La Batalla del Cerro del Pingarrón

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TERCER PREMIO
CONCURSO DE INVESTIGACIÓN
SOBRE CHINCHÓN Y SU ENTORNO
AÑO 2009
LA BATALLA DEL CERRO PINGARRÓN
TOMÁS ÁVILA SÁEZ
TOMÁS ÁVILA SÁEZ
Tomás Ávila nació en Chinchón en 1929. Trabajó en el campo y con
veinticinco años se trasladó a Madrid donde aprendió el oficio de
conductor. Ha sido transportista durante muchos años y actualmente
disfruta de su jubilación. Le gusta la fotografía antigua y la historia
de Chinchón y a ello dedica todo el tiempo posible.
3ER PREMIO, TOMÁS ÁVILA SÁEZ: LA BATALLA DEL CERRO PINGARRÓN (FEB.1937)
INDICE
1. Unas breves palabras a modo de introducción.
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2. La Guerra Civil y la defensa de Madrid.
4
3. La Batalla del Jarama.
6
4. El cerro Pingarrón.
7
5. Conclusión.
23
6. Bibliografía
27
ANEXO
28
Artículo “Heroica Defensa del Pingarrón”
transcrito de la revista Actualidad Española, Colección Guerra de
España, nº 31 (1977), Sección Testimonios de los protagonistas.
3
3ER PREMIO, TOMÁS ÁVILA SÁEZ: LA BATALLA DEL CERRO PINGARRÓN (FEB.1937)
1. Unas breves palabras a modo de introducción
En este pequeño texto pretendo plasmar algunas vivencias, recuerdos y
lecturas sobre la Batalla del Jarama. Desde niño me sentí atraído por todo
esto, pues en la infancia, las cosas que suceden a nuestro alrededor nos
dejan una profunda huella. Nací en Chinchón y estos acontecimientos
tuvieron lugar muy cerca de aquí, cuando aún yo era demasiado joven para
comprenderlos. Después he tratado de informarme para tratar de
entenderlos, pero la guerra, cualquier guerra, es difícil de comprender. No
soy historiador, y pido disculpas si mi relato tiene errores o no es adecuado.
He tratado de escribir lo que me parece interesante que se conozca; aunque
ya sé que sobre la Guerra Civil, y sobre la Batalla del Jarama está todo, o
casi todo, escrito. Quizá este texto pueda aportar pequeños detalles o quizá
simplemente sirva para resaltar lo ocurrido muy cerca de Chinchón. He
copiado algunos fragmentos de otros libros y trato de decir cuáles son, me
he documentado hasta donde he podido; pero he plasmado aquí también
muchas cosas de las que ya no conozco claramente la procedencia; mis
disculpas si mi método no es el más apropiado.
2. La Guerra Civil y la defensa de Madrid
La Guerra Civil ha constituido una de las cuestiones más controvertidas
para los españoles del siglo XX. El caso español no fue el único de
destrucción de la democracia en la Europa de su tiempo. Además, la Guerra
Civil se internacionalizó. En los años treinta, toda la intelectualidad liberal
o de izquierdas del planeta se sintió obligada a tomar partido por la
República. La Guerra Civil fue la última causa en la que se combatía por
unos ideales, la última guerra romántica.
El 18 de julio de 1936 comenzó la sublevación militar que a lo largo del
mes de agosto se convirtió en Guerra Civil. Fueron momentos duros para el
gobierno de la República. Uno de los problemas principales era salvar
Madrid, capital y centro del poder para las tropas de Franco. La Iglesia aún
no había dado señales de su adhesión a los sublevados, pero la oleada de
quema de iglesias y persecuciones en la zona republicana, hizo que tomara
partido explícitamente.
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3ER PREMIO, TOMÁS ÁVILA SÁEZ: LA BATALLA DEL CERRO PINGARRÓN (FEB.1937)
Para completar el panorama de la situación hay que precisar que cuando
empezó la Batalla de Madrid, los rebeldes disponían del apoyo de Italia y
Alemania desde el primer momento. Todo el mundo daba por perdida la
capital. El mismo día que el propio gobierno la abandonaba para instalarse
en Valencia, las tropas de Franco entraban en los aledaños de la capital.
Pero veinte días después la ciudad no había caído. Tras fracasar el
intento de envolverla por el Norte, se intentó lo propio por el Sur, Sureste y
Noreste, para lo que se lanzaron dos ataques combinados para embolsarla,
que cortaran las comunicaciones con Valencia y Barcelona por los valles
corredores del Jarama y de Henares. El primero consistiría en alcanzar el
Puente de Arganda y progresar desde allí hasta Alcalá de Henares, dando
origen a la Batalla del Jarama; y el segundo incidiría por el Noreste sobre
Guadalajara, hecho conocido como la Batalla de Guadalajara.
A la defensa de Madrid contribuyeron de forma decisiva las Brigadas
Internacionales, formadas por voluntarios de distintas nacionalidades
reclutados por la Internacional Comunista. Estaban compuestas, según las
últimas investigaciones, por sesenta mil voluntarios, que aunaban clases
sociales e ideológicas antifascistas, aunque la mayoría eran comunistas o
simpatizaban con ellos. El responsable político fue el diputado francés
André Martí, con la colaboración de revolucionarios profesionales como
Giuseppe de Vittorio Nicoletti o Luigi Longo “Gallo”. Las Brigadas
participaron en defensa de la causa republicana en algunas de las más duras
batallas desde su estreno en 1937; en la del Jarama hasta su marcha a fines
de 1938, dejando tras de si el mito de los luchadores por la Universalidad
democrática frente al fascismo y nacional socialismo emergente en Europa.
Republicanos en el Puente de Arganda. Foto Grandes Batallas.es
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3ER PREMIO, TOMÁS ÁVILA SÁEZ: LA BATALLA DEL CERRO PINGARRÓN (FEB.1937)
3. La batalla del Jarama
La Batalla del Jarama propiamente dicha tuvo dos fases. En la primera,
del 4 al 11 de febrero de 1937, las tropas de Franco tomaron sin muchas
dificultades Ciempozuelos, La Marañosa, Gózquez de Arriba y San Martín
de la Vega, dominando las alturas, entre los valles del Jarama y el del
Manzanares.
La segunda fase de la Batalla del Jarama consistía en atravesar el
Jarama, hinchado por las abundantes lluvias del mes de enero, por los dos
únicos puentes disponibles: el de Pindoque, frente a Rivas, y el de San
Martín de la Vega. La madrugada del 11 de febrero los saharauis del I Tabor
de Tiradores de Ifni y una sección de zapadores sorprenden a la guarnición
del Pindoque: 86 franceses y belgas del batallón comunista André Martí
mueren degollados o bajo las bombas de mano. El puente, prácticamente
intacto, es atravesado por la Caballería del teniente coronel Cebollino que
avanza en medio del terreno embarrado como en una estampa medieval,
sable en mano, para asegurar la cabeza del puente; y aunque parezca
increíble, hace retirarse a los carros de combate del general Pavlov. Cierto
que al otro lado del río había algunas piezas antitanques, pero el asunto no
tiene buena explicación militar.
