La solidaridad y biodiversidad de la convivencia Enrique López Rodríguez Los procesos de generación de los Centros Históricos, así como su posterior desarrollo hasta llegar a la configuración actual, han sido muy variados, complejos y singulares, y es, en esta complejidad y singularidad (arquitectónica, social,...) donde radica su atractivo que hace que por parte de toda la sociedad actual se muestre el máximo interés por su conservación, mantenimiento y revitalización, como parte de una herencia que es necesario mantener y transmitir a generaciones futuras. La importancia del análisis de los centros históricos, su escala en relación con el marco territorial donde se ubican, su población, su actividad económica, son consideraciones imprescindibles a tener en cuenta en los programas de intervención y revitalización. Esta caracterización se traduce en Andalucía, que en la mayoría de los casos, estos Centros Históricos están ubicados en ciudades con una población que oscila entre los 5.000 y 20.000 habitantes, con una economía basada fundamentalmente en el sector primario, en la agricultura y ganadería fundamentalmente y con composiciones familiares más o menos estándar: familia nuclear tradicional padre, madre y uno o más hijos. Tomando como marco referencial el Centro Histórico de la ciudad de Montoro y la labor desempeñada en los últimos cinco años por la oficina de Gestión y Ejecución del Plan Especial de Protección de Centro Histórico de Montoro, formada por un grupo de profesionales de diversas disciplinas, se extraen aquí algunas reflexiones y consideraciones a tener en cuenta a la hora de intervenir y programar actuaciones en estos espacios tan singulares. A partir del análisis teórico y la práctica desarrollada, podemos concretar una diagnosis sobre la realidad física y social de este sector urbano en concreto y extrapolarlo a la mayoría de los centros históricos de ciudades medias y pequeñas de Andalucía. Esta diagnosis se concreta fundamentalmente en: • La relación física con el territorio y su conexión con resto de la ciudad manifiestan graves problemas de borde y de accesibilidad. • Déficit de equipamientos e infraestructuras urbanas. • Problemas notables de accesibilidad rodada y de aparcamiento que, en las circunstancias actuales, no los hacen atractivos para una gran parte de la sociedad. • Olvido de la tradición rehabilitadora y de los sistemas constructivos tradicionales, introduciéndose procesos constructivos y soluciones tipológicas estandarizadas ajenas a los procesos de transformación y cambio característicos de estos fragmentos 294 MESA 5. LA VIVIENDA Y LA COMUNIDAD • urbanos, que hacen que desaparezcan oficios y prácticas constructivas que son necesarios para la conservación y mejora de la calidad de vida de estos sectores. A nivel socioeconómico se está produciendo un despoblamiento, envejecimiento y falta de dinamismo que se traduce en el asentamiento en estos sectores urbanos de los grupos de población más desfavorecidos, con gran conflictividad social y diversas problemáticas individuales, familiares y comunitarias. Familias con escasos recursos económicos e ingresos eventuales que habitan en viviendas en malas condiciones higiénico-sanitarias, con problemas de hacinamiento, barreras arquitectónicas y funcionales, que provocan en estos grupos un deseo de abandono y huida a otros sectores urbanos con la consiguiente pérdida de identificación con estos centros. La administración pública, en nuestro caso la autonómica, plantea a través de sus múltiples programas de intervención (programa regional de planeamiento en centros históricos, programas de rehabilitación autonómica, programa regional de espacios públicos,...) el marco legislativo donde desarrollar estas labores de recuperación y revitalización. En el último plan de vivienda y suelo 2003-2007, se definen las Áreas de Rehabilitación Concertada como un instrumento global de intervención en ámbitos urbanos concretos, centrales o periféricos, que responden a la voluntad de integrar, coordinar y fomentar los distintos instrumentos a desarrollar, independientemente de cual sea el carácter, público o privado de sus agentes. Su objetivo es mejorar las condiciones del alojamiento y recuperar el patrimonio, con especial atención a las viviendas, sin olvidar otros aspectos de carácter urbanístico y social, vinculados a la concepción del habitar. Sin embargo, en estos planes no se presta igual atención a la gestión y ejecución de estos programas que en la mayoría de los casos dejan un porcentaje muy elevado en manos de la administración local, estando ésta carente, generalmente, de recursos económicos y humanos para desarrollarlos o ejecutarlos, lo cual provoca una elevada dilatación en el tiempo de ejecución de estos, con la pérdida de interés y vigencia para la población residente en estos centros urbanos. En relación con los aspectos a tratar dentro de esta mesa de debate, la vivienda refleja como ningún otro uso, la manera de vivir de una sociedad en un tiempo determinado. Sus múltiples tipologías, su relación con el espacio público, responden directamente a una diversidad social que en un momento determinado cohabitan en un espacio urbano concreto. Esta pluralidad de modelos tipológicos, su transformación y adaptación a los diferentes acontecimientos históricos, nos muestran que soluciones tipo y estandarizadas, en un marco normativo excesivamente rígido, no son las más adecuadas para estos entornos urbanos. Es en la singularidad y la individualidad donde son necesarios los esfuerzos programáticos y proyectuales. Hablar de comunidad y de convivencia es difícil en el panorama actual. Vivimos en una sociedad donde se está primando la individualidad y la competitividad, donde la relación entre 295 La solidaridad y biodiversidad de la convivencia Enrique López Rodríguez los diferentes individuos que conforman la sociedad se plantea en torno a acontecimientos con cierto carácter lucrativo “espectáculos deportivos, campañas comerciales,....”. Los modelos residenciales más comercializados, sobre todo en ámbitos rurales “viviendas unifamiliares adosadas”, carecen de estancias destinadas a desarrollar una mínima convivencia o colectividad. Sin embargo, es necesario que el reconocimiento de la existencia de nuevos grupos de convivencia (parejas del mismo sexo, familias monomarentales y monoparentales, grupos plurifamiliares, personas mayores, personas solas,...), las nuevas tecnologías en el terreno de lo doméstico, los continuos cambios en cuanto a las condiciones de utilización de la vivienda a lo largo del tiempo,... se traduzcan en propuestas con una mayor carga de pluralidad y flexibilidad, que sean capaces de dar respuesta a estos nuevos programas de necesidades. Es necesario que estas nuevas formas de convivencia lideren y protagonicen cambios sociales que provoquen reacciones en la sociedad actual y es, en los Centros Históricos, con una demostrada capacidad de adaptación a los cambios y al devenir de la ciudad, el lugar donde desarrollar estos procesos, para así recuperar su condición de modernidad y de futuro que fueron capaces de proyectar en el pasado. 296