Origen de las lenguas en España

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El origen de las lenguas de España
1.− Lengua latina
1.1 Lenguas Románicas
1.1.1 Lengua Española
2.− Lengua Española
2.1 Gallego
2.2 Fala
2.3 Castellano
2.4 Aranés
2.5 Catalán
2.6 Asturiano
2.7 Eusquera
2.8 Aragonés
2.9 Lenguaje útil
3.− El latín vulgar
1.− Lengua latina
Idioma de la Roma antigua y de los territorios del Lacio. Gracias a la expansión del pueblo romano, el latín
llegó a todo el mundo entonces conocido y se convirtió en lengua predominante de Europa occidental. Se ha
empleado el latín en la enseñanza superior y en las relaciones diplomáticas hasta el siglo XVIII y sigue siendo
la lengua universal de la iglesia católica.
No era lengua nativa de Italia, sino que en tiempos prehistóricos el latín fue traído a la península itálica por
unos pueblos que procedían del norte. El latín pertenece a la familia de lenguas indoeuropeas y es miembro
de la subfamilia itálica; por otro lado es el antecedente inmediato de las actuales lenguas románicas de las
cuales se habla en el apartado siguiente.
En el conjunto de las lenguas indoeuropeas, que no eran itálicas, se encontraba relacionado con el sánscrito y
el griego, y con las subfamilias céltica y germánica. Una vez introducido en Italia, fue el dialecto de la región
de Roma. Las lenguas itálicas están constituidas por el grupo latino al que pertenecieron los dialectos falisco,
latino y algunos otros dialectos, y por otro lado el osco y el umbro menos documentados. Las primeras
inscripciones en latín son del siglo VI a.C., en tanto que los primeros textos escritos son ligeramente
anteriores al siglo III a.C. Sufrió la influencia de los dialectos célticos del norte de Italia, de la lengua etrusca,
que no era indoeuropea, y se hablaba en la región central de la península Itálica, y del griego que se hablaba
en el sur antes del siglo VIII a.C. Bajo la influencias de la lengua y la literatura griega, que se tradujo al latín
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ya en la segunda mitad del siglo III a.C., se convirtió en una lengua de cultura con literatura propia.
1.1 Lenguas románicas
Se llama lenguas románicas al conjunto de lenguas modernas que proceden del latín y hablan unos 400
millones de personas. Constituyen el grupo más difundido de la familia indoeuropea y forman parte de la
subfamilia itálica. Todas ellas son una evolución del latín vulgar hablado en la época tardía del Imperio
romano y su separación del tronco comienza a manifestarse entre los siglos V al IX.
Las diversas escuelas lingüísticas subdividen el grupo de acuerdo con criterios diversos, tanto lingüísticos
como geográficos. La clasificación más divulgada es la siguiente:
1) insular (hablado en Cerdeña y otros)
2) continentales: Balcánico y europeos occidentales, entre los que se encuentra: italiano, español, portugués,
francés, provenzal, catalán, gallego y el conjunto retorrománico.
La aparición de las lenguas románicas en España data de los siglos IX al XII, cuando surgieron en la península
ibérica unos romances, que darían paso a dichas lenguas románicas. Las lenguas románicas dadas en la
península ibérica son: galaico−portugués, leonés, castellano, navarro−aragonés, catalán y mozárabe−, nuevas
formas de hablar el latín, independientes ya de su lengua madre y convertidas cada una de ellas en in sistema
propio. De todas ellas, el castellano se convertiría en la lengua de transición entre la edad media y la edad
moderna y, en su evolución a través de los siglos, en una de las más habladas del mundo.
1.1.1 Lengua Española
Como ya hemos señalado en el apartado anterior, la lengua española es una lengua derivada de las lenguas
románicas, y por lo tanto del latín.
