombres portando todo tipo de objetos cuyas sombras, gracias a la
iluminación de la hoguera, se proyectan en la pared que los prisioneros
pueden ver.
Estos hombres encadenados consideran como verdad las sombras de
los objetos. Debido a las circunstancias de su prisión se hallan condenados a
tomar únicamente por ciertas todas y cada una de las sombras proyectadas
ya que no pueden conocer nada de lo que acontece a sus espaldas.
Continúa la narración contando lo que ocurriría si uno de estos
hombres fuese liberado y obligado a volverse hacia la luz de la hoguera,
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La filosofía de Platón
contemplando, de este modo, una nueva realidad. Una realidad más
profunda y completa ya que ésta es causa y fundamento de la primera que
está compuesta sólo de apariencias sensibles. Una vez que ha asumido el
hombre esta nueva situación, es obligado nuevamente a encaminarse hacia
fuera de la caverna a través de una áspera y escarpada subida, apreciando
una nueva realidad exterior (hombres, árboles, lagos, astros, etc.
identificados con el mundo inteligible) fundamento de las anteriores
realidades, para que a continuación vuelva a ser obligado a ver directamente
“el Sol y lo que le es propio”, metáfora que encarna la idea de Bien.
La alegoría acaba al hacer entrar, de nuevo, al prisionero al interior de
la caverna para “liberar” a sus antiguos compañeros de cadenas, lo que haría
que éstos se rieran de él. El motivo de la burla sería afirmar que sus ojos se
han estropeado al verse ahora cegado por el paso de la claridad del Sol a la
oscuridad de la cueva. Cuando este prisionero intenta desatar y hacer subir
a sus antiguos compañeros hacia la luz, Platón nos dice que éstos son
capaces de matarlo y que efectivamente lo harán cuando tengan la
oportunidad, con lo que se entrevé una alusión al esfuerzo de Sócrates por
ayudar a los hombres a llegar a la verdad y a su fracaso al ser condenado a
muerte.
Según la ontología platónica existen dos mundos: el inteligible o
mundo de las ideas y el sensible o mundo en el que vivimos. El mundo
sensible se corresponde (en la alegoría de la caverna) con el mundo de
sombras; el mundo inteligible se corresponde con el mundo de luz, tras la
liberación de la esclavitud.
A) El mundo inteligible: es un mundo trascendente, distinto del
mundo en el que vivimos. En este mundo es donde se encuentran las ideas
(eidos). Las ideas tienen las siguientes características:
1. Son entidades “incorpóreas”, no materiales. Son formas
puras (una forma pura es algo así como un esquema, un arquetipo. Imagina
el plano de un arquitecto. La casa sería la realidad material propia del
mundo sensible en el que vivimos normalmente mientras que el plano sería
la forma pura, la idea de la casa que existiría en el mundo inteligible).
2. Por eso no son perceptibles a través de los sentidos (vista,
oído, etc.) sino sólo a través de la razón. De aquí que estén en el mundo
inteligible (no sensible).
3. Pero esto no implica que las ideas sean ideas en el sentido de
la palabra que nosotros entendemos, es decir, como algo que sólo existe en
nuestra mente. Las ideas existen independientemente de nuestra mente.
4. Son eternas e inmutables como el ser de Parménides. Platón
pensaba que sólo podemos tener conocimiento de lo que no cambia. Si las
ideas fueran cambiantes, no podríamos hacer ciencia sobre ellas. También
son inespaciales.
5. Las ideas son más reales que los seres naturales del mundo
sensible. Para nosotros parece más real algo que podemos tocar, ver, oler,
etc. (realidad sensible) mientras que para Platón precisamente lo que es
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La filosofía de Platón
eterno, lo que no cambia es más perfecto y más real que lo que nace y
muere, que lo efímero y constantemente cambiante.
6. Las acciones y los objetos que observamos en la realidad no
son más que copias de las ideas del mundo inteligible. Algo es real en la
medida en que participa de la idea de la que es copia. Nosotros seríamos
hombres en la medida en que todos nosotros tenemos algo en común que
nos hace serlo: la idea de hombre, de la cual no somos más que meras
copias imperfectas que participamos, cada uno en su medida, de la
perfección de la idea.
