En el marco del proyecto La Justicia en la cultura y la

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LA JUSTICIA COMO CONSTRUCCIÓN DISCURSIVA:
VISIONES PARTICULARES EN ALGUNAS INSTANCIAS DEL
DISCURSO ABOLICIONISTA BRITÁNICO
María Elisa Romano
Facultad de Lenguas, UNC.
En el marco del proyecto La Justicia en la cultura y la cultura de la justicia, tomamos
como punto de partida la idea de justicia como construcción dialógica que da cuenta del
pluralismo inherente a la interpretación del mundo. La justicia –como norma- es el resultado de
procesos de negociación y consenso en contextos interculturales, procesos que no sólo expresan
las diferencias de etnia, género, clase, edad, sino que generan ricos intercambios y productivas
contaminaciones.
Desde el área de Cultura Inglesa proponemos el estudio de los movimientos abolicionistas
que llevaron, en 1834, a la Abolición de la Esclavitud en el Imperio Británico. El objetivo es
analizar las bases del discurso abolicionista, el rol del concepto de justicia en dicho discurso y el
impacto de este discurso en las prácticas políticas y sociales en un nuevo contexto, caracterizado
por un ethos de emancipación. Proponemos entonces examinar los argumentos que
contribuyeron a denunciar la injusticia de la esclavitud, y a desarrollar, por lo tanto, un nuevo
concepto de Imperio.
En este trabajo en particular analizaré documentos relevantes del movimiento
abolicionista previos a la promulgación de la ley: La carta fundamental de la Sociedad para la
Abolición del Mercado de Esclavos, producida en Londres en 1787 y un discurso de Thomas
Clarkson, uno de los líderes de este movimiento, pronunciado en 1825 en una Asamblea en
Ipswhich. Dichos documentos serán analizados con el objetivo de indagar acerca de la noción
de justicia que se construye en estas instancias discursivas.
Se analizarán dichos textos desde la perspectiva de la sociocrítica, una metodología que
propicia el análisis de textos como un proceso dialéctico entre dicho texto y la dimensión social
e histórica en la que éste se sitúa (Pelletier 10). Desde la socio-crítica, una producción cultural
dada no se concibe nunca como una entidad neutra ni autosuficiente sino como una obra en
constante relación de permeabilidad con los discursos circundantes. Es por esto que se favorece
el enfoque intertextual, es decir, el análisis de las formas en las que un texto determinado se
refiere y evoca a otros textos (Johnstone 139).
Según Rorty, las nociones de justicia se encuentran determinadas por la sensibilidad y las
relaciones interpersonales basadas en la lealtad:
… la propia identidad moral está determinada por el grupo o grupos con los que
uno se identifica, el grupo o grupos con los que uno no puede ser desleal y seguir
siendo uno mismo. Los dilemas morales […] son, según este punto de vista, el
resultado de un conflicto […] entre identidades alternativas, auto-descripciones
alternativas, formas alternativas de dar sentido a la propia vida (Pragmatismo,
110).
Es desde este marco conceptual, entonces, que se plantea una aproximación a estos documentos
históricos a fin de indagar sobre la relación de los mismos con otros discursos contemporáneos
al abolicionismo. Más específicamente, en este estudio preliminar se pretende explorar las
formas en las que las nociones político-económicas y religiosas de fines del siglo de XVIII y
principios del siglo XIX aportan a la construcción de nociones de justicia que se encuentran en
los orígenes del movimiento abolicionista.
El contexto económico-político y social: liberalismo clásico y religiosidad
Durante las primeras décadas del siglo XIX, el utilitarismo surgido en el siglo anterior se
transformó en la filosofía política dominante en el mundo angloparlante, dando lugar luego al
desarrollo de lo que hoy denominamos liberalismo clásico. El liberalismo clásico se basa en la
teoría económica de Adam Smith, en la importancia de la libertad individual y en las teorías
éticas de la ley natural y el utilitarismo. Hudelson define al liberalismo clásico como una
ideología política. Según este autor, una ideología política es “un sistema de ideas coherentes e
interconectadas que presenta una visión razonablemente clara de cómo debe organizarse la
existencia humana. Una ideología política es una filosofía política particular” (37). Según
Hudelson, aún cuando las ideas de los derechos naturales y las utilitaristas se oponen en el
campo de lo moral, ambas se complementan con la teoría del libre mercado.