Es el idioma de España y de las naciones de Sudamérica y Centroamérica −excepto Brasil, las Guayanas y
Belice−, y, en el Caribe, de Cuba, Puerto Rico y la República Dominicana; cuenta con unos cuatrocientos
millones de hablantes entre los que se incluyen los hispanos que viven en Estados Unidos y algunos cientos de
miles de filipinos, así como los grupos nacionales saharauis y los habitantes de Guinea Ecuatorial en la costa
occidental africana.
2.− Lengua Española
2.1 Gallego
O galego consolidase como lingua oficial do Galicia, o acordarse a constitución Española
Lengua que habla la mayoría de los habitantes del noroeste de la península ibérica, en las provincias españolas
de A Coruña, Lugo, Ourense y Pontevedra; así como también en las zonas limítrofes y aisladas de las
provincias de León, Asturias y Zamora.
Actualmente más de tres millones de personas hablan gallego.
El gallego tiene su origen como otras lenguas dadas en la península ibérica en el latín vulgar.
Desde los primeros años del segundo milenio de nuestra era, GALICIA (nación sin estado situada al Noroeste
de la península Ibérica) cuenta con un idioma propio. Un idioma que llegó a convertirse en la lengua lírica por
excelencia de la Europa medieval y el idioma de las más altas instancias de los Reinos de Castilla y de
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Portugal. Desde entonces se mantuvo, adaptándose a las necesidades lingüísticas de cada época, como lengua
natal de la comunidad Gallega allí donde residiera.
Precisamente la circunstancia de la emigración, que fue una constante en Galicia (un ejemplo está en la
expedición de familias gallegas que en 1.773 salieron rumbo a América para poblar Uruguay y la Patagonia),
le otorga al idioma gallego la especial característica de servir de nexo cultural con el País y la identidad
nacional de los gallegos del exterior.
El Gallego ha sido desde la antigüedad un idioma clave en el desarrollo de la denominada "cultura europea" y,
al mismo tiempo, un idioma perseguido por los defensores del unitarismo idiomático Español; como muestra
el ejemplo histórico de que no hace más de 25 años era una lengua prohibida que mantuvo viva el pueblo a
costa de soportar todo tipo de persecuciones por el mero hecho de hablarla.
Hoy, afortunadamente y en buena parte por la terquedad de un pueblo que no quiso nunca renunciar a su
pasado, niños y jóvenes de Galicia reciben su enseñanza en Gallego lo que es garantía de un futuro cultural
acorde para una de las grandes lenguas Europeas y, sin duda, de las que más acervo cultural reúne en sus ya
casi mil años de historia.
Los romanos llegan a Galicia en el siglo I d. C mucho más tarde que el resto de la península ibérica.
Comienza así una tardía romanización que conllevó la incorporación de los celtas (y otros pueblos) a la lengua
y cultura de los conquistadores. El latín pasaba a convertirse en la lengua de los gallegos, pero este proceso se
fue haciendo poco a poco a causa de matrimonios, determinadas ventajas administrativas como la ciudadanía
romana, el reparto de tierras, etc.
Durante la edad−media, el gallego constituyó una misma unidad lingüística con la lengua portuguesa, el
galaico−portugués. Esta lengua procedía de latín vulgar que se conformó durante la convivencia de lo
hispanorromanos y los germanos durante la dominación visigoda.
Aunque en el siglo V llegan a Galicia pueblos de raza y lengua germánica que no son capaces de asimilar
lingüísticamente a los gallego−romanos y otro tanto sucedería con la escasa presencia de los árabes en nuestro
país y con la llegada de nuevas oleadas celtas de Bretaña. De estos contactos, la lengua gallega recibe un gran
número de préstamos lingüísticos tanto germánicos como árabes, en menor medida y más indirectamente.
La transformación del latín en gallego se produjo de manera progresiva e imperceptible.
El galaico−portugués fue una lengua que mantuvo muchos de los arcaísmos de su procedencia originaria, al
contrario que el castellano que fue una lengua más rupturista e innovadora. El galaico−portugués también
mantuvo y conservó un vocabulario arcaico que no se dio en otras lenguas románicas desgajadas del latín
originario.