Pero, ¿es el mundo inteligible un lugar separado del mundo en el que
vivimos, un “paraíso celestial” donde se encuentran las ideas como si fuesen
piezas de un museo, inmóviles y eternas? Ciertamente esto puede parecer
ridículo a una mentalidad como la nuestra, pero, aunque Platón distingue en
La República los dos mundos, hemos de asumir que la naturaleza de las
ideas no es material sino espiritual y algo de esta índole no necesita “un
lugar” para existir.
El mundo de las ideas tiene una estructura piramidal, jerarquizada,
en la que existen ideas más importantes que otras. En lo alto de la pirámide
estaría la idea de Bien. Debajo estarían otras como la de justicia,
templanza, valentía, belleza, etc. según su grado de importancia. Esta idea
de Bien no es sólo una idea más, sino algo que está por encima de toda,
dando unidad al ser (a todo lo que existe), pues todo es causado por ella; no
es sólo la causa del resto de las ideas, sino también del conocimiento, es la
“luz suprema” que hace inteligible toda la realidad, que le da sentido. Platón
va a utilizar la metáfora del sol para referirse a ella: el Sol como causa de la
vida (los seres vivos necesitamos el sol para vivir) y de los ciclos naturales (el
día, la noche, las estaciones) y, a su vez, la luz es lo que permite la visión de
la naturaleza, así que también es la causa del conocimiento.
B) El mundo sensible: es el mundo natural, en el que vivimos. Es un
mundo material y, por lo tanto imperfecto. Es un mundo sometido a
continuo devenir, a constante cambio (como decía Heráclito), del que no
puede existir auténtico conocimiento (sólo puede existir conocimiento de
lo que no cambia).
3.3. La relación entre ambos mundos: Mímesis y Méthesis
La relación entre ambos mundos es, como ya hemos dicho, de
mímesis, imitación o copia: los objetos son copias imperfectas de las ideas
que son reales en la medida en la que “conservan algo” de la idea original. En
el mundo sensible, al igual que en el inteligible, los seres naturales también
tienen una estructura jerárquica de forma piramidal.
Los astros serían los seres más perfectos del mundo sensible, ya que
mantienen movimientos regulares (las órbitas) y, en la mentalidad griega de
la época, parecían hechos de un material difícilmente corrompible (los
planetas parecen siempre iguales, más eternos e inmutables que cualquier
otra cosa). Después vendría el hombre y los seres vivos, luego los seres
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La filosofía de Platón
inertes, para terminar con las sombras, los reflejos y las obras de arte. Estos
últimos, al ser copias de copias (un reflejo es una copia de lo reflejado o una
obra de arte es una copia del objeto que representa), se alejan más de la idea
originaria que cualquier otro ser.
En el diálogo El Parménides, Platón apunta hacia otro tipo de relación
entre ambos mundos: la méthesis o participación. Las ideas participan de
la idea de bien del mismo modo como los seres del mundo sensible
participan de las ideas. Es decir, que todas las cosas que existen “toman
parte” de las ideas, del mismo modo como todas las ideas “toman parte”
igualmente de la idea de bien. No obstante, esa participación es poco precisa
y a la larga, muy problemática en el pensamiento platónico.
4. Teoría del conocimiento
La teoría del conocimiento platónica, al igual que su ontología, no se
encuentra expuesta en los diálogos de forma sistemática, sino dispersa y
cambiante a lo largo de toda su obra. No obstante, al final del libro VI de La
República y en algunas partes del libro VII, podemos encontrar sus ideas
fundamentales.
A grandes rasgos, la concepción del conocimiento o epistemología de
Platón sería la siguiente:
1. El mundo sensible no permite un conocimiento objetivo, por
estar sujeto al cambio y a la corrupción.
2. Tampoco la percepción sensible nos permite un conocimiento
verdadero, ya que los sentidos no nos dan auténtica información
acerca de cómo son las cosas (el sol a la vista es muy pequeño y al
tacto calienta sólo un poco. Es la razón la que nos persuade de que
el sol es grandísimo e incandescente). El conocimiento sensible,
siempre será relativo al propio sujeto.