Más al sur, los rebeldes cruzan el puente de San Martín, en dirección a
Morata de Tajuña, donde ocupan las alturas del Pingarrón. Habían fallado
las cargas de demolición del puente. Pero si la audacia de los primeros
avances parece dar sus frutos el asunto iba a torcerse pronto. En la cabeza
del puente del Pindoque, las fuerzas de Barrón certifican el frente ocupado.
En dirección Este la casa del guarda con el apoyo del 2º Regimiento de
Caballería, la 1ª Bandera del Tercio y la 1ª Compañía de Carros, que ya ha
conseguido pasar el río. Un escuadrón a las órdenes del capitán Vivas
aprovecha el éxito y continúa avanzando hasta alcanzar la carretera de
Chinchón. Los Nacionales han subido a lo más alto del Vértice Pajares
venciendo la defensa de la 12 Internacional y lo han sobrepasado cortando
la carretera de Chinchón en la Caseta del Guarda, y ahora despejan la zona
conquistada limpiando las escasas posiciones republicanas que aún se
mantienen para acabar dominando todo el amplio valle desde el Vértice
Pajares hasta Casas de Pajares.
Debió ser entonces cuando ocurriera el trágico episodio que oscureció la
gloria de los infantes nacionales que avanzaban tras la caballería. Según la
versión republicana, siempre negada por los nacionales, en una vaguada
situada tras las primeras líneas, que había defendido la Primera Compañía
de André Martí, se encontraban agrupadas numerosas camillas, en espera
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3ER PREMIO, TOMÁS ÁVILA SÁEZ: LA BATALLA DEL CERRO PINGARRÓN (FEB.1937)
de que los heridos fueran trasladados a Arganda. Hasta allí llegaron los
marroquíes, según contó Werner Heilbrunn, médico de la 12ª Brigada, que
observó la escena desde la carretera de Chinchón. Parece ser que se
dedicaron a terminar con heridos y médicos.
4. El cerro Pingarrón
El día 10 de enero de 1937, justo en plena Guerra Civil, llegan a Chinchón
las Brigadas Internacionales, procedentes del centro conocido como Camp
Luckacs, a dieciséis kilómetros de Albacete.
La plaza de Chinchón se llena de camiones y la calle de Los Huertos está
llena de militares de todos estos países. Lo primero que hacen los militares
es descargar materiales en la Plaza Mayor y montar las cocinas en los
soportales para resguardarse de la lluvia. Han dejado los tanques en el
llamado Olivar del Sastre, enfrente de la Huerta de Abajo. Hay un tanque o
un carro de combate bajo cada oliva, para no ser vistos por la aviación
enemiga. La comandancia y las oficinas se montan en la casa de Larroca en
la Calle de la Cueva.
Las Brigadas Internacionales en la Plaza Mayor. Foto Archivo de Tomás Ávila
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3ER PREMIO, TOMÁS ÁVILA SÁEZ: LA BATALLA DEL CERRO PINGARRÓN (FEB.1937)
Se ocuparon todos los edificios que estaban vacíos como salas de fiesta e
iglesias. Los militares se repartieron en las casas de los vecinos según sus
posibilidades. Chinchón era un hervidero de gentes de todos los países y
apenas sí se podía andar por las calles. Iban por las casas y compraban
pollos y huevos, lo pagaban bien; puede decirse que su comportamiento fue
correcto; respetaron lo que quedó de las iglesias después del treinta y seis;
daban rancho a algunos vecinos que bajaban a por ello. A los muchachos
nos tiraban monedas y caramelos, pero lo que más nos extrañaba era que
por las mañanas, con los hielos y las escarchas, a eso de las ocho o las
nueve, bajaban a la plaza en pantalón corto, y en el pilón de la Fuente
Arriba se echaban cubos de agua unos a otros e incluso algunos se metían
en el pilón mientras los que estábamos allí tiritábamos de frío sólo con
verles. El general que mandaba esta brigada se paseaba por Chinchón y los
alrededores con un caballo blanco mientras masticaba tabaco, no tendría
más de cincuenta años y chapurreaba algunas palabras de castellano; los
muchachos le mirábamos mientras nos decía que en poco tiempo íbamos a
ver correr a los fascistas delante de sus hombres.
Sede del Servicio de Propaganda del PCE, calle Grande, Chinchón. Foto PCE
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3ER PREMIO, TOMÁS ÁVILA SÁEZ: LA BATALLA DEL CERRO PINGARRÓN (FEB.1937)
Contamos con el testimonio de Luigi Longo, comisario político de las
Brigadas Internacionales, donde tomó el pseudónimo de “Gallo”; en su libro
“Las Brigadas internacionales en España” (México 1966), tiene un
capítulo titulado: “una brigada que nace durante un viaje, noviembre de
1936”. En él se relata la situación que se vivía en Chinchón en ese momento.
“De Albacete a Villacañas en tren y desde Villacañas se parte hacia
Chinchón en camiones. Al fin sale el primer batallón, el Garibaldi, con sus
hombres amontonados sobre decenas de camiones. Se dan muchos rodeos
para evitar la aviación enemiga. El frente no está lejos, pero los caminos
polvorientos y malos hacen lenta la marcha. Casi no hemos dormido
durante la noche y casi no comemos durante el día (...) A las 7 de la tarde,
el Batallón Garibaldi llega al campamento señalado para él ; a las 10 el
batallón franco-belga, y a medianoche el batallón mixto germano-eslavo
(...). Parecemos adivinos: esa misma noche debemos ir a combate. A las 4
de la madrugada toda la brigada ha de salir con camiones, alcanzar las
primeras líneas e iniciar la operación al alba. (...) Pero, ¿dónde están los
camiones necesarios para transportarla?, ¿dónde están los chóferes? (...)
Es necesarios buscarlos casa por casa (...) Después debemos ir a buscar
por las calles oscuras y tortuosas del pueblo a las compañías y a los
batallones que se han alojado donde han podido.
La plaza central de Chinchón, aparece hormigueante de voluntarios.
Desgraciadamente, las horas pasan rápidas en el reloj del campanario.
Cada cuarto de hora, el tañido lento y regular de la campana nos hiere
como una puñalada cruel. Dan las tres, las tres y media, las cuatro. Es
inútil enrabietarse, gritar, increpar a los retrasados. Algunos pelotones o
compañías, alojados lejos no han recibido ni siquiera el aviso de la salida.
El camarada Francesco Leone, capitán del Batallón Garibaldi, viene a
advertirnos que los italianos no disponen más que de la mitad de camiones
necesarios para su transporte (...).
