folletín - Hemeroteca Digital

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lí * s c n ICÍON Ei\ MADRin.
10 KEALES Al MES.
^"HI'H? ' " MaiirM . librería de monipr y
Mí * • *. '^'P»*'* , talle de las Huertas,
I^ico polilico diario.—Los lunes unarevisla
, , K " ' ^f'es j modos.—l¡n retrato de perJ'l*Píes 6 un figurín d« modas mensual.—
"regalos en libros.
4o REALES TKMESTRE.
e prót
b. AguXia Aguvré, aaaimMrador áe LA EVOCA,
«compafiando tibranta.
La saaerUsíoA en utirMMry estranjero {xtr ratón
de pone cucsu 5»r«. Irimeslr*.
Si admílMi a«niiM!i«« 4 prel»« bamliaiOM.
Í^^WáBsiaaEa
LA ÉPOCA.
grande y poderosa potencia; de separarla Hungría del Austria ; de constituir un imperio alemán rival temible de la Francia, como la Italia
podía serlo un día en los mares de la Inglaterra ; cuando se trata solo de saber si la Europa
ba de retroceder hasta el absolutismo ó caminar hacia la libertad, entonces los intereses de
la Inglaterra y de la Francia son unos mismos,
y se encuentran frente á frente con los intereses
de la Rusia.
Esta ludia. pues, co«iien2a,,ali«({). Sus pri-r
iiBMM «iat»ai««.4«»4^«ÁcMt^ea él ^ftwlüoiLft
!píoHti<ííi lie kí Fííítf(á*'íéK,^o¿ia'i cahíbfeqfíife *o
es producido 'por las ójíiiilonés Üe éstjOs ó los
otros, miuislros, sinoppr ,las 4iccesidadcs.de la
situ^acion y de la politice de la Francia. La Huagda y la Alemania será» á su vez el campo <i«
la lucha para la Inglaterra. En la nna sostendrá la causa de sus antiguas libertades , en la
otra apoyará enérgicamente las tendencias liberales de Federico Guillermo. Ni nos ocultamos ni desconocemos las dificultades con que en
uno y otro terreno habrán de luchar: su gloria,
como su porvenir; su influencia en Europa,
como los destinos de la civilización y de la libertad, consistirán en que logren vencerlas,
enlazando el principio de orden con el de progreso , los derechos de los gobiernos con las
aspiraciones de la libertad. Este es nuestro deseo , y quisiéramos añadir nuestra firme esperanza.
—laai^csrvi—•—
Anoche se reu.iió la junta central de elecciones
del partido moderado, y terminados ya sus trabajos de reclificacioa de las lisias, presentó en el
corregimiento las reclamaciones de inclusión y esclusion justificadas en debid:! forma. Desde hoy se
reunirá dicha junta áo% veces por semana, para
trabajar sin descanso en el inleresaule objeto de
*u ,<;po¡i,eti¿.gj.^^&ajiQg lue hasta uhora_se ba pedido la escinsioB cí« ÍÍMMM/M fu^díá^ed^
ete&tores; j ^ r sti piarte Umpoco se descuidan iai juntas progresistas; de modo que se nota en los preparativos electorales una animaeton desusada hacía
tiempo.
debido tener en estos dias largos consejos de iriinistros, tanto para conocer á fondo el verdadprii
estado de la hacienda, como para convenir en los
trabajos que deben presentarse por cada roiniftlerio
á la aprobación de las cortes. Esperamos que 1» CIMÍS'
tion de presupuestos y la importanü&inia de aranceles, que el pais anhela ver resuella, habrán sklo
objeto de detenidas deliberaciones.
Generalmente se cree, como hemos dicho, que
el ministerio continuará mu completándose cuando
la corle y el du(^e de Valencia regresen á Madrid.
Estoooc», f. próxima la reuoion de las corles, las
iOODÉibiBtcictaf» jieÉla «ñas f^ües. ; tendrán ma«
condicio nes de potvtíM.
Y echó un saco respetable sobre el mantel, hacia el plica para que haga encerrar provisionalmente en la
Bastilla y daspues enviarme aqui & todos tos que han
cual lodos estendieron iuvolunlariameate la mano.
—¡Un momento, corderos ralos! dijo Artaguan; si tomado parte «n la espedicioa, y esta es una súplica,
á la que eierlamente accederá el rey.»
hay beneBcios, también hay cargas.
Un grito de terror partió de lodos los ángalos de la
] Oh, oh I murmuró la asamblea.
Amigos mios, nosotros vamos á encontrarnos en mesa.
—¡Pero bah! dijo Artaguan; ese valiente MonCk se
una posición que no seria soslenible entre gente sin
juicio: yo hablo claro; estamos entre la horca y la ha olvidado de ana cosa , y es que no sabe el nombre
de ninguno de vosotros: yo solo os conozco. y ya calBastilla.
culareis que no soy yo quien os venda. ¿ Para qué?