El galaico−portugués conservó las siete vocales de latín vulgar. Hay una e y una o cerradas. Los diptongos
latinos ai y au se mantienes en ei y ou, mientras que en el castellano se transformaron en una monoptongación
e y o. La f, j y g iniciales latinas persisten ante vocal átona de la serie anterior, consonantes desaparecidas en
castellano. También queda intacto el grupo interior mb, m solamente en castellano. El galaico−portugués
conservó el pluscuamperfecto de indicativo latino, sustituido por una perífrasis en castellano, y el infinitivo
con desinencias personales que conservó la construcción latina con la preposición en rigiendo un
complemento de dirección.
A partir del siglo XIV, el galaico−portugués que había surgido en Galicia y que se había extendido hacia el
sur por los combatientes contra el dominio musulmán, fue perdiendo su unidad y comenzó a separarse en otras
dos lenguas: el gallego y el portugués. El gallego se distingue del portugués, fundamentalmente y entre otras
cosas, por la desaparición de la nasalidad vocálica, por la distinción de los fonemas s y z, en la existencia del
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fonema palatal africado sordo ch y en la pérdida de la s y j sonoras y de v labiodental. Mantiene los finales de
la palabra en on, an, frente al portugués ao.
Entre los siglos XVI al XVIII se asienta en Galicia una nobleza extranjera, intransigente con la cultura y la
lengua de Galicia, la disminución de la población, la pérdida de autonomía de la Iglesia gallega... provocan
que el idioma gallego esté prácticamente ausente de los usos escritos. Son los llamados siglos oscuros.
Rexurdimiento es el nombre con el que se conoce el siglo XIX en la historia gallega y expresa nítidamente lo
que fue una trayectoria de recuperación no solo literaria, sino también cultural, política e histórica. La
publicación en 1983 de Cantares Gallegos, obra escrita íntegramente en gallego por Rosalía de Castro,
inaugura el Rexurdimiento pleno.
A comienzos del siglo XX, el galleguismo evoluciona hasta el nacionalismo, provocando un salto cualitativo
en la utilización de la lengua. En los años 20 empieza la publicación NÓS, revista que le da nombre a una
generación que procuró (y lo consiguió) sacar la cultura gallega del folclorismo y del influjo unilateral de la
cultura castellana. La cultura gallega entra en contacto con las ideas estéticas europeas y el gallego es usado
en obras de carácter científico.
También en los años 20 hay un importante avance en el status del gallego, se crea el Seminario de Estudos
Galegos, los movimientos europeos de vanguardia no le resultan ajenos a la lírica gallega, los autores de la
generación del 25 demuestran una gran originalidad creativa...
En el estatuto aprobado en el 36 la lengua gallega adquiere por primera vez el reconocimiento de idioma
oficial de Galicia, pero no llegó a tener aplicación práctica a causa del inicio de la Guerra Civil. La llama de la
cultura, del idioma y de la identidad de Galicia se mantuvo viva en el exilio, mientras en nuestro país se
producían tímidos intentos de recuperación, hasta que en el 50 se constituye la Editorial Galaxia. La
instauración del régimen democrático en España sienta las condiciones para la normalización del gallego. Al
amparo de lo dispuesto en la Constitución Española de 1978, el Estatuto de Autonomía de Galicia (1981)
establece que el gallego es, junto con el castellano, lengua oficial de Galicia.
El 15 de Junio de 1983, el Parlamento de Galicia aprobaba, con el consenso de todos los grupos
parlamentarios, la Ley de Normalización Lingüística de Galicia, que pasa a constituirse en la herramienta
legal imprescindible para el ejercicio de nuestros derechos lingüísticos.
En los años transcurridos desde la aprobación de la Ley de Normalización Lingüística se han experimentado
avances sustantivos en e proceso de dignificación lingüística al tiempo que se iban aprobando diferentes
disposiciones legislativas.
Por otro lado, al amparo de la actitud de conjunto de la población manifiestamente favorable a la extensión del
uso social del gallego, se han desarrollado numerosas campañas de sensibilización colectiva orientadas a
prestigiar el uso de la lengua y a incidir en el cambio de actitudes individuales.
