A todo el Pueblo de Dios, vinculado al pueblo de Villahermosa y que venera a San Agustín de Hipona como Santo patrón, paz y bien en Cristo Jesús. Nos disponemos a celebrar la feria de Villahermosa en torno a nuestro Santo patrón, Agustín de Hipona, cuya memoria celebra la Iglesia el 28 de agosto. Nacido el 354 en Tagaste, actual Souk Ahras de Argelia y muere en el 430, siendo obispo de Hipona, la actual Annaba, ciudad al noroeste también de Argelia. Agustín fue hijo de otra santa mujer Santa Mónica, a quien la Iglesia recuerda el día anterior a su hijo. Como patrón, Agustín es molde y modelo a seguir para los cristianos de Villahermosa. Los santos son intercesores nuestros ante Dios y también ejemplos de vida cristiana que la Iglesia propone oficialmente subiéndolos a los altares. No le fue fácil al santo norteafricano vivir la perfección cristiana y hallar el camino recto en el transcurso de su vida. Los santos son cauces de Gracia divina que bañan la historia humana. Los santos están inspirados por el Espíritu Santo para poner luz donde hay oscuridad, amor donde hay odio, paz donde hay guerra, unidad donde hay división. Ellos acogieron los talentos de Dios para ponerlos al servicio de la Iglesia y del mundo. La santidad de Agustín sigue estando de actualidad, los errores teológicos que defendió y sus diversos pecados también se repiten hoy. Mucho más se tendría que repetir entre nosotros su proceso de conversión a la Verdad de Cristo y al Cristo de Verdad que le hizo ser el más santo de los sabios y el más sabio de los santos. Varios errores teológicos circulaban por la época de San Agustín. ¡¡Atención!!, las herejías se han fraguado dentro de los mismos cristianos. Muchas veces, con buena voluntad, pero siempre fraccionando la verdad completa de la fe cristiana, olivando, ocultado o tergiversando una parte. Agustín en sus comienzos se dejó seducir por el Maniqueísmo, incluso fue uno de sus mayores predicadores. Según ellos, Dios es el creador de todo lo bueno y Satanás el creador de todo lo malo y los dos tiene el mismo poder. Los Maniqueos creen que el espíritu del hombre es de Dios pero el cuerpo del hombre es del demonio. En el hombre, el espíritu o luz se encuentra cautivo por causa de la materia corporal. En la práctica, el maniqueísmo niega la responsabilidad humana en los males cometidos porque cree que no son producto de la libre voluntad sino del dominio de Satanás sobre nuestra vida. Hoy, quizás ni se eche la culpa al diablo, lo peor es que se dice no tener pecados. Los pecados siempre son de los otros…¿No será que el hombre no ve sus manchas por que no se pone a la luz de Dios? La Conversión de Agustín no fue por arte de magia. Fueron varios los factores que concurrieron. Primero, su santa madre, Mónica; no podía perderse el hijo de tantas lágrimas y oraciones. Segundo, el Obispo de Milán, San Ambrosio, su consejero espiritual y quien lo bautizó a los 33 años. Tercero, la lectura de la vida de San Antonio Abad. Pero sobre todo, es la sed de Verdad plena y Amor total que tenía Agustín lo que le hizo buscar en las profundidades de la Iglesia, descubriendo en la Biblia y el Magisterio doctrinal los auténticos cauces para encontrar el tesoro buscado, la verdad del amor y el amor de verdad, manifestado en Jesucristo. Es así como superó la embriaguez de su gran talento intelectual y retórico, lleno de soberbia y falto de humildad para reconocer sus errores y pecados, como escribiría después en sus confesiones. Desde su conversión, San Agustín cambia la inspiración de su pensamiento y la meta de su vida. Sin perder nada de su talento lo pone todo al servicio del Tesoro encontrado. Es doctor de la Iglesia, gran maestro, teólogo y pastor de almas. Murió siendo el obispo de Hipona durante 34 años. En fin, amigos, además de desearos una feliz feria en compañía de los vuestros, os animo también a conocer más a nuestro Santo Patrón leyendo su vida y especialmente el libro de sus confesiones, es el mejor homenaje que le podemos hacer, imitarle en la santidad. “Deseando te buscaré, buscándote de hallaré, hallándote te conoceré, conociéndote te amaré y amando te seguiré” Juan Carlos Gómez-Rico Martín-Gil, párroco