—¡Oht repitió el coro.
—Esto es fácil de comprender. Ha sido necesario Yo supongo que jamás seréis bastante necios para deesplicar al general Monck la desaparición de su teso- nunciaros vosotros mismos, porque entonces el rey,
rero, y para esto he aguardado el momento inesperado para ahorrarse los gastos de alimento y habitación, os
de la restauración del rey Carlos, que es uno de mis enviarááEscocia, donde están las setecientas cuarenta
y una horcas. Esto es todo, señores. Y ahora , ya no
amigos...
El ejército cambió una mirada da satisfacción con tengo una palabra que añadirá lo que acabo de tener
el honor de deciros. Estoy seguro de que Se me ha
la mirada bastante orgullosa de Artaguan.
—Restaurado el rey, he devuelto á Mr. Monck su comprendido perfectamente, ¿no es verdad, scSor
hombre de negocios, un poco desplumado , es ver- de Menneville?
—Perfectamente , replicó este.
dad , pero al fin se lo he devuelto. Pero el general
—Ahora los escudos, dijo Artaguan. Cerrad las
Monck, perdonándome, porque me ha perdonado, no
ha podido menos de decirme estas palabras, que en- puertas.
Dijo , y abrió el saco sabré la mesa, donde cayeron
cargo á cada uno de vosotros grabe aqui entre los ojos
y bajo la bóveda del cráneo: «Caballero , la broma es' muchos hermosos escudos de oro. Cada cual hizo na
buena, pero naturalmente no me gustan las bromas: si movimiento hacia ellos.
—I Poco á poco'. esclaffió Artaguan; que nadie s«
uua palabra siquiera de lo que habéis hecho {comprendéis, Sr. Menneville)se escapa de vuestros la- mueva, y haré la cuenta.
bios , ó de los labios de vuestros compañeros, tengo en
Hízola en efecto; dio Cincuenta de aquellos escudos
mi gobierno de Escocia y de Irlanda setecientas cua- á cada uno, y recibió tantas bendiciones como monorenta y una horcas de madera de encina , claveteadas das habia entregado.
de hierro y untadas de sebo todas las semanas. Rega—;Ahora , dijo, si os fuese posible arreglaros un polaré, pues, Una de estas horcas á cada uno de vos- co... si pudieseis haceros buenos y honrados ciudaotros; y notad bien esto, queridoSr.de Artaguan, aña- danos!...
dió (notadlo también vos, querido Sr. Menneville);
—Dificil es eso, dijo uno dé los concurrentes.
todavía me quedarán setecientas treinlapara mis pía-»
—¿V por qué decís eso, capitán? preguntó otro.
ceres secundarios- Ademas...»
—Digo eso. porque si os encontrase por ahi..;
i Ahí dijeron losausiliaresde Artaguan. ¿Hay mas ¿quién sabe?... refrescados de cuando en cuando por
aun?
alguna propina...
—XSaa miseria mas: «Sr. de Artaguan, he remitido Al decir estas palabras hizo nna seña á Menneville,
al rey de Francia el tratado en cuestión , con una stí- que lo escachaba todo con aire contrito.
—Menneville, dijo i venid conmigo* Adiós, muchachos ; no os recomiendo que sfeais discretos.
Menneville le siguió , mientras que los saludos de
los otros sé confundían con él dulce ruido del oro que
sonaba en siís bolsillos.
—Menneville, dijo Artaguan Cuando estuvieron en
la calle: no sois tonto, y tened cuidado de no convertiros en tal; no mé causáis el efecto de que crea teneis miedo á las horcas de Mr. Monck, ni á la Bastilla de S. M. el rey Luis XIV; pero rae haréis la gracia de tenerlo de mi. ¡Pues bien! oid ; á la menor palabra que se os escape, os mataré como á' un pollo. En
el bolsillo tengo la absolución de miesíru padre saoto
el papa.
—Os aseguro que no sé absolutamente n»da, Sr. de
Artagflan, y que ludas vuestras palabras son artículos
de fe para mí.
—filen seguro estaba yo de que éraís un muchacho
de talento, dijo el mosquatero; hace veinte y cinco
años qué ós he juzgado. Éstos cincuenta escudos de
oro que os doy además oá probarán el aprecio que os
tengo, tomad.
—Gracias, Sr. dé Artaguan. dijo Menneville.