Por fortuna se recibe una contraorden. La operación se aplaza para el
día siguiente (...)Los voluntarios tienen frío; no hay paja donde tenderse
ni suficientes mantas con que cubrirse. Hacemos lo necesario para que
todos puedan comer algo caliente durante el día. Pasamos lista de
soldados, oficiales y comandantes. Procuramos tomar las medidas
necesarias para asegurar, a la noche siguiente, el transporte. (...)
En Chinchón estamos como perdidos: no conocemos a nadie y es el
primer contacto que tomamos con la máquina militar española. Manda el
sector el general Casado. Este no se ocupa de explicarnos ni el sentido, ni
los pormenores de la operación para la que se nos ha llamado. Pedimos un
mapa topográfico del terreno en que hemos de desenvolvernos. Se nos
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3ER PREMIO, TOMÁS ÁVILA SÁEZ: LA BATALLA DEL CERRO PINGARRÓN (FEB.1937)
muestra uno que pende de la pared, y que, naturalmente, no podemos
llevarnos. A duras penas lo calcamos y no nos queda muy claro ni
particularizado. No nos inspira ninguna simpatía este general, que nos
parece escéptico, indolente e indiferente a la operación que vamos a
iniciar y que él debe dirigir. Me dicen que es republicano tan sólo porque
en el momento de la rebelión se encontraba en territorio republicano y no
pudo unirse a Franco. Busca el apoyo de los anarquistas, a los que utiliza
contra los comunistas. No tiene ninguna simpatía por nosotros, los de las
Brigadas Internacionales, sino una hostilidad mal encubierta.
De ahí que, por esta parte no haya nada bueno que esperar.
Procuramos arreglarnos por nuestra cuenta lo mejor posible. No
conseguimos enlazar con el camarada Gallo (...) que manda las Brigadas
españolas con las que operaremos, y que dirigirá también la nuestra.
Acudimos al Comité del Frente Popular de Chinchón para solicitar la
ayuda necesaria. Rogamos, protestamos y obtenemos todo lo que es
humanamente posible. Mientras tanto, completamos la formación del
Estado Mayor de nuestra brigada, atraemos nuevos oficiales a los puestos
de mando; designamos responsables de los diversos servicios de la
brigada. Un jovencito que declara saber escribir a máquina y hacer
cuentas, es nombrado secretario. Buscamos alguna máquina de escribir y
algún traductor que nos permita desenvolvernos en la Torre de Babel de
las lenguas de la brigada. Téngase presente que el general Luckacs, y el
jefe del Estado Mayor, Bielov, hablan sólo sus lenguas maternas, además
del ruso y un poco de alemán, mientras que la gran mayoría de los
integrantes de la brigada hablan el italiano o el francés. Mal o bien hemos
construido un embrión de Estado Mayor, un germen de servicio de
intendencia y otro de sanidad. Se ha hecho ya lo más urgente e
indispensable para poder entrar en batalla. Estamos algo más cansados
pero menos desorganizados que el día anterior.
Por entonces nos llega la noticia de que el hospital ha sido saqueado por
unos militares de la República. Este hospital se montó expresamente para
las Brigadas Internacionales equipándose con todo el material sanitario
necesario. Se ubicó en la Vega, en el molino llamado “De Alfredo”, de modo
que muchos de los heridos hubieron de ser trasladados a los hospitales de
Colmenar de Oreja y Chinchón.
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3ER PREMIO, TOMÁS ÁVILA SÁEZ: LA BATALLA DEL CERRO PINGARRÓN (FEB.1937)
La Plaza Mayor con propaganda republicana. Foto PCE
En la zona de Franco, en la madrugada del 10 de febrero de 1937, el
Coronel Asensio Cabanillas tiene a su mando la defensa del vértice del
Pingarrón, posición clave de los Nacionales en la Batalla del Jarama.
El Alto del Pingarrón es el único punto del Frente del Jarama por el que
los Nacionales son capaces de cruzar el río en su propósito de alcanzar la
carretera de Valencia y cortar las comunicaciones del Madrid republicano
con Levante. Tras alternarse unos y otros el dominio de la posición, los
Nacionales se hacen definitivamente fuertes en el Pingarrón el 16 de
febrero. Sus adversarios no se resignan y preparan una dura ofensiva para
la mañana del sábado 20. Gómez Zamalloa ya es responsable de la defensa
del cerro y, tal y como prometió a Asensio, lo defiende con uñas y dientes.
En el momento de sumarse al alzamiento, Gómez Zamalloa era un capitán
en Marruecos. Ha cruzado el estrecho al frente de sus regulares y ha
participado en numerosas operaciones en el Frente de Andalucía y en el
avance nacional a Madrid.
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3ER PREMIO, TOMÁS ÁVILA SÁEZ: LA BATALLA DEL CERRO PINGARRÓN (FEB.1937)
El historiador Severiano Montero Barrado explica que frente a la Brigada
de Asensio se encontraba la 15ª Internacional, en la que se incluía el
Batallón Británico mandado por el capitán Tom Wintringham, el cual
alberga a muchos veteranos: el Batallón 6 de Febrero, de origen francobelga, y el batallón Dimitrov, de origen balcánico. El día 20 de febrero la 15ª
Brigada internacional se ha trasladado desde Chinchón, siendo su punto de
partida la unión de las carreteras de Madrid, Chinchón y San Martín de la
Vega.
Mientras los soldados saltan de trinchera en trinchera, o guardan en su
posición los movimientos enemigos, la Consejería de Servicios del Frente
Republicano pone especial celo en llevar la correspondencia postal a cada
uno de los participantes, procurando que no se pierdan las esperadas cartas
con noticias de la madre, de la novia o de los hermanos. Son en total más de
treinta mil cartas diarias las que se llevan al frente por estas fechas y
algunas menos las contestaciones de vuelta.
Foto Grandes Batallas.es
En un día como aquel, un voluntario del Batallón Lincoln envía una carta
a sus amigos horas antes de entrar en combate, dice así:
“Os escribo desde las trincheras del Frente de España. Quiero contaros
la historia del Batallón Abraham Lincoln. Quiero contarlo con mis propias
palabras y contar cosas que he visto. Espero que lo que diga os llegue y
que los cañones fascistas no me alcancen antes de terminar lo que tengo
que deciros (...)
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3ER PREMIO, TOMÁS ÁVILA SÁEZ: LA BATALLA DEL CERRO PINGARRÓN (FEB.1937)
Guerra entre ramos de olivos, clásico símbolo de la paz. Quizá fuera la
última carta que escribiera, en un día crudo y glacial, este voluntario
norteamericano antes de que su batallón fuera casi enteramente barrido
entre los olivares cercanos al Pingarrón, en un combate de máxima locura.