El gallego en su evolución, por motivos socio−políticos, estuvo más salpicado por el castellano que por el
portugués, fundamentalmente en la expresión coloquial y, en mucha menor medida, en la escrita. El gallego
también mantuvo, a lo largo de los siglos, muchas zonas dialectales, circunscritas sobre todo a las zonas
marinera y del interior de la montaña, que hoy han sido integradas prácticamente por el gallego normativo.
Desde la aprobación de la Constitución española de 1978, y del Estatuto de Autonomía de Galicia de 1980, el
gallego ha recobrado el carácter de lengua oficial, junto con el castellano, en Galicia. Desde entonces está
teniendo un gran desarrollo.
Destacar como tros datos también que esta lengua ha conocido un dilatado desarrollo literario en modalidades
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de poesía, ensayo, novela y tópicos ideológicos, filosóficos o sociológicos, y en todos los niveles educativos,
incluida la educación superior.
2.2 Fala
De fel u en, nun temus que sansalmus nunca; ya chegará u día que arrecollamus u que hemus sembráu.
(Gálatas 6, 9)
El fala, lengua hablada en una pequeña parte de Extremadura y Portugal. Llamado comúnmente fala aunque
también recibe otros nombres como A Fala de Xálima, Galaico−Extremeñe y Chapurreáu, este último es
despectivo.
Esta lengua es derivada de la familia ibero−romance. Está relacionado e influenciado por el Gallego y el
portugués, aunque la más íntimamente relacionada es el gallego.
Exactamente, el fala se sitúa en: los tres pueblos de Valverde del Fresno, Eljas y San Martín de Trevejo, están
localizados en un valle aislado denominado Valle de Xálima o Valle del río Eljas, en la esquina noroccidental
de la provincia de Cáceres, en la región de Extremadura.
Los tres dialectos de esta lengua son los siguientes:
− Valvideiru − Valverde del Fresno
− Mañegu − San Martín de Trevejo
− Lagarrteiru − Eljas
Los tres dialectos tienen suficiente inteligibilidad para entender mutuamente un discurso abstracto y complejo.
Las diferencias entre los tres dialectos son muy pequeñas. Posible inteligibilidad con el gallego para entender
un discurso abstracto y complejo. Los hablantes del gallego occidental han sido confundidos con hablantes de
fala, pero los hablantes de fala no se identifican con los hablantes de gallego ni quieren que su ortografía se
asemeje a la del gallego.
En esta zona de la península ibérica, además de hablarse esta lengua también se habla el castellano, pero lo
usan para la escuela, la iglesia y las relaciones con los de fuera, en todos los demás contextos usan fala.
La alfabetización es casi del cien por cien en castellano; al no existir una forma unificada de escribir fala, los
adultos prefieren leer y escribir en castellano.
Existen diferencias de ortografía ya que el fala tiene muchos más fonemas que el castellano.
* No se ha podido escribir más sobre esta lengua, ya que es una lengua minoritaria en España y dicha
información no se encuentra en enciclopedias.
Por otro lado la información encontrada de esta lengua figura en idiomas como el portugués, gallego o
asturiano pero difícilmente en castellano.
2.3 Castellano
La legua española, también conocida como castellano, por ser el nombre de la comunidad lingüística
(Castilla) que hablo esta modalidad románica en los tiempos medievales. Existe alguna polémica en torno a la
denominación del idioma; el termino Español es relativamente reciente y no es admitido por
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muchos hablantes bilingües del Estado Español, pues entienden que en el español se incluyen otros dialectos
como el valenciano, gallego, catalán y vasco considerados oficiales dentro del territorio de sus comunidades
autónomas respectivas. Son esos hablantes bilingües quienes proponen volver a la denominación más antigua
que tuvo la lengua: castellano entendido como lengua de castilla.