El ideal de los liberales del siglo XIX era lograr un mundo en el que no hubiera o existiera
una mínima intervención por parte del gobierno. Se basaban en la idea de libertad negativa, la
cual implica la ausencia de cualquier tipo de coerción o restricciones por parte del Estado en la
vida particular de los individuos. Es así que esta ideología promovía simultáneamente la
expansión de los derechos civiles y la liberalización del mercado.
En cuanto al contexto social en la Inglaterra de fines del siglo XVIII y principios del siglo
XIX, se destaca como un proceso distintivo el renacimiento religioso a partir de la década 17301740. Fue durante este período que comenzaron a desarrollarse un renovado interés y devoción
cristianos. Entre los precursores de esta vuelta al fervor religioso se encuentran George
Whitefield y el fundador del movimiento metodista John Wesley. Hacia fines del siglo XVIII,
un grupo de hombres influyentes y políticos de Londres conformarían la Clapham Sect. Este
grupo, también conocido como “los santos de Clapham”, estaba conformado por anglicanos
influyentes que adoptaron el evangelismo. Esta corriente, forma parte del renacimiento religioso
de esta época y surgió como una reacción a lo que muchos definían como inmoralidad, vicio e
indiferencia imperantes en la sociedad del momento. Los evangélicos enfatizan la conversión
personal como transformación interna basada en la fe en el sacrificio de Jesucristo; dicha
transformación debe verse reflejada en actos concretos, visibles en la comunidad tales como
caridad y evangelización entre otros (Bebbington 4). En este sentido, las actividades antiesclavistas de los grupos evangélicos pueden considerarse como parte integral de este
“activismo religioso” que su credo prescribía.
Ahora bien, algunos autores afirman que este discurso religioso que predicaba una
reforma moral tenía reminiscencias nacionalistas y apelaba al sentimiento anti-francés de
muchos en Inglaterra. Así, se explicaban los procesos violentos de la revolución en Francia
como un castigo divino y se presentaba a Inglaterra como el pueblo elegido, un pueblo elegido
para salvar a Europa de la decadencia y el pecado de Francia (Kiernan 48, Newman 234).
A través del análisis de algunos textos emblemáticos del movimiento abolicionista se
intentará indagar sobre la ingerencia de estos discursos en la lucha anti-esclavista.
Carta Fundamental de la Sociedad para la Abolición del Mercado de Esclavos, Londres,
1787
Esta carta fue elaborada por el Comité para la Abolición del Tráfico de Esclavos, el cual
tenía su base en Londres y estaba conformado, en sus orígenes, por 12 miembros, entre los
cuales se encontraba Thomas Clarkson.
Este documento marca el comienzo de la Sociedad, cuya organización y estructura sería
tomada como modelo por otros movimientos reformistas en el futuro. Las referencias a la
injusticia del sistema de esclavitud, en este caso especialmente al mercado de personas, se hacen
explícitas en esta carta y se relacionan directamente con argumentos humanitarios y religiosos:
El objetivo principal de la Sociedad es promover entre los miembros de ambas
Cámaras del Parlamento una disposición a indagar acerca de este tráfico infame.
[…]
También tenemos el placer peculiar de ser hombres de diferentes denominaciones
religiosas; unidos en verdadera armonía Cristiana en la causa de la humanidad y la
justicia. [pár. 3-4]
Este documento es importante porque aquí los pioneros del movimiento que lograría unos años
más tarde la emancipación de los esclavos se definen como unidos en la causa de la justicia. Se
trata aquí de una justicia a la que apelan como seres humanos. Se relacionan los dos términos,
“justicia” y “humanidad”, y se los presenta como las bases que guían a esta Sociedad, las ideas
fundamentales que determinan la lucha.