Y es que el drama se percibía. Será el día 23 uno de los días de combates
más sangrientos para ambos bandos, producido por el intento desesperado
de dominar este vértice del Pingarrón que no llega a los 700 metros de
altura.
El plan republicano pretende, mediante una ofensiva muy decidida,
estrangular una bolsa que el ejército de Franco ha dejado hacia la carretera
de Valencia. La toma del Pingarrón colocaría a la fuerza gubernamental en
situación de seguir hacia delante con probabilidad de éxito. Una vez que la
bolsa quedase estrangulada se procuraría rechazar a las tropas nacionales
derrotadas sobre la carretera de Andalucía, ocupando la base de Getafe,
Pinto y Valdemoro.
Situación actual de algunas trincheras en torno al cerro Pingarrón.
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3ER PREMIO, TOMÁS ÁVILA SÁEZ: LA BATALLA DEL CERRO PINGARRÓN (FEB.1937)
Mapa de la situación de la Batalla del Jarama con indicación de las
Divisiones y Brigadas participantes. Fuente: La primera batalla
moderna se libra en el Jarama : (febrero 1937), editor, Juan Carlos
Laviana, Madrid, 2005
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3ER PREMIO, TOMÁS ÁVILA SÁEZ: LA BATALLA DEL CERRO PINGARRÓN (FEB.1937)
Las fuerzas de Lister las forman siete brigadas, ocho baterías y los carros
de Pavlov. Sobre el Pingarrón lanzan primero gran cantidad de fuego
artillero que revienta trincheras y desorganiza la defensa nacional, dejando
muchas compañías sin oficiales al mando. A lo largo de toda la mañana del
dia 23 la brigada del General Gal se lanza contra las trincheras franquistas
del comandante Zamalloa, perteneciente a la Brigada de Asensio quien le
había encargado personalmente la defensa del vértice. La cota cambia de
mano tres veces permaneciendo al final en las nacionales con un precio de
sangre muy alto. En una de estas escaramuzas fue herido el Comandante
Zamalloa con varios tiros en el cuerpo, negándose a ser trasladado al
hospital de Ciempozuelos. Según comentaban los soldados del frente
popular a los pocos hombres que le quedaban les había dicho que en caso
de rendirse todos serían fusilados, si recibían refuerzos vencerían pero en
caso contrario todos morirían sin remedio sintiéndolo mucho por ellos y
por sus familias.
Tanques republicanos en el frente del Jarama. Foto Grandes Batalles.es
Para las Brigadas Internacionales el Pingarrón era un punto estratégico
importante para impedir el avance hacia la capital, ya que desde él se
dominaba la Vega del Jarama y San Martín de la Vega. Por eso era
imprescindible dominar este punto, aún a costa de las miles de vidas que
significó entrar en combate a campo abierto y sin trincheras entre los
olivares de la Jara y de la Marañosa de Chinchón.
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3ER PREMIO, TOMÁS ÁVILA SÁEZ: LA BATALLA DEL CERRO PINGARRÓN (FEB.1937)
Las Brigadas internacionales fueron derrotadas en una carnicería
espantosa. Fue un choque brutal sin la menor gracia táctica. Los voluntarios
anglosajones del Batallón Lincoln se hicieron matar por unos jefes
incompetentes, en una serie de asaltos suicidas contra el Cerro del
Pingarrón. Fue una batalla decisiva y lamentable ya que en ella
desperdiciamos parte de nuestra juventud y de nuestra vejez. Así dice la
letra, adaptada a una vieja melodía irlandesa: “Hay un valle en España,
llamado Jarama, un lugar que conocemos muy bien, ya que en él
desperdiciamos nuestra juventud y la mayor parte de nuestra vejez
también...”
Mandos que desconocían el terreno no valoraron al enemigo y pensaron
que los Nacionales saldrían corriendo, como había dicho el general en
Chinchón. Una sección de ametralladoras instaladas en los alrededores del
cerro, la aviación y la artillería fueron la causa de cientos de muertos y
heridos en el primer asalto. El cerro fue conquistado tres veces y tres veces
se volvió a perder. Unos morían por defender y otros por conquistar. Entre
los olivares de la Jara cerca del Pingarrón se lucha a menos de diez metros y
en algún momento a bayoneta calada. Los aviones se ametrallaban unos
contra otros, ya que no pueden soltar las bombas dada la poca distancia a la
que se luchaba cuerpo a cuerpo.
Desde Chinchón, los vecinos veíamos con terror cómo ardían los montes
y las olivas cerca del Caserío de la Marañosa y de la Jara, y cómo los aviones
eran abatidos por los cañones antiaéreos a no más de quince kilómetros.
Era terrible ver aquellos combates; los proyectiles antiaéreos formaban un
globo de humo negro cuando explotaban en el aire, y los aviones pasaban a
través de estas nubes oscuras, siendo algunos alcanzados por otros
proyectiles. Incluso los Nacionales desde sus posiciones en el Jarama y en
el Pingarrón disparaban hacia la carretera de Chinchón que conducía a los
frentes; los proyectiles explotaban antes de llegar al pueblo, por las
Navazuelas y por la cuesta de los Molinos; sabían que por esa carretera se
trasladaba a los heridos y se suministraba todo el material de guerra.
Dados los acontecimientos en el frente del Jarama y el frente del
Pingarrón, en previsión de mantener una segunda línea de fuego, el ejército
de la República concentró algunas brigadas de refuerzo en la Cañada de la
Mora, a unos tres kilómetros de Chinchón, por si las tropas de los
Nacionales cruzaban la Vega para tomar Chinchón, que se encontraba en
zona republicana. Sin embargo no llegaron a Chinchón porque temieron
que la Vega estaba fortificada y probablemente les dio miedo cruzarla. Pero
en esos días la ciudad estaba desprotegida con poco más de cuatro militares
de la Brigada 23ª. Era la época de la recogida de aceituna y las mujeres más
jóvenes se iban de olivas, y en el pueblo nos quedábamos los críos y los
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3ER PREMIO, TOMÁS ÁVILA SÁEZ: LA BATALLA DEL CERRO PINGARRÓN (FEB.1937)
ancianos, que se quedaban al cuidado hasta la noche, en que regresaban
todos. Dormíamos en las cuevas y a la mañana siguiente salíamos a
preguntar si había pasado algo a algún vecino. Los niños no podíamos ir al
colegio ya que cuando sonaban las sirenas bajaban corriendo nuestras
madres para meternos en algún refugio, con el miedo de que las bombas no
tardarían en caer.
Varios vecinos murieron a causa de los bombardeos que llevaron a cabo
en Chinchón los aviones nacionales. Cuando bajábamos a dormir a las
cuevas no podíamos dejarnos ninguna luz encendida, ni lamparillas, ni
candiles para que los aviones no distinguieran el pueblo. Era terrible pensar
que a poco más de quince kilómetros se situaban tres frentes en los que
morían miles de personas: la Cuesta de la Reina, el frente del Jarama y el
Cerro del Pingarrón.