3. Pero, el conocimiento al que llegamos mediante la razón es
objetivo y realísimo.
4. Si la razón nos conduce a un conocimiento objetivo es porque existe
alguna realidad independiente de la mente, inmutable y perfecta.
Es pues, el mundo inteligible, el que es, por su perfección,
susceptible de ciencia.
5. Así llegamos a la clave fundamental de la gnoseología platónica: a
cada tipo de ser, en virtud de su perfección, le corresponde un
tipo de saber. Todo ello queda expuesto en la alegoría de la línea
dividida.
4.1. La alegoría de la línea dividida. Grados del conocimiento.
En la famosa alegoría de la línea dividida Platón nos resume su
gnoseología. En ella, Platón pide a Glaucón que divida una línea en dos
segmentos:
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La filosofía de Platón
a) Primera sección: representará la Ciencia o Epísteme, el auténtico
conocimiento. Este tipo de conocimiento corresponde al mundo de las ideas.
Como hemos visto, sólo es posible la auténtica ciencia del mundo inteligible,
dadas las características que de él hemos descrito. A su vez, este segmento
se divide en otros dos:
- Primera subsección: corresponde al conocimiento de las ideas.
Es el saber más supremo al que puede aspirar un hombre, coronado por el
conocimiento de la idea de bien, cúspide más alta del saber. A este
conocimiento Platón lo llama inteligencia o noesis.
- Segunda subsección: corresponde a un conocimiento que
también puede considerarse “científico” si bien es de grado inferior al
anterior. Su objeto serán los mathématas o “entes matemáticos”. Las
matemáticas funcionan con objetos abstractos (números, polígonos,
funciones...) que no son materiales. Pero, ¿por qué el conocimiento
matemático tiene un rango inferior a la noesis o conocimiento de las ideas?
Las matemáticas funcionan con axiomas o principios que son hipotéticos (los
aceptamos pero no los podemos demostrar). De estos axiomas se deduce el
resto del sistema matemático. Pero a Platón sólo le interesa el conocimiento
absolutamente verdadero, y ¿cómo va a ser tal aquel en el que se desconoce
el principio del saber? En La República Platón dirá que hay que superar el
conocimiento hipotético de las matemáticas para alcanzar los principios
mismos de todas las cosas: las ideas y, sobre todo, la idea de bien. A esta
segunda subsección Platón lo llama pensamiento o dianoia.
b) Segunda sección: representa la Opinión o doxa (recuerda que esta
misma división ya la hacía Parménides). La opinión no es auténtico
conocimiento y, como es lógico, pertenece al mundo sensible. De la physis
no es posible el conocimiento, sólo mera opinión. También se subdivide
en dos partes:
- Primera subsección: correspondiente al saber propio de los
seres sensibles. Es el conocimiento que nos viene dado a través de los
sentidos. Dado el carácter cambiante y corruptible del mundo natural, los
objetos materiales no son objeto de conocimiento científico, sino de un saber
muy inferior al que Platón llama Pistis o creencia.
- Segunda subsección: corresponde al conocimiento que se tiene
de objetos como las sombras, los reflejos o las obras de arte. Al ser estos
objetos “copias de copias”, imágenes de objetos sensibles, su grado de
realidad es inferior y, por lo tanto, su grado de inteligibilidad también. A este
tipo de saber, Platón lo denomina Eikasía, Conjetura o imaginación.
Mundo
Mundo
inteligible
(Eterno,
inmutable)
Tipo de conocimiento
Epísteme
Noesis
(Ciencia)
(Inteligencia)
Objeto al que se refiere
Conocimiento de las ideas.
Saber
supremo
del
que
obtenemos
verdades
universales.
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La filosofía de Platón
Mundo
sensible
(Cambiante,
corruptible)
Doxa
(Opinión)
Dianoia
(Pensamiento)
Pistis
(Creencia)
Eikasía
(Imaginación)
Conocimiento de los entes
matemáticos.
Conocimiento de los seres del
mundo sensible.
Conocimiento de sombras,
reflejos y obras de arte. Es el
saber inferior.