Más adelante, sin embargo, los mismos términos son mencionados nuevamente, pero esta
vez con otras connotaciones:
Tenemos esperanzas de que este comercio se convierta en objeto de Investigación
Parlamentaria al comienzo de las próximas sesiones; y si ése fuera el caso, se
espera que el sentido general de la nación (el cual estamos convencidos está a favor
de la libertad, la justicia y la humanidad) pueda ser expresado a través de
Peticiones al Parlamento, y a través de solicitudes a sus representantes a fin de
procurar su colaboración. [pár. 6]
Aquí aparece el término “justicia”, pero ya no relacionado con la condición humana, como un
derecho natural del hombre, sino como una característica del “sentido común nacional” o del
“ser” nacional. Se construye una idea de nación a la que se le adjudican valores supremos, entre
ellos, el de la “justicia”.
Discurso de Thomas Clarkson a los habitantes de Ipswich, 13 de diciembre de 1825
En 1823 se formó la Sociedad para la Atenuación y la Abolición Gradual de la Esclavitud
(Society for the Mitigation and Gradual Abolition of Slavery), luego conocida como la Sociedad
Anti-Esclavista (Anti-Slavery Society), en la cual Thomas Clarkson también participó
activamente. Entre 1823 y 1833, Clarkson viajó alrededor de Inglaterra, dando discursos y
charlas en distintas localidades y poniendo en contacto una red de asociaciones que se habían
formado en apoyo de esta causa.
En este discurso, Clarkson comienza haciendo una breve descripción de la situación de
los esclavos en las colonias británicas, especialmente en las colonias del Caribe; de hecho, su
discurso se circunscribe casi exclusivamente a la situación de esta región del Imperio, ya que se
refiere al sistema de esclavitud como “la esclavitud de las Indias Occidentales” (West India
slavery) en reiteradas oportunidades. Dicha descripción esta organizada en lo que Clarkson
denomina “siete proposiciones relativas a la esclavitud en las Indias Occidentales” [pár.9], en
las cuales, más que el objetivo de describir se observa la intención de denunciar, en una especie
de enumeración ordenada y minuciosa, las injusticias del sistema de esclavitud vigente. Se
aprecia en esta sección del discurso, especialmente al comienzo de la misma, una preocupación
clara por proveer evidencia, pruebas empíricas de lo relatado, a fin de dar fuerza y proveer de
autoridad a sus afirmaciones. Más adelante en la descripción, Clarkson hace especial énfasis en
las irregularidades legales que el sistema de esclavitud implica: la desprotección jurídica de los
esclavos, la arbitrariedad absoluta por parte de los dueños y los abusos de poder derivados de
ella:
En tercer lugar, parece que se los somete al látigo no sólo mientras están
trabajando. Se los somete al látigo, el cepo, la cadena y otras formas de castigo
todo el tiempo, en cualquier momento que sus dueños o capataces lo crean
apropiado. Su palabra es ley. Pueden convertir cualquier circunstancia, por más
trivial que sea, en un crimen; y recordemos que si alguna de estas pobres personas
levanta su mano en contra de cualquiera de estos opresores, el castigo es la muerte.
En cuarto lugar, parece que en contra de estos y otros abusos tienen poca o ninguna
compensación. Su testimonio es rara vez tomado en contra de los blancos y nunca
en contra de sus dueños.