En los países hispanoamericanos se ha considerado esta denominación y no plantean dificultad especial a la
hora de entender como sinónimos los términos castellano y español. En los primeros documentos tras la
fundación de la Real
Academia Española, sus miembros emplearon como denominación de lengua
Quien mejor ha estudiado esta espinosa cuestión ha sido Amado Alonso en un libro llamado Castellano,
español, idioma internacional. Volver a llamar a este
idioma castellano, representa una vuelta a los orígenes y quien sabe si no seria
dar satisfacción a los autores iberoamericanos que tanto esfuerzo y estudio le dedicaron, como Andrés Bello,
Rufino José Cuervo o la argentina Mabel
Manacorda de Rossetti.
Renunciar al termino español plantearía la dificultad de reconocer el carácter oficial de una lengua que tan
abierta ha estado para acoger en su seno influencias y tolerancias que han contribuido a su condición. Por otro
lado, tanto
derecho tienen los españoles a nombrar castellano a su lengua como los argentinos, venezolanos, mexicanos, o
panameños a clasificarla como argentina, venezolana, mexicana o panameña, por citar algunos ejemplos. Lo
cual
podría significar el primer paso para la fragmentación de un idioma, que por
numero de hablantes ocupa el cuarto lugar entre las lenguas del mundo. En España se hablan además del
catalán y el gallego, idiomas de tronco románico
y el vasco, de origen desconocido.
el castellano, dialecto románico surgido en Castilla y origen de la lengua española, nació en una franja
montañosa, mal y tardíamente romanizada, inculta y con fuertes raíces prerrománicas (Burgos, Oviedo, Iria,
Flavia, Amaya, Pamplona), en la cual se desarrollaron algunos de los condados y reinos medievales españoles,
y en torno a esos nuevos centros fueros afirmándose las variedades dialectales. El castellano, dialecto de los
montañeses y vascos encargados, en el siglo IX, de defender de los árabes (en la península desde el año 711)
la frontera oriental del reino asturleonés, toma su nombre de castilla (del latín castella, plural del castellum,
que en el periodo visigodo significo pequeño campamento militar y luego tierra de castillos) Con respeto a los
vascos, se sostiene que su lengua influyo profundamente en esta nueva lengua románica.
La modalidad idiomática navarro−aragonesa, utilizada en el lugar en donde influían tres reinos (Castilla,
Navarra y Aragón), dio origen en el siglo X, a los primeros documentos peninsulares en una lengua romance:
las Glosas emilianenses y las Glosas silenses. Del año 1042, por otra parte, datan las primeras jarchas escritas
en romance castellano, aunque con caracteres árabes o hebreos. Como dice Menéndez Pidal la base del idioma
es el latín vulgar, propagado en España desde finales del siglo III a.C., que se impulso a las lenguas ibéricas y
al vasco, cosa de ser una de ellas. De este substrato ibérico procede una serie de elementos léxicos autónomos
conservados hasta nuestros días y que en algunos casos el latín asimilo, como: cervesia− cerveza; braca −
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braga; camisia − camisa, lancea−lanza. Otros autores atribuyen a la entonación ibérica la peculiar manera de
entonar y emitir el latín tardío en el norte peninsular, que seria el origen de una serie de cambio en las
fronteras silábicas y en la evolución peculiar del sistema consonántico.
Otro elemento conformador del léxico en el español es el griego, puesto que en las costas mediterráneas hubo
una importante colonización griega desde el siglo VII a.C.; como, por otro lado, esta lengua también influyó
en el latín, voces helénicas han en el español en diferentes movimientos históricos.
Por ejemplo los términos: huérfano, escuela, cuerda, gobernar, colpar y golpar, púrpura, proceden de épocas
muy antiguas, así como los topónimos Densa, Calpe. A partir del renacimiento, siempre que se ha necesitado
producir términos nuevos en español se ha empleado el inventario de las raíces griegas para crear palabras
como por ejemplo, telemática, de reciente creación, o helicóptero.