Los viejos olivos de la Jara entre San Martín de la Vega y Morata de
Tajuña, abrazan hoy entre sus troncos retorcidos los fantasmas de una de
las batallas más sangrientas de la Guerra Civil. Estos parajes han visto cómo
los combatientes de uno y otro bando escribían páginas de heroísmo, pero
sobre todo fueron testigos del espanto de la Guerra. Aunque en los relatos
generales de la contienda haya prevalecido el aspecto épico, la mirada a ras
de suelo, sobre la Guerra Civil, la de los soldados singulares descubre una
historia de carne y hueso que no sabe de ideologías o partidismos.
En las orillas del Jarama, incluso voluntarios de las Brigadas
Internacionales, tenidos siempre como paradigma del compromiso idealista
vieron quebrarse su espíritu ante el horror del combate. En el cerro
Pingarrón recibieron su bautismo de fuego miles de brigadistas, entre ellos
los británicos y los norteamericanos. Para la mayoría fue el primer
encontronazo brutal con el auténtico rostro de la guerra.
El brigadista británico Tony Hyndman había llegado a España lleno de
entusiasmo y confiado en su preparación militar, ya que había servido en el
ejército británico. Pero en la batalla del Pingarrón aquella preparación no le
sirvió de nada. El 12 de febrero su batallón fue lanzado en sucesivas oleadas
contra la que los ingleses llamaron “Colina del suicidio”, en la carretera de
San Martín a Morata. Hyndman sobrevivió a aquella carnicería pero su
ánimo se rompió en añicos, como escribió a Spender. Él mismo dice “al
cabo de una semana supe lo que significaba la guerra. Todavía veo la
sangre y las caras de los muertos, peor aún, la expresión en los ojos de los
moribundos. Ya no sentía una ira antifascista sino tan solo una piedad
abrumadora”. Unos días después, Spender fue a visitar a Hyndman en la
base de las Brigadas Internacionales en Albacete. Hyndman le suplicó que
le sacara de España, puesto que los mandos internacionales habían
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3ER PREMIO, TOMÁS ÁVILA SÁEZ: LA BATALLA DEL CERRO PINGARRÓN (FEB.1937)
prohibido que los voluntarios pudieran regresar a sus países. Spender
recordará como Hyndman le explicó que sus ideas habían cambiado por
completo. Había ido a España movido por un impulso, pero por encima de
todo había descubierto que odiaba la Guerra. Se había convertido en
pacifista. Spender dijo que no podía pedir su repatriación pero consiguió
del comisario de su batallón el compromiso de que no sería enviado al
frente. Sin embargo, a los pocos días, el comisario olvidó su promesa. Al
saber que iba a ser enviado de nuevo a primera línea Hyndman decidió
desertar junto a otro compañero, el también poeta John Lepper. Llegados a
Valencia Hyndman y Lepper fueron delatados a la policía y conducidos a la
base de Albacete donde se les condenó por desertores a dos meses de
reclusión. Hyndman fue finalmente liberado y repatriado a Gran Bretaña el
18 de junio de 1938, gracias a las gestiones de Spender. Pero no todos los
internacionales tuvieron la suerte de tener a su lado a un influyente poeta
comunista.
Situación actual un parapeto de ametralladoras. Foto Tomás Ávila
En el lado de los nacionales que llevaron a cabo la operación del
Pingarrón, al mando de una sección de ametralladoras, estuvo un teniente
muy ascendido por Franco: El Teniente General de Infantería, laureado de
San Fernando, don Mariano Gómez Zamalloa y Quiz. Fueron además
laureados todos los que intervinieron en estas batallas.
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3ER PREMIO, TOMÁS ÁVILA SÁEZ: LA BATALLA DEL CERRO PINGARRÓN (FEB.1937)
Existe hoy un monumento a la solidaridad de las Brigadas
Internacionales en la carretera que va de Chinchón a Madrid, en el primer
cruce a San Martín de la Vega, pasando el cementerio de la Internacional.
En este pequeño cementerio hay unas pequeñas escaleras de piedra que
terminan en un mojón donde hubo en su día un puño de mármol, que
desapareció nada más terminar la guerra. A los lados de estas escaleras,
según subimos, podemos ver unas hormas de piedra que marcan las fosas
comunes, con cientos de cadáveres. Otros muchos cuerpos quedaron
desperdigados por los montes del Butarrón, la Jara, la Marañosa y
Casasola.
Cuentan algunos vecinos de Chinchón y de Morata que estuvieron en
estas batallas, Tomás González Castillo, Vicente “Botas” Montero, “El
Yesero” y otros, que cerca del caserío de la Marañosa en un radio de
cuarenta fanegas de tierra se podían contar por miles los cadáveres que allí
yacían. Parece ser que los heridos que eran trasladados al hospital de
Chinchón y morían por el camino eran amontonados en una era que había
frente al hospital hasta su traslado al cementerio de Chinchón para ser
enterrados en fosas comunes.
Cuatro días después de terminada la Guerra se dio la orden de enterrar
todos los cadáveres que no habían sido enterrados y de recoger todo el
armamento que se había quedado por las trincheras y en los parapetos de lo
que fue el Frente del Pingarrón. Fueron enterrados en el Olivar del Cura y
en el Olivar de la Cueva de la Cebolla. Estos tristes trabajos fueron
realizados por algunos vecinos de Chinchón, entre ellos un familiar del que
esto escribe. Se hicieron grandes zanjas por las calles de estos olivares para
sepultar los cuerpos que aún estaban completos y otros hoyos más
pequeños para los cuerpos deshechos. Otros fueron sepultados en las fosas
comunes del Cementerio de la Internacional. Tomás “El Medio”, nacido en
Morata de Tajuña y vecino de Chinchón fue uno de los conductores que
evacuó a miles de heridos de los frentes del Pingarrón y del Jarama hacia
los hospitales antes mencionados. Él puede dar testimonio de la triste
masacre que tuvo lugar aquellos días. Setenta años después aún siguen
apareciendo restos de personas.
En el caserío de la Marañosa se colocó una lápida en memoria de los que
allí murieron. Todos los años se celebraba una misa a la cual eran invitados
oficiales del ejército para aprender tácticas de guerra.
Terminada la guerra, algunas personas se dedicaron al pillaje, llevándose
todo lo que podían de trincheras, chabolas e intendencias. Años después
cuando íbamos a por leña a estos montes, aún encontrábamos restos de los
combatientes entre las matas de carrascas. En el año 1943 fue denunciado a
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3ER PREMIO, TOMÁS ÁVILA SÁEZ: LA BATALLA DEL CERRO PINGARRÓN (FEB.1937)
la guardia civil un vecino de Morata de Tajuña que recogía huesos de restos
humanos para triturarlos y obtener así abono.