En quinto lugar, parece que sus matrimonios no están protegidos por ley. Cualquier
dueño o capataz puede tomar la esposa o hija de cualquier esclavo con el propósito
del libertinaje y estas prácticas son muy comunes en las plantaciones. [pár. 4-6]
Una vez finalizada esta enumeración, Clarkson presenta una conclusión que es a su
parecer evidente:
La esclavitud en las Indias Occidentales es una situación a la que ningún ser
humano debe estar sometido, y mucho menos por personas que se consideran
inglesas o cristianas. [pár. 9]
Notamos en esta argumentación que se apela a cuestiones de identidad a fin de lograr la
identificación y/o el consenso de la audiencia. Las injusticias o atropellos previamente
mencionados no son presentados sólo como acciones esencialmente anti-humanitarias, sino, y
especialmente, como acciones que van en contra de la identidad nacional y religiosa de un
determinado grupo. Clarkson está presentando esta situación de explotación como injusta,
apelando a un concepto de humanidad, pero también está afirmando que este sistema es
contrario a los valores y a la esencia del ser nacional y el espíritu religioso de sus interlocutores.
Clarkson prosigue haciendo referencia a la historia del movimiento anti-esclavista, a los
logros y a las medidas tomadas por el gobierno inglés a fin de atender a los pedidos presentados
ante el parlamento y propone, finalmente, algunas soluciones posibles, entre las cuales favorece
especialmente la aplicación de sanciones económicas a las colonias del azúcar:
Otros propondrían presentar una petición al Parlamento para eliminar los
impuestos adicionales al azúcar de la India Oriental, es decir, el fuerte impuesto
gravado sobre ese azúcar en comparación con la del Oeste. Ciertamente, resulta
difícil comprender que se determine un impuesto al trabajo libre en algunas de
nuestras colonias más valiosas para mantener la esclavitud en otras. Resulta difícil
comprender que se le dé preferencia al azúcar producido con las lágrimas y la
sangre de nuestros hermanos. Eliminen este impuesto adicional y los productores
de la Indias Occidentales no podrán competir en el mercado con los azúcares del
Este a menos que adopten un sistema de agricultura que se aproxime al trabajo
libre. Otros propondrían terminar con los reintegros a las primas en la exportación
de azúcar. No hay duda de que ninguna otra nación exceptuando Inglaterra provee
dichos incentivos a sus colonos azucareros. Eliminen estas primas y debiliten los
tendones de la esclavitud; fuercen a los productores a ser humanitarios; de lo
contrario, caerán en la ruina. [pár. 14]
Dichas medidas, aún cuando se presentan como instrumentales a la causa de la abolición, se
relacionan también con, y podría decirse que son ecos de las ideas liberales que se desarrollaron
en esa época, y de las cuales Adam Smith constituye el más emblemático representante. En este
sentido, Davis (19) afirma que la propuesta económica de Smith comparte con el movimiento
anti-esclavista las necesidades y los valores de un nuevo orden capitalista, basado en la idea de
que el interés individual es una característica natural de todo ser humano.
El discurso finaliza alabando el ethos democrático de la nación y haciendo alusiones
religiosas; tanto la constitución británica como la luz de la religión cristiana son los
“privilegios” de los que gozan los ingleses; los cuales deben compartir y transmitir:
Estemos agradecidos, Señores, de que la constitución de nuestro País nos da el
privilegio de hacer esto; y esperemos que, haciéndolo, podamos ser instrumentos
no sólo para rescatar 800.000 hermanos de un desdichado cautiverio sino también
para acercarlos gradualmente a los privilegios de la constitución británica y la luz
de la religión cristiana. [pár. 15]
Es muy interesante en este fragmento el uso del término “instrumentos” para definir a aquellos
que luchan y están comprometidos con la causa anti-esclavista. Las asociaciones que evoca este
término son eminentemente religiosas y concuerdan con las explicaciones que el mismo
Clarkson presenta en su libro The History of the Rise, Progress and Accomplishment of the
Abolition of the African Slave Trade by the British Parliament, publicado en 1808. Según
Clarkson, el movimiento abolicionista se desarrolló, creció y fue exitoso debido a fuerzas más
trascendentales que la mera preocupación moral y humanitaria de muchos ingleses de la época.