Entre los siglos III y VI entraron los germanismos, en su mayor parte a través del latín por su contacto, entre
los siglos III y V, con pueblos bárbaros muy romanizados. Forman parte de este cuerpo léxico guerra, heraldo,
robar, ganar, guiar, guisa, guarecer y burgo.
Junto a esos elementos, hay que tener en cuenta el vasco, ya que muchos han intentado averiguar el origen de
este dialecto sin conseguirlo, aunque hay varias teorías al respecto.
Algunos de sus hábitos articulatorios y ciertas particularidades gramaticales ejercieron poderosa influencia en
la conformación del castellano por dos motivos: el condado de Castilla se fundo en un territorio de influencia
vasca (entre Cantabria y el norte de León); junto a eso, las tierras que los castellanos iban ganando a los
árabes se repoblaban con vascos, que lógicamente, llevaron sus hábitos lingüísticos y ocuparon puestos
preeminentes en la corte castellana hasta el siglo XIV.
La lengua árabe fue decisiva en la configuración de las lenguas de España, el español entre ellas, pues los
árabes asentaron su dominio en la península durante ocho siglos. Durante tan larga estancia hubo muchos
momentos de convivencia y entendimiento. Los cristianos comprendieron muy pronto que los conquistadores
no solo eran superiores desde el punto de vista militar, sino también en cultura y refinamiento. De su
organización social y política se aceptaron la función y la denominación de atalayas, alcaldes, robdas,
almacenes y alguaciles. Aprendieron a contar y a medir con ceros, de sus sastres, de sus albañiles que
construían zaguanes, alcantarillas y azoteas, y a cultivar diferentes frutas y verduras. No podía entenderse
correctamente la evolución de la lengua y de la cultura de la península sin conceder a la influencia del árabe el
que le corresponde.
En la formación del castellano cabe distinguir tres grandes periodos:
1.− El medieval, denominado del castellano antiguo, entre los siglos X−XV
2.− El español moderno, que evoluciono desde el siglo XVI hasta el XVII
3.− El contemporáneo, desde la fundación de la Real Academia Española hasta nuestros días.
1.− El castellano medieval :el nombre de la lengua procede de la tierra de castillos que la configuro, Castilla,
y antes del siglo X no puede hablarse de ella. Por entonces existían cuatro grandes dominios lingüísticos en la
península que pueden fijarse por el comportamiento de la vocal breve y tónica latina o en sílaba interior de
palabra como la o de portam que diptongo ue en castellano.
(Puerta, uo en el leonés y en el aragonés, ua en el mozárabe). En términos generales se mantuvo la o del latín
(porta) en la lengua del extremo occidental, el galaico portugués, y en el catalán del extremo oriental, que
ejercería su influencia posterior por las tierras mediterráneas, fruto de la expansión política.
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El castellano fue tan innovador en la evolución del latín como lo fueron los habitantes de Castilla en lo
político. A esta época pertenecen las glosas silenses y las glosas emilianenses, del siglo X, que son
anotaciones en romance a los textos en latín: contienen palabras y construcciones que no se entendían ya. Las
primeras se escribieron en el monasterio de Silos, donde para aclarar el texto de un penitencial puede leerse
quod: por ke, ignorante: non sapiendo; las emilianenses se escriben en el monasterio de San Millan de la
Cogolla.
En el sur, bajo dominio árabe, las comunidades cristianas hablaban mozárabe.
Heredado de la época anterior a la conquista musulmana, lo mantuvieron sin grandes alteraciones, bien por
afirmación cultural que marcara la diferencia con las comunidades judía y árabe, bien por falta de contacto
con las evoluciones que se estaban desarrollando en los territorios cristianos. En esta lengua se escriben
algunos de los primeros poemas líricos romances: las jarchas (composiciones escritas en alfabeto árabe o
hebreo, pero que transcritas corresponden a una lengua arábigo−andaluza). De los cambios fonéticos que se
produjeron en esta época en el castellano, el más original consistió en convertir la f inicial del latín en una
aspiración en la lengua hablada, conservada en la escritura
El primer paso para convertir el castellano en al lengua oficial del reino de Castilla y León lo dio en el siglo
XIII Alfonso X, que mando componer en romance, y no en latín, las grandes obras históricas, astronómicas y
legales. El castellano medieval desarrolló una serie de fonemas que hoy han desaparecido.