El día 13 de febrero de 1937, a las 11 de la mañana, por encima del pueblo
de Chinchón hubo un fuerte enfrentamiento entre la aviación republicana y
la nacional. Las sirenas instaladas en lo alto de la iglesia no dejaron de
sonar, mientras los cañones antiaéreos ubicados en las afueras del pueblo
disparaban sus proyectiles. Los aviones parecían que se iban a tragar las
casas con sus peligrosos vuelos rasantes. La incursión duró como una hora
pero de pronto se marcharon y todo quedó en silencio.
Aviones en el Frente del Jarama. Foto Grandes Batallas.es
En estos días fueron abatidos cuatro aviones. Uno de estos aparatos fue a
caer en el paraje que llamamos Valdehorno, en el Condado de Casasola. El
piloto pudo saltar en Paracaídas, yendo a caer cerca de la Fuente de
Periesteban. Venía por el camino de dicha fuente dando voces y silbaba
porque él desde su avión había visto que por allí había labradores que al
empezar el bombardeo se habían escondido en unas olivas que existen
encima de la Cuesta del Valle. Estos labradores eran el señor Jacinto Santos
y su hijo Jacinto, que al verle herido, acudieron a socorrerle. Le quitaron la
cazadora de cuero y descubrieron dos tiros en el brazo; sangraba
abundantemente así que taponaron la herida como pudieron y trataron de
subirle a una de las mulas, pero el animal no se dejaba. Por fortuna pasaba
por allí el señor Felipe Valdilecha que venía también huyendo del
bombardeo y se acercó para ofrecer su burro, más pequeño y tranquilo para
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3ER PREMIO, TOMÁS ÁVILA SÁEZ: LA BATALLA DEL CERRO PINGARRÓN (FEB.1937)
llevar al piloto herido. Al llegar a Chinchón el señor Felipe tuvo que explicar
el caso a los guardias que estaban en el control de entrada instalado junto al
convento de las Clarisas. Uno de los guardias, Nemesio Mínguez Pascual,
les acompañó hasta el hospital de sangre que estaba instalado en el Colegio
de los Hermanos Maristas y allí dejaron al piloto. Otro vecino de Chinchón,
al enterarse de dónde había caído el avión se acercó a verlo, todavía estaba
ardiendo; vio una cartuchera humeante y al darle una patada salió una
pistola; a unos metros vio unos prismáticos, los cogió y se los llevó a casa.
La pistola fue entregada al comité pero este vecino aún conserva los
prismáticos. Otro vecino cogió las ruedas y algunas piezas del fuselaje, y con
ello se hizo un carrito para las labores del campo, y cuando trillaba quitaba
los neumáticos y utilizaba las llantas para este menester, este vecino se
llamaba Florentino Gómez, “El Mudillo”. Terminada la guerra el pilotó de
este avión desapareció; pero años después regresó a Chinchón, se compró
una casa por el camino de la Fuente Pata. Le compró también una sepultura
a Pepe el Pairo y le pagó el entierro. Hoy sus cenizas descansan en el
cementerio de Chinchón y en su lápida existe una inscripción que dice:
DONALD D. K. JONSON
11 NOV. 1920 . 1978
Durante algunos años estuvo viniendo desde los EEUU a Chinchón una
hermana monja a visitar la sepultura de su hermano.
Años después de terminada la Guerra Civil en España, estando de
cacería en el monte de Casasola los vecinos de Chinchón, Siro
“Campanillos” y Florencio Heras, se les acercó un señor que venía con su
coche pidiendo indicaciones para llegar hasta el cerro Pingarrón. Le
acompañaron, dando una vuelta por la zona y se pararon en un pequeño
hoyo. Nada más llegar, este señor se puso de rodillas y empezó a
santiguarse y a rezar; cuando terminó les dijo que él había sido capellán de
una compañía que había sido eliminada con muchas bajas y heridos. Les
habló de sus recuerdos de aquellos días y de cómo en la retirada se había
quedado atrapado entre las alambradas sin poder salir. Sus palabras fueron
estas más o menos:
“Cuanto más me esforzaba por salir, más enredado me quedaba. Así
permanecí varias horas pidiendo auxilio, pero nadie acudía a socorrerme
y yo, entre los dos frentes, no veía más que muertos a mi alrededor,
desfallecido y sin fuerzas, no tenía esperanzas de salir con vida ya que la
noche se echaba encima. Supe después que un soldado de la República
había pedido permiso a su capitán para que le autorizara mi rescate, ya
que yo había estado todo el día pidiendo auxilio. Se lo concedieron y por la
noche, arrastrándose llegó hasta mí, me dijo que no hiciese ruido que iba a
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3ER PREMIO, TOMÁS ÁVILA SÁEZ: LA BATALLA DEL CERRO PINGARRÓN (FEB.1937)
cortar las alambradas que me tenían atrapado. Logró llevarme a la zona
republicana, no me limpiaron ni las heridas y me dejaron junto a unos
prisioneros, en este hoyo que entonces era mayor. Aquí pasamos la noche.
Al día siguiente no sabían qué hacer con nosotros, si dejarnos vivos o
matarnos, algunos decían que había que enterrarnos vivos, y el que hacía
de capitán decía que había que dejarnos sufrir. Sin embargo nos dejaron y
se fueron. Pero mi mayor sorpresa fue ver que este capitán era mi
hermano pues yo no sabía que él había llegado a ser capitán del ejército de
la República. Sin embargo no nos dimos a conocer para evitar que
pudieran fusilarnos. Sólo lo hicimos después de terminada la guerra. Fue
entonces cuando decidimos investigar para averiguar la identidad del
soldado que me había salvado la vida, y si estaba vivo o muerto.
Finalmente conseguimos averiguar que estaba vivo y que era vecino de
Chinchón y se llamaba Felix Gómez, de apodo Comino. Fuimos a su casa y
enseguida nos reconoció; nos dimos un abrazo y yo le dije que nunca
olvidaría que me hubiera salvado la vida. A mi hermano lo conocía más
que a mí, ya que había sido su capitán, pero nunca había sabido quién era
yo, ni que era capellán hasta aquel momento en que se lo dijimos. Le
preguntamos si quería algún puesto de trabajo de conserje en algún
ministerio.
Parece ser que Félix quiso seguir con sus ovejas, ya que su oficio era
pastor, pero dos de sus hijos sí entraron en un seminario. Fue conocido por
algunos miembros del gobierno y cuando iba a Madrid se pasaba por el
Congreso pues le dejaban entrar, y era bien recibido por los diputados. Se
ponía a tocar unas castañuelas que él mismo se fabricaba con trozos de
Uralita. Los diputados disfrutaban de sus chistes y sus castañuelas. Un
diputado dijo una vez refiriéndose a él: “Este caballero puede entrar aquí
siempre que lo desee, ya que aún siendo un soldado de la República,
arriesgó su vida, salvando la de quien es hoy el confesor del General
Franco.”