4.2. Anamnesis o reminiscencia
Para Platón el conocimiento de las ideas no puede provenir del mundo
sensible y por eso defenderá que todo conocimiento es recuerdo de algo que
siempre ha estado en el alma. ¿Cómo podríamos conocer las ideas si no
pertenecen a este mundo? Todo se explica si admitimos que conocer es
recordar (anamnesis). El alma conoció las ideas antes de encarnarse; luego,
a raíz de su castigo, se olvidó de ellas; pero, como el mundo sensible es una
copia del mundo de las ideas, sirve de ocasión para que, poco a poco y con
esfuerzo, en el alma se produzca la reminiscencia de lo ya conocido. Si en la
realidad no existe el círculo perfecto ni la justicia perfecta, pero nuestra
mente posee ambos conceptos, sólo cabe que los haya encontrado dentro de
sí misma.
La concepción del conocimiento como recuerdo (reminiscencia, anamnesis)
la expone Platón en los diálogos Fedro y Timeo.
5. La antropología platónica.
5.1. Razón y sentidos, alma y cuerpo.
Platón concibe al hombre como una dualidad, como una división en
dos partes: alma y cuerpo. El cuerpo va a ser un lastre para el
conocimiento, pues los sentidos, como partes del cuerpo, nos dan
información del mundo que nos rodea, pero no nos dan información del
mundo de las ideas. Si queremos realmente llegar a conocer la verdad, lo
hemos de hacer alejándonos de lo sensible, sólo por medio del alma y,
concretamente, con la parte del alma cuya función es conocer: la razón.
Siguiendo con la antropología decimos que el hombre es un compuesto
de dos sustancias radicalmente distintas: el cuerpo y el alma. El cuerpo es
material y, por lo tanto, perecedero, corruptible o cambiante, mientras que el
alma (no toda ella, sólo alguna de sus partes) es inmortal. Platón hereda el
convencimiento pitagórico acerca de la inmortalidad del alma y de la
transmigración o metempsícosis de ésta (ciclo de las reencarnaciones
purificadoras de los pitagóricos). Cuando morimos, el cuerpo muere y el
alma se reencarna en otro ser en función de su actuación en la vida, hasta
que al final, si ha sido “muy, muy bueno” se irá a la Isla de los
Bienaventurados. El cuerpo es “la cárcel del alma” y la muerte es la
liberación del filósofo (Sócrates, no temía morir y murió felizmente. Recuerda
que entre el destierro y la muerte, eligió la muerte). El hombre que ha sido
malo, lo ha sido en virtud de que estaba demasiado apegado al cuerpo, de
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La filosofía de Platón
que su alma se aferraba demasiado a lo material. Por ello, conocer la verdad
y alcanzar la areté o excelencia se consigue en el proceso de alejamiento
progresivo de alma y cuerpo, con la ascensión de ésta primera hacia el
mundo inteligible, para lo cual debe “desembarazarse de las cadenas que la
atan al cuerpo”.
5.2. La naturaleza del alma (psicología)
En El Fedro, Platón explica otro famoso mito: el mito del auriga. El
alma humana es como un carro del que tiran dos caballos, uno blanco y otro
negro:
a) El caballo negro representa la parte del alma más apegada al mundo
sensible, a las pasiones del cuerpo (alma concupiscible o apetitiva). Es un
caballo revoltoso, difícil de llevar. Situada en el vientre, no es inmortal y
perece al morir el cuerpo.
b) El caballo blanco representa el alma irascible (la voluntad) y es un
caballo dócil y obediente. En el alma irascible se encuentran el valor y la
voluntad y, según Platón, se encuentra situada en el pecho.
c) El auriga es la parte más importante del carro, pues es quien lo
conduce, y simboliza la parte racional del alma. Es la parte más noble del
alma, la que es propiamente inmortal (está en relación con ideas
atemporales, luego debe asemejarse a ellas), y mediante la cual obtenemos el
conocimiento más elevado y la vida buena y justa. Se identifica con la razón
y es la que prepara al hombre para la consecución del bien y la justicia.
Según Platón, está situada en la cabeza.