La abolición del mercado de esclavos, dice Clarkson,
… no surgió de personas que elevaron un grito por la libertad, cuando ellos mismos
eran opresores, ni de personas guiadas por la ambición o el amor a la reputación
entre los hombres, sino que surgió de donde era más deseable, es decir, de los
maestros del cristianismo de esos tiempos. [vol I, p. 262]
Se construye así una idea de “justicia divina”, relacionada con el ser nacional, pero
también, y principalmente con la mística cristiana. Según Seymour Drescher, es esta
preocupación religiosa la que se encuentra en la base del movimiento abolicionista y que
contribuye al desarrollo de una ideología emancipacionista: “era [el movimiento antiesclavista-] el ejemplo por excelencia de una interpretación whig de la historia: una narrativa
política progresista entrelazada más directamente con desarrollos religiosos que económicos o
sociales” (1).
Conclusiones
Según Rorty, no es importante lograr un acuerdo racional y/o universal sobre lo que es la
justicia, ya que se trataría de una visión particular de la misma basada en el sentimiento
(“Response” 52). El análisis preliminar de los documentos presentados nos permite visualizar
esta particularización en las nociones de justicia, ya que encontramos al menos tres
concepciones diferentes unidas a la noción de justicia. Dichas concepciones reflejan, a su vez,
distintos tipos de lealtades.
Por un lado, encontramos la noción de justicia ligada a los desarrollos económicos de la
época y la necesidad de establecer una política de libre mercado que permitiera el
fortalecimiento de la política imperial al mismo tiempo. Es así que, en su discurso, Clarkson
ataca los privilegios económicos de las colonias del Caribe Anglófono, los cuales se conciben
como injustos en el nuevo orden económico del imperio. Retomando las ideas de Rorty,
parecería que el sistema de esclavitud que hasta el momento se encontraba legitimado y
aceptado entra en conflicto con este nuevo proyecto económico y se presentan, por lo tanto,
formas alternativas de construir discursivamente la situación de las colonias.
Por otro lado, se observan en los dos documentos analizados referencias a lo que podría
denominarse como justicia divina, es decir, un concepto de justicia directamente relacionado
con el fervor religioso de la época, el cual visualizaba la abolición de la esclavitud como el
cumplimiento de una misión o mandato divino. Esta noción de justicia presenta a los hacedores
del movimiento como meros instrumentos de un plan salvador.
Finalmente, una visión de justicia particular que se vislumbra en estos documentos tiene
que ver con la construcción discursiva de la nación, a través de la cual la justicia es presentada
como una característica inherente a la identidad nacional. Nuevamente, se presenta como
conflictiva la auto-identificación simultánea con la nación y la política imperial que acepta la
esclavitud. También se vislumbra en este punto la necesidad de alimentar el orgullo nacional a
través de la permanente identificación de la identidad inglesa con la búsqueda de la justicia.
A modo de conclusión, se podría decir que el concepto de justicia aparece como una
noción fundamental para el logro de los objetivos del movimiento abolicionista. Ahora bien, no
se trata de una visión única o uniforme; la idea de justicia parece nutrirse de varios de los
discursos que circulaban en ese momento histórico, los cuales nos permiten entender este
proceso en su complejidad y explorar algunas de sus numerosas facetas. Aquí nos es útil citar al
historiador Christopher Leslie Brown cuando se refiere al movimiento abolicionista: “la
decisión de actuar implicó más que el pensar en la esclavitud como algo horroroso […] el mal
moral tenía que ser urgente a fin de enfrentar instituciones establecidas” (3). Esta urgencia
parece haber estado determinada no sólo por intereses humanitarios. Los desarrollos
económicos y las cuestiones religiosas y morales penetran el discurso abolicionista y lo
caracterizan en gran medida. Ambas preocupaciones se encuentran, a su vez, en la base del
proceso de construcción de la identidad nacional, en la cual se combinan todos estos aspectos y
a través de la cual se logran establecer nociones de justicia e injusticia determinadas.
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