La batalla del Pingarrón le valió a Gómez Zamalloa la concesión, en junio
de 1940, de la Cruz Laureada de San Fernando y de la medalla militar
individual. Tras la guerra mandará el Batallón de Infantería del ejército, el
Regimiento de infantería número I, de Madrid y el de la Guardia de Franco.
Ascendió a General de Brigada en 1955, y en 1957 es nombrado gobernador
general de Ifni. Gómez Zamalloa es ascendido a General de división y a
Teniente general en 1963. Muere en Madrid en 1973.
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3ER PREMIO, TOMÁS ÁVILA SÁEZ: LA BATALLA DEL CERRO PINGARRÓN (FEB.1937)
5. Conclusión
Las Brigadas Internacionales llegaron con 35.000 hombres, voluntarios
de muchos países para defender la República. De ellos 10.000 dejaron su
vida en los campos de España. Años después de su experiencia en la Guerra
de España Tony Hyndman dejó escrito uno de los poemas más
desgarradores de la contienda, que evocaba la masacre entre los olivares del
Cerro de Pingarrón:
Jarama Front
Jarama Frontal
I tried not to see,
But heard his voice.
How brown the earth
And green the tress.
He intentado no ver
pero escucho su voz.
Qué oscura la tierra
y qué verdes los árboles.
One tree was his.
He could not move.
Wounded all over,
He lay there moaning.
Un árbol era suyo.
No podía moverse.
Herido en todo el cuerpo,
Se apoyó allí dejándose.
I hardly knew:
Yo apenas distinguía:
I tore his coat
It was easy Shrapnel had helped.
desgarré su abrigo
fue fácil una granada me ayudó.
But he was dying
And the blanket sagged.
"God bless you, comrades,
camaradas,
He will thank you".
That was all.
No slogan,
No clenched fist
Except in pain.
Pero él estaba muriendo
Y la mata combada.
“Dios os bendiga,
Él os dará las gracias”.
Eso fue todo.
Ninguna consigna,
ningún puño cerrado
excepto de dolor.
La Guerra Civil fue un episodio tremendo en vida de este país, que marcó
la vida de los que la sufrieron y está presente en la memoria colectiva de
todos los españoles de cualquiera de los bandos. En ella murieron nuestros
mejores hombres…y parte de nuestra juventud. Y sin embargo setenta años
no han sido suficientes para cerrar el odio de la guerra.
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3ER PREMIO, TOMÁS ÁVILA SÁEZ: LA BATALLA DEL CERRO PINGARRÓN (FEB.1937)
Cerca del Parador de Frascuelo existe este cementerio de la Internacional.
Valle de Chinchón. De este polvorín salió todo el material de Guerra.
Fotos Tomás Ávila
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3ER PREMIO, TOMÁS ÁVILA SÁEZ: LA BATALLA DEL CERRO PINGARRÓN (FEB.1937)
Carta de agradecimiento a la Venta de Frascuelo.
1996. Asociación Brigadas Internacionales
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3ER PREMIO, TOMÁS ÁVILA SÁEZ: LA BATALLA DEL CERRO PINGARRÓN (FEB.1937)
Venta de Frascuelo. Foto Tomás Ávila
Vista del Cerro del Pingarrón y su entorno. Foto Geolocation WS
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3ER PREMIO, TOMÁS ÁVILA SÁEZ: LA BATALLA DEL CERRO PINGARRÓN (FEB.1937)
6. Bibliografía
DIEZ, Luis, La batalla del Jarama, Madrid, 2005
GARCÍA RAMÍREZ, J.M., La Batalla del Jarama : febrero 1937,
Madrid, 2007.
La Batalla del Jarama [Vídeo (DVD)], guión y dirección , M. A. Nieto,
Barcelona, Track Media, 2008
La Batalla del Jarama. [Vídeo (DVD)], guión y dirección, L. F. Trocóniz
y Mariano Martín de Hijas. Rivas Vaciamadrid, Fuera de Foco, 2005
La primera batalla moderna se libra en el Jarama : (febrero 1937),
editor, Juan Carlos Laviana, Madrid, 2005
LONGO, LUIGI (GALLO), Las Brigadas internacionales en España.
México, 1966.
Poems from Spain: British and Irish International Brigaders on
Spanish Civil Wars, Jim Jump Lawrence & Wishart, 2006
RUBIO SOTÉS, F., ET AL. Chinchón : sociedad y territorio : un
proyecto didáctico integrado de ciencias sociales, Madrid, 2002.
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3ER PREMIO, TOMÁS ÁVILA SÁEZ: LA BATALLA DEL CERRO PINGARRÓN (FEB.1937)
ANEXO
Artículo “Heroica Defensa del Pingarrón”
transcrito de la revista Actualidad Española, Colección Guerra de
España, nº 31 (1977), Sección Testimonios de los protagonistas.
Heroica defensa del Pingarrón
El frente de Madrid ha sido en la pasada guerra de liberación uno de los
episodios más heroicos y decisivos de ambos bandos. Las bajas registradas
en uno y otro lado alcanzan proporciones considerables, sobre todo en la
batalla del Pingarrón, Jarama y Brunete. Todos los de la España
republicana pensaban en su victoria. Las fuerzas mandadas por Lister “el
campesino”, Uribarri y Duran iban a realizar una maniobra envolvente
sobre el ejército nacional; para ellos de trataba del “fin” de la guerra.
Los generales que mandaban las fuerzas nacionales del Ejército del
Centro se daban perfecta cuenta de la importancia de los acontecimientos
que se avecinaban. Muchas de las fuerzas del Ejército de África, todas ellas
aguerridas y dotadas de buen espíritu, habían sido traídas con el fin de
atajar los violentos ataques de un enemigo muy superior en efectivos,
armamento y material. Tabores de Regulares, Banderas de la Legión, todos
perfectamente entrenados, habiendo “batido el cobre” como se suele decir
en el argot castrense, llegaron triunfalmente a las cercanías de Madrid.
Dejemos que nos cuente su aventura en la batalla del Pingarrón uno de
aquellos soldados que mandaban el comandante hoy teniente general
Laureado de San Fernando Don Mariano Gómez Zamalloa.
La toma de contacto
¿ Cómo se desarrolló exactamente la batalla del Pingarrón?
Habíamos combatido durante tres días y tres noches; estábamos
necesitados de sueño y buen descanso, sin embargo nuestro tabor, el
Segundo de Ceuta, seguía adelante. Nos habíamos detenido en el puesto de
mando del coronel Asensio, de cuya columna formábamos parte a partir
de aquel momento. Un enlace de nuestro comandante había “requisado”
sin saberse dónde, un esplendido colchón de borra y se lo ofreció a este.