Platón divide el alma humana en tres: racional, irascible y
concupiscible. La parte racional quiere llevar el carro hacia el mundo de las
ideas pero el caballo negro, que está muy apegado a lo corporal, quiere
impedírselo (por ello es indócil). Dependiendo de los logros del alma racional,
en la siguiente reencarnación, seremos alguien mejor o peor. Si nos hemos
acercado mucho a la idea de Bien, si hemos sido sabios y justos, nos
reencarnaremos en un ser mejor, pero si hemos estado demasiado apegados
a lo sensible (el corcel negro ha dominado el carro), iremos hacia un ser
inferior. Queda de nuevo claro, la postura de Platón con respecto al mundo
sensible: es una cárcel de la que tenemos que ir escapando poco a poco, en
las sucesivas reencarnaciones.
Cada parte del alma tiene identificada una virtud: el alma racional la
sabiduría, el alma irascible la valentía y el alma concupiscible la
moderación. La virtud resultante de que cada parte haga lo que le
corresponde es la justicia.
6. La ética platónica
Platón (y en general, casi toda la ética posterior a él) va a rechazar
cualquier tipo de individualismo ético. Tanto Platón como Aristóteles irán en
contra de todo egoísmo, de todo buscar el bien individual por encima del
bien común. Repetimos de nuevo que el objetivo fundamental de toda la
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La filosofía de Platón
filosofía platónica es la construcción de un estado político ideal, por lo que
ética y política van a estar íntimamente relacionadas: el bien social, el
bien de la polis estará por encima de cualquier interés individual.
Y de forma sistemática, las características más destacadas de la ética
platónica serán:
a) Valores objetivos universales: Platón continúa el proyecto
socrático de encontrar unas definiciones universales a los principales
conceptos éticos: bien, virtud, justicia, etc. para superar el relativismo
sofista. La solución, como ya hemos visto, la encuentra en las ideas.
b) Intelectualismo moral: si para hacer el bien hay que conocerlo, el
hombre más sabio (el que más conoce) será el más virtuoso. El mal,
entonces, procede de la ignorancia.
c) La sabiduría es la virtud suprema: la plena realización del ser
humano, la perfección absoluta es conseguida cuando el sujeto conoce la
verdad suprema (idea de Bien). El hombre que conozca la idea de Bien será
plenamente virtuoso y feliz.
d) Ética eudaimonista: eudaimonía significa en griego felicidad. El fin
u objetivo que persigue el ser humano es un pleno desarrollo intelectual y,
por lo tanto, moral; lo que le llevará a la plena felicidad.
e) Platón nos enseña cuatro virtudes principales: la sabiduría, la
fortaleza de ánimo o valentía, la templanza o moderación y, finalmente,
la justicia. Las tres primeras se corresponden con las tres partes del alma
(alma racional: sabiduría; alma volitiva: valentía; alma concupiscible:
moderación) mientras que la justicia será la virtud general que se dará
cuando en el individuo se de un equilibrio entre las tres partes de su alma.
Así, el hombre justo será siempre sabio (virtud del alma racional) y
conducirá su vida con valentía (virtud del alma irascible) y con moderación
(virtud del alma concupiscible).
f) El mito del destino: este mito se esboza en El Fedro y se debate al
final de La República. En él, Platón nos viene a decir que no es la divinidad la
dueña de nuestro destino (como ocurría en La Iliada), sino que los hombres
pueden dárselo a sí mismos, lo cual viene a reafirmar la libertad del hombre
frente a su destino. Va a ser el hombre el que mediante su conocimiento y,
en consecuencia, mediante sus actos elija en último término su futuro.
Dependiendo de su actuación en vida, y no por el capricho de los dioses, el
individuo que acaba de morir se reencarnará en otro ser o romperá el ciclo
de las reencarnaciones.
Como ves, el conocimiento y la ética están íntimamente ligados en la
ética platónica, siguiendo el intelectualismo moral de Sócrates. Y del mismo
modo, siguiendo las enseñanzas de su maestro, Platón dará una vital
importancia a la educación. La virtud, la excelencia, no es algo con lo que
se nace (como se pensaba en cierto sentido en los mitos homéricos con la
idea de linaje) sino que tiene que educarse y perfeccionarse.