Distinguía entre una s como en casa y una s sorda, que podía estar en posición inicial de palabra como silla, o
en posición interna en el grupo ns, como pensar o en posición intervocálica que se escribía ss como en
viniesse. Las letras Ç y z equivalían a los sonidos africados. La letra x respondía a un sonido palatar fricativo
sordo, como la actual ch del francés o la s final del portugués y también existía correspondiente sonoro, que se
escribía mediante j o g.
Distinguía una bilabial oclusiva sonora b, que procedía de la p intervocálica del latín o b de la inicial sonora
del latín, y la fricativa sonora, que procedía de la v del latín, cuyo sonido se mantiene hoy en Levante y en
algunos países americanos.
Desde el punto de vista gramatical ya habían desaparecido las definiciones del latín y eran las preposiciones
las que señalaban la función de las palabras en la oración. El verbo haber todavía tenia el significado posesivo
tener, y forma las perífrasis verbales de obligación que originarían a partir del siglo XIV los tiempos
compuestos; por eso entre la forma del verbo "haber" y el infinitivo siguiente era posible imponer otro
material léxico, hoy impensable. Los adjetivos posesivos iban precedidos del articulo; así se decía: los sus
ojos alza.
El español de siglo XII ya era la lengua de los documentos notariales y de la Biblia que mando traducir
Alfonso X; uno de los manuscritos del siglo XIII se conserva en la biblioteca de El Escorial. Gracias al
Camino de Santiago entraron en la lengua los primeros galicismos, escasos en numero, y que se propagaron
por la acción de los trovadores, de la poesía cortesana y de la provenzal.
La publicación de la primera gramática castellana de Elio Antonio de Nebrija en 1492, fecha del
descubrimiento de América y de la toma de Granada por los Reyes Católicos, establece la fecha inicial de la
segunda gran etapa de conformación y consolidación del idioma. A esta época pertenece el cambio de las
consonantes que altera y consolida definitivamente el sistema fonológico de español. Desaparece la aspiración
de la h, cosa que testimonia la versificación. Se funden en un único fonema la s sonora y sorda, prevaleciendo
el valor sordo. Las consonantes Ç y z pasan a ser el fonema fricativo (con pronunciación equivalente a ts) que
se escribirá Ç durante el siglo XVI y pasara a tener el valor de la z (con su pronunciación actual) en el siglo
siguiente, con lo que de esta manera se resolvió la vacilación ortográfica c,ç,z. Las variaciones fonéticas que
representan x,g,j, se solucionaron también en favor del sonido velar fricativo sordo que en el siglo XVII pasa
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a tener la pronunciación y grafía actuales de g y de j. Desapareció asimismo la distinción b y v que se
neutralizo en b durante el siglo XVI. En la morfología aparecieron los tiempos compuestos de los verbos, y se
convierte en auxiliar el verbo haber. En la sintaxis el orden de los elementos de la oración se hace más rígido,
y se anteponen los pronombres átonos a infinitivos y gerundios. Desde el punto de vista del léxico, el español
adquirió una gran cantidad de neologismos, pues a estos momentos correspondió la expansión de Castilla, por
lo tanto el contacto con otras culturas. Consiguió consolidarse como lengua dominante frente a otros dialectos
peninsulares al llevarse a cabo la unidad política de Castilla y Aragón y ser el castellano la lengua de los
documentos legales, de la política exterior y la que llego a América de la mano de la gran empresa realizada
por la Corona de Castilla, ya fijada en la gramática normativa de Nebrija. A partir de los primeros momentos
del siglo XVI se prefirió la denominación de española para la lengua del nuevo imperio, y la preocupación de
los intelectuales del momento se refleja en la enorme tarea de sistematizarla, analizarla y divulgarla. Lo
demuestra la publicación del gran Diccionario de Alcalá, obra de la Universidad Complutense creada por
Cisneros; la aparición de la Minerva de Francisco Sánchez de las Brozas, conocido por El Brocense, que es
una gramática normativa y descriptiva más moderna que la realizada por el grupo francés de Port−Royal, y a
principios del siglo XVII, la publicación del Tesoro de la lengua castellana o española (1611) de Sebastián de
Cavarruvias, primer diccionario de la lengua, que contiene cuanta información histórica y sincrónica había
disponible en el momento de su publicación.