Cuando el comandante lleno de satisfacción se disponía a hacer uso del
mismo una llamada telefónica del coronel Asensio le ordenó hacerse cargo
de la posición del Pingarrón, atacada fuertemente por grandes núcleos del
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3ER PREMIO, TOMÁS ÁVILA SÁEZ: LA BATALLA DEL CERRO PINGARRÓN (FEB.1937)
enemigo. Dicha posición era una finca de labor, propiedad de Don Cecilio
Rodríguez, jardinero mayor que fue del municipio madrileño.
Mi comandante inmediatamente y lleno de gran espíritu, se dirigió a
dicha posición. Al acercarse a la misma observó un espectáculo dantesco;
eran muchas las bajas y el enemigo había ocupado la avanzadilla que en
un principio se creía que estaba inmediata a la posición, pero que resultó
hallarse a más de trescientos metros.
Una hora de heroísmo
A las dos de la madrugada llamaba el comandante Zamalloa al coronel
Asensio para decirle que comprendía la dificultad de ser reforzado dada la
escasez de medios de que se disponía, por lo que solamente le rogaba el
envío de una compañía del Tabor para tratar de recuperar la avanzadilla
en poder del enemigo, y como suponía que éste trataría de atacar al
amanecer la posición principal, quería adelantarse a sus propósitos, por
lo que necesitaba un mínimo de refuerzos de tal compañía. A las siete de la
mañana nos lanzamos sobre el enemigo. Tres fuertes ataques nuestros
fueron momentáneamente rechazados y sufrimos numerosas bajas, ya
que de ciento veinte y seis hombres solamente quedaron ilesos alrededor
de veinte, y los restantes muertos o heridos.
Logramos ocupar victoriosamente la avanzadilla y capturamos
numeroso armamento y material y bastantes prisioneros. Nuestra alegría
fue indescriptible. A las diez y media de la mañana llegaba un telegrama
del cuartel general del Generalísimo, que por aquel entonces se
encontraba en Salamanca. Le concedía a nuestro comandante la Medalla
Militar Individual y a la compañía la Cruz Laureada Colectiva por su
heroica actuación. Todos lo celebramos y el jefe se lo tomó con un mayor
sentido de responsabilidad.
Este ex combatiente no ha querido dar su nombre. Es uno más de la
larga lista de héroes que prefieren estar en el anonimato. Sigue hablando
este hombre heroico. No ha perdido la lozanía de sus años mozos. Se ha
emocionado al hablar de la Medalla Militar Individual que concedieron a su
Jefe, el comandante Zamalloa. Se ha alegrado también con la Laureada
Colectiva que les otorgaron. Todos festejaron la toma de la avanzadilla.
Después vino la parte fuerte de aquella gesta que ha alabado uno de sus
rivales, Enrique Lister, en el libro titulado “Nuestra Guerra”. Los héroes de
cualquier batalla reciben ese tributo de admiración. Era el mes de febrero
de mil nueve cientos treinta y siete, que quedará escrito en el libro de la
historia. Dejo que este hombre se recree en cada una de las escenas y me
alegro de estar escribiendo una historia viva.
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3ER PREMIO, TOMÁS ÁVILA SÁEZ: LA BATALLA DEL CERRO PINGARRÓN (FEB.1937)
Mil doscientos hombres
Ya le he dicho que habíamos quedado en pie unos veinte hombres. El
comandante Zamalloa, en vista de los pocos que éramos, llamó de nuevo
al coronel Asensio para pedirle más hombres con los que hacer frente a los
ataques del enemigo. Solicitaba el tabor de Regulares que se había traído
desde tierras africanas, el heroico II Tabor de Regulares de Ceuta Número
3. Nos enviaron todas las compañías del mismo menos una. Además, se
incorporó al Pingarrón una compañía de Ametralladoras. Se fue
preparando la defensa de aquel enclave. Nuestro Jefe situó una de las
compañías en una avanzadilla, a una distancia de unos ciento cincuenta
metros, sitio estratégico para la defensa de la posición. Todo parecía estar
dispuesto. El comandante Zamalloa pedía constantemente novedades. Mil
doscientos hombres nos dispusimos a luchar de nuevo, soportando un
cañoneo sobre la posición de unos dos mil proyectiles diarios de artillería.
Estábamos alerta ante cualquier ataque del enemigo, no se habían
resignado a la perdida de aquella avanzadilla. Un día nos enteramos de
que el Ejército Rojo había aniquilado a los soldados que teníamos
destacados para avisarnos de un posible ataque. Nos preguntábamos las
causas de aquella matanza. Luego sabríamos que había producido a causa
de la deserción de uno de ellos. Por lo demás, fue un asunto de tantos como
se produjeron aquellos días.
Treinta y seis carros de combate venían hacia nosotros
Sabíamos que se avecinaba una de las grandes batallas de la lucha en
las cercanías de Madrid. Nuestros ejércitos preparaban unas maniobras
envolventes sobre el núcleo muy superior del enemigo.
Un ataque furioso
El gran ataque se produjo el veintitrés de febrero, carros de combate en
número de treinta y seis, infantería y artillería venían hacía nosotros.
Fuimos la parte más afectada de aquel combate. Seguramente esperaban
que nosotros estuviésemos cansados. Sí, lo estábamos, pero nuestro
espíritu nos hacía sobreponernos a toda clase de fatiga. Nuestro
emplazamiento era decisivo para la suerte de aquella batalla.
El enemigo llegó a acercarse a aquellos sitios donde luchábamos.
Sacando fuerza de flaqueza, los expulsamos una y otra vez. Así hasta que
finalmente emprendieron la huída. Quedaron de todos modos algunos que
insistieron en los ataques pero ya sin importancia.
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3ER PREMIO, TOMÁS ÁVILA SÁEZ: LA BATALLA DEL CERRO PINGARRÓN (FEB.1937)
Nuestro comandante con diecinueve heridas seguía en pie. Su moral se
encontraba muy alta. Recuerdo que al principio de la batalla un proyectil
le había atravesado el brazo a la altura del bíceps. No se había dado
cuenta hasta que en un momento se tocó.
El día veintitrés se llevaron a nuestro comandante herido. Parecía que
no iba a poder sobrevivir a tantos agujeros como tenía su cuerpo. Le
conducían cuatro camilleros. De repente sobrevino un nuevo ataque, el
comandante pretendió incorporarse y volver al combate. Sus fuerzas ya
no se lo permitían. Los camilleros se metieron en un pequeño barranco y
allí permanecieron hasta que cesó el ataque. En aquel intervalo había
caído uno de los portadores de la camilla en que iba el comandante
Zamalloa. Posteriormente le concedieron la Laureada de San Fernando y
yo me sentí orgulloso.
No le quedan palabras para describir aquellos momentos. No quiere que
salga su nombre en la prensa. Él, mientras tanto, se siente uno más de
aquellos que lucharon por el bien de España.
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