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La filosofía de Platón
6. La política
La vida griega era esencialmente comunal, vivida en el seno de una
ciudad-estado (polis) inconcebible fuera de ella, hasta tal punto que a ningún
griego genuino se le habría ocurrido que alguien pudiera ser un hombre
bueno y cabal manteniéndose completamente ajeno al estado, puesto que
sólo en la sociedad y, gracias a ella, es posible que el hombre viva como es
debido. De hecho, los griegos mantenían un alto chauvinismo con su
cultura, considerando a las demás como inferiores a ellos. Los extranjeros
eran considerados como “bárbaros”, como gentes embrutecidas e ignorantes.
Así, para Platón, la ética va a ser inseparable de la política: un hombre
sólo puede ser virtuoso en el seno de la polis y nunca fuera de ella. Si
queremos entonces conseguir hombres sabios y felices no nos queda otro
remedio que construir un estado que lo posibilite: Platón escribe entonces La
República.
6.1. El origen del Estado
La polis nace porque nadie se basta a sí mismo para abastecerse de lo
necesario para vivir y desarrollarse como ser humano. La necesidad de
alimentos, vestido, vivienda, etc., hace imprescindible la presencia de
agricultores, pastores, artesanos, etc.; la necesidad de importar y exportar
productos requiere la presencia de comerciantes; la de defender la polis y
mantener el orden en ella, hace necesarios a los guardianes o guerreros; y
para que todo esté bien gestionado, bien gobernado, hace falta una clase de
hombres sabios y justos que enfoquen todo hacia el bien común.
6.2. Las clases sociales
La división de una sociedad en clases no debe ser caprichosa ni
dejarse en manos del azar; tampoco debe obedecer al seno de la familia en la
que se nace, sino que debe seguirse de una adecuada planificación pensada
para el perfecto desarrollo de los ciudadanos.
Entonces Platón va a distinguir tres clases sociales en virtud de las
partes del alma. Platón piensa que la polis es semejante al hombre, pero a lo
grande. Así, si en los hombres hay tres partes, en la polis habrá tres partes,
y si en los hombres para que se dé la justicia, cada parte debe hacer lo que
le corresponde, en la polis para que reine la justicia, cada clase social deberá
hacer lo que le corresponde. Las clases sociales son:
a) Los gobernantes: deben ser los filósofos. Éstos conocen la idea de
bien y deben gobernar conforme a ella. Serían los individuos que tienen más
desarrollado el aspecto racional de su alma y, en consecuencia, su virtud
será la prudencia.
b) Los guardianes: serán los guerreros encargados de la defensa de la
polis. En su alma reina el aspecto fogoso o volitivo y su virtudes será la
fortaleza.
c) Los productores: encargados del mantenimiento material de la
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La filosofía de Platón
polis. En su alma reinaría el elemento concupiscible, por lo que su virtud
sería la templanza.
d) De la virtud de cada una de las partes dependerá la virtud de la
polis, que no es otra que la justicia.
Platón no va a construir su sistema político analizando los diversos
sistemas de las ciudades o estados de su tiempo, sino que lo va a construir a
partir de su antropología, de lo que él considera como naturaleza humana.
Platón razonaría algo así: si queremos construir un sistema político en el que
el hombre sea feliz, primero hemos de saber qué es el hombre, para, en
virtud de ello, construir el sistema. Nótese que esta forma de hacer las cosas
es bastante apriorista (ajeno a la experiencia). Platón parte de una
determinada concepción del hombre para crear el Estado, pero no se digna a
analizar pormenorizadamente como funcionan otras poleis u otras
sociedades de su época. Como veremos posteriormente, esta forma de actuar
será diametralmente opuesta a la de su discípulo Aristóteles.
6.3. La educación
¿Cómo saber qué parte del alma es la predominante en cada persona?