—Con esto ya podéis ser realmente on hombre <Í«
bien, replicó Artaguan con tono mas serio. Sería rcr«.
goníOsó que un talento como eí vuestro, y nn Wi»-'
bre-que no bs atrevéis á lleVar, sé encontrase i>Ofr^
dos para siempre bajo el orin de una vida a^l>». Álceos ub hombre de bien, Menneville, y rífkí .lf,.«*»
con «sos cien escudos de oro; es on b « ^ mwro;
dos veces el sueldo de un oficial de gr«íoi«P«' W *
verme dentro de on año, y, jpardiez! jp«jl^^ <*? *<•*
alguna cosa.
Menneville juró. Como habfto ÍM^OJM ^wwmdas.
que seria mudo como oo i^pv^oro.J ^ e o ^ i f o do
esto. precá» es (Jtóiiíg^ i»ir* J^Wado; y CoAo segoraineota BO hM síifrllMtieve caiaprfirM..Di Utanevllle unpoeo.iHw*«MÍPi<iae*»y8 sido Art««aaB.
quien eosiicwlkhd de gascón tenia la lenga* muy
carca da ios laUos. Porque si no fue él, ¿qaiéa ave'uí
principios de gobierno. Esto ni queremos, iii
debemos ocnUarlo. Pero al mismo tienipo" es
necesario no exagerar la situación. L i Europa,
cualesqniern que hayan sido los delirios revolucionarios y el terreno que estos bayau hecho
perder á la verdadera libertad , ba dado un
gran paso cuesta senda. La Cerdeña y la Prusia son hoy dos naciones regidas por in^ilucioncs constitucionales. Roma, Ñapóles, el
Austria misma habrán de tener una sombra
siquiera de libertad. Comprimirla boy fiíerlemextle, seria Ituceji'la e.sUiilai; mas praiUo.
eu, un porvenir poco íej»ao. Pero ¿conservarán la Italia y la Alemania sus eonstilucíones, ó apoyados enérgicamente por In Ru^sia , los soberanos se apresurarán á retirar-'
les las concesiones que la revolución o el espíritu de la época ha podido ó arrancarles, ó
Ihacerles otorgar? Confesamos que bay muchos
que se lisonjean con esta esperanza , 6 que temen físle desenlace. Nosotros no lo tememos
mientras la Inglaterra y-la Francia continúen
unidas, y en tanto que gobiernos liberales rijan
los destinos de una y otra nación. Lo temeríamos el dia en que hubiese una reacción en
Inglaterra, ó una nueva revolución demagógica en Francia; pero uno y otro acontecimiento son poco probables. La Francia y
la Inglaterra han podido detenerse ante el
peligro de la guerra, cuando se ha tratado de
cambiar la situación territorial creada á la Europa por los tratados de Viena: una y otra los
habían firmado: romperlos era la guerra general; la guerra sin causa legítima; la guerra
que tantos y tan grandes intereses lastima hoy
en las naciones civilizadas. Aun cuando la Francia hubiese deseado arrojar sus ejércitos en Italia ó en Alemania, la Inglaterra no la habría
segnido á esto» caaipas.ift,-batalla.T-.liUSQÍaM^aQ.-.
tra todas las potencias continentales, la Francia
habría sucumbido. Solo acaso hubo un momento
en qué pudo hacer ésto: en marzo de 1848;.
pero entonces la guerra general era fatalmente
para la Francia en el interior la reproducción
de los grandes delirios y de los grar-des crímenes de su pritaera revolución.
BUropa vuelve al punto de pnrlitla en que
Pi'endió la revolución de febrero. El Irai*^ paz entre la Gerdeña y el AustVia , la
^í|?nile Roma, la rendición fatal de VeíFéstíelvcn la cuestión territorial en Italia;
»o« de la Hungría restablece la paz en
\Diespiies do diez y ocbo meses de granbas y trastornos, la Europa se éncueiii;p>á» ni, menos (jue coiao §e epppntraba á
" ifde l{}48. Lo« tratados djB Vi^na W Q
i^ d ó r e l o iflternacional de la« po4en^tiibargo , s i la situación territófial de
^^ Milicias es la misnift , nV» su'cede esto con
^víP,9,'iderancia {lolílica y. con .su influencia
'''eti los deslinos de la Europa, Lo que la
**>'bh perdido lo ba ganado ol Austria ; y
w apenas hace un ai'io que la IlnKa parecía
i'f^ gloriosos destinos que le recordaban
*»ádo, y el imperio austríaco, desgarrado,
*^njejába A un cadáver, bé aqui que este
^•^8 con nueva fuerza , triunfa en Novara,
le anndar sus rotos lazos con las vastas
jJOcias de su monarquía, y asienta su domi^lenlialia, que sus ejércitos ocupan en sus
cuartas partes. La Francia ha perdido tam»" que ha ganado la Rusia. En tiempo de la
'"^'quia de jnlioy en los primeros meses de la
ica, también la Alemania y la Italia reci" ti influjo de los sentimientos , de las pasío, Y de la política de la Francia; ahora les
?'íe de la Rusia, dominadora en Hungría, amargando la Alemania , arrojando masas inmenp í e h o n i b r e s en las fronteras de su vasto imr^io. Bajo el aspecto de la supremacía territo^'i la revolución , esto es indudable , solo ha
*"verdaderamente ventajosa páralos destinos
. *^ Rusia. El equilibrio europeo restablecido
- pena, si se lialla anjenazado por alguna
**e, indudablemente esf)or el Norte. ¿Ha sido
l'^linente estéril o fatal el movimiento revoluv'Oairio de febrero para los intereses y el por**[»»• de la libertad?