En Francia, Italia, Inglaterra se editaban gramáticas y diccionarios para aprender español, que fue la lengua
diplomática hasta la primera mitad del siglo XVIII. En esta etapa de la lengua se llego al esplendor literario
que representaban los autores del siglo de oro. El léxico incorpora palabras originarias de tantas lenguas como
contactos políticos tenia el imperio. Del italiano entran en el español desde el siglo XV al XVII los nombres
de la métrica y perceptiva literaria, palabras relacionadas con las bellas artes. De otros campos léxicos son
italianismos de la época. Los americanismos, que comienzan a entrar en el siglo XVI, ofrecen una lista
requerida a las realidades que en Europa no se conocían y que son españolismos tomados por las lenguas
europeas que proceden del quechua y el guaraní. Los términos más antiguos, como canoa, ya citado en el
diccionario de nebrija, proceden de los arawak.
(A este conjunto pertenece huracán, sabana, maíz, caribe, colibrí, caníbal, cacique, enagua). De la familia de
las lenguas náhuatl habladas por los nahuas, se incorporan hule, chocolate, tomate, cacao, petate y aguacate.
En el año 1713 se fundo la Real Academia Española. Su primera tarea fue la de fijar el idioma y sancionar los
cambios que habían introducido los hablantes a lo largo de los siglos, siguiendo unos criterios de autoridad.
En esta época ya había finalizado el cambio fonético y morfológico y el sistema verbal de tiempos simples y
compuestos era el simple que ha estado vigente hasta la primera mitad del siglo XX. Los pronombres átonos
ya no se combinaban con las formas de principio y gracias a la variación morfológica, los elementos de la
oración se pueden ordenar de formas muy diversas con una gran variedad de los estilos literarios, desde la
mayor violación sintáctica que representan el barroco del siglo XVII, los poetas de la generación del 27 y el
lenguaje publicitario, hasta la imitación de los cánones clásicos, también violentadores del orden del español,
que incorporaron los neoeclesiásticos o los primeros renacentistas. Coincidiendo con otro momento de
esplendor literario, el primer tercio del siglo XX, aparecieron las nuevas modificaciones gramaticales que hoy
aun están en proceso de asentamiento. De ellas cabe citar: la reducción del paradigma verbal en sus
formas compuestos de indicativo y subjuntivo, la sustitución de los futuros por perífrasis verbales (tengo que
ir−ire), la practica desaparición del subjuntivo, la reduplicación de los pronombres átonos en muchas
estructuras oracionales y con los verbos de significación pasiva, que están desarrollando una conjugación en
voz media como en le debo dinero a María; la posposición casi sistemática de los calificativos, la reducción de
los relativos, prácticamente limitados a que y quien en la lengua hablada. Junto a ello, la irrupción continua de
neologismos, que nombran innovaciones técnicas y avances científicos, tiene dos momentos: los anteriores a
la mitad del siglo XX, que contiene raíces clásicas como termómetro, televisión, átomo, neurovegetativo,
psicoanálisis, morfema, y los neologismos apenas castellanizados, siglas y calcos del ingles y fruto de la
difusión que de ellos hacen las revistas especializadas, la publicidad o la prensa.
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Actualmente el español ocupa todo el territorio de su país originario ( las islas Canarias, las islas Baleares,
Ceuta, Melilla, la península ibérica exceptuando los territorios de Portugal).
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