Mediante la educación (paideia). Platón, al igual que Sócrates y los sofistas,
daba mucha importancia a la educación. Los hombres sabios serán los
encargados de la educación de los niños y de las niñas (éstas tienen alma al
igual que los hombres y pueden llegar igualmente a ser gobernantes), y
decidirán qué almas están dotadas para tal o cual tarea. La educación, como
columna vertebral del sistema platónico, será un derecho para todo
ciudadano. El plan educativo debe comenzar por la música y la gimnasia
(disciplinas muy corporales pero que nos introducen en el equilibrio y la
armonía entre las partes y el todo); se proseguirá con la aritmética, la
geometría y la astronomía, que ya son ciencias de la razón; y, finalmente, los
que hayan superado el difícil sistema educativo (hayan subido la escarpada
salida de la caverna) y tras ser sometidos a un duro periodo de prueba para
estar plenamente seguros de la calidad de su alma, serán educados en la
dialéctica para que lleguen a conocer la auténtica realidad (mundo de las
ideas) y contemplen la idea de Bien. Sólo entonces estarán preparados para
ser gobernantes. Los que se hayan quedado en el camino serán guardianes,
o aún más abajo, productores.
6.4. El concepto de justicia
La justicia es el tema fundamental que inspira La República. El camino
seguido consiste en rechazar diferentes concepciones de la justicia, antes de
emprender una tarea constructiva. En el Libro I se rechazan distintas
concepciones equívocas: La justicia no es sólo decir la verdad, ni devolver lo
que se ha recibido, ni dar a cada cual lo que se le debe, ni mucho menos el
interés del más fuerte, ni tampoco al contrario, una convención establecida
como ley por los hombres, frente a la ley natural, para proteger a los débiles
frente a los fuertes. Estos modos erróneos de concebir la justicia han llevado
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La filosofía de Platón
al hombre a desarrollar distintos tipos de gobierno que llevan,
necesariamente, a la injusticia: la tiranía, el peor sistema posible, no es
viable ya que es el gobierno de uno de un modo injusto y abusivo; la
democracia cae en la demagogia y en la obtención de bienes personales
sobre el bien de la polis, la oligarquía será el poder de los ricos, mientras
que la timocracia se formará en base al ansia de poder y honores; los
mejores sistemas serían el monárquico y el aristocrático (no de sangre):
entendido como el poder del mejor o los mejores, es decir, de los más sabios.
¿Qué es entonces la justicia? La justicia en la ciudad y en el hombre
individual es esencialmente lo mismo. En el individuo consiste en una
virtud del alma, cuyo objetivo es conseguir que reinen el orden y la armonía
entre los diversos elementos que la constituyen (racional, irascible y
concupiscible), para que cada uno realice la función que le corresponde
dentro del compuesto humano. Algo similar ocurre en la polis, concebida por
Platón de un modo organicista, como un gran cuerpo u organismo
biológico. La polis es un gran todo constituido por individuos, familias y
clases sociales, con actividades e intereses muy distintos (al igual que el
cuerpo humano está constituido por diversos órganos, cada uno de los
cuales tiene una función dada). La justicia en la polis será entonces la
consecución del orden riguroso que redujera la diversidad a la unidad,
asignando a cada parte el lugar y la función que le corresponden dentro de la
totalidad. Es decir, la justicia se da cuando cada parte hace la función
que le corresponde dentro del todo. Se ve claramente la influencia
pitagórica en esta definición: Platón busca la armonía, el equilibrio entre el
todo y las partes.
TEXTO A COMENTAR:
-Pues bien, querido Glaucón, debemos aplicar íntegra esta alegoría a lo que
anteriormente ha sido dicho, comparando la región que se manifiesta por
medio de la vista con la morada prisión, y la luz del fuego que hay en ella con
el poder del sol; compara, por otro lado, el ascenso y contemplación de las
cosas de arriba con el camino del alma hacia el ámbito inteligible, y no te
equivocarás en cuanto a lo que estoy esperando, y que es lo que deseas oír.
Dios sabe si esto es realmente cierto; en todo caso, lo que a mí me parece es
que lo que dentro de lo cognoscible se ve al final, y con dificultad, es la idea
del Bien. Una vez percibida, ha de concluirse que es la causa de todas las
cosas rectas y bellas, que en el ámbito visible ha engendrado la luz y al señor
de ésta, y que en el ámbito inteligible es señora y productora de la verdad y de
la inteligencia, y que es necesario tenerla en vista para poder obrar con
sabiduría tanto en lo privado como en lo público”. PLATÓN, La República,
libro VII, cap. 3
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