•^'3 cuestión no puede aun resolverse, porque
De un dia á otro debe salir para PuertoUano el
t lilaila todavía resuelta. Los verdaderos peseñor duque de Valencia. Deseamos que su permaPero cuando de territorial la cuestión se hace nencia en aquellas aguas logre restablecer y afian?''*s para la libertad constitucional comienpolítica;
cuando no se trata ya de desgarrar zar completamente su salud.
^ft ahora. La reacción puede ser para esta mas
El gabinete, sino estamos mal informados, ha
'! ^e lo que la revolución lo ha sido para los los tratados de Viena; de hacer de la Italia una
FOLLETÍN
IOS MOSOllETERIIS,
TBBCIRA PAUTE.
^ VlZCOi\DE DE BRAGELOME,
NOVELA
D E A.
DUIHAB.
(Continuaeion.)
jjjt'MBi ésloy, dijo Artaguan; está terminada l:i cara• y vengo á traeros el supleuienlo de soldada que
' j''*promelido.
^ ^ O s los ojos brillaron.
*el ||^**^° * que ya no hay cien libras en la escar. **roasrico de vosotros.
l^scierto! esclarnaron en coro.
'«On . °''''s. dijo enlonees Artaguan: esla es la última
*»»« ^i"*' ^' '""^tído de comercio se ha concluido, graCts¿^ ^'''P^ íle mano que nos hizo dueños del DnanCOBf **' ''*''" ^^ '* Inglaterra; porque ahora ya debo
%fj ^^''''oslo; el hombre á quien se trataba de robar
f j^'^*0''ero del general Monck.
^ J J T Palabra de tesorero produjo cierto efecto en su
^li
'^®'"° ^'•l''8u»n notó que únicamente los ojos
BOnevIlleno tnahifeslabao una fe completa.
= i u ** tesorero, continuó Artaguan, lo he conducido
'*»llü*°'* "'^"^''al. á la Holanda; lé he hecho tirraar el
Y ^"«0, y yo njisnoo lo he vuelto á HeVaf á Newcaslle;
*1 ""''^.^sl'ia estar satisfecho de nuestra conducta con
*¿ttd?°™° *' *'°^'"® *^® P'"*' siempre era llevado sia
..... "Mas, y estaba cómodamenler acolchado, he pe""»» gratificación para vosotros. Aquí está.
' A pesíir de cusnlo han dicho en'conírarib algunos periódicos, la corte no regresará á MidriiJ haáb
el dia Í2 de setiembre. La reina madre lo veriá'cará el 14. Una gran parte do laí personas que han
seguido lii jorDadrf han resresido ja á Madrid, que
empieza á anirnarse. Los teatros, sin embargo, en
especial él Español, no abrirán sus puertas basta
mediados del mes. Ya se nos anuncia la represefitacion de algunos dramas originales.
Se nos dice que el gobierno piensa reunir (AS
cortes el 10de octubre, cUiTipÍpafios de S. M. E(
decreto,de convocación se publicaria del 15 al 'iíl
de setiembre. Solo de este modo podrán discutirse con tiempo y utilidad los presupuesto.* lUi
gastos y dé ingresos.
La reunión del congreso general do agriculUira
promete ser concurrida. De diferentes provincias se
nos dice que muchas personas, tanto de las que
tienen derecho de asistir á ellas como deseo de
presenciar sus sesiones y trabajos, se preparan ya
para venir á la corte.
Parece que las negociaciones para el arreglo de
la cuestión de culto y clero prosiguen con grande
aelÍTÍdaMÍ,y se hallen próximas á un ssürfactorio
desenlace. Lo deseamos vivamente.
Vn diario nos anuncia también que, adepas. áe
la parte (Jué én estas negóciaciortes atcaníá g\ mihisterío de gracia y justicia, eJ Sr. Arrazola activa
la redacción de los códigos civil y de procedimientos. Nosotros desearíamos mucho que el señor Arrazola señalase su administración con el
gran planleamienlo de esta reforma, que lia de poner término á la confusión é ineeilidumbro que
reinan hoy en la administración de la jusiiciu